A. y S. t. 231 p. 446-454 - Poder Judicial de la Provincia de

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Reg.: A y S t 231 p 446-454.
En la ciudad de Santa Fe, a los veinte días del mes de mayo del año dos mil nueve se
reunió en acuerdo la Corte Suprema de Justicia de la Provincia integrada por los señores
Ministros doctores Daniel Aníbal Erbetta, María Angélica Gastaldi, Rafael Francisco Gutiérrez,
Eduardo Guillermo Spuler, y el señor Juez de Cámara doctor Nicolás Jorge Vitantonio con la
presidencia del titular doctor Roberto Héctor Falistocco a fin de dictar sentencia en los autos
“LEGUINA POGGIO, José Luis contra LUGAS, Floduardo y ot. -Cobro de Pesos- sobre
RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD” (Expte. C.S.J. nro. 384, año 2007). Se resolvió
someter a decisión las siguientes cuestiones: PRIMERA: -¿es admisible el recurso interpuesto?-.
SEGUNDA: en su caso -¿es procedente?-. TERCERA: en consecuencia -¿qué resolución
corresponde dictar?-. Asimismo se emitieron los votos en el orden que realizaron el estudio de la
causa, o sea doctores Spuler, Gutiérrez, Gastaldi, Falistocco, Erbetta y Vitantonio.
A la primera cuestión: -¿es admisible el recurso interpuesto?-, el señor Ministro doctor
Spuler dijo:
I. En lo que respecta a la cuestión materia del recurso, he de efectuar una breve
reseña de las actuaciones que, a mi juicio, resultan aptas para dilucidarla acabadamente; a saber:
1. El señor José Luis Leguina Poggio promovió formal demanda por cobro de pesos
emergente de la relación laboral “en situación de subordinación y dependencia” contra Floduardo
Lugas, María Lidia Rosa Alvarado, Viviana M. Carino, José García Riera Roger, Juan Carlos
Silva, “Sagrado Corazón de María S.R.L.” y contra quien, en definitiva, resulta responsable.
Unificando personería comparecieron los demandados y precisaron que Floduardo
Lugas y María Lidia Rosa Alvarado “son los únicos integrantes de la sociedad de responsabilidad
limitada denominada Sagrado Corazón de María S.R.L. inscripta debidamente en el Registro
Público de Comercio de Rosario”; contestaron la demanda, ofrecieron pruebas y opusieron
excepción de falta de legitimación pasiva (sine actione agit) (artículo 142, C.P.C. y C.). Enfatizaron
que el único empleador de Leguina Poggio era la clínica “Sagrado Corazón de María S.R.L.” y no
los demandados a título personal traídos al proceso, los que sólo actuaron como parte funcional
de la empresa.
Corrido traslado al actor, contestó la excepción articulada manifestando -en lo que
aquí es de interés- que todos los co-demandados son solidariamente responsables en forma
personal frente a su crédito y reiteró, conforme lo adujera en la demanda, que “Sagrado Corazón
de María S.R.L.” venció como sociedad por expiración de su plazo en diciembre de 1987,
habiéndose reactivado recién en diciembre de 1992. Añadió que desde su ingreso en enero de
1988 hasta el distracto operado en marzo de 1993 laboró sin solución de continuidad para todos
los co-demandados, quienes siempre se han presentado como dueños de la explotación.
2. El Juzgado del Trabajo de la Sexta Nominación de Rosario por sentencia del
14.2.2001 resolvió: 1) hacer lugar parcialmente a la demanda condenando a “Clínica Sagrado
Corazón de María S.R.L.”, Floduardo Lugas y María Lidia Rosa Alvarado -solidariamente- a
abonar a José Luis Leguina Poggio la suma que arroje la liquidación a practicarse dentro de los
tres días de ejecutoriada la misma, con costas; 2) condenar a los demandados mencionados a
otorgar al actor la certificación indicada en el considerando 5to. dentro de los 15 días de
notificada la presente y, en su caso, abonarle además la condenación conminatoria accesoria
que el mismo considerando sanciona; 3) receptar la defensa “sine actione agit” opuesta por los
co-demandados Carino, Riera Roger y Silva, respecto de los cuales se rechaza la demanda, con
costas al actor.
