Capítulo 2. Pérdida y alteración de los ecosistemas

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Pérdida y alteración
de los ecosistemas
2
Pérdida y alteración
de los ecosistemas
¿Qué son y para qué nos sirven los
ecosistemas?
Muy probablemente cuando has salido de tu
ciudad a otro destino, o gracias a los programas
de televisión dedicados a la naturaleza, habrás
conocido la gran diversidad de ecosistemas que
existen en tu región, en México o en el mundo.
Seguramente habrás visto o escuchado sobre las
selvas, los bosques o los desiertos en las zonas
terrestres, así como sobre los arrecifes de coral
y los ecosistemas de las profundidades en los
océanos y mares.
Los ecosistemas son los reservorios de la enorme
diversidad de especies que encontramos en el
planeta. Las casi dos millones de especies que los
biólogos han descrito hasta el momento están
repartidas entre ellos: algunos con cientos o miles
de especies, como las selvas húmedas, los bosques
nubosos o los arrecifes de coral, y otros con una
menor cantidad de especies, como los pastizales
o los ecosistemas de las dunas costeras. En todo
el globo encontramos a los ecosistemas, desde las
zonas más frías de las montañas y en los polos,
hasta los húmedos trópicos. También los hay en
los lagos, ríos y lagunas y en las cuencas oceánicas
(que cubren casi 75% de la superficie del planeta),
tanto en las zonas de aguas someras –como en
el caso de los arrecifes de coral- o en las grandes
profundidades, como en el caso de los arrecifes
de aguas frías.
Los ecólogos definen formalmente a los
ecosistemas como el conjunto de poblaciones de
diferentes especies que cohabitan en un sitio, que
interaccionan entre sí y con el ambiente físico y
químico en el que se desarrollan. Si alguna vez
visitaste un lago natural, te habrás dado cuenta
de que en él habitan distintas especies de plantas,
16
animales y microorganismos, y que sobreviven
en un ambiente con una temperatura y química
del agua particulares y con cierto grado de
transparencia; todas esas especies y condiciones
hacen que ese lago sea en sí, un ecosistema. Así
como éste, podríamos describir una variedad
enorme de ecosistemas en el mundo.
Los seres humanos somos una especie más en
el planeta, por lo que hemos dependido -y lo
seguiremos haciendo- de los ecosistemas para
satisfacer nuestras necesidades. Quizá no te hayas
dado cuenta de ello, lo cual podría ser resultado
de que muchos de nosotros nos sentimos cerca
de la naturaleza tan sólo cuando miramos en la
televisión programas sobre animales o ecosistemas
particulares o cuando salimos a pasear por el
campo. No obstante, es fácil demostrar hasta qué
punto dependemos de los ecosistemas naturales.
Echa una ojeada a tu alrededor. Ya sea que estés
en casa, en la escuela o el trabajo, verás que
los artículos que tienes cerca están fabricados
con papel, madera o telas; si vuelves a mirar,
seguramente te fijarás en las plantas que decoran
el lugar o quizá en las mascotas que tienes.
Pues todo ello, materiales, plantas y mascotas,
si lo piensas con detenimiento, provienen de
los ecosistemas naturales. La madera con la que
se fabrican los muebles y el papel, así como
las fibras de las telas que se extraen de plantas
como el algodón o el lino, o de animales como el
gusano de la seda o los borregos, tienen su origen,
quizá muchos milenios atrás, en los ecosistemas
naturales. Las plantas y las mascotas también
fueron, en sus orígenes, especies que formaron
parte de un ecosistema natural.
Este conjunto de bienes que utilizamos
cotidianamente forman parte de lo que se conoce
como servicios ambientales de los ecosistemas. De
manera general, los servicios de los ecosistemas
los podemos definir como los beneficios que la
gente obtiene de los ecosistemas y de las especies
que los integran (Figura 2.1). Sin embargo, los
servicios ambientales no sólo incluyen a los
bienes de los que hicimos mención en el párrafo
anterior, sino también a otro conjunto de servicios
-menos conocidos, pero no menos valiosos- que
también usamos día con día sin darnos cuenta.
Por ejemplo, los ecosistemas también nos ayudan
a regular el clima. Los árboles de un bosque o una
selva, gracias a la sombra que producen y a que a
través de sus hojas transpiran una gran cantidad
de agua, mantienen temperaturas agradables
y niveles de humedad que no veríamos en su
ausencia. Es por ello que los sitios sin árboles,
o aquéllos en los que han sido removidos por la
deforestación, por ejemplo, son más calientes y
secos en comparación a los que aún conservan su
cubierta vegetal.
También destacan entre estos servicios los de
purificación del agua y aire. Muchas plantas
acuáticas son capaces, cuando están en contacto
con las aguas residuales que salen de nuestras
ciudades, de extraer de ellas sus contaminantes, lo
que se traduce, al final, en aguas más limpias que
corren por los ríos y pueden ser reaprovechadas
en otro momento. Podemos también citar como
servicios ambientales el mantenimiento de la
fertilidad del suelo, el control de las inundaciones,
de plagas y enfermedades y el mantenimiento de
la biodiversidad, entre otros. No debemos olvidar
que los ecosistemas también ofrecen los llamados
servicios culturales, entre los que contamos
los que ofrecen como elementos espirituales y
religiosos para algunas culturas, de recreación o,
simplemente, por servir para el deleite de todos
nosotros por la belleza del paisaje que ofrecen.
La naturaleza nos provee gratuitamente de
todos estos bienes y servicios. No obstante, a
muchos de ellos les podríamos adjudicar un valor
económico. En el caso de los bienes, ponerles
precio podría resultar muy sencillo, ya que casi
todas las materias primas tienen un precio en el
mercado –por ejemplo, la madera, las fibras, los
alimentos, etc.-; sin embargo, en el caso de los
servicios ambientales es una tarea muy compleja:
¿te imaginas como podrías valuar en dinero el
mantenimiento de la biodiversidad o el control
de las inundaciones?
