Inicio de Clases Indistintamente, el lunes 3 o el miércoles 5 de marzo millones de estudiantes y cientos de miles de profesores en todo Chile volverán a clases, dando inicio a lo que será el año escolar 2008. Y en este nuevo ciclo académico que se inaugura, el sistema de educación municipalizada avizora no sin inquietud un futuro incierto, puesto que ya no sólo se pone en tela de juicio la tantas veces criticada calidad del servicio educacional que puede llegar a entregar, sino que también su propia supervivencia en el concierto nacional de formas de administración de la educación, al percibirse voces altisonantes en este sentido proferidas, entre otras instancias, por la dirigencia mayor del Colegio de Profesores que, encabezada por una directiva de pensamiento más radicalizado que las anteriores, manifiesta sin ambages la necesidad de la desmunicipalización de la educación, como suprema fórmula del mejoramiento educativo que todos pregonan. Posición injusta e ingrata que sin embargo no repara en los cientos de miles de millones de pesos que los municipios han debido aportar al sistema, a lo largo y ancho de Chile, en todo el dilatado tiempo en que han asumido, sin haberla solicitado, la responsabilidad de la administración de la educación pública, tan injustamente vilipendiada en la última década. No se repara tampoco en que el sistema se encuentra bastante desgastado, con casi 30 años de vigencia y en realidad muy pocas variaciones estructurales que no sean el traspaso de más y más responsabilidades hacia las entidades sostenedoras (léase municipalidades), determinadas sin el real y congruente aporte de los recursos frescos necesarios a la asunción de aquellos nuevos desafíos. En este sentido la puesta en práctica de la nueva Ley que incrementa el valor de la unidad de subvención en 15%, y en un porcentaje similar la subvención por ruralidad, a contar de enero del presente año, así como los incentivos para el retiro de personal docente y no docente y para la presentación de proyectos de mejoramiento, medidas estas últimas que están operando desde hace dos años a la fecha, pueden llegar a ser de gran ayuda en la difícil situación financiera que hoy por hoy afrontan los DAEM, cual más cual menos, de todo el país, pero creemos que insuficientes para el estado deficitario que se ha llegado a configurar, y más aún en relación a los grandes logros que todo el mundo quiere se alcancen, los cuales por naturaleza demandan una mayor y mejor inversión; puesto que con lo que el sistema se ha encontrado ha sido con la propia horma de su zapato, la desvirtuación de la piedra angular de su entelequia capitaloide, relacionada con la disponibilidad del número de niños en edad de estudiar, y su vieja y manida fórmula “más alumnos = más subvención .·. mayores ingresos”. Lo que verdaderamente hay es una flagrante disminución del número de niños, materializada en un cambio significativo del comportamiento vegetativo de la población que a la vez se ve enraizada en una marcada disminución de la tasa de natalidad, superior al 2%, de acuerdo a cifras del último Censo. Entonces no son los DAEM los que administran mal los recursos que les entrega el Estado, sino que es éste el que no ha querido asumir que el sistema requiere de una urgente actualización conforme a las situaciones que nos toca vivir en el día a día a aquellos que estoicamente afrontamos la realidad tal cual, en el aula y en la oficina administrativa, haciendo prodigios para posibilitar un servicio educacional acorde con la modernidad de los procesos y de la vida. Y aún así, por increíble que parezca, no han sido precisamente los sostenedores municipales los protagonistas de los escándalos nacionales relacionados con los cobros indebidos de subvenciones denunciados por la prensa en los últimos días. Por el contrario, han sido algunos sostenedores del ámbito privado que, obnubilados por la posibilidad cierta de la ganancia fácil, han llegado a caer incluso en ilícitos. De allí que se vea con muy buenos ojos la entrada en vigencia de la modificación legal que permite acceder a mayores ingresos por subvención, pero a cambio del cumplimiento de mayores estándares de mejoramiento educativo, como lo son las normas relacionadas con la subvención escolar preferencial, que a lo mejor no es tan diferenciada como lo hubiésemos querido los sostenedores municipales, en el sentido de que deseábamos llegase a ser una subvención privativa para la esfera municipal, pero que sin embargo permite, sin distingo ni odiosidades, y en el marco de la igualdad de oportunidades, bandera de lucha del modelo económico, la lucha limpia por el acrecentamiento de los ingresos y la aspiración sana a la legítima ganancia. De la misma manera la nueva Ley de Educación General, en discusión en el Parlamento, que introducirá importantes reformas a la LOCE, entre otras, la de terminar con los sostenedurías radicadas en personas naturales, al exigir para ello solamente la calidad de personas jurídicas, y sin afán de lucro; significará un gran salto en este sentido. Mención especial requieren aquellas modificaciones, como la del artículo 72 del Estatuto Docente, que disminuye en grado ínfimo, pero muy estratégico, la mala entendida estabilidad laboral docente, y otra que introduce, entre los requisitos de demostración de logros para la impetración de mayor subvención, la obligatoriedad de los docentes en torno a presentar a lo menos una planificación anual de su gestión pedagógica. Medidas que apuntan a lo que siempre se ha pedido para el sistema municipal, a saber, su igualación con el particular subvencionado el cual evidencia para todo orden de cosas mayores márgenes de libertad, ya que no resulta congruente con el ideal de un sistema basado en la capitalización, en el emprendimiento y en la libre empresa, un estado de cosas rayano en la falta de libertad para desenvolverse y para actuar, como acontece con los sistemas de administración municipal, que de suyo son dominados por regímenes laborales estatutarios y se encuentran atiborrados de burocracia inmisericorde e inconducente, saturados con controles hasta por las más simples de las operaciones; situaciones todas que más que facilitar el progreso, lo entraban y lo entorpecen en forma asaz determinante. Y son más las reformas que tienen que venir, entre otras, que el Estado colabore más decisivamente con la mantención del costo de un Estatuto Docente cuyo cumplimiento conlleva el compromiso de más del tercio del presupuesto anual de cualquier DAEM, algo a lo cual no están necesariamente sujetos los sostenedores del sector particular subvencionado. Veremos en la práctica cómo desenlaza la aplicación de estas modificaciones legales, y si, como está ya crónicamente institucionalizado en nuestro país, no se busca en la práctica cotidiana los contra mecanismos destinados a desvirtuarlas. La supervivencia del sistema municipal de la administración de la educación depende tanto de ello, y como el mismo constituye un sistema fiscal descentralizado, está implícita en dicha suerte la educación de los miembros más jóvenes de aquellos sectores sociales más vulnerables y deprivados de nuestra nación, los cuales han constituido siempre y por excelencia sus alumnos, sin necesidad de normas de subvención preferencial ni nada que se le parezca.