cajas de fruta: el modelismo naval de los pobres (parte i)

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CAJAS DE FRUTA: EL MODELISMO NAVAL DE LOS POBRES (PARTE I).
1.- Introducción.
Hoy día, en pleno siglo XXI, el modelismo naval se ha convertido en una
afición bastante común para todo tipo de personas, niños y grandes, y los
comercios especializados en ésta afición están más extendidos, hasta el punto de
que, cientos de tiendas de juguetería barata, a veces muestran entre sus productos
cajas de kits de modelismo sin dedicarse a ello exclusivamente.
La tentación de recrear una construcción que es copia fiel de algo que existe,
con todos sus detalles, o que existió hace muchísimo tiempo, ha convertido al
modelista en un artista sin límites que atesora entre sus capacidades unos
conocimientos muy ricos, proporcionándole no solo una dedicación preciosa sino
una colección propia y personalizada que refleja secretos hasta hace cierto tiempo
guardados con celo por los más profesionales.
Cuando alguien en algún lugar observó, un lejano día, que la afición se
extendía de manera lógica y generalmente aceptada, debió planificar la posibilidad
de pensar en proporcionar los pequeños y curiosos materiales y piezas de que se
componen multitud de creaciones en diferentes campos, como son los vehículos
militares, los barcos, los aviones, los soldaditos, las casas rurales o las iglesias, las
motocicletas o hasta las naves espaciales que veíamos en el cine, de manera que
pudo nacer el mercado del modelismo.
En los Estados Unidos, entre principios de los años 50 y mediados de los años
60, se extendió con bastante inquietud el tema del modelismo, y de esta manera,
en una sociedad que avanzaba a pasos muy largos, no era tan difícil hallar
comercios en las que encontrar materiales diversos, aunque aún eran un arcano la
mayoría de las técnicas, que se poseían, por muchos especialistas, como una
pequeña protociencia compartida con cuentagotas. En España, debió ser a
mediados de los años 50, más o menos, cuando comenzaron a aparecer algunos de
los mejores manuales y artículos sobre el modelismo naval y sus aplicaciones,
desvelando las primeras técnicas ingeniosas que facilitasen un mejor conocimiento
de los pasos para montar un casco con proporciones exactas al original.
En éste sentido, uno de los grandes desafíos que ha facilitado, ya en nuestros
días, el acceso a los materiales de montaje y construcción de éste tipo de obras es
la red de internet, a través de la cual se pueden adquirir, mediante cientos de
páginas web y tiendas virtuales, piezas y materiales que en nuestro más cercano
entorno es difícil hallar en determinadas ocasiones, y que a veces cuesta incluso
conocer que existen. Esto también impone una inversión en cuestión de gastos de
envío que habrá que sumar al precio medio del producto, aunque la comodidad de
poder conseguirlo sin movernos de casa puede tener su ventaja, al mismo tiempo
que el precio por pieza suele ser más ventajoso que en los comercios habituales.
Sin embargo, y a pesar de todo, los materiales
están sujetos a un precio de mercado, a una oferta
limitada de modelos que basan su coste en virtud
de una serie de razones comerciales de competencia
y especialización del producto, del cual hay que
obtener los beneficios necesarios, además de
imponer nuestro logotipo por encima del resto de
los empresarios, sobresaliendo marcas y firmas que
enseguida relacionamos con el tema del modelismo
naval, lo cual supone que si la categoría del kit
alcanza cierto nivel, o no alcanzándolo, el modelo es
muy demandado, el precio se dispara.
Modelos como el H.M.S. Victory a escala 1/84,
de Artesanía Latina, en su catálogo 2004, con un
nivel de cuatro anclas para situarlo entre los más
dificultosos de montaje, pueden llegar a alcanzar un
precio medio de 600 euros, sin dejar de lado otros que rondan los 900 euros, en
cuanto incorporan, en sus cajas o equipos, piezas de artesanía en metal fundido y
libros de montaje, cuyos derechos de publicación se pagan, otras veces editados
por las propias compañías modelísticas, y aunque el precio normal de muchos
modelos de tamaño medio ronda los 300 euros, siempre podemos encontrar piezas
de museo para montar por la nada despreciable cifra de 2000 a 3000 euros, entre
los que se comercializaba, a través de Andrea Miniatures, de Madrid y por encargo,
sin incluir gastos de envío, un modelo de submarino alemán tipo U-Boot VII C, a
escala 1/32, en laminados de fibra de vidrio y metal, incluyendo sus 10.000
remaches junto con 185 piezas metálicas, y unas dimensiones de 197 cm. de largo,
18 cm. de ancho y 39 cm. de alto; a éste precio estarían sujetos algunos modelos
de importación de Estados Unidos, que se han puesto bastante de moda, y que,
obviamente, hay que reconocerles bastante belleza y calidad para modelistas
avanzados.
