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ACERCA DEL JUZGAMIENTO POR
CONTUMACIA O REBELDÍA EN
EL PROCESO PENAL EN VENEZUELA
JESÚS GERARDO PEÑA ROLANDO
SUBDIRECTOR DE INVESTIGACIONES DE LA DIRECCIÓN PARA LA DEFENSA DE LA MUJER
Resumen
La entrada en vigencia de un nuevo Código Orgánico Procesal Penal
(2012), en el cual se comprende el proceso penal desde la realidad de
nuestra cultura jurídica, toma en consideración decisiones emanadas de
la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, como intérprete
natural del texto fundamental, y acoge en sus normas la doctrina jurisprudencial asentada por esta instancia jurisdiccional, a los fines de adecuar nuestro proceso penal a la dinámica que impone su aplicación, en
consonancia con el respeto a los derechos y garantías constitucionales
que amparan a los ciudadanos y las ciudadanas, siendo el tratamiento del
juzgamiento del contumaz o rebelde en el proceso penal, uno de los aspectos que analizó la Sala Constitucional con el objeto de impedir la paralización indefinida de los procesos penales violentado con el uso
abusivo de un derecho, el derecho a la tutela judicial efectiva que afecta
directamente a los demás sujetos procesales que tienen interés en la resolución del fondo del asunto; sin embargo, la necesidad de salvaguardar
el derecho a la tutela judicial efectiva no debe violentar la prohibición
constitucional de juzgamiento en ausencia, por lo que resulta necesario establecer una clara distinción entre la ausencia y la contumacia o rebeldía,
a los fines que los operadores y operadoras del sistema de justicia puedan
efectivamente adelantar procesos penales en los cuales la precisión de
conceptos permitan que coexistan ambos derechos fundamentales.
DESCRIPTORES: Proceso penal, contumacia, rebeldía, ausencia.
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Abstract
The entry into force of the new Code of Criminal Procedure (2012), in
which the criminal process is understood from the reality of our legal
culture, taking into account decisions emanating from the Constitutional Chamber of the Supreme Court, as a natural interpreter basic text,
and receives in its jurisprudential standards established by this judicial
body, in order to bring our criminal process dynamics imposed their application, consistent with respect for constitutional rights and guarantees that protect citizens, being the treatment of stubborn or rebellious
prosecution in criminal proceedings, one of the aspects analyzed the
Constitutional Court in order to prevent indefinite halt criminal proceedings violated the abuse of a right the right to effective remedy, which
directly affects the other parties to proceedings with an interest in the resolution of the merits; however, the need to safeguard the right to effective judicial protection must not violate the constitutional prohibition on
trial in absentia, so it is necessary to establish a clear distinction between
absence and contumacy or rebellion, in order that operators and system
operators can effectively advance criminal justice processes in which the
accuracy of concepts allow both to coexist fundamental rights.
DESCRIPTORS: criminal proceedings, contempt, defiance, absence.
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Síntesis
La comprensión de precisar cuándo estamos en presencia de una verdadera contumacia o rebeldía, permite aplicar el juzgamiento de personas que estén realmente en estas condiciones sin vulnerar sus derechos
fundamentales, por ello se pretende a partir de estas precisiones conceptuales, aproximar al lector del tratamiento jurisprudencial que se ha
dado a estas situaciones, y con ello evitar que la errónea interpretación
de ambas figuras, conduzca a los operadores del sistema de justicia a vulnerar derechos fundamentales de los procesados, so pretexto de un estatus jurídico que erróneamente se les pueda asignar, en tal sentido se
espera que a partir de este artículo se puedan desarrollar diferentes opiniones sobre el tema.
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La visión del nuevo proceso penal en Venezuela, inspirado en dos principios fundamentales para la realización de la justicia como lo son la celeridad y la tutela judicial efectiva, ha generado debates en el foro jurídico
que se distancian del tema jurídico, emitiéndose en algunas ocasiones
afirmaciones que sesgan de manera significativa el fundamento de dichas modificaciones.
Podemos afirmar sin lugar a dudas que uno de los temas que mayor
controversia ha generado es el relacionado con el presunto juzgamiento
en ausencia, señalándose erróneamente que fue adoptado en nuestro sistema procesal penal, cuando en realidad lo que se ha pretendido es que
el mismo se identifique de manera más clara con nuestra realidad social
y jurídica.
Algunas de las afirmaciones que se realizan en el foro distan considerablemente de consideraciones jurídicas sólidas sobre el verdadero alcance del estado de ausencia así como el juzgamiento en ausencia, por
ello es necesario comenzar aclarando algunos conceptos con la finalidad
de tratar el tema desde una perspectiva estrictamente jurídica.
El estado de ausencia
El vocablo ausencia etimológicamente proviene del latín absentia,
que es la acción y efecto de ausentarse, de estar ausente. Se refiere al
tiempo en que una persona se encuentre ausente. Es la condición legal de
una persona cuyo paradero se ignora.
Esta situación de ausente tiene relevancia desde el punto de vista
civil, así el artículo 418 del Código Civil Venezolano dispone:
Art. 418. La persona que haya desaparecido de su último domicilio o
de su última residencia, y de quien no se tenga noticias, se presume30
ausente.
30. Se trata de una presunción legal iuris tantum. Sobre las presunciones dispone el
artículo 1394 del Código Civil. Las presunciones son las consecuencias que la Ley o el
Juez sacan de un hecho conocido para establecer uno desconocido.
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El estado de ausencia tiene diversas implicaciones desde la perspectiva jurídica, pero la principal deriva de la necesidad que la persona ausente no sufra perjuicio por el hecho de no poder proteger por sí misma
sus propios intereses, por lo que se exige que se confíe la protección de
los mismos a otras personas, siempre que no se trate de derechos intuito
personae.
Para que se presuma la ausencia de una persona resulta necesario: a)
Que la persona haya desaparecido de su último domicilio o residencia; y
b) Que no se tengan noticias de la persona, ni emanadas de ella ni de otro.
En caso de no cumplirse con estos extremos, es decir, en caso que se
conozca que la persona no se encuentra en el país, ya no se presumirá la
ausencia, por ende se considerará que se trata de un no presente, estado
que igualmente genera una serie de protecciones en materia civil por la
imposibilidad de poder obrar por sí mismas debido al hecho de no hallarse en un determinado lugar.
Podemos afirmar hasta este momento, que la situación de no poder
ser localizado en un momento determinado en el mundo jurídico, nos coloca en un estado bien de no presencia, cuando una persona se encuentra fuera del país, o de ausencia cuando no se tenga ninguna noticia de
esta persona.
En el área de derecho civil ambos estados son generadores de una
serie de garantías para la persona que se encuentra en esta situación con
miras a salvaguardar los derechos que esta no puede ejercer, y en resguardo de los derechos de terceros dependan del ausente, razón por la
cual la ley protege ambas categorías de intereses.
