Ensayo sobre algunas perspectivas para analizar la supervivencia

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Ensayo sobre algunas perspectivas para analizar la
supervivencia urbana.
Área 2: Persona y Sociedad.
Por Daniel Alberto Dominguez1
Universidad Católica de La Plata
Licenciatura en Psicología.
Profesor Titular de “Psicología Social” y “Psicología Preventiva y Salud
Comunitaria”.
Licenciatura en Ciencias de la Educación.
Profesor Titular de Psicología Social y Dinámica de Grupos.
Resumen:
Utilizando algunas experiencias de mi vida personal y los razonamientos
de dos autores, Loïc Wacquant y Michel De Certeau, quienes de manera
completamente diferente y en distintas épocas se acercaran, cada uno a su
modo, al tema de la marginalidad urbana, propongo una perspectiva que pueda
ayudar a los docentes que trabajen en áreas difíciles a comprender mejor las
circunstancias de las personas incluidas en ellas.
Por un lado, aunque seriamente sostenida en la lógica científica y
basada en la estadística, la apreciación del espejo social muchas veces atrapa
al estudioso en la peligrosa negación de la esperanza, mientras que, sin
abandonar la seriedad propia de la ciencia, se podrían abordar las mismas
circunstancias desde el casi olvidado reducto del sobreviviente.
Incorporar entonces al dato científico el murmullo silencioso de quienes
sin retórica construyen el mundo social sobreviviendo y modelando con su
ejemplo o con su táctica el ambiente, podría ser el resumen de la propuesta
final de éste trabajo.
Introducción
La marginación de unos seres humanos en relación a otros, de ser una
simple cuestión de posicionamientos en espacios imaginarios, ha pasado con
el tiempo a ser una configuración que aparenta estar francamente estructurada
al punto que todos creen saber a que refieren cuando hablan de marginación, y
por tal de sus derivados: marginal, marginalidad, etc. Dentro de esta engañosa
1
Agradezco al Padre y Profesor, Dr. Gerardo Daniel Ramos quién me apoyó en la
preparación de éste trabajo para su Cátedra de Dimensión Cultural de la Doctrina Social de la
Iglesia en la Pontificia Universidad Católica Argentina de Buenos Aires.
1
Fecha de emisión: 14/11/2015
Carrera de Especialización en Doctrina Social de la Iglesia
creencia se expresan estadísticas, proyectos políticos, programas preventivos,
se embarcan organizaciones privadas y del Estado y en todo ello se gastan
insumos importantes sin poner suficientemente en claro si el alcance de las
perspectivas de las que parten, científicas o no, delimitan o encuadran
adecuadamente las circunstancias y posibilidades de las gentes involucradas.
En este ensayo me propongo, al correr de dos posiciones
paradigmáticas diferentes2 a las que acompaño con relatos de ejemplos
puntuales3, ayudar a pensar las circunstancias, de estas personas e inducir en
definitiva una perspectiva que esté, a mi criterio, más cerca de las enseñanzas
de la Doctrina Social de la Iglesia.
Relato 1º4. A fines de los ochenta el panorama urbano del sur de Buenos Aires tenía
todavía un lejano tinte tanguero, no existían las fortalezas edificadas entre Puerto
Madero y Costanera Sur, ni la autopista que, corta el cielo junto al puente Avellaneda. El
ingreso a la Capital desde La Plata se hacía por dos lugares cuyos escenarios eran
notoriamente diferentes pero de similar encuadre social, Barracas y La Boca. En horas
tempranas de la tarde el tráfico de entrada se amontonaba en el puente de éste último
barrio y las largas colas solían permanecer detenidas de a ratos. Una tarde de invierno
bajábamos paso a paso, deteniéndonos con el tránsito en cada uno; en el rincón donde
el puente se une a la calle se veían una serie de contenedores de basura, junto a uno de
ellos, un hombre joven, cubierto de ropas harapientas pero totalmente abrigado, metió
ambas manos en uno de los cajones de chapa, extrajo una caja de cartón repleta de
fideos entintados con salsa, sin mediar siquiera una mirada a su concurrido entorno,
comenzó a engullir cada brizna de aquellos deshechos. Mis hijos quedaron estupefactos
y sumamente impresionados, mi esposa hizo notar sin embargo la rosada cara de
satisfacción del hombre, el tránsito se movió entonces y perdimos de vista la fantasmal
Para este ensayo he releído los textos de Loïc Wacquant, “Parias Urbanos,
Marginalidad en la Ciudad a los Comienzos del Milenio”, Editorial Manantial, Buenos Aires
2007, y el de Michel De Certeau, La Invención de lo Cotidiano I, Las Artes de Hacer, Nueva
edición establecida y presentada por Luce Giard. Traducción de Alejandro Pescador.
Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia. Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Occidente. Centro Francés de Estudios Mexicanos y Centroamericanos, 1ra.
Edición 1996 Universidad Iberoamericana, México.
2
No obstante ambos autores cuentan con otras importantes publicaciones que también
podrían ayudar a los mismos objetivos que desarrollo aquí. Por ejemplo del primero se
encuentra también “Los Condenados de la Ciudad, Gueto, Periferias, Estado”, Edit. S.XXI, Ed
1ra, Bs.As. Argentina, 2007 y “Las Cárceles de la Miseria”, Editorial Manantial, Buenos Aires,
2004.
De Michel De Certeau además del 2do tomo de “La Invención de lo Cotidiano” pueden
verse: “La Debilidad de Creer”, Editorial Katz, Bs.As. Argentina, año 2006. “El Lugar del Otro,
Historia Religiosa y Mística”, Editorial Katz, Bs.As., Argentina, 2007. “La Cultura en Plural”,
Editorial Nueva Visión, Bs. As. 2004, “La Toma de la Palabra y otros Escritos Políticos”, Ifeso,
Santa Fé, 1996, “La Escritura de la Historia”, Editorial Universidad Iberoamericana, Méjico,
2006.
3 He tratado de describir con los relatos esas “maneras de hacer” que permiten
reapropiarse del espacio cotidiano y a la distancia, generar un cambio de poder; “pues se trata
de distinguir las operaciones cuasi microbianas que proliferan en el interior de las estructuras
tecnocráticas y de modificar su funcionamiento mediante una multitud de “tácticas” articuladas
con base en los “detalles de lo cotidiano” (De Certeau op. cit. P. XLV).
Otros relatos también se encuentran en “Los Condenados de la Ciudad” Wacquant
2007 b, 83.
4
2
Cátedra: La Dimensión Cultural de la D.S.I.
presencia que a partir de aquellos pocos segundos se convirtiera en un recuerdo
recurrente.
El relato es un buen ejemplo en el que podríamos comenzar con un
análisis calculado de la evolución de la ciudad y de sus espacios marginales, el
hombre no está en cualquier lugar, sino donde se prepara la marginalidad, la
zona donde se ubica la basura; el personaje, quizás demente, indigente,
solitario y/o hambriento puede ser visto como un retrato objetivo de estas
características y ser ubicado en una posición definida, pasivo en definitiva
dentro y paradójicamente, casi fuera, de la serie de datos de las estadísticas
sociales. Por otro lado, puede ser visto como el sujeto activo que ha obtenido lo
que buscaba. Logro efímero, pero para nada trivial en su vida, que le permite,
sin rozar el orden jurídico ni la libertad de los otros, un corto tiempo de
supervivencia.
Descriptores ¿objetivos? de la realidad.
En este subtítulo desarrollo los enunciados que describen el escenario
actual que suele estudiar la sociología clásica, tomando a Wacquant como el
emisor y representante de esta perspectiva5.
La evolución y crecimiento de la sociedad industrial ha modificado el
lugar básico desde donde medir la diferencia (marginal versus central, o
simplemente no marginal). En otras palabras, la evolución industrial ha
mejorado la calidad de vida de todos, pero agudizado las desigualdades
sociales (Wacquant, 2007, a, 171 y sgs.) hasta generar una importante
diferencia en la distribución de bienes. Esta circunstancia llega al punto en el
que el sentimiento íntimo de los marginados actuales es el de estar más
separados que nunca de las clases más acomodadas aunque se encuentren
mucho mejor que antes.