3. Apelada la sentencia parcialmente por ambas partes, expresados y contestados los
respectivos agravios, la Sala Tercera de la Cámara de Apelación en lo Laboral de Rosario por
resolución nro. 88 del 24.6.2004 falló “Hacer lugar parcialmente al recurso de apelación
planteado por la parte demandada modificando el fallo en cuanto a los adicionales que reclama el
actor con fundamento en el artículo 7 inciso 12 del C.C.T. 122/75, en lo que hace a los intereses
fijados por el a quo que se reducen según lo indicado y en cuanto a la responsabilidad de los
codemandados Lugas y Alvarado -que se excluye- todo lo cual será conforme lo que se determine
en los considerandos del presente. En lo demás se confirma lo resuelto, rechazándose en
consecuencia el recurso de apelación parcial planteado por el accionante ...”.
Contra dicho pronunciamiento interpuso José Luis Leguina Poggio recurso de
inconstitucionalidad con fundamento en el artículo 1 inciso 3 de la ley 7055.
En el memorial recursivo sostuvo que el fallo se aparta de la normativa vigente al
hacer lugar a la excepción “sine actione agit” planteada por los co-demandados Lugas y Alvarado,
fundándose para así decidirlo en que la sociedad no se había disuelto sino que, conforme a lo
dispuesto en la cláusula cuarta del contrato social, se había operado su prórroga.
Y en este aspecto precisa que la Ley de Sociedades Comerciales (19.550) establece
que “la prórroga de la sociedad requiere acuerdo unánime de los socios, salvo pacto en contrario
y lo dispuesto para las sociedades por acciones y de responsabilidad limitada. La prórroga debe
resolver y la inscripción solicitarse antes del vencimiento del plazo de duración de la sociedad ...”
(artículo 95), y reseña jurisprudencia referida a supuestos de disolución y prórroga societarias.
Afirma que el Tribunal a quo al juzgar operada la prórroga de la sociedad desconoce lo
dispuesto por los artículos 11 inciso 5; 57 y 94 de la ley 19.550, puesto que el contrato social no
prevé la posibilidad de prórroga por igual período (cinco años). De seguirse tal criterio, dice, se
podría llegar al equívoco de considerar prorrogada indefinidamente a la sociedad si no media
oposición de los socios.
Insiste en que la sociedad demandada se encontraba “de plazo vencido y en
disolución”, señalando que sus administradores, Lugas y Alvarado, no pudieron inscribir prórroga
alguna sino la reactivación de la sociedad, apoyándose para así sostenerlo en las disposiciones
de los artículos 95 última parte y 99 de la Ley de Sociedades Comerciales.
Tacha de arbitraria la sentencia al desestimar el adicional previsto por el artículo 7
inciso 12, párrafo tercero del C.C.T. 122/75, por cuanto entiende que la misma establece un
requisito no contemplado en la citada convención, tal, la “necesidad de que los pacientes
comprendidos en terapia intensiva -además de la enfermedad descripta en el artículo 9 inciso 4padezcan situación extrema o aguda”.
Cuestiona que la Alzada resolviera que no le corresponde “ningún tipo de adicional por
el año 1992", atento constar en los registros de la demandada (clínica psiquiátrica con
internación), además de su parte, tres enfermeros más y seis enfermeros más en el año 1993,
habiendo quedado demostrado que su labor se desarrollaba en “guardias de 24 horas”.Tal
decisión resulta autocontradictoria.
En orden a lo expuesto, sostiene que el artículo 9 inciso 4 del convenio deja en claro
que “terapia intensiva” es la área destinada a la atención de pacientes con excitación psicomotriz,
para lo cual efectúa un detalle de las enfermedades comprendidas. La norma, dice, sólo requiere
padecer la enfermedad, no sufrir una crisis, pero indudablemente quienes padecen este tipo de
afecciones se encuentran propensos a ataques, situación difícil de predecir. Asimismo, señala que
acreditó las enfermedades de quienes fueron internados por todo el período de su relación laboral
(según informe de f. 115) y que de otros informes también surge que se internaron de 25 a 30
pacientes en modalidad de ‘agudos’.
En definitiva, sostiene la arbitrariedad del fallo al rechazar los adicionales por los
períodos año 1992 y 1993 con sustento en la existencia de más personal cumpliendo iguales
funciones de enfermero, en la cantidad que determina la sentencia y, al resolver el no acogimiento
de horas extras laboradas en exceso de la jornada legal de trabajo.
