DISOLUCIÓN DE MATRIMONIOS MIXTOS CON HIJOS MENORES EN ESPAÑA. ANÁLISIS COMPARADO 2007-2011 Juan Antonio Domínguez-Álvarez(*) Octavio Vázquez-Aguado (**) Pablo Álvarez-Pérez (**) Nidia Gloria Mora-Quiñones (**) Manuela A. Fernández-Borrero (**) (*)Instituto de Estudios Sociales Avanzados/Consejo Superior de Investigaciones Científicas IESA-CSIC. C/ Campo Santo de los Mártires, 7 14004 Córdoba. E-mail: [email protected] (**) Universidad de Huelva, Departamento de Sociología y Trabajo Social, Facultad de Trabajo Social. Campus de El Carmen, Avda. 3 de marzo s/n, 21071 Huelva. E-mail de contacto: [email protected] RESUMEN El objetivo de ésta comunicación es mostrar una explotación estadística sobre las características de las disoluciones matrimoniales donde un cónyuge es español y el otro extranjero, y las diferencias apreciadas frente a las disoluciones de matrimoniales donde ambos cónyuges son españoles. Este fenómeno tiene lugar en un contexto de fuerte crecimiento de los matrimonios mixtos en España que está contribuyendo de manera decisiva a la diversidad familiar en nuestro país. Más allá de la relevancia estadística, es importante tratar esta realidad por sus repercusiones sociales y jurídicas, máxime cuando en los matrimonios disueltos existen hijos menores de edad. El análisis se basa en la explotación del fichero de microdatos de la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2007 a 2011. Es a partir del año 2007 cuando ésta estadística empieza a recoger la variable “nacionalidad” de los cónyuges. La explotación estadística muestra que existen diferencias en cuestiones clave como el tiempo en resolver la disolución, los tipos de sentencia (favorables o desfavorables), la duración del matrimonio, custodia de hijos, nacionalidad del cónyuge y entre las distintas comunidades autónomas. Palabras clave: Divorcios Binacionales; Matrimonios Mixtos; Pareja Extranjera; Etnicidad. 1 Introducción Según la Estadística del Padrón Continuo del Instituto Nacional de Estadística (INE, en adelante, España a 1 de enero del año 2012 estaban empadronados en España 5.736.258 extranjeros, representando un 12% de la población. Una de las consecuencias más visibles de esta presencia es la creciente formación de matrimonios y parejas mixtas (Santacreu y Francés, 2008). Esteve y Cortina (2009), según cifras del Movimiento Natural de Población, ponen de manifiesto que si en 1996 sólo el 4,7% del total de los matrimonios celebrados en España tenían un cónyuge extranjero, en 2007, ese porcentaje se elevó hasta el 17,42%. En el primer semestre del año 2012, los matrimonios mixtos ya representaban el 16% de las nuevas familias españolas. Estos datos nos revelan que la nupcialidad en nuestro país no puede entenderse sin la aportación de los extranjeros. Avalado por este desarrollo el INE ha acuñado el término mixtos para referirse a los matrimonios entre español y extranjero, con tal relevancia, que es una categoría propia en los datos de 2012 como puede comprobarse en los datos del Movimiento Natural de Población. Pero este fenómeno vinculado a la inmigración no sólo tienen una dimensión demográfica sino que debe ser entendido también, como señala Steingress (2012: 14), a la luz de los cambios estructurales en la familia como institución social nuclear en el sentido que las familias mixtas contribuyen a ofrecer nuevas formas familiares de acuerdo al entorno laboral, social y cultural actual. Recordemos, asimismo que en este primer semestre de 2012, el 9,8% de los niños nacidos en España uno de sus progenitores era español y el otro extranjero. Ahora bien, ¿qué es un matrimonio o una pareja mixta? Si tomamos como referente el origen nacional de las personas que la componen, un matrimonio o pareja mixta sería aquél conformado por dos personas cuya nacionalidad de origen es diferente. Señalamos de origen puesto que la nacionalidad se puede cambiar bien por cuestiones políticas (alteración de fronteras) o bien por adquisición de la misma, entre otras vías, a través del matrimonio. Y el carácter