Paralelamente las tecnologías que facilitan la producción en masa y han
puesto al alcance de la mayoría elementos de usos comunes, suntuarios y
hasta extravagantes, también derivaron en un proceso, no tan lento como
hubiera sido deseable, de exclusión de la mano de obra no calificada y la
mayoría de las especializadas. Todo ello fue elevando el piso necesario de
conocimientos mínimos para la realización de cualquier trabajo y haciendo
5
Loïc Wacquant es Sociólogo y Antropólogo, nacido en Francia, inició sus trabajos en
los barrios marginales de Chicago y actualmente estudia comparativamente los guetos en
Estados Unidos, las favelas en Brasil y las villas miseria de Argentina, también ha hecho
estudios sobre la marginalidad europea, sobre todo francesa y se considera seguidor de Pierre
Bordieu con quién ha escrito “Una Invitación a la Sociología Reflexiva”. También es posible que
su mirada se extienda más allá de lo que este breve escrito muestra y lo desdiga en buena
medida si se considera su obra, su tarea y su perspectiva de conjunto. En una entrevista para
el Diario Clarín realizada el 14 de octubre de 2007 por Fabián Bosoer, sostenía precisamente
las dificultades que encuadra el lenguaje que se utiliza al mirar “…desde lejos o desde arriba…”
trasformando en exotizante o generando miedo, mientras se trataría de algo muy diferente
cuando uno ve de cerca el fenómeno marginal.
3
Carrera de Especialización en Doctrina Social de la Iglesia
obsoletos estudios y preparaciones que durante siglos habían sido formas
tradicionales de supervivencia o aún de enriquecimiento.
La automatización y la competencia han llegado al punto de dejar al
sector menos calificado de la clase obrera como “excedente absoluto”. A estos
hechos debe agregarse una nueva organización del trabajo y de distribución de
los trabajadores, mezclados a raíz de los fuertes movimientos migratorios que
se han dado en todo el mundo. Estos no abarcan ya solamente las zonas de
frontera, ni tampoco ha quedado reducida a los menos preparados sino que
incluyen –y quizás resuene mucho más su importancia porque abarca también
- a los jerarquizados (fuga de cerebros por ejemplo).
Uno de los resultados de esta silenciosa epopeya y de las necesidades
de conservar el trabajo, ha sido su depreciación6, circunstancia que se alza
desde los estamentos más bajos, donde la explotación y el esfuerzo
sobrehumanos son frecuentes, hasta alcanzar niveles gerenciales o
profesionales en los que el quehacer, padece los mismos problemas o puede
ser utilizado sólo por ser un requisito formalmente necesario (firma habilitante
por ejemplo).
A este complejo declive se suma también el retiro del Estado de los
servicios más relevantes que en otras épocas formaran parte de sus
obligaciones (retiro del Estado de Bienestar) haciendo difíciles coberturas que
antes le eran propias como algunos aspectos de la salud pública o de garantías
laborales.
Relato 2º A principios de los sesenta en Argentina, la locura parecía una especie en
extinción, los nosocomios como el de Melchor Romero se encontraban vacíos tanto de
pacientes como de sentido al punto que la medicina ofrecía una recompensa por cada
loco que internara. Sin rejas, sin custodia y sin las razones que hoy revisten estas
instituciones, los alienados entraban y salían mezclándose entre las gentes y
compartiendo con sus lógicas paralelas el mundo real. El invierno de 1960 era duro con
los que vivíamos en la mezcla de fin del urbanismo platense y principios de la zona rural
a la que paulatinamente se la fuera llamando suburbio y que tiene todavía el nombre de
Los Hornos porque pululaban, sembrados aleatoriamente enormes hornos que
fabricaran los ladrillos para las edificaciones de varias ciudades. La (entonces) calle 66
(ahora avenida) se extendía en una sola franja de asfalto que llegaba apenas a 9
cuadras de mi casa de allí por calles de barro podía llegarse al Hospital de Romero. Una
tarde en la que una densa garúa mojaba y enfriaba todo lo que tocaba, un hombre
caminaba saliendo de cada nube de humedad a la mirada atónita de las gentes para
internarse con paso apacible en la siguiente. Llevaba puesta sólo una camisa –a pesar
del intenso frío- y de la cintura para abajo… ¡nada! Mi vecino era un hombre de una
cultura social marcada, camionero solidario al extremo, prestamente entró a la casa y
trajo un viejo, pero bien cuidado pantalón y cruzándose a su paso lo extendió sobre sus
brazos frente a los ojos del semidesnudo caminante. Éste miró el pantalón, entendió que
se lo estaba ofreciendo, sin agradecerlo lo tomó, puso con la mano izquierda un extremo
del mismo sobre su hombro, con un rápido giro de la derecha extendió la prenda
alrededor de su cuello como una bufanda y siguió con paso cansino en dirección al
hospital. Había logrado abrigarse.
