La sociedad anónima, tributación y contabilidad

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LA SOCIEDAD ANONIMA, TRIBUTACION Y
CONTABILIDAD *
CÉSAR LUNA-VICTORIA LEÓN (1)
1. DERECHO MERCANTIL, TRIBUTACION Y CONTABILIDAD
El tema que nos convoca es, en términos
generales, la reforma de la Ley General de
Sociedades. El tema para el cual he sido
invitado es la tributación. ¿Cuál es la relación entre la tributación y la legislación
mercantil? Para responder esa pregunta será
necesario reconocer qué tanto la legislación
tributaria como la práctica contable invaden
el derecho mercantil y establecen un conjunto de normas que son mercantiles.
Por ejemplo: la legislación tributaria es
la que ha prohibido las acciones al portador,
la que crea la reserva de capital, la que
establece el tratamiento a las primas por
emisión de acciones. Las normas tributarias
y la práctica contable sobre ajuste de los
estados financieros por inflación, citando
otro ejemplo, regulan la reexpresión del
capital social y la imputación de esa
reexpresión a cubrir pérdidas. (2)
Estas normas, a pesar de que son creadas
como disposiciones tributarias o son establecidas como práctica contable, trascienden los efectos tributarios y contables y
llegan a tener efectos mercantiles, principalmente porque esas normas tienen naturaleza mercantil. Observamos, en consecuencia, un curioso proceso de formación
de normas mercantiles en el derecho tributario y en la práctica contable que, posteriormente, son transplantados con total eficacia al derecho mercantil.
Pero también ocurre el fenómeno inverso. La legislación mercantil también invade la práctica contable o, al menos, ha
pretendido invadirla. Es el caso del título
X de las normas sobre la sociedad anónima
que regula (reguló, diremos mejor) la
formulación del balance y de la cuenta de
ganancias y pérdidas. La invasión no ha
ocurrido en el derecho tributario porque
éste, además de ser relativamente autónomo, tiene un proceso de regulación de nor-
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mas bajo el principio de legalidad, en virtud
del cual los tributos y sus elementos esenciales sólo pueden ser creados y modificados conforme a la Constitución. (3)
En ese escenario, para debatir qué reformas se deben hacer en la Ley General de
Sociedades, en el tema que nos ocupa,
tenemos que responder dos preguntas: (a)
¿Es necesario que los temas mercantiles
que trata la legislación tributaria y la práctica contable sean regulados por la legislación mercantil?; y (b) Aquellos otros temas
contables que trata la legislación mercantil
¿deben permanecer en la Ley General de
Sociedades o hay que permitir que sean
regulados sólo por la práctica contable?
2. LOS ESTADOS FINANCIEROS
Al intentar responder las preguntas, identificamos que la formulación de los estados
financieros es el tema común del derecho
mercantil, de la tributación y de la práctica
contable. Eso explica que cada una de estas
áreas, por llamarlas de alguna manera, regulen o intenten regular los estados financieros desde su propio ámbito.
Es evidente el interés de la tributación en
el tema, al menos para el Impuesto a la
Renta, porque la formulación de los estados
financieros es, en rigor, la determinación de
la utilidad gravada (hecho imponible o hipótesis de incidencia tributaria). En el caso
de la práctica contable, la formulación de
los estados financieros es su objetivo. Y, en
el caso del derecho mercantil, determinar la
utilidad es esencial para distribuirla, que es
la finalidad para la que se constituyen las
sociedades.
Como es evidente, cada una de estas
áreas quiere continuar regulando la formulación de los estados financieros, reivindicando la autoridad para establecer reglas
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propias. Esta actitud puede determinar que
las empresas formulen tres tipos de estados
financieros: uno para cada una de las áreas,
esto es, uno para efectos contables, otro para
efectos tributarios y uno tercero para efectos
mercantiles.
La tributación ha resuelto la discrepancia a su favor, reclamando autonomía relativa, aunque respetando los ámbitos de las
otras áreas. En el Impuesto a la Renta, por
ejemplo, se ha dispuesto que los estados
financieros se formulen de acuerdo a la
práctica contable. Las diferencias temporales o permanentes que resulten por la aplicación de las normas del impuesto, obligan
al ajuste del resultado en la declaración
jurada. (4) A su turno, las discrepancias
respecto a las normas mercantiles, serán
tratadas como normas específicas en asuntos
tributarios. (5)
El conflicto se presenta entre la práctica
contable y el derecho mercantil, porque
existe mucha relación entre ellos y ninguno
tiene la autonomía relativa que exhibe el
derecho tributario. En concreto, la Ley
General de Sociedades establece reglas muy
precisas para formular el balance y la cuenta
de ganancias y pérdidas, (6) de otro modo,
la práctica contable también establece normas no necesariamente similares para lo
mismo. (7)
3. LA INFLACION Y LOS ESTADOS
FINANCIEROS
La regulación contable en la Ley General de Sociedades hizo crisis en los últimos
años. Como se recuerda, esa regulación
data de 1966. (8) En la coyuntura en que se
promulgó no había inflación. De modo tal
que en las normas de contabilidad que aparecen en la Ley General de Sociedades, no
hay ninguna disposición para corregir los
estados financieros.
La práctica contable de aquella época
seguía la tradición del sistema del registro
contable al costo histórico, esto es, al valor
de adquisición, de construcción o de incorporación a los estados financieros. Conforme a esa tradición, la utilidad realizada era
la diferencia entre el precio de venta y el
costo histórico y se consideraba suficiente
para mostrar utilidades reales. No obstante,
iniciado el proceso hiperinflacionario la
práctica contable adoptó metodología para
ajustar sus estados financieros. (9)
dispuso que las empresas continuasen utilizando información financiera a valores históricos para todos los efectos societarios,
incluido por cierto la distribución de dividendos. Esta fue la intención y el efecto
práctico más relevante de la CONASEV. (11)
La pregunta que nos hemos hecho en los
últimos años es si las utilidades que pueden
ser distribuidas son aquellas que resultan de
los estados financieros formulados como lo
establece la Ley General de Sociedades
(con ajustes por la inflación) o como lo
exige la práctica contable (sin ajuste por
inflación, aún cuando esta metodología no
haya estado prevista expresamente en la
ley).
a. La Ley General de Sociedades regula
expresamente la formulación y la estructura del balance y de la cuenta de
ganancias y pérdidas y esas normas no
han sido expresamente modificadas, por
lo que siguen vigentes;
El tema es de la mayor importancia,
porque en la coyuntura de hiperinflación
que aún vive el país, (10) los estados financieros formulados a costo histórico sufren
distorsiones y aparecen utilidades donde
hay pérdida y se determinan pérdidas donde en realidad hay utilidades. Un ejemplo:
si yo compré algo a S/. 10.00 al inicio del
ejercicio y lo vendo en S/. 15.00 al cierre del
ejercicio, tendré una utilidad a costo histórico de S/. 5.00. Sin embargo, si la inflación
del año fue del 100%, el costo histórico de
S/. 10.00 del inicio del ejercicio se reexpresa
en S/. 20.00 al cierre y frente a una venta de
S/. 15.00 a esa fecha, me genera una pérdida
de S/. 5.00. En el ejemplo propuesto, la
utilidad a costo histórico es ficticia.
