Afrontando la Depresión Nerviosa: “el mal de nuestra era” ―ESTA ha sido la prueba más dura de mi vida —se expresó Lucía—. Es maravilloso estar en pie otra vez. Me siento como si hubiese recobrado la vida. ¡Ahora puedo percibir de nuevo el perfume de las rosas!‖ Esta mujer de cuarenta y dos años de edad había vencido a un enemigo del cual se dice que ha causado más sufrimiento que cualquier otro trastorno mental: la depresión. Frecuentemente se considera la depresión nerviosa como un estado transitorio, curable con medicamentos antidepresivos, generalmente triclíclicos, heterocíclicos e inhibidores de la monoaminooxidasa. Pero la realidad es bien distinta. Bougerol y Scotto (1994) refieren una tasa de recidiva comprendida entre el 75 y el 95 %. Muller y col. (1996) han observado que, al cabo de 10 años, las alteraciones persisten en el 62% de los casos. Indudablemente, la razón de la cuestionable eficacia de los antidepresivos, radica en el desconocimiento de los mecanismos de desarrollo de la depresión nerviosa endógena. DESCRIPCIÓN Como sucede con tantos aspectos de la vida, la depresión se suele definir, desde el punto de vista del observador. Y como enseña un proverbio hindú, sobre tres ciegos que palparon un elefante, desde diferentes ángulos y luego lo describieron, también la depresión se ve y comprende de manera diferente por parte del paciente, de la familia de éste, y del terapeuta. El paciente es el que muestra la tristeza, el comportamiento ensimismado, el llanto, la desesperanza, la pérdida de autoestima y en ocasiones el automaltrato. Las personas cercanas al deprimido tienen otro punto de vista. Si ese estado es reconocido como enfermedad, la familia puede resultar de gran ayuda. Sin embargo, es frecuente que la familia no acepte esta situación real y ofrezca al afectado vanos consejos y, desgraciadamente, en ocasiones, desprecio. El tercer punto de vista es el del terapeuta, que aunque entiende que existe un amplio espectro de casos de depresión, necesita poder utilizar ciertos parámetros para cuantificar la gravedad y el tipo de depresión, con el objetivo de suministrar el tratamiento más adecuado, que puede variar desde los puramente nutricionales, hasta los puramente psicológicos o quizás una combinación de tratamientos. Personalmente, estoy convencido de que lo más efectivo para tratar la depresión con ciertas garantías es un planteamiento multidisciplinar, es decir, utilizar las diferentes estrategias que han demostrado tener un efecto positivo: Psicología (me inclino por la Humanista o la PNL), T. Ortomolecular, Ejercicio Físico, etc. Generalmente cuando una persona con depresión me consulta, si está a gusto con su psicólogo, le recomiendo que continúe con él, además de mis recomendaciones ortomoleculares y la integración del Ejercicio Físico y otros conceptos fundamentales que iré desarrollando en este capítulo. Solo conjugando las buenas y diferentes estrategias se puede lograr un resultado óptimo, dado que el origen de la depresión nunca, o casi nunca, está claramente perfilado. Lo ilustro muy bien el Dr. Kline al comparar una persona deprimida a un automóvil que se descompone al subir una colina empinada: ―Ahora bien, en cierto sentido el automóvil se descompuso debido a que usted subió una colina. Por otra parte, si el motor hubiese estado en buenas condiciones, no hubiera surgido la dificultad. De modo que la tensión ambiental (la colina) puede precipitar la depresión nerviosa, pero, para que eso suceda, ya tiene que existir la deficiencia biológica, o sea, la debilidad del motor.‖ ¿? Efectivamente, hay muchas cosas que causan la depresión aparte de simplemente abrigar una actitud incorrecta. Una persona que se siente gravemente deprimida puede estar padeciendo de cualquiera de una combinación de factores. Los factores hereditarios de la persona y las experiencias que tuvo en su niñez también pueden desempeñar un papel trascendental. Todos estos factores ejercen una influencia que puede afectar la manera en que se responde a un suceso o ambiente lleno de tensión. El amplio espectro de la depresión Melancolía Estado de ánimo Tristeza, aflicción normal Autocompasión, desánimo Autoinculpación y sentimiento y autoinculpación Capaz de hallar algún placer Pensamientos Remordimiento o pesar Dificultad en concentrarse Depresión crónica Enorme desesperación Sentimiento de inutilidad Sentimiento destructivo de culpa de culpa No halla placer en nada ni le importa Pensamientos de suicidio Duración Corta duración (pocos días) Duración prolongada (dos semanas o más) Síntomas físicos Funcionamiento normal Ligeros trastornos físicos (temporal) Agotamiento constante; dolores inexplicables Alteración en los hábitos de alimentación y descanso Como dijo Wolpert (1999), ―para quien ha padecido depresión, la experiencia es indescriptible. El dolor es tan intenso que las palabras son inadecuadas para describirlo. Las sensaciones son tan diferentes de las de la vida normal que los sujetos no familiarizados con esta afección tienen una idea más o menos falsa de la misma‖. La depresión mayor o depresión unipolar se caracteriza por varios de los siguientes síntomas (al menos cinco de ellos), durante no menos de un mes: Pérdida de apetito acompañada de pérdida de peso o incremento de apetito acompañada de aumento de peso. Insomnio o somnolencia excesiva Inactividad física (en algunos casos hiperactividad) Pérdida de interés en las actividades habituales o disminución del apetito sexual. Astenia. Pérdida de energía y sensación de fatiga. Sentimientos de inutilidad, autorreproche o culpabilidad sin razón justificada. Disminución de la capacidad de concentrarse y de pensar. Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio Manifestaciones psicóticas con delirio de indignidad o de pecado, delirio de enfermedad o de persecución. CAUSAS DE LA DEPRESIÓN Causas Psicológicas. - - Modelo de agresión contra uno mismo, aunque aparentemente frecuente en muchos casos, no existe una prueba definitiva. Modelo de pérdida, que postula que la depresión es una reacción frente a la pérdida de una persona, cosa, estado, autoestima o incluso hábito. El enfoque de relación interpersonal, que utiliza conceptos conductuales, es decir, la persona deprimida emplea la depresión como un medio de control de otras personas (incluyendo a los médicos). Puede ser una extensión de algo tan simple, como poner mala cara, permanecer en silencio, ignorar a los demás, etc. Cuando esto ocurre la necesidad no se cubre y el problema empeora. El modelo de desamparo aprendido, que goza de mayor apoyo, fue promulgado por el Dr. Seligman y teoriza que la depresión es el resultado de sentimientos habituales de pesimismo y desesperanza. Todos, en alguna ocasión, nos hemos sentido tristes o melancólicos, pero la depresión clínica es mucho más que simple tristeza, el sentimiento dominante es la DESESPERANZA. Cuando el paciente considera que su estado actual será permanente y que nunca podrá vivir de otra manera que deprimido, su situación se complica doblemente. Cuando el paciente es capaz de entender que su desesperanza es fruto de la enfermedad y que esta puede ser pasajera, posee una cierta comprensión de su estado que puede serle de gran ayuda en la recuperación. Personalmente, pienso que generalmente son los modelos de pérdida y de desamparo (desesperanza) los que se combinan con más frecuencia, y en menor proporción, pero existentes, los modelos de agresión contra uno mismo y relación interpersonal. A continuación presento una tabla con las circunstancias de la vida que generan un mayor grado de aflicción y como consecuencia, en muchos casos, depresión. Se trata de una escala de clasificación de reajuste social, utilizada en EE.UU., con la valoración de impacto sobre el individuo. Orden Circunstancia Valoración 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 100 85 73 65 63 63 53 47 45 39 37 Fallecimiento del cónyuge Fallecimiento de un hijo Divorcio Separación matrimonial Situación de encarcelamiento Fallecimiento de un familiar cercano Accidente o enfermedad personal Despido laboral Jubilación Dificultades sexuales Fallecimiento de un amigo íntimo 12 13 14 15 16 Problemas con el pago de la Hipoteca Hijo o Hija abandona el Hogar Conflictos con el jefe Cambios en los hábitos del sueño Pequeñas infracciones de la ley 31 29 23 16 11 Ideas que pueden conducir a la depresión · Para ser feliz, tengo que tener éxito en todo lo que emprenda. Si no ocupo el primer lugar, soy un fracaso. · Para ser feliz, tengo que ser aceptado por todos en toda ocasión. · Lo que yo valga como persona depende de lo que otros piensen de mí. · No puedo vivir sin el amor. Si no me ama mi cónyuge (mi amor, mi padre, mi hijo), no valgo nada. · Si alguien no concuerda conmigo, significa que no le agrado. · Yo debería ser perfecto como amigo, padre, profesor, alumno, cónyuge. · Debería poder sobrellevar cualquier sufrimiento con espíritu tranquilo. · Debería poder resolver todo problema con prontitud. · Nunca debería sentirme herido; siempre debería estar alegre y sereno. · Nunca debería cansarme ni enfermarme, más bien siempre debería estar al máximo de mis capacidades. (Nota: Basado, en parte, en ―Cognitive Therapy and the Emotional Disorders,‖ por A. T. Beck, Doctor en medicina.) Una situación, desgraciadamente, demasiado habitual: El médico escuchó atentamente mientras la mujer deprimida describía sus síntomas... constantes dolores de cabeza, irritabilidad, estreñimiento, pérdida de apetito, insomnio y cansancio continuo. Se deshacía en lágrimas y, a veces, quería morir. ―Todo eso es mental,‖ dijo el médico. ―Hasta que usted no se encuentre a sí misma, no hay nada que yo pueda hacer. Le recomiendo enérgicamente que consulte con un psiquiatra.‖ Aunque este médico tenía buenas intenciones, expresó un punto de vista común. Sin embargo, al igual que esta mujer que estaba sufriendo de una depresión grave, muchos quedan sumamente desalentados cuando se les dice que su agonía solo es el resultado de su propio modo de pensar. Cierto, nuestros pensamientos pueden afectar nuestro cuerpo... para bien o para mal, pero creo que ya he dejado bastante claro que existen otros factores que afectan a nuestros pensamientos y sentimientos. Analizaré en primer lugar algunos factores bioquímicos-nutricionales que suelen estar asociados a la etiología de la depresión. Hipótesis de las Aminas Biogénicas. Se basa en las alteraciones bioquímicas caracterizadas por desequilibrios de los aminoácidos que forman los neurotransmisores (compuestos que transmiten información desde y hacia las neuronas). Este enfoque terapéutico es utilizado por muchos profesionales (psiquiatras, alópatas y médicos naturistas). Muchos de los fármacos antidepresivos y de los tratamientos nutricionales (ortomoleculares) que se recomiendan para tratar la depresión, se diseñan con el objetivo de corregir o reducir los desequilibrios sospechados de las aminas biogénicas (serotonina, melatonina, dopamina, adrenalina y noradrenalina), como ya expliqué en el capítulo anterior. Estos compuestos se conocen también como monoaminas. El aminoácido triptófano, por ejemplo, actúa como precursor de la serotonina y melatonina, mientras que la fenilalanina y la tirosina son precursores de la dopamina, adrenalina y noradrenalina (ver esquema de su metabolismo en el capítulo anterior). Déficits nutricionales. Toda deficiencia en nutrientes vitales puede provocar depresión. Veamos algunos ejemplos de efectos conductuales por carencia de un nutriente: Deficit en: Acido ascórbico Niacina (B3) Acido pantoténico (B5) Tiamina (B1) Biotina (B8) Piridoxina (B6) Acido fólico (B9) Cianocobalamina (B12) Efecto: Depresión