“CONTROL JUDICIAL SOBRE ACTOS EMANADOS DE LOS COLEGIOS PROFESIONALES. INCONSTITUCIONALIDAD DEL ART 74 LEY 12008” Autora: Dra. GROSSI, Melina Inés. UNLP Introducción. Planteo del tema. Inconstitucionalidad del art. 74 del Código Contencioso Administrativo El presente trabajo tiene como finalidad ahondar en el estudio del actual artículo 74 del Código Contencioso Administrativo, el cual legisla las impugnaciones especiales contra resoluciones de colegios o consejos profesionales y de cajas de previsión social de profesionales, con el objeto de plantear la inconstitucionalidad del mismo, en cuanto establece un recurso directo ante la cámara, con el consiguiente desplazamiento de los jueces de primera instancia. La legislación actual presenta una clara incongruencia con el sistema de justicia administrativa que rige en nuestro ordenamiento (arts. 166, último párrafo Const. Provincia) en tanto se muestra como un régimen de jurisdicción delegada contrario al principio de división de poderes establecido desde la Constitución de 1853, (arts.23; 29; 109; 116 y concs. Const. Nacional) pretendiendo convertir la función administrativa que tienen a su cargo estos entes públicos no estatales en función judicial. Es decir, que el acto que culmina el procedimiento administrativo se convierte en la primera y originaria instancia decisoria, vulnerando claramente la garantía de debido proceso legal y defensa 1 en juicio, (arts. 15 Const. Provincial; 18 Const. Nacional), ya que el tribunal revisor restringe su estudio al mero control de legalidad del acto. De igual modo, se planteará la inconstitucionalidad del régimen por estar reñido con el principio fundamental de plena justiciabilidad de la administración (art. 166, último párrafo) y acceso irrestricto a la justicia (art. 15 Const. Provincial; art. 14 Const. Nacional), ya que se impide al particular la garantía de debido proceso legal, derecho a ser oído por un juez imparcial, a ofrecer y producir prueba, y a que sus sentencias sean revisadas en segunda instancia ordinaria. En la legislación de marras, quien ejerce la jurisdicción es un órgano administrativo extraño al poder judicial, que deja de ser parte para convertirse en autoridad que resuelve en primer grado. Asimismo, se estarían vulnerando el principio de irretroactividad de las leyes y de aplicación de la ley más benigna, infringiéndose el art. 17 de la Const. Nacional y 31 Const. Provincial. Por último, consideramos que la legislación en estudio se encuentra en contraposición con los tratados y pactos sobre derechos humanos que gozan de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 Const. Nacional; 15 Const. Provincial; arts. 7; 8 y 25 del Pacto de San José de Costa Rica y 2; 9 y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos) Desarrollo introductorio en la materia administrativa Tomando la teoría de separación de poderes expuesta por Montesquieu, todo hombre que tiene poder tiende a abusar de él, por lo tanto debe dividirse el poder estatal y oponer las partes respectivas para que se refrenen recíprocamente. Esto se lograría dividiendo las funciones estatales entre diferentes órganos constituidos por personas físicas distintas. 2 Hoy en día se habla más de “separación de funciones”, antes que de separación de poderes, ya que el poder es uno solo, pero se mantiene el principio de que ella tiene por finalidad coordinar el ejercicio del poder público y evitar que pueda ser fuente de despotismo o arbitrariedad. La doctrina de que cada poder es soberano en su esfera, es decir, que cada poder legislaba, administraba y juzgaba en lo relativo a su propia actividad ha dado lugar a la teoría de división de funciones, transferencia y hasta fractura de poderes y “órganos” como medio de preservar la libertad frente al poder. Se sienta entonces el principio de que para que el poder contenga el poder, para que no exista absolutismo ni la suma de poder público, es imprescindible que el poder estatal sea ejercido por la mayor cantidad de órganos diferenciados posibles. Los habrá legislativos, ellos son las cámaras que integran el Congreso; judiciales, que constituyen órganos imparciales e independientes; administrativos, los cuales se caracterizan por ser órganos estructurados jerárquicamente, dan o reciben órdenes y autoridades administrativas independientes, las cuales le quitan poder al ejecutivo para garantizar su control. Este principio de separación de funciones, no obstante ser imperfecto, ya que cada órgano no se limita únicamente a la función que le corresponde, evidencia una tendencia progresiva a la fractura múltiple del poder como garantía de libertad Funciones jurídicas del Estado. Legislativa, Jurisdiccional, Administrativa. Criterios de distinción. Función judicial y jurisdiccional Tratando de encontrar un concepto comprensivo de cada una de las funciones del estado, se ha dicho que función legislativa es la creación de normas generales de conducta, imperativas, para todos los habitantes. Siguiendo a Gordillo, su régimen jurídico se aplica únicamente a los actos que sean materialmente legislativos y que además hayan sido realizados por el órgano 3 legislativo. La función jurisdiccional es la decisión con fuerza de verdad legal de controversias entre partes, hecha por un órgano imparcial e independiente. Esta definición comprende dos elementos: uno material u objetivo, que se refiere a lo que la función es en su contenido (decisión con fuerza de verdad legal de controversias entre partes); y uno orgánico o subjetivo, que se refiere al órgano o poder que realiza la función. En la opinión de este autor, su régimen jurídico se aplica sólo a los actos materialmente jurisdiccionales, realizados por órganos jurisdiccionales, no así a los actos realizados por órganos administrativos o legislativos. La doctrina discrepa acerca de la distinción entre jurisdiccional y judicial. Conforme lo enuncia Gordillo, la Administración en ningún caso podrá ejercer funciones jurisdiccionales, porque así lo proscribe la Constitución Nacional en su artículo 18, cuando garantiza la inviolabilidad de la defensa en juicio de la persona y de sus derechos; y el artículo 109 al establecer que el Presidente de la Nación, en ningún caso, podrá ejercer funciones judiciales, arrogarse el conocimiento de las causas pendientes o restablecer las fenecidas. De manera que, según este autor, la actividad propia de los jueces es exclusivamente de ellos y no puede ser ejercida por la Administración. Fiorini entiende que cuando el artículo 109 prohíbe al presidente ejercer funciones judiciales, implica también que no podrá ejercer funciones jurisdiccionales, y que tal interdicción no se dirige únicamente al jerarca superior, sino que incluye a toda la administración pública sin excepción. Para otros, lo que no puede hacer la Administración es ejercer funciones judiciales, pero no hay tal prohibición para ejercer funciones jurisdiccionales. Desde esta perspectiva, lo jurisdiccional es el género, el cual admite dos especies: la jurisdicción judicial, que estaría prohibida para la Administración; y la jurisdicción administrativa, que estaría en el ámbito de la Administración. Gordillo refuta esta postura sosteniendo que hablar de “jurisdicción judicial” es una redundancia, pues judicial significa lo relativo a la judicatura, es decir a los 4 jueces, y al mismo tiempo, hablar de “jurisdicción administrativa” implica una contradicción, ya que si hay jurisdicción no hay administración, y viceversa. Marienhoff sostiene que la función administrativa, considerada desde un punto de vista material, consiste en la actividad permanente, concreta y práctica del Estado que tiende a la satisfacción inmediata de las necesidades del grupo social y de los individuos que lo integran. En palabras de Gordillo función administrativa es “toda la actividad que realizan los órganos administrativos, y la actividad que realizan los órganos legislativo y jurisdiccionales, excluidos respectivamente los hechos y actos materialmente legislativos y jurisdiccionales”1 Función jurisdiccional de la administración pública. Jurisprudencia CSJN (Fernández Arias y Estrada) La recepción que la jurisprudencia ha dado al reconocimiento de facultades jurisdiccionales de la administración ha ido evolucionando con el paso del tiempo. En 1960, en el precedente Fernández Arias con Poggio2, el congreso había dictado tres leyes que ordenaban al Poder Ejecutivo a organizar en el Ministerio de Agricultura las Cámaras Regionales Paritarias de Conciliación y Arbitraje obligatorio, y una Cámara Central. Estas cámaras estaban integradas por representantes de los propietarios de terrenos rurales y de los arrendatarios y aparceros. Creados los organismos, se organizaron de la siguiente manera: las Cámaras Regionales tenían competencia exclusiva en la decisión de todas las cuestiones 1 GORDILLO, Agustín. Tratado de Derecho Administrativo Tomo 1; 4ta ed. Fundación de Derecho Administrativo p IX-45 Año 1997 2 Fallo “Elena Fernández Arias y otros c/ José Poggio s/ Sucesión 247:646 5 suscitadas entre arrendadores y arrendatarios o aparceros, con motivo de los respectivos contratos de arrendamiento o aparcerías rurales, las decisiones de estas Cámara debían apelarse ante la Cámara Central cuyas decisiones eran susceptibles del recurso extraordinario ante la Corte Suprema. El caso se origina por un conflicto entre Fernández Arias y Poggio en el cual la Cámara Regional de Trenque Lauquen, condenó a Poggio a entregar el predio en cuestión. Contra dicho pronunciamiento, el condenado dedujo recurso extraordinario, que al ser denegado motivó una queja ante la Corte Suprema, donde impugnó la constitucionalidad de estas leyes, ya que por ellas se crearon órganos administrativos dotados de facultades jurisdiccionales vulnerando el art. 95 de la Constitución