Un café y unas reflexiones sobre la crisis

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Un café y unas reflexiones sobre la crisis
Javier Capó
Diferencias entre esta crisis y el resto.
El origen de la crisis es distinto. El crecimiento basado en un elevado endeudamiento y en
un crecimiento continuado de los precios de los activos, particularmente los inmobiliarios,
con absoluta miopía del riesgo era insostenible. La duración y profundidad de la recesión
también la hacen distinta a episodios de crisis anteriores. Además, resulta sorprendente la
rapidez con la que los mercados financieros (inversores, bancos, agencias de calificación,
…) han pasado de ser parte causante de la crisis a convertirse en juez inflexible de los
intentos por superarla.
¿El Estado está manejando bien la situación actual?
El Gobierno reconoció tarde el problema, infravaloró su magnitud, erró su diagnóstico y
adoptó soluciones equivocadas basadas en estimular la demanda de sectores
sobredimensionados. El principal error ha sido no reconocer que, a pesar de ser una crisis
global, los desequilibrios (endeudamiento privado, dependencia de la construcción, déficit
por cuenta corriente, …) eran más acentuados en nuestra economía. La respuesta a la crisis
no ha contado con iniciativa propia. En una primera fase, el estímulo a la demanda a través
de la política fiscal fue común al de la mayoría de economías occidentales. Ahora, la acción
contraria, es decir, la austeridad fiscal, también sigue los dictados provenientes del exterior.
Particularmente, ha faltado iniciativa para adoptar medidas rápidas que frenasen o
suavizasen la destrucción de empleo. La magnitud de la respuesta del mercado laboral a la
crisis es el principal elemento diferencial frente a otros países a pesar de que la caída de la
producción ha sido similar. Las reglas del juego importan y la regulación laboral española ha
propiciado que la destrucción de empleo haya sido mucho mayor.
¿Cuándo terminará la crisis? ¿Cómo salimos de ella?
El estancamiento o, en el peor de los casos, una ligera recesión persistirá en 2012 y 2013.
Las políticas de consolidación fiscal mantendrán la debilidad de la demanda interna y la
inestabilidad que atenaza a la zona euro no favorece la reactivación de la demanda exterior.
La reactivación de la producción y del empleo no es factible sin más demanda. Además, la
atonía de la construcción se mantendrá a medio plazo por lo que España debe encontrar
otros sectores de actividad que tomen el relevo como motor del crecimiento. La reasignación
del capital y el trabajo a nuevos sectores llevará tiempo.
¿El estado de bienestar (sistema de pensiones, seguridad social, …) puede
mantenerse?
La reciente reforma del sistema de pensiones va en la dirección correcta para garantizar un
sistema público de pensiones en un escenario a largo plazo de fuerte envejecimiento de la
población. No obstante, el sistema necesitará nuevas correcciones en el futuro que darán
como resultado un mayor retraso de la edad de jubilación y una rebaja de la pensión media.
El futuro exigirá que las personas complementen su pensión pública con el ahorro que
hayan acumulado a lo largo de su vida para poder mantener el nivel de vida previo a la
jubilación. Así, las familias deberán canalizar su ahorro hacia activos más líquidos que la
vivienda y que al mismo tiempo supongan un riesgo bajo.
La provisión pública de sanidad también es sostenible a largo plazo siempre que se hagan
pequeñas correcciones en el sistema. A pesar de tener un muy buen sistema sanitario en
términos de resultados y satisfacción, España no gasta demasiado en comparación con
otros países. Sin embargo, en los últimos años, particularmente en la última fase expansiva,
el gasto sanitario ha crecido a un ritmo superior al PIB. Hay que racionalizar el uso de la
atención primaria, rebajar el gasto (consumo) en medicamentos y valorar la relación costeefectividad de los nuevos tratamientos y tecnologías sanitarias.
¿Los salarios tendrán que bajar como propone la patronal? ¿es necesario?
La bajada de los salarios, siempre que las empresas la trasladasen a precios y no a
aumentar sus márgenes, sería equivalente a una devaluación de la moneda. Abaratar
nuestros productos tendría un efecto positivo sobre nuestra demanda externa pero la
perdida salarial también supondría un empobrecimiento de las familias que debilitaría su
demanda1. El estímulo positivo que se lograse tendría corto recorrido.
