La Historia del Arte, aunque puede concebirse como la historia de todas las manifestaciones artísticas de las denominadas bellas artes, que incluirían a la literatura o la música, suele restringirse a las artes visuales clásicas (pintura, escultura y arquitectura), y habitualmente también incluye las llamadas artes menores o aplicadas. Está estrechamente relacionada con la estética y la teoría de las artes. La historia del arte procura un examen objetivo del arte a través de la historia, clasificando culturas, estableciendo periodizaciones y observando sus características distintivas e influencias. El estudio de la historia del arte se desarrolló inicialmente desde el Renacimiento, con su objeto limitado a la producción artística de la civilización occidental. No obstante, con el tiempo se ha impuesto una visión más amplia de la historia artística, intentando una descripción global del arte de todas las civilizaciones y el análisis de sus producciones artísticas en términos de sus propios valores culturales (relativismo cultural), y no sólo de los de la historia del arte occidental. El arte prehistórico Es un fenómeno artístico de alcance geográfico global y una amplitud temporal suficiente como para afectar a las épocas más diversas. El concepto es mucho más extenso que el fenómeno rupestre cuaternario, principalmente circunscrito a Europa occidental, y comprende además las manifestaciones del llamado arte paleolítico. Aunque cronológicamente, Europa debería ocupar el primer lugar, y a pesar de que muchas de las expresiones artísticas prehistóricas son relativamente recientes en algunas zonas del globo, donde han sobrevivido pueblos primitivos, la exposición se realizará siguiendo el orden alfabético. Aunque ello derive en un problema adicional: ¿es lícito comparar manifestaciones tan lejanas en el espacio y en el tiempo? En este sentido, la confrontación de equivalencias culturales, obviando los particularismos empíricos, permite obtener generalizaciones. En base a ello, se puede apreciar que, en las artes plásticas y visuales de los pueblos primitivos, el realismo es algo excepcional, frente al simbolismo, la abstracción, la estilización y el esquematismo, que parecen una constante mundial. Otra posible generalización es que casi todo el arte rupestre holoceno se desarrolla en el exterior, a lo sumo, en abrigos rocosos, desfiladeros y covachas poco profundas. En tercer lugar, el megalitismo y la construcción de túmulos, en relación al culto a los muertos, o la necesidad de desarrollar una arquitectura defensiva, a menudo con construcciones ciclópeas (cuya motivación, excede, con mucho, a las necesidades militares), también son constantes del arte prehistórico mundial. Por último, está el hecho de que, a pesar del innegable significado religioso del arte prehistórico, éste no sólo se asocia al mundo funerario o mitológico, sino que los temas abarcan todas las facetas de la vida social de los humanos (caza, guerra, trabajos, ceremonias, jerarquías, sexo, familia, incluso, diversión...) y, sobre todo, a medida que las sociedades humanas evolucionan, la glorificación del poder y de los poderosos. Arte africano Existen pueblos rurales en África que hasta la actualidad conservan antiguas tradiciones estilísticas de arte rupestre a pesar de la influencia de los patrones preestablecidos de Arte y belleza de las culturas occientales contemporáneas. En ese sentido, han logrado salvaguardar dichos patrimonios culturales a pesar de la presión de los colonizadores extranjeros que trajeron consigo ideologías artísticas discriminantes entre las que tenemos, por ejemplo la tendencia iconoclasta islámica. No obstante en este epígrafe nos centraremos en el arte prehistórico en sí, es decir, hasta la llegada de los europeos, en los siglo XV y XVI, cuando los Yoruba, los Benin, los Sao y otras grandes culturas estaban en su apogeo, cortado de raíz debido al comienzo de la explotación colonial. Arte africano en la edad de Piedra Apollo 11, Namibia Las primeras manifestaciones artísticas africanas son paleolíticas, pero muy escasas: por un lado tenemos la dudosa a Venus de Tan-Tan (Marruecos), y por otro los testimonios más firmes del África austral, como la caverna de Blombos (República Sudafricana), con unos 70 000 años, donde hay bolas de ocre mineral (hematita) decoradas con incisiones paralelas, reticuladas y con motivos geométicos (algunas proceden de inhumaciones rituales). Hace tiempo que se sabe que el ocre pudo servir para pintar adornos corporales, sin embargo, es la primera vez que esta especie de lápices de pigmento conservan algún tipo de decoración intencionada. También datable en el Paleolítico es la plaqueta pintada con un zoomorfo no identificado datado en 25 000 años de antigüedad de la cueva de Apollo 11 (Namibia), donde, además, hay arte parietal muy posterior atribuido a los bosquimanos. El resto del arte africano prehistórico conocido es mucho más tardío, seguramente posterior al Neolítico. Durante la Edad de Piedra distinguimos las siguientes regiones: África del norte Destaca, especialmente, el enorme conjunto de pinturas rupestres de las montañas del centro-sur del Sáhara: Ahaggar, Tassili, Tibesti Fezzan..., que constituyen el más grande núcleo rupestre del mundo. Esta región, debió ser, en tiempos remotos, mucho más húmeda y rica en fauna, pues las representaciones son asombrosamente ricas en fauna salvaje (elefantes, jirafas, búfalos, hipopótamos) y doméstica (carneros, bueyes, camellos...). Las escenas están llenas de vida y optimismo, hay familias, jóvenes zambulléndose, etc. Probablemente haya varias etapas, una primera fase con pueblos que conocían la ganadería y la agricultura de subsistencia, pero practicaban la caza del búfalo ( IV milenio a. C.) una segunda de pastores de bueyes de largos cuernos en los que sus cuidadores portan grandes arcos ( III milenio a. C.) y una tercera en la que ya se conocen animales de monta (caballos y camellos) que aparecen en pleno galope, así como el carro (II milenio a. C.). Parte de esta cronología es coetánea del Antiguo Egipto y, de hecho, en algunas de las representaciones se demuestran contactos de los pueblos sahrianos con los egipcios. Escena cotidiana familiarBúfalo salvaje grabadoElefante grabado en la rocaEscena de pastoreo Escena chamánica Jirafas pintadas Carnero tocado como Amón Monta de camellos Estaciones rupestres en el Sáhara, en algunas se aprecia la influencia del arte egipcio y, en otras, de arte posterior África oriental En África oriental, el propio Louis Leakey ha estudiado una serie de pinturas en diversos roquedos de la zona del lago Tanganika y del lago Victoria, donde se representan elefantes rinocerontes y búfalos. Son obras mal datadas y poco conocidas. También destacan, en Centroáfrica, el Refugio de Tulu y el Refugio de Kumbala, con personajes estilizados, unos en azul y otros en blanco muy diferentes a los del Sáhara meridional. África austral Esta zona mantuvo una serie de tribus del grupo llamado San cuyo nivel estaba en plena edad de Piedra cuando llegaron los europeos. Los San convivían con los diversos grupos bantúes que, aunque, coetáneos, ya conocían los metales y, por tanto, se estudian en el siguiente epígrafe. Los San o Bosquimanos desarrollaron un rico arte rupestre en toda esta zona (destacando Namibia, Drakensberg y Transvaal), en numerosas grutas y covachas, cuya antigüedad máxima es discutida, pero podría situarse en el quinto milenio y que perduran hasta tiempos históricos muy recientes. Su arte es estilizado y fresco, aunque no tan vivaz como el sahariano, y sus motivos son escenas rituales y animales del entorno, pero su policromía la más rica y brillante (sobre todo en las obras más tardías): Estaciones rupestres San, es decir, bosquimanos en el África austral Arte africano antiguo Curiosamente, a pesar de ser la cuna de la humaninad y de la riqueza étnica africana, los descubrimientos son mucho más escasos que en Europa o América debido a la dificultad de encontrar y acceder a los yacimientos, a los problemas socio-políticos y a que amplias zonas del continente han comenzado a ser exploradas sólo desde hace muy poco tiempo. Las noticias de grandes estados estados antiguos (de los que exceptuamos el Antiguo Egipto) son las que han guiado una serie de descubrimientos que, por otra parte, no dejan de ser aislados y fragmentarios: Cultura de Nok: Es una cultura que se desarrolló en el norte de Nigeria entre el siglo V a. C. y el III de nuestra era. Eran conocedores de la metalurgia del hierro y, artísticamente, destacan por ser los iniciadores de la estatuaria africana, en este caso, de terracota. Las esculturas Nok son de una elaboración técnica y estilística muy madura, lo que hace sospechar que debió haber precedentes (por el momento desconocidos). Se trata de obras estilizadas, de una elaboración exquisita y con una iconografía basada en la figura humana. se ignora su función, pues hasta el momento los ejemplares mejor conocidos proceden de poblados estables (ej. Samun Dukiya y Taruga, junto al río Benué), pero sin duda fueron realizaciones religiosas. Las terracotas Nok se consideran antecedentes de las esculturas Yoruba y Benín. Civilización del Sao: se dio en la orillas del lago Chad, concretamente en los valles de Logon y Chari; inmediatamente después de la desaparicón de los Nok, aunque su apogeo tiene lugar entre los siglos IX y XVI. Casi todo el arte Sao es funerario, concretamente se trata de vasijas y copas decoradas con representaciones antropomorfas y zoomorfas; pero también se conservan brazaletes, colgantes y pectorales fundidos en bronce por la técnica del moldeo a la cera perdida. Cabe destacar la simplicidad de su arquitectura, que ha llegado hasta nuestros días: se trata de chozas y graneros de planta circular y alzado en cúpula ojival, realizadas en tapial y adobe y con la supeficie exterior curiosamente decorada con resaltes de diversas formas, los más comunes, son en uve invertida ( musgus) o en forma de anillos (massas), que no sólo mejoran la estética de la construcción, sino que sirven par trepar por estos salientes y reparar los deterioros fácilmente. Civilización Munhumutapa: Se trata de un reino que floreció en el actual estado de Zimbabwe entre los siglos XI y XV, de una etnia zulú llamada shona cuya capital fue llamada Gran Zimbabwe, probablemente la ciudad en ruinas más grande de toda África negra y que debió tener 18 000 habitantes en sus mejores tiempos; pero vinculadas a ella hay centenares de poblados a orillas de los ríos Zambeze, Limpopo y, en general, por todo el país. Su arte se caracteriza, especialmente, por una arquitectura monumental de granito, generalmente defensiva, pero también se conocen objetos de oro, muebles y cerámicas. Entre los restos se hallaron fragmentos de porcelana china de la dinastía Song que sugiere el alto grado comercial de los munhumutapa, quizá basada en el control de yacimientos auríferos. País Yoruba: Los Yoruba son un pueblo del sur de Nigeria que en en torno a los siglos IX y XII consitutyeron un importante reino, cuyo centro religioso era el santuario de Ifé (o Ilé-Ifé), donde el sumo sacerdote u Oni gobernaba una amplia federación de ciudades estado. Ifé acumuló numerosas riquezas y propició el desarrollo de una escultura cortesana técnicamente muy avanzada de prodigiosa calidad, a la par que majestuosa, y equilibrada. Predominan las cabezas de bronce o terracota, de un estilo sorprendentemente realista, que muchos han asociado a los ideales clásicos europeos (lo qua ha suscitado no pocas controversias), a pesar de sus innegables rasgos africanos. También existen cabezas talladas en Esié, otro santuario, pero su estilo es mucho más tosco. Esta dicotomía se explica por la existencia de un arte oficial, al servicio del reino, capaz de alcanzar altas cotas de perfección, frente a artistas no cortesanos, más libres pero ligados a los modelos ancestrales de religión animista de las tribus. Terracota NokGran ZimbabweTerracota YorubaBronce de Benín Reino de Benín: en el siglo XIII surgió en el actual estado de Benín un antiguo reino de etnia adja cuyo máximo apogeo tuvo lugar en el siglo XVI y que, a menudo, fue conocido por los europeos como Dahomey. La principal preocupación de los adja era organizarse para evitar los ataques de los traficantes de esclavos, fundaron importantes ciudades como Abomey, Agdanlin y Ajatche, se centralizaron, formaron un ejército profesional y nombraron un monarca, el Oba. Ellos mismos acabaron convirtiéndose en traficantes de esclavos, con lo que el Oba obtuvo importantes beneficios; hasta que se convirtieron en vasallos de los Yoruba, primero y, después fueron conquistados por los ingleses (1897). En su dilatada existencia, los Benín han dejado varios millares de esculturas monumentales de bronce (cabezas de reyes y reinas, gallos, leopardos), así como relieves ornamentales que sin duda engalanaron sus monumentos. Además, se conocen elementos de arte mueble: brazaletes, espadas, máscaras, marfiles tallados, etc. Las primeras esculturas tienen claras influencias yoruba, de quienes pueden haber aprendido el moldeo a la cera perdida. La máxima eclosión de su arte se produce entre los siglos XV y XVII, momento en el que se aprecia una poderosa influencia europea, sobre todo portuguesa. La decadencia comienza en el siglo XVIII, los benín pierden recursos y se ven obligados a construir obras de madera forradas de latón, y un estilo más estereotipado y de escasa originalidad lo que indica un claro deterioro cultural. Véase también: Bronces de Benin El arte primitivo africano continúa desarrollándose en la actualidad, siendo sus centros más activos el África occidental (Dogones, Ashanti, Yorubas, Ibos...) y el África central (Bamikeles, Fangs, Bakubas, Balubas, Bambaras...). Véase también: Arte contemporáneo africano Arte americano Arte americano preclásico América tiene una de las etapas prehistóricas más cortas, intensas y ricas del mundo, de este artículo se han excluido las civilizaciones preclásicas y clásicas precolombinas, centrándonos en el periodo que va desde la aparición de las primeras obras artísticas conocidas, a las manifestaciones de los horizontes tempranos o formativos, es decir, el comienzo del período preclásico (es decir, salvo para el caso de los amerindios de Oasisamérica y el resto de Norteamérica, trataremos periodos anteriores a nuestra era). Los testimonios más antiguos del arte americano Uno de los testimonio más antiguo que se ha localizado en América está en la Pedra Furada, en Brasil, donde, junto a manifestaciones artísticas mucho más recientes se localizó un hogar datado por 14C en 17 000 ± 400 de antigüedad junto al que había algunos trazos rojos paralelos que incuestionablemente eran una creación artística muy esquemática, pero intencional. Complejo Arqueológico Alto Río Pinturas De hecho, todo parece indicar que las primeras obras de arte americanas tienen ese carácter esquemático no figurativo, extremadamente sencillo. Así ocurre en la cueva de Clovis (Nuevo México) donde se exhumaron placas de arenisca con incisiones de diferentes motivos geométricos datables en el final del Pleistoceno. Un caso especial es el que ofrecen los yacimientos patagónicos del valle de Río Pinturas, en Argentina. Allí se han localizado dos importantes comlejos rupestres de amplia duración cronológica, siendo las fechas más antiguas obtenidas del octavo milenio adC (14C), sin embargo, hay niveles arqueológicos mucho más antiguos (de hasta 14 000 años de antgüedad) en los que se han encontrado pigmentos naturales (óxidos de hierro, cristales de yeso, etc) que habían sido mezclados con otras sustancias, es decir, habían sido manipulados por el ser humano. con el fin de conseguir adherencia a la roca. Estas mezclas, al ser analizadas por el método de la difracción por rayos X, resultaron ser idénticas a las pinturas más antiguas localizadas en la Cueva de las Manos lo que induce a pensar que algunas de ellas podrían ser extremadamente antiguas, es decir, del final del Pleistoceno (más de 13 000 años de antigüedad según el 14C). Sin embargo no hay pruebas directas que relacionen los pigmentos hallados en las excavaciones con las pinturas ni se sabe cuáles serían sus motivos o su aspecto. No obstante, las estaciones patagónicas del Complejo Arqueológico Alto Río Pinturas (en especial la mencionada Cueva de las manos y el Cerro de los Indios), merecen cierto detenimiento. Sus principales investigadores Grandin y Aschero, creen posible establecer tres etapas en este gran cojunto rupestre: la primera y más antiguo, datado entre el 7 700 a. C. y 5 500 a. C., se componene de manos y escenas de gran dinamismo con antropomorfos estilizados cazando huanacos. La segunda, datado entre 5 500 a. C. y 1400 a. C., es un conjunto menos dinámico, pero más colorido, el tema principal siguen siendo las manos, pero también hay numerosos zoomorfos estilizados de colores muy variados (blanco, rojo oscuro, violeta, ocre...). la tercera fase va desde el 1400 a. C. al año 1000 de nuestra era, es la más pobre, la estilización ha sido sustituida por la esquematización y a las manos se le han sumado diversos motivos geométricos. Como se ha señalado antes, quedaría una fase, anterior a todas las demás, deducida sólo por inferencias, de la que se desconoce casi todo excepto su gran antigüedad y sólo pueden ser consideradas como una hipótesis de trabajo, hasta que se verifique su existencia. La caza de guanacos, la fase Motivos esquemáticos de las Las manos son el tema más antigua del complejo de fases tardías del complejo de Pintura de la vereda principal del complejo de Chimitá (Colombia) Río Pinturas (Argentina) Río Pinturas (Argentina) de Río Pinturas (Argentina) Paralelamente al desarrollo de las pinturas patagónicas, el arte rupestre se extiende por toda Sudamérica, siendo importantes ejemplos las pinturas de Toquepala (en la que se han obtenido fechas de 7630 a. C.), Lauricocha y Chaclarragla (Perú) con representaciones de gran tamaño, al igual de las de la fase esquemática de de Pedra Furada y Ferraz Egreja (Brasil); también Mont du Mahuri y Kourou (Guyana), entre otras más, todas ellas fechadas en el Holoceno. Respecto a Norteamérica, existe un importante complejo rupestre en la Baja California, la cueva más importante es la de San Borjita, con representaciones humanas y animales de tipo esquemático. Otras cuevas del mismo área son la Cueva Pintada del Cañón de Santa teresa, La Cueva de los Venados y la Cueva de la Cañada de la Soledad. Respecto a cuevas con las manos como tema principal, éstas no se reducen a la Patagonia, de hecho están por toda América, por ejemplo, la gruta de Mojocoya (Bolivia), Corinto (El salvador) o Finger Print Cave en Texas (Estados Unidos) América del Norte hasta el periodo formativo Al mismo tiempo que se pintaba la segunda fase de manos en Río Pinturas, se desarrollaban, en zonas más avanzadas de América (los Andes, Mesoamérica, Oasisamérica, el valle de los ríos Ohio-Misisipi, en la Columbia Británica y en territorio esquimal...), grandes civilizaciones agro-alfareras que precederán la las civilizaciones clásicas precolombinas. La variedad artística es extraordinaria, y sólo se puede unificar en base a su adaptación al entorno, la gran inventiva y la variedad de formas de expresión. Desde las casas portátiles de madera del noroeste de Norteamérica, hasta las viviendas de barro en el cañón del Chaco, las molas panameñas, las cetas hopi o las máscaras de plumas amazónicas (sin contar con las formas rupestres), existe tal variedad que en este artículo sólo podemos dar una visión general. En Norteamérica coexistieron una serie de pueblos nómadas con tradiciones tribales muy primitivas y que, aunque conocían ciertos avances, vivían en condiciones similares a las de la Edad de piedra, junto a otros que desarrollaron culturas muy avanzadas en las que, aunque no llegaron a existir estados al estilo de los de la época cláscia (Mayas, Aztecas...), tenían una organización fuertemente estructurada. Éstos últimos siguen, básicamente, tres tradiciones: Hohokam y Mogollón [editar] Ambos son indios de la tradición Cochise: los Mogollón y los Hohokam. La tradición Cochise recibe el nombre de un lago epónimo (conocido actualmente como Willcox Playa); se dio en Arizona y Nuevo México y es la antecesora de la Cultura Mogollón. Este pueblo habitaba la sierra, así llamada, de Nuevo México, unos 200 años antes de nuestra era, sus componentes eran agricultores sedentarios y se les considera los primeros alfareros del Oeste americano. Al ser una cultura longeva, fueron perfeccionando su técnica cerámica, hasta alcanzar una finura exquisita, con una decoración entre naturalista y estilizada, llena de movimiento (casi totdas las piezas conocidas aparecieron en tumbas y, por lo visto, eran inutilizadas en la inhumación). Además de la cerámica, en algunas tumbas aparecieron collares de concha, pulseras y cascabeles de hueso. Sierra de Mogollón, Nuevo México Conchas hohokam grabadas con ácido de saguaro Cerámica pintada de la Ajuar del yacimiento cultura Mogollon hohokam de Casa Grande Quizá también herederos de la cultura Cochise fueron los Hohokam de Arizona, destacan por sus elaborados sistemas de irrigación (que no trataremos aquí, por no ser el tema del artículo). Los Hohokam, además de una extraordinaria cerámica ricamente decorada en rojo y marrón, elaboraron toscas figurillas antropomorfas y espejos de pizarra pulida adornados con mosaicos de pirita. Otra forma sorprendente de expresión artística de los Hohokam era el grabado de conchas con ácido de saguaro, creando dibujos a base de proteger la concha con una película de resinas naturales. Tanto los Mogollón, como los Hohokam parecen haber tenido fuertes lazos con Mesoamérica en sus fases más avanzadas, mil años después del comienzo de nuestra era, pues han sido halladas canchas para el famoso juego de pelota. Anasazi [editar] Artículo principal: Anasazi Un cesto del pueblo de los cesteros de Colorado Los indios Pueblo primitivos, conocidos genéricamente como Anasazi y cuya evolución se suele denominar Clasificación Pecos. En dicha clasificación se establecen nueve fases, entre las que las tres más antiguas corresponden a los llamados Pueblos cesteros (Basketmakers), que, en general, abarcan desde el siglo XIII a. C., hasta el siglo VIII CE. Como es presumible, estos pueblos deben su nombre a la maestría con que confeccionaban cestos, con decoreación geométrica, y otros objetos de mimbre, fibras de yuca e, incluso, pelo humano. Los Pueblos cesteros marcan el paso de una economía cazadora-recolectora a otra claramente agroalfarera, con una tosca cerámica y sin ganadería (si exceptuamos a los perros). Se conservan grandes necrópolis en las que los cadáveres iban acompañados, anud, de ricos ajuares, los cuales son una fuente inestimable para el conocimieto de este pueblo. Las Siguientes cuatro fases son las propiamente dedicadas a los Indios Pueblo o, más adecuadamente Anasazi, habiendo una última fase cosiderada ya histórica. La característica más llamativa de los anasazi es su arquitectura y, en concreto sus poblados, que surgen en su periodo de apogeo (entre el año 800 y el año 1000). Destacamos dos de ellos porque muestran dos morfologías diferentes: Mesa Verde (Colorado): es un conjunto impresionante de poblacies (destacando Cliff Palace), construidas en la pared de acantilados (Mesas o cliff-dwellings, en la terminología local), de más de 30 metros de altura, con forma arco. Los más de doscientos habitáculos semitrogloditas sólo son accesibles desde arriba, a través de senderos tortuosos y pudieron alojar cientos de habitantes. Las construcciones se cerraban con paredes de adobe o mampostería y ante su terraza se encontraban las salas circulares que utilizaban como santuarios, las kivas o pozos ciurculares que en su momento estivieron techados. Según se sabe por tradiciones posteriores, los Taos de Nuevo México (uno de los pueblos que descienden de los Anasazi) cuentan que el dios credor Itaiku enseñó a los hombres el modelo con el que construir sus aldeas. Mesa Verde, vista general del acantilado Mesa Verde, detalle de las Pueblo Bonito, en el cañón del Chaco, vista general kivas ante Cliff Palace Pueblo Bonito, detalle de las Kivas [6] Pueblo Bonito (cañón del Chaco en Nuevo México ) es un tipo de poblado diferente, no está en la pared del acantilado, sino en su base. Construido en adobe, con forma de media luna amurallada, tiene varias plantas superpuestas, escalonadas, sin calles ni callejones y con un doble patio central. Las terrazas semicirculares le dan una característica forma de anfiteatro. A las viviendas, semihundidas, se accedía dese arriba, desde una terraza común donde se realizaban la mayor parte de las activididades citidianas y sociales. Repatidas entre las viviendas aparecen, también, las kivas (más de 50), similares a las de Meda Verde: circulares, con acceso desde lo alto (aunque han perdido la techumbre): eran lugares de reunión social o ceremonial. Hay, por supuesto, muhos más yacimientos importantes, como la necrópolis del pueblo de Pecos, Santa Fe (Nuevo México), con más de dos mil inhumaciones; los petroglifos y pintuas rupestres de Utah; las cerámicas primorosamente decoradas, las flautas de hueso, las pipas de piedra, los collares, pendientes y brazaletes hueso, coral, azabache o turquesa. Véase también: Oasisamérica Los constructores de Montículos [editar] La construcción de montículos en la Prehistoria reciente es un fenómeno que se da en todos los estados del este y del sureste de los Estados Unidos, aunque las mayores condentraciones se dan en Ohio (donde se han localizado más de 10 000). Son de muy diversos tamaños y formas, y no pertenecen a una cultura en concreto, sino que fueron construidos por diferentes pueblos y distintas funciones. Algunos tuvieron fines funerarios, otros eran defensivos y los hay que son la base de centros ceremoniales. Los más antiguos son del segundo milenio antes de nuestra era y estaban hechos de barro y conchas; la fecha más lejana la posee el llamado Poverty Point (Luisiana), que data del 1500 a. C.; por el contrario, los montículos más tardíos dejaron de levantarse con la llegada de los europeos, en el siglo XVI, casi todos pertenecientes a la cultura de Misisipi. Éste es uno de los tres pueblos más importantes, que se suceden casi sin rupturas: La Cultura Adena: se da en el valle del río Ohio entre el 1000 a. C. y el 200 a. C. Los adena construían montículos funerarios, es decír, túmulos. En ellos, los restos eran depositados en pequeñas cámaras mortuorias de madera, después de haber dejado los cadáveres a merced de los buitres (es lo que suele conocerse como enterramiento secundario y se da en numerosas culturas); el ajuar lo componían figurillas de animales y otros objetos. También levantaron lo que se conoce como montículos-efigie (Effigy Mounds), es decir, con formas concretas. El más famoso es el Montículo de la Serpiente, cuya forma sinuosa de más de 300 metros de longitud, comienza en una espiral y termina con la cabeza en la que parece que hubo un altar. La cultura Hopewell (200 a. C.-500 a. C.) es sucesora directa de Adena, por lo que se parecen bastantes, aunque sus montículos son mayores y su cultura material más avanzada y rica. Construyen enormes túmulos funerarios y montículos-efigie con forma de aves, osos, hombres, etc. Entre los objetos hallados en las inhumaciones destacan las piezas de mica. las de obsidiana, los colmillos de oso y los objetos de cobre martilleado y repujado. También tienen una rica cerámica y figurillas de barro. La cultura de Misisipi: Se dio entre el año 500 y el 1500 en un extensísimo territorio del sureste que abarcaba desde Tennessee hasta Oklahoma, aunque su periodo de máximo esplendor se dio en el siglo XIII, a veces se conoce también como cultura de los Indios Natchez. Su centro neurálgico era la ciudad de Cahokia (San Luis Este, Illinois), que, en sí misma era una enorme elevación que albergaba a más de 30 000 personas. Estaba fuertemente protegida y en su interior había numerosos montículos llamados monks. se trataba, posiblemente, de lugares de culto, con la cima plana, donde se levantó, en su momento, algún templo. Uno de esos monks era de enormes dimensiones (300 metros de largo por 30 metros de alto) y tuvo varios templos en la cúspide de su terraza, algunos de gran tamaño. Reconstrucción del mayor monk de la ciudad de Reconsrucción de la tumba Cahokia del Sacerdote-pájaro El gran Montículo Montículo aterrazado: Esmeralda, de la Cultura monk, de la Cultura de cahokia de Misisipi Misisipi Se supone que Cahokia tenía una compleja jerarquización social, con un jefe tribal y una poderosa casta de sacerdotes (también había jefes militares, guerreros y, más abajo el pueblo llano). Una de las tumbas hallada parece ser que pertenecía a un gran sacerdote (llamado hombre-pájaro), pues descanzaba sobre un lecho de millares de perlas y otros objetos típicos de los cahokia, como discos y cruces solares grabados sobre conchas y piedras. El arte monumental de los indios del noroeste En la franja litoral del pacífico norteamericano sobrevivieron una serie de tribus que, hasta el siglo XIX, vivían de los recursos marinos y que, aunque no llegaron a constituir una cultura de mayor complejidad que la tribal; gracias a la abundancia que proporcionaba su economía pudieron desarrollar sus concidas ceremonias llamadas potlatch y un arte de envergadura considerable. Éste se basaba, fundamentalmente, en la madera policromada aplicada tanto a los postes totémicos, como a la decoración de las viviendas comunales y ceremoniales. dado que estos pueblos eran seminómadas, algunas de estas viviendas estaban diseñadas para ser desmontadas y transportadas, a pesar de su complejidad. En los postes totémicos, además de dejar constancia de la estirpe tribal (generalmente relacionada con el mundo animal), se hacía gala de una plástica colorista y expresionista de enorme originalidad al combinar y disociar sus elemenos del poste de un modo cuasi orgánico. Actualmente quedan en Norteamérica «bolsas» de cultura indígena tan ricas y numerosas como escasos son sus miembros. Pero, aunque conservan gran parte de las tradiciones de sus antepasados, en ellos es imposible no ver el peso creciente de la influencia occidental. Esto no resta valor a sus manifestaciones artísticas, aunque tras siglos de europeización sean algo sincréticas o mestizas. Sin embargo, estos pueblos deben ser estudiados en un epígrafe adecuado a los pueblos primitivos actuales, no a los pueblos prehistóricos. Iberoamérica hasta el periodo formativo Artículo principal: Épocas preincaicas Del periodo en el que ya se conocía la cerámica, la agricultura y la ganadería, tenemos muy pocos datos sobre el origen de la primera gran cultura clásica mesoamericana, los Olmecas, no existe ninguna cultura previa equiparable, aunque se sospecha que un largo periodo de abundancia pudo dar lugar al nacimiento de esta civilización. Los precedentes más próximos estarían en la pirámide de adobe de Cuicuilco, en la bahía de Matanchén, en la cultura Capacha, en ciertos yacimientos de la Huasteca veracruzana y en las primeras fases de Tlapacoya. Un poco más al sur, en el istmo de Panamá y en Colombia parecen aberse desarrollado importantes culturas antecesoras de los Chibchas, especialmente la cultura San Agustín, y la cultura Valdivia en Ecuador. Aunque la primera ciudad digna de llamarse así en sudamérica es el gran santuario de Caral (Perú), habitada en un período que comprende los 3400 a. C. y 1600 a. C., es decir, antes, incluso del conocimiento de la cerámica andina. Este gran centro ceremonial demuestra importantes conocimientos arquitectónicos, siendo los edificios más importantes las 32 estructuras piramidales, numerosos espacios abiertos para grandes reuniones (llamados anfiteatros) y varios templos con su característica planta en «U», entre los que destaca el llamado «Altar del Fuego Sagrado». Se supone que el Caral sería el centro de una cultura homogénea, quizá un auténtico estado centralizado, basado en la cohesión religiosa, pues se han encontrado, en su área de influencia, otros centros cultuales secundarios, pero del mismo tipo (Chupacigarro, Miraya y Lurihuasi. Caral, Miraya y Lurihuasi), por lo que podría hblarse de la Cultura de Caral-Supe, nacida en el «Periodo Precerámico Tardío». A partir del 1500 a. C. daría comienzo el «Periodo Cerámico Inicial» en el que a las formas cerámicas hay que añadir las primerar representaciones del dios felino, o Dios-Jaguar, que se convertirá en una constante de las culturas prehistóricas andinas. De este modo, en el segundo milenio ya han surgido algunas características propias de la idiosincrasia andina, las grandes pirámides truncadas, el culto al Jaguar, los templos en «U», etc. La última gran cultura prehistórica andina de la Cultura Chavín, del periodo Formativo (entre el 800 a. C. y el 200 a. C.). De nuevo estaríamos ante un posible estado teocrático con capital en un gran centro ceremonial, el Chavín de Huantar, asociado al culto al ya mencionado Dios-Jaguar. Su prosperidad económica se basaba en numerosas innovaciones agrícolas, y su arte es mucho más evolucionado, y el recinto ceremonial destaca por edificios emblemáticos, sobre todo el llamado Castillo, un complejo de aparejo ciclópeo, construido a lo largo de varios siglos, con varias terrazas, patios y recorridos interiormente por infinidad de correodres laberínticos que conducían a una sala central sostenida por el llamado «El Lanzón monolítico» (una especie de pilar de piedra, de 4 metros y medio de alto, decorado con la cabeza de hombre-jaguar de enormes fauces, con el cabello ensotijado, formado por serpientes entrelazadas). En el exterior tenemos la «Estela de Raimondi» (lápida de 3 metros de alto y un abigarrado diseño). Por último, el «Obelisco Tello» (decorado con un ensortijado motivo de hombre-fiera superpuesto a otros híbridos de pájaros, peces y reptiles); más losas con relieves similares se encuentran esparcidas por la zona. Paralelas a la cultura Chavín discurren en Sudamérica otras como Paracas, las primeras fases de Chanapata y Pucara (en el centro sur de los Andes), y Chorreras (en Ecuador). Asia Existen diversas evidencias de arte prehistórico desde el Paleolítico, una de las más significativas es la venus de Berejat Ram, descubierta en el Próximo Oriente, en los Altos del Golán. Europa Por las noticias que tenemos hasta ahora, el arte nació en Europa occidental hace más de 30 000 años y se desarrolló especialmente durante el Paleolítico Superior en Francia, España y otros países, con una calidad portentosa. Sin embargo, al terminar la última glaciación y comenzar el periodo Holoceno, por causas totalmente desconocidas, se produjo la desaparición casi total del arte europeo, de modo que podría decirse que el reloj se puso a cero y se sincronizó con el resto del mundo, llevando, desde entonces un desarrollo paralelo. En este artículo se ha decidido no incluir el arte de la Edad del Hierro en Europa por dos razones: la primera es que la extensión sería excesiva, la segunda es que la mayor parte de las culturas europeas de la Edad del Hierro son Protohistóricas o, incluso, históricas, y de la mayor parte de ellas tenemos noticias escritas directas o indirectas. El arte paleolítico europeo El artículo principal de esta categoría es Arte Paleolítico. Entrada actual de la Cueva de Maltravieso, en Cáceres. La escuela de arte Franco-Cantábrico es la más importante de todas las que se desarrollan durante el Paleolítico Superior en Europa, aproximadamente desde hace 35 000 años hasta hace unos 10 000 años. El arte rupestre, tanto parietal como mobiliar, aparece sobre todo en las cuevas de las costas del Cantábrico español (Tito Bustillo en Asturias, El Castillo y Altamira en Cantabria...) y el sur de Francia (cueva del Lascaux o Font-de-Gaume...), aunque realmente se extiende por otras regiones europeas (si bien, con menor densidad). Ejemplos de ello son el centro de la Península Ibérica, con cuevas como Los Casares, Maltravieso y conjuntos al aire libre como Siega Verde. La técnica utilizada es la pintura, el grabado, el relieve y, en el caso del arte mueble, la elaboración de estatuillas y otras figuras. Las pinturas son monócromas o bícromas (es decir, nunca se usan más de dos colores simultáneamente), aunque se aprovecha el color de la roca como complemento cromático. Para dar sensación de volumen se recurre a los degradados (al modelado y al sombreado) o se aprovechan salientes de la roca. Es un arte animalístico en el que la figura humana queda relegada a un segundo plano; también abundan los signos abstractos o esquematizaciones de órganos sexuales. Se le considera fundamentalmente descriptivo, es decir, raramente hay escenas (y cuando se encuentran, probablemente no sean hechos reales, sino simbólicos, es decir, mitogramas), la composición de las figuras es yuxtapuesta, con un significado más simbólico que real, y sin dar la sensación de un movimiento natural (aunque éste se exprese por medio de ciertos convencionalismos); a pesar de todo, las figuras son muy realistas y detalladas, siendo, por ello, un caso excepcional en el Arte Prehistórico. Grabado: Cabeza de Relieve: Caballo de la caballo Escultura, venus paleolítica Cueva del Moro (Tarifa) cueva de Europa central Roc de Sers (Francia) La función del arte paleolítico es totalmente desconocida. Al principio se pensó que estas obras de arte se hacían sólo por motivos estéticos (para adornar: «el arte por el arte»), y aunque nadie niega el alto sentido estético de estas representaciones, éste precer ser un factor secundario. Sin duda este arte era de carácter mágico o religioso. No se pueden hacer más precisiones, como mucho, se pueden formular varias teorías, pero sin pruebas definitivas. Las propuestas más habituales son el totemismo, el chamanismo, la magia propiciatoria, la fecundidad y el dualismo de la naturaleza. En realidad es posible que todas las teorías tengan algo de verdad, que sólo tomándolas todas juntas se pueda interpretar el significado del arte paleolítico. Pintura: Techo de la Cueva de Altamira, (Cantabria) El Arte Neolítico europeo El arte mueble neolítico El arte mueble neolítico (apartir del 8000 a.C)incluye una amplia gama de formas cerámicas y otros objetos cotidianos, además de los elementos ornamentales y ceremoniales, que se prodigaron mucho en esta fase. La cerámica posee innumerables variantes (en función de la morfología y la decoración impresa, incisa o pintada), por ello, para no extendernos, únicamente citaremos dos de ellas: en primer lugar la cerámica impresa cardial, propia de las fases más antiguas del Neolítico en el Mediterráneo y caracterizada por la decoración a base de impresiones hechas con conchas de molusco; en segundo lugar citaremos la cerámica de bandas, que se da en el corazón del continente y cuya decoración es incisa con motivos geométricos en forma de cintas con caprichosos recodos. En el sureste de Europa predomina la cerámica pintada, por influencia oriental. La escultura tiene un desarrollo temprano y original, de hecho prácticamente en todas las culturas neolíticas de Europa oriental aparecen, desde las primeras etapas, figurillas femeninas, normalmente de tierra cocida, pero también de piedra, que se supone representan a la Gran Diosa Madre de la fertilidad (casos destacables son los de Khirokitia en el Neolítico acerámico de Chipre, en Sesklo y Dímini, Grecia, y sobre todo, en las culturas de Vinča, Serbia, Cucuteni o Hamangia, en Rumanía, y. así, un largo etcétera). Un caso especial son las esculturas de piedra de Lepenski Vir (Serbia), talladas toscamente sobre grandes guijarros con personajes de aspecto tan peculiar que se han interpretado como seres híbridos (medio humanos, medio peces). Cerámica de bandas del Neolítico pleno danubiano Collar de cuentas de Estatuilla de Hamangia, piedra del neolítico del Neolítico final rumano italiano Firgurita femenina del neolítico balcánico En lo referente al ámbito de los adornos, éstos suelen ser brazaletes de esquisto en forma de anilla, cuentas de collar de diversos materiales (piedra, hueso, concha...), colgantes hechos con hueso, o con colmillos de animal, figurillas y objetos de utilidad práctica decorados, casi siempre con motivos abstractos. Al final del Neolítico aparecen los primeros objetos ornamentales hechos de cobre nativo martilleado. El arte levantino El artículo principal de esta categoría es Arte Levantino. La escuela de Arte Levantino español, que, para algunos estudiosos debe datarse en el periodo Epipaleolítico o (Mesolítico), hace unos 10.000 años antes del presente, y no en el Neolítico]], atribuyendo esta última datación a interpretaciones erróneas y sin fundamento. Las abundancia de escenas de caza con sus múltiples y sutiles aspectos son más propias de un pueblo cazador y no ganadero [cita requerida]. Sin embargo, muchos especialistas optan por ubicarlas, en sentido muy amplio en periodos más antiguos del Neolítico ya que, efectivamente sus representaciones incluyen ciertas escenas rupestres de ganadería; además algunos objetos representados permiten suponer que las pinturas tienen entre 8 000 y 5 000 años de antigüedad.