nerviosa, irritabilidad, hipocondría, agotamiento, etc. Depresión, ansiedad, apatía, delirios, histeria, inestabilidad emocional. Fatiga, depresión, irritabilidad, etc. Depresión, ansiedad, psicosis, histeria, etc. Depresión, somnolencia, agotamiento extremado, etc. Irritabilidad nerviosa, , depresión, etc. Insomnio, depresión, psicosis, delirios, irritabilidad, demencia, etc. Fatiga general, depresión, psicosis, confusión, alucinaciones, etc. Acidos grasos Omega-3 Depresión, Insomnio, agotamiento, etc. Magnesio, Calcio y Zinc. Alteraciones graves en el Sistema Nervioso. Son necesarios en cientos de procesos metabólicos, por lo que su carencia sería nefasta para la salud general. Posteriormente analizaré su acción específica sobre el Sistema Nervioso. Fármacos que causan depresión. - - Anticonceptivos orales. Desde hace años es bien conocida la capacidad de estos para inducir déficits nutricionales en ácido ascórbico, riboflavina, piridoxina, ácido fólico, B12 y zinc. Como he indicado anteriormente carencias en estos nutrientes pueden ocasionar, desde cansancio e irritabilidad, hasta depresión nerviosa. Por otro lado, se acumulan pruebas sobre su efecto negativo sobre el triptófano, la piridoxina y el metabolismo de la glucosa, debido a su actividad estrogénica. Corticoides, Antihipertensivos y Antiinflamatorios. Todos estos pueden alterar el equilibrio normal entre las monoaminas del cerebro. Patologías preexistentes. ―La depresión puede derivarse de inequívocos —o, más exactamente, bien definidos— males orgánicos,‖ declara Lawrence Galton, escritor de temas médicos. ―Incluye infecciones tales como la hepatitis, la mononucleosis y la influenza; desórdenes hormonales (glandulares) como los del tiroides, de la paratiroides y de las glándulas adrenales; malignidades, estados de deficiencia, anemias y otros problemas relacionados con la sangre.‖—You May Not Need a Psychiatrist (1979). Por ejemplo, una señora había estado recibiendo tratamientos por 15 años por una depresión grave. Recibió drogas para combatir la depresión y hasta terapia de electrochoque, pero nada le daba alivio duradero. Por fin se descubrió que el problema se debía a que su glándula paratiroidea no funcionaba bien. Cuando se trató este desarreglo con éxito, mejoró. Su problema elemental había sido físico. Algunas de las enfermedades que causan depresión: Infecciones severas (sífilis, hepatitis, etc.) Esclerosis múltiple, traumatismos, tumores, cardiopatías, etc. Trastornos Hormonales: Función tiroidea. La relación existente entre la depresión y una mala función tiroidea es reconocida por todos, aunque siga pendiente de establecerse ―que fue primero‖. Probablemente las dos se compliquen mutuamente. La depresión en bastantes ocasiones puede ser una manifestación precoz del trastorno tiroideo, aunque también es cierto que una leve disminución en la producción de tiroxina produce síntomas depresivos. Función suprarrenal. Tal como ocurre con las disfunciones tiroideas, las alteraciones en los mecanismos de control suprarrenal, son típicos de la depresión, produciéndose una asincronía de producción y exceso de cortisol. El efecto de los corticoides sobre el estado de ánimo están relacionados con la derivación del triptófano fuera de la vía de síntesis de la serotonina. No sorprende, por tanto, que alguien sometido a estrés durante tiempo, comience por agotar sus glándulas suprarrenales (cortisol, adrenalina y noradrenalina) y termine manifestando depresión nerviosa. Estilo de vida y factores medioambientales - La cafeína, el tabaco y el alcohol. Los grandes consumidores de cafeína pueden sufrir el síndrome del cafeinismo, muy similar a la ansiedad generalizada y los trastornos del pánico, con síntomas como depresión, nerviosismo, palpitaciones cardíacas, irritabilidad, etc. Sin embargo, hay que reconocer que la intensidad de la respuesta a la cafeína puede variar ampliamente. La ingestión de cafeína (café, te, bebidas de cola, etc.) se ha relacionado directamente con el grado de enfermedad mental de pacientes psiquiátricos. Es sabido también que la cafeína induce una pérdida de Zinc, Hierro, Cromo y Calcio. Como regla general todos los pacientes con depresión deberían evitar el consumo de cafeína. El tabaco puede alterar el comportamiento mediante las acciones del monóxido de carbono, la nicotina y la inducción de niveles bajos de vitamina C. Además, estimula la secreción de hormonas suprarrenales, produciendo un aumento en la secreción de adrenalina y cortisol, y como hemos analizado anteriormente este agotamiento suprarrenal es una característica de la depresión. El alcohol también aumenta la secreción de cortisol, interfiere infinidad de procesos metabólicos y perturba los ciclos normales del sueño. La Candidiasis (algunos autores señalan su relación con la depresión) y la Hipoglucemia (origen solapado de infinidad de depresiones) se ven acentuadas por el consumo diario de alcohol. - La falta de ejercicio físico. Ningún terapeuta debería menospreciar el efecto tan positivo del ejercicio físico regular en los pacientes con depresión. El ejercicio regular aumenta los niveles de endorfinas, sustancia vital de la química cerebral, capaz de elevar considerablemente el estado de ánimo. Además la práctica de deportes y actividades físicas han resultado muy efectivas para luchar contra síntomas como la ansiedad, el agotamiento, el insomnio, etc. - Factores medioambientales. La toxicidad de ciertos aditivos alimenticios, los metales pesados (plomo, mercurio, cadmio, arsénico, niquel, etc), los disolventes (materiales de limpieza, formaldehído, tolueno, benceno, etc), pesticidas, herbicidas y otros tóxicos químicos, pueden provocar alteraciones psicológicas, depresión, dolores de cabeza, confusión mental, reflejos nerviosos anormales y otras alteraciones nerviosas. LA HIPOGLUCEMIA REACCIONAL La corrección de