El estado de ausencia en materia penal ha tenido un tratamiento similar, en relación a la determinación de la ausencia y los intereses que se
protegen con la declaratoria de ausencia.
La ausencia en materia penal
El Juzgamiento en ausencia en materia penal en Venezuela, se permite
por primera vez en la derogada Ley Orgánica de Salvaguarda del PatrimoREVISTA DEL MINISTERIO PÚBLICO // REVISTA CIENTÍFICA ARBITRADA // V ETAPA Nº 15
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nio Público31, cuando en su artículo 91 indica que la formación del sumario y la prosecución del juicio no se suspende por la no detención del indiciado o por su falta de comparecencia después de haberse citado, así
como en el caso de la fuga del detenido, se le juzgará en ausencia, siguiéndose la causa hasta la conclusión del sumario y apertura del plenario.
Se puede verificar que el legislador en materia de salvaguarda del patrimonio público, autoriza efectivamente el juzgamiento en ausencia, sin
discriminarse el tratamiento que debe darse a los distintos estados jurídicos en que puede encontrarse una persona, siendo considerado a los
efectos inclusive el que estando debidamente citado no comparezca.
En resguardo de los derechos del ausente, disponía la derogada Ley de
Salvaguarda del Patrimonio Público, la obligación de designar defensor
provisorio, transcurridos diez días de dictado el auto de detención sin que
se hubiere materializado la misma, legitimándose al defensor provisorio
para el ejercicio de los recursos contra el auto de detención dictado.
Ahora bien, una vez culminado el sumario el indiciado ausente debía
ser citado por el Tribunal por medio de cartel que se publicará en un periódico local y en la Gaceta Oficial, fijándose además a las puertas del Tribunal, así como en el edificio sede del Concejo Municipal de la
jurisdicción, concediéndole treinta días continuos, contados desde la publicación, para que compareciera, llegado el caso de no hacerlo se le designaba un defensor definitivo, continuando el juicio su curso.
Posteriormente, el cambio de sistema procesal penal que trajo el derogado Código Orgánico Procesal Penal (1998)32, acogió el juzgamiento
en ausencia como uno de los procedimientos especiales, contenido en el
Libro Tercero relativo a los Procedimientos Especiales, que en su Título
V regula el procedimiento en Ausencia en el que definía la calidad de ausente en el artículo 383 que textualmente indicaba lo siguiente:
31. Gaceta Oficial N° 3.077 de fecha 23 de diciembre de 1982.
32. Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.208 de fecha 23 de enero de 1998.
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Artículo 383. Calidad de ausente. Se considera ausente el imputado que, en la fase preparatoria, no pueda ser citado porque se
desconoce su residencia o se encuentre en el extranjero o, que debidamente citado, no comparezca.
El defensor del ausente podrá interponer los recursos establecidos
en la ley y a él se la harán las notificaciones.
Se puede verificar de la norma transcrita que el legislador al momento
de definir la condición de ausente en el procedimiento especial abarca
tanto a los que civilmente se consideran ausentes y no presentes, así
como aquellos imputados que debidamente citados no comparecieran al
llamado de la autoridad.
Este juzgamiento en ausencia al que aludía el derogado Código Orgánico Procesal Penal (1998), sólo podía ser aplicado para aquellas personas que se les siguiera causa penal por delitos contra la cosa pública33,
con lo que podemos colegir que fue una recepción directa del procedimiento que ya contenía la derogada Ley Orgánica de Salvaguarda del Patrimonio Público, pero con una definición expresa de las personas a las
cuales se consideraría en estado de ausencia.
Resulta evidente la influencia que tiene la concepción civil de la ausencia en la redacción del legislador al momento de definir la calidad de
ausente, remitiéndose a los requisitos de desconocimiento de la residencia o que se encuentre en el extranjero, abarcando en la misma tanto
al ausente como al no presente, pero únicamente en relación a los procesados por delitos contra la cosa pública.
No obstante, el carácter garantista de los derechos fundamentales
con el cual se presentaba este nuevo sistema procesal penal, permitía
efectivamente el juzgamiento en ausencia, pero restringiendo aún más
los derechos del ausente en relación a lo que disponía la derogada Ley Orgánica de Salvaguarda del Patrimonio Público, ya que a los fines de continuar el proceso una vez culminada la fase preparatoria mediante la
33. Art. 382. Procedencia. Cuando se trate de delitos contra la cosa pública el procedimiento no se suspenderá por la ausencia del imputado, a quien se le designará defensor si
aquél no lo ha nombrado.
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emisión del acto conclusivo, la convocatoria a la audiencia preliminar
bastaba con notificarla al defensor del ausente para celebrar la misma,
sin necesidad de citación por carteles tal como lo exigía para el inicio
del plenario en el caso del juzgamiento de estos delitos.
La Constitución de 1999 y su incidencia en los juicios
en ausencia
El histórico proceso constituyente que vivió nuestro país en el año
1999, que culminó con la aprobación del texto Constitucional mediante
referéndum consultivo, generó una Constitución con un profundo carácter humanista y garantista de los derechos fundamentales, con un bloque de constitucionalidad contenida en los artículos 19, 22 y 23, que
describen la obligación del Estado de garantizar a todas las personas conforme al principio de progresividad y no discriminación, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos
humanos conforme a la Constitución, los tratados sobre Derechos Humanos tanto suscritos como ratificados por la República.
Adicionalmente se dispone de una cláusula para la apertura en materia de derechos humanos al reconocer que la enunciación de los derechos y garantías contenidos tanto en la Constitución como en los
instrumentos internacionales sobre derechos humanos, no debe entenderse como negación que sean inherentes a la persona humana, no figuren en estos expresamente, indicando así su carácter normativo y de
aplicación directa, además de la preeminencia en el orden jurídico interno de los tratados, pactos y convenciones internacionales relativos a
derechos humanos, en la medida que contengan normas sobre su goce y
ejercicio, siempre que sean más favorables a las establecidas en la Constitución y en las leyes de la República, reiterándose el carácter de aplicación inmediata y directa por los tribunales así como demás órganos
del poder público.
Este bloque de constitucionalidad hizo que este procedimiento perdiera legitimidad frente a este marco garantista y humanista, que consagra el respeto absoluto de derechos como el debido proceso, la defensa
y la garantía del Juez Natural (artículo 10 de la Convención Americana de
los Derechos Humanos; artículos 9, numeral 3° y 14 del Pacto Interna[94]
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cional de los Derechos Civiles y Políticos), previstos hoy en el artículo 49
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, esto es así
porque dentro de tales garantías se prevé que a quien se le impute la comisión de un hecho delictivo, tiene derecho a ser oído directa y personalmente en el curso del proceso.
Esta realidad finalmente se cristaliza mediante la derogatoria de este
procedimiento en la reforma del Código Orgánico Procesal Penal en el año
200134, con lo cual quedó definitivamente abolido el procedimiento de juzgamiento en ausencia en nuestro país, entendiendo que el Juzgamiento en
ausencia se encuentra referido tanto a las personas de las cuales se desconozca su paradero, como a las que no se encuentren en el país, así como
a las personas que debidamente no comparezcan ante la autoridad.
