TEMA IV: EL ENSAYO ESPAÑOL EN EL SIGLO XX

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LITERATURA. SEGUNDO DE BACHILLERATO. TEMA I. EL ENSAYO EN EL SIGLO XVIII, JOVELLANOS
TEMA I: EL ENSAYO EN EL SIGLO XVIII. JOVELLANOS.
1. SOCIEDAD Y CULTURA EN EL SIGLO XVIII. MARCO HISTÓRICO.
La sociedad occidental del siglo XVIII vive una profunda transformación social y política
debida a la presión reformadora de la burguesía frente a las resistencias de la monarquía absoluta
y el conservadurismo de la Iglesia y los nobles. Este proceso culmina con un hecho histórico
trascendental: la Revolución Francesa de 1789.
Culturalmente, el siglo XVIII se caracteriza por la Ilustración, corriente de pensamiento
caracterizada por el racionalismo y el empirismo. Los ilustrados piensan que solo la razón, la
observación y la experimentación conducen a la verdad, y aplican este método para criticar las
creencias establecidas y las instituciones de su época. Algunos pensadores ilustrados moderados
defienden una reforma del sistema político respetando la figura de un rey absolutista que se
preocupe por el bienestar del pueblo (despotismo ilustrado); otros, sobre todo en Francia, adoptan
posturas más radicales que conducirán al final de la monarquía francesa y a la instauración de la
república.
La cultura y el desarrollo técnico y científico son, para los ilustrados, el mejor
instrumento para aumentar el bienestar del pueblo y, por ello, trataron de promover la economía
y de extender la educación a todas las capas sociales.
La literatura, en este contexto, tendrá un valor utilitario, el de ser el vehículo para
exponer nuevas ideas, para luchar contra las supersticiones y las falsas creencias. De ahí que el
ensayo (y, en general, lo que podríamos denominar “prosa de ideas”: discursos, artículos
periodísticos, diálogos, informes, diarios, género epistolar…) sea el género literario más utilizado
en esta época y que el resto de géneros (novela, teatro e incluso lírica) se carguen de
intencionalidad didáctica. El incipiente desarrollo del periodismo ayudará también en esta tarea
de difusión cultural.
En España, las ideas ilustradas penetraron con cierto retraso y llegaron bastante
atenuadas. La mayoría de los ilustrados españoles fueron moderados y su actitud reformista se
volvió temerosa ante el rumbo revolucionario de la vecina Francia. Durante el reinado de Carlos
III algunos ministros ilustrados trataron de poner en práctica reformas sociales y económicas,
pero encontraron una fuerte oposición por parte de los sectores privilegiados y de los defensores
de la tradición.
2. LA LITERATURA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII
El arte y la literatura del siglo XVIII están marcados fundamentalmente por el
neoclasicismo, inspirado en el modelo de los clásicos griegos y latinos, cuyas características más
relevantes son:
-Búsqueda de armonía y equilibrio.
-Predominio de lo racional y real sobre lo imaginativo o inverosímil.
-Temas y personajes genéricos o universales.
-Finalidad didáctica del arte y la literatura.
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LITERATURA. SEGUNDO DE BACHILLERATO. TEMA I. EL ENSAYO EN EL SIGLO XVIII, JOVELLANOS
-Rechazo de los excesos estilísticos barrocos que son sustituidos por un lenguaje más
claro, sencillo y natural.
-En teatro se respetan las tres unidades clásicas (acción, tiempo y lugar) y se separan
claramente tragedia y comedia.
Los tres géneros literarios mayores (lírica, narrativa, teatro) no tuvieron un desarrollo muy
notable en este siglo pues, al ajustarse a estos rígidos principios, no les quedaba mucho margen
para la creatividad y la imaginación. Por el contrario, el ensayo alcanzó un lugar muy destacado
en la literatura de la época.
3. EL ENSAYO EN EL SIGLO XVIII
Muchos fueron los autores de esta época que desarrollaron el ensayo y muy variados los
temas que abordaron: la sociedad española y sus costumbres, las reformas económicas y políticas,
el arte y la literatura, la religión, la filosofía, los problemas lingüísticos, la educación, la historia
cultural de España, las ciencias naturales… En unos casos, estas obras adoptan la forma de
extensos estudios enciclopédicos, otras veces son memorias o informes dirigidos a los
gobernantes; hay también manuales o estudios monográficos sobre temas muy concretos,
diálogos al estilo de los que se escribían en la época renacentista (que a su vez los imitó de los
clásicos griegos y latinos), discursos, diarios, obras escritas en forma de epístolas o cartas. Las
polémicas y debates sobre los más diversos asuntos llenan este siglo, muy fecundo desde el punto
de vista ideológico. Para completar este amplio panorama citaremos también las nuevas
posibilidades de publicar textos más breves que ofrecen los periódicos que empiezan a nacer en
esta época.
