de destino académica que le hace perder los papeles y lo alegorías

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académica que le hace perder los papeles y lo
convierte en un ser ridículo y hundido en la
precariedad. Este Droceso es exDlicado en El
de destino
JAVIER
E
CALVO
1escritor Javier Cercas es de esosnovelistas que no pueden evitar la tentación
de incluir la explicación teórica de sus
libros dentro de los mismos. En El vientre de la ballena (Tusquets, 1997), su
novela más ambiciosa hasta el momento, fue
más lejos todavía y ofreció un abultado
programa teórico de su proyecto literario.
Mediante un guiño autorreflexivo, el autor
remitía su narrativa a la tradición fmisecular
de novelas protagonizadas por intelectuales
abúlicos e indecisos, aquejados del llamado
mal du siecle. Esta adscripción no solamente
conviene a El vientre de la ballena, sino
también a El inquilino, novela corta de 1989
que se reedita despuésde una década.
El protagonista de El inquilino es uno de
esos intelectuales apáticos, que a raiz de un
accidente absurdo se interna en una pesadilla
~
atrapado en una
novela, .un
gIro
argumental inesperado y coloca toda la
trama dentro de un paréntesis de indefinición
ontológica: la desgracia del protagonista
queda situada en un ámbito incierto, a
medias entre la alucinación y la intrusión de
lo sobrenatural.
La censura más inclemente de este desplazamiento final la llevó a cabo el propio
Cercas en su segunda novela al comparar
implícitamente El inquilino con La mujer del
cuadro, de Fritz Lang, que "cuenta una pesadilla atroz pero al fmal resulta que esa pesadilla es sólo un sueño". La califico de inclemente no sólo porque la tradición de relatos que
socavan su propia veracidad ontológica ha
dado libros notables (como El tercer policía,
de Flann O'Brien), sino porque el giro final
de El inquilino no es ningún truco arbitrario.
Para empezar, desactiva el pathos trágico del
libro y lo reubica en un contexto de sátira
universitaria que Cercas domina a la perfección. y sobre todo, toma una tradición de
alegorías modernistas, desde William Wilson
hasta El proceso, y la somete a una reformulación irónica que en otras latitudes no se
escaparía de ser etiquetada como posmoderna.
Puede costar un poco creer que dos libros
tan dispares como El inquilino y la colección
de crónicas periodísticas Relatos reales
puedan integrarse en una misma a:rgumentación. Sin embargo, Relatos reales guarda
una coherencia sorprendente con la obra
narrativa de Cercas. Si excluimos los artículos que son reseñas de eventos culturales,
nos queda una serie de peripecias protagonizadas por un narrador cómico, que "recuerda al Jaimito de los chistes" y al "profesor
chiflado que encarnó para siempre Jerry
Lewis", Por su condición de cronista de la
realidad inmediata, este narrador habita el
presente amorfo de los personajes de carácter y, como los demás protagonistas de
Cercas, padece extraños episodiospesadillescos originados en detalles nimios de la
vida cotidiana. La recopilación de estas
divertidas crónicas y la reedición de El inquilino dan una visión de conjunto de este escritor atrevido y original, cuyas historias de
profesores torpes, desganados y neuróticos,
ya sean reales o ficticias, se caracterizan por
una personal combinación de sátira del
mundo cultural, reflexión metaliteraria y
mal du sie¿.leburlón.
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