cualquier alteración subyacente del metabolismo de la glucosa es fundamental para comenzar a dar los primeros pasos en la lucha contra la depresión. Naturalmente, no todos los que presentan depresión tienen hipoglucemia reaccional, pero, desgraciadamente, esta es una disfunción que a menudo se pasa por alto en el habitual chequeo diagnóstico y que de padecerla, siempre va acompañada de agotamiento, nerviosismo, irritabilidad y otros síntomas asociados a la depresión. Todavía son muchos los médicos que se niegan a admitir que exista algo llamado hipoglucemia reaccional, tildándola de ―enfermedad ficticia‖. La mejor manera de establecer si existe una hipoglucemia reaccional (o funcional) es efectuando la prueba de tolerancia a la glucosa de 5 horas (PTG) en un laboratorio especializado (aunque también tiene sus detractores). No obstante, también puede suministrar una orientación bastante aproximada el realizar un test de sintomatología del paciente. A continuación propongo un test sencillo de uso práctico, confeccionado en base a las experiencias del Dr. S. Gyland que estudió cientos de pacientes con bajo contenido de azúcar en sangre, confeccionando después una lista de la frecuencia de los síntomas. Nerviosismo: 94% Agotamiento: 87% Irritabilidad: 89% Debilidad, temblor, sudoración fría, rubor: 86% Depresión: 77% Somnolencia: 72% Perturbaciones digestivas: 69% Insomnio: 62% Confusión mental: 57% Palpitaciones y pulso rápido: 54% Pérdida de sensibilidad: 51 % Vértigo, mareo: 73% Dolores de cabeza: 71 % Olvido: 67% Preocupación y ansiedad: 62% Temblor interno: 57% Dolores musculares: 53% Indecisión: 50% Entre otros síntomas que aparecían en menos del 50% de sus pacientes se encontraban los siguientes: Comportamiento insociable, ataques de llanto, falta de impulso sexual, falta de concentración, visión borrosa, picazón y sensaciones de hormigueo en la piel, sofocos, suspiros y bostezos, terrores nocturnos y pesadillas, fobias, temores, intentos suicidas, convulsiones. Para poder establecer un diagnóstico no es necesario que se den todos estos síntomas, pero desde luego deberían poder detectarse algunos de los más significativos. En la mayoría de los casos también aparece un historial de afán por comer azúcar, glúcidos o alcohol. RECOMENDACIONES NUTRICIONALES Vitaminas del grupo B Cada vitamina B ejerce su propio efecto en el organismo. Muchas de ellas actúan sobre el sistema nervioso y sobre las glándulas suprarrenales. Dada su acción como protectoras del sistema nervioso y en bastantes ocasiones su efecto relajante, son de gran utilidad para atenuar síntomas como la ansiedad, la irritabilidad, la tensión y el insomnio, que normalmente acompañan a la depresión. Tiamina (B1) Una deficiencia en Tiamina produce acidosis metabólica y altera la bioquímica cerebral. Pacientes psiquiátricos recién ingresados presentaban bajos niveles de esta vitamina. Niacina (B3) La Niacina parece estimular la producción de triptófano, fundamental en el metabolismo de la serotonina. Su deficiencia produce un descenso importante en el metabolismo energético del cerebro (ver capítulo anterior). Acido Pantoténico (B5) Se le ha llamado la ―vitamina antiestres‖. Son muchos los cometidos que cumple en el organismo, pero en lo relacionado con la depresión, es su efecto sobre las glándulas suprarrenales lo más destacable, colaborando en la producción de hormonas. Es de gran valor para reducir el riesgo de agotamiento suprarrenal derivado del stress nervioso. Piridoxina (B6) Es una coenzima muy importante para la síntesis de todos los neurotransmisores. Se ha observado que los niveles de B6 son especialmente bajos en mujeres deprimidas que tomaban anticonceptivos orales. Mejora el metabolismo del Triptófano y estimula la producción de hormonas suprarrenales. Acido Fólico (B9) Ciertas investigaciones han demostrado que hasta un 30% de pacientes psiquiátricos tenían una deficiencia en Acido fólico. Influye en el metabolismo de la Metionina y de los neurotransmisores, especialmente de la serotonina. VITAMINA C De todos es sabido el efecto de la vitamina C sobre el Sistema Inmunológico, acelerando la producción de interferón, y la actividad de los leucocitos y de los anticuerpos, así como sus propiedades antioxidantes, cardioprotectoras, etc. Sin embargo, no debemos olvidar, como ya expliqué en el capítulo 2, que cuando la Medicina Ortomolecular estaba en ―pañales‖, en la década de los 50, los doctores Abram Hoffer y Humperey Osmond utilizaban la vitamina C, junto con Niacina (B3), la Piridoxina (B6), el Magnesio y el Zinc, para tratar enfermedades mentales, incluida la Esquizofrenia. Fue precisamente citando al Dr. Hoffer, en el artículo Psiquiatría Ortomolecular que el afamado Dr. Linus Paulling, acuñó el término Ortomolecular. La vitamina C se encuentra en grandes cantidades en las glándulas suprarrenales y parece ser aconsejable en los casos de depresión, tanto por su acción global sobre el organismo, especialmente estimulando las acciones de defensa, comúnmente comprometidas en los individuos deprimidos, como por su acción estimuladora de hormonas suprarrenales. Acidos Grasos Omega 3 Los investigadores J.R. Hibbeln y N. Salem, en su libro ―Acidos Grasos Poliinsaturados en la dieta para la depresión‖, razonan sobre la conveniencia de utilizar Acidos Grasos Omega-3, en estos casos, por la función que desempeñan en la composición de las membranas celulares. Una interferencia en la estructura o función membranaria interfiere en la capacidad de la célula para controlar su medio interno. El estado óptimo de las membranas celulares del cerebro, incluyendo su fluidez, es vital para la síntesis de los neurotransmisores, para las transmisiones de señales y para la actividad de la monoamina oxidasa, enzima que degrada la serotonina. El Calcio y el Magnesio Además de ser fundamentales en el