6
Uno de los autores que ha trabajado este tema, pero con quién no comparto muchos
de sus razonamientos a pesar de su parafraseo de De Certeau, es Guillaume Le Blanc “Vidas
Ordinarias, Vidas Precarias, Sobre la Exclusión Social” Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 2007.
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Cátedra: La Dimensión Cultural de la D.S.I.
En el relato precedente menciono algunas de las circunstancias
derivadas del lento proceso de abandono de funciones del Estado. También se
nota por la fecha del suceso que no es un hecho necesariamente actual; ese
retiro, ha sido en realidad la consecuencia de un conjunto de variables
económicas, demográficas, geopolíticas y otras que fueran obligando a
establecer paulatinamente cambios en las actividades de cuidado que éste
debe tener. El personaje puede ser el resultado de estos abandonos; paria
ambulante sin destino, inserto sólo en la versión negativa del orden social,
efímero inmoral sin conciencia. O el sujeto de un logro, que modifica
pragmáticamente un conjunto de hábitos y de normas para hacer a todos más
humanamente comprensivos.
Hasta aquí, sin embargo, estas personas están en los extremos de
cualquier escala social, sin posibilidad de ingerencia en los sucesos que lo
involucran y ubican del lado externo de esa línea que algunos denominan
“integración social”.
La última defensa del ciudadano frente a esta oleada de no integrados,
es el fortalecimiento del Estado Penal. Más cárceles, más justicia, más rejas y
más policías suele ser la inútil exigencia del ciudadano honesto.
Relato 3º La prisión de Sierra Chica fue creada para suplir el presidio de Ushuaia, en ella
se albergaban los internos de la provincia que tenían penas más largas, habituales con
sumatorias de condenas y aquellos que habían cometido serias atrocidades. En esta
cárcel he entrevistado a los seres más extraños, extravagantes o terroríficos, pero
también he tenido el gusto de ver fluir la vida humana en su palpitar más primario. Entre
los personajes que recuerdo estaba un anciano indio, nacido en Choele Choel, que a
más de 70 años cursaba su segunda condena por homicidio en riña, nunca había ido a la
escuela, no tenía hijos ni pareja, siempre había estado solo, trabajando casi oculto, en la
inmensidad de diferentes campos; sin embargo, en el penal era una leyenda viviente y
no por los hechos imputados; los demás internos lo consultaban sobre cosas de la vida,
sobre resoluciones en momentos críticos que en este ambiente no son pocos y aun por
lo que debía hacerse en las circunstancias más simples de la existencia reclusa. Al
charlar con él, sus palabras trasuntaban una sabiduría milenaria que trascendía los
límites de su existencia, hablaba sin ambages de las cosas de su vida y de su muerte y
en virtud de su trascendencia, ésta no lo asustaba en lo más mínimo, su fe, sin ser para
nada religiosa, lo hacía compartir imaginariamente sus reflexiones con los filósofos más
profundos y la prédica de su ejemplo dejó un sinnúmero de silenciosos seguidores que
mejoraron sus vidas al participar con él en la difícil ceremonia cotidiana de la cárcel.
El relato recuerda a uno de tantos personajes del que la sociedad trata
de “defenderse” y que, parafraseando al viejo positivismo, al denominarlo
“delincuente”, lo deshumaniza y pervierte así todo “discurso” que lo mantenga
dentro del sistema social.
