Pérdida y alteración de los ecosistemas 2 Pérdida y alteración de los ecosistemas ¿Qué son y para qué nos sirven los ecosistemas? Muy probablemente cuando has salido de tu ciudad a otro destino, o gracias a los programas de televisión dedicados a la naturaleza, habrás conocido la gran diversidad de ecosistemas que existen en tu región, en México o en el mundo. Seguramente habrás visto o escuchado sobre las selvas, los bosques o los desiertos en las zonas terrestres, así como sobre los arrecifes de coral y los ecosistemas de las profundidades en los océanos y mares. Los ecosistemas son los reservorios de la enorme diversidad de especies que encontramos en el planeta. Las casi dos millones de especies que los biólogos han descrito hasta el momento están repartidas entre ellos: algunos con cientos o miles de especies, como las selvas húmedas, los bosques nubosos o los arrecifes de coral, y otros con una menor cantidad de especies, como los pastizales o los ecosistemas de las dunas costeras. En todo el globo encontramos a los ecosistemas, desde las zonas más frías de las montañas y en los polos, hasta los húmedos trópicos. También los hay en los lagos, ríos y lagunas y en las cuencas oceánicas (que cubren casi 75% de la superficie del planeta), tanto en las zonas de aguas someras –como en el caso de los arrecifes de coral- o en las grandes profundidades, como en el caso de los arrecifes de aguas frías. Los ecólogos definen formalmente a los ecosistemas como el conjunto de poblaciones de diferentes especies que cohabitan en un sitio, que interaccionan entre sí y con el ambiente físico y químico en el que se desarrollan. Si alguna vez visitaste un lago natural, te habrás dado cuenta de que en él habitan distintas especies de plantas, 16 animales y microorganismos, y que sobreviven en un ambiente con una temperatura y química del agua particulares y con cierto grado de transparencia; todas esas especies y condiciones hacen que ese lago sea en sí, un ecosistema. Así como éste, podríamos describir una variedad enorme de ecosistemas en el mundo. Los seres humanos somos una especie más en el planeta, por lo que hemos dependido -y lo seguiremos haciendo- de los ecosistemas para satisfacer nuestras necesidades. Quizá no te hayas dado cuenta de ello, lo cual podría ser resultado de que muchos de nosotros nos sentimos cerca de la naturaleza tan sólo cuando miramos en la televisión programas sobre animales o ecosistemas particulares o cuando salimos a pasear por el campo. No obstante, es fácil demostrar hasta qué punto dependemos de los ecosistemas naturales. Echa una ojeada a tu alrededor. Ya sea que estés en casa, en la escuela o el trabajo, verás que los artículos que tienes cerca están fabricados con papel, madera o telas; si vuelves a mirar, seguramente te fijarás en las plantas que decoran el lugar o quizá en las mascotas que tienes. Pues todo ello, materiales, plantas y mascotas, si lo piensas con detenimiento, provienen de los ecosistemas naturales. La madera con la que se fabrican los muebles y el papel, así como las fibras de las telas que se extraen de plantas como el algodón o el lino, o de animales como el gusano de la seda o los borregos, tienen su origen, quizá muchos milenios atrás, en los ecosistemas naturales. Las plantas y las mascotas también fueron, en sus orígenes, especies que formaron parte de un ecosistema natural. Este conjunto de bienes que utilizamos cotidianamente forman parte de lo que se conoce como servicios ambientales de los ecosistemas. De manera general, los servicios de los ecosistemas los podemos definir como los beneficios que la gente obtiene de los ecosistemas y de las especies que los integran (Figura 2.1). Sin embargo, los servicios ambientales no sólo incluyen a los bienes de los que hicimos mención en el párrafo anterior, sino también a otro conjunto de servicios -menos conocidos, pero no menos valiosos- que también usamos día con día sin darnos cuenta. Por ejemplo, los ecosistemas también nos ayudan a regular el clima. Los árboles de un bosque o una selva, gracias a la sombra que producen y a que a través de sus hojas transpiran una gran cantidad de agua, mantienen temperaturas agradables y niveles de humedad que no veríamos en su ausencia. Es por ello que los sitios sin árboles, o aquéllos en los que han sido removidos por la deforestación, por ejemplo, son más calientes y secos en comparación a los que aún conservan su cubierta vegetal. También destacan entre estos servicios los de purificación del agua y aire. Muchas plantas acuáticas son capaces, cuando están en contacto con las aguas residuales que salen de nuestras ciudades, de extraer de ellas sus contaminantes, lo que se traduce, al final, en aguas más limpias que corren por los ríos y pueden ser reaprovechadas en otro momento. Podemos también citar como servicios ambientales el mantenimiento de la fertilidad del suelo, el control de las inundaciones, de plagas y enfermedades y el mantenimiento de la biodiversidad, entre otros. No debemos olvidar que los ecosistemas también ofrecen los llamados servicios culturales, entre los que contamos los que ofrecen como elementos espirituales y religiosos para algunas culturas, de recreación o, simplemente, por servir para el deleite de todos nosotros por la belleza del paisaje que ofrecen. La naturaleza nos provee gratuitamente de todos estos bienes y servicios. No obstante, a muchos de ellos les podríamos adjudicar un valor económico. En el caso de los bienes, ponerles precio podría resultar muy sencillo, ya que casi todas las materias primas tienen un precio en el mercado –por ejemplo, la madera, las fibras, los alimentos, etc.