Existe una situación distinta a la ausencia en los términos expresados
hasta este momento, con la de aquellos ciudadanos que se encuentran
restringidos o limitados en su libertad personal ya sea por una medida de
privación judicial preventiva de libertad o de arresto domiciliario, que
por su propia voluntad se niegan por distintos motivos a acudir al llamado de la autoridad.
Los privados y las privadas de libertad por orden judicial
Nuestro procesal penal a pesar de encontrarse informado por el principio de afirmación de libertad, permite en casos excepcionales, y
cuando las circunstancias del caso lo ameriten, la adopción de medidas
de coerción personal con miras a garantizar las resultas del proceso, y/o
la protección de las fuentes así como medios de prueba, su inalterabilidad, ya sea mediante la privación judicial preventiva de libertad o mediante el decreto de medidas cautelares sustitutivas.
Una vez que el procesado se encuentra bajo una medida de coerción
personal, en particular de la privación judicial preventiva de libertad o de
un arresto domiciliario resulta claro que el Estado conoce exactamente el
sitio donde se encuentra esta persona, y que la misma se encuentra en res-
34. Gaceta Oficial Extraordinaria N° 5.558 del 14 de noviembre de 2001.
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guardo en instituciones destinadas para su reclusión o en todo caso que se
encuentra en el sitio donde se mantiene en detención domiciliaria, por lo
tanto no se puede hablar de ninguna manera que esta persona bajo ningún
concepto se encuentra ausente o no presente, ni en cuanto a su estado
desde el punto de vista civil, ni en relación a lo que se ha definido como ausencia en normas derogadas de carácter penal.
Así las cosas, resulta claro que una persona sometida por una medida
de coerción personal privativa de libertad, de ninguna manera puede
otorgársele el estatus de ausente, esto quiere decir, que la discusión jurídica no puede versar de ninguna manera sobre la posibilidad de ser juzgado en ausencia, sino que debe centrarse en la validez de actos
procesales que se realicen sin su presencia cuando el mismo exprese su
voluntad de no querer asistir a determinados actos procesales, y las implicaciones que esto tenga en el principio de inmediación que informa el
proceso penal.
El principio de inmediación en el proceso penal
El principio de inmediación aún cuando se encuentra referido prima
facie a la necesidad de que el Juez o Jueza que presencia ininterrumpidamente los actos procesales sea el mismo que profiera la decisión, especialmente en relación al debate oral y la evacuación de las pruebas, no
obstante, también abarca a las partes en el proceso, cuando se requiere
su presencia durante la celebración de determinados actos en especial
del debate oral y público conforme lo disponen los artículos 315 y 332
del Código Orgánico Procesal Penal vigente, por considerarse como sujetos procesales esenciales para la validez de estos actos.
No obstante, se puede verificar del contenido del mismo artículo 315
que existe la posibilidad que el acusado con posterioridad al momento en
que se le brinde la oportunidad de declarar, manifieste al Tribunal su voluntad de no querer permanecer en la sala de juicio, supuesto en el cual
debe permanecer custodiado o custodiada en sala próxima al mismo, es
decir, se reconoce el derecho del imputado a negarse a permanecer en la
sala de audiencias mientras se desarrolle el debate, lo cual comporta el
respeto a su derecho fundamental a la autodeterminación, contenida en
el artículo 20 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
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En este sentido, resulta necesario precisar entonces que es un derecho
del acusado, decidir si presencia el desarrollo del debate, o si por el contrario desea permanecer en sala distinta y ser representado por su defensor, lo cual constituye un respeto absoluto a sus derechos fundamentales,
sin que ello pueda ser considerado como una limitación a su derecho a la
defensa, en tanto y en cuanto, se garantice la posibilidad que efectivamente acuda a la sala de audiencias cuando así lo decida, sin que esta decisión implique la paralización del proceso penal.
Resulta necesario entonces analizar en las distintas etapas procesales,
si resultaría válido que el imputado y/o acusado, pueda hacer uso del derecho a autodeterminarse, negándose a acudir a un acto procesal, y que
el mismo tuviera validez, para ello resulta de particular interés analizar
el tratamiento que la Jurisprudencia de nuestro Máximo Tribunal de Justicia ha indicado hasta la fecha.
La etapa intermedia como fase de control del ejercicio de la acción
penal, culmina con la celebración de la audiencia preliminar en la cual se
debate sobre el cumplimiento de los requisitos formales y materiales del
ejercicio de la acción penal, así como las postulaciones probatorias, excepciones, alternativas a la prosecución del proceso requiere de la presencia de los sujetos procesales esenciales para la celebración del acto
a saber: Juez, fiscal, imputado, defensa y víctima en los casos en que decida intervenir en la misma.
Tratamiento jurisprudencial de la negativa del imputado
a comparecer a los actos procesales
Etapa Intermedia:
En la práctica forense, producto de la necesidad de mantener la unidad del proceso derivada de ese principio, en causas donde existe prurisubjetidad activa, los procesos penales se veían obstaculizados por la
inasistencia de alguno o algunos de los imputados, sometiendo el proceso a un retardo interminable que perjudicaba por una parte al sistema
de administración de justicia y por la otra a los demás imputados, a la
víctima o víctimas, todo lo cual culminaba en una flagrante violación del
principio de celeridad procesal, en consecuencia una vulneración del deREVISTA DEL MINISTERIO PÚBLICO // REVISTA CIENTÍFICA ARBITRADA // V ETAPA Nº 15
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recho a la tutela judicial efectiva, específicamente en la expectativa de
una resolución judicial que oportunamente resuelva el fondo del hecho
controvertido.
En virtud de la reiteración de estas situaciones constantes la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia N° 3744
de fecha 22 de diciembre de 2003, con carácter vinculante emite sobre
este particular los siguientes pronunciamientos:
Ahora bien, cuando al acto o al debate deben concurrir personalmente las partes, o al menos una de ellas, surge la situación
planteada por los aquí accionantes, de que si no concurren
todos los llamados al acto o al debate, la actividad procesal se suspende hasta que acudan todos los que deben legalmente hacerlo.
Ello ha venido ocurriendo así, al menos en lo relativo a la comparecencia a la audiencia preliminar del proceso penal, en vista
que el artículo 327 del Código Orgánico Procesal Penal en su primera parte reza: «Presentada la acusación el juez convocará a
las partes a una audiencia oral, que deberá realizarse dentro de
un plazo no menor de diez días ni mayor de veinte.
Tal disposición, de por sí, no es inconstitucional ni contraría
los artículos 26 ó 49.3 constitucionales. Lo que sucede es que,
en la práctica, su aplicación textual conduce a que el proceso se dilate o se suspenda indefinidamente, hasta que puedan concurrir a la audiencia preliminar todas las partes, lo
cual se hace dificultoso cuando hay pluralidad de partes, como
sucede cuando deben concurrir más de diez personas, por ejemplo, y algunas se ausentan, se enferman, no pueden ser convocadas, o simplemente por la utilización de tácticas dilatorias, no
comparecen y se niegan a ello.