Algunas marcas conocidas como Artesanía Latina, Occre, Amati, C. Mamoli o
Corel, por citar solo algunas, tienen un largo historial en la venta de modelos y
materiales, y estos, en mayor o menor medida, siempre suponen una inversión
determinada, que desde un punto de vista hay que desembolsar, teniendo en
cuenta que en muchas ocasiones, el producto carece de fidelidad frente al original,
sus contenidos no son suficientes en cantidad o en calidad, falta información
adicional para los montajes, los planos se quedan cortos, faltan piezas o las piezas
vienen defectuosas, ofrecen dudas en ciertos aspectos, las escalas no se
corresponden, etc.
Pero dentro del modelismo naval, como arte, hay muchas otras opciones y
técnicas para poder construir un modelo, llevar a cabo la obtención de sus
materiales y reunir sus piezas de manera autodidacta y personal, reduciendo de
éste modo muchos de los pequeños problemas que ésta afición puede plantear. La
técnica que se pretende mostrar, no obstante, está poco extendida, quizá por sus
propios defectos, que, como todas las técnicas y los materiales, posee, y entre los
que cabría destacar la calidad y la belleza de los materiales a veces empleados,
cuya valoración es bastante relativa en relación con la clase de modelo montado, y
el fin para el que se le destina.
Sin duda, dentro de las ventajas y los defectos de ésta técnica, que sin duda
puede emplear muchos otros materiales, vamos a ver uno de éllos en concreto,
curioso y revolucionario para ciertos modelistas navales que pretendan bajar el
listón de sus inversiones al máximo, sin mermar sus oportunidades de construir
cualquier modelo tanto en tamaño como en detalle, y que, paralelamente a su
imaginación reúnan suficiente tiempo y voluntad para trabajar y preparar su propio
producto: son las cajas de fruta.
Las “cajas de fruta”, que casi todo el mundo conoce por verlas apiladas a las
puertas de supermercados, almacenes y tiendas de alimentación, tanto en los
cascos urbanos como en los polígonos industriales, son esas cajitas que suelen
contener frutas, verduras y productos similares, y están fabricadas con maderas de
chopo grapadas entre sí, es decir, finas tablas procedentes del árbol del chopo, una
especie que no suele ser muy común como materia prima para las maderas
utilizadas principalmente en el modelismo naval, donde son más prioritarias las
especies de mejor calidad, muchas de ellas traídas principalmente de los países de
América Central y Sudamérica, otras también de suelo español, y que todos
conocemos por su inclusión en los kits comerciales, y por su oferta en las tiendas
de modelismo.
Precisamente en éstos países, donde principalmente se exportan éste tipo de
maderas preciosas, se puede decir irónicamente, que muchas veces es donde más
limitado está su uso como producto de modelismo propiamente dicho, y es que en
algunos de éstos lugares no está tan desarrollado este arte como en Europa y
Estados Unidos, --con alguna salvedad como Argentina, donde está muy
desarrollado--, y donde algunas marcas se han hecho eco de auténticas
multinacionales en el ramo. El motivo de tal afirmación puede radicar en que éstas
maderas se producen para otros usos más sencillos que los destinados a un arte
tan especializado como es el modelismo naval, ya que, una vez llegan las materias
primas a los países europeos, y se adquieren por los grandes almacenes, se
elaboran las piezas finales mediante avanzadas maquinarias electrónicas de corte y
selección de tamaños y gruesos, al láser electrónico automatizado, de manera que
su producción en grandes series es lo único que garantiza unos precios asequibles
para una población normal, pero no deja de ser una industria poco habitual dentro
del mercado de la madera, puesto que habría que invertir grandes fortunas para su
transformación y la carpintería industrial ofrece, en un momento dado, más
beneficios a largo plazo.