mixto de una pareja o matrimonio se puede establecer, asimismo, a partir de otros criterios ajenos a la nacionalidad: religión, grupo étnico, idioma (Albert y Masanet, 2008). También se han denominado binacionales (Rodríguez, 2004) atendiendo a la diferencia de origen nacional de sus componentes (Rodríguez Naranjo, 2006). No obstante, hay autores que cuestionan esta construcción de la pareja mixta a partir de la nacionalidad puesto que sirven para una definición empírica pero no para una construcción que vaya más allá de la diferencia. Es decir, que podemos encontrar parejas y matrimonios con orígenes nacionales diferentes pero con una misma identidad cultural por formación, empleo, experiencia que, sin embargo, deben negociar diferencias culturales atravesadas por el género, la socialización… (Rodríguez Naranjo, 2009; Collet, 2012; Santelli y Collet, 2012). Estos autores oponen el concepto de “mestizaje” (mixedness, mixité) al de mixto. 2 Estos matrimonios y parejas conforman en un espacio de hibridez sociocultural especialmente activo y complejo sujeto a dinámicas que implican procesos de negociación y acomodación de bagajes socioculturales diversos (Rodríguez, 2004: 114). Implican una relación íntima, supuestamente a largo plazo, que sirven para analizar cómo se superan los límites impuestos por los grupos de pertenencia y cómo los sujetos que pertenecen a distintos grupos se perciben como iguales (Kalmijn, 1998). De ahí que resulte de interés su estudio e investigación desde diferentes disciplinas (Rodríguez Naranjo, 2006). Se destacan tres elementos condicionantes de la elección de cónyuge: las preferencias de los individuos por ciertas características de su cónyuge, la influencia del grupo social a los que pertenecen los futuros cónyuges y las limitaciones del mercado matrimonial donde se busca al futuro contrayente. Por mercado matrimonial podemos entender la suma de oferta y demanda de personas que buscan y quieren casarse con otra sometido a lo permitido por el ordenamiento legal de un país, a la censura de las instituciones religiosas y a la opinión de la familia de contrayentes. La elección dentro del mismo está condicionada por los recursos socioeconómicos, orientados a proporcionar bienestar económico, y los recursos culturales que indican el grado de similitud que puede haber entre los contrayentes a partir de los valores, los gustos y el conocimiento (Kalmijn, 1998). Este mercado pues impone fronteras al espacio donde puede buscarse esposo o esposa imponiendo oportunidades y restricciones a la hora de buscar pareja (Cortina, Esteve y Domingo, 2008). Cortina y Esteve (2012) señalan que hay características de los individuos (capital humano, años de residencia en el país de emigración, posición social, y dominio de la lengua) que favorecen la formación de parejas y matrimonios mixtos y también factores estructurales influyentes como el tamaño del grupo, la segregación territorial o la relación de masculinidad. Las consecuencias de la formación de los matrimonios y parejas mixtas es doble: una tendencia a disminuir las distinciones culturales que afecta sobre todo a las futuras generaciones y una disminución de las actitudes negativas, los prejuicios y los estereotipos hacia otros grupos, como nos ponen de manifiesto Albert y Masanet (2008). Por lo tanto estas consecuencias además de a los contrayentes se propagan hacia el futuro en caso de haber descendencia. De hecho, Rodríguez (2004b) sostiene claramente que la educación de los hijos de matrimonios y parejas mixtas se convierte en el espacio idóneo donde negociar las estrategias de adaptación, es decir, si los hijos se adscriben o no mayoritariamente a una de la cultura de los padres, o si en el seno familiar se elabora una “síntesis” de ambas que permite enfrentarse a las exigencias del contexto. 