Permitir tal situación, por interpretación literal del artículo
327 del Código Orgánico Procesal Penal, es atentar contra el
derecho a la celeridad procesal que garantiza el artículo 26
de la Constitución, cuando otorga a las personas el derecho a obtener con prontitud la decisión correspondiente, e igualmente
atenta contra la justicia idónea, expedita y sin dilaciones indebidas que el mismo artículo constitucional impone.
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Así mismo, la interpretación literal del artículo 327, enerva
el derecho de toda persona a ser oída dentro de un plazo razonable, determinado legalmente, que establece el artículo 49.3
constitucional, ya que la norma (artículo 327 del Código Orgánico Procesal Penal) no contempla el plazo para oír a las partes que deben acudir a la audiencia preliminar, para el
supuesto que ésta no pueda realizarse, y donde tienen derecho a ser oídos.
Por interpretación de las normas sobre unidad del proceso (artículos 73 y 74 del Código Orgánico Procesal Penal) se ha sostenido, a su vez, la interpretación literal del artículo 327 del
Código Orgánico Procesal Penal, con la consecuencia de la suspensión del proceso si no concurren a la audiencia todos los convocados, pero observa la Sala que las referidas disposiciones del
Código Orgánico Procesal Penal, no tienen conexión con el principio de inmediación, que es el que orienta la interpretación comentada del artículo 327 del Código Orgánico Procesal Penal.
Ambas normas (artículos 73 y 74 del Código Orgánico Procesal
Penal) se refieren a cómo debe manejarse la competencia por la
conexión en el proceso penal, evitando que por un solo delito o
falta se sigan diferentes procesos, aunque los imputados sean
diversos; ni que tampoco se sigan, al mismo tiempo y contra un
mismo imputado, diversos procesos, aunque haya cometido diferentes delitos o faltas, salvo los casos de excepción que señala
el artículo 74 del Código Orgánico Procesal Penal.
Lo planteado en el artículo 327 del Código Orgánico Procesal
Penal, es algo distinto; se refiere a la comparecencia obligatoria a un solo acto procesal, de muchas personas, so pena
de no poder realizarse hasta que todos comparezcan, lo que
es una situación ajena a la que surge de la acumulación, ya que
textualmente los autos o juicios acumulados no perderían tal
condición, si, por ejemplo, la audiencia preliminar con pluralidad de partes pudiera realizarse en varias fechas sucesivas,
o quedara en suspenso por aplicación literal del artículo 327
del Código Orgánico Procesal Penal.
Considera la Sala, que los artículos 26 y 49.3 constitucionales
privan sobre la normativa del Código Orgánico Procesal Penal,
y que éste debe ser interpretado en función de la Constitución.
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(…omisis…)
El uso de la fuerza pública para conducir ante el juez a quienes
desacaten sus órdenes, está extensamente reconocido en el Código Orgánico Procesal Penal (véanse, entre otros, los artículos
184, 203, 226, 332, 357 del mismo) y no es más que el desarrollo del referido artículo de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
Luego, a juicio de esta Sala, la garantía de la justicia idónea, expedita y sin dilaciones indebidas que establece el artículo 26
constitucional, así como el derecho de las partes a ser oídos dentro de un plazo razonable, sin quedar sujetos a lo que otros, con
el deber de concurrir, se presenten o no, lleva a la Sala a interpretar el artículo 327 del Código Orgánico Procesal Penal, o cualquier otra norma que produjera una situación como la
comentada, por aplicación de los artículos 26 y 49.3 constitucionales, a que el juez que preside el acto, si no existe causa justificada, que amerite un máximo de dos suspensiones, haga
comparecer a los citados o notificados mediante el uso de la
fuerza pública, y debido al abuso de derecho que hacen los incomparecientes al derecho a ser juzgados en libertad y que surge
de su actitud, se les decrete medida privativa de libertad, ya que
de facto, en relación al que obra de mala fe en el proceso, existe
peligro de fuga.
Los derechos que los artículos 26 y 49.3 constitucionales otorgan a
las partes, tampoco pueden dejar de aplicarse cuando el co-imputado
se fuga o se esconde y no puede ser hallado”. (Subrayado y negrillas
del autor).
La sentencia parcialmente trascrita pretende puntualizar aspectos de
significativa importancia en relación a la resolución de obstáculos que
en la práctica forense se fueron presentando y que requerían una interpretación ajustada a principios elementales de justicia, resultando fundamental la solución a la paralización del proceso por la reiterada
inasistencia de alguna de las partes impidiendo la celebración en el caso
particular de la audiencia preliminar.
En este sentido, la sala indica que la interpretación literal de normas
de carácter procesal en detrimento del principio de celeridad como componente esencial del derecho a la tutela judicial efectiva atenta contra una
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justicia idónea, expedita y sin dilaciones indebidas, además de que enerva
el derecho de toda persona a ser oída dentro de un plazo razonable.
Estimó la sala que los jueces y juezas deben hacer uso de la fuerza
pública para compeler a quienes desacaten sus órdenes conforme a las
normas del Código Orgánico Procesal Penal y la Ley Orgánica del Poder
Judicial.
En función de interpretación de los artículos 26 y 49 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en relación a este aspecto
en particular señala que en caso de dos suspensiones sin causa justificada, los jueces y juezas deben hacer comparecer mediante el uso de la
fuerza pública a los incomparecientes, y debido al abuso de derecho que
estos hacen de la garantía a ser juzgados en libertad que surge de su actitud se le debe decretar la privación judicial preventiva de libertad por
su obrar de mala fe frente al proceso, siendo el mismo tratamiento que
debe aplicarse a los coimputados que se fugan o se esconden y no pueden ser encontrados.
Es importante verificar, como ya desde esta sentencia se pueden evidenciar la actitud de contumacia de algunos sujetos sometidos a proceso
penal, con la finalidad de generar retardos procesales, lo que ameritó
esta interpretación de dos normas constitucionales a los fines de generar
mecanismos para evitar que puedan ser violentados impunemente los derechos de las demás partes, pero nótese cómo no se autoriza el juzgamiento en ausencia para estos contumaces o rebeldes, por el contrario
sólo se advierte la necesidad de separar el proceso en relación a éstos.
Esta sentencia tuvo como antecedente la interpretación que sobre la
inasistencia de alguna de las partes a la audiencia preliminar hiciera la
sala de Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia en Sentencia N°
177 del 09 de abril de 2002, con ponencia de la Magistrada Blanca Rosa
Mármol de León, en la cual, sobre este particular se expresó lo siguiente:
Delitos de acción pública
Ausencia del Fiscal del Ministerio Público: El desistimiento por
parte del representante de la Vindicta Pública debe ser expreso
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para así poder llegar a una sentencia de sobreseimiento. En caso
de su ausencia injustificada el Juez de Control tiene facultad para
ordenar la presencia del Ministerio Público y ante la inasistencia
del mismo podrá solicitar la imposición de medidas disciplinarias
para el funcionario.