El debate se complicó aún más cuando
en 1991, respecto a los estados financieros
de 1990, la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores (CONASEV)
Esta resolución de CONASEV alentó la
defensa cerrada de la regulación contable a
costo histórico en la Ley General de Sociedades. Los argumentos, en ese sentido,
fueron diversos:
b. El costo histórico está expresamente recogido en la Ley General de Sociedades,
haciendo referencia a los incs. 1 y 4 del
Art. 252 que establece los criterios para
la valorización de los bienes del activo
fijo, así como para las materias primas y
mercaderías;
c. La CONASEV es la entidad encargada
de regular la contabilidad de las empresas, en virtud del inc. “e” del Art. 2 de la
Ley Orgánica de la CONASEV, aprobada por Decreto Legislativo N° 198, y
esta entidad no ha establecido ajustes
por inflación para efectos mercantiles,
sino que expresamente ha establecido la
aplicación del sistema del costo histórico; (12)
d. Las normas del ajuste por inflación establecidas por el Consejo Normativo de
Contabilidad (Resolución N° 2 del 14 de
noviembre de 1990) no tienen efectos
societarios, en primer lugar porque la
entidad encargada de regular la contabilidad de las empresas es la CONASEV,
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como ha quedado dicho y, en segundo
lugar, porque las atribuciones de ese
sistema se limitan a proponer las normas
contables de las empresas según lo establecido en el Art. 145 de la Constitución; y,
e. No se ha establecido que las normas del
ajuste por inflación para efectos tributarios también tengan efectos societarios.
Esta interpretación se sustenta en el alcance de las leyes autoritativas que delegaron facultades legislativas al Poder
Ejecutivo, en las que no se concedió
facultad alguna para legislar en materia
de la Ley General de Sociedades. (13)
En la interpretación contraria, aquellos
que reclamamos la formulación de estados
financieros reexpresados por inflación, también para efectos mercantiles, sostuvimos
que:
a. Las normas de contabilidad en la Ley
General de Sociedades fueron promulgadas en un contexto no inflacionario y
que, en ese contexto, el sistema del costo
histórico era considerado suficiente para
formular estados financieros que mostraran la situación real de las empresas.
De modo tal que, en un contexto hiperinflacionario, las normas no podían ser
aplicadas literalmente sino que debían ser
interpretadas en conjunto.
b. Las normas de contabilidad en la Ley
General de Sociedades tenían una norma base y normas operativas. La norma
base es la del Art. 250 que exige que el
balance y las cuentas de ganancias y
pérdidas muestren con “claridad y precisión” la situación patrimonial de la sociedad y las utilidades obtenidas o pérdidas sufridas. Las demás normas son
operativas y deben ser interpretadas en
función de la norma base. De modo tal
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que determinar utilidades sobre la base
del costo histórico no permite determinar utilidades reales en un contexto hiperinflacionario. La metodología del ajuste
de los estados financieros por inflación
permite, precisamente, corregir las distorsiones.
c. No existe contradicción entre el sistema
del costo histórico y la metodología del
ajuste porque ésta no elimina el principio del costo histórico, sino que lo mantiene y parte de él. Conforme a la metodología, primero se determina el costo
histórico (la antigüedad de la partida)
para aplicarle después el índice de ajuste
entre la fecha de incorporación de la
partida a los estados financieros y la
fecha en que se formulen los estados
financieros. (14)
d. Esta insuficiencia de las normas operativas que recogen el principio del costo histórico pero no el ajuste, determina
lo que en doctrina jurídica se conoce
como una “laguna del derecho”. (15) Esa
insuficiencia debe ser resuelta mediante
mecanismos de integración jurídica, aplicando métodos de interpretación y los
principios del derecho. Para el caso que
nos ocupa, los principios que se invocan
son el de la intangibilidad del capital
social y el del abuso del derecho. Conforme al primero, distribuir utilidades
ficticias sobre la base de estados financieros formulados bajo el sistema del
costo histórico sin ajustes por inflación,
supone amortizar indirectamente el capital social, que exige acuerdos especiales de la junta general de accionistas y un
proceso público dentro del cual la ley
reconoce a los acreedores el derecho de
oposición. Conforme al segundo, la distribución de utilidades ficticias supone
un abuso del derecho contra los acreedores de la sociedad.
En rigor, el debate no tenía necesariamente propósitos académicos. Como todo
en la vida, hubo un trasfondo económico
que orientó las intenciones y, con ellas, los
argumentos. En la coyuntura de 1991, se
liberaliza por completo el mercado único
de cambios, no sólo por las nuevas tendencias liberales que orientaban la coyuntura
(y que la siguen alentando), sino principalmente por la abundancia del dólar americano proveniente de las operaciones ilícitas
de narcotráfico. (16)
Junto con esa liberalización se permitió
también la libre transferencia al exterior de
las utilidades netas de los inversionistas
extranjeros, en moneda libremente convertible y a través del sistema financiero. (17)
La interpretación de la formulación de los
estados financieros a costo histórico permitió la remesa de utilidades ficticias como un
mecanismo para recuperar la inversión, pero
a costa de descapitalizar a las empresas. Era
una manera de compensar a los inversionistas extranjeros el perjuicio por no
haber podido remesar utilidades al exterior
durante el régimen de Alan García.
4. LA CULTURA JURIDICA Y LA CULTURA CONTABLE
Sin embargo, el debate sobrevivió a la
coyuntura y, a pesar de las razones financieras y legales que sustentan la formulación
de los estados financieros ajustados por
inflación también para efectos mercantiles,
hay quienes aún sostienen que la Ley General de Sociedades tiene reglas propias para
formular esos estados financieros.
