andalucía y el arco mediterráneo.

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I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
ANDALUCÍA Y EL ARCO MEDITERRÁNEO.
Rafael Esteve Secall
Universidad de Málaga.
1. El nuevo marco económico europeo y mundial: De Maastricht a la producción flexible.
Los años setenta supusieron el fin de una época de energía barata, denominada por algunos como la del
fordismo en atención a la organización industrial imperante a lo largo del presente siglo.
Esta época entró en crisis con la quiebra del sistema monetario de Bretton Woods y las sucesivas alzas
de los precios del petróleo del 73-74 y 79-80. Unas crisis petroleras que sirvieron para amortiguar las
crisis monetaria y financiera originada por aquélla, que desencadenaron la larvada y profundísima
depresión del sector real de las economías de la OCDE, aunque también contribuyeron a su
amortiguación por la vía exterior, al surgir nuevos e importantes mercados para la exportación con las
transferencias de petrodólares a los países productores del oro negro y con el efecto secundario de
emulación al alza de los precios de las materias primas. Un sector real de las economías desarrolladas
que mostraba evidentes signos de la crisis que se avecinaba, con la caída de las inversiones en bienes de
equipo, de la productividad del trabajo y de la rentabilidad del capital de finales de los sesenta.
Las manifestaciones más notorias de esa crisis, que consistió en algo más que un simple cambio de ciclo,
fueron la estanflación que se instaló en el mundo occidental en su perspectiva macroeconómica, y el
freno al crecimiento de la productividad en el microeconómico.
Las respuestas macroeconómicas de índole política a las nuevas circunstancias se concretaron en dos: la
desregulación iniciada en los Estados Unidos, y el Mercado Único en el ámbito europeo.
La desregulación, que comenzó en el sector financiero norteamericano, dio lugar entre otras muchas
cosas, al nacimiento de la globalización financiera, a la acentuación de las especulaciones monetarias y a
la explosión de la política de fusiones y adquisiciones de empresas como medio que éstas utilizan -ya en
los ochenta- para adaptarse a las nuevas dimensiones de los mercados. Política de titularización
alternativa a la tradicional financiación empresarial fuertemente encarecida por los altos tipos de interés
derivados del déficit presupuestario norteamericano que la reaganomics engendró.
En cuanto a la respuesta europea, y a pesar de las resistencias que gran Bretaña siempre ha imprimido al
proceso de integración, consistió en levantar las barreras comerciales entre los países miembros del
Comunidad Europea para mejorar el funcionamiento de los mercados europeos, estimulando la
competencia y relanzando colectivamente la integración, abierta a nuevas incorporaciones. El Tratado de
Maastricht es un paso más hacia la culminación de ese proceso, en su dimensión fundamental aunque no
exclusivamente económica, continuado bajo la presidencia española de hace algo más de un año, en que
se aprobó el EURO como denominación de la futura moneda común.
Por lo que concierne a las respuestas empresariales a la caída de los beneficios originada por los
problemas de la productividad, podemos concretarlas en:
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PONENCIA
a) Deslocalización de las actividades productivas con su desplazamiento a países atrasados principalmente del sudeste asiático- para aprovechar el bajo coste de la mano de obra, en el inicio de una
nueva división internacional del trabajo.
b) Establecimiento de redes mundiales de producción y comercialización que pretenden estar presentes
en los grandes mercados regionales, al abrigo de los riesgos derivados de las fluctuaciones monetarias.
Consolidación en los mercados regionales propios apostando por un nuevo proteccionismo.
Difusión de las nuevas tecnologías informáticas.
e) Nueva organización del trabajo: la denominada producción flexible. A estos dos últimos apartados
vamos a referirnos seguidamente.
En esta dinámica empresarial de respuesta a los nuevos retos de un mundo económico en acelerado ritmo
de transformación, las modernas tecnologías informáticas y de comunicación difundidas por todo el
globo, al permitir la transmisión instantánea de grandes volúmenes de datos, ha facilitado la
globalización financiera ya mencionada con unos flujos diarios que actualmente alcanzan cifras similares
al total de las reservas de todos los bancos centrales. Y han posibilitado asimismo la mundialización de
la oferta y la demanda, acentuando la competencia y estimulando la moderna organización del trabajo
basada en la producción flexible.
Sintéticamente podemos describir la producción flexible como otra forma de producir que pretende
eliminar todo despilfarro, mejorando la gestión y organización del trabajo, utilizando al máximo los
conocimientos y la creatividad de los trabajadores, combinando las ventajas de la producción artesanal
con las de la producción fordiana. Todo ello siguiendo cinco normas fundamentales:
1ª Simultaneidad en el proceso de concepción y fabricación de un producto.
2ª Innovación continua sobre la base de una delegación máxima de tareas y responsabilidades a los
trabajadores, que ponen al servicio de la organización toda su experiencia.
3ª Trabajo en equipos flexibles y bastante autónomos.
4ª Seguimiento de los principios del justo a tiempo y almacenaje cero, para eliminar gastos financieros y
ganar en flexibilidad y capacidad de reacción.
5ª Integración de la cadena de producción, con una gran proximidad física de los suministradores,
generando sinergias no regidas por los precios.
Esta nueva concepción de la organización productiva está consiguiendo duplicaciones de la
productividad, por lo que su implantación parece requisito ineludible para la supervivencia empresarial.
Sin embargo presenta dos grandes fragilidades: su vulnerabilidad frente a fallos o bloqueos de las
infraestructuras de comunicación y transporte y frente a problemas laborales.
Pues bien. Ante esta nueva revolución industrial, ante el consiguiente desplazamiento de los centros de
gravedad económica hacia el Pacífico derivado de la deslocalización productiva mundial, ante la nueva
competencia que está surgiendo por doquier y que, en buena medida, lo hace al amparo de lo que algunos
denominan dumping social, dinámica que parece haberse frenado en los últimos años precisamente
gracias a la renovada competitividad que la producción flexible genera en las economías occidentales,
está la “Vieja Europa”.
Una Europa que se enfrenta por lo menos con tres grandes desafíos:
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1º La pérdida paulatina de capacidad de las autoridades nacionales para controlar u orientar la evolución
económica de cada país, y para hacer frente a las especulaciones contra sus monedas.
2º El acrecentado peso de los oligopolios nacionales que tratan de reforzar sus posiciones en los
mercados propios. Tendencia a un nuevo proteccionismo, al menos, en el ámbito europeo.
3º Crecientes amenazas de la competencia extraeuropea.
Tanto por esta última razón como por la anterior, las autoridades nacionales buscan directa o
indirectamente el apoyo de las autoridades de la Unión Europea, o la excusa comunitaria, para poder
desarrollar las políticas que, de otra manera, no podrían llevar a cabo o tendrían dificultades para
adoptar.
2. Las transformaciones del territorio europeo: Componentes de las mutaciones en curso.
Importancia del legado histórico.
En la Europa de la Edad Moderna, la noción de espacio europeo común es algo bastante reciente ya que
nace con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial. Durante mucho tiempo Europa sólo fue una unidad
geográfica, fuertemente fragmentada, en la que sus diferentes estados estaban más interesados en sus
respectivos ámbitos de influencia o dominio colonial mundiales que en la propia suerte del continente
común. Europa era “el lugar geométrico de los imperios coloniales presentes en las cinco partes del
mundo” 1. Precisamente el descontento alemán con el último reparto colonial pactado en la Conferencia
de Berlín de 1896 está en el origen de la Primera Guerra Mundial y las condiciones del armisticio de
Versalles en el de la Segunda; aunque en el fondo hubiera un enfrentamiento entre mentalidad y política
talasocráticas propios de Gran Bretaña y Francia como potencias europeas dominantes en este siglo,
frente a la mentalidad y política epirocráticas propias de la otra gran potencia europea: Alemania, tras el
derrumbe del Imperio Austro-Húngaro.2
La traumática experiencia de las dos guerras mundiales significó para los europeos el comienzo del
interés por el destino común del continente por múltiples razones. Entre otras:
1º Porque la hegemonía mundial había cambiado de continente al igual que lo estaban haciendo los
centros económicos de gravedad del mundo.
2º Porque el proceso descolonizador restringió considerablemente la dimensión ultramarina de los
imperios coloniales que prácticamente han desaparecido en su forma tradicional. Luego la propia
dinámica económica de los estados europeos estimulaba la reorientación hacia los territorios vecinos.
3º Porque la reciente experiencia impulsaba una necesaria cooperación que facilitara el entendimiento
mutuo y el alejamiento de las confrontaciones del pasado.
4º Porque tras la Segunda Guerra Mundial surgió una amenaza continental en la Unión Soviética que
había absorbido en su ámbito de influencia, bajo el telón de acero, las 9/10 partes del desmembrado
Imperio Austro-Húngaro así como la mitad del antiguo Reich incluyendo un substancial pedazo de
Alemania.
