Estabilidad Presupuestaria y Convergencia Real

Anuncio
CLM.ECONOMÍA, Nº 1, Segundo Semestre de 2002.
Págs. 55-70
Estabilidad
Presupuestaria y
Convergencia Real
Emilio Ontiveros
Analistas Financieros Internacionales
y Universidad Autónoma de Madrid
Artículo entregado en agosto de 2002.
55
E S TA B I L I D A D P R E S U P U E S TA R I A Y C O N V E R G E N C I A R E A L
1. Introducción
El funcionamiento de la Unión Monetaria de Europa en estos
primeros años de andadura está siendo tributario de la singularidad
con que se articuló su transición a la fase final del proceso. Esa
excepcionalidad no se agota en la asimetría entre la cesión
completa de soberanía monetaria, por un lado, y la preservación de
políticas presupuestarias nacionales autónomas, por otro. En
estrecha relación con ello, las condiciones de acceso al propio
proceso de unificación también siguen conservando una cierta
inercia (en especial las relativas a las finanzas públicas), cuya utilidad
política y económica es, cuando menos, cuestionable. Las denominadas “condiciones de convergencia nominal” fueron el producto
de la, por otro lado razonable, desconfianza en la capacidad de las
economías tradicionalmente divergentes para encauzar sus principales desequilibrios hacia niveles compatibles con las exigencias de
quienes concibieron esa, tan ambiciosa como singular, operación
de ingeniería política que ha sido la UEM.
La escasa discusión sobre aquellas condiciones de acceso a la
moneda única y, en particular sobre sus especificaciones cuantitativas, no constituía precisamente una garantía de racionalidad. Que
la existencia de tasas de inflación relativamente elevadas, o de
déficit públicos excesivos, eran obstáculos a la unificación monetaria se asumió con mayor grado de convencimiento aparente que
otras condiciones expresivas de la integración real, de la flexibilidad
de los mercados y de los procesos de formación de precios, que la
propia literatura académica tradicional establecía para la configuración de zonas monetarias óptimas 1 . Con todo, la autoridad de los
gobiernos alemanes para gestionar la selección a la moneda única para poner en común la bien ganada tradición del marco alemán-,
1) En Ontiveros y Valero (1996) se discute más en detalle la definición de esas condiciones de convergencia en
relación con el propósito de unificación monetaria y su contraste con los enfoques teóricos tradicionales.
57
C
L
M
.
E
C O
N
O
M
Í
A
era tan vinculante como intensos los deseos de la mayoría de los
restantes gobiernos en concretar de una vez por todas un proyecto
cuyo esbozo se remontaba al nacimiento de la Europa comunitaria.
Los gobiernos de países que, como España, habían sufrido las
consecuencias de una tradición excesivamente larga de aislamiento, de divergencias macroeconómicas y de inestabilidad
cambiaria, aceptaron de buen grado las condiciones de ese examen
de selectividad: la posible era ciertamente compensadora.
En el caso de España en concreto, esas condiciones tenían
además la ventaja de “externalizar” la definición de restricciones
sobre la política económica, legitimando en aras de la siempre bienvenida integración con Europa, una pedagogía de más difícil y
costosa impartición directamente por los gobiernos, en particular
del formado por el partido socialista, iniciador del proceso de unificación y uno de los más inequívocamente partidarios del mismo.
Mantener la tasa de variación de los precios en niveles no
superiores a punto y medio porcentual sobre el promedio de las
economías europeas con mayor estabilidad de precios era, más allá
de su estricta justificación cuantitativa, de todo punto conveniente
(y lo sigue siendo), a tenor de la manifiesta divergencia inflacionista
de la economía española; no menos necesario era encauzar las
finanzas públicas en una senda de saneamiento, desde niveles de
déficit y deuda públicos de todo punto excesivos, sin entrar a valorar
entonces si los parámetros respectivos (del 3% y 60% del PIB) eran
estrictamente los expresivos de la virtud. Los imperativos externos,
con independencia de su específica adecuación a los fines perseguidos constituyeron un reto para el que el gobierno de entonces
encontró el respaldo suficiente, aun cuando algunas formaciones
políticas tardaran tiempo en asumir inequívocamente la conveniencia de la presencia de España en la UEM, o la de la propia
unificación monetaria.
58
Como lo hiciera la incorporación de la peseta al mecanismo de
cambios del Sistema Monetario Europeo (SME) en junio de 1989,
ese empeño por estar entre los fundadores de la UEM fue considerado por algunos sectores como un ejercicio de voluntarismo,
escasamente respaldado por la adversa evolución de los desequilibrios macroeconómicos que exhibía la economía española y
por la propia inestabilidad del tipo de cambio de la peseta.
E S TA B I L I D A D P R E S U P U E S TA R I A Y C O N V E R G E N C I A R E A L
Afortunadamente, la apuesta se mantuvo y, tras no pocas sorpresas
en los resultados del proceso, España superó, el 2 de mayo de 1998,
el examen de acceso a la tercera y definitiva fase de la unificación.
