2ÜO * ANALES cien que tenia á la mineralogía, si.Ja enseñanza personal del Señor Flurl, Consejero de minas, no la hubiese animado y radicado mas que nunca. Sin embargo, jamas he podido perdonar al sistema la mucha parte del trabajo que me habia causado á m i , y, según me dixéron, también á otros 'que querían aprender la mineralogía sin maestro: por este motivo empecé á reflexionar sobre la naturaleza de semejante sistema, y á raciocinar del mo. do siguiente. ¿ Q u á l es el objeto de la mineralogía, ó mejor el de la orictognosia? — Sin duda no será otro que él de enseñar á conocer los minerales, dando á cada uno su verdadero nombre, y á distinguir los unos de los otros. Nadie negará que esto se logrará por los mismos medios que se emplean en los otros dos reynos de la naturaleza, á saber: por la juxta posición de las semejanzas é indicación exacta de las diferencias. Pe* ro ¿dónde se encuentran estas en los minerales?¿En sus partes constitutivas, en sus propiedades exteriores, ó en ambas al mismo tiempo?—Y ¿quáles son las mas constantes y aplicables? Es notorio que las análisis químicas actuales han encontrado en fósiles, á veces m u y diversos, partes constitutivas casi idénticas, y en otros bastante parecidos en su exterior, elementos químicos muy diversos : también nos han indicado una variedad muy grande en una misma especie en quanto á las proporciones; y si luego se considera quanta habilidad y conocimientos químicos se necesitan para aislar con exactitud las partes constitutivas de un fósil, y apreciarlas: si se reflexiona sobre la facilidad de equivocarse, y quan diferente ha salido muchas veces la análisis hecha de un mismo fósil por los- químicos mas cele-