1
Drevet, J. F: “Las transformaciones del territorio europeo”; Papeles de Economía Española, nº 51, 1992, pg.54.
Talasocracia (en griego thálassa es mar) en el campo económico se funda en el mercado libre de toda traba, porque el ambiente
marítimo permite despreciar el coste del transporte, por ínfimo, y la abstracción del espacio no le es, pues, violenta. No quiere tierras,
sino mercancías. Depreda, no conquista.
La dirección epirocrática ( en griego epeiros es tierra firme) no puede abstraer el espacio, porque en la relación y tráfico económico su
presencia no es adjetiva o mínima como en el mar, sino substancial y decisivo. De ahí su repulsa del mercado libre internacional. No
busca mercancías por comercio o depredación, sino que toma, conquista tierras, para subsumirlas en el autarquismo.
Perpiñá Grau, R; “Determinantes económico-políticos de los grandes espacios”; Editorial Labor, Barcelona, 1973. Pp 70 y 71.
2
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5º Porque el avance tecnológico, en todos los ámbitos, ha dejado claramente obsoletos y limitados en sus
posibilidades económicas a los estados nacionales cuyas fronteras han estado coartando las
potencialidades del desarrollo europeo común.
Estos hechos constituyen el impulso inicial de la actual Unión Europea que, de un Mercado Común de
los seis fundadores, pasó a una Europa de los nueve con la incorporación de los estados del Mar del
Norte: Reino Unido, Irlanda y Dinamarca en 1973; a la de los doce en 1981 y 1986 tras la caída de las
dictaduras mediterráneas en Grecia, Portugal y España; y a la de los quince en 1995 tras la pérdida de la
neutralidad alpina y báltica de Austria, Suecia y Finlandia, a consecuencia del desmoronamiento del
muro de Berlín, del derrumbe del telón de acero y todo el proceso de disgregación de la Unión Soviética.
Esta ha dejado de ser una amenaza posibilitando el deshielo, la desneutralización de la Europa fronteriza
con aquél y la unificación alemana; así como la firma de acuerdos de asociación con antiguos países
comunistas como Polonia, Repúblicas Checa y Eslovaca, y Hungría.
Esta quiebra de la Unión Soviética dio lugar al renacimiento de tensiones larvadas en los Balcanes con la
guerra de Yugoslavia y su desmembración en varios estados en curso de constitución, la ruptura de
Checoslovaquia en dos repúblicas, la aparición de nuevos estados en el Báltico y Centroeuropa como
Ucrania, Moldavia y Bielorusia, etc.
En definitiva, de nuevo surge en Europa una confrontación de intereses entre talasócratas y epirócratas,
lo que sin duda va a repercutir sobre la problemática del eje del Mediterráneo.
La fragmentación europea.
La configuración geográfica europea ha dado lugar a una determinada estructuración interna que refleja
las contradicciones entre una Europa continental y otra marítima, así como a una compartimentación
nacional, notablemente condicionada por las barreras montañosas interiores, que engloba un
fraccionamiento aún mayor de índole lingüístico de manera que, quizá, sea en Europa donde más
efectiva se manifestó la maldición divina que se inició en Babel. Son nueve áreas lingüísticas las que
existen, de las que seis se extienden fuera de la Unión Europea.; hay además diez lenguas regionales
importantes y una treintena de idiomas en suma, además de múltiples dialectos. Todo ello configura una
riqueza cultural indudable, pero no deja de ser altamente obstaculizador en el proceso de integración
continental.
Esta compartimentación también se manifiesta en la Europa marítima ya que, lejos de una
homogeneidad, al menos se pueden delimitar tres tipos:
La Europa de los “mare nostra”, que no son precisamente el Mediterráneo sino el Báltico y el del Norte,
ya que sus orillas bañan diferentes estados de la Unión. Es una Europa caracterizada por intensísimos
flujos comerciales entre sus orillas, que lo son entre estados de la misma Unión.
La Europa Atlántica abierta a las grandes rutas oceánicas que unen Europa con Norteamérica vinculando
las áreas más desarrolladas del planeta.
La Europa del Mediterráneo, el “mare conflictorum”. Un mar casi cerrado, de importancia estratégica
mundial por ser la principal ruta del transporte de petróleo y camino obligado en las rutas marítimas de
circunvalación planetaria este-oeste; un mar que supone un abismo cultural, lingüístico y religioso que
separa el Occidente cristiano del Magreb musulmán, que abre asimismo un abismo económico, que poco
a poco se va ensanchando, entre sus dos orillas, y un abismo demográfico entre un norte estancado y un
sur pujante que en los próximos veinticinco años aumentará su población en un 50 por ciento.
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Finalmente es una frontera, un foso que separa desarrollo y subdesarrollo, democracias y dictaduras, y a
un área de estabilidad política frente a otra de gran inestabilidad agitada por los vientos de un integrismo
religioso de consecuencias impredecibles.
Las tendencias en la ocupación del territorio.
¿Cuál es la evolución o la tendencia de los asentamientos actuales de la población europea, al margen de
su mayor movilidad y demanda de ocupación del espacio?.
Según el informe Europa 2000 + 1 aparece en la Unión Europea una clara dicotomía entre zonas de
densificación y zonas de despoblamiento.
En relación con las primeras el informe pone de relieve la existencia de cinco fuerzas actuantes no
necesariamente simultáneas ni ubícuas:
1ª Al heliotropismo, es decir a la densificación de la población en aquellas zonas donde mayor es el
número de horas de insolación dentro de cada país.
2ª A la densificación relativamente fuerte de las zonas más urbanizadas, acompañada de una ampliación
de las mismas y de un despoblamiento relativo del centro de las conurbaciones.
3ª A la litoralización, es decir a la densificación de las zonas costeras respecto del interior.
4ª A la densificación a lo largo de los ejes y de los corredores que enlazan las grandes metrópolis.
5ª Finalmente las grandes zonas que poseen ventajas naturales específicas están sujetas también, en la
mayoría de los países, a tendencias de densificación.
En cuanto a las zonas de despoblación están constituidas por el centro de antiguos núcleos urbanos
grandes y muy grandes, por muchas antiguas zonas industriales en declive, y por zonas rurales aunque de
forma selectiva en la actualidad, afectando especialmente a las montañosas o alejadas, a las
relativamente mal comunicadas y poco atractivas para la población exterior y las empresas.
Ante esta situación tendencial, ¿qué desafíos se le plantean a la ordenación del territorio europeo?.
Son los derivados de un conjunto de consecuencias originadas en las tendencias anteriormente
esbozadas. Concretamente:
Aumento de la dualización del territorio entre zonas con fuerte concentración de la población y otras en
proceso de despoblación creciente.
Tendencia al crecimiento de las grandes ciudades y a la dispersión geográfica de sus perímetros, con
aparición de desequilibrios espaciales y sociales importantes en el interior de tales conurbaciones.
Litoralización y suburbanización que presionan sobre espacios abiertos y zonas naturales y sensibles, lo
que origina la necesidad de políticas equilibradoras de todo tipo.
Relevancia estratégica de las grandes redes de comunicación al reforzar la densificación de corredores de
asentamiento urbano.
Creciente atractivo de ciudades medias y pequeñas que están invirtiendo el declive demográfico de
algunas zonas rurales.
Proceso de densificación sostenida de la mayor parte de las regiones fronterizas europeas.
1
Comisión Europea. “Europa 2000 +. Cooperación para la ordenación del territorio europeo”; CECA; Bruselas 1994.
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Este panorama tendencial europeo no es sino, en mi opinión, la constatación a escala continental de lo
que yo he contrastado ocurre en la dinámica demográfico-territorial andaluza por lo menos desde
principios del siglo XX. Una dinámica regida por tres vectores-fuerza que son los siguientes: 1. De la
montaña al llano. 2. De lo pequeño a lo grande. 3. De la tierra al mar. 1
No voy a entrar en el detalle de estas fuerzas, cuya influencia puede apreciarse en los gráficos 1, 2 y 3
que se acompañan y que ponen de relieve su constancia y persistencia por encima de vicisitudes
históricas múltiples y complejas como son las que jalonan este siglo XX en España y en Andalucía.
3. Características de la organización espacial del territorio de la Unión Europea.
Exponiendo en forma resumida lo que el informe
concretarlas en cinco:
“Europa 2000 +” dice al respecto
podemos
1ª Mayor complejidad y diversificación de la organización espacial del territorio al mismo tiempo que se
producen cambios importantes en otras partes de Europa, a los que ya hemos aludido anteriormente.
2ª Aparición de nuevas líneas de fuerza que generan nuevos centros de gravedad y nuevas solidaridades.
3ª Creciente protagonismo de los grandes núcleos urbanos acompañado de agravamiento de problemas
de congestión y medio ambiente.