[7] Son pinturas murales que aparecen en los acantilados rocosos y covachas poco profundas de sierras y zonas escarpadas de las provincias mediterráneas españolas (el Levante español), desde Lérida hasta Andalucía, destacando Cogull, Alpera y Valltorta (entre otros muchos). No conocemos arte mobiliar asociado, sólo pinturas murales con pigmentos naturales triturados. La temática principal es el ser humano y sus labores cotidianas: escenas de ganadería, caza, danzas rituales o, incluso, luchas violentas. El estilo es muy espontáneo y vivaz: los personajes forman auténticas escenas movidas y dinámicas. Las figuras son siluetas estilizadas y monocromas, esto es, pintadas de un sólo color (rojo o negro), son planas y sin modelado. Danza fálica de figuras femeninas en el abrigo de Arquero levantino típico Escena de caza del Cogull (Lérida) (Albocácer, provincia de Barranco de la Valltorta, Castellón) provincia de Castellón Combate de arqueros en una covacha de Morella, provincia de Castellón Los megalitos Artículo principal: Megalitismo El fenómeno Megalítico podría considerarse como la primera manifestación arquitectónica monumental en Europa occidental. Su nacimiento parece tener lugar al final del quinto milenio en varios focos simultáneos a lo largo del Atlántico, desde Huelva (en España), hasta las islas Shetland y Jutlandia, y su cronología sobrepasa ampliamente la fase neolítica, perviviendo durante la Edad del Bronce, especialmente en el norte (lógicamente también se produce una evolución de las formas constructivas). Un megalito podrá definirse como una construcción de piedras gigantescas (megas: gigante y, lithos: piedra), toscamente trabajadas. Aunque en periodo posteriores la tipología se diversifica, durante el Neolítico hay cuatro clases de monumentos megalíticos: el «menhir» (que no es más que una gran piedra hincada sin labrar), éste puede aparecer aislado o en grandes hileras. A veces también forma círculos, recibiendo entonces el nombre de «crómlech» (en las edades del metal, estos círculos de piedra llegan a desarrollarse mucho en las islas Británicas, recibiendo el nombre de henges»). En cualquier caso, los menhires, aislados o en grupos, señalarían santuarios al aire libre. Por último está el Dolmen: una tumba megalítica colectiva que al menos consta de una cámara funeraria cubierta por un túmulo, que a menudo se ha perdido (este esquema es el más común, pero pueden encontrarse variantes más complejas, o más sencillas). La cámara funeraria solía albergar los restos de multitud de cadáveres junto con su ajuar funerario. Alineamiento Crómlech Dolmen Menhir La decoración de los megalitos suele ser abstracta, aunque, como algunos parecen tener una larga vida como santuarios, también poseen temas figurativos de tipo esquemático. Hay tres grandes núcleos donde sobresalen los dólmenes decorados, Bretaña (por ejemplo, los dólmenes de Barnenez y Mane Kerionez), Irlanda (con New Grange o Loughcrew, entre otros) y, por supuesto, la zona galaico-portuguesa en la península Ibérica (con Antelas y Padrão en Portugal; la Granja de Tiñinuelo y El Soto en España). Las primeras fases decorativas suelenser abstractas (formas culvilíneas y geométricas, cúpulas), a veces grabadas y otras pintadas. Con el tiempo aparecen formas esquemáticas reconocibles (armas, antropomorfos, zoomorfos...). La cronología de esta decoración parece ser neolítica, sin embargo, en algunas representaciones es posible reconocer objetos metálicos con lo que hay que suponer una larga pervivencia cronológica. Decoración en espirales de la entrada a New Grange (Irlanda) Asociados a los monumentos megalíticos, pero localizados en zonas rocosas de la cornisa atlántica, desde la desembocadura del Tajo, en Portugal, hasta las islas Orcadas en Gran Bretaña (pasando por Galicia, Francia e Irlanda) podemos incluir los petroglifos atlánticos. Su temática parece ser la misma: motivos curvilíneos, meandros, cúpulas, espirales, laberintos, cuadrados... (raramente con representaciones antropomorfas o zoomorfas), pero su apogeo se da en el segundo milenio adC, es decir, la edad de Bronce. No es raro que este tipo de manifestaciones pervivan fases más tardías, como ocurre con los henges británicos. Esta decoración debe tener un valor fuertemente simbólico, representando conceptos cuyo contenido se nos escapa. Petroglifos de la Cornisa Atlántica de Europa El arte europeo en las Edades del Metal El fenómeno rupestre esquemático en Europa La llegada del metal, coincide, al menos en Europa, con un radical cambio de estilo de la pintura rupestre. Del realismo descriptivo paleolítico y la estilización narrativa levantina, pasamos a un esquematismo eminentemente simbólico. Las formas se reducen a sus rasgos más esenciales, sin dejar de ser figuraciones de elementos reales (no se alcanza la abstracción salvo, como veremos, en la zona más occidental). El arte rupestre esquemático tiene un gran desarrollo en la península Ibérica, tanto en pintura como en grabados, pero también se extiende por toda la franja atlántica (desde Portugal a Noruega), pero también es particularmente abundante en el este de Francia y el norte de Italia (tanto en el Atlántico, como en el área franco-italiana predominan los grabados, es decir, los petroglifos), El desarrollo del esquematismo en el arte prehistórico ha sido interpretado como una liberación de la realidad, como un triunfo del mundo simbólico y, por tanto, sería consecuencia de la aparición de religiones mucho más maduras.[8] Aparte de ello, el perfeccionamiento de utillaje metálico favorece el trabajo de la roca, y por tanto las insculturas van cobrando importancia, hasta el punto que los petroglifos nórdicos siguen realizándose hasta periodos históricos. Petroglifos escandinavos Ciervo grabado en Val Camónica (Italia) de Tanum (Suecia) Ciervo de la pintura El gran hechicero del Valle rupestre esquemática de las Maravillas, Francia española La provincia escandinava tiene mayor densidad en el centro-sur de Noruega y Suecia, en las regiones de Escania y Uppsala; destacando la zona de Tanum (declarada Patrimonio de la Humanidad ( con más de 300 conjuntos de arte rupestre). Los grabados escandinavos suelen aparecer en rocas alisadas por la erosión glaciar, son de gran tamaño y sus temas principales son guerreros y barcos. Los petroglifos escandinavos surgen en la edad del Bronce, en torno al 1600 a. C. y perduran hasta el año 100 de nuestra era. La provincia de la Alpes franco-itlalianos es una de las primeras zonas de arte rupestre conocidas el el mundo. Concretamente, en la región italiana de la Lombardía, los petroglifos de Val Camónica también fueron declarados Patrominio de la Humanidad. La mayoría son de la edad del Bronce, aunque perviven hasta la edad del Hierro. Hay gran variedad de temas, pero los predominantes son la caza del ciervo, la figura humana y los signos astrales, al final aparecen el carro y el caballo y, especialmente. En el Valle de las Maravillas (Alpes Marítimos. Francia) el protagonista es el toro en varias tipologías, si bien destaca un expresivo personaje armado con dos puñales conocido como «el hechicero». Precisamente, las armas representadas permiten calcular una datación principal en el Bronce Antiguo, aunque, posteriormente se añaden otras insculturas que alcanzan hasta la edad del Hierro. El arte esquemático en la península Ibérica: Toda la península Ibérica posee yacimientos de arte rupestre esquemático, aunque, para ser más concretos, éste predomine en zonas montañosas donde hay disponibilidad de abrigos rocosos (no obstante, tiene paralelismos no rupestres en zonas llanas, reflejados en la cerámica decorada, el arte mueble, la decoración de megalitos, etc). A pesar de ello, sería un error considerarlo un fenómeno único; más bien, deberíamos hablar de numerosas culturas regionales diferentes. En todo caso, el auge del fenómeno esquemático corresponde al tercer milenio adC, sobre todo al Calcolítico, comenzando su declive en la edad del Bronce, aunque existen numerosas pervivencias mucho más tardías. Véase también: Arte esquemático ibérico La escultura La escultura monumental enlaza directamente con las obras neolíticas que hemos citado sobre la DiosaMadre, de hecho, en algunas tumbas aparecen toscos personajes femeninos labrados en sus paredes, tal es el caso de la gruta sepulcral de Coizard (Marne, Francia) que sigue modelos idénticos a las llamadas estatuas-menhir, cuya datación se extiende desde el final del Neolítico hasta el final de la edad del Bronce). Se trata de figuras monolíticas, macizas, toscamentes desbastadas, de tamaño considerable, en las que se han dibujado, por medio de incisiones o, como mucho, bajorrelieves, rasgos humanos muy simples, destacando en la cabeza, los llamados «ojos de lechuza». El tronco no se difrencia y las extremidades aparecen sólo en algunas ocasiones, El bloque suele estar surcado por motivos decorativos lineales y signos sobre el sexo y la condición del personaje (collares, armas, herramientas...). Aparecen sobre todo en el sureste de Francia, en Italia, en Córcega y en la península Ibérica. Las más antiguas parecen ser las del Neolítico provenzal italiano (principios del III milenio a. C.), donde no ha podido establecerse ninguna relación con el mundo megalítico, aunque aparecen asociadas a enterramientos. A partir del 2500 a. C. se extienden al sureste de Francia, a la zona conocida como Rouergue (Aveyron y Hérault), donde adquieren su pleno desarrollo, destacando la llamada «Dama de Saint-Sernin», descubierta en 1888. Ya de época del metal parecen las estatuas-menhir de Liguria (Italia): en base a las armas que llevan se puede establecer una larga secuencia que comienza en el Calcolítico (tipo Pontevechio), continua el el bronce (tipo Canosa) y cumina en la transición a la edad del Hierro (tipo Remedello). En Córcega tenemos una sucesión similar, algunas de estas obras se asocian al Horizonte de las Nuragas, nacido al final de la edad de Bronce si bien culmina en la edad del Hierro. «Dama de Saint-Sernin» (Francia) Estela del Castro de Solana de Cabañas, en Logrosán (Cáceres, España) En la Península Ibérica aparecen (sobre todo en Extremadura y las regiones aledañas), pero probablemente pertenenzcan a un grupo independiente y más tardío, al menos en origen, puesto que no se asocian a los dólmenes, aunque también son funerarias. Son propias del Bronce pleno y, en sus fases tardías, ya representan a guerreros con cascos radiados y una completa panoplia compuesta de puñal, espada, alabarda o lanza y escudo (fíbulas, espejos..., a veces, también, carros de combate). La arquitectura Skara Brae, Islas Orcadas, Escocia La arquitectura civil de la primitiva Europa de la edad del Bronce puede separarse en dos grandes grupos. En la zona continental y atlántica predominan los poblados y aldeas de madera, con casas individuales, también de madera, y una protección compuesta por una empalizada. Al principio tal protección estaba más enfocada al ganado, pero con el tiempo hubo que reforzarla, ante el aumento de los ataques entre comunidades vecinas, añadiendo muros, fosos y varios cinturones de muralla hecha de troncos y barro (ejs.: Karanovo, Goldberg, Tripoljé...). La excepción a este modelo es el emplazamiento de Skara Brae, en las islas Orcadas. SKara Brae apenas tiene una decena de viviendas semi subterráneas de forma redondeada, construidas en sillarejo de piedra casi ciclópeo. Esta enigmática aldea costera fue abandonada y apenas se encuentran objetos entre sus ruinas, lo que dificulta su datación, aunque se estima que fue habitada en el tercer milenio. La Europa mediterránea tiene pueblos muy distintos, quizá por influencia oriental, se rodean con gruesas murallas de piedra dotadas de torres defensivas semicirculares. Dentro del poderoso recinto, se apiñan las casa de adobe, sin una organización concreta. Además suelen tener una ciudadela con fortificaciones especialmente reforzadas. Los ejemplos más impresionantes de este tipo de poblamientos son, en el Egeo, Sesklo o Khirokitia, pero también en occidente tenemos Los Millares (España), Zambujal y Vila Nova de São Pedro (en Portugal); todos ellos cacolíticos. Durante el Bronce las fortificaciones se perfeccionan y el uso de la piedra se extiende por el resto de Europa, probablemente gracias a las nuevas herramientas. La Etapa culmina en la edad del Hierro con todo un continente cuajado de castros o poblados con fuertes fortificaciones complementadas con torres, fosos y campos de piedras hincadas. La arquitectura religiosa se caracteriza por la pervivencia del megalistismo o de construcciones ciclópeas. En el tercer milenio, es preciso recalcar la importancia del conjunto de templos de Mudajdra, Tarxien y Ggantija en la isla de Malta (semisubterráneos y rematados con enormes lajas de piedra, contuvieron gigantescas estatuas femeninas dedicadas a la fertilidad; pero también debieron tener función funeraria, pues en uno de ellos, Ħal Saflieni, aparecieron restos de miles de cadáveres). En el Bronce antiguo sobreviven algunos dólmenes en los que ya se desarrolla la cubierta de falsa cúpula (no se llega al conocimiento del arco ni de la cúpula auténtica). En el Bronce pleno, con la llegada del complejo de culturas de los túmulos cambian las costumbres funerarias, de colectivas a individuales, pero ciertas zonas conservan centros cultuales de tipo megalítico, como los henges o círculos de piedras en las islas Británicas (siendo el ejemplo más conocido y espectacular el de Stonehenge, reformado una y otra vez desde su fundación, en torno al 2700 a. C., hasta su última fase en el 1500 a. C., más o menos). En la zona escandinava y el norte de Alemania destacan las tumbas con forma de barco, del Bronce final. Por último, destacar los centros ceremoniales ciclópeos del Mediterráneo, de la segunda mitad del segundo milenio, en el Bronce final: nos referimos a las edificaciones de la Cultura talayótica (fase I) en las Baleares y a la Cultura Nuráguica de Córcega. Templo ciclópeo de Ggantija, isla de Malta Círculo mágico de Stonehenge, Inglaterra El desarrollo del arte metalúrgico Tumba en forma de barco Talayot circular de la isla de Gotland, Suecia de Mallorca (España) El cobre, junto con el oro, son los primeros metales utilizados; al principio, ambos se obtenían a partir de pepitas y se martilleaban en frío. Con el tiempo pasaron a fundirse y forjarse en el horno. Pero el cobre es difícil de trabajar y poco resistente, por lo que los primeros adornos son extremadamente sencillos (alfileres, fundamentalmente). El oro se podría trabajar con más facilidad y, desde el principio, aparecen ornamentos repujados o fundidos. Cono de Aventon (Francia) Hacha de combate grabada (Europa central) Corazas de Marmesse Puñales de bronce(Francia) Panoplia de armas de bronce (Italia) (Rumanía) La aparición del bronce (cobre con un 10% de estaño) supone un importante paso adelante, pues es más versátil (funde a temperatura más baja, se enfría muy despacio) y permite realizar objetos más complicados. A medida que avanza la edad del Bronce, las técnicas son cada vez más refinadas, pero requieren, no sólo de un artesano especializado (al que a menudo se le otorga un trato especial), sino un continuo suministro de materias primas, lo que a su vez, estimula los intercambios comerciales y culturales en el continente. El centro más activo el el Mediterráneo oriental, pero ya hemos visto que hay importantes culturas en el Atlántico, en el Báltico y en otras regiones europeas. Las armas (espadas, hachas, corazas...) sobrepasan su papel bélico para convertirse en objetos de prestigio o ceremoniales, por lo que a veces se decoran como auténticas joyas, a lo que hay que añadir otros objetos de adorno corporal (broches, brazaletes, torques, lúnulas...) y objetos puramente ceremoniales y votivos. Lúnula pectoral de oro (Irlanda) Colmillo de Jabalí de La Colombine (Francia) Carro solar de Trundholm Vasos de oro repujados (Dinamarca) (Francia) El fin de la Prehistoria en Europa «canto del cisne» de la Prehistoria europea lo marca la penetración de las gentes de los campos de urnas, cuyo impetu llevó a la destrucción de tradiciones milenarias europeas, siendo responsables, incluso, del ocaso de Micenas y de casi todas las culturas Europeas. Sólo la franja atlántica pudo resistir su empuje. Estos pueblos, a su vez, a la primera cultura de la edad del hierro: Hallstatt. Basados en su superioridad tecnológica y en el empleo de la caballería ligera, ocuparon casi toda Europa, creando un nuevo orden que, tras un periodo oscuro, debido a los conflictos, desembocó en el nacimiento de las grandes civilizaciones clásicas (Etruscos, Griegos, Romanos...) y célticas, a las que habría que añadir Tartessos, en el sur de España, más ligado a la cultura orientalizante que a la indoeurpea. Todos estos pueblos acaban entrando en la llamada Historia Antigua europea. Cinturón de plata procedente de una tumba hallstáttica de Hirschlanden (Alemania) Oceanía Evidentemente, la considerar Oceanía como entidad geográfica es un mero convencionalismo, dada la enorme diversidad cultural y la amplísima zona geográfica que abarca (la más grande del planeta), salpicada de cientos de archipiélagos. Si exceptuamos Papúa-Nueva Guinea, esta zona no fue habitada por humanos hasta la aparición de Homo sapiens. Precisamente esta gran isla, Papúa-Nueva Guinea, parece el trampolín desde el que, por vía marítima, fueron ocupados Australia, Melanesia, Micronesia y Polinesia. Sin embargo, aunque sea plausible pensar que todas estas zonas fueron ocupadas, más o menos, simultáneamente, Australia sí tiene restos muy antiguos (que se remontan al Paleolítico, con más de 40 000 años de antigüedad), mientras que los archipiélagos del resto de Oceanía sólo conservan restos arqueológicos de pueblos que practicaban la agricultura (ñame, taro, árbol del pan, banana...) y la ganadería (cerdos y gallinas...). Estamos hablando, por tanto del Neolítico, con hachas pulimentadas y alfarería[9] con fechas radiocarbónicas muy recientes: 1500 a. C. para Micronesia (en las islas Marianas); 500 a. C. para Melanesia (en Nueva Caledonia) y 125 a. C. para Polinesia (en las islas Marquesas). Pintura rupestre de los aborígenes australianos mostrando la característica «visión de rayos X» La diversidad artística también es considerable, pero todas las tradiciones comparten la elevada consideracíón social que gozan los artistas y el papel que cumplen sus obras para mantener la cohesión social. En efecto, el caracter sagrado de las obras persiste en nuestros días y, con él, numerosos tabúes que, en general, mantienen la tradición, impiden la evolución y hacen que, a veces, estemos ante manifestaciones excesivamente estereotipadas y convencionales. Australia Trataremos aquí sólo el arte aborigen australiano que precede a la colonización y que, a pesar de ser (probablemente) la primera tierra colonizada en Oceanía por humanos modernos desde Papúa-Nueva Guinea, se mantiene en sus modos más primitivos. El arte aborigen australiano es, fundamentalmente rupestre, se trata de santuarios naturales decorados con pinturas y grabados, pero existen numerosos objetos rituales que pueden asociarse a las ceremonias en ellos llevados a cabo. Las pinturas rupestres son bastante convencionales y esquemáticas (llegando a la simplificación geométrica), pero también son muy coloristas (uno de los convencionalismos que más llaman la atención es la llamada «visión de rayos X» con que se representan algunas figuras). Además, no sólo se pintaron escenas simbólicas y mitológicas, hay otras con un gran sentido narrativo que pueden considerarse episodios reales o, más a menudo, sueños. Por otro lado, los australianos también practican el arte corporal, la pintura de arena y decoraban con grabados sus embarcaciones y hacían adornos sobre conchas. Destacan, entre sus objetos rituales ciertas placas oblongas, llamadas churingas, que unidas a una cuerza se hacían girar para emitir un zumbido continuo (a menudo se las llama bramaderas). Una función similar la cumplían los didgeridoos, enormes trompetas de madera que emitían un sonido rítmico, no melódico, que sin duda compaginaba con el zumbido de la churinga y que ayudaba a crear u ambiente propicio para la ceremonia de unión con el antepasado totémico. Abrigo rocoso con arte rupestre australiano Churinga o bramadera de los Poste funerario de los aborígenes australianos aborígenes autralianos Didgeridoo, instrumiento de viento aborigen australiano Los lugares más representativos del arte aborigen australiano son Bradshaws, al norte de Australia Occidental; la Garganta de Carnavon en Queensland; la ribera del Kakadanu en el Territorio del Norte y, sobre todo el monolito natural de Uluru, populamente llamada Ayers Rock, la montaña roja, al sur del Territorio del Norte, casi en la frontera con Australia Meridional, junto a Alice Springs es decir, prácticamente en el centro geográfico de las isla-continente. Melanesia Es el conjunto de islas situadas al norte y al noroeste de Australia, destacando sobre todas ellas la de Papúa Nueva Guinea, aunque el conjunto de los demás archipiélagos supera la ampliamente decena. Por otro lado, los melanesios, al contrario de lo que se creía hasta hace poco, no constituyen una unidad racial negroide, sino que su diversidad lingüística, cultural y genética demuestra una gran variedad de pueblos. En general, los primitivos melanesios solían ser animistas, y creían que el alma de las personas se reencarnaba en varios objetos simultáneamente, lo que propiciaba la creación artística, entendida como creación de objetos religiosos (estatuas, máscaras, mástiles, malagnaes, tambores...) de gran diversidad y riqueza. Al mismo tiempo, los primitivos melanesios eran bastante territoriales, incluso hostiles con sus propios vecinos, de modo que no llegaron a sobrepasar la estructura tribal en pequeñas comunidades, cada una con sus propias tradiciones. Existen numerosos núcleos artísticos en Melanesia, pero nosotros destacaremos el valle del río Sepik en la isla de Nueva Guinea y las islas Vanuatu. Adorno corporal melanésicoCasa de reunión melanesiaFigura de antepasadoEscudo de parada melanesio Aparte del adorno corporal, basado en tatuaje, cicatrices, piercings, pinturas y plumas de vivísimos colores, uno de los elemenos más testacables del arte melanesio son las grandes casas de reunión o «casas de los espíritus», exclusivas para los hombres y que suelen dedicarse a ceremonias relacionadas con el culto a los antepasados. Estas construcciones son de tipología muy diversa según la región o la isla, pero, en general, constan de una habitación única, con un inclinadísimo techo a dos aguas y una fachada ricamente decorada. La puerta suele ser muy estrecha y obliga a entrar a gatas y pasar una especie de laberinto. En el interior se acumulan las más ricas obras de arte, de significación religiosa: especialmente mástiles esculpidos, máscaras y los malaganes de Vanuatu, grandes tallas de madera policromada que se motraban a la tribu sólo en ocasiones especiales. Micronesia] Se trata de seis archipiélagos de origen coralino que en tiempos prehistóricos estuvieron bajo la influencia de los polinesios, pero en tiempos históricos han cayeron bajo control malayo. El arte micronesio es el más sencillo de Oceanía, escasean las tallas, salvo para el caso de las canoas, también son grandes artesanos en la confección de esteras, con motivos geométricos, a veces abstractos o, a veces, estilizaciones de antropomorfos y zoomorfosde inspiración polinésica. Pero lo micronesios no carecen de ciertos aspectos originales. Por ejemplo, las llamadas «piedras-moneda», grandes discos perforados de piedra que se trasladaban desde zonas lejanas hasta la entrada de las viviendas de los más poderosos para demostrar su estatus socio-económico. Otro interesante ejemplo es el de Nan Madol, una gran capital ceremonial con impresionante arquitectura ciclópea construida entre el siglo VIII y el siglo XII de nuestra era. Situación de Micronesia en el Pacífico Casa con numerosas Gran «piedra-moneda» de «piedras-moneda» Micronesia Ruinas del centro ceremonial Nan Madol Polinesia Polinesia está comprendida por una veintena de archipiélagos al sur del Pacífico, con una gran riqueza cultural debida a las sucesivas oleadas colonizadoras que sufrierons sus islas. Los polinesios, de tez mucho más clara que los melanesios, destacan por sus extraordinarias dotes marineras y por su deseo de entablar relaciones pacíficas con otros pueblos (al contrario que los melanesios), y son mucho más receptivos a las novedades, lo que les hizo más permeables a las otras culturas y hace más homogéneas sus tradiciones. Por otro lado, las tierras habitadas por los polinesios eran poco aptas para la agricultura (salvo ciertos frutos y especias) y la ganadería (exceptuando el cerdo), en cambio eran ricas en pesca. Los polinesios desarrollaron, entonces, una gran destreza naviera basada en canoas y catamaranes de diversos tamaños, según la distancia a la que estuvieran destinadas. Tales embarcaciones, algunas de las cuales alcanzaban los 30 metros de eslora, tenían una rica decoración tallada en la proa, sobre todo, y una velas de estera (hechas de cortezas de árbol y llamadas tapas) tejidas con motivos geométricos que llegaban a ser auténticas obras maestras. A pesar de la enormidad geográfica de Polinesia, nos centraremos en tres zonas para este breve repaso, Nueva Zelanda, las Islas de la Sociedad y la isla de Pascua. Polinesia Nueva Zelanda Proa tallada de una canoa Estera de corteza o «Tapa»Catamarán polinesio El poblamiento de estas islas es muy tardío, comenzó en el siglo X y cúlminó en el siglo XIII, de hecho, los primeros europeos recogieron tradiciones orales que hablaban de esta colonización procedente del centro de Polinesia; por lo tanto es muy reciente. Los maoríes formaron una cultura relativamente acomodada gracias a los recursos de la isla, por ello, son uno de los pueblos con mayor desarrollo artístico del Pacífico. Su arquitectura se basa en el uso de enorme pinos kauri con los que construyeron las «Mara'a» o gandes casas de reunión de inspiración melanesia, aunque su acceso no era tan restringido. Estas casas rectangulares, contecho a dos aguas sostenido con postes ricamente tallados, tenían una fachada monumental con una extraordinaria decoración tallada y policromada sobre la mitología maorí: el lagarto como símbolo del mal, el hombre-pez o Marahika, la ballena y otras muchas critaturas entre motivos de espirales y meandros. Además de la casa, los maoríes decoraban también sus graneros en un estilo similar. En ambos casos hablamos de construcciones muy refinadas cuyo sentido trascendía lo religioso para convertirse también en símbolos de riqueza y poder. Algo parecido podríamos decir de sus enormes canoas, para las que elegían los árboles más grandes, pues las tallaban de una sola pieza, excepto la proa decorada, que se añadía posteriormente. Los maoríes son, igualmente, coocidos por el arte del tatuaje, que se combinaba con la escarficación, para obtener efectos en relieve sobre la piel. Las mujeres ssólo se tatuaban sobre los labios, pero los hombre se tatuaban todo el rostro, el torso y las extremidades, con diseños que jamás se repetían. Otro rasgo propio de los maoríes era la fabricación de amuletos de jade o «tikis», con forma de mostruos antropomorfos de exquisito acabado. Interior de una Casa de reuniones Talla policromada maorí Proa ornamentada de una canoa Tiki o amuleto de jade Islas Hawaii [editar] La población hawayana tuvo una primera colonización micronésica a la que se añadieron sucesivas oeladas polnésicas que no pararon hasta el siglo XIII. Los dos aspectos más originales del arte hawayano son, sin duda, la creación de preciosos tocados de flores y plumas multicolores y la talla de ídolos con cabezas desproporcionadas y expresiones terroríficas. Podrían tratarse de divinidades protectoras o antepasados comunes. Por último, los hawayanos levantaron por toda la isla numerosos santuarios rupestres al aire libre con altares y decoración grabada, es decir, petroglifos. Manifestaciones artísticas del primitivo arte hawayano La isla de Pascua Las manifestaciones artísticas de la isla de Rapa Nui están entre las más originales y controvertidas, no sólo del Pacífico, sino de todo el mundo. Una isla de 163,6 km², a 2000 km de la isla más cercana y casi 4000 km del continente, que los exploradores europeos no hallaron hasta el siglo XVIII, casi deshabitada, sin más vegetación que la herbácea y con cerca de quinietas cabezas colosales de piedra ha provocado ríos de tinta y un sinnúmero de explicaciones, unas más sensatas que otras. Al parecer, la Pascua fue ocupada por polinesios de las islas Maquesas en el momento de máximo movimieto migratorio de la zona, o sea, el siglo XIII. En esa época estaba cubierta de bosques, lo que propició el florecimiento de una cultura fuertemente estratificada con una casta sacerdotal muy poderosa. La abundancia de recursos favoreció el enriquecimiento y éste, a su vez, propició la construcción de innumerables santuarios repartidos por todo el litoral cuya manifestación más grandiosa eran los moais: cabezas de hasta 10 ó 12 m de altura y 50 t de peso, que representarían antepasados míticos o difuntos. A dia de hoy existen diversas teorías pero ninguna explica totalmente cómo fueron elaborados los moais, no se sabe como fueron extraídos de las canteras ni como fueron modelados, aunque se piensa que fueron transportados por trineos, es muy difícil imaginar como pudieron erigirse y completarse con un tocado pétreo, a modo de sombrero, y como se colocaron los ojos incrustados en priedra blanca.