64 El incierto liderazgo alemán

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POLÍTICA
El incierto
liderazgo alemán
La férrea imagen atribuida a
Angela Merkel difiere de su auténtica
personalidad política. En realidad,
la canciller es tan impredecible como la
dirección que toma Europa en sus manos.
salvador martínez mas
Las elecciones generales que tendrán lugar este año en Alemania
centrarán la atención de toda Europa debido al enorme peso de
Berlín en el ‘Viejo Continente’. En otros países de la Unión,
especialmente en los del sur europeo, esos comicios se vivirán
como algo propio, pues sus afligidas economías están sometidas
a dolorosas curas fundadas en el rigor presupuestario defendido
por el Ejecutivo de la canciller germana, Angela Merkel. En
realidad, toda la UE tendrá mucho en juego en esa cita con las
urnas, dado el decisivo carácter de las posiciones alemanas en
la búsqueda de soluciones para la presente crisis económica.
No obstante, resulta más que probable que esas elecciones
se perciban fuera de Alemania con un importante desfase. De
hecho, el debate de la batalla política que se librará en suelo
germano obviará en gran medida lo que se recalca en todos los
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foros internacionales. Porque cuando se habla de la crisis de la
Eurozona fuera de Alemania se da por hecho que Angela Merkel
está imponiendo su agenda económica al resto de la Unión de
una forma férrea e insensible que le es muy propia. Si uno se fía
de lo apuntado sobre la canciller en los medios de comunicación
europeos, la jefa de Gobierno está “enrocada en los recortes”, es
una “austero-maniaca” además de encarnar el líder alemán “más
peligroso después de Hitler”. Así, Merkel sería una mandataria
digna del “Cuarto Reich” que “niega la realidad” y que lleva
al ‘Viejo Continente’ a una nueva “Gran Depresión”1. Con esos
reproches, la oposición alemana, representada mayormente por
el Partido Socialdemócrata (SPD) de Peer Steinbrück, no ganará
las elecciones generales frente a Angela Merkel, la personalidad política más popular de su país. Por eso la crítica contra la
canciller, atendiendo a los comentarios realizados en Alemania,
excluye erosionar la supuesta dureza de sus políticas. Lo que se
cuestiona con mayor fundamento es el liderazgo impredecible
de la mujer “más poderosa del mundo”2.
Hasta en cinco ocasiones en los últimos seis años ha recibido
Merkel esa etiqueta, a la que se ha añadido, entre otros, el apodo de
“Dama de hierro” que en su día identificara a Margaret Thatcher.
Sin embargo, los giros políticos protagonizados por la canciller
dan cuenta de que está hecha de un material más moldeable.
Esto es algo que se suele dejar de lado, pero, en Alemania, las
cambiantes posturas políticas de la canciller no han pasado desapercibidas. Así, Franziska Augstein, editorialista en el periódico
progresista Süddeutsche Zeitung, ha descrito a Angela Merkel
como “consistentemente inconsistente”, mientras que, por su
parte, Nils Minkmar, historiador y periodista del diario conser-
1
Expresiones extraídas de Pérez, Claudi y Gómez, Juan, “Merkel se enroca en los recortes en la UE”, 27/04/2012, El País; Hasan,
Mehdi, “Angela Merkel’s mania for austerity is destroying Europe”, Newstatesman, 20/06/2012; SALLUSTI, Alessandro, “Quarto
Reich”, Il Giornale, 03/08/2012; “Angela Merkel, Swimming instructor”, The Economist, 09/06/2012 y LORDON, Frédéric,
“Peugeot, choc social et point de bascule”, Le Monde Diplomatique, août 2012.
2
Howard, Caroline, “The World’s 100 Most Powerful Women”, Forbes, 22/08/2012.
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vador Frankfurter Allgemeine Zeitung, estima que en los últimos
tiempos, la canciller está actuando “a golpe de sorpresas”.
