Los recreos escolares, una oportunidad para aprender y enseñar. Danilo De la Cruz Ramírez* En todas las escuelas existen espacios y tiempos para el descanso; a las que se les denomina “recreos”, aunque estos tiempos se han convertido a veces en un desenfrenado gasto de energía física, consumo de alimentos, discusiones entre compañeros, juegos bruscos y en menor medida juegos que invitan al trabajo en equipo y a la formación de la persona, aunque existen experiencias interesantes que deberíamos de tomar en cuenta para su aplicación. En un estudio denominado “Fomentando conductas asertivas en el recreo a través del juego” (2011), menciona los programas de intervención para enseñar inclusión y deportividad (Gallegos, 1998), desarrollo de líderes en el recreo (Calo e Ingram, 1994), resolución de conflictos (Evans y Eversole, 1992) y ayuda a estudiantes individuales a controlar sus propios comportamientos (Nelson, Smith y Colvin, 1995). No cabe duda que ese espacio y tiempo valioso debe ser reconsiderado por las escuelas, revisar su sentido y razón más allá de verse como un tiempo de descanso. Es importante que las instituciones educativas, tengan los espacios físicos para el recreo en perfectas condiciones, ello también es respetar los derechos de los niños y jóvenes, no es posible que dichos espacios estén reducidos, hacinados y con elementos que hagan peligrar la seguridad de los estudiantes. Por otro lado, estos tiempos deben contar con la presencia de los adultos, que pueden ser los directivos de la escuela, los profesores tutores o los padres de familia en la idea de incluirlos en el proceso formativo y en la responsabilidad de contribuir con la educación de sus hijos. Los recreos en nuestras escuelas deben contar con la presencia de adultos, que permitan tiempos para aprender y tiempos para enseñar. Oportunidades para aprender Jarrett (2004), señala que el recreo podría ser la única oportunidad que tienen algunos niños para participar en interacciones sociales con otros niños. En muchos salones de clase se permite muy poca interacción. Además, los niños cuyas madres trabajan, que se cierran con llave en la casa después de la escuela con la televisión y los juegos de computadora como compañeros, muchas veces no tienen interacciones con otros niños después de la escuela. Durante el recreo los estudiantes realizan una serie de actividades que en algunos casos están previamente acordadas o que en el momento se acuerdan para su desarrollo, entre ellas también están aquellas que son de rutina o alimentación, todas son oportunidades para aprender. Se debe aprender a respetar a los otros, al más pequeño que corre por el patio, a aquellos que realizan juegos en un determinado espacio del patio, a quienes no tienen ganas de caminar o correr y permanecen sentados, etc. Pues el respeto por el otro se aprende haciéndolo, actuando y demostrándolo permanentemente. También tenemos la situación de género, las actividades de los niños, niñas y jóvenes son diferentes en muchos casos, es un espacio donde debe entenderse que hay que guardar respeto por nuestro par, sea varón o mujer; si se desatará una crisis de género como lo menciona Cantó(2004) en su tesis doctoral. Por otro lado, muchos de los estudiantes adquieren algún producto en la estación de venta, cafetería o “kiosko” de la institución educativa. Los estudiantes deben poner en práctica sus habilidades sociales para solicitar el producto, tener las formas y la cortesía de hacer su pedido; lo que implica también que el otro (expendedor) tenga la misma actitud, sin duda son momentos para sacar lecciones y aprender buenos modales. Los estudiantes muchas veces tienen ese espacio para resolver problemas, por ejemplo cómo hacer la exposición de su trabajo, la manera de armar el equipo de futbol tomando en cuenta las fortalezas y debilidades del equipo contrario, responder a preocupaciones de los amigos respecto a conflictos familiares que atraviesan, organizarse para ir a la fiesta de fin de semana y sortear las condiciones que los padres les señalan, etc. Todas estas situaciones y otras que seguro se dan en esos tiempos del recreo, pueden ser aprovechados pedagógicamente en el aula, tomarse como un caso, un hecho o una situación a discutir; si es necesario que la mirada del docente tiene que ser de mayor apertura y comprender