[11] Grupo de moais desplazados Los Petroglifos de Orongo y de su emplazamiento Un moai con los ojos y la ceremonia del HombrePosible escritura rongo original el tocado colocados en pájaro rongo sobre tablilla de su lugar madera Los moais estaban de espaldas al mar sobre plataformas que actuaban de templos al aire libre, sus rostros son poliédricos, con la cuenca de los ojos muy hundida, una frente muy saliente y una naríz desproporcionada (rasgos que quedarían suavizados al colocar los ojos). Pero los pascuenses tienen otras manifestaciones artísticas, como los petroglifos de Orongo, relacionados con el mito del huevo de pascua y la ceremonia del Hombre-Pájaro o Tangata Manu; y los rongo rongo, o tablillas con signos que podrían ser una forma primitiva de escritura (algo desconocido por los demás pueblos oceánicos). Arte antiguo o Arte de la Antigüedad es el arte de la Edad Antigua. La historia del arte antiguo es la división de la historia del arte que se centra en su estudio e interpretación formal, técnica, estructural, e ideológica (iconográfica, iconológica) y en su explicación histórica; aunque la arqueología es la ciencia histórica cuyo objeto es la cultura material de la que las obras de arte son la manifestación más valiosa, y es la encargada de su descubrimiento y análisis contextual. Su delimitación cronológica va desde el comienzo de la Historia (aproximadamente el IV milenio a. C. en Próximo Oriente y Egipto) hasta la caída del Imperio romano de Occidente (siglo V). La extensión geográfica del desarrollo de las primeras civilizaciones –definidas por la aparición de la escritura y el poder político y religioso– impone dónde pueden localizarse (civilizaciones mediterráneas, de la India, de Extremo Oriente, de América Precolombina y del resto de Europa y de África) y cuándo puede hablarse en cada una de un periodo histórico (Historia) o de un periodo prehistórico (Prehistoria), que determinaría que su producción artística fuese objeto de la historia del arte prehistórico; aunque realmente la metodología para su estudio es en gran parte común, hay una diferencia fundamental, y es la posibilidad de utilizar las fuentes escritas para los periodos históricos. Este recurso es insustituible, puesto que no sólo permite la identificación en su caso de los autores o patrocinadores de la obra artística y reconstruir el contexto en el que se produjo, sino que posibilita la interpretación del Arte en su relación con la producción intelectual en otros ámbitos del pensamiento, sobre todo la religión y la filosofía. De esta manera se puede efectuar una lectura del arte que lo entienda a través la visión del mundo (Weltanschauung) o ideología dominante en épocas y lugares tan lejanos a nosotros como las civilizaciones de la Edad Antigua, y del que el Arte es la plasmación material y visual. Al contrario que la civilización occidental, las civilizaciones africanas, extremo-orientales y americanas no experimentaron la marcada discontinuidad que el arte occidental presenta entre el arte antiguo y el arte medieval; con lo que éste último concepto no suele aplicarse a estas civilizaciones. También existe un concepto comercial y coleccionista del Arte antiguo, entendido como antigüedades; es decir, como el término usado para englobar todo tipo de objetos artísticos que no se consideran Arte moderno, pertenezcan a la Edad Antigua o a periodos posteriores (arte medieval, arte de la Edad Moderna e incluso buena parte del arte contemporáneo si este no se entiende sólo como el más actual sino como todo el arte de la Edad Contemporánea -desde mediados del siglo XVIII-). Consideración social del Arte en la Antigüedad Venus Anadiómena (su nacimiento saliendo del mar, lo que exige su desnudez), fresco pompeyano que reproduce la composición atribuida a Apeles (finales del siglo IV a. C.), apreciadísima en la Antigüedad (Augusto pagó la extraordinaria cantidad de cien talentos a la ciudad de Cos para llevársela a Roma)[2] y que seguirá imitándose con distintas versiones y contextos en el renacimiento (Nacimiento de Venus de Botticelli, distintas Venus de Tiziano), el barroco (Velázquez) y posteriormente. El concepto de arte en la Antigüedad no había alcanzado en ninguna civilización la consideración social de bellas artes que consiguió en la cultura occidental a partir del Renacimiento. Pintura, escultura y arquitectura (las artes visuales) eran equivalentes a las diferentes artesanías, habilidades o técnicas manuales (ars en latín, tekné en griego) que no gozaban de prestigio social en ninguna de las distintas formaciones económico sociales de las primeras civilizaciones (modo de producción primitivo, modo de producción asiático o despotismo hidráulico y modo de producción esclavista). Durante el periodo clásico de Grecia, sí que hubo artistas destacados que se relacionaron con políticos e intelectuales, o lo eran ellos mismos (como Fidias); pero tal cosa sucedió más como excepción que como regla, e incluso actuó más como mitificación que como una valoración del artista concreto (el caso de Apeles). Templo egipcio de Columnas y puerta flanqueada por guardianes alados en el Palacio de File. Persépolis. Templo griego de Atenea (antes conocido como de Ceres) en Cúpula del Paestum. Panteón de Roma. Funciones del arte en la Antigüedad [editar] La función del arte y la valoración de los objetos que hoy consideramos una obra de arte, no tenían la misma consideración en las civilizaciones de la Edad Antigua: los pequeños objetos cotidianos que hoy se exhiben en los museos (desde pesos de husos para hilar hasta joyas) serían apreciados por su función o por el valor intrínseco de su material tanto o más que por cuestiones formales; [3] por el contrario, las grandes estatuas egipcias o las estelas sumerias tenían funciones religiosas –vida eterna– y de presencia política – ejercicio del poder y memoria histórica–, identificadas con el dios o el rey –que podía ser objeto incluso de una damnatio memoriae, borrando su nombre y sustituyendo sus rasgos por los del rey rival–. Estela de Hammurabi, con el texto del famoso Código en escritura cuneiforme. Tumbas de los Damnatio memoriae, en que se ha emperadores persas Ramsés II en la borrado la cara de Publius Septimius aqueménidas, en Naqsh-e entrada al templo de Geta en un retrato de la familia Rostam. Abu Simbel. imperial romana de los Severos. Pirámides de Giza. La casa, la tumba, el templo o el palacio, son contenidos arquitectónicos expresados en formas muy diversas por las distintas civilizaciones, sometidas a los condicionantes físicos y la disponibilidad local de materiales; pero no obstante, las soluciones formales encontradas fueron muy a menudo sorprendentemente similares (pirámides egipcias, chinas, mesoamericanas), y los elementos arquitectónicos elegidos de entre un surtido no ilimitado (cubiertas, muros, vanos, columnas, pilares, dinteles, arcos, bóvedas). Siempre, y en todo caso, con rasgos de validez prácticamente universal: la obligación de que el edificio permita satisfacer necesidades materiales e imaginadas de personas e instituciones (agentes sociales y políticos que son sujetos históricos), además de ser vehículo de una creación. Sólo desde ese punto de vista puede entenderse que la movilización necesaria para levantar las Pirámides de Giza era en sí misma justificativa de su existencia como proyecto ideológico de una sociedad entera. Disco de Nebra. Stonehenge. Mono de las líneas de Nazca.Mecanismo de Anticitera. Pont du Gard, puente y acueducto romano en su Provincia Gala Transalpina (actual Provenza, Francia). Idénticas funciones tenía el arte en las culturas prehistóricas simultáneas a las primeras civilizaciones del Próximo Oriente Antiguo, con las que de hecho mantenían relación, en toda la Cuenca del Mediterráneo e incluso la Europa central: objetos como el disco celeste de Nebra, recuperado por románticos procedimientos y estudiado por la arqueología, eran en la época (II milenio a. C.) útiles tecnológicos, valiosos por su función real y por su función simbólica, no por cuestiones relativas a la estética, a pesar de que son indudablemente bellos. Lo mismo podría decirse de los monumentos megalíticos como Stonehenge, un verdadero observatorio astronómico que al tiempo servía de calendario solar-lunar, o el mecanismo de Anticitera, un enigmático objeto de bronce con engranajes fechado en el siglo I a. C.. Otros son de muy discutida función, como las preincaicas líneas de Nazca. En la civilización romana, la función utilitaria y la durabilidad de acueductos y puentes sin duda prevalecía sobre cualquier consideración estética, aunque también sirvieran de vehículo para expresarlas. El aspecto (en cuanto a la Copia romana en mármol del policromía) de la destruida Discóbolo de Mirón. Necesita Atenea Partenos de Fidias no un apoyo para que no se sería muy distinto del de estadesequilibre o se le quiebren recreación. las piernas por el peso. Copia algo más similar al original, al menos en su material: de bronce, con lo que es más ligera y no necesita el apoyo. Su color oxidado es verde oscuro, pero bruñido es de un tono similar al de la piel mediterránea bronceada en verano. Elementos arquitectónicos griegos, coloreados tal como lo estarían. La idea de belleza en el Arte antiguo En otras ocasiones, la imagen que nos hacemos de lo sublime del arte antiguo tiene poco que ver con lo que veían sus contemporáneos: la blancura del mármol de templos y esculturas griegas que tanto admiramos estaba siempre cubierto de pintura en vivos colores, puesto que sin ella los hubieran considerado inexpresivos e inacabados. También hay que considerar que la mayor parte de esas esculturas griegas las conocemos por copias industrializadas hechas en época romana con criterios arqueológicos, culturales o turísticos entonces sí algo más cercanos a los nuestros. Busto de Nefertiti. Obra maestra del arte egipcio. Afrodita, Leto y Artemisa en los relieves Trono Ludovisi, Afrodita del Partenón (técnica de paños mojados) Akenatón, Nefertiti saliendo del mar. Fidias, mediados del siglo V a. C.. y sus hijos. Marsias despellejado por Apolo en castigo por haberle desafiado (o quizá en venganza por haberle en verdad vencido) en una competición musical; un tema muy adecuado a las reflexiones griegas sobre la capacidad humana de equipararse a los dioses mediante la habilidad o el arte, que fácilmente desemboca en el exceso pecaminoso de la hybris u orgullo desmesurado. Es copia romana de una escultura helenística que se recrea en el dolor de la tortura de un hombre viejo y feo, en un estiramiento anatómico muy estudiado por el arte académico, y que se considera precedente de las representaciones del Cristo crucificado tan habituales en el arte occidental a partir de la Edad Media. La idea de lo bello no ha sido nunca constante;[5] ni siquiera en un periodo de estabilidad tan prolongada en la repetición de formas estereotipadas como fue el arte egipcio, que presentó una discontinuidad radical como fue el periodo de Tell el Amarna (vinculado a las reformas religiosas de Amenofis IV-Akenatón. Tampoco presenta características locales inconfundibles: la manera egipcia de representar las figuras es similar a la de la Grecia arcaica; al igual que las formas fantásticas que se han venido en llamar estilo orientalizante. Tomando como ejemplo el caso paradigmático del arte griego, la evolución de los periodos arcaico, clásico y helenístico ha sido comparada a otros momentos de evolución pendular en la Historia del Arte, que Eugenio D'Ors interpretaba como alternancia entre clasicismo y barroco: Acicateado por Benedetto Croce, quien pregonaba, como si estuviese en 1800, que el barroco era sólo una de las variedades de lo feo, d'Ors conjuró esa anticuada injuria neoclasicista. Fue más lejos y, contra eruditos como Wölfflin, negó el escritor barcelonés que el barroco fuese tan sólo una excentricidad jesuita visible en la iglesia romana del Gesù o un reflejo de la decadencia del imperio español, controlado en calidad de epidemia en el tránsito del siglo XVII al XVIII. El barroco, argumentó d'Ors, era un estado del alma que, atemporal y ahistórico, aparecía en diversas estaciones de la civilización. Lo barroco era un eón que imitaba los procedimientos de la naturaleza, mientras que el eón clásico hace lo propio con los mecanismos del espíritu. Barroco era lo mismo Proust que la novela rusa, Goya que Picasso, Copérnico como la teoría de la relatividad. "Así", dice d'Ors en Lo barroco, "en las épocas de clasicismo, la música se vuelve poética; la poesía, gráfica; la pintura, plástica; y la escultura, arquitectónica. Recíprocamente, en las épocas de tendencia barroca, la gravitación se produce en sentido inverso: el arquitecto es quien se hace escultor; la escultura pinta; la pintura y la poesía revisten las formas dinámicas propias de la música." Las tesis de d'Ors, aunque escandalizaron en Pontigny, nunca alcanzaron a imponerse. Repitiendo al Stendhal de 1823 cuando eternizó al romanticismo de Shakespeare contra el clasicismo de Racine, d'Ors profundizó en esa dicotomía binaria a través de la oposición nietzscheana entre lo apolíneo y lo dionisiaco, aplicándola al barroco y al clasicismo. Koré arcaica, Hetepheres II Grecia, segunda y Meresankh mitad del siglo III. VI a. C.. Afrodita Kallipygos (calispigia o de las Venus de Arles, copia romana nalgas hermosas), periodo helenístico, de la Afrodita de Tespias de Praxíteles, Grecia, segunda mitad del siglo IV a. C.. divulgada a partir de una copia romana hallada en el renacimiento propiedad de los Borghese. Innovaciones y evolución en el arte antiguo La historia del arte como esfuerzo continuado de transmisión y tradición directa de maestro a discípulo, de una generación a su siguiente, relaciona el arte de nuestro tiempo con el del valle del Nilo de hace cinco mil años, pues nosotros aprendimos de los griegos y estos aprendieron de los egipcios. Todos nosotros somos alumnos de los griegos. Ernst Gombrich[7] La evolución e innovaciones en el arte de las civilizaciones antiguas es consecuencia del trabajo de búsqueda de innumerables artistas que al elaborar nuevas soluciones formales fueron conformando avances y cambios en el arte de su tiempo. En la aspiración de los egipcios a la eternidad, debía ser de suma importancia la construcción de sus tumbas para asegurarse la perennidad. Hacia el 2.700 a. C. se habían realizado importantes progresos arquitectónicos en las tumbas reales pero aún se seguía edificando en adobe. En tiempos de Djoser (segundo faraón de la Tercera Dinastía), se construyó en Saqqarah la primera pirámide escalonada, grandiosa realización debida a la inventiva del arquitecto Imhotep, también primer ministro y sumo sacerdote. Según cuenta Manetón, Imhotep fue el inventor de la construcción con sillares de piedra. La pirámide escalonada no fue concebida de una vez. Después de dos ampliaciones para englobar pozos y galerías subterráneas, tenía una forma trapezoidal de unos ocho metros de altura. Imhotep tuvo entonces la idea de elevar hacia el cielo, donde reinaba el dios Sol, una gran escalera que permitiera al faraón después de su muerte elevarse hacia la morada de los inmortales. Había inventado el género de la pirámide. Inicialmente tuvo cuatro grandes escalones con una altura de 42 metros. Después una nueva ampliación elevó los escalones a 6 y la altura total a 60 metros.[9] En tiempos de Snefru, fundador de la cuarta dinastía, se modificó la poderosa arquitectura escalonada ascendente, estableciendo la nueva orientación de la arquitectura monumental funeraria egipcia: la Pirámide de Meidum.[10] Imhotep construyó en 2645 a. Pirámide de Meidum, una verdadera pirámide a pesar de C. para su faraón Djoser, una Estauilla empleada Copia del Diadumeno tumba de diseño revolucionario, que se la conoce como falsa como exvoto en la de Policleto realizado pirámide debido al la pirámide escalonada, la derrumbamiento de sus caras civilización sumeria en el 440 a. C., según primera erigida en Egipto. en el III milenio a.C. su canon de belleza. triangulares. Las estatuillas sumerias encontradas en la zona de Diyala son exvotos que tanto la gente corriente como la acomodada depositaban al pie del altar en sus templos. Son de yeso, alabastro, o mármol rosa y con sus manos juntas y la mirada perdida en la contemplación representaban la plegaria permanente de aquellos que las depositaban a los pies de la divinidad. Algunas estatuillas son obras de buenos artistas empleados por reyes y altos funcionarios, otras eran realizadas en serie al alcance de todos los bolsillos. Seguramente los talleres donde los artesanos trabajaban la piedra estarían en las proximidades del templo y allí los fieles irían a comprarlas. Los descubrimientos arqueológicos de Henri Frankfort muestran que la evolución que se produjo en tres o cuatro siglos pasó desde unas formas geométricas hasta reflejar la realidad en todos sus detalles. Los orantes con el rostro bondadoso y sonriente del periodo más reciente serían la indicación de que el terror y las angustias ante los dioses habían desaparecido. El estudio de las esculturas de desnudos en la Grecia antigua desde la época arcaica ha permitido reconstruir la historia de la reproducción del cuerpo masculino e interpretarla en términos de progreso continuo. Tal evolución tuvo un hito en el establecimiento del canon sobre las medidas del cuerpo humano establecido por el escultor Policleto en el siglo V a. C. y que sirvió como ejemplo a los escultores griegos posteriores. El sistema de proporciones que estableció es parte de las búsquedas emprendidas desde la época arcaica y está basado en relaciones aritméticas simples.[12] La belleza del cuerpo se encontraba en la proporcionalidad de todas sus partes entre sí: la cabeza debía ser la séptima parte de la altura total, el pie dos veces la longitud de la palma de la mano, etc.[13] Como refinamiento estético introducía el contrapposto: una pierna ligeramente flexionada; con lo que la cadera del lado opuesto aparecía más elevada, el hombro de ese mismo lado quedaba a menor altura que el contrario, y la figura describía en su vertical una ligera curva y contracurva (una "S"), dando una sensación de movimiento. El descubrimiento del Arte antiguo Aunque el Arte medieval, sobre todo en Italia, no significó una ruptura radical con el arte clásico (que de hecho ya se había desvirtuado en su clasicismo con el Helenismo, y mucho más con el arte tardorromano), el Renacimiento se definió a sí mismo como una resurrección de la Edad Antigua, entendida como un modelo a imitar. La división de las edades históricas -Antigua, Media y Moderna-, que ha sido acusada frecuentemente de eurocéntrica, tiene esencialmente valor para Occidente tal como se definirá ese concepto a partir del siglo XVI, puesto que se origina en ese momento, y para las culturas antiguas en que los intelectuales de Europa Occidental de la Edad Moderna pretendían encontrar su origen. La presencia en Italia, sobre todo en la ciudad de Roma, de restos visibles, y el hallazgo continuo de restos enterrados, eran tenidos en cuenta, y permitieron la paulatina definición del oficio del anticuario (coleccionista, erudito y al tiempo expoliador y destructor), mientras se crean las bases de la ciencia arqueológica. Se recuperaban con veneración textos clásicos, como Los cinco libros de la arquitectura de Vitrubio, y se escudriñaban los escasos pasajes sobre arte de Plinio el Viejo. El hallazgo de la Domus Aurea de Nerón, el grupo de Laocoonte o el Apolo de Belvedere, fueron percibidos por los pintores y escultores del Cinquecento como una confirmación del camino emprendido o un estímulo para emprender otros nuevos (caso del torso Belvedere para Miguel Ángel). Más adelante, en el siglo XVIII, el descubrimiento de Pompeya y Herculano en el reino de Nápoles de Carlos III (excavaciones sistemáticas de Karl Jakob Weber , Roque Joaquín de Alcubierre, Francisco la Vega y su hermano Pietro la Vega) impactó extraordinariamente en la intelectualidad europea, especialmente en Johann Joachim Winckelmann (muy crítico con Alcubierre), y se divulgaron a través de los dibujos de John Flaxman y la cerámica de Wedgwood, creando una verdadera fiebre neoclásica que tuvo incluso su versión turística (el Grand Tour). Simultáneamente se fue produciendo una ampliación de la atención a otras civilizaciones de la Edad Antigua, destacadamente la griega, cuyo solar nacional y monumentos estaban en sometidos al Imperio Turco. El interés de los viajeros europeos occidentales no fue ajeno al surgimiento de la conciencia nacional griega, como prueba la peripecia romántica de Lord Byron Otras civilizaciones, como la egipcia, había sido objeto de mistificación desde muy antiguo (vinculación con la alquimia y el hermetismo y otras disciplinas mistéricas, como los símbolos y escenografía de la masonería, que reprodujo Mozart en La Flauta Mágica). Pirámide del Sol, Teotihuacán (México), siglos I y II. El siglo XIX contempló el desarrollo de los saqueos a gran escala mientras se desarrollaba la egiptología científica (expedición napoleónica a Egipto y posteriores investigaciones de Champollion, incluyendo la utilización de la Piedra de Rosetta, para el desciframiento de los jeroglíficos). De forma similar se procedió en Palestina con la denominada arqueología bíblica (1865 Palestine Exploration Fund -Charles Warren-, 1870 American Palestine Exploration Society, 1889 École Biblique et Archéologique Française), en Troya y Micenas con Heinrich Schliemann (desde 1870), y en Mesopotamia con la excavación de Babilonia por la Deutsche Orientgesellchaft (1898, Robert Koldewey).[16] El siglo XX desarrollará una arqueología más sistemática y racional, que no obstante jamás se ha desprendido de su aureola romántica (Arthur Evans en Cnosos -el mítico laberinto del minotauro en Cretay Howard Carter en la tumba de Tuntankamón). La arqueología precolombina (que se extiende sin solución de continuidad cronológica desde la Prehistoria hasta lo que en Europa sería Edad Media -mayas, aztecas e incas-) se ha desarrollado como resultado del interés de los estadounidenses por encontrar un pasado autóctono americano que proponer como memoria continental alternativa a la del Viejo Mundo (John Lloyd Stephens, Hiram Bingham). La arqueología en China y Asia central es una disciplina aún más reciente, y en pleno desarrollo. Lo mismo ocurre con civilizaciones europeas que han tenido la buena o mala fortuna de presentar poco apoyo de las fuentes escritas y hallarse en zonas de Europa Oriental menos accesibles a los arqueólogos occidentales por cuestiones políticas (tracios -Tumba tracia de Kazanlak, Bulgaria- o escitas descubrimiento en 1947 del enterramiento de Pazyryk por Sergei Rudenko en los Montes Altai-). Napoleón ante la Esfinge, de Jean-Léon Reconstrucción del Peine de oro escita, Ejército de terracota (Xian, 210 a. C.). situado en el interior del Mausoleo de Qin Shi Huang, uno de los lugares arqueológicos más espectaculares de China y del mundo, descubierto casualmente en 1974. orfebrería de los pobladores de Arthur Evans. Escitia. Las colecciones antiguas del Museo del Louvre de París, el British Museum de Londres, la Gliptoteca de Múnich y la Isla de los Museos de Berlín, son consideradas hoy en día como la demostración de un expolio (comenzado en época romana, con el traslado de algunos obeliscos egipcios) cuya devolución reclaman los países emisores, basándose en argumentos morales, jurídicos y en la preferencia por mantener las piezas en su contexto original (destruido en buena parte durante la extracción); frente al argumento de los receptores de que si no hubiera sido por su interés de entonces, la mayor parte de las piezas probablemente se habrían destruido, dado el desinterés de los anteriores administradores o propietarios, que los museos donde están son un entorno idóneo para su estudio y contemplación, y que el tiempo transcurrido les ha hecho también adquirir derechos históricos (que tampoco pueden reclamar en exclusiva y sin oposición los emisores, dado que también eran imperios expoliadores de otros pueblos de donde obtuvieron esos o semejantes tesoros). Gérôme. Otras artes Palacio de Cnosos por Musa tocando la lira en un lecito ático del llamado pintor de Aquiles (440 a. C.). Otras artes también son objeto de estudio para la Edad Antigua, pero por su naturaleza (por ejemplo, por no ser artes visuales) o por otras razones), lo son por otras disciplinas y no por la Historia del Arte, a pesar de que en la Antigüedad eran ellas, y no pintura, escultura o arquitectura, el objeto de la protección de las divinas e inspiradoras musas: Música en la Antigüedad (Euterpe). No debe confundirse con el concepto de Música antigua, que se utiliza de forma equivalente a la música clásica anterior al siglo XVIII y limitada geográficamente a Europa Occidental. Historia de la Danza (Terpsícore). Historia de la Literatura antigua (hasta cinco musas, según el género literario -Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia y Talía-; incluso ciencias como la historiografía y la astronomía tendrían a Clío y a Urania). La historia de la escritura, además del estudio lingüístico de los distintos alfabetos o el estudio erudito historiográfico de la paleografía, incluye cuestiones formales, como son: la epigrafía, estrechamente unida al estudio de los monumentos arquitectónicos y escultóricos que son el soporte de sus inscripciones, y la caligrafía, vinculada al estudio de los textos escritos en soporte ligero (papiro y pergamino), y que en algunas civilizaciones, sobre todo asiáticas, alcanzó un gran desarrollo artístico (caligrafía china, caligrafía japonesa); la caligrafía árabe y la caligrafía latina u occidental (con muchas variantes, como la caligrafía Uncial), tuvieron mayor desarrollo a partir de la Edad Media. Artes menores, artes suntuarias y artes efímeras Pintura sobre cerámica. Dinastía Han oriental, China, siglo I al III. Otras artes, que hasta hace poco eran artesanías, artes menores, artes aplicadas, oficios artísticos o artes y oficios; y que a partir de mediados del siglo XX dignificamos con nombre de diseño (a veces pervertido en un cliché pretencioso), tampoco fueron objeto de protección de las musas: Historia del vestido antiguo. Historia del mobiliario antiguo. La orfebrería suele ser objeto de tratamiento común con la escultura, por las características comunes en técnicas y aspectos formales, aunque reducida a pequeña dimensión y especializada en materiales denominados nobles (metales preciosos, piedras preciosas, etc.). La cerámica suele ser objeto de un tratamiento común con la pintura, en cuanto a su decoración (siendo considerada a veces como un mero soporte de la representación pictórica, como podría serlo el muro, la tabla o el lienzo), y de un tratamiento especializado en cuanto a sus valores formales propios y técnicas de elaboración. Algunas de las anteriores u otras -tratamiento artístico de las armas- dado el precio extraordinario que podrían alcanzar, y lo exclusivo de su clientela, alcanzan el calificativo de artes suntuarias. Otras, como la perfumería o la gastronomía, dado lo efímero de sus productos, no alcanzan a fijarse en la cultura material perdurable (más allá de las reconstrucciones analíticas), aunque sí en las fuentes escritas que las describen. El carácter efímero era consustancial a determinadas expresiones limitadas a un evento particular, como los triunfos romanos, algunos de cuyos materiales terminaron por convertirse en obras perennes ( arco de triunfo), o todas las ceremonias religiosas, de las que las más espectaculares fueron en todas las civilizaciones las ceremonias fúnebres, en las que se desarrollaban todo tipo de artes, incluidas artes marciales. Del valor artístico intrínseco que sus contemporáneos daban a las manifestaciones deportivas de la antigüedad, especialmente los Juegos Olímpicos, son muestra su reflejo literario y en las obras de arte visual que inmortalizaron a sus campeones. Periodización y estilos del Arte antiguo La periodización de la historia del arte antiguo se basa en las distintas civilizaciones donde surge, utilizándose de forma equivalente a las divisiones estilísticas propias de los periodos posteriores de la Historia del arte occidental. Los primeros apartados de este esquema utilizan denominaciones marcadamente geográficas, tanto para las civilizaciones antiguas que conformaron la civilización occidental (Próximo Oriente Antiguo, Egeo, resto de Europa), como para las demás civilizaciones antiguas (resto de Asia y América precolombina); mientras que el último hace referencia a los últimos periodos cronológicos que presenciaron el periodo formativo del arte occidental en la Edad Antigua: con el nombre de arte clásico se hace referencia al de Grecia y Roma en el periodo denominado Antigüedad clásica, que se impone en todo el espacio mediterráneo y próximo-oriental por el helenismo y la conquista romana; mientras que con el de Arte del cristianismo antiguo se hace referencia al arte del periodo denominado Antigüedad tardía (siglos IV al VIII), que se sitúa posteriormente a la Antigüedad clásica, a caballo entre los últimos siglos de la Edad Antigua y los primeros de la Edad Media. Arte pre-clásico de la civilización occidental El nacimiento de la civilización se produce en el Creciente fértil (término de James Henry Breasted para referirse a la zona que presenció las transformaciones radicales en la historia de la humanidad que Vere Gordon Childe denominó revolución neolítica y revolución urbana), que dibuja en los mapas una forma de luna creciente, entre Mesopotamia, sureste de Anatolia, Levante mediterráneo y Valle del Nilo.[17] El mundo mediterráneo y el próximo oriente presenciaron el surgimiento competitivo de distintas civilizaciones, unas sedentarias, con base en la agricultura de irrigación en valles de grandes ríos inundables o en otras zonas apropiadas, otras nómadas, con base en el pastoreo. Los pueblos que las originaron procedían de muy distintos orígenes etno-lingüísticos de debatida clasificación (la terminología tradicional, muy discutida, usa términos como semitas, indoeuropeos, camitas, etc.). El desarrollo de las primeras religiones organizadas (con clero jerarquizado, templos, mitología, etc.) y las primeras estructuras políticas (reyes, palacios, burocracia, ejércitos, fronteras, guerras de conquista, ciudades-estado, reinos, imperios), proporcionó los primeros patrocinadores de programas artísticos de envergadura (sobre todo arquitectónicos y escultóricos, aunque también demandaban pintura, cerámica, orfebrería y todo tipo de arte suntuario -armas, mobiliario, vestiduras, etc.-). La consideración de pre-clásico para estos estilos es una visión en perspectiva, dado que la experimentación de tantas y tan variadas formas artísticas terminaron influenciando lo que mucho más tarde se definió como arte clásico. Arte mesopotámico - A partir del IV milenio a. C. aparecen las primeras ciudades (Ur, Uruk, Eridú, Lagash) en la actual zona de confluencia del río Tigris con el rio Éufrates (antigua línea de costa del Golfo Pérsico): la Baja Mesopotamia, también llamada Sumeria o Caldea. - Palacios, templos (zigurats), cámaras funerarias. - Uso del adobe, la madera, y el ladrillo (determinado por la inexistencia de canteras en un territorio aluvial), lo que implica la utilización de la bóveda y el Arte sumerio arco. Ladrillo coloreado para decoración. - Figuras religiosas de alabastro (jerarquía por altura y tamaño de los ojos). Formas geométricas (geometrización) y esquemáticas (esquematismo) basadas en el cono y el cilindro. -Estelas para glorificar victorias militares (Estela de los buitres, Estela de Naram-Sim) -Taracea (Estandarte de Ur). - Influencia en el arte asirio y arte babilónico. Véase también: escritura cuneiforme, escultura caldea, arquitectura caldea y Renacimiento sumerio Arte asirio - Inicialmente en la zona norte del rio Tigris (la Alta Mesopotamia), con centro en Assur y luego en Nínive; posteriormente se extiende en un imperio de grandes dimensiones (Imperio Asirio). - Auge en la primera mitad del I milenio a. C. (entre c. 1000 y 612 a.C.). - Influencia del arte sumerio. Templos y zigurats monumentales. Ladrillo, y también piedra en las entradas de las ciudades y salas. - Escultura monumental (demonios guardianes), bajorrelieve narrativo a gran escala. Véase también: Arquitectura asiria, Escultura asiria y Orfebrería asiria y persa Arte babilónico - Ciudad de Babilonia y los dos periodos en que se extendió un imperio con centro en ella: primero con Hammurabi (Imperio babilónico, II milenio a. C.), y más tarde con Nabucodonosor (Imperio neobabilónico, mediados del I milenio a. C., entre 612-539 a.C.). -Construcciones mitificadas en las narraciones bíblicas: Torre de Babel, Jardines Colgantes de Babilonia). - Ladrillo vidriado coloreado para la decoración de superficies arquitectónicas. - Representación de figuras animales. Arte del valle del Nilo Arte egipcio Arte nubio - Desde el IV milenio a. C. hasta la conquista de Alejandro Magno en el siglo IV a. C.. - Civilización creada en torno al poder político y religioso (faraón y templos) que controlan la agricultura regada por las inundaciones del Nilo, y en una estructura burocrática (escribas y escritura jeroglífica). Se desarrolló una religión basada en el concepto de vida eterna después de la muerte (Libro de los Muertos), lo que implicó un gran desarrollo del arte funerario. - Arquitectura monumental en piedra: templo egipcio (Luxor, Karnak, Abu Simbel, File) y tumba egipcia (mastabas y pirámides en el Imperio Antiguo, e hipogeos en el Imperio Nuevo -Valle de los Reyes-). - Imhotep (Pirámide escalonada de Saqqara) fue el primer arquitecto de nombre conocido (siglo XXVII a. C., inmediatamente anterior a la Pirámide de Keops (arquitecto Hemiunu). - Relieves y pinturas murales asociados a la arquitectura, estatuaria colosal de bulto redondo (tríada de Micerino, Colosos de Memnón, El escriba sentado, CheikEl-Beled, busto de Nefertiti) artes decorativas y mobiliares. - Carácter solemne con base en cánones rígidos de representación y simbolismo. - Las características del arte egipcio son notablemente estables en un periodo de tres milenios: monumentalidad, estereotipación de la figura humana, frontalismo, jerarquía, ausencia de perspectiva en pintura y explotación de la perspectiva en arquitectura, donde predomina de forma absoluta la línea recta (el sillar, la columna, el dintel); con la excepción (en las artes visuales y en los conceptos religiosos) del periodo de Tell-el-Amarna, y (en arquitectura) del Templo Solar egipcio. - Los pigmentos son minerales y el aglutinante es a la cola, aplicado sobre una capa de yeso blanco que cubre la pared, lo que dota a la pintura de una extraordinaria luminosidad. Véase también: Arquitectura del Antiguo Egipto, Pintura del Antiguo Egipto, Escultura del Antiguo Egipto, Orfebrería egipcia y Cultura del Antiguo Egipto - Nubia, al sur del Alto Egipto, más allá de Asuán, habitada por pueblos nilóticos (negros) desarrolló una civilización que llegó a emular a la egipcia, con la que estuvo en contacto (intervenciones alternativas de una en la otra). - Reino de Kush, Reino de Aksum, rey Arikamaninote. - Escultura, orfebrería y arte funerario de marcada influencia egipcia. - Pirámides de Meroe y Napata. Otros artes del Antiguo Oriente Próximo Arte hitita - Los hititas, desde el centro de Anatolia (actual Turquía), establecieron un imperio con capital en Hattusas que se extendió por la costa del Mediterráneo hasta Egipto. - Arte ciclópeo: sillería de grandes dimensiones, relativa tosquedad de sus bajorrelieves (influencia asiria) y escasas esculturas en bulto redondo (influencia egipcia), aunque caracterizadas por la ausencia de delicadezas formales y escaso detallismo. - Trabajo de los metales, rudo pero muy sugestivo por su estilización y abstracción. Símbolos crípticos. Arte fenicio - Los fenicios o púnicos, pueblo semita asentado en la costa del actual Líbano (Tiro, Sidón, Biblos) se expandieron por el Mediterráneo entre el siglo XI a. C. y el siglo VII a. C. mediante la fundación de colonias comerciales: sur de la península itálica, Sicilia, sur de la península ibérica y norte de África donde fundaron la colonia de Cartago (que a la caída de las metrópolis asiáticas bajo el imperio persa, continuó su expansión convirtiéndose en un verdadero imperio marítimo en el Mediterráneo Occidental hasta el siglo III a. C. Guerras Púnicas contra Roma-). - Sentido utilitario: artesanía y comercio de productos de lujo (armas, cerámica, telas, tintes) mediante navegación por todo el Mediterráneo e incluso por las costas atlánticas europeas y africanas. - Influencia del arte egipcio, el arte mesopotámico y el arte egeo primitivo (arte minoico y arte micénico); e influencias mutuas con el arte griego posterior (período orientalizante y época arcaica). Véase también: Orfebrería fenicia Arte hebreo antiguo - La Historia del Antiguo Israel es la de un pueblo semita nómada (pueblo judío o hebreo) que se asienta y forma un reino en conflicto con los pueblos de Canaán a finales del II milenio a. C. (Saúl, David, Salomón) - Capitalidad de Jerusalén y su templo, principal centro artístico y religioso: monoteísmo, libro sagrado (Torá o Biblia), prohibición de la idolatría (lo que impide cualquier representación gráfica humana o animal). - Se relaciona con las civilizaciones egipcia y fenicia (incluso con el reino de Saba, localizable al sur del Mar Rojo, en Yemen o en Etiopía); y es conquistado por asirios, babilonios, persas, griegos y romanos, con sucesivos exilios masivos (cautividad de Babilonia, cautividad de Nínive y Diáspora). Véase también: Menorah, Arca de la alianza, Columna salomónica, Moloch, Tierra Santa y Arqueología bíblica Arte persa - Los medos y persas desarrollaron su civilización entre Mesopotamia, India, Asia Central y el Cáucaso, región árida de paso de tribus nómadas correspondiente con el actual Irán. - Arte nómada ornamental (armas, vasos) en madera, hueso o metales. Estilo animalista, abstracción figurativa y orgánica. - Tras dominar a los asirios, conquistaron Babilonia en el 539 a. C.. - Palacios colosales (varias influencias, ambiente ceremonial y repetitivo Persépolis, Susa-), ausencia de arquitectura religiosa, determinada por las características del zoroastrismo. - Arte funerario: tumbas de Naqsh-e Rostam. - Escultura asociada a la arquitectura. Véase también: Arquitectura medo-persa, Escultura medo-persa, Pintura asiática antigua, Orfebrería asiria y persa, Persia, Imperio aqueménida y Imperio sasánida Arte árabe pre-islámico - La Arabia pre-islámica se desarrolló como una civilización sin un estado centralizado, entre los pueblos árabes, algunos nómadas y otros asentados en zonas agrícolas y urbanas. La unificación se produjo con el Islam (siglo VII). - Influencias del arte mesopotámico y persa (templo solar de Ma'rib). Con la helenización y la conquista romana de las zonas periféricas de Arabia, influencia del arte grecorromano (Palmira, Petra). - Véase también: Orfebrería arábiga, Reino de Saba, Hadramaut, Nabateos y Beduino Arte egeo Arte cicládico - Archipiélago de las Cícladas, Edad del bronce (2500-1600 a.C.). - Objetos de cerámica (vasos, copas, etc.) de decoración geometrizante (líneas rectas, curvas, espirales). - Pequeños ídolos en mármol de líneas sintéticas con nariz de relieve destacado. - En la isla de Creta surge en la Edad del Bronce (III milenio a. C.) la civilización cretense, denominada minoica por el mito del rey Minos y el laberinto del minotauro (identificado con el palacio de Cnosos). - Pintura mural decorativa de armonía y movimiento, colores vivos y visión frontal (frontalismo) asociada a una arquitectura palaciega de estructura Arte minoico informal y práctica (laberíntica, con patios interiores y distintos niveles). - Piezas de cerámica, poca escultura (pequeñas figuras en arcilla y terracota), vasijas. - Temáticas de lo cotidiano, animalística (mundo marino) y religiosa (piezas votivas y rituales). Véase también: Historia de la pintura en Creta y Orfebrería prehelénica Arte micénico - Aqueos establecidos en territorio de la actual Grecia continental, Edad del bronce. - Principal centro en Micenas, influencia del arte minoico. Murallas de Tirinto. - Arquitectura monumental, pintura sin la ligereza del arte cretense, temática militar y narrativa. Véase también: Tumba de Agamenón, Megaron y Orfebrería prehelénica Otros artes europeos antiguos Arte celta - Estilo característico de los pueblos de lengua celta en Europa central y occidental (Alemania, Francia, centro y norte de España), y en las Islas Británicas (Gran Bretaña e Irlanda), donde pervivió hasta la Edad Media (Arte hiberno-sajón). En las demás regiones se desarrolló desde la prehistoria (Edad del Bronce-Cultura de La Tène) hasta la conquista romana. Arte de los pueblos germánicos - Estilo característico de los pueblos germánicos. Véase también: Prerrománico para la contextualización del arte germano durante el periodo de las migraciones o invasiones bárbaras (arte del periodo de las invasiones) que constituye el comienzo del arte medieval. Arte ibérico - Sur y este de la Península Ibérica: costa del Mediterráneo, valle del Ebro y valle del Guadalquivir. - Iberos: son los diferentes pueblos indígenas de esas zonas, lo que excluye a los celtas (interior y norte). Lenguas pre-indoeuropeas, emparentadas con el euskera. Desarrollan su civilización por contacto con los pueblos colonizadores griegos y fenicios (Emporion -Ampurias-, Gadir -Cádiz-, Qart Hadash -Cartago Nova o Cartagena-). Verdaderos estados (el primero y más importante, Tartessos). - Esculturas votivas y monumentos funerarios. Orfebrería. Ciudades y poblados amurallados (Ullastret). Véase también: Cerámica ibérica, Tesoro de la Aliseda, Dama de Elche, Cerro de los Santos, Dama de Baza y Bicha de Balazote - El pueblo etrusco desarrolló su civilización en la región de Etruria, actual Toscana entre el siglo IX a. C. y el siglo II a. C.. - Arte funerario, cámaras tumulares con pintura mural, urnas, estatuaria Arte etrusco yacente en sarcófagos (sarcófago de los esposos) y bustos. - Piezas en bronce (Quimera de Arezzo) y terracota, orfebrería. - Influencia de la época arcaica griega (Apolo de Veyes). - Ciudades amuralladas (Veyes). Véase también: Pintura etrusca Arte antiguo de otras civilizaciones Una característica común al arte no occidental, sobre todo del de las civilizaciones asiáticas (India, China y Japón), al menos visto desde la perspectiva de los historiadores del arte occidentales, es la de mantenerse fiel a su estética y a sus formas aun dentro de una evolución estilística entre la sencillez y el recargamiento. Según esa óptica, carecería de la desconcertante variedad que presenta el arte occidental, a pesar de ser extraordinariamente fecundo. Otro rasgo es el de su significación esencialmente religiosa (incluso en los temas que en occidente serían profanos y obscenos), frente al precoz surgimiento del arte civil en Occidente.