3 Pero, para este trabajo, no hemos tomado como objeto de análisis cómo es la construcción de la interculturalidad al interior de este tipo de parejas y matrimonios, o cómo se negocia la identidad en ellas. Hemos pretendido centrarnos en un aspecto todavía más novedoso que la constitución en sí de las parejas con esta característica, y es la disolución de las mismas. Sobre este fenómeno hay literatura en otros países con tradición migratoria pero es muy escasa en España. Creemos, por tanto, que representa una novedad en el abordaje de los matrimonios y parejas mixtas en nuestro país. La disolución de una familia conlleva para quien pasa por este proceso y sus familiares, efectos jurídicos y económicos (Ruiz, 1999:250), así como riesgos en la salud (Sbarra, 2011: 454) y psicosociales (Ruiz, 1999:112), e incluso signos de vulnerabilidad en el ámbito del bienestar general (García, 2011:119). Estos efectos y factores de riesgo se traducen en costes para el Estado en la administración de justicia, en recursos sanitarios, en recursos sociales asociados a posibles efectos, como por ejemplo puede ser el fracaso escolar (Vallejo, 2004:94), o en la relevante disminución en la recaudación tributaria por la desgravación de pensiones: En el año 2010 se abonaron al menos 464,7 millones de euros en pensiones a los cónyuges y 1.288 millones de euros en pensiones alimenticias a los hijos. (Fuente AEAT-Estadística IRPF, casillas 585 y 688) Los efectos de la disolución pueden magnificarse en una familia mixta con menores a cargo, por la posibilidad de que tras la disolución cambien el país de residencia habitual haciendo difícil la custodia compartida y/o un régimen de visitas saludable para el menor y determinando la desconexión, en muchos casos total, de una de las dos redes familiares de dicho menor. De hecho se ha constatado, a partir de las estadísticas1 que elabora Hague Conference on Private International Law (HccH), un incremento notable (un 169% respecto a 1999) en España de peticiones de aplicación del Convenio de la Haya de 25 de octubre de 1980 sobre la Sustracción Internacional de Menores por parte de sus progenitores. Metodología En este trabajo se pone el foco por primera vez en las disoluciones de familias mixtas. Se realiza a través de un análisis descriptivo tras la exploración estadística comparada con las disoluciones que tienen lugar cuando ambos cónyuges son españoles, siendo de este modo una primer soporte cuantitativo del conocimiento de este fenómeno social en el ámbito de las ciencias sociales, jurídicas y económicas en materia de disolución de matrimonios, como fenómeno de 1 http://www.hcch.net/index_es.php?act=conventions.publications&dtid=32&cid=24 Leído el 01/02/2013 4 interés multidisciplinar y autónomo (Alberdi, 1981:191), en un escenario lleno de tópicos (Jaime, 2000:214). Para ello, y en la línea seguida por la investigación cuantitativa sobre familias hispanoextranjeras o mixtas en España, donde juega un papel destacado la producción estadística del INE, vamos a poner el foco en la estadística de disoluciones matrimoniales que a partir del año 2007 empieza a recoger la variable “nacionalidad” de los cónyuges aunque no desvela si la nacionalidad es de nacimiento. Por ello existen matrimonios binacionales que se disuelven como mononacionales. Y aunque no supone un inconveniente para el periodo que analizaremos aquí, lo será en un futuro inmediato, por el fuerte incremento de personas (74.553) que, entre 2004-2011, han obtenido la nacionalidad española por matrimonio (Dato calculado a partir de las estadísticas de la Secretaría General de Inmigración y Emigración.). Centraremos nuestro análisis pues en las disoluciones matrimoniales del periodo 2007-2011, con la pretensión de contribuir al poco desarrollo empírico (Rondón, 2012:147) sobre la gestión de conflictos y disoluciones familiares en un contexto de formación e interacción social de familias mixtas. Hemos realizado un análisis exploratorio al fichero de microdatos de la Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios que elabora el INE a partir de los datos aportados por el Consejo General del Poder Judicial, en adelante INE-NSD, para las sentencias producidas en el periodo 2007-2011. Este fichero, de periodicidad anual, incluye las siguientes variables que observamos en la tabla nº 1: A partir de este conjunto de variables, se han construido las siguientes de manera específica para el análisis que aquí reflejamos: Días entre demanda y sentencia, Disolución hispano- extranjera y grupo geopolítico según nacionalidad de los cónyuges. 