Cuestiona la reducción de intereses dispuesta por la Cámara, como así sus
fundamentos en razón que la “tasa activa del Banco de la Nación Argentina, pacíficamente
empleada por los tribunales hasta el inicio del período en que se aplicara la indexación, es la más
apropiada para su aplicación a los créditos judiciales , ya que equivale, al menos
aproximadamente, al costo que el acreedor impago debería afrontar para obtener en el momento
del vencimiento de la obligación, el monto que el deudor moroso hubiese retenido, a la vez que
pone en cabeza del deudor la responsabilidad por el resarcimiento de aquel costo, sea este real o
equivalente en términos de postergación de consumo o privaciones en que el acreedor hubiese
debido incurrir para hacer frente a la falta de pago oportuno de su crédito” (sic).
Denegada la concesión del recurso por el Tribunal a quo (11.8.2005), el actor vino en
queja ante esta sede en la que logra su concesión parcial -en cuanto refiere al agravio que le
ocasiona la desestimación que efectuara la Cámara de la responsabilidad que, entiende,
también le cabe a los socios administradores Lugas y Alvarado- mediante sentencia registrada
en A. y S. T. 219, págs. 13/16 del 11.4.2007 atento considerarse que su postulación, desde la
apreciación mínima y provisoria que correspondía a ese estadio contaba “prima facie” con
suficiente asidero en las constancias de autos lo que exigía examinar, con los principales a la
vista, si la sentencia reunía o no las condiciones mínimas necesarias para satisfacer el derecho a
la jurisdicción que acuerda la Constitución provincial.
II. El nuevo examen de admisibilidad de la impugnación efectuado por imperativo legal
(artículo 11, ley 7055), y a la luz de los autos principales, determina que aquella conclusión se
ratifique de conformidad a lo dictaminado por el titular del Ministerio Público.
Voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez expresó idénticos fundamentos
a los expuestos por el señor Ministro doctor Spuler y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi dijo:
1. Mediante resolución registrada en A. y S. T. 219, pág. 13 esta Corte admitió
parcialmente la queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por la
demandada contra la sentencia 88 del 24 de junio de 2004 dictada por la Sala Tercera de la
Cámara de Apelación en lo Laboral de la ciudad de Rosario, por entender que la postulación de
la recurrente -en lo relativo a la responsabilidad de Lugas y Alvarado- contaba “prima facie”, con
suficiente asidero en las constancias de autos e importaba articular con seriedad un planteo que
exigía examinar si la sentencia reunía o no las condiciones mínimas necesarias para satisfacer el
derecho a la jurisdicción que acuerda la Constitución provincial.
El nuevo examen de admisibilidad que impone el artículo 11 de la ley 7055, efectuado
con los principales a la vista, me conduce a ratificar esa conclusión de conformidad a lo
dictaminado por el señor Procurador General.
Por las razones aducidas, voto pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión el señor Presidente doctor Falistocco, el señor Ministro doctor
Erbetta y el señor Juez de Cámara doctor Vitantonio expresaron idénticos fundamentos a los
expuestos por la señora Ministra doctora Gastaldi y votaron en igual sentido.
A la segunda cuestión, en su caso -¿es procedente?-, el señor Ministro doctor Spuler
dijo:
En el caso, el agravio del compareciente no demuestra perfilada una cuestión
constitucional que autorice declarar la procedencia del recurso de naturaleza excepcional.
En efecto, la Sala concluye admitiendo la excepción “sine actione agit” que
interpusieron Floduardo Lugas y María R.L. Alvarado al contestar la demanda en su carácter de
propietarios de la “Clínica Sagrado Corazón de María S.R.L.” ante la condena solidaria que le
impusiera el juez de grado.
Para así decidir la Cámara detiene su lectura en la cláusula cuarta del contrato social
que contempla que la duración de la sociedad es de cinco años y que se admite su prórroga si
ninguno de los socios manifiesta lo contrario tres meses antes del día del vencimiento. Y al no
constar en la causa tal voluntad, estima que deviene aplicable el artículo 100 de la ley 19.550 en
cuanto prevé que en caso de dudas sobre la existencia de una causal de disolución se estará a
favor de la subsistencia de la sociedad.