La presunción de que España podría llegar a compartir
moneda y política monetaria con las economías con las que realizábamos la mayoría de nuestros intercambios, muchas de ellas con
una tradición de estabilidad superior a la nuestra, redujo de forma
significativa la prima de riesgo de la economía española desde antes
de que se culminara la incorporación formal. Ello reforzó el atractivo
de España para el ahorro externo, además de facilitar la satisfacción
final de las condiciones de convergencia, especialmente las relativas
a las finanzas públicas 2 . A esto último contribuyeron significativamente la reducción en los tipos de interés, el ciclo económico
internacional y, no menos importante, la credibilidad asignada a
los propósitos de mayor rigor en la conducción de la política
presupuestaria por el nuevo gobierno.
2. Convergencia real y Capitalización
La asimilación de la pedagogía de la convergencia aportó,
por tanto, resultados inequívocamente favorables, superiores en la
economía española que en algunas otras con una credibilidad
macroeconómica menos cuestionada históricamente. La compensación en términos de mayores posibilidades de avances en la
convergencia real (en la renta por habitante en relación al promedio
de las economías europeas), una vez dentro de la UEM, justificaba
ampliamente esos esfuerzos en la reducción de algunos de los desequilibrios tradicionales de nuestra economía.
En el seno de la UEM el gobierno español debía asumir sus
consecuencias sobre la menor discrecionalidad de las políticas
económicas, en relación a las exigencias que todavía demandaba
nuestra economía. En ausencia de política monetaria propia, la
persistencia de tensiones inflacionistas (más intensas que en el
2) En particular, los déficit públicos experimentaron reducciones significativas desde 1993 (el déficit agregado
de los países de la UE alcanzó ese año un máximo del 6.2% del PIB) en la generalidad de las economías, consecuentes con la concreción de los propósitos de enmienda adoptados y con la favorable posición cíclica en la que
entraron la mayoría de las economías. La posición presupuestaria en 2000, para el conjunto de la UE era de
equilibrio.
59
C
L
M
.
E
C O
N
O
M
Í
A
promedio de la zona y con un grado importante de autonomía
respecto de la pulsación cíclica de la economía), le obligaban a
adoptar reformas en algunos mercados y en aquellos sectores,
fundamentalmente en los servicios, más proclives al ejercicio de
alguna forma de poder de mercado. Por otro, debía ser consciente
de las posibilidades y limitaciones de la política presupuestaria, en
particular para contribuir a la consecución de ese objetivo último
que es el aumento del bienestar de la población, su aproximación a
los estándares vigentes en el promedio de las economías de la UEM.
Ello exigía no solo adecuar la estructura impositiva a las exigencias
de mayor competitividad empresarial y de fomento del ahorro, sino
también fortalecer el stock de capital físico, tecnológico y humano
de la economía española.
Casi cuatro años después de la entrada en vigor del euro, los
resultados de la política antiinflacionista son ciertamente cuestionables. De forma persistente, y sin que se pueda identificar una
estrecha correlación con la intensidad de la demanda, los precios en
España siguen creciendo a un ritmo significativamente superior al
del promedio de la UEM y, muy particularmente al de los países con
los que nuestros intercambios son más intensos, Francia y Alemania,
en especial. Sin menoscabo de las todavía limitadas condiciones
competitivas en algunos sectores, en otros siguen siendo tributarios
de procesos de formación de costes en los que las limitaciones
de infraestructuras y, en general, las derivadas de una insuficiente
capitalización pública y privada, juegan un papel importante.
No menos preocupantes son las limitaciones impuestas sobre
la política presupuestaria para reducir la brecha real con el resto de
Europa, en particular las derivadas de la promulgación de la Ley
de Estabilidad Presupuestaria, aprobada al final de 2001.
60
Coincidiendo con el creciente cuestionamiento del Pacto de
Estabilidad y Crecimiento (PEC) aprobado en el Consejo Europeo de
Ámsterdam de junio de 1997, las autoridades españolas elaboraron
el preceptivo Programa de Estabilidad para el periodo 1998-2002, en
el que se establecía una política de consolidación presupuestaria que
pretendía garantizar el equilibrio a final de ese periodo. La Ley
General de Estabilidad Presupuestaria, aprobada a finales de 2001 y
que entró en vigor a principios de 2002, consagraba esa restricción
del déficit cero o la consecución de superávit en las finanzas públicas.
E S TA B I L I D A D P R E S U P U E S TA R I A Y C O N V E R G E N C I A R E A L
Que las autoridades de una economía como la española,
con una renta por habitante que no alcanzaba al término de
2001 el 84% de PIB per capita medio de la UE, se autoimpongan
limitaciones tales, al tiempo que comprometen reducciones
impositivas adicionales, solo puede ampararse en la presunción
de que el ciclo económico seguirá siendo lo suficientemente
favorable para satisfacer las importantes necesidades de
inversión que la economía precisa.