Para resolver las diferencias, la Cámara
de Comercio de Lima ha preparado un
proyecto de modificaciones en el que, entre
otras propuestas, sustituye el Art. 250 que
hemos venido comentando, incorporando
la metodología del ajuste integral de los
estados financieros por efectos de la inflación.
No comparto esa sugerencia. Aun cuando sostengo que los estados financieros
deben ser ajustados por inflación para efectos mercantiles, no comparto la idea de que
esa regulación sea materia de la Ley General de Sociedades. Creo que debemos distinguir la cultura jurídica de la cultura contable. ¿Cuál es la diferencia entre ellas?
Nuestra cultura jurídica pertenece a la
familia romano-germánica y reconoce la
primacía de la fuente legislativa. Para nosotros la ley prima sobre cualquier otra fuente
del derecho, a tal punto que “...la ley se
deroga sólo por otra ley...”, según lo postula el Art. I del Título Preliminar del Código
Civil.
En cambio, la práctica contable es, desde el punto de vista del derecho, una costumbre. Esta afirmación puede resultar extraña, porque el tema de la costumbre ha
sido usualmente abordado desde una perspectiva preponderantemente antropológica,
conforme a la cual el Perú es un país pluricultural, asignando a cada sector de la población una cultura determinada. (18)
Sin embargo, la doctrina reconoce que
hay costumbre en cualquier comportamiento humano de uso constante y respecto del
cual exista la convicción de que ese uso es
obligatorio y, como es evidente dentro de la
tradición romano-germánica, que no contraríe la ley. Esa práctica debe haber sido
formada espontáneamente, su uso debe ser
regular y constante y tener una duración
relativamente larga en el tiempo. (19)
Pues bien, las normas contables observan todos los requisitos mencionados por la
doctrina jurídica para ser consideradas como
una costumbre. Bajo este razonamiento,
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tales normas ya forman parte del ordenamiento jurídico en virtud del Art. 2 del
Código de Comercio que consagra la aplicación supletoria de la costumbre mercantil
en todos los actos de comercio, sean o no
comerciantes los que los ejecuten.
En ese contexto, no es conveniente que la
Ley General de Sociedades se preocupe de
elevar a la categoría de normas legales las
normas contables. De hacerlo, la norma
contable quedaría fosilizada, sin vida, tal
como ha ocurrido con las normas contables
recogidas en la ley general vigente. Es más
útil dejar que la norma contable siga desarrollándose en la práctica, la misma que la
irá perfeccionando, adecuándola a las nuevas circunstancias financieras.
Para explicar mejor esta idea, adoptemos como ejemplo la metodología del ajuste de los estados financieros por efectos de
la inflación. Esa metodología supone (20):
• La distinción entre partidas monetarias y
no monetarias;
• Determinar la antigüedad de cada partida
no monetaria;
• Identificar el índice de corrección que,
conforme a su antigüedad, corresponde a
cada partida no monetaria;
• Reexpresar cada partida no monetaria
aplicándole el índice de corrección;
• Reducir, en su caso, el valor reexpresado
de los activos no monetarios a los limites
de reexpresión (usualmente, valor recuperable), en base a la regla “costo ajustado o valor de mercado, el que sea
menor”;
• Ajustar las cuentas de los estados de
resultados; y
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• Reconocer un resultado por exposición a
la inflación (REI).
Esa metodología presenta algunos problemas, que reseñarnos a continuación (21):
a. El indice de ajuste aceptado es el Indice de Precios al Por Mayor (IPM). Sin
embargo, el IPM se fija por debajo de la
inflación, que usualmente se mide por la
variación en el Indice de Precios al Consumidor (IPC).
El IPM mide la variación de bienes
primarios e intermedios, en tanto que el
IPC la de los bienes y servicios de consumo masivo. De modo tal que la aplicación del IPM como índice de ajuste
expresará razonablemente la variación
de valores a precios en las empresas,
pero no expresará la variación del deterioro del valor de la moneda, que es lo
que precisamente pretende la metodología aplicada en el Perú. Esto último,
resultaría mejor expresado si se aplicara
el IPC.
Otras metodologías utilizan como índice de ajuste el Indice del Deflactor Implícito del producto bruto interno que,
lamentablemente, no se mide aún en el
Perú con la frecuencia y oportunidad
que exige una metodología de ajuste.
b. La antigüedad aceptada para las partidas no monetarias es al 31 de diciembre de 1979. De modo tal que, de existir
inversiones en bienes del activo fijo
importantes antes del 1° de enero de
1980, la corrección por el período anterior a esa fecha no quedará reflejada por
el ajuste. La corrección, en su caso, debe
ser producida mediante revaluaciones
voluntarias. Debemos advertir, como comentario, que la fecha de antigüedad
límite aceptada fue sugerida reconocien-
do que bienes adquiridos a esa fecha ya
debieran encontrarse totalmente depreciados. Sin embargo, ese nivel de depreciación a 10 años es válido para efectos
tributarios, mas no para los contables.
c. El limite de reexpresión ha sido fijado en
“costo ajustado o valor de mercado, el
menor”. La idea es que el valor contable
de las partidas ajustadas por inflación no
sea mayor que su valor de transacción.
Si bien el criterio parece apropiado para
la reexpresión de las existencias (respecto de las cuales es razonable que se
cuente un valor referencial de mercado),
no lo es para el caso de los bienes del
activo fijo (para los cuales, al menos en
el Perú, no existe un mercado para establecer precios estándar), ni mucho menos, para intangibles o inversiones distintas a las acciones.
Las normas legales iniciales exigieron,
para el caso de los bienes del activo fijo,
comparar el costo ajustado con el “valor
de utilización económica”, de gran importancia en una economía en la que la
mayor parte de los bienes de capital ya
no se producen en el mercado internacional o que, simplemente, han sido
construidos o reconstruidos artesanalmente.
No obstante la importancia de este criterio, para efectos tributarios fue dejado de
lado por no ser objetivo, al exigir
ponderaciones sobre el valor de recuperación de la inversión. La práctica contable ha sustituido este criterio por el
valor de tasación.
d. La reexpresión de las cuentas patrimoniales se produce de tal modo que se
mantiene la relación entre el capital social y la cuenta “participación patrimo-
nial de trabajo/acciones laborales”. La
metodología exige, en estos casos, que
el monto total de la reexpresión de las
cuentas patrimoniales se prorrateen
entre sí para mantener la proporcionalidad.