Desde el punto de vista estilístico y del lenguaje empleado, los ensayistas del siglo XVIII
luchan contra la forma de escribir precedente, la de la época barroca, que se había vuelto muy
complicada y extravagante, y daba más importancia a la forma que al contenido. Para exponer y
divulgar ideas - tarea prioritaria de los ensayistas del siglo XVIII- necesitaron limpiar el idioma
del amaneramiento y la retórica asfixiantes característicos del Barroco.
Tres son los autores de ensayo que vamos a destacar: uno de la primera mitad del siglo
XVIII (Feijoo) y dos de la segunda mitad (Cadalso y Jovellanos).
Feijoo
Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764) es autor de numerosos ensayos
didácticos, de tipo enciclopédico, que lo convierten en el intelectual más importante
de su tiempo y en el prototipo de hombre que entrega toda su vida al saber, a la
búsqueda de la verdad y a su divulgación. Sus obras difunden conocimientos muy
variados (pedagogía, ciencia, historia, política, etc.) con el objetivo de modernizar
la sociedad y, a la luz de la razón y la experiencia, luchar contra los numerosísimos
errores y prejuicios ampliamente extendidos en la mentalidad de la época; así
ocurre, por ejemplo, en obras como Teatro crítico universal o en sus Cartas
eruditas y curiosas, donde ataca las supersticiones y las falsas creencias populares,
pero siempre desde una perspectiva religiosa acorde con su condición de fraile
benedictino. Su moderación y su espíritu tolerante no lo libraron de las críticas de
los sectores más conservadores. Apoyado por el propio rey Fernando VI, su obra
alcanzó una difusión muy notable. El estilo de Feijoo es ágil y conciso; prescinde de
la pesada retórica barroca buscando la comunicación natural, espontánea, con el
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lector.
Cadalso
José Cadalso (1741-1782) es una de las figuras más interesantes del neoclasicismo
español y, en alguna de sus obras, se aproxima ya al prerromanticismo. En su
juventud viajó por Europa y se impregnó del espíritu ilustrado. Su obra es variada:
cultivó la poesía, el teatro y la prosa narrativa y didáctica. Los eruditos a la violeta,
obra que le dio mucha popularidad en su época, es una sátira contra la educación
memorística, contra el afán desmedido de modernidad y contra los falsos sabios, los
pedantes y los engreídos, que emplean un lenguaje pomposo y artificial. Su obra
más conocida y apreciada en la actualidad son sus Cartas marruecas, cuyo título y
estructura imitan a una obra de Montesquieu (Cartas persas). Escrita en forma
epistolar y con un pequeño marco narrativo, se recogen en ella noventa cartas,
supuestamente escritas por el marroquí Gazel, que está viajando por España; en ellas
expone sus impresiones sobre nuestro país a su maestro Ben Beley, al tiempo que se
cartea también con su amigo español Nuño. Utilizando el recurso del viajero llegado
de otro país, Cadalso lanza una mirada distanciada e irónica sobre España, trata de
de mostrar el verdadero rostro de su patria y realiza un recorrido crítico por la
historia nacional, los problemas de la enseñanza, la organización territorial, el atraso
científico, la corrupción política o administrativa, el carácter español y los vicios
sociales. En cuanto al estilo, las Cartas participan de los rasgos del género
ensayístico: reflexión crítica pero sin utilizar un vocabulario especializado, agilidad
y precisión, brevedad expositiva, abundancia de ejemplos y variedad de registros
idiomáticos en función del tema y de los personajes.
Jovellanos
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811) es la principal figura de la
Ilustración en España, tanto por su producción literaria como porque participó
activamente en la vida cultural y política de su época. Durante el reinado de Carlos III
alcanzó gran influencia y desarrolló su actividad pública con máxima libertad y
brillantez; pero en el reinado de Carlos IV estuvo sometido a los vaivanes e intrigas de la
corte: de ser Ministro de Gracia y Justicia durante un breve paréntesis de ocho meses
pasó a ser desterrado y estuvo preso durante seis años en el castillo de Bellver (Mallorca).
