(Tema 1. DE LOS PRESOCRÁTICOS A PLATÓN)

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Tema 1. P L A T Ó N
1.1- Contexto filosófico
1.1.1.1.1.2.1.1.3.1.1.4.-
Los filósofos presocráticos.
Influencia de Heráclito y Parménides en Platón.
Los sofistas.
Sócrates y su influencia en Platón.
1.2.- Contexto histórico de Platón
1.3. La teoría de Platón.
1.3.1.
1.3.2.
1.3.3.
1.3.4.
1.3.5.
1.3.6.
1.3.7.
1.3.8.
El carácter conceptual de la unidad de lo múltiple.
La idea .
Las causas del mundo sensible.
Verdad y opinión: la teoría del conocimiento.
De la opinión a la verdad.
La dialéctica y la idea del «bien»
La antropología: verdad y existencia del individuo.
La política: la verdad y el estado.
1.3.9. Estructura de La República.
1.4. El libro VII de La República.
1.5. Resumen de Platón.
Tema 1. P L A T Ó N
1.1. CONTEXTO FILOSÓFICO
1.1.1. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS
Los primeros filósofos se enfrentarán a un problema: a los sentidos la naturaleza
se presenta como un cambio permanente. Todo se genera y se destruye en un
ciclo permanente; sin embargo, la razón les dice que de la nada, nada puede
surgir y que lo que es no puede pasar a ser nada. Por ello tratarán de reconciliar
este dilema entre los sentidos y la razón. Algo tiene que cambiar y algo tiene que
permanecer a lo largo de los cambios. Por ello investigarán cuál es el principio
originario del cual procede toda la realidad sin recurrir a la voluntad o génesis
divina. Tratarán de encontrar un principio y una explicación racional del cosmos.
A este sustrato último, origen y causa del cosmos y elemento constitutivo de
todos los seres que componen la fisis o naturaleza, lo denominan arjé. Ese
principio ni se crea ni se destruye, habrá existido siempre y siempre
existirá. De él procede todo y a él todo retorna. Ese principio será a su
vez causa y elemento de los seres existentes. Será la fisis.
Las respuestas a la pregunta sobre cuál es ese arjé fueron diversas:
monistas y pluralistas, materialistas y espiritualistas, concretas y abstractas. Los
principales filósofos presocráticos son:
•
Tales de Mileto.- Es considerado como el primero de los filósofos. Para
Tales, el arjé es el agua, principio de vida y elemento originario que se encuentra
en todos los seres naturales.
•
Anaximandro.- El arjé es un principio eterno de carácter inmaterial,
indefinido, abstracto, denominado apeiron, que se traduce por “lo
indeterminado”.
•
Anaxímenes.- Vuelve a instaurar un sustrato material, el aire, principio
vital y originario del cosmos. Mediante dos procesos opuestos (condensación o
espesamiento y rarefacción o adelgazamiento) se constituyen todos los
elementos: roca, tierra, agua, nubes, aire, fuego.
•
Pitágoras.- Formó una escuela centrada fundamentalmente en la
investigación matemática. Los pitagóricos consideraron que el arjé no es un
sustrato de carácter material, ni tampoco indeterminado o indefinido, sino que se
trata de un principio formal abstracto: el número. Todos los seres se reducen a
números, y todo el conjunto de la fisis se compone en última instancia de
números, los cuales explican toda la realidad.
•
Anaxágoras.- Propone un arjé de tipo espiritual. El orden está presidido
por el nous (entendimiento, razón), que domina toda la naturaleza, la cual está
compuesta de pequeñísimas partículas elementales (homeomerías), que en un
principio se encontraban dispersas, mezcladas caóticamente, hasta que fueron
ordenadas por la fuerza exterior y suprema del nous o inteligencia ordenadora,
que imprimió a la materia caótica y eterna un movimiento de remolino, quedando
formado el cosmos.
•
Leucipo y Demócrito.- La naturaleza se encuentra formada por un
número infinito de elementos ínfimos e indivisibles, llamados átomos, que
constituyen el arjé y que se mueven eternamente en el vacío. Los átomos
presentan diversas formas, y de su combinación surge la pluralidad.
•
Empédocles.- El arjé lo constituyen los cuatro elementos: tierra, agua,
aire y fuego.
•
HERÁCLITO DE ÉFESO.- El arjé es el fuego. El universo es fuego eterno,
que conforme a cierta medida y proporción se enciende y apaga. Esta medida es
el Logos o explicación racional, con el cual se manifiesta el orden y armonía del
cosmos, las leyes que determinan la unidad y lucha de contrarios. Es el principio
explicativo y rector del universo y de su devenir constante, debiendo dirigirse
toda investigación al conocimiento del Logos.
Heráclito concibe al universo en constante cambio y transformación,
continuo devenir y hacerse, llegar a ser, mediante una lucha de contrarios o
dialéctica: "la guerra es padre de todas las cosas". Afirma que "todo fluye"
(panta rei), de manera que no es posible bañarse dos veces en las aguas del
mismo río. Este devenir dialéctico no se realiza de modo caótico ni azaroso, sino
regido y ordenado por las leyes del Logos.
•
PARMÉNIDES DE ELEA.- La oposición radical a la concepción
heraclitiana está representada por la escuela eléata, cuyo fundador Parménides
distingue entre dos caminos o vías de conocimiento e investigación: la verdad y
la opinión.
A) Vía de la verdad: Según esta vía, no hay devenir, sino Ser. El Ser es, y el
no-Ser no es, resultando imposible el tránsito del Ser al no-Ser o a la inversa, del
no-Ser al Ser. Tanto el pensamiento como la expresión tienen por objeto el Ser:
"Lo mismo es el pensar y el Ser”. Las características propias del Ser son las
siguientes:
El Ser es eterno e infinito, ya que no tiene principio ni fin ni limitación
alguna.
El Ser es inmutable y estático, ya que si cambiase dejaría de ser lo que es
para pasar a ser otro, y entonces sería y no sería a la vez, lo cual es imposible.
Por tanto, se niega la posibilidad de cambio o movimiento en el ámbito del Ser.
El Ser es uno, indivisible, completo o continuo, sin vacío, perfecto y
acabado, negando por tanto la pluralidad de seres.
B) Vía de la opinión: Por el contrario, la vía de la opinión o doxa se centra en
las transformaciones del mundo, que solo son mera apariencia o variación, la
cual no existe desde el punto de vista del Ser. La vía de la opinión radica en las
sensaciones, en los sentidos, que captan las transformaciones del mundo e
interpretan los cambios como un llegar a ser, y en ello radica su error, ya que el
Ser no puede darse a los sentidos, no es perceptible, sino que se da en el nous
(entendimiento, razón), y solo es inteligible mediante el nous.
Un discípulo de Parménides, Zenón de Elea, elabora curiosos
argumentos, paradojas o aporías, para defender las tesis de su maestro
Parménides acerca de la imposibilidad del movimiento (Aquiles y la tortuga, La
flecha y la diana, etc).
1.1.2.- INFLUENCIA DE HERÁCLITO Y PARMÉNIDES EN PLATÓN
A la muerte de Sócrates, Platón visitó la escuela de Crátilo, discípulo de
Heráclito, donde toma contacto con las tesis heraclitianas del devenir del mundo
sensible. No obstante, considera que el saber cierto no puede recaer sobre los
objetos físicos, debido a su inestabilidad.
También acude a la escuela de Hermógenes, discípulo de Parménides, donde
recoge la concepción parmenídea del Ser inmutable que solo puede ser captado
por el Entendimiento.
La teoría platónica de los dos mundos puede concebirse como un intento
de reconciliación o superación de las posturas contrapuestas de Heráclito y
Parménides: El mundo sensible de las cosas materiales, corpóreas, sujetas a
constante cambio y devenir, resulta similar a la concepción heraclitiana del panta
rei. Asimismo, el mundo inteligible de las ideas inmutables y eternas se asemeja
a la concepción parmenídea del Ser.
1.1. 3. LOS SOFISTAS
La pregunta acerca del cosmos y su origen (arjé) obtiene diversas y
contradictorias respuestas en los filósofos presocráticos, pero ninguna de ellas
prevalece, lo cual conduce al escepticismo. En consecuencia, tanto los sofistas
como Sócrates abandonan las cuestiones cosmológicas para centrarse en el ser
humano y su entorno comunitario.
Los sofistas (sofós=sabio) se consideran poseedores de
sabiduría,
dedicándose a enseñarla y transmitirla, sobre todo en temas de Retórica, Política,
Moral y Derecho. Las características fundamentales de la sofística son:
a)
ESCEPTICISMO: Es la postura filosófica que consiste en suspender tanto
el asentimiento como la negación a todo juicio que verse acerca de una
determinada cuestión, permaneciendo en la duda sin afirmar ni negar nada.
Entre los sofistas no solo se duda acerca de si existe la única verdad, indudable y
que deba ser aceptada por todos, sino que también se duda que esta verdad, en
caso de admitirse su existencia, pudiera ser accesible al conocimiento humano.
Gorgias manifiesta. "No existe nada verdadero. Si existiera, no podríamos
conocerlo. Si lo conociéramos, no podríamos comunicarlo mediante el Lenguaje".
b)
CONVENCIONALISMO: Tanto las normas morales como las leyes
jurídicas del Estado son arbitrarias y convencionales, esto es, se adoptan por
mero acuerdo o convención entre las personas. No son eternas, inmutables o
necesarias, no emanan de los dioses ni del Logos, ni tampoco se fundamentan en
la naturaleza humana ni en ninguna ley universal, ya que lo verdaderamente
natural es la desigualdad fundamental entre los seres humanos, y el derecho
natural consiste en la ley del mas fuerte y la búsqueda del placer. En conclusión,
no puede darse un criterio objetivo, estable y universal acerca de las cuestiones
morales, sino que estas se supeditan al acuerdo que las personas toman por
propia conveniencia.
c)
RELATIVISMO: En contra de la cultura griega precedente, los sofistas
consideran que tanto la Moral como las normas válidas de comportamiento son
relativas para cada comunidad y para cada determinada época, no existiendo un
criterio universal de verdad. Para Protágoras no existe una norma universal de
conducta, sino que cada cual debe adecuar sus acciones a las circunstancias.
Defiende que "el ser humano es la medida de todas las cosas", esto es, no hay
una verdad absoluta, vigente universalmente, sino que la verdad es relativa,
dependiendo de los intereses particulares y supeditándose al criterio individual.
