EUSKO JAURLARITZAREN AHOLKU BATZORDE JURIDIKOA A COMISIÓN JURÍDICA ASESORA DEL GOBIERNO VASCO DICTAMEN Nº: 097/2001 TÍTULO: Consulta 99/2001 relativa a la reclamación de responsabilidad patrimonial interpuesta por D. R.U.T., con motivo de los daños morales sufridos al ser declarado no apto en la segunda fase del ciclo de formación prevista en la base 11º.1º.B) de la resolución de 10-3-1993, por no acreditar el nivel exigido en la prueba de euskera y en consecuencia causar baja definitiva en la Ertzaintza. ANTECEDENTES 1. El dictamen solicitado a la Comisión, que tiene carácter preceptivo por aplicación de lo dispuesto en el artículo 3.1 del Decreto 187/1999, de 13 de abril, en relación con los artículos 22.13 y 23, párrafo 2º de la Ley Orgánica 3/1980, de 22 de abril, y el artículo 12 del Real Decreto 429/1993, de 26 de marzo, trae causa del expediente tramitado por el Departamento de Interior, a raíz de la reclamación, en materia de responsabilidad patrimonial de la Administración, formulada por D. R.U.T., quien demanda indemnización por los daños morales sufridos al ser declarado no apto en la segunda fase del ciclo de formación prevista en la base 11ª. 1º b) de la Resolución 10-3-1993, por no acreditar el nivel exigido en la prueba de euskera y en consecuencia causar baja definitiva en la Ertzaintza con fecha 14 de octubre de 1996. Interpuso recurso ordinario frente a la citada Resolución siendo desestimado por Orden del Consejero de Interior de 14 de enero de 1997. 2. Contra la citada Orden interpuso recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco dando lugar al procedimiento 794/97-2 que terminó por sentencia estimatoria de 27 de diciembre de 1999. En la citada sentencia se declara la disconformidad a derecho de las resoluciones recurridas, procediéndose a anular las mismas, a reconocer el derecho del recurrente a ser nombrado policía y escalafonado con arreglo a la puntuación media que haya alcanzado, así como a ser indemnizado por los perjuicios económicos sufridos, con las diferencias existentes entre las rentas que debió percibir y las efectivamente percibidas derivadas del trabajo personal. 3. Como consecuencia de lo anterior por Resolución del Viceconsejero de Seguridad de 9 de febrero de 2000, se le nombró funcionario de carrera con categoría de agente de la Escala básica con efectos de 7 de julio de 1996, se dispuso su reincorporación a la Unidad Territorial de Tráfico de Gipuzkoa y se reconoció su derecho a percibir la cantidad que resulte de la diferencia entre lo que debió percibir y lo que efectivamente percibió por rentas derivadas de trabajo personal durante el periodo de tiempo comprendido entre la fecha en que causó baja y la de reincorporación a la Ertzaintza en la Unidad señalada. Por Resolución del Viceconsejero de Seguridad de 23 de junio de 2000 se autorizó el abono al interesado de 10.018.897 pts por diferencias retributivas entre las rentas que debió percibir y las efectivamente percibidas derivadas del trabajo personal. 4. El reclamante solicita la cantidad de quinientas mil (500.000) pesetas en concepto de indemnización por daños morales basándose en la frustración de ver truncado en el último momento su deseo de acceder a un puesto definitivo, lo que le supuso el tener que volver después de casi dos años trabajando en el Departamento a la situación de precariedad laboral de la que pretendía salir que le provocó un trastorno depresivo del cual estuvo en tratamiento médico. CONSIDERACIONES I. Tramitación. 5. El expediente de responsabilidad patrimonial tramitado se inicia por reclamación del interesado registrada, según se recoge en la propuesta de resolución, el 8 de febrero de 2001 (fecha de entrada en la Dirección de Régimen Jurídico). 6. Sin embargo, existe una entrada anterior de la reclamación, de fecha 24 de enero de 2001, registrada en la Comisaría de Bilbao, adscrita a la Dirección de Recursos Humanos del Departamento de Interior, siendo ésta la fecha en la que debe iniciarse el cómputo del plazo para resolver de acuerdo con el art. 42.3.b) de la Ley 30/1992 en relación con la Disposición Adicional decimoquinta. 7. La solicitud ha sido presentada en tiempo hábil: Teniendo en cuenta que la situación supuestamente causante de la lesión se prolongó hasta junio de 2000 (fecha en el que el tratamiento antidepresivo es suspendido por completo a la vista de la mejoría experimentada tras su reincorporación como funcionario de carrera en febrero de ese año), y atendiendo al art. 142,5 de la Ley 30/1192, el plazo para reclamar prescribiría en junio del 2001. 