-; sin embargo, en el caso de los servicios ambientales es una tarea muy compleja: ¿te imaginas como podrías valuar en dinero el mantenimiento de la biodiversidad o el control de las inundaciones? Servicios ambientales que brindan los ecosistemas Servicios de soporte * Ciclo de nutrimentos * Formación de suelo * Fotosíntesis 17 Fijarle precio a los servicios ambientales, es como calcular cuánto nos costaría reproducirlos con la tecnología que poseemos. A pesar de lo compleja que pueda parecer esta labor de cálculo, los científicos la han intentado, y los resultados son sorprendentes. Se ha calculado que el valor de los servicios que producen los ecosistemas anualmente en el mundo oscila entre los 16 y los 54 trillones de dólares, esto es, ¡un 16 o un 54 seguido por 18 ceros! Estas cifras son estimaciones, pero nos dan una idea aproximada de la utilidad y el valor de los ecosistemas en el planeta. Estas estimaciones equivalen entre 25 y 83% del valor total de los productos que se fabricaron en el mundo durante el 2006 o, dicho en términos económicos, del producto interno bruto (PIB) de todos los países en ese año. En la Figura 3.12 del capítulo de Biodiversidad hemos incluido el valor económico de algunos de los ecosistemas en el mundo. Con lo que hemos revisado hasta aquí te podrás dar una idea más completa del porqué debemos estar conscientes de todo lo que obtenemos de los ecosistemas, así como de la importancia de cuidarlos y mantenerlos en funcionamiento. También debemos reconocer que, a pesar de los avances de la ciencia y la tecnología, no tenemos, en muchos casos, los conocimientos ni la tecnología para intentar reproducir lo que los ecosistemas hacen naturalmente. Esto sin considerar el enorme esfuerzo humano y de inversión económica indispensables para conseguirlo. Por tanto, la mejor estrategia, y más barata, es conservarlos en buen estado. Para que te des una mejor idea de qué ha pasado cuando hemos intentado replicar los ecosistemas terrestres, puedes consultar el recuadro Proyecto Biosfera 2: un miniplaneta poco funcional en el capítulo de Biodiversidad. ¿Estamos perdiendo los ecosistemas naturales? Para cualquiera de nosotros es claro que ya somos muchas personas habitando el planeta. Lo habrás notado al caminar por el centro de tu ciudad en un domingo, al viajar en el transporte público, o Crecimiento de la población mundial simplemente, al salir de descanso a la playa durante algún periodo vacacional. En efecto, la población del mundo ha crecido sorprendentemente. Desde los orígenes de nuestra especie (los cuales los científicos datan en cerca de 160 mil años atrás) hasta 1492, el año en el que Cristóbal Colón llegó a América, la población mundial no sobrepasó los 500 millones de personas. Para el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, habíamos rebasado los 2 mil millones de personas y tan sólo 50 años más tarde sumábamos 6 mil 400 millones. Esto quiere decir que nos tomó 10 mil generaciones alcanzar los 2 mil millones de habitantes y tan sólo un par de ellas para pasar de 2 mil a 6 mil millones de personas. Y según lo calculan los expertos, no pararemos ahí: ¡podríamos todavía crecer hasta cerca de los 9 mil millones para mediados de este siglo! (Figura 2.2). Población mundial en 2006 Habitantes El crecimiento demográfico ha sido el principal motor de presión sobre los ecosistemas naturales. Y esto porque para poder satisfacer las necesidades de poblaciones cada día más grandes, ha sido necesario que explotemos más intensamente los ecosistemas. Para abastecer la creciente demanda de los granos que han constituido el alimento básico de muchas culturas desde los albores de la civilización, ha sido necesario sembrar cada vez mayores superficies de tierra, ello a costa de sacrificar terrenos que anteriormente ocupaban bosques, selvas, humedales o matorrales. Se calcula que aproximadamente 24% de la superficie terrestre está ocupada hoy día por tierras de cultivo y que tan sólo cuatro gramíneas (cebada, maíz, trigo y arroz) ocupan cerca de 40% de la superficie agrícola total (Figura 2.3). De igual modo, para abastecernos de carne, leche y pieles hemos transformado para la cría del ganado superficies naturales a pastizales, contabilizando en la actualidad entre 6 y 8% de la superficie terrestre del planeta. Los lugares que ocupamos para vivir también han crecido. Con mucha seguridad tus padres y abuelos recuerdan como los pueblos y ciudades donde vivían quizás estaban rodeados por campo y no por las zonas urbanas que pueden ver hoy día. En efecto, dejamos los pequeños poblados para transformarlos en grandes urbes que, en muchos casos (como Tokio, la Ciudad de México, Sao Paulo, Nueva York y Seúl, todas con más de 19 millones de habitantes en 2005) ocupan extensas superficies y demandan no menos recursos para mantenerse. En 1900, en las áreas urbanas vivían cerca de 200 millones de personas que, para el año 2000, ya eran cerca de 2 900 millones –las ciudades con un millón o más de habitantes pasaron entre las mismas fechas de ser 17 a 388-. El área que ocupan en el planeta las zonas urbanas es en realidad pequeña (tan sólo 2.8% de la superficie terrestre) si consideramos que son habitadas por cerca de la mitad de la población mundial. Superficie cultivada en el mundo 0% Intensidad del cultivo 20 100% Entre la tercera parte y la mitad de la superficie terrestre del planeta ha sido transformada por la acción humana. Las fuentes de agua dulce no han estado ajenas a este acelerado crecimiento. Si vives en una gran urbe o en un remoto poblado del campo, seguramente sabes lo difícil que es gozar de manera continua de agua limpia para beber y asearte: quizás tengas que caminar muy lejos a un pozo o río, o esperar mucho tiempo a que las pipas lleguen a surtirla. Para saciar la sed y las crecientes necesidades de agua de las personas y la industria, hemos usado las aguas superficiales (como ríos, lagos y lagunas) y las fuentes subterráneas (los acuíferos), y en algunas ocasiones de manera muy intensa. conurbada de Guadalajara y por la reducción del caudal de agua que lleva el Río Lerma, que por cierto, desemboca en el lago. Para darte algunos datos de la crisis del agua en el Lago de Chapala, podemos decirte que en junio de 1955 se registró la menor capacidad de almacenamiento del lago (con cerca de 954 millones de metros cúbicos), es decir, casi seis veces menos que su almacenamiento promedio. En la Figura 2.4 podrás ver cómo el volumen y