buen estado de los huesos, el Calcio y el Magnesio se combinan en su acción sobre el Sistema Nervioso. El Magnesio relaja las células nerviosas y el calcio las estimula. Se ha comprobado que un buen equilibrio entre ambos minerales puede contribuir notablemente en las respuestas nerviosas de nuestro organismo, tal como promueven el equilibrio en la acción de relajación y contracción muscular. El Magnesio contribuye sustancialmente en la reducción de la ansiedad, los espasmos nerviosos y musculares. Está directamente relacionado con la elaboración y actividad de las hormonas suprarrenales, luchando eficazmente contra el stress y los estados de hiperexcitabilidad nerviosa. El Zinc Al igual que el Magnesio, el Zinc forma parte de más de 300 funciones enzimáticas de nuestro organismo y también, junto con el Magnesio y el cobre, forma parte de la SOD (Superóxido Dismutasa), importante enzima eliminadora de radicales libres. Una carencia de Zinc puede provocar irritabilidad, depresión, impotencia y baja inmunidad. Es recomendable incluirlo en los tratamientos para la depresión, tanto por su acción global en infinidad de procesos metabólicos, como por su acción específica en la producción de hormonas suprarrenales y su efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario (protector del timo, estimulador de linfocitos T y anticuerpos) que como comenté anteriormente se encuentra deprimido en individuos con estas características. Triptófano, Fenilalanina y Tirosina Como comenté anteriormente, estos aminoácidos son precursores de monoaminas. El triptófano actúa como precursor de la serotonina y la melatonina, mientras que la fenilalanina y la tirosina son precursores de la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina. La razón de que se utilice el triptófano para la depresión es que existe una deficiencia de serotonina en el cerebro de los sujetos deprimidos, de hecho, la síntesis de serotonina en el sistema nervioso central es directamente proporcional a los niveles sanguíneos de triptófano. El triptófano utilizado por sí solo como terapia para la depresión, no parece dar los mismos resultados que combinado con otros nutrientes fundamentales como los indicados anteriormente. La Fenilalanina puede trasformarse en feniletilamina (FEA), compuesto que tiene propiedades estimulante similares a las anfetaminas (sin sus efectos nefastos) por lo que se ha sugerido, y muchos terapéutas así lo creemos, se comporta como una sustancia estimuladora y antidepresiva. La Tirosina también aumenta los niveles de FEA y se ha observado niveles sanguíneos bajos de tirosina en algunas personas deprimidas. La combinación de Fenilalanina y Tirosina en el tratamiento de sujetos con depresión está resultando ser una ―herramienta‖ de gran utilidad. Nota: Tal como comenté en el capítulo anterior, al indicar las recomendaciones ortomoleculares para la Ansiedad, al usar estos aminoácidos hay que tener en cuenta que la L-fenilalanina está contraindicada en el embarazo y en las personas que sufren de PKU (fenilcetonuria). Si se es hipertenso deberá tomarla después de las comidas porque puede elevar la presión arterial. Seguimiento profesional. En cualquier caso debe ser un profesional de la salud cualificado el que proponga las recomendaciones individuales. Oligoelementos Una combinación de oligoelementos bien pensada puede ser de gran utilidad para mejorar cientos de procesos metabólicos, incluidos aquellos directamente relacionados con el Sistema Nervioso. Por ejemplo, Magnesio (influjos nerviosos), Litio (regulación de la membrana neuronal), Cobalto (Simpaticolitico), Fósforo (actividad cerebral), Zinc (regulación hipófisis-suprarrenal-gónadas), etc., etc. El tomar estos oligoelementos en forma de iones metálicos tiene ciertas ventajas sobre el método tradicional de sales en gluconatos, tanto por su asimilación, mucho más rápida, como por la posibilidad de suministrar todos estos Oligoelementos y más, en un solo preparado, consiguiendo mayor eficacia y comodidad. La Teoría del Dr. Seignalet sobre la Depresión Nerviosa. Dada la solvencia profesional y el crédito que me merece este magnífico investigador, no podía pasar por alto su punto de vista sobre el origen de la depresión endógena, es decir, aquella que no depende de factores o circunstancias externas. En realidad como explicaré a continuación su teoría sobre la depresión encaja perfectamente en el plano de quienes relacionamos su etiología con factores dietéticos o nutricionales y de intoxicación. Veamos... Seignalet considera que, si bien los genes de susceptibilidad pueden desempeñar un papel en la etiología de la depresión, este factor se ha sobreestimado. Reconoce que aunque la personalidad del individuo es esencialmente genética y esto puede condicionar su respuesta ante ciertas circunstancias, los factores ambientales resultan determinantes en la depresión endógena. Postula que los factores ambientales que desencadenan el proceso son residuos de origen alimentario que ―ensucian‖ o intoxican las células cerebrales produciendo alteraciones neuronales y como consecuencia depresión. Nos recuerda que ya Burguer (1988) afirmó que el trigo era una de las causas principales de la depresión y el concuerda con esa afirmación. Además, Drevets (1998) estudió el cerebro de pacientes que padecían depresión nerviosa grave, con los métodos científicos actuales (termografía por emisión de positrones y resonancia magnética funcional) y no detecto lesiones en las estructuras cerebrales, pero señaló trastornos metabólicos más o menos acusados según las células. En síntesis, Seignalet atribuye la depresión nerviosa endógena a un ensuciamiento de las neuronas, y tal vez otras células cerebrales, por moléculas bacterianas y/o alimentarias, procedentes de un intestino delgado muy permeable (Seignalet 1999) Para algunos esta explicación puede parecer simplista, para mi no lo es por tres razones: 1º. Es planteada con detalle en su obra ―La Alimentación la Tercera Medicina‖ dentro de una Teoría plausible del origen de muchas enfermedades, que para la medicina oficial permanecen en el misterio. El Dr. Seignalet es considerado autor de referencia en todo el mundo. Dado el éxito de aplicar su teoría en otros campos (Poliartritis reumatoide, Esclerosis Múltiple, Asma, Bronquitis, Colopatías, etc) merece la pena valorar su aportación al campo de la depresión. 