En el mismo sentido expresa: "Una misma cosa a unos les resulta dulce y a otros
amarga". Y también: "Los juicios de diversos individuos tienen la misma validez,
por tanto se pueden admitir a veces tesis contrarias". El lenguaje adquiere un
valor capital, pudiendo convertirse en instrumento de manipulación y dominio,
como afirma Gorgias: "La palabra es un poderoso tirano, capaz de realizar las
obras mas divinas, a pesar de ser el mas pequeño e indivisible de los cuerpos. En
efecto, es capaz de apaciguar el miedo y eliminar el dolor, de producir la alegría
y excitar la compasión".
Platón, siguiendo a Sócrates, se enfrenta radicalmente a los sofistas. El
mundo de las ideas representa el ser real, inmutable y universal en el cual
podemos encontrar la verdad indudable, absoluta y universal (episteme), tanto
en el orden moral como en el del conocimiento. Con ello trata de superar el
relativismo, convencionalismo y escepticismo de los sofistas.
1.1.4. SÓCRATES Y SU INFLUENCIA EN PLATÓN
1.1.4.1. VIDA Y OBRAS
Sócrates no escribió ninguna obra, pues concebía la Filosofía como
investigación en común mediante el diálogo, quedando reflejados sus
pensamientos filosóficos en las obras de su discípulo Platón.
Es contemporáneo de los sofistas, con quienes comparte el abandono de las
cuestiones cosmológicas y el interés por la Antropología, Moral y Política y su
vinculación con el lenguaje. Pero la postura de Sócrates es completamente
opuesta a los sofistas, a quienes criticará radicalmente.
1.1.4.2. METODOLOGÍA SOCRÁTICA
•
Método inductivo.- Para Sócrates, el Logos es aquello que se dice para
definir una cosa, para dar razones de ella, esto es, la esencia. La vía de acceso al
Logos es la inducción: a partir de muchos casos particulares podemos intentar
generalizar en un concepto universal que exprese la esencia de algo, lo que
verdaderamente es mas allá del cambio y la apariencia. Este procedimiento lo
aplicará a los temas morales, y no a los seres naturales.
•
Mayéutica.- (parto=mayeusis) Consiste en que cada cual de a luz la
verdad, la cual se encuentra en su propio interior. En el diálogo se posibilita este
alumbramiento, ayudando al interlocutor formulando interrogantes que le hagan
dudar, convenciéndole de su propia ignorancia para que pueda aflorar la verdad
universal que se halla en su espíritu.
Al igual que Sócrates, Platón considera que el saber se encuentra en el
interior del alma desde el nacimiento, tal y como se refleja en el mito del carro
alado y la teoría platónica del conocimiento como anamnesis, según la cual
conocer es recordar aquello que ya sabemos desde el nacimiento pero hemos
olvidado.
1.1.4.3. LA FILOSOFÍA COMO INVESTIGACIÓN
El punto de partida de la investigación filosófica socrática es el propio ser
humano: "Conócete a ti mismo", y la primera condición para ello es el
reconocimiento de la propia ignorancia: "Solo sé que no se nada". Para Sócrates,
al contrario que los sofistas, el mas sabio es quien sabe que no sabe, pues el que
se cree en posesión de la sabiduría ignora hasta su propia ignorancia, y no es
capaz de investigar, permaneciendo en la ignorancia, lejos de la verdad y la
virtud, ya que Sócrates - al igual que Platón- identifica el saber con la virtud
(intelectualismo moral.)
Siguiendo a Sócrates, Platón considera la Filosofía como actividad de
investigación incesante. Para ambos, el discurso escrito no comunica la sabiduría,
sino la presunción de ella. Por esta razón las obras de Platón tienen la forma de
diálogo, ya que la explicación racional del universo ( Logos) se manifiesta en el
lenguaje compartido, esto es, en el diálogo. Mediante la forma escrita del diálogo
se reproduce la investigación racional, en la cual radica la Filosofía.
1.1.4.4. INTELECTUALISMO MORAL
Solo quien sabe en qué consiste el bien es capaz de practicarlo. Quien no es
virtuoso y no obra el bien es porque no lo ha conocido, es ignorante, ya que el
bien incide en el entendimiento y determina a la voluntad con tal fuerza que, una
vez conocido, no puede evitarse amado y practicarlo.
Siguiendo a Sócrates, Platón defiende en "La República" el ideal de sabiduría,
que permite liberarse del aprisionamiento en el fondo de la caverna y acceder al
verdadero conocimiento de las esencias inmutables y universales, para lo cual
resulta fundamental la educación. Por ello, a continuación del mito de la caverna
expone el proceso de educación para lograr este estado de sabiduría en los
guardadores del Estado y especialmente en los filósofos, que serán los
encargados de gobernar.
1.1.4.5. LOS CONCEPTOS UNIVERSALES
Los conceptos como el bien, la justicia, la belleza, etc., son para Sócrates de
carácter universal, subsisten de manera idéntica para todas las personas en
todas las épocas, en oposición radical al relativismo y convencionalismo de los
sofistas. Sócrates constantemente investiga en el ámbito de la Ética acerca de
conceptos generales o universales, tratando de alcanzar una determinación y
definición de los mismos, de su esencia permanente, de aquello en lo que
consiste lo bueno, lo bello, lo justo en sí.
Platón comenzó a interesarse por las definiciones conceptuales de carácter
universal siguiendo a Sócrates, encontrando en las definiciones generales
socráticas el verdadero ser permanente e inmutable, extraído del mundo del
devenir. Pero Platón pensó que estas definiciones no pueden recaer sobre los
objetos sensibles, que se encuentran en constante cambio, sino sobre otros a los
que llamó eidos, esencias inmutables y eternas que solo podemos captar por el
pensamiento. Con ello va mas allá de Sócrates, ya que este nunca mencionó los
eidos, mientras que Platón atribuye a los eidos o ideas un valor no solo lógicomental para conocer las cosas, sino ontológico, ya que se encuentran separadas
de las cosas materiales, existiendo como entidades reales e independientes en el
mundo superior del noethos o mundo de las ideas.
1.5.- CONTEXTO HISTÓRICO DE PLATÓN
El surgimiento de la de la Democracia.
Durante los siglos VIII y IX a de C., Atenas estaba formada por una serie
de aldeas alrededor de la Acrópolis. En el siglo VII a. de C. apenas podía
considerarse una ciudad, y estaba regida por los nobles o eupátridas, que
habían abolido la monarquía hereditaria, y gobernaban con pleno poder y
autoridad para administrar la justicia, a menudo de forma arbitraria. En el 621 a.
de C.. el político Dracón modificó la ley ateniense, por la que el poder judicial
de los nobles quedaba limitado. Posteriormente, el político y legislador Solón,
en el 594 a. de C. continuó reduciendo el poder hereditario de los eupátridas,
reformando el código draconiano y otorgando la ciudadanía a las clases bajas.
Durante el mandato del tirano Pisístrato, (560 al 527 a de C.) las
formas de gobierno empezaron a adoptar elementos democráticos. Pero sus hijos
Hiparco e Hipias, ejercieron el poder de forma despótica, hasta que Hipias fue
expulsado por una insurrección popular en el 510 a. de C. (Hiparco había
fallecido antes). Durante el consiguiente conflicto político, los partidarios de la
democracia obtuvieron la victoria, bajo el mando del político Clístenes, en el
año 502 a. de C., comenzando una nueva etapa política basada en principios
democráticos, que supuso el más brillante periodo de la historia de Atenas.
Hegemonía de Atenas
En el 478 a de C., un gran número de estados griegos formaron la alianza
llamada Liga de Delos, encabezada por Atenas, con el propósito de expulsar a
los persas de las ciudades griegas costeras de Asia Menor. Tras la victoria de la
Liga dio comienzo el periodo de hegemonía conocido como la Edad de Oro de
Atenas, o también el siglo de Pericles, que se extiende durante el siglo V a. de C.
Bajo el mando de Pericles, la ciudad alcanzó su mayor esplendor cultural
y artístico. Se construyeron el Partenón, el Erecteion y otros grandes edificios. El
teatro griego alcanzó su máxima expresión con las tragedias de Esquilo, Sófocles
y Eurípides, y las comedias de Aristófanes. Destacan también los historiadores
Tucídides y Heródoto, y escultores como Fidias y Mirón. Surge la figura de
Sócrates (470 al 399 a de C.)
En el -429 termina la Democracia de Pericles. La Democracia había
supuesto un cambio de mentalidad que influye en la eliminación del lenguaje
dogmático, propiciándose la “democratización del Logos”. La verdad es
patrimonio público, siendo preciso desvelarla mediante la investigación filosófica.
La Guerra del Peloponeso: Atenas cede la supremacía a Esparta
A pesar de la excelente situación interna de la ciudad, la política exterior
de Atenas no era óptima. Surgieron fricciones entre los descontentos miembros
de la Liga de Delos, que temían el proyecto hegemónico de Pericles, y trataron
de derribar la dominación ateniense. Además, esta supremacía despertaba los
celos de otras ciudades-estado griegas, en particular de su eterna rival Esparta,
que había fundado otra liga entre las ciudades del Peloponeso.
Desde el 550 a. de C. la liga del Peloponeso empezó a oponerse a Atenas
activamente, hasta que en el 431 a. de C. se inició la Guerra del Peloponeso,
que duró hasta el 404 a. de C.
Precisamente durante esta guerra nace Platón (427 a de Xto.),
desarrollándose su juventud en una época convulsionada por profundos e
incesantes cambios sociales y políticos, que incidirán en sus obras, sobre todo
República y Leyes, y parte del Timeo.
Desde el -429 en que termina la Democracia de Pericles, hasta el –411, se
produce la alternancia de poder entre los dictadores Nicias y Alcibíades. Este
era sobrino de Pericles, y su carácter ambicioso le llevó a intentar conquistar
Sicilia, siendo derrotado.
Como consecuencia de esta derrota, en el –411 dan un golpe de Estado
los oligarcas, con el pretexto de reinstaurar la Democracia. También se aducen
como causas que la educación sofística estaba minando los cimientos morales de
la sociedad. La Oligarquía instaura un régimen de terror.
En el -411 se reinstaura la Democracia. Entre sus adalides se encuentran
Sócrates, el político Cleon y el escritor Eurípides, autor de obras como Las
Troyanas, en la que proclama la inutilidad de la guerra, su crueldad y sus
consecuencias desastrosas.
Platón conoce a Sócrates en el –407, cuando
contaba 20 años de edad.