Nacional, (actual 109) que impide al Poder Ejecutivo el ejercicio de funciones judiciales. Además resulta violatorio del art. 67 inc. 11 de la Constitución (actual 75 inc 12) toda vez que se faculta a las Cámaras Paritarias para resolver sobre materias propias de autoridades judiciales de las provincias, e incumple el art. 18 de la Constitución, en cuanto se reconoce a toda persona el derecho de defensa en juicio ante el Poder Judicial. Las leyes cuestionadas extraen de la esfera judicial ciertos conflictos para que sean resueltos exclusivamente por tribunales administrativos. Se revoca la sentencia apelada y la corte declara la inconstitucionalidad de las normas impugnadas. Dejando sentando que, resulta compatible con la Constitución Nacional la creación de órganos administrativos con facultades jurisdiccionales, teniendo en cuenta que se han ampliado las funciones de la administración, como medida necesaria para la ágil tutela de los intereses públicos. Si bien nuestra Constitución recepta la doctrina de separación de poderes, por lo que la función de juzgar le correspondería sólo al Poder Judicial, este precepto debe interpretarse dinámicamente según las cambiantes necesidades sociales. Las decisiones de los órganos en discusión deben quedar sujetas a revisión judicial, de lo contrario se violaría el Art. 18 de la Constitución Nacional, que reconoce a todos los habitantes del país el derecho a acudir a un órgano 6 judicial. Hay que diferenciar la adecuación del principio de división de poderes en la vida contemporánea, y la violación de su esencia, lo que sucedería si se privara totalmente al Poder Judicial de sus atribuciones. La instancia judicial obligatoria no se satisface con la posibilidad de interponer recurso extraordinario ante la Corte Suprema, ya que no es un proceso de amplio conocimiento, por lo tanto no es suficiente para garantizar el derecho a una instancia jurisdiccional profunda y completa. Gordillo, haciendo un análisis del precedente en cuestión, expresa que aún cuando el artículo 18 de la Constitución no requiere multiplicidad de instancias, debe entenderse que sí impone una instancia judicial al menos” (considerando 20) y que si las disposiciones que gobiernan el caso impiden a las partes tener acceso a una instancia judicial propiamente dicha, existe agravio constitucional originado en privación de justicia. Pues es imprescindible la existencia de un recurso u ocurso subsiguiente ante los jueces del Poder Judicial, en la inteligencia de que a falta de él, el régimen dejaría de ser congruente con los derechos y garantías constitucionales (considerando 17) Este autor, haciendo una crítica del fallo en cuanto a las imprecisiones que éste contiene, entiende que la idea central es perfectamente clara “no puede otorgarse a la administración una facultad que sea irrevisible judicialmente; y no satisface el requisito de la necesaria revisión judicial la mera existencia de un recurso limitado de inconstitucionalidad o arbitrariedad: es necesario un medio de impugnación judicial que permita la discusión suficiente y adecuada de los hechos y el derecho que el caso involucra. Si entendemos por “función jurisdiccional” aquella que pueda constituir esa “instancia judicial al menos” de que habla el fallo, y que haga innecesaria una revisión judicial “adecuada”, es evidente que ese tipo de atribución le es terminantemente negada a la administración3 3 GORDILLO, Agustín. Tratado de Derecho Administrativo Tomo 1; 4ta ed. Fundación de Derecho Administrativo p IX-34 Año 1997 7 Continuando con esta línea jurisprudencial, en el fallo Ángel Estrada4 del año 2005, la Corte afirmó la responsabilidad de las empresas de servicios públicos y aseguró el derecho de los usuarios a exigir una reparación de los daños sufridos por la falta de servicio. A fines de 1993 y comienzos de 1994, la empresa EDESUR interrumpió el servicio eléctrico durante un mes y medio. El ENRE (organismo de contralor de las empresas que prestan el servicio público de electricidad) sancionó a EDESUR por este incumplimiento y le impuso una multa de casi 4 millones de pesos. La sociedad comercial “Angel Estrada y Cia, S.A” demandó una indemnización a EDESUR ya que el incumplimiento del servicio durante ese tiempo había impedido que funcionara su planta industrial. El caso llegó a la Corte Suprema para que determinara si a EDESUR se le podía exigir que pagara esta indemnización o, bien, si la ley y el contrato de servicio público limitaba la responsabilidad de esta empresa al pago de la multa. La segunda cuestión que debía resolver la Corte era si el reclamo por esta indemnización podía ser resuelto por el ENRE o si sólo podía ser decidido por la justicia. En el considerando XII, con cita a Jorge Tristán Bosch, la Corte establece distintos requisitos que deben cumplirse para que las decisiones de los Entes sean válidas. Sostiene que el otorgamiento de facultades jurisdiccionales a órganos de la administración desconoce lo dispuesto en los arts. 18, que garantiza la defensa en juicio de la persona y sus derechos, y 109 de la Constitución Nacional que prohíbe en todos los casos al Poder Ejecutivo ejercer funciones judiciales “Tales principios constitucionales quedan a salvo siempre y cuando los organismos de la administración dotados de jurisdicción para resolver conflictos entre particulares hayan sido creados por ley, su independencia e imparcialidad estén aseguradas, el objetivo económico y político tenido en cuenta por el legislador para crearlos (y restringir así la jurisdicción que la Constitución Nacional atribuye a la justicia ordinaria) haya 4 Angel Estrada y Cía S.A c/ Resol 71/96 Sec. Ener. y Puertos (Expediente N° 750-002119/96) ”(Resuelto el 5/04/2005) 8 sido razonable y, además, sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente.Gordillo, en su nota al fallo Estrada considera que la idea central del fallo es que la administración activa no puede, constitucionalmente, ejercer jurisdicción administrativa, ni siquiera sujeta a revisión judicial; pero sí se pueden establecer tribunales administrativos, imparciales e independientes, cuya función sea ejercer jurisdicción administrativa sujeta a revisión judicial plena. No se trata, entiende este autor, de reconocer jurisdicción a la administración activa, sino a tribunales administrativos imparciales e independientes, separados de la administración activa, en tanto tengan control judicial pleno Tribunales competentes para juzgar a la administración pública. Legislación y Jurisprudencia Evolución histórica Tal como lo expresa el Dr. Tristán Bosch en su libro ¿Tribunales Judiciales o Tribunales Administrativos para Juzgar a la Administración Pública? Ed. 1951; El desprendimiento de las funciones jurisdiccionales contencioso administrativas ha ido evolucionando desde el sistema denominado de “jurisdicción retenida”, en el que las decisiones de un órgano aparentemente independiente estaban sujetas a la aprobación final del príncipe, a un sistema de jurisdicción delegada, donde el contralor final del monarca desaparece y se constituye una justicia para las cuestiones administrativas independiente de la Administración. Este reconocido autor, citando a Merkl, proclama que “Faltando un órgano independiente al cual le esté atribuida la función jurisdiccional en 9 materia contencioso administrativa, no puede realmente sostenerse que exista una justicia administrativa.”5 Se produce aquí, el nacimiento del Estado liberal. En Francia, en base al sistema de justicia administrativa, la propia Administración se erige en juez de los litigios en que interviene como parte interesada; y por lo tanto se observan dos órdenes judiciales independientes: el ordinario, cuya cima ocupa la Corte de Casación, y el administrativo, que integran el Consejo de Estado como órgano supremo, que si bien ha ido desprendiéndose en forma progresiva, continúa dentro de los límites del poder administrador. Es importante recordar que en Francia se reconoció desde antes de la Revolución la existencia de un doble derecho, aplicable a las relaciones privadas y a la de los particulares con la Administración, respectivamente. En opinión de Tristán Bosch, los autores que proclaman la constitucionalidad del sistema de tribunales administrativos en nuestro ordenamiento sientan su teoría en el principio de separación de poderes, desconociendo que nuestro régimen no implica una separación absoluta de poderes, sino uno de frenos y contrapesos entre los distintos departamentos del gobierno. Además, esta concepción da por hecho la naturaleza administrativa de la facultad de decidir conforme a derecho las contiendas en que la administración sea parte. Estos autores se basan en el principio “sieger a l´administration c´est encore administrer”, es decir, que la justicia administrativa es un trozo de la administración y no de la justicia6 ; Merkl, en una postura similar, conceptúa a la jurisdicción como la función de “decir o declarar el derecho en un caso individual entre partes contendientes”. Si dicha función se ejerce en los V. MERKL, ADOLF, citado por TRISTÁN BOSCH, Jorge en su libro “¿Tribunales Judiciales o Tribunales Administrativos para Juzgar a la Administración Pública? Ed. V de Zabalía 1951 6 ALTAMIRA, Pedro G, p. 72, citado por TRISTÁN BOSCH, Jorge en su libro “¿Tribunales Judiciales o Tribunales Administrativos para Juzgar a la Administración Pública? Ed. V de Zabalía 1951 5 10 dominios del órgano administrativo, será administración, y sería justicia, si se ejerciera en el ámbito judicial. El autor que seguimos, efectúa una crítica a la opinión de Gache Pirán, según la cual la jurisdicción administrativa es una faz de la actividad del poder ejecutivo como “poder administrador”, lo que significaría un reconocimiento implícito del carácter administrativo de la primera; mientras