por consiguiente, la superficie del lago, pueden variar entre dos años distintos, en este caso, entre 1986 y 2001. Lago de Chapala, México Para que te des una idea de la sed de la sociedad moderna, podemos decir que empleamos cerca de 60% del agua que corre actualmente por los ríos del mundo para cubrir una parte de nuestras necesidades del líquido, lo cual ha tenido en muchos casos importantes consecuencias ecológicas para los ecosistemas acuáticos. Un ejemplo de la explotación desmedida de los cuerpos de agua la tenemos en México. El lago de Chapala, ubicado en los estados de Jalisco y Michoacán, es el cuerpo de agua natural más grande del país. En sus riberas se hallan tulares y otros ecosistemas en los que predominan ahuehuetes y sauces y sirve, además, como estación de paso para distintas especies de aves migratorias de Norteamérica. Sin embargo, el lago ha sufrido desde el siglo pasado de severos problemas de reducción de su volumen, principalmente por la extracción del agua para alimentar a la zona 1986 2001 21 RECUADRO Los humedales: riqueza natural que desaparece Los humedales son los ecosistemas en los que el agua es el elemento más importante del ambiente y el que mayor influencia tiene sobre su flora y fauna. Ejemplos de humedales son los manglares, ciénagas, turberas, marismas y esteros. Se distribuyen prácticamente sobre todo el planeta, a excepción de la Antártica, en todos los climas: desde la tundra hasta los trópicos, tanto en las zonas costeras como dentro de los continentes. Aunque no sabemos con exactitud qué superficie cubren estos ecosistemas en el planeta, se calcula que cubren entre 5.3 y 12.8 millones de kilómetros cuadrados, es decir, entre 4 y 9% de la superficie terrestre. Los humedales proveen de muchos e importantes servicios ambientales: alojan a un gran número de especies importantes para el hombre, purifican y mejoran la calidad del agua, ayudan a evitar inundaciones, sirven de barrera para mitigar los efectos de eventos meteorológicos extremos -como los huracanes- y capturan también una importante cantidad de carbono atmosférico. Sin embargo, los humedales también han sufrido el impacto del crecimiento de la sociedad mundial. Se estima que la mitad de la superficie original de humedales en el mundo se ha perdido, y de los que restan, una parte considerable se encuentra deteriorada. Las principales amenazas a los humedales, además de que se cambien para usos agrícolas o ganaderos –que ha sido la principal causa de su pérdida-, radican en las actividades que afectan tanto la cantidad de agua que requieren para funcionar, como su calidad. Entre las actividades que más afectan la reserva de agua de los humedales 22 Los humedales son muy diversos: los hay costeros, de aguas salobres o continentales. destacan la modificación de los cursos de agua, la extracción para el consumo humano, el relleno con tierra u otros materiales y la construcción de presas y diques, mientras que la descarga de aguas residuales, tanto domésticas, agrícolas e industriales, es el principal factor que afecta su calidad. Aunado a ello, deberemos sumar el efecto del cambio climático en el futuro: la elevación del nivel del mar podría dañar irreversiblemente a los humedales costeros, cambiando su composición de especies y reduciendo su productividad. domésticas e industriales, han mermado esta riqueza natural. Muchos de ellos se han perdido -por ejemplo en el caso de los manglares, se estima que en México tan sólo queda 64% de la cubierta original- mientras que otros están degradados y seriamente amenazados por la mano del hombre. Se estima que hemos perdido cerca de la mitad de los humedales mundiales. En México, los humedales están presentes en las zonas continentales y en las costas. Nuestra riqueza es enorme: poseemos manglares, popales, tulares y ciénegas, entre tantos otros. Podrías admirar su belleza en reservas como las de los Pantanos de Centla, en Tabasco, en las distintas lagunas y lagos de Michoacán, o en la zona costera de Nayarit. Sin embargo, las actividades agropecuarias, el crecimiento de las zonas urbanas y turísticas, la extracción de agua y la contaminación con aguas 23 Aunque el crecimiento de la población ha sido el motor de cambio más significativo en los ecosistemas naturales, de él se derivan otros factores que también son importantes. A la par de una creciente demanda por recursos naturales y del cambio de los ecosistemas a zonas agropecuarias o urbanas, también nuestras actividades han provocado que mayores cantidades de contaminantes y residuos deterioren el ambiente. La quema de combustibles fósiles que empleamos para los vehículos de motor y las industrias (como la gasolina, diesel y carbón, por ejemplo), genera muchos contaminantes a la atmósfera; los residuos de nuestras casas, trabajos y de la industria degradan la calidad del aire, el agua y los suelos, lo que no sólo afecta la salud humana, sino también a la biodiversidad y al funcionamiento de los ecosistemas. En el capítulo de Contaminación te ofrecemos mayores detalles respecto a este problema. Finalmente, el cambio climático, que hemos empezado a entender como resultado de la acumulación en la atmósfera del bióxido de carbono producto de la quema de combustibles fósiles, empieza a hacer evidente que también tiene y tendrá efectos negativos en los ecosistemas, especialmente en algunas regiones, como en los polos, donde las temperaturas registradas ahora son más altas que las de los últimos 400 años. Como consecuencia, la extensión del hielo ártico se ha reducido entre 10 y 15% durante la primavera y el verano desde la década de los años cincuenta, lo que ha puesto a los osos polares, las focas arpa y a los zorros árticos, entre otras muchas especies de los hielos árticos, dentro de las que corren el riesgo de extinguirse en las próximas décadas. Otros ecosistemas marinos, como los arrecifes de coral, también han sido afectados por el cambio climático. Sufren del llamado “blanqueamiento del coral” (una enfermedad que si no mata a los corales, los deja severamente