5 Para reducir el ruido producido por la heterogeneidad de motivos de constitución y ruptura de matrimonios sin hijos, nuestro marco de análisis se ha centrado en las disoluciones de matrimonios heterosexuales con al menos un menor de edad a cargo y al menos uno de los dos cónyuges con nacionalidad española. Respecto al defecto que tiene el fichero INE-NSD de no incluir el país de nacimiento y/o si la nacionalidad es de origen o no, cabe la posibilidad de que existan matrimonios binacionales que se disuelven mononacionales. Y aunque no supone un inconveniente para el periodo analizado aquí, lo será en un futuro inmediato, por el fuerte incremento de casos. 74.553 personas entre 2004-2011 han obtenido la nacionalidad española por matrimonio (Dato calculado a partir de las estadísticas de la Secretaría General de Inmigración y Emigración.). Resultados Características de los matrimonios que se disuelven Dentro de este apartado vamos abordar, en primer lugar, el número de matrimonios disueltos a partir de las sentencias dictadas entre 2007 y 2011. En segundo lugar, la duración de los mismos y, por último, analizaremos la tasa de ruptura de los matrimonios teniendo en cuenta su distribución por grupos geopolíticos. En el lustro analizado se han registrado un total de 294.419 sentencias de disolución de matrimonios con al menos uno de los cónyuges español y al menos un menor a cargo. Estas disoluciones afectaron a un total de 440.973 menores de edad. De todas ellas, 16.633 (6%) correspondieron a matrimonios mixtos con un total de 23.592 (5,4%) menores. Si atendemos al número y evolución de las disoluciones donde ambos cónyuges son españoles, se observan dos tramos (Gráfico 1). Un primer tramo, 2007-2009, donde se produce una caída brusca del 12% en el número de disoluciones respecto al primer año de referencia y, un segundo tramo, 2010-2011, donde se advierte un incremento suave de las disoluciones. Para entender estos datos, es necesario tener que en cuenta que, entre 1981-2005, se produjo un aumento constante de las disoluciones y, entre 2005 y 2007, un crecimiento intenso (Solsona, 2007:79). El freno a partir de 2007 quizá pueda deberse a la crisis económica actual, que propicia la decisión de los cónyuges de retrasar la separación o divorcio por el quebranto o perjuicio económico que deben asumir. 6 Respecto al número y evolución de las disoluciones hispano-extranjeras se observa un comportamiento distinto al observado para matrimonios entre españoles. Las disoluciones, salvo en el año 2008, no han hecho sino crecer de un año a otro, mostrando una evolución completamente diferente a las disoluciones mononacionales españolas. La duración del matrimonio refleja el tiempo que transcurre entre la fecha de matrimonio y la fecha en la que se solicita la disolución del mismo. Aquí tiene interés incluir las disoluciones de matrimonios sin hijos, para contrastar, como se observa en el gráfico 2, que estos matrimonios duran bastante más que los que tienen uno o más hijos. Ocurre lo contrario en el caso de los matrimonios mixtos: a mayor número de hijos, mayor duración del matrimonio. 