Servicios ambientales que brindan los ecosistemas
Servicios de soporte
* Ciclo de nutrimentos
* Formación
de suelo
* Fotosíntesis
17
Fijarle precio a los servicios ambientales, es
como calcular cuánto nos costaría reproducirlos
con la tecnología que poseemos. A pesar de lo
compleja que pueda parecer esta labor de cálculo,
los científicos la han intentado, y los resultados
son sorprendentes. Se ha calculado que el valor
de los servicios que producen los ecosistemas
anualmente en el mundo oscila entre los 16 y los
54 trillones de dólares, esto es, ¡un 16 o un 54
seguido por 18 ceros! Estas cifras son estimaciones,
pero nos dan una idea aproximada de la utilidad
y el valor de los ecosistemas en el planeta. Estas
estimaciones equivalen entre 25 y 83% del valor
total de los productos que se fabricaron en el
mundo durante el 2006 o, dicho en términos
económicos, del producto interno bruto (PIB) de
todos los países en ese año. En la Figura 3.12 del
capítulo de Biodiversidad hemos incluido el valor
económico de algunos de los ecosistemas en el
mundo.
Con lo que hemos revisado hasta aquí te podrás
dar una idea más completa del porqué debemos
estar conscientes de todo lo que obtenemos de
los ecosistemas, así como de la importancia de
cuidarlos y mantenerlos en funcionamiento.
También debemos reconocer que, a pesar de los
avances de la ciencia y la tecnología, no tenemos, en
muchos casos, los conocimientos ni la tecnología
para intentar reproducir lo que los ecosistemas
hacen naturalmente. Esto sin considerar el enorme
esfuerzo humano y de inversión económica
indispensables para conseguirlo. Por tanto, la
mejor estrategia, y más barata, es conservarlos en
buen estado. Para que te des una mejor idea de
qué ha pasado cuando hemos intentado replicar
los ecosistemas terrestres, puedes consultar el
recuadro Proyecto Biosfera 2: un miniplaneta poco
funcional en el capítulo de Biodiversidad.
¿Estamos perdiendo los
ecosistemas naturales?
Para cualquiera de nosotros es claro que ya somos
muchas personas habitando el planeta. Lo habrás
notado al caminar por el centro de tu ciudad en
un domingo, al viajar en el transporte público, o
Crecimiento de la población mundial
simplemente, al salir de descanso a la playa durante
algún periodo vacacional. En efecto, la población
del mundo ha crecido sorprendentemente. Desde
los orígenes de nuestra especie (los cuales los
científicos datan en cerca de 160 mil años atrás)
hasta 1492, el año en el que Cristóbal Colón llegó
a América, la población mundial no sobrepasó
los 500 millones de personas. Para el término de
la Segunda Guerra Mundial en 1945, habíamos
rebasado los 2 mil millones de personas y tan sólo
50 años más tarde sumábamos 6 mil 400 millones.
Esto quiere decir que nos tomó 10 mil generaciones
alcanzar los 2 mil millones de habitantes y tan sólo
un par de ellas para pasar de 2 mil a 6 mil millones
de personas. Y según lo calculan los expertos, no
pararemos ahí: ¡podríamos todavía crecer hasta
cerca de los 9 mil millones para mediados de este
siglo! (Figura 2.2).
Población mundial en 2006
Habitantes
El crecimiento demográfico ha sido el principal
motor de presión sobre los ecosistemas naturales.
Y esto porque para poder satisfacer las necesidades
de poblaciones cada día más grandes, ha sido
necesario que explotemos más intensamente los
ecosistemas. Para abastecer la creciente demanda
de los granos que han constituido el alimento
básico de muchas culturas desde los albores de
la civilización, ha sido necesario sembrar cada
vez mayores superficies de tierra, ello a costa de
sacrificar terrenos que anteriormente ocupaban
bosques, selvas, humedales o matorrales. Se
calcula que aproximadamente 24% de la superficie
terrestre está ocupada hoy día por tierras de
cultivo y que tan sólo cuatro gramíneas (cebada,
maíz, trigo y arroz) ocupan cerca de 40% de la
superficie agrícola total (Figura 2.3). De igual
modo, para abastecernos de carne, leche y pieles
hemos transformado para la cría del ganado
superficies naturales a pastizales, contabilizando
en la actualidad entre 6 y 8% de la superficie
terrestre del planeta.
Los lugares que ocupamos para vivir también
han crecido. Con mucha seguridad tus padres y
abuelos recuerdan como los pueblos y ciudades
donde vivían quizás estaban rodeados por campo
y no por las zonas urbanas que pueden ver hoy
día. En efecto, dejamos los pequeños poblados
para transformarlos en grandes urbes que, en
muchos casos (como Tokio, la Ciudad de México,
Sao Paulo, Nueva York y Seúl, todas con más de 19
millones de habitantes en 2005) ocupan extensas
superficies y demandan no menos recursos para
mantenerse.
En 1900, en las áreas urbanas vivían cerca de 200
millones de personas que, para el año 2000, ya
eran cerca de 2 900 millones –las ciudades con
un millón o más de habitantes pasaron entre las
mismas fechas de ser 17 a 388-. El área que ocupan
en el planeta las zonas urbanas es en realidad
pequeña (tan sólo 2.8% de la superficie terrestre)
si consideramos que son habitadas por cerca de la
mitad de la población mundial.
Superficie cultivada en el mundo
0%
Intensidad del cultivo
20
100%
Entre la tercera parte y la mitad
de la superficie terrestre del planeta
ha sido transformada por la acción
humana.
Las fuentes de agua dulce no han estado ajenas
a este acelerado crecimiento. Si vives en una
gran urbe o en un remoto poblado del campo,
seguramente sabes lo difícil que es gozar de
manera continua de agua limpia para beber y
asearte: quizás tengas que caminar muy lejos a un
pozo o río, o esperar mucho tiempo a que las pipas
lleguen a surtirla. Para saciar la sed y las crecientes
necesidades de agua de las personas y la industria,
hemos usado las aguas superficiales (como ríos,
lagos y lagunas) y las fuentes subterráneas (los
acuíferos), y en algunas ocasiones de manera muy
intensa.
conurbada de Guadalajara y por la reducción del
caudal de agua que lleva el Río Lerma, que por
cierto, desemboca en el lago.