[18] Tampoco presentarían ninguna discontinuidad como la que el arte occidental experimentó entre el arte antiguo y el arte medieval; con lo que éste último concepto no suele aplicarse a estas civilizaciones. Las civilizaciones precolombinas tienen un especial valor para la Historia del Arte, dado que se desarrollaron en América sin conexión alguna con las civilizaciones del Viejo Mundo, y aun así encontraron soluciones formales paralelas, como la pirámide o la cantería ciclópea, y vehículos similares para la expresión artística, no sólo en las tres grandes artes visuales (pintura, escultura y arquitectura), sino en las artes menores como la cerámica y la orfebrería. Esta en especial alcanzó unas cotas extraordinarias. Otras artes, en cambio, fueron exclusivas americanas, como el arte plumario, así como algunas técnicas, como la obtención del pigmento azul maya, que aún hoy siguen siendo un misterio (ambas cuestiones exceden temporalmente de la Edad Antigua). El arte africano antiguo (concepto que también se aplica sin solución de continuidad al de siglos posteriores a la Edad Antigua, y es muchas veces identificado con el arte étnico de época colonial y postcolonial) fue especialmente valorado por las vanguardias artísticas del siglo XX (cubismo, expresionismo). Arte de la India antigua - La Cultura del valle del Indo (Mohenjo-Daro) creó el sustrato cultural sobre el que se impondrán posteriormente los arios (un pueblo indoeuropeo), que introducen la religión y literatura védica, que se desarrollará en el hinduismo. - La influencia de los contactos con las civilizaciones persa (siglo siglo VI a. C.) y helenística (siglo IV a. C.) se asumirá y recreará en los siguientes periodos: Arte de la - Periodo Maurya (rey Asoka, que mandó erigir 84.000 stupas budistas y India antigua grabar sus edictos en estelas -lat o stambha- por todo su imperio; el capitel de Asoka es hoy en día un símbolo nacional de India.). - Periodo o estilo Gandhara (arte greco-budista). - Estilos locales (Mathurā y Amarāvati). - Periodo Gupta. Adquiere preponderancia el hinduismo (construcción de numerosos santuarios), aunque se toleraron las demás religiones. Relieves de sutileza equilibrada y risueña (Buda de Sarnath). Arte del Extremo Oriente antiguo Arte de China antigua - La civilización china nació en las llanuras boscosas entre el Huang-ho (Río Amarillo) y el Yangtsé (Río Largo o Río Azul). - A partir de la Dinastía Zhou (primera mitad I milenio a. C.) se establecieron los ciclos dinásticos en los que la figura del Emperador de China recibe y debe honrar el Mandato del Cielo. - Las tradiciones religiosas animistas se convierten en un rígido sistema moral de culto a los antepasados con el confucianismo siglo VI a. C., que se consolidó incluso con la adición de la filosofía del taoísmo y la división política del periodo de los Reinos Combatientes, reunificados con las dinastías Quin y Han. - Se recibe el budismo por la ruta de la seda desde la India entre el siglo II a. C. y el siglo I d. C., lo que explica la difusión de las representaciones de Buda. Desde China se difundirá el budismo zen a Japón. - El uso de materiales perecederos en arquitectura, sometidos a constante mantenimiento y de fácil desaparición ha producido que queden pocas muestras genuinas. -Son mucho más abundantes los ejemplos de escultura (ejército de terracota) y el trabajo de los metales (vasijas de bronce) y de las piedras preciosas (jade). - La mayor parte de la pintura que se ha conservado es de época posterior, pero implica su desarrollo en época antigua. - Obras de ingeniería a enorme escala: Gran Muralla China y Gran Canal de China. Arte del Japón antiguo -En el archipiélago japonés se fue creando una civilización por el pueblo japonés, sobre la base de una ricicultura de pequeñas explotaciones campesinas estrechamente vinculada al medio físico, expresada en una religión animista (el shinto) que posteriormente recibió la influencia budista (el zen). La estructura política estatal experimentó una historia oscilante entre tendencias descentralizadoras e imperiales. - La Era Yayoi (200 a. C. - 200 d. C.) (sepulturas de gran tamaño) y el periodo denominado de las antiguas tumbas (emperadores Ōjin (200-310) y Nintoku (310-399) presentan arte suntuario, con esculturas llamadas haniwa, así como pintura (tumbas de Kyushu -siglos V-VI-; enterramiento real de Otsuka). - Arquitectura religiosa pre-budista (templo de Isa). - El templo de Horyu (comienzos del siglo VII) es la primera estructura arquitectónica budista en Japón. Véase también: Pintura de Japón Arte precolombino antiguo - En la altiplanicie central del actual México y el América Central o Mesoamérica surgieron endógenamente civilizaciones con base en la agricultura del maíz, que desarrollaron ciudades estado competitivas, con estructuras estatales, religiones organizadas y escritura desde comienzos del I milenio a. C., que en épocas posteriores darían origen a las civilizaciones maya y azteca. Mesoamérica - En el Período preclásico mesoamericano se desarrollaron las culturas olmeca, zapoteca, capacha, mixteca y la cultura de Teotihuacán. - El arte olmeca se caracteriza por sus cabezas colosales. - En la zona del México central (Teotihuacán) se levantaron la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna. Véase también: Pintura americana antigua Sudamérica - La América andina desarrolló culturas agropecuarias de la patata y los camélidos autóctonos (llama, alpaca y guanaco), base de civilizaciones urbanas y estatales social y culturalmente muy complejas desde épocas preincaicas (Civilización Caral, III milenio a. C., pre-cerámica pero con arquitectura monumental); aunque no utilizaron sistemas que puedan denominarse propiamente de escritura (contabilidad y mensajes mediante el sistema del quipu). - En el territorio de la actual Colombia destaca la orfebrería de las culturas Quimbaya, Chibcha y Calima. - En el actual Perú, las culturas Chavín, Moche, Paracas y Nazca, con todo tipo de objetos y construcciones, precedentes de los muros ciclópeos propios de la arquitectura inca, además de restos muy enigmáticos (líneas de Nazca, candelabro de Paracas -de problemática datación-) y otros que se han mixtificado y actualmente se consideran fraudulentos en su mayoría (piedras de Ica). Véase también: Artes precolombinas en Argentina Arte africano antiguo - Al sur del desierto del Sahara (muy rico en arte prehistórico), el espacio denominado África negra experimentó una evolución cultural (neolítico, edad de los metales, estados, cultura escrita) mucho más tardía que el África Arte africano mediterránea; caracterizándose sus núcleos por una gran dispersión y antiguo discontinuidad. - Esculturas en arcilla de la cultura Nok (norte de la actual Nigeria, siglo V a. C. - siglo III d. C.). Arte clásico y post-clásico antiguo en la civilización occidental La época clásica de la civilización occidental se ha hecho corresponder con la civilización grecorromana: concepto con el que se indica la profunda identidad y continuidad entre las de la Antigua Grecia y la Antigua Roma, sin perjuicio que dentro de cada una de ellas haya marcadas diferencias en la evolución formal, conceptual e ideológica. De hecho, el periodo clásico estricto podría limitarse al denominado siglo de Pericles (mediados del siglo V a. C. en Atenas), considerando post-clásico a todo arte posterior, puesto que supone mayores o menores desviaciones de ese modelo. Mucho más trascendental es la diferenciación entre Antigüedad clásica y Antigüedad tardía, aunque no debe considerarse tampoco una ruptura de civilización (no hubo realmente discontinuidad), sino una profunda transformación en la economía, sociedad, política e ideología, marcadamente en la religión con la imposición del cristianismo como religión oficial del Imperio romano en el siglo IV (entre el Edicto de Milán -313- y el Edicto de Tesalónica -380-); que también se expresó con cambios radicales en el Arte. Arte clásico y post-clásico pre-cristiano Arte de la antigua Grecia - Tras la Edad Oscura la civilización griega se conforma en el siglo VIII a. C. (poemas de Homero). En las artes visuales se pasa por un período orientalizante (finales del siglo VIII a. C. y siglo VII a. C., que desemboca en la época arcaica (siglo VI a. C. y comienzos del siglo V a. C., a la que, tras las Guerras Médicas, sigue la época clásica (segunda mitad del siglo V a. C. y siglo IV a. C.), en la que se incluye el denominado siglo de Pericles, durante la hegemonía de Atenas y la guerra del Peloponeso. -Grecia actual, costa egea del Asia Menor (actual Turquía) y Magna Grecia (Sicilia y sur de Italia). - Arquitectura religiosa: Templo griego en piedra, evolución de la cabaña con tejado a dos aguas y columnas que determinan los órdenes arquitectónicos nombrados por los linajes antiguos -dórico, jónico y corintio -atribuido al enigmático escultor Calímaco-); en forma circular da el tholos. - Fidias dirigió el proyecto de Pericles para la Acrópolis de Atenas (Partenón arquitectos Ictino y Calícrates-, Erecteión y Propileos -arquitecto Mnesicles-); templos de Paestum, en Magna Grecia (sur de Italia). - Arquitectura civil: pública (teatros) y privada (casa griega -oikos- , costumbres de la Antigua Grecia). - Cerámica con pintura decorativa (cerámica de figuras negras, cerámica de figuras rojas), con artistas consagrados por la fama y que firman sus obras desde el siglo VI a. C. (Klitias, Exequias -Ayax y Aquiles jugando a los dados-, Nearcos), aunque no tanto como los alfareros (Ergótimos, Amasis, Andócides) asociados a grandes pintores de nombre desconocido (pintor de Amasis, pintor de Andócides). En el siglo V a. C. Eutímides y Eufronios (Lucha de Hércules y Anteo), grandes rivales. - La pintura al fresco, que no se ha conservado más que por copias y testimonios, comienza en Sicione y Corinto en el siglo VII a. C., pero alcanzó el culmen a mediados del siglo V a. C. (Polignoto -Toma de Troya, Descenso al Hades- y Mikón -Retorno de los Argonautas-). En el siglo IV a. C. Zeuxis Demos de Atenas, libidines de tema erótico- Pánfilo de Anfípolis -teórico de la aplicación de la matemática a la pintura, entendida como proporción- y sus dos discípulos: Pausias y la cumbre de la pintura antigua: Apeles (Afrodita Anadiómena, La Calumnia). - Escultura en relieves (frontones, frisos y metopas de los templos) y en bulto redondo (estatuas de dioses y héroes en mármol y bronce); también como elemento constructivo (cariátides, acroteras). - Resultado de la confrontación dentro del pensamiento helénico entre mito y logos, lo apolíneo y lo dionisíaco, el intelectualismo y el sentimiento; es un arte que identifica belleza con virtud (kalokagathia), busca la perfección en la armonía, el equilibrio y la proporción (sophrosine), valorando al ser humano medida de todas las cosas (antropocentrismo). Inspirado en la naturaleza, tiende a imitarla con realismo. - La expresión era estereotipada en la época arcaica (estatuas masculinas Kurós, Cleobis y Bitón, siglo VI a. C.- y femeninas -Koré, Dama de Auxerre, siglo VII a. C.; Hera de Samos, siglo VI a. C.-, sonrisa arcaica, frontalidad, hieratismo) y serena en el clasicismo, donde no se representa la fealdad ni los extremos de edad (se hará en el helenismo). - El Canon se basa en la repetición modular (módulo de la columna en arquitectura, en escultura un múltiplo de la cabeza con distintos valores: siete para Policleto -Doríforo, Diadumeno, Discóforo, mediados del siglo V a. C.- y ocho, más esbelto, para Lisipo -Apoxiomeno, siglo IV a. C.-). - El concepto de perfil griego, nariz griega, curva praxitélica (arqueo de la cadera), u otras partes del cuerpo, han pasado a ser un modelo de belleza clásica. La idealización de esa belleza se conseguía, según testimonios escritos, por selección de distintos miembros, las partes más bellas de distintas personas reales consideradas ejemplo de belleza y tomadas como modelos. - Temática mitológica, y de la vida cotidiana, representando a los dioses como hombres y a los hombres como héroes (campeones olímpicos). - Escultura del periodo arcaico final o clásico temprano (comienzos del siglo V a. C.), también denominado estilo severo: Auriga de Delfos, frontón del Templo de Afea en Egina, Trono Ludovisi, Tiranicidas, Bronces de Riace, Dios del cabo Artemisio, metopas del Templo de Zeus Olímpico (Olimpia). - Periodo clásico maduro (segunda mitad del siglo V a. C.: Mirón (Discóbolo de Mirón), Fidias (en el Partenón -friso de las Panateneas, Lapitas y centauros, estatua colosal crisoelefantina de Atenea Partenos- y Estatua de Zeus en Olimpia) y Policleto. - Periodo clásico final (siglo siglo IV a. C.: Praxíteles (Afrodita Cnidia, Apolo sauróctono, Hermes con el niño Dionisio), Scopas (Ménade furiosa), Lisipo y Leócares (Apolo Belvedere). Véase también: Arquitectura griega, Escultura griega, Pintura griega, Cerámica griega y Orfebrería griega Arte helenístico - Helenismo es el periodo que va desde el final del siglo IV a. C. (muerte de Alejandro Magno y división de su imperio) hasta el final del siglo I a. C. (conquista romana de Egipto). No sólo afectó a la civilización y al arte griego, sino que la influencia griega se extendió por toda la Cuenca del Mediterráneo y Asia occidental hasta la India: en el Mediterráneo occidental por la continuidad y expansión de las colonias griegas establecidas en el periodo anterior, y en el Mediterráneo oriental y el Próximo Oriente por el establecimiento de los reinos helenísticos. Influyó de modo decisivo en el arte romano. - Escultura con un pleno sentimiento de emoción y movimiento, buscando el desequilibrio frente al equilibrio de la época clásica. División en escuelas locales: escuela de Pérgamo (rey Átalo I: Epígono -Gálata moribundo-, Nicérato y Firómaco), escuela de Rodas (Agesandro, Polidoro y Atenodoro -Laocoonte-), escuela de Atenas, escuela de Alejandría. Véase también: Victoria de Samotracia, Venus de Milo, Altar de Pérgamo, Coloso de Rodas, Toro Farnesio y Plano hipodámico Arte romano - Monarquía romana, República romana e Imperio romano, cubren el periodo desde el siglo VIII a. C. al siglo V d. C.. Se localiza primero en el Latium (Italia Central), y se extiende por toda la Cuenca del Mediterráneo (Mare Nostrum). - El periodo anterior a la recepción de la cultura helenística (siglo III a. C.) desarrolla un arte latino emparentado con otros pueblos itálicos (sabinos y sobre todo etruscos) Loba capitolina . - El periodo clásico del arte romano dura hasta el triunfo del cristianismo (siglo IV). Asimila y desarrolla la cultura griega (órdenes arquitectónicos, diseño de los templos, concepción escultórica), incorporándola características propias, tanto en materiales de construcción (mortero y cemento y hormigón romanos) como en elementos arquitectónicos (el arco -Arco de triunfo- y la bóveda, orden toscano y orden compuesto, principio de superposición de órdenes) y formas escultóricas (el retrato romano -exigido por el culto a los antepasados y la propaganda política, y que permite datar la evolución estilística y de la moda, sobre todo en la expresión y el peinadoy el relieve romano, caracterizado por la búsqueda de la profundidad y la perspectiva) y pictóricas (los estilos pompeyanos, decorativos, narrativos o procurando el trampantojo). - Desarrollo arquitectónico con gusto por lo colosal y magnificente, al tiempo que con un acusado sentido pragmático y utilitario. (puentes y acueductos -puente de Alcántara, Pont du Gard, Acueducto de Segovia-, calzadas). Edificios públicos (termas -termas de Caracalla-, teatro romano -Teatro Marcelo-, circo romano -Circo Máximo-, anfiteatros -Anfiteatro de Capua, Coliseo, Anfiteatro de El Djem-, etc.), religiosos (templo romano -Templo de Vesta, Maison Carrée, Panteón de Agripa-) y civiles (foro romano, basílicas, palacio romano -Domus Aurea de Nerón, construcción original del Palacio de Letrán, luego convertido en residencia papal-, villa romana -Villa romana del Casale- con su versión de villa imperial -Villa Jovis o de Tiberio en Capri, Villa Adriana-, casa romana -domus, vivienda (Roma Antigua)-). - Escultura histórica narrativa (frisos corridos en relieve: Ara Pacis, Columna trajana), bustos, estatuas de cuerpo entero (Augusto de Prima Porta) y excepcionalmente ecuestres (estatua ecuestre de Marco Aurelio). Véase también: Arquitectura romana, Edificación pública (Roma Antigua), Escultura romana, Pintura romana, Cerámica romana, Mosaico romano y Orfebrería romana Véase también: Puerta Negra de Tréveris, Muro de Adriano, Murallas de Lugo y Campamento romano Véase también: Conjunto arqueológico de Mérida, Conjunto Arqueológico de Tarraco, Itálica, Segóbriga, Baelo Claudia, Volubilis y Sbeitla Véase también: Costumbres de la Antigua Roma, Ciudad romana y Arte romano en Hispania Arte del cristianismo antiguo o de la Antigüedad tardía - Primera expresión artística del cristianismo, en el área del Imperio romano de Occidente, entre el siglo IV y el siglo V. Las expresiones anteriores (catacumbas son muy escasas, y ocultas a causa de las persecuciones). La parte oriental del Imperio desarrollará el Arte Bizantino, indistinguible de la occidental en esta época. A partir de las invasiones bárbaras y el establecimiento de los reinos germánicos comienza el arte medieval. Arte paleocristiano - Pintura mural (fresco) en catacumbas, relieves en sarcófagos. Utilización de iconografía y simbolismos cristianos (uvas -eucaristía-, pez -ICTUS, apócope de Iesus Christus-, pavo real, pelícano, fénix, cordero -Buen Pastor-, crismón XPO-, alfa y omega -principio y fin-, etc.). - Primeras basílicas cristianas, utilizando el modelo del edificio civil romano. Véase también: Orfebrería cristiana primitiva Arte bizantino - Arte cristiano del Imperio romano de Oriente, desde el traslado de la capital del imperio a Constantinopla hasta su conquista en 1453 por el Imperio otomano; con lo que cubre todo el periodo del arte medieval, donde habitualmente se le estudia e incluye. - Influencia del arte grecorromano y mucho menor del arte oriental (frontera con el Imperio persa y tras el siglo VII con el Islam). Influye grandemente en el arte italiano medieval y en el arte de los reinos eslavos. El periodo de la iconoclasia (siglo VIII y IX) destruyó la mayor parte de la pintura y escultura anterior. - Arquitectura religiosa (cúpula). - Pintura en fresco y tabla, y mosaico de carácter bidimensional y simbólico, con horror vacui. Iconos, expuestos en el iconostasio). Véase también: trépano, cimacio, San Vital de Rávena y iglesia de Santa Sofía Paleocristiano Es el periodo artístico que se desarrolla durante los cinco primeros siglos de nuestra era, desde la aparición del cristianismo, durante la dominación romana, hasta la invasión de los pueblos bárbaros, aunque en Oriente tiene su continuación, tras la escisión del Imperio romano, en el llamado arte bizantino. El arte medieval es un gran periodo de la historia del arte que cubre un prolongado periodo de tiempo para una enorme extensión espacial. La Edad Media -del siglo V al siglo XV- supone más de mil años de arte en Europa, el Oriente Medio y África del Norte. Incluye movimientos artísticos principales y distintos períodos, artes nacionales, regionales y locales, diferentes géneros, periodos de florecimiento a los que se ha venido en llamar renacimientos, las obras de arte, y los propios artistas (que en la Alta Edad Media permanecían en el anonimato de una condición artesanal de poco prestigio social, como los demás oficios establecidos en régimen gremial, mientras que en los últimos siglos de la Baja Edad Media, sobre todo en el siglo XV, alcanzarán la consideración de cultivadores de las bellas artes, aumentando en consideración social y preparación intelectual). Los historiadores de arte clasifican el arte medieval en períodos y movimientos: arte paleocristiano, arte prerrománico, románico, gótico (en Europa Occidental -la cristiandad latina-), arte bizantino (en el Imperio bizantino -la cristiandad oriental-) y arte islámico (en el mundo islámico), con influencias mutuas. Además cada "nación" o cultura en la Edad Media desarrollaron estilos propios diferenciados, como el arte visigodo, el arte anglosajón o el arte vikingo. El arte medieval incluye muchos medios de expresión a través de disciplinas artísticas, técnicas y géneros diferentes: arquitectura, escultura, orfebrería, manuscritos ilustrados (la miniatura y la caligrafía), frescos, pintura en tabla, mosaicos, y un largo etcétera, en el que se incluyen artes y oficios no incluidos habitualmente en las bellas artes, como la confección de la indumentaria medieval. El arte medieval superó la herencia artística clásica del Imperio romano a través de su mezcla con las aportaciones del cristianismo primitivo y de la vigorosa cultura "bárbara" de Europa del Norte para producir una notable síntesis artística. La historia de arte medieval puede ser vista como la historia de la interacción entre los elementos del arte clásico, paleocristiano y pagano. Función del arte medieval A la hora de encarar las obras de arte medievales es necesario tener en cuenta que en esta época no existe el concepto del arte como fin en sí mismo o de la belleza como único objetivo del artista. El objeto artístico medieval tiene, en el seno de la sociedad en que es producido, un carácter básicamente funcional. En opinión del medievalista francés Georges Duby, la obra de arte medieval cumple fundamentalmente tres cometidos:[1] El de ser una ofrenda a Dios, a los santos o a los difuntos, con el fin de obtener su gracia, su indulgencia, etc. Es por ello que el hombre medieval (incluso aquellos, como San Francisco de Asís, que promovían la pobreza) no dudaba de la legitimidad de la riqueza de los adornos de las iglesias, monasterios u otros lugares de culto, puesto que esta riqueza era vista como una ofrenda necesaria a Dios, para la cual eran necesarios los mejores materiales y las mejores técnicas. El de ser intermediarios entre el mundo sobrenatural y el humano, haciendo visible aquí las realidades divinas, según la máxima paulina per visibilia ad invisibilia (a través de lo visible hacia lo invisible). Generalmente, se suele atribuir a las imágenes medievales una función pedagógica consistente en explicar los dogmas de la fe cristiana y la historia sagrada a los iletrados, si bien no todos los expertos están de acuerdo sobre este punto.[2] El de ser una afirmación de poder: por un lado, del poder de Dios y de la Iglesia que reclamaba su delegado en el mundo; por otro, del poder de aquellos que tienen los medios suficientes para encargar obras de arte. Movimientos artísticos y periodos principales Alta Edad Media El arte paleocristiano cubre el período desde el siglo III (antes de éste no han sobrevivido muestras de arte cristiano), hasta el inicio del arte Bizantino (siglo V). Durante este período las obras de arte cristianas adoptaron las distintas técnicas romanas de pintura, mosaico, talla y trabajo de los metales. El arte bizantino. Durante el período de iconoclasia (730-843) la gran mayoría de iconos fue destruida; tan sólo han sobrevivido algunos ejemplos, destacadamente los mosaicos de Rávena. Después de la reanudación de producción de iconos en 843 hasta 1453 la tradición Bizantina de arte continuó con relativamente pocos cambios, a pesar de, o debido a, la disminución lenta del Imperio. Se le considera el arte más refinado de la Edad Media en términos de calidad de material y habilidad, con la producción centrada en Constantinopla. El logro supremo del arte bizantino era los frescos monumentales y mosaicos dentro de iglesias abovedadas, la mayor parte de cual no han sobrevivido debido a catástrofes y la apropiación de iglesias para su conversión en mezquitas. El arte islámico durante la Edad Media, además de la producción arquitectónica (las demás artes plásticas tienen un desarrollo menor al no permitirse la representación de figuras) cubre una amplia variedad de artesanías incluyendo manuscritos ilustrados, textil, cerámica, trabajo en metales y cristal. Son la muestra de la cultura material islámica en el Próximo Oriente, España Islámica (véase Arte de Al-Andalus), y África del Norte. Puede deslindarse una temprana etapa formativa (600-900) y el desarrollo de estilos regionales del siglo X en adelante. El arte prerrománico cubre el periodo del siglo V al siglo X en Europa Occidental. Las influencias clásicas y las germánicas son activamente son absorbidas y se desarrolla la semilla de la que más tarde surgiría el arte románico. Se divide en distintos estilos locales: El arte del período de las migraciones es el de los pueblos germánicos y eslavos, de la europa del Norte y del Este durante las invasiones bárbaras o Período de Migración de Pueblos (aproximadamente 300-900), incluyendo también el período temprano del arte Hiberno-Sajón en Gran Bretaña y Irlanda. Esta influencia actuó recíprocamente con el arte cristiano, así como el estilo animal y el estilo polícromo. Distinos estilos locales desarrollados a partir del establecimiento de reinos germánicos en: Italia, con escasos monumentos ostrogodos (Tumba de Teodorico) y la más decisiva presencia del arte bizantino. España, principalmente el Arte visigodo, el Arte asturiano y el Arte mozárabe o Arte de repoblación. Francia y las zonas centrales del Imperio carolingio desarrollan el Arte carolingio a partir del reinado de Carlomagno (finales del siglo VIII). Alemania, el Arte otoniano, desde mediados del siglo X a mediados del XI. Irlanda (donde no llegaron a establecerse reinos germánicos) y Gran Bretaña (donde sí), habitadas desde la antigüedad por pueblos de origen celta, cuyas producciones de la época pueden denominarse arte celta medieval; desde aproximadamente el siglo V -retirada romana-, a aproximadamente la introducción del arte románico en el siglo XII -con la conquista normanda-. Del siglo V al VII se produce principalmente una continuacion de la Edad Antigua: la cultura material de la Edad de hierro tardía (cultura de La Tène) con algunas modificaciones romanas; mientras que en los siglos VII y VIII se realizó una fusión con las tradiciones germánicas por el contacto con los anglosajones: lo que llaman el estilo Hiberno-Sajón o el Arte Insular; y finalmente algunas inspiraciones vikingas. Mezquita de Corona votiva del rey visigodo Recesvinto, Tesoro de Guarrazar. Capilla Palatina de Aquisgrán, arte Kairuán, arte islámico. carolingio. Filigrana vikinga en bronce del siglo XI. La principal aportación Beato de Osma, uno de los 27 de la influencia bárbara al arte ejemplares iluminados de los altomedieval fue su particular Comentarios al Apocalipsis de Beato enfoque del problema de la de Liébana (776), que está entre ornamentación, que dejó de ser los pocos libros que alcanzaron naturalista para pasar a ser muy semejante difusión en la época geométrica, casi heráldica; más oscura de la Alta Edad Santa María del motivos trenzados y "en tenaza", Media, en la que los scriptorium Naranco, arte la geometrización de motivos monacales apenas conservaban y asturiano. anteriores, como las vides reproducían unos pocos textos pobladas de aves o la misma cruz,clásicos o la propia Biblia. Otro desde la cristianización de los best seller de la época fue bárbaros fueron interpretados Etimologías de Isidoro de Sevilla de forma totalmente (630), éste de vocación innovadora.[3] enciclopédica. San Miguel de Hildesheim, arte otoniano. San Miguel de Escalada, arte mozárabe o de repoblación. Véase también: Arte del periodo de las migraciones, Arte visigodo, Arte hiberno-sajón, Arte anglosajón, Arte bizantino, Arte islámico, Arte prerrománico, Arte carolingio, Arte otoniano, Arte asturiano, Arte mozárabe, Arte de repoblación y Arte mozárabe en Cataluña Baja Edad Media [editar] Artículo principal: Arte Románico Artículo principal: Arte Gótico Dos estilos internacionales marcan la época, dividiéndola en dos mitades: el arte románico los siglos XI y XII y el arte gótico, que comienza en Francia a mediados del XII y se va imponiendo en el resto de Europa Occidental en el siglo XIII y el XIV. El siglo XV significará el final de la Edad Media y la irrupción del nuevo arte de la Edad Moderna. El nombre románico es utilizado a partir de los historiadores de arte del siglo XIX, para compararlo con la arquitectura romana antigua; mientras que el término gótico es un despectivo utilizado por los artistas y tratadistas de arte del Renacimiento para designar a todo el arte medieval (incluido lo que hoy llamamos prerrománico y románico), que consideraban una degeneración del arte clásico de Grecia y Roma contaminado por los godos (por tanto, gótico). Diversidad espacial Durante todo el periodo, el arte italiano es una excepción dentro de Europa Occidental, caracterizada por la influencia bizantina (muy visible en la Basílica de San Marcos (Venecia) y la herencia clásica (Púlpito del baptisterio de Pisa de Nicola Pisano), que, aunque produzca ejemplos paradigmáticos de un estilo internacional (el románico de la Catedral de Pisa o el gótico de la Catedral de Milán) siempre lo hace desde la adaptación a una visión propia, más horizontal y armónica (véase Arquitectura románica en Italia). La arquitectura en Alemania, en cambio, se caracterizó por una mayor búsqueda de la altura. En la Península Ibérica, los reinos cristianos alternaron entre una mayor influencia de Italia (Corona de Aragón) o Francia y Flandes (Corona de Castilla), y la constante influencia del arte islámico (arte mudéjar), mientras que los reinos musulmanes desarrollaban el arte almohade o el arte nazarí. En Francia también se produjo una gran diversidad estilística (entre Île de France, Provenza, Auvernia, Aquitania, Bretaña o Borgoña) y en algún caso, como el de Normandía, se exportó (Arquitectura normanda, de influencia notable en el sur de Italia -arte árabe-normando- y en las Islas Británicas, sobre todo en el románico inglés y con desarrollo posterior en ciertas características diferenciales del gótico inglés y el estilo Tudor). Las dos grandes épocas En la arquitectura románica los edificios se caracterizan por sus macizos muros y contrafuertes para sostener una robusta bóveda de cañón, basada en el arco de medio punto. Las estructuras, por comparación con el gótico, son de escasa altura y con pocos vanos, lo que implica una menor entrada de luz, que se intenta compensar con el abocinamiento de las arquivoltas de pórticos y ventanales. Subordinada al soporte arquitectónico, la profusa decoración escultórica (capiteles, tímpanos) y pictórica (frescos en los ábsides y paredes interiores), de líneas muy marcadas y colores planos, formas geometrizantes y hieráticas, convertía a los templos en verdaderos evangelios de los iletrados. Véase también: Arquitectura románica, Pintura románica y Escultura románica La arquitectura gótica nace a mediados del siglo XII en la región francesa de Ile de France, con la renovación de la iglesia de la Abadía de San Denis: la introducción del arco apuntado, la bóveda de crucería y los arbotantes que desplazaban el peso de las bóvedas a contrafuertes exteriores, dejando la posibilidad de aligerar los muros para conseguir construcciones de una altura extraordinaria y llenas de luz. La escultura gótica también se puede asociar al gótico arquitectónico francés que se extendió a todas partes de Europa. El siglo XIII permite hablar de un estilo internacional sustituyendo el arte románico. El gótico internacional caracteriza al periodo de aproximadamente 1360 a 1430, después del cual el gótico en distintas partes de Europa va combinándose con aportaciones del Renacimiento que está surgiendo en Italia; aunque en muchos lugares siguen haciéndose edificios góticos hasta el siglo XVI, denominados con distintos nombres de estilo (en el norte de Europa gótico flamígero, gótico tardío o flamboyant y estilo Tudor, y en la Península Ibérica gótico isabelino plateresco y manuelino). Los cambios pictóricos no comenzaron a ser suficientes para hablar de un estilo diferente al románico hasta comienzos del siglo XIII, caracterizado por una mayor expresión de sentimientos y un mayor realismo o naturalismo en la representación de la realidad. La utilización del soporte tabla y la técnica del temple se hace muy extensiva, produciendo retablos, dípticos, trípticos y polítpticos, que permiten un tamaño mayor o menor, la posibilidad de un arte mueble y su comercialización, respondiendo al aumento de los clientes del mercado del arte, que ya no se reducen a las instituciones eclesiásticas, sino que incluyen a las monarquías, las casas nobles y a la pujante burguesía. Al final del período se introduce la innovación tecnológica del grabado, que permitió el nacimiento de un nuevo medio de comunicación a través de las múltiples copias. En el siglo XV aparecerá la pintura al óleo, que permite un extraordinario detallismo. Véase también: Arquitectura gótica, Pintura gótica y Escultura gótica Véase también: Stavkirke, Arte mudéjar, Arte árabe-normando y Arte cisterciense Véase también: Gótico tardío, Gótico flamígero, Gótico internacional, Primitivos flamencos y Estilo Tudor Véase también: Arquitectura románica en Italia, Duecento, Trecento, Quattrocento, Pintura del Duecento, Pintura del Trecento y Pintura del Quattrocento Véase también: Arquitectura románica en España, Pintura gótica en España, Escultura en España#Período románico, Arte románico de Cataluña, Gótico isabelino, Plateresco y Manuelino Catedral de Pisa, románico italiano. Catedral de Chartres, gótico francés. Puerta de Platerías de la Catedral de Santiago Stavkirke de Borgund, arquitectura nórdica en madera, Noruega. Almacén del Monasterio de Catedral de Cefalú, arte árabe-normando, Sicilia, siglo XII. Ábside de San Clemente de de Compostela, Tahull, pintura románica en arquitectura y Santa María de Huerta, cisterciense. una pequeña iglesia rural del Pirineo catalán, siglo XII. escultura románica en el final del Camino de Santiago. Pórtico occidental de la Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Pórtico de la catedral de Compostela, del Maestro Bourges (Francia). En el Mateo, que inicia la catedral de Rochester (Inglaterra). En el románico, las arquivoltas acogen decoración escultórica en sentido radial, marcando las dovelas del arco de medio punto. Edad Moderna Éxtasis de San Francisco de Asís, fresco de Giotto, pintura gótica italiana, finales del siglo XIII o comienzos del siglo XIV. Púlpito del baptisterio de Pisa, de Nicola Pisano (1260), es un precedente del renacimiento por sus gótico, las arquivoltas transición del hieratismo características más acogen a las esculturas románico a la sensibilidad clásicas que medievales, en sentido conforme al del gótico ya en la segunda cuando en el resto de arco ojival. mitad del siglo XII (1168 - Europa aún se 1188). desarrollaría varios siglos más el estilo gótico. (Redirigido desde Arte de la Edad Moderna) Saltar a navegación, búsqueda La Edad Moderna es el tercero de los periodos históricos en los que se divide tradicionalmente en Occidente la Historia Universal, desde Cristóbal Celarius. En esa perspectiva, la Edad Moderna sería el periodo en que triunfan los valores de la modernidad (el progreso, la comunicación, la razón) frente al periodo anterior, la Edad Media, que el tópico identifica con una Edad Oscura o paréntesis de atraso, aislamiento y oscurantismo. El espíritu de la Edad Moderna buscaría su referente en un pasado anterior, la Edad Antigua identificada como Época Clásica. El paso del tiempo ha ido alejando de tal modo esta época de la presente que suele añadirse una cuarta edad, la Edad Contemporánea, que aunque no sólo no se aparte, sino que intensifica extraordinariamente la tendencia a la modernización, lo hace con características sensiblemente diferentes, fundamentalmente porque significa el momento de triunfo y desarrollo espectacular de las fuerzas económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacen de forma paralela: la nación y el Estado. En la Edad Moderna se integraron los dos mundos humanos que habían permanecido aislados desde la Prehistoria: el Nuevo Mundo (América) y el Viejo Mundo (Eurasia y África). Cuando se descubra el continente australiano se hablará de Novísimo Mundo. La disciplina historiográfica que la estudia se denomina Historia Moderna, y sus historiadores, "modernistas" (aunque no deben confundirse con los seguidores del modernismo, estilo artístico y literario, y movimiento religioso, de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX). Localización en el espacio En su tiempo se consideró que la Edad Moderna era una división del tiempo histórico de alcance mundial, pero hoy en día suele acusarse a esa perspectiva de eurocéntrica (ver Historia e Historiografía), con lo que su alcance se restringiría a la historia de la Civilización Occidental, o incluso únicamente de Europa. No obstante, hay que tener en cuenta que coincide con la Era de los Descubrimientos y el surgimiento de la primera economía-mundo.