Estas circunstancias y otras que no se encuentran expresadas aquí han
epilogado en el establecimiento de los que son nuevas expresiones de la
exclusión social: Anteriormente la pobreza era residual o cíclica, fijada a
comunidades de clase geográficamente difusa y remediable. Hoy día la
pobreza tiende a conglomerarse en zonas “irreductibles” y a las que no “se
puede ir” (…) “pozos urbanos infernales, repletos de deprivación, inmoralidad y
violencia, donde sólo los parias de la sociedad tolerarían vivir” (Wacquant, op.
cit. 178), establecida (en América) en barrios relegados que van cobrando mala
fama y su estado es irremediable. La dinámica espacial comprende entonces la
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Carrera de Especialización en Doctrina Social de la Iglesia
concentración y la estigmatización, de allí: Ghetos, Favelas y Villas Miserias
según nos ubiquemos en Estados Unidos, Brasil o Argentina.
Subjetividad y Ciencia
Desde De Certeau7 la apreciación de los fenómenos necesariamente
cambia, o debería haber cambiado, este psicoanalista francés había ya
redescubierto que los “ardides milenarios” ocultos por una racionalidad
dominante en occidente configuran “combinatorias operativas” de una cultura y
se encuentran en su base, aunque no la conforman necesaria y
suficientemente. (De Certeau Michel, 1996, XLII). Ya no es entonces, el duro
dato estadístico el que refleja una tendencia, el mismo marco numérico rescata
ahora la subsistencia de los sobrevivientes.
Por ejemplo con relación al “consumo”: “A una producción racionalizada,
tan expansionista como centralizada, ruidosa y espectacular, corresponde otra
producción, calificada de “consumo”: ésta es astuta, se encuentra dispersa
pero se insinúa en todas partes, silenciosa y casi invisible, pues no se señala
con productos propios sino en las maneras de emplear los productos impuestos
por el orden económico dominante.” (De Certeau 1980 p. XLIII).
Resulta difícil cambiar la mirada que los científicos sociales tenemos
sobre el paso de los caminantes si no descubrimos que tras sus huellas queda
impresa una superficie con nombres y apellidos, con colores definidos y
emotivamente recordados, con sueños silenciados y anécdotas relatadas que
reproducen en un nuevo escenario en el que todas las imaginaciones se
impregnan a sus piedras y sus pastos. Esto es lo que pasó con Laguna del
Desierto, por ejemplo, un espacio que los chilenos reclamaron como propio
porque desde su costa no se veía edificación alguna, mientras de su lado había
casitas de fin de semana. Lo que no veían y si vieron los árbitros que
devolvieron el lugar a nuestro País, fueron los impresionantes surcos que la
gente al caminar en sucesión inagotable habían generado, telarañas de huellas
hechas a fuerza de pisadas que entretejían el terreno que permanecía así
impoluto a la vista y tan salvaje como lo habían encontrado. Muchos ejemplos
existen de esta construcción geopolítica mediante la cándida dispersión del
turista itinerante.
Relato 4º “¡…eé e eeea…!” o, en buen romance: ¿tenés una moneda? Se puede
escuchar hoy en el tránsito callejero de cualquier suburbio urbano, e incluso ha llegado a
las zonas más céntricas, siempre en la desfigurada voz de menores de edad. Pero ¿Qué
hay detrás de este discurso onomatopéyico? Una propaganda oficial muestra los
pupitres en la calle para indicar que el lugar donde deben estar los niños es la escuela y
repetirnos que de alguna forma la calle también enseña. Ellos saben, por que se lo han
dicho o por intuición, que les conviene tener algo más que las bases de la lectoescritura.
Pero generalmente estos chicos trabajan de mendigos sólo en los tiempos libres; La
oferta educativa es completa y de fácil acceso en nuestro País, además, cualquiera que
se detenga a “hablar” con ellos, descubre a poco que la expresión ininteligible propia de
Michel de Certeau nació en Chambéry, Francia, en 1925 – falleció en París en enero
de 1986 fue un sacerdote católico, historiador y filósofo francés. Inició su formación religiosa en
el seminario de la Universidad de Lyon, entrando en 1950 en la Compañía de Jesús. Se ordenó
como sacerdote católico en 1956 y obtuvo su doctorado en teología en la Sorbona en 1960.
