La utopía política de Platón: El Estado, según República (Politeia)

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La utopía política de Platón: El Estado, según República (Politeia)
En República, libros II-V, Platón propone una utopía política o un Estado utópico; es decir,
sus reflexiones se orientan a definir el Estado fundándolo en las virtudes racionales de la sabiduría,
la valentía, la moderación y, sobre todo, la justicia. Se trata del Estado que considera justo y lo más
perfecto posible para el ser humano, no del Estado Ideal. De hecho ni siquiera es el mejor, puesto
que el Estado más sano sería aquel en que sus ciudadanos se limitaran a satisfacer las necesidades
de vivienda, alimentación y vestido, organizados a partir del principio de la división del trabajo.
Claro que no sabemos cuanto de ironía hay en esta reflexión de Platón. En cualquier caso, el Estado
que vamos a delimitar a conticuación, es el mejor sólo desde la perspectiva de la condición histórica
y natural de los seres humanos, de sus ansías de lujos, poder y dominio.
Plan general. (República libros II-V y VIII-IX)
El estado es una convención entre los hombres impuesta por la necesidad (1). La naturaleza
del Estado, razona Platón, prescribe que haya tres estamentos, cada uno encargado de su función, el
gobierno, la defensa y la producción de bienes, siguiendo el principio de la división del trabajo
según la cual cada individuo sólo realiza bien una tarea, aquella para la que está dotado por
naturaleza. Los individuos, pues, se encuadrarán, de acuerdo con su naturaleza, en una de las tres
clases antedichas: Los guardianes-gobernantes, que deben tener la virtud de la sabiduría y actuar
siempre buscando el bien común y la justicia; los guardias guerreros, que deben ser los más
valientes.; y el resto, que formará parte de la clase productora, cuya virtud principal será la
moderación (sophrosyne)(2). Para que cada clase cumpla con su función optimamente, es preciso:
a) Igualar en derechos a la mujeres; b) deslegitimar la propiedad y la familia privada, al menos para
las dos clases que tienen la responsabilidad en la dirección y la defensa del estado, dado que son la
principal causa de conflictos internos y de injusticias; c) legislar sobre la vida en común, poniendo
especial cuidado en la observación y clasificación de los hombres según sus dotes naturales y sus
virtudes, para que no gobiernen los que están destinados a obedecer y viceversa (3); y d) rechazar la
educación tradicional, proponiendo nuevos contenidos, acordes con la construcción de una sociedad
justa. (4)
El estado así organizado será un estado perfecto y excelente (virtuoso), en tanto en cuanto es
justo -cada cual ocupa el lugar que le corresponde por naturaleza- , sabio, valiente y moderado(5)
La condición para la realización práctica de este estado es que los filósofos gobiernen, pues
1
ellos son los más sabios, en tanto que conocedores de la idea de bien, que es lo mismo que decir que
conocen lo mejor para cada cosa y situación (6). En cuanto a los estados realmente existentes,
coherentemente con su concepción de la realidad, Platón considera que no puede consistir sino en
una degradación permanente, una degeneración del estado perfecto o “excelente” y que los estados
“involucionan” desde la aristocracia, o gobierno de los mejores (7), a la tiranía, que es el peor de los
gobiernos (11) y del peor de los hombres, pasando por la timocracia, o gobierno de los más
valientes (8), la oligarquía (9), o gobierno de los ricos y la democracia, o gobierno de todos (10).
1. Sobre el origen del Estado. Estado sano, Estado enfermo
Platón sabe, como lo sabían los sofistas, que el estado es una convención o acuerdo entre los
hombres, impuesto por la necesidad y la naturaleza. El estado surge porque los humanos son
incapaces de satisfacer sus necesidades básicas; a saber, alimentación, vivienda y vestido, de las
cuales se derivan otras necesidades secundarias..
Si los hombres se limitaran a satisfacer las necesidades primarias y cuidarán su
reproducción, escribe Platón, el estado sería “sano”, sería simple y sin problemas, puesto que, en el
interior, cada uno cumpliría con sus funciones de acuerdo con el principio de la división del trabajo
–cada individuo sólo realiza bien una tarea-, sin aspirar más que a sobrevivir en esta paz y a
entonar, a la luz de las hogueras, canciones de agradecimiento a los dioses. Este estado no tendría
enemigos exteriores ya que nadie aspiraría a conquistar una polis carente de riquezas, por lo que
tampoco tendrían guerras.