[1] Desde un punto de vista aún más restrictivo, únicamente en algunas monarquías de Europa Occidental se identificaría con el periodo y la formación social histórica que se denomina Antiguo Régimen. Adán y Eva de Alberto Durero. El antropocentrismo humanista simboliza la modernidad en la Filosofía, la Ciencia y el Arte. No obstante, la paulatina imposición de nuevos criterios secularizados y pragmáticos en política y relaciones sociales no impidieron -sin duda utilizaron- los conflictos religiosos. Localización en el tiempo La fecha de inicio más aceptada es la toma de Constantinopla por los turcos en el año 1453 -coincidente en el tiempo con la invención de la imprenta y el desarrollo del Humanismo y el Renacimiento, procesos a los que contribuyó por la llegada a Italia de exiliados bizantinos y textos clásicos griegos-, aunque también se han propuesto el Descubrimiento de América (1492) y la Reforma Protestante (1517) como hitos de partida. En cuanto a su final, la historiografía anglosajona asume que estamos aún en la Edad Moderna (identificando al periodo XV al XVIII como Early Modern Times -temprana edad moderna- y considerando los siglos XIX y XX como el objeto central de estudio de la Modern History), mientras que las historiografías más influidas por la francesa denominan el periodo posterior a la Revolución francesa (1789) como Edad Contemporánea. Como hito de separación también se han propuesto otros hechos: la independencia de los Estados Unidos (1776), la Guerra de Independencia Española (1808) o la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824). Como suele suceder, estas fechas o hitos son meramente indicativos, ya que no hubo un paso brusco de las características de un período histórico a otro, sino una transición gradual y por etapas, aunque la coincidencia de cambios bruscos, violentos y decisivos en las décadas finales del siglo XVIII y primeras del XIX también permite hablar de la Era de la Revolución.[2] Es por eso que debe tomarse todas estas fechas con un criterio más bien pedagógico. La edad moderna transcurre más o menos desde mediados del siglo XV a finales del siglo XVIII. De un mundo cultural bien distinto al de Durero, pero compartiendo la parte más profunda de los conceptos de belleza y humanidad (que atraviesan el espacio y el tiempo y fueron redescubiertos por artistas de lo que hoy llamamos arte moderno, como Picasso), uno de los Bronces de Benin del Museo del Louvre. Puede fecharse entre 1450 y 1550. No conocemos el nombre de su autor, al contrario que el de otros broncistas contemporáneos suyos, como Ghiberti o Benvenuto Cellini, porque la función social del artista era muy diferente en el África subsahariana y la Italia del Renacimiento. Secuenciación La Edad Moderna suele secuenciarse por sus siglos, lo que puede ser arbitrario (y suele ser salvado con expeditivos siglos cortos o siglos largos, divididos según convenga), pero en general la historiografía ha caracterizado una sucesión cíclica, que algunos han querido identificar con ciclos económicos similares a los descritos por Clement Juglar y Nicolái Kondratiev, pero más amplios, con fases A de expansión y B de recesión secular. Un siglo XVI que, tras la costosa recuperación de la Crisis de la Baja Edad Media, en economía presencia la Revolución de los Precios, coincidente con la Era de los Descubrimientos que permite una expansión europea ligada a ventajas tecnológicas y de organización social.[3] Pocos hechos cambiaron tanto la historia del mundo como la llegada de los españoles a América y la posterior Conquista y la apertura de las rutas oceánicas que castellanos y portugueses lograron en los años en torno a 1500. El choque cultural supuso el colapso de las civilizaciones precolombinas. Paulatinamente, el Atlántico gana protagonismo frente al Mediterráneo,[4] cuya cuenca presencia un reajuste de civilizaciones: si en la Edad Media se dividió entre un norte cristiano y un sur islámico (con una frontera que cruzaba Al Andalus, Sicilia y Tierra Santa), desde finales del siglo XV el eje se invierte, quedando el Mediterráneo Occidental, (incluyendo las ciudades costeras clave de África del Norte) hegemonizado por la Monarquía Hispánica (que desde 1580 incluía a Portugal), mientras que en Europa oriental el Imperio otomano alcanza su máxima expansión. Las milenarias civilizaciones orientales (India, China y Japón), reciben en algunas ciudades costeras una presencia puntual portuguesa, (Goa, Ceilán, Malaca, Macao, Nagasaki misiones de San Francisco Javier), pero tras los primeros contactos se mantuvieron poco conectados o incluso ignoraron olímpicamente los cambios de Occidente; por el momento se lo podían permitir. Las islas de las especias (Indonesia) y Filipinas serán objeto de una dominación colonial europea más intensiva. Frente a la continuidad oriental, los cambios sociales se concentran en los vértices del llamado comercio triangular: notables en Europa (donde comienzan a diverger un noroeste burgués y un este y sur en proceso de refeudalización), y cataclísmicos en América (colonización) y África (esclavismo). El crecimiento de población en Europa probablemente no compensó el descenso en esos continentes, sobre todo en América, en que alcanzó proporciones catastróficas y ha sido considerado como el mayor desastre demográfico de la Historia Universal[5] (varios investigadores[6] han estimado que más del 90% de la población americana murió en el primer siglo posterior a la llegada de los europeos, representando entre 40 y 112 millones de personas).[7] Las convulsiones políticas y militares son asimismo espectaculares. En la mítica Tombuctú, el Askia Mohamed I (1493-1528) produce el apogeo del Imperio Songhay, que entra en la órbita del Islam y decaerá en el periodo siguiente. Simultáneamente, el Renacimiento da paso a los enfrentamientos de la Reforma y las guerras de religión. La expansión ideológica de Europa se manifiesta en la difusión del cristianismo por todo el mundo, excepto en los Balcanes, donde retrocede frente al Islam, con el que también entra en contacto en Extremo Oriente, tras dar la vuelta al globo. El Taj Mahal, prueba tanto de la pervivencia de civilizaciones distintas a la europea como de la gran comunicación que se había producido a nivel mundial: su bellísima armonía integra elementos hindúes, islámicos, turcos e incluso europeos (aunque la intervención de arquitectos italianos parece que se ha demostrado falsa) Un siglo XVII que presenció posiblemente una crisis general (quizá provocada por la Pequeña Edad del Hielo) que se conoce como crisis del siglo XVII, que aparte del descenso de población (ciclos de hambres, guerras, epidemias) y del declive de la serie de precios o de la llegada de metales de América, fue muy desigual en la forma de afectar a los distintos países, incluso en Europa: catastrófica para la Monarquía Hispánica (crisis de 1640) y Alemania (Guerra de los Treinta Años), pero impulsora para Francia e Inglaterra una vez resueltos sus problemas internos (Fronda y Guerra Civil Inglesa). El Imperio otomano pierde en la batalla de Viena su última oportunidad de expandirse frente a Europa, y comienza un lento declive, en parte en beneficio de una Polonia que enseguida pasará el relevo al gigantesco Imperio ruso. En su frente oriental, resucita el Imperio persa con la dinastía safávida que lleva a un breve apogeo el Sah Abbas I el Grande, que convierte a Isfahán en una de las ciudades más bellas del mundo. Al mismo tiempo, en la India, que mantiene la presencia colonial europea en la costa, se levanta un gran imperio continental del que es prueba el Taj Mahal de Sha Jahan y comienza a descomponerse con Aurangzeb. Todos estos movimientos tienen que ver con el vacío geoestratégico formado en el Asia Central, que los kanatos herederos de Horda de Oro son incapaces de ocupar. En China los intemporales ciclos dinásticos se renuevan con el acceso de la dinastía manchú: los Qing. Japón expulsó a los portugueses (no así a los holandeses) y se cerró en el relativo aislamiento del periodo Tokugawa, que incluyó el exterminio de los cristianos, pero que quizá salvó la civilización japonesa de la colonización y permitió un desarrollo endógeno que en el siglo XIX la hará irrumpir de golpe en la modernización. Los océanos presencian el declive del Imperio español (que había llegado a su cúspide, temporalmente unido al portugués) en beneficio del holandés y el británico. Es la edad de oro de la piratería, que permite el efímero florecimiento de un modo de vida violento y excesivo, pero románticamente percibido como una utopía libre en el Caribe (isla de la Tortuga). Los señores Andrews (1748) posan displicentemente para Thomas Gainsborough ante su campo de trigo. La revolución agrícola ya está en marcha, y la industrial la sigue. En Inglaterra, los comerciantes y financieros de la city londinense, la gentry rural y los primeros industriales fabriles no tienen idénticos intereses de clase, pero son claramente aspectos de una misma clase dominante, para la que quizá pueda valer el nombre burguesía (categorizado por Carlos Marx como la propietaria de los medios de producción), y que puede identificarse con más claridad si se observa a quién representa el Parlamento a través de las sucesivas reformas electorales que perfeccionan el sistema político de la Monarquía Parlamentaria; a excepción de la parte que no integrará: las Trece Colonias norteamericanas. Los campesinos desposeídos y desarraigados del campo por la política de cercamientos (enclosures) y las leyes de pobres (poor laws) están alimentando el proletariado de las ciudades industriales. Enseguida se convertirá en el taller del mundo, cuyos océanos gobierna (Rule, Britannia). El continente europeo seguirá sus pasos en cuanto se deshaga de las estructuras del Antiguo Régimen. Un siglo XVIII que comienza con lo que Paul Hazard definió como crisis de la conciencia europea (1680-1715), que abre paso a la Revolución científica newtoniana, la Ilustración, la Crisis del Antiguo Régimen y la que propiamente puede llamarse Era de las Revoluciones, cuyo triple aspecto se categoriza como la Revolución industrial (en el desarrollo de las fuerzas productivas, lo tecnológico y lo económico incluyendo el triunfo del capitalismo), la Revolución burguesa (en lo social, con la conversión de la burguesía en nueva clase dominante y la aparición de su nuevo antagonista: el proletariado) y la Revolución liberal (en lo político-ideológico, de la que forman parte la Revolución francesa y las revoluciones de independencia americanas). El desarrollo de esos procesos, que pueden considerarse como consecuencias lógicas de los cambios desarrollados desde el fin de la Edad Media, pondrán fin a la Edad Moderna. En Europa se encuentra de nuevo en ascenso demográfico, que se convierte esta vez en el comienzo de la transición demográfica, superadas las mortalidades catastróficas: la última peste negra en Europa Occidental (Marsella, 1720) se vence con la inesperada ayuda del rattus norvegicus, que sustituye biológicamente a la pestífera rata negra;[8] y con la vacuna de Jenner se obtiene la primera herramienta científica para el tratamiento de epidemias. En cuanto al hambre, no desaparece, de hecho el siglo presencia numerosos motines de subsistencia (que en Inglaterra anteceden al nuevo tipo de protesta, ligado al naciente proletariado industrial),[9] pero que en las zonas que desarrollan precozmente una agricultura capitalista y un sistema de transportes modernizado pueden salvarse (en Inglaterra, Francia y Holanda el sistema de canales fluviales antecede en un siglo al trazado del ferrocarril). En otras continuó habiendo hasta bien entrado el XIX, como España ( hambruna de 1812, cuando se recurrió al consumo masivo de la tóxica almorta, que por las mismas fechas también fue detectado por los ingleses en la India)[10] o Irlanda (monocultivo de la patata que llevará al hambruna irlandesa de 1845 y a la emigración masiva). El equilibrio europeo iniciado en el Tratado de Westfalia (1648) se recompone en el de Utrecht (1714) y se mantiene no sin conflictos (varios de ellos llamados Guerra de Sucesión), con hegemonía continental para Francia (vinculada a España por los Pactos de Familia de la dinastía Borbón) y hegemonía marítima para Inglaterra, certificada más tarde en Trafalgar (1805). Las exploraciones de James Cook y la ocupación de Oceanía cierran la era los descubrimientos geográficos (a la espera de las expediciones polares). La integración mundial avanza y surgen las primeras guerras mundiales en el sentido de que los imperios coloniales europeos se reparten territorios distantes ( India, Canadá) al tiempo que se dirimen otros repartos en Europa (como el de Polonia). Las posesiones europeas llegan a su máxima expansión en América en vísperas de la Independencia de Estados Unidos (1776) y de la Emancipación Hispanoamericana (1808-1824), anticipada por la Revolución de los Comuneros en 1737 y la rebelión de Túpac Amaru en 1780. Para recoger el testigo de la sumisión colonial, África y Extremo Oriente habrán de esperar al siglo XIX, pero en el Asia Central se asiste a una carrera por la ocupación de un espacio geoestratégicamente vacío entre Rusia y China. Simultáneamente, en el Pacífico norteamericano la emprenden Rusia, Inglaterra y España, mientras la colonización de Australia es iniciada por Inglaterra sin apenas oposición. El real de plata, o peso duro (éste acuñado en las míticas minas de Potosí en 1768) fue el antepasado del dólar americano (cuyo símbolo deriva de la columna rodeada por la cartela "Plus Ultra", a su vez un lema muy apropiado, por lo expansivo), y cumplía una función similar en la economía mundial. Escultura azteca que representa a un hombre portando el fruto del cacao. Alimento de los dioses (se tradujo Teobroma como nombre científico), fue usado como moneda en época precolombina. Su consumo fue rápidamente adoptado en Europa, como el del tabaco; más lenta fue la incorporación de cultivos, como el del maíz, el tomate o la patata. Museo Nacional de Antropología e Historia de México. Don Quijote carga contra el rebaño de ovejas. El equilibrio de la ganadería ovina con la agricultura cerealista y con la industria textil no fue sólo un asunto vital para una Castilla dominada por la Mesta y para sus clientes en Flandes, verdadera metrópolis comercial de sus materias primas (lana y metales preciosos), sino también para América, donde sin exagerar mucho puede decirse que las ovejas se comieron a los hombres. Esta expresión se aplicó también en Inglaterra, que desde un paisaje similar al castellano en la Baja Edad Media optó por el desarrollo agrícola e industrial. El carácter más trascendental que trae la Edad Moderna es, sin duda, lo que Ruggiero Romano y Alberto Tenenti denominan «la primera unidad del mundo»: En 1531, al abrirse la nueva Bolsa de Amberes, una inscripción advertía que era in usum negotiatorum cuiuscumque nationis ac linguae: para uso de los hombres de negocios de cualquier nación y lengua. Es en un hecho como éste y en muchos otros de naturaleza semejante, más aún que en los aspectos externos del gigantismo político o económico, donde nos parece que debe buscarse el sentido profundo del período... Ahora se crea una primera unidad del mundo: las técnicas circulan velozmente; los productos y los tipos de alimentación se difunden; la cocina española, el trigo, el carnero, los bovinos se introducen en América; a más o menos largo plazo, el maíz, la patata, el chocolate, los pavos llegan a Europa. En los Balcanes, las pesadas confituras turcas van penetrando lentamente; las bebidas turcas -o la manera turca de prepararlas- se consolidan. Por todas partes, los paisajes cambian: los templos de las religiones de la América precolombina son sustituidos por iglesias católicas, y en las encrucijadas de los caminos de América se levantan ahora cruces; en los Balcanes, los alminares se alzan al lado de las iglesias ortodoxas. Intercambios de técnicas, de culturas, de civilizaciones, de formas artísticas: la rueda -desconocida en América- se introduce en el nuevo mundo; los pintores italianos llegan a las cortes de los sultanes (así, Gentile Bellini termina, en 1480, el finísimo retrato de Mohamed el Conquistador). Una vasta economía mundial extiende sus hilos alrededor del globo: el camino de las monedas del Imperio español, los famosos «reales de a ocho», acuñadas en las casas de moneda americanas, se hace cada vez más largo y, tras el viaje tras atlántico, llegan en pequeñas o grandes etapas hasta el Extremo Oriente, para ser cambiadas por especias, sedas, porcelanas, perlas ... El trigo del Báltico llega hasta la región atlántica de la Península Ibérica, y hacia 1590 entrará masivamente hasta el Mediterráneo; el azúcar, de las islas atlánticas o del Brasil, empieza a llegar en grandes cantidades a los mercados europeos; se democratizan algunos productos -como la pimienta- considerados hasta entonces de lujo o, por lo menos, privilegiados. La modernidad de esta época, en torno a la cual generaciones enteras de historiadores han discutido para captar su presencia en mil aspectos, en mil ideas, se afirma, precisamente, en esta primera unidad del mundo. Pero ésta es aún demasiado frágil: si las líneas de navegación enlazan ya con gran regularidad los distintos continentes, la piratería o las dificultades técnicas de la navegación rompen aquella regularidad; si los sueños imperiales -y unificadores- de un Carlos V parecen, por momentos, hacerse realidad a la luz de las victorias, se desvanecen muy fácilmente en la tristeza de las derrotas… y en las grandes escisiones internas que aparecen en Europa en el plano religioso, o en los gérmenes de …la conciencia nacional que ahora empieza a desarrollarse.[11] Elemento consustancial a la Edad Moderna (especialmente en Europa, primer motor de los cambios) es su carácter transformador, paulatino, dubitativo incluso, pero decisivo, de las estructuras económicas, sociales, políticas e ideológicas propias de la Edad Media. Al contrario de lo que ocurrirá con los cambios revolucionarios propios de la Edad Contemporánea, en que la dinámica histórica se acelera extraordinariamente, en la Edad Moderna la inercia del pasado y el ritmo de los cambios son lentos, propios de los fenómenos de larga duración. Como se indica arriba, no hubo un paso brusco de la Edad Media a la época moderna, sino una transición. Los principales fenómenos históricos asociados a la Modernidad (capitalismo, humanismo, estados nacionales, etcétera) venían preparándose desde mucho antes, aunque fue en el paso de los siglos XV a XVI en donde confluyeron para crear una etapa histórica nueva. Estos cambios se produjeron simultáneamente en varias áreas distintas que se retroalimentaban: en lo económico con el desarrollo del capitalismo; en lo político con el surgimiento de estados nacionales y de los primeros imperios ultramarinos; en lo bélico con los cambios en la estrategia militar derivados del uso de la pólvora; en lo artístico con el Renacimiento, en lo religioso con la Reforma Protestante; en lo filosófico con el Humanismo, el surgimiento de una filosofías secular que reemplazó a la Escolástica medieval y proporcionó un nuevo concepto del hombre y la sociedad; en lo científico con el abandono del magister dixit y el desarrollo de la investigación empírica de la ciencia moderna, que a la larga se interconectará con la tecnología de la Revolución industrial. Ya para el siglo XVII, estos fuerzas disolventes habían cambiado la faz de Europa, sobre todo en su parte noroccidental, aunque estaban aún muy lejos de relegar a los actores sociales tradicionales de la Edad Media (el clero y la nobleza) al papel de meros comparsas de los nuevos protagonistas: el Estado moderno, y la burguesía. Desde una perspectiva materialista, se entiende que este proceso de transformación empezó con el desarrollo de las fuerzas productivas, en un contexto de aumento de la población (con altibajos, desigual en cada continente y aún sometica a la mortalidad catastrófica propia del el Antiguo Régimen demográfico, por lo que no puede compararse a la explosión demográfica de la Edad Contemporánea). Se produce el paso de una economía abrumadoramente agraria y rural, base de un sistema social y político feudal, a otra que sin dejar de serlo mayoritariamente, añadía una nueva dimensión comercial y urbana, base de un sistema político que se va articulando en estados-nación (la monarquía en sus variantes autoritaria, absoluta y en algunos casos parlamentaria); cambio cuyo inicio puede detectarse desde fechas tan tempranas como las de la llamada revolución del siglo XII y que se precipitó con la crisis del siglo XIV, cuando se abre la transición del feudalismo al capitalismo que no se cerrará hasta el siglo XIX.[12] El nuevo actor social que aparece y al que pueden asociarse los nuevos valores ideológicos (el individualismo, el trabajo, el mercado, el progreso ...) fue la burguesía. No obstante, el predominio social de clero y nobleza no es discutido seriamente durante la mayor parte de la Edad, y los valores tradicionales (el honor y la fama de los nobles, la pobreza, obediencia y castidad de los votos monásticos) son los que se imponen como ideología dominante, que justifica la persistencia de una sociedad estamental. Hay historiadores que niegan incluso que la categoría social de clase (definida con criterios económicos) sea aplicable a la sociedad de la Edad Moderna, que prefieren definir como una sociedad de órdenes (definida por el prestigio y las relaciones clientelares).[13] Pero desde una perspectiva más amplia, considerando el periodo en su conjunto, es innegable que poderosas fuerzas, aquéllas en que se basan esos nuevos valores, estaban en conflicto y chocaron, a la velocidad de los continentes, con las grandes estructuras históricas propias de la Edad Media (la Iglesia Católica, el Imperio, los feudos, la servidumbre, el privilegio) y otras que se expandieron durante la Edad Moderna, como la colonia, la esclavitud y el racismo eurocentrista. La Era de las Revoluciones fue un cataclismo final que no se produjo sino cuando se hubo concentrado una energía suficiente. Mientras este conflicto secular se desarrollaba en Europa, la totalidad del mundo, conscientemente o no, fue afectada por la expansión europea. Como se ha visto en Secuenciación, para el mundo extraeuropeo la Edad Moderna significa la irrupción de Europa, en mayor o menor medida según el continente y la civilización, a excepción de una vieja conocida, la islámica, cuyo campeón, el Imperio Turco, se mantuvo durante todo el periodo como su rival geoestratégico. Para América la Edad Moderna significa tanto la irrupción de Europa como la gesta de la independencia que dio origen a los nuevos estados nacionales americanos. Fachada de la Basílica de San Pedro, Roma. La inscripción del friso es curiosa: se hizo en honor del Príncipe de los Apóstoles, Paolo Borghese, Romano Pontífice Máximo. Año 1612, séptimo de su pontificado. Es notable vanidad la que supone enaltecer el apellido familiar junto al nombre que adoptó como papa ( Pablo V tenía como nombre Camilo Borghese), y apropiarse de un monumento que llevaba cien años construyéndose por iniciativa de muchos papas. Curiosamente, las tres palabras que quedan sobre la entrada resumen (sin duda involuntariamente) las claves de la Edad Moderna: PAVLVS BVRGHESIVS ROMANVS, la herencia clásica (greco-romana), el cristianismo expansivo de Pablo de Tarso (el judío apóstol de los gentiles) y la enigmática presencia, central, de la burguesía. Sin embargo, nada más antiburgués que la aristocrática familia Borghese en el epicentro del clero católico. Los Síndicos del Gremio de los Pañeros, Rembrandt, 1662. La burguesía holandesa, tras la Revuelta de Flandes, se ha convertido por primera vez en la historia en la clase dominante a cuyos intereses sirve un estado de dimensiones nacionales. Esto es excepcional no solo en el mundo sino en Europa, donde incluso Inglaterra, en plena Restauración, aún no ha solucionado sus conflictos sociales y políticos, mientras que en el resto triunfa el Antiguo Régimen en mayor o menor medida. El papel de la burguesía [editar] Los burgueses, nombre que se dio en la edad media europea a los habitantes de los burgos (los barrios nuevos de las ciudades en expansión), tienen una posición ambigua en la Edad Moderna. Una visión lineal, que tome como punto de llegada la Revolución Burguesa, les buscará emplazándose a sí mismos fuera del sistema feudal, como hombres libres que, en Europa, se hicieron poderosos gracias a la creación de redes comerciales que la abarcaban de norte a sur. Ciudades que habían conseguido una existencia libre entre el imperio y el papado, como Venecia y Génova, crearon verdaderos imperios comerciales. Por su parte, la Hansa dominó la vida económica del Mar Báltico hasta el siglo XVIII. Las ciudades eran islas en el océano feudal, pero el que la burguesía fuera realmente un disolvente del feudalismo, o más bien un testimonio de su dinamismo, al crecer con el excedente que los señores extraen en sus feudos, es un tema que ha discutido extensamente la historiografía.[14] El mismo papel de la ciudad europea durante la Edad Moderna puede considerarse un proceso de larga duración dentro del milenario proceso de urbanización: la creación de una red urbana, preparación necesaria para el cumplimiento de las funciones sociales del mundo industrial moderno. A la línea de meta llegaron con ventaja metrópolis como Londres y París en el siglo XVIII; por el camino quedaron rezagadas, sin capacidad de articular una economía nacional de dimensiones suficientes para el despegue industrial, Lisboa, Sevilla, Madrid, Nápoles, Roma, Viena... y jugando en otra división (no de tamaño, sino funcional) Ciudad de México, Moscú o San Petesburgo, Estambul, Alejandría, El Cairo, Pekin.[15] Aunque la diferencia de posición económica era enorme entre alta burguesía, baja burguesía y plebe empobrecida, no lo estaba en muchos extremos por su condición social: todas eran pueblo llano. La diferenciación entre burguesía y campesinado es aún más significativa, pues fuera de las ciudades es donde vivía la inmensa mayoría de la población, dedicándose a actividades agropecuarias de muy escasa productividad, lo que las condenaba a la invisibilidad histórica: la producción documental, que florece de forma extraordinaria en la Edad Moderna (no sólo con la imprenta, sino con la fiebre burocrática del estado y de los particulares: registros económicos, protocolos notariales...) es esencialmente urbana. Los fondos de los archivos europeos empiezan ya a competir en densidad de fuentes documentales con enorme ventaja frente a los chinos, de milenaria continuidad. También puede verse a la burguesía como un aliado del absolutismo, o como un agregado social sin verdadera conciencia de clase, cuyos individuos prefieren la "traición" que les permite el ennoblecimiento por compra o matrimonio, sobre todo cuando la ideología dominante persigue el lucro y santifica la renta de la tierra.[16] Su papel como agente revolucionario había ocasionado las revueltas populares urbanas de la Edad Media, y continuará vivo pero errático en las de la Edad Moderna, algunas teñidas de ideología religiosa, otras de revuelta antifiscal o incluso de motines de subsistencia.[17] En otros continentes, la caracterización social de una clase definida por su actividad urbana, su identificación con el capital y la condición de no privilegiada, es mucho más problemática. No obstante, se ha aplicado el término en Japón, cuya formación económico social ha sido asimilada al feudalismo, y con muchas más dificultades en China, aunque las interpretaciones de su historia están muy vinculadas a posiciones ideológicas. El mundo islámico tenía desde sus orígenes una fuerte componente comercial, con un desarrollo impresionante de las rutas a larga distancia (navieras y caravaneras), y una artesanía superior a la europea en muchos aspectos, pero el desarrollo de las fuerzas productivas demostró ser menos dinámico, y con éstas la dinámica social. Los mercaderes árabes o el zoco, sin dejar de ser bullicioso y reflejar el descontento popular en periodos de crisis, no estuvieron nunca en condiciones de significar un desafío a las estructuras. América fue desde el comienzo de su colonización una tierra de promisión donde hacer experimentos de ingeniería social. Las reducciones jesuíticas o los peregrinos del Mayflower son casos extremos, siendo el fenómeno más importante la ciudad colonial hispánica, con su urbanismo trazado a cordel a partir de una amplia Plaza Mayor sobre tierras vírgenes o ciudades precolombinas, a veces incluso convirtiéndose en ciudad peregrina, cambiando su emplazamiento por terremotos o condiciones sanitarias. Es posible encontrar la formación de una burguesía en América durante la Edad Moderna, en las colonias británicas del norte, y en los criollos hispanoamericanos, que impulsarán los procesos de independencia y contribuirán decisivamente al final del Antiguo Régimen y la plasmación de los valores de la Edad Contemporánea. Las exploraciones patrocinadas por las monarquías europeas (en Portugal, el caso precoz de Enrique el Navegante), y protagonizadas por personajes como Cristóbal Colón, Juan Caboto, Vasco de Gama o Hernando de Magallanes, se aventuraron en mares desconocidos y llegaron a tierras que eran desconocidas por los europeos, aprovechando una serie de mejoras náuticas: la brújula y la carabela. La relación que el espíritu individualista y la búsqueda la fama pudieran tener con los valores burgueses no es tan clara: no supone ninguna novedad desde tiempos de Marco Polo y tiene posiblemente más relación con el espíritu caballeresco y los valores nobiliarios de la baja edad media.[18] Aprovechando sus descubrimientos, España, Portugal y Holanda primero, y Francia e Inglaterra después, construyeron imperios coloniales, cuyas riquezas, sobre todo la extracción de oro y plata de América, estimularon aún más la acumulación de capital y el desarrollo de la industria y el comercio, aunque a veces más fuera del propio país que dentro, como fue el caso de la castellana, que sufrió las consecuencias de la Revolución de los Precios y una política económica, el mercantilismo paternalista que busca más la protección del consumidor (y de los privilegiados) que la del productor. Fuera de Inglaterra y Holanda, en el siglo XVII, la burguesía tenía un poder económico relativo, y ningún poder político. No sería propio decir que llegó a sus manos ni siquiera cuando reyes como Luis XIV empezaron a llamar a burgueses como ministros de estado, en vez de la vieja aristocracia. El Sultán del Imperio otomano Solimán el magnífico, vencedor de la batalla de Mohács (1526), tras la que ocupa Hungría y sitia Viena. Los soldados que le sirven de guardia son los temibles jenízaros. Su expansión militar y territorial le convirtieron en un monarca tan poderoso como pudiera serlo Carlos V del Sacro Imperio romano, y con un control interno sobre sus dominios no menor en cuanto a supremacía. No obstante, su sistema político no es comparable con la monarquías autoritarias de la Europa Occidental, que están en una dinámica muy diferente. El papa Paulo III reconcilia a Francisco I de Francia con el emperador Carlos V (Tregua de Niza, 1538), en un cuadro de Sebastiano Ricci (1688). La enemistad de los dos soberanos resultó en el inicio de un siglo de hegemonía de la Monarquía Católica, pero también en la imposibilidad de una restauración del Sacro Imperio romano. El poder papal, desafiado por la Reforma, subsistirá. La Familia de Felipe V, de Michel van Loo, nos recibe en estudiada pose en un ambiente barroco. La imagen sirvió como comunicación familiar con los Borbón de Francia. El pacto de familia que mantuvieron ambas ramas de la dinastía hasta la ejecución de Luis XVI demuestra cómo los intereses nacionales (de unas naciones aún no construidas) se postergaban ante los dinásticos. Territorios y súbditos podían intercambiarse por un tratado sin consultar a nadie más que a su soberano. Algún rey prefería perder sus estados antes que gobernar sobre herejes (Felipe II de España) mientras que otro compraba París por el buen precio de una misa (Enrique IV de Francia). El emperador chino Kangxi, cuyo reinado, de 1662 a 1722 fue comparable en duración al de Luis XIV de Francia, aunque indiscutiblemente, China era mucho más poderosa y extensa. La existencia de las potencias europeas ya no podía ser ignorada, y se vio forzado a mantener un equilibrio fronterizo con Rusia en Asia Central y a frustrar las pretensiones proselitistas del papado. La formación económico social china no podrá sostener la presión expansiva de Europa en el siglo siguiente. El poder de los reyes En Europa Occidental, desde finales de la Edad Media algunas monarquías tienden a la formación de lo que a finales de la Edad Moderna podrá identificarse como estados nacionales, en espacios geográficamente definidos y con mercados unificados de una dimensión adecuada para la modernización económica. Sin llegar a los extremos del nacionalismo del siglo XIX y XX, la identificación de algunas monarquías con un carácter nacional se hace evidente, y se buscan y exageran esos rasgos, que pueden ser las leyes y costumbres tradicionales, la religión o la lengua. En ese sentido van la reivindicación de la lengua vernácula para la corte de Inglaterra (que durante toda la Edad Media hablaba el francés) o la argumentación de Nebrija a los Reyes Católicos en su Gramática Castellana de que, deben imitar a Roma y al latín porque la lengua va con el imperio (originándose una serie de orgullosas defensas del español en actos diplomáticos).