Poner reglas y establecer límites

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¿Por qué es necesario poner
REGLAS y establecer LÍMITES?
Elaborado por:
Dra. Hortensia Rodríguez Alfaro
Psicóloga
Tanto la familia como la escuela son instituciones que brindan al
niño o niña contención, pero también les enseña normas. Los niños y niñas necesitan reglas y límites claros
y no contradictorios, pero ante todo necesitan de una figura de RESPETO. Esto nada tiene que ver con el
autoritarismo. Es importante que tanto los padres, como los maestros aprender a impartir respeto a la vez
que brindan ternura. Esa es según Luis Carlos Restrepo (1994), una excelente forma de combinar la
contención con los límites.
Antes de continuar, quiero hacerles participe sobre el significado de La pedagogía de la ternura. Refiere a
una pedagogía del lenguaje afectivo, amoroso, cálido, que contiene, que acoge, que rompe las barreras de la
desconfianza, del desamor, del dolor que aprisiona y contrae. Es una pedagogía de la reparación, que se
plantea frente al quehacer educativo en la construcción y reconstrucción de la autoestima de las personas,
buscando forjar identidades individuales y colectivas. Se construye en lo cotidiano y trata de hacer empatía
(buscar en los otros artículos el de empatía si aún no lo han leído) con la otra persona.
La pedagogía de la ternura se aprende; se modela; se construye en el diálogo interpersonal. El aprendizaje
en la pedagogía de la ternura no siempre es gozoso, ya que supone poner limites. En los casos de los/las
docentes, esos limites deben ser como fronteras, o sea, estar cara a cara, uno frente al otro, la frontera es
simultáneamente cercanía y distancia. Un espacio común, pero con dominio propio. Estos límites son muy
necesarios para la convivencia, ya que asegura respeto y relaciones sociales positivas y regeneradoras. Es
aprender a respetar los límites de condición de autonomía, de libertad.
Si sólo se brinda ternura sin límites, el niño o niña sufrirá, se sentirá desbordado/a sin saber lo que
realmente está bien y no respetará los espacios ajenos. Si en cambio sólo se le marca lo que debe hacer y
no se le elogia las cosas que realiza bien, se formará un niño/a inseguro/a y los padres, madres, y docentes
serán vistos como dictadores. Por eso, es importante saber equilibrar y también estar atentos a la edad del
niño o niña. Ya que no se podrá ponerle los mismos límites a un niño de dos años que a uno de seis, doce, a
un adolescente.
Una disciplina eficaz a la hora de aplicar los límites a nuestros hijos e hijas es lo más importante. Para educar
de manera eficaz a los hijos/as es importante marcar las reglas en casa con el objetivo de cumplirlas. El
secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza. (Con asertividad. Pueden buscar en los otros
artículos la asertividad, si no lo han leído aún)
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Una de las consecuencias educativas de una falta de habilidad a la hora de establecer las normas y de
marcar los límites puede ser la falta de respeto, que se produce cuando se habla demasiado, se exagera en
la emoción, y en muchos casos, se evidencia equivocación en la forma de expresar con claridad lo que se
quiere y se hace con demasiada autoridad.
En la terapia, he percibido a muchos padres y madres que se sienten culpables cuando ponen límites y
reglas claras: y mencionan. “Doctora, es que me da tanta lástima, hace una carita que me la quiero
comer, y al final, la amo tanto que cedo”. También he topado con padres y madres que mencionan.
“Fíjese doctora, que no sé que hacer con mi hijo, no quiere hacer caso, todo lo toma con burla y ni
me escucha. Que difícil que es, el no quiere cambiar” Yo les digo. Si es difícil para ustedes empezar a
modificar conductas, que creen que piensen su hijo, hija y que tan difícil crees que sea para él o ella empezar
a modificar. Es importante utilizar la empatía en este caso.