8. Antes de entrar en el análisis de la concurrencia de los requisitos de fondo determinantes de la exigencia de responsabilidad patrimonial de la Administración, es preciso dilucidar si el procedimiento seguido ha sido correcto. 9. Se constata, en primer lugar, que no figura en el expediente el informe del servicio cuyo funcionamiento ha ocasionado la presunta lesión indemnizable cuya emisión se establece en el artículo 10.1 del Real Decreto 429/1993. 10. No consta que en la audiencia se facilitara la reclamante una relación de documentos obrantes en el procedimiento, tal y como exige el artículo 11.1 del mencionado Reglamento procedimental. ____________________________________________________________________________________ Dictamen 97/2001 Página 2 de 7 11. En tercer lugar, teniendo en cuenta lo afirmado en el párrafo 6, no se ha cumplido el plazo de 6 meses para resolver establecido en el artículo 13.3 del Real Decreto 429/1993. A la misma conclusión llegaríamos tomando como fecha de inicio del plazo el de la entrada de la reclamación en la Dirección de Régimen Jurídico. II. Análisis del fondo. 12. Por lo que se refiere al fondo del asunto, la propuesta de resolución sometida a dictamen es desestimatoria, por entender que no existe antijuricidad en el daño y que no se ha acreditado la existencia del daño moral. La Comisión no comparte dicha solución por las razones que a continuación se exponen. 13. Abordaremos la falta de cada uno de estos requisitos de la responsabilidad patrimonial a la inversa de cómo se ha planteado en la propuesta de resolución ya que, si no ha existido daño para el reclamante, huelga el análisis de los demás requisitos. A) Existencia de daño moral 14. Se asegura por el Departamento que el interesado no ha probado la existencia de un daño moral, pero tal afirmación contradice en parte el contenido del expediente administrativo. 15. Aunque en la reclamación se identificaba por el interesado el daño con la “frustración de ver truncado en el último momento de la convocatoria su deseo de acceder a un puesto laboral definitivo, lo que además le supuso el tener que volver después de casi dos años trabajando en el Departamento a la situación de precariedad laboral de la que pretendía salir y, en segundo lugar, el sufrir con respecto a sus compañeros de promoción, un retraso de más de tres años y medio en la adquisición de su condición de agente de la ertzaina”, en la fase de alegaciones se concretó el daño en la existencia de un trastorno depresivo y en la no valoración en la última convocatoria de los méritos del servicio y trabajo desarrollado lo que le situaría en inferioridad de oportunidades con respecto a otros funcionarios. 16. En lo referente al segundo de los aspectos señalados, coincidimos con la propuesta de Resolución al afirmar que de la documentación remitida por la Dirección de Recursos Humanos se desprende que en la valoración de méritos del interesado en la última convocatoria de provisión de puestos de trabajo, le han puntuado su antigüedad como si no hubiera sufrido paréntesis laboral alguno. 17. Por otra parte, la valoración del trabajo desarrollado depende de la naturaleza del puesto que se convoque ya que se trata de valorar la experiencia en el desempeño de puestos de la categoría de los puestos convocados o bien la similitud entre el contenido y especialización de los puestos ocupados con los ofrecidos, por lo que no es posible afirmar la existencia de un daño derivada de esta circunstancia ya que no se puede establecer a priori qué funciones hubiera desempeñado el reclamante. ____________________________________________________________________________________ Dictamen 97/2001 Página 3 de 7 18. Sin embargo, en lo que atañe a la realidad o no de daño moral alegado por el reclamante referente al trastorno depresivo padecido, es incuestionable que la situación de desempleo a la que le abocó la Resolución de 23 de septiembre de 1996 conlleva un perjuicio de carácter aflictivo. El reclamante causó baja definitiva en la Ertzaintza con fecha 14 de octubre de 1996, el 16 de octubre de 1996 comenzó la prestación por desempleo (según se deduce del informe de vida laboral aportado por él), y en ese mismo mes comenzaron los problemas psíquicos del reclamante finalizando en junio del 2000 (según se indica en los certificados médicos). 19. Durante ese periodo tuvo episodios de mejoría y recaída en sus problemas psíquicos que coincidían con el sentido de su situación laboral. Así, en la mejoría detectada en junio de 1998 llevaba siete meses trabajando en “C.E. SL”, la recaída de febrero de 1999 coincide con la finalización de un periodo en el que recibe prestaciones del INEM y la mejoría de marzo de 2000 coincide con su reingreso en la Ertzaintza el mes anterior. 