Para darte algunos datos de la crisis del agua
en el Lago de Chapala, podemos decirte que en
junio de 1955 se registró la menor capacidad
de almacenamiento del lago (con cerca de 954
millones de metros cúbicos), es decir, casi seis
veces menos que su almacenamiento promedio.
En la Figura 2.4 podrás ver cómo el volumen y por
consiguiente, la superficie del lago, pueden variar
entre dos años distintos, en este caso, entre 1986
y 2001.
Lago de Chapala,
México
Para que te des una idea de la sed de la sociedad
moderna, podemos decir que empleamos cerca
de 60% del agua que corre actualmente por los
ríos del mundo para cubrir una parte de nuestras
necesidades del líquido, lo cual ha tenido en
muchos casos importantes consecuencias
ecológicas para los ecosistemas acuáticos.
Un ejemplo de la explotación desmedida de los
cuerpos de agua la tenemos en México. El lago
de Chapala, ubicado en los estados de Jalisco y
Michoacán, es el cuerpo de agua natural más grande
del país. En sus riberas se hallan tulares y otros
ecosistemas en los que predominan ahuehuetes
y sauces y sirve, además, como estación de paso
para distintas especies de aves migratorias de
Norteamérica. Sin embargo, el lago ha sufrido
desde el siglo pasado de severos problemas de
reducción de su volumen, principalmente por
la extracción del agua para alimentar a la zona
1986
2001
21
RECUADRO
Los humedales: riqueza
natural que desaparece
Los humedales son los ecosistemas en los que el
agua es el elemento más importante del ambiente
y el que mayor influencia tiene sobre su flora y
fauna. Ejemplos de humedales son los manglares,
ciénagas, turberas, marismas y esteros. Se
distribuyen prácticamente sobre todo el planeta,
a excepción de la Antártica, en todos los climas:
desde la tundra hasta los trópicos, tanto en las
zonas costeras como dentro de los continentes.
Aunque no sabemos con exactitud qué superficie
cubren estos ecosistemas en el planeta, se
calcula que cubren entre 5.3 y 12.8 millones de
kilómetros cuadrados, es decir, entre 4 y 9% de
la superficie terrestre. Los humedales proveen
de muchos e importantes servicios ambientales:
alojan a un gran número de especies importantes
para el hombre, purifican y mejoran la calidad
del agua, ayudan a evitar inundaciones, sirven
de barrera para mitigar los efectos de eventos
meteorológicos extremos -como los huracanes- y
capturan también una importante cantidad de
carbono atmosférico.
Sin embargo, los humedales también han
sufrido el impacto del crecimiento de la
sociedad mundial. Se estima que la mitad de la
superficie original de humedales en el mundo
se ha perdido, y de los que restan, una parte
considerable se encuentra deteriorada. Las
principales amenazas a los humedales, además de
que se cambien para usos agrícolas o ganaderos
–que ha sido la principal causa de su pérdida-,
radican en las actividades que afectan tanto la
cantidad de agua que requieren para funcionar,
como su calidad. Entre las actividades que más
afectan la reserva de agua de los humedales
22
Los humedales son muy diversos:
los hay costeros, de aguas
salobres o continentales.
destacan la modificación de los cursos de agua,
la extracción para el consumo humano, el relleno
con tierra u otros materiales y la construcción
de presas y diques, mientras que la descarga de
aguas residuales, tanto domésticas, agrícolas e
industriales, es el principal factor que afecta su
calidad. Aunado a ello, deberemos sumar el efecto
del cambio climático en el futuro: la elevación del
nivel del mar podría dañar irreversiblemente a los
humedales costeros, cambiando su composición
de especies y reduciendo su productividad.
domésticas e industriales, han mermado esta
riqueza natural. Muchos de ellos se han perdido
-por ejemplo en el caso de los manglares, se estima
que en México tan sólo queda 64% de la cubierta
original- mientras que otros están degradados y
seriamente amenazados por la mano del hombre.
Se estima que hemos perdido
cerca de la mitad de los humedales
mundiales.
En México, los humedales están presentes en las
zonas continentales y en las costas. Nuestra riqueza
es enorme: poseemos manglares, popales, tulares
y ciénegas, entre tantos otros. Podrías admirar su
belleza en reservas como las de los Pantanos de
Centla, en Tabasco, en las distintas lagunas y lagos
de Michoacán, o en la zona costera de Nayarit.
Sin embargo, las actividades agropecuarias, el
crecimiento de las zonas urbanas y turísticas, la
extracción de agua y la contaminación con aguas
23
Aunque el crecimiento de la población ha sido
el motor de cambio más significativo en los
ecosistemas naturales, de él se derivan otros
factores que también son importantes. A la par de
una creciente demanda por recursos naturales y del
cambio de los ecosistemas a zonas agropecuarias
o urbanas, también nuestras actividades
han provocado que mayores cantidades de
contaminantes y residuos deterioren el ambiente.
La quema de combustibles fósiles que empleamos
para los vehículos de motor y las industrias
(como la gasolina, diesel y carbón, por ejemplo),
genera muchos contaminantes a la atmósfera;
los residuos de nuestras casas, trabajos y de la
industria degradan la calidad del aire, el agua y los
suelos, lo que no sólo afecta la salud humana, sino
también a la biodiversidad y al funcionamiento de
los ecosistemas. En el capítulo de Contaminación
te ofrecemos mayores detalles respecto a este
problema.
Finalmente, el cambio climático, que hemos
empezado a entender como resultado de la
acumulación en la atmósfera del bióxido de carbono
producto de la quema de combustibles fósiles,
empieza a hacer evidente que también tiene y
tendrá efectos negativos en los ecosistemas,
especialmente en algunas regiones, como en los
polos, donde las temperaturas registradas ahora
son más altas que las de los últimos 400 años.
Como consecuencia, la extensión del hielo ártico
se ha reducido entre 10 y 15% durante la primavera
y el verano desde la década de los años cincuenta,
lo que ha puesto a los osos polares, las focas arpa
y a los zorros árticos, entre otras muchas especies
de los hielos árticos, dentro de las que corren el
riesgo de extinguirse en las próximas décadas.
