jurista para consigo mismo, para con sus colegas y para

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Deberes éticos del jurista para
--
consigo mismo, para con sus colegas y para con sus clientes /]u.an
Rev. AEU., vol 85, N° 1-6, p. 11-20 (ene./juri. 1999)
Pedro Zeballos.
1. Deberes éticos del jurista
consigo mismo, para con sus colegas y para con sus clientes (*)
para
por el Dr. Juan Pedro Zeballos
Yo diría
1)
3or
en
primer lugar que es fácil,
relativamente, examinar la respon
lo menos
—
sabilidad legal de quienes
•ídicas
ejercen profesiones ju-
Abogados, Escribanos, Jueces
—
—
,
tra
bando el sistema que encuadra esa responsabiidad en el Derecho Positivo. Hablar de los de
beres
y de la
jurídicos,
conexa
responsabilidad
:ivil, o penal o administrativa, inherente a esas
Drofesiones, es tarea que más o menos bien
—
—
Duede realizarse sobre bases concretas, que
as normas
Pero
en
legales
que
son
regulan aquel ejercicio.
cambio, analizar los deberes morales del
urista, supone
compromiso muy particular,
3or la
propia imprecisión del tema y por el peli
gro cierto, de que quien lo expone aparezca ante
os
demás,
con
un
aire
petulante de predicador.
Los que dictamos
:ultad,
tenemos
un
"luestros alumnos
íso nos
permite
ñon docente
—
cursos
prácticos
en
la Fa-
contacto más directo
con
que en los cursos teóricos; y
realidad es nuestra obliga-
en
indicar
'ormas de la conducta
intas situaciones que la vida promueve, ciertos
encarar el
ejercicio de la profesión, que
nodos de
de ninguna norma legal
responsabilidad civil o penal del
iscribano, del Abogado o del Juez, pueden, sin
;mbargo, constituir graves transgresiones éticas.
10
importan violación
r no
suponen
'ero esta tarea que
ianza
práctica;
:omo uno
lace
de
es
sus
se
consustancia
más, que
se
la
con
incluye
ense-
en
ella
aspectos fundamentales,
sumamente difícil cuando
se
intenta
supuesto, no se trata de elaborar un cate
decálogo moral para uso de juristas.
Tampoco, naturalmente, de dar recetas o fórmu
las prácticas, para resolver problemas que, en
cismo
o un
definitiva, tienen su normal situación y ubica
ción, en el fuero interno del Escribano o Aboga
do. A mi
el
de estas
exposicio
quienes
van a ejercer
profesiones jurídicas (porque en
principio estas clases se programaron para alum
nos de la Facultad), mostrar
que existe una zona
de problemas, vinculados con el ejercicio profe
no
sional, que tienen relación
precisamente
juicio,
nes, radica
en
propósito
la necesidad de mostrar a
—
con
la ciencia y la técnica del Derecho
algo
mucho más
importante,
sino
—
con
tan
importante
la concepción
menudo olvidado, que es
que cada jurista debe tener sobre la función del
Derecho en la vida social o
podría decirlo en
como a
en
qué medida, ciertas
profesional, ciertos mé:odos de interpretación de la ley, ciertos concep
os sobre el modo de
aplicar el Derecho a las dis—
Por
—
—
sobre el concepto que el jurista
debe tener, de que el Derecho no es fin en sí mis
mo, sino medio o instrumento para alcanzar en
otros términos
la vida
—
social, soluciones de justicia
o, por lo
a
paz. Es de esa zona de problemas
veces nebulosa
trasciende
la
técnica
la
que
y
ciencia, de donde derivan ciertos deberes éticos,
menos, de
—
—
que por
quedar librados generalmente a la con
especialmente del jurista pro
ciencia del jurista,
fesional,
mo,
son
difíciles de definir y, por
difíciles de
eso
mis
cumplir.
2) Comencemos, pues, por situar, con la ma
precisión posible, el contenido de nuestro
yor
tema:
se
Puesto que es menester examinar
cons-
en
el plano
ruir, para exponerlo en una breve clase, algo que
ético la actividad del jurista, deben establecerse
[uiera ser como el compendio de las normas éti;as
que obligan al jurista consigo mismo, y en
elación con sus clientes y sus colegas de profeión, tal como lo exige el tema indicado para
lesarroUar hoy aquí.
ciertos lindes para esa actividad. Pienso que, por
la finalidad de este ciclo y porque la Facultad,
■■)
ste
Publicado
en
trabajo integró
como
"Deontología
ráctica Forense y Derecho Notarial.
del
Jurista", dictado
de la enseñanza
superior, encara
profesional e investiga
ción, se habla de jurista dando al vocablo
Revista El Derecho del Centro de Estudiantes de
el cursillo
órgano
el doble fin de docencia
su
más
Notariado, N° 86, noviembre de 1960, p. 148 a 163, Mdeo.
la Facultad de Derecho, organizado
por las Cátedras de
en
T. 85
REVISTA DE LA A.E.U.-
12
amplia acepción. Por consiguiente debería com
prender, primero, la conducta del jurista como
investigador o científico del Derecho, vale decir,
ese
tipo de jurista que muchos quisieran ser,
porque tienen todas las aptitudes para ello, pero
que, en países como los nuestros, reclamados por
otras urgencias prácticas, no
pueden o solo pue
den serlo
a
medias.
diseñar el esquema ético que
dad de estos últimos.
Cuando Vaz Ferreira
3)
sito del
curso
(1-6),
envuelve la activi
(1) explica el propó
luego reunió
de conferencias que
libro Moral para intelectuales, expresa que,
en su
profesión
especial carác
dice ; pri
ter; lo que ocurre por dos razones
mero, porque en esas profesiones surgen, natu
ralmente, problemas propios; y, segundo, por
que el crecimiento de la inteligencia, complica
para
quienes
han de dedicarse
intelectual, la moral
toma
a una
muy
—
Me parece inútil decir que esta observación
vale para tantos ilustres profesores, que ha teni
do y tiene la Facultad, que mucho han aportado
a la ciencia
jurídica; y que más habrían aportado
si los
requerimientos
de la actividad
práctica
hubiese limitado su esfuerzo investigador. Pero,
en
segundo lugar, está el jurista práctico, profe
sional del
Derecho, "el sabedor de Derecho"
no
Unos y otros
cial, pero
cos
que
no son
esa
cumplen
una
alta función
los mismos los
función les
problemas
extraordinariamente todo lo
so
éti
—
moral; no solo crea
problemas, sino que complica sobrema
nera la solución de los
vulgares.
nuevos
Cabe entonces
se
gún decían las viejas leyes hispanas, que se dedi
ca a
aplicar su conocimiento jurídico al ejercicio
de una profesión o de una funcióri pública; vale
decir que aplica el Derecho a las exigencias y si
tuaciones siempre cambiantes de la vida.