Este criterio fue adoptado por razones
de política laboral, con el propósito de
que no se modificara la relación entre
acciones comunes y acciones laborales.
De haber aplicado la metodología rigurosamente, la reexpresión de las acciones comunes hubiera sido mayor por ser
más antiguas y, con ello, los trabajadores hubiesen reducido su participación
en la gestión, en las utilidades y en el
patrimonio de las empresas. (22)
Pues bien, si incorporamos en la Ley
General de Sociedades las normas contables sobre el ajuste de los estados financieros por inflación, corremos el riesgo de
reproducir el debate de hace unos pocos
años entre el texto de la norma contable
recogida en la ley (y, por tanto, paralizada)
y el desarrollo de la práctica contable que,
razonablemente, evolucionará y encontrará nuevas soluciones para los problemas
precedentemente planteados.
Aún más, no existe una sola metodología
para el ajuste. Otras economías aplican
otras metodologías. Nosotros en el Perú
hemos adoptado una acorde con los niveles
de hiperinflación que aún vivimos y acorde
también con la información estadística con
que se cuenta. Dentro de unos años, los
niveles de inflación pueden ser distintos y
la información estadística más confiable y,
en ese nuevo escenario, la metodología de
ajuste que sugiera la práctica contable puede ser otra. Pregunto: ¿estaremos en condiciones de modificar oportuna y constantemente la ley general para adecuarla a las
modificaciones de la práctica contable o
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reproduciremos hacia el infinito el debate
entre el texto de la ley y la costumbre
mercantil?
contable, reconocida como costumbre jurídica, la formulación de los estados financieros.
Frente a esta pregunta, alguien podrá
sugerir un texto lo suficientemente amplio
para que permita una adecuación permanente y evite las constantes modificaciones que se anuncian. Pero el problema
no reside en imaginar un texto legal adecuado. Creo que tenemos que reconocer la
virtud de la práctica contable como mecanismo de permanente evolución. Cito dos
ejemplos.
Por eso propongo que la Ley General de
Sociedades, en lo que se refiere a la
formulación de los estados financieros, se
limite a establecer una referencia a la práctica contable. El texto sustitutorio podría
ser el siguiente: “Los estados financieros
deben mostrar razonablemente la situación
patrimonial y financiera de la sociedad y
deben ser formulados de acuerdo a la práctica contable, con las excepciones que
taxativa e imperativamente establezcan las
leyes”.
El primero de ellos es la declaración de
principios de la metodología del ajuste integral de los estados financieros por inflación, conforme a la cual la reexpresión de
los estados financieros requiere la aplicación de ciertos procedimientos, así como
de criterio profesional. La aplicación uniforme de estos procedimientos y criterios,
de período a periodo, es más importante
que la exactitud de las cantidades resultantes que se incluyen en los estados financieros. (23)
Un segundo ejemplo son las políticas de
contabilidad conforme a las cuales su elección y aplicación se deben guiar, entre otras
consideraciones, por la realidad financiera
antes que por la forma legal. En virtud de
esta política, las transacciones y otros acontecimientos deben contabilizarse y presentarse de acuerdo con su realidad financiera y
no solamente con su forma legal. (24)
En otras palabras, la práctica contable
busca la verdad financiera de los hechos
económicos y para ello sacrifica incluso
disposiciones puntuales, revaluando la aplicación del criterio profesional. Estas características, lamentablemente ausentes en la
cultura jurídica predominante, deben hacernos meditar para confiar a la práctica
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Apreciarán que en el texto sugerido ya no
se hace referencia al “balance y cuenta de
ganancias y pérdidas” que es el concepto
que actualmente utiliza la ley. En sustitución, se utiliza el concepto de “estados
financieros” vigente en la práctica contable
que incluye, además de los mencionados, el
estado de cambios en el patrimonio neto, el
estado de flujos en efectivo y las notas a los
estados financieros. (25)
También apreciarán que, siguiendo la
tradición romano-germánica, no tenemos
más alternativa que reconocer que la ley
tendrá que prevalecer sobre la práctica contable. Por eso, la elevación a la categoría de
norma legal de una disposición contable
debe ser muy meditada.
5. NORMAS
MERCANTILES
EFECTOS CONTABLES
CON
No obstante la reflexión precedente,
existen algunas normas que aparentemente
son contables o que son tratadas usualmente por la contabilidad pero que son, propiamente, de naturaleza mercantil. En estos
casos, por excepción, no se debiera dejar a
la práctica contable su regulación y ésta
debiera ser reivindicada por la legislación
mercantil. Me refiero a los siguientes:
a. La reexpresión del capital social: alguna práctica contable sólo reconoce la
reexpresión del capital pagado, adoptando como fecha de antigüedad la de los
aportes efectivamente realizados. Sin
embargo, la práctica generalizada recomienda reexpresar todo el capital suscrito, incluso aquella parte aún no pagada.
Conforme a esta última, dejar de
reexpresar la parte no pagada del capital
puede encubrir una pérdida por exposición a la inflación si el dividendo pasivo
a cobrar es en dinero.
Pero en ese supuesto, ni la práctica contable ni la legislación mercantil han previsto la reexpresión del dividendo pasivo (como cuenta por cobrar), ni mucho
menos la obligación de pagar ese dividendo a su valor reexpresado.
No hay problema alguno si el dividendo
pasivo supone la obligación de aportar
bienes, porque la reexpresión del valor
del bien compensa la reexpresión de la
parte no pagada del capital. El problema
se presenta cuando la obligación de aportar es una suma de dinero que, por su
naturaleza, no es reexpresable. En esta
hipótesis, el aporte futuro de sumas de
dinero genera una pérdida a la empresa
por exposición a la inflación.
La nueva Ley General de Sociedades
debe prever mecanismos para que el
directorio pueda vetar dividendos pasivos en dinero o, caso contrario, asumir
la responsabilidad por la pérdida que ese
dividendo genere. Pero estimo que la
regulación debiera ser más radical. Propongo que la ley establezca la reexpresión del dividendo pasivo y el pago de
su valor actualizado. Con esta norma se
estaría modificando, para efectos societarios, las normas del Código Civil que,
salvo excepciones, mantienen el valor
nominal de las deudas en dinero. (26)
b. Reexpresión de capital vs. aumento de
capital: la práctica contable trata la
reexpresión de capital como un aumento
de capital. Esta práctica se fundamenta
en las normas legales que exigen que el
valor del capital esté representado por la
suma aritmética del valor nominal de las
acciones. Según esta práctica, se debería
aumentar el capital social todos los meses, en aquellos casos en los que las
empresas formulan balances mensuales.