Otros ecosistemas marinos, como los arrecifes de
coral, también han sido afectados por el cambio
climático. Sufren del llamado “blanqueamiento del
coral” (una enfermedad que si no mata a los corales,
los deja severamente lastimados), resultado del
incremento de la temperatura superficial del mar
y de una mayor cantidad del CO2 disuelta en el
agua –que al igual que en la atmósfera también
se ha acumulado en los océanos-. Es probable que
de seguir aumentando las concentraciones de
este gas en nuestra atmósfera (lo que es probable
de seguir utilizando el petróleo como lo hemos
hecho hasta ahora), muchos ecosistemas resulten
afectados seriamente por el cambio climático:
algunos podrían desaparecer, como el bosque
nuboso y el hielo ártico, y otros cambiar incluso
su distribución sobre el planeta, como los bosques
de coníferas, que podrían migrar hacia las zonas
más frías. Mucha más información respecto a este
fenómeno de nuestros tiempos lo podrás encontrar
en el capítulo de Cambio climático y ozono.
Los delfines de río, como el delfín del río Ganges (Platanista gangetica gangetica) pueden ser
particularmente vulnerables a cambios de temperatura en su hábitat.
24
RECUADRO
La deforestación
Uno de los problemas ambientales de los que
oímos muchas noticias en la televisión o en
los periódicos o revistas, además del cambio
climático, es el de la deforestación. Escuchamos
o leemos que cientos o miles de hectáreas de
bosques o selvas se perdieron aquí o allá, o que la
tasa de deforestación es de tantas o cuantas más
hectáreas por año.
Pero, ¿qué es la deforestación? La deforestación
es la remoción de la vegetación arbolada de
un sitio, como las selvas o los bosques, para su
transformación a terrenos agrícolas, ganaderos o
urbanos. En el mundo y en México, la principal
causa de la deforestación es la necesidad de
mayores superficies para cultivo y crianza de
animales, aunque también la promueven los
desmontes ilegales, la extracción de madera, el
crecimiento de las vías de comunicación y los
incendios forestales.
Con la pérdida de las superficies arboladas, además
de los daños directos que se ocasionan a las
especies de animales y vegetales que habitaban
en esos bosques y selvas, también se eliminan los
servicios ambientales. Paralelamente, la capacidad
que tenían los árboles y el resto de la vegetación
natural para secuestrar el bióxido de carbono, lo
cual ayuda a mitigar la saturación de la atmósfera
de este gas de efecto invernadero, también se
inutiliza. Para empeorar las cosas, cuando se
utiliza el fuego para remover la vegetación, como
sucede en algunas prácticas agrícolas (como el
“roza-tumba y quema”), se liberan al ambiente
grandes cantidades de carbono.
Déspues de la deforestación, los suelos
quedan desnudos, lo que favorece la
erosión y la pérdida de nutrimentos.
25
Algunas prácticas agrícolas de
desmonte, como la roza-tumba
y quema pueden liberar grandes
cantidades de bióxido de carbono,
exacerbando el problema del cambio
climático.
¿Cuántas hectáreas de bosques y selvas perdemos?
Es probable que te hayas encontrado con cifras
muy dispares de superficies deforestadas en
México y el mundo. En la mayoría de los casos
porque hay distintos metódos y criterios para su
cálculo. La Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por
sus siglas en inglés) publica periódicamente
estimaciones de la deforestación en el mundo.
Para el período 2000-2005, calculó que se perdían
en el mundo cada año 7.3 millones de hectáreas
de bosques y selvas, lo que equivale a perder una
superficie semejante al estado de Baja California.
Cada año, entre 2000 y 2005 las regiones en el
mundo que más deforestaron fueron América
Central y Sudamérica (con cerca de 4.5 millones
de hectáreas) y África (poco más de 4 millones).
Si lo analizamos por países, destacaron Brasil
(con cerca de 3.1 millones de hectáreas por año) e
Indonesia (alrededor de 1.9 millones).
Para México, los cálculos de deforestación también
muestran grandes variaciones. Las estimaciones
más recientes señalan que, entre los primeros
años de la década de los noventa y el año 2000, la
Tasa de deforestación por región, 2000-2005
La deforestación es el cambio de una superficie con
árboles a otra carente de ellos. En el mundo, entre
2000 y 2005 se deforestaron anualmente 7.3 millones
de hectáreas, es decir, una superficie equivalente al
territorio de Baja California.
Nota: Europa no aparece debido a que no registró pérdida de superficie boscosa en el periodo examinado
26
Países con la mayor tasa de deforestación en el mundo, 2000 - 2005
pérdida de bosques y selvas en el país estaba entre las 348 mil y las 776 mil hectáreas por año. Lo anterior
señalaría que en México, en tan sólo una década, podríamos haber perdido entre 3.5 y 5.5 millones de
hectáreas de superficies arboladas, es decir, una superficie que oscilaría entre la de los estados de Puebla
y Sinaloa, respectivamente.
Deforestación de los bosques tropicales de Borneo después de la Segunda Guerra
Mundial y hasta el año 2005
Sin bosque
Con bosque
27
¿Y qué hay con México?
Para el año 2002, habíamos convertido poco más
de 27% de nuestro territorio continental en zonas
agrícolas, ganaderas y urbanas. En la Figura 2.6
te mostramos los cambios que han sufrido los
principales tipos de vegetación: cómo ha pasado
de la vegetación que podríamos encontrar en
ausencia de actividades humanas hacia la que
observábamos en 2002. Como podrás apreciar,
los estados que más han convertido su territorio
hacia zonas agrícolas y ganaderas –mostradas en
rojo- son los que se encuentran en la vertiente del
Golfo, como Veracruz, Tamaulipas y Tabasco; así
como algunos del centro del país -Tlaxcala, Puebla
Cobertura vegetal original
28
Población (millones de habitantes)
En el caso de nuestro país, la pérdida y deterioro
de los ecosistemas naturales es también
significativa. México es actualmente el onceavo
país más poblado del mundo. Nuestra población,
al igual que en el caso mundial también creció
sustancialmente durante el siglo XX e inicios
del siglo XXI: pasó de poco más de 13 millones
en 1900 a 103.3 millones de personas en 2005
(Figura 2.5).