que de la interpretación de nuestra constitución surge claramente que dicha función es jurisdiccional, en tanto que se apoya en la división de la misma en dos ramas, la judicial y la contencioso-administrativa. Tomar como valedera la postura de Gache Pirán, dice el autor, sería pasar por alto los artículos de la Constitución, ya que su interdicción nada tiene que ver con el ejercicio de funciones administrativas. Sistema Judicialista Nuestro sistema no deriva del derecho francés, sino que por el contrario tiene su origen en fuentes anglosajonas, donde se proclama un modelo judicialista concretado en el texto de la Constitución de Filadelfia de 1787. Su principal característica es la existencia de “un solo derecho común al cual el Estado, sus organismos y las otras colectividades públicas están sometidas al mismo título que a los particulares”7 Es decir, que corresponde en forma exclusiva a los tribunales ordinarios, el monopolio de la función jurisdiccional. Es el Poder Judicial quien ejerce el contralor de la legalidad de la actividad administrativa., estableciéndose expresamente la prohibición al Poder Ejecutivo de ejercer funciones jurisdiccionales, incluso en materia contencioso administrativa. Siguiendo el razonamiento de Tristán Bosch, esta interdicción debe abarcar por igual, tanto al Presidente de la Nación, como establece el artículo 109 de la Constitución, como así también a todos los funcionarios y empleados de la 7 TRISTÁN BOSCH, Jorge en su libro “¿Tribunales Judiciales o Tribunales Administrativos para Juzgar a la Administración Pública? Ed. V de Zabalía . P 42 Año 1951 11 Administración, ya que sería incongruente que la Constitución permitiera a los agentes subalternos del Presidente lo que tan enfáticamente le prohíbe a éste. Juan Carlos Cassagne8 considera que fue debido a la influencia principalmente del derecho francés y español, y en menor medida, del italiano, que en el año 1873, al promulgarse la Constitución para la Provincia de Buenos Aires quedó sentado el principio de que el Poder Ejecutivo carecía de facultades jurisdiccionales en materia administrativa, y que estas correspondían, en única y exclusiva instancia, a la Suprema Corte de Justicia Local. El procedimiento que se seguiría ante dicho Tribunal, sería un juicio pleno, del tipo ordinario, aunque con las peculiaridades propias del contencioso administrativo. La constitución de 1934, en su artículo 149 inc. 3 dejaba sentado este principio al establecer que las causas contencioso administrativas son competencia originarias de la Suprema Corte de Justicia, previa denegación o retardación de la autoridad administrativa competente, al reclamo de un derecho gestionado por parte interesada. Ella decidiría en juicio pleno e instancia única. El constituyente de 1994, en respuesta a los reclamos de la doctrina especializada, dispuso en el art. 166 último párrafo, la creación del fuero contencioso administrativo. Se buscaba lograr la descentralización y desconcentración de la Justicia, la especialización de los jueces de la materia, y la rapidez en el proceso, en miras a alcanzar la tutela judicial continua y efectiva, establecida expresamente en el art. 159 de la constitución provincial e incorporada en el pacto de San José de Costa Rica La cláusula transitoria 215, estableció que el poder legislativo debía implementar el nuevo fuero especializado y sancionar el Código Procesal 8 Juan Carlos Cassagne ”Lineamientos Generales del Código Contencioso Administrativo de la Provincia de Bs. As en el marco de la tutela Judicial Efectiva” p. 27 Año 2011 9 Art. 15 Const. Prov. “La Provincia asegura la tutela judicial continua y efectiva, el acceso irrestricto a la justicia, la gratuidad de los trámites y la asistencia letrada a quienes carezcan de recursos suficientes y la inviolabilidad de la defensa de la persona y de los derechos en todo procedimiento administrativo o judicial(…)” 12 respectivo “para su entrada en vigencia conjunta” antes del 1°/10/1997. Mientras tanto, la Suprema Corte de Justicia Provincial conservaría su competencia originaria en la materia. A su vez el art. 217 disponía que los jueces que integrarían el nuevo fuero, debían ser nombrados con intervención del Consejo de la Magistratura, cuya organización se concretó en el año 1996. En la misma línea, el art. 161 de la Constitución Provincial, al enumerar las causas contencioso administrativas que son competencia originaria de la Suprema Corte, no contempla aquellas contencioso administrativas Evolución Jurisprudencial En el marco de la competencia transitoria que el art. 21510 le asigna a la Suprema Corte de Justicia, se advierte un proceso evolutivo en lo que concierne a la aplicación de las pautas que dimanan del art. 166, último párrafo, Const. Provincia11, y de las normas del Cód. Contencioso Administrativo. 10 Art. 215 Const. Prov. “La Legislatura establecerá el fuero contencioso administrativo antes del 1 de octubre de 1997 y sancionará el Código Procesal respectivo, para su entrada en vigencia conjunta. Hasta tanto comiencen las funciones de los tribunales en lo contencioso administrativo, la Suprema Corte de Justicia decidirá, en única instancia y juicio pleno, todas las causas correspondientes al referido fuero que se hubieren iniciado, hasta su finalización. (Corresponde al artículo 166). 11 Art. 166 5°párrafo Const. Prov. “Los casos originados por la actuación u omisión de la Provincia, los municipios, los entes descentralizados y otras personas, en el ejercicio de funciones administrativas, serán juzgados por tribunales competentes en lo contencioso administrativo, de acuerdo a los procedimientos que determine la ley, la que establecerá los supuestos en que resulte obligatorio agotar la vía administrativa” 13 Para el estudio de las bases constitucionales de la justicia administrativa en nuestro ordenamiento nos basaremos en el trabajo que la Dra. Milanta realiza en su artículo “Reforma procesal administrativa de la Provincia de Buenos Aires. Proceso ordinario y procesos especiales. Año 2011” De esta manera, se pueden diferenciar tres etapas dentro de la jurisprudencia, desde la reforma constitucional del 1994 hasta el año 2003. En el primero, desde el año 1994 hasta el año 2002, la Corte le dio ultractividad al antiguo modelo en su conjunto. Hasta el año 1997 fundamentó su postura en la disposición transitoria 215, que como ya vimos proclamaba la entrada en vigencia conjunta del código con la puesta en funcionamiento del fuero. Desde que venció el plazo previsto para la entrada en vigencia del nuevo sistema, en los precedentes (Causas B.56054 “Velásques” y B 56125, “Oviedo”, 1994) se sostuvo la continuidad del régimen transitorio, sin dar aplicación al artículo 166, dando ultractividad a una cláusula derogada y aplicando en su totalidad el Código Varela En el segundo período jurisprudencial, desde el año 2002 hasta el 15/12/2003 se le da operatividad a la nueva cláusula general establecida por el art. 166 último párrafo, pero sin el funcionamiento del fuero especializado, ni la aplicación del Cód. Procesal respectivo (Ley 12008). Se consideró que la cláusula general prevista en el art. 166 último apartado no estaba subordinada en su vigencia a la puesta en marcha del fuero ni al dictado de alguna norma legislativa y que, por lo tanto, debía regir directa e inmediatamente el ejercicio de la competencia contencioso administrativa, por entonces sólo a cargo del alto Tribunal provincial en forma transitoria (art. 215) En este segundo período se pueden destacar principalmente tres precedentes. Todos ellos se basan en la fuerza normativa de los preceptos constitucionales, con cita a los arts. 166; 215; y concs.; y como piedra angular de la justicia administrativa al art. 15 de la Constitución Provincial 14 En el caso “Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca”12 del 23/10/02 el máximo Tribunal abre su competencia originaria para entender pero no utiliza para resolver la cláusula derogada de la constitución de 1934, ni la ley 12008, sino que declara la operatividad del 166, último párrafo, aplicando la nueva cláusula constitucional directamente en punto a la definición de “materia” contencioso administrativa. Además consagra la ultractividad del Cód. Varela y la aplicación supletoria del CPCC. La Corte considera que ella debe entender de manera originaria y transitoria, ya que si bien la Constitución ha impuesto un diferimiento a la puesta en funcionamiento del fuero, esto no implica que el enunciado del artículo 166 no pueda regir de manera operativa. Sólo que cuando se instituyan los tribunales especializados, ellos serán competentes en la materia. Por otra parte, en pos de lograr la tutela judicial continua y efectiva que debe guiar todo el procedimiento, el 166 importa una pauta de hermenéutica del sistema legal vigente, que permite superar una interpretación restringida y, por consiguiente posibilitar una legitimación activa amplia. El 19/03/2003, en la causa “Colegio de Abogados de la Provincia de Bs. As” 13 el Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires inició una acción de amparo a fin de que se condenara a las autoridades de la Provincia a cumplir con el mandato constitucional y poner en funcionamiento el fuero contencioso administrativo (Art. 166, último párrafo y 215). La Suprema Corte de Justicia hizo lugar a la acción, diciendo que la falta de implementación del fuero contencioso administrativo constituye una omisión arbitraria e injustificada, ya que se pretende mantener la vigencia de una ley procesal incompatible, como es el Cód. Varela; y una competencia que ya no le pertenece a la Suprema Corte, en aras de evitar un vacío institucional. Además, se estaría vulnerando el principio rector de tutela judicial continua y efectiva, consagrado en el art. 15, el Causa B- 