1999
preguntar, ¿cuáles
problemas que plantea
siones jurídicas?
el
ejercicio
son esos
de las
profe
a
Se trata de indicar
quienes pronto van a
emprender el ejercicio de tales profesiones que
hay un cúmulo de obligaciones morales, que
—
—
muy frecuentemente entre nosotros, y en gene
ral en todos los países con poca tradición profe
sional, no tienen otra sanción que la de la propia
plantea.
conciencia.
No
ristas
es
sobre la actividad de los
científicos, que debe
recaer
primeros, ju
La finalidad de este breve
esta conversa
curso
sobre Deon
ción, aunque bien se sabe que ciertos deberes
éticos que dominan la actividad del jurista puro
tienen que proyectarse necesariamente sobre la
ha sido, seguramente,
tología Profesional,
crear o fomentar el sentimiento moral, porque
difícilmente se crea, sino ha
a mi
éste
conducta del jurista
cer ver con
práctico, o sea del que ejer
profesiones jurídicas. El científico del De
recho, o sea el jurista que encuadra su actividad
en el límite de la
investigación, tiene los mismos
deberes éticos que se imponen a cualquier otro
investigador en el campo científico; deberes que
pueden expresarse con muy pocas palabras: pro
ce
las
bidad, desinterés, tolerancia, humildad; y, por
supuesto, por tratarse de un objeto tan particu
lar como el Derecho, dado que su destinatario
es la
persona humana, conciencia cabal sobre la
dignidad del hombre y concepto definido sobre
las
de la
Pero
exigencias
justicia.
precisa
repito, sobre esa clase de juristas que co
rresponde hablar en la clase de hoy. Si bien es
obvio que aquellas virtudes,
propias del autén
tico jurista, tienen su reflejo en el
conjunto de
deberes específicos del jurista profesional: Ma
gistrado, Abogado o Escribano; y contribuyen a
no es
no
juicio
—
—
claridad, una zona de problemas, en
siempre se perciben las cosas nítidamen
aquí una vez más repito a Vaz Ferrei
difi
ra. Agrega el maestro: "Cuando se habla de
que
no
te. Y
—
—
cultades morales
dos
den
o
de deberes difíciles,
significar
se
requiere un
mún o simplemente,
deber
se
pue
ese
que para cumplir
sentimiento moral poco co
cosas: o
dificultad moral
significa,
falta de fuerza para cumplir ese deber, sino
dificultad para verlo, para comprenderlo, para
establecerlo claramente" (2). Y es esto —a mi
juicio lo que ocurre, cuando se trata de los de
beres éticos del jurista.
no
—
mente,
(1)
YAZ
FEREIEIRA,
C: Moral para intelectuales. Ed. de la
(2)
VAZ
FERREIRA,
C;
Op. cit., pág.
20
4)
Para hablar
con
precisión
de los deberes
éticos del jurista, para consigo mismo, para con
sus clientes y frente a sus
colegas, y no pecar
por exceso de Vaguedad y abstracción, sería in
dispensable, además, abundar en ejemplos, ilus-
de
Representantes, 1957, pág.
19.
13
DEONTOLOGÍA
trar la
exposición
con
el recuerdo de
ralmente extraídos de los
de
prudencia,
juris
comprender qué proble
mas
en
para ver y
enfrenta el jurista
repertorios
lo
En
casos con
cretos. Ustedes lo saben: si para enseñar el De
recho, es menester servirse de ejemplos, gene
moral, sería desea
ble también, ayudarse con ejemplos extraídos de
la vida real. Pero al ejemplificar, se corre el ries
go de ir más lejos, en la alusión, del límite que
impone la discreción y el respeto, aun frente a
ese
terreno común trataré de mantener
sin detener casi la atención
me
tiempo
específicos
—
en
la órbita
de cada
particular
una
de estas
Comienzo haciendo estas
Se afirma
jus naturalismo
sobre todo
—
por razones de
de los deberes
—
profesiones.
precisiones:
en
sector del
algún
que el Derecho Positivo no debe
bles. Y así, por fuerza de las cosas, este tipo de
tarea, choca siempre con una inevitable limita
prescripto por la ley moral, ni
mandar todas las virtudes, ni prohibir todos los
vicios; porque el Derecho Positivo no se propo
ne el fin de honestidad, sino solo lo que sea ne
ción.
cesario, directa e inmediatamente, al bien comtin
episodios,
a
que
veces, nada tienen de
respeta
contener todo lo
leyes positivas deben respetar el
principio según el cual debe haber una esfera
y porque las
5) Tengo
además el deber de decirles
tulo informativo
que entre nosotros,
—
se
—
a
han
tí
es
de libertad
individual, sin la cual al hombre le
sería
imposible
Vaz Ferreira y a esa perdura
ble obra suya que es Moral para intelectuales; no
puedo olvidar a Baethgen (3), a quien a justo tí
Será
o no
tulo la Facultad, ha indicado para clausurar este
mismo Ciclo, ni a Couture, cuyos Mandamientos
sistemas
crito
páginas magníficas sobre ética profesional;
recién
me
referí
del abogado
a
(4) constituyen
una
de las
su
compatible
vida moral.
este
concepto
sobre el Derecho Positivo; pero la verdad es que
aun
en él se revela lo que es
pensando en los
—
legales muy evolucionados una de
las características más visibles de ese Derecho.
