Crisis y apertura espiritual Según la Psicología Transpersonal, una rama de la psicología que se ha desarrollado especialmente en las últimas décadas, muchas de las consideradas enfermedades mentales, incluso algunos tipos de neurosis y hasta psicosis, constituyen en realidad crisis de apertura espiritual. Llamadas de atención de nuestro espíritu que nos reclama una nueva forma de abordar la vida en un sentido más trascendente y profundo. Sin llegar a abordar aquí esta idea desde el punto de vista de la psicología, es importante reflexionar sobre el papel que estas situaciones conflictivas juegan en nuestra vida. Estas crisis pueden darse por varias causas, algunas externas como por ejemplo una enfermedad delicada, la pérdida de un ser querido, la ruptura de la pareja, problemas económicos, etc.; y otras causas pueden deberse a motivaciones internas, como insatisfacciones acumuladas que explotan en estados depresivos o de angustia creciente. Este impacto emocional produce en nosotros, por un lado, inquietud, dolor pero también nos coloca en un estado especial de sensibilización que puede permitirnos relacionarnos con mayor amplitud con el mundo que nos rodea. Al requerir algún tipo de ayuda: médica, familiar, psicológica, espiritual, para salir de esos estados, nos abrimos hacia los demás necesitados de su solidaridad, de su compañía, o apoyo, según las circunstancias. Surge así, a raíz de una situación crítica, una nueva oportunidad para reflexionar y comenzar a entender la vida desde otra perspectiva. Nos obliga a replantearnos fundamentalmente, nuestros valores, aquellas cosas a las que dábamos importancia y que sólo constituían realmente hechos superficiales; nos ponen en contacto con la posibilidad de tener una actitud más valorativa con las personas que nos rodean, de nuestra familia, amigos, ya que son esas personas las que nos van a apoyar en la superación de estas etapas difíciles, transitorias, de crisis profunda, pero sobre todo, estas etapas de dificultad nos van a llevar a tomar una -1- conciencia diferente de nuestra función, responsabilidad y ubicación ante el mundo y la propia vida. Desde el conocimiento espiritual, también consideramos que estas son crisis que favorecen la apertura espiritual y que vienen a nuestra vida a recordarnos que somos esencialmente espíritus, y como tales, estamos en este plano, en esta vida, para desarrollar y favorecer no sólo el progreso material, intelectual y espiritual, sino para realizar nuestra evolución y contribuir a la evolución de los demás. Este análisis, tratado en forma individual es una parte de nuestra toma de conciencia, pero debemos ampliarlo y contemplar las circunstancias sociales de crisis, tal como la que esta atravesando el mundo en el momento actual y debe impulsarnos a la toma de conciencia de su importancia para promover cambios hacia estados menos egoístas, más solidarios, entender que los problemas de los demás también son nuestros problemas y como consecuencia de ese sentimiento ser más comprometidos con los problemas de los demás, aunando voluntades para buscar con más fuerza el bien común. Ser conscientes de las necesidades de los otros, afrontar, aceptar y ser humildes ante las circunstancias que nos tocan vivir, y en lo posible, actuar con un sentimiento de solidaridad comprometido que nos dará fuerzas, nos sacará del agobio y nos permitirá ir edificando un futuro más prometedor para nuestros hijos. Este es el desafío que nos plantean las crisis, tanto individuales como colectivas, y un factor fundamental en ello, es la confianza y el optimismo con que encaremos las acciones para que no se transformen en estados depresivos, angustias o abatimientos que quitan lucidez y dinamismo, sino por el contrario, que se constituyan en energías para implicarnos y comprometernos en los cambios que nuestra personalidad necesita. Este es el sentido del dolor que experimentamos en el camino de la evolución, conviene recordar que todo lo que hagamos requiere un esfuerzo, que nada se da sin trabajo y siendo consciente de ello, seguramente podremos con una actitud inteligente ante la vida, transformar dicho dolor en aprendizaje y felicidad, encontrando la forma mejor de ser útiles a nosotros mismos y a los demás. -2-