Dama de alambre
Hay al menos cuatro ámbitos en los que Angela Merkel ha
dado cuenta de su impactante flexibilidad política: el aborto,
la intervención militar en Libia, el apagón nuclear alemán y la
crisis financiera de Grecia3. Ha recordado Augstein que Merkel
pasó de estar a favor del “aborto libre” a entender que todo
“óvulo fertilizado es sagrado”, respetando así el patrón de su
partido, la Unión Democrática Cristiana (CDU). Más recientemente, en 2011, Alemania se abstuvo de votar en el Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas la resolución 1973 para proteger
a los civiles libios, pese a que la canciller “siempre ha descrito
la alianza con Estados Unidos y la OTAN como esencial para
la identidad de la República Federal”, según la periodista del
Süddeutsche Zeitung.
También en 2011, Merkel dio un giro de 180 grados al decidir
el cierre de las centrales nucleares alemanas para 2022. Destaca
Minkmar que esa determinación supuso una “ruptura con la política energética de la CDU” y acarreó la última derrota electoral
de su partido en la región de Baden-Württenberg. Esos comicios
los ganaron socialdemócratas y verdes, que dejaron a la CDU
como perdedora en ese Land por primera vez en 58 años. Ese
varapalo sólo se puede comparar, según los analistas, a la derrota
que sufriera en 2005 el SPD en Renania del Norte-Westfalia,
un resultado que anticipó el final de la era como canciller de
Gerhard Schröder.
Carsten Koschmieder, politólogo de la Universidad Libre de
Berlín, apunta que el cambio de estrategia nuclear operado por
Merkel se explica por el pragmatismo que define el carácter de
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Augstein, Franziska, “Who is Angela Merkel ?”, London Review of Books, 33:14, 14/07/2011.
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la canciller. “Merkel es pragmática. Ella mira lo que la gente
quiere en el momento para tomar sus decisiones. Tras el accidente
nuclear de Fukushima, en Japón, a la gente dejó de gustarle la
energía nuclear, y ella actuó en base a eso”, dice Koschmieder.
Seguir en exceso a la opinión pública expone a críticas como las
que formula Gertrud Höhler, conocida de Merkel y ex consejera
del canciller conservador Helmut Kohl. Esta observadora, autora
de un superventas crítico sobre Merkel4, señala que la canciller
peca de querer, ante todo, mantenerse en el poder siguiendo sólo
los designios de la gran mayoría.
Para Minkmar, que en Merkel apenas haya “espacio para la
ideología resulta bastante práctico” porque, “si hace falta, cambia
de postura”. Por ejemplo, en materia europea, “si se propaga
con fuerza la idea de una mayor integración, ella la defenderá”,
añade. De ahí que los alemanes “estén habituados a escuchar
a Merkel decir una cosa y que luego modifique su posición
adoptando una postura más pragmática”, explica Katharina
Gnath, investigadora del Consejo Alemán para las Relaciones
Internacionales.
Hubo un tiempo en que esta actitud se veía como algo ventajoso,
pero en el presente contexto de crisis se ha olvidado que gracias
a la flexibilidad de la canciller se deshizo el nudo de las negociaciones sobre el presupuesto de la UE entre 2005 y 2013. Ella
alcanzó el acuerdo clave que fijó las cuentas de la Unión entre
Tony Blair y Jacques Chirac. Tras aquel éxito, se alabó en todo
el ‘Viejo Continente’ el talento negociador de la apodada “Miss
Europa”5, aunque en Alemania ya hubiera recelo por el aumento
de la contribución de Berlín al presupuesto comunitario. La cintura de la que hizo gala Merkel en la defensa de sus posiciones
para cerrar el acuerdo fue aplaudida por todos sus socios hace
Höhler, Gertrud (2012), Die Patin. Wie Angela Merkel Deutschalnd Umbaut, Orell Füslli, Freiburg.
Observer, “Miss Europe plays Iron Lady”, Finantial Times, 20/12/2005.
6
Alexander, Robin, “Das Gesicht der Krise”, Welt am Sontag, 12/08/2012.
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ocho años. Ahora, en vista de la desgastada imagen en Europa
de la jefa del Gobierno alemán6, parece que ésta ha abusado de
su capacidad para modificar sus posturas políticas.