En el –404, se produce el asedio y capitulación de Atenas frente a
Esparta, que marca el final de la Guerra del Peloponeso (-431 a –404) y el
establecimiento de la hegemonía espartana sobre Grecia. Esta derrota representa
una catástrofe para Atenas, que en el plano político pierde la democracia y la
independencia. Al final de la guerra, Esparta promovió un gobierno de carácter
oligárquico llamado de los Treinta Tiranos para gobernar Atenas, creando
similares cuerpos regentes en las ciudades e islas de Asia Menor.
En la oposición a este gobierno títere de Esparta se encuentran algunos
amigos y parientes de Platón, como Critias, Cármides y Trasímaco, que le piden
colaboración. Pero Platón muestra en la carta VII su decepción: “Pensé que iban
a gobernar la ciudad sacándola de un régimen de vida injusto, conduciéndola a
un orden mejor. (...) Y vi que en poco tiempo hicieron parecer bueno como una
edad de oro al régimen anterior.” (Carta VII, 324b –325ª )
Expulsión de los espartanos y restauración de la democracia.
Primer viaje de Platón a Italia.
Tan solo un año después, en el 403 a. de C., los atenienses, comandados
por Trasíbulo, se sublevaron y expulsaron a la guarnición espartana que había
apoyado a los oligarcas, y restauraron la Democracia e independencia, siendo
secundados en su rebelión por otras ciudades griegas. Pero durante este periodo
democrático se produce la condena de Sócrates, en el –399. También es
perseguido Protágoras, que huyó cuando le quemaron los libros para no morir
como Sócrates.
La nueva Democracia anima a Platón a participar en Política. Pero la
condena de Sócrates le impresiona profundamente, y desde entonces no dejó de
investigar sobre la forma de mejorar la vida política. A la muerte de Sócrates,
Platón se dirige a Megara con un grupo de socráticos, y después a Cirene
(Egipto).
Posteriormente, en el –388 realiza su primer viaje al sur de Italia, la
llamada Magna Grecia, atraído por la fama de los pitagóricos. En este primer
viaje a Sicilia trabó amistad con Dion, cuñado del tirano de Siracusa Dionisio I
el Viejo. Dión era gran admirador de Platón, y le convenció de que sus teorías
políticas podrían llevarse a la práctica. Platón interviene activamente en política,
y critica al tirano Dionisio I intentando moralizarlo. Pero este, temeroso de sus
proyectos reformadores, le hace vender como esclavo en el mercado de Egina,
donde es reconocido por un ciudadano adinerado que lo rescata y pone en
libertad, retornando a Atenas en el –387, donde funda la Academia en el –387.
Declive de Esparta
En el 382 a. de C., Esparta invadió Tebas, polis enclavada al noreste de Atenas,
de la cual era aliada. Como consecuencia de esta invasión, se inició una nueva
guerra entre Esparta y la alianza tebano-ateniense, que finalizó con la batalla de
Leuctra en el 371 a. de C., en la que triunfaron los aliados, poniendo fin
definitivamente a la dominación de Esparta.
Segundo y tercer viajes de Platón a Italia
En el –367, cuando han transcurrido veinte años desde la fundación, ingresa
en la Academia Aristóteles –con 17 años de edad-, enviado por su tutor a
estudiar a Atenas. Durante este mismo año fallece Dionisio I, a quien sucede su
hijo Dionisio II el joven, sobre el que ejercía gran influencia su tío Dión, que
llama nuevamente a Platón para que de su aportación a nuevas reformas
políticas.
De manera que al año siguiente, en el –366, realiza Platón su segundo viaje
al sur de Italia, regresando a Siracusa, pues no se consideraba a si mismo
como “hombre de pura teoría”, pero las intrigas internas por el poder provocan
que Dionisio II sospeche de Dión, y le destierra. Platón permanece como huésped
de Dionisio, al que intentó encaminar hacia la investigación filosófica, pero no
obtuvo resultados positivos y regresó desanimado a Atenas este mismo año.
En el –361 se produce el tercer viaje a Italia, ya que Dionisio II se
arrepiente y requiere nuevamente la presencia de Platón, que emprende su
tercer viaje acompañado por miembros de su Academia, animado también por
Dión, que vivía desterrado en Atenas y deseaba que se le conmutara su pena.
Pero tampoco tuvo éxito, ya que Dionisio no seguía sus directrices, e incluso le
impidió regresar a Atenas, siendo rescatado por mediación del matemático
pitagórico Arquitas de Tarento, logrando regresar a Atenas en el –360. Por su
parte, Dión logró regresar a Siracusa y expulsar a Dionisio II, pero no gozó de la
simpatía del pueblo, siendo finalmente asesinado en la conjura promovida por el
ateniense Calipo.
Platón permaneció dedicado a escribir y a su labor docente en la Academia,
hasta su fallecimiento en el –347.
Supremacía de Macedonia
Tras el fin de la dominación espartana, se desarrolla un periodo de luchas por
la hegemonía en Grecia, en el que Macedonia comienza su política de
expansión. Es una región situada al nordeste de la península helénica, que había
permanecido mucho tiempo atrasada desde el punto de vista social y político. El
rey Filipo II de Macedonia, gran admirador de la civilización griega, era
consciente de la debilidad que ocasionaba la falta de unidad política. Al subir al
trono, trató de unificar bajo su reinado a toda la península helénica, a pesar de
la oposición de muchos políticos griegos, liderados por el ateniense Demóstenes.
Filipo II aprovechó las disensiones internas de las ciudades griegas para
imponerse finalmente con su hijo Alejandro Magno a la alianza entre Tebas y
Atenas en la batalla en Queronea (-338).
A la muerte de Filipo II, en el –336, su hijo Alejandro Magno se
convierte en emperador de los helenos. Como consecuencia de la batalla de
Queronea, arrasa Tebas al año siguiente, pero perdona a Atenas, obviamente
por el respeto que hacia esta ciudad le había inculcado Aristóteles. Tras dominar
Grecia, en el 334 a. de C.. Alejandro comenzó a invadir Persia. Durante los
siguientes diez años, sus conquistas propagaron la influencia, cultura y lengua
griegas por el imperio de Macedonia, que se extendía por Mesopotamia, Persia,
Libia y Egipto, donde funda la ciudad de Alejandría, falleciendo en el –323, a la
edad de 33 años.
1.6. LA TEORÍA DE PLATÓN.
1.6.1. EL CARÁCTER CONCEPTUAL DE LA UNIDAD DE LO MÚLTIPLE.
En el pensamiento de Platón (427-347 a. C.) confluyen todos los temas y
problemas de la filosofía precedente. A través de la profundización de la postura
socrática, Platón se encuentra a su vez frente al gran problema, planteado por
Parménides, de la conciliación de experiencia ( todo está en perpetuo cambio,
pasando del ser al no-ser) y razón ( De la nada, no puede surgir algo; tiene que
haber existido algo siempre, un principio que siempre ha existido, siempre
existirá y de lo que todo surge). La primera cuestión a la que Platón tratará de
responder será qué es ese ser inmutable que permanece y por qué cambian las
cosas.
Sócrates mediante una investigación del lenguaje, investigaba la posibilidad
de un conocimiento universal, preguntaba por la esencia de las cosas,
preguntaba por aquello que hacía a las cosas ser lo que son. Ese algo sería su
esencia universal e inmutable. Tal esencia se expresaría en el concepto y sería
aquello que un grupo de seres tienen en común para ser lo que son, pero al tener
esa esencia, ella haría posible que supiéramos lo que esos seres son, nos
permitiría comprenderlos y hablar de ellos: haría posible un diálogo sobre la
verdad. Con otras palabras, lo investigado va a ser la esencia. La esencia, el
eidos:
- Es lo que hace que las cosas sean.
- Dice lo que cada cosa es; las hace ser lo que son y con ello las hace inteligibles
para nosotros y comunicables: permite, pues, el diálogo y el conocimiento.
- Es lo que permanece, la especie y el género, aunque los individuos concretos
desaparezcan.
- Es lo que tiene en común una cosa consigo misma, o un grupo de seres entre sí
(¿ qué tiene que ser un individuo para pertenecer a una determinada especie?)
Ese algo que hay en común entre los seres diferentes, la unidad de la
multiplicidad, siguiendo a su maestro Sócrates, Platón lo investigará en el
concepto. El segundo y más importante problema al que se va a enfrentar Platón
es el de la crisis de su polis, Atenas, envuelta en la injusticia por las luchas
intestinas, su mala organización y sobre todo por una crisis de los valores
(conflicto fisis- nomos); todo ello condujo a la condena a muerte de Sócrates,
broche culminante de la injusticia. Esa lucha de valores se manifestaba en el
fenómeno sofístico que defendía posiciones relativistas, convencionalistas cuando
no puramente escépticas. Los sofistas tendían a poner de relieve aquellos
aspectos del conocimiento por los cuales éste no puede pretender presentarse
como verdad necesaria, sino sólo como opinión individual y antinómica, o
como simple sensación. Esto es lo que hace que no quepa posibilidad de una
verdad común. Si todo depende de los intereses, de las sensaciones particulares
o de la cultura a la que se pertenece, no existe la posibilidad de una verdad
objetiva común; todo es cuestión de opinión y todas las opiniones tienen el
mismo valor. La política, es decir, la organización de la vida en la polis con sus
leyes e instituciones no sería más que la expresión del interés particular y de la
violencia física o económica, es decir, los valores y las leyes serían el fruto de la
voluntad de los más fuertes o de quienes con su palabra saben mejor seducir al
pueblo. La República será una obra dedicada a refutar la tesis de Trasímaco: La
verdad y la justicia no son otra cosa que lo que los más fuertes imponen.
Frente a esta situación va a reaccionar Platón, primero retirándose de la vida
política para centrarse en los viajes y el estudio que terminarán en la fundación
de la Academia. Pero después, hará su propuesta crítico-utópica donde
reflexionará sobre cómo solucionar esa crisis de la polis. Gran parte de su obra
se centrará en este problema:
¿ Cómo organizar la polis según el bien, la
verdad y la justicia de manera que sea posible la armonía y la felicidad ? La
República será una respuesta a ese problema. La polis sólo podrá encontrar un
orden justo cuando sea organizada de cara al bien por alguien que lo conozca y
lo practique, por alguien que conozca las verdades objetivas más allá de los
intereses particulares. De ahí que para poder organizar la polis armónicamente,
ha de ser posible encontrar valores objetivamente válidos para todos
(
problema del conocimiento y del filósofo) y en base a ellos organizar la ciudad
( problema de la paideia o educación) .