La realidad, me temo, no va a acompañar esa supuesta
presunción de continuidad en el ritmo de crecimiento económico
registrado hasta 2001; es probable, sin embargo, que la desaceleración económica en nuestro entorno denuncie algunas de esas
limitaciones estructurales de la economía española cuya percepción
pudo quedar nublada por la fase expansiva. Son los casos, por
ejemplo, de una tasa de inflación subyacente excesivamente
elevada, una tasa de desempleo también relativamente alta o una
baja productividad de los factores, en definitiva, una capacidad
competitiva ciertamente limitada. Confiar la corrección de esos desequilibrios y la superación de esas carencias exclusivamente a la
política presupuestaria sería un empeño absurdo, pero no lo es
mucho menos renunciar voluntariamente a la contribución que la
misma pueda tener en la consecución de mayores grados de eficiencia de la economía, fundamentalmente a través de la
inversión en capital físico y en conocimiento, determinantes a su vez
del estrechamiento en las diferencias de bienestar económico
frente a nuestros socios europeos.
El crecimiento de una economía depende de la tasa de
utilización de los factores (capital y trabajo) y de la eficiencia en su
utilización, de la productividad total de los factores. Esta última se
mantenía en 2001 en el 97,4% del promedio de la UE (que a su vez
mantenía niveles significativamente inferiores a los de EEUU), el más
bajo nivel desde 1970. La productividad específica del factor trabajo
era del 91,7% de la comunitaria, influyendo en esta última la mayor
intensidad en la creación de empleo de la economía española, pero
también el menor grado de innovación y progreso técnico incorporado a la producción. El stock de capital público, el de capital
tecnológico y el de capital humano son las variables más relevantes
en la evolución de la productividad total de los factores.
61
C
L
M
.
E
C O
N
O
M
Í
A
De las cifras que aparecen en los cuadros adjuntos no puede
deducirse una visión favorable de esas variables. El stock de capital
total en relación al empleo era en 2001 del 88% del promedio
europeo; el de capital productivo privado del 77,3% en 1999, último
año con datos disponibles; el stock de capital tecnológico sobre el
PIB se situaba en el 40,8% y el stock de capital público expresado
sobre la población era del 67,5% de la media europea 3.
La evolución de la formación bruta de capital fijo en relación al
PIB, que incluye el gasto en construcción, creció a una tasa anual del
2,3% en el periodo 1995-2000 y un 1% en 2001; la de naturaleza
pública cayó una media del 3,2% al año entre 1995 y 2000, y solo
creció un 1,1% en 2001. En los tres últimos años, la FBCF pública
creció a una tasa significativamente inferior a como lo hizo la correspondiente del promedio de Europa. Todo ello, en un periodo de
crecimiento importante de la economía española, reflejado en
aumentos igualmente significativos de la recaudación tributaria.
Durante la reciente fase de expansión de la economía española
los ritmos de crecimiento de la inversión productiva privada han
sido inferiores a los que se registraron en la expansión de la segunda
mitad de los ochenta. Entre 1996 y 2001 ese agregado creció a una
tasa media anual del 6,5% en términos reales, mientras que entre
1985 y 1990 lo hizo al 10,7%. Fue en el año 2000 cuando se hizo
explícita la desaceleración de la inversión productiva, y de forma
mucho más intensa en 2001, determinada por el debilitamiento de
la inversión en bienes de equipo, ya que el componente de construcción privada no residencial -también integrado en el agregado
de inversión productiva- mantuvo un mayor dinamismo. Esa desaceleración en la inversión en bienes de equipo, además de anticiparse
a la observada en el área euro, ha resultado más intensa 4.
La significación de ese debilitamiento inversor es difícil pasarlo
por alto en una economía, como hemos visto, con un stock de
capital significativamente inferior al promedio de Europa. Mucho
más si tenemos en cuenta que ha sido en estos últimos años
cuando en la mayoría de las economías avanzadas se ha intensificado la capitalización, pública y privada, como consecuencia de las
62
3) En Ontiveros (2002) se analizan esos y otros parámetros de eficiencia y convergencia real para el conjunto de
Europa, en relación con la economía de EEUU.
4) Sobre las características del comportamiento de la inversión productiva en ambos ciclos puede verse Banco de
España (2002b).
E S TA B I L I D A D P R E S U P U E S TA R I A Y C O N V E R G E N C I A R E A L
importantes transformaciones asociadas a la irrupción de las tecnologías de la información y de las comunicaciones.
Cuando se revisan otros indicadores complementarios, como
los más directamente relacionados con la denominada economía
del conocimiento, las razones para la inquietud sobre el crecimiento
potencial de la economía española y la “calidad” de ese crecimiento, son razonables. Desde niveles de stocks situados
significativamente por debajo del promedio europeo, la asignación
de recursos a tecnología y al fortalecimiento del capital humano
no son precisamente los expresivos de una economía con voluntad
de inserción en la sociedad del conocimiento.