[19] Este proceso no fue ni continuo ni sin altibajos, y no estaba claro en sus comienzos si iba a triunfar la Idea Imperial de Carlos V, el mosaico multinacional dinástico de los Habsburgo o la expansión europea del Imperio otomano. Si en el siglo XVIII parecían fuertemente establecidos los actuales Estados de España, Portugal, Francia, Inglaterra, Suecia, Holanda o Dinamarca, nadie podía haber previsto el destino de Polonia, repartido entre sus vecinos. Los intereses dinásticos de las monarquías eran cambiantes y produjeron a lo largo de la Edad Moderna inacabables intercambios de territorios, por razones bélicas, matrimoniales, sucesorias y diplomáticas, que hacían que las fronteras fueran cambiantes, y con ellas los súbditos. El aumento del poder de los reyes se centró en tres direcciones: eliminación de todo contrapoder dentro del Estado, expansión y simplificación de las fronteras políticas (el concepto de fronteras naturales) en competencia con los demás reyes, y eliminación de estructuras feudales supranacionales (las dos espadas: el Papa y el Emperador). Las monarquías autoritarias intentaron liquidar a toda posible oposición. En el siglo XVI aprovecharon la Reforma Protestante para separarse de la Iglesia Católica (principados alemanes y monarquías escandinavas) o bien para identificarse con ella (la monarquía del Rey Cristianísmo de Francia o la del Rey Católico de España), aunque no sin conflictos (como prueba las polémicas en torno al regalismo, o el galicanismo). La monarquía inglesa del Defensor de la Fe (Enrique VIII, María Tudor e Isabel I) intentó alternativamente una u otra opción para decantarse finalmente por una salida intermedia entre ambas (el anglicanismo). Los reyes intentaron imponer la unidad religiosa a sus súbditos: en España los Reyes Católicos expulsaron a los judíos y Felipe III a los moriscos, en Inglaterra el anglicano Enrique VIII persiguió a los católicos, y en Francia Richelieu persiguió a los protestantes. El principio cuius regio eius religio (la religión del rey ha de ser la religión del súbdito) fue el director de las relaciones internacionales desde la Dieta de Augsburgo, aunque no consiguió evitar las guerras de religión hasta la firma de los Tratados de Westfalia (1648). Otro frente de batalla fue la nobleza, que en ocasiones se resiste al aumento del poder real, como en la Guerra de las Comunidades de Castilla (1521), la Fronda francesa de 1648, o las conspiraciones con ocasión de la crisis de 1640 contra el Conde-Duque de Olivares en distintos puntos de la Monarquía Hispánica. No debe interpretarse esto como una identificación de los intereses de clase de la burguesía y la monarquía, que puede apoyarse en ella, sabiendo que es su principal fuente de ingresos, pero, al menos en las zonas en que puede hablarse de sociedades de Antiguo Régimen, se identifica mucho más claramente con los intereses de la clase dominante: los privilegiados (nobleza y clero). En esas mismas ocasiones las revueltas también mostraron un componente de particularismo regional que se opone a la centralización, la resistencia de instituciones que pueden funcionar como contrapeso a la corona (Parlamentos judiciales o legislativos), o un carácter antifiscal. En el caso más favorable al poder real, el francés, resultó en una monarquía absoluta identificada con eln estado unitario y centralizado. Mientras tanto, primero en Holanda (tras su independencia) y luego en Inglaterra (tras la Guerra Civil Inglesa) se experimenta el funcionamiento de la monarquía parlamentaria en respuesta a otra formación económico social. En lo externo, los imperios europeos buscaron ampliar sus horizontes territoriales. España se construyó un Imperio en América. Portugal y Holanda fundaron factorías, núcleos de futuras ciudades, en diversos puntos costeros diseminados por todo el mapa terrestre. Francia e Inglaterra intentaron entrar en la India, al tiempo que fundaban colonias en lo que después serán Estados Unidos y Canadá. La pugna por el complejo mapa de político europeo fue incesante, desgastando las energías sociales extraídas a través de los impuestos en cruentas conflagraciones cuyo fin podía ser el predominio dinástico, religioso o el mantenimiento o la discusión de la hegemonía continental, en la que se sucedieron España y Francia, con la irrupción local de potencias locales (Dinamarca, Suecia, Polonia...). Los escenarios de las conflagraciones europeas fueron preferentemente los atomizados espacios políticos de la península italiana y centroeuropa, surgiendo en ésta las potencias rivales de Austria y Prusia, cuyo futuro no se dilucidará hasta bien entrada la Edad Contemporánea. Frente a todo esto, las viejas estructuras supranacionales medievales hicieron crisis. La Iglesia Católica fue incapaz de mantener unida a Europa bajo su dominio aunque los Estados Pontificios subsistieron con una influencia incomparablemente superior a su peso temporal, y el Sacro Imperio Romano Germánico, después del frustrado intento por restaurarlo de Carlos V, fue prácticamente desmantelado por el Tratado de Westfalia de 1648. El Imperio siguió existiendo teóricamente hasta 1806, pero en los hechos no era más que una presencia nominal en el mapa internacional, sin poder efectivo. El regicidio del inca Atahualpa, tal como la dibujó Felipe Guamán Poma de Ayala, en su Nueva Crónica y Buen Gobierno, un excepcional documento de la visión indígena de la Conquista de América, descubierto en 1908 El rey don Sebastián I de Portugal, que a pesar de haber muerto en Alcazarquivir, junto a otros dos reyes (estos musulmanes), "reapareció" en la figura de un pastelero de Madrigal y permaneció siempre vivo y eternamente joven en el imaginario popular, como los héroes homéricos o el Che Guevara en el siglo XX (sin olvidarnos de héroes populares como Elvis Presley, Marilyn Monroe, James Dean, Jim Morrison o John Lennon). El Rey ha muerto, ¡viva el Rey! [editar] Esta fórmula, que garantizaba la continuidad de la monarquía hereditaria, es también un reflejo de los límites del Estado que se pretende construir por una monarquía con aspiraciones absolutistas.[20] En todas las civilizaciones, el momento de la muerte de los reyes (o su agonía, o su falta de sucesión) ha dado históricamente origen a problemas sucesorios, e incluso guerras. La posibilidad de dar muerte al rey era un hecho todavía más grave, y la lesa majestad sancionada con la peor de las condenas (el suplicio de los regicidas como Ravaillac era particularmente doloroso). La mera consideración de ese argumento en la ficción garantizaba el interés de las truculentas tragedias de Shakespeare, en las que el usurpador encuentra su merecido castigo (Hamlet o Macbeth) sobre todo en la corte de Isabel I de Inglaterra, siempre vigilante contra reales o imaginarias conspiraciones contra su vida. En la mayor parte de las culturas, dar muerte al rey estaba reservado como mucho a los enfrentamientos caballerescos con otro rey en el campo de batalla (por ejemplo, a pesar de algunos detalles ruines, el fratricidio de Enrique de Trastamara sobre Pedro I el cruel), cosa que en la Edad Moderna raramente se producía pues no solían arriesgarse (la muerte de Enrique II de Francia en un torneo entra dentro de los accidentes deportivos, y el apresamiento en la batalla de Pavía de Francisco I, que se quejaba de que Carlos V no entrara en liza personalmente con él, es algo excepcional). Por eso impactó tanto a toda Europa la temprana muerte de Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir. Este hecho además, estuvo en el origen de la decadencia portuguesa (el ejército quedó destruido y su tío Felipe II se impuso como heredero incorporando el reino a la Monarquía Hispánica, que desperdició lo mejor de la flota en la Armada Invencible y enfrentó el imperio colonial a la rapiña de sus enemigos ingleses y holandeses). También fue el origen de un curiosísimo movimiento social, el sebastianismo, muy popular entre los campesinos y clases bajas, que reivindicaba su presencia oculta y su mesiánica vuelta. Un movimiento idéntico tuvo lugar en Rusia, donde periódicamente aparecían falsos Dimitris reclamando ser el zarevitch heredero de Iván el Terrible. Estos movimientos (similares a otros movimientos milenaristas o mesiánicos, como los asociados al imán oculto en la religión islámica) acogían todo tipo de reivindicaciones populares que aprovechaban la oportunidad de expresarse en asociación con un concepto idealizado de la monarquía paternalista. Era difícil concebir que de la sagrada figura de un rey pudiera venir algo malo. Todo mal se atribuye a los malos consejeros, o al secuestro de la voluntad del rey (la leyenda de La máscara de hierro). Los validos son las figuras más odiadas. En la Edad Moderna la discrepancia más atrevida solía ser el grito Viva el rey y muera el mal gobierno. En otras civilizaciones, se opta por separar radicalmente la figura del gobernante de derecho, que pasa a ser una figura únicamente decorativa (el Califa en el Islam y el Emperador en Japón) y el gobernante de hecho, que pasa también a ser hereditario y solemnizarse (el Sultán otomano o el shōgun en Japón) Lo que es una gran novedad de la Europa de la Edad Moderna es convertir la muerte del rey en algo teorizable, entroncándolo con la Antigüedad clásica. El tiranicidio se justificó por el Padre Mariana, de la Escuela de Salamanca, en un libro[21] que dedicó a la instrucción del futuro Felipe III, y que fue ampliamente divulgado más fuera que dentro de España, utilizándose sus argumentos en la justificación de la rebelión de los Países Bajos y más adelante incluso, en las dos grandes revoluciones del siglo XVIII (americana y francesa), que siempre pusieron buen cuidado de legitimarse por oposición a la pérdida de legitimidad del rey contra el que se rebelan, de una manera no tan distinta a como vasallos y señores feudales se aplicaban recíprocamente el concepto de felonía. En el himno de Holanda, Guillermo de Orange dice: "al rey de España siempre honré" - Den Koning van Hispanje/ Heb ik altijd geëerd, y los revolucionarios americanos dedican toda la primera parte de su Declaración de Independencia a convencer al mundo de que no les queda otra salida. El respeto sacral que a la figura de los reyes se guardaba en Europa no se aplicaba por los conquistadores a los caciques, reyes o emperadores americanos, todos ellos considerados por los europeos como «indígenas paganos», cuya soberanía podía ser discutida sólo con que se negaran a atender el Requerimiento. Así no hubo mayor inconveniente en extorsionar, torturar y matar a Hatuey, Atahualpa y Moctezuma (menos aún en sofocar las revueltas posteriores a la conquista, incluso en fechas tan tardías como la de Túpac Amaru, que enlaza ya con los gritos de la independencia americana). Pero andando el tiempo también el viejo continente presenció algunos regicidios notables, como los de Guillermo de Orange, Enrique III y Enrique IV de Francia, a manos de fanáticos, y los judiciales de María Estuardo y Carlos I de Inglaterra. Cuando la guillotina caiga sobre Luis XVI, la Edad Moderna ya habrá terminado, comprobándose que la sangre azul es igual que cualquier otra. En América las revoluciones independentistas que comenzaron en 1776 con la sublevación de las trece colonias británicas que dieron origen a los Estados Unidos y se extendió con la Guerra de Independencia Hispanoamericana (1809-1824), que dieron origen a las primeras naciones latinoamericanas, fusionaron la idea de independencia con la oposición radical a la monarquía y el derecho al regicidio. El resultado fue la aparición de una cantidad de repúblicas sin precedente en la Historia Universal. El condottiero Bartolomeo Colleoni, con gesto adusto contempla Venecia desde su caballo en el famoso bronce de Verrocchio. Los ejércitos mercenarios, verdaderas empresas dirigidas con criterios protocapitalistas, se alquilaban al mejor postor en la Italia del Renacimiento. La caballería medieval quedaba para los ejercicios literarios. Guerrero japonés fotografiado por Felice Beato en la década de 1860. Tras una primera apertura, que incluyó la evangelización hispano-portuguesa, Japón se cerró a todo tipo de contactos con los extranjeros en 1641 con la política sakoku (con la mínima excepción de la importación de libros y el consentimiento de intercambios con los holandeses de la isla artificial de Dejima), y siguió considerando las armas de fuego como bárbaras y primitivas, prefiriendo las tradicionales del samurái hasta la restauración Meiji del siglo XIX. La rendición de Breda o Las Lanzas, de Velázquez, 1636. Uno de los episodios gloriosos que se celebraban en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid.[22] Los tercios de Ambrosio de Spínola, que exhiben enhiestas sus picas, consiguieron desalojar de la plaza fortificada que se adivina humeante al fondo, a las tropas holandesas de Justino de Nassau, en uno de los últimos triunfos de las armas españolas, abocadas al fin de su hegemonía. También el arte militar experimentó profundos cambios, que fueron correlativos a los cambios políticos que se vivían en ese tiempo. La introducción de las armas de fuego marcó el final de la época de los caballeros feudales, y el inicio del predominio de la infantería. Aunque los primeros usos de la pólvora fueron en China, su empleo militar fue fundamentalmente europeo durante la Edad Moderna. El código del honor del caballero medieval veía las armas de fuego como un insulto a la valentía, que permitía abatir al mejor caballero por el más ruin villano mercenario, pero su aceptación, desarrollo y sofisticación en Europa es una de las claves de su expansión durante la Edad Moderna. Los cambios sociales que produjo en su interior terminaron, paradójicamente, incluyendo su uso en los duelos por honor. Ya la Guerra de los Cien Años había supuesto una humillación de la nobleza francesa frente a los arqueros ingleses, pero fue la artillería, que se experimentó en las últimas fases de la Reconquista (parece ser que los defensores musulmanes la usaron en la toma de Niebla en el siglo XIII, y los cristianos desde la época de Alfonso XI), la que demostrará ser el arma decisiva, cuyo coste, inasumible por ningún noble particular, solo podía ser sufragado por los crecientes recursos de las monarquías autoritarias, con lo que el ejército moderno pasará a ser uno de sus atributos. La Guerra de Granada será decisiva para la conformación de una unidad militar compleja y bien articulada: los tercios, que se probarán exitosamente en Italia bajo el mando del Gran Capitán frente a los ejércitos franceses, al tiempo que se internacionalizan con mercenarios de todas las nacionalidades. Los suizos y los lansquenetes alemanes serán los más afamados. Por primera vez desde el Imperio romano, las guerras europeas se libraban con una visión estratégica continental que ponía a su servicio crecientes aparatos estatales: era mayor proeza "poner una pica en Flandes" desde el punto de vista económico que desde el puramente táctico, y las batallas diplomáticas no fueron menos decisivas que las reales para cerrar o mantener abierto el llamado camino español[23] Al mismo tiempo, la ingeniería dio pasos de gigante, perfeccionando una nueva fórmula de defensa: el bastión. Estimulados por el desafío de los artilleros, ingenieros militares entre los que se encontraba el propio Leonardo da Vinci entablan con ellos una carrera de armamentos que no ha parado hasta hoy. Como consecuencia, las campañas medievales, enfrentamientos de huestes reclutadas por los lazos del vasallaje se transformaron en verdaderas guerras de asedio y desgaste del enemigo, utilizando tropas profesionales, mercenarias, lo que en parte explica la enorme crueldad creciente de los conflictos hasta el siglo XVII. Para el siglo XVIII, las guerras, sometidas a método y cálculo académico, experimentaron un notable cambio, transformándose en campañas atemperadas, voluntariamente limitadas y con prolijas maniobras, en donde los generales arriesgaban poco y cuidaban mucho a sus tropas (famoso fue en ello el rey sargento, Federico Guillermo I de Prusia). Los uniformes, las banderas y la música militar se codifican de forma exquisita (el himno y la bandera de España provienen de esta época). Este esquema regiría los campos de batalla europeos hasta la llegada de Napoleón Bonaparte, primer general que aprovechó a gran escala el reclutamiento masivo producto del servicio militar obligatorio o nación en armas, ignorando los rangos aristocráticos que en los ejércitos de las monarquías absolutas reservaban los puestos directivos a gente de no probada valía, mientras que para él cada soldado lleva en su mochila el bastón de mariscal. Pero eso fue ya en un periodo histórico diferente, la Edad Contemporánea, en el que, tras el intento de bloqueo continental contra la industria inglesa y las teorizaciones de Clausewitz, se terminará hablando de la guerra total, un concepto ajeno al periodo de la Edad Moderna, en que la vida económica y social seguía en buena parte ajena a las batallas. La batalla de Lepanto, vista por Veronés, es una confusión de galeras que se embisten tras el duelo artillero, cuya suerte se decide en el plano celestial, por la intercesión ante la Virgen de los santos patrones de cada miembro de la Santa Liga (por el Papa, con las llaves del reino de los cielos, Pedro; por España, con equipo de peregrino, Santiago; por Génova, con corona y espada, Catalina; y por Venecia, con su león, Marcos). El Imperio otomano no tuvo tanta ayuda. La Armada Invencible partiendo del puerto de Ferrol. La tecnología naval de élite europea se batió en el Canal de la Mancha, prevaleciendo la inglesa sobre la española (que desde 1580 incluía también a la portuguesa, o sea, a las dueñas de las dos mitades del mundo desde el Tratado de Tordesillas). Ninguna marina extraeuropea pudo competir hasta la Guerra Ruso-Japonesa de 1905: la famosa flota china del siglo XV dirigida por Zheng He no tuvo continuidad. La guerra naval [editar] La guerra naval conoce un salto cualitativo con la incorporación de la artillería y de las mejoras técnicas de la navegación. La capacidad de maniobra rápida y abordaje de la propulsión a remo (aún útil en 1571 en Lepanto) quedará obsoleta, en beneficio de la planificación estratégica en un escenario planetario, donde flotas oceánicas llevan la presencia militar a distancias enormes con una agilidad creciente. La mayor ocasión que vieron los siglos, como la calificó Cervantes, que allí perdió su mano izquierda (para mayor gloria de la derecha), significó de hecho el mantenimiento del statu quo en el Mediterráneo: el oriental para los turcos y el occidental para los españoles, pero el conjunto del Mare Nostrum había perdido ya su centralidad en beneficio del Atlántico. Hasta la derrota de la Armada Invencible (1588) nadie desafiaba la hegemonía naval hispano-portuguesa más allá de enfrentamientos irregulares (los holandeses mendigos del mar o los piratas berberiscos o ingleses, poco importantes hasta el siglo XVII). Consciente de poseer un imperio donde no se ponía el sol, Felipe II ofreció una recompensa fabulosa a quien le ofreciera un reloj mecánico que permitiera a sus barcos calcular con precisión la longitud cartográfica, cosa que no se consiguió hasta el siglo XIX; pero para entonces el meridiano cero era el de Greenwich y no el de Cádiz ni el de París, a pesar del esfuerzo científico que supuso el Sistema Métrico Decimal. La batalla de Trafalgar (1805) vino a sancionar indiscutiblemente la hegemonía marítima que Inglaterra ya había alcanzado, al menos desde la Guerra de Sucesión Española, que le proporcionó Gibraltar y Menorca, además de ventajas comerciales en América (1714). Olvidado quedaba el reparto hemisférico del mundo entre españoles y portugueses (Tratado de Tordesillas, 1494) y que había provocado el enojo de Francisco I de Francia, que pidió que le enseñaran la cláusula del testamento de Adán que preveía tal cosa. Entre tanto, los bosques ibéricos de la ardilla de Estrabón (que cruzaba la península sin tocar el suelo) se habían convertido en tablones de barco o en tallas de santos (destinos para los que se seleccionaban las piezas más escogidas), lo que tuvo decisivas consecuencias económicas y ecológicas: se dice que buena parte de los sedimentos depositados en el Delta del Ebro se deben a la deforestación del Pirineo en la Edad Moderna. Confucio presenta al niño-Buda a Lao Tse, en una singular recreación pictórica de época Qing. Mientras Islam y Cristianismo se expanden en conflicto por la mayor parte del mundo, el budismo había conseguido implantarse con fuerza en Extremo Oriente, en cada caso sobre un sustrato distinto (en China y Japón, las religiones tradicionales, confucionismo y shinto, en Indochina, el hinduismo); al mismo tiempo, en su India natal, los mogoles musulmanes y el hinduismo justificador del sistema social de castas lo hacen prácticamente desaparecer. Bula Exurge Domine, Contra Errores Martine Lutheri et sequatium: contra los errores de Martín Lutero y sus seguidores (15 de junio de 1520), por la que el papa León X le amenazaba con la excomunión si no se retractaba de 41 puntos incluidos en sus famosas 95 tesis del 31 de octubre de 1517. Lutero quemó públicamente la bula (10 de diciembre de 1520) y la excomunión se hizo efectiva (3 de enero de 1521). Cualquiera de esas fechas son hitos para la Edad Moderna, aunque no habrían pasado de ser una disputa teológica si no hubieran encontrado el formidable eco que la difusión de la imprenta permitió a los argumentos de ese "oscuro fraile", y no se hubieran acogido por una sociedad madura para recibirlos y unos agentes políticos dispuestos y capaces de aprovechar su potencial. La orfebrería sagrada americana, como ésta de la cultura Muisca, donde aparece la barca ritual que sumergirá ofrendas en un lago, excitó de tal manera el ansia de oro de los conquistadores que creó la leyenda de El Dorado. Es enormemente simbólico que el destino de la mayor parte de la producción artística precolombina fuese el saqueo y la fundición en monedas, que circulando de Sevilla a Génova o Amberes cambiaron para siempre la economía mundial. En la antigüedad, una profanación semejante se atribuye a Jerjes, que transformó el oro de Babilonia en arqueros (los numismáticos y los de verdad). Mezquita del Sah Abbas I el grande, del imperio persa safávida en Isfahán, Irán. En este caso, el impresionante pórtico acoge a los chiítas. Las Misiones Jesuíticas en América del Sur establecieron un sistema teocrático-guaraní de tipo igualitario que ha sido mencionado como antecedente de las ideas socialistas. La religión [editar] Como probaban las herejías urbanas medievales reprimidas por la Inquisición y la Orden Dominicana, la Iglesia Católica se encuentra en conflicto con la nueva vida urbana, y había mirado sus transformaciones con reticencia, aunque también demostró una gran capacidad de asimilación de los elementos disolventes (Orden Franciscana y devotio moderna de Tomás de Kempis). En el Siglo XIV había vivido la Cautividad de Aviñón y el Cisma de Occidente, y en el XV vivió un proceso de acrecentamiento del poder temporal. Ejemplos de Papas mundanos fueron, por ejemplo, Alejandro VI y Julio II, este último apodado, y no sin razón, el «Papa guerrero». Para financiarse, recurrió de manera cada vez más escandalosa a la venta de indulgencias, lo que excitó las protestas de John Wycliff, Jan Hus y Martín Lutero. Este último, cuando la Iglesia lo llamó a someterse, se rehusó, señalando que la única fuente de autoridad eran las Sagradas Escrituras. Era esta una nueva visión de la relación entre el hombre y Dios, personalista e intimista, más acorde con los valores de la modernidad y muy diferente a la idea social y comunitaria de la religión que tenía el Catolicismo medieval. Entre los numerosos seguidores de Lutero no fue posible la uniformidad (la interpretación libre de la Biblia y la negación de autoridad intermedia entre Dios y el hombre lo hacían imposible), y así Ulrico Zwinglio, Juan Calvino o John Knox, fundaron iglesias reformadas que se expandieron geográficamente convirtiendo a Europa en un mosaico de creencias rivales. Se ha propuesto[24] que el calvinismo y la doctrina de la predestinación son posiblemente una contribución esencial a la conformación del espíritu burgués capitalista, al exaltar el trabajo y el triunfo personal. No obstante, no es imposible encontrar una versión católica del mismo espíritu, como fue el jansenismo; lo que abundaría en la tesis materialista de que más que una determinación ideológica fueron las diferentes condiciones de la estructura económica del norte y el sur de Europa las que influyeron en su divergente historia a lo largo de la Edad Moderna. La Iglesia Católica reaccionó tardíamente, a finales del siglo XVI, imponiendo una serie de cambios internos en el Concilio de Trento (1545–1563). Estrellas de esta reforma fueron Ignacio de Loyola y la Compañía de Jesús. Sin embargo, no pudo hacer regresar a la obediencia católica a numerosas naciones reformadas. La Alemania del norte, Escandinavia y Gran Bretaña ya no volverían al catolicismo, mientras que Francia se debatiría durante años de conflictos internos por causa religiosa, hasta que en 1685 Luis XIV revocó el Edicto de Nantes, que garantizaba la tolerancia católica hacia los hugonotes, y los expulsó. El triunfo de la Contrarreforma se centró en la Europa danubiana, la Alemania del sur y Polonia. Irlanda, las penínsulas ibérica e itálica, además de los recién ganados dominios ultramarinos españoles en América, permanecieron católicos. Todo esto sucedió en medio de un terrible periodo de guerras de religión: en Alemania, los príncipes católicos se apoyaron en Carlos V contra los príncipes protestantes, al tiempo que surgían movimientos sociales como la guerra de los campesinos o los anabaptistas, perseguidos sangrientamente por ambos bandos, con la bendición expresa tanto del Papa como de Lutero; en Francia, la no menos violenta Matanza de San Bartolomé (1572) fue sólo un episodio de su particular y prolongada serie de guerras de religión, en las que la distintos grupos sociales se encuadran en bandos nobiliarios con opuestas pretensiones políticas, dinásticas y alianzas exteriores; la Guerra de los Ochenta Años que supone la separación de los Países Bajos en un norte protestante y un sur católico; en su última fase (tras una Tregua de los doce años) simultánea a la Guerra de los Treinta Años (1614-1648) en el Sacro Imperio, que terminó transformándose en un conflicto europeo generalizado. La expansión europea significa la desaparición o sumisión de muchas religiones indígenas en los territorios ocupados por los europeos. Excepcionalmente, surge en el norte de la India una nueva religión: el sijismo. En América Latina el catolicismo fue impuesto como religión prácticamente exclusiva siguiendo los lineamientos de la Contrarreforma, pero al mismo tiempo las antiguas religiones y creencias precolombinas y africanas reprimidas, reaparecieron reformulando el cristianismo mediante el sincretismo religioso. Un ejemplo de ello es la fusión de cultos como el de la Pachamama y la Virgen María en la región andina y la presencia de los orishás de la religión yoruba en la santería y el candomblé. El catolicismo latinoamericano, especialmente en sus vertientes más ligadas a las culturas de los pueblos originarios y afroamericanos, abrió camino a nuevos enfoques ante los derechos humanos, la naturaleza, la igualdad social y el republicanismo, alcanzando expresiones destacadas en casos como el de Bartolomé de las Casas y las Misiones Jesuíticas. La otra gran religión expansiva, el Islam, no tiene una separación de autoridades civiles y religiosas, lo que no significa necesariamente un mayor fundamentalismo, y la prueba habían sido los periodos de tolerancia y fértil intercambio cultural de la Edad Media. Los Imperios Turco, Safávida o Mogol no fueron menos, sino más tolerantes en lo religioso que la Monarquía Católica o la Ginebra de Juan Calvino, y el Mediterráneo Oriental (Balcanes incluidos) fue durante toda la Edad Moderna un mosaico étnico y religioso que acogió la diáspora sefardí de forma equivalente a como lo hizo Ámsterdam. No obstante, en la Europa cristiana el humanismo renacentista (en principio, la simple reivindicación de los studia humanitatis frente a la teología) va acentuando la separación de los ámbitos religioso y laico. El erasmismo o conceptos como la libertad de conciencia no sólo abren el paso a otras religiones (protestantismo), sino a nuevas actitudes del hombre ante la naturaleza, como la duda cartesiana, el racionalismo y el empirismo. Muy diferentes entre sí, la indiferencia religiosa, los libertinos, la masonería, el panteísmo, el agnosticismo y el ateísmo empezarán a ser consideradas como posturas imaginables -aunque de ninguna manera toleradas- y ganarán terreno a medida que avancen los siglos de la Edad Moderna. La trayectoria personal e intelectual de Voltaire significará un referente que quedará fijado en el espíritu enciclopedista. La descristianización ligada a la Revolución francesa hará posible en un efímero episodio un culto secular a la Diosa Razón, bajo un calendario revolucionario privado de toda huella litúrgica. El cambista y su mujer, Quentin Massys, 1515. La eficaz conjunción de metales preciosos y documentos escritos revolucionó la economía mundial y los conceptos jurídicos; terminó disolviendo las relaciones sociales feudales. No obstante, este cuadro tiene una lectura bien distinta: la mujer está consultando un libro religioso, y duda de la legalidad teológica de las transacciones de su marido: el desprecio social por las actividades financieras, que incluía la sospecha de criptojudaísmo en sociedades como la española, y la persecución legal del lucro, significaban la pervivencia del mundo feudal, en que la renta y el privilegio son los procedimientos socialmente aceptables de la posición social elevada. Mientras el trabajo siga siendo un castigo divino, el interés deba camuflarse con todo tipo de excusas y el precio justo algo a debatir con el confesor, el triunfo del capitalismo habrá de esperar. Los navegantes holandeses y británicos desarrollarán un sistema de seguros para racionalizar económicamente sus arriesgadas actividades; simultáneamente los españoles, con toda lógica, prefieren la doble protección que les ofrece la monopolística y bien armada flota de Indias y la divina providencia: el dinero que no emplean en seguros, se les extrae en impuestos obligatorios y en "voluntarios" donativos a las instituciones religiosas (limosnas, fundaciones piadosas, dotes para ingresar a sus hijas en conventos, mandas testamentarias). La opinión que suscitaría un comerciante poco piadoso es fácil de imaginar. Castigo a un esclavo en Brasil, por Jean-Baptiste Debret (circa 1800). La expansión colonial de Europa generalizó la esclavitud en las colonias y organizó, con la imprescindible colaboración de las élites europeas (tanto católicas como protestantes), americanas (incluyendo a los criollos) y africanas (tanto subsaharianas como islámicas), el tráfico de esclavos como uno de los negocios más lucrativos del período, con Liverpool como el mayor puerto esclavista del mundo. Paradójicamente, uno de los impulsores intelectuales de la aprehensión de negros en África para trasladarlos como esclavos a América fue el propio fraile Bartolomé de las Casas, que de este modo pretendía liberar a los indígenas americanos del inhumano trato que estaban sufriendo. Consideraba inicialmente que la naturaleza del amerindio era más débil, y la del africano más fuerte, además de las razones teológicas que confluían en la distinta exposición al evangelio del Nuevo y del Viejo Mundo. Curiosos argumentos, más propios de sus opositores en la Junta de Valladolid, que demuestran que realmente las Casas no estaba tan alejado del mundo cultural neoescolástico y neoaristotélico del que provenía. Posteriormente se arrepintió de aquella idea y desarrolló un pensamiento más amplio de los derechos elementales de todos los seres humanos. Reconstrucción de la propuesta de Sello de los Estados Unidos hecha por Benjamin Franklin. La rebelión contra los tiranos es obediencia a Dios, ilustrado por el episodio bíblico del Mar Rojo. En 1776, la población de las trece colonias británicas en Norteamérica, inició la Revolución Americana sobre la base de conceptos políticos que significaban un cambio radical: independencia, derechos humanos (si bien no para todos, los esclavos negros estaban excluidos), federalismo, constitución, república, basados en los postulados de la Ilustración llevados a sus conclusiones. Algunos autores americanos[25] postulan la tesis, controvertida por otros,[26] de que las prácticas políticas de la Confederación Iroquesa (Haudenosaunee) — su Gran Ley de la Paz— fue «inspiración directa de la constitución estadounidense».[25] La embajada de Franklin en París probó la simpatía con que los Estados Unidos fueron acogidos por la opinión ilustrada (no sólo la francesa, también ingleses como Burke), admirada ante la demostración empírica de las teorías rousseaunianas del "buen salvaje", que se estaba convirtiendo en una orgullosa "nueva Roma" poblada de águilas y cincinatos (símbolos rechazados por el propio Franklin y otros americanos pertenecientes al ala progesista de la revolución).