En primer lugar vamos a abordar el problema de la posibilidad de los valores
objetivos , del modo de conocerlos y de si cualquiera puede llegar a conocerlos.
1.6.2. LA IDEA .
a) El problema del contenido del concepto. - Cuando tratamos de definir o
indicar lo que algo es de manera esencial recurrimos al concepto. El concepto
difiere tanto del conocimiento de lo particular como de la sensación. El contenido
del concepto es lo que hay de idéntico en cada cosa particular y sensible, o en
ciertos grupos de cosas. Hasta aquí había llegado Sócrates. Pero, ¿en qué
relación se encuentra el contenido del concepto con las cosas particulares y
sensibles? Éste es el problema que debe afrontar Platón antes que nada.
b) La inmutabilidad de la idea. El concepto es invariable y constantemente lo
que es, mientras los entes particulares que corresponden a él nunca se
mantienen idénticos a ellos mismos, sino que cambian continuamente. Éste
hombre nace, se transforma al crecer y perece; en cambio, la esencia de “
hombre”, lo que a un individuo le hace que sea un hombre, permanece inmutable
y eterno. Pepe es un hombre porque posee esa esencia. Pepe desaparecerá, pero
la esencia seguirá siendo la misma eternamente. Si quiero hacer ciencia del
hombre, he de buscar esa esencia que todos los hombres tienen e común y que a
cada uno le hace ser hombre, lo universal y necesario y no lo específico de Pepe,
que desaparecerá cuando el muera. Lo mismo sucede con la justicia, lo bueno, lo
bello y los actos justos, las cosas buenas y bellas.
A1 contenido del concepto Platón lo llama idea. Por lo tanto, mientras los entes
particulares devienen y son mutables, la idea es inmutable y eterna, y por lo
tanto es el ser por excelencia. La idea es el ser mismo en su aparecer. La
idea es la physis misma, el ser permanente e inmutable. En este sentido es la
verdad inmutable que hay que desvelar por la razón ya que no se capta por los
sentidos. La idea sería el sustrato permanente e inmutable de las cosas, único
objeto de conocimiento (episteme) necesario. Objeto independiente del mero
parecer cambiante u opinable.
c) El mundo inteligible.- La idea es pensada (concebida) no sentida.
Podemos tocar, ver, oír a este hombre, pero no tocar, ver, oír al «hombre». La
idea es un significado: el significado que muestra qué es cierto ente, y los
significados no se tocan ni se ven; los significados son pensados. Ya que las
ideas son tantas como conceptos hay, las ideas constituyen un mundo
inteligible, diferente, pues, del mundo sensible, formado por los entes
particulares y mutables. El mundo de las ideas es el contenido del conocimiento
conceptual; el mundo sensible, el contenido del conocimiento particular y
sensible. El Ser inmutable y eterno es lo estudiado por el conocimiento
conceptual; mientras que el conocimiento sensible tiene como contenido el ser
que deviene y llega a corromperse.
En otros términos: lo pensado (el contenido del concepto, la idea) difiere de
lo sentido; pero lo pensado no es algo «simplemente pensado» (algo, pues,
quimérico e irreal): la idea es el Ser inmutable y eterno y divino, que por lo
tanto difiere del lo sentido que es el ser en devenir y caduco. Para Platón el
verdadero ser es la idea; en ello consiste el «idealismo» platónico. El ser de las
cosas sensibles y sujetas al devenir está constituido por las ideas. Cuando un
ente sensible se genera, todo su ser ya preexistía (ya que su ser es la idea, en
virtud de la cual éste existe), y cuando se corrompe, todo el ser continúa
existiendo. De esta manera Platón concilia el problema de la inmutabilidad y del
devenir del ser. Los seres sensibles cambian, la idea es inmutable. Por ello Platón
hablará de la existencia de dos mundos: uno sensible, sometido al movimiento
y el cambio, formado por los seres físicos y otro inteligible, inmutable y
objetivo, formado por las ideas. Ahora bien, ¿ qué relación guardan entre sí
ambos mundos?
1.6.3. LAS CAUSAS DEL MUNDO SENSIBLE
a) La idea es la causa formal de lo sensible. - La idea es por lo tanto la
«verdadera causa» del mundo sensible: todo lo que es lo es porque en él de
alguna manera está presente el mundo inteligible. Por ejemplo, si una
cosa es bella, por ninguna otra causa es bella sino por la presencia en ella de lo
bello en sí (o sea de la idea de lo bello); y por ninguna otra causa Sócrates es
hombre, si no es porque en él está presente el hombre en sí. Por lo tanto, los
entes sensibles se generan porque participan de cierta idea (o sea aquella por la
cual son lo que son), y se corrompen cuando ya no logran participar en ella.
Platón expresa de varias maneras la «presencia» de la idea en lo sensible:
diciendo que lo sensible «participa» o "imita" la idea, o que es su "copia"
e «imagen».
b) El Demiurgo es la causa agente de lo sensible. - Si 1o sensible se genera
porque participa de lo inteligible, por otra parte es necesaria una causa de la
generación , o sea una causa que haga lo sensible partícipe de lo inteligible. Se
requiere una fuerza que tenga la capacidad de producir lo sensible a imagen y
semejanza de lo inteligible. No puede tratarse, pues, de una fuerza ciega, sino de
una potencia que es a la vez suprema sapiencia: la sapiencia del que
conoce totalmente el mundo inteligible y, por lo tanto, puede adoptarlo
como modelo en la producción de lo sensible. A esta suprema potencia de la
sabiduría Platón lo llama Demiurgo del universo (artesano divino).
c) La Jora «Madre» de la generación, causa material de lo sensible. - Si
la idea está presente en el mundo sensible por obra del Demiurgo, la constitución
del mundo sensible requiere finalmente también la existencia de lo que recibe
lo inteligible. Si lo sensible es imagen de la idea, la imagen puede existir sólo
en cuanto está constituida por «algo» que por obra del Demiurgo, se
transforma justamente en imagen de la idea y es, pues, su
«receptáculo»: la « Madre» que espera la fecundación demiúrgica.
Esta naturaleza materna (Platón la llama también jora, «espacio»),
justamente porque puede recibir toda impronta de la inteligencia, de por sí no
tiene ninguna inteligibilidad- o sea que no es tierra, ni aire, ni fuego, ni agua,
sino que es absolutamente indeterminada; es, por tanto, la pura capacidad
de recibir cualquier forma. Una capacidad eterna que no puede generarse o
destruirse y coexiste eternamente con el mundo inteligible y con el Demiurgo. Ya
que de por sí está privada de toda inteligibilidad, es el caos originario, al que
transforma en cosmos ordenado la acción del demiurgo. Y como la idea es el
principio de todo bien, el caos originario es, como tal, principio de todo mal.
La idea, su presencia en lo sensible, la actividad demiúrgica y el
receptáculo informe son, pues, las causas de la existencia del mundo sensible.
1.6.4. VERDAD Y OPINIÓN.
a) El objeto de la ciencia es el ser inmutable.- El encuentro con la verdad es
algo insólito en la vida del hombre: la mayoría vive en la no-verdad; y aun
aquellos pocos que tienden a ella -y que por esta tendencia deben ser llamados
«filósofos» (o sea amantes de la verdad, de la sabiduría)- la encuentran al
término de un laborioso proceso, que conduce más allá del común modo de
pensar y de vivir.
La verdad, como saber incontrovertible, o sea como ciencia,
episteme, es conocimiento de la idea o sea el ser inmutable, del ser que es
absolutamente: la mayoría, en cambio, sólo conoce el mundo sensible:
ignora lo bello en sí, lo bueno en sí, lo grande en sí y todas las otras ideas, y sólo
sabe de cosas bellas, de cosas buenas, de cosas grandes; conoce únicamente las
imágenes, sin saber que son imágenes y, por lo tanto, viven como en un
sueño, porque soñar es justamente considerar que las imágenes son realidades
verdaderas. Al igual que Parménides, Platón llama opinión (doxa) a este
sueño que consiste en el conocimiento vulgar del mundo sensible.
b) El objeto de la opinión es el ser que deviene. - Por otra parte, si la
ciencia (la episteme) se refiere al ser que es de manera absoluta, no puede
sostenerse que la opinión se refiera a la nada (a esta consecuencia no podía
escapar Parménides); el objeto de opinión no puede, ciertamente, coincidir
con el objeto de la ciencia, sino que es siempre algo que, aun no siendo
el ser absoluto, participa de él. En efecto, las cosas sensibles, objeto de
opinión, son lo que son en cuanto, como hemos visto, participan de las ideas
correspondientes; pero ya que participan del ser, pero no coinciden con él, las
cosas sensibles participan también del no-ser, y todo lo que son, empiezan y
dejan de serlo.
La opinión tiene, pues, como contenido algo de «intermedio»
entre el ser y la nada; este intermedio es justamente la realidad sensible
que, en cuanto que deviene, participa del ser y del no-ser.
1.6.5. DE LA OPINIÓN A LA VERDAD.
a) La primera parte del "mito de la caverna". - El camino que conduce de la
opinión a la verdad es la filosofía. La opinión es la situación en la que el hombre
vive comúnmente; hasta las mejores opiniones son «ciegas»: quien las posee se
asemeja a un ciego que camina recto por la calle; en efecto, no conoce las
razones de aquello de lo que está convencido.
Cuando vemos una película podemos decir que es buena o mala, pero eso
es tan sólo una opinión que tiene que ver con nuestros gustos. Puede ocurrir que
nos guste, siendo un bodrio, o que nos guste, siendo una buena película. Sea
como sea nuestra opinión es infundada. Para saber lo que queremos decir
cuando afirmamos que es buena, tendríamos que aducir razones y esas razones
pueden ser un mero opinar o intentar conocer el funcionamiento y técnicas de
cine, lo que supone una buena guionización, dirección, iluminación, uso de la
cámara, de la luz, del lenguaje narrativo, de la innovación de los géneros o de la
crítica social más allá del happy end...,con la consiguiente creación de una obra
maestra. Todos estos factores que suponen un amplio conocimiento suponen un
esfuerzo de aprendizaje que la mayoría no realizamos ni estamos dispuestos a
realizar muchas veces. Ese aprendizaje nos permitiría “dialogar con fundamento”
y no meramente “opinar”. Sin embargo, la mayoría “opinamos”.