La técnica propuesta podría asimismo calificarse como una adaptación
geográfica en cuanto a las mismas posibilidades, dado que en Castilla y el centro
peninsular español, el chopo es mucho más habitual que por ejemplo, el roble, el
eucaliptos, o el boj, que abundan y son más frecuentes en el norte, y éstas
necesitan ser convertidas en piezas a través de más fases que las que presentan
las cajas de fruta, que ya vienen hechas y cortadas, y que solo necesitan
desmontarse, pero es obvio que en un espacio geográfico donde se cuenta con los
recursos de maderas mejores, con la misma facilidad de obtención, podría elegirse
otra gama de ellas que superarían las aquí propuestas.
Sin embargo, el misterio de la madera del chopo quizá se encuentre en la
facilidad para su obtención, que es una de las especies españolas que más abunda,
sobretodo en las tierras castellanas, su amplia gama de aplicaciones y la enorme
cantidad de piezas que se pueden obtener con poco esfuerzo, además, claro está,
como se ha comentado, el coste nulo que debo invertir en su empleo y adquisición,
sumado a otras características propias que iremos estudiando a través de éste
trabajo.
Pero ¿qué es el chopo? ¿qué clase de madera posee para poder aplicarla a
modelos navales?, vamos a verlo y a tratar de conocerlo todo sobre su naturaleza y
sus posibilidades en el modelismo naval.
Hay que dejar bien claro que los materiales a tratar no pueden competir con
las maderas tropicales de importación americana, de gran calidad y belleza en
carpintería, o con los materiales industriales preparados y cortados con láser, ni
pueden alcanzar en muchos casos la duración y resistencia de otros basados en
maderas nobles, pues su naturaleza superaría en mucho a los que vamos a tratar,
por ello, éste trabajo tiene como intención mostrar una de las muchas opciones que
la madera de chopo, en éste caso, ofrece a los modelistas navales que desean, o
bien avanzar un poco en el arte, sin verse muy comprometidos económicamente
por los errores producidos en los modelos, o bien invertir lo menos posible en
previsión de que sus gastos se destinen a otros usos personales más prioritarios, y
en éste sentido, éste artículo pretende enseñar tan solo un camino nuevo.
2.- El chopo.
El chopo (Populus nigra, L.), es un árbol de ribera, perteneciente a la especie
de las frondosas que es conocido en Castilla como Chopo del país o Álamo negro, y
en Burgos como Chopo
Verdugueño,
así
como
Lombardo en su variación de
la
especie
pyramidalis.
Conocido como Chopu en su
especie leonesa, Choupu el
de la Cabrera, Pobo, o
Chopru el de La Sanabria y
La Carballeda.
Es un árbol que alcanza
los 10 m. de altura a los 10
años y unos 30 m. de talla
definitiva.
La
variedad
pyramidalis
o
italica,
conocida como “lombardo” y naturalizada desde hace siglos en el paisaje castellano
presenta un porte estrechamente columnar y puede superar los 36 m. de altura.
Posee una corteza resquebrajada, negruzca con la
edad. Tiene ramillas pegajosas y de color anaranjado.
Produce numerosos brotes adventicios o chupones.
Yemas largas y puntiagudas, muy viscosas. Hojas
romboidales largamente pecioladas y de márgenes
dentados. Inflorescencias en gatillos colgantes. Frutos
en pequeñas cápsulas. Florece de febrero a marzo y
disemina sus pequeñas semillas provistas de pelos
blancos en primavera.
Entre las variedades más utilizadas destaca el chopo
Lombardo (Populus nigra pyramidalis), que ha sido
traído hace varios siglos, procedente de Italia, tras
haber sido importado siglos antes de Asia Central.
También se emplea para formar pantallas cortavientos.
En numerosos pueblos se corta cada año un alto y
esbelto chopo, y a continuación se pinga (se coloca
vertical) en la plaza como tradición.
Entre las subespecies autóctonas podemos citar Populus nigra betulifolia, de
ramillos pubescentes y hojas romboidales y Populus nigra nigra, de ramillos
lampiños. En la actualidad el chopo autóctono se encuentra seriamente amenazado
por la hibridación con los clones de uso industrial.
