Tema 9: El teatro español de la primera mitad del siglo XX. Ramón

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Tema 9: El teatro español de la primera mitad del siglo XX.
Ramón M. del Valle-Inclán
1. Introducción
A finales del siglo XIX y comienzos del XX el teatro es, sobre todo, un entretenimiento
para el público burgués que acude con asiduidad a las representaciones. Las compañías
teatrales formadas por las grandes actrices y actores del momento, que son además
empresarios, están dedicadas a complacer los gustos de este público conservador y
convencional.
Debemos señalar dos tendencias básicas para el teatro español de principios de siglo
XX:
1. 1. Un teatro integrado o
que triunfa donde situamos a la comedia
benaventina, el teatro cómico de Arniches o el teatro poético de ideología
conservadora. Lo corriente fue el éxito de aquellos autores que como José
Echegaray, Premio Nobel de Literatura en 1904, complacían las expectativas del
público teatral burgués. Las obras de Jacinto Benavente señalan el final del
tono melodramático, grandilocuente y declamatorio en el teatro. Benavente
inicia con Los intereses creados (1907) o La malquerida (1913) el realismo
moderno.
1. 2. Y por otra parte el teatro que quiere innovar, el de los disidentes o
marginales, donde se sitúan Valle-Inclán, Azorín, Unamuno, Gómez de la
Serna o Alberti, que sufren el rechazo del público y de las empresas y ven
relegada su obra dramática a las páginas de un libro.
El caso de Valle-Inclán es, pues, el de un autor totalmente al margen de cualquier
planteamiento comercial en la creación de sus obras. Esto le permitió una libertad
creativa que sitúa su teatro muy por encima del de sus contemporáneos. Es el suyo un
teatro innovador, crítico, profundamente original. El teatro de Valle-Inclán no recibió en
su momento la consideración que merecía, como tampoco la recibieron el resto de los
autores de la generación del 98.
Pronto los autores con planteamientos no comerciales buscaron otras formas de poner
en escena sus obras al margen de los grandes teatros. Entre estos intentos de crear un
teatro vanguardista destaca la labor de los teatros universitarios: El Búho de Max
Aub y La Barraca de García Lorca. Este último, uno de los grandes poetas del siglo,
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utilizó en sus obras gran diversidad de fuentes de inspiración: lo popular en Bodas de
sangre (1933) o Mariana Pineda (1927), Yerma o La casa de Bernarda Alba; el guiñol
con un matiz valleinclanesco en sus Títeres de cachiporra, Amor de don Perlimplín con
Belisa en su jardín (1933), La zapatera prodigiosa (1930), y los movimientos de
vanguardia como el surrealismo en El público (1930) o Así que pasen cinco años
(1930).
2. El teatro integrado, que triunfa
En este periodo, la escena española conoce una amplia variedad de formas dramáticas:
la alta comedia se transforma en manos de Benavente en “comedia de salón” o comedia
burguesa” de gran finura y habilidad técnica. Se mantiene y evoluciona la herencia del
género chico con los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches (teatro cómico).
Nace un nuevo teatro en verso a la manera modernista (teatro poético).
2. 1. La comedia burguesa.
También conocida como comedia benaventina, ya que fue Jacinto Benavente su autor
más representativo. Benavente ofreció un teatro con un mayor interés por el diálogo
conversacional y un tono más realista.
Los temas y personajes de la comedia burguesa se corresponden con los de las clases
medias y altas de la sociedad de entonces y con los conflictos típicos de esos grupos
sociales: amores insatisfechos, infidelidades, hipocresía, murmuraciones, hijos
“calaveras”. Benavente consiguió un teatro a la medida de la burguesía de la época, que
lo convirtió en el autor más representado; ideológicamente, se limita a criticar de
manera superficial las hipocresías y convencionalismos burgueses, pero sin traspasar lo
admisible y lo considerado de buen tono. Entre sus obras destacan Los intereses
creados (1907), Señora ama (1908) y La malquerida (1913). La primera desarrolla en
tono de farsa (por medio de personajes que proceden de la “commedia dell´arte”
italiana) el tema del poder del dinero, contraponiendo el mundo del interés y el mundo
del amor, pero no para reivindicar éste a la manera romántica, sino desde un cierto
escepticismo cínico y pragmático. Las otras dos siguen el modelo del ‘drama rural’, un
tipo de teatro que, ambientado en el medio rural, dominado por la fatalidad y por
atavismos ancestrales, desarrolla un violento mundo de pasiones no controladas por la
educación urbana.
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2. 2. El teatro cómico. Los saineteros
La finalidad básica de este teatro es el entretenimiento del público. Carlos Arniches
presenta en sus sainetes una galería de personajes pintorescos de Madrid (chulapos),
con sus problemas cotidianos y su forma castiza de hablar. Destacan también sus
tragedias grotescas, en las que el autor denuncia una serie de lacras sociales, ya
apuntados por los escritores el 98: el atraso cultural de España, la injusticia social, el
caciquismo y la inmoralidad de las clases dirigentes; problemas que aborda en obras
como Los caciques o La señorita de Trevélez.
Otro género del teatro cómico es el del astracán, de Muñoz Seca. Su obra más popular
es La venganza de don Mendo.
Los hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín) estrenaron obras de ambiente
andaluz. Sobresale en ellas el empleo de un diálogo gracioso. Obras: El genio alegre,
Doña Clarines, Las flores.
2. 3. El teatro poético o en verso
Surge directamente de la corriente modernista. Se trata de un teatro de pura evasión, sin
relación inmediata con la realidad, que recupera temas históricos y legendarios.
Destacan Eduardo Marquina con Las hijas del Cid, En Flandes se ha puesto el sol.