Población en México,
1900-2050
e Hidalgo-. En contraste, Baja California, Baja
California Sur, Chihuahua, Quintana Roo, Sonora
y Coahuila conservan una parte importante de su
vegetación natural, esto es, poseen menos de 10%
de su territorio como terrenos para la agricultura,
ganadería y zonas urbanas.
2002
Con respecto a tipos de vegetación particulares,
México ha perdido 26% de la superficie que
originalmente ocupaban sus selvas y bosques.
De las selvas tan sólo quedan en el país cerca
de 56% de las originales, y en algunas zonas, su
pérdida es dramática. Un caso representativo
del destino que han tenido las selvas en nuestro
país es el de la selva de los Tuxtlas, en el estado
de Veracruz. Este lugar es el remanente de selva
tropical húmeda más norteño del continente, con
una combinación de flora y fauna excepcional,
una área donde se mezclan especies de las zonas
templadas de Norteamérica y de las regiones
tropicales de Centroamérica, así como dueña
de una rica variedad de especies endémicas, es
decir, de especies que sólo se encuentran ahí y en
ninguna otra parte del globo.
A pesar de ser una zona habitada desde hace 1500
años, fue hasta el siglo XX cuando la deforestación
se intensificó por la construcción del ferrocarril y
de carreteras que la comunicaron con el puerto
de Veracruz y otras ciudades, y el desarrollo de
actividades como el comercio de madera y la
ganadería. En 2002, la selva alta y el bosque
mesófilo ocupaban tan sólo 11% de su superficie
conjunta original, y se encontraban en las zonas
más inaccesibles de la sierra e inmersas en un mar
de potreros (Figura 2.7).
México ha perdido 26% de
la superficie que ocupaban
originalmente sus selvas y bosques.
Deforestación en la región de Los Tuxtlas, Veracruz
Sontecomapan
Sontecomapan
Vegetación original
1976
Sontecomapan
Sontecomapan
1993
2002
29
Los bosques templados, como los de oyamel, pino
y encino, también se han perdido por completo
en algunas zonas, principalmente en el centro
del país. En el 2002, se había desmontado cerca
de 27% de su superficie original. Por su parte, la
vegetación de las zonas áridas, una de las más
representativas de nuestro paisaje, conservaba
para el mismo año 77% de la superficie original.
No todas las selvas, bosques y otros ecosistemas
que aún podemos ver en nuestro país, están
intactos. Puesto que en muchos de ellos se extraen
recursos (madera, tierra de monte, ejemplares de
plantas o animales, etc.) o se cría ganado estan
degradados o, como lo llaman los científicos,
en estado secundario. Esta condición hace que
pierdan al menos una parte de la biodiversidad
que podrían albergar en condiciones óptimas, así
como que sean menos susceptibles a recuperarse
de fenómenos naturales que los afectan, tales
como huracanes, plagas e incendios, entre otros.
En el mundo, la FAO considera que alrededor
de 36% de los bosques remanentes están en
condiciones prístinas, de los cuales cada año se
pierden o alteran, desde 1990, aproximadamente
6 millones de hectáreas. En el caso de México, de
las selvas remanentes sólo 35% de su superficie se
considera primaria o sin deterioro evidente, 65%
de los bosques, 92% de los matorrales (aunque en
este caso podría ser menor el porcentaje pero es
más dificil detectar si ha sufrido perturbaciones)
y 61% de los pastizales.
Un ejemplo de reducción de la superficie de los ecosistemas naturales ocurre en el valle
de Metztitlán, donde la vegetación de las zonas bajas ha sido remplazada por nogales.
30
RECUADRO
La fragmentación de los ecosistemas
Los ecosistemas se fragmentan cuando los
bosques se deforestan para crear nuevas tierras
de cultivo, se construye una nueva carretera o se
elimina la vegetación acuática de la orilla de un
río o lago para obras urbanas o comunitarias. La
fragmentación es la transformación de un área
relativamente homogénea de un ecosistema en
otra en la que permanecen fragmentos de menor
tamaño. En casos extremos, estos fragmentos
pueden quedar en forma de “islas” inmersas en
zonas alteradas.
La fragmentación de los ecosistemas tiene
consecuencias importantes. Las poblaciones de
plantas y animales pueden resultar afectadas
tanto por los cambios en las condiciones
ambientales de su hábitat –dado que cambian las
condiciones de luz, humedad, temperatura y el
flujo de nutrimentos- o porque simplemente son
incapaces de sobrevivir en superficies reducidas
de sus ecosistemas. Con el tiempo, muchas
especies en esos “parches” de ecosistemas pueden
extinguirse, lo que empobrece la biodiversidad
de una zona. Otras especies, las conocidas como
“invasoras”, pueden conquistar los parches y
adueñarse de ecosistemas que antes les eran
ajenos, con efectos negativos sobre las especies
nativas. Además de la extinción de especies,
pueden desaparecer o reducirse los servicios
ambientales de los ecosistemas.
31
Pongamos ahora algunos datos sobre la mesa.
Según un estudio que publicaron científicos
norteamericanos en el año 2000, en los primeros
años de la década de los noventas del siglo XX,
cerca de 66% de los bosques mundiales mostraba
algún grado de fragmentación. A nivel continental,
Norteamérica fue quien mayor superficie de
bosques tenía sin evidencia de fragmentación
(cerca de 45%), seguido por Sudamérica (33%)
y Eurasia (32%). En contraste, Australia y el
Pacífico y África fueron las regiones con menores
superficies con ecosistemas sin fragmentación
(cerca de 27 y 29%, respectivamente). En el caso
de México, los datos más detallados y recientes
corresponden más o menos a las mismas fechas
del estudio internacional -1994-, y marcan que
cerca de 18% de los bosques estaban fragmentados
siendo los ubicados en la parte sur y sureste del
país los más afectados.
El grado actual de fragmentación de los
ecosistemas acuáticos continentales y marinos,
es difícil de conocer en México y en el resto del
mundo. Sabemos que el crecimiento de las zonas
urbanas, de la infraestructura productiva o de las
actividades turísticas en las orillas de ríos, lagos,
lagunas o en las costas, fragmentan los ecosistemas.