—
expresio
más puras, y más bellamente formuladas,
sobre las obligaciones del abogado, con concep
nes
tos que trascienden a las demás profesiones
rídicas. Pero debo decir también
y esto es
—
ju
no
importante que hay quienes han deja
do la enseñanza viva de su actuación en el foro
menos
la realización de
totalmente
—
el notariado. Me bastan dos ejemplos
en
tre muchos
si evoco la figura de don Pablo de
o en
Esa condición del Derecho
Positivo,
se
refle
ja directamente en la ética de las profesiones ju
rídicas; y por añadidura, tiene mucho que ver,
con esa
opinión dual, antagónica, que ha existi
do y existe, desgraciadamente, sobre quienes
ejercemos
estas
profesiones.
—
—
María y don Solano Riestra, paradigma de cien
cia y de conciencia en el ejercicio de sus respec
tivas
profesiones.
.
marlo;
"Don Pablo
—
como
decía el
habría que lla
el hombre más bueno que he conocido"
Prof Irureta
—
,
San
Pablo,
como
agregaba "y sin duda alguna, el más sabio
de los juristas nacionales; santo y sabio, ambas
cosas sin
parecerlo, y sin que le pareciesen a él,
pero pareciéndole a todo el mimdo". Y don So
—
—
lano Riestra, modelo de Escribano y hombre de
bien, bajo cuya inspiración y ejemplo, coloca su
tradición de
riado del
No
prestigio
país.
quiero
derar el tema
rídicas y no,
más que
esa zona.
—
técnico y moral el Nota
olvidar además, que debo consi
relación con las profesiones ju
en
en
particular,
con
instintivamente
—
la Abogacía, por
me desvíe hacia
Desde Ulpiano, y no teman que me remonte
al Derecho Romano, para quien la sapiencia ju
rídica es cosa muy santa, "arte nobilísimo de lo
bueno y lo justo", hasta Osorio y Gallardo, se
gún el cual, "hacer justicia y pedirla, constituye
la obra más
íntima, espiritual y más inefable del
través de los
hombre",
corre,
rriente de
respeto y consideración hacia los que
a
siglos,
una co
profesan el Derecho.
Pero
miento
paralelamente, se mantiene un senti
popular muy arraigado, que accede a la
literatura, al teatro, al refranero, un sentimiento
escéptico y adverso, con respecto a Abogados,
Escribanos y Jueces; un sentimiento de descrei
miento y desconfianza, frente a la ley y frente a
quienes en un plano u otro
Hay infinidad de páginas
debemos
aplicarla.
inge
niosas
con alusiones, a veces
justificadas, so
bre la conducta y la fama de los profesionales
—
—
(3)
BAETHGEN, Raúl E.: Etica para profesionales. Montevideo, 1930.
(4)
COUTURE, E. J.: Los mandamientos del abogado. Buenos Aires, Ed. De Palma, 1951.
más
o menos
14
REVISTA DE LA A.E.U.- T. 85
del Derecho.
Digo que
al fin y al
justificación;
a veces eso
tiene cierta
cabo, los juristas
somos
hombres y si
el santo
según San Agustín
peca varias veces al día, no es cosa extraordina
—
—
ria que los
juristas, que no
santos, tengamos también
forzosamente
somos
errores
flaquezas.
y
(5)
en un
—
espléndido trabajo
antinomias de las profesiones jurídicas
el fondo, todas estas críticas,
contra las
casmos
sobre las
—
que
en
expresiones y sar
profesiones jurídicas, no tie
especial significación, rü mayor importan
cia, porque en tales profesiones
al igual que
las demás
no
la
siempre prevalece plena vir
tud ni la perfecta honestidad. Lo
que tiene sin
gular gravedad, es otra cosa; las sátiras contra
las corruptelas y abusos de nuestras
profesio
nes, refluyen contra las notas propias y caracte
nen
—
—
rísticas del Derecho;
se
vuelcan contra ciertos
ca
racteres normales del Derecho Positivo. Vienen
a la mente, las
amargas palabras que
Goethe pone en boca de Mefistófeles: "Ley y
Derecho se heredan sucesivamente, como una
entonces
eterna
en
de
enfermedad;
se
arrastran de
generación
generación y van extendiéndose lentamente,
uno a otro
lugar. La razón se convierte en
absurdo, la buena obra
en
1999
existe desde que ciertos deberes éticos del juris
ta, fluyen de esas íntimas limitaciones del Dere
Positivo; y naturalmente, de las correlativas
limitaciones prácticas que encuentra el profesio
de ese Dere
nal, a quien incumbe la
cho
aplicación
imperfección.
cho, siempre afectado de
Observa, además, sobre todo esto, Recasens
Siches
(1-6),
infortunio". Palabras
que contienen uno de los reproches que, con más
insistencia, se ha dirigido contra las profesiones
jurídicas. El reproche de que Jueces, Escribanos
y Abogados, están prisioneros en las mallas de
la legislación positiva; bloqueados por sus tex
tos, por las costumbres y los precedentes; de
modo que todo ese mundo de Códigos, de Re
glamentos y de usos, los aleja de las palpitacio
nes reales de la vida y de las exigencias puras
de la justicia.
Porque además si bien se advierte las crí
ticas y los sarcasmos contra los juristas, la tradi
cional desconfianza frente a las profesiones
—
—
rídicas
no son
solo
ju
provocadas por el fraude o la
corrupción; lo que se ataca o se desconfía es la
profesión en sí misma; vale decir, lo que se pone
en tela de
juicio es la esencia misma de nuestras
profesiones, aim en los modos normales y co
rrectos de su ejercicio (6).