4ª Renovada importancia de la dimensión este-oeste del continente europeo frente a la tradicional
dimensión norte-sur.
5ª Diferencias de desarrollo territorial, que no se han alterado fundamentalmente en los últimos años, y
que podrían agravarse acentuando así los desequilibrios espaciales entre los territorios competitivos de
la Unión y otros que lo son menos. Este fenómeno podría comprometer la cohesión económica y social.
En esta situación, ¿cuáles son las opciones para una mejora de la organización del territorio europeo?.
El informe “Europa 2000 +” las clasifica en tres: de carácter general, de carácter transnacional, y para la
cooperación con los países vecinos de la Unión. Veámoslas sintéticamente.
Opciones de carácter general.
Un territorio europeo más competitivo, para lo que habrá que mejorar la competitividad global
acelerando la
creación de las grandes redes transeuropeas de transportes, de energía, de
telecomunicaciones y de información que permitan aprovechar las ventajas potenciales del mercado
único, así como habrá que asegurar la competitividad de los diferentes territorios de la Unión.
Las orientaciones de organización territorial a seguir son:
Potenciar el impacto de las redes transeuropeas de transporte y energía.
Organizar la sociedad de la información para lo que habrá de tener muy en cuenta el rol de las
telecomunicaciones.
Conceder prioridad al desarrollo de las ciudades medianas y pequeñas como centros de organización y de
abastecimiento de las regiones.
Garantizar el desarrollo de una formación profesional de calidad en toda la Unión.
Un territorio viable para lograr un desarrollo sostenible con tres tipos de
1
Esteve Secall, R; “Población, actividad económica y territorio “; en la obra colectiva dirigida por Martín Rodríguez, M; “Estructura
Económica de Andalucía”; Espasa Calpe, Madrid 1992.
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orientaciones:
Desarrollar redes de transporte combinados para atenuar los nocivos efectos de excesos de consumo de
energía, contaminación ambiental y congestión viaria.
Utilización de medios tecnológicos modernos que estructuren la nueva sociedad de la información.
Promoción en las zonas rurales de métodos de gestión agrícola y silvícola que eviten la contaminación
del suelo.
Los elementos específicos de atención para el logro de este objetivo se centran en acciones de
cooperación transnacional para lograr solidaridades en materia de medio ambiente, de protección del
patrimonio natural y paisajístico para frenar la tendencia a la desertización o a la saturación (turística) de
zonas ecológicamente frágiles o alejadas, y para ordenar los espacios urbanos con plena atención a la
problemática del medio ambiente.
Un territorio más solidario, organizado de manera más equitativa, en el respeto a la cohesión económica
y social, cuya consecución exige dar respuesta a los tres principales problemas que se plantean; los de
las disparidades económicas, el fenómeno de la periferia y el de la exclusión social. De ahí la
importancia de los mecanismos de transferencias y compensación que deben integrarse en la estrategia
global de reequilibrio del territorio europeo.
Opciones transnacionales.
Cooperación transfronteriza.
Accesibilidad de las regiones periféricas. En especial la implantación de infraestructuras de
comunicación en regiones periféricas del arco atlántico, de la diagonal continental, y de las regiones
mediterráneas más alejadas. De manera concreta se mencionan entre los que afectan a España los
siguientes proyectos:
a) Tres ejes: central en el paso de los Pirineos, transversal Mediterráneo-Atlántico, e ibérico MadridLisboa.
b) Reforzamiento de conexiones; en concreto reducción de la fractura valenciana y promoción de polos
de desarrollo entre Barcelona y Génova (?) que permitirá afianzar la posición de Andalucía y Murcia en
el Arco Latino1.
c) Realización de planes globales de transporte, con prioridad al desarrollo del cabotaje, plataformas
intermodales y de transporte combinado eficaces situadas en la convergencia de los ejes norte-sur y esteoeste.
Reequilibrio del tejido urbano; potenciando la lucha contra la urbanización tentacular en las zonas
rurales, apoyando el desarrollo de ciudades medias y pequeñas, y evitando que el crecimiento de las
ciudades litorales se lleve a cabo a expensas de las ciudades interiores.
Conservación de la riqueza de las zonas rurales; por medio de la diversificación de actividades que
garantice y mantenga la calidad de la vida rural y la búsqueda de los posibles sinergias entre las ciudades
y el campo.
Opciones para la cooperación con los países vecinos de la Unión.
1
Nueva denominación que se da a la porción del eje del Mediterráneo que se extiende desde Andalucía hasta Roma.
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En el caso de los países del sur y este del Mediterráneo, que son los que nos interesan entre las distintas
fronteras de la Unión, tras constatar las características comunes demográficas, económicas y sociales que
presentan, se plantea una vaga declaración de objetivos como el fomento de los programas de
cooperación transfronteriza , intensificar la cooperación en la renegociación de los acuerdos de
asociación, apoyar la liberalización de los intercambios y los programas experimentales de codesarrollo
mediterráneo en curso relativos a transportes, telecomunicaciones, gestión urbana, educación, desarrollo,
y aprovechamiento y protección de recursos naturales.
4. El eje del Mediterráneo en el informe “Europa 2000 +”.
Una vez examinados brevemente aquellos aspectos generales que consideramos más relevantes en lo que
al Eje del Mediterráneo español concierne, pasemos al estudio de lo que en los anexos del informe se
expone. Anexos referidos a los ocho grupos de regiones de la Unión definidos conforme a criterios de
proximidad geográfica y de desarrollo de relaciones recíprocas. A saber: Centro de las Capitales, Zona
Alpina, Diagonal Continental, Nuevos Länder, Arco Latino, Mediterráneo Central, Arco Atlántico, y
Mar del Norte.
Esta distribución de regiones transnacionales es simplemente una hipótesis de trabajo para facilitar el
análisis de cada conjunto transnacional y evidenciar las dinámicas que determinarán los cambios en la
configuración del territorio de la Unión.
Centrándonos en los dos subconjuntos que integran el Eje del Mediterráneo (Arco Latino y Mediterráneo
Central) ambos presentan como características comunes su tradición mediterránea, es decir talasocrática,
la fragmentación del espacio constelado de importantes centros urbanos, un medio ambiente
especialmente frágil y una gran diferencia entre el litoral y las zonas interiores colindantes.
La fragmentación del espacio impuesta por la naturaleza exhibe además una heterogeneidad de niveles y
modos de desarrollo vinculada a las limitaciones y discontinuidades de las tierras cultivables.
Las redes de transporte y de comunicación también son insuficientes y presentan una gran
heterogeneidad debido a la fragmentación del relieve y a la concentración de la población en las zonas
urbanas de la costa. Hay pues un subequipamiento y una tendencia a la saturación en la red de carreteras
que soporta más del 90 por ciento de los tráficos personales y de mercancías. Asimismo se aprecia una
insuficiencia general de los transportes marítimos entre las distintas regiones del Mediterráneo.
El tejido urbano aparece como desequilibrado, y en el Arco Latino, Barcelona y Roma cumplen su
función de capitales regionales, existiendo otras cinco grandes ciudades: Florencia, Génova, Marsella,
Valencia y Sevilla1.
Finalmente la fragilidad ecológica se afirma por la irregularidad de régimen de precipitaciones, por la
erosión a que están sometidas las cuencas vertientes y del litoral, la contaminación derivada de la
concentración de la población en espacios limitados, por la presión sobre el agua en la estación seca, y
por los incendios que regularmente afectan a las zonas forestales.
Una vez expuestas brevemente las características de la región se analiza cual es su evolución tendencial.
Evolución regida por una dinámica que da lugar a la fragmentación de la periferia cuyo desarrollo es
dependiente de la zona de actividad más importante de Europa: las regiones Centro de las Capitales y el
Arco Alpino. Este desarrollo se organizará en torno a seis polos consolidados o reforzados. Tres de la
1
Sorprende la exclusión de Málaga ya que la consideración comunitaria de gran ciudad afecta a los núcleos urbanos con más de medio
millón de habitantes.
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región (Barcelona, Florencia y Roma) y otros tres en la región vecina que hacen de nexo de unión con
aquellas regiones centrales del desarrollo europeo (Lyón, Turín y Milán).
La dinámica tendencial dará continuidad al crecimiento del sector servicios, de producción de bienes de
consumo y a la industria agroalimentaria. E igualmente continuará el declive de las zonas interiores de la
región y la vocación turística de las islas.
Para solucionar los problemas tendenciales, el informe plantea tres tipos de acciones:
1º Mejora de las comunicaciones y fortalecimiento de la economía.
En este sentido, con la finalidad de eliminar la fragmentación se recomienda la apertura sistemática de
las regiones litorales hacia el interior.
Se propugna la mejora de la accesibilidad de toda la región y el aprovechamiento de las bolsas de
modernidad.