64.475 “Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca c/ Pentamar S.A. y H.A.M. Sucursal Argentina S.A. s/ Proceso Urgente de medida autosatisfactiva y medida cautelar” 13 Causa B- 64.474 “Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires c/ Provincia de Buenos Aires s/ amparo” 12 15 cual debe regir todo el procedimiento. Esto se produce debido a la menor accesibilidad territorial, al no haber jueces descentralizados, ni tampoco inmediación, ya que las causas de toda la Provincia eran de la competencia de un único tribunal. La Corte entiende que el Estado incurre en antijuricidad por omisión, sin tener respaldo ni razón que lo justifique, lesionando con antijuricidad y arbitrariedad manifiesta derechos, intereses y garantías consagrados por la Constitución. Por ello, y con fundamento en el voto del Dr. Soria, que hizo mayoría en lo relativo al alcance de la condena, se resolvió hacer lugar parcialmente a la pretensión, declarándose manifiestamente arbitraria la demora de la Provincia de Bs. As. y se la condena a poner en funcionamiento el fuero antes del 1°/09/03 cumplimentando todas las acciones necesarias a tal fin, e incluyendo el financiamiento que ello demande. Con tal objeto, el poder ejecutivo debería escoger dentro de las ternas vinculantes elevadas por el Consejo de la Magistratura y remitir al Senado los pliegos correspondientes a los jueces de las Cámaras de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo de La Plata y San Martín, en el plazo de 30 días. Luego, de que se expida el Senado, el Poder Ejecutivo debería pronunciarse sobre las designaciones pertinentes. Si no se adoptaren las medidas ordenadas, la Suprema Corte, a petición de parte procederá a la ejecución de lo resuelto, de la manera que resulte más idónea y de conformidad con el art. 163 de la Const. Provincial Por último, el 23/04/03 en la causa “Gaineddu”14 se complementó la proyección de la operatividad de la cláusula general del art. 166 –quinto párrafo, in fine-, esta vez, hacia el amplio territorio antes dominado por el dogma “revisor” de la competencia en la materia, para enunciar, con arreglo a la norma fuente, el “principio” de la demandabilidad directa del Estado y el carácter excepcional del tránsito por vías administrativas previas –de reclamo o recursivas-“15 Causa B- 64.553 “Gaineddu Juan Daniel c/ Provincia de Buenos Aires (Mtrio de Seguridad). Demanda Contencioso Administrativa” 15 MILANTA, Claudia A. M. “Reforma procesal administrativa de la Provincia de Buenos Aires. Proceso ordinario y procesos especiales”. Año 2011 14 16 En pos del principio de accesibilidad irrestricta a la justica y la consagración de la eficaz tutela judicial, debía superarse el formalismo extremo que exigía el tránsito por vías administrativas. Es decir, que la exigencia del reclamo administrativo previo, sólo es una excepción a la directa demandabilidad estatal, en aquellos supuestos en que se requiere expresamente por un enunciado normativo de rango legal. En un tercer período, con la entrada en funciones del fuero contencioso administrativo, se puede observar la plena vigencia del sistema legal previsto. Entran en escena los órganos especializados y la justicia descentralizada, la postergada entrada en vigor del Código Procesal Administrativo, en reemplazo del Código Varela, que a partir de entonces quedó derogado (art. 84 ley 12008) Zona de reserva de la Administración. Discrecionalidad y arbitrariedad. Control Judicial Para adentrarse en el tema que nos concierne, es importante, tal como lo destaca Pedro Coviello, el estudio de tres tópicos que son previos al análisis de las zonas de reserva. Ellos son el Estado de Derecho; la división de poderes y el principio de la legalidad administrativa. Con respecto al primero, sus notas características están dadas por la primacía de la ley y el Derecho, la división de poderes, la afirmación y defensa de los derechos humanos, y la existencia de un sistema de responsabilidad del Estado. Junto con la defensa de los derechos humanos, la división de poderes pasa a ser un componente esencial del Estado de Derecho. Montesquieu, en aras a asegurar la libertad y la propiedad, y con una visión netamente individualista, sostuvo que el pueblo, a través de sus representantes, dosificaba la actuación del Ejecutivo asignando potestades tendientes a la mera ejecución de la ley. 17 Por último, el principio de la legalidad administrativa o “juridicidad” como otro componente de este Estado, se relaciona, tal como lo expresa Coviello, con cita a León Duguit, con la imposibilidad de un órgano estatal de adoptar una decisión individual, si no es conforme a una decisión general dictada con anterioridad. Es decir, se refiere a la necesidad de una habilitación legal previa para regular por medio del reglamento dichas materias reservadas a la ley material. Botassi, siguiendo a Fiorini, en su artículo “Legalidad y Control Judicial de la Administración Pública en la Provincia de Bs. As”, enumera una serie de requisitos para que la actividad administrativa se encuadre en el marco de la legalidad. Sostiene que toda la actividad administrativa debe sustentarse y estar en el marco de una regla jurídica, cumplirse con el principio de jerarquía que rige todo el obrar de la Administración. Aún cuando se reconozcan las prerrogativas de la administración, ésta debe actuar en un pie de igualdad con los administrados. Por último, considera que la razonabilidad es un requisito de validez esencial en las decisiones administrativas, y que ellas deben estar sujetas a un amplio control judicial Julio R Comadira, en su obra “Control Judicial de la Actividad Discrecional de la Administración Pública” sostiene que el principio de juridicidad se refiere a que la Administración Pública debe actuar con arreglo al ordenamiento jurídico entendido como unidad, y no sólo a la ley en sentido formal. Ello implica que las autoridades administrativas deben actuar con sujeción a todo el bloque de legalidad establecido en nuestro ordenamiento jurídico. Este autor sostiene que el Derecho no debe constituir para la Administración una instancia formal o externa, sino, antes bien, un presupuesto mismo de su actuar, sin el cual, éste carece de legitimidad Con respecto a las potestades discrecionales, ellas ya no son entendidas como antaño, es decir, como la actuación libre de la Administración, sino que es un valor incorporado al Estado de Derecho, es una posibilidad de elección doblemente juridizada, por un lado, porque presupone la existencia de la norma 18 atributiva, y por el otro, porque debe sujetarse a los límites jurídicos impuestos por el ordenamiento. García de Enterría y Fernández han conceptuado a la discrecionalidad diciendo que es “esencialmente una libertad de elección entre alternativas igualmente justas, o si se prefiere, entre indiferentes jurídicos, porque la decisión se fundamenta en criterios extrajurídicos (de oportunidad, económicos, etc) no incluidos en la ley y remitidos al juicio subjetivo de la administración”.16 Continuando con el análisis que realiza Julio R. Comadira, es a partir de la juridización de la discrecionalidad que el control judicial deriva como una consecuencia lógica, habida cuenta que ese control se realiza por medio de un juicio de valor en el que se mide el grado de adecuación de la conducta administrativa a la juridicidad Sin embargo, se encuentran en nuestro ordenamiento ciertas restricciones o límites al control judicial de la conducta de la administración, que bien podrían entenderse como vulneraciones al principio de legalidad del que venimos hablando. Aquí se hace referencia a distintos institutos tales como la “zona de reserva de la administración”, “actos de gobierno”; “potestades discrecionales”, etc. Con respecto a la zona de reserva del ejecutivo -o de la administración- como también se la llama, estaría conformada por facultades constitutivas privativas del órgano ejecutivo del Estado, sin posibilidad de cogestión o examen por sus similares legislativo y judicial. Quienes admiten estas materias propias y exclusivas del poder Administrador sostienen que ellas resultarían ajenas a la actividad de los jueces, en virtud del principio de separación de poderes. Sin embargo, al entender de Botassi, perecería indudable que ellas no se pueden ejercer de cualquier manera sino de conformidad a las leyes que las regulan. 