Vida de Lombroso

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La víctima en el nuevo
sistema penal mexicano
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Prevención de lavado de dinero
y financiamiento al terrorismo
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Vida de Lombroso
¿De quién es la vida?
GINA LOMBROSO
GINA LOMBROSO
Otras publicaciones
del inacipe
¿Un delincuente nace o se hace? César Lombroso creía lo
primero y, aunque sus teorías han sido ampliamente refutadas, fue él quien se preguntó, antes que nadie, por
qué delinquen las personas, y buscó bases científicas para
fundamentar sus posiciones. Esto lo convirtió en el padre
de la Criminología.
Pero, ¿estuvo Lombroso tan equivocado? Habría que
echar una ojeada a las aportaciones que han hecho, a últimas fechas, la neurofisiología y la genética forense en materia criminológica: las sustancias químicas que conforman
nuestro cuerpo, combinadas con el entorno social, pueden
hacernos propensos a actuar de un modo u otro. Hay códigos genéticos semejantes en algunos asesinos seriales y en
algunos delincuentes de cuello blanco…
En esta biografía acerca de su padre, Gina Lombroso destaca las influencias y avatares que éste vivió como miembro
de la minoría judía en su natal Verona, estudiante de Medicina en las facultades de Pavía y Viena, soldado en contra del
dominio austriaco, combatiente en la prevención de la pelagra y como catedrático y director de un manicomio. En suma,
un retrato entrañable de una de las figuras más emblemáticas
de las Ciencias Penales.
Vida de Lombroso
Nació en 1872 en la ciudad de Pavía, en el seno
de una familia judía formada por César Lombroso y Nina de Bene­detti. Cursó las carreras
de Letras y de Medicina; de ésta se graduó con
la tesis “Las ventajas de la dege­neración”. En
1901 contrajo nupcias con Guglielmo Ferrero,
con quien tuvo dos hijos: Leo y Nina.
Fue una activista social muy interesada en
los problemas económicos de su época, lo que
la llevó a realizar estudios parciales de Derecho en Inglate­rra y a escribir, hacia finales del
siglo xix, acerca del problema del maquinismo.
También fue una prolí­fica autora; de entre sus
obras destacan Psicologia e natura. Studi medico psicologico naturalistici y L’uomo allienato,
ambas en coautoría con su pa­dre César; Cesare
Lombroso. Appunti sulla vite, en coautoría con
su hermana Paola; y Vita di Lombroso, publicado por vez primera en Milán en 1925.
Prólogo de Rafael Moreno González
Jornadas iberoamericanas
Oralidad en el proceso
y justicia penal alternativa
Instituto Nacional de Ciencias Penales
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Traducción:
José Silva
Universidad de Padua
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DIRECTORIO
Eduardo Medina Mora Icaza
Procurador General de la República
y Presidente de la H. Junta de Gobierno del inacipe
Juan Miguel Alcántara Soria
Subprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales de la pgr
y Secretario Técnico de la H. Junta de Gobierno del inacipe
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Gerardo Laveaga
Director General
del Instituto Nacional de Ciencias Penales
Álvaro Vizcaíno Zamora
Secretario General Académico
Rafael Ruiz Mena
Secretario General
de Profesionalización y Extensión
Citlali Marroquín
Directora de Publicaciones
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gina lombroso de ferrero
Vida de Lombroso
INSTITUTO NACIONAL DE CIENCIAS PENALES
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Primera edición, 2009
Edición y distribución a cargo del
Instituto Nacional de Ciencias Penales
Magisterio Nacional 113, Tlalpan
14000 México, D. F.
www.inacipe.gob.mx
[email protected]
Se prohíbe la reproducción parcial o total,
sin importar el medio, de cualquier capítulo o información
de esta obra, sin previa y expresa autorización del
Instituto Nacional de Ciencias Penales,
titular de todos los derechos
D. R. © 1940 Ediciones Botas, México,
Biblioteca Criminalia, vol. i
D. R. © 2009 Para esta edición:
Instituto Nacional de Ciencias Penales
ISBN 978-970-768-093-7
Diseño de portada: Victor Hugo Garrido Soto
Impreso en México • Printed in Mexico
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Contenido
Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Dr. L. Rafael Moreno G.