Contorsiones ante la deuda griega
La gestión germana de la crisis griega ha contribuido a que crezca
el número de quienes cuestionan el actual liderazgo europeo de
Alemania. En este ámbito, Björn Hacker, experto en cuestiones de
integración comunitaria en el think tank Friederich Ebert Stiftung de
Berlín, analiza sin contemplaciones: “En 2009, el nuevo Gobierno
griego, que acababa de acceder al poder dijo: ‘tenemos un problema
con nuestra deuda’. Pero esto se ignoró en Alemania. Recuerdo que
Yorgos Papandreu vino a Berlín para visitar a Merkel por aquel entonces y hablaron de todo menos de la crisis. Después, Merkel pasó a
decir sobre la crisis que era un problema griego, no de la Eurozona.
Y ya en 2010, cuando estaba claro que había que hacer algo, cambió
el discurso, aunque fuera tarde”.
Incluso en marzo de 2010, cuando faltaban dos meses para que
se aprobara el rescate a Grecia, los había en Berlín que invitaban
al Ejecutivo heleno a “resolver sus propios problemas”, según los
términos del otrora ministro alemán de Economía, Rainer Brüderie.
Por su parte, Angela Merkel no salía en esas fechas de su defensa
del artículo 125 del Tratado de Lisboa, que prohíbe que la UE pueda
rescatar a Estados miembros con dificultades financieras. “Tenemos
un tratado según el cual no se puede ayudar a los Estados con dificultades”, recordaba la canciller en febrero de 2010. Ese discurso,
mantenido durante meses y que valió a Merkel el apodo de Frau
Nein7 se acabó transformado en defensa del rescate griego. Porque,
al final, según ella, con la ayuda a Atenas lo que estaba en juego
era “el futuro de Europa y el futuro de Alemania en Europa”. Así lo
dijo en el Bundestag poco antes de que los diputados aprobaran por
7
“Señora No”, apodo atribuido por el economista estadounidense, premio Nobel de Economía en 2008, Paul Krugman en su
artículo “European Crass Warfare”, The New York Times, 15/12/2008.
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primera vez la participación germana en el salvamento financiero a
Grecia.
Pese a que Merkel terminó por corregirse, el daño ya estaba hecho.
Al menos esto es lo que piensa Erik Jones, profesor de Estudios
Europeos en la Universidad estadounidense John Hopkins. Para él,
la negativa de Merkel a apoyar desde el principio al Estado griego
trajo consigo “incertidumbre y metió miedo a los inversores”, pues
no sólo “dejó claro que Grecia caería sino también que Alemania
no pagaría”8. A su modo de ver, lo peor del zigzagueo del Gobierno
alemán en la crisis helena es que “amplió la crisis de confianza en
los mercados de deuda soberana y en el euro”.
Casi más doliente para los países del sur de Europa es que
Merkel caricaturizara sus economías. “Es importante que la gente
en países como Grecia, España y Portugal no puedan jubilarse
antes que en Alemania” y “no podemos tener una moneda común
cuando unos tienen muchas vacaciones y otros muy pocas”9 son las
frases menos afortunadas de Merkel sobre los países con problemas, según Hacker. “Esas afirmaciones han acabado creando un
estado de opinión en Alemania según el cual la crisis no es culpa
nuestra sino de los griegos”, mantiene este investigador. “Luego,
debido a la desastrosa gestión de Merkel de la crisis griega, los
casos de otros Estados, como Irlanda, Portugal, Italia o España,
la gente se los explica como el caso griego”, añade.
Ese estado de opinión también lo han generado los medios de
comunicación. “Desde la irrupción de la crisis, el cliché de una
Europa de holgazanes bebiendo ansiosamente de la teta alemana
se ha propagado en la sociedad, desde la élite hasta los bares,
pasando por las redacciones”, señala el periodista independiente
alemán Olivier Muller-Cyran10. Tanto es así que la prensa “seria”
trabaja a contracorriente para explicar las verdaderas causas del
Jones, Erik, “Merkel’s Folly”, Survival: Global Politics and Strategy, 52:3, p.33
Grathmann, Florian y Wittrock, Philipp, “Merkel-Kritik an Schuldensündern Alarm in Club Med”, Der Spiegel, 18/05/2011.
10
Cyran, Olivier, “L’effroi du retraité allemand face à l’épouvantail grec”, Le Monde Diplomatique, juillet 2012.