3. Una política presupuestaria
sana, pero activa.
Esa insuficiente asignación de recursos al fortalecimiento del
grado de capitalización de la economía española ha coexistido con
unas finanzas públicas exentas de dificultades y con las mejores condiciones de financiación en muchos años. Es cierto que al saneamiento
de las finanzas públicas ha contribuido ese sacrificio de la inversión
pública, pero no lo es tanto que los reducidos tipos de interés sobre la
deuda pública sean el directo y exclusivo reflejo de ese saneamiento.
Conseguir reducciones del déficit público sacrificando la
inversión es una elección cuando menos controvertida; tanto más si
la renuncia al fortalecimiento del stock de capital condiciona de forma
significativa la eficiencia y competitividad de la economía. Ocurre,
además, que ese sacrificio inversor ha tenido lugar en una fase en que
los tipos de interés sobre los títulos de deuda pública, de forma absolutamente genérica en el seno de la UE, se han mantenido en niveles
históricamente bajos, susceptibles de garantizar fácilmente la viabilidad de proyectos de inversión, por diferida que fuera su rentabilidad.
En el seno de las economías industrializadas y, desde luego, entre las
del área euro, las cotizaciones en los mercados de bonos no han
mostrado precisamente una gran sensibilidad a la diferenciación
entre países según el grado de saneamiento de las finanzas públicas;
el descenso de los tipos de interés ha sido general y la evolución de
los diferenciales entre los mismos no ha premiado precisamente a
63
C
L
M
.
E
C O
N
O
M
Í
A
quienes disponían de programas de estabilidad más ambiciosos o,
incluso, con mayores probabilidades de cumplimiento.
Una observación tal, además de acentuar el coste de la renuncia
inversora en el caso español, invita también a considerar la virtualidad de la amenaza implícita en alguno de los fundamentos
intelectuales del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, en particular la
presunción de que déficit elevados determinaban elevaciones en los
tipos de interés reales en la eurozona, condicionando la capacidad
de maniobra del BCE. La realidad, insisto, ha demostrado que, en el
seno de economías en las que el riesgo de manifiesta insolvencia es
reducido, las políticas presupuestarias nacionales influyen escasamente en los tipos de interés reales. En ausencia de riesgo de impago
de la deuda, los precios de los bonos no reflejan la distinta numerología que los gobiernos manejan en sus objetivos de déficit
presupuestario. En todo caso, si la amenaza a evitar es el “default”, no
deja de llamar la atención que la retórica en torno al PEC gire en
torno a objetivos de déficit presupuestario, pasando por alto las probablemente más relevantes variaciones en el stock de deuda pública.
Probablemente, también, se evitarían algunos de los incentivos a la
creatividad contable que las restricciones actuales imponen.
64
Sin menoscabar el cumplimiento de los compromisos comunitarios, las autoridades españolas deberían hacer un uso más
inteligente de su capacidad de influencia en la economía a través del
presupuesto, incluyendo una necesaria racionalización en el gasto
público. Hasta ahora, la obsesión en el déficit cero no ha deparado
facilidades significativas en la reducción de la tasa de inflación o en
diferenciales favorables en las condiciones de financiación que
ofrecen los mercados. La traslación del más elemental principio del
sentido común básico en la gestión financiera (el endeudamiento es
conveniente siempre que su coste efectivo sea inferior a la rentabilidad efectiva de la inversión a la que se destina) es traducido por los
hacendistas a esa “regla de oro” (un déficit estaría justificado siempre
que estuviera determinado por los gastos de inversión, ya que los
rendimientos futuros de esa inversión ofrecerían la base impositiva
de la que recaudar impuestos para hacer frente al pago de intereses
y a la devolución del principal) sin objetar, más que los eventuales
“problemas prácticos” según González Páramo (2001, pág. 76), como
la generación de incentivos a la perversión contable o a materializar
ese gasto en inversiones en capital físico a costa del correspondiente
E S TA B I L I D A D P R E S U P U E S TA R I A Y C O N V E R G E N C I A R E A L
en capital humano, etc. Objeciones todas ellas que traducen, en
definitiva, una desconfianza política y una incapacidad en mejorar la
propia administración de las finanzas publicas.
Efectivamente, en la formalización legal del déficit cero ha podido
tener un peso significativo la desconfianza en las propias instituciones
políticas, las estatales y las de las CCAA, para conducir unas finanzas
públicas con el equilibrio suficiente entre saneamiento y satisfacción
de las exigencias de capitalización. Es cierto, como ha señalado Paul De
Grauwe (2002) con relación al límite genérico del PEC, que, contemplado desde una perspectiva política, una restricción tal constituye un
voto de “no confianza” en las instituciones democráticas.