Palabras preliminares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
José Ángel Ceniceros
A los lectores mexicanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Gina Lombroso
Dedicatoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
I. Familia. Infancia (1835-1849). . . . . . . . . 27
II. Paolo Marzolo (1849-1852). . . . . . . . . . . 41
III. Albores de juventud (1852-1854)
Los primeros años de universidad. Su
primer amor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
IV. En la carrera (1855-1858)
Por qué se dio Lombroso a la ciencia.
En Viena. El estudio acerca
del cretinismo. El doctorado. . . . . . . . . 57
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V. Lombroso, soldado (1859-1866)
En la guerra. Oficial y profesor.
De la Psiquiatría al delito y al genio. . . 63
VI. El regreso a la vida civil (1866-1869)
Primeras desilusiones. La guerra de 1866.
Descubrimientos clínicos. Causa y cura
de la pelagra. Muerte de Marzolo. . . . . 75
VII. Etapa decisiva en la vida de Lombroso
(1870-1871)
El matrimonio. Conclusión del concurso.
Descubrimiento de la relación que existe
entre el atavismo y el delito.
Nombramiento en Pesaro. . . . . . . . . . . 87
VIII. Primeras luchas por la pelagra (1871-1874)
En Pesaro. Manicomios criminales.
Violentos ataques por la cuestión
de la pelagra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
IX. La gran tragedia (1875-1876)
Decisión de la Comisión del Instituto
Lombardo. La cátedra en Turín . . . . . . 117
X. En Turín (1876-1878)
Primera edición de
El hombre delincuente. . . . . . . . . . . . . . . 137
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contenido
XI. La instalación del laboratorio (1878-1880)
Genio y locura . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145
XII. La Nueva Escuela de Antropología Criminal
y de Derecho Penal (1878-1882)
La difusión de El hombre delincuente.
Los primeros partidarios en Italia,
Europa y América. . . . . . . . . . . . . . . . . 155
XIII. Época de oro (1882-1889)
Batallas y triunfos. . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
XIV. Nuevas grandes batallas (1889)
El nuevo Código. El Congreso de París. . . 175
XV. Crisis externa y relámpagos
de luz (1889-1891)
Crisis económica. Cátedra
de Psiquiatría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
XVI. Nuevos estudios. Nuevos consuelos
(1891-1893)
La mujer delincuente. El espiritismo.
El Congreso de Bruselas. . . . . . . . . . . . 191
XVII. Días tranquilos (1893-1898)
Congreso de Ginebra. Nuevos estudios
sobre delito y el genio. Viaje a Moscú. . . 199
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vida de lombroso
XVIII. Acontecimientos públicos y privados
(1898-1904)
Traslación del museo. Reacción política.
Entrada de Lombroso en el socialismo. . . 209
XIX. Últimas desilusiones. Últimas alegrías
(1904-1906)
Desilusiones políticas. Fiestas y triunfos. . . 223
XX. Últimas amarguras. Últimos estudios
(1906-1909)
Hostilidad contra la pelagra.
El espiritismo. La muerte . . . . . . . . . . . 233
Bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249
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PRÓLOGO
Me han presentado a un joven sabio desconocido (1869),
llamado Dr. Lombroso, que es una especie de tocado, un
monomaniaco. Me ha hablado de ciertos signos anatómicos por los cuales puede reconocerse a los criminales,
lo que sería muy cómodo para los jueces de instrucción.