Con lo anterior, es elemental que comprendan la importancia de poner límites, claro está, conviene que
estos límites sean claros, concisos y equitativos. Una vez que el niño, niña empieza a modificar conductas y
a respetar esos límites, se darán cuenta del bien que le están haciendo para su futuro y de cuanto aman a su
hijo, hija. Los chicos se sienten seguros y contenidos cuando tienen límites y reglas claras, ya que estos
ordenan la convivencia social y les serán imprescindibles cuando comiencen la escolaridad y en adelante.
Recuerda que lo que se aprende en la niñez no se olvida.
Los niños necesitan ser guiados por los adultos para que aprendan cómo realizar lo que desean de la
manera más adecuada.
Es fundamental establecer reglas para fortalecer conductas y lograr su crecimiento personal.
Los límites deben basarse en las necesidades de los niños.
Lo que se LIMITA es la CONDUCTA, no los sentimientos que la acompañan. A un niño se le puede
solicitar que no haga alguna cosa, pero no es bueno pedirle que no sienta algo o impedirle una emoción o
sentimiento.
Los LÍMITES deben fijarse de manera que no afecten el respeto y la autoestima del niño. Se trata de poner
límites sin que la niña se sienta humillada, ridiculizada o ignorada.
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Señale la situación problemática empleando pocas palabras. Los sermones son poco
efectivos y alteran a las personas.
Evite calificar al niño, niña. Solamente señale el problema.
Sea firme, pero con tranquilidad
¿Qué puedes hacer para que se cumplan las reglas y los límites?
Dedique el tiempo suficiente... Si usted no se siente bien para enfrentar el día, si no se lleva bien con otras
personas cercanas, si se siente presionada o si tiene temor por el día que se avecina, los niños, niñas
sentirán esta tensión.
Cuando no se respetan los LÍMITES, hay consecuencias. Las cuales serán proporcionales, directas y, en
la medida de lo posible inmediatas a la situación que las provoca. Las consecuencias serán adecuadas a
cada la situación. Esto es, que guarden una relación natural o lógica con la conducta en cuestión.
Las REGLAS se establecerán de común acuerdo entre padres e hijos, y en cada caso, serán el producto
de la discusión, negociación y el entendimiento.
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Es más fácil establecer DISCIPLINA cuando la persona responsable de los niños realmente se siente
satisfecha de estar a cargo del niño, cuando disfruta al compartir con ellos y cuando es capaz de respetar
la necesidad de seguridad de ellos. La disciplina da buenos resultados cuando los adultos son firmes,
observadores y afectuosos, casi nunca si estos se muestran superficiales. La disciplina será firme pero no
grosera, respetuosa y no hiriente, o sea que controle o contenga, pero NUNCA lastimar al niño(a)
NO querrás, que porque tu hijo, hija crean que deseas ser sus amigo, amiga, ellos podrán hacer lo
que deseen. Tampoco te gustaría que te tengan miedo. El mundo necesita gente que tenga coraje y que
sea original, pienso que no necesita gente TIMIDA.
La DISCIPLINA depende en gran parte de las habilidades y de las conductas de los adultos, como también
de la capacidad para combinar el afecto y el control. Esto es difícil, pues exige mucho de ustedes mismos.
La buena disciplina no es solamente castigar o lograr que las reglas se cumplan, implica también que le
gusten los niños, niñas y que estos(as) se sientan aceptados y queridos por usted. El proveerles de reglas
claras y apropiadas es sólo para su protección.
Nuestra conducta y actitudes afectan la conducta de nuestros hijos. Es posible que los niños se sientan
bien, pero empiezan a portarse mal si se les dirige masivamente, o se les grita, en lugar de tratarlos como
seres humanos. Los niños imitan la conducta de los adultos y si el adulto es grosero, estos también lo
serán,
La DISCIPLINA no es sólo una palabra, una técnica o un conjunto de reglas. Se requiere combinar el
afecto con el control; además el planear y el organizar muy bien el espacio, como también distribuir el
tiempo disponible.
El manejo de los niños debe ser gentil pero con autoridad, ofreciéndoles siempre dirección y conductas
apropiadas para imitar. Los niños necesitan adultos que tengan autocontrol y en quienes ellos puedan
confiar.