Sus obras evocan una supuesta España eterna para contraponerla a la de su tiempo,
donde “todo es mezquino, trivial, asqueroso”. Francisco Villaespesa con Doña María
de Padilla o Aben Humeya, José Mª Pemán y su Divino impaciente o los hermanos
Machado con La Lola se va a los puertos.
3. Innovadores y disidentes. Teatro que pretende innovar
En la Generación del 98, Unamuno cultivó el teatro como un medio de expresar sus
inquietudes existenciales; sus obras se caracterizan por sus diálogos densos y una
mínima escenografía; es un teatro intelectual y filosófico en el que refleja sus
obsesiones por el paso del tiempo, la muerte y la búsqueda de la felicidad. Entre sus
obras destacan: Fedra, El otro y El hermano Juan. Azorín (Lo invisible) y Jacinto
Grau (El señor de Pigmalión) son representativos de esta generación.
El teatro innovador y experimental cuenta también con nombres como Gómez de la
Serna (Los medios seres: algunos personajes aparecen con medio cuerpo totalmente
negro porque poseen una personalidad incompleta).
Dentro del 27 destacan Pedro Salinas, Rafael Alberti (El hombre deshabitado, Noche
de guerra en el Museo del Prado) y, sobre todo, Federico García Lorca cuya obra ha
sido ya analizada en el tema correspondiente.
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4. Don Ramón María del Valle-Inclán: El esperpento
Valle Inclán (1866-1936). Nació en Villanueva de Arosa (Pontevedra). Pasó un tiempo
en México y posteriormente se instala en Madrid. Frecuenta tertulias, publica en el
diario liberal El Globo y actúa en representaciones teatrales. Fue encarcelado durante la
dictadura de Primo de Rivera. Ocupó el cargo de director de la Escuela de Bellas Artes
de Roma. En 1935, regresó a Santiago de Compostela, donde murió un año después.
Era una figura extravagante, con largas melenas y espesa barba de chivo, quevedos y
capa, y de trato difícil. Perdió un brazo en una disputa con un periodista, por lo que se
llamó a sí mismo “el otro manco”. Ramón Gómez de la Serna dirá de él: “la mejor
máscara a pie que cruza la calle de Alcalá”.
4. 1. Primera etapa
Las primeras publicaciones importantes de Valle-Inclán son las Sonatas (1902-1905):
Sonata de otoño, Sonata de invierno, Sonata de primavera y Sonata de estío.
Contienen las memorias amables del anciano Marqués de Bradomín, un don Juan “feo
católico y sentimental”.
La aportación del escritor es el uso de un lenguaje exquisito y musical, con un estilo
preciosista, armonioso y sumamente cuidado. Se considera que su publicación supone
para la prosa narrativa el mismo cambio que, con Azul y Prosas profanas, introdujo
Rubén en la lírica.
Un segundo ciclo de su obra lo forma una trilogía novelesca sobre la guerra carlista: Los
cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño (1908-1909)
y las Comedias bárbaras, tres dramas ambientados en una Galicia mítica: Águila de
Blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de Plata (1922). Tanto las novelas
como los dramas se desenvuelven en un ambiente rural y conservan aún rasgos
modernistas, pero contienen ya importantes innovaciones, como son el interés por el
sufrimiento humano y la presencia de elementos esperpénticos.
4. 2. La época de los esperpentos
En 1920 publica cuatro obras decisivas: Farsa italiana de la enamorada del rey, Farsa
y licencia de la reina Castiza, Divinas palabras y Luces de Bohemia. Esta última obra
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supone un hito importante en la trayectoria de Valle-Inclán y en la historia del teatro
contemporáneo. A lo largo de quince escenas, la obra refiere las últimas horas de Max
Estrella, un poeta ciego y fracasado, quien, en compañía del cínico don Latino de
Hispalis, recorre durante una noche “un Madrid absurdo, brillante y hambriento”.
En su deambular nocturno nos guía a través de unos ambientes tragicómicos y
caricaturescos, un mundo habitado por poetas de la bohemia, periodistas, políticos,
guardias, borrachos, burgueses, obreros, prostitutas y toda una galería de tipos
populares.
Valle-Inclán piensa que esa realidad solo puede ofrecerse a través del esperpento, cuyo
significado nos explica en la escena XII. Para él, “España es una deformación
grotesca de la civilización europea”, por lo que a la realidad española no podemos
acercarnos con una estética clásica, que ennoblece las cosas; si la realidad está
deformada, la estética debe adecuarse a ella: “El sentido trágico de la vida española solo
puede darse con una estética sistemáticamente deformada”.
Esta nueva estética y forma teatral es el esperpento, que se consigue al mostrar la
realidad según queda reflejada en los espejos cóncavos del “callejón del Gato”, en
los que todo se transforma en algo absurdo y risible: “Las imágenes más bellas en un
espejo cóncavo son absurdas”. Valle-Inclán aplica este procedimiento deformador a
todo aquello que quiere criticar.
Los recursos literarios del esperpento son variados: el contraste, la exageración, el
absurdo, la ironía, el humor negro y amargo, la mezcla de registros idiomáticos, el
tratar de describir a los personajes como seres grotescos y deshumanizados
(animales, muñecos, fantoches, sombras…) etc.
Al ciclo de los esperpentos pertenece la trilogía de Martes de carnaval, que agrupa Los
cuernos de don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán. Entre sus últimas
novelas destacan Tirano Banderas (1926), ridiculización esperpéntica de un fanfarrón
dictador hispanoamericano, y la trilogía de El ruedo ibérico, visión satírica del reinado
de Isabel II (las intrigas palaciegas, las conspiraciones revolucionarias…)
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