Se recomienda la integración de las diferentes regiones de la zona mediterránea solucionando las
interrupciones en la continuidad de las infraestructuras de transporte, en especial reforzando los enlaces
de Murcia y Andalucía con el resto de la región; y apoyando la expansión de los “islotes de crecimiento
ya existentes” (Bari, Tesalónica, Atenas, Sevilla)1.
2º Aplicación de una política del medio ambiente.
3º Desarrollo de relaciones exteriores. En concreto una mejora de la articulación del Mediterráneo con
las demás regiones de la Unión y el reforzamiento de la cooperación entre el sur de España y Marruecos.
Termino este epígrafe con unos breves comentarios críticos al informe examinado ya que por lo menos
en lo que atañe a Andalucía está, en mi opinión, excesivamente influido por las Bases de Ordenación del
Territorio de Andalucía de 1986, y paralelamente falto de estudios más profundos sobre la dinámica
económico-demográfica andaluza. El informe dice que publicará más adelante los estudios específicos y
que en los anexos sólo se ha reflejado un resumen de los estudios. Habrá que esperar a su aparición.
Pero más preocupante me parece la división que se establece en el Eje del Mediterráneo. ¿Significa ello
que se intenta fragmentar los intereses de las regiones mediterráneas a la vista de los profundos cambios
que está experimentando Europa, tratando de evitar la existencia de un gran eje mediterráneo en la
política comunitaria, sobre todo en relación con otras dimensiones no estrictamente territoriales de las
políticas de la Unión?.
5. ¿Indefinición estratégica andaluza en la ordenación del territorio europeo?.
En el informe “Europa 2000 +” aparece Andalucía como límite meridional de los ejes Mediterráneo y
Atlántico, aunque con una diferencia substancial ya que se incluye toda Andalucía en el Eje
Mediterráneo mientras que en el Eje Atlántico sólo se incluye la Andalucía Occidental o Atlántica.
Asimismo aparece colindando con la Diagonal Continental.
¿Hay transfondo político-territorial en esa indefinición en la orientación hacia uno u otro eje?. ¿Se
intenta reforzar con ello territorialmente la capital regional andaluza dada su evidente excentricidad en la
región?.
La gran dimensión espacial de Andalucía así como su posición en el vértice sudoccidental europeo
permite plantear una doble pertenencia a los ejes territoriales de la Unión. Sin embargo políticamente es
lógico que no se considere conveniente esa estrategia para evitar alimentar las expectativas secesionistas
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que pudiera haber en algunos sectores de la Comunidad Autónoma Andaluza. Puestos a tratar de
conseguir ventajas de la vinculación con unos u otros ejes, ¿por qué no se plantea, además, la pertenencia
de las provincias de Córdoba y Jaén a la Diagonal Continental con la que sin duda presentan mayores
homogeneidades socioeconómicas que las que puedan presentar con los dos ejes marítimos, atlántico y
mediterráneo?. ¿Cabría plantearse una Andalucía dividida en tres áreas de interés territorial relacionadas
cada una de ellas exclusivamente con una región comunitaria?. ¿No existe una cuarta dimensión de la
política territorial de la Unión que se superpone parcialmente a la del Mediterráneo que es la relativa a la
frontera que constituye el litoral de las provincias de Cádiz y Málaga?. ¿Es descabellado pensar en la
articulación de una estrategia territorial andaluza, diferenciada en cada una de sus tres partes de acuerdo
con las respectivas problemáticas, aunque lógicamente en el contexto de la necesaria unidad y
coordinación de la política territorial autonómica?. ¿No es esa posibilidad mejor que tratar de forzar una
realidad geográfico-económica múltiple y diversa en aras de una uniformidad inexistente o inalcanzable
por la propia dimensión natural del espacio andaluz?.
Recientemente se han iniciado los trabajos para la redacción del Plan de Ordenación del Territorio de
Andalucía de conformidad con el Decreto 83/1995 de 28 de marzo de la Consejería de Obras Públicas y
Transportes de la Junta de Andalucía, que ponía en marcha lo establecido en la Ley 1/1994 de 11 de
enero de Ordenación del Territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Conviene recordar al efecto que las Bases para la Ordenación del Territorio de Andalucía de 1986 partían
de un hecho político-administrativo cierto que, por el contrario, no era real ni objetivable desde una
perspectiva demográfico-territorial ni económica: la capitalidad regional de Sevilla.
De acuerdo con la ley rango-tamaño no existe una cúspide en la jerarquía urbana andaluza. Más bien se
aprecia una bipolaridad en la que junto a Sevilla aparece Málaga. ¿Qué problema hay en reconocer esa
bipolaridad en la cúspide de la jerarquía urbana andaluza? Reconocerlo no implica ningún menoscabo de
la capitalidad regional, aunque ello signifique que no todas las funciones urbanas tengan necesariamente
que estar dotadas al máximo nivel en Sevilla, evitándose despilfarros en el gasto público.
Por otra parte, el componente topográfico del territorio condiciona su ocupación porque cuando la
dinámica urbana está constreñida por el mar a un lado y la montaña al otro, junto con otros factores
geográficos condicionantes, no puede haber “nuclearidad” ni uniformidad en la ocupación del territorio
como ocurre en las zonas llanas de campiñas interiores carentes de tales condicionantes geográficos. De
ahí que en el litoral oriental de Andalucía, y en concreto en el malagueño, se plantee un desarrollo
urbano lineal, y parcialmente orientado al interior allí donde la geografía lo permite.
En los trabajos iniciales del Plan se plantea una tesis que, en mi opinión, puede hacernos caer en otro
error: el del “café para todos”, al tratar territorialmente por igual a las diez ciudades andaluzas con más
de cien mil habitantes. Eso supone una vez más un trato desigual para con Málaga.
La clave de estos, en mi opinión, erróneos planteamientos residen en el análisis territorial efectuado, en
el que se ha hecho abstracción de la organización territorial de toda España, cuya fuerza “estructurante”
es claramente superior a la que pueda ejercitar la Comunidad Autónoma por sí sola. Entiendo que la
dimensión regional de la política regional de la Comunidad Autónoma tiene una influencia cada vez
menor por cuanto los medios financieros que la hacen posible tienen un origen crecientemente
comunitario. Otra cosa es la orientación que adopte esa financiación en la que la opinión de las
autoridades regionales es muy importante. Pero eso no puede llevarnos al error de analizar la ordenación
del territorio andaluz desde una perspectiva exclusivamente regional. Por tanto, aunque se sea consciente
1
No deja de sorprender nuevamente la no consideración, por lo menos, de Valencia en esta relación de “islotes de crecimiento”.
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I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
de las limitaciones de la actuación regional, las grandes líneas de ordenación territorial de Andalucía
deben tener en cuenta el poder “estructurante o estructurador” de la funcionalidad nacional e
internacional de las ciudades andaluzas, así como las grandes directrices de política territorial que
emanen de Bruselas.
El modelo de exagonización tipo Christaller-Lösch aplicado a España, sitúa en el vértice sur de la
península a la conurbación Málaga-Costa del Sol, que adopta una forma alargada en función de la propia
geografía. De igual forma Sevilla ocupa otro de los vértices: el sudoeste.
Precisamente esa disparidad entre el modelo territorial español y el que se pretende andaluz es lo que da
origen a la “excentricidad” sevillana respecto del conjunto andaluz. De hecho Sevilla ha polarizado el
territorio de la Baja Andalucía, pero nunca lo ha hecho en la Alta, cuyas dificultades orográficas y de
comunicaciones lo han imposibilitado al igual que la consecución de una polarización propia. Y en los
momentos actuales en que tras la constitución de la Comunidad Autónoma de Andalucía se pretende una
“centralización” de toda la región en torno a Sevilla, su excentricidad económico-territorial queda más en
evidencia debido a la creciente e inevitable integración internacional de la economía andaluza, cuya
fundamental conexión con el resto de la Unión Europea viene por el este, vía Eje del Mediterráneo. Sin
renunciar a la necesidad de sacar el máximo provecho de todas las potencialidades que encierra
Andalucía, creo que los modelos de desarrollo endógeno aplicados a escala regional están limitados
claramente en su efectividad. De ahí que sea necesario privilegiar esas conexiones con el Eje del
Mediterráneo; cosa que también propugna el informe “Europa 2000 +”.
Ante la dualidad de ejes europeos que tienden a confluir en Algeciras, dos grandes urbes andaluzas
aparecen como nodos terminales previos a esa ciudad portuaria: Sevilla en el eje Atlántico, y Málaga en
el Mediterráneo. Por consiguiente la doble vertebración axial andaluza precisa igualmente una estructura
nodal apoyada en el triángulo Sevilla-Málaga-Algeciras. Y si en vez de dos ejes consideramos como
tercer eje la Diagonal Continental, que también tiende a converger sobre Algeciras, es perfectamente
válido lo dicho anteriormente con la salvedad de que en vez de triángulo hablemos de cuadrilátero con
un cuarto vértice ubicado en Córdoba.