Además, es importante recordar que el tono de voz, el uso de las manos, los gestos y las acciones pueden
contribuir a controlar problemas. Las palabras del adulto también pueden ayudar al niño a comprender sus
sentimientos y los de otros.
“Recuerde el que su hijo (a) estudie o no, es una cuestión de Reglas y de Límites, que necesariamente los
padres y madres aprenden manejar”.
Poner límites claros y adecuados a la capacidad del niño o la niña:
El grado de autocontrol que tienen los niños/as depende, en gran medida de la actitud del padre y su madre. El
autocontrol como la tolerancia al dolor, tolerancia a la frustración y la postergación a la gratificación se educa.
Se han oído casos de que menores de edad han sido operados/as en tantas ocasiones que cuando sus
padres/madres les dicen que van al hospital cogen su osito y no muestran mayor rechazo. Con la capacidad
para tolerar frustraciones y para auto-controlar las expresiones de agrado o desagrado sucede lo mismo.
Un niño o niña puede haber aprendido que cuando papá/mamá dice que no, esa decisión es inamovible, pero
también puede saber que se le permitirá gritar, protestar y tirarse al suelo para mostrar su enojo y frustración sin
que nadie le sostenga los pies.
El grado de autocontrol, tolerancia a la frustración, y demora (postergar) la satisfacción o gratificación, está
muy relacionado con la capacidad de la familia para hacer respetar su autoridad. La familia tiene más razones
para saber que debe poner límites claros y que sean adecuados a lo que el niño/a puede ofrecer.
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Principios básicos para padres y madres que desean educar bien:
Ustedes son los y las educadores, el kinder, la escuela y colegio sólo es un complemento.
Educar bien es enseñar a: conocer las propias posibilidades, desear crecer, aceptar tus limitaciones y tus
virtudes de forma sana, es enseñar a vivir.
Educar bien es enseñar a adaptarse a todas las situaciones: buenas o malas.
Educar no es proporcionar experiencias buenas y asilarle de las malas. Es ayudarle a aprender de ellas.
Para educar bien no existen recetas, se aprende de experiencias concretas y luego se generaliza.
Educar es una toma de decisiones constante.
Tus decisiones están muy influidas por cómo has sido educado/a.
Ser conscientes de ello ayuda a educar más sensatamente.
Educar bien a tu hijo (a), no es compensarle por lo que ustedes no han recibido en su niñez. “Los hijos no
nacen con tus carencias ni necesidades, no se las instauras”.
Es importante que seas consciente de lo que te transmitieron cuando te educaron.
Es importante educar en el presente con perspectiva de futuro.
Una mala actuación ahora se paga con creces en el futuro.
No te angusties. Si no puedes, busca ayuda.
Para educar bien es necesario reforzarte de sentido común.
Muchas veces necesitaras una visión objetiva desde fuera.
No dudes en pedir orientación educativa aunque el problema parezca pequeño.
No existen los superpapas o superramas, todo el que te comente que su relación con su hijo es perfecta,
puede ser que necesite aparentar o que no quiere ver los problemas.
Nada es lo mismo para un hijo/a que para otro/a.
Educar bien no es buscar las mismas condiciones para todos, sino es dar a cada hijo/a lo que necesita.
Hacerlo así no es ser injusto, ayuda a los/las hijos/as a crecer aceptando la individualidad de cada uno/a.
Claro que si, y no tengas miedo, al educar vas a cometer errores.
Pero recuerda, no hay error que no se enmiende.
Además, puedes rectificar sin perder la autoridad.
No importa lo que sucedió en el pasado, si hay problemas hay que “tomar la situación de inmediato”.
Sé positivo/a. Dile a tu hijo/a lo que te gusta y pon un límite a lo que no te gusta.
Un niño/a es una antena parabólica constante. Se entera de todo, lo imita todo. El niño/a aprende más de
lo que ve, que de lo que le dices.