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Cátedra: La Dimensión Cultural de la D.S.I.
la demanda callejera no se reproduce en la conversación, tal vez no haya una perfecta
dicción, ni una voz sonora y clara, pero entenderse con ellos es sencillo.
La hipótesis que podemos asumir en este relato es la de la existencia de
un rol aprendido de pobreza espiritual que procura repetir en la difícil
inteligibilidad de la expresión, la pobreza económica, algo que presupone la
ventaja de la movilización emotiva y salva toda responsabilidad sobre el estado
que demuestra. Un “ardid” del uso del lenguaje que vamos a encontrar en
todos los niveles del orden social.
El consumidor es apenas calculado como un troglodita medianamente
histérico por los estrategas de la publicidad, pero es justo lo que tiene de
salvaje lo que lo conserva como consumidor y lo salva de ser súbdito. El
recorrido que la mujer y el hombre hacen por el hipermercado es equiparable a
una gesta alejandrina, los canastos rebosan, pero no de compras como
pretende el comerciante desde su postura autónoma y estratégica, sino de
ahorros; si de ahorros, en su balanza económica, por acaudalada o magra que
ella sea, cada familia adquiere lo que una aspiración a corto y mediano plazo le
permiten y si no lo hace, saben que inmolan el dinero ganado. No están en
guerra con el dueño del mercado, simplemente no le dejarán el margen del que
quisiera disponer8.
Otro aspecto de este recorrido es el uso que cada operario hace en los
tiempos y espacios del trabajo, esto que De Certeau llama “escamoteo”, el uso
en beneficio propio de herramientas y materiales del trabajo9. No es una forma
de robo, ni siquiera es una estafa, es un gasto generalmente útil tanto para el
obrero como para el dueño, hecho que no siempre es reconocido por éste
último. En ese mundo de “entre casa” familiar y primario, donde los afectos
valen en su pureza y profundidad, el fervor que cosecha el empleador al
colaborar en el mejoramiento de la calidad de vida de su operario, muchas
veces recogen reconocimientos infinitos que se vuelcan en lealtades laborales
y esfuerzos de trabajo.
La cuestión del mero existir, podría verse ahora así: ¿es posible subsistir
en la modernidad y aún llegar a cumplir algunos sueños, ser feliz y cambiar
algo del mundo?
A modo de conclusión
En Sollicitudo Rei Socialis el Papa Juan Pablo II hablaba de la actual
interdependencia entre hombres y naciones del mundo global, y la enfocaba,
desde el punto de vista ético y evangélico como un desafío a la solidaridad
(SRS 38, 39, 40). Luego, propuso, además, la creación de "estructuras
8
En el marco de la crisis actual han bajado sobre manera las ventas de autos cero
kilómetro, pero no han disminuido las de autos usados, por ejemplo.
9
De Certeau, opus citada, página 29
7
Carrera de Especialización en Doctrina Social de la Iglesia
solidarias"10, opuestas a las estructuras de pecado. También mencionó el
“deber, hoy urgente para todos, de cooperar en el desarrollo pleno de los
demás: (y citando la PP 42) que el desarrollo debe ser para el hombre y para
todos los hombres” (SRS 30). En su "Mensaje para la Jornada Mundial de la
paz de 1998" Nº 3, el mismo Juan Pablo II afirmaba que "el desafío consiste en
asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie
al margen"11.
El proceso de inserción de la Iglesia en las culturas de los pueblos exige
largos períodos de tiempo (RM 54), cita Gerardo Daniel Ramos (2009, pp 48).
La transfiguración de los verdaderos valores por su incorporación al
cristianismo puede describirse en su aspecto más amplio como de mutuo
intercambio tal como lo refiere el autor al indicar que para una verdadera
inculturación “…es necesaria una actitud semejante a la del Señor, que se
encarnó y vino a nosotros con amor y humildad (VC 79)…”, (ibídem). En otras
palabras, en una interpretación propia, ingresar en la vivencia cotidiana del
existir para comprender en profundidad y minuciosamente los motivos y
sentimientos que acompañan cada comportamiento de la vida humana y llegar
a apreciar “lo que de Dios ya hay presente en el destinatario pastoral” (Ibidem).