16 GARCIA de ENTERRÍA y FERNÁNDEZ, citados por BARRAZA, Javier, artículo publicado en LA LEY 1998-D, 671 19 Con respecto a este tipo de facultades privativas del órgano, resulta de gran claridad la concepción de Linares en su artículo “La Competencia y los postulados de la permisión” sobre la competencia del órgano. Según este autor, así como para la persona física rige el principio de libertad consagrado constitucionalmente conforme al cual, todo lo que no está expresamente prohibido está permitido; para las personas jurídicas rige un criterio inverso: El órgano no tendrá competencia si una norma expresa no lo establece, pero una vez que el órgano se ha creado, puede hacer todo lo “no prohibido” dentro de sus respectivas competencias. Es decir, que integra la atribución explícita aquello implícitamente razonable en lo expreso, pero púnicamente para el caso puntual. Recursos contra actos administrativos emanados de los Colegios Profesionales. Inconstitucionalidad del recurso directo ante la Cámara. Art 74 Ley 12008 Naturaleza jurídica de los entes públicos Para introducirnos en el tema de los Colegios Profesionales en particular, es menester conocer cuál es su ubicación y naturaleza jurídica en nuestro ordenamiento. Siguiendo para este tema al análisis que el Dr. Hutchinson realiza en su libro “Las Corporaciones profesionales”, los Colegios Profesionales serían una de las especies de las Corporaciones Públicas, asociaciones de personas para la defensa de intereses comunes a las que se les ha otorgado personalidad jurídica pública. “Son uno de los términos de la clasificación en Corporaciones y Fundaciones, que intenta vertebrar, dentro de los llamados entes públicos no estatales sin participación del Estado, el difuso y heterogéneo universo de entidades públicas distintas de la Administración 20 central del Estado y de las personas jurídicas territoriales que integran las Administraciones locales”17 Gordillo enumera una serie de características básicas para conceptuar a los entes descentralizados. Considera que ellos deben tener personalidad jurídica propia, contar con una asignación de recursos, tener patrimonio estatal, es decir que estos entes sean de “propiedad” del estado; que tengan capacidad de administrarse a sí mismos, que sean creados por el Estado y que estén sometidos a su control. El mencionado autor distingue entre entes “públicos” y entes “estatales”, dando como ejemplo de los primeros a los Colegios Profesionales, cuando han sido creados y organizados por ley. Asimismo, concluye que aunque puedan estar regidas por el derecho privado, las entidades estatales son siempre públicas. Por el contrario, si el ente es no estatal, éste puede ser público o privado. Su distinción dependerá de si es creado por ley o no, o bien si la ley le asigna la entidad de carácter público en forma expresa: es lo que ocurre con el art. 33 del Cód. Civil, que establece de manera enumerativa el carácter público del Estado, las provincias, los municipios y las entidades autárquicas. Otro de los rasgos para determinar si un ente no estatal es público o privado son el fin -de utilidad general o no- que persigue la entidad, o si esta tiene potestades públicas no usuales dentro de las personas privadas, y por último, el grado de control del Estado sobre ella. Las entidades públicas estatales se dividen entre las que realizan una actividad administrativa típica -que persiguen un fin público-; y aquellas que realizan una actividad comercial o industrial. Las entidades públicas no estatales, es decir, aquellas en las que participan en mayor o menor medida los particulares pero que por estar sometidas a un régimen especial de derecho público son calificadas como “públicas”, se clasifican entre las que tienen participación 17 “Las Corporaciones Profesionales”. Hutchinson T. Ed. Fundación de Derecho Administrativo. P. 27 Año 1982 21 estatal, y las que no. En estas últimas encontramos a las Corporaciones públicas, ya sean Colegios Profesionales; o sindicatos, cooperativas, cámaras comerciales, etc. Gordillo define a las corporaciones públicas como las “asociaciones que han sido compulsivamente creadas por el Estado para cumplir determinados objetivos públicos, y sometidos a un régimen de derecho público, particularmente en lo que se refiere al control del Estado y a las atribuciones de la corporación sobre sus asociados” 18 Debido al rol cada vez mayor que el Estado cumple en la comunidad, en relación a las funciones que le son inherentes, se hizo necesario dotar a este tipo de entes de prerrogativas exorbitantes al derecho privado, que les permitiera cumplir con las funciones mencionadas. Esta problemática nos lleva al estudio de la función administrativa que cumplen estos órganos y a tener en cuenta cuáles son las circunstancias prácticas que ellas acarrean. Impugnaciones especiales contra resoluciones de Colegios o Consejos Profesionales y de cajas de previsión social de profesionales. Introducción Tal como veníamos diciendo, tanto los Colegios o Consejos Profesionales, como las cajas de abogados son entes públicos no estatales que ejercen por delegación función administrativa. Los primeros tienen a su cargo el gobierno de la matrícula, registro de profesionales y el poder disciplinario sobre sus matriculados. Ejercen “la policía de las profesiones liberales”19. Las segundas, las cajas de previsión, en orden a la competencia en materia de administración de sistemas previsionales. 18 GORDILLO, Agustín. Tratado de Derecho Administrativo Tomo 1; 4ta ed. Fundación de Derecho Administrativo p XIV-31 Año 1997 19 MILANTA, Claudia A. M. “Reforma procesal administrativa de la Provincia de Buenos Aires. Proceso ordinario y procesos especiales”. P. 615 Año 2011 22 Durante la vigencia del Código Varela las causas contencioso administrativas eran las definidas en su artículo 1, respecto de la actuación del Poder Ejecutivo provincial, las municipalidades y la Dirección General de Escuelas, concepto que fue si bien fue extendido al Banco de la Provincia, otros entes autárquicos y poderes provinciales; no se integraba dentro de su competencia la actuación de las personas públicas no estatales. Esta última sólo se incluía dentro de la competencia originaria de la Suprema Corte Provincial, atribuida por el art. 149 inc. 3 de la Constitución de 1934, cuando la ley de creación del ente así lo establecía. A diferencia de las cajas de previsión social para profesionales, cuyas leyes de creación sí disponían que sus resoluciones fueran impugnables mediante acción contencioso administrativa; las resoluciones de los Colegios o Consejos Profesionales eran impugnables en grado de apelación ante la Sala Especial de la Cámara Civil y Comercial de la Ciudad de la Plata, de acuerdo a lo prescripto por el decreto ley 9.398/79 modificado por el decreto ley 9.671/81 Con la reforma de la Constitución Provincial del año 1994, y la posterior implementación del nuevo sistema de justicia administrativa, se extendió el concepto de causa contencioso administrativa, conforme reza el art. 166 párrafo 5, a la actuación u omisión de otras personas en ejercicio de funciones administrativas, además de la que corresponde a la Provincia, municipios y sus entes descentralizados, incluyendo de esta manera a la actuación de los entes públicos no estatales, en tanto ejerzan función administrativa, dentro de la materia contencioso administrativa. A su vez, la ley 12.008 tras reiterar el enunciado constitucional, declara en forma expresa que la competencia contencioso administrativa comprende las controversias “en las que sea parte una persona pública no estatal, cuando actúe en el ejercicio de prerrogativas regidas por el derecho administrativo” (art. 2 inc. 4°) Además de las cuestiones relacionadas con el gobierno de la matrícula y previsión social, las leyes que se han ido dictando recogen asuntos de carácter institucional, referidos a la situación de anormalidad en la vida de los Colegios o 23 Consejos Profesionales. La nueva ley 13.325 dispone que las contiendas relativas a la intervención y reorganización de los aludidos Colegios o Consejos están inmersos en la competencia de los órganos del fuero contencioso y se rigen por las reglas previstas en el art. 21 inc. 2 del actual Código. Régimen Procesal Continuando con el estudio de la Dra. Milanta, la impugnación de los actos administrativos de los Colegios o Consejos Profesionales ya no está más sujeta a un proceso sumarísimo de doble instancia, como disponía la ley 13101; sino que se prescribe, en virtud de la ley 13.325, del año 2005 un recurso directo ante la Cámara Contencioso administrativa. Dichas contiendas se rigen por el proceso especial previsto por el art. 21 inciso 2, que a su vez remite a la directa aplicación del sumarísimo del CPCC (cfr, art. 79, segundo párrafo). Por el contrario, la impugnación de los actos dictados por las cajas de previsión o seguridad social para profesionales se encuadran en las normas del proceso ordinario, sin perjuicio de la opción por el proceso sumario de ilegitimidad. Este cambio de legislación determinó que se pasara de un sistema que permitía cuestionar los actos de la administración a través de juicios en los que podían revisarse los hechos y el derecho, a un proceso más abreviado y de conocimiento restringido, en los cuales el afectado sólo queda habilitado a presentar un recurso ante el colegio respectivo, para que la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo controle la “legalidad” del acto cuestionado Recurso directo ante las Cámara Contencioso Administrativas 24 En virtud de las reformas instauradas por las leyes 13.325 y 13.329, el art. 74 del Código20 establece que las pretensiones impugnativas de los actos de dichos entes tramitarán mediante recurso directo ante las Cámaras departamentales en lo contencioso administrativo, a los fines de establecer el debido control de legalidad de estos actos. Se interpondrá ante el órgano colegial y éste lo remitirá a la cámara para que dicte el fallo definitivo. Si en cambio, se rechaza la concesión, se podrá interponer recurso de queja ante la cámara con copia de la sentencia recurrida 20 “Las pretensiones que tengan por objeto la impugnación de actos administrativos definitivos emanados de los colegios o consejos profesionales referidos al gobiernos de la matrícula o registro de profesionales y/o control disciplinario de los mismos, y los definitivos emanados de los órganos de control disciplinario, tramitarán mediante recurso directo ante las Cámaras departamentales en lo contencioso administrativo que corresponda al lugar donde se produjo el hecho que motivó el acto cuestionado, a los fines de establecer el debido control de legalidad de aquéllos. El plazo para deducir el recurso será de quince días a partir de la notificación de la última resolución administrativa y deberá interponerse ante el órgano colegial que dictó el acto administrativo. El recurso tendrá efectos suspensivos y deberá ser fundado en el mismo acto. El órgano colegial pertinente deberá remitir el recurso conjuntamente con las actuaciones administrativas, dentro de los diez días hábiles de recibidos, bajo exclusiva responsabilidad de las autoridades de la institución, quienes serán pasibles de multas procesales en caso de incumplimiento. Recibidas las actuaciones, la cámara deberá llamar autos para sentencia y dictará el fallo definitivo dentro del plazo de sesenta días. En caso de denegarse la concesión del recurso por parte del órgano colegial, el recurrente podrá interponer recurso de queja ante la cámara competente dentro del plazo de cinco días de notificado de la denegatoria. Con la queja deberá adjuntarse copia de la sentencia recurrida y del escrito recursivo. La cámara podrá requerir las actuaciones administrativas, las que deberán ser remitidas por la autoridad colegial dentro del plazo de cinco días hábiles, bajo el apercibimiento antes previsto. La remisión de las actuaciones administrativas tendrá efectos suspensivos respecto de la sentencia dictada por el órgano colegial. 