lastimados), resultado del incremento de la temperatura superficial del mar y de una mayor cantidad del CO2 disuelta en el agua –que al igual que en la atmósfera también se ha acumulado en los océanos-. Es probable que de seguir aumentando las concentraciones de este gas en nuestra atmósfera (lo que es probable de seguir utilizando el petróleo como lo hemos hecho hasta ahora), muchos ecosistemas resulten afectados seriamente por el cambio climático: algunos podrían desaparecer, como el bosque nuboso y el hielo ártico, y otros cambiar incluso su distribución sobre el planeta, como los bosques de coníferas, que podrían migrar hacia las zonas más frías. Mucha más información respecto a este fenómeno de nuestros tiempos lo podrás encontrar en el capítulo de Cambio climático y ozono. Los delfines de río, como el delfín del río Ganges (Platanista gangetica gangetica) pueden ser particularmente vulnerables a cambios de temperatura en su hábitat. 24 RECUADRO La deforestación Uno de los problemas ambientales de los que oímos muchas noticias en la televisión o en los periódicos o revistas, además del cambio climático, es el de la deforestación. Escuchamos o leemos que cientos o miles de hectáreas de bosques o selvas se perdieron aquí o allá, o que la tasa de deforestación es de tantas o cuantas más hectáreas por año. Pero, ¿qué es la deforestación? La deforestación es la remoción de la vegetación arbolada de un sitio, como las selvas o los bosques, para su transformación a terrenos agrícolas, ganaderos o urbanos. En el mundo y en México, la principal causa de la deforestación es la necesidad de mayores superficies para cultivo y crianza de animales, aunque también la promueven los desmontes ilegales, la extracción de madera, el crecimiento de las vías de comunicación y los incendios forestales. Con la pérdida de las superficies arboladas, además de los daños directos que se ocasionan a las especies de animales y vegetales que habitaban en esos bosques y selvas, también se eliminan los servicios ambientales. Paralelamente, la capacidad que tenían los árboles y el resto de la vegetación natural para secuestrar el bióxido de carbono, lo cual ayuda a mitigar la saturación de la atmósfera de este gas de efecto invernadero, también se inutiliza. Para empeorar las cosas, cuando se utiliza el fuego para remover la vegetación, como sucede en algunas prácticas agrícolas (como el “roza-tumba y quema”), se liberan al ambiente grandes cantidades de carbono. Déspues de la deforestación, los suelos quedan desnudos, lo que favorece la erosión y la pérdida de nutrimentos. 25 Algunas prácticas agrícolas de desmonte, como la roza-tumba y quema pueden liberar grandes cantidades de bióxido de carbono, exacerbando el problema del cambio climático. ¿Cuántas hectáreas de bosques y selvas perdemos? Es probable que te hayas encontrado con cifras muy dispares de superficies deforestadas en México y el mundo. En la mayoría de los casos porque hay distintos metódos y criterios para su cálculo. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) publica periódicamente estimaciones de la deforestación en el mundo. Para el período 2000-2005, calculó que se perdían en el mundo cada año 7.3 millones de hectáreas de bosques y selvas, lo que equivale a perder una superficie semejante al estado de Baja California. Cada año, entre 2000 y 2005 las regiones en el mundo que más deforestaron fueron América Central y Sudamérica (con cerca de 4.5 millones de hectáreas) y África (poco más de 4 millones). Si lo analizamos por países, destacaron Brasil (con cerca de 3.1 millones de hectáreas por año) e Indonesia (alrededor de 1.9 millones). Para México, los cálculos de deforestación también muestran grandes variaciones. Las estimaciones más recientes señalan que, entre los primeros años de la década de los noventa y el año 2000, la Tasa de deforestación por región, 2000-2005 La deforestación es el cambio de una superficie con árboles a otra carente de ellos. En el mundo, entre 2000 y 2005 se deforestaron anualmente 7.3 millones de hectáreas, es decir, una superficie equivalente al territorio de Baja California. Nota: Europa no aparece debido a que no registró pérdida de superficie boscosa en el periodo examinado 26 Países con la mayor tasa de deforestación en el mundo, 2000 - 2005 pérdida de bosques y selvas en el país estaba entre las 348 mil y las 776 mil hectáreas por año. Lo anterior señalaría que en México, en tan sólo una década, podríamos haber perdido entre 3.5 y 5.5 millones de hectáreas de superficies arboladas, es decir, una superficie que oscilaría entre la de los estados de Puebla y Sinaloa, respectivamente. Deforestación de los bosques tropicales de Borneo después de la Segunda Guerra Mundial y hasta el año 2005 Sin bosque Con bosque 27 ¿Y qué hay con México? Para el año 2002, habíamos convertido poco más de 27% de nuestro territorio continental en zonas agrícolas, ganaderas y urbanas. En la Figura 2.6 te mostramos los cambios que han sufrido los principales tipos de vegetación: cómo ha pasado de la vegetación que podríamos encontrar en ausencia de actividades humanas hacia la que observábamos en 2002. Como podrás apreciar, los estados que más han convertido su territorio hacia zonas agrícolas y ganaderas –mostradas en rojo- son los que se encuentran en la vertiente del Golfo, como Veracruz, Tamaulipas y Tabasco; así como algunos del centro del país -Tlaxcala, Puebla Cobertura vegetal original 28 Población (millones de habitantes) En el caso de nuestro país, la pérdida y deterioro de los ecosistemas naturales es también significativa. México es actualmente el onceavo país más poblado del mundo. Nuestra población, al igual que en el caso mundial también creció sustancialmente durante el siglo XX e inicios del siglo XXI: pasó de poco más de 13 millones en 1900 a 103.3 millones de personas en 2005 (Figura 2.5). Población en México, 1900-2050 e Hidalgo-. En contraste, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Quintana Roo, Sonora y Coahuila conservan una parte importante de su vegetación natural, esto es, poseen menos de 10% de su territorio como terrenos para la agricultura, ganadería y zonas urbanas. 