El
propio Vaz Ferreira, aludiendo a la profe
sión de
dice: "Sería interesante discu
abogado
tir, si existen profesiones que encierran una es
pecie de inmoralidad intrínseca; quiero decir,
profesiones
mente y
no
zan,
arreglo
—
aim
pueden,
a una
—
agrega
gado
se
tales que siendo necesario socialmoralmente que algimos las ejer
sin
embargo,
ser
ejercidas con
moralidad absoluta. No discutiré
si teóricamente, la profesión de abo
encuentra
en esas
condiciones. No sé si
la sociedad podrá
organizarse de tal manera, que
la profesión de abogado fuera, en todos los ca
sos
prácticos, compatible con la moralidad ab
en el es
de hecho
es
que
en el ejercicio de
tado actual de las cosas, hay
esa
profesión dificultades morales, sumamen
soluta. La verdad
—
—
—
—
serias, algimas de solución muy difícil, y con
respecto a las cuales, conviene, por eso mismo,
te
estar
prevenido" (7).
puede extenderse, en mayor
grado, a todas las demás profesio
nes jurídicas. Y muestra que lo que provoca el
recelo en el concepto general y aun en las zonas
más cultas, es la profesión en sí, correctamente
concebida y correctamente ejercida. Y ahí radi
ca, precisamente, la dificultad para dar solución,
La observación
o en menor
6)
es
En este
punto ustedes
este el tema
a
se
preguntarán,
si
que debe ceñirse mi clase. En
pueden preguntarse qué tienen
imperfección del
que
Derecho Positivo o la opinión popular sobre las
corruptelas de nuestras profesiones, con los de
otros términos:
ver
las críticas sobre la
beres morales del jurista, que es precisamente el
tema que debemos abordar. A mi juicio, existe
una íntima relación. Y
entre esos
argumentos,
por medio de criterios generales, a los proble
éticos, que la vida promueve al jurista.
mas
No dudo sobre la
RECASENS SICHES. L.i "Las antinomias de la profesión jurídica".
(5)
V, Nos. 17-18, pág. 59, 1955.
(6)
RECASENS SICHES, L.:
(7)
VAZ FERREIRA, C:
Op. cit., pág.
Op. cit., pág.
52.
64.
posibilidad
de establecer
En: Revista de la Facultad de Derecho de
México, Tomo
DEONTOLOGÍA
15
ciertos deberes
entre los
ta
hombres. Lo cierto, sin embargo, es que no siem
pre se cumple ese ideal; el.Derecho es obra hu
generales, aplicables a la conduc
profesional del Abogado, Escribano y aun del
Juez; lo que no es tarea fácil
se
examinan y
damentales
se
—
si
previamente no
esclarecen ciertas premisas fun
aplicar ajusfar
genéricas a la conducta concreta que debe asu
mir el profesional en las situaciones reales, siem
pre más complejas que lo que es dable imaginar,
cuando los problemas éticos se contemplan en
amplia perspectiva.
—
es
o
esas normas
y, por consiguiente, afectado por todas las
imperfecciones humanas; pero la pequeña injus
mana
puede dar lugar la imper
ley, representa un mal menor,
comparado con el estrago general que produci
ría el quebranto de la legalidad.
ticia
singular
fección de
a
que
una
También existe
Por eso, antes de extraer mis conclusiones, o
algunas conclusiones, sobre el tema a mi cargo,
tre la
será
xibilidad que
indispensable
mitaciones del
mostrar
algunas
Derecho, que
crean,
de
esas
li
vez, li
a su
entre los
hombres; de justicia integral
una
profunda
antinomia
en
generalidad de la norma jurídica y las exi
gencias del caso concreto singular; por más fle
tará
tenga la ley positiva, siempre es
desequilibrio frente a las situaciones,
en
mitaciones y, por consiguiente, problemas de
conciencia y de conducta a los profesionales que
matices y mutaciones de la vida real. Siempre
existirá conflicto, entre la concreción de la vida,
lo
de un lado, y la generalidad formalista del De
recho, por otro.
aplican.
7)
"Cuando
se
penetra
en
el mundo de
esos
comentarios amargos, sobre el Derecho y los
profesionales, surge la convicción de que se ins
No
obstante,
generalidad,
esquematismo,
en ese
en esa
frialdad,
en esa
funda la gran
se
piran en el sentimiento doloroso que produce el
contraste entre la justicia limitada y relativa del
Derecho Positivo, y el afán de una justicia per
deza y función del Derecho.
fecta. Se tiene la
nir y comprender, los principios fundamentales
de ética que corresponden a nuestras distintas
Positivo, no
impresión, de que el Derecho
transcribe la plenitud del ideal que
8)
Es
imposible
—
a
mi
juicio
—
querer defi
anida en los corazones y que la mente vislum
bra. Lo que ocurre es que, en el fondo de lo jurí
dico, laten oposiciones que explican tales limi
profesiones jurídicas,
ley positiva y muchas de las du
das morales que asaltan al jurista" (8). Así, por
ejemplo, el conflicto entre legalidad y justicia; la
que el ejercicio profesional promueve al Aboga
do, al Escribano o al Juez, hunden sus raíces
taciones de la
antítesis entre la abstractez y generalidad de la
norma
jurídica y las exigencias singulares del
caso
car;
concreto, al que la
norma se
asimismo, la antítesis
tiene que
apli
entre el interés moral
y económico que envuelve todas las acciones
humanas y el razonamiento lógico o las opera
ciones
lógicas, que la aplicación del Derecho re
no se
tienen
veces sin
en alque lo vislumbremos
gxma de esas profundas antinomias, que están
en la esencia de lo
jurídico. Cuántas y cuántas
—tantas
—
el jurista práctico se ha visto en el dilema
optar entre las conclusiones de su razona
veces
de
miento
lógico y su
cuántas
veces
sano
sentimiento de
ha debido decir
solución que usted propone
el
Sin duda, la más grave de
el conflicto
entre
esas
legalidad
antítesis
se
da
es
a su
curso
ciones
de
un
justicia;
cliente: "la
legalmente posi
veces en
juicio hemos visto utilizar excep
o recursos
—
formalmente lícitos
obtener, por cansancio extorsivo,
y justicia.
la vista
a
ble, pero moralmente inicua"; cuántas
quiere.
en
si
y otras características afines del Derecho Po
sitivo. Los más arduos problemas de conciencia
esas
una
—
para
transacción
indebida; y cuántas veces se han encubierto bajo
"Ten fe
en
el Derecho
—
decía Couture
en sus
el mejor instrumento para
la convivencia humana, y en la justicia como
Mandamientos
—
como
destino normal del Derecho".
la forma del contrato
curos
Y eso
sus
El Derecho Positivo
fectamente bien
sito de
(8)
crear un
—
ustedes lo saben per
—
tiene efectivamente el
propó
orden cierto y seguro de justicia
RECASENS SICHES, L.:
Op. cit., pág.