Ya había apreciado Ramos que: “las cosas no son solo las cosas que
aparecen a nuestra experiencia inmediata. Ellas son siempre más que lo que
una primera impresión de las mismas podría sugerirnos. Lo mismo puede
decirse de las personas y las experiencias de la vida. Existe un significado
profundo para el conjunto de lo real, y podemos hacer experiencia de ello a
cada momento con tal de no imponer nuestras condiciones al acontecer diario”
(Ídem, pp. 14-15), en este sentido, han sido insertados los relatos adjuntos.
Cabe preguntarse como podría hacerse la tarea de inculturación
cristiana para modificar espacios tan especiales para que, sin abandonar
seriedad, mantengamos el corazón necesario para llegar con amor a la
profundidad de los otros e introducirlos, sin pérdidas culturales, en el mensaje
del pueblo de Dios, y preparar el terreno para la más completa “transfiguración
cultural” (Ramos op.cit. pp. 49).
El eje podría precisamente estar puesto en una perspectiva
esperanzadora que vislumbre las grandes modificaciones sociales y las
incorpore a su acervo estadístico, no ya por la fachada épica del héroe paladín
del deseo del mundo, sino por estos movimientos, casi conjeturamos antiépicos, en los que el sinnúmero hormigueante de los humanos confluye en el
10
El Papa habla de "desarrollo en una estructura solidaria", en su
"Discurso a los participantes en la semana de estudios organizada por la
Pontificia Academia de las Ciencias": cf. OR 17 de diciembre de 1989, Nº 5; en
el Nº 4 se refiere a una "cultura de solidaridad".
11
cf. L'Osservatore Romano (ed. sem. en español), 19 de diciembre de 1997, p. 2. Ver
también: C.M. Martini, "Globalización en solidaridad", Criterio 71 (1999), 17-19. La cita
completa pertenece a Juan Carlos Scannone http://www.celam.org/documentos_celam/118.doc
8
Cátedra: La Dimensión Cultural de la D.S.I.
estilo de una época y amenaza con su avasallante inventiva las estrategias de
poderosas organizaciones.
Como considero que han hecho los más avispados visionarios, no se
plantea aquí una lucha de clases en la que alguna pueda salir vencedora, ella
sólo puede estar como modalidad de existencia cívica y social, en el contexto
de una perspectiva guerrera; algo que el lector de libros, el ama de casa, el
caminante, el mendigo, el consumidor y en fin el hombre común han
abandonado hace tiempo.
Aprendamos a ver el camino que siguen los que nos rodean, sus
pequeños triunfos son hoy tan valiosos como antaño fueron los combates. El
ser humano ordinario, anónimo, sigiloso y sobreviviente es el maestro que
encuadra los destinos de la industria, la política, la razón, la ciencia y la
creencia. En última instancia la mítica creación de eso que llamamos “realidad”
depende de él y no tanto de sus patrones, como la tradición marxista hacía
presuponer y a tanto miserable engaño ha llevado al capital.
Bibliografía:
De Certeau, Michel, “La Invención de lo Cotidiano, 1 Artes de Hacer”. Nueva
edición establecida y presentada por Luce Giard. Traducción de Alejandro
Pescador. Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia. Instituto
Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente. Centro Francés de Estudios
Mexicanos y Centroamericanos, 1ra. Edición 1996 Universidad Iberoamericana,
México.
Ramos, Gerardo Daniel, La Fe de los Cristianos ante el Actual Pluralismo
Cultural, Ensayo Teológico Pastoral, Editorial San Benito, Buenos Aires, 2009.
Wacquant, Loïc, (a) Parias Urbanos, Marginalidad en la Ciudad a los
comienzos del Milenio, Editorial Manantial, Buenos Aires, 2007.
(b) Los Condenados de la Ciudad, Gueto, Periferia y Estado. S.XXI Editores,
Argentina España, 2007.
9
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