7 Vemos por ejemplo que en matrimonios con un hijo/a, mientras que en total, un matrimonio disuelto entre españoles, en el periodo 2007-2011, duró 13,45 años, en un matrimonio disuelto entre español/a y extranjero/a en dicho periodo duró 8,88 años (4,6 años menos). Esta distancia se reduce sólo un poco a partir del segundo hijo. Otra cuestión de interés que nos aporta el gráfico 2, es que la distancia entre la duración media de un matrimonio sin hijos y un matrimonio con uno o más hijos, es mucho menor en matrimonios mixtos que en matrimonios donde ambos cónyuges son españoles, es decir que el tener hijos es un mayor detonante de la disoluciones donde ambos son españoles, reduciéndose drásticamente la duración media del matrimonio, cosa que no sucede en matrimonios mixtos, es más, los hijos podrían ser un elemento de contención, ya que las consecuencias de la separación pueden ser más dramáticas ante la perspectiva o riesgo de no poder ver los hijos en largos periodos. En cuanto a la tasa de ruptura de matrimonios, vamos a considerarla como el coeficiente de las disoluciones agrupadas por año de celebración del matrimonio, entre la totalidad de matrimonios celebrados en dicho año. Así, por ejemplo, en el último lustro 2007-2011, se han producido un total de 10.337 disoluciones de matrimonios donde ambos cónyuges eran españoles con al menos un hijo menor, cuya fecha de celebración fue el año 2003, año en el que se celebraron un total de 186.218 matrimonios de ambos cónyuges españoles. Por lo que se puede afirmar que en el último lustro se han disuelto el 6% de las uniones que se celebraron en el año 2003. O lo que es lo mismo, la probabilidad de que se disolviera un matrimonio entre españoles con al menos un hijo tras ocho años de convivencia, ha sido de un 6% en los últimos 5 años. Si desagregamos esta tasa longitudinalmente, diferenciando entre las dos tipologías que estamos analizando, podemos obtener una curva de probabilidad que va aumentando conforme aumentan los años de matrimonio hasta alcanzar en una cota superior. De éste modo se puede establecer que la duración de entre 0 y 15 años (Gráfico 3) es un periodo donde actualmente la probabilidad de ruptura es significativa, sustentado por el periodo medio de vida del matrimonio, que se observa en el gráfico 2, y por tanto la cota superior se alcanzaría en dicho periodo. Este análisis longitudinal está truncado por la falta de casos, al no tener un rango de años en de disoluciones suficientemente amplio, y por tanto, el rigor del análisis está en la comparación de las dos series, observando la distancia a partir del octavo año, y no del análisis individual. 8 Podemos ver, que el comportamiento sobre la disolución para ambos grupos entre el primer y octavo año de matrimonio es el mismo. Sin embargo a partir del noveno año aumenta la tasa de ruptura en los matrimonios mixtos, situándose en dos puntos superior a la de matrimonios donde ambos cónyuges son españoles. Dicho de otro modo, la probabilidad de ruptura a partir del noveno año en matrimonios mixtos con al menos un hijo es un 2% más que en matrimonios de ambos españoles con al menos un hijo 2. Finalmente, en cuanto a la disolución de matrimonios en función de los grupos geopolíticos de los que proviene el cónyuge de origen extranjero, podemos observar importantes diferencias como se muestran en el gráfico nº 4. 2 Existe un pico en los matrimonios mixtos en el décimo cuarto año de ésta serie, que corresponde con el año 1997, nótese que para plantear alguna hipótesis, lo primero sería buscar algún cambio en el ordenamiento jurídico. En éste caso, en 1997 se crean los primeros registros de parejas de hecho en España, y las primeras leyes europeas sobre la custodia compartida. 9 La mujer española tiene mayores dificultades para abordar una ruptura si su pareja es asiática o africana, superando el 50% de las disoluciones insatisfactorias. Este porcentaje se reduce al 45% entre las mujeres españolas casadas con ciudadanos de Europa del Este. El hombre español supera el 50% de las disoluciones insatisfactorias en los casos de ser su cónyuge de origen africano o de Europa del Este. Si medimos la tasa de disoluciones en hombres o mujeres españoles en cada uno de los grupos, podemos ver que las disoluciones de hombres españoles son mayoritarias para las uniones con iberoamericanas, EU27, Magreb y Europa del Este. Y en el caso de las mujeres españolas son mayoritarias para las uniones con iberoamericanos, comunitarios y africanos. Por último, vemos en el gráfico 5, la tasa de ruptura por grupo geopolítico de modo longitudinal, considerando los matrimonios que se disuelven con al menos un menor en el periodo 2007-2011 y el número de matrimonios binacionales que han tenido a su primogénito/a (evita duplicados por sucesivos hijos) entre 1996 y 2010. 