Al menos en el caso de los humedales costeros
–como los manglares y ecosistemas estuarinos-,
podemos suponer que la fragmentación podría ser
importante en todo el mundo, puesto que sólo en
2000, 40% de la población del globo vivía en las
zonas costeras, y en México, cerca de 25%. Con
respecto a los ríos, lagos y lagunas –sobre todo
los muy grandes y caudalosos-, es probable que la
continuidad de los ecosistemas se haya perdido
en extremo: por ejemplo, en el río Yangtze, en
China, viven cerca de 350 millones de personas
(más de tres veces la población de nuestro país),
lo que podría darte una idea de la magnitud del
deterioro.
El turismo en algunas zonas fragmenta
los humedales. En el Caribe ha dejado
zonas de manglar separadas por grandes
complejos turísticos.
32
¿Cuáles son las consecuencias
de la pérdida de los ecosistemas
naturales?
¿Te has puesto a pensar que el bienestar del que
gozamos hoy día es considerablemente mayor al
de los siglos pasados gracias, entre otras causas,
a los servicios que los ecosistemas nos prestan
todos los días? En efecto, mucho del incremento
de las actividades generadoras de riqueza, como el
crecimiento industrial y el comercio, entre otras,
sólo ha sido posible gracias a que los ecosistemas
nos abastecen continuamente de sus bienes
y servicios. Si los bosques hubieran dejado de
producir la madera, los mares no mantuvieran las
poblaciones de peces o los humedales hubiesen
cesado de purificar el agua, la situación actual
podría ser radicalmente distinta.
Desafortunadamente, este crecimiento ha causado
el deterioro, la reducción o la desaparición de
grandes superficies de ecosistemas. Hemos
transformado millones de hectáreas de bosques,
selvas y matorrales en campos agrícolas y potreros;
muchas de las especies pesqueras se capturan
sin descanso en todas las aguas del planeta;
enviamos a la atmósfera millones de toneladas
de gases de efecto invernadero y vaciamos en
mares, ríos, lagos y suelos millones de toneladas
de contaminantes que son, finalmente, residuos
de nuestra vida diaria.
En muchos casos los ecosistemas han sido capaces
de resistir, e incluso revertir, el impacto de las
actividades humanas y de sus residuos, pero sus
límites de tolerancia se han rebasado. En algunos
lugares, los humedales ya no detienen el embate
de las tormentas y marejadas, y no purifican el
agua; muchos ríos, lagos y mares no producen la
cantidad de peces de décadas atrás y la atmósfera
no tiene más la capacidad de autolimpiarse.
Aun cuando podrías pensar que los efectos de
la pérdida de los servicios y bienes ambientales
sólo podrían ser locales, es decir, en los sitios
donde se ha producido el deterioro ambiental,
no es así. Con frecuencia las consecuencias
trascienden localidades y regiones. Por ejemplo,
la pérdida de superficie forestal en una localidad
de Chiapas no sólo reduce el abastecimiento de
productos forestales y la recarga de los acuíferos
de la zona, sino también afecta la capacidad de
los bosques para controlar las crecidas de los ríos,
lo que podría traducirse en algún momento en
inundaciones en zonas lejanas donde los ríos
vierten sus aguas. A nivel global, la pérdida de
los bosques chiapanecos reducirá la capacidad de
captura de carbono e incrementará la absorción
de calor terrestre, lo cual exacerbará el problema
del calentamiento global.
Pérdida y alteración de los servicios
ambientales
La principal consecuencia de la pérdida, reducción
o alteración de los ecosistemas es la disminución
o el cese de la producción de sus bienes y
servicios ambientales. Ahora podría ser lógico
preguntarnos hasta qué punto la transformación
y alteración que hemos ocasionado en nuestros
ecosistemas ha afectado la producción de sus
servicios ambientales (Figura 2.8).
Con respecto a los servicios de provisión, tales
como la producción de los alimentos o la madera,
podemos decir que, en general, su abasto se
ha incrementado en el mundo. Actualmente
se produce una gran cantidad de alimentos en
forma de granos, vegetales y carne; sin embargo,
este enorme abasto se ha conseguido a costa
de la transformación y degradación de muchos
ecosistemas naturales. Los ecosistemas marinos
y dulceacuícolas por ejemplo, ya no son capaces
33
Estado de los servicios ambientales en el mundo
Madera
Cultivos
Alimentos
Ganado
Leña
Servicios de
provisión
Acuacultura
Agua
Regulación del
clima
Regulación de
la calidad del
aire
Global
Regional
y local
Control de
eventos extemos
Control
de plagas
Servicios de
regulación
Purificación
del agua
Incremento
del servicio
Disminución
del servicio
Control de
erosión
de suelos
Servicios
culturales
Valor espiritual
y religioso
Valor estético
La principal consecuencia de la reducción y alteración de los ecosistemas es la
pérdida o disminución de la calidad de los servicios ambientales que nos ofrecen.
34
de producir la misma cantidad de pescado
que algunas décadas atrás. Cerca de 25% de las
pesquerías marinas están sobreexplotadas y
muchas otras de los lagos y ríos del mundo se
encuentran severamente deterioradas.
El caso del agua suministrada para uso humano
tampoco muestra signos positivos. Aun cuando
la construcción de infraestructura como presas y
otros reservorios ha permitido que muchas más
personas en el mundo tengan acceso al agua
dulce, el uso que hacemos de ella es inadecuado.
Tan sólo del agua que utilizamos para regar
nuestros cultivos, la extracción excede entre 15 y
35% la capacidad de abastecimiento en el mundo.
La conversión de humedales, la contaminación
del agua y la pérdida de la biodiversidad en los
ecosistemas acuáticos han afectado la capacidad
de abastecimiento del vital líquido.