que esa es una gran posibilidad de que los estudiantes aprendan con mayor significatividad. Oportunidades para enseñar Si nos apoyamos en la frase que dice: “debemos aprovechar todos los espacios físicos para enseñar”, pues el patio y la hora del recreo se convierten en una gran oportunidad para hacerlo, y seguro que con mayor significatividad porque no está estructurado bajo un esquema, pero si con un propósito. Es la oportunidad para enseñar a respetar a los demás conscientemente y no por mandato, esta enseñanza recogería todo lo que los estudiantes saben al respecto, sería una manera muy práctica y vivencia de hacerlo. A su vez enseñar que, en medio de la diversidad de edades, intereses, estados de ánimo; todos necesitamos formar parte de un equipo que permita hacer de nuestra vida escolar una buena oportunidad para sentirnos igual que los otros en derechos y se haga respetar ese ideal. El docente puede observar a decenas o cientos de niños en un patio, agrupados en varias actividades, algunos de ellas son juegos cuyas reglas las han puesto los propios estudiantes y las respetan, pues aquel que no lo hace, simplemente sale del juego. De esta situación podemos enseñar a construir consensos, acuerdos y respeto hacia las normas establecidas. También se puede enseñar la importancia de planificar el tiempo de la hora del recreo, pues hay tiempos para consumir la lonchera o adquirir un producto en el “kiosko”, tiempos para ir a los servicios higiénicos, tiempo para ver al hermano menor que estudia en la misma institución o tiempos para hacer alguna gestión administrativa en el colegio. Para la reflexión de los docentes y padres de familia Este no es un tema de una u otra escuela, el estudio de Pinau (1993) señala que el uso del tiempo inadecuado es una situación que se da en el conjunto de escuelas de un mismo contexto; en el caso nuestro país, podría ser por ejemplo en la escuela pública, algo que todavía está por resolver por todos aquellos comprometidos directa o indirectamente con las escuelas. Habría que hacernos algunas preguntas para poder reajustar, proponer, sugerir o ejecutar acciones para optimizar los recreos en las escuelas, entre ellas tenemos: ¿Cómo conceptualizan el recreo los docentes y padres de familia? ¿Qué implica horas menos o más de recreo? ¿Qué ocurre cuando los estudiantes no cuentan con espacios adecuados para el recreo? ¿Quién o quiénes se responsabilizan de lo que ocurra en la hora del recreo? ¿Qué no hacen los estudiantes a la hora del recreo? ¿Qué cuentan los estudiantes sobre la hora del recreo? ¿Es el recreo un anti estresante? ¿Qué tipo de problemas resuelven los estudiantes a la hora del recreo? ¿Qué tan importante es el espacio libre en el recreo? ¿Qué debería existir fundamentalmente en los recreos? ¿Qué aprendizaje del recreo utilizan los niños para aprender en e aula? Podríamos seguir con las preguntas, pero lo más importante es darle una respuestas, quizás nos demos con la sorpresa que ese momento y lugar donde el aprendizaje es más significativo y potente para los estudiantes. Ello nos puede llevar a pensar en reconstruir una escuela para estos tiempos, para los niños y jóvenes de hoy, que sientan que es una espacio para respetar y se respetado, un espacio en la cual pueden tener la libertad para tomar decisiones y organizar sus propias actividades. Sin duda, este cambio tiene responsabilidades y roles; los directivos por su lado tienen que ampliar la perspectiva de hacer este momento del recreo un momento agradable y en condiciones físicas óptimas; los docentes por su parte observar y mediar situaciones que se ameriten hacerlo y a la vez de contar con ideas para considerar los aprendizajes del recreo y como enlazarlos en su trabajo pedagógico; los padres de familia poniendo su cuota de aporte en este proceso y además de dialogar con sus hijos sobre los aprendizajes de estos espacios; los propios estudiantes que deben autoevaluarse y revisar sus propias prácticas, intereses, temores y vivencias que obtiene en la hora del recreo, pues allí todos tenemos la oportunidad para aprender y enseñar. (*) Docente de la Facultad de Educación de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Coordinador Académico del Programa de Especialización en la Enseñanza de Comunicación y Matemática en el II y III Ciclo de Educación Básica.