10 La tasa anterior está limitada a los datos disponibles, ya que no disponemos del periodo completo de menores de edad comprendido entre 1992 y 2010, ni de del periodo comprendido entre 2000 3 y 2011 para las disoluciones, pero nos sirve para una primera aproximación de la diferencias existentes entre grupos, donde vemos que la mujer española tiene unas tasas de ruptura mayores en todos los grupos, salvo en las uniones de españoles con ciudadanos del espacio Schengen no comunitarios. Las características y resultados de los procesos judiciales que desembocan en disoluciones matrimoniales Para abordar estas características vamos a explicar, en primer lugar, cuánto duran los procesos judiciales y a instancias de quién se inicia. En segundo lugar, cuáles son los resultados de los mismos. Dentro de este apartado prestaremos especial atención a la pensión compensatoria a favor del cónyuge, la pensión alimentaria a favor de los hijos y, finalmente, la custodia de los hijos. La duración del proceso judicial refleja el tiempo que transcurre entre la fecha de demanda y la fecha en la se produce la sentencia, sobre la que pivota la estadística INE-NSD. Como se observa en el gráfico 6, los matrimonios de cónyuges españoles con al menos un hijo tardan en resolver la disolución 5 meses, mientras que los matrimonios mixtos están tardando entre 6 y 7 meses. La diferencia posiblemente se deba a que los últimos son generalmente procesos más complejos (a veces hacen falta traductores jurados, intervienen documentos emitidos en distintos 3 El gráfico 2 nos aporta que, el periodo medio que ha durado un matrimonio mixto que se disuelve con un hijo menor es de 8 años. 11 países, etc.). La diferencia supone costes económicos y emocionales mayores para las familias hispano-extranjeras implicadas. En la duración de los procesos, puede influir si la demanda es o no amistosa, complejidad jurídica, o la mayor o menor sobrecarga de trabajo en los juzgados. Pero incluso si la demanda es amistosa se puede constatar que para los matrimonios hispano-extranjeros con hijos el proceso de separación o divorcio, se prolonga más en el tiempo, como queda reflejado en la Tabla II. La desviación típica de la duración de los procesos judiciales (Tabla 2) es mayor para matrimonios hispano-extranjeros. Ello probablemente se deba debido a que la combinación de nacionalidades posibles lo hace un grupo más heterogéneo. Una vez tomada la decisión de disolución matrimonial, el primer paso a dar es interponer una demanda de separación o divorcio, que puede ser conjunta o no. Podemos interpretar que, cuando la demanda es conjunta, se parte de un escenario con menor tensión que cuando la demanda es unilateral. Si es cierta esta premisa, el punto de partida más favorable para que la Mediación 12 Familiar tenga éxito, es decir, que se consiga una disolución satisfactoria para todas las partes, en situaciones de separaciones o divorcio, sería entonces partir de una demanda conjunta. No obstante, La demanda de separación puede ser presentada por uno sólo de los cónyuges, con el consentimiento del otro, y en este caso sin ser conjunta es consensuada. De cualquier forma una demanda conjunta no garantiza el éxito de una disolución consensuada. Respecto a quién presenta la demanda (Gráfico 7), la demanda individual la presenta en mayor proporción la mujer, tanto española como extranjera, aunque para cónyuges donde ambos son españoles la demanda conjunta es la que presenta mayor porcentaje, siendo éste un 10% mayor que para matrimonios hispano-extranjeros. Tras la demanda, la resolución judicial conlleva el pronunciamiento y la regulación sobre (a) una pensión compensatoria para el cónyuge, (b) una pensión alimenticia para los hijos y (c) la custodia de los hijos. Veamos las características que presentan estas cuestiones en