20. Si bien es cierto, como se indica en la propuesta de resolución que en uno de los certificados médicos que aporta el reclamante parece deducirse que es el interesado quien determina la causa de los trastornos depresivos, no lo es menos que en el certificado que cubre el periodo de octubre de 1996 a febrero de 1999 se determina , sin lugar a dudas, el origen de los problemas psíquicos afirmando que el paciente presentaba “un cuadro ansioso depresivo anterior, crisis nerviosas con ideas delirantes, insomnio, perdida de peso y fobia social, este cuadro sintomático se derivaba de la expulsión de su puesto de trabajo en la Ertzaintza”. 21. Asimismo, en el segundo de los certificados médicos se determina como causa de la mejoría en los trastornos iniciada en marzo del 2000 la reincorporación laboral del paciente, que tuvo lugar en febrero del 2000. 22. Por otra parte, se añade, en la propuesta de resolución, que la elaboración de los informes por médicos generales impiden considerar acreditado que el factor desencadenante del daño sea la exclusión de la Ertzaintza del paciente. 23. Aunque los trastornos de la mente, a diferencia de otras dolencias, no se manifiestan de forma que puedan ser apreciados y valorados mediante medios físicos como la vista, análisis, aparatos de medida, etc. y su diagnóstico no sea una ciencia exacta, no encontramos, ni se indican en la propuesta de Resolución, motivos por los que dudar de la corrección de los certificados aportados, más aún cuando los trastornos depresivos son exógenos, como en este caso, que no suelen necesitar intervención de médico especialista. 24. Y esta conclusión encuentra su fundamentación en la doctrina relativa a la carga del daño moral, en la que por la propia naturaleza del daño se matiza la exigencia de acreditar la realidad y alcance del mismo: “Cuando el daño moral emane de un daño fáctico, es preciso acreditar la realidad que le sirve de soporte, pero cuando depende de un juicio de valor ____________________________________________________________________________________ Dictamen 97/2001 Página 4 de 7 consecuencia de la propia realidad litigiosa, que justifica la operatividad de la doctrina de la “in re ipsa loquitur”, o cuando se da una situación de notoriedad (SS 15 de febrero 1994 y 11 marzo 2000), no es exigible una concreta actividad probatoria.” (FJ 2º STS de 31 de mayo de 2000. Arz 5089). 25. Por tanto, a juicio de la Comisión los perjuicios morales existieron (pues se encuentran acreditados por los certificados médicos), y entre la Resolución de 23 de septiembre de 1996, posteriormente declarada jurisdiccionalmente ilegal y los perjuicios morales por la situación de desempleo y la depresión psíquica del reclamante se aprecia un evidente vínculo de causalidad. B) Antijuricidad del daño. 26. La Sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco de 27 de diciembre de 1999 declara la disconformidad a derecho de la Resolución de 10 de marzo de 1993, del Director de la Academia de la Policía de Euskadi, que contenía la base 11.3 y de la Orden de 14 de enero de 1997 del Consejero de Interior del Gobierno Vasco por la que se desestimó recurso ordinario interpuesto por el ahora reclamante contra la Resolución de 23 de septiembre de 1996 27. La razón de decidir que se expresa en la resolución judicial se refiere a la prescripción contenida en la primera de las resoluciones en cuanto hacía del conocimiento de un determinado nivel de euskera un requisito de capacidad para el acceso a función pública, en concreto para el acceso a la Policía Autónoma Vasca. 28. A partir de ese vicio de invalidez de que adolecía la primera de las normas impugnadas, la actuación de la Administración subsiguiente por la que se le excluye del proceso de selección carecía de amparo y, por ello, la Sentencia declara su disconformidad a derecho y reconoce el derecho del recurrente a ser nombrado por la Administración agente de policía, así como a indemnizarlo por los perjuicios económicos sufridos, como sucede en la fase de ejecución de la sentencia. 29. Por ello, es evidente la antijuricidad del daño cuando es ocasionado por una resolución ilegal que altera la situación jurídica en la que se encontraba la persona perjudicada antes de producirse aquella y cercena los derechos que se derivaban de la misma, sin que tenga obligación alguna de soportarlo. 30. No obstante, debemos plantearnos si con la ejecución de la sentencia del TSJPV fueron objeto de resarcimiento los daños morales ahora reclamados. 