El mayor deseo del niño es controlar el entorno.
En el entorno también estas ustedes. Controlar tus reacciones le fascinará, incluso aunque sea a costa de
que te enfades con él o ella.
El niño/a necesita libertad conducida.
Si ustedes no ponen límites a su conducta, lo hará él/ella.
No le mientas. Si le enfrentas con aquellas cosas que no le gustan, pero que es importante que acepte, le
preparas para asumir la realidad.
Si le mientes lo/la harás un/a inmaduro/a (necesitará que le disfraces las cosas para aceptarlas) y un
inseguro/a (si él/ella no puede confiar en su padre y madre, ¿en quién podrá confiar?
Es importantes que les expliques las cosas (casi siempre) y de forma breve.
A veces los/las niños/as necesitan un “Porque yo lo digo”.
Levantar castigos o encubrir los errores sólo es sobreprotección. Las personas sólo aprendemos de
nuestros errores si vivimos las consecuencias de los mismos. Formamos hijos/as inmaduros incapaces
de enfrentarse a la frustración.
El mayor deseo de un niño/a es que papá y mamá estén pendientes de él/ella.
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La atención que le prestes es tu mejor arma. Quién sabe cómo y cuando prestar atención a su hijo(a) sabe
educar. Todos estos principios se pueden resumir en el siguiente texto a tu hijo o hija.
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§
§
§
§
Sé que es difícil, pero
Sé que puedes.
Y como sé que te cuesta esfuerzo, te lo reconozco.
Estoy orgulloso de ti, aún cuando cometes errores, porque se que de ellos
aprenderás.
Por eso te enseño y te exijo.
Además te amo.
¿Cómo aumentar las conductas positivas y eliminar las negativas?
Ten en cuenta que igual que usted como padre, madre puede modificar la conducta. Tus hijos también
modifican de forma intuitiva su propia conducta.
Las normas deben ser claras, bien definidas, y adecuadas para cada niño/a según la edad.
Es importante establecer diferencias entre los hermanos. De otro modo los mayores tienen la sensación de
que crecer sólo trae consigo obligaciones y no tardarán en aparecer conductas regresivas
(comportamiento infantil) y, por su parte, lo pequeños no desearán crecer, ¿para qué perder privilegios?
No es injusto que un pequeño se quede, por ejemplo, sin ir a una actividad o no pueda recibir una bicicleta
hasta tener 3 años más. De este modo deseará crecer y hacerse mayor como su hermano o hermana.
Hacerse mayor será deseable porque ser pequeño no trae consigo todos los privilegios.
No pida cosas que el niño o la niña no pueda hacer.
Cuando exija al niño/a, no actúe de forma contradictoria.
Sea coherente en la aplicación de las normas.
Cuando se produzcan desacuerdos entre los padres/madres sobre la forma de educar a los niños, NUNCA
las discutan delante de ellos.
Evite centrar la autoridad en un solo padre, madre.
No delegar la autoridad en otro; ni desautorices a tu pareja
No modifique los castigos (consecuencias) una vez anunciadas.
No castigue con algo que no pueda cumplir.
Acostúmbrale a pedir permiso.
Cuando tengas que poner un castigo: no te alteres por nada del mundo.
10 consejos básicos para aplicar límites educativos
Cuando necesitas decir a tus hijos/as que deben hacer algo y "ahora" (recoger los juguetes, irse a la cama,
etc.), debes tener en cuenta algunos consejos básicos:
1. Objetividad. Es frecuente escuchar en los padres y madres expresiones como "Pórtate bien", "sé bueno",
o "no hagas eso". Estas expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Tus hijos e hijas te
entenderán mejor si marcas tus normas de una forma más concreta. Un límite bien detallado con frases
cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño/a. Ejemplos:
Juanito, por favor habla bajito en la biblioteca
Juanita, , por favor recoge tu cuarto y arregla la cama
Juanito, Juanita, por favor toma mi mano para cruzar la calle
Esta manera de comunicarte con tu hijo o hija puede aumentar sustancialmente la relación de complicidad
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2. Opciones. En muchos casos, puedes brindar a tus hijos e hijas una oportunidad limitada para decidir
como cumplir sus "órdenes". La libertad de oportunidad hace que un niño/a sienta una sensación de poder y
control, reduciendo las resistencias. Ejemplos:
Juanito, es la hora del baño, tienes 15, 20, 30 (esto lo deciden ustedes) minutos para
que te bañes.