[27] Con un modelo iconográfico muy común, Elias Hille pinta en 1596 a la familia Friedrich, un fabricante de cristal de Bohemia. Muestra el ideal social de familia nuclear: numerosa (tanto en muertes, acechantes en la calavera del Gólgota, como en nacimientos), jerarquizada, sumisa a los valores religiosos, sexuada y comprometida con su destino futuro desde la infancia. En todo ello, pocas diferencias con la familia extensa, clánica, que organizaba la sociedad entera como un conjunto de lazos familiares; pero la sociedad moderna genera nuevas expectativas a los individuos, que cada vez más basan su posición social en sus logros personales. Cuando no importe el origen familiar sino lo que cada uno es por sí mismo, se habrá terminado la sociedad preindustrial. Por otro lado, la libertad de testar, la vinculación de los patrimonios familiares (mayorazgo) o el reparto forzoso entre los hijos (la legítima), suponen distintos sistemas de herencia que, sumados a los distintos regímenes matrimoniales (dote o su contrario, el precio de la novia; sociedad de gananciales, separación de bienes, todos ellos conectados con el papel social de la mujer), constituyen una parte muy importante de las condiciones jurídicas que favorecen o dificultan, según el caso, y en combinación con muy distintos factores económicos sociales e ideológicos (incluyendo los religiosos) la acumulación originaria de capital necesaria para el surgimiento del capitalismo. El derecho y el concepto de hombre en sociedad. [editar] Tras el Tratado de Westfalia, la religión dejó de ser invocada como la causa de las guerras en Europa, imponiéndose el pragmatismo de las relaciones internacionales que invocan intereses más secularizados para ellas, como había reclamado Nicolás Maquiavelo en su famoso tratado El Príncipe. Esta obra para algunos marca el comienzo de la modernidad, y su estela fue continuada por los fundadores del derecho de gentes, el holandés Hugo Grocio o, desde un punto de vista opuesto, la neoescolástica Escuela de Salamanca. La supuesta incapacidad (discutida ya en la época) de las civilizaciones no occidentales para adecuarse a los conceptos jurídicos que conducen o se identifican con la modernidad (propiedad, seguridad jurídica, estado de derecho) es una de las cuestiones más interesantes de la historia comparada de las civilizaciones (véase Interpretaciones de la Historia de China). Suele argumentarse que detrás de esa alegada predisposición occidental a la modernidad está la herencia del Derecho Romano, el derecho consuetudinario germánico o el humanismo cristiano; pero las mismas herencias puede reclamar el Absolutismo del Antiguo Régimen, la Inquisición y los sistemas judiciales comunes en todos los países durante la Edad Moderna, que incluían la tortura y las pruebas diabólicas sin respeto a la presunción de inocencia. En sentido contrario se ha señalado el atraso causado por el colonialismo europeo en las sociedades de América Latina y el Caribe, también pertenecientes a Occidente, así como el desarrollo de sociedades modernas no occidentales como Japón, China y otros países del este asiático. Cierto o no, y aunque puedan buscarse muchos precedentes (notablemente Ibn Jaldún y otros avanzados analistas sociales del mundo islámico desde el siglo XIV), la realidad histórica señala que fue en la revolucionaria Inglaterra del siglo XVII, con las contradictorias concepciones de Thomas Hobbes y John Locke, donde se abre la cuestión de la naturaleza de las relaciones sociales que a partir de ese momento demostrarán en el mundo europeo su eficacia no únicamente teórica, sino su implicación con el desarrollo social y el cambio político: igualmente demuestra su capacidad de extensión y contagio, al ser retomada en Francia por Montesquieu y Rousseau, comparada con las originales culturas políticas de las sociedades precolombinas (Confederación Iroquesa), sintetizada y realizada por los revolucionarios americanos en la nueva era histórica abierta en 1776. La naturaleza del hombre y su condición de animal social, que se había iniciado en la filosofía griega, no había sido ajena al pensamiento medieval, pero su reaparición como punto central del mismo espíritu de la Edad Moderna es plenamente propio de esta época, y su debate intelectual se suscitó en parte por el impacto de la diversidad cultural mostrada por los descubrimientos y su reverso cruel ( colonialismo, tráfico de esclavos) dando origen a productos intelectuales como el mito del buen salvaje o las hispánicas polémicas de la guerra a los naturales y de los justos títulos del dominio sobre América. Durante la Edad Moderna Europa la esclavitud pasó a tener una función completamente distinta de la que había tenido en otras épocas históricas. Aunque no es el modo de producción dominante (papel que cumplió únicamente en la Grecia y Roma clásicas[28] ), pasará a ser uno de los sistemas centrales de trabajo en la periferia de la economía-mundo,[29] hecho que llevó a establecer al tráfico de esclavos como uno de los negocios más lucrativos del período. Tras su cuestionamiento intelectual por algunos de los revolucionarios franceses (por ejemplo Robespierre), y los primeros movimientos emancipatorios (destacadamente la revolución de Haití, liderada por Toussaint L'Ouverture), a comienzos del siglo XIX Gran Bretaña y las naciones hispanoamericanas recién independizadas de España (con cierta confluencia de intereses con aquélla), emprendieron la abolición de la esclavitud que llegaría a cubrir prácticamente la totalidad del mundo en el curso de la centuria. El movimiento distaba mucho de ser puramente altruista u obedecer a alegados principios cristianos: responde a la nueva lógica del sistema capitalista industrial, y además permitió a la Royal Navy (armada británica) convertirse en una suerte de policía oceánico, con capacidad de inspeccionar los barcos a su conveniencia, función que estaba en condiciones de cumplir una vez que se había convertido en "taller del mundo" gracias a la Revolución industrial y ha suprimido a sus flotas competidoras en Trafalgar. Una visión más idealista de la posibilidad de formación de una sociedad perfecta, pero no en un paraíso escatológico, sino realmente en la tierra, fue la que proporcionó un nuevo género literario surgido en el entorno del 1500 y también suscitado por el descubrimiento que los europeos hicieron de América: la Utopía, título de una novela de Tomás Moro, y en el que pueden encuadrarse autores de la talla de Erasmo de Rotterdam (Elogio de la locura), Tomás Campanella (La ciudad del sol) y el Inca Garcilaso de la Vega (Comentarios Reales). Las consecuencias que de eso se derivaron no tenían por qué ir necesariamente en el sentido de fundar la doctrina de los derechos humanos, ni siquiera en la Europa protestante, buena parte de ella sometida a sistemas más propios del Antiguo Régimen. Incluso hay argumentos para proponer que más cerca de ello se encontraba la oscurantista España, que además de acoger (no sin problemas) el erasmismo, produjo en su propio solar el corpus legislativo de las Leyes de Indias, la defensa del indígena de Bartolomé de las Casas o la famosa justificación del tiranicidio ya citada, y mantuvo hasta el siglo XVII un equilibrio institucional entre rey y reino, y de los distintos reinos entre sí (véase Instituciones españolas del Antiguo Régimen), no demasiado diferente al de Inglaterra. Por otro lado, en Francia, se pasó de la tolerancia pragmática de los politiques de la corte de Enrique IV a la teorización del absolutismo más radical y completa, con la obra de Bossuet. En América por el contrario el movimiento independentista se organizó desde un inicio íntimamente relacionado con la doctrina de los derechos humanos y la democracia, aunque la práctica política de ese concepto distaba aún mucho de ser la contemporánea. Las Revoluciones Comuneras como la que fuera liderada en 1735 en Paraguay por José de Antequera y Castro bajo el lema: «La voluntad del común es superior a la del propio rey»[30] fueron un temprano precedente. La interrelación entre las revoluciones liberales a uno y otro lado del Atlántico ha sido definida como un movimiento de ida y vuelta, y tras ser influida por la Ilustración y desarrollarse endógenamente, la Independencia de Estados Unidos acabará convirtiéndose en modelo de libertad política para Europa y el resto de América. Las prácticas mercantiles, desarrolladas desde la Baja Edad Media (ferias, banca, préstamos, letra de cambio), se sofisticaron aún más con el nacimiento de las finanzas públicas (deuda pública, como los juros españoles) acostumbraron a juristas y confesores a enfrentarse con los conceptos teológicamente escurridizos de precio y beneficio (asociados en un principio al lucro y al pecado de usura, garantías ideológicas del predominio social de los privilegiados que basan su riqeza no en el trabajo sino en la renta, y paulatinamente aceptados) y diseñaron el concepto de obligación contractual o responsabilidad limitada. No es fácil decir cuál es la hermana mayor: la sociedad civil o la sociedad mercantil (otra homónima es la Societas Iesus, la Compañía de Jesús). La familia y su tratamiento jurídico también experimentan cambios. La modernidad representa el paso de la familia extensa, patriarcal, a la familia nuclear, no necesariamente estable. El divorcio no se convierte en una práctica extendida, y tampoco es original de la Edad Moderna, pero la sonora separación de Enrique VIII y Catalina de Aragón dividiría Europa tanto como la Reforma. Se ha argumentado incluso que los diferentes regímenes del matrimonio y de la herencia, tanto como las distintas religiones conformarán distintas estrategias económicas y mentalidades sociales de cara a la formación de la sociedad capitalista. Catalina de Erauso, la monja alférez, representa una trayectoria vital radicalmente distinta, pero no tan opuesta como podría parecer. Lo excepcional de su caso nos recuerda que la salida de los roles esperables: madre, monja o prostituta, no era asumible socialmente. La mujer Todas las grandes civilizaciones de la Edad Moderna siguen el modelo patriarcal que restringe a la mujer a un papel subordinado y la invisibliliza ante la historia; pero la mujer no está ausente, ni de la sociedad ni de los documentos. Los llamados estudios de género o, más propiamente, la Historia de la mujer tienen para el periodo de la Edad Moderna mucha tarea por realizar. El papel de la mujer en la civilización occidental fue seguramente más visible, y su visibilidad histórica mayor, cuando el azar y las leyes dinásticas le permitían el papel de reina o regente. Aunque la Edad Media había dispuesto de mujeres en esa función (Teodora de Bizancio, Leonor de Aquitania, Urraca de León y Castilla), la historiografía solía tratarlas con una extraordinaria misoginia. En cambio, algunas reinas de la Edad Moderna han sido tratadas con gran admiración (Isabel I de Castilla la católica, que ha sido incluso propuesta para beatificación, o Isabel I de Inglaterra la reina virgen), aunque bien es cierto que muchas otras han sufrido su inclusión en crueles estereotipos (Juana la loca, María la sangrienta de Inglaterra, Cristina de Suecia, Catalina II de Rusia la grande) algunos de ellos vinculados a una libertad de costumbres en lo sexual que en los reyes varones se daba por supuesta. El estereotipo de la mujer pacificadora (tan viejo como la humanidad, como puede verse en el mito del rapto de las sabinas) también se vio escenificado en su papel como prenda de paz entre dinastías que las conduce al matrimonio (Isabel de Valois a Felipe II de España, Ana de Habsburgo a Luis XIII de Francia...) o en la llamada Paz de las Damas. Lo excepcional son las mujeres a las que se concede un papel intelectual, a veces vinculado con su posición excéntrica, bien las monjas (en camino de ser santa, como Teresa de Jesús o poeta, como Sor Juana Inés de la Cruz), bien las cortesanas venecianas (como Verónica Franco). Un caso paralelo son las geishas japonesas, que a lo largo de la edad moderna fueron suplantando a los varones que antes realizaban las funciones no evidentemente sexuales que las caracterizan. En algún caso, la posición de subordinación de una mujer quedaba superado por las circunstancias para adquirir un insospechado protagonismo individual, como ocurrió con La Malinche, la esclava-traductora-concubina azteca de Hernán Cortés. Sin perjuicio de esa tendencia general, la Edad Moderna registra algunas civilizaciones y situaciones en las que las mujeres ocuparon un papel protagónico, como el de la Confederación Iroquesa, en donde existía una división del poder político entre hombres y mujeres, de resultas del cual las cinco naciones que integraban la alianza estaban gobernadas por las mujeres que eran cabeza de cada clan.[31] Algunos antropólogos analizan el caso como uno de los muchos y diferentes ejemplos de situaciones de lo que tradicionalmente se llamaba matriarcado y sostienen que sólo anacrónicamente pueden entenderse como un precoz feminismo.[32] Otros autores describen una realidad más compleja, ya que entre los iroqueses el poder político-militar estaba rigurosamente dividido entre hombres y mujeres, ocupando aquellos los cargos militares y estas los cargos políticos.[33] Una situación favorable para el protagonismo femenino se produjo en las revoluciones liberales, como la revolución francesa (en la que algunas mujeres pretendieron superar el papel social que se las limitaba al poder informal de los salones de Madame Pompadour) o la Guerra de Independencia Hispanoamericana en la que algunas mujeres ocuparon puestos decisivos como la Coronel Juana Azurduy en el Alto Perú. Santa Prisca, Taxco, México. Las torres y fachadas de retorcida decoración y la promiente cúpula destacan armónicamente sobre un conjunto urbano propio de las ciudades hispanoamericanas. San Carlos Borromeo, Viena, Johann Bernhard Fischer von Erlach (1716-1739) representa un barroco más clasicista, con las columnas historiadas que remiten a la Antigua Roma. ¿Arte Moderno? Lo que hoy consideramos arte moderno no es la producción artística de la Edad Moderna, sino nuestro arte contemporáneo: las vanguardias europeas en torno a 1900, que de hecho significan una reacción contra el arte europeo de la Edad Moderna, que se consideraba acartonado por el academicismo y limitado por la sujeción al principio de imitación a la naturaleza; no así contra el arte extraeuropeo, que se recibe con admiración por su exotismo (estampas japonesas y tallas africanas). Incluso, desde otra perspectiva, hubo una escuela pictórica inglesa (el prerrafaelismo) que pretendía volver a la pureza de los primitivos italianos y primitivos flamencos anteriores al siglo XVI y al divino Rafael. Por tanto, a las creaciones culturales que se produjeron entre los siglos XV y XVIII les deberemos llamar "Arte de la Edad Moderna", con la suficiente distancia intelectual sobre él para considerarlo, aunque esté claro que el concepto de "moderno" (también para lo que hoy llamamos así) será siempre provisional. Esta reflexión no es en absoluto reciente: en Europa, el Renacimiento de los siglos XV y XVI inicia y se identifica con el concepto de modernidad,[34] identificándola con la ruptura frente al arte medieval (despreciado por los italianos mediterráneos y añorantes de la antiguas glorias imperiales con el adjetivo de gótico, es decir, propio de godos, bárbaros del norte de Europa) y con la imitación (mímesis) tanto de los modelos que se consideraban clásicos (el arte grecorromano) como (sobre todo) de la naturaleza. No conviene olvidar, no obstante, que la clave de la riqueza creativa de la época fue el intercambio entre Italia y Flandes. Los flamencos se enamoran de las montañas italianas, de las que ellos carecen, y las reproducen en sus tablas; los italianos aprovechan muchas de las innovaciones técnicas que provienen de estos bárbaros del norte (el óleo). La investigación sobre la perspectiva se hace con criterios distintos, pero casi simultáneamente. Un mundo "barroco" Pero el arte más representativo de la Edad Moderna quizá no es tanto el Renacimiento sino su continuación y antítesis: el Barroco,[35] si consideramos que es el que alcanzó más extensión en el tiempo (siglos XVII y XVIII, en solapamiento con el Manierismo previo y el Rococó posterior) y el espacio (puede encontrarse desde la protestante Europa del Norte hasta la América colonial católica o las Filipinas). Este estilo se caracterizaba por ser visualmente recargado, y alejado de la simplicidad y búsqueda de la armonía propias del Renacimiento pleno. Aunque se discute su etimologías posibles, suele hacérsele sinónimo a "extraño", "irregular". Se postula que el Barroco nació como una reacción a la crisis de la confianza humanista y renacentista en el ser humano, lo que explica su potente carácter religioso, así como el abandono de la simplicidad clásica para intentar expresar la grandeza del infinito, y la predilección por motivos grotescos o «feos», realistas, que contradice la búsqueda de la belleza ideal renacentista. Se ha hablado también de una cultura del barroco, del equívoco y lo efímero, coincidiendo con la llamada crisis del siglo XVII, en la que se valoraba más la apariencia que la esencia, la escenografía que la solidez. Palacio de Versalles, chambre du roi (cámara del rey), con su busto en mármol por Coysevox. El arte barroco cuida tanto los exteriores como los interiores (éstos en concreto han pasado a dar nombre a la expresión lujo versallesco). Hoy no nos parece nada asombroso, pero fue una proeza técnica lograr espejos de un tamaño semejante. Los del salón de los espejos reflejarán las primeras reuniones de los Estados Generales de 1789. La vulgarización del símbolo clásico del nosce te ipsum permitió por primera vez una nueva clase de autoconocimiento que ayudará a la consideración de la posición del hombre en el mundo. Gopuram del templo de Meenakshi, Madurai, Tamil Nadu, India, siglo XVII. Las diferencias iconográficas y estilísticas son evidentes, pero no puede negarse cierta similitud visual con el horror vacui del estilo churrigueresco, la tensión ascensional del espacio de Bernini, o la policromía sensorial de Rubens y la imaginería española; todos ellos simultáneos en el tiempo. Ángel arcabucero, Maestro de Calamarca, Bolivia, siglo XVII. El sincretismo de la producción artística andina (que puede etiquetarse como pintura virreinal) se basa en la adopción de modelos iconográficos europeos (los ángeles eran muy venerados en la corte de los Habsburgo) que se reinterpretan desde una sensibilidad estética indígena. Esto no quiere decir, de todas maneras, que el Barroco haya renunciado totalmente al Clasicismo. No en balde, uno de los más grandes monumentos de la arquitectura barroca es el Palacio de Versalles, construido en torno a la noción del culto al dios solar Apolo, como representación del monarca Luis XIV, el Rey Sol. La europa del siglo XVIII se llenará de réplicas de Versalles, a veces pasados por la sensibilidad local, como los palacios vieneses. Habría un barroco primero, el profundo y concentrado de Caravaggio y el tenebrismo, un barroco pleno, triunfante, el de Bernini o Rubens, y un barroco final, el de mayor exceso decorativo, de Churriguera y los interiores rococó. El urbanismo barroco requiere la vivencia de la ciudad como un escenario artificioso, más allá de los edificios o monumentos singulares, en el que las perspectivas glorifiquen los espacios representativos del poder siguiendo un programa iconográfico que el entendido sea capaz de leer (por ejemplo, la Plaza de San Pedro en el Vaticano o el Paseo del Prado de Madrid). La integración de todos los artes y todos los sentidos se produce en algunas ocasiones de forma sublime, en el tiempo y el espacio de la fiesta, como la Semana Santa de Sevilla o la de Murcia, o los Carnavales de Venecia o de Oruro. El barroco protestante, más individualista, produce los espléndidos interiores de Vermeer o la competitiva mole de la Catedral de San Pablo de Londres, rival de la de San Pedro de Roma. La interpretación pendular de la Historia del Arte se corresponde bien con la vuelta a la disciplina academicista a mediados del siglo XVIII, cuando el redescubrimiento de las ruinas romanas de Pompeya y Herculano puso de moda nuevamente el arte clásico. Esta vez, quienes se inspiraron en él lo hicieron de manera aún más rigurosa que en el Renacimiento, generando así el llamado Neoclasicismo. El Neoclasicismo es considerado muchas veces como un arte de transición a la Edad Contemporánea, porque se lo asocia políticamente no al Absolutismo, sino a la Revolución francesa y al Imperio Napoleónico. Arte asiático y africano [editar] El arte en Asia y Africa produjo durante los siglos de la Edad Moderna manifestaciones artísticas del mismo nivel, bien siguiendo su propia dinámica, como en el arte africano, el arte islámico, el arte de China o el arte de Japón. En el arte islámico, el tradicional rechazo de la iconografía llevó a enfatizar los patrones geométricos, la caligrafía islámica y la arquitectura. En la India y el Tíbet se desarrolló la expresión artística mediante esculturas pintadas. En China continuó el desarrollo de su gran variedad de artes y estilos completamente originales, tallas en jade, trabajos en bronce, cerámica, poesía, caligrafía, música, pintura, teatro, etc. En Japón se prosiguió la amplia interrelación artística entre la caligrafía y la pintura, mientras que los grabados desde planchas de madera se volvieron importantes luego del siglo XVII. Arte colonial en el Nuevo Mundo Antonio Francisco Lisboa, «el Aleijadinho», destacado escultor y arquitecto del barroco colonial en Brasil. En la foto, un fragmento de la serie Los Profetas, ubicada en el Santuario de Congonhas, Minas Gerais En América se desarrolló un arte bajo el signo de la dominación colonial, que recibió tanto influencias europeas, como africanas y de las culturas precolombinas, muchas veces fusionadas de maneras complejas y novedosas del mismo modo que el sincretismo del culto católico con las religiones precolombinas. Agrupando estilos muy distintos, suele utilizarse el término de arte colonial;[38] término que no debe confundirse con el de arte indígena, a veces apreciado en su autenticidad, y otras veces objeto de verdaderos zoológicos humanos como en las exposiciones coloniales, muestras de la antropología imperialista del siglo XIX. El barroco colonial tuvo caracteres distintivos del europeo, como su extraordinaria diversidad, la presencia del color, la la proliferación de formas mixtilíneas y el soporte antropomorfo. En Brasil sobresale la figura extraordinaria del escultor y arquitecto Antonio Francisco Lisboa, «el Aleijadinho». La escuela cusqueña de pintura se caracterizó por el naturalismo, un fuerte colorido y la presencia de rostros y temáticas indígenas y mestizas. Diego Quispe Tito introdujo cierta libertad en el manejo de la perspectiva y el protagonismo del paisaje, la fauna y la flora. En las colonias inglesas, francesas u holandesas de América del Norte, el arte colonial se mantuvo más ligado a las características del arte de sus metrópolis, con escasas variaciones. Función del artista Una diferencia esencial puede señalarse a partir de la Edad Moderna entre el denominado arte occidental y las demás denominaciones geográficas (arte africano, arte asiático, etc. -véase Estudio de la Historia del Arte-): la función social y la consideración del artista. A diferencia de las demás zonas del mundo, en Europa y sus colonias, desde el Renacimiento, pintores, escultores y arquitectos no sólo salen del anonimato y empiezan a firmar su obra, sino que se codean de igual a igual con filósofos y príncipes. Este ascenso social se adelanta varios siglos al de otras partes de la burguesía, y conforma una nueva aristocracia del mérito intelectual, en la que más tarde ingresarán también los literatos y científicos. Por otro lado, la Iglesia, la nobleza y la monarquía, clientes tradicionales, dejan de serlo exclusivos, como puede ejemplificarse en la burguesía holandesa, y nace un verdadero mercado del arte que empieza a no funcionar por encargo y puede surgir la creación del artista con mucha mayor libertad. Cuando en el siglo XIX el proceso se complete, y la sociedad responda ella misma a los criterios del mercado, habrá muerto el arte de la edad moderna y nacido el arte contemporáneo (paradójicamente junto con la figura del artista maldito, que no triunfa en vida). La Danza de Aldeanos, vista por Rubens (1635), es una orgiástica diversión popular, que como en todas las épocas y lugares, cohexiona al grupo social y marca el ritmo cíclico anual de ocio y trabajo. Es difícil ver que de estos precedentes se derivan las refinadas músicas y ballet de las cortes europeas. Tokubei Kabuki, grabado del siglo XVIII. Federico Guillermo II de Prusia ameniza él mismo la velada en el palacio de Sanssouci. La música no es una diversión vulgar, sino aceptable en las más altas esferas (al igual que Dios hace mover los planetas con armonía celestial). El son dulce, acordado, del plectro sabiamente meneado que anhela Fray Luis de León puede servir para serenar el alma, y rodear de fasto el ritual de la misa católica, pero también para sacudir las mentes y aunar las voluntades de una forma revolucionaria, como hizo Lutero con el canto litúrgico de las comunidades protestantes, incluso antes que los movimientos románticos. La representación balinesa del Katchak, como el Misterio de Elche o cualquier otra dramatización sagrada, son también antecedente de las artes escénicas que se desarrollan en la Edad Moderna. El teatro y la música [editar] Esas dos artes alcanzan una madurez sublime en la Edad Moderna. Mientras en muchas culturas del mundo se habían alcanzado expresiones refinadísimas de formas teatrales y musicales sagradas, como las danzas balinesas basadas en la mitología hindú (Katchak y Barong), en el siglo XVII, de una forma simultánea en cada extremo del mundo, se desarrollan paralelamente el kabuki japonés, y los teatros clásicos de las tres principales culturas de Europa Occidental (éstas sí interrelacionadas): el español (Lope de Vega, Calderón de la Barca, Tirso de Molina), el inglés (William Shakespeare) y el francés (Jean Racine, Pierre Corneille y Molière). En el surgimiento del teatro clásico europeo confluyen tradiciones medievales, tanto de escinificaciones religiosas (autos sacramentales) como profanas (titiriteros antepasados de los cómicos de la legua, aún presentes en la Comedia del arte, que también se dejará ver en la raíz de un teatro ilustrado como el de Carlo Goldoni), y se ahorman a la disciplina de las normas literarias clásicas, recuperadas de la antigüedad grecolatina en un extraordinario caso de resurrección arqueológica. Las artes escénicas comprenden también una música que, además de la tradición coral e instrumental eclesiástica medieval, recoge temas, aires y danzas populares e incluso, en algún caso, la influencia de otras civilizaciones (el siglo XVIII vivió una fiebre turca en lo musical, con incorporación de instrumentos y un peculiar sentido del ritmo de las potentes marchas militares otomanas). La llamada música clásica, que tiene sus primeros nombres sagrados en compositores barrocos como Johann Sebastian Bach, Vivaldi o Haendel, culmina con las cumbres del clasicismo musical (Haydn y Mozart). Niños prodigio como éste último o cantantes como el castrato Farinelli (que demostró tener más visión para los negocios) recorren europa "fichados" por las casas reales como los futbolistas actuales. Los instrumentos y las agrupaciones se van perfeccionando, quedando establecida la llamada música de cámara, adecuada a la escenografía de los palacios rococó, mientras que los teatros requieren mayores formaciones, pues acogen a un público más amplio, que, (a la espera de las sinfonías de Beethoven o los valses de Strauss), celebra La flauta mágica. Como forma musical, la ópera (nacida con el Orfeo de Monteverdi en 1607) sólo ha empezado a recorrer un camino que la llevará en el siglo XIX a ser un vehículo de la ideología revolucionaria (Giuseppe Verdi o Wagner), pero de momento sirve perfectamente para adaptar libretos tan subversivos como los de Beaumarchais (Las bodas de Fígaro de Mozart y El barbero de Sevilla, de Rossini). Entre tanto, la música europea se difunde por el mundo, en primer lugar por las colonias americanas, donde es recibida y reelaborada con gran éxito, incluyendo los famosos indígenas músicos de las reducciones jesuíticas del Paraguay. Reconstrucción del telescopio reflectante que Isaac Newton construyó en 1672, el mismo año en que ingresó en la Royal Society. El paradigma newtoniano supuso una verdadera Revolución científica, apoyada en las nuevas condiciones económico-sociales de la Revolución Burguesa de Inglaterra (que no se daban en otras partes de Europa, como la Italia de Galileo), supuso el triunfo del método que incluye de observación, cuantificación, formulación de hipótesis, experimentación, publicación y reproducibilidad; más allá de la mera especulación teórica y los debates filosóficos entre racionalismo y empirismo. Para el mundo intelectual supuso la Crisis de la conciencia europea. Matteo Ricci (a la izquierda) y Xu Guangqi (徐光啟) (a la derecha) en la edición china de Los Elementos de Euclides (幾何原本). A comienzos del siglo XVII la distancia entre la ciencia europea y la china comenzaba a ser apreciable, y los jesuitas fueron aceptados como astrónomos en la corte imperial china. La posibilidad de un intercambio cultural amplio se vio frustrada tanto por el recelo chino como por la inflexibilidad papal, que no permitió transigir en cuestiones de culto como le proponía la misión jesuita en China (incluyendo la canonización de Confucio). Ciencia y magia El nuevo espíritu inquisitivo, que puede considerarse como parte de la mentalidad burguesa, produjo un cuestionamiento general de la sabiduría medieval, basada en el criterio de autoridad, y expresada en aforismos como «magister dixit» («el maestro lo ha dicho») o «Roma locuta, causa finita» («Roma ha hablado, la cuestión está terminada»). Nació así, ya en la Baja Edad Media, la investigación empírica de la naturaleza, aunque al menos hasta la Ilustración convivió con elementos que hoy nos sorprenden y que tendemos a calificar de irracionales: figuras como Paracelso (el constructor de la yatroquímica) o Nostradamus (respetadísimo por todos los reyes de Europa), que reclaman conocimientos mistéricos, son tan representativas del Renacimiento científico como el cirujano militar Ambroise Paré o el constructor de autómatas Juanelo Turriano. Los problemas que llevaron a la muerte a Giordano Bruno o Miguel Servet son justamente la no separación de las esferas de la ciencia y la religión. Casos menos trágicos, pero que hacen ver cómo no había una evidente separación entre el mundo de la ciencia y el de conocimientos menos metódicos son el de Johannes Kepler o John Dee, que se ganaban la vida como astrólogos, lo que les permitió acercarse al poder además de desarrollar otra faceta más científica de su producción intelectual, o el del propio Isaac Newton que, en este caso de forma oculta, tenía su lado oscuro relacionado con la alquimia. El choque cultural entre los diversos pueblos del mundo (europeos, americanos, asiáticos, africanos) llevó a que las diferentes civilizaciones explotaran la credulidad y la condición «poco civilizada» que indefectiblemente asignaban a los otros, a partir de la predicción de eclipses, las técnicas antisísmicas, los hábitos higiénicos, las novedosas armas, los conocimientos sobre especies vegetales y animales, el uso de tecnologías nunca vistas por el otro. En algunos casos los «otros» fueron considerados dioses y en otros casos, animales. La credulidad de los pueblos europeos adquiría formas específicas. Se seguían venerando reliquias e imágenes de diversos seres sobrenaturales (entre los católicos) o cruzando el mundo para fundar jerusalenes terrestres (entre los protestantes), acudiendo a los reyes para curar la escrófula, o exorcizándolos cuando estaban "hechizados" (Carlos II de España)... En pleno siglo XVIII Feijoo tenía que dedicarse a combatir supersticiones que al mismo tiempo eran mantenidas desde la cátedra de matemáticas de Salamanca (el inefable Diego de Torres Villarroel). El mundo del ocultismo y lo esotérico convivió entre los mismísimos ilustrados (el caso del napolitano Raimondo di Sangro). La Escuela de Atenas, fresco de Rafael, en las Estancias Vaticanas (1510). Aparece Leonardo da Vinci como Platón, Bramante como Euclides y Miguel Ángel como Heráclito; el mismo autor nos mira de frente. El atrevimiento era enorme, e inimaginable en cualquier otra época anterior, o en otra civilización, no sólo por esa razón: este fresco se opone en la Estancia de la Signatura al de La Disputa del Sacramento, de idéntico formato, pero de contenido opuesto: si los personajes de este cuadro buscan la verdad con la razón, los del otro lo hacen con la fe. La conciliación de ambas parecía posible en ese momento; pocos años después, la reforma de Lutero y la contrarreforma católica parecerán desmentirlo. Los artistas del renacimiento eran verdaderos humanistas que entendían de todas las artes y las letras (posiblemente las siete artes liberales están aludidas iconográficamente en la composición). Aún no se habían separado, como ocuriría en la Edad Contemporánea, las letras y las ciencias (lo que nos origina el problema de las dos culturas).[39] Como carrera digna de la vocación de un joven, a las letras se le oponían las armas (como en el famoso discurso de Don Quijote)[40] y a las letras humanas, las letras divinas. Un refrán (también citado por Cervantes) proporcionaba otros dos destinos diferentes, pero también inverosímiles antes de esta época: Iglesia, mar, o Casa Real.[41] Por otro lado, no olvidemos que, al tiempo que se revaloriza la antigüedad clásica, se pone en cuestión la autoridad. El debate de los antiguos y los modernos, resuelto finalmente en favor de éstos, supondrá el punto de partida del pensamiento moderno. La Historia Naturalis Brasiliae (1648) recoge los resultados de la expedición del holandés Willem von Piso y el alemán Georg Marcgraf, en el momento en que Holanda era la potencia colonial predominante en el área brasileña. La Era de los Descubrimientos está dando paso paulatinamente a las expediciones con fines científicos que no excluyen, sino que racionalizan la búsqueda de recursos y la explotación utilitaria del conocimiento. El Chimborazo estudiado por Alexander von Humboldt (1805), el descubridor científico del Nuevo Mundo, según Simón Bolívar y, además de un perfecto ilustrado y una figura pre-romántica, uno de los últimos científicos humanistas: a la vez explorador, geógráfo, oceanógrafo, geólogo, botánico, demógrafo, diplomático y amigo de los mejores poetas de su tiempo. Su expedición a América enviado por Carlos IV (con motivo de la cual se entrevista con José Celestino Mutis en Bogotá) pudo haber sido uno de los episodios más decisivos de la ciencia en la Monarquía Hispánica, cada vez más implicada en proyectos punteros que implicaban a ambos lados del Atlántico (como la expedición Balmis, que difundió la vacuna de la viruela), pero debido a la crisis final del Antiguo Régimen (que también lo fue de la mayor parte del régimen colonial español) la publicación de sus hallazgos no pudo ser aprovechada por sus promotores y más bien aprovechó a una potencia emergente: los recién nacidos Estados Unidos. Sus investigaciones, como otras coetáneas, es muestra de que por fin una percepción científica de la Tierra estaba esbozándose en esos últimos años de la Edad Moderna, con las expediciones de Cook, La Pérouse, Malaspina y los trabajos de determinación del Sistema Métrico. La presencia de lo sobrenatural en la vida cotidiana era admitida por todas las esferas sociales, incluyendo movilizaciones colectivas de miedo, como la caza de brujas, más cruel e irracional en el norte europeo (supuestamente más "moderno") y en las colonias británicas, que en el sur (supuestamente más "atrasado") y en las colonias iberoamericanas.[42] La percepción popular de los complicados debates teológicos estaba muy lejos de ser racional, en un mundo mayoritariamente iletrado (incluso con el esfuerzo divulgador de la escritura hecho por la Reforma gracias a la imprenta), y producía casos en los que la persecución inquisitorial se encontraba buscando herejías inexistentes, que los acusados eran incapaces de elaborar por sí mismos.[43] La comparación con otras civilizaciones tampoco deja a la occidental en mejor lugar: la experiencia en Estambul de la lady inglesa Mary Montagu[44] en fechas tan avanzadas como la primera mitad del siglo XVIII (que la permitió comparar a los effendi otomanos con pensadores tan secularizados como Alexander Pope o Jonathan Swift) es lo suficientemente ilustrativa. 1543 fue un año en el que aparecieron dos obras trascendentales: Nicolás Copérnico postuló por primera vez el Heliocentrismo cuestionando así el Geocentrismo del griego Tolomeo, mientras que Andrés Vesalio revisó la anatomía de Galeno. La senda abierta por ambos fue fructífera: en Física y Astronomía, los aportes acumulados de Tycho Brahe, Galileo Galilei y Johannes Kepler cambiaron la visión del universo, mientras que lo propio hacían en la Medicina Miguel Servet, William Harvey y Marcello Malpighi, entre otros. Toda una escuela de matemáticos italianos, como Bonaventura Cavalieri, prepararon las herramientas matemáticas necesarias para que Isaac Newton postulara de manera científica la Ley de la gravedad, con la publicación de los Principios matemáticos de filosofía natural en 1687. Fue determinante para la construcción de la ciencia moderna la comunicación entre científicos que permitía el intercambio epistolar (fue particularmente enriquecedora la correspondencia de Newton con Leibniz), la publicación y la institucionalización (Royal Academy, Academia de Ciencias Francesa). Pero sería erróneo considerar que la sucesión de descubrimientos y el enlace de biografías de científicos conducía inevitablemente al nuevo paradigma. La resistencia al cambio era o parecía tan fuerte como las (no tan evidentes) pruebas de la nueva visión de la naturaleza: Tycho Brahe hizo jurar a Kepler no pasarse al bando copernicano; éste tuvo que hacer un costosísimo ejercicio de honestidad científica para defraudar a su maestro y a sus propias preconcepciones místicas de la armonía celeste; la retractación de Galileo no fue tan insincera como la visión romántica nos puede hacer creer, pues él mismo tenía un verdadero problema de conciliación de su fe con el testimonio de su razón y sus sentidos; el mismo Giovanni Cassini, que había sido capaz de la extraordinaria proeza de convertir en reloj a los satélites de Júpiter (lo que permitió dar la primera estimación de la velocidad de la luz), jamás llegó a aceptar semejante posibilidad. Para ello era necesaria una verdadera Revolución científica no muy alejada de las revoluciones social o política que la sostuvieron.