2002 Con respecto a tipos de vegetación particulares, México ha perdido 26% de la superficie que originalmente ocupaban sus selvas y bosques. De las selvas tan sólo quedan en el país cerca de 56% de las originales, y en algunas zonas, su pérdida es dramática. Un caso representativo del destino que han tenido las selvas en nuestro país es el de la selva de los Tuxtlas, en el estado de Veracruz. Este lugar es el remanente de selva tropical húmeda más norteño del continente, con una combinación de flora y fauna excepcional, una área donde se mezclan especies de las zonas templadas de Norteamérica y de las regiones tropicales de Centroamérica, así como dueña de una rica variedad de especies endémicas, es decir, de especies que sólo se encuentran ahí y en ninguna otra parte del globo. A pesar de ser una zona habitada desde hace 1500 años, fue hasta el siglo XX cuando la deforestación se intensificó por la construcción del ferrocarril y de carreteras que la comunicaron con el puerto de Veracruz y otras ciudades, y el desarrollo de actividades como el comercio de madera y la ganadería. En 2002, la selva alta y el bosque mesófilo ocupaban tan sólo 11% de su superficie conjunta original, y se encontraban en las zonas más inaccesibles de la sierra e inmersas en un mar de potreros (Figura 2.7). México ha perdido 26% de la superficie que ocupaban originalmente sus selvas y bosques. Deforestación en la región de Los Tuxtlas, Veracruz Sontecomapan Sontecomapan Vegetación original 1976 Sontecomapan Sontecomapan 1993 2002 29 Los bosques templados, como los de oyamel, pino y encino, también se han perdido por completo en algunas zonas, principalmente en el centro del país. En el 2002, se había desmontado cerca de 27% de su superficie original. Por su parte, la vegetación de las zonas áridas, una de las más representativas de nuestro paisaje, conservaba para el mismo año 77% de la superficie original. No todas las selvas, bosques y otros ecosistemas que aún podemos ver en nuestro país, están intactos. Puesto que en muchos de ellos se extraen recursos (madera, tierra de monte, ejemplares de plantas o animales, etc.) o se cría ganado estan degradados o, como lo llaman los científicos, en estado secundario. Esta condición hace que pierdan al menos una parte de la biodiversidad que podrían albergar en condiciones óptimas, así como que sean menos susceptibles a recuperarse de fenómenos naturales que los afectan, tales como huracanes, plagas e incendios, entre otros. En el mundo, la FAO considera que alrededor de 36% de los bosques remanentes están en condiciones prístinas, de los cuales cada año se pierden o alteran, desde 1990, aproximadamente 6 millones de hectáreas. En el caso de México, de las selvas remanentes sólo 35% de su superficie se considera primaria o sin deterioro evidente, 65% de los bosques, 92% de los matorrales (aunque en este caso podría ser menor el porcentaje pero es más dificil detectar si ha sufrido perturbaciones) y 61% de los pastizales. Un ejemplo de reducción de la superficie de los ecosistemas naturales ocurre en el valle de Metztitlán, donde la vegetación de las zonas bajas ha sido remplazada por nogales. 30 RECUADRO La fragmentación de los ecosistemas Los ecosistemas se fragmentan cuando los bosques se deforestan para crear nuevas tierras de cultivo, se construye una nueva carretera o se elimina la vegetación acuática de la orilla de un río o lago para obras urbanas o comunitarias. La fragmentación es la transformación de un área relativamente homogénea de un ecosistema en otra en la que permanecen fragmentos de menor tamaño. En casos extremos, estos fragmentos pueden quedar en forma de “islas” inmersas en zonas alteradas. La fragmentación de los ecosistemas tiene consecuencias importantes. Las poblaciones de plantas y animales pueden resultar afectadas tanto por los cambios en las condiciones ambientales de su hábitat –dado que cambian las condiciones de luz, humedad, temperatura y el flujo de nutrimentos- o porque simplemente son incapaces de sobrevivir en superficies reducidas de sus ecosistemas. Con el tiempo, muchas especies en esos “parches” de ecosistemas pueden extinguirse, lo que empobrece la biodiversidad de una zona. Otras especies, las conocidas como “invasoras”, pueden conquistar los parches y adueñarse de ecosistemas que antes les eran ajenos, con efectos negativos sobre las especies nativas. Además de la extinción de especies, pueden desaparecer o reducirse los servicios ambientales de los ecosistemas. 31 Pongamos ahora algunos datos sobre la mesa. Según un estudio que publicaron científicos norteamericanos en el año 2000, en los primeros años de la década de los noventas del siglo XX, cerca de 66% de los bosques mundiales mostraba algún grado de fragmentación. A nivel continental, Norteamérica fue quien mayor superficie de bosques tenía sin evidencia de fragmentación (cerca de 45%), seguido por Sudamérica (33%) y Eurasia (32%). En contraste, Australia y el Pacífico y África fueron las regiones con menores superficies con ecosistemas sin fragmentación (cerca de 27 y 29%, respectivamente). En el caso de México, los datos más detallados y recientes corresponden más o menos a las mismas fechas del estudio internacional -1994-, y marcan que cerca de 18% de los bosques estaban fragmentados siendo los ubicados en la parte sur y sureste del país los más afectados. El grado actual de fragmentación de los ecosistemas acuáticos continentales y marinos, es difícil de conocer en México y en el resto del mundo. Sabemos que el crecimiento de las zonas urbanas, de la infraestructura productiva o de las actividades turísticas en las orillas de ríos, lagos, lagunas o en las costas, fragmentan los ecosistemas. Al menos en el caso de los humedales costeros –como los manglares y ecosistemas estuarinos-, podemos suponer que la fragmentación podría ser importante en todo el mundo, puesto que sólo en 2000, 40% de la población del globo vivía en las zonas costeras, y en México, cerca de 25%. Con respecto a los ríos, lagos y lagunas –sobre todo los muy grandes y caudalosos-, es probable que la continuidad de los ecosistemas se haya perdido en extremo: por ejemplo, en el río Yangtze, en China, viven cerca de 350 millones de personas (más de tres veces la población de nuestro país), lo que podría darte una idea de la magnitud del deterioro. El turismo en algunas zonas fragmenta los humedales. En el Caribe ha dejado zonas de manglar separadas por grandes complejos turísticos. 