Juanita, es la hora del baño, te quieres duchar o prefieres bañarte.
Juanito, Juanita, es la hora de vestirse, quieres que te ayude a elegir tu ropa o lo
haces tu solo
Esta es una forma más fácil y rápida de dar dos opciones a un niño/a para que haga exactamente lo que
quieres.
3. Firmeza. En cuestiones realmente importantes, cuando existe una resistencia a la obediencia, ustedes
necesitan aplicar el límite con firmeza. Ejemplos:
Juanito, vete a tu habitación ahora
Juanita, para, los juguetes no son para tirarlos a tu hermano.
Los límites firmes se aplican mejor con un tono de voz seguro, sin gritos, y un gesto serio en el rostro.
Los límites más suaves suponen que el niño/a tiene una opción de obedecer o no. Ejemplos de ligeros
límites:
Juanito, ¿Por qué no te llevas los juguetes fuera de aquí?
Juanito, Me gustaría que hagas tu tarea ahora mismo
Juanita, realmente deseo que te limpies antes de acostarte.
Estos límites son apropiados para cuando se desea que el niño/a tome un cierto camino. Serás mejor
cómplice de tu hijo/a si aplicas un firme mandato. La firmeza está entre lo ligero y lo autoritario.
4. Acentúa lo positivo. Los niños/as son más receptivos al "hacer" lo que se les ordena cuando reciben
refuerzos positivos. Algunas represiones directas como el "no" o "para" dicen a un niño/a que es inaceptable
su actuación, pero no explica qué comportamiento es el apropiado. En general, es mejor decir a un niño lo
que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que no debe hacer ("No grites"). Los padres autoritarios tienden a
dar más órdenes y a decir "no", mientras los demás suelen cambiar las órdenes por las frases claras que
comienzan con el verbo "hacer".
5. Guarda distancias. Cuando dices "tienes que irte a la cama ahora mismo", estas creando una lucha de
poder personal con tus hijos/as. Una buena estrategia es hacer constar la regla de una forma impersonal.
Ejemplos:
Juanito, Juanita: son las 8 de la noche, es hora de acostarse y al mismo tiempo
le enseñas el reloj.
En este caso, algunos conflictos y sentimientos estarán entre el niño y el reloj.
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6. Explica el porqué. Cuando un niño/a entiende el motivo de una regla como una forma de prevenir
situaciones peligrosas para sí mismo y para otros, se sentirá más animado/a a obedecerla. De este modo, lo
mejor cuando se aplica un límite, es explicar al niño/a porqué es necesario que obedezca. Al comprender la
razón, el niño/a logra desarrollar valores internos de conducta o comportamiento y crear su propia
conciencia. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños/as, manifiesta la razón en
pocas palabras. Ejemplos
Juanito, no muerdas a las personas, eso les dolerá.
Juanita, si le votas o rompes los juguetes a tu hermano e se sentirá triste porque
ya no podría jugar con ellos de nuevo.
7. Sugiere una alternativa. Siempre que apliques un límite al comportamiento de un niño/a, intenta indicar
una alternativa aceptable. Sonará menos negativo y tu hijo/a se sentirá compensado/a. De este modo,
puedes decir:
Juanita, ese es mi lápiz de labios y no es para jugar, aquí tienes un lápiz y papel
para pinta.
Juanito, comprende que no te puedo dar un caramelo ó chocolate antes de la
cena. Pero si te puedo dar un helado de chocolate después de que terminemos
de cenar.