Ausencia del Acusador Privado: Se podría asumir que su inasistencia se debe a la pérdida de interés en las resultas del juicio, sin
embargo, la causa seguiría sin su intervención, pero éste pagará las
costas y costos del proceso que haya ocasionado.
Ausencia del Imputado: Corresponde al Juez de Control ordenar el
traslado si éste estuviese detenido preventivamente u ordenar su
comparecencia por la fuerza pública si fuese necesario.
Ausencia del Defensor: Al igual que el representante del Ministerio Público el funcionario podrá ser sometido a medidas disciplinarias, pero el Juez en todo caso ordenará la notificación de otro
defensor que asuma la defensa del acusado.
Delitos de acción privada
Ausencia del Fiscal del Ministerio Público: La causa seguirá con la
presencia del acusador privado.
Ausencia del Acusador Privado: Al ser un juicio inquisitivo corresponde al acusador instar la prosecución del proceso y su ausencia se equiparará al desistimiento de su acción.
Ausencia del Imputado o su defensor: Igual interpretación que en
los delitos de acción pública.
Es de observarse que si la audiencia se prolongare de manera indefinida por causa injustificada estando detenido el imputado, éste
tendría la posibilidad de ejercer la acción de amparo constitucional por privación ilegítima de su libertad y en el caso de que sea el
Juez el que no convoque a la audiencia podría el agraviado de ese
hecho solicitar igualmente el amparo por denegación de justicia.
Las partes tienen derecho a que se celebre la audiencia preliminar
en los lapsos establecidos por el Legislador y de acuerdo con las
hipótesis planteadas, en el caso de que la otra parte se lo impida
por su ausencia injustificada podría procederse como se ha explicado. Así se decide.
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Se puede verificar que la sala de casación penal ya había advertido
sobre los retardos que ocurrían en fase intermedia cuando por inasistencia de alguna de las partes, entre ellos del imputado o imputada, supuestos en los cuales en caso de tratarse de un imputado detenido debía
ordenar su traslado o en todo caso ordenar su comparecencia por la
fuerza pública de ser necesario, reconociéndose el derecho que tienen
las demás partes en el proceso a que se celebre la audiencia cuando una
de las partes lo impide.
Esta tendencia jurisprudencial de ordenar el traslado del imputado
aún de manera forzosa, se mantuvo hasta que la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia en relación a la negativa, del imputado a
comparecer a la sala de juicio emitió un fallo que marco definitivamente
una solución, que concilia por una parte el derecho a la celeridad procesal de todas las partes en el proceso como un componente esencial del
derecho a la tutela judicial efectiva y por la otra el derecho que tiene el
imputado de decidir si permanece o no en la sala de juicio, siendo este
un derecho que le reconoce la legislación procesal penal Venezolana.
Etapa de juicio
En sentencia N° 730 del 25 de abril de 2007, la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia de la Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, sobre este particular indicó lo siguiente:
Ahora bien, ante la negativa injustificada del acusado a comparecer a la audiencia de juicio, cabe preguntarse: ¿Puede el
acusado abusar de su condición procesal y lograr con su contumacia o rebeldía obstruir la justicia en su provecho?.
Para dar respuesta a tal interrogante es oportuno precisar que
la conducta contumaz en el proceso penal es aquella proveniente
de la rebeldía de todo imputado, detenido o en libertad, de presentarse o comparecer a la sede de los juzgados en los cuales es
procesado. Esa rebeldía, se traduce en una renuncia manifiesta
al derecho de ser oído en un acto público al cual ha sido llamado
por la autoridad competente, la cual es contraria a lo dispuesto
en el artículo 257 de la Carta Magna que establece que el proceso
es un instrumento para el logro de la justicia, así como al artíREVISTA DEL MINISTERIO PÚBLICO // REVISTA CIENTÍFICA ARBITRADA // V ETAPA Nº 15
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culo 26 eiusdem, que prescribe el derecho a una tutela judicial
efectiva, específicamente, a celebrase un juicio sin dilaciones
indebidas.
En el caso de autos se constata que el acusado no fue trasladado
a la sede del Tribunal para la continuación de la audiencia de
juicio oral y público el día el 20 de abril de 2005, oportunidad en
la que rindió declaración la víctima del delito que se imputa. De
ello se dejó constancia en el acta respectiva (folios 36 y 37 del expediente) en la que se señaló que se obtuvo información por parte
del Cabo Segundo, de apellido Álvarez, adscrito al Internado Judicial Capital El Rodeo II, al manifestar “que el acusado WILMER OSWALDO PERALES PÉREZ, no obstante de haber sido
llamado para su salida para la continuación del este (sic) Juicio,
el mismo se negó a salir”; por lo que podría ser considerado como
una conducta contumaz por parte del referido acusado, pues sus
efectos, además de ocasionar una dilación o un retardo en el juicio oral y público, podrían impedir en definitiva que se le tomase
declaración a la víctima, y hasta en otros supuestos, viciar de
nulidad la continuación de la audiencia con fundamento en el
alegato de su incomparecencia a dicho acto.
Así entonces, la conducta del ciudadano (…omisis…), pretendió constituirse en un obstáculo a la prosecución de la causa seguida en su contra, ante una inasistencia injustificada a la
audiencia oral y pública, y ello no puede ser tolerado por el Estado, como administrador de justicia, toda vez que el imputado
no puede resultar beneficiado de su actuar contrario a derecho,
pues nadie puede beneficiarse de su propia torpeza.
Ello debió ser advertido por el Juzgado (…omisis…), el cual con
el uso de la fuerza pública, en el ejercicio del ius puniendi con
que cuenta el Estado, debió garantizar el efectivo traslado del
imputado, para evitar que quede en manos de éste, el inicio o
celebración del juicio oral y público.
No obstante, el juez de juicio, en su condición de director del proceso, y ante la obligación de hacer todo lo necesario para que se
efectúe la audiencia de juicio oral y público, con el objeto de hallar la verdad de los hechos y aplicar la justicia, continuó con la
celebración de la audiencia, la cual se dio por concluida el 27 de
abril de 2005, estando presente para esa oportunidad el acusado,
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resultando condenado por la comisión del delito de robo agravado.
Ante tal circunstancia, es oportuno referir que el artículo 332
del Código Orgánico Procesal Penal establece:
(…omisis…)
La anterior disposición normativa, no se refiere literalmente a la
conducta contumaz del acusado de no acudir a la sede del Tribunal, para que se celebre la audiencia de juicio oral y público. No
obstante, esta Sala hace notar que el mismo artículo 332 de dicho
texto penal adjetivo establece la posibilidad de que el imputado,
después de declarar, pueda rehusarse a permanecer en la sede del
juzgado, el cual será custodiado en una Sala de juicio próxima
y para todos los efectos podrá ser representado por el defensor,
circunstancia que coadyuva a la resolución del caso de autos.