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tormento que vive el euro, reconoce Minkmar. “Tratamos de explicar que los países del sur están en crisis por un problema en la
construcción del euro, y que no es su culpa”, dice, sabedor de la
mayor repercusión de los periódicos amarillistas como Bild, a la
vanguardia de la crítica contra los países rescatados. Ese diario, que
se vende a razón de 2,67 millones de ejemplares, forma parte de lo
que el historiador Bernd Ulrich califica de “prensa populista”, un
influyente sector acostumbrado a explicar la crisis como producto
“de los déficits de los vagos del sur de Europa”.
Sin visión europea
Para Ulrich, “el problema del euro es que no hubo unión política antes
de que existiera unión monetaria”. Precisamente por ese motivo resulta
de especial interés qué idea o ideas se defienden en Berlín sobre los
pasos a seguir en la construcción europea. Sin embargo, el discurso
sobre Europa de Angela Merkel también ha venido cambiando hasta
adoptar su versión actual, según la cual hace falta “más Europa”.
Anne-Marie Le Gloannec, investigadora del Instituto de Estudios
Políticos de París, subraya que Merkel, en sólo un año, ha pasado
de la defensa de un funcionamiento comunitario intergubernamental, como hiciera a finales de 2010, a la promoción de una mayor
integración supranacional desde diciembre de 201111. Alteraciones
así alimentan un cierto escepticismo en los observadores germanos
más críticos. Por ejemplo, Hacker no cree que Merkel tenga prevista
una solución. “Si tiene un plan, no se lo ha contado a nadie”, sostiene este investigador. Le acompaña en ese escepticismo Christophe
Schöneberger, profesor de la Universidad de Constanza y experto en
materia de integración europea12. Schöneberger no tiene constancia
de “que exista una estrategia clara” en el Ejecutivo germano. “El
Gobierno alemán se muestra a favor de una mayor integración. En
Le Gloannec, Anne-Marie, “Un rôle moteur dans la construction européene”, Questions Internationales, Nº 54, mars-avril 2012, p.75.
Suyo es un muy debatido artículo en la esfera intelectual internacional sobre el poder de Alemania en Europa publicado
en la influyente revista Merkur. Ver Schöneberger, Christophe, “Hegemon wider Willen. Zur Stellung Deutschlands in der
Europäischen Union”, Merkur, Januar, 2012, 66:1, pp. 2-8.
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el fondo, una Europa menos intergubernamental. Esto se identifica
claramente con la actitud tradicional de Alemania. Pero, al mismo
tiempo, la opinión pública alemana ha pasado a ser muy reticente
debido a la crisis económica”, sostiene.
Por su parte, Minkmar tiene una opinión idéntica a la de estos dos
expertos. “Si Merkel tiene una estrategia, no la manifiesta. No dice
dónde quiere ir. No ha manifestado cómo ve el final de la crisis, si
será con la creación de unos Estados Unidos de Europa, si será replegándonos a nivel nacional, o con una Europa a dos velocidades. No
nos dice dónde nos lleva y, en mi opinión, ni siquiera ella misma lo
sabe”, dice este periodista, consternado por cómo el público sufre la
falta de contenido de la política para la Unión del Gobierno alemán.
“Como hay un vacío de comunicación del Gobierno sobre Europa, se
está dando espacio a los populistas, como Thilo Sarrazin”13, advierte Minkmar. Menciona el periodista el nombre de uno de los más
populares y controvertidos autores de libros de actualidad política en
Alemania. El último ensayo de Sarrazin, ex directivo del Bundesbank,
constituye una diatriba contra una Europa en cuyo euro Alemania
decidió participar para purgarse de la mala conciencia que carcome
al país por los nefastos errores del pasado. El aparente éxito de su
libro lleva a preguntarse dónde llega la proporción de alemanes
que ha dejado de comulgar con las ideas europeístas que tanto han
formado parte de su identidad.