Entiendo que debemos distinguir los
conceptos. Reexpresar sólo significa expresar en valores actuales el valor que
tuvo el capital social. Se trata de una
simple traducción de valores. No hay ni
aumento ni reducción.
El aumento del capital social sólo se
debe producir cuando efectivamente se
incrementa el capital. Esto se produce:
(a) por aportes frescos; (b) por capitalización de obligaciones; (c) por capitalización de utilidades o reservas; y, excepcionalmente, (d) en la fusión por
absorción, para incorporar el patrimonio de la sociedad absorbida.
La reexpresión del capital no es un acto
jurídico es, por decirlo de algún modo,
una operación contable. Esta idea no
queda desnaturalizada por el hecho que la
reexpresión deba ser aprobada por la
junta general de accionistas, porque esta
aprobación no se refiere a la reexpresión
del capital en si misma, sino a la formulación del balance en su conjunto. En
cambio, el aumento del capital social si
supone un acto jurídico expreso de la
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junta, además de exigirse formalidades
adicionales como la del quórum calificado, la elevación del acuerdo a escritura pública y su inscripción en la partida
registral de la sociedad.
Por las consideraciones precedentes, la
simple reexpresión no requiere escritura
pública ni ser inscrita en el registro público. La partida registral de la sociedad
sólo debiera recoger el costo histórico
de los aportes del capital social. Para
efectos prácticos, con ocasión de cada
aumento efectivo de capital social, se
debiera reexpresar el capital para
reordenar la cuota de las acciones, según
se comenta a continuación.
Si cualquier usuario deseara conocer el
valor del capital social reexpresado, sólo
debe remitirse al último asiento del capital social y aplicarle el índice de ajuste
que corresponde por el periodo transcurrido entre la última fecha del aumento
del capital social y la fecha en que ese
capital se reexpresa.
La diferencia que pueda existir entre el
capital social ajustado, según los datos
de la partida registral, y la cifra, igualmente ajustada del capital social, que
figure en el balance de la sociedad, supondrá pérdidas compensadas con la
reexpresión, según se comenta más adelante.
c. Acciones de cuota vs. acciones de valor nominal: El sistema de acciones
vigente es el de títulos emitidos a su
valor nominal. Como se ha adelantado,
bajo este sistema el valor total del capital
social resulta de la suma aritmética del
valor nominal del total de las acciones.
La permanente reexpresión del capital
social, bajo el supuesto de la práctica
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vigente que exige aumento de capital,
está creando problemas, porque requiere también permanentemente la emisión
de nuevas acciones o, en su caso, la
modificación del valor nominal de las
acciones antiguas para representar el
aumento del capital por reexpresión.
Si asumimos la metodología del ajuste,
una futura reforma legislativa debiera
considerar modificar el sistema de emisión de acciones, adoptando el sistema
de acciones de cuota. En este sistema,
los derechos de cada acción están referidos a una cuota o a un porcentaje del
capital social y no al valor nominal de
suscripción.
Consolidando los comentarios precedentes, la reexpresión no supondrá aumento de capital social ni tampoco dará
lugar a capitalización alguna. La acción
de cuota mantendrá su valor, como una
alícuota del capital social, no importa
cuántas veces se reexprese el capital. No
obstante, al producirse un aumento de
capital, se deberán reordenar las acciones
si se adoptó el sistema de porcentaje,
para que el valor de todas ellas (nuevas y
antiguas) sigan estando referidas al 100%
del nuevo capital. Este problema no se
presenta con el sistema de acciones de
cuota, pero se deberán resellar las
acciones antiguas para expresar el nuevo
monto del capital, tal como sucede
actualmente con cualquier aumento de
capital.
d. La aplicación del monto de la
reexpresión del capital social a pérdidas acumuladas: la metodología del
ajuste autoriza que las pérdidas acumuladas sean compensadas, proporcionalmente, con el valor de la reexpresión de
las demás cuentas patrimoniales (capital social, participación patrimonial del
trabajo, acciones laborales y reserva legal).
Estas normas permiten, de este modo,
corregir un error en la metodología del
ajuste que dispone la reexpresión del
capital social, sin descontar del mismo
el importe de las utilidades históricas
que, en su momento, fueron capitalizadas.
En aquellos casos en que dichas utilidades no hubiesen sido reales, por haber
sido determinadas en ejercicios en los
que no se aplicó la metodología del
ajuste, incrementan el capital social sin
sustento, generando contrapartidas que
incrementan las pérdidas acumuladas.
Es congruente, en consecuencia, que el
incremento de las pérdidas acumuladas
pueda ser resarcido por la reexpresión
del capital social, en la parte del capital
que estuviese integrado por la capitalización de utilidades históricas. (27)
Ese limite, no obstante, no está previsto
en la metodología del ajuste y debiera
ser corregido en la práctica. Esa corrección es necesaria porque aplicar a pérdidas acumuladas la reexpresión del capital social en la parte en que está integrado por aportes efectivos, supone reducir
el capital social, proceso que no se puede realizar de modo automático, ya que
se exige acuerdo expreso de la junta
general de accionistas.
Evidentemente existe un exceso en la
práctica contable que debe ser corregida
por una norma legal, precisamente para
proteger el principio de la intangibilidad
del capital social.
e. La revaluación de bienes del activo
fijo: existe la creencia de que la práctica
contable de la metodología del ajuste ha
eliminado la facultad de las empresas
para revaluar los bienes del activo fijo.
Sin embargo, ésta se admite para todos
los efectos, incluyendo los mercantiles,
como una revaluación parcial voluntaria, para aquellos casos en los que el
mayor valor de los bienes se explica por
razones distintas a la inflación o corrige
los limites de reexpresión.
Pero el tema será definir si estas normas
de naturaleza mercantil que hemos venido
comentando, debieran estar todas ellas incorporadas en la ley general. De algunas
no tengo duda, como las que se refieren al
cobro del dividendo pasivo reexpresado, a
la reexpresión del capital social, a la adopción del sistema de cuotas y a la facultad de
la revaluación voluntaria. No obstante, tengo dudas respecto a la regulación para aplicar la reexpresión del capital social a las
pérdidas acumuladas. En este caso, por ser
normas muy puntuales, debieran estar recogidas en resoluciones administrativas de
la CONASEV y no en la ley general.