Ello así, esta Sala observa que el imputado de autos declaró en
la audiencia celebrada el 4 de abril de 2005, primer día de la
audiencia de juicio oral y público, y compareció en aquellos días
posteriores en los que, conforme a la legislación vigente, era indispensable su presencia, siendo representado por su defensor
privado el día 20 de abril de 2005, ocasión en la que la víctima
rindió declaración, para lo cual, en criterio de esta Sala, no existía ningún impedimento, al manifestar que no estaría presente
por voluntad propia, y no tratarse de aquellos actos en los que resultaba inexorable su presencia, tal como expresamente lo apreció el Juez de juicio.
En efecto, de acuerdo con lo señalado por un funcionario de la
Guardia Nacional en el sitio donde se encontraba recluido el
acusado, el imputado se escondió para no ser trasladado a la
sede del Tribunal, evidenciando su voluntad de no querer estar
presente en la Sala de Juicio, y al estar presente al abogado defensor del acusado en el momento en que la víctima realizó su
declaración, en virtud del contenido del artículo 332 del Código
Orgánico Procesal Penal, estaba legitimado para representarlo
plenamente en esa audiencia de juicio que tuvo como objeto
único la declaración de la víctima, quien, por demás fue llevada
a la sede del Tribunal a través del uso de la fuerza pública, y ello
era del conocimiento de la defensa del acusado con anticipación.
Lo anterior, a juicio de esta Sala, no equivale a la celebración de
un juicio en ausencia, por cuanto, en los actos en los cuales se
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requería la presencia del imputado, el mismo fue trasladado a la
sede del Tribunal, como ocurrió cuando se le informó, personalmente, que resultó condenado por la comisión del delito de robo
agravado. La ausencia del acusado en la continuación de la audiencia de juicio oral y público en la oportunidad en la que la
víctima declaró no vició el acto, por cuanto, como se ha dicho, estuvo representado por su abogado defensor, quien tenía plena facultad para hacerlo, de acuerdo con lo señalado en el artículo
332 del Código Orgánico Procesal Penal.
(…omisis…)
Por lo tanto, visto que en el caso bajo estudio la Sala N° 8 de la
Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas consideró erróneamente que la incomparecencia del acusado a la sede del Tribunal se traducía en un juicio
en ausencia y visto, igualmente, que al ordenar que se realice
una nueva audiencia de juicio oral, anuló indebidamente la declaración que rindió la víctima en el proceso penal que motivó el
amparo, esta Sala considera que dicho juzgado colegiado con su
actuar cercenó el derecho al debido proceso del Ministerio Público, en virtud de que aplicó indebidamente el contenido del artículo 332 del Código Orgánico Procesal Penal.
(…omisis…)
Así pues, si el acusado se encuentra en libertad y éste no quiere
presentarse en la Sala de Juicio, sin manifestar alguna excusa
valedera, el Juez deberá hacer uso de la fuerza pública, aplicando
en forma extensiva el contenido del artículo 357 del Código Orgánico Procesal Penal, para garantizar la presencia del acusado
y evitar que se realice un juicio sin dilaciones indebidas. Ahora,
si el acusado se encuentra recluido, en virtud de que en su contra se decretó una medida de privación judicial preventiva de libertad, el Juez debe usar, igualmente, la fuerza pública, por
cuanto el Estado está obligado a ejercer su ius puniendi y evitar
que, por voluntad de la persona que se encuentre detenida, los
juicios se paralicen indefinidamente. De modo que, en principio, el Juez de Juicio ordenará que, a través de la fuerza pública,
sea trasladado el acusado a la sede del Tribunal, así se encuentre
recluido, para lo cual oficiará a los organismos competentes para
que el traslado se lleve cabo, respetando la integridad física del
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acusado; pese a ello, de no ser posible el traslado del detenido, el
Juez apreciará la rebeldía del acusado y motivará la actuación
procesal que considere pertinente dictar para la efectiva realización de la audiencia, ello de conformidad con los artículos 26 y
257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
No puede aceptar el Estado, a través del ejercicio del ius puniendi, que quede en manos del acusado la intención de que se
inicie o celebre el juicio oral y público. El Estado tiene el deber de
que el juicio se celebre, sin dilaciones indebidas, por cuanto está
ejecutando, con la celebración de juicio, un control social formal
y público que debe existir en toda sociedad. Así se declara:
Esta sentencia fijó las bases partiendo de una interpretación constitucional de los derechos al debido proceso contenido en el artículo 49 y
del derecho a la tutela judicial efectiva contenida en el artículo 26 ambos
de la Carta Política, para definir el estatus jurídico del acusado que niega
a comparecer a los actos procesales a pesar de encontrarse restringido
de su libertad por medida de coerción personal decretada por la autoridad judicial.
Así la jurisprudencia indica que la contumacia en el proceso penal, es
la conducta derivada de la rebeldía de todo imputado detenido o en libertad de presentarse o comparecer a la sede de los juzgados en los cuales es procesado, siendo la consecuencia directa de esa contumacia o
rebeldía su renuncia tácita al derecho a ser oído en un acto público al
cual ha sido llamado por la autoridad competente.
La sala arriba a esta conclusión al estimar que la conducta asumida
por el contumaz es contraria a lo dispuesto en el artículo 257 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que estable que el proceso es un instrumento para el logro de la justicia, así como el artículo
26 dispone el derecho a la tutela judicial efectiva, específicamente a celebrarse un juicio sin dilaciones indebidas.
Estimó la Sala Constitucional, como última interprete de la Carta fundamental que la conducta de un acusado que se niega a comparecer al llamado del Tribunal constituye un obstáculo a la prosecución de la causa, lo
cual no puede ser tolerado por el Estado ya que es su obligación garantizar
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la celebración del juicio, sin dilaciones indebidas, debiendo en consecuencia ejercer un control social formal y público, porque no puede beneficiarse
una persona de una actuación contraria a derecho.
El nuevo código orgánico procesal penal35
El nuevo Código Orgánico Procesal Penal, en su exposición de motivos expresa entre otras cosas que el artículo 257 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela, constituye a la justicia como fin de
todo proceso judicial en consecuencia textualmente señala:
Tal precepto debe necesariamente implicar un cambio en el modo
de pensamiento y de concebir las formas procesales y en general
la actividad jurisdiccional del Estado (…omisis…)
En consecuencia, si el proceso es un instrumento para la realización de la justicia, éste deberá estar orientado hacia la obtención
de aquella, la cual, ni es todo ni se basta a sí misma, sino que se requiere la conjunción de valores, principios y mecanismos de naturaleza fundamental para que se traduzca en términos de
convivencia humana digna y feliz.