Con estas palabras Emilio Laveleye describe, escueta pero certeramente, la personalidad de César
Lombroso, quien sólo siete años después de aquel
encuentro suscitaría grandes controversias, merced a
la aparición de su libro El hombre delincuente (1876),
punto de partida de la antropología criminal: una
nueva y prometedora ciencia, para algunos, y mera
charlatanería o el sueño utópico de un ingenuo, para
otros. Lo cierto es que el psiquiatra italiano, doctorado en Medicina por la Universidad de Pavía (1859),
posteriormente prestigioso catedrático y director del
manicomio de Pesaro, alcanzó celebridad mundial
por sus estudios acerca de la genialidad, la locura y la
delincuencia, en el marco de una teoría de sustento
anatómico tan fascinante como discutible.
La primera biografía de este personaje, quien figura
junto con el médico vienés Franz Josef Gall, el prefecto de la policía de París, Alphonse Bertillon, el odon11
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vida de lombroso
tólogo norteamericano Paul Revere y el científico
inglés sir Francis Galton, entre otros ilustres pioneros
de la criminología y la criminalística, fue escrita por
su propia hija, Gina Lombroso de Ferrero, y publicada en 1921 con el título Vita di Lombroso, resumen
de un trabajo mucho más extenso: César Lombroso.
Historia de la vida y de la obra (Turín, 1915).
Transcurridos 68 años desde que apareciera la primera edición mexicana, en traducción al castellano de José
Silva para la colección “Biblioteca Criminalia” de la editorial Botas (1940), el Instituto Nacional de Ciencias
Penales (inacipe), siempre interesado en la divulgación
de bibliografía selecta acerca de los temas científicos y
humanísticos de su competencia, sean obras nacionales
o extranjeras, reedita el texto ya clásico según la versión
de editorial Botas, tanto en virtud de su valor histórico
como de la indiscutible relevancia de su protagonista,
el famoso criminólogo italiano César Lombroso, nacido
en la ciudad de Verona el 6 de noviembre de 1835 y
fallecido el 19 de octubre de 1909 en Turín.
El metro y la balanza eran sus herramientas de trabajo. Pesaba y medía todo: la estatura, los brazos, las
orejas, el cráneo. Estudiaba y examinaba meticulosamente todo: ojos, tatuajes, argot, temperatura. Para
él, en un principio, casi todo era anatomía. Su obra
es la de un naturalista, centrado en la observación directa de los hechos. Su cerebro estaba dispuesto para
la observación. Tenía curiosidad por la naturaleza, la
mirada analítica, la paciencia de piedra y amor inquebrantable a la verdad.
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PRÓLOGO
En cierta ocasión, teniendo sobre la plancha el cadáver de Vilella, viejo bandido calabrés, al hacer la
disección del cráneo encontró una anomalía insólita
en el hombre actual, mas no así en las razas antiguas
y en algunas especies animales: la foseta media de la
cresta occipital.
Tal descubrimiento le sirvió de base para señalar
que el criminal era un salvaje resucitado por un fenómeno de atavismo. Años después, atribuye también
a la epilepsia la causa de la criminalidad, una vez terminado el estudio de Salvador Misdea, que había cometido un crimen con una rapidez insólita, crueldad
y multiplicidad de lesiones fuera de lo común y sin
complicidad alguna.
Finalmente, indica que la locura moral, perturbación que recae sobre los sentimientos y deja intactas
las facultades intelectuales, es otra de las causas de la
delincuencia.
Las fórmulas lombrosianas antes expuestas fueron
englobadas por Paul Von Nacke, distinguido criminalista alemán, en la teoría tríptica de la criminalidad,
la que se resume en las siguientes conclusiones: el
criminal propiamente dicho es nato; equiparable con
el demente moral; con base epiléptica; explicable principalmente por atavismo, y forma un tipo biológico y
anatómico especial.