6. NORMAS MERCANTILES PREVISTAS ENLA LEGISLACION TRIBUTARIA
Hemos comentado también que la legislación tributaria ha ido creando normas
cuya naturaleza es mercantil y que, por esa
razón, debieran ser tratadas en la ley general. Me refiero a las siguientes:
a. La prohibición de emitir acciones al
portador, actualmente recogida en el
texto de la ley general, fue inicialmente
establecida en la ley tributaria (Art. 146
de la Ley del Impuesto a la Renta aprobada por Decreto supremo N° 287-68HC del 9 de agosto de 1968).
b. La reserva de capital, que se forma con
el valor de las acciones que una empresa
83
recibe de otra y que la ley tributaria
prohíbe que sea capitalizada cuando las
acciones que esa empresa ha recibido se
originan por la capitalización de reservas originadas a su vez por la emisión
de acciones de la primera empresa.
La reserva de capital está regulada en el
Art. 24 de la ley vigente del Impuesto a
la Renta (texto aprobado por Decreto
Ley N° 25751) y evita la “capitalización
hasta el infinito por espejo” que, de otro
modo, podría ocurrir cuando dos sociedades se encuentran imbricadas, esto es,
cuando una es accionista de la otra y
viceversa.
Cuando colocamos una imagen entre
dos espejos, la imagen se proyecta hacia
el infinito. Ese efecto se produce cuando
la sociedad A es accionista de la sociedad B y la sociedad B es accionista de la
sociedad A. Si la sociedad A revalúa en
50 los bienes del activo fijo (revaluación
voluntaria, olvidándonos del efecto tributario) y genera un excedente de
revaluación de 50, puede capitalizarlo
emitiendo acciones por 50 que son entregadas a la sociedad B (asumiendo
que las sociedades son accionistas entre
sí al 100%, sólo para mostrar mejor el
efecto). A su turno, la sociedad B constituye una reserva de capital por el valor
de 50 de las acciones que ha recibido
de la sociedad A y puede capitalizarlas emitiendo nuevas acciones por
50 que debe entregar a la sociedad A
por ser su accionista. La sociedad A
puede formar nuevamente una reserva
de capital por 50 que es el valor de las
acciones recibidas, las que si capitaliza
originarían nuevas acciones por 50
para la sociedad B, produciéndose
capitalizaciones sucesivas y recíprocas
entre una y otra empresa, hasta el infinito.
84
Esta práctica podría crear capitales totalmente artificiales. Para evitar esta
práctica, la sociedad A no puede capitalizar la reserva de capital originada por
las acciones que recibió de la sociedad
B, porque esas acciones se han originado por la reserva de capital de esa sociedad B, formada por acciones emitidas
por la capitalización del excedente de
revaluación de la sociedad A.
c. El tratamiento de las primas de emisión, que constituyen una reserva que
debe ser retenida hasta cubrir la reserva
legal. Las primas de emisión no tendrían
sentido en una metodología de ajuste si
nos referirnos solamente al valor actualizado de las acciones, pero nada impide
que a través de una prima de emisión se
compensen goodwill o intangibles que no
tiene expresión en los estados financieros.
d. El tratamiento de protección a las
minorías, a las que se les asegura distribución de utilidades cuando éstas han
cubierto la reserva legal y exceden un
porcentaje del capital social pagado, tal
como está regulado en el Art. 260 de la
ley general.
e. El tratamiento al capital adicional,
que no aparece regulado en la legislación mercantil, pero que sí es utilizada
en la práctica contable. Como se conoce,
el capital adicional es una cuenta en la
que se registran las donaciones, que difícilmente se presentan en una sociedad
anónima, pero que registra también aportes de los accionistas que no tienen como contraprestación la emisión de acciones.
El capital adicional es una “cuenta puente”, que se utiliza para restituir la relación capital/patrimonio en aquellos ca-
sos en los que las pérdidas acumuladas
muestran una pérdida del capital social.
Es necesario regular esta cuenta para
determinar si, por ejemplo, es posible
devolver los aportes a los accionistas
una vez recompuesta la situación patrimonial y si esta devolución debe seguir
el trámite de una reducción de capital,
con derecho de oposición de los acreedores, o no.
7.
CONCLUSION
La idea principal de la ponencia es que la
Ley General de Sociedades no debiera regular materia contable y se debe limitar a
hacer una referencia legal a la práctica
contable para la formulación de los estados
financieros, reconociéndole virtualidad jurídica como costumbre mercantil. Conforme a esta propuesta, la práctica de ajuste de
los estados financieros por efectos de la
inflación tendrá efectos societarios plenos.
Sin embargo, existen temas usualmente
tratados en la práctica contable, que deben
ser tratados en la ley general. Son los casos
siguientes:
a. La reexpresión del capital social (asumiendo que se debe reexpresar el capital
suscrito) debe exigir también la reexpresión del dividendo pasivo y la obligación de pagar ese dividendo a su valor
reexpresado en los casos en los que el
aporte consiste en una suma de dinero.
b. La reexpresión del capital social no es un
aumento de capital y debe haber un
tratamiento distinto para uno y para otro.
La reexpresión no es un acto jurídico
sino una operación contable que no requiere acuerdo expreso de la junta general de accionistas, ni elevarse a escritura
pública ni inscribirse en la partida
registral.
c. La reexpresión del capital social no da
lugar a un aumento de capital. Para evitar discrepancias entre el valor nominal
de las acciones y el valor del capital
reexpresado, se debe sustituir el sistema
de emisión de acciones a valor nominal
por el sistema de emisión de acciones de
cuota o de porcentaje.
d. La aplicación del monto de la reexpresión del capital social a cubrir pérdidas
acumuladas sólo debe ser permitida respecto de la parte del capital social integrado por la capitalización de utilidades
en períodos en los que no hubo ajuste.
Aplicar la reexpresión del capital en la
parte que corresponde a aportes efectivos
a cubrir pérdidas acumuladas, supone una
reducción de capital y debe ser tratada
como tal.
e. Se debe mantener el sistema de revaluación voluntaria, porque corrige las
distorsiones de la metodología del ajuste en aquellos casos en que los bienes
tienen un mayor valor al limite de
reexpresión o en aquellos otros en los
que el valor se ajusta por razones distintas a la inflación.