Es precisamente en función de esto que la Constitución concibe a
una justicia imparcial, expedita, responsable, equitativa, eficiente
pero sobre todo eficaz, la cual no cederá ni se sacrificará en razón
de formalidades no esenciales e insubstanciales. Se busca, claro
está, con tal caracterización de la justicia, la verificación de la justicia real, que en la práctica sea capaz de “sanar las heridas de la
sociedad”, como lo expresara Calamandrei” (…omisis…)
Expresa de esta manera el legislador la necesidad de generar cambios
en la concepción e interpretación de las instituciones procesales atendiendo a una categoría axiológica para la comprensión de los mismos,
hacia el valor de la justicia como fin esencial del proceso, atendiendo en
todo momento al mandato que nos impone el texto fundamental.
35. Decreto con rango, valor y fuerza de Ley del Código Orgánico Procesal Penal. Gaceta Oficial N° 6.078 Extraordinaria del 15 de junio de 2012.
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En la necesidad de garantizar que el proceso penal se oriente en la
consecución de la justicia, estimó necesario incluir modificaciones en el
proceso que permitan solucionar los problemas que en la práctica impiden un juicio con celeridad y sin dilaciones indebidas.
Entre estas modificaciones se incorpora un artículo en relación a la
incomparecencia a la audiencia preliminar, en el cual se recoge el tratamiento que debe darse ante cada situación que se pueda presentar en
esta etapa procesal, norma que textualmente indica lo siguiente:
Artículo 310. Incomparecencia. Corresponderá al Juez o Jueza de
Control realizar lo conducente para garantizar que se celebre la audiencia preliminar en el plazo establecido para ello. En caso de incomparecencia de alguno de los citados a la audiencia, se seguirán
las siguientes reglas:
1.- La inasistencia de la víctima no impedirá la realización de la audiencia preliminar.
2.- En caso de inasistencia de la defensa privada, se diferirá la audiencia, por una sola vez, salvo solicitud del imputado para que se
le designe un defensor público, en cuyo caso se hará la designación de inmediato y se realizará la audiencia en esa misma oportunidad.
De no comparecer el defensor privado a la segunda convocatoria,
si fuere el caso, se tendrá por abandonada la defensa y se procederá a designar un defensor público de inmediato, y se realizará la
audiencia en esa misma oportunidad.
3. Ante la incomparecencia injustificada del imputado o imputada
que esté siendo juzgado o juzgada en libertad o bajo una medida
cautelar sustitutiva, el Juez o Jueza de Control, de oficio o a solicitud del Ministerio Público, librará la correspondiente orden de
aprehensión a los fines de asegurar su comparecencia al acto, sin
perjuicio de otorgar una vez realizada la audiencia, si lo estima necesario, una nueva, medida cautelar sustitutiva a la privación judicial preventiva de libertad. En caso que el imputado o imputada
que se encuentre privado o privada de libertad en centro de reclusión u otro lugar acordado por el juez o jueza, se niegue a asistir a la audiencia preliminar y así conste en autos, se entenderá
que no quiere hacer uso de su derecho a ser oído, ni a acogerse a
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las fórmulas alternativas a la prosecución del proceso ni al procedimiento por admisión de los hechos, en la oportunidad de la
audiencia preliminar, por lo que se procederá a realizar el acto
fijado con su defensor o defensora, si asiste, o en su defecto con
un defensor o defensora pública que se le designará a tal efecto.
En caso de pluralidad de imputados o imputadas, se celebrará la
audiencia con el o los imputados comparecientes; y con la defensa
privada de quien no haya comparecido, o la defensa pública, según
sea el caso.
4. Ante la incomparecencia injustificada, a la audiencia preliminar, del representante de la Defensa Pública Penal o del Fiscal
del Ministerio Público, debidamente citados o citadas, el Juez o
Jueza de Control notificará al Coordinador o Coordinadora de la
Defensa Pública Penal del respectivo Circuito Judicial Penal o al
Fiscal Superior correspondiente, según sea el caso, a los fines de
garantizar su presencia en la nueva fecha fijada.
De no realizarse la audiencia dentro del plazo establecido, las
partes podrán intentar las acciones disciplinarias a que haya
lugar contra aquél por cuya responsabilidad no se realizó dicha
audiencia”. (Subrayado y negrillas del autor).
La solución que advierte el legislador en esta norma en relación a la
incomparecencia a la audiencia preliminar por parte del imputado contumaz o rebelde, resulta necesario analizarla desde los conceptos con
los cuales se inicia la disertación a los fines de verificar si se autoriza en
este artículo el juzgamiento en ausencia.
Se ha señalado en principio que en materia civil, el ausente es la persona que no se encuentre en su domicilio y se desconozca su paradero,
mientras que el no presente no se encuentra en su domicilio pero se conoce que se encuentra fuera del país, en ambas situaciones, el legislador
no permite de ninguna manera el juzgamiento, ni la celebración de la audiencia preliminar en relación a esta persona, por el contrario se ordena
que le sea librada una orden de aprehensión, para que una vez que la
misma se materialice se garantice la celebración de la audiencia preliminar, no obstante, una vez finalizada pudiera el Tribunal de Control sustituirla por una medida menos gravosa.
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En el caso del no presente, es decir, aquella persona que no puede defenderse pero que se conoce que se encuentra en el extranjero, siempre
que se encuentren, llenos los extremos legales, una vez emitida la orden
de aprehensión se puede requerir su extradición activa, dentro de los parámetros de ley.
Ahora bien, en el caso que el imputado o imputada se encuentre privado o privada de libertad o bajo medida de arresto domiciliario se negare
a comparecer será considerado contumaz o rebelde y en consecuencia la
audiencia se celebrará respetando su derecho a autodeterminarse negándose a acudir al llamado a la autoridad, entendiéndose que la audiencia se
celebrará con defensor quien le representará en la misma.
Acoge el legislador en esta norma la interpretación que sobre los artículo 49 y 26 realizó la Sala Constitucional en la sentencia referida ut supra,
en el sentido de entender que la negativa del imputado o imputada a acudir a la audiencia preliminar constituye su manifestación de no querer
hacer uso de su derecho a ser oído, ni acogerse a las alternativas a la prosecución del proceso, ni al procedimiento especial por admisión de los
hechos, tal como lo expresó la Sala Constitucional.
Esta regulación no autoriza de ninguna manera el juzgamiento en ausencia, ni en relación a la concepción que se ha señalado, tiene el estado
de ausencia y no presencia en materia civil, ni en la concepción que ha
tenido en nuestro derecho penal en normas derogadas sobre juzgamiento
en ausencia, por ello no es cierto que en esta norma se permita el juzgamiento en ausencia.
En otra norma de este nuevo texto adjetivo penal, en la cual se hace
referencia a la situación del contumaz, relativa a la apertura del juicio
oral y público dispuso el legislador lo siguiente:
Artículo 327. Apertura En el día y hora fijados, el Juez o Jueza se
constituirá en el lugar señalado para la audiencia.