25 A su vez, en el art. siguiente se dispone en forma transitoria que las pretensiones anulatorias iniciadas bajo el régimen anterior quedarán suspendidas en su trámite cualquiera sea su estado y se adecuarán al procedimiento recursivo establecido en la presente ley. De lo contrario, se extinguirá su derecho devolviéndose la causa al Colegio o Consejo Profesional. La doctrina ha criticado la redacción de este artículo, en tanto utiliza una redacción inadecuada que denota la télesis que tuvo en miras el legislador al dictar la norma, ya que se pretende que la primera instancia judicial quede cumplida con el agotamiento de la vía administrativa, y que el Tribunal superior sólo pueda realizar un control de legalidad del acto, viéndose cercenado en su actividad esencial de juzgamiento. El artículo utiliza las expresiones de “recurso”, en lugar de acción, dando por hecho que el órgano administrativo hace a las veces de primera instancia desplazando de su competencia a los jueces naturales; además se habla de “sentencia” en lugar de resolución administrativa, o de queja por denegación del recurso contra la sentencia, olvidando que ellas sólo provienen de un órgano judicial independiente, que nunca podría ser juez y parte, como en la norma en cuestión. Claramente se vulnera el debido proceso y la defensa en juicio, ya que el Tribunal Superior está facultado para verificar la mera validez formal del acto, cercenando la posibilidad de ofrecer y producir pruebas, contar con un debate amplio, y tener acceso a la revisión por una segunda instancia ordinaria Garantía de la Doble Instancia. Legislación. Jurisprudencia En el año 2008, la Suprema Corte de Justicia, en el fallo “Colegio de Bioquímicos”21, rechazó por mayoría el recurso extraordinario interpuesto por dicha entidad y confirmó el fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo con asiento en San Martín, que declaró de oficio la Causa A-68-782 “Colegio de Bioquímicos de la Provincia de Buenos Aires contra doctor M. H.M.Acción disciplinaria" 21 26 inconstitucionalidad del artículo 74 de la ley 12.008 -en su redacción actual- que determina el procedimiento de impugnación judicial de las resoluciones emanadas de los Colegios o Consejos Profesionales en la Provincia de Buenos Aires. La cámara consideró que el art. 74 del Código Contencioso Administrativo resulta inconstitucional ya que limita la impugnación que regula a un control restrictivo de legalidad, cercenando la amplitud de debate y prueba propia de toda acción procesal conforme los arts. 15 y 166, párrafo 5º de la Constitución provincial; 18 y 75 inc. 22 de la Constitución Nacional; 8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Sostiene la cámara, que si bien se ha aceptado unánimemente la existencia de actividad jurisdiccional a cargo de organismos administrativos en miras “a hacer más efectiva y expedita la tutela de los intereses públicos, habida cuenta de la creciente complejidad de las funciones asignadas a la administración" "el más grande peligro (...) consiste en el riesgo de que por perfeccionar los procedimientos se dejen a un lado las garantías fundamentales, especialmente las que se refieren al juez imparcial y al derecho de las partes a ser oídas (...)”. Citando el precedente Fernández Arias c/ Poggio, previamente desarrollado, se continúa con la doctrina que ha sido revitalizada en el año 1994, en virtud de la jerarquía constitucional de los pactos internacionales que establecen que la jurisdicción administrativa debe estar condicionada indefectiblemente al "control judicial" suficiente y efectivo. "Una interpretación contraria no tendría cabida dentro del derecho argentino (...). Primeramente, porque el art. 18 de la Constitución Nacional incluye la garantía de que, mediando situaciones del carácter indicado (resoluciones administrativas con contenido jurisdiccional), ha de reconocerse a los habitantes del país el derecho a ocurrir ante un órgano judicial en procura de justicia (...). Si este requerimiento no recibe satisfacción, esto es, si las disposiciones que gobiernan el caso impiden a las partes tener acceso a una instancia judicial propiamente dicha (...) existe agravio constitucional originado en privación de justicia. En efecto, ésta se configura 27 toda vez que un particular, no obstante hallarse protegido por la indicada garantía del art. 18, queda sin juez a quien reclamar la tutela de su derecho" Continuando en el análisis de las facultades jurisdiccionales de la administración, la cámara enseña que independencia e imparcialidad no obstante ser conceptualmente autónomas, se interrelacionan, pues la falta de aquélla obsta, en los hechos, a la imparcialidad del juicio. A su vez, esta última, unida al principio de legalidad, es condición de efectividad de la función decisoria. Tales notas son propias del "juez judicial" y ajenas, por naturaleza, al ámbito de la Administración -donde quien ejerce funciones jurisdiccionales es, al mismo tiempo, parte en la controversia-. La Corte consideró que el art. 74 del Cód. Contencioso Administrativo es inconstitucional en tanto no garantiza un adecuado estándar en materia de “control judicial suficiente” sobre los actos administrativos de los colegios profesionales. Asimismo ratificó la postura en punto a que para declarar la inconstitucionalidad de la ley no es necesario que alguna de las partes lo pida, tal como lo hizo la Cámara, dejando en claro que bajo determinadas circunstancias ello es posible sin afectar el principio republicano de división de poderes. De esta manera, se expidió sobre la cuestión constitucional de oficio. Viene al caso recordar que en los precedentes “Ribelli”22 y “Giannino”23 la Cámara se expidió por primera vez sobre la cuestión constitucional de la ley de marras. Aquí se entendió configurada una situación excepcional que imponía proceder de oficio. Se dijo que “Como a priori se observa que las nuevas disposiciones no se compadecen con las bases constitucionales de la justicia administrativa de cuya organización este tribunal forma parte, y que su afectación puede aparejar una grave afectación a los principios, derechos y Causa N° 1481 CCALP “ RIBELLI, Juan José s/ denegatoria de inscripción (San Isidro)” Causa Nº 1362 CCALP "Giannino Domingo Pablo c/ Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires s/ pretensión anulatoria 22 23 28 garantías constitucionales (arts. 15; 166 y concs, Const. Provincia; 18 Const. Nacional), corresponde considerar in límine esta cuestión, a fin de no convalidar implícitamente tales leyes, y en resguardo de la supremacía de la Constitución (arts. 31, Const. Nac. Y 57 Const. Prov.) Según la Corte, circunscribir el análisis de la impugnación de los actos que dictan los colegios profesionales a su “legalidad”, sin permitir al afectado plantear una amplia revisión de los hechos en los que se basan, se halla en pugna con principios y garantías de primer orden, como son el acceso irrestricto a la justicia, la tutela judicial efectiva y la inviolabilidad de la defensa en juicio que consagran y tutelan las constituciones de la Nación y de la Provincia y numerosos tratados internacionales de derechos humanos que están incorporados al derecho interno con jerarquía constitucional. Siguiendo con esta línea, en la causa “Colegio de Abogados”24 del 25 de agosto de 2010, la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo con asiento en La Plata declaró, de oficio, la inconstitucionalidad de los arts. 1 y 2 de la ley 13.325 y 1, 2 y 3 de la ley 13.329. De tal modo ordenó dar curso a la pretensión impugnatoria articulada contra la resolución de julio de 2003 dictada por el Consejo Superior del Colegio de Abogados de la Provincia de Buenos Aires (por la que se le impusiera al accionante la sanción de tres meses de suspensión en el ejercicio profesional), con arreglo al procedimiento del art. 74 de la ley 12.008 (texto según art. 49, ley 13.101). Se sostuvo que corresponde decidir, aún de oficio, ya que las leyes en autos se encuentran reñidas con la competencia material definida en el art. 166 de la Constitución provincial, cuestión que es de orden público y de insoslayable ponderación por los jueces, en su primera intervención. Reiterando la doctrina de anteriores precedentes, 24 se dijo que “el régimen Causa N°68.436, "G. D. P. contra Colegio de Abogados Buenos Aires". 