65.
o
del proceso los más
os
negocios.
es así,
con
porque el Derecho Positivo
insalvables limitaciones, con su ineludible
—
imperfección deja un amplio margen librado a
la conciencia del Abogado o Escribano. Es dentro
de ese margen donde tiene que actuar el sentido
—
16
REVISTA DE LA A.E.U.- T. 85 (1-6), 1999
moral del jurista y donde tienen cabida aquellos
deberes que se imponen a su conducta profesio
que
nal.
principios
10) ¿Cuáles son esas normas? Comprenderán
no
trato de elaborar
aquí
un
relatorio de
y reglas relativas a la actividad pro
fesional en lo jurídico; ni menos formular una
9)
La definición de estos deberes
do enunciados
—
a menu
forma de
prohibiciones
profesio
nal (es el caso sobre todo, y muy especialmente,
de Francia, en lo que respecta a la Abogacía), con
tenida en ordenanzas y reglamentos de las dis
tintas asociaciones o corporaciones profesionales.
Esas reglas de conducta, contenidas en ordenan
zas
generalmen
y reglamentos, tienen también
te
correlativa sanción; y son los Consejos o Di
en
—
se
encuentra, en países de larga tradición
—
casuística, que indique las soluciones moralmen
te deseables, para los infinitos problemas
que
afrontan Escribanos y
materia de
un curso
Abogados;
y
no
de
una
puede ser
eso
breve exposi
parte, aspectos éticos particulares
deontología, relacionados con la defensa pe
nal, con la solidaridad gremial, etc., han sido o
serán desarrollados por otros profesores en este
ción. Por otra
de
mismo ciclo.
—
rectorios de los Ordenes
gados
de
aplicarlas
Solo
Profesionales, los encar
en caso
de
es
transgresión.
tratar
posible
dísimo esquema
—
en
en
esquema
rapi
el cuadro de algunos debe
—
éticos fundamentales, no principios de mo
general, que, por supuesto, también presiden
la actividad profesional, sino los deberes más o
menos
específicos de nuestras profesiones; aque
res
Pero
el
nuestro
caso
definidas,
o
artículo de
nal;
a
también que
ocurre
—
esas
normas,
apenas apuntan
un
otros
en
Reglamento
o
países
o no
es
—
están bien
algún perdido
Estatuto profesio
en
veces, muy tímidamente trascienden
al
campo del Derecho Positivo (por ejemplo, cier
tas disposiciones del Código de Organización de
Tribunales, que sancionan incorrecciones del
los
Abogado, del Procurador, pero acaecidas duran
te el curso del juicio); todo ello, sin otra sanción
para el violador que no sea la muy relativa que
provenga del juicio moral de sus propios cole
gas, o de tribunales de honor, o de una opinión
pública, no siempre muy atenta y ni muy capa
citada para juzgar sobre este género de desvia
ral
llos que sirven de soporte, a nuestra conducta
profesional, cuando circunstancias particulares
hacen incierto
o
inseguro el
camino
a
seguir
deberes comunes a todas las profe
jurídicas; reglas que siempre y en todo
caso es
posible aplicar, para una solución de las
cuestiones ético-jurídicas, en los conflictos entre
deber moral y actividad profesional, entre De
recho y moral, entre equidad y justicia. Tres pa
labras quizás, las resumen: ciencia, diligencia e
integridad.
11) Hay
siones
ciones.
Ciencia. El Derecho
En esta situación estamos,
en
realidad,
en
país. Nuestros Colegios y Asociaciones
profesionales tienen muy pocas posibilidades
prácticas para velar eficazmente por mantener
el nivel ético de la profesión; o solo tienen posi
bilidades limitadas ante quienes voltmtariamente son sus afiliados. Es obvio que un
régimen de
colegiación profesional obligatoria, es el que
permite un tipo muy especial y adecuado de
nuestro
sanciones; y
no
exagero al decir que,
en
cuanto
respecta a los deberes éticos fundamentales, ape
nas
si el
uso
conducta,
o
generalizado
de ciertas formas de
de ciertos modos de actuar
—
que
tienen más que ver con la cortesía
y la conside
ración personal, que con la ética en sentido es
tricto
y por sobre todo, digámoslo también,
—
general honestidad (que las todavía escasas
excepciones contribuyen a resaltar) han suplido
tma
en
los hechos, la ausencia de
definida de
una
noción bien
imperativos morales que, en
medios más evolucionados,
repito, y a través de
una secular tradición,
constituyen normas regu
ladoras de la conducta profesional.
esos
mente, y vuelvo
se
transforma constante
un mandamiento de
repetir
Couture, "si no sigues sus
a
pasos, serás cada día
poco menos abogado". El jurista profesional
debe vivir en continuo aprendizaje. La Univer
un
sidad
nos
da
un método
y una disciplina; pero
ética esencial nos obliga a completar
una norma
y mantener al día nuestros conocimientos;
aventurar
o
a no
tomar
improvisar
opinión;
aconsejar nimca una solución si no ha sido pre
o
a no
una
viamente madurada al amparo de
ber jurídico. El
falta de
profesional que
examen o
entender
de
un
firme
cae en error
meditación, incurre
—
sa
por
a
mi
triple traición: se traiciona a
sí mismo; traiciona a sus colegas por el daño que
infiere al prestigio de su profesión; y traiciona al
—
en una
cliente que un día puso el asunto en sus manos
confiado en el título que expidió la Universidad.