32 ¿Cuáles son las consecuencias de la pérdida de los ecosistemas naturales? ¿Te has puesto a pensar que el bienestar del que gozamos hoy día es considerablemente mayor al de los siglos pasados gracias, entre otras causas, a los servicios que los ecosistemas nos prestan todos los días? En efecto, mucho del incremento de las actividades generadoras de riqueza, como el crecimiento industrial y el comercio, entre otras, sólo ha sido posible gracias a que los ecosistemas nos abastecen continuamente de sus bienes y servicios. Si los bosques hubieran dejado de producir la madera, los mares no mantuvieran las poblaciones de peces o los humedales hubiesen cesado de purificar el agua, la situación actual podría ser radicalmente distinta. Desafortunadamente, este crecimiento ha causado el deterioro, la reducción o la desaparición de grandes superficies de ecosistemas. Hemos transformado millones de hectáreas de bosques, selvas y matorrales en campos agrícolas y potreros; muchas de las especies pesqueras se capturan sin descanso en todas las aguas del planeta; enviamos a la atmósfera millones de toneladas de gases de efecto invernadero y vaciamos en mares, ríos, lagos y suelos millones de toneladas de contaminantes que son, finalmente, residuos de nuestra vida diaria. En muchos casos los ecosistemas han sido capaces de resistir, e incluso revertir, el impacto de las actividades humanas y de sus residuos, pero sus límites de tolerancia se han rebasado. En algunos lugares, los humedales ya no detienen el embate de las tormentas y marejadas, y no purifican el agua; muchos ríos, lagos y mares no producen la cantidad de peces de décadas atrás y la atmósfera no tiene más la capacidad de autolimpiarse. Aun cuando podrías pensar que los efectos de la pérdida de los servicios y bienes ambientales sólo podrían ser locales, es decir, en los sitios donde se ha producido el deterioro ambiental, no es así. Con frecuencia las consecuencias trascienden localidades y regiones. Por ejemplo, la pérdida de superficie forestal en una localidad de Chiapas no sólo reduce el abastecimiento de productos forestales y la recarga de los acuíferos de la zona, sino también afecta la capacidad de los bosques para controlar las crecidas de los ríos, lo que podría traducirse en algún momento en inundaciones en zonas lejanas donde los ríos vierten sus aguas. A nivel global, la pérdida de los bosques chiapanecos reducirá la capacidad de captura de carbono e incrementará la absorción de calor terrestre, lo cual exacerbará el problema del calentamiento global. Pérdida y alteración de los servicios ambientales La principal consecuencia de la pérdida, reducción o alteración de los ecosistemas es la disminución o el cese de la producción de sus bienes y servicios ambientales. Ahora podría ser lógico preguntarnos hasta qué punto la transformación y alteración que hemos ocasionado en nuestros ecosistemas ha afectado la producción de sus servicios ambientales (Figura 2.8). Con respecto a los servicios de provisión, tales como la producción de los alimentos o la madera, podemos decir que, en general, su abasto se ha incrementado en el mundo. Actualmente se produce una gran cantidad de alimentos en forma de granos, vegetales y carne; sin embargo, este enorme abasto se ha conseguido a costa de la transformación y degradación de muchos ecosistemas naturales. Los ecosistemas marinos y dulceacuícolas por ejemplo, ya no son capaces 33 Estado de los servicios ambientales en el mundo Madera Cultivos Alimentos Ganado Leña Servicios de provisión Acuacultura Agua Regulación del clima Regulación de la calidad del aire Global Regional y local Control de eventos extemos Control de plagas Servicios de regulación Purificación del agua Incremento del servicio Disminución del servicio Control de erosión de suelos Servicios culturales Valor espiritual y religioso Valor estético La principal consecuencia de la reducción y alteración de los ecosistemas es la pérdida o disminución de la calidad de los servicios ambientales que nos ofrecen. 34 de producir la misma cantidad de pescado que algunas décadas atrás. Cerca de 25% de las pesquerías marinas están sobreexplotadas y muchas otras de los lagos y ríos del mundo se encuentran severamente deterioradas. El caso del agua suministrada para uso humano tampoco muestra signos positivos. Aun cuando la construcción de infraestructura como presas y otros reservorios ha permitido que muchas más personas en el mundo tengan acceso al agua dulce, el uso que hacemos de ella es inadecuado. Tan sólo del agua que utilizamos para regar nuestros cultivos, la extracción excede entre 15 y 35% la capacidad de abastecimiento en el mundo. La conversión de humedales, la contaminación del agua y la pérdida de la biodiversidad en los ecosistemas acuáticos han afectado la capacidad de abastecimiento del vital líquido. Los servicios de regulación que ofrecen los ecosistemas también muestran evidentes signos de deterioro. La capacidad de autolimpieza de los contaminantes de la atmósfera fue rebasada desde hace muchos años, la regulación del clima local y regional se ha visto alterada en muchas regiones, principalmente debido a los cambios de las cubiertas vegetales naturales. De igual modo, el control de la erosión de los suelos, la purificación del agua, el control de plagas y la capacidad de reducir el impacto ante eventos extremos –como huracanes- ha disminuido en muchas regiones del planeta. Finalmente, en lo que respecta a los servicios culturales, la pérdida de especies con valor