Después de verificar la presencia de las partes, expertos o expertas, intérpretes o testigos que deban intervenir, el Juez o jueza declarará abierto el debate, advirtiendo al acusado o acusada y al
público sobre la importancia y significado del acto.
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En caso que el acusado o acusada en estado contumaz se niegue
a asistir al debate, se entenderá que no quiere hacer uso de su derecho a ser oído en el proceso, por lo que se procederá a realizar
el debate fijado con su defensor o defensora, si asiste, o en su defecto con un defensor o defensora pública que se le designará a
tal efecto; de igual manera se procederá en caso que el acusado o
acusada que esté siendo juzgado o juzgada en libertad o bajo una
medida cautelar sustitutiva, no asista al debate injustificadamente,
pudiendo el Juez o Jueza, de oficio o a solicitud del Ministerio Público, revocar la medida cautelar.
Seguidamente, en forma sucinta, el o la Fiscal y el o la querellante
expondrán sus acusaciones y el defensor o defensora su defensa.
En relación a esta norma, resulta forzoso señalar que efectivamente el
legislador regula la situación del contumaz siguiendo la interpretación
que hiciera la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en relación a la persona que sometida a un proceso penal se niegue a acudir al
llamado del Tribunal y esta se encuentre privada de libertad o sometida a
una medida cautelar de arresto domiciliario, siendo la situación del ausente y del no presente similar a la regulada en la audiencia preliminar, es
decir, la revocatoria de la medida cautelar, y en consecuencia librar la
orden de aprehensión de oficio o a solicitud del Ministerio Público.
Ahora bien, la contumacia debe ser debidamente constatada por el
órgano jurisdiccional, ya que debe quedar patente que efectivamente se
trata de la negativa del imputado o imputada de acudir al llamado del Tribunal, por lo tanto, debe acreditarse que efectivamente esta persona se
encuentra a acudir al llamado del Tribunal, para la cual deberá existir
una constancia por parte de la autoridad responsable del traslado del detenido o detenida, arrestado o arrestada en relación a la negativa del
mismo de acudir al Tribunal, o bien mediante una constancia expresa del
mismo de no querer acudir al llamado del Tribunal, que en caso de actos
procesales que se cumplan en audiencias sucesivas, dicha negativa deberá constatarse en cada una de las oportunidades en que se celebraran
las audiencias, ya que la negativa a comparecer puede ser parcial, es
decir, para momentos específicos.
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Sobre la posibilidad de limitar derechos fundamentales36
El derecho a ser oído, el derecho a estar presente en las audiencias
para juzgamiento como se indicó ut supra, forma parte del bloque de
constitucionales, por lo tanto tiene rango Constitucional, y constituye un
derecho fundamental, no obstante, ello no implica que no sea susceptible de ser limitado, ya sean estos límites derivados del sistema jurídico
en general, o del subsistema de los derechos fundamentales, internos del
derecho mismo, o derivados de un caso concreto.
Por tanto puede ser limitado desde el mismo sistema jurídico, mediante la formación y creación de normas sin que las mismas se alejen de
la moralidad básica en que se fundamenta la norma, ya que lo contrario
le restaría su condición de derecho fundamental; también al momento
de limitarlo debe tomarse en consideración el bien constitucional y valorarlo en conjunto con los demás bienes constitucionales, acudiendo a
una correcta ponderación de los mismos tomando en consideración el
sistema relacional de los derechos, haciendo especial énfasis el límite
del derecho ajeno.
En relación a los límites que puede fijar el subsistema de derechos
fundamentales, se pueden encontrar limitaciones específicas que rigen a
los derechos fundamentales, entre ellas, las habilitaciones legislativas, o
habilitaciones judiciales que se presentan desde el derecho que tienen
todas las personas a una tutela judicial efectiva, en protección.
Dentro de estos límites también se pueden observar, el abuso de derecho o el uso excesivo de un derecho con daño para terceros, y sin beneficio propio, así como también se presenta como limitación al ejercicio
de un derecho, la buena fe en el ejercicio del mismo.
Existiendo la posibilidad de estas limitaciones el legislador debe
tomar en consideración como en efecto lo hizo, la obligación de respetar
36. Argumentos esgrimidos también por Peña (2012) en el artículo “La exención de
declarar la víctima en el procedimiento de Violencia de Género”. I Jornada Nacional en
materia de Defensa Integral para la Mujer. Ministerio Público. Junio 2012. Caracas.
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los valores superiores, así como la sala constitucional tiene la obligación
de interpretar y preservar los derechos fundamentales, para ello debe
utilizar los principios de interpretación propios del subsistema de los derechos fundamentales, ponderar los derechos en conflicto y los bienes
constitucionales y los jueces tienen la obligación de garantizar los derechos fundamentales en el marco del diseño constitucional, en el mantenimiento de los límites de los derechos.
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Conclusiones
El estado de ausencia en la legislación de la República Bolivariana de
Venezuela, lejos de constituir la intención de vulnerar derechos fundamentales a las personas, busca proteger los intereses por una parte de
quien ante la ausencia no puede defenderse por lo que se definen mecanismos para garantizar que sus derechos puedan ser defendidos, y por
otra parte no se vean menoscabados los derechos de las demás personas
por la ausencia de otra.
En materia penal resulta claro que aún cuando este estado de ausencia fue receptado en materia penal para autorizar el juzgamiento de personas incursas en delitos que lesionaban o ponían en riesgo la cosa
pública, fue expresamente prohibido posteriormente por la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en el bloque de constitucionalidad, y por lo tanto ninguna disposición legal puede autorizar el
juzgamiento penal en ausencia de una persona natural.
El nuevo Código Orgánico Procesal Penal recoge lo que interpretó la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en relación al debido proceso contenido en el artículo 49 y el derecho a la tutela judicial
efectiva contenido en el artículo 26 del texto fundamental, a los fines de
garantizar estos derechos frente a la acción de obstaculización de la justicia por parte de los procesados en situación de contumacia.
Esta regulación procesal que define la situación de contumacia y las
consecuencias jurídicas de la misma, si bien pudiera considerarse una limitación a los derechos fundamentales, resulta absolutamente válida
desde la teoría de los derechos fundamentales, habilitada legislativamente por el abuso del derecho de una persona con perjuicio a terceros,
actuando el legislador con especial atención y respeto a los derechos fundamentales y a la dignidad humana, acercando de esta manera el proceso penal al valor fundamental de la justicia.
Se hace un llamado a todos los que pertenecen al Sistema de Justicia,
y en particular a los juristas, a repensar en las instituciones jurídicas, y
avanzar desde la concepción liberal del estado de derecho hacia el estado de Justicia que propone nuestra carta fundamental, pero entenREVISTA DEL MINISTERIO PÚBLICO // REVISTA CIENTÍFICA ARBITRADA // V ETAPA Nº 15
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diendo que ese concepto de justicia está referido a uno material y no
solo formal, lo que implica la preminencia de la persona humana frente
a la ley.
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Ley de Reforma parcial del Código Orgánico Procesal Penal. Gaceta
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