OSTEOPATÍA ÉTNICA Y TRIBAL INTRODUCCIÓN La salud es un componente fundamental para el desarrollo de toda comunidad humana, desde los pequeños grupos familiares a los estados de estructuras más complejas. En toda sociedad siempre ha existido o se ha requerido la presencia de algún individuo capaz de curar las lesiones, las limitaciones o simplemente mitigar los males y dolores físicos. Ancestralmente esta necesidad de curar lesiones, normalmente relacionadas con accidentes o la simple acción cotidiana, tenía un significado fundamental: la supervivencia. El individuo no se podía permitir permanecer alejado de las actividades que le aportaban el sustento o la seguridad dentro de los grupos. En la actualidad, estos grupos o sociedades mantienen junto a sus tradiciones la figura de alguien capaz de realizar las curaciones (“el curandero”) a pesar de tratarse de diferentes culturas que pueden haber mantenido contactos o por el contrario permanecido alejadas a lo largo de la historia. La presencia del curandero en todas ellas y su vigencia, sobre todo en el ámbito rural, viene sin duda avalada por la eficacia de sus tratamientos consistentes en métodos tradicionales transmitidos oralmente de generación en generación, dentro de las propias familias en muchas ocasiones y siendo el destinatario de los conocimientos quien tuviese las mayores habilidades manuales, al mencionado legado en tantas ocasiones familiar, el paso del tiempo continuará añadiendo los aportes generados por la experiencia junto a la adaptación al medio y un alto componente de conexión cultural entre los individuos. Los curanderos ponen en práctica las terapias manuales dirigidas a solucionar los problemas mecánicos de las personas e incluso de los animales. Habitualmente, en comunidades más aisladas, suelen ser pastores que aplican las técnicas transmitidas por sus antepasados. En general, a pesar de no tener nociones de anatomía, tienen el gesto preciso para solucionar la mayoría de los problemas musculo-esqueléticos de la gente de su entorno: luxaciones, fracturas y todo tipo de tendinitis y dolores vertebrales. La eficacia y rapidez de sus intervenciones para solucionar los problemas físicos, son la base para que hoy en día sigan en activo y sus atenciones tradicionales continúen siendo requeridas por las diferentes culturas a lo largo de todos los continentes, situación esta que no ha pasado desapercibida y que ha derivado en el interés por la figura del curandero en todas sus versiones culturales y los diferentes métodos aplicados. Este interés se genera principalmente desde la perspectiva de que los métodos tradicionales pueden contribuir en gran medida en el ámbito de la salud y de la certeza del peligro real de que dichas técnicas, en muchos casos milenarias, pudiesen caer el olvido. A título personal, surgió en primer lugar la posibilidad de conocer de primera mano dichas técnicas, recopilarlas en la mayor medida y con el rigor necesario una vez experimentado y demostrado su eficacia para de esta manera, más adelante, constituir un modesto legado de recursos fiables para ser tenido en cuenta y usado por cuantos terapeutas pudiesen estar interesados. La osteopatía y la quiropráctica, son técnicas muy recientes situando la aparición de los primeros colegios alrededor de 1850 en los Estados Unidos. Si bien A.T Still fue uno de los fundadores e impulsores de los estudios académicos osteopàticos en las universidades, durante una entrevista con osteópatas franceses en 1998, Richard Still, osteópata y bisnieto del anterior, declaraba: “mi bisabuelo estaba en contra del thrust (craking) ya que decía que no formaba parte de la osteopatía”. Este ejemplo viene a plasmar que alguna de las controversias del mundo de la osteopatía y sus técnicas existen desde los inicios. Efectivamente, ciñéndonos a ese mismo tema concreto y desde mi experiencia, después de haber estudiado osteopatía en Inglaterra con los mejores profesores de esta disciplina y practicado en consulta privada durante 20 años, he podido observar y comparar estas manipulaciones consistentes en thrust (movimientos bruscos para ajustar huesos y vertebras) con otras técnicas tradicionales locales, constatando que los curanderos de los pueblos de la zona de los Alpes, de donde soy natural, tenían resultados mucho más rápidos sin los referidos thrust. Para ese efecto utilizaban solamente presiones y trazados profundos. En realidad de esta manera actúan sobre las diferentes redes de cadenas musculares que pudiesen estar acortadas por contracturas musculares. Continuando con mi investigación y observación al respecto, durante mis estancias en China, Tailandia y el continente Africano, he identificado las mismas técnicas sobre los meridianos tendinomusculares (ingjin) que recorren todo el cuerpo. Son muchos los autores sinólogos europeos y americanos ( Macciocia, Felixmann, Porkert, Van nghui) que han traducido a sus propios idiomas los recorridos de los jingjin. Estas cadenas fueron descritas y publicadas hace 2500 años en el ling shu, el tratado más antiguo de la medicina tradicional china. Muchos osteópatas de mi generación ( Struyf-denys, Busquet, myers) han descrito y publicado sus sistemas personales de