La variedad del Álamo negro se extiende por
todas partes en suelos frescos y riberas debido a
su antiguo cultivo. Es más propio de las partes
medias y bajas de las cuencas, en las grandes
llanuras aluviales y en estribaciones de las
montañas.
El Lombardo a
veces
domina
en las riberas, como en los tramos bajos del río
Riaza (Segovia). Los sistemas radicales se
distribuyen
ampliamente
en
superficie,
prefiriendo los suelos neutros y fértiles donde
crece con gran rapidez. En los tocones y árboles
viejos crece por doquier la seta blanca de chopo
(Agrocybe
aegerita).
Este
árbol
resulta
especialmente útil en varias regiones, cuando se encuentran desmochados, para la
nidificación de las cigüeñas.
Es muy parecido a algunas especies de
álamos, como el álamo temblón, álamo
blanco, con quien se les puede confundir, el
álamo cribero o el álamo castellano.
La madera de
chopo
se
utiliza
asiduamente en restauración de zonas húmedas y
riberas debido a su rápido desarrollo y facilidad de
multiplicación,
especialmente
por
estaquilla,
eligiendo brotes terminales y vigorosos o bien los
chupones de los troncos, que junto a los brotes
largos de cepa se emplean como estacas (de 20 a 70
cm. de longitud). En las repoblaciones se utilizan
plantas de 1 a 2 savias, manejables y más baratas
(0.42 a 0.60 euros/unidad). Se puede mezclar con
alisos en suelos húmedos aunque buscando los
lugares de menor encharcamiento. Se emplean unos
400 a 1000 pies/ha., trasplantándose en febrero o
marzo, que sería la época posterior o más cercana a
la poda, según el lugar y el clima. El chopo
autóctono es uno de los árboles de sombra más decorativos y que sirve de lugar de
cría a multitud de aves.
Esta madera es blanda pero nudosa y se ha utilizado generalizadamente en
construcciones rurales especialmente para vigas de pajares y casas, por ser elástica
a la vez que resistente, así como en cajerío y carpintería. Las hojas se recogían de
las mochas como forraje para el ganado en la antigüedad. Las abejas aprovechan la
resina pegajosa de las ramillas y yemas
para hacer los adhesivos de los panales
en las colmenas. Con ellos se elaboran
los medicinales propóleos.
En
las
antiguas
ordenanzas
municipales de multitud de pueblos
castellanos, se obligaba a todos los
vecinos a plantar un cierto número de
árboles de ribera y se prohibía descuajar
los existentes.
Otra especie diferente del chopo es el Chopo Canadiense (Populus x
canadensis Moench). Alcanza los 10 m. de altura a los 10 años y una talla definitiva
de unos 30 m. Tronco derecho y menos ramoso que los chopos autóctonos. Tiene
hojas grandes de limbo anchamente triangular. Al brotar en primavera toma el
follaje un color cobrizo muy vistoso. Las inflorescencias aparecen en gatillos
colgantes. Los pies femeninos producen semillas pequeñas cubiertas con abundante
material algodonoso (las llamadas pelusas) que el viento arrastra en primavera y
que llega a cubrir el suelo en los alrededores de donde se encuentran emplazados.
Este chopo es de gran valor industrial y muy utilizado en plantaciones
comerciales. Útil en la restauración de terrenos desnudos en riberas, vegas y en
campos de cultivo agrícola próximos a ríos, por su facilidad de instalación y rápido
desarrollo de su sistema radical, hasta altitudes de unos 1200 m. Hay numerosos
clones adaptados a diversas regiones y
suelos. Prefiere suelos frescos pero
drenados y muy filtrantes, malviviendo
en los demasiado compactos y húmedos,
donde deben utilizarse alisos y salces.
Tolera los encharcamientos eventuales.
Se emplea planta de 1 o 2 años, y se
utilizan de 160 a 300 árboles por ha.
Sirven de solución de urgencia para
proveer de sustratos para nidos de
ardeidas, cigüeñas y rapaces.
Su madera es empleada en la industria moderna
y automática del tablero de partículas y el
contrachapado por ser poco ramoso. Se utiliza en
carpintería, muebles ligeros de madera blanca, pasta
de papel, cajas de embalaje, fabricación de palillos,
etc. También puede servir en plantaciones para
producir biomasa para energía.