2º. Aunque su especialidad no era la salud mental, su método de trabajo fue aplicado a 16 pacientes afectados de depresión nerviosa (Seignalet 1999, 2004) que oscilaban entre moderada (2), mediana (9), severa (4) y muy severa (1), con los siguientes resultados, perfectamente documentados: 12 éxitos completos, 3 mejorías de alrededor de un 75% y 1 fracaso. Se pueden leer algunas de estas experiencias relatadas detalladamente en su obra, antes mencionadas. 3º. Mi propia experiencia con más de una centena de pacientes afectados de depresión me indica que, si no coincidente al cien por cien con la teoría de Seignalet, si lo estoy en el papel vital que desempeña la alimentación y la intoxicación en la etiología de la depresión. Coincido en el rol que tanto Seignalet como Burguer atribuyen al trigo, aunque he comprobado que algunos pacientes lo toleran mejor que otros. Pero presumo que es mejor evitarlo inicialmente, en estos casos. Por otro lado, considero que existe un factor hepático importante que Seignalet obvia, aunque lógicamente las recomendaciones higiénico-dietéticas para el intestino repercuten positivamente en el hígado. Este factor está vinculado a la capacidad del hígado para neutralizar y eliminar ciertas sustancias xenobióticas con las que estamos en constante contacto, por el aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que tomamos. Considero que un importante grupo de pacientes aquejados de depresión nerviosa y también de TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizado) presentan, bien de manera constitucional, o bien como consecuencia de un proceso traumático vivido, una deficiencia en la actividad de Citocromo P450 y la conjugación de Fase 2 a nivel Hepático, protagonistas indiscutibles de la neutralización y eliminación de las sustancias antes descritas. Me parece interesante también la experiencia que señala en su libro, con la que coincido totalmente, en cuanto a la relación entre adelgazamiento y depresión, como demostración de un proceso de curación, en ocasiones desesperante, pero necesario. Me explico... Es habitual que pacientes sometidos a una dieta adelgazante presenten depresión tras la pérdida de varios kilos. Esto puede ser debido a que la dieta era draconiana y carente de proteína de calidad, es decir, con un mal aporte de aminoácidos vitales para la neurotransmisión, también por recomendar excesiva proteína animal (muy típico en las dietas de algunos endocrinos) y como consecuencia provocar acidosis metabólica, o simplemente por que hizo ―la dieta de la sandía‖ (por decir algo) versus de ―cutredietas‖ que se fomentan en seudorevistas de ―variedades‖. Pero la razón que a nosotros nos importa es otra, que también puede ir asociada a las anteriores: aun la mejor dieta, puesta por un profesional cualificado, implica pérdida de componente graso. Esto es deseable, pero va asociado a la ―puesta en marcha‖ de muchos tóxicos lípóferos, xenobióticos presentes en los adipositos y/o residuos péptidicos que atravesaron la barrera intestinal y también se acumularon en el componente graso, por no poder ser eliminados totalmente por los emuntorios. El tóxico lipófero (metales pesados, productos químicos, fármacos, etc) o los péptidos, por ejemplo, derivados del trigo, que estaban acumulados en los adipositos vuelve a pasar a la sangre, con el adelgazamiento, y llegan al sistema nervioso. Cuando el paciente comienza una alimentación libre de grasas saturadas, azúcares refinados, harinas de mala calidad y calorías en exceso, generalmente adelgaza, para bien, pero aunque los emuntorios eliminan una cantidad importante de las sustancias descritas que estaban acumuladas en los adipositos, en ocasiones no en el grado suficiente y como consecuencia pueden dirigirse hacia el Sistema Nervioso y provocar alteraciones psíquicas. Cuando se estabiliza la pérdida de peso, el cerebro puede ir eliminando estos tóxicos y como no recibe más del tejido adiposo, se encuentra en el camino de la curación, evidentemente si evita al máximo ―las fuentes‖ de los diferentes tóxicos. Esta es la razón de porque se producen ―crisis curativas‖ o agravamiento inicial de síntomas, cuando se comienza un tratamiento dietético-higienista. Es un precio a pagar, generalmente no largo, pero que debe ser comprendido e integrado por quien realiza un tratamiento de detoxificación y/o corrección alimentaria. Nuevamente, en este sentido le concedo un rol primordial al hígado y sus vías de detoxificación, mayor que el que le concede el profesor Seignalet, aunque la esencia del mensaje es la misma. EN CONCLUSION Descartar posibles causas orgánicas (patologías preexistentes) o tratarlas antes de comenzar con el tratamiento específico de la depresión. Considerar la posible influencia de ciertos fármacos (comentados anteriormente), así como la intoxicación por metales pesados (plomo, mercurio, cadmio, arsénico, níquel y aluminio) u otras sustancias tóxicas (xenobióticos) y el paso de macromoléculas de origen bacteriano y/o alimentario a través del intestino, como una razón válida para en una primera fase (uno o dos meses) efectuar una Detoxificación Celular. Recomendaciones Ortomoleculares Individuales, teniendo en cuenta lo indicado anteriormente. Reeducar al paciente en dirección a un estilo de vida sano, evitando la cafeína, el tabaco, el alcohol, las grasas saturadas, el azúcar refinado y sus derivados, reduciendo el consumo de productos cárnicos o muy procesados y aumentando la ingesta de verduras, frutas frescas y cereales completos. Incluyendo el ejercicio físico dentro de su rutina diaria (ver capítulo 14). Psicoterapia humanista o PNL (ver capítulos específicos) Psiquiatría farmacológica (solo en caso necesario) y bajo la supervisión especializada. Otras reflexiones de interés: Aunque se trata de conceptos fundamentales creo que conviene recordarles a los afectados que: 1. No bases tu autoestima en el amor (que recibas), el dinero, tu posición social, el poder u otros logros materiales. Si confías en estas cosas y te fallan o te hacen faltan, el resultado puede ser abrumador. 