En el libro VII de La República, Platón parangona a que vive en la opinión
con un prisionero que, atado desde el nacimiento en el fondo de una caverna, no
puede moverse y menos volver la cabeza. Detrás de él, arriba, arde un fuego; y
entre él y el fuego hay un pequeño muro del que sobresalen, llevados por ciertos
portadores, estatuas y simulacros que representan todo tipo de cosas. Desde el
nacimiento, el prisionero ve sus sombras proyectadas sobre la pared de enfrente
y está convencido de que las sombras son la verdadera y única realidad. Pero si
logra liberarse de las cadenas, puede descubrir las simulaciones que se mueven
detrás de él, y si sale de la caverna puede contemplar finalmente -cuando se
haya acostumbrado a la luz del día- las verdaderas realidades de las que esos
simulacros son copias e imágenes.
b) Imaginación, fe, raciocinio, ciencia. - La vida en la caverna corresponde a
la opinión; la de fuera de la caverna, al conocimiento de lo inteligible, o sea a la
"inteligencia". Opinión e inteligencia se dividen a su vez en dos grados. En la vida
cotidiana (que es justamente el mundo de la opinión) se pueden encontrar o no
cuerpos sensibles (que corresponden a los simulacros del mito de la caverna) o
las imágenes de éstos (las sombras del mito) de cualquier manera que se
formen: en los sueños, en las fantasías, en los productos del arte humano, etc.
Estos dos momentos de la opinión son llamados por Platón "fe" e "imaginación"
respectivamente. Como la opinión respecto de la inteligencia es no-verdad,
también la imaginación es no-verdad respecto de la fe. A nivel de actualidad,
podríamos decir que la eikasía correspondería a confundir la realidad con la
imagen y a afirmar que aquello de lo que no tenemos imagen no existe. Así
nuestra realidad sería la presentada por los medios de comunicación, nuestra
cultura, nuestro mundo y relaciones restringidas, nuestra enseñanza..., y la pistis
correspondería al ámbito de quienes producen esa realidad, la seleccionan, la
ordenan y nos la transmiten. Nosotros, prisioneros de nuestra cultura y de sus
medios de expresión podemos acomodarnos a esa visión y aceptar que no hay
otra, que eso es la realidad; también nos podemos convertir en productores de
imágenes interesadas en mantener el orden social tal cual es, pero cabe la
posibilidad de querer autogobernarnos y conocer la verdad con fundamento,
desenmascarando las falsas apariencias, a pesar de que esto sea duro o
peligroso. Para ello hay que sentir dentro de sí la llamada de la indigencia, de
que carecemos de algo, de que lo que vemos no se acomoda ni llena nuestro
vacío, de que “nuestra realidad” no es toda la realidad, e incluso que nuestra
realidad posee un espacio de sombra excesivamente grande que hay que
“desvelar”. Esa llamada es el amor filosófico que Platón describe en el Banquete
y en el Fedro. En ellos el amor (“eros”) es una metáfora de la filosofía y de su
llamada. Cuando sentimos esa llamada, el amor nos impulsa a la búsqueda de
aquello de lo que carecemos y nos permite, reconociendo nuestra ignorancia,
prepararnos para acceder con autenticidad a la inteligencia, al diálogo de razones
objetivas, al desvelamiento de la realidad. Así se abre para Platón la posibilidad
de la inteligencia.
Pero también la inteligencia está constituida por dos momentos, el
primero de los cuales es no-verdad respecto del segundo, que precisamente es la
verdad en su significado auténtico, o sea como saber incontrovertible, episteme,
ciencia. En efecto, la inteligencia también puede ser conocimiento geométricomatemático. Este tipo de conocimiento -llamado por Platón "raciocinio"- en la
filosofía platónica recibe una de las caracterizaciones más fundamentales y
duraderas.
c) El conocimiento geométrico-matemático. - El razonamiento geométrico se
sirve de ciertas figuras sensibles: las figuras geométricas dibujadas en el papel,
en la arena o de otra manera. Pero estas figuras sensibles no son el objeto
propiamente dicho de la geometría, sino sólo la imagen de tal objeto. En efecto,
cuando la geometría considera las propiedades, por ejemplo, del cuadrado,
refiriéndose a un cuadrado concreto dibujado en una hoja, no afirma que tales
propiedades competan justamente a este cuadrado sensible y específico, sino
que las atribuye al cuadrado en sí: tiene como objeto la idea del cuadrado, en la
que participa y a la que imita todo cuadrado sensible. Consideraciones análogas
se pueden desarrollar a propósito del razonamiento matemático.
Las disciplinas geométrico-matemáticas son, pues, formas de conocimiento
conceptual, sin embargo aún no son verdad y ciencia. En efecto, parten de
hipótesis no justificadas, y al asumirlas como conocimientos indudables y
evidentes, construyen sobre ellas todas sus demostraciones. Su saber, que no
es, pues, incontrovertible sino sólo hipotético.
Para entender el planteamiento platónico, recurriré a la obra Fedro, donde
nuestro autor nos habla de la belleza en sí, pero en lugar de plantear el tema
parafraseándolo, os lo expondré con un ejemplo histórico. Sabemos que cuando
determinados escultores del periodo clásico esculpían una estatua, para realizarla
no escogían a un solo efebo, sino que siempre tenían delante a varios modelos,
ya que ninguno de ellos tenía todos los caracteres deseados. Así de unos se
escogía la cara, de otro podía escogerse el torso, etc... Finalmente del mármol
siguiendo a esos modelos, el escultor producía una imagen bella. Ahora bien, si
queremos responder por qué esa estatua es bella y por qué nos sigue
impactando, tendríamos que seguir un proceso de análisis minucioso.
Obviamente podremos decir que opinamos que es bella y basta, pero también
podríamos seguir el proceso seguido por el escultor. La imagen es bella, pero es
una imagen (eidolon, eikasia), una copia, su belleza es derivada, dependiente de
los modelos físicos, los efebos seleccionados por el escultor ( ámbito de la pistis).
Un escultor, para realizar la estatua precisaba de unos conocimientos – que la
mayoría de nosotros no poseemos -; es en base a ellos por lo que escogió a esos
modelos físicos y no a otros. ¿ Por qué los escogió? Esa elección no corresponde
ya simplemente a una cuestión de gusto sensible, sino a hipótesis sobre la
belleza y la proporción geométrica. Los modelos físicos escogidos no eran bellos
en sí mismos, sino que su belleza era debida a la proporción de sus partes. Para
poder hablar de proporción hay que conocer las proporciones. Ahora bien, ¿ por
qué han sido escogidas determinadas proporciones y no otras a la hora de
seleccionar los cuerpos sensibles? Para poder responder hay que preguntarse por
el fundamento de la belleza, por la idea de belleza. Esa idea sería el fundamento
último que hace que determinadas proporciones entre las partes formen un
conjunto armónico proporcionado y bello. Es decir hay que tener la idea de
belleza – el canon griego en escultura, la idea de areté en la dimensión éticopolítica de la vida, tanto en el individuo con relación a sus partes, como de la
ciudad con respecto a las suyas-. Si no tenemos la idea de belleza mal podemos
buscar en las proporciones matemáticas que de ella derivan y en la cual se
fundamentan; es decir, las proporciones matemáticas por sí solas y por
separado, sin relación carecerían de razón de ser. De hecho si unimos varias
proporciones entre sí, no por ello configuran un todo armónico y proporcionado.
Así pues, elegir unas proporciones u otras es algo arbitrario sin una idea de
belleza que dirija la elección, belleza que no es sino la unidad completa por la
cual determinadas proporciones son bellas. Esas proporciones y esa idea han
hecho que el escultor las busque en los cuerpos físicos que actuarán como
modelos y finalmente se copiaran en la materia de mármol. Así pues, la estatua,
los efebos y las proporciones matemáticas ( eikasía, pistis, dianoia) son bellos en
tanto que participan o comparten su semejanza con el ideal de belleza. Son
bellezas derivadas. Su verdad está en la idea, al igual que la verdad de un
edificio está en la idea conjunta de un arquitecto que plasma en un plano su idea
de edificio, dibujando en él medidas, proporciones, cálculos y de ese plano y
cálculo depende la construcción del edificio.
1.6.6. LA DIALÉCTICA Y LA IDEA DEL «BIEN»
a) La superación del conocimiento hipotético.- La verdad y la ciencia
(episteme) se constituyen sólo en el ámbito del conocimiento conceptual. Pero
para que esto suceda, el conocimiento conceptual debe liberarse del carácter
hipotético y controvertible que aún compete a las disciplinas matemáticas; en
general, debe superar todo tipo de conocimiento hipotético y opinable a fin de
llegar al "principio no hipotético de cada cosa", es decir, a ese contenido
inteligible originario, cuya inteligibilidad no depende de ninguna otra cosa y de la
que en cambio depende todo conocimiento del mundo inteligible.
Platón llama noesis ( «intuición) a esta forma suprema de la inteligencia
humana, en la que se manifiesta la verdad primera y fundamental. Esta
superación de todo conocimiento carente de verdad, que se eleva al
principio no hipotético y desde él desciende hasta los términos últimos
del mundo inteligible, es llamada por Platón dialéctica.
El principio no hipotético, del que depende el conocimiento de todo el mundo
inteligible, es la idea del "bien", un término, este último, que no tiene el
significado exclusivamente «moral» que se le suele atribuir.
b) El «bien».- En efecto, no puede conocerse cosa alguna (sensible o
inteligible) -o sea que se poseen opiniones sólo más o menos plausibles- si no se
sabe en qué consiste su «bien», su perfección, y si por lo tanto no se conoce el
«bien» en él mismo.
Cada cosa, en efecto, es un «bien» determinado: justamente porque es un
ser determinado y no es una nada, cada cosa posee cierta efectiva
correspondencia con lo que considera que es, o sea posee lo que se le requiere
para que sea la que es; y en este sentido cada cosa es un «bien» determinado.
La idea del «bien» es el supremo vértice del ser; es pues, a la vez, la
causa por la cual puede conocerse en la verdad y la causa por la cual
todo lo cognoscible existe y es o que es. De ella es imagen el sol , que en el
mundo sensible ilumina y a la vez hace que las cosas sean.
c) Unificación y división de las ideas.- Como toda idea es la unidad de un
múltiple (por ejemplo, la idea de «hombre» es lo que hay de idéntico en los
muchos hombres sensibles), así la idea del «bien» es la unidad de lo
múltiple ideal ( o sea que participa de todas las ideas. La dialéctica es la
ciencia que, por un lado, sabe ver el orden según el cual lo múltiple sigue
unificado en ideas cada vez más amplias, hasta en la idea del «bien»; por el otro
lado, ve el orden según el cual la unidad suprema sigue estando dividida en ideas
cada vez más restringidas hasta aquellas que no son ulteriormente divisibles. (La
amplitud-restricción de las ideas consiste en su capacidad para ser compartidas
por una cantidad mayor o menor de entes. Por ejemplo, la idea de «animal» es
compartida por el hombre, el caballo, etc.; la idea de cuerpo participa en la de
todos los animales, pero también en la de aquellas cosas -piedras, casas,
estrellas, etc.- que son cuerpos, pero no animales.)