EL PEC es, en su origen, una imposición alemana. El resultado,
se ha comentado más arriba, de una desconfianza en los demás: del
temor a que una vez ultimada la unión monetaria, algunos de sus
miembros percibieran un incentivo a la generación de déficit
públicos, dado que sus costes, en términos de elevaciones de los
tipos de interés reales y mayor riesgo de insolvencia, serían compartidos colectivamente. La necesidad de fortalecer la confianza en el
euro fue el argumento adicional en que se asentó el PEC.
La realidad no ha confirmado esos temores. En primer lugar
porque no existe compromiso alguno que obligue al salvamento
por la Unión de los gobiernos que entren en una situación
de “default”; las estipulaciones a este respecto son suficientemente
inequívocas. La percepción por los mercados del grado de saneamiento de las finanzas públicas debería traducirse ciertamente en el
nivel de los tipos de interés reales, pero no del conjunto de la unión,
sino de cada país en concreto. Como se ha comentado antes, el
análisis de los mercados de bonos desde el inicio de la fase final de
la unificación monetaria no confirma, por otro lado, esa supuesta
obsesión por el nivel de los déficit públicos: de la magnitud de los
diferenciales en el seno de la UEM, ni de su evolución podría deducirse una penalización a aquellos países con mayores déficit, sino de
forma más genérica, una atención a la consistencia de la política
presupuestaria y a su adecuación cíclica y, quizás, a la evolución y
estructura de vencimientos del stock de deuda pública 5.
5) Análisis de la convivencia del PEC y de sus implicaciones, desde posiciones distintas, pueden encontrarse en
BCE (1999), en Eichengreen y Wyplosz (1998). La revista The Economist se ha ocupado igualmente en diversas
ocasiones de poner en cuestión la racionalidad del PEC.
65
C
L
M
.
E
C O
N
O
M
Í
A
4. Consideraciones finales
Oponer a las necesidades de inversión pública el objetivo
de equilibrio presupuestario, con independencia de las carencias
estructurales, e incluso de la propia posición cíclica de las economías es, cuando menos, altamente discutible, no solo atendiendo
a las limitaciones que ello impone sobre una efectiva gestión de la
demanda. Preservar la disciplina presupuestaria como fundamento
de un entorno económico marcado por la estabilidad y la existencia
de adecuadas condiciones de financiación, es absolutamente
compatible con la asignación a la inversión pública de un papel
dinamizador en la dotación de capital físico, tecnológico y humano,
base a su vez de una eficiente formación de precios que posibilite el
estrechamiento de los diferenciales de inflación.
La particularización nacional de las restricciones en términos
de estabilidad presupuestaria derivadas del Tratado de Maastricht
no debería menoscabar el todavía necesario papel activo de
la inversión pública, especialmente en aquellos países más distanciados de la convergencia real con el promedio de la UE. La
tentación de garantizar los, en algunos casos muy estrictos, propósitos de estabilidad presupuestaria a costa del crecimiento de la
inversión pública, dispone de evidencias suficientes. Como señala
González-Páramo (2001), los gastos públicos de inversión son candidatos naturales a los recortes por razones de visibilidad política y
por tratarse de la categoría de gastos menos rígida. En los treinta
últimos años, en cuatro de cada cinco casos analizados, los procesos
de consolidación presupuestaria que han tenido lugar en la OCDE
han venido acompañados de reducciones en la inversión
pública. Economías como la española, lejos de ser una excepción,
ilustran perfectamente esa tentación de la que advierte GonzálezPáramo, de hacer de la inversión pública la válvula de escape de las
tensiones presupuestarias o, peor, la vía para satisfacer rígidos propósitos a costa de la eficiencia y del bienestar económicos. La
gestión presupuestaria no consiste en la forzada simplificación,
mucho menos en la autoflagelación, sino en compatibilizar el saneamiento financiero necesario con la reducción progresiva de la
66
E S TA B I L I D A D P R E S U P U E S TA R I A Y C O N V E R G E N C I A R E A L
SINTESIS DE INDICADORES ECONOMICOS: 1.3 CONVERGENCIA REAL ESPAÑA/UE (a)