Los servicios de regulación que ofrecen los
ecosistemas también muestran evidentes signos
de deterioro. La capacidad de autolimpieza de
los contaminantes de la atmósfera fue rebasada
desde hace muchos años, la regulación del clima
local y regional se ha visto alterada en muchas
regiones, principalmente debido a los cambios de
las cubiertas vegetales naturales. De igual modo, el
control de la erosión de los suelos, la purificación
del agua, el control de plagas y la capacidad de
reducir el impacto ante eventos extremos –como
huracanes- ha disminuido en muchas regiones del
planeta.
Finalmente, en lo que respecta a los servicios
culturales, la pérdida de especies con valor religioso
o representativas de algunos ecosistemas ha
debilitado los beneficios espirituales o estéticos
que la gente obtenía de ellos. No obstante, en
algunos casos la conciencia del valor remanente
de ciertos ecosistemas o la presencia de especies
en peligro, incrementa el aprecio que la sociedad
siente por esos lugares. Por ejemplo, la presencia
del quetzal, un ave en la actualidad considerada
como en peligro de extinción y emblemática
de algunos países y culturas mesoamericanas,
incrementa el interés y aprecio que la gente
siente por los remanentes de bosques mesófilos
de México y algunos países de Centroamérica.
Todo lo anterior nos debe alertar acerca de las
consecuencias que nuestras actividades han
tenido en el ambiente y que podemos ver en
cualquier lugar. Es claro que nuestro deseo de
obtener bienes y servicios de la naturaleza ha
tenido efectos, en algunas ocasiones dramáticos
para los ecosistemas naturales. De ahí la
importancia de tomar conciencia acerca del valor
de los ecosistemas naturales y la biodiversidad
que los habita.
¿Por qué son importantes los
suelos?
Para la mayoría de las personas, el suelo es tan
sólo el lugar por donde caminan, juegan fútbol, se
siembran las cosechas o, simplemente, se asienta
su casa. Sin embargo, para nuestra sorpresa
podemos decir que el suelo es un recurso natural
muy valioso, tan importante para la vida en el
planeta como la atmósfera o el agua de lluvia.
Al suelo lo podemos definir como la capa exterior
de la corteza terrestre, formada por minerales,
materia orgánica, agua, aire y microorganismos
en la que se establecen y crecen las plantas. Por
supuesto que también es el sitio sobre el cual se
asientan edificios y ciudades, pero nos centraremos
aquí en su función dentro de la naturaleza.
Pues bien, si pudieras observar al microscopio
un puñado de suelo fresco, descubrirías que se
encuentra formado por minúsculas partículas de
minerales (muchas de ellas de distintos tamaños),
además de miles de millones de microorganismos
(como bacterias, protozoarios, algas y hongos),
raíces de plantas y pedacitos de materia orgánica
en descomposición, ésta última en forma de restos
de plantas y animales (Figura 2.9).
35
Todos los elementos que forman al suelo
interaccionan entre sí para formar un verdadero
ecosistema complejo y dinámico que permite que
las plantas obtengan los nutrientes necesarios para
establecerse y desarrollarse. Esto hace posible que
muchas especies de animales, específicamente las
que se alimentan de plantas –es decir, los llamados
herbívoros-, puedan alimentarse también. Y claro
está, los seres humanos también nos beneficiamos
de las plantas que crecen en el suelo y de las que
nosotros sembramos, especialmente aquéllas que
nos sirven como alimento, para la producción de
fibras (como el algodón o el lino) o para obtener
otros productos, como la madera o el papel.
Pero los suelos no sólo nos proveen a los seres
humanos y a las plantas y animales de alimento
(Figura 2.10). También ayudan a reincorporar a
los ciclos biogeoquímicos de la naturaleza los
elementos químicos presentes en la atmósfera
–como el nitrógeno indispensable en la dieta de
las plantas y los animales- o aquéllos que quedaron
en los restos muertos de plantas y animales
–como el carbono y el fósforo, entre otros-. Por
si todo lo anterior no fuera suficiente, los suelos
controlan y guían el flujo del agua de la lluvia
hacia los acuíferos y los ríos y lagos, los filtran de
contaminantes como metales pesados, plaguicidas
y nitratos –que de otro modo se acumularían en
ellos dañando al ambiente y de paso, nuestra
salud-; amortiguan contra cambios bruscos de
temperatura y funcionan como almacenes de
carbono.
El suelo está formado por partículas de
minerales, materia órganica, agua, aire y
microorganismos.
36
RECUADRO
¿Cuántos tipos de suelos hay?
Si has viajado por carretera, seguramente te
habrás fijado que con tan sólo unos minutos de
recorrido de diferencia, los suelos en dos lugares
pueden ser muy diferentes entre sí. Lo habrás
notado quizá tan sólo en su color, pero si excavaras
y los observaras con detalle, notarías que son muy
diferentes. Tendrían quizá partículas de minerales
de distintos tamaños, alguno sería más poroso
que otro o, simplemente, alguno tendría mayor
contenido de agua.
En efecto, se reconocen muchos tipos –llamados
técnicamente unidades- de suelos en el mundo.
Diversas instituciones internacionales (entre las
que destaca la Organización para la Agricultura
y la Alimentación, FAO por sus siglas en inglés)
reconocen cerca de 30 unidades distintas en el
mundo. Además de sus nombres, que en ocasiones
resultan muy extraños, difieren también en sus
propiedades físicas y químicas, todo ello resultado
de su ubicación geográfica, de las rocas que les
dieron origen, del clima, de la vegetación y de su
historia particular.
En México hay 80% de los tipos de suelo
reconocidos por la FAO en el mundo. Sin embargo,
la mayor parte de nuestro territorio está dominado
por cinco tipos: Leptosoles, Regosoles, Calcisoles,
Feozems y Vertisoles. De ellos, los Feozems son los
más aptos para la agricultura, debido a su fertilidad
y contenido de materia orgánica, en contraste a
los calcisoles, los cuales son extremadamente
secos e infértiles, lo que dificulta el crecimiento
de las plantas.
Tipos de suelos en México
En México tenemos la
mayoría de las unidades
de suelos reconocidas
por la FAO.
37
Los suelos...