Pero, los humanos no se contentan con satisfacer estas necesidades, sino que aspiran al lujo
y las riquezas, con lo que las necesidades se multiplican y la organización social se hace compleja.
Es el origen del estado “enfermo”, rebosante de lujos y siempre metido en guerras. Pero es el
Estado que los humanos quieren, porque el otro sería como un “Estado de cerdos”, según la
valoración de Glaucón (República, libro II). El Estado que Platón proyecta a continuación será algo
así como el Estado enfermo más perfecto posible.
2. Las clases sociales en el Estado
En las sociedades complejas se necesitan, para satisfacer las necesidades básicas de
cualquier Estado, trabajadores que produzcan bienes materiales, guerreros que defiendan y
conquisten, y gobernantes que dirijan el conjunto. El principio de la división del trabajo dice que
cada individuo sólo realiza bien una tarea, la apropiada a su naturaleza. Desde este punto de vista, la
naturaleza ha creado tres tipos básicos de humanos, según la naturaleza de su alma 1: aquellos en los
1. Vosotros, todos cuantos habitáis el estado, sois hermanos. Pero el dios que os modeló puso oro en la mezcla con que
2
que domina el ánsia de saber, porque tienen una naturaleza más racional; aquellos en que prima el
tymos, más dados a la guerra, y finalmente aquellos más bien dominados por los deseos, más
apegados a las cosas y placeres materiales, cuya naturaleza es más apropiada para la producción de
bienes materiales o el comercio que para las otras dos funciones. Y estas serían las clases o
estamentos de una sociedad organizada en un Estado racional.
Claro que con esto no basta para que funcione el estado a la perfección. Para ello, los
gobernantes deben ejercer su labor rectamente, habiendo adquirido las dos virtudes fundamentales
de todo gobierno justo: la sabiduría (sophia) y el principio de hacer siempre lo que más
conviene al Estado. Los guardianes guerreros, por su parte, para cumplir con su función necesitan
haber adquirido la virtud de la valentía (anchía), la cualidad especifica de un alma fogosa. Por su
parte, la clase de los productores, además de la habilidad necesaria para la mera producción de
objetos útiles o bellos, deberán adquirir la virtud de la moderación (sophrosyne), siendo comedidos
en la satisfación de sus apetitos y deseos
3 La propiedad, la familia y las mujeres
Para que los gobernantes y los guerreros gobiernen y peleen simpre por el bien del
Estado, con sabiduria y justicia, unos, y con valor los otros, y para que no tornen su cualidades y
virtudes contra sus conciudadanos, Platón propone que al menos estas dos clases deberían vivir en
una especie de comuna, sin propiedad ni familia privada, pues estas son, en su opinión, el origen de
todos los males para el estado justo, en tanto que generan divisiones y desigualdades en la sociedad
y hacen que guerreros y gobernantes se comporten como “lobos en lugar de perros guardianes del
rebaño”2
se generaron cuantos de vosotros sois capaces de gobernar, por lo cual son los que más valen; plata, en cambio, en la
de los guardias, y hierro y bronce en las de los labradores y demás artesanos. Puesto que todos sois congéneres, la
mayoría de las veces engendraréis hijos semejantes a vosotros mismos, pero puede darse el caso de que de un hombre
de oro sea engendrad un hijo de plata, o de uno de plata uno de oro, y de modo análogo entre los hombres diversos. En
primer lugar y de manera principal, el dios ordena a los gobernantes que de nada sean tan buenos guardianes y nada
vigilen tan intensamente como aquel metal que se mezcla en la composición de las almas de sus hijos. E incluso si sus
propios hijos nacen con una mezcla de bronce o de hierro, de ningún modo tendrán compasión, sino que, estimando el
valor adecuado de sus naturalezas, lo arrojarán entre los artesanos o los labradores. Y si de éstos, a su vez, nace
alguno con mezcla de oro o de plata, tras tasar su valor, los ascenderán entre los guardianes \=gobernantes\ o los
guardias, respectivamente, con la idea de que existe un oráculo según el cual el Estado sucumbirá cuando lo custodie
un guardián de hierro o bronce
2 Si en cambio poseyeran tierra propia, casa y dinero, en lugar de guardianes serán administradores y labradores, en
lugar de asistentes serán déspotas y enemigos de los demás ciudadanos, odiarán y serán odiados, conspirarán y se
conspirará contra ellos, y así pasarán toda la vida, temiendo más bien y muchos más a los enemigos de adentro que a
3
Igualmente, la familia privada es o puede ser un inconveniente para la realización del bien
común, puesto que de ella se derivan muy a menudo conflictos que atentan contra la armonía del
estado (nepotismo, por ejemplo). En este sentido, en un Estado perfecto, se debería legislar sobre la
comunidad de las mujeres y de los hijos, con la finalidad de que todos y cada uno actuara y se
sintiera como parte de un mismo organismo, sintiendo los problemas de cada parte como propios.
