Ejemplo de análisis de un texto de Napoleón Bonaparte:

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Ejemplo de análisis de un texto de Napoleón Bonaparte:
Una de las ideas que más me ocuparon había sido la reunión, la concentración de los mismos pueblos geográficos
que las revoluciones y la política han disuelto y dividido; de manera que contándose en Europa, más de treinta millones
de franceses, quince de españoles, quince de italianos y treinta de alemanes, hubiera querido hacer de cada uno de estos
pueblos un solo cuerpo de nación […]: ¡Yo me juzgaba digno de tamaña gloria!
[…] En tal estado de cosas podía haber más probabilidades de conseguir en todas partes la unidad de códigos, de
principios, opiniones, sentimientos, ideas e intereses. Acaso entonces, con el apoyo de las luces universalmente
extendidas, hubiera sido permitido soñar la gran familia europea […].
Nadie podría negar que si, al entrar en España, Austria, en vez de declararme la guerra, me hubiese dejado cuatro
meses de estancia en España, todo hubiese terminado allí y en tres o cuatro años se habría visto una paz profunda, una
prosperidad brillante, y una nación compacta […].
Como quiera que sea, esta reunión se hará tarde o temprano […] el impulso está ya dado, y no creo que después
de mi caída y la aparición de mi sistema pueda haber en Europa otro gran equilibrio que la reunión y confederación de los
grandes pueblos.
Palabras de Napoleón el 11 de noviembre de 1816 en J. CARPENTIER Y F. LEBRUN. Breve historia de Europa, Alianza.
Se trata de un texto de fuente histórica primaria, naturaleza histórica-testimonial, escrito por Napoleón
Bonaparte el 11 de noviembre de 1816 en su destierro a la isla de Santa Elena. Este fragmento está publicado en
Breve historia de Europa, cuyos autores son Carpentier y Lebrun. El destinatario es público, puesto que son unas
reflexiones de Napoleón acerca de la posibilidad de lograr una Europa unida bajo su mandato.
Napoleón Bonaparte (1769-1821) desarrolló una brillante carrera militar en la Revolución francesa. Durante
el Directorio, dio el golpe de Estado del 18 de Brumario de 1799 e instauró el poder en su persona, siendo el primer
cónsul y, posteriormente, en mayo de 1804, emperador. Vencido por las potencias europeas en la batalla de
Waterloo, fue desterrado a Santa Elena en 1816, donde moriría en 1821.
El texto se enmarca en el momento en el que Napoleón emperador ha sido vencido por sus grandes
enemigos: Austria, Prusia, Rusia, Gran Bretaña…, que han convocado el Congreso de Viena para reestructurar el
mapa de Europa que él había modificado y para reinstaurar el Antiguo Régimen.
El emperador expone que los avances históricos han dividido a los pueblos de Europa y considera que él
hubiera sido la persona idónea para reunirlos. El primer lugar cita a Francia, pero también otorga un lugar destacado
a los italianos (en 1805 se proclamó rey de Italia) y a los españoles (hizo que coronaran rey a su hermano José
Bonaparte). Parece lógica la reflexión del emperador acerca de que, si no hubiera tenido que afrontar varios frentes
de batalla simultáneos, no hubiera fracasado en su empresa española. Cabe destacar la confianza de Napoleón en
que “la difusión universal de las luces” traería una época de civilización y una unidad legal y cultural a Europa. La
Ilustración había proclamado que la felicidad debía alcanzar a todos los hombres y Napoleón creyó que la Revolución
y su heredero natural, es decir, él mismo, lograrían ese objetivo.
A continuación me dispongo a relacionar el texto con la teoría, es decir, la época napoleónica. En 1799
Napoleón fue nombrado cónsul y en su política de gobierno se dirigió a consolidar la revolución burguesa moderada:
realizó una reforma administrativa de carácter centralista, restableció la paz con la Iglesia firmando un Concordato,
reformó la Hacienda y el sistema de enseñanza y promulgó un nuevo Código Civil. En 1804, Napoleón se sentía tan
fuerte que se hizo coronar emperador. Derrotó uno a uno a los monarcas absolutos europeos que habían coaligado
sus ejércitos contra la Francia revolucionaria. El aspecto más destacado de su período fue la expansión territorial:
buena parte de Europa fue anexionada o quedó bajo influencia francesa, desde Alemania a España, excepto Gran
Bretaña. Allí se impusieron las nuevas ideas revolucionarias (consagración de la libertad y de la igualdad legal,
implantación de la libertad económica y religiosa y derecho a la propiedad). La ocupación francesa desencadenó
fuertes sentimientos nacionales. Las nuevas ideas liberales fueron utilizadas en los países ocupados para luchar
contra la misma presencia francesa. La derrota de Napoleón se fraguó en Rusia y España. A partir de 1815, tras la
definitiva derrota de Waterloo, y tal y como se ve en el texto, se prefiguró el retorno al Antiguo Régimen.
Desterrado, murió en la Isla de Santa Elena, en 1821.
En conclusión, Napoleón logró una “falsa unidad” de Europa. La historia ha demostrado que la reunión de los
pueblos europeos solo puede conseguirse desde la paz y la igualdad. Tanto sus contemporáneos como los
historiadores de hoy día, han visto a Napoleón como un hombre contradictorio, la personificación de las dos caras de
una moneda: libertad y tiranía. Sin embargo, fue un personaje fundamental para la historia contemporánea.
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