...sostienen los
ecosistemas
forestales y
los cultivos
...son el hábitat de las
bacterias que fijan el
nitrógeno atmosférico y lo
hacen disponible para las
plantas
N2
...filtran
plaguicidas
...sirven de depósito
de carbono, otros nutrientes
para las plantas (fósforo, potasio
y nitrógeno), y materia orgánica
...permiten
la filtración
de agua a los
acuíferos
acuíferos
Los suelos también se deterioran
Como ocurre con otros componentes del medio
ambiente, los suelos también se deterioran por las
actividades humanas (Figura 2.11). Los edafólogos,
es decir, los científicos que se especializan en el
estudio de los suelos, llaman técnicamente a este
deterioro “degradación”. Este fenómeno se refiere
a los procesos originados por las actividades
humanas que reducen la capacidad actual o futura
de los suelos para permitir la existencia de los
ecosistemas, para mantener o mejorar la calidad
del aire y agua y para preservar la salud humana.
Actividades que degradan los suelos en México
Sin
degradación
aparente
Agricultura
17.5 %
7.4 %
55.1 %
17.5 %
1.1 %
Deforestación
1.5 %
Sobrepastoreo
Sobreexplotación
de la vegetación
0.5 %
Urbanización
38
Actividad
industrial
Y este no es un problema menor. Se calcula que
cerca de 2 mil millones de hectáreas, es decir,
alrededor de 15% de la superficie terrestre mundial,
sufren de algún tipo de degradación de los suelos.
Las consecuencias ambientales y sociales de estos
procesos pueden ser enormes, involucrando desde
la degradación y pérdida de los ecosistemas y
su biodiversidad, hasta dramáticos fenómenos
sociales como los “desplazados ecológicos” por las
hambrunas en las zonas más pobres de África, en
donde se estima que 65% de las tierras cultivables
sufren de algún tipo de degradación del suelo.
En 2002 en México, aproximadamente 44.9%
de la superficie terrestre mostraba signos de
degradación inducida por el hombre (Figura
2.12). Sin embargo, debemos reconocer varios
tipos de degradación. La de mayor presencia en
el país es la degradación química (17.8%), que se
produce básicamente por un agotamiento de los
nutrientes del suelo, debido a su uso intensivo por
la agricultura, aunque la presencia de sustancias
provenientes de tiraderos de basura, derrames y
residuos industriales, así como presencia de sales,
también pueden ocasionarla.
Degradación de suelos en México en 2002
17.8 %
55.1 %
5.7 %
11.9 %
39
Habrás notado en algún río que, en ciertas
épocas, la coloración de sus aguas es pardusca o
incluso más oscura. Esto puede deberse a que los
sedimentos que se han incorporado a su cauce
y que son arrastrados hacia el mar o algún lago
por la acción de la fuerza del agua; todos esos
sedimentos fueron parte del suelo de zonas río
arriba, la que ha quedado desprovista de ellos
y seguramente enfrentará problemas por la
erosión hídrica. Ésta consiste en la pérdida de las
partículas del suelo por el efecto del correr del
agua. En México, la erosión hídrica es el segundo
proceso de degradación del suelo más importante,
afectando cerca de 12% de la superficie nacional.
En determinados casos, el agua puede arrastrar
tanto material que el suelo queda marcado por
profundas zanjas llamadas “cárcavas”, como las
que ilustra la Figura 2.13, y en cuya condición es
difícil llevar al cabo cualquier actividad productiva
o incluso, lograr su recuperación.
Los tipos más importantes de degradación
del suelo en el país, después de la degradación
Cárcavas
40
química y la erosión hídrica, son la erosión
eólica y la degradación física, que en el año 2002
afectaban 9.5 y 5.7% de la superficie nacional,
respectivamente. En la primera de ellas, el factor
que favorece la pérdida de las partículas del suelo
es el viento, que las arrastra y puede depositarlas
en sitios muy lejanos. En el caso de la degradación
física, se produce cuando los suelos pierden la
capacidad de absorber y almacenar agua, ya sea
porque el suelo se compacta (por ejemplo, por el
tránsito de vehículos o animales), se endurece
(por la formación de costras) o es recubierto por
algún material relativamente impermeable (por
ejemplo, por efecto de la urbanización).
Las cárcavas son producidas
principalmente por el efecto del agua.
Cuando se forman, disminuye la
capacidad productiva del suelo.
¿Qué puedo hacer...?
Ecosistemas:
Cuando salgas de día de campo o de vacaciones,
evita prender fogatas, ya que si se salen de
control podrían afectar irremediablemente al
ecosistema.
Evita colectar en el campo flora o fauna
silvestre. Además de dañar a las poblaciones
silvestres de esas especies, podrías estar
alterando el equilibrio del ecosistema entero.
Tampoco dañes la vegetación cortando ramas,
brotes y flores.
Suelos:
Si vas a fertilizar un terreno, utiliza
fertilizantes orgánicos, como las compostas,
en lugar de emplear fertilizantes químicos.
Con ello evitarás la contaminación del suelo
y el agua.
Evita derramar en el suelo sustancias peligrosas
como petróleo, aceites y solventes.
Lecturas y páginas de internet recomendadas
PNUMA-WCMC. Los bosques en peligro.
Tunza 4: 12-14. Disponible en: http://www.
ourplanet.com/tunza/issue0403sp/pages/
contents.html
Semarnat. El Medio Ambiente en México. En
Resumen 2005. Semarnat. México. 2006.
Disponible en: http://www.semarnat.gob.
mx/informacionambiental/Pages/indexsniarn.aspx
UNEP. One Planet, Many People: Atlas of Our
Changing Environment. UNEP. Kenya. 2005.
UNEP/GRID-Arendal. Planet in Peril: Atlas of
Current Threats to People and the Environment.
UNEP. Kenya. 2006.
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Bibliografía
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capital. Nature 387: 253-260. 1997.
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www.fao.org/forestry/site/fra/en/
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en la República Mexicana. Escala 1: 250,000.
Memoria Nacional 2001-2002. México. 2003.
Semarnat. Informe de la Situación del Medio
Ambiente en México. Compendio de Estadísticas
Ambientales 2005. Semarnat. México. 2005.
Disponible en:
h t t p : / / w w w. s e m a r n a t . g o b . m x /
informacionambiental/Pages/index-sniarn.
aspx
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