a) NIVELES. RELACIÓN ESPAÑA/UE
10-Enero-2002
1960
1965
1970
1975
1980
1985
1990
1995
ÚLTIMO
DATO
DISPONIBLE
AÑO
ÚLTIMO
DATO
60,1
99,1
93,4
65,0
70,1
98,7
93,8
75,8
74,0
98,7
94,6
79,3
81,0
98,3
93,7
87,9
73,8
97,5
82,4
91,6
72,3
96,8
77,1
96,9
77,3
99,1
83,0
94,0
78,0
101,7
81,5
94,1
83,1
101,9
88,7
91,9
83,5
102,0
89,2
91,7
2001
2001
2001
2001
75,6
65,0
---------
99,8
61,2
---------
94,3
63,1
---------
102,0
68,2
---------
101,4
79,3
---------
104,9
84,9
---------
102,5
82,9
74,2
33,3
62,9
50,5
100,0
88,8
79,7
43,0
66,9
63,4
97,7
87,6
78,3
41,1
70,3
66,5
97,4
88,0
77,3
40,8
71,7
67,5
2001
2001
1999
1999
1999
1999
--------------------------------93,6
--------------------------------125,3
--------------95,2
103,6
53,1
63,0
----------106,5
--------------102,8
111,6
59,5
78,4
----------103,0
--------------91,6
96,5
50,9
83,0
--53,7
53,8
54,3
4,0
190,6
29,7
39,1
27,6
22,6
84,6
30,6
--95,1
92,0
112,8
102,6
54,7
54,4
52,4
56,4
3,4
200,9
44,8
56,6
42,4
24,5
37,1
40,6
--114,1
106,6
161,3
140,4
66,0
64,5
67,2
64,7
19,9
195,9
47,7
52,9
46,6
21,0
34,2
52,6
70,3
111,9
107,1
143,4
152,2
70,1
62,4
64,9
63,1
11,0
202,8
49,7
57,3
48,3
21,4
35,2
64,7
73,6
115,3
113,2
131,3
147,7
70,9
62,6
65,2
63,6
9,7
166,8
49,3
57,0
48,1
20,9
34,4
66,5
80,1
117,5
115,9
130,1
155,5
70,6
63,5
66,1
64,2
9,9
164,4
2000
2000
2000
1998
1998
1998
2000
2001
2001
2001
2001
1998
1997
1997
1997
1997
2001
2. RELACIÓN ESPAÑA/UE (UE=100)
I. PIB per cápita y componentes
PIB per cápita (miles de PPC en euros)
Población de 16-64 años/Población total (%)
Tasa de empleo (%) (b)
Productividad del trabajo (miles de PPC en euros por ocupado) (c)
II. Productividad total de los factores y stocks de capital
Productividad total de los factores (índice 1995=100) (d)
Stock de capital total/empleo (miles de PPC en euros) (d)
Stock de capital productivo privado/empleo (miles de PPC en euros) (e)
Stock de capital tecnológico/PIB (%9 (e)
Stock de capital humano/Población de 16-64 años (%) (e)
Stock de capital público/población (miles de PPC en euros) (e)
III. Indicadores complementarios
Gasto en I+D/PIB (%)
Gasto en I+D público/PIB (%)
Gasto en I+D privado/PIB (%)
Patentes solicitadas por residentes/Población (unidades por millón)
Ratio de autosuficiencia (%) (f)
Ratio de difusión (%) (g)
Inversiónen valores capital riesgo/PIB (%) (h)
Formación bruta de capital fijo/PIB (%)
FBCF privada/PIB (%)
FBCF pública/PIB (%)
FBCF construcción no residencial/PIB (%)
Gasto público en educación/Pob. 16-64 (miles de PPC en euros)
Gasto social por habitante (miles de PPc en euros)
Gasto en sanidad por habitante (miles de PPC en euros)
Gasto en prestaciones sociales por Hab. (miles de PPC en euros)
Gasto público en vivienda por hab. (miles de PPC en euros)
Tasa de paro (%)
PENÚLTIMO
DATO
DISPONIBLE
SINTESIS DE INDICADORES ECONOMICOS: 1.3 CONVERGENCIA REAL ESPAÑA/UE (a)
b) TASAS DE VARIACIÓN MEDIA ANUAL. ESPAÑA
1. ESPAÑA
I. PIB per cápita y componentes
PIB per cápita (miles de PPC en euros)
Población de 16-64 años/Población total (%)
Tasa de empleo (%) (b)
Productividad del trabajo (miles de PPC en euros por ocupado) (c)
II. Productividad total de los factores y stocks de capital
Productividad total de los factores (índice 1995=100) (d)
Stock de capital total/empleo (miles de PPC en euros) (d)
Stock de capital productivo privado/empleo (miles de PPC en euros) (e)
Stock de capital tecnológico/PIB (%9 (e)
Stock de capital humano/Población de 16-64 años (%) (e)
Stock de capital público/población (miles de PPC en euros) (e)
III. Indicadores complementarios
Gasto en I+D/PIB (%)
Gasto en I+D público/PIB (%)
Gasto en I+D privado/PIB (%)
Patentes solicitadas por residentes/Población (unidades por millón)
Ratio de autosuficiencia (%) (f)
Ratio de difusión (%) (g)
Inversiónen valores capital riesgo/PIB (%) (h)
Formación bruta de capital fijo/PIB (%)
FBCF privada/PIB (%)
FBCF pública/PIB (%)
FBCF construcción no residencial/PIB (%)
Gasto público en educación/Pob. 16-64 (miles de PPC en euros)
Gasto social por habitante (miles de PPc en euros)
Gasto en sanidad por habitante (miles de PPC en euros)
Gasto en prestaciones sociales por Hab. (miles de PPC en euros)
Gasto público en vivienda por hab. (miles de PPC en euros)
Tasa de paro (%)
brecha en bienestar.