Los niños llamarían 'padre' y 'madre' a todos los adultos de la comunidad.
Piensa Platón, “que las dotes naturales están similarmente distribuidas entre ambos seres
vivos, por lo cual la mujer participa, según su naturaleza, de todas la ocupaciones” públicas,
ocupando el puesto de gobernante, guardia o productor según su naturaleza sea de oro, plata o
bronce. Las mujeres, tan extramadamente marginadas de las decisiones ciudadadanas en la Grecia
histórica, adquieren en la teoría de Platón la condición de ciudadanas.
4. Educación
Platón recomienda poner un gran cuidado en la educación, especialmente con los mitos,
pues nos encontramos con que en los mitos tradicionales relatados por los poetas, base de la
educación griega –a través de su conocimiento, los griegos adquirían los valores y hábitos morales
de sus antepasados- hay gran cantidad de falsedades, como que los dioses mienten y se pelean entre
ellos como si fueran humanos. Se hace, pues, necesario desterrar estos mitos del Estado justo e
inventar unos nuevos, que se acerquen a la verdad y que sepan transmitir los principios y hábitos
necesarios para la realización de una sociedad justa y racional, como por ejemplo el mito de la
clases (v. Nota 1), que pretende transmitir a los ciudadanos la necesidad y la justicia de clasificar a
la gente en tres clases distintas, según las virtudes y la naturaleza de cada uno.
5. El Estado excelente
La “excelencia” de un estado se mide por la felicidad de los ciudadanos que lo componen.
Naturalmente no de la felicidad de cada uno, sino de la felicidad de la sociedad en general. Y según
la lógica de Platón una sociedad es feliz cuando el estado es virtuoso y bueno; y algo es bueno y
excelente si es sabio, valiente, moderado y justo. Pues bien, si aplicamos este criterio al estado
anteriormente descrito, hemos de concluir que es sabio –pues lo dirigen los más sabios de todos-,
valiente –lo defienden los más valientes-, moderado –puesto que gobernantes y gobernados están de
acuerdo en quien debe dirigir y defender los asuntos del estado- y justo, dado que en él cada hombre
ocupa el lugar que le corresponde por sus condiciones naturales, y en esto consiste la justicia. Así,
pues, nuestro estado, concluye Platón, es “excelente” y la sociedad feliz.
los enemigos de afuera, con lo cual se aproximarán rápidamente a la destrucción de ellos mismos y del estado.
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6. El Estado ideal posible: Gobierno de los filósofos
“La praxis, por naturaleza, alcanza la verdad menos que la teoría”, dice Platón. Pero aún así,
¿cuáles serían la condiciones necesarias y suficientes para la realización de un estado concreto lo
más semejante posible al estado que acabamos de describir teóricamente?.
A menos que los filósofos reinen en los Estados, o los que ahora son llamados reyes
y gobernantes filosofen de modo genuino y adecuado, y que coincidan en una misma
persona el poder político y la filosofía, y que se prohíba rigurosamente que marchen
separadamente ..., no habrá querido Glaucón, fin de los males para el Estado ni
tampoco, creo, para el género humano; tampoco antes de eso se producirá, en la
medida de lo posible, ni verá la luz del sol, la organización política que ahora
acabamos de describir verbalmente>>.
La respuesta es tan sorprendente que los contertulios amenazan a Sócrates con convertirlo en
objeto de burla si no es capaz de justificar convincentemente sus afirmaciones. Razona Sócrates
(Platón) que lo primero es distinguir los “verdaderos filósofos” de aquellos que se hacer llamar
filósofos y que no son sino “amantes de la opinión”. Los primeros son los que dirigen sus esfuerzos
y anhelos a conquistar la verdad íntegra, contenida en las Ideas, especialmente en la Idea de Bien. Y
este modo de ser de los que verdaderamente se entregan a la filosofía justifica la necesidad de que
sean ellos los que gobiernen en el estado, pues saben que es lo mejor para la sociedad en cada una
de las situaciones y de las ocasiones, y siempre perseguirán el bien común.