Del mismo modo, los temas mercantiles
tratados en la legislación tributaria deben ser
regulados en la ley general. Son los casos
siguientes:
a. La prohibición de emitir acciones al
portador.
b. La formación de una reserva de capital,
que se integra con el valor de las acciones que una empresa recibe liberadas
de otra empresa por ser accionista de ella
y la prohibición de capitalizar esa reserva cuando las sociedades están imbricadas.
85
c. La constitución de una reserva por las
primas de emisión y la prohibición de
distribuirlas hasta cubrir la reserva legal.
han cubierto la reserva legal y exceden
un porcentaje del capital social.
e. La regulación sobre el capital adicional.
d. La garantía de las minorías a percibir
una parte de las utilidades cuando éstas
86
Lima, junio 26, 1993
NOTAS
*
Versión editada de la exposición de la ponencia del autor en el Foro sobre Propuestas
para la Reforma de la Ley General de Sociedades, organizada por el Colegio de
Abogados de Lima y la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima en junio de
1993. Se publica con autorización de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Lima.
1)
El expositor reconoció aportes de César Talledo, César Rodríguez, Katica Svarcic e
Italo Bizerra.
2)
La prohibición de acciones al portador está dispuesta en el Art. 121 de la Ley del
Impuesto a la Renta, texto vigente establecido por el Decreto Ley N° 25751. El
tratamiento a las primas suplementarias de capital y la creación de la reserva de capital
están reguladas en los rubros 1 y 2, respectivamente, del inc. “b” del Art. 24 de la
misma ley. La reexpresión de capital social resulta de las normas del ajuste prevista en
el Decreto Legislativo N° 627 y en la Resolución del Consejo Normativo de
Contabilidad N° 2 del 14 de noviembre de 1990. La imputación de la reexpresión de
capital a cubrir pérdidas está regulada en la Resolución del Consejo Normativo de
Contabilidad N° 3 del 3 de febrero de 1993.
3)
Art. 139 de la Constitución y normas III, IV y VIII del Título Preliminar del Código
Tributario, nuevo texto aprobado por Decreto Ley N° 25859. El principio de legalidad
también limita los alcances de interpretación de las normas tributarias.
4)
El Art. 95 del Reglamento de la Ley del Impuesto a la Renta (Decreto Supremo N° 06892-EF del 2 de abril de 1992) establece que “... la contabilización de operaciones bajo
principios de contabilidad generalmente aceptados, puede determinar, por aplicación de
las normas contenidas en la ley, diferencias temporales y permanentes en la
determinación de la renta neta. En consecuencia, salvo que la ley o el reglamento
condicione la deducción al registro contable, la forma de contabilización de las
operaciones no originará la pérdida de una deducción. Las diferencias temporales y
permanentes, obligarán al ajuste del resultado según los registros contables, en la
declaración jurada...”.
5)
Es usual que, por la relativa autonomía del derecho tributario, las normas tributarias
establezcan alcances y conceptos que no tienen vigencia para otras normas del derecho.
En el Impuesto a la Renta, por ejemplo, sólo la sociedad anónima y la sociedad en
87
comandita por acciones tienen la naturaleza de personas jurídicas. En estos casos, el
Impuesto a la Renta afecta la utilidad de la sociedad como renta de la tercera categoría y
el saldo que se distribuye o se capitaliza es renta para los socios como renta de la
segunda categoría. Las demás sociedades no son personas jurídicas y no resultan
gravadas con el Impuesto. La utilidad de la sociedad, en estos últimos casos, se imputa
proporcionalmente a cada socio (aún cuando no hubiese sido efectivamente distribuida), de modo tal que cada uno de ellos asume personalmente una parte del impuesto
como renta de la tercera categoría. La sociedad anónima y la sociedad en comandita
por acciones pueden ser tratadas como si no fueran personas jurídicas si las acciones no
están cotizadas en bolsa, si no tienen más de 10 accionistas y si entre ellos no se
encuentra ninguna sociedad anónima ni en comandita. Las normas están previstas en el
Art. 13 de la ley del Impuesto a la Renta y en el Art. 18 de su reglamento, ya citados en
las notas (2) y (4).
6)
El segundo párrafo del Art. 250 establece, como norma base, que del balance y de la
cuenta de ganancias y pérdidas debe resultar con claridad y precisión la situación
patrimonial de la sociedad, las utilidades obtenidas o las pérdidas sufridas y el estado
de los negocios. En el Art. 251 se establece cómo se debe estructurar el balance, en el
Art. 252 se establecen las reglas y criterios para valuar los elementos del activo y en el
Art. 253 se establece cómo se debe estructurar la cuenta de ganancias y pérdidas.
Además, en el Art. 259 se establece la regla, que los dividendos sólo pueden ser
pagados en razón de utilidades realmente obtenidas y después del balance que
efectivamente las arroje. Esa misma norma se repite en el Art. 20.
7)
La práctica contable produce normas que son reconocidas como Normas Internacionales de Contabilidad (NIC’s) que son aprobadas por un Comité Internacional (el
International Accounting Standards Committee). Estas normas se aplican en el Perú por
acuerdo oficial de la profesión contable adoptado en el IX Congreso Nacional de
Contadores Públicos del Perú, Puno 1984. No obstante, esa práctica internacional
puede ser modificada por disposiciones legales (las Resoluciones Normativas de
Contabilidad) dispuestas por la Contaduría Pública de la Nación, del Sistema Nacional
de Contabilidad, conforme a la Ley N° 24680 y al reglamento aprobado por Decreto
Supremo N° 019-89-EF del 31 de enero de 1989.
8)
El 27 de julio de 1966, mediante Decreto Supremo expedido al amparo de la Ley N°
16123, se promulgó la entonces Ley de Sociedades Mercantiles. Las normas sobre
formulación de estados financieros no fueron modificadas por el Decreto Legislativo
N° 311 que reformó esa ley, incorporando el tratamiento de las sociedades civiles y fue
reproducido textualmente en el texto único concordado de la nueva Ley General de
Sociedades aprobado por el Decreto Supremo N° 003-85-JUS del 14 de enero de 1985.