Me parece igualmente importante hacer algunas precisiones en torno a la concreción del equilibrio
territorial que se plantea en el Plan, y que aparece prácticamente como objetivo en todos los planes de
ordenación territorial que se elaboran, por las implicaciones que tiene para la acción de la
administración.
En mi opinión lo relevante no es equilibrar territorios, sino la dotación de servicios y de funciones de las
personas que habitan esos territorios, porque no todos los espacios tienen la misma capacidad de recursos
para mantener unas densidades de población similares. Es cierto que hay territorios abocados a la
desertización, pero, eso no debe hacernos rasgar las vestiduras si los mismos no tiene capacidad de
sustento de una determinada población. Recuperemos esos territorios para actividades forestales y
protección de la naturaleza, tratemos de reconstruir los ecosistemas antiguos, pero no debemos
empeñarnos en conseguir lo imposible.
En este sentido estamos plenamente de acuerdo con la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y
Transportes de la Comunidad Valenciana cuando en su informe sobre el Arco Mediterráneo Español1 se
plantea el dilema entre eficiencia y equidad diciendo:
1
“Arco Mediterráneo Español. Eje Europeo de Desarrollo”. Publicaciones de Divulgación Técnica, Colección “Territori”, nº 3;
Generalitat Valenciana, Valencia, 1993. Pp 173 y 174.
434
I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
En otro orden de cosas, está claro que actuar en términos de equidad no significa homogeneizar
arbitrariamente el estándar de recursos existentes por unidad de superficie, sino que como ya se ha
comentado, es una cuestión que debería plantearse en términos de igualdad personal. Esto obliga a
asumir como objetivos prioritarios de la política regional los principios de igualdad de oportunidades
(educación) y de igualdad en algunas dimensiones básicas del bienestar individual (sanidad, cultura,
ocio, etc.). Por todo ello, y siguiendo con la distinción efectuada por Biehl entre infraestructuras
económicas (transportes, telecomunicaciones, energía, etc.) e infraestructuras sociales (educación,
sanidad, cultura, etc.) se propone como verdadero paradigma de solidaridad la garantía del acceso de
todos los ciudadanos a las infraestructuras sociales en condiciones de igualdad relativa,
independientemente de su situación personal y de la zona geográfica en que habiten.
Parece claro por todo lo anterior, que el objetivo de equilibrio territorial adquiere con este nuevo
enfoque su verdadero significado. No se trata tanto, como a menudo se ha propuesto en aras de una
pretendida aplicación del principio de equidad, de promover la consecución de unos territorios
isotrópicos en el que todas las personas y actividades tengan un medio de análogas condiciones; sino
más bien de conseguir una correspondencia eficiente entre las condiciones y oportunidades que un
territorio puede desarrollar, y las personas y actividades que puede acoger y/o servir.
Y se aprecia además hoy en Andalucía, que la menor dotación de servicios no se experimenta hoy en los
núcleos rurales como ocurría antaño, sino en las grandes barriadas superpobladas de las grandes ciudades
de forma que, aunque la dotación de servicios desde una perspectiva territorial está bastante equilibrada,
gracias sobre todo a la actuación de la administración regional, la dotación per cápita de tales servicios es
claramente insuficiente y deficitaria par los grandes contingentes de población que viven en las ciudades
andaluzas mayores.
Por consiguiente, sí al equilibrio territorial, pero teniendo en cuenta la funcionalidad de tales territorios y
su desigual densidad de población. La acción de los vectores-fuerza demográficos a los que hemos
aludido anteriormente responde a profundas aspiraciones del hombre actual. Consiguientemente tratar de
fijar poblaciones excesivas en territorios que no permiten su automantenimiento es hacer depender esas
poblaciones de una permanente subsidiación. Todo lo contrario del objetivo del “desarrollo sostenible”
que se propugna en la Unión Europea, lo que en definitiva no es sino la búsqueda del equilibrio entre
recursos de un territorio y población que pueda “sostenerse” en el mismo.
Y volvemos al inicio de este epígrafe. También en los trabajos previos del Plan de Ordenación del
Territorio de Andalucía, aparece la doble pertenencia a los ejes del Mediterráneo y del Atlántico al igual
que en el informe “Europa 2000 +”. ¿Es cierto pues el interrogante que titula este epígrafe acerca de la
indefinición estratégica andaluza en la ordenación del territorio europeo?.
MARCO ESPECIFICO
El Eje del Mediterráneo español. Sus dimensiones demográfica, espacial, económica y turística.
Pasamos seguidamente a examinar la situación del Eje del Mediterráneo español, destino fundamental en
el creciente proceso de desplazamiento de la población española, así como su influencia en la economía
española. Igualmente tratamos de profundizar en el análisis estimando la importancia de este proceso
ciñéndolo a los municipios costeros..
Hay que poner de relieve que consideramos como mediterráneas a una provincia completa y
parcialmente a otra, Huelva y Cádiz respectivamente, que no lo son estrictamente; aunque por sus
características geográficas económicas y climáticas, pueden asimilarse fácilmente a las mediterráneas ya
que, además, carecen de continuidad con otras provincias españolas que lindan con Portugal.
435
I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
Asimismo es importante señalar que de las trece provincias incluidas en el análisis, hay tres: Gerona,
Murcia y Granada, en que las capitales provinciales no son costeras. Este dato es relevante para
interpretar correctamente algunas tablas de nuestro análisis.
Principales indicadores socioeconómicos del litoral mediterráneo.
Hechas estas precisiones examinemos brevemente los principales indicadores geográficos, económicos y
demográficos en la tabla 1, donde distinguimos los correspondientes a los municipios litorales, a las
provincias costeras, al resto de España y al total nacional.
Y podemos apreciar que las trece provincias mediterráneas consideradas (doce peninsulares y una
insular) representan aproximadamente la quinta parte de la superficie española, unas dos quintas partes
de la población y la misma proporción aproximadamente del valor añadido nacional. Por consiguiente la
densidad de población de estas provincias costeras en conjunto es dos veces y media más elevada que la
media española.
Pero si nos fijamos en los municipios litorales, con un cuatro por ciento de la superficie del estado
acogen al 21 por ciento de la población, por lo que su densidad demográfica quintuplica la media
española, y representan cerca de la cuarta parte de la cuota del mercado español, único indicador
económico municipal que se puede utilizar.
Así podemos apreciar que el valor añadido que generan las provincias litorales en relación con su
superficie supera más de dos veces y media el correspondiente al resto de España. Y es fácilmente
aceptable que el valor añadido generado en los municipios litorales mediterráneos supere ampliamente la
multiplicación por siete al correspondiente al resto del territorio español; al menos esa es la proporción
que los diferencia si utilizáramos como indicador la cuota de mercado por unidad de superficie. Es por
eso que asistimos a un creciente proceso de mediterraneización económica y demográfica de España.
En la tabla 2 exponemos las cifras de la superficie de las provincias litorales, de los municipios costeros
así como las correspondientes cuotas de mercado. Puede apreciarse que la proporción que representan
tanto la superficie como la longitud del litoral de las distintas provincias es relativamente homogénea, ya
que las máximas diferencias van de 1 a 2,5 con la excepción de las Baleares, por razón de su insularidad,
y de Granada.
Sin embargo, las grandes diferencias existentes en la configuración municipal de las distintas provincias,
fruto de la disparidad histórica que ha marcado su evolución, ponen de relieve una configuración
municipal litoral muy distinta entre unas y otras. De hecho, la dimensión de los municipios va a influir
poderosamente en el análisis de la litoralidad ya que mientras los municipios litorales de Granada
representan el 3,5 por ciento del conjunto de la superficie provincial, los de Baleares llegan al 76,8 por
ciento. Pero las diferencias que siguen a esos dos casos extremos se encuentran en Barcelona y Valencia
donde los municipios litorales ocupan el 6,1 y 6,6 por ciento respectivamente de las superficies
provinciales, y en Cádiz alcanzan el 32,2. Luego existen disparidades significativas en la configuración
municipal de las provincias analizadas, apreciándose una cierta tendencia a encontrar municipios más
grandes hacia el sur, y más pequeños hacia el norte del litoral mediterráneo español.
La comprobación de esas diferencias de tamaño, así como las respectivas longitudes costeras de los
municipios litorales en cada provincia puede verse en la tabla 3.
Igualmente podemos examinar en la tabla 2 la importancia absoluta y relativa de las cuotas de mercado,
destacando claramente aquellos litorales donde existe un municipio de gran dimensión urbana como son
las casos de Barcelona y Valencia, y en menor medida Alicante y Málaga.