Diligencia. Diligencia frente a todos los asun
que el profesional asume la respon
sabilidad de rm asunto, no hay asunto grande o
o
pequeño, lucrativo gratuito, que sirva para
tos. Desde
excusar su
negligenciaj^ dgspreocupación
Tra-
DEONTOLOGÍA
tándose
17
particular del Abogado, la diligen
importante como la ciencia o
el documento notarial establece. De ahí que este
deber ético de la verdad alcance, quizá, su máxi
aptitud técnica; porque si ésta en ocasiones pue
de ser suplida por el Juez, aquélla, solo el Abo
gado puede proporcionarla; sobre todo dentro
de un sistema procesal como el nuestro, domi
nado por el principio del impulso de parte. La
abogacía se ha dicho es una larga fatiga,
puesta al servicio de la justicia. Se puede ser más
o menos
inteligente, intuitivo o vivaz, porque
tales calidades no dependen de nuestra volun
tad; pero no se puede no ser diligente. La dili
gencia puede suplir la inteligencia, nunca ésta
en cambio
debe suplir a aquélla (9).
energía, frente al ejercicio de la profesión de
Hay situaciones en que un Abogado
particularmente en el orden penal puede, y
aun debe, ocultar la verdad, o
mejor diría
silenciar la verdad. En cambio, quien da fe como
Escribano de un acto determinado, debe reflejar
con fidelidad
fotográfica la realidad. El Notaria
do disfruta de un privilegio excepcional; pero
también apareja una tremenda responsabilidad;
por supuesto, civil, penal o administrativa, pero
esos
aspectos de la responsabilidad del Escriba
no, deben sustentarse en una total responsabili
dad moral (10).
en
cia es, acaso, tan
—
—
—
—
Integridad. Vale decir: cumplimiento del pro
deber profesional, antes de toda otra cosa y
por sobre toda otra cosa. Así explica este deber
en
un
muy pocas palabras
jurista italiano:
"Ni ruegos, ni amenazas, ni dádivas, ni imposi
ciones, ni influencia, ni simpatía, ni sentimiento
de odio o de amor, pueden desviar al jurista de
ma
Escribano.
—
De este fundamental
pio
—
su
—
deber moral. El mundo tiene más necesidad
de hombres
íntegros,
que de hombres doctos".
—
—
—
deriva
al
ser
de
verdad,
si se trata de la abogacía
que
mirado como adversario, sino como
colega,
debe
imperativo
claro deber de lealtad: lealtad frente
un
—
laborador
a
—
través del debate y de la confronta
ción de hechos y opiniones, como colaborador
en la tarea de alcanzar la
justicia; o, si se trata
del notariado, como el compañero que por sen
das convergentes, realiza
en la tarea
jurídica
—
Estas tres cualidades:
ciencia, diligencia
e
una
labor
de
preventiva
—
seguridad
y de paz.
integridad, forman al buen profesional. Bueno
en la acepción más cabal del vocablo, si es
que
la palabra bondad debe significar algo de activo
tos,
y fecundo.
rial, cuando encomienda al Escribano
Lealtad frente al cliente que confía sus secre
sus bienes
y su tranquilidad moral y mate
do el cuidado de
12)
Incidiendo ahora
específico
en
el campo
—
—
—
toriza, los hechos tal
sentidos. Fe
como se
manifiestan
a sus
es, naturalmente, sinó
absoluta; pero es sinónimo de
verdad. Esa fe se apoya en la buena fe colectiva,
pública no
nimo de verdad
o sea en ese
indispensable sentimiento que hace
que los hombres
crean en
sus
o
Aboga
asuntos.
aún más
de las
profesiones jurídicas, diga
mos
que el Derecho y las profesiones que le son
conexas, no puede tener otra base que la ver
dad. Toda la vida del profesional del Derecho,
no
puede ser otra cosa que investigación escru
pulosa de la verdad. Esa verdad es fin o medio,
según de qué profesión se trate. Para el Aboga
do y el Juez, es medio para el fin superior de
obtener y realizar la justicia. Para el Escribano
la verdad es un fin; depositario
en cambio
de fe pública, su primordial deber, es aseverar
la verdad, representar, en el documento que au
—
no
co
la realidad de lo que
"Si la
Abogacía dice Osorio y Gallardo
en la
agilidad mental de hacer ver lo
blanco negro, no habría menester que pudiera
igualarla en vileza; por fortima ocurre todo lo
contrario: la abogacía no se cimienta con la luci
dez del ingenio, sino en la rectitud de la con
—
—
consistiera
ciencia; lo demás,
con ser
carácter secundario y
muy interesante, tiene
adjetivo" (11).
13) Pero el deber de verdad,
¿Siempre y en todo caso
nes.
mos
tiene
excepcio
nos
pregunta
—
—
el
profesional
del Derecho está
ber de afirmar la verdad?
dad, cuando de
su
daño para el cliente?
en
el de
¿Debe revelar esa ver
revelación
puede
derivar
el Escribano negar
se a autorizar un acto
que esconde una verdad
distinta de la aseverada por las partes? En el
pla
no de estas u otras
preguntas semejantes, se si-
(9)
PASQUARIELLO, G.: Principi di etica nelle profesioni juridiche. Roma, 1943, pág.
(10)
COUTURE, E. J.: El concepto defe pública. Montevideo, 1947, pág. 23.
(11)
OSORIO GALLARDO, A.: El alma de la tora. Buenos Aires, 1940,
pág.
23.
11.
¿Debe
18
REVISTA DE LA A.E.U.- T. 85 (1-6), 1999
túan
algunos de los más delicados y sutiles pro
profesional. Por ejemplo, los del
blemas de ética
secreto y la
de
el
esos
simulación; el más escueto examen
arduos problemas excedería, con mucho,
—
—
propósito de esta clase. Limitémonos, pues, a
una
somerísima observación.
La
—
—
14) Principio fundamental, también, en el or
metodológico, comprensivo de todos los
demás también, en orden de
importancia, es el
de la lucha por la
justicia. Este es el fin
primario
y esencial, hacia el cual deben orientar toda
actividad los juristas.
Ya
—
—
te exenciones y mediante
necesaria de la
sanciones; él es rma
confidencia, indispen
profesional,
delicadas
en
situaciones
bra
su
de las
es una
cosas
más altas y
el ejercicio de la profesión; pero hay
textos de
deontología profesional y en parti
cular en relación con la defensa penal
están
llenos de ejemplos; algunos planteamientos so
bre este aspecto ético, pueden también ustedes
—
—
en
entre
Vaz Ferreira
lectuales cuando
se
refiere
en su
a
Moral para inte
la moral del Aboga
do.