1960
1965
10-Enero-2002
1965
1970
1970
1975
1975
1980
1980
1985
1985
1990
1990
1995
1995
2000
ÚLTIMOS
TRES
AÑOS
7,3
-0,3
-0,2
7,9
5,1
-0,3
-0,0
5,5
4,3
-0,1
-0,5
4,9
0,8
0,3
-2,9
3,5
0,9
0,6
-2,6
3,0
4,3
0,6
2,5
1,2
1,3
0,5
-1,1
2,0
3,7
0,0
2,7
0,9
3,3
-0,1
2,6
0,7
1,9
-0,0
1,4
0,4
2001
2001
2001
2001
6,8
2,8
---------
3,7
5,0
---------
2,9
5,6
---------
1,5
5,6
---------
1,6
3,9
---------
1,1
0,5
---------
0,6
3,9
4,2
8,3
2,8
6,3
0,6
0,6
---------
0,3
1,0
0,8
--2,9
2,5
-0,2
1,7
-0,3
--3,4
2,7
2001
2001
1999
1999
1999
1999
--------------------------------1,7
--------------------------------0,1
---------------0,4
-0,5
0,1
2,0
----------11,6
---------------3,4
-3,0
-7,0
-0,9
----------21,2
---------------1,4
-3,6
15,6
1,4
--4,0
1,4
4,8
15,9
13,5
10,5
7,8
11,4
0,8
-24,0
19,6
--6,2
5,7
8,1
10,1
6,4
6,1
8,5
5,2
47,3
-5,6
1,1
-1,6
1,8
-1,8
-5,7
19,0
---2,0
-1,4
-4,7
-0,7
3,9
2,8
2,2
3,1
-5,1
6,9
1,6
-0,8
2,1
------34,0
2,3
3,3
-3,2
-0,6
-----------8,7
1,9
0,3
2,3
3,4
-17,5
36,9
50,9
2,3
3,0
-1,8
4,5
2,4
1,0
1,9
0,7
-5,0
-11,0
-2,1
-4,3
-1,7
1,4
-20,5
34,6
31,4
1,0
1,0
1,1
7,9
2,7
1,4
2,1
1,1
5,2
-7,9
2000
2000
2000
1998
1998
1998
2000
2001
2001
2001
2001
1998
1997
1997
1997
1997
2001
ÚLTIMO
AÑO
AÑO
ÚLTIMO
DATO
C
L
M
.
E
C O
N
O
M
Í
A
SINTESIS DE INDICADORES ECONOMICOS: 1.3 CONVERGENCIA REAL ESPAÑA/UE (a)
b) TASAS DE VARIACIÓN MEDIA ANUAL. DIFERENCIAL ESPAÑA/UE
2. DIFERENCIAL DE TASAS ESPAÑA/UE
I. PIB per cápita y componentes
PIB per cápita (miles de PPC en euros)
Población de 16-64 años/Población total (%)
Tasa de empleo (%) (b)
Productividad del trabajo (miles de PPC en euros por ocupado) (c)
II. Productividad total de los factores y stocks de capital
Productividad total de los factores (índice 1995=100) (d)
Stock de capital total/empleo (miles de PPC en euros) (d)
Stock de capital productivo privado/empleo (miles de PPC en euros) (e)
Stock de capital tecnológico/PIB (%9 (e)
Stock de capital humano/Población de 16-64 años (%) (e)
Stock de capital público/población (miles de PPC en euros) (e)
III. Indicadores complementarios
Gasto en I+D/PIB (%)
Gasto en I+D público/PIB (%)
Gasto en I+D privado/PIB (%)
Patentes solicitadas por residentes/Población (unidades por millón)
Ratio de autosuficiencia (%) (f)
Ratio de difusión (%) (g)
Inversiónen valores capital riesgo/PIB (%) (h)
Formación bruta de capital fijo/PIB (%)
FBCF privada/PIB (%)
FBCF pública/PIB (%)
FBCF construcción no residencial/PIB (%)
Gasto público en educación/Pob. 16-64 (miles de PPC en euros)
Gasto social por habitante (miles de PPc en euros)
Gasto en sanidad por habitante (miles de PPC en euros)
Gasto en prestaciones sociales por Hab. (miles de PPC en euros)
Gasto público en vivienda por hab. (miles de PPC en euros)
Tasa de paro (%)
1960
1965
10-Enero-2002
1965
1970
1970
1975
1975
1980
1980
1985
1985
1990
1990
1995
1995
2000
ÚLTIMOS
TRES
AÑOS
3,3
-0,1
0,1
3,3
1,1
0,0
0,2
0,9
1,9
-0,1
-0,2
2,1
-1,9
-0,2
-2,5
0,9
-0,4
-0,1
-1,3
1,1
1,4
0,5
1,5
-0,6
0,2
0,5
-0,3
0,0
1,3
0,1
1,7
-0,5
1,0
0,0
1,4
-0,4
0,5
0,1
0,6
-0,2
2001
2001
2001
2001
3,9
-1,2
---------
0,8
0,6
---------
1,6
1,6
---------
-0,1
3,2
---------
0,7
1,4
---------
-0,5
-0,5
---------
-0,5
1,4
1,5
5,4
1,3
4,7
-0,5
-0,3
---------
-0,5
0,1
-0,6
-0,4
1,7
1,6
-0,3
0,5
-1,2
-0,7
2,0
1,5
2001
2001
1999
1999
1999
1999
--------------------------------5,8
---------------------------------3,3
--------------1,5
1,4
2,2
4,4
----------0,7
---------------2,2
-2,4
-2,9
1,1
----------14,0
--------------0,7
-1,3
17,0
4,2
--0,3
-0,5
0,8
-3,4
1,2
8,7
7,7
9,2