Y aún de admitirse -añade- la postura del accionante, es decir, que la sociedad hubiera
funcionado irregularmente por vencimiento de plazo, afirmó que en el sub discussio no se
demandó a la pretendida “sociedad de hecho” (única forma de hacer extensiva la solidaridad a
sus socios).
Frente a la postura asumida por la Alzada, el recurrente en un absoluto y total
desconocimiento de las constancias de la causa, insiste en afirmar que la prórroga que los jueces
de la causa consideraron operada en autos no está prevista en el contrato social y que, aún así,
la misma no podría haberse inscripto desde que la sociedad se encontraba de “plazo vencido y en
disolución”. Tal decisión, en definitiva, importa desconocer la normativa que, a su criterio, resulta
aplicable y conducir al inevitable equívoco de permitir indefinidamente una prórroga social si no
media oposición de los socios, argumentación ésta que sólo trasunta su disconformidad y que en
modo alguno alcanza para acreditar el vicio que invoca.
Por las razones apuntadas precedentemente, entiendo, debe desestimarse la tacha
de arbitrariedad alegada pese al matiz constitucional que aspira otorgarle el recurrente, desde que
no advierto que el Tribunal a quo soslaye la normativa en juego sino que, muy por el contrario, la
aplica de conformidad a las expresas constancias de autos, las que como se señalara, sí fueron
preteridas por el recurrente.
Sólo a mayor abundamiento y, dado que se cuenta con los autos principales, considero
de interés puntualizar algunos datos que, por una parte, corroboran aquellas actuaciones en que
se sustentara la Cámara al fallar (en cuanto a los dos primeros) y, por otro, permiten clarificar el
seguimiento de la vida social de la clínica “Sagrado Corazón de María S.R.L.” (en cuanto a los
dos últimos), a saber:
*el 2.12.1982, en Rosario, Floduardo Lugas y María Alvarado acuerdan constituir la
sociedad que girará bajo la denominación de “Sagrado Corazón de María” Sociedad de
Responsabilidad Limitada (cláusula primera, contrato de Sociedad de Responsabilidad Limitada);
que su duración será de cinco años a contar de la fecha de inscripción del mismo en el Registro
Público de Comercio, el que podrá porrogarse si ninguno de los socios manifestase lo contrario
tres meses antes del día de vencimiento (cláusula quinta, contrato citado). Dicho contrato se
inscribió el 14.12.1982 (ver f. 82vta.) en el Registro Público de Comercio de la Segunda
Circunscripción Judicial al Tomo 133-Folio 4429-Nro. 1585- Protocolo de Contratos
correspondiente al año 1982 (vid fojas 78/81);
*Lugas y Alvarado convienen en celebrar el contrato de reactivación “Sociedad de
Responsabilidad Limitada Sagrado Corazón de María S.R.L.; Aumento de Capital social y
Adecuación al Decreto 2128/92" en 26.11.1992 (fojas 82/83).
*“Ordenamiento cláusulas contrato social Sagrado Corazón de María Sociedad de
Responsabilidad Limitada” (del 14.12.1992) (fojas 84/87);
*Contrato Adicional del Contrato de Reactivación Sociedad de Responsabilidad
Limitada Sagrado Corazón de María S.R.L.. Aumento de Capital Social- Adecuación Decreto
2128/92 y Reordenamiento Cláusulas Sociales (17.12.1992) (foja 88). Dicho contrato fue inscripto
en “Contratos al Tomo 143-Folio 19029-Nro. 1900.Rosario- 30.12.1992".
Por las razones expuestas, voto pues, por la negativa.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez expresó idénticas razones a
las vertidas por el señor Ministro doctor Spuler y votó en igual sentido.
A la misma cuestión, la señora Ministra doctora Gastaldi dijo:
El detenido estudio del caso me convence de que el remedio interpuesto debe
merecer favorable acogida por esta Corte, pues si bien es cierto que los agravios esgrimidos
remiten al examen de cuestiones de hecho y de derecho común, que por su naturaleza resultan
ajenos en principio al recurso regulado por la ley 7055, lo cierto es que corresponde hacer
excepción a dicha regla cuando, como se verifica en el “sub judice”, los Sentenciantes han
decidido el litigio a partir de una interpretación prescindente del texto legal directamente aplicable
que derivó en la ponderación inadecuada de expresas constancias del expediente, con virtualidad
decisiva para la suerte del pleito; consagrando en definitiva una solución que no puede ser
considerada como la necesaria derivación razonada del derecho vigente con aplicación a las
circunstancias comprobada de la causa (Fallos:238:550; 249:275; 302:867, entre otros).