7. Las formas posibles de Estados
“El modo de gobierno que hemos descrito es uno, pero podría llamarse con dos nombres.
Así, si entre los gobernantes surge uno que se destaca de los demás, lo llamaremos 'monarquía',
mientras que, en caso de que sean varios, 'aristocracia',” o gobierno de los mejores. Este es el
estado más buen y más justo empíricamente posible. Y el ciudadano de la sociedad aristocrática es
también bueno y justo.
En comparación con esta forma de estado, todas las demás son deficitarias.
La corrupción de la aristocracia da origen a la 'timocracia'. En ésta, los hombres más dados
a la guerra que a la sabiduría ocupan el gobierno –lo que podría deberse a una mala clasificación de
las naturalezas, que daría origen a la discordia interna, con la aparición de la propiedad y la familia
privada, que a su vez sería la causa de que el gobierno cayera en manos de hombres poco adecuados
para la tarea-. Al ser elegidos como gobernantes hombres guerreros y no sabios, pasarán el tiempo
en guerras de conquista, acumularán grandes botines de guerra y acabarán “sedientos de riquezas”,
dando origen a la oligarquía.
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El timócrata se caracteriza por ser “feroz con los esclavos y gentil” con los hombres libres,
amará el poder y los honores mientras es joven, desdeñando las riquezas, pero según se haga mayor
se volverá más codicioso.
El modelo en el que se inspira Platón probablemente sea Esparta.
En la oligarquía, “mandan los ricos –los únicos con derechos políticos- y los pobres no
participan del gobierno”. Es una forma de estado nefasta, pues divide a la sociedad en dos clases,
los ricos y los pobres, perennemente enfrentadas entre sí, lo que imposibilita toda acción en común,
incluida la defensa del estado, ya que lo ricos temen a las multitudes armadas. El oligarca es un
hombre siempre temeroso de perder las riquezas y caer en la vergüenza de la pobreza. Toda su
actividad se orienta a la acumulación de riquezas, sometiendo a este fin tanto las pasiones como el
entendimiento.
Como los ricos se ocupan sólo de acumular riquezas, se vuelven cobardes y temerosos, por
lo que a los pobres se les hace fácil la rebelión: “Tras lograr la victoria, hacen participes a todos los
ciudadanos del gobierno y de las magistraturas”. En la democracia los ciudadanos son libres;
abunda la libertad, particularmente de palabra Es, tal vez, “el más bellos de todos los regímenes”,
pues en él se desarrollan gran variedad de hombres, proyectos políticos, etc. “La democracia parece
ser una organización política agradable, anárquica y policroma, que asigna igualdad similarmente a
las hombres iguales y a los desiguales”. En la democracia, los hombres relativizan los valores
tradicionales y se llenan de discursos y opiniones falsas y petulantes. Es el hombre democrático es
“desmesurado, anárquico, impúdico, prodigo, ...”; en definitiva, “un hombre diversificado y pleno
de múltiples caracteres y que, como aquel estado, es bello y colorido”.
Evidentemente Platón parece estar pensando en la democracia ateniense.
“El deseo insaciable de libertad pierde a la democracia (como el deseo insaciable de riquezas
pierde a la oligarquía). Los ricos son despojados de su fortuna y luchan contra el pueblo; éste pone a
su cabeza a un individuo que se desembaraza de sus enemigos violentamente. Es la tiranía. Al
principio, el tirano libera de deudas a los pobres y les da tierras, pero, cuando se reconcilia con
algunos enemigos y extermina a los demás, promueve guerras para mostrarse como conductor y
para que los impuestos empobrezcan a los ciudadanos y no puedan ocuparse de conspirar contra él.
Se llenará de enemigos y será odiado por muchos. En cuanto al hombre tiránico surge porque “ en
el hombre democrático hay deseos que, además de innecesarios, son contrarios a toda norma; ... El
hombre característico de la tiranía no se arredrará ante crimen alguno” (C. Eggers Lan, Introducción
a República. Ed. Gredos).
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