29 procesal establecido en las normas para el juzgamiento de los actos emanados de los colegios y consejos profesionales, en tanto establece un recurso directo por ante la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo ceñido al control de legalidad del acto, sin sustanciación, no se compadece con las bases constitucionales de la justicia administrativa (arts. 15 y 166 de la Const. prov.), asignándosele al organismo profesional atribuciones propias del juez de la causa, con violación de las normas del debido proceso y de la tutela judicial continua y efectiva (arts. 15, Const. prov. y 18, Const. Nac.), que requiere un juicio de conocimiento ante un juez imparcial que conduzca a una sentencia de mérito sobre los hechos del caso y el derecho aplicable” Asimismo, “la creación de un "recurso directo" de apelación no satisface el principio de tutela judicial continua y efectiva, ni el acceso irrestricto a la justicia, menos aún en el marco del recaudo de control amplio y el juicio pleno impuesto por el art. 166 de la Constitución provincial. Se socava la atribución constitucional de los jueces del fuero, produciéndose un desplazamiento de la función judicial hacia un órgano extraño al Poder Judicial, con detrimento de atribuciones propias. Se vulnera el derecho de defensa en juicio en tanto se priva al litigante de la posibilidad de formular alegaciones y producir prueba, así como de obtener un pronunciamiento del juez de la causa sobre los hechos del caso, con violación de los arts. 15 de la Constitución provincial y 18 de la nacional” Con respecto al establecimiento de la vía procesal específica del art. 74 del CCA para tramitar pretensiones impugnatorias de actos de consejos o colegios profesionales, el Dr. Hitters sostiene que en sí mismo, no importa vulneración a los aludidos postulados constitucionales. ”Encuentra justificación en la búsqueda de una mayor celeridad, atendiendo al interés público comprometido 30 en la efectividad del ejercicio de la policía profesional, así como en el derecho de los sancionados a un control judicial suficiente y adecuado”. Lo que no puede hacerse, es menoscabar el debate ni el grado de conocimiento, ya que eso infringiría el debido proceso legal y el control judicial suficiente y adecuado, al retacear la inspección de los temas de hecho (al no contemplarse una etapa probatoria) y limitar la revisión de las cuestiones de derecho, a sólo la legalidad. Como se ha dicho, estas garantías están contempladas a nivel internacional en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, también llamada "Pacto de San José de Costa Rica", que consagra en su art. 8.1 el derecho de toda persona a ser oída por un juez o tribunal competente "independiente e imparcial", protección judicial concreta que se reitera en el art. 25, al asegurar a toda persona la sustanciación de un proceso judicial. Estas normas gozan desde la Reforma de la Constitución Nacional del año 1994 de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22), dándole preeminencia sobre cualquier norma local y un mismo rango con la Constitución nacional estando inclusive por encima de todo precepto aún de las constituciones provinciales que se le pueda oponer (art. 31 de dicho cuerpo supralegal). Haciendo una reflexión sobre el contenido de estas normas supralegales, el Dr. Hitters, con cita a doctrina y jurisprudencia acorde, establece que cuando el Pacto se refiere al derecho a ser oído por cualquier juez o tribunal competente, esta expresión alude a toda autoridad pública, sea administrativa, legislativa o judicial que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas. Es decir, que cualquier órgano del Estado que ejerce funciones de carácter materialmente jurisdiccional, tiene la ineludible obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido proceso legal. Destacó, además que "si bien el art. 8 de la Convención Americana se titula 31 'Garantías Judiciales', su aplicación no se limita a los recursos judiciales en sentido estricto, sino al conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias procesales a efectos de que las personas estén en condiciones de defender adecuadamente sus derechos ante cualquier tipo de acto del Estado que pueda afectarlos” Yendo al análisis específico del control de legalidad, puede decirse que ésta ha cedido paso a un escrutinio de legitimidad o de juridicidad sustancial, avance que queda en evidencia, particularmente, al permitirse el contralor del ejercicio de las potestades discrecionales. Con cita a García de Enterría, se expresa que no hay actos totalmente reglados, o totalmente discrecionales, sino que todo acto participa de ambos caracteres. En efecto, no es el "acto" en sí mismo el que puede calificarse de "discrecional" o "reglado", sino la atribución que al efecto se ha ejercido. Ahondando en el tema, la Corte ha dicho que la discrecionalidad de la Administración no la desvincula del orden jurídico ni la exime de fiscalización. De hecho, el órgano jurisdiccional se encuentra investido de la potestad de revisar los actos disciplinarios emanados de la Administración, abarcando no sólo el control de su "regularidad", sino también el de la "razonabilidad" de las medidas que los funcionarios hayan adoptado en el ejercicio de sus facultades. Concluye que el control judicial de las facultades disciplinarias de la Administración Pública debe darse sin restricciones, no sólo en cuanto a su "legalidad" sino también en lo atinente a su "razonabilidad" aún cuando se trate de potestades discrecionales, sin que ello implique que los jueces tengan la posibilidad de inspeccionar la "oportunidad, mérito o conveniencia" de dichas facultades, misión que le es ajena. Ello así porque la actividad discrecional no implica una franja vacua de revisión judicial. De este razonamiento deriva que el procedimiento instaurado del art. 74 del Cód. Contencioso Administrativo no se 32 ajusta a las normas, principios y postulados constitucionales y supranacionales precedentemente invocados. Por lo expuesto, y a fin de evitar la responsabilidad internacional del Estado por el aludido vicio normativo, se intima al Poder Legislativo para que, en ejercicio de sus atribuciones, dicte en un tiempo prudencial la norma pertinente que garantice el ajuste del procedimiento previsto para la impugnación de actos de colegios o consejos profesionales a la supralegalidad Con respecto a la garantía de la doble instancia, el Dr. Hitters señala que en autos se estaría haciendo una excepción a este principio debido al desplazamiento injustificado de la competencia de los Juzgados de primera instancia, concluyendo que ella es exigible también en el ámbito de la impugnación judicial de sanciones por infracciones administrativas disciplinarias. Para llegar a esta conclusión, realiza un análisis pormenorizado de la recepción que esta garantía de rango supralegal tiene en nuestro ordenamiento, como así también su adecuación al Código Contencioso Administrativo. En nuestra jurisprudencia se ha sostenido “que la doble instancia judicial no es, por si misma, requisito constitucional de la defensa en juicio en tanto la sanción impuesta no tiene sustancia penal, sino disciplinaria". Esta garantía se halla supeditada a la existencia de un fallo final dictado contra una persona 'inculpada de delito' o 'declarada culpable de un delito', o bien si existe una ley que específicamente lo determine. La Corte Interamericana ha considerado en general que el derecho a recurrir un pronunciamiento judicial es una garantía primordial que se debe respetar en el marco del debido proceso legal, en aras de permitir que una sentencia adversa pueda ser revisada por un juez o tribunal distinto y de superior jerarquía orgánica. Esta vía debe ser permitida antes de que la sentencia adquiera calidad de cosa juzgada. En ese sentido se intenta proteger el derecho de defensa otorgando durante el pleito la posibilidad de incoar un recurso para 33 evitar que quede firme una decisión que fue adoptada con vicios y que pueda contener errores que originen un perjuicio indebido a los intereses de una persona. Nuestra Corte ha dicho que no basta con la existencia formal de un recurso, sino que este debe ser eficaz. Luego de realizar un cuidadoso análisis de la jurisprudencia de la C. I. D. H con el fin de dilucidar si la garantía de la doble instancia impuesta por el art. 8.2.h para la persona "inculpada de un delito" se aplica más allá de los asuntos de naturaleza penal, el Dr. Hitters arriba a la conclusión de que la garantía de doble instancia no rige, en principio, para los litigios no penales. Para ello, se basa primordialmente –aunque evitando caer en una interpretación excesivamente literal-; en el texto de la norma que habla de la persona inculpable, o declarada culpable de un delito. Expresa que extender dicha pauta a todos los procesos implicaría “un verdadero barquinazo para el derecho interno de los países adheridos al Pacto de San José de Costa Rica, que en la mayoría de los casos siguen todavía con la instancia única en varios tipos de enjuiciamiento”. Proyecto de Reforma presentado El diputado provincial del Frente para la Victoria, Iván Budassi, ha presentado en el año 2010 un proyecto de reforma del artículo 74 del Código Contencioso Administrativo.25 25 “Las pretensiones que tengan por objeto la impugnación de actos administrativos definitivos o asimilables a tales emanados de los Colegios o Consejos Profesionales referidos al gobierno de la matrícula o registro de profesionales, o control disciplinario de los mismos; y los definitivos o asimilables a tales emanados de los órganos de control disciplinario, tramitarán mediante recurso directo ante las Cámaras de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo que 34 corresponda al lugar donde se produjo el hecho que motivó el acto cuestionado. La Cámara estará facultada para examinar todas las cuestiones de hecho y de derecho que pudieran plantearse. El plazo para deducir el recurso será de veinte (20) días a partir de la notificación de la última resolución administrativa y deberá interponerse ante el Órgano Colegial que dictó el acto administrativo. El recurso deberá ser fundado en el mismo acto y tendrá efectos suspensivos. El Órgano Colegial podrá requerir a la Cámara la modificación de esos efectos, cuando se alegare fundadamente que dichos efectos pudieren generar la posibilidad de ocasionar un perjuicio inminente o afectar gravemente el interés público. Cuando la Cámara que haya de conocer del