436
I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
La importancia económica del litoral mediterráneo.
Es importante, por otra parte, estimar también la importancia del valor añadido y sus características en
las provincias mediterráneas. De la tabla 4 podemos deducir que el proceso de mediterraneización
económica es constante desde hace cuarenta años, por lo menos el análisis interdecenal es
manifiestamente elocuente al respecto, con un frenazo en dicho proceso (que no sabemos si responde a
razones coyunturales por utilizar datos de un sólo año en representación de la evolución de la década)
entre 1973 y 1983, debido muy posiblemente a la crisis económica mundial padecida que afectó en
mayor medida a la industria y a los servicios que son los grandes sectores económicas en que el
Mediterráneo español tiene más peso relativo en el conjunto de España.
De todas maneras el proceso no es homogéneo en todo el litoral ya que hay una lógica decadencia
relativa de Barcelona, que no es compensada suficientemente por las otras dos provincias catalanas; se
aprecia un ligero aumento también de la Comunidad Valenciana, aunque con un ligero retroceso relativo
igualmente lógico de Valencia en el conjunto mediterráneo; Murcia también aumenta su participación
relativa al igual que Baleares; y en cuanto a Andalucía se aprecia un comportamiento diferenciado entre
el litoral mediterráneo estricto, y las otros dos provincias más occidentales que pierden peso relativo
nacional y regional, puesto que en general presentan una ligera pérdida de importancia respecto al
Mediterráneo y a España.
Es importante constatar que los mayores crecimientos relativos se aprecian en las provincias
fundamentalmente turísticas: Gerona, Alicante, Málaga y Baleares.
En la tabla 5 podemos apreciar la estructura del valor añadido para 1993 de las provincias del Eje del
Mediterráneo. Y se comprueba que en dicho eje se genera una tercera parte del producto agrario y
pesquero de España, y alrededor de las dos quintas partes del valor añadido industrial, de la construcción
y de los servicios.
La importancia turística del litoral mediterráneo.
Dada la significación del turismo en el litoral mediterráneo es importante valorar la relevancia de las
distintas provincias, y para ello nos valemos de las estadísticas de plazas hoteleras cuya evolución desde
1961 hasta 1994 examinamos en la tabla 6.
Y las cifras evidencian a escala nacional un crecimiento que se va frenando poco a poco hasta el
comienzo de la década de los noventa en que, a resultas de los grandes acontecimientos del 92, se ha
producido un nuevo impulso en el ritmo de creación de plazas hoteleras que supera fuertemente el
experimentado en la década de los ochenta.
Igualmente se constata que el despegue de la construcción hotelera en las provincias mediterráneas tuvo
lugar en la década de los sesenta, cuando su participación en el total nacional de plazas hoteleras pasó del
48 al 70 por ciento. Desde entonces, el desarrollo del turismo en otras partes de España y de otros tipos
de turismo no vinculados al sol y a la playa, como el de nieve, congresos y convenciones, cultural y
monumental, rural, etc., ha hecho que el Mediterráneo vaya descendiendo paulatinamente su
importancia relativa que en 1994 se situaba en las dos terceras partes del conjunto español.
Conviene no olvidar que la tendencia al crecimiento de las plazas hoteleras se mantiene en todas y cada
una de las provincias examinadas, a pesar de la aparición de una creciente competencia en la oferta de
alojamientos extrahoteleros, ya sean apartamentos de alquiler, viviendas a tiempo compartido o
residencias secundarias. Esta oferta afecta indudablemente al menor ritmo de crecimiento de las plazas
hoteleras en el litoral Mediterráneo respecto al experimentado últimamente en el resto de España.
437
I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
De todas maneras el grado de concentración de la planta hotelera a lo largo del Eje del Mediterráneo es
importante, máxime si tenemos en cuenta la propia concentración en las principales provincias turísticas.
Entre seis provincias: Baleares, las tres costeras catalanas, Alicante y Málaga, se reparten más de la
mitad de las plazas hoteleras españolas, destacando Baleares con más de la cuarta parte, y ofertan más
del 90 por ciento de las plazas del Mediterráneo español. Cifras que ponen de relieve el acusado grado de
concentración geográfica de la hotelería española y mediterránea. Igualmente se aprecia una cierta
tendencia a reducir paulatinamente su importancia desde 1970 (con la excepción de Barcelona en el
último período a resultas de la Olimpiada), lo que se traduce en una mejor distribución de la misma a lo
largo del litoral.
La importancia turística de las seis citadas provincias más caracterizadas como tales se puede comprobar
al examinar, en el gráfico 5, el número de plazas hoteleras que corresponden a cada kilómetro de litoral
respectivo. A esas seis provincias se añade Granada por otra razón, ya que a la escasa longitud de su
costa se une el que la mayoría de las plazas hoteleras se encuentran en la capital provincial de acusado
carácter turístico-monumental, de nieve e interior.
La evolución demográfica de provincias y municipios costeros.
En la tabla 8 presentamos la evolución demográfica a lo largo del presente siglo de las provincias del Eje
del Mediterráneo y de sus municipios litorales. Se puede constatar que la población de estas provincias
se ha multiplicado por 2,5 con diferencias sensibles entre la gran metrópoli catalana -que cuadruplicó
ampliamente su población- y Almería que apenas aumentó un 30 por ciento. El crecimiento de la
provincia de Barcelona, que en este siglo se ha confirmado como la primera provincia industrial de
España, distorsiona las medias del conjunto de provincias mediterráneas; pero es constatable que el
grupo de provincias donde hay un desarrollo turístico o industrial importante crecen bastante más que
las demás. Son los casos de Baleares, Valencia, Alicante, Málaga y Cádiz, que como mínimo han
duplicado su población a lo largo de este siglo.
Ahora bien, si nos fijamos exclusivamente en la evolución demográfica de los municipios litorales
apreciamos que su crecimiento ha sido significativamente más acusado. Y a las provincias anteriores se
añaden Tarragona y Huelva en la superación del crecimiento medio del litoral mediterráneo, provincias
que experimentaron un acusado desarrollo industrial petroquímico en los sesenta y setenta. Dos
provincias que, además, muestran una acusada diferencia en el comportamiento demográfico del litoral
y del interior respectivos.
Asimismo es interesante hacer notar que en el último período intercensal se ha producido un leve pérdida
de población en el litoral de Barcelona. La explicación a este aparentemente contradictorio fenómeno se
encuentra en la aparición del fenómeno ya mencionado del vaciamiento del centro de las grandes
ciudades cuya población se suburbaniza.
También podemos apreciar en la tabla 9 la evolución demográfica desde principios de siglo del litoral
mediterráneo, de las provincias costeras y del resto de España, poniéndola en relación con la evolución
media del país. Y se puede comprobar el gran cambio que experimenta a partir de 1960 en que el peso de
la población interior, que se había mantenido constante a lo largo de los primeros 60 años del siglo,
empieza a decrecer ininterrumpidamente. De forma paralela se acelera el proceso de despegue de la
población mediterránea. Es interesante comprobar cómo la tendencia a la litoralización es inequívoca
desde principios de siglo, aunque parece haberse frenado en el último período analizado por las razones
anteriormente apuntadas.
438
I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
La tabla 11 permite analizar con detalle cual ha sido la evolución demográfica de los municipios litorales
en el contexto provincial respectivo desde principios de siglo. Y se aprecian cosas bastante significativas.
En primer lugar hay una provincia en que su litoral tiende a perder peso desde 1960: Barcelona, y en
Valencia está prácticamente estancado desde esa fecha. El hecho de que sean dos provincias con gran
desarrollo industrial que se ha irradiado hacia todo el conjunto provincial desde las respectivas capitales,
así como la escasa dimensión de sus municipios litorales y teniendo una longitud de litoral similar a las
demás provincias, explican esa aparentemente contradictoria información respecto a la tesis general de
este trabajo. De haberse podido ampliar la investigación a otros municipios próximos a la costa que
representaran el 20 por ciento de las respectivas superficies provinciales, que es la superficie que como
media ocupan los municipios costeros en el conjunto de las provincias analizadas, en vez del 6 por ciento
de Barcelona y Valencia, mostraría probablemente una evolución similar a la del conjunto del Eje del
Mediterráneo. No hay que olvidar tampoco que las respectivas capitales provinciales son grandes
capitales que empiezan a reflejar fenómenos de suburbialización ya mencionados. También en Murcia
pierde peso el litoral en el último período, lo que se debe a varios fenómenos en mi opinión. Primero a la
capitalidad provincial no costera, segundo al reforzamiento de esa capitalidad con la de la Autonomía, y
tercero a la llegada de la Autopista del Mediterráneo que se separa de la costa en esa Comunidad
Autónoma y circula por el entorno de la capital.