las disoluciones mixtas. a)Pensión compensatoria a favor del cónyuge. La mujer española casada con una persona extranjera recibe en menor proporción que el resto de mujeres una pensión compensatoria a su favor b) Pensión alimentaria a favor de los hijos4. El hombre español casado con una persona extranjera asume en menor proporción (85%) que el resto de hombres la responsabilidad de una 4 Para algunos aspectos como la pensión de alimentos o custodia de hijos, los datos que se exponen están sesgados debido a las sentencias para las parejas que no están unidas en matrimonio. Al día de hoy existe un gran déficit de estadísticas judiciales en éste conjunto de familias, que hacen inviable su análisis, aun teniendo un peso importante. En 13 pensión alimentaria a favor de sus hijos El motivo podría ser porque obtiene en mayor medida la custodia de los hijos. La madre extranjera duplica, respecto a la madre española, la carga de dicha pensión (Un 9% frente a un 5%). c) Custodia de los hijos. La madre de nacionalidad española casada con una persona extranjera obtiene la custodia de los hijos a cargo del matrimonio en mayor proporción, pero, a su vez, es la que en menor proporción obtiene la custodia de los hijos compartida. Las disoluciones satisfactorias para ambas partes Profundizando en las disoluciones amistosas, partimos de la premisa de que la demanda conjunta ayuda a obtener una disolución con menos tensiones, pero no es una condición sine qua non para alcanzar un resultado del agrado de todas las personas implicadas, ya que muchas demandas unilaterales también llegan a un final consensuado o de mutuo acuerdo. Considerando un éxito llegar a una sentencia consensuada o de mutuo acuerdo, partiendo de una demanda unilateral (Gráfico 8) se puede concluir que cuando ambos cónyuges son españoles, tienen una ligera mayor probabilidad de éxito que cuando se trata de un matrimonio mixto (37% frente a un 33-34%). Distinguiendo por género y nacionalidad del demandante y entre divorcios y separaciones, (Gráfico 9), se puede observar que en todos los casos se opta por el divorcio en mayor medida que la separación, y que esto parece influir en el hecho de que se llegue a una disolución amistosa o no. el año 2010, el 34% de los nacimientos fueron en el seno de parejas no casadas cifra que ascendió al 49% si es un hogar binacional (Microdatos de nacimientos del INE). 14 Centrándonos en la disolución satisfactoria para ambas partes (Gráfico 10), se observan patrones de conducta distintos, donde se pueden destacar los siguientes aspectos para el periodo de referencia analizado 2007-2011: Las tasas de disoluciones satisfactorias son mayores en matrimonios donde ambos cónyuges son españoles. Con una diferencia máxima de 20%, en las separaciones del año 2009, y mínima de 4% en las separaciones del año 2010. En todos los casos las tasas de separaciones de mutuo acuerdo han pasado de ser menores que las de divorcios consensuados, a ser mayores que estos últimos. Los divorcios consensuados han crecido un 5%. Las separaciones de mutuo acuerdo han crecido un 15% en matrimonios donde ambos cónyuges son españoles, y un 19% en los matrimonios mixtos. 15 Si analizamos estas disoluciones a partir de su distribución por Comunidades Autónomas observamos que las comunidades del norte, exceptuando a Galicia, tienen tasas de disoluciones amistosas por encima de la media tanto en parejas hispano-extranjeras como en parejas donde ambos son españoles. Concretamente en Baleares, Cataluña, Navarra, La Rioja, País Vasco, Cantabria, Asturias, superan la media nacional y, en el extremo opuesto, están las comunidades de Andalucía, Canarias, Extremadura, Galicia, Murcia y las dos Castillas, que están por debajo de la media nacional tanto en parejas mixtas como en parejas donde ambos son españoles. Conclusiones Si podemos afirmar que las pautas matrimoniales no se entienden, en la actualidad, en España sin prestar atención a los matrimonios denominados mixtos, también podemos sostener que, en las disoluciones, aunque