Al ofrecerle alternativas, le estás enseñando que sus sentimientos y deseos son aceptables e importantes
para usted. Este es un camino de expresión más correcto.
8. Firmeza en el cumplimiento. Una regla puntual es esencial para una efectiva puesta en práctica del
límite. Una rutina flexible (acostarse a las 8 una noche, a las 8 y media en la próxima, y a las 9 en otra noche)
invita a una resistencia y se torna imposible de cumplir. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían
ser efectivas día tras día, aunque estés cansado/a o indispuesto/a. Si das a tu hijo/a la oportunidad de dar
vueltas a sus reglas, el o ella seguramente intentará resistir.
9. Desaprueba la conducta, no al niño/a. Deja claro a tus hijo/a que tu desaprobación está relacionada con
su comportamiento y no va directamente hacia el o ella. No muestres rechazo hacia el niño o niña. Antes de
decir "eres malo/a, no sirves para nada” es importante decir
Juanito, Juanita: mira lo que hiciste no está correcto y estoy enojada/a con tu
forma de comportarte (desaprobación de la conducta)
10. Controla las emociones. Los investigadores señalan que cuando los padres/madres están muy
enojados/as castigan más seriamente y son más propensos a ser verbalmente y/o físicamente abusivos con
sus niños/as. Hay épocas en que necesitamos llevar con más calma la situación y contar hasta diez antes de
reaccionar.
La disciplina consiste básicamente en enseñar al niño/a cómo debe comportarse. No se puede enseñar con
eficacia si somos extremamente emocionales. Delante de un mal comportamiento, lo mejor es contar un
minuto con calma y después preguntar con tranquilidad: "Valeria/Felipe, ¿que ha sucedido aquí?". Todos los
niños/as necesitan que sus padres establezcan las guías de consulta para el comportamiento aceptable.
Cuanto más expertos te haces en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibirás de tu hijo/a y menor
la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una
atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.
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Finalmente recuerde:
Los adultos que conviven con el niño o niña tienen que estar de acuerdo acerca de los límites que debe
tener: qué se le permite y qué se le prohíbe. Hay que ser cuidadosos con el castigo, porque si éste no se
lleva a cabo adecuadamente, el niño/a no aprenderá las consecuencias positivas o negativas y no fortalecerá
su moral. Tal vez deje de hacer lo que se le censura por temor, pero no por convicción o respeto. Lo
importante es que ustedes ejerzan su autoridad de manera que le dé la oportunidad tanto a Juanito como a
Juanita de aprender algo de la experiencia.
Ante un berrinche, por ejemplo, se lo puede ignorar, excluir al pequeño del grupo hasta que se calme, y
explicarle que esas son las consecuencias de su acción. Aprenderá a tener más cuidado la próxima vez.
Se le puede invitar a que participe en la “reparación” del daño causado, remendando el libro destruido, el
juguete quebrado, el dedo maltratado del hermano, entre otros. Por último, es importante afirmar que la
censura mediante palabras o gestos es a menudo insuficiente para que el niño se dé cuenta de que con su
acción ha roto el vínculo de confianza mutua y de solidaridad al hacer algo desagradable a los otros, si existe
una fuerte relación familiar.
“Educar a un niño o niña es como sostener en la mano un jabón. Si
aprietas mucho sale disparado, si lo sujetas con indecisión se te escurre
entre los dedos, una presión suave pero firme lo mantiene sujeto”.
Bibliografía
Betancourt A. M (2003), Conceptos Básicos Para Una Pedagogía de la Ternura. Colombia.
Editorial ECOE Ediciones
Milicic N. (2001) La Construcción De La Autoestima En el Contexto Escolar. Barcelona. Editorial
Lom
Milicic N. (2007). ¿Quién Dijo Quer Era Fácil Ser Padres? Chile. Editorial Planeta.
Milicic N. (2009). Educando a los hijos con Inteligencia Emocional. Quito. Editorial El Mercurio
Aguilar
Restrepo L. C. (1994) El Derecho A La Ternura. Bogotá. Editorial Arengo.
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