¿Quién se apunta el gol?

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¿Quién se apunta el gol?
Txente Rekondo
Fue Jordi Pujol quien utilizó el símil futbolístico del autogol para señalar la imposibilidad de
lograr un buen estatuto para el Principat catalán. Poco tiempo después el político catalán ha
dado la vuelta a sus declaraciones y respalda la estrategia de CiU en este proceso. Porque si a
alguien se le debe apuntar la autoría del tanto es al partido conservador catalán.
El acuerdo pactado entre PSOE y CiU tiene un trasfondo de gran calado a medio o largo plazo,
y probablemente tenga su propia incidencia en futuros gobiernos en Madrid o Barcelona. En
pocas palabras, el pacto logrado ha conseguido mejorar en aspectos de competencias y de
financiación, pero no se ha producido ningún cambio sustancial del modelo estatutario que hoy
en día rige en el estado español. Tampoco se encontrará ninguna aceptación de definir al
mismo como plurinacional, y mucho menos el término nación aplicable al Principat de
Catalunya.
Por todo ello la clave pueda encontrarse en algo que va más allá del Estatut y que le confiera
un calado importante para los intereses de socialistas y convergentes. Probablemente a corto
plazo no se produzcan movimientos bruscos en la escena catalana, pero a medio plazo la
política de alianzas entre esos dos protagonistas puede tomar un nuevo rumbo que
desemboque en la fórmula "sociovergente". Y es en ese nuevo escenario donde la figura del
dirigente convergente, Artut Mas puede lograr sus objetivos sobre todo tras ganar enteros
como referente político.
De momento el líder de CiU ha logrado situarse en el centro de la actualidad, y ha colocado en
esa posición a su partido. Un partido con la etiqueta de "gobierno" que podía haber digerido
mal su paso a la oposición. Sin embargo la foto del domingo es muy gráfica, tras Mas se
encontraban Pujol y el líder de Unió, Duran i Lleida, resaltando una imagen de unidad y de
centralidad.
En el otro lado se encuentra ERC que ha visto materializarse el peor de los escenarios para
sus intereses. Son conscientes de que no pueden votar no, de ahí que sus mensajes busquen
una excusa para amarrarse al proyecto. Frases como "botella medio llena", o "insuficiente alto"
muestran que con poco más no tiene otra opción que aceptar el acuerdo. ICV por su parte ya
ha manifestado su adhesión al texto, a pesar de que el carácter más social y progresista
(aborto, eutanasia, igualdad de género) desaparece tras presiones de Unió.
El PSC y Maragall tienen que guardar las formas ante una situación que no es de su completo
agrado. El PSOE ha forzado la marginación del president, y quedar fuera de la foto y sin tanto
protagonismo es algo que ha dolido en los círculos cercanos a Maragall.
A partir de ahora todos los protagonistas de este culebrón pretenderán venderlo como un
triunfo propio, para ello se basarán en una política con gran calado en el arco parlamentario
catalán, el posibilismo y el pragmatismo de buena parte de la clase política del Principat. En
ese sentido se expresará la idea de que "esto es lo que se ha conseguido, y es lo que hay, así
que hay que seguir adelante con ello". Paralelamente se pretende presentar este paso como
un Estatut cuya redacción deja puertas abiertas para incrementar y afianzar un futuro
autogobierno en el país. Sin embargo no se querrá incidir en la condicionalidad de todo lo
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redactado, que estará sujeto en buena medida a la disposición que Madrid pueda mostrar en
cada momento, y los antecedentes de situaciones parejas no dejan mucho lugar para el
optimismo.
Después de todo este proceso buena parte de la sociedad catalana se muestra cansada, lo
que puede ayudar a los arquitectos de este acuerdo para que se acepte el final pactado. Por
ello no se esperan de momento grandes movilizaciones en contra de esa política, los
sentimiento de decepción no se exteriorizan en esta sociedad de manera manifiesta, aunque
algunas fuentes señalan que tal vez si la abstención en el referéndum del nuevo Estatut fuese
alta cabrían lecturas en esa dirección.
A corto plazo no es previsible un adelanto electoral, conscientes todos que esta medida sólo
beneficiaría a CiU. Pero las maquinarias de las organizaciones políticas ya están preparando el
futuro, y en él se vislumbran importantes cambios. Una derrota de Maragall ante Mas dejaría la
puerta abierta a éste para gobernar con el apoyo socialista en Barcelona, se buscaría de esa
manera una salida honorífica para el actual president, y que al mismo tiempo podría dar
importantes soportes para asentar la política socialista en el conjunto del estado español, sin
poner en tela de juicio la actual estructuración del mismo, más bien al contrario.
Algunos todavía señalan que para este viaje no hacían falta tantas alforjas y que
probablemente con este acuerdo se pueden cerrar opciones muy interesantes para la nación
catalana, o al menos para una parte de la misma.
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