I.M.E.S. E.C.E.M.E. Curso de Capacitación y Perfeccionamiento para Jefes Montevideo, 20 de abril de 2009 TRABAJO ALUSIVO AL 19 DE ABRIL DE 1825 ¨DESEMBARCO DE LOS 33 ORIENTALES EN LA PLAYA DE LA AGRACIADA¨ Señor Director General del Instituto Militar de Estudio Superiores Señor Sub-Director General del Instituto Militar de Estudios Superiores Señores Oficiales Superiores Señores Jefes y Jefes de Países Amigos Señores Oficiales Personal Subalterno Son en estos días de grandes cambios y de difícil interpretación de los hechos; en los cuales debemos de realizar un alto ante tanto cúmulo de información, análisis apresurados y conclusiones malogradas. Es hoy en día que tenemos la obligación moral de dilucidar sin incertidumbre la importancia de los hechos que ocurrieron en épocas tan lejanas y otras no tanto. Muy fácil es juzgar a hecho consumado en una realidad distinta; pero si somos honestos; y nos ubicamos aunque sea un minuto en la piel de nuestros antecesores podremos sentir vibrar sus deseos, anhelos, preocupaciones y pasiones. Los acontecimientos, como todos sabemos, no pueden ser analizados independientemente ni en forma aislada; sino todo por el contrario dentro de una realidad regional y global que permita una objetividad indiscutible. El Desembarco de los Treinta y Tres Orientales el 19 de abril representó un hecho medular en la Cruzada Libertadora de 1825 y sin dudas también fue trascendente para que nuestra Patria fuera libre e independiente. La Provincia Oriental había sido invadida por los portugueses en 1816 y, al ser incorporada a Portugal, había pasado a denominarse Provincia Cisplatina. En setiembre de 1822, Brasil declaró su independencia y quiso que la Cisplatina quedara bajo su dominio; es entonces que desde Buenos Aires y otros lugares de Argentina, un grupo de orientales liderados por el entonces Cnel. Juan Antonio Lavalleja, quienes habían tenido que huir de su Patria al oponerse a las intenciones del Imperio de Brasil, planeaban darle fin al dominio extranjero. 1 La victoria en la batalla de Ayacucho librada en 1824, que terminaba con el poderío español en esta región de América, llenó de entusiasmo y ánimo a estos patriotas. Comenzaron entonces a organizarse para reunir dinero y armas a efectos de lograr sus objetivos. Se reunían en la sastrería de Pérez y Villanueva, cuyo encargado era el montevideano Ceferino de la Torre, o en los comercios de otros compatriotas como Pascual Costa o Pedro Trápani. Con el fin de llevar a cabo el plan revolucionario, unos días antes, algunos de los futuros libertadores se dirigieron a la campaña oriental para sondear a los caudillos locales y comprometerlos para la hazaña. La mujer oriental también se encontraba presente en la lucha por la libertad de su Patria; a tal punto que doña Josefa Oribe de Contucci, hermana del entonces Tte.Cnel. Manuel Oribe, intentó reducir al batallón de Pernambucanos, lo cual pone en evidencia el fervor patriótico que imperaba en las mujeres orientales. Cuando todo estuvo listo, hechos los contactos para proveerse de caballos cuando llegaran a las costas uruguayas, los orientales, divididos en dos grupos para no levantar sospechas, se embarcaron primero desde San Isidro y posteriormente desde Quilmes partiendo en total 2 pequeños lanchones, cada uno con capacidad para unas 20 personas. Para su seguridad, eligieron cruzar el río en una noche con poca luna y así no ser vistos, pero cuentan escritos de la época que durante la travesía, los lanchones pasaron a poca distancia de buques enemigos cuyos faroles podían verse. Afortunadamente y luego de haberse reunido en la Isla de Brazo Largo los dos grupos de orientales lograron llegar a suelo patrio sin mayores inconvenientes. El 19 de abril de 1825 desembarcaron en el actual departamento de Soriano, en la playa conocida como "La Agraciada" al mando del Jefe de la Cruzada Libertadora, Cnel. Juan Antonio Lavalleja y realizaron el juramento de ¨ Liberar la Patria o Morir por ella ¨ No se sabe con exactitud cuántos eran los orientales que ese día llegaron a la Agraciada, pero se los recuerda con el número 33 como un símbolo de la Cruzada, que seguiría con fervor desde allí y hasta la Independencia. Estos orientales necesitaban un estandarte y adoptaron entonces para su bandera los colores del Gral. José Gervasio Artigas. No es solamente en este hecho que nuestro prócer se encontraba presente sino que también en otro más singular y típico de la grandeza de su persona, al enviarle antes de ingresar al Paraguay todo el dinero que le quedaba al Cnel. Lavalleja para que éste continuara con su empresa. La Bandera de los Treinta y Tres orientales estaba formada por tres franjas horizontales. La azul, en la parte superior, simboliza la grandeza. La blanca, en el medio, la república. La roja, en la parte inferior, la sangre derramada por la libertad y la independencia. Lleva la leyenda "LIBERTAD O MUERTE" reafirmando el juramento que animaba la Cruzada. Hoy esta bandera, como testimonio de tal hidalguía es uno de nuestros símbolos patrios y nos recuerda el enorme desafío de luchar por defender la libertad en cada uno de los lugares en que actuamos, con enorme decisión, con fuerza de espíritu y entrega para ejemplo de las generaciones que nos sucederán. Deseamos una sociedad comprometida que exija y 2 que cumpla los valores fundamentales que sustenta nuestra nación y para esto debemos hacer entender a todo su conjunto que a lo largo de nuestra historia, muchos héroes murieron para que hoy el Uruguay sea libre e independiente. He aquí, donde debemos inspirar nuestro diario vivir, para poder continuar orgullosos con nuestra labor, seguro de nosotros mismos y más importante aún seguros de nuestros mandos, siempre visualizando un porvenir mejor para nuestra institución y por ende para la Nación toda. En forma paralela, debemos mantener nuestra abnegación y desinterés, visualizando como los grandes, la nobleza de nuestros actos enmarcados dentro de los reglamentos vigentes y circunstancias que solo la historia será capaz de juzgar con pronta justicia e imparcialidad; siempre recordando los que en diferentes épocas, pero con un mismo fin, en silencio o ahogados por el ruido de la batalla, ofrendaron sus vidas sin pedir nada a cambio. Es por esto último que debemos recordarlos por siempre pero aprendiendo de sus historias para que no sea en vano y todo por el contrario glorifiquemos su sacrificio. El Oficial responsable del trabajo. Cap. Gerardo Cami.- 3