religioso o representativas de algunos ecosistemas ha debilitado los beneficios espirituales o estéticos que la gente obtenía de ellos. No obstante, en algunos casos la conciencia del valor remanente de ciertos ecosistemas o la presencia de especies en peligro, incrementa el aprecio que la sociedad siente por esos lugares. Por ejemplo, la presencia del quetzal, un ave en la actualidad considerada como en peligro de extinción y emblemática de algunos países y culturas mesoamericanas, incrementa el interés y aprecio que la gente siente por los remanentes de bosques mesófilos de México y algunos países de Centroamérica. Todo lo anterior nos debe alertar acerca de las consecuencias que nuestras actividades han tenido en el ambiente y que podemos ver en cualquier lugar. Es claro que nuestro deseo de obtener bienes y servicios de la naturaleza ha tenido efectos, en algunas ocasiones dramáticos para los ecosistemas naturales. De ahí la importancia de tomar conciencia acerca del valor de los ecosistemas naturales y la biodiversidad que los habita. ¿Por qué son importantes los suelos? Para la mayoría de las personas, el suelo es tan sólo el lugar por donde caminan, juegan fútbol, se siembran las cosechas o, simplemente, se asienta su casa. Sin embargo, para nuestra sorpresa podemos decir que el suelo es un recurso natural muy valioso, tan importante para la vida en el planeta como la atmósfera o el agua de lluvia. Al suelo lo podemos definir como la capa exterior de la corteza terrestre, formada por minerales, materia orgánica, agua, aire y microorganismos en la que se establecen y crecen las plantas. Por supuesto que también es el sitio sobre el cual se asientan edificios y ciudades, pero nos centraremos aquí en su función dentro de la naturaleza. Pues bien, si pudieras observar al microscopio un puñado de suelo fresco, descubrirías que se encuentra formado por minúsculas partículas de minerales (muchas de ellas de distintos tamaños), además de miles de millones de microorganismos (como bacterias, protozoarios, algas y hongos), raíces de plantas y pedacitos de materia orgánica en descomposición, ésta última en forma de restos de plantas y animales (Figura 2.9). 35 Todos los elementos que forman al suelo interaccionan entre sí para formar un verdadero ecosistema complejo y dinámico que permite que las plantas obtengan los nutrientes necesarios para establecerse y desarrollarse. Esto hace posible que muchas especies de animales, específicamente las que se alimentan de plantas –es decir, los llamados herbívoros-, puedan alimentarse también. Y claro está, los seres humanos también nos beneficiamos de las plantas que crecen en el suelo y de las que nosotros sembramos, especialmente aquéllas que nos sirven como alimento, para la producción de fibras (como el algodón o el lino) o para obtener otros productos, como la madera o el papel. Pero los suelos no sólo nos proveen a los seres humanos y a las plantas y animales de alimento (Figura 2.10). También ayudan a reincorporar a los ciclos biogeoquímicos de la naturaleza los elementos químicos presentes en la atmósfera –como el nitrógeno indispensable en la dieta de las plantas y los animales- o aquéllos que quedaron en los restos muertos de plantas y animales –como el carbono y el fósforo, entre otros-. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, los suelos controlan y guían el flujo del agua de la lluvia hacia los acuíferos y los ríos y lagos, los filtran de contaminantes como metales pesados, plaguicidas y nitratos –que de otro modo se acumularían en ellos dañando al ambiente y de paso, nuestra salud-; amortiguan contra cambios bruscos de temperatura y funcionan como almacenes de carbono. El suelo está formado por partículas de minerales, materia órganica, agua, aire y microorganismos. 36 RECUADRO ¿Cuántos tipos de suelos hay? Si has viajado por carretera, seguramente te habrás fijado que con tan sólo unos minutos de recorrido de diferencia, los suelos en dos lugares pueden ser muy diferentes entre sí. Lo habrás notado quizá tan sólo en su color, pero si excavaras y los observaras con detalle, notarías que son muy diferentes. Tendrían quizá partículas de minerales de distintos tamaños, alguno sería más poroso que otro o, simplemente, alguno tendría mayor contenido de agua. En efecto, se reconocen muchos tipos –llamados técnicamente unidades- de suelos en el mundo. Diversas instituciones internacionales (entre las que destaca la Organización para la Agricultura y la Alimentación, FAO por sus siglas en inglés) reconocen cerca de 30 unidades distintas en el mundo. Además de sus nombres, que en ocasiones resultan muy extraños, difieren también en sus propiedades físicas y químicas, todo ello resultado de su ubicación geográfica, de las rocas que les dieron origen, del clima, de la vegetación y de su historia particular. En México hay 80% de los tipos de suelo reconocidos por la FAO en el mundo. Sin embargo, la mayor parte de nuestro territorio está dominado por cinco tipos: Leptosoles, Regosoles, Calcisoles, Feozems y Vertisoles. De ellos, los Feozems son los más aptos para la agricultura, debido a su fertilidad y contenido de materia orgánica, en contraste a los calcisoles, los cuales son extremadamente secos e infértiles, lo que dificulta el crecimiento de las plantas. Tipos de suelos en México En México tenemos la mayoría de las unidades de suelos reconocidas por la FAO. 37 Los suelos... ...sostienen los ecosistemas forestales y los cultivos ...son el hábitat de las bacterias que fijan el nitrógeno atmosférico y lo hacen disponible para las plantas N2 ...filtran plaguicidas ...sirven de depósito de carbono, otros nutrientes para las plantas (fósforo, potasio y nitrógeno), y materia orgánica ...permiten la filtración de agua a los acuíferos acuíferos Los suelos también se deterioran Como ocurre con otros componentes del medio ambiente, los suelos también se deterioran por las actividades humanas (Figura 2.11). Los edafólogos, es decir, los científicos que se especializan en el estudio de los suelos, llaman técnicamente