Arribo a tal conclusión a partir de comprobar que, para fallar como lo hizo -rechazando
la responsabilidad de Lugas y Alvarado- el Tribunal a quo afirmó que la sociedad demandada no
se encontraba con plazo vencido (entre 1987 y 1992) sino prorrogado, tal como surgía -a su juiciode la cláusula cuarta del contrato social agregado. Sostuvo que allí se fija en cinco años la
duración de la sociedad, admitiéndose su prórroga si ninguno de los socios manifiesta lo contrario
tres meses antes del día del vencimiento y en autos no constaba tal manifestación; resultando de
aplicación el artículo 100 de la ley 19550 en cuanto dispone que en caso de dudas sobre la
existencia de una causal de disolución se estará a favor de la subsistencia de la sociedad.
De lo expuesto por el A quo, en confrontación con los agravios de la impugnante, se
advierte que el núcleo de la controversia gira en torno a determinar si el ente societario se
encontraba -o no- con plazo vencido; y, como es obvio, el escrutinio del contrato social en pos de
la respuesta deberá realizarse a la luz de la ley 19550, que regula la vida de los sujetos de
derecho colectivo de naturaleza comercial -su constitución, desarrollo y extinción-, en una
comprensión armónica de todo su articulado, de modo que la inteligencia que se asigne a un
precepto no conspire contra la efectiva vigencia de otro, pues sólo así podrá colegirse que la
decisión alcanzada constituye la derivación razonada del derecho vigente, exigida
constitucionalmente como adecuada motivación de los pronunciamientos judiciales.
Concretamente, las normas directamente involucradas en esta cuestión son: el artículo
95 de la ley 19550, en tanto prescribe que “La prórroga debe resolverse y la inscripción solicitarse
antes del vencimiento del plazo de duración de la sociedad”; el artículo 11 inciso 5) en cuanto
dispone que el instrumento de constitución de la sociedad debe contener “el plazo de duración,
que debe ser determinado” y el artículo 94 al establecer en su inciso 2) que la sociedad se
disuelve por expiración del término por el cual se constituyó; y -a mi juicio- no han merecido una
integral captación por parte del Juzgador.
En efecto: la cláusula cuarta del contrato social inscripto en 1982 reza “ ”La duración
de la sociedad será de cinco años a contar de la fecha de inscripción en el Registro Público de
Comercio del presente contrato, prorrogándose si ninguno de los socios manifestase lo contrario
tres meses antes del día del vecimiento” (cfr. fs. 78/81).
La Sala interpreta que no constando en autos tal manifestación en contrario, la
sociedad se encuentra prorrogada mas en tal inteligencia soslaya -entiendo- que dicha prórroga
no ha sido resuelta e inscripta antes del vencimiento del plazo de duración de la sociedad (art. 95,
ley 19550) y que la posibilidad de prórroga convenida subvierte -de modo inaceptable- las
previsiones del artículo 11 inciso 5) del mismo cuerpo normativo -máxime cuanto tal prórroga no
prevé ningún límite temporal, como v.gr. hubiese ocurrido si se hubiese pactado la prórroga por
otro período de cinco años-.
He de destacar que las razones por las cuales el legislador impone a los socios
fundadores la determinación de un plazo de duración del contrato social (art. 11 inc. 5), ley 19550)
obedece a la necesidad de conocer fehacientemente el tiempo durante el cual dicho contrato
mantiene su vigencia y la sociedad su personalidad jurídica irrestricta. La importancia de este
elemento esencial es incuestionable pues no sólo interesa a la sociedad y a los socios, sino que
trasciende a terceros, acreedores de la sociedad y particulares de aquéllos (Nissen, Ricardo
Augusto, “Ley de Sociedades Comerciales”, Tomo 1, pág.171, edit. Verlap S.A. 1996). Por estos
motivos, considero que la comprensión de la cláusula contractual no pudo válidamente realizarse
al margen de los artículos 95 y 11 inciso 5) de la Ley de Sociedades Comerciales.