En todo ente, en definitiva, la idea es lo que el ente es, es el «qué es» de
cada ente. Por ejemplo, el ser hombre (la idea de hombre) es lo que cierto
individuo humano es, es el "qué es" de este individuo. La idea es el principio de
determinación, de unificación de lo múltiple y de inteligibilidad de cada ente.
Pero Platón descubre además que entre las ideas (y por tanto entre todos los
entes) hay una relación más compleja que aquella en lo que consiste su recíproca
negación: aquello por lo cual si «hombre» no es (y no significa) «blanco» y no es
(y no significa) "caballo", por otra parte, mientras que «hombre» v «blanco»
pueden conjugarse (y esta conjugación se expresa diciendo que «el hombre es
blanco»), viceversa «hombre» y «caballo» no pueden conjugarse (o sea no
puede afirmarse que «el hombre es caballo»). La «dialéctica» es justamente
la episteme, la ciencia que conoce con cuáles ideas cada idea puede
conjugarse y con cuáles no.
Resumiendo lo dicho, podríamos sintetizar la teoría la teoría del conocimiento
de Platón en el siguiente esquema:
MUNDO SENSIBLE
Imaginación
o Conjetura
(Eikasía)
Imágenes
Fe o Creencia
( pistis)
Objetos sensibles
OPINIÓN (DOXA)
MUNDO INTELIGIBLE
Discurso o
Raciocinio
(dianoia)
Ciencias
hipotéticas:
Aritmética,
Astronomía,
Música,
Geometría.
Intuición
(noesis)
Dialéctica: Estudio
de las relaciones
entre ideas
(ascenso y
descenso
jerárquico) hasta
llegar a la unidad,
EL BIEN.
CIENCIA (EPISTEME)
En el mundo físico nada permanece, por ello pensará Platón que sobre él nada
podemos saber con seguridad. Sobre lo que pertenece al mundo de los sentidos
sólo podemos tener hipótesis poco seguras, que además están alteradas por
nuestros intereses y pasiones particulares. Sólo podemos tener conocimientos
seguros de aquello que vemos con la razón. Esta es opuesta a la mera opinión o
parecer. La razón busca contenidos eternos y universales que creerá encontrar
en las matemáticas y en la dialéctica. Los círculos podrán ser imperfectos, pero el
círculo ideal siempre medirá 360º o los ángulos de un triángulo no podrán jamás
dejar de medir 180º, o el caballo ideal siempre tendrá cuatro patas, etc.
1.6.7. LA ANTROPOLOGÍA: VERDAD Y EXISTENCIA DEL INDIVIDUO.
a) La filosofía y la muerte. - La filosofía, como elevación de la opinión hasta la
verdad, no es sólo el perfeccionamiento de nuestro modo de pensar, sino que es
a la vez el perfeccionamiento de nuestro modo de vivir. Quien ama la verdad no
pone como fin de la propia vida el goce del mundo sensible. La vida sensible y
corpórea más bien perturba e impide la contemplación de la verdad, la cual se
entrega en toda su pureza cuando el interés que tenemos en nuestro cuerpo se
mantiene aparte y casi se apaga. El eterno ser de la idea que es el contenido de
la verdad, en efecto, lo capta el pensamiento y no los sentidos.
Si la vida corpórea obstaculiza la visión de la verdad, la muerte del cuerpo es
entonces 1a condición de la pura contemplación de lo verdadero, ya que la
muerte es la separación del alma contemplativa del impedimento del cuerpo. La
muerte realiza por lo tanto lo que el verdadero filósofo persigue durante toda su
vida, purificando de los sentidos la visión de la verdad. Es pues necesario que el
filósofo auténtico, como Sócrates, desee a muerte y, encerrado en la cárcel, se
alegre por la cercanía de ésta: es inminente el víaje hacia el mundo inteligible,
donde el filósofo vivirá una vida inmortal y bienaventurada «en compañía de los
dioses».
Fedón , el diálogo que describe las últimas horas de Sócrates- está
sustancialmente dedicado a la demostración de inmortalidad del alma, ya que la
inmortalidad es la condición esencial de la superación definitiva y completa de la
no verdad de la vida corpórea.
b) La inmortalidad del alma. - La demostración de la inmortalidad se basa
sobre todo en el significado mismo del término "alma": con él se designa lo que
anima a cada viviente, aquello por lo cual está vivo todo lo que vive. Por lo tanto,
si algo vive porque participa de la idea de la vida (al igual que algo es grande
porque participa de la idea de magnitud) el alma es la idea de la vida en
cuanto el viviente participa de ella.
Dicho lo cual, como es imposible que la magnitud presente en una cosa
grande se convierta o sea pequeña, de la misma manera es imposible que el
alma, o sea la vida presente en cada cosa viva llegue a la muerte. Hablar de
alma muerta es como hablar de fuego frío, belleza fea, grandeza pequeña,
etcétera. Como es necesario que el fuego no sea frío, el tres no sea par, etc., de
la misma manera es necesario que el alma no sea mortal.
c) La reminiscencia y la preexistencia del alma. ( Mito del carro alado) Para Platón, no sólo el alma es inmortal, sino que preexiste también en su unión
con el cuerpo: antes de vivir en el mundo sensible, el hombre vive como alma y
tiene la posibilidad de contemplar el eterno mundo inteligible , al cual el filósofo
vuelve después de la muerte del cuerpo.
La tesis de la preexistencia del alma está basada en el modo en que se
efectúa el conocimiento humano en el ámbito de la vida sensible.
Consideremos, en efecto, dos cosas iguales: por ejemplo, dos pedazos de
madera. Una es la igualdad de estos dos pedazos de madera (o sea la igualdad
sensible), otra es la igualdad en sí, o sea la idea de igualdad. Pero nosotros
llegamos a conocer esta idea sólo si, en la vida sensible, una y otra vez
chocamos con cosas iguales, como pueden serlo dos pedazos de madera: el
conocimiento de la igualdad sensible nos lleva al conocimiento de la igualdad
inteligible.
Pero somos conscientes de que la igualdad sensible nunca es rigurosa, sino
defectuosa en varios aspectos: con una observación atenta podemos ver que las
cosas más iguales siempre presentan alguna diferencia. La igualdad sensible
tiende a ser como la igualdad inteligible, pero no lo logra.
Ahora bien; si al percibir dos cosas iguales pensamos que esta igualdad
tiende a ser como la igualdad inteligible, pero no lo consigue entonces es
necesario que esta última sea conocida por nosotros antes e independientemente
de la percepción de la igualdad sensible.
Para confrontar lo sensible con lo inteligible ( ya que todo lo que se
ha dicho de la «igualdad» vale para cada idea), es necesario que lo
inteligible sea conocido antes e independientemente de lo sensible. Ésta
es la regla y el ejemplar sobre cuya fundamentación podemos desarrollar nuestro
conocimiento del mundo. Esto quiere decir que el conocimiento de lo sensible
tiene la función de recordamos lo que ya conocíamos y que
evidentemente habíamos olvidado, y es necesario el encuentro con lo
sensible para que lo inteligible se nos haga notorio.
En la vida presente, el conocimiento humano es, pues, reminiscencia,
recuerdo de un saber ya poseído y luego olvidado. Y como el nacimiento del
hombre es también el inicio de su conocimiento sensible, es necesario que el
conocimiento del mundo inteligible -o sea el conocimiento de la verdad- preexista
al nacimiento. Y ya que el alma es justamente el conocimiento de lo inteligible,
debe afirmarse que nuestra alma preexiste a la vida presente, o sea a nuestro
tomar forma humana y a nuestro entrar, con el nacimiento, en el cuerpo y en el
mundo visible. Este hecho lo explica Platón mediante un mito. El alma humana
vivía en el mundo de las ideas; sin embargo, el alma posee tres partes; si existe
armonía entre ellas, permanece en la pureza ideal, junto a los dioses; sin
embargo, si la parte racional se deja dominar por la parte concupiscible o
irascible, el alma se precipita a la materia y se enloda en ella. Cuando esto
sucede ha quedado prisionera en la cárcel de un cuerpo y olvida su vida anterior.
Sin embargo, como el mundo sensible es imagen del inteligible puede despertar
una añoranza por su verdadera morada. Esa añoranza es denominada por Platón
"eros" ( Banquete). Quien siente esa añoranza comprende que tiene carencia,
tiene un deseo de algo que no posee , de algo bello, justo, elevado y ya no cesa
de buscarlo en su vida. En ello radica la filosofía: es amor, sentimiento de
carencia de la verdadera sabiduría, aquella que el amor poco a poco va
recuperando, deseo que ya no se conforma con las formas imperfectas y
cambiantes del mundo sensible. Lo sensible aparece ahora como algo imperfecto
e insignificante, pero el alma enlodada todavía sólo apunta los destellos de su
verdadera morada, a la cual sólo podrá retornar si consigue recordar en vida,
desprendiéndose de lo material y, especialmente, tras la muerte. De ahí que el
amor y la purificación sean las vías que deben acompañar a la dialéctica
en la paideia, en la educación del filósofo.
d) La facultad del alma y la «justicia» del individuo. -El alma no es sólo
inteligencia y razonamiento.
También existe en ella la tendencia a la satisfacción de nuestros apetitos
(deseos, instintos, celo). Esta tendencia no puede identificarse con la parte
racional del alma, que más a menudo está en contraste con ella (como sucede,
por ejemplo, cuando con razonamientos nos prohibimos secundar algunos de
nuestros instintos).
Y finalmente hay un tercer aspecto del alma: aquél por el cual nos unimos y
nos rechazamos. También esto difiere de la facultad racional del alma, pero se
distingue asimismo de la apetitiva, tanto que a menudo la desdeñamos por
acciones realizadas bajo el impulso de los apetitos. Además de la facultad
racional y de la apetitiva, existe, pues, una tercera facultad pasional del
alma.
Si la facultad apetitiva es irracional (ya que tiende simplemente a la
satisfacción de nuestros instintos), la pasional, en cambio, es llevada por su
naturaleza a dejarse dominar por la razón siempre que no sea estropeada por
una mala educación.