2. Fíjate expectativas prácticas. Ten como meta el hacer lo mejor que puedas, pero no exijas de ti mismo la perfección. 3. Reconoce los síntomas iniciales (la ansiedad, el pánico, el no poder concentrarse). Revisa tu horario cotidiano para ver si es razonable. Si no lo es, haz ajustes en tu horario. Aprende a decir ―No‖ cuando sea necesario. Por otro lado, Armand DiMele del Centro DiMele de Psicoterapia comentó: ―Si solo se pudiera lograr que las personas que padecen de depresión hicieran ejercicios, tres cuartas partes de ellas hallarían que su estado de ánimo mejoraría.‖ Otros expertos concuerdan en que esto es cierto en el caso de personas que se sienten ―melancólicas‖ pero que no aplica a casos de depresión grave. Otros factores vitales son el descansar y dormir lo suficiente. El desahogarse con un amigo íntimo ayuda mucho. Pero, se tiene que ejercer cuidado con quién uno se asocia... ya sea en persona o por medio de la televisión y el cine. Es necesario evitar, como la peste, a personas quejumbrosas de espíritu pesimista. Aunque a menudo se puede conseguir ayuda mediante tratamiento profesional, por lo general la solución no viene ―de golpe.‖ Es imprescindible que la persona deprimida dedique tiempo a hacer un examen honrado de sí misma. Una paciente de 35 años de edad descubrió con el tiempo que para hallar alivio duradero tenía que hacer varios ajustes, además de aquellos relacionados con sus hábitos de comer. Ella misma reconoció que ―los medicamentos no resuelven todos los problemas. Uno tiene que reconocer sus temores y angustias y enfrentarse a éstos y cambiar el modo de pensar.‖ Sí, todo método terapéutico tiene sus límites. Ninguno de ellos por sí mismo puede hacer del afectado una persona nueva. La corrección alimentaria, las vitaminas y otras terapias pueden nivelar la disposición de ánimo, pero no pueden poner en orden, por ejemplo, la vida familiar. ―Si uno exige una realización ‗perfecta‘ en su lugar de empleo, amigos ‗ajustados precisamente al modelo,‘ muchas posesiones materiales costosas,‖ advierte el especialista DiMele, ―puede que esté preparando el camino para períodos de depresión durante toda la vida‖. Además, tal como expliqué al hablar de la Ansiedad y la Angustia, cuando uno se enfrenta a la depresión debe aprender a sacarle partido. Ya sé que suena extraña esta afirmación, pero casi de cualquier experiencia de la vida se pueden extraer lecciones de provecho, hasta de las tristes. Quizás el que experimentó la depresión se convierta en una persona más tolerante, más comprensiva con los demás. Es probable que comience a valorar las cosas realmente importantes de la vida. Si antes forjó su satisfacción personal en los logros profesionales o materiales, es probable que ahora disfrute de algo tan sencillo como tener un buen amigo que demostró ser ―como un diamante‖ al darle apoyo en los momentos difíciles. Puede que se abra una nueva perspectiva de vida, con una auténtica tranquilidad emocional... Otro punto de vista sobre la aflicción Cuando abordé el modelo de pérdida, dentro de las causas psicológicas, presenté una tabla de circunstancias de la vida que generan aflicción a gran escala o en pequeña escala. Lo cierto es que la aflicción por una pérdida es una experiencia universal, y sus características son las mismas ya se trate de la pérdida de un animal doméstico, de un empleo, de una relación, de un cónyuge o de un hijo; es la intensidad lo que varía. Cada pérdida se une a todas las pérdidas que experimentamos y cada muerte nos recuerda nuestra propia muerte. No obstante, aunque las manifestaciones de aflicción pueden variar enormemente de una persona a otra, el lamento y el lloro por una pérdida significativa (para uno) es un trabajo necesario, y la aflicción, en si misma, un proceso para llegar a aceptar la pérdida y alcanzar un nuevo equilibrio emocional ante otras circunstancias. No es de extrañar, que para algunos especialistas de la psique, la aflicción sea vista como una variedad de curación. Como todo proceso curativo la mejoría ante una pérdida presenta una secuencia de acontecimientos, aunque estos pueden traslaparse y variar en duración: - Fase de Conmoción y negación (―¡No puede ser!‖). La negación podemos interpretarla como un auténtico anestésico natural, y aunque tiene mala prensa (y lógicamente si persiste no es sana), puede ser muy útil como mecanismo temporal, para permitir la funcionalidad cuando el impacto total pudiera ser aniquilador. - Fase de Rabia o furia (seguida o alternada a la Conmoción: ―¿Cómo es posible que me ocurra esto a mí?‖). Guarda ciertas similitudes con la reacción inflamatoria que sigue al dolor inicial y hemorragia de una herida. En esta fase aguda se presentan síntomas variados: pérdida de memoria, cansancio extremo, ataques de llanto repentinos, trastornos del apetito, disminuye la capacidad laboral, resentimiento irracional para con algún familiar, etc. - Fase de Fantasía ilusoria (―¡Ay, si yo hubiera sido mejor madre –padre, marido, esposa, hijo, persona- esto no habría sucedido!