1,6
-13,6
6,7
--3,8
3,1
7,5
6,7
3,9
3,5
5,3
2,9
43,6
-0,5
1,2
-1,3
1,9
-3,1
-1,5
5,9
---0,4
0,1
-2,3
1,6
1,2
-0,7
-0,7
-0,5
-11,9
0,7
0,7
0,6
0,6
-------4,3
0,6
1,1
-1,7
-0,6
-----------3,6
0,8
0,6
0,6
-0,2
-0,1
11,5
-1,9
1,4
2,1
-3,0
2,5
0,2
0,1
0,0
0,2
-7,3
-2,8
-0,6
-0,6
-0,6
-2,6
-1,9
7,5
-29,5
1,9
2,3
-1,0
5,4
-0,5
1,1
1,5
1,0
2,1
-1,3
2000
2000
2000
1998
1998
1998
2000
2001
2001
2001
2001
1998
1997
1997
1997
1997
2001
ÚLTIMO
AÑO
Fuentes: Eurostat, Ameco, FUNCAS (Programa de Estudios Europeos), OCDE y Banco de España.
(a) El agregado de la UE incluye España. Todas las variables monetarias están medidas a precios constantes y en miles de PPC en euros (paridad del poder de
compra) del año tomado como base (año 1995), excepto la capitalización en valores capital-riesgo que está medida a precios corrientes. En la mayor parte de
los indicadores presentados, los dos últimos datos son provisionales e incorporan previsiones.
(b) Ocupados (serie de Contabilidad Nacional).
(c) PIB sobre ocupados (serie de Contabilidad Nacional).
(d) Productividad total de los factores: Se calcula como diferencia entre la tasa de variación del PIB y la de los factores de producción. Esta última se estima
como la media de las tasas de variación del empleo y del stock de capital, ponderadas por los pesos da la remuneración de estos factores en la renta. El stock
de capital se calcula por el método del inventariado perpetuo considerando como inversión la FBCF del total de la economía y como depreciación el
consumo de capital fijo (series de Eurostat).
(e) Stock de capital físico privado: calculado considerando como inversión la FBCF privada menos los gastos en I+D. Stock de capital público: calculado considerando como inversión la FBCF pública menos los gastos en I+D públicos. Stock de capital tecnológico: calculado considerando como inversión el gasto en
I+D y la importación de tecnología. Stock de capital humano: medido como el porcentaje de la población en edad de trabajar con estudios universitarios
equivalentes, corregidos de calidad (series de FUNCAS).
(f) Ratio de Autosuficiencia: Porcentaje de patentes de residentes sobre el total de patentes solicitadas dentro del territorio nacional (serie de la OCDE).
(g) Ratio de difusión: Número medio de veces que se solicita una patente de residentes para su utilización fuera del territorio nacional (serie de la OCDE).
(h) Capitalización valores capital-riesgo: Incluye las inversiones realizadas tanto en la etapa de establecimiento como en la de expansión (serie de Eurostat).
68
AÑO
ÚLTIMO
DATO
E S TA B I L I D A D P R E S U P U E S TA R I A Y C O N V E R G E N C I A R E A L
Bibliografia
BANCO CENTRAL EUROPEO (1999): “The implementation of the Stability and Growth Pact”, Boletín
Mensual, mayo
BANCO DE ESPAÑA (2002a): “Indicadores de convergencia real” en “Síntesis de indicadores”,
www.bancodeespaña.es
BANCO DE ESPAÑA (2002b): “ La inversión productiva en el último ciclo”, Boletín Económico, abril
DE GRAUWE, P. (2002) : “Europe’s instability pact”, Financial Times, 25 de julio
EICHENGREEN, B. Y WYPOLSZ, C. (1998): “EMU: Prospects and Challenges for the Euro”, CEPR, Londres
GONZÁLEZ -PÁRAMO, J. M. (2001), Coste y Beneficios de la Disciplina Fiscal: La Ley de estabilidad
Presupuestaria en perspectiva, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid
ONTIVEROS, E. y VALERO, F. J. (1996), La UEM en entredicho, Ediciones Encuentro, Madrid
ONTIVEROS, E. (2002), “La divergencia de Europa”, Arbor, nº 678, Tomo CLXXIII, junio.
69
Descargar