a este deterioro “degradación”. Este fenómeno se refiere a los procesos originados por las actividades humanas que reducen la capacidad actual o futura de los suelos para permitir la existencia de los ecosistemas, para mantener o mejorar la calidad del aire y agua y para preservar la salud humana. Actividades que degradan los suelos en México Sin degradación aparente Agricultura 17.5 % 7.4 % 55.1 % 17.5 % 1.1 % Deforestación 1.5 % Sobrepastoreo Sobreexplotación de la vegetación 0.5 % Urbanización 38 Actividad industrial Y este no es un problema menor. Se calcula que cerca de 2 mil millones de hectáreas, es decir, alrededor de 15% de la superficie terrestre mundial, sufren de algún tipo de degradación de los suelos. Las consecuencias ambientales y sociales de estos procesos pueden ser enormes, involucrando desde la degradación y pérdida de los ecosistemas y su biodiversidad, hasta dramáticos fenómenos sociales como los “desplazados ecológicos” por las hambrunas en las zonas más pobres de África, en donde se estima que 65% de las tierras cultivables sufren de algún tipo de degradación del suelo. En 2002 en México, aproximadamente 44.9% de la superficie terrestre mostraba signos de degradación inducida por el hombre (Figura 2.12). Sin embargo, debemos reconocer varios tipos de degradación. La de mayor presencia en el país es la degradación química (17.8%), que se produce básicamente por un agotamiento de los nutrientes del suelo, debido a su uso intensivo por la agricultura, aunque la presencia de sustancias provenientes de tiraderos de basura, derrames y residuos industriales, así como presencia de sales, también pueden ocasionarla. Degradación de suelos en México en 2002 17.8 % 55.1 % 5.7 % 11.9 % 39 Habrás notado en algún río que, en ciertas épocas, la coloración de sus aguas es pardusca o incluso más oscura. Esto puede deberse a que los sedimentos que se han incorporado a su cauce y que son arrastrados hacia el mar o algún lago por la acción de la fuerza del agua; todos esos sedimentos fueron parte del suelo de zonas río arriba, la que ha quedado desprovista de ellos y seguramente enfrentará problemas por la erosión hídrica. Ésta consiste en la pérdida de las partículas del suelo por el efecto del correr del agua. En México, la erosión hídrica es el segundo proceso de degradación del suelo más importante, afectando cerca de 12% de la superficie nacional. En determinados casos, el agua puede arrastrar tanto material que el suelo queda marcado por profundas zanjas llamadas “cárcavas”, como las que ilustra la Figura 2.13, y en cuya condición es difícil llevar al cabo cualquier actividad productiva o incluso, lograr su recuperación. Los tipos más importantes de degradación del suelo en el país, después de la degradación Cárcavas 40 química y la erosión hídrica, son la erosión eólica y la degradación física, que en el año 2002 afectaban 9.5 y 5.7% de la superficie nacional, respectivamente. En la primera de ellas, el factor que favorece la pérdida de las partículas del suelo es el viento, que las arrastra y puede depositarlas en sitios muy lejanos. En el caso de la degradación física, se produce cuando los suelos pierden la capacidad de absorber y almacenar agua, ya sea porque el suelo se compacta (por ejemplo, por el tránsito de vehículos o animales), se endurece (por la formación de costras) o es recubierto por algún material relativamente impermeable (por ejemplo, por efecto de la urbanización). Las cárcavas son producidas principalmente por el efecto del agua. Cuando se forman, disminuye la capacidad productiva del suelo. ¿Qué puedo hacer...? Ecosistemas: Cuando salgas de día de campo o de vacaciones, evita prender fogatas, ya que si se salen de control podrían afectar irremediablemente al ecosistema. Evita colectar en el campo flora o fauna silvestre. Además de dañar a las poblaciones silvestres de esas especies, podrías estar alterando el equilibrio del ecosistema entero. Tampoco dañes la vegetación cortando ramas, brotes y flores. Suelos: Si vas a fertilizar un terreno, utiliza fertilizantes orgánicos, como las compostas, en lugar de emplear fertilizantes químicos. Con ello evitarás la contaminación del suelo y el agua. Evita derramar en el suelo sustancias peligrosas como petróleo, aceites y solventes. Lecturas y páginas de internet recomendadas PNUMA-WCMC. Los bosques en peligro. Tunza 4: 12-14. Disponible en: http://www. ourplanet.com/tunza/issue0403sp/pages/ contents.html Semarnat. El Medio Ambiente en México. En Resumen 2005. Semarnat. México. 2006. Disponible en: http://www.semarnat.gob. mx/informacionambiental/Pages/indexsniarn.aspx UNEP. One Planet, Many People: Atlas of Our Changing Environment. UNEP. Kenya. 2005. UNEP/GRID-Arendal. Planet in Peril: Atlas of Current Threats to People and the Environment. UNEP. Kenya. 2006. 41 Bibliografía Comisión Estatal del Agua de Jalisco. Lago de Chapala. Disponible en: http://ceasjalisco. gob.mx/chapala.html Costanza, R., R. d´Arge, R. de Groot, S. Farber, M. Grasso, B. Hannon, K. Limburg, S. Naeem, R. V. O´Neill, J. Paruelo, R. G. Raskin, P. Sutton y M. van den Belt. The value of the world’s ecosystems services and natural capital. Nature 387: 253-260. 1997. Dirzo, R. y M. C. García, 1991. Rates of deforestation in Los Tuxtlas, a neotropical area in southeastern Mexico. Conservation Biology 6: 84-90. FAO. The Global Forest Resources Assessment 2005. FAO. Roma. Disponible en: http:// www.fao.org/forestry/site/fra/en/ Gore, A. Una verdad incómoda. Gedisa Editorial. España. 2006. 42 Millennium Ecosystem Assessment. Our Human Plant: Summary for Decision-makers. Island Press. USA. 2005. Semarnat-Colegio de Postgraduados. Evaluación de la degradación del suelo causada por el hombre en la República Mexicana. Escala 1: 250,000. Memoria Nacional 2001-2002. México. 2003. Semarnat. Informe de la Situación del Medio Ambiente en México. Compendio de Estadísticas Ambientales 2005. Semarnat. México. 2005. Disponible en: h t t p : / / w w w. s e m a r n a t . g o b . m x / informacionambiental/Pages/index-sniarn. aspx