31. El régimen legal regulador del proceso contencioso-administrativo al momento en que ocurrieron los hechos permitía el ejercicio de pretensiones no sólo de anulación, sino, también, de plena jurisdicción. Mediante estas últimas la persona afectada en su situación jurídica individualizada por una actuación administrativa ilegal, puede pretender el reconocimiento judicial de esa situación y la condena a la Administración a la adopción de las medidas necesarias, incluida la indemnización de daños y ____________________________________________________________________________________ Dictamen 97/2001 Página 5 de 7 perjuicios cuando proceda, para el pleno restablecimiento de la situación alterada (artículo 42 de la Ley Jurisdiccional de 1956). 32. En consecuencia, las cuestiones litigiosas que puedan suscitarse respecto al restablecimiento, en su dimensión administrativa y en su dimensión económica de la situación jurídica individualizada reconocida a favor del ahora reclamante en la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco de 27 de diciembre de 1999 sólo podrían ser enjuiciadas a través del cauce de la ejecución jurisdiccional hoy regulado por los artículos 103 y siguientes de la Ley Jurisdiccional 29/1998, de 13 de julio. 33. Sin embargo, la afección moral que se invoca por el reclamante no estaba incluida en el fallo de la sentencia del TSJPV. En éste se especifica clara y exclusivamente el restablecimiento de la dimensión administrativa y económica de la situación jurídica del recurrente, como es lógico ya que, a la fecha de la interposición de la demanda, todavía no estaba determinado el alcance del daño moral alegado. Por ello, el daño moral que se invoca por el interesado es una lesión antijurídica determinante de una adicional responsabilidad patrimonial a la Administración. C) Cuantificación de la indemnización. 34. Una vez fijada la concurrencia de los requisitos exigidos para que nazca la responsabilidad patrimonial de la Administración, es necesario concretar la obligación reparadora que surge como consecuencia de la misma, o, lo que es lo mismo, el «quantum» de la indemnización. 35. La extensión de la obligación de indemnizar responde, según se deduce de lo dispuesto en los arts. 106.2 CE y 139.1 Ley 30/1992, al principio de la reparación «integral». De ahí que la reparación afecta a todos los daños alegados y probados por el perjudicado, esto es, incluyendo las secuelas o el daño moral o, con carácter más general, el denominado «pretium doloris» (SSTS 16 de julio de 1984 (RJ1984/4231), 7 de octubre (RJ 1989/7331) o 1 de diciembre de 1989 (RJ 1989/8992), concepto este que reviste una categoría propia e independiente de las demás, y comprende tanto el daño moral como los sufrimientos físicos y psíquicos padecidos por los perjudicados (SSTS 23 de febrero de 1988 (RJ1988/1451) y 10 de febrero de 1998(1998/1786). 36. A la hora de efectuar la valoración, la Jurisprudencia (SSTS 20 de octubre de 1987 [RJ 1987\8676]; 15 de abril de 1988 [RJ 1988\3072] o 5 de abril [RJ 1989\2816] y 1 de diciembre de 1989 [RJ 1989\8992]) ha optado por efectuar una valoración global que, a tenor de la STS 3 de enero de 1990 (RJ 1990/154), derive de una «apreciación racional aunque no matemática» pues, como refiere la Sentencia del mismo Alto Tribunal de 27 de noviembre de 1993 (RJ 1993/8945), se «carece de parámetros o módulos objetivos», debiendo ponderarse todas las circunstancias concurrentes en el caso, incluyendo en ocasiones en dicha suma total el conjunto de perjuicios de toda índole causados, aun reconociendo, como hace la S. 23 de febrero de 1988 (RJ 1988/1451), «las dificultades que comporta la conversión de circunstancias complejas ____________________________________________________________________________________ Dictamen 97/2001 Página 6 de 7 y subjetivas» en una suma dineraria. La reciente STS de fecha 19 de julio de 1997 (RJ 1997/6732) habla de la existencia de un innegable «componente subjetivo en la determinación de los daños morales». 37. Sin embargo, sí podemos afirmar que los daños aducidos por la reclamante no alcanzan la entidad y relevancia que expone, ya que de los dos motivos por los que solicitaba responsabilidad patrimonial sólo ha acreditado la existencia del segundo de ellos: los trastornos depresivos durante un periodo de tres años y ocho meses. Por ello, y aunque el importe reclamado constituye una cantidad alzada carente de desglose, cuantificamos en la mitad la indemnización solicitada. CONCLUSIÓN 38. En atención a lo expuesto, la Comisión Jurídica Asesora estima que existe responsabilidad patrimonial de la Administración en los términos expuestos en el cuerpo de este dictamen. ____________________________________________________________________________________ Dictamen 97/2001 Página 7 de 7