Como resultado de todas estas observaciones y experiencias, César Lombroso publicó El hombre delincuente, su obra cumbre que, en un principio, constaba de tres volúmenes. Gina, su hija, quien dedicó lo
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mejor de sus afanes y una buena parte de su vida a la
exposición de la obra de su padre, la redujo a uno solo,
conservando la parte fundamental de la doctrina lombrosiana, “sobre la que —según afirma Mariano Ruiz
Funes— la acción del tiempo había proyectado ya la
autoridad de lo imperecedero”. La primera edición
apareció en 1876; la segunda en 1878; la tercera en
1885; la cuarta en 1888; la quinta entre 1896 y 1897.
Así fue como el psiquiatra italiano abordó la naturaleza del crimen desde la perspectiva de la antropología.
La teoría lombrosiana conoció el esplendor y el
ocaso conforme se fueron realizando nuevos descubrimientos científicos. Ahora bien, cuando fue analizada fuera de su propia esfera, en otras áreas del conocimiento y mediante procedimientos diferentes del
método causal-explicativo, comenzó a cuestionarse
con gran severidad hasta caer en el total descrédito,
no sólo en perjuicio de su expositor sino de toda la
antropología criminal.
La existencia de un delincuente nato no ha podido demostrarse empíricamente; es decir, no hay
hombres que constituyan unas especies generis humani como Lombroso creyó. Al morir éste, en 1909, la
teoría lombrosiana se hallaba en la última fase de su
desprestigio. Sin embargo, a partir de 1912 comenzó,
en buena parte, a reinvindicarse. Así, tenemos que
A. F. Bronner, H. H. Goddard, Edith L. Spaulding,
Mauricio Parmelee y William Healy destacan, sin ser
ortodoxos de la doctrina, la importancia de los factores congénitos en el crimen. Asimismo, se esmeran
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PRÓLOGO
en su defensa Vervaeck, el gran criminólogo belga, y
el médico inglés de prisiones Charles Goring, sosteniendo que existen características mentales y morales
de la persona normal que tienden al delito. También
se manifiestan partidarios de las teorías del famoso
“medico de Turín” Von Rohden, Mezger y Evelio Tavío, por mencionar algunos penalistas destacados.
Respecto a las causas o factores de la delincuencia
han corrido y siguen corriendo ríos de tinta, porque
cada estudioso del tema, como no podía ser menos en
una cuestión tan compleja, tiene su propia versión.
En la actualidad, no se puede afirmar que la existencia de una tara hereditaria determine fatalmente
la génesis del delito, puesto que lo que se hereda es la
predisposición, no la enfermedad o criminalidad. En
otras palabras, el crimen no puede definirse ni comprenderse exclusivamente como un hecho biológico,
ya que se trata, ante todo, de un suceso jurídico, histórico y cultural. El hombre, como afirma García Andrade, no es sólo “herencia” sino “historia”.
Hoy la antropología criminal, con este u otro nom­
bre, se ha inscrito en el cuadro de las ciencias imperecederamente y junto a ella está el nombre de su fundador, César Lombroso, cuyo mérito perdurable no
reside en sus opiniones acerca del delincuente, sino
en que no se limitó a proponer teorías en torno al crimen desde su “mesa de gabinete”, sino que, antes de
ello, realizó personalmente investigaciones empíricas
respecto a una cantidad de delincuentes y convictos,
de los que dedujo sus afirmaciones.
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vida de lombroso
Haber creado una ciencia nueva es el gran mérito
de Lombroso. Es verdad que el corpus que le dio está
hoy superado y sólo perviven los chispazos del genio;
pero esto no es motivo suficiente para negarle la paternidad de una ciencia, inédita hasta él, así como
nadie arrebata a Hipócrates su calidad de padre de
la medicina, no obstante que haya cambiado cuanto
de ella dejó, desde la raíz hasta la frondosa copa. El
genio suele equivocarse, pero sus errores son siempre
fecundos, fuente de inspiración para las generaciones
futuras.
Dr. L. Rafael Moreno G.
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