Entrando en nuestra materia, y relacionando al
chopo con el modelismo naval, se puede describir a
ésta madera como un material blando, delicado, muy
blanco y esponjoso, de albura débil y sumamente
ligera, y duramen algo más resistente, sobre todo en
los troncos más desarrollados, y color amarillo-beige,
a veces marrón claro, dependiendo de la subespecie
que se emplee. Posee anillos poco numerosos y
apretados, aunque la variedad del sur de España los
presenta más unidos y cercanos al duramen, siendo una madera algo más
resistente que la del norte en ésta especie, aunque en general es una madera con
bastante densidad.
Su consistencia no es muy grande, se trabaja con mucha facilidad, y en las
aplicaciones de las cajas de fruta, que son las que vamos a estudiar, se pueden
encontrar hasta cuatro clases de maderas que muestran diferentes texturas,
colores y resistencias, todas de chopo. Es una madera realmente absorbente con
los tintes y barnices, funcionando como un esponja que se puede saturar de
productos de coloración, para adquirir rápidamente una mayor resistencia o un
color más oscuro, que le dará una mejor calidad al material, y por tanto, una gran
multitud de tonos de diversas categorías debido a su blancura, que acepta casi
cualquier modificación en su aspecto decorativo.
Debido a ésta capacidad de
absorción, se le pueden aplicar
también todo tipo de productos
para darle color como tintes al
agua,
temperas,
acuarelas
y
cualquier material de pintura o
mezcla de varios productos que no
sean muy espesos o aceitosos, con
los que se pueden conseguir unas
piezas compactas que muestran
un aspecto casi natural una vez que se les ha conseguido empapar bien con el
tinte.
Responde bien a los lijados de grano muy fino a partir de 220 en adelante,
aunque se deja desbastar con grano medio de 150 o menor, pero exige algo de
cuidado para descortezar, sobre todo en verde, y para rebajar piezas, pues su
blandura se hiende enseguida en los materiales curados, incluso ante la raspadura
de una uña humana. Las mejores herramientas para su lijado y pulido son los
papeles de lija para metal y las lanas de acero de números 000 y 00, aunque las
piezas más duras y resistentes se alían bien con las limas finas para metal, que les
proporcionan un aspecto liso y brillante de bastante calidad.
La preparación del material es bastante sencilla, se podría afirmar que incluso
un modelista totalmente novel puede obtener los materiales de éstas cajas
realizando los trabajos más básicos que se pueden aplicar a las maderas, a pesar
de que su experiencia o su edad no le haya permitido tener mucho contacto con
herramientas en general, con maderas de cualquier clase, o con creaciones dentro
del modelismo naval.
En las presentaciones de modelos construidos con estas maderas, si el
modelista es lo suficiente capaz de darle una calidad a su trabajo lo bastante
buena, la gran diferencia a largo plazo estaría en la duración de esos mismos
modelos, los cuales rondarían los 20 años de vida, con una dilatación de 5 años
arriba o abajo, dependiendo de la calidad de las piezas utilizadas, a diferencia de
los barcos construidos con materiales nobles de gran duración que les proporcionan
una destacada longevidad, y en los que la media de duración en años rondarían los
50, habiendo casos particulares dentro del modelismo naval, como los modelos que
podemos admirar en los museos repartidos por nuestro reino, donde podemos
hallar modelos construidos en el siglo XVII o XVIII, y que se conservan en perfecto
estado, en parte debido a la extraordinaria calidad de sus materiales de
construcción.
A lo largo de la historia, y como artesanía especializada, se han construido
modelos navales hechos tanto de madera como de cerámica, barro, cristal, metales
o alambre, papel, cartones, realizados en tallas, en bajorrelieves, etc, muchos de
los cuales se presentan como arte abstracto incluso, que ha atraído la atención por
su imaginación y su vanguardismo. Frente a estas manifestaciones, la utilización de
materiales nuevos, o no siendo tan nuevos, menos habituales, como pueden ser las
maderas de las cajas de fruta, supondría una especie de empresa artística para
mostrar un resultado similar en el modelismo naval que se está llevando a cabo en
nuestros días.
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