En el pasado, cuando los líderes políticos alemanes se salían del
consenso proeuropeo que ha venido reinando en el país, eran sancionados electoralmente. Así ocurrió en su día con Gerhard Schröder y
Edmund Stoiber, cuando se negaron, respectivamente, a participar
como convenía en la Unión Económica Monetaria Europea y a delegar
en Bruselas más competencias14. Sin embargo, Merkel se ha dirigido
sin remordimientos al público menos europeísta de su país. Tal vez lo
Sarrazin, Thilo (2012), Europa braucht den Euro nicht, Deutsche Verlags Ansalt, Müchen.
Banchoff, Thomas, “German Identidy and European Integration”, European Journal of International Relations, May, 1999,
5:3, p.282.
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haya hecho para llevarlo a una cierta idea de Europa, en lugar de
acompañarlo en su antieuropeísmo, según Schöneberger. Porque,
de acuerdo con el profesor de la Universidad de Constanza, “el
consenso tradicional proeuropeo sigue existiendo en los grandes
partidos” alemanes. “Son favorables a la integración europea,
pero tienen que lidiar cada vez más con una opinión pública
reticente”, añade.
Paradoja alemana
Además del cambiante carácter político del actual Gobierno
germano y su nebulosa visión europea, hay que considerar otras
características del liderazgo alemán que no ayudan a esclarecer
el futuro del ‘Viejo Continente’. Sin duda, la ausencia de “emoción” que genera Europa en Angela Merkel, según dicen quienes
la conocen, como el diputado de la CDU Gunter Krichbaum15,
contribuye a generar interrogantes. Ocurre lo mismo con la tendencia de la canciller a “hacer política entre bastidores, sin grandes discursos”, apunta Ulrich. Además, la solidaridad alemana
con los socios europeos se ha agotado. De hecho, “otro gesto de
solidaridad hacia los socios es algo intolerable para la opinión
pública”, afirma Ulrike Guerot, responsable en Berlín del Consejo
Europeo para las Relaciones Internacionales.
En consecuencia, en Berlín no se busca acabar de inmediato
con una crisis continental que se prevé que dure al menos otro
lustro. En el mejor de los casos para los países con problemas,
Merkel se esfuerza en encontrar soluciones de conjunto en la
Unión que sean aceptables por un público germano al que tendrá
que pedir el voto a finales de año. De este modo, se está viendo
reforzada la contradictoria naturaleza del poder alemán en la
esfera internacional. Porque el gran peso de la economía germana
en Europa y en el mundo choca con la imposibilidad alemana de
15
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Citado en Lemaître, Frédéric, “Le Grand dessein d’Angela Merkel”, Le Monde, 8-9/7/2012.
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traducir esa relevancia “en una estrategia política coherente”,
según Schöneberger. A su juicio, en esto consiste la “paradoja
alemana”.
Esta realidad no sólo se nutre del presente curso político y económico. Para Ulrich la tradición alemana demuestra que el poder
económico del país “no tiene una dimensión política equivalente”.
“Si uno mira las primeras décadas del siglo XX, es una historia
de nacionalismo y de antieuropeísmo ideológico. Pero, después de
1945, tras de la Segunda Guerra Mundial, con la reconstrucción
de Alemania en dos Estados, la Alemania Occidental se concentró
en construir su poder internacional a nivel económico, y no político”, explica el historiador. De ahí que la élite política germana
“siempre haya actuado sabiéndose incapaz de dejar su impronta
en la política internacional”, añade.
Por ello, Gertrud Höhler, la ex consejera de Kohl, afirma que
sólo desde la perspectiva de los países que están percibiendo
rescates se puede considerar a Merkel la “Reina de Europa”.
“Sólo el vigor de la economía germana” hace que se vea así a
la canciller, sostiene. Y la economía alemana, deudora de las
exportaciones, y en gran medida de las que realiza en el mercado
europeo, no está exenta de sufrir consecuencias negativas de la
crisis. Prueba de ello es la caída del 0,6% sufrida por el PIB
germano en el último trimestre de 2012. Asociado a ese todavía
leve traspiés económico vino el revés político sufrido en enero
por la CDU de Merkel en Baja Sajonia, donde socialdemócratas
y verdes volvieron a ganar a los democristianos en otra elección
regional. Aunque derrotas como esa pesen, la canciller sigue sin
pedir “esfuerzos a los ciudadanos” que vayan en beneficio de
Salvador Martínez Mas es periodista y escritor.
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