En el extremo opuesto a estas provincias se encuentran Baleares, Tarragona, Castellón, Alicante, Málaga,
Cádiz y Huelva donde la litoralización es un fenómeno ininterrumpido a lo largo del siglo XX. Este
fenómeno también se muestra en Gerona, Almería y Granada pero sólo a partir de 1960.
En la tabla 12 analizamos la evolución demográfica en dos grandes períodos: desde principios de siglo
hasta 1960, año que emblematiza el inicio del moderno desarrollo español, y desde esa fecha hasta la
actualidad. En este caso pretendemos poner en relación esa evolución de la población litoral y de la
totalidad de cada una de las provincias, con el conjunto de todo el Eje Mediterráneo. Y se aprecian
diferencias sensibles en ambos períodos tanto en el análisis parcial como en el global, aunque sin duda el
gran peso de Barcelona capital influye en el mismo. Desde la perspectiva de los conjuntos provinciales
se muestra un reforzamiento del crecimiento en torno a las dos metrópolis y a las tres provincias más
turísticas (Baleares, Alicante y Málaga). Sin embargo si analizamos estrictamente el litoral, puede
comprobarse que en el último período se está produciendo un reequilibramiento de la distribución de la
población a lo largo del mismo, con un descenso relativo de Barcelona y Valencia, y un considerable
aumento de las demás, salvo Granada y Murcia por las razones ya esgrimidas a las que se añade Cádiz.
Por consiguiente podemos evidenciar un hecho relevante consistente en que el desarrollo turístico
origina una mejor distribución de la población en el litoral mediterráneo, lógicamente en el contexto de
un crecimiento de la misma.
Finalmente la tabla 13 expone las densidades de población de las provincias litorales, de sus municipios
costeros y de sus municipios interiores. Y las cifras que se dan son sumamente elocuentes, puesto que la
densidad media de los municipios litorales multiplica por 8,5 la correspondiente a los municipios
interiores de las trece provincias costeras estudiadas. Las diferencias de densidad más y menos acusadas
entre litoral e interior se dan en Barcelona que multiplica por dieciséis y en Murcia donde sólo es un 30
por ciento mayor.
Es interesante comprobar, en el gráfico 4, el carácter oscilante de la densidad de población a lo largo de
todo el Eje del Mediterráneo, con crestas que se ubican en torno a las tres mayores ciudades del Eje
(Barcelona, Valencia y Málaga) que a su vez son vértices del gran hexágono español, y que cada vez son
más elevadas en la medida en que nos desplazamos hacia el norte, y con el punto culminante en
439
I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
Barcelona que actúa como gran metrópoli europea en el sur de Europa. Es curioso asimismo detectar
cómo la densidad de población del litoral de las provincias que se encuentra situadas inmediatamente al
sur de esas tres provincias con picos máximos de densidad, es superior a las que se encuentran
inmediatamente al norte, lo que puede ser una evidencia de que el desarrollo viene de norte a sur y se
polariza en torno a las tres grandes ciudades.
Resulta muy significativa igualmente en mi opinión, la fuerte caída de la densidad de población en el
litoral tarraconense que puede deberse a la ubicación de la central nuclear de Vandellós en ese litoral, la
cual actúa como factor disuasorio de desarrollo urbanístico.
El litoral andaluz en el Eje del Mediterráneo.
Para tener una cabal interpretación del papel que el litoral andaluz puede desarrollar en el Eje del
Mediterráneo conviene tener en cuenta el renovado rol de las ciudades en el desarrollo regional. Porque
uno de los fenómenos que se detectan en la economía regional es un cambio de orientación de sus
postulados a resultas de la potenciación de la descentralización política y económica, del proceso
integratorio y de la propia internacionalización o globalización económica. La consecuencia de todo ello
es la reactivación del papel de las ciudades en el desarrollo regional, ya que éste responde a una
reestructuración que tiene lugar a través de sistemas de ciudades como ejes vertebradores del crecimiento
económico que se difunde a partir de los mismos.
En este sentido, la caracterización que el informe de la Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y
Transportes de la Comunidad Valenciana, anteriormente referenciado, hace del Eje del Mediterráneo es
sumamente ilustrativa de su potencial.
Un eje calificado de dinámico y equilibrado en el que turismo y agricultura intensiva han constituido las
principales notas del último proceso urbanizador.
Un eje que es el de mayor crecimiento reciente en España, y un espacio ampliamente diversificado, tanto
para el ocio como para la producción, basado en su elevada calidad ambiental.
Aunque existen diferencias entre el norte y el sur del Eje que delimita el Segura, una serie de
características socioeconómicas comunes le presta una gran homogeneidad: Agricultura intensiva y
exportadora de elevada productividad; industria ligera también orientada a la exportación aunque casi
exclusivamente ubicada en la parte norte del eje (la interrupción de la autopista del Mediterráneo
existente hasta hace poco tiempo en Murcia tiene mucho que ver en ello); turismo masivo de sol y playa;
disposición lineal de los asentamientos urbanos condicionada por las características geográficas del
espacio; economías abiertas y receptivas a las inversiones foráneas y muy atractivas para actividades
terciarias; el agua como factor estratégico de primera magnitud, tanto por su escasez como por la
sobreexplotación y pérdida de calidad de los acuíferos; y finalmente carencias en infraestructuras de
transporte terrestre, especialmente en su parte sur que aparece desconectada de la norte por ferrocarril y
carretera. La estructura radial de estas infraestructuras terrestres a escala nacional ha actuado de barrera
desintegradora del Eje que sólo muy recientemente está empezando a resolver sus problemas de
interconexión por autopista, aunque reste todavía por resolver la fundamental unión litoral de la tercera
metrópoli del Eje, Málaga, tanto con Almería y el resto de metrópolis y ciudades del sistema
mediterráneo, como con Algeciras.
Dado el retraso que tales obras llevan acumulado sobre las programaciones de los planes nacionales que
las proyectaron parece como si existiera una deliberada política de aislamiento de la conurbación
malagueña respecto de su principal marco natural de interrelación, porque no resulta comprensible ese
retraso a la vista de las propias intensidades de tráfico existentes. De la misma forma que resulta
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I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
incomprensible comprobar que, cuando la Unión Europea está esbozando como proyecto de interés
comunitario la unión ferroviaria de todo el eje mediterráneo español, el Plan Director de Infraestructuras
plantee la solución a la incomunicación ferroviaria del puerto de Algeciras a través de su conexión con
Cádiz en vez de por Málaga, donde las razones de dinámica mediterránea lo aconsejan. Razones a las que
se añaden la mayor rentabilidad económica y social que se deriva de este trazado tanto por la
configuración lineal de la conurbación de la Costa del Sol y su elevada densidad de población, que
precisa medios alternativos de transporte a la carretera, como por la existencia de una parte de dicho
trazado con una elevada ocupación (entre Málaga y Fuengirola); y por el hecho no menos importante de
que la estrategia del desarrollo ferroviario en toda Europa pasa por concebirlo como principal medio de
transporte en las grandes concentraciones urbanas.
Resulta significativo señalar que: La repercusión territorial de una infraestructura de comunicación y
transporte depende fundamentalmente de la densidad e intensidad de los incrementos de utilidad
obtenidos con su implantación para el desarrollo de actividades por ella conectadas. Ambas condiciones
no se dan a cierto nivel más que en espacios muy determinados: por un lado, en concentraciones de tipo
puntual en torno a áreas y núcleos urbanos de rango nacional, regional o subregional; de otro, en
concentraciones lineales formadas por sistemas urbanos de muy diversos rangos y tamaños. Son estos
últimos los que articulan más eficientemente el territorio, mejorando la utilidad de las infraestructuras y
difundiendo más eficazmente innovación y actividad sin introducir fenómenos congestivos. Es el modelo
de las áreas y regiones más desarrolladas de Europa.
Si las condiciones de densidad e intensidad se complementan con las de dinamismo, es necesario
reconocer que existen en nuestro país muy pocos ejes estructurantes consolidados:
- Girona-Barcelona-Tarragona
- Castellón-Valencia-Alicante
- Sevilla-Cádiz y Sevilla-Huelva
- Motril-Málaga-Marbella-Estepona
- Toledo-Madrid-Guadalajara
- -Santiago-Vigo
- Gijón-Oviedo-Avilés
- Torrelavega-Santander-Bilbao-San Sebastián-Irún.
Ninguna otra de las zonas urbanas o suburbanas existentes permite por ahora considerarse como eje de
desarrollo integrado.
La unión de los ejes consolidados del litoral mediterráneo, desde Gerona hasta Cádiz y su conexión con
los ejes de desarrollo europeos; su forma no congestiva, interdependencia, extensión y potencial,
convertiría al Arco Mediterráneo Español en una completa y compleja “dorsal estructurante” capaz de
articular el territorio a escala peninsular.1
Un simple examen al mapa de autopistas y autovías nacionales nos permite apreciar que de los ocho ejes
anteriormente citados el de Málaga es el único que está incompleto.