La coyuntura actual de recesión y elevado desempleo no justifica un crecimiento de los
salarios reales sino más bien su moderación o descenso. La inflación unida a la congelación
de los salarios ya propicia este descenso de los salarios reales. En cualquier caso, la
situación de los distintos sectores y de las diferentes empresas exige tratar las distintas
situaciones de forma diferenciada con el fin último de, como mínimo, mantener el empleo.
A medio plazo, la moderación o descenso de los costes laborales unitarios debe lograrse a
través de aumentos de la productividad.
¿Nos encaminamos a un modelo americano, más liberal?
No necesariamente. El modelo liberal americano no está dando mejores resultados que el
modelo social europeo. Alemania y Austria tienen tasas de paro muy inferiores a las de
EE.UU. Incluso los generosos sistemas de protección social de los países nórdicos se
traducen en menor desempleo que el que resulta del sistema americano. Nuestro referente
debe ser el modelo social europeo. Debemos explorar las instituciones y regulación laboral
de los países que padecen menores tasas de desempleo. También, detectar que elementos
propician el crecimiento de su productividad y cuáles frenan la nuestra.
¿España puede volver a tener el empleo de antes de la crisis (el desempleo rondaba
antes el 8%)?
No parece factible a corto o a medio plazo. El vacío dejado por la construcción tardará
mucho en llenarse. La reasignación del empleo hacia otros sectores no es fácil y además no
sabemos cuáles serán los sectores dinámicos en la creación de empleo en los próximos
años.
¿Es bueno que los emigrantes se queden o es mejor para el país que retornen a casa?
Es un error enfocar el problema del paro desde esta perspectiva. La dificultad será
conseguir empleo para la enorme masa de trabajadores de baja cualificación que hay en
España, con independencia de su nacionalidad.
1
El descenso de los precios de consumo de las familias sería menor ya que, al igual que ocurre con
las devaluaciones de la moneda, las importaciones no se abaratan por lo que el descenso de los
salarios supondría un descenso de las rentas reales de las familias aunque las empresas trasladasen
a los precios todo el descenso de los costes laborales.
La emigración en busca de empleo será una opción creciente tanto para residentes
extranjeros como para nacionales aunque solo fructífera para los cualificados.
¿La vivienda volverá a alcanzar los precios de antes o perderemos dinero si
vendemos?
Todos aquellos que compraron inmuebles durante la última fase del boom inmobiliario han
perdido riqueza con independencia de que vendan o no. Ahora su vivienda vale menos. No
cabe esperar, ni sería deseable, un nuevo auge de los precios de los activos inmobiliarios.
En unos años, los precios volverán a subir y alcanzarán en el nivel pasado pero en términos
relativos, es decir, en comparación al precio de los otros bienes, difícilmente retornarán a las
cotas pasadas. Hay que aceptar que se compró demasiado caro y que se ha sufrido una
pérdida.
Las familias deben diversificar su riqueza y no materializar todo su ahorro en la vivienda
habitual. Una adecuada planificación de la vejez exige la inversión en activos de mayor
liquidez. Así, la idea de recuperar la deducción fiscal por compra de vivienda no parece la
más acertada.
¿Qué consejo darían a un joven en paro que busca trabajo?
Al margen de la consabida necesidad de formación, a corto plazo las únicas opciones son
emigrar al extranjero o emprender una actividad por cuenta propia. La emigración puede
facilitar lograr un empleo acorde con la formación alcanzada que permita desarrollar una
carrera profesional y a un salario mayor. Emprender supone afrontar un camino plagado de
obstáculos y trámites y ahora particularmente difícil por la falta de financiación.
Con la buena temporada turística que hemos tenido ¿no es lógico que hubiera
mejorado la contratación?
Sin ser nada mala, no está tan claro que la temporada turística haya sido tan buena. Las
cifras reflejan un fuerte aumento del número de turistas pero el comportamiento de los
ingresos siendo positivo ha sido más moderado. El sector ha aprovechado la bonanza para
recuperar unos márgenes que se habían deteriorado en los últimos años. Además,
prevalece la sensación de que los resultados positivos han estado en parte motivados por
factores transitorios como las revueltas en el Norte de África o el caos de Grecia. El empleo
y la inversión del sector mejorará si la recuperación de la demanda turística se consolida y
eso está condicionado a la recuperación económica de Alemania y Reino Unido y a la
agresividad de la reacción de destinos competidores.
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