En la
aplicación del summunjus y de la dura
¿Cómo habrá de comportarse el jurista, fren
ley injusta, o frente a la pretensión injusta
cliente? Tenéis aquí una constelación de
problemas, que solo caso por caso y aplican
do directrices muy generales
puede el profe
sional resolver. Por ejemplo, no es la misma la
te
a
de
la
su
—
—
Juez, que necesariamente, por de
funcional, debe aplicar el Derecho por más
situación del
ber
que la
injusta
plantea la simulación, cuan
do uno se pregunta si siempre los actos simula
dos constituyen ima violación al deber ético de
decir la verdad. El problema interesa al Aboga
do, porque éste puede ser inspirador y colabo
menos
la inevitable
¡ex, se advierte algo que no deja nunca satisfe
cha, la conciencia del jurista (12).
fesional, libre
No
a
justicia
—
cliente, el deber de afirmar la verdad. Todos los
encontrar
hemos referido antes
su
y legalidad, que existe
fatalmente porque no todas las realizaciones de
Derecho son también realizaciones de la Justicia.
en
muy excepcionales
que reco
imperio, aun frente a la confidencia del
—
nos
antinomia,
sable para el más adecuado patrocinio del clien
te y la más justa tutela de sus derechos. El secre
to
es
del deber
den
primera y quizá más importante ex
cepción al deber señalado, al deber de verdad,
radica en la obligación impuesta por el secreto
profesional. El deber del secreto es también un
deber ético fundamental, amparado
como us
tedes lo saben
por el propio derecho, median
premisa
judicial,
resultado fraudulento en la vía
conducta violatoria normalmente
profesional de afirmar la verdad.
un
dudas
rador del acto simulado; interesa
fundamen
talmente al Escribano
porque puede ser lla
mado a autorizar ese acto.
—
—
ley sea, que la condición del pro
en
principio de aceptar o re
—
—
chazar el asunto que se le ofrece. Pero, además,
en esta lucha
por la justicia, no pueden adoptar
lato
se las mismas soluciones en materia civil
—
sensu
—
que
en
materia
penal; en este último as
pecto, es precisamente, donde ciertos problemas
éticos tienen mayor complejidad. Por ejemplo,
¿puede el Abogado defender cualquier causa?;
¿de qué
medios
puede
el defensor
en
lo
penal
Si se
servirse para defender al imputado?
atiende a la naturaleza especialísima de la de
...
general, las hipótesis que se propone como
ejemplos de licitud de la simulación, son hipó
tesis de laboratorio. No concibo la posibilidad
de simular, con fines lícitos; siempre me ha pa
En
recido que hablar de simulaciones lícitas, es in
currir en contradicción en los términos. Lo que
enseña la vida
es
mulado oculta
un
que, por lo
propósito
general,
innoble
el acto si
o
inmoral.
La simulación es, en sí, una mentira, y no creo
que en la conducta profesional
^por más que
—
en
la vida pueda mentirse
fines muy puros
transgresión ética. Simular un
con
penal, viene de inmediato a la mente, la
no
definición de Manzini: "El defensor
dice
es un defensor del delito, sino del derecho
y la
fensa
—
en cuanto
puedan ser lesionados en la
persona del imputado. Delante de la justicia pu
nitiva
aun el
agrega
patrocinio de una mala
causa, es legítimo y obligatorio; porque la hu
manidad lo ordena, la piedad lo
exige y la ley lo
justicia
—
—
impone" (13).
—
deje
de
acto
jurídico;
(12)
RECASENS
(13)
MANZINI, G.: Istituzioni di diritto processuate pénale, 5' ed. Cedam, Padova, 1946,
pág_126.
ser una
simular
SICHES,
un
L.:
proceso para obtener
Op. cit., pág.
—
Pero sobre este mismo
dad
aspecto de la activi
profesional, habló ya en este Curso, con bri-
69.
DEONTOLOGÍA
lio y
19
experiencia,
el Dr. Carlos Martínez More
mente
en
luciones
se
cambio, que
orientan
o
en
materia
civil, las
deben orientarse
sentido. No
en
so
otro
puede el Abogado para el Escri
bano el problema no se plantea generalmente en
iguales términos aceptar asuntos que recono
ce como
injustos; injustos no solo conforme a la
ley, la jurisprudencia, las opiniones jurídicas más
uniformes, sino injusto también según lo que le
—
—
,
indica
su
sentimiento moral. En el conflicto de
intereses, que
el sustractum del
ejercicio pro
fesional, siempre la idea de justicia la que debe
guiar la conducta al promover un asunto, al di
rimirlo o al transarlo.
es
es
en ese
dar, que fuera de
Algunos
se
En el
su
choque
entre el interés del cliente y el
adversario, ningún medio
sea
te
—
na
educación; aunque
cuando
es
a
adversario, restablecer el
usando los mismos medios desleales.
profesional
con
el
qué punto los usos pro
fesionales, imponen en ciertos países, una ética
en este
muy severa
aspecto a los abogados.
—
—
En esta misma Facultad,
en
esta misma
aula, hace
ya doce años, el Presidente de la orden de los
Abogados de París expuso las severísimas reglas
rigen la conducta de los Abogados en Fran
(14) en el de
cia. En la Revista de la Facultad
ción.
el
fondo, estas últimas
profesio
adquieren el rango de obligaciones mo
rales.
deberes del
el de sentir que
—
—
cliente,
po, para mostrar hasta
—
redonda que se hizo sobre este
pueden ustedes encontrar esa exposi
en mesa
—
en
trata de relaciones entre
profesional frente a sus colegas, es
se
coadyuva en rm menester co
la reali
mún; asegurar en uno u otro plano
zación del Derecho y la Justicia, en su acepción
más integral.