El justo es aquel en quien la razón ejerce la tarea que le es propia:
dominar y guiar los instintos y las pasiones, de manera que unos y otras
no le impidan elevarse al conocimiento de la verdad. En esta definición del
hombre justo, la razón no debe entenderse de cualquier manera, sino como
aquel conocimiento de la verdad que constituye a través de la liberación de la
opinión. Por lo tanto, sólo el filósofo puede ser «justo », y esta justicia suya le
garantiza, en la vida futura, la pura y plena contemplación de la verdad.
EL SER
HUMANO
VIRTUDES
PRUDENCIA
Parte espiritual
Facultad
racional
Parte corporal
Facultad
Pasional o
irascible
FORTALEZA
Facultad
Instintiva o
concupiscible
TEMPLANZA
1.6.8. LA POLÍTICA: LA VERDAD Y EL ESTADO.
Platón comprende que un individuo armónico y justo es difícil de alcanzar al
interior de una polis injusta. Por otra parte, el individuo carece de sentido fuera
del ámbito de su polis. La vida del Estado debe estar gobernada por la justicia y
la armonía; para que un Estado sea feliz y justo es preciso que a nivel global se
encuentre la misma armonía que se ha descrito a nivel individual. Para ello, el
Estado también ha de estar regido por la verdad y el conocimiento. La verdad
tiene un carácter práctico, tanto porque debe guiar la vida del hombre, como
porque el fin supremo de la existencia es
producir en el hombre la
contemplación de la verdad.
En Platón emerge de la manera más poderosa que la episteme se proyecta
inevitablemente en la estructura del Estado, el cual no se confía a la imaginación
y decisiones de los individuos, sino que él mismo tiene una estructura inmodificable y eterna, por la cual le es posible al hombre alcanzar el Bien, consistente
en la contemplación de la verdad, y realizar la justicia en la tierra.
En la segunda parte del «mito de la caverna»., el prisionero que ha logrado
liberarse de las cadenas y salir de la caverna es el filósofo. Al recordar su vida
precedente, la lamenta y se considera bienaventurado, pero si vuelve a la caverna e intenta liberar a los que han quedado allí, es inevitable que aparezca
como un intruso y un subversor del orden umbroso que reina allí, y es, pues,
inevitable que en nombre de ese orden lo maten.
Sin embargo, el filósofo conoce la verdad, hasta el punto de que si él guiase
la vida que se desarrolla en la caverna, ésta se hallaría más acorde con la verdad
y el bien.
Tal es la gran propuesta de Platón: justamente porque la filosofía debe guiar
la vida del hombre, la filosofía debe guiar los Estados. «A los Estados no les es
posible acabar con los males, y tampoco al género humano, si los filósofos no
reinan en los Estados, o aquellos a los que hoy llamamos reyes y príncipes no
practican una genuina y buena filosofía y si no se conjugan juntos poder político
y filosofía y no se expulsa por la fuerza a todos aquellos que tienden sólo a uno u
otra ".
La liberación del hombre, que lleva de la opinión a la verdad, no puede ser, en
una aventura del individuo singular que, como filósofo, se aísla de la sociedad en
la que vive: es la sociedad misma la que debe organizarse con vista al logro de la
verdad. Si la liberación del hombre es un proceso que no compromete sólo al
individuo, sino a toda la comunidad, se trata entonces de aceptar cómo debe
estar constituido el Estado para que sea posible la concreta realización del bien,
la verdad y la justicia.
El aislamiento del filósofo (su no querer volver a la caverna) es inevitable en
aquellos Estados que no se preocupan por vivir acuerdo con la verdad y el bien,
y son todas aquellas formas de Estado con las que históricamente Platón tuvo
relación. Pero esta crítica negativa de las formas históricas del Estado debe ser
una critica positiva, o sea una acción práctica dirigida a la destrucción de aquellas
formas y a la edificación de la forma en la que esté presente en grado máximo la
idea del Estado y que, en este sentido, pueda llamarse Estado ideal.
En esta situación diferente, el filósofo no puede aislarse: aunque haya
experimentado una forma de vida superior a la de regidor del Estado (la vida
fuera de la caverna), es más bien por esta experiencia por lo que no desea el
poder ni la riqueza, y tiene el deber de colocarse como guía del Estado (o sea
volver a la caverna y guiar a los hombres que la habitan) para que en el bien
participe toda la comunidad.
En el Estado ideal, antes que nada debe tenerse en cuenta la naturaleza en la
que cada hombre nace, y que es diferente en cada uno. En efecto, si el alma
preexiste a su encarnación, la naturaleza y el carácter que el hombre posee en
su vida sensible son los que .el alma ha querido ser al encarnarse, y esta
voluntad originaria es inmodificable en la vida presente. Cada uno nace, por lo
tanto, con la naturaleza de agricultor o de artesano, de poeta, de guerrero, de
rey, de filósofo. Pero no toda naturaleza humana puede insertarse en el Estado.
Si, en efecto, se origina porque cada uno de nosotros no se basta a sí mismo, en
él deberá existir la clase de los productores de bienes (agricultores, artesanos,
comerciantes), de los guerreros, para la defensa de los enemigos exteriores, y de
los regidores-filósofos; pero no habrá lugar en él para todas aquéllas naturalezas
que son la degeneración de las clases fundamentales (por ejemplo, los tiranos,
los demagogos, los sofistas) y que, al igual que los poetas y artistas, alejan al
pueblo de la verdad.
Custodios del Estado, los guerreros y los filósofos forman la clase dominante.
Unido a su propia naturaleza, cada uno nace dominador o dominado: ningún
paso de una clase (o sea de una «naturaleza») a otra. A1 igual que no existe
transformación de un olivo en un lobo y de un lobo en un hombre. Por otra parte,
la clase dominante no tiene ningún otro fin que el bien de los dominados, al igual
que el fin del pastor es el bien del rebaño. Por lo tanto, los custodios del Estado
no deben transformarse en opresores de la clase inferior. Con ese fin deben
eliminarse todas las ocasiones que puedan alimentar la avidez y el egoísmo de
los custodios; sobre todo se eliminará toda forma de propiedad privada y la
misma familia; en la clase dominante, mujeres e hijos se tendrán en común y
común será la educación. Reyes serán sólo aquellos que en la filosofía y en la
guerra sean los mejores. «Aristocracia» significa justamente «dominio de los,
mejores» y es la forma perfecta de gobierno.
Hay, pues, una estrecha analogía entre estructura del alma individual
y estructura del Estado. A la facultad apetitiva corresponde la clase de los
productores de bienes, o sea aquellos que tienden a la satisfacción de las
necesidades materiales; a la facultad pasional, la clase de los guerreros; y a la
racional, la de los filósofos. Por lo tanto, la «templanza » es la virtud propia de la
parte apetitiva del alma y de la clase de los productores de bienes: consiste en
dejarse guiar por a razón, de manera que el goce de los bienes sensibles no se
convierta en el fin último de la vida. La «fortaleza» es la virtud de la facultad
pasional y de la clase de los guerreros, y consiste en saber afrontar, aun a través
de los dolores, lo que la razón individual y la clase de los filósofos regidores del
Estado prescriben. La «sabiduría», finalmente, es la virtud de la facultad racional
y de la clase de los regidores: consiste en la capacidad de guiar en el individuo
las facultades, y en el Estado, las clases inferiores; y tal capacidad se basa en el
conocimiento de la verdad y del bien.
Al igual que un individuo es justo porque en él las facultades del alma cumplen
la tarea que les es propia, en el Estado se realiza la justicia -que es, pues, la
virtud suprema - porque cada clase respeta su propia naturaleza; o sea que los
regidores la guían de acuerdo con la verdad y las otras dos clases siguen
dócilmente esa guía.
Las clases del Estado platónico las vemos reflejadas en el siguiente esquema:
Alma racional
prudencia
Alma irascible
fortaleza
Alma concupiscible
Templanza
Filósofos-Reyes
Guerreros
Productores de
bienes
Si con la verdad no se vincula sólo al individuo singular, sino toda la
comunidad, esto no significa que todos deban convertirse en filósofos: lo impide
la naturaleza de cada uno.
En el Estado, la culminación de la plenitud humana sólo puede ser alcanzada
por unos pocos. La mayoría- se relaciona de manera indirecta con la verdad: ya
que se deja guiar por los pocos que la poseen. La educación --que consiste en la
predisposición de los medios que permiten al individuo alcanzar la propia plenitud
humana- está, pues, dirigida a unos pocos, o sea a los custodios del Estado.
Idéntica para hombres y mujeres, e impartida no por particulares (como por lo
general sucedía en la antigüedad), sino por el Estado.
Éste se ocupa del futuro custodio aun antes de que nazca, preestableciendo
los matrimonios entre las mejores naturalezas pertenecientes a la clase de los
custodios y eliminando a aquellos que nacen con imperfecciones. Los nacidos
según las previsiones del Estado en seguida son confiados a los lugares públicos
de educación, donde sus padres carnales ya no los reconocen. De esta manera,
dentro de la clase de los custodios, padres de cada joven son todos los adultos, y
cada adulto tiene como hijos a todos los jóvenes.
El criterio general educativo está dado por el armónico desarrollo del cuerpo y
de la mente ( o sea por la gimnasia y la música, entendida exactamente esta
última cómo educación global de1 alma), aunque el cuidado del cuerpo y el del
alma no deben ser fines en ellos mismos. El Estado vela antes que nada por
eliminar los peligros que puedan nacer de una mala educación religiosa y
artística. En los poemas de Homero, en los que está basada sobre todo la
educación religiosa de los griegos, los dioses tienen los mismos vicios y
debilidades que el hombre, y se instila de la manera más sutil el terror a la
muerte y la vida del más allá. Es, pues, una educación equivocada, que aleja a
los jóvenes de la verdad y que en el Estado ideal debe ser sustituida por una
imagen apropiada de los dioses (éstos son buenos y no envidian a los hombres)
y de la ultratumba. Aunque no se trata de educación filosófica, incluso en este
nivel más elemental la educación debe dejar entrever el sentido auténtico de la
verdad.
Para Platón, los poetas no sólo cuentan muchas y grandes mentiras, sino que
en sus obras la belleza, en vez de servir como vía de conducta de lo sensible a lo
inteligible, es el vínculo con el cual cierran lo sensible al hombre. El amor a la
belleza, en efecto, en primer lugar sí es amor hacia los cuerpos bellos (por lo
tanto, es amor sexual), pero también es insatisfacción por la simple belleza
sensible y es, pues, tendencia a la belleza de las almas y, finalmente, a la belleza
de la verdad. Amor (Eros) expresa por lo tanto el sentido mismo de la filosofía.