9)
El Decreto Legislativo N° 627, del 29 de noviembre de 1990, publicado el 30 de
noviembre de 1990, estableció la metodología para todos sus efectos, incluido el
tributario. Paralelamente, la Contaduría General de la Nación adoptó la misma
metodología mediante Resoluciones del Consejo Normativo de Contabilidad N° 1, del
18 de setiembre de 1989 publicada el 13 de octubre de 1989, N° 2 del 14 de noviembre
88
de 1990, publicada el 25 de noviembre de 1990 y N° 3 del 3 de febrero de 1993,
publicada el 8 de marzo de 1993. El ajuste fue obligatorio a partir del 10 de enero de
1990 para efectos contables y del 1° de enero de 1992 para todos los demás efectos.
10) Conforme a los estándares internacionales, una economía es hiperinflacionaria cuando
la inflación acumulada en tres ejercicios supera el 100%. Ver, por ejemplo, rubro “e”
del párrafo 3 de la NIC N° 29, “Información financiera en economías hiperinflacionarias”.
Conforme a este estándar, la hiperinflación en el Perú se desarrolla desde 1975.
11) Ver Resolución CONASEV N° 047-91-EF/94.10 del 12 de marzo de 1991.
12) Después del debate, en 1992, el Decreto Ley N° 26126 aprobó el nuevo texto único
concordado de la Ley Orgánica de la CONASEV, eliminando de sus atribuciones la de
regular la contabilidad de las empresas. Con esta modificación, el sistema Normativo
de Contabilidad, a través de la Contaduría Pública de la Nación, es la única entidad que
tiene por función dictar normas de contabilidad. Ver nota (7).
13) Son los casos del Art. 21 de la Ley N° 25160 y el Decreto Legislativo N° 561 que
establecieron un ajuste por inflación, para aplicar un impuesto extraordinario del 3%
sobre el excedente que resultase de la primera valorización. También es el caso del
Decreto Legislativo N° 627 que dispone el ajuste, para efectos tributarios en el
Impuesto a la Renta y en el Impuesto al Patrimonio Empresarial a partir de 1992. Los
efectos del ajuste fueron inicialmente adelantados para 1991. según la tercera disposición complementaria de la Ley de Financiamiento del Sector Público Ley N° 25289,
pero posteriormente se derogó esta norma según el Decreto Supremo N° 345-90-EF del
29 de diciembre de 1990. Las leyes autoritativas para que el Poder Ejecutivo pudiese
legislar fueron el Art. 21 de la Ley N° 25160 para el caso del Decreto Legislativo N°
561 y la Ley N° 25279 para el caso del Decreto Legislativo N° 627.
14) Ver párrafos 42 y 43 del “principio del ajuste de los estados financieros por efectos de
la inflación”, aprobado por la Resolución N° 20 de la Junta de Decanos del X Congreso
de Contadores Públicos del Perú, incorporada como metodología de ajuste por la
Resolución N° 1 del Consejo Normativo de Contabilidad. El mismo criterio se reitera
en la metodología de ajuste integral adoptada en la Resolución N° 2 del mismo Consejo,
citando para ese efecto el rubro 6 de la Declaración de Principios.
15) Las ideas de este rubro fueron expuestas por el ponente en el artículo “Ajustes por
inflación: distribución de dividendos” en “Análisis Tributario”, Vol. IV N° 38, marzo
1991.
16) Resolución Cambiaria N° 005-91-EF/90 del 12 de marzo de 1991 del directorio del
Banco Central de Reserva del Perú.
17) Resolución N° 003-91-EF/35 del 14 de marzo de 1991 del directorio de la Comisión
Nacional de Inversiones y Tecnología Extranjeras (CONITE).
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18) Ver, por ejemplo, “Reconocimiento de la Costumbre como Fuente del Derecho” en
“Para leer el Código Civil III Título Preliminar”, de Marcial Rubio Correa. Edición de
la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1986, página 176.
19) Opiniones de tratadistas franceses recogidos en la voz “costumbre” del Diccionario de
Términos Jurídicos de Pedro Flores Polo, Editorial Cuzco S.A., Lima 1980.
20) Según esquema de la conferencia “Reexpresión de estados financieros en el Perú” de
Cesáreo Alonso Gallarday, dictada el 12 de julio de 1991 en el XXIII Seminario
Regional Interamericano de Contabilidad (Lima - Perú), cita en la página 15 de la
separata de esa conferencia editada por la Facultad de Ciencias Contables de la
Universidad de Lima.
21) Ideas tomadas de “El ajuste Integral de los Estados Financieros por Inflación: los
aportes contables, tributarios y societarios a partir del año 1992” de Robert Hidalgo,
página 105 y siguientes (Segunda edición, Lima 1991).
22) El nuevo régimen de participación de los trabajadores en la utilidad, gestión y
propiedad de la empresa está precisada en el Decreto Legislativo N° 677 del 2 de
octubre de 1991, publicado el 7 de octubre de 1991, aplicable desde 1992. El régimen
anterior se estableció en 1970 (Decretos Leyes N° 18350 del 27 de julio de 1970 y
N° 18384 del 10 de setiembre de 1970) y fue modificado en 1977 (Decreto Ley N° 21789
del 1° de febrero de 1977).
23) Segundo y tercer párrafo del numeral 5 de la Declaración de Principios de la
Metodología del ajuste integral establecida por la Resolución N° 2 del Consejo
Normativo de Contabilidad del 14 de noviembre de 1990, con la inclusión dispuesta
por la Resolución N° 3 del 3 de febrero de 1993. Igual criterio se establece en el párrafo
8 del NIC N° 29 “Información financiera en economías hiperinflacionarias”.
24) Rubro “b” del párrafo 9 de la NIC N° 1 “Revelación de políticas de contabilidad”.
25) Ver, por ejemplo, el reglamento para presentar estados financieros a la Comisión
Nacional Supervisora de Empresas y Valores (CONASEV), aprobado por Resolución
CONASEV N° 182-92-EF/94.10 del 29 de enero de 1992.
26) La cláusula del valor nominal de obligaciones está reconocida en el Art. 1234 del
Código Civil, promulgado por el Decreto Legislativo N° 295 del 24 de julio de 1984.
El ajuste por excepción de las deudas en dinero está establecido en el Art. 1235 y el
pacto en moneda extranjera en el Art. 1237.
27) Idea tomada del rubro 2.1.2. “Compensación de resultados acumulados ajustados
menores que los registrados en libros con el mayor valor de las cuentas capital,
participación patrimonial y reserva legal” de la “Carta Recordatoria para el ejercicio
terminado el 31 de diciembre de 1992” de Moreno y Patiño, Price Waterhouse, Lima,
enero 1993, página 62 y siguientes.
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