Pero, a este fundamental obstáculo a la inteligencia otorgada a la cláusula contractual
-conforme a la cual se consideraba que la sociedad estaba prorrogada- se suma otra
circunstancia que también conspira contra ella y que incluso es señalada por el propio Tribunal:
que existe en el expediente constancia de que este ente societario resultó reactivado en 1992 (cf.
fs. 82/89). Con lo cual, la hipótesis de la prórroga pierde sustento no sólo desde el punto de vista
teórico -se reactivó, porque estaba vencida, pues en caso contrario se hubiese prorrogado)- sino
desde el mismo convencimiento de los socios que convinieron reactivarla el 26.11.1992.
Estas contundentes circunstancias echan por tierra la posibilidad de recurrir al artículo
100 de la Ley de Sociedades para inclinar la balanza en favor de la prórroga del plazo de duración
de la sociedad accionada.
Por otra parte, corresponde realizar algunas precisiones en punto a la exigencia que
el Tribunal impuso para la hipótesis de que se considerase que la sociedad estaba con plazo
vencido, esto es, que el actor debió haber demandado a la sociedad de hecho a fin de hacer
efectiva la responsabilidad de administradores. En primer lugar, corresponde señalar que no es
unánime la doctrina en punto a la situación en que se encuentra aquella sociedad que, constituida
regularmente y cuyo plazo de duración ha expirado, continúa funcionando en sus operaciones
habituales, ignorando el trámite liquidatorio (hay quienes entienden que la sociedad es irregular o
de hecho; otros, que no implica dicha mutación sino que genera una responsabilidad solidaria de
los administradores; y hay quienes afirman que no se trata de una sociedad irregular diferente de
la disuelta, sino que es las misma pero que por ignorar el trámite liquidatoria impedir invocar las
cláusulas contractuales Nissen, Tomo II, op. Cit. pág. 241). En segundo término, pero como
proyección de lo señalado, habrá de destacarse el excesivo rigor formal que inficiona dicho aserto
-desde que en todo momento estuvo claro que se demandaba a la sociedad, de plazo vencido, y
este tema atravesó todo el debate, posibilitando la defensa y el pronunciamiento sobre el tema-.
Finalmente, y como lógica consecuencia de todo lo expuesto, no podrá perderse de
vista que el Tribunal subrogante, al fallar nuevamente la causa, deberá discriminar concretamente
la fecha en que se generaron los rubros que resultaron admitidos ya que ello gravitará en las
respectivas responsabilidades (art. 99 L.S.).
Siendo ello así, la resolución impugnada no resulta derivación razonada del derecho
vigente con sujeción a los hechos comprados de la causa, y por ende debe ser anulada como
acto jurisdiccional válido.
Voto, pues, por la afirmativa.
A la misma cuestión, el señor Presidente doctor Falistocco, el señor Ministro doctor
Erbetta y el señor Juez de Cámara doctor Vitantonio expresaron idénticas razones a las vertidas
por la señora Ministra doctora Gastaldi y votaron en igual sentido.
A la tercera cuestión, en consecuencia -¿qué resolución corresponde adoptar?-, el
señor Ministro doctor Spuler dijo:
Atento el resultado obtenido al tratar las cuestiones anteriores, corresponde declarar
procedente el recurso y, en consecuencia, anular la sentencia impugnada conforme el alcance
que surge del tratamiento de la primera cuestión, remitiendo la causa al tribunal subrogante que
corresponda. Con costas a la vencida. (art. 12, ley 7055).
Así voto.
A la misma cuestión, el señor Ministro doctor Gutiérrez, la señora Ministra doctora
Gastaldi, el señor Presidente doctor Falistocco, el señor Ministro doctor Erbetta y el señor Juez de
Cámara doctor Vitantonio expresaron idénticas razones a las expuestas por el señor Ministro
doctor Spuler y votaron en igual sentido.
En mérito a los fundamentos del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia
de la Provincia RESOLVIÓ: Declarar procedente el recurso interpuesto y, en consecuencia, anular
la sentencia impugnada con el alcance que surge del tratamiento de la primera cuestión,
remitiendo los autos al tribunal subrogante que corresponda. Con costas a la vencida (art. 12, ley
7055).
Registrarlo y hacerlo saber.
Con lo que concluyó el acto, firmando el señor Presidente, los señores Ministros y el
señor Juez de Cámara, por ante mí, doy fe.
Fdo.:
FALISTOCCO-ERBETTA-GASTALDI-GUTIÉRREZ-SPULER-VITANTONIOFernández Riestra (Secretaria)
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