Durante la Guerra de la Independencia, a pesar de haberse negado a ser ministro de José
Bonaparte, fue acusado de afrancesado y sus últimos años, incomprendido y aislado,
fueron duros y amargos.
Jovellanos poseyó un saber amplísimo, enciclopédico, que abarcaba las más
diversas disciplinas. Pero era al mismo tiempo un hombre práctico que aplicaba sus
conocimientos a la mejora de las condiciones sociales. Su pensamiento puede ser
calificado de reformista pues se debate en la búsqueda de un difícil equilibrio entre la
tradición y las nuevas ideas.
Jovellanos escribió teatro y poesía al gusto neoclásico, pero lo más destacado de su
producción es su obra en prosa, que interesa no solo al campo de la literatura sino
también al de la historia social, política y cultural de España.
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Bastantes de sus escritos de tipo ensayístico surgen como una continuación o
complemento de su actividad pública y toman la forma de informes, memorias, discursos
o elogios destinados a conseguir que se produjeran determinadas transformaciones en la
política de la época. Destacamos algunas obras dentro de su abundante producción:
Memoria sobre la policía de los espectáculos y diversiones públicas: Fue un
encargo que le hicieron para modificar la legislación vigente en materia de espectáculos.
Consta de una parte histórica y erudita en la que el autor analiza diferentes formas de
diversión que ha habido en España a lo largo de los siglos (la caza, las romerías, el teatro,
los torneos, los toros, las fiestas palaciegas...) y de una segunda parte en la que expone
sus ideas reformistas: las diversiones son imprescindibles para el pueblo pero han de ser
encauzadas convenientemente para que resulten instructivas.
Informe sobre el expediente de la Ley agraria. Aborda aquí Jovellanos uno de
los problemas más graves de España a lo largo de los últimos siglos: la situación en el
campo, con su atraso económico, social y cultural. Jovellanos propone algunas medidas
económicas para fomentar la productividad (construcción de caminos, canales y puertos)
y otras legislativas tendentes a acabar con los absurdos privilegios de la nobleza y el clero
que monopolizaban la mayor parte de la propiedad de la tierra y no mostraban interés en
mejorar los cultivos.
Otras obras interesantes son: Descripción del castillo de Bellver (escrita durante
su prisión, es un estudio histórico, artístico y paisajístico que une la erudición con la
evocación literaria), Elogio de Carlos III y Memoria en defensa de la Junta Central
(obras que resumen el pensamiento político de Jovellanos y contienen una defensa
argumentada del despotismo ilustrado.)
A lo largo de su vida Jovellanos escribió gran cantidad de cartas a muy diversos
destinatarios; el conjunto de todas ellas nos ofrece una información muy valiosa tanto
desde el punto de vista personal como histórico. Otra fuente esencial para conocer la
compleja personalidad intima y cotidiana de este autor son sus nueve Diarios.
El lenguaje de Jovellanos responde a los rasgos propios de la literatura neoclásica
e ilustrada. Su forma de escribir está condicionada por la finalidad que se propone, el tipo
de escrito, el destinatario, el tema. Su afán didáctico y de divulgación le lleva a
expresarse con un máximo de claridad y precisión, pero, como muchas veces los
primeros receptores de sus discursos son las autoridades o los miembros de alguna
Academia, el autor intenta exhibir sus conocimientos y su dominio del idioma con un
estilo elaborado y selecto, sin excesos retóricos.
Jovellanos trató muchas veces de convencer de la necesidad de reformas a unos
poderes públicos e instituciones muy reacios a los cambios. De ahí que utilice recursos
propios de los textos argumentativos y que trate de fundamentar muy bien sus opiniones
para que lleguen a ser compartidas. En sus escritos cuida mucho la estructura lógica y la
relación entre las diferentes ideas pero también ilustra los contenidos abstractos
mediante ejemplos tomados de la historia y de la observación concreta de la vida
española, lo que proporciona amenidad e interés incluso a sus obras más técnicas o
especializadas.
En definitiva, la prosa de Jovellanos, por su sencillez y elegancia, por su
capacidad para convencer y sugerir, por su léxico variado y su constante preocupación
por la pureza y belleza del estilo, alcanza una clásica perfección y un elevado interés
literario.
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