En la relación del
tema
—
se
cuan
también es la idea de justicia que debe guiar todo
conflicto de intereses. Quisiera disponer de tiem
bate
o
Quizá, el primero y más fundamental de los
equilibrio,
que
implícitos
expensas del daño
del adversario; y ni siquiera es lícito, fren
la deslealtad del
a
lícito,
deberes están
admisible
intrínsecamente malo. No
tutelar el interés del cliente
injusto
es
esos
—
es
—
de
derivan de los que ya se han esbozado. Otros,
entremezclan y se confunden
y su deslinde
difícil
con
reglas de mera cortesía y de bue
se
nales
do
comprender su enorme compleji
para
plano de generalidad, restaría recor
ese sector
que integran debe
a su cliente,
res del
frente
a sí
hay otro
jurista,
y
también cargado de problemas de perplejidades
y, en lo deontológico, no menos importante. Me
refiero a los deberes del profesional frente a sus
colegas.
talle
Creo
de
—
dad, y sin el propósito de dar soluciones de de
no.
Hay también aquí, en este punto, un mun
De
ese
sentimiento
debe traducirse
solidario, que puede y
infinidad de
expresiones de
interprofesional, se derivan deberes
concretos que examina Baethgen (15) con suma
precisión, en el libro a que antes he aludido; de
beres frente al colega que patrocina a la parte
contraria en el juicio, deberes que impone la an
tigüedad en el ejercicio profesional, deberes fren
te al colega novel que solicita la
opinión del co
lega más antiguo, más experiente o más espe
en
la relación
cializado; deberes de discreción frente
ducta de otro
lega.
Y así
colega o
una
frente al
error
a
la
con
de otro
co
serie casi indefinida de deberes
do de problemas que solo pueden resolverse con
un sentido
muy afinado de los fines del derecho
que se resumen, quizá, en dos términos: solida
ridad y discreción; pero ni aquélla puede ser
y la relación con su propósito de justicia. Ese sen
tido es el que determinará el rechazo de una cau
apoyo
cidad.
sa
injusta;
la
no
interposición
de
un recurso
opinión sobre el posible éxi
un
juicio o el que le inclinará a conciliar, si
necesario, para evitar un inútil y gravoso pro-
La posibilidad del propio
thgen
—
to de
dentes
ss
cando
zonas
transitado, así, por algunas de las
de la ética
profesional,
14)
Rev. de la Facultad de Derecho:
15)
BAETHGEN: Ob. cit.
apenas
natural-
—
"Abogacía
libre y rej
debe inducimos
en
su
último
:eso.
Hemos
ser
compli
in
fundado; y el que impondrá el deber de decir al
diente la verdadera
incondicional, ni ésta puede
error
a ser
—
señala Bae
cuidadosos y pru
el señalamiento del
error
ajeno,
corrección, sin trascendencia, y
caso
—
,
cuando fuera necesaria
—
su
bus
en
el
tras
cendencia, haciéndolo solo en términos mode
rados; pero, si nos encontramos frente a un acto
doloso, esa solidaridad profesional declina. Aca-
', T I, N° 1, pág. 39,
año
1950, Montevideo.
20
REVISTA
so
—
más sencillamente
convivencia de las
duzca
de los
en
—
—
lo fundamental
profesiones jurídicas,
términos sencillos
—
a no
en
la
se re
hablar mal
colegas.
el fondo
DE LA A.E.U.- T. 85
(1-6),
1999
pienso que más que a
reglamentos, la conducta del pro
fesional se sujeta, caso
y en forma
por caso
a
la
las
de
primordial
propia con
inspiraciones
—
en
normas, leyes
—
porque
o
—
—
ciencia.
Hablar mal de otro Escribano, o de otro Abo
gado o del Juez, es hablar mal de las profesiones
jurídicas
y
en
el fondo, hablar mal de nosotros
Diría
para terminar
parafraseando a un
pensador español que ha escrito con agudo sen
—
—
tido sobre ética de la medicina
mismos.
que el moralista
hombre que exige
—
Nuestras profesiones asientan
prestigio en
en el
también
su eficacia técnica,
prestigio
pero
moral que hayan podido conquistar sus más
nobles cultores; cuidar ese prestigio debe ser el
motivo inspirador, cuando se enfrentan los pro
blemas que nacen de la relación entre colegas.
Este tema de la solidaridad gremial, en todos sus
importantes aspectos,
su
fue examinado
de ayer, con toda autoridad y
De Ferrari.
en
la clase
brillo, por el Dr
certidumbres,
se
integra
Quedan pues solamente,
estas
esquema para orientar
parte, naturalmente
como
una
mínima
palabras
—
—
así
en
de
sea en
el
com
plejo tema; no he tenido el propósito de dar re
glas muy concretas sobre Deontología; quizá
(16)
MARAÑON,
a
los
—
no creo
es
aquel
demás, virtudes que a él
no conoce,
y que si las conociera sa
bría cómo y cuándo deben exigirse". Y en la éti
ca
profesional, lo es todo ese cómo y cuándo. Es
mecanismo
cierto
—
que el moralista conoce por
experiencia directa, el sector de la vida
a veces
versión y
—
legislar; y por ello, el mejor conseje
el más viejo. Pero éste olvida con
frecuencia, que aconseja a la juventud; y a la ju
ventud no la capta el reglamento ni el consejo,
sino el ejemplo, por eso permitidme terminar
que trata de
siempre
indicando
una vez
más:
el campo de la ética
profesional relativa a las profesiones jurídicas, y
cómo se enlazan sus soluciones, sus planteamien
tos, con las más profundas cuestiones de la filo
sofía del Derecho y aun de la filosofía general.
hoy,
"Yo
le faltan, pero sí estoy cierto, de que muchas ve
ces, el moralista exige a los demás, virtudes cuyo
ro es
15) Debo ahora cerrar esta clase y lo hago con
la nítida sensación de que apenas si he podido
mostrar, con qué vastedad de problemas e in-
(16):
afirma Marañen
G.: Vocación y ética. Ed.
Zig-Zag, Chile, pág.
Busquemos si
especulación,
—
de la
posible por el camino
la noción más clara de los
es
—
deberes éticos de nuestras
profesiones,
auxiliemos la
que
investigación,
no
pero
será siem
pre fácil, y cuando sea fácil, puede no ser fecun
da en resultados prácticos, auxiliemos la inves
tigación con el ejemplo vivo y permanente de
aquellos hombres, que salidos de estas mismas
aulas, han tejido el prestigio de la abogacía, de
la magistratura y el notariado en el país.
129.
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