En la poesía y en las artes, en cambio el amor a la belleza se concreta de manera
que impide la elevación hasta la belleza inteligible, ya que poesía y arte
construyen objetos hechos a imitación del mundo sensible.
Ya que esto es a su vez imitación del mundo inteligible, poesía y arte, en vez
de conducir al modelo inteligible, del cual es imitación el mundo sensible,
sumergen al hombre en las imitaciones de la imitación, alejándolo de esta
manera de la verdad. Más allá de las concepciones mitológicas, también el arte y
la poesía imitativos deben ser eliminados de la educación e os custodios e
Estado.
Los guerreros que hayan demostrado particulares aptitudes de inteligencia
serán educados para convertirse en filósofos y regidores del Estado. Después del
estadio de la aritmética, geometría, astronomía y música (como estudio de las
relaciones matemáticas de los sonidos), la pequeña minoría que demuestre que
sabe captar el uno en lo múltiple será introducida, no antes de los treinta años,
en el estudio de la dialéctica. De los treinta y cinco a los cincuenta años los
filósofos se acercarán a la conducción del Estado.
El fallo de la educación lleva a la degeneración del Estado. La perfecta forma
de gobierno - la aristocrática- se convierte entonces en «timocracia» (dominio de
la ambición): es la forma de gobierno de los espartanos. La corrupción de la
timocracia lleva a la "oligarquía" (dominio del patrimonio) y la crisis de esta
última, a la «democracia», que elimina los privilegios económicos de unos pocos.
A su vez, por un movimiento de reacción a la excesiva libertad , la democracia es
destruida por el peor de los dominios: la tiranía, que sofoca cualquier verdad y
libertad.
PLATÓN. TEORÍA DE LAS IDEAS.1.- Frente al relativismo de los sofistas que considera que toda verdad depende de los
intereses de cada individuo, impidiendo cualquier fundamento de la ética y de la
política, Platón en su teoría de las ideas plantea la existencia de un mundo objetivo,
invariable y eterno del que deriva todo lo sensible y en el cual podemos descubrir la
verdad.
2.- Platón busca un principio que haga inteligible la realidad y explique el mundo
sensible; para ello estudia los conceptos investigando sus similitudes y diferencias. Al
contenido del concepto lo denomina IDEA. Las ideas son entidades objetivas,
inmutables y eternas, que forman un mundo independiente del interés o la opinión
individual. Son el ser real.
3.- Por ello Platón divide el conocimiento en dos mundos:
- El sensible, objeto de la opinión (doxa), donde se sitúan los seres sensibles que se
generan, cambian y desaparecen.
- El inteligible, objeto de la verdad y la ciencia (episteme), donde se sitúan las
ideas inmutables. La explicación del mundo sensible, su verdad, la encontramos en las
ideas de las que los objetos sensibles son copias.
4.- El mundo sensible, además de las ideas, tiene otras dos causas: el demiurgo y la
jora. Las ideas son la causa formal, el demiurgo la causa agente y la jora la materia
que moldea el demiurgo o artesano tomando como modelo las ideas; así surge el
mundo sensible.
5.- Aunque la verdad del mundo sensible sólo podemos hallarla en el mundo original
de las ideas, la mayoría se guían sólo por las imágenes, creen que los objetos
sensibles, copias de las ideas, son la verdad, el modelo original.
Para adquirir la sabiduría es preciso remontar un penoso ascenso que conduce de la
opinión a la verdad, del fondo oscuro de la caverna hasta la luz de las ideas. Ese
camino puede ser representado por el siguiente esquema:
MUNDO SENSIBLE
Imaginación
o Conjetura
(Eikasía )
Imágenes
Fe o Creencia
( pistis)
Objetos sensibles
OPINIÓN (DOXA)
MUNDO INTELIGIBLE
Discurso o
Raciocinio
(dianoia)
Ciencias
hipotéticas:
Aritmética,
Astronomía,
Música,
Geometría.
Intuición
(noesis)
Dialéctica:
Estudio de las
relaciones entre
ideas (ascenso y
descenso
jerárquico) hasta
llegar a la unidad,
EL BIEN.
CIENCIA (EPISTEME)
Ese largo camino sólo puede recorrerlo alguien intermedio entre el ignorante y el
sabio, EL FILÓSOFO, seducido por el amor a la verdad, que desvelando las
apariencias sensibles se elevará hasta el principio no hipotético del que participan
todas las ideas y en base al cual se ordena toda la realidad: LA IDEA DE BIEN.
6.- Hay tres caminos por los que el filósofo puede acceder a las ideas: LA MUERTE,
entendida como desprendimiento de todas las ataduras corporales, de todas las
pasiones; EL AMOR: el filósofo es el amante de la sabiduría, es el que desea la
verdad porque reconoce no poseerla, es el intermedio entre el ignorante que no desea
por desconocimiento y la divinidad que no desea porque ya posee la verdad; y, por
último, el camino más importante de todos, LA DIALÉCTICA, que permite remontar
el camino desde la multiplicidad hasta la unidad de la idea del bien. La filosofía no
sólo es un modo de conocer, sino fundamentalmente de vivir, ya que el que conoce el
bien, no puede dejar de practicarlo a no ser por ignorancia. Por ello hay que
perfeccionar el modo de vida superando todas las aspiraciones materiales cambiantes
y pasajeras, hasta conseguir guiarse totalmente por lo más elevado del hombre, SU
ALMA RACIONAL.
7.- Para Platón el alma es eterna y ya existía en estado puro antes de dejarse conducir
por las pasiones y encarnarse en la cárcel del cuerpo. En su estado anterior pudo
contemplar las ideas, pero al encarnarse en un cuerpo y depender en su conocimiento
de los sentidos, las olvidó. Sin embargo, puesto que el mundo sensible ha sido
modelado a imagen de las ideas, un hombre que se purifique y adiestre su alma
racional, podrá ir recordando a partir de las copias sensibles el mundo original y
verdadero del que procede. El mundo sensible nos recuerda, por tanto, las ideas. Para
Platón, TODO CONOCIMIENTO ES RECUERDO ( ANAMNESIS ) DE LO YA
VISTO PERO OLVIDADO.
8.- Sin embargo, si nos dejamos guiar por lo material, creeremos que el sueño sensible
es la realidad y permaneceremos prisioneros en la ignorancia de la caverna de la
opinión. Sólo el que se purifica puede acceder a la verdad, puede por la seducción de
la verdad desvelar las imágenes para remomtarse al modelo.
9.- Todo hombre debe tender a alcanzar su perfección, su bien; sólo así será feliz.
Todo hombre nace con tres facultades, si bien en cada uno predomina alguna de ellas;
éstas facultades son: el alma racional, el alma irascible y el alma concupiscible. La
perfección de cada una de ellas consiste en desempeñar la función que les
corresponde de manera armónica; el alma racional debe dirigir toda la actividad hacia
el bien y regir las otras facultades; cuando lo consigue, alcanza su virtud que es la
PRUDENCIA; el alma irascible debe dar la fuerza para seguir ese duro camino
trazado por la racional conteniendo en sus límites las pasiones; cuando lo consigue,
alcanza la virtud de la fortaleza y por último el alma concupiscible debe templar todos
los deseos materiales para alcanzar su perfección: LA TEMPLANZA. El bien del
hombre se consigue cuando se alcanza la armonía entre estas tres facultades; entonces
decimos que un hombre es justo y feliz.
10.- No obstante, para que el bien y la justicia sean posibles no basta con esta
dimensión individual. Un individuo no puede alcanzar el bien y la justicia en una
sociedad corrompida si no es retirándose de ella; por esto, la definición de JUSTICIA
debe ser ampliada a la relación entre el individuo y el Estado ( polis).
La reflexión filosófica de Platón gira en torno al ESTADO IDEAL, entendiendo por
tal aquel en que pueda realizarse la justicia, es decir, la armonía entre los individuos y la
sociedad, entre gobernantes y gobernados, entre la moral y la política. Sólo bajo estas
condiciones el Estado tenderá a la realización de la idea del bien y no a la consecución
de intereses particulares y partidistas; la liberación del hombre no puede ser la aventura
de un solo individuo aislado; la sociedad misma debe organizarse para esa consecución.
11.- Sólo cuando un hombre que conozca el bien y actúe conforme a él dirija el Estado
se podrá acceder a ese logro; ese hombre, desprendido de toda seducción por los bienes
materiales y las pasiones es el filósofo. Por ello Platón afirmará que los Estados serán
felices cuando los filósofos sean reyes o los reyes filósofos. El filósofo que ha
conseguido salir de la caverna debe regresar a ella para liberar y conducir a los
encadenados.
12.- El problema que se plantea, por tanto, es la manera de descubrir al verdadero
filósofo ya que no todos pueden serlo y aunque se tenga una predisposición para ello, la
educación y la sociedad pueden corromper su alma.
Cada hombre nace con una naturaleza propia, en él al nacer domina una de las tres
facultades. La educación se encargará de descubrir esta facultad predominante y
conducirla hacia su perfección.
El Estado se encargará de educar a los niños desde su nacimiento sin distinción de
sexo; éstos serán separados de sus padres y puestos bajo la tutela de educadores del
Estado. Sometidos a multitud de pruebas aquellos que las superen por no dejarse llevar
por los apetitos materiales y por el miedo, serán seleccionados para ser guerreros y, de
entre estos los que superen todas la pruebas y se les encuentre especialmente
predispuesto para la ciencia, serán seleccionados para ser instruidos en la aritmética,
geometría, astronomía y música. Por último, los que superen todas estas pruebas y
muestren una especial aptitud para captar la unidad en lo múltiple serán, nunca antes de
los treinta años, adoctrinados en la dialéctica y sólo dirigirán el Estado, tras duras
pruebas de purificación, a partir de los cincuenta años. Estos serán los filósofos que
dirijan el Estado; vivirán en un régimen de comunidad absoluta y no tendrán bienes.
13.- De esta manera el Estado se estructuraría de la siguiente manera:
Alma racional
Prudencia
Filósofos-Reyes
Alma irascible
Fortaleza
Guerreros
Alma concupiscible
Templanza
Productores de bienes
Sólo bajo estas condiciones se alcanzará el bien y la justicia en el Estado.
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