recurso tuviere su asiento en distinta ciudad, en el escrito de interposición y en su contestación, se deberá constituir domicilio en aquélla. Si no se ha cumplido este requisito las notificaciones se producirán por ministerio de la ley. El Órgano Colegial deberá remitir sin más trámite el recurso juntamente con las actuaciones administrativas, dentro de los cinco (5) días hábiles de interpuesto, bajo exclusiva responsabilidad de las autoridades de la Institución, quienes serán pasibles de sanciones procesales en caso de incumplimiento. Recibidas las actuaciones, la Cámara examinará si el recurso reúne los requisitos de admisibilidad y mediante resolución fundada se expedirá al respecto, dando traslado del recurso al Colegio o Consejo Profesional de origen por el plazo de veinte (20) días. En caso de declararlo inadmisible, se dispondrá la devolución de las actuaciones al Órgano Colegial de origen. Si el recurrente alegare que resulta necesaria la apertura a prueba de las actuaciones y que tuviere interés en practicar en razón de su importancia actual para la solución del litigio, deberá ofrecerla al momento de interponer el recurso. La Cámara deberá resolver el pedido de apertura a prueba dentro del plazo de cinco (5) días que se haya contestado el recurso. En caso de decidirlo favorablemente, se designará por sorteo un miembro de la Cámara que actuará como Juez de Trámite que estará a cargo de etapa de producción de prueba. Una vez concluida la etapa probatoria, que se sustanciará conforme las previsiones del Título I, Capítulo VIII, de este código, se llamarán autos para sentencia, que será dictada en el plazo de treinta (30) días. En caso de no corresponder la apertura a prueba, la Cámara imprimirá a las actuaciones el trámite del Proceso Sumario de Ilegitimidad. Artículo 2°: De forma 35 Este proyecto incluye dentro de los actos impugnables a los definitivos y a los asimilables a definitivos en virtud de los efectos que produzcan. Asimismo, sienta el principio de control judicial amplio, facultando a las partes a ofrecer y producir pruebas Esto es, que el juez tendrá a su cargo el control de legitimidad, como así también la evaluación de los hechos y el derecho aplicable. Con respecto al procedimiento, el plazo tanto para interponer como para contestar el recurso será de veinte, y no quince días, desde la notificación del acto o de su traslado Se mantiene el principio del otorgamiento del recurso con efectos suspensivos, pero se incorpora expresamente en la norma un remedio excepcional que consiste en la posibilidad de solicitar la modificación de los mismos, cuando se pudiere ocasionar un perjuicio inminente o una grave afectación del interés público. Para los casos que ocurran donde las Cámaras de Apelaciones no tienen asiento, se agrega la posibilidad de la notificación ministerio legis, estableciendo un procedimiento similar al del art. 56 inc. 4 del Código Contencioso Administrativo. Respecto a la admisibilidad del recurso, se establece que serán los Colegios o Entidades asimilables los que recibirán el recurso, pero que los mismos deberán remitir sin más trámite las actuaciones a la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso que corresponda para que resuelva sobre el particular. De esta manera, el control de admisibilidad queda en manos del Poder Judicial y no de un órgano de naturaleza administrativa. Por último, se propone la designación de uno de los jueces del Tribunal como director de la etapa probatoria. De igual modo, si ella no fuera necesaria, el trámite judicial se canalizará bajo las normas del proceso sumario de ilegitimidad (Titulo II, Capitulo I, Arts. 67 y ss.) 36 Conclusión Luego de un análisis integral del actual artículo 74 del Código Contencioso Administrativo, y habiendo estudiado cómo se ha acogido jurisprudencialmente el sistema de justicia administrativa, concluimos que nuestro actual régimen vulnera palmariamente las garantías constitucionales que a continuación detallamos. Tal como se ha explayado en el desarrollo del presente trabajo, el legislador ha establecido un régimen especial que contempla las impugnaciones contra resoluciones de colegios o consejos profesionales y de cajas de previsión social de profesionales. Dicha normativa, prescribe un recurso directo ante la Cámara a los fines de impugnar los actos definitivos emanados de los colegios o consejos profesionales referidos al gobierno de la matrícula o registro de profesionales y/o control disciplinario de los mismos. Consideramos que la legislación en estudio es evidentemente inconstitucional y contraria a los principios que rigen en nuestro ordenamiento, vulnerando el sistema de justicia administrativa consagrado constitucionalmente desde la reforma de la Constitución de 1994 (arts. 166, último párrafo; Const. Provincia) como así también a los pactos y tratados internacionales a los que hemos suscripto y gozan de jerarquía supralegal. (art. 75 inc. 22 Const. Nacional; 15 Const. Provincial; arts. 7; 8 y 25 del Pacto de San José de Costa Rica y 2; 9 y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos) Yendo al fondo de la cuestión, el recurso directo ante la Cámara, y su imposibilidad para revisar cuestiones de hecho y de derecho, convierte a la función administrativa que tienen los entes públicos no estatales en función jurisdiccional, implicando esto un retroceso al régimen de jurisdicción delegada con una ostensible vulneración a la división de poderes y por ende, una amenaza al estado de derecho. (arts.23; 29; 109; 116 y concs. Const. Nacional) 37 Asimismo, y aunque resulte paradójico, las leyes de marras toman al acto que pone fin al procedimiento administrativo como primera y originaria instancia decisoria, restringiendo el derecho a la descentralización y privando al particular de una doble instancia ordinaria. De esta manera, no sólo se distorsiona la naturaleza del órgano administrativo, ya que es él, un órgano extraño al poder judicial, e incluso parte en la contienda, quien debe decidir; sino que también excluye de su competencia natural a los jueces de primera instancia y restringe la aptitud del órgano colegiado a un mero control de legalidad del acto. Es decir, que el acto administrativo produce los efectos de una sentencia, dictada por un órgano administrativo que es parte en la contienda, menoscabando claramente la garantía de debido proceso legal, el derecho a ser oído por un juez imparcial, a ofrecer y producir prueba y a la defensa en juicio, (arts. 15 Const. Provincial; 18 Const. Nacional), ya que el tribunal revisor restringe su estudio al mero control de legalidad del acto. Del mismo modo, consideramos que la implementación del régimen en estudio infringe el principio de irretroactividad de las leyes y de aplicación de la ley más benigna, contrariando al art. 17 de la Const. Nacional y 31 Const. Provincial. 38 Bibliografía 1) BOTASSI, Carlos A, director, OROZ, Miguel H.E. Coordinador. El Nuevo Proceso Contencioso Administrativo de la Provincia de Buenos Aires. 3ra Edición. Ed. Librería Editora Platense Año 2011. 2) GORDILLO, Agustín. Tratado de Derecho Administrativo. Parte General Tomo 1 y 2; 4ta edición Ed. Fundación de Derecho Administrativo. Año 1997. 3) CASSAGNE, Juan Carlos y PERRINO, Pablo Esteban El Nuevo Proceso Contencioso Administrativo en la Provincia de Buenos Aires. Ed. Lexis Nexis. Año 2006. 4) HUTCHINSON, Tomás Código Procesal Contencioso Administrativo Pcia de Bs As Concordado y comentado. Ed. Scotti Año 2005. 5) HUTCHINSON, Tomás. Las Corporaciones Profesionales. Ed. Fundación de Derecho Administrativo. Año 1982. 6) COVIELLO, Pedro José Jorge La Zona de Reserva de la Administración y el Procedimiento Administrativo. Capítulo 20 En AAVV: Procedimiento Administrativo. Buenos Aires. Año 1999. 7) LINARES, Juan Francisco La competencia y los postulados de la permisión. Ed. Plus Ultra. Año 1971. 8) BOTASSI, Alfredo “Legalidad y control judicial de la Administración pública en la Provincia de Bs. As” Publicado en La Ley 1987-B 1118. 9) BARRAZA Javier Indalecio “Las facultades discrecionales de los órganos administrativos para imponer sanciones y los límites del control judicial a las referidas potestades. Algunas consideraciones en torno a los conceptos jurídicos indeterminados”. Publicado en La Ley 1998-D 67. 39 Índice Introducción. Planteo del tema. Inconstitucionalidad del art. 74 del Código Contencioso Administrativo…………………………………………………………...1 Desarrollo introductorio en la materia administrativa…………………………........2 Funciones jurídicas del Estado: Legislativa, jurisdiccional, administrativa. Criterios de distinción. Función judicial y jurisdiccional…………………………...3 Función jurisdiccional de la administración pública. Jurisprudencia CSJN (Fernández Arias y Estrada)…………………………………………………………..5 Tribunales competentes para juzgar a la administración pública. Legislación y jurisprudencia. Evolución histórica…………………………………………………………………….9 Sistema Judicialista………………………………………………………………......11 Evolución Jurisprudencial……………………………………………………………13 Zona de reserva de la administración. Discrecionalidad y arbitrariedad. Control Judicial……………………………………………………………………......17 Recursos contra actos administrativos de los Colegios Profesionales. Inconstitucionalidad del recurso directo ante la Cámara. Art. 74 Ley 12.008 Naturaleza Jurídica de los entes públicos…………………………………………20 Impugnaciones especiales contra resoluciones de Colegios o Consejos Profesionales y de cajas de previsión social de profesionales. Introducción …………………………………………………………………………..22 40 Régimen procesal…………………………………………………………………….24 Recurso directo ante las Cámara Contencioso Administrativas………………. .25 Garantía de la doble instancia. Legislación. Jurisprudencia…………………… 26 Proyecto de reforma presentado……………………………………………………34 Conclusión…………………………………………………………………………….37 41