A pesar de ese retraso en la vertebración y articulación de los transportes terrestres malagueños,
diferentes datos relativos ponen de relieve que la importancia del litoral andaluz crece paulatinamente, a
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I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
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partir de los años setenta, en el conjunto del Eje del Mediterráneo,que, conviene no olvidar, es el más
dinámico de España.
Algunas cifras de los porcentajes que la Andalucía costera representa en el Eje del Mediterráneo son
ilustrativas al respecto:
PESO RELATIVO DE LA ANDALUCÍA LITORAL
EN EL EJE DEL MEDITERRÁNEO.
1955
1964
V.A.B. c.f.
1961
1970
1973
18,0
1983
1993
17,0
1980
17,7
1990
17,2
17,7
1994
Nº plazas
hoteleras
17,9
13,0
14,5
16,6
17,8
Población
1900
1930
1960
1970
1981
1991
Provincia
33,3
31,4
29,9
26,1
24,9
25,9
Mun. Litoral
28,8
24,9
25,7
24,1
25,2
28,1
Vemos pues, con claridad, el proceso de litoralización demográfica andaluza en el que la provincia de
Málaga aparece como el más acusado de las provincias peninsulares del Eje del Mediterráneo y
posiblemente de toda la península Ibérica. Casi la mitad de la población de las provincias costeras de
Andalucía viven en los municipios litorales, porcentaje que se eleva a las tres cuartas partes de sus
habitantes, en el caso de la población malagueña, los que residen en los municipios litorales.
Asimismo si ordenáramos las provincias del Eje Mediterráneo en función del producto interior bruto
1
generado por habitante en 1993 obtendríamos la siguiente jerarquía:
1º Baleares
5º Castellón
9º Málaga
2º Gerona
6º Valencia
10º Almería
3º Tarragona
7º Alicante
11º Huelva
4º Barcelona
8º Murcia
12º Cádiz
13º Granada
Ordenación que coincide de forma clara en la dirección geográfica norte-sur, con el mayor trastorno en
Andalucía. La diferencia entre los extremos de Baleares y Granada es de 1 a 2,5, situándose Málaga en el
78 por ciento de la media nacional y prácticamente el mismo porcentaje de la media del Eje del
Mediterráneo. Los movimientos migratorios han igualado bastante a las provincias españolas.
Pero, sin embargo, si utilizamos el dato de la producción por kilómetro cuadrado entonces el panorama
se modifica totalmente. La jerarquía del Eje del Mediterráneo quedaría de la siguiente forma:
1º Barcelona
5º Málaga
9º Murcia
2º Valencia
6º Gerona
10º Castellón
3º Alicante
7º Tarragona
11º Granada
4º Baleares
8º Cádiz
12º Almería
1
13º Huelva
Ibidem, pag 187.
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I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
Las diferencias entre Barcelona y Huelva van de 1 a 22, situándose Málaga en torno al 80 por ciento de
la media del Mediterráneo y el 162 por ciento de la media española.
Puede apreciarse que la concentración urbana y el desarrollo turístico actúan como factores
potenciadores de este indicador, estando sólo las cuatro primeras provincias por encima de la media
mediterránea.
Una última evidencia de esa importancia que el proceso urbanizador tiene en la generación de producto
la observamos en la siguiente serie histórica, que reproduce el peso relativo del litoral andaluz y de la
provincia de Málaga en el contexto español del producto interior bruto al coste de los factores:
1955
1964
1973
1983
1993
Andalucía Litoral
6,7
6,4
7,1
6,9
7,2
Málaga
1,6
1,7
2,0
2,2
2,3
Cifras que muestran el peso creciente de la economía malagueña en el contexto nacional a pesar de la
crisis turística que se manifestó en el paso de la década de los ochenta a la de los noventa, y que en el
caso del litoral andaluz evidencia la dura crisis industrial de la década 73-83.
3. Conclusiones.
La concentración demográfica en el Eje del Mediterráneo genera una densidad de población que casi
duplica la media española, y la tendencia es a acrecentar las diferencias.
La importancia de la actividad económica está en estrecha relación con la densidad de población, por lo
que la quinta parte de la superficie española (la que ocupan las provincias del Eje del Mediterráneo)
generan los dos quintos del valor añadido nacional.
Este desplazamiento económico y demográfico hacia las costas mediterráneas se constriñe
fundamentalmente a la banda litoral más próxima al mar.
El 4 por ciento de la superficie nacional (la que ocupan los municipios mediterráneos costeros) acoge a
más del 20 por ciento de la población española de hecho, y sin tener en cuenta los desplazamientos de las
ingentes masas de turistas y residentes turísticos no censados que constituyen una población flotante
media a lo largo de todo el año nada despreciable y no aparece en las estadísticas.
La generación media de valor añadido neto de las provincias mediterráneas por unidad de superficie es
más de dos veces y media la correspondiente a la media nacional.
El análisis del crecimiento de las plazas hoteleras pone de relieve un gran despegue en la década de los
sesenta en las provincias del Eje, en la década de los setenta se mantuvo paralela a la media nacional, y a
partir de los ochenta se inicia un declive relativo motivado por el desarrollo de otras formas de turismo
por el resto de España y de otras formas de alojamiento en las costas mediterráneas.
Existe una fuerte concentración hotelera, que lo es también turística, en las tres provincias catalanas,
Baleares, Alicante y Málaga.
La paulatina expansión del desarrollo turístico de sol y playa por otras provincias mediterráneas está
generando un mayor equilibrio en la distribución de la planta hotelera a lo largo del Eje, y es presumible
que lo sea también de la propia actividad turística.
1
Según datos provisionales del Banco de Bilbao-Vizcaya.
443
I Congreso de Ciencia Regional de Andalucía: Andalucía en el umbral del siglo XXI
PONENCIA
La importancia económica y demográfica de los distintos litorales mediterráneos está influida por la
existencia y proximidad de las grandes ciudades.
A partir de los sesenta se acelera el despegue demográfico del litoral mediterráneo, más acusado en las
provincias de mayor importancia turística, aunque parece haberse llegado a un tope en Baleares.
El factor capitalidad provincial es un factor de polarización poblacional importante, ya que, en las
provincias donde no es costera su capital, no está claro el proceso de crecimiento demográfico relativo
del litoral.
En los últimos treinta años se está produciendo un reequilibramiento de la distribución de la población a
lo largo del litoral.
La densidad de población a lo largo del litoral muestra oscilaciones que encajan en los modelos
geográficos de jerarquización.
El proceso de concentración demográfica y económica del litoral genera graves problemas y conflictos
por el uso del suelo entre diferentes sectores, así como un deterioro del paisaje, poniéndose en evidencia
la relevancia de la política de defensa del litoral iniciada por la Ley de Costas.
Como forma de reducir la presión que las demandas de suelo ejercitan sobre la franja costera más
próxima al mar, así como para extender los efectos expansivos hacia el interior, habrá que potenciar una
política de infraestructuras de carreteras que perpendicularice las comunicaciones hacia el interior, al
tiempo que une esos territorios interiores con el gran eje de transportes que es la autopista-autovía del
Mediterráneo cuya conclusión es una necesidad imperiosa.
Desde la perspectiva de la Alta Andalucía, consideramos que la integración terrestre a lo largo del litoral,
es decir a través de Almería, con el resto del Eje es una opción estratégica fundamental del desarrollo
regional andaluz que, a su vez, permitirá ir soldando la fractura murciano-almeriense del Eje del
Mediterráneo.
Asimismo la culminación del eje Bailén-Motril, es decir del tramo Granada-Motril, por autovía
constituye otro elemento clave de la vertebración de las comunicaciones terrestres de la Andalucía
Oriental.
Igualmente consideramos que la continuación del ferrocarril de alta velocidad entre Córdoba y Málaga
con sus conexiones a Granada y Jaen constituye otra baza estratégica relevante para la estructuración de
Andalucía, al margen de la conexión por autovía entre ambas capitales cuya rápida conclusión no debe
demorarse.
También la continuación del ferrocarril entre Fuengirola y Algeciras constituye otra baza estratégica
relevante, dando por supuesta la conclusión de la conexión por autopista/autovía con la citada ciudad
portuaria.
En cuanto a la política de transportes marítimos, en el contexto del Eje del Mediterráneo, está
condicionada a la propia política comunitaria de potenciación del cabotaje, aun cuando para los
transportes hacia Centroeuropa dudamos de su virtualidad. Otra cuestión es la relación con el norte de
Africa, con un creciente potencial de transporte a analizar con detalle, sobre todo en relación con el
intermodalismo que también parece decidido a apoyar la Unión Europea.
ANEXO. Véase Directorio MCP1
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