[45] El siglo XVIII representó un avance de otra disciplinas fundamentales, como fueron la química o las ciencias biológicas, con no menos trabas conceptuales. Hasta que Lavoisier no dio el impulso definitivo a la nomenclatura sistemática y la cuantificación de la disciplina (1789),[46] no se superaron extrañas teorías como la del flogisto, que querían conciliar los nuevos datos experimentales con las viejas concepciones alquímicas o derivadas del concepto de elemento clásico griego. Las sistematizaciones taxonómicas de Buffon o Linneo también fueron esenciales, pero hubo que esperar hasta mucho más tarde para desmentir teorías como la generación espontánea o integrar la microscopía que se venía desarrollando desde el siglo XVII (Leeuwenhoek). La secularización de la ciencia no llegó a producirse nunca del todo (como comprobó más tarde Darwin), pero al menos Laplace pudo atreverse a replicar a Napoleón, cuando éste le preguntó qué papel le reservaba a Dios en el Universo, que no había tenido necesidad de tal hipótesis. Paralelamente se desarrolló el maquinismo de la primera revolución industrial (máquina de vapor de Thomas Newcomen 1705, de James Watt, 1774), pero sin que la ciencia tuviera mucho que ver en ello, puesto que los principios de la termodinámica se descubrieron por el desafío que suponía la nueva máquina, y no al contrario. Hubo de esperarse a la segunda revolución industrial para que la ciencia y la tecnología se retroalimentaran. Las novedades económicas que el desarrollo del capitalismo comercial trajo consigo, provocó la aparición de la primera literatura económica, cuyos primeros testimonios fueron los mercantilistas españoles (Tomás de Mercado, Sancho de Moncada). La definición de una doctrina económica con pretensiones más científicas (que realmente no pasaba de ser un sencillo aparato matemático, que no rivalizaba con el de otras ciencias) debió esperar a la Fisiocracia de Quesnay (Tableau Economique, 1758), que, en oposición a la obsesión intervencionista del mercantilismo, propone la libertad económica (el laissez faire) y una simplificación fiscal, sobre la base de que es la tierra la única fuerza productiva. En 1776, el escocés Adam Smith da el certificado de nacimiento a la moderna economía con su libro La riqueza de las naciones, rápidamente divulgado por Jean Baptiste Say o Jovellanos, y que aún sigue siendo considerada como la Biblia del liberalismo económico. La resistencia a los avances científicos fueron notables, y no provinieron únicamente del pensamiento reaccionario tradicional. China se mantuvo abierta durante un tiempo al intercambio cultural, aunque luego prefirió mantener el aislamiento, en lo que no tuvo tanta eficacia como Japón. Posiblemente en esa diferencia estribó la divergente trayectoria de uno y otro país a partir de la segunda mitad del siglo XIX: evitar o no las relaciones de dependencia parece retrospectivamente esencial para generar sociedades tecnológicamente desarrolladas. La minoría ilustrada y los zares reformistas de Rusia anhelaban la modernización y el acercamiento a una Europa occidental que veía idealizadamente como una contrafigura de su atraso. Si Ámsterdam permitía una excepcional libertad de pensamiento y prensa, también lo hacía Venecia. Las universidades protestantes no eran menos escleróticas que las católicas frente a las innovaciones. En Europa el despotismo ilustrado fue muy receptivo a toda clase de ciencias, mientras que en la República que él mismo había contribuido a traer, Lavoisier fue guillotinado al grito funesto de La revolution n'a pas besoin de savants (La revolución no necesita sabios). En América, las nuevas repúblicas recurrieron a la ciencia y la educación popular como un mecanismo para la construcción de sus naciones, en especial los Estados Unidos, que un siglo después desplazaría a las europeas como potencia mundial dominante. La alfabetización fue en todo el mundo un recurso esencial para ello: desde la imprenta de Gutemberg hasta los medios de comunicación de masas, si un objeto puede simbolizar la Edad Moderna, es la terrible potencia transformadora de un trozo de papel con un mensaje escrito. No obstante, incluso bien entrada la Edad Contemporánea, en la mayor parte del mundo la capacidad de descifrar su significado seguía estando reservado a las capas sociales superiores, más numerosas que en la Edad Media, pero que condenaban a los menos favorecidos a la ignorancia de la cultura escrita y a las limitaciones de la (por otra parte riquísima) cultura tradicional oral. Arte contemporáneo Museo Guggenheim Bilbao, una institución dedicada a patrocinar el arte contemporáneo y un edificio representativo de la arquitectura actual (Frank Gehry, 1997). En su exterior se encuentra una colección de esculturas contemporáneas de grandes dimensiones. El arte contemporáneo, en sentido literal, es el que se ha producido en nuestra época: el arte actual. No obstante, el hecho de que la fijación del concepto se hizo históricamente en un determinado momento, el paso del tiempo le hace alejarse cada vez más en el pasado del espectador contemporáneo. El concepto de la contemporaneidad aplicado al arte puede ser entendido de diferentes maneras: extendido al arte de toda la Edad Contemporánea (que comienza a finales del siglo XVIII) o limitado: al arte del siglo XX (caracterizado por las vanguardias artísticas), al arte del mundo actual, que en el momento que se definió como término historiográfico se entendía era el posterior a la Segunda Guerra Mundial -1945- (la mayor parte de los museos de arte suelen denominar arte contemporáneo a las colecciones de ese período) y actualmente se entiende que es el surgido de la caída del muro de Berlín -1989-, o al arte surgido en la historia inmediata del más cercano presente, tomando como hito, por ejemplo, el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York -2001-. Para mayor confusión, el concepto de Arte moderno no se aplica al Arte de la Edad Moderna (siglos XV al XVIII), sino a nuestro arte contemporáneo, porque se aplica no con un criterio cronológico ( periodización), sino estético, definido por su ruptura con el academicismo y por su adecuación a renovadas y provocativas teorías del arte (arte deshumanizado, arte puro, muerte del arte, crisis del objeto artístico, arte independiente, etc. Véase también estudio de la historia del arte). Lo mismo ocurre con los conceptos de moderno y contemporáneo aplicados a cada una de las bellas artes (especialmente de las artes visuales: arquitectura moderna, arquitectura contemporánea, pintura moderna y pintura contemporánea, escultura moderna o escultura contemporánea); o con el menos usado concepto de arte postmoderno (desde los años 1970). Para las demás bellas artes, esta adjetivación no se usa de forma similar: literatura moderna y literatura contemporánea, danza moderna y danza contemporánea denotan significados bien diferentes. De forma mucho más clara, el concepto de música moderna suele reservarse para la música popular moderna de la industria musical de consumo masivo; mientras que el de música contemporánea se hace para el de música culta o música clásica del siglo XX. El surgimiento del cine (séptimo arte) a finales del siglo XIX, previamente de la fotografía, y posteriormente del cómic, hace poco útil la calificación de modernas o contemporáneas a ninguna parte de sus producciones. Es muy común que publicaciones e instituciones asimilen ambas denominaciones, englobándolas el el concepto conjunto de Arte moderno y contemporáneo.[1] Premoderno, moderno y posmoderno Artículo principal: Arte moderno Interpretación posestructuralista del arte contemporáneo Fuente. Duchamp, 1917. La teoría postestructuralista ha acuñado el término "postmoderno", ya que desde esa teoría se vislumbra la imposibilidad de seguir creando desde los preceptos de la originalidad y la novedad (elementos propios de la modernidad); en lugar de ello se apunta a elementos como reinterpretaciones, resignificaciones y el giro lingüístico con el fin de ampliar el concepto de arte y establecerlo como un acto comunicativo. Este tipo de prácticas se inician desde el cuestionamiento de la institución del arte a partir de la obra de Marcel Duchamp Fuente (1917), un objeto cotidiano descontextualizado y exhibido provocativamente como obra de arte (un urinario puesto al revés). Pero este pensamiento se comienza a ampliar y a tomar seriamente desde la década de los setenta hasta nuestros días con el redescubrimiento de la obra de Duchamp y de los Dadaistas de principios del siglo XX a manos de artistas como Robert Rauschenberg, teóricos como Rosalind Krauss y toda la escuela postestructuralista, que reintrodujeron este pensamiento dentro del main stream internacional. Perro semihundido. Francisco de Goya, 1819. Una de las Pinturas negras, que supera el romanticismo para prefigurar el expresionismo o incluso el informalismo. El quitasol. Francisco de Goya, 1777. Uno de los cartones, de factura plenamente académica, incluso de gusto rococó. Antecedentes. Las raíces de la modernidad La modernidad es un concepto polisémico, que se identifica con los valores del Humanismo y el Renacimiento de los siglos XV y XVI y con la Ilustración del siglo XVIII. Ese contexto histórico y temporal, en la historiografía anglosajona se denomina Modern Times (Tiempos modernos, que llegarían hasta la actualidad), mientras que en la historiografía latina (francesa y española) se denomina Edad Moderna, separada de la Edad Contemporánea por el ciclo revolucionario bajo su triple aspecto de Revolución Burguesa, Revolución Liberal y Revolución industrial. La sociedad preindustrial, rural y estamental se ve alterada radicalmente y transformada en una sociedad industrial, urbana y de clases. La expresión artística no fue ajena a un cambio histórico de semejantes dimensiones. Neoclasicismo, academicismo y prerromanticismo Artículo principal: Neoclasicismo Artículo principal: Academicismo Artículo principal: Prerromanticismo Véase también: Pintura de Historia El arte burgués del siglo XIX Artículo principal: Pintura del siglo XIX El paseante sobre el mar de niebla, Caspar David Friedrich, 1818. Romanticismo Artículo principal: Romanticismo Tras Revolución francesa se desencadenan una serie de cambios culturales e intelectuales, en paralelo con las transformaciones sociales y políticas de la revolución burguesa y las económicas de la revolución industrial, que se van a reflejar en los movimientos artísticos siglo XIX. Los estilos del siglo XVIII, el neoclasicismo y el rococó, simultáneos al prerromanticismo, dieron paso a partir de 1815 (Congreso de Viena, derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo y Restauración absolutista) al movimiento romántico, expresado en pintura con el impactante La balsa de la Medusa de Gericault, que rompe con las convenciones estéticas del buen gusto académico al presentar en primer plano cadáveres putrefactos de los que se alimentan unos desesperados náufragos. Delacroix fijará icónicamente el protagonismo de las masas en la historia con su La Libertad guiando al pueblo donde refleja las barricadas de las tres gloriosas jornadas de la revolución de 1830 en París. Por su parte, Turner y William Blake realizan su propia renovación de la tradición pictórica inglesa, y Caspar David Friedrich de la alemana. Las artes y los artistas se pretenden liberar de las formas y los modelos clásicos para lograr un arte más espontáneo, vivo y personal. El artista busca su clientela en un público burgués que sancionará su éxito con la demanda de su obra en un mercado de arte cada vez más animado; y ya no tanto en los patrones tradicionales (nobleza, clero, monarquía). Véase también: Pintura romántica y Categoría:Pintores del Romanticismo Entierro en Ornans. Gustave Courbet, 1849. Realismo, Prerrafaelismo, Barbizon, Arts and Crafts Artículo principal: Realismo Véase también: Realismo pictórico y Categoría:Pintores del Realismo Mientras que el realismo literario (Balzac) surgió como reacción opuesta a los excesos del romanticismo (el exagerado exotismo, orientalismo y medievalismo y el gusto morboso por lo tétrico de la novela gótica), el realismo pictórico de Courbet, Corot o Daumier no significa una reacción en lo formal contra el romanticismo pictórico, sino que como éste, continúa profundizando en el alejamiento de la tradición academicista, de la que se ve radicalmente excluido (se les niega la entrada en las exposiciones oficiales, produciendo la apertura del Salon des Refusés, 1863). No obstante, en lo temático, los realistas ciertamente huyen de las fantasías y formas poéticas del romanticismo, y buscan representar la imagen artística de formas perceptivas con caracteres reales, acercándose más a la realidad. Esa realidad es buscada por unos con la pintura de caballete al aire libre (plenairismo de la Escuela de Barbizon); mientras que otros la encuentran especialmente en la realidad social de lo cotidiano, de lo vulgar y de las clases populares (como lo hizo el naturalismo literario de Émile Zola). La mayor parte de los realistas mostraron un alto nivel de compromiso político y social, vinculándose al naciente movimiento obrero surgido desde la revolución de 1848; otros, en cambio, como Millet, optaron por un misticismo cristiano de raíces conservadoras, postura que comparten de un modo similar, los nazarenos alemanes y la mayor parte de los prerrafaelitas ingleses. Simultáneamente, en Inglaterra, el triunfo del capitalismo y la industrialización, que amenazaba con acabar con las tradiciones artesanales, provocó la reivindicación de el trabajo manual con el movimiento Arts and Crafts (artes y oficios) de William Morris, que políticamente se situaba mucho más a la izquierda que aquellos. Ofelia. John Everett Millais, 1851-1852. Prerrafaelismo Artículo principal: Hermandad Prerrafaelita Escuela de Barbizon Artículo principal: Escuela de Barbizon Véase también: Plenairismo Véase también: Paisaje Arts and Crafts Artículo principal: Arts and Crafts Artículo principal: William Morris La transformación de la escultura: de Rude a Rodin Artículo principal: François Rude Artículo principal: Auguste Rodin De Rude a Rodin Medio siglo separa estos dos grupos escultóricos que representan dos hitos en la escultura francesa del XIX. La acabada perfección formal y gestualidad dinámica del primero (figuras de medio bulto en piedra adosadas al muro del monumento), contrasta con la contención dramática y la vibración de las rudas superficies de las figuras que transitan por el segundo (bronces de bulto redondo unidos en la base por el suelo irregular de un pedestal). A la izquierda, la La Marsellesa, en el Arco de Triunfo de París, François Rude, 1833. A la derecha, Los burgueses de Calais, Auguste Rodin, 1884-1889. Arquitectura del siglo XIX [editar] Véase también: Historia de la arquitectura#Siglo XIX Véase también: Arquitectura del Hierro Véase también: Arquitectura historicista Véase también: Neogótico Véase también: Neomudéjar Véase también: Arquitectura ecléctica Véase también: Escuela de Chicago (arquitectura) Crystal Palace, una estructura (diseño del constructor de invernaderos Joseph Paxton) de 92,000 metros Propíleos de la Königsplatz cuadrados, 33 metros de de Múnich. Leo von Klenze, altura máxima y 564 1862. Arquitectura metros de longitud, historicista neoclásica. La construida por cinco mil impresionante plaza, que operarios especializados también acoge la Gliptoteca (navvies en:navvy) para de Múnich, fue diseñada por albergar la Exposición Karl von Fischer como Universal de Londres de 1851. espacio público y de Es el primer edificio de presencia política de la tales dimensiones que monarquía bávara; y su utiliza los nuevos capacidad escénica fue materiales que la Revolución aprovechada en los años industrial proporciona de treinta y cuarenta del siglo una manera eficaz: el acero XX por el nazismo. (previamente utilizado en puentes y otras obras de ingeniería) y el vidrio (que cubría una superficie de vanos de 84,000 m²). Home Insurance Building, William Le Baron Jenney, Chicago, 1885. La reconstrucción de la ciudad tras el incendio de 1871 permitió diseñar con libertad edificios como Castillo de Pierrefonds, éste: de 42 metros de altura gracias al uso reconstruido con los criterios historicistas estructural del acero, es neogóticos de Eugène el precedente de los Viollet-le-Duc durante elrascacielos, aunque tan Segundo Imperio Francés sólo contaba con diez pisos. El incremento de (1852-1870), para residencia de Napoleón las dimensiones de los edificios de oficinas o III. viviendas hubiera sido del todo inútil sin las innovaciones simultáneas de la era de la electricidad que posibilitaron los rápidos desplazamientos de masas que caracterizan la vida urbana contemporánea: en vertical (el ascensor) y en horizontal (metro, tranvía y otros transportes públicos). De la "modernidad" a la "postmodernidad" Brazo del Sena cerca de Giverny. Claude Monet, 1897. Iglesia de Auvers-sur-Oise. Vincent Van Gogh, 1890. Los jugadores de carta. Paul Cézanne, 1895. Manao Tupapau (El espíritu de los muertos vigila). Paul Gaugin, 1892. Las transformaciones sociales que condujeron a la sociedad industrial se habían completado en los países más avanzados (Europa Occidental, Estados Unidos) a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en el horizonte de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Había comenzando un nuevo ciclo de la Revolución industrial (Segunda Revolución industrial), y se estaba formando una sociedad de consumo de masas presidida en sus aspectos ideológicos por los modernos medios de comunicación vinculados a cambios tecnológicos (era de la electricidad). La Revolución rusa, los fascismos y la Crisis de 1929 supusieron graves desafíos al sistema liberal y capitalista, que no obstante sobrevivió a los agitados tiempos de un período de entreguerras fertilísimo para las artes (vanguardias artísticas) y a la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente a ésta, un nuevo ciclo tecnológico, económico y social (tercera revolución industrial) conducirá a lo que se conoce como sociedad postindustrial. Las artes figurativas pasan por un proceso de transformación, cuyos orígenes están en las viejas culturas euroasiáticas, éstas con una motivación religiosa, firme apoyo en la naturaleza y un centro en el hombre. Desde las cuevas de Altamira al neoclasicismo, pasando por el Partenón, el arte tiene una justificación humana y naturalista. La máquina hace su aparición, y con ella, las fuerzas gigantescas de nuestra época. Por eso los impresionistas utilizan el tema de la locomotora rauda y humeante. Atrae todo aquello que sea dinámico. Se pinta la luz misma, independiente del objeto. En el impresionismo el tema quedó separado de toda trascendencia. Es una mera fulguración. Luego, con los movimientos del siglo XX, el tema acaba desapareciendo, surgiendo lo que se llama el pretexto. Los artistas ya no tendrán interés en pintar nada concreto, y titularán sus cuadros figuras, objeto, composición, etc. El humanismo se agota. Gauguin se marcha a Tahití, en busca de motivos y personas no contaminadas con las civilizaciones blancas. Hay un afán por conocer. Se alcanza una sobre valoración del arte de estas aisladas culturas. Surge en la pintura lo que se ha llamado el ingenuismo o lo naif, esto es, la espontaneidad de la expresión. Y por eso nada sorprende que haya interesado especialmente al pintor de hoy, el arte del niño y del demente, regiones que también se quieren englobar dentro de la producción artística. Se penetra en zonas antes vedadas, como el subconsciente. Se desea llegar a las fuentes mismas de la energía, y muchos artistas divagan sobre el problema de la generación (Joan Miró). Existe por tanto, una notoria insatisfacción, y un inagotable afán de descubrir. Es el mismo proceso que se observa en las ciencias experimentales. En las artes figurativas podemos advertir dos tendencias contrapuestas. Una se erige en continuadora del viejo arte. Esta tendencia conservadora sigue respetando de la forma y la técnica como bases inmutables de la producción artística (escultores como Maillol, Bourdelle, Clará, pintores como Modigliani). La otra tendencia busca la desintegración de la realidad, deseosa de una especie de liberación de la energía creadora del artista, y llegará incluso a las distintas modalidades de arte abstracto. Entre los siglos XIX y XX Impresionismo Artículo principal: Impresionismo Véase también: Monet, Manet, Cézanne, Degas, Renoir, Exposiciones impresionistas, Anexo:Pintores impresionistas, Literatura del Impresionismo y Impresionismo musical Posimpresionismo y Simbolismo Artículo principal: Posimpresionismo Artículo principal: Simbolismo El simbolismo como movimiento, o más bien los simbolistas como grupo de artistas, surgen en oposición al realismo, entendido éste no como el movimiento de Courbet, sino como la consideración del arte como mímesis o imitación de la naturaleza a un nivel meramente superficial, como pudiera hacerlo la reproducción fotográfica. Contaban con el precedente de la obra de algunos pintores cuya obra es simultánea a la de la primera generación impresionista, especialmente Gustave Moreau o Félicien Rops, que a veces se encuadran en un movimiento denominado decadentista. El simbolismo considera que el arte debe ser una idea y una creación a partir de lo perceptivo y visual. Paul Gauguin, por ejemplo, intenta ver el mundo exterior como lo siente el espectador, pretendiendo expresar una idea. Los simbolistas también se vinculan a la literatura y la filosofía. La teorización sobre el arte se difundía en numerosas revistas y se apoyaba intelectualmente en la obra filosófica de Bergson (vitalismo o élan vital), o la obra poética de Baudelaire (su propuesta de "correspondencia" o relación entre el alma y los que aprecian la naturaleza inanimada). Gauguin, Cézanne, Toulouse-Lautrec y Van Gogh, o los puntillistas Seurat y Signac, son muy frecuentemente englobados dentro de la denominación neoimpresionismo (utilizado por el crítico francés Félix Fénéon en 1887 para referirse a los puntillistas o divisionistas) o postimpresionismo (utilizado por el crítico inglés Robert Fry en la exposición "Manet and the Post-Impresionists" en Londres en 1910); con lo que se quiere indicar que sus propuestas pictóricas desarrollan y amplían el tratamiento de la luz y la pincelada propia de los primeros impresionistas, aunque a través de muy distintos medios (el tratamiento del volumen, de la línea, del color, de la simplificación o división de cada punto de la materia pictórica, etc.) y de los propios conceptos representados. Véase también: Categoría:Pintores simbolistas Serpientes de agua. Gustav Klimt (principios del siglo XX). Dragón de la escalinata del Parque Güell, Barcelona. Antoni Gaudí, 1900-1914. Escalera de la casa del arquitecto Victor Horta, Bruselas. "Fin de siècle": Modernismo [editar] La indiscutible centralidad de París como centro mundial del arte, se ve emulada en el cambio de siglo (fin de siècle, noucentisme) con el surgimiento de activos núcleos por toda Europa (Viena, Bruselas, Barcelona, Milán, Riga,[2] etc.) Artículo principal: Modernismo (arte) Véase también: Jugendstil, Secesión de Viena, Modernismo catalán, Art Nouveau, Modern Style, Estilo Liberty y Floreale Véase también: Gustav Klimt, Alfons Mucha, Victor Horta, Antonio Gaudí, Lluís Domènech i Montaner, Louis Comfort Tiffany, Hector Guimard, René Lalique, Charles Rennie Mackintosh y Arthur Lasenby Liberty Véase también: Joseph Maria Olbrich, Josef Hoffmann, Otto Wagner, August Endell, Raimondo D'Aronco, Ernesto Basile y Giuseppe Sommaruga Arte "contemporáneo" (siglo XX) En el arte del siglo XX, como en todos los ámbitos de la vida contemporánea, la ruptura con los módulos tradicionales es una de las características esenciales. El constante cuestionamiento de los convencionalismos convierte en un valor en sí misma a la transgresión por el mismo hecho de ser provocativa (épater le bourgeoise), con que la provocación termina fijándose como una convención más, y por tanto, generadora de oposición tanto desde una óptica subversiva como conservadora (todo lo que no es tradición, es plagio -Eugenio D'Ors-). Los constantes avances científicos acostumbran a individuo y sociedad a dar por sentado que las posibilidades para el desarrollo de cuotas cada vez más altas de bienestar y consumo sólo está frenado por obstáculos sociales y políticos que cada vez tienen menos sentido; o al menos cada vez se soportan con menos paciencia, se denuncian y no dejan de ser removidos, bien sea por el reformismo social e institucional, bien por revoluciones de muy distinto signo, movilizaciones de masas y las más violentas y mortíferas guerras de la historia. La propia personalidad del hombre es objeto de cuestionamiento, a través de los obscuros caminos del inconsciente desvelados por el psicoanálisis. El artista ha accedido a su completa libertad, o al menos es lo que de él se espera, en una nueva función social que lo equipara a poetas y pensadores (los intelectuales) que se supone que han de interpretar la realidad y señalar los caminos de futuro. La técnica por un lado, pone al hombre en posición de poder intentarlo todo; pero no sin crearle al mismo tiempo una nueva esclavitud: la de la máquina (fordismo y cadena de montaje magistralmente reflejados en Tiempos modernos de Charles Chaplin -1936-), un mundo repetitivo de una intensidad agobiante que, pese a su comodidad, produce un gran desasosiego e insatisfacción, que el arte expresa a través de la irracionalidad. Todo se ha intentado y todo se ha hecho posible, en la realidad como en el arte. Si se habla de una nueva arquitectura espacial, si es posible una ciudad subterránea, también la escultura se ha convertido en un objeto que se mueve, o confunde sus límites con la pintura, que se hace matérica. La misma música ha llegado a ser conjugada con las artes plásticas. Nunca ha habido una mayor capacidad asociativa entre las artes. Pero es evidente que esta libertad para inventar y crear permite todo tipo de excesos, desde los excesos creativos conscientes de las vanguardias que el nazismo demonizó como arte degenerado, hasta los subproductos artísticos de consumo masivo que la élite desprecia como "de mal gusto": el kitsch (trivialidad y capricho sin depurar, deliberada o inconscientemente ajeno a la supuesta finalidad trascendental del arte). Primera mitad del siglo XX: Las "Vanguardias" Retrato de Picasso, por Juan Gris, 1912. Artículo principal: Vanguardias artísticas Las denominadas vanguardias históricas de la primera mitad del siglo XX tienen su fecha de nacimiento en la irrupción de los fauves en el Salón de Otoño parisino de 1905. La fuerte personalidad y voluntad de estilo de los artistas hace imposible clasificar a muchos de ellos en un sólo estilo o movimiento. A ello también contribuye lo efímero de algunos de estos, que agotan su capacidad de atracción o su impacto provocativo en pocos años. Por ejemplo, Picasso suele ser clasificado en fases o épocas (azul, rosa, cubista, de los ballets rusos, surrealista, de la Suite Vollard, del Gernica, de Vallauris, etc.) que por su extraordinaria diversidad y fecundidad parecerían obra de varios artistas diferentes. Además, como en el Renacimiento, muchos de estos artistas no se limitan a un arte, y son a la vez pintores, grabadores, escultores, fotógrafos, cineastas, etc. Especialmente en el caso de los arquitectos, cuya formación profesional (en diálogo y a veces debate con la de los ingenieros) les empuja a expresarse en todas las dimensiones del espacio (urbanismo, interiorismo, diseño industrial, etc.) y de las otras artes plásticas. En la primera década del siglo XX, la tecnología, ciertamente, realizaba rápidos progresos, pero aún estaba lejos de haber penetrado completamente en la vida cotidiana de la mayor parte de los europeos. Las terribles condiciones sociales que habían impresionado a ciertos grandes escritores del siglo precedente, como Dickens y Zola, subsistían en gran parte sin que se hubiera puesto remedio; al abismo entre las distintas clases de la sociedad que persistía en todos los países de Europa; En Estados Unidos, además, con el nacimiento de una nueva plutocracia —los Astor, los Vanderbilt, los Guggenheim, los Goluf— parecían incluso hacerse más amplio, mientras las enormes riquezas de un continente se iban acumulado en manos de unos cuantos privilegiados. Solía admitirse que el arte era, y debía seguir siendo, asunto de un grupo que, en relación con el resto del cuerpo social, era muy reducido, formado por la aristocracia, la plutocracia y la clase media acomodada y culta, su principal componente. Ciertos intentos, que existieron, de llevar al contacto con el público más amplio —de los que son ejemplos distintos, surgidos los dos en Londres, el Victoria and Albert Museum y la Whitechapel Art Gallery— debían su existencia a aquellos impulsos filantrópicos que fueron característicos del siglo XIX en la misma medida, al menos que lo fueron las injusticias sociales por otro lado. De modo significativo, la dirección de estas empresas estaban en manos de la clase media, y aunque los Fauve de 1905 eran verdaderas "bestias salvajes", como jocosamente los habían apodado los críticos de moda, no amenazaban más que la tranquilidad de un pequeño grupo social. A strada entra nella casa (Una calle entra en la casa) del futurista Umberto Boccioni, 1911. Vanguardias anteriores a la Primera Guerra Mundial Véase también: Belle Époque y Primera Guerra Mundial Fauvismo (Matisse) Futurismo (Marinetti, Boccioni) Cubismo (Picasso, Braque, Juan Gris) Expresionismo (Die Brücke, Der Blaue Reiter, Munch, Schiele) Vanguardias anteriores a la Crisis de 1929 Véase también: Periodo de entreguerras y Crisis de 1929 Abstraccionismo (abstracción geométrica y constructivismo; el expresionismo abstracto es posterior a la Segunda Guerra Mundial). Vasili Kandinski, Rodchenko, Malevich, Piet Mondrian. Dadaísmo (Marcel Duchamp, Jean Arp, Francis Picabia, Max Ernst). El movimiento expresionista siguió desarrollándose (George Grosz, Emil Nolde, Oskar Kokoschka, Amedeo Modigliani, José Gutiérrez Solana). Bauhaus, escuela de diseño fundada en Weimar en 1919 (cerrada en 1933 bajo el nazismo) y que tuvo repercusiones en todas las artes visuales, pero especialmente en el diseño y la divulgación del funcionalismo y el racionalismo arquitectónico (Walter Gropius, Mies Van der Rohe, Le Corbusier, Escuela de Chicago (arquitectura) -que se había iniciado a finales del siglo XIX-). Desde una perspectiva muy diferente, triunfaba en las artes decorativas el estilo denominado Art decó. Las posibilidades expresivas de la fotografía más allá de la mera reproducción de la realidad son exploradas por artistas como László Moholy-Nagy o Man Ray. Vanguardias y "Antivanguardias" anteriores a la Segunda Guerra Mundial El Cura Hidalgo. Mural del Palacio de Gobierno de Guadalajara (México). José Clemente Orozco. Véase también: Segunda Guerra Mundial, Unión Soviética, Fascismo y Nazismo Surrealismo, emparentado estrechamente con dadá, proviene de la aplicación al arte de la teoría psicoanalítica de Freud por un grupo intelectual muy cohexionado en torno a André Bretón (entre el primer -1924- y el segundo -1929- manifiesto surrealista),[3] cuya ruptura no disminuyó sino que extendió el impacto artístico del movimiento (Giorgio de Chirico, René Magritte, Salvador Dalí, Joan Miró, Escher). Muralismo mexicano, representado por la tríada de fuertes personalidades (muchas veces enfrentados entre sí) formada por José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Otros artistas mexicanos, vinculados al movimiento muralista, aplicaron técnicas y estilo diferentes, como Frida Kahlo. Organicismo arquitectónico (con precedentes como Louis Sullivan, Rudolf Steiner, Antoni Gaudí o el urbanista Arturo Soria -proyecto de ciudad lineal en Madrid-, se desarrolló por Frank Lloyd Wright, Erik Gunnar Asplund o Alvar Aalto; posteriormente Bruno Zevi y otros). El funcionalismo racionalista continuó con el denominado Estilo Internacional, representado por el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (reunido en varias ocasiones, entre 1928 y 1959) y particularmente por la Exhibición Internacional de Arquitectura Moderna de 1932 organizada por Philip Johnson en el MOMA de Nueva York, que pretendía conciliar las diferentes tendencias arquitectónicas de lo que venía denominándose Arquitectura Moderna o Movimiento Moderno. Desde una perspectiva completamente antivanguardista, los artes impulsados desde el poder por los regímenes totalitarios: Realismo socialista. El estalinismo optó por impulsar un arte fácilmente comprensible por las masas, tras las experiencias vanguardistas de los años veinte (constructivismo), que pasaron a calificarse de elitismo burgués. Arte nazi (en:Art of the Third Reich), en la Alemania nazi de los años treinta y cuarenta. Se definía como arte ario, propio de una raza superior y opuesto al arte degenerado (que identificaba como el arte de los deficientes mentales y de las razas inferiores, y definía como una degeneración del gusto artístico que los judíos pretenderían imponer con la etiquetas de vanguardia, abstracto o expresionista). El arte fascista, entendido como el realizado en el periodo de entreguerras en la Italia fascista, incluso impulsado por el movimiento fascista, fue mucho más diverso, incluyendo manifestaciones vanguardistas como el futurismo y de arquitectura racionalista, pero también manifestaciones clasicistas más cercanas al arte nazi. Arte contemporáneo de la segunda mitad del siglo XX Arte contemporáneo entre 1945 y 1960: el informalismo La destrucción de Europa por la guerra y la emigración de artistas, coleccionistas, críticos e historiadores, convierten a Nueva York en el nuevo centro mundial del arte. informalismo o expresionismo abstracto (Jackson Pollock, Antoni Tapies) op-art arte cinético La escultura: Henry Moore, Eduardo Chillida, Jorge Oteiza Brasilia (Lúcio Costa, Oscar Niemeyer) Arte contemporáneo entre 1960 y 1975: el pop pop-art (Andy Warhol, Roy Lichtenstein) minimal arte conceptual (conceptual-art o idea-art), que incluye o se relaciona con multitud de manifestaciones, estilos o movimientos: happening, action-art, performance, arte povera (desarrollado en Italia), land-art, bodyart, Process art, etc. En 1968 Lucy Lippard y John Chandler publicaron La desmaterialización del arte (revista Art International) donde analizaban el proceso de transformación que percibían en el arte contemporáneo: los artistas habían intensificado la gradual desaparición del objeto a favor del concepto y del arte efímero; muchos de los minimalistas (Morris, Smithson, Andre) emprendían trabajos en los que "el arte como idea" o la realización de obras en escenarios naturales (Land Art) eran los nuevos campos de experimentación o vías de escape al callejón sin salida en el que según ellos se debatían las poéticas más formalistas. Fue a principios de los sesenta cuando se hizo patente, tanto en el ámbito artístico estadounidense como el europeo, la cristalización y difusión de un nuevo tipo de arte, de unos nuevos comportamientos y de una nueva manera de entender arte y vida. Nuevos escenarios (la calle, el desierto, las costas australianas, la montaña, es decir, cualquier lugar de la naturaleza) reemplazaron los lugares habituales donde el arte solía exponerse. Los valores prevalecientes en el arte a lo largo de los siglos, y que el arte moderno y las vanguardias sólo habían reinterpretado, sin cuestionar de modo radical (la armonía, el cromatismo, la composición, la masa, etc.) eran repudiados en beneficio de otros (lo efímero, lo pobre, el proceso, la analogía, etc.). Los medios tradicionales parecían no ser ya los apropiados para ser mensajes en sí mismos (lecturas artísticas de la semiología y de Mac Luhan). A fines de los años sesenta ya se estaban produciendo algunas manifestaciones artísticas que parecían exigir para el arte la misma libertad y desprecio de los convencionalismos y valores establecidos, y la misma búsqueda de nuevos programas de vida y de sociedad que la juventud revolucionaria del 68 reclamaba en los campus universitarios y las calles desde Praga hasta México, pasando por París y Stanford. Arte pobre, Land art, Arte conceptual, Anti-form, Process art, Earth works, Arte microemotivo, etc. Entre las primeras manifestaciones del Land Art, figuran la celebrada en la Dwan Gallery de Nueva York, en 1968, con el título de "Earth Works", y al año siguiente, la presentada en el White Museum de Ithaca, como "Earth Art". Con la exposición celebrada en el Museo de Leverkusen, en octubre de 1969, se aspiraba a hacer el primer balance del Arte conceptual en su tendencia analítica, lírica y desmaterializada, a la que siguió "Op Losse Schereeven", en el Stedelijk Museum of Amsterdam, con la que se produjo el reconocimiento museístico y europeo del Arte Conceptual, el Land Art, el Anti-form y el Earth Works. Finalmente, con la exposición celebrada en el Museo Cívico de Turín, en 1970, denominada "Conceptual art/ Arte Povera/ Land Art", se llega a la consagración oficial de los nuevos comportamientos artístico El arte "más contemporáneo", desde 1975: deconstrucción y postmodernidad hiperrealismo (Chuck Close, Gerhard Richter, Antonio López García) neofiguración, ya desarrollada décadas antes, es revalorada a partir del último cuarto del siglo XX (Lucian Freud, Francis Bacon) instalaciones arte postmoderno deconstrucción art bin (arte del cubo de basura)