plantean algunas características propias y específicas, el factor mixto de la pareja va ganando presencia y requerirá, en un futuro, de análisis más pormenorizados, especialmente, en lo que afecta a la custodia de los menores, el régimen de visitas, los derechos de los padres divorciados… Lo que sí nos revelan los datos del movimiento natural de población es el creciente volumen de los matrimonios entre españoles y extranjeros y las crecientes disoluciones de los mismos. Ello se debe, como señala Steingress (2009: 127) a dos dinámicas de cambios que han transformado la realidad española en los últimos años: por un lado, la creciente presencia de extranjeros vinculada al fenómeno de la inmigración laboral que ha sido muy intensiva en los años previos a la crisis económica, y a los cambios en los estilos de vida vinculados a la globalización que repercuten en 16 las formas que adoptan las relaciones familiares así como los motivos y estrategias que conducen a ellas. En relación al número de disoluciones, se producen varias paradojas, a) en los matrimonios mixtos el coste de disolución puede ser mayor en caso de tener los hijos un estatus de doble nacionalidad, con dos referentes familiares uno en cada país que pueden marcar una considerable distancia entre el hijo y uno de sus progenitores, un miedo que supondría un freno a los procesos de disolución. Lo que ocurre, paradójicamente, es justamente lo contrario. b) La segunda paradoja deriva del hecho de que en parejas mixtas la mala situación de la economía general española no solo puede no ser un freno sino convertirse en un acicate. Esto sería especialmente cierto en el caso de que el cónyuge extranjero proceda de un país emergente5 que ofrezca oportunidades laborarles mucho más abundantes y atractivas que las que, en estos momentos de crisis, España puede ofrecer, no existiendo acuerdo en el cambio de residencia. También puede existir una menor tolerancia a periodos de reflexión, o la libre voluntad de las partes. Tras el hecho de que España es un país receptor de inmigración (Malagón y Sarasola 2005:10) y que las interacciones sociales con la población autóctona ha producido un significativo aumento en la formación de familias mixtas, éstas como las autóctonas también pasan por situaciones de conflicto que pueden producir la disolución de la misma. Siendo la duración media de un matrimonio hispano-extranjero que se disuelve menor que la de un matrimonio donde ambos cónyuges son españoles. Dado que las tasas de separación contenciosa y de divorcio no consensuado, son mayores en los matrimonios mixtos con hijos, es plausible suponer que la situación de conflicto es más aguda en éstas, que en los matrimonios netamente autóctonos también en procesos de disolución. Aun siendo una situación de conflicto más aguda, ésta es mas acotada en algunas regiones destacando Baleares y Cataluña, donde las tasas de disoluciones satisfactorias son mayores para todos los tipos de parejas en proceso de disolución. La situación de conflicto se prolonga más en los procesos de disolución hispano-extranjeros, y no sólo en conflictos agudos, como cabría suponer, puesto que las sentencias en disoluciones mixtas consensuadas se demoran más que las sentencias en disoluciones autóctonas consensuadas. 5 Mercados emergentes avanzados de FTSE Group como: Hungría, Polonia, Republica Checa, Rusia, México, Brasil, China, India o Taiwán. 17 Agradecimientos Este trabajo es fruto de la colaboración entre la unidad técnica del Instituto de Estudios Sociales Avanzados IESA-CSIC y el proyecto “La construcción de la interculturalidad en Andalucía. Análisis de las familias interculturales en el territorio andaluz”, referencia P09-SEJ4573, financiado por la Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa de la Junta de Andalucía en la convocatoria 2009 de proyectos de excelencia de investigación dentro del Programa Operativo FEDER de Andalucía 2007-2013. Referencias Bibliográficas Alaminos Chica, Antonio F. 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