‖). - Fase de Depresión (―No puedo seguir así‖). Si se sufre la pérdida con sentimientos de desesperanza o culpabilidad que se cronifican, la depresión se instala. Si la desesperanza va dejando paso a la tristeza y la melancolía, con recuerdos gratos de la persona perdida y una integración de lo sucedido, se está en camino de salir de la depresión. Desde esta perspectiva podemos interpretar la depresión como una fase progresiva del proceso de la aflicción, ya que supone la aceptación inconsciente de la pérdida. Cuando esta aceptación se hace consciente, acaba por desaparecer la aflicción, se asimila la pérdida, y es posible lograr la tranquilidad emocional. Aunque hay que reconocer que en muchos casos la pérdida puede ser de tal envergadura que deje un vació interior que solo las convicciones espirituales puedan sosegar. Algunos consejos prácticos frente a la aflicción por una pérdida Confiar en los amigos. En esos momentos es necesario dejarse ayudar por los amigos y familiares que se ofrecen para dar ayuda práctica. Es, además, una manera de permitirles mostrar su pesar e interés personal. Cuidar la salud. Dado el desgaste físico (bioquímico) adicional que supone la aflicción es necesario no descuidar la alimentación, descansar lo suficiente y salir a caminar con alguien de confianza. Aplazar las decisiones importantes. Es preferible no precipitarse a tomar decisiones drásticas (casa, trabajo, cambio de domicilio, etc) hasta que se pueda pensar con mayor claridad y cordura. Ser paciente con uno mismo. La aflicción puede durar más de lo que nos podemos imaginar. Los recuerdos y situaciones pueden hacer emerger nuevos sentimientos de tristeza. No hay que juzgarse duramente a uno mismo si se tarda algún tiempo en recuperar la normalidad. Volver a la actividad cotidiana. Aunque requiera esfuerzo, en la medida posible, es mejor tratar de trabajar o realizar las tareas que eran comunes anteriormente. No pensar que por sentir menos dolor se quiere menos a quien se perdió. En ningún caso la mitigación del dolor es señal de menos amor por la persona perdida, es simplemente un proceso natural, como antes expliqué, que dará paso a recuerdos valiosos y a algo de melancolía. Es mejor abstenerse de medicamentos y otras sustancias adictivas. Algunos medicamentos e incluso el alcohol pudieran producir cierto alivio temporal, pero no solucionan nada y pueden retrasar el proceso normal de mejoría. Me llamó la atención el comentario de un especialista cuando escribió: ―La tragedia tiene que soportarse, sufrirse y finalmente asimilarse; pero si esto se retrasa indebidamente insensibilizando a la persona con drogas, el proceso se puede prolongar o distorsionar‖. Dar a otros: “una terapia extraordinaria” Para ilustrar la afirmación de este subtema quiero contar una pequeña historia que entraña una lección de gran calado: ―Dos hombres, ambos muy enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno se le permitía sentarse, durante una hora, en su cama, que daba a la única ventana de la habitación. El otro tenía que estar todo el tiempo boca arriba. Los dos charlaban durante horas. Cada tarde, el hombre de la cama junto a la ventana pasaba el tiempo describiendo a su vecino todas las cosas que podía ver por ella. Su compañero empezó a desear que llegaran esas horas en que su mundo se ensanchaba y cobraba vida con el mundo exterior. La ventana daba a un parque con un precioso lago. Patos y cisnes jugaban en el agua, mientras los niños lo hacían con sus cometas. Grandes árboles adornaban el paisaje, y se podía ver en la distancia un bella vista de la ciudad. El hombre de la ventana describía todo esto con un detalle exquisito. El otro cerraba los ojos e imaginaba la idílica escena con su mente. Un día, el hombre de la ventana murió mientras dormía. Y el otro fue trasladado a la cama junto a la ventana. Lentamente se irguió sobre el codo para lanzar su primera mirada al mundo exterior: por fin podría verlo por el mismo. Se esforzó para girarse despacio... y se encontró con una pared. Preguntó a la enfermera que podría haber motivado a su compañero muerto para describir cosas tan maravillosas. La enfermera le dijo que el hombre era ciego y que no habría podido ver ni la pared, y le indico: ‗Quizás sólo quería animarle a usted‘.‖ ¿Qué lecciones se desprenden de esta fábula?... - Aun en medio de la desgracia es posible compartir con otros pensamientos positivos. Eso nos puede enriquecer como personas y hacer más felices a los que son blanco de nuestra atención y cariño. - Mientras que muchos acaudalados y egotistas mueren en la más absoluta desesperanza y olvido, las personas que dan de si a otros nunca son olvidados y siembran esperanza y felicidad en el corazón de estos. - Debemos aprovechar el presente para enriquecernos espiritualmente como personas. El pasado solo sirve si sembramos lo bueno, los errores no deben ser recordados, hay que edificar sobre el presente día a día, disfrutando de cada placer minúsculo que nos ofrece la vida sin cobrarnos nada a cambio. Gustar, sentir, tocar, oler, son grandes inhibidores de la angustia. Por poca huella que deje en la consciencia, lo real puede volverse intenso y relajante, pues alimenta nuestra existencia. Para disfrutar de estos placeres no es necesario imbuirse de la vorágine de ambición de nuestra sociedad. Apreciado lector, a estas alturas del libro, es probable que te sorprenda mi interés por enlazar factores aparentemente tan dispares como la bioquímica cerebral, la biología nutricional, el ejercicio físico, la psicología y hasta los factores espirituales, con un mismo objetivo. Pero aunque reconozco que es tarea ardua y sospecho que en muchos casos será incomprendida, solo actúo en consecuencia con mi visión de la salud, una visión global, humana y holística, donde como ya expliqué al inicio de esta obra, no se puede, o al menos no se debe, separar mente, cuerpo y espíritu.