cadenas musculares sin hacer referencia a estos meridianos milenarios. Para ser rigurosos y ceñirnos a la realidad clínica acumulada en china, he recopilado los puntos ashi (puntos gatillo) que recorren estas cadenas. Se puede determinar que un jingjin está afectado cuando detectamos una media de 4 o 5 puntos ashi dolorosos a lo largo de una cadena. Los puntos ashi son dolorosos únicamente al ser presionados y se sitúan en la capas profundas miofasciales (traducido " sinews" en inglés), estos puntos son diagnósticos y terapéuticos. Cuando un jingjin está afectado de manera crónica existe otra manera de diagnosticar por la palpación de los pulsos periféricos, es decir: por el pulso arterial. En el paryrus EBERS ( 1550 a. c.) y en el Edwin Smith surgical papyrus hay varios testimonios del diagnóstico por los “pulsos”. Los médicos del antiguo Egipto tomaban los pulsos en varios lugares del cuerpo para comprobar el óptimo suministro del riego sanguíneo (manos, parte posterior de la cabeza, plexo solar, pies). Más recientemente, el famoso medico griego Hipócrates exploraba los pulsos en la muñeca, cuello y las sienes, sin duda con el mismo propósito y conscientes de su alto potencial como indicadores del estado de salud. Los sanadores chinos desde hace miles de años actuaban de la misma manera: empleaban esa técnica de exploración a lo largo de los meridianos partiendo del conocimiento de que cada jingjin tiene un pulso periférico revelador de la buena circulación de la sangre y de la energía. A partir de la época Ming (siglo 3) el diagnostico general de los pulsos se centró en la toma en los pulsos radiales en cada muñeca. Hubo situaciones y costumbrismos que pudieron condicionar y limitaron la práctica como las razones pudorosas de las clases sociales altas: los médicos no podían desnudar a sus pacientes y esto limitaba en gran medida las partes de la anatomía consideradas “adecuadas”, poco a poco se abandonó la toma de los pulsos en todo el cuerpo. Veremos más adelante la localización precisa de los pulsos para cada jingjin y como para liberar todo tipo de dolores a lo largo de los jingjin se emplea el tratamiento manual consistente en una inhibición profunda, con una duración media de 2 minutos, para producir una anestesia de las fibras musculares en tensión. Es necesario observar la necesidad de mantener la presión hasta sentir el pulso capilar arterial con la punta del dedo que presiona. Por regla general, para tratar una afección musculo-esquelética es aconsejable no tocar la zona de dolencia del paciente aunque si limpiar los puntos ashi proximales y distales del jingjin afectado. Un terapeuta responsable tendría además que proponer una rutina o mantenimiento a sus pacientes para que permanezcan libres los puntos jinjgin que han sido tratados mediante los puntos gatillos (ashi). Debería por lo tanto plantear diferentes técnicas como por ejemplo la denominada chigong consistente en la utilización, en este caso del palo corto, para la liberación de los doce meridianos. Por otro lado y en latitudes no muy lejanas a donde se desarrollaron las técnicas anteriores, aparecen otras con otros aspectos fundamentales a tener en cuenta: El sistema de los chakras, que entenderemos como centros de acumulación de energías emocionales. Tiene su origen en el induismo. Encontramos este concepto en “las upanishad” publicadas hacia el siglo 3 (a.c.). Más recientemente el psiquiatra austriaco Wilhem Reich teorizó acerca de la existencia de estas 7 zonas como verdaderos anillos emocionales que de estar afectados, en tension, provocan síntomas psicosomaticos particulares directamente relacionados. Posteriormente Jung y Lacan han tratado estas correspondencias para las diferentes zonas anatómicas: Los estados obsesiónales, migrañas, vértigos e insomnio con los centros superiores. Síntomas como la taquicardia, la falsa angina de pecho, dispnea y angustias con los centros torácicos. Otros de índole digestiva con el centro del abdomen (hara) o problemas urogenitales relacionados con el centro pélvico (periné). Para el tratamiento de dichos síntomas se deben liberar los diferentes músculos que definen cada anillo, realizando los estiramientos e inhibiciones profundas recetadas específicamente para cada una de las zonas afectadas que en algunos casos pueden incluso ser lesiones crónicas con el origen en los primeros años de vida de las personas. Estas manifestaciones físicas son el reflejo de cuestiones de otra índole que lógicamente deberían ser tratadas por los terapeutas y especialistas de la psicología y el psicoanálisis para el esclarecimiento del origen del conflicto. Como mencionamos anteriormente y siendo general para toda técnica aplicada: existe la necesidad responsable por parte del terapeuta, de la recomendación de rutinas y pautas de mantenimiento, no olvidando que también existen culturas y países donde la práctica de autoposturas saludables para las zonas cervicales, dorsales, costales, lumbares, de los miembros y de la pelvis. Estas posturas pueden ser enseñadas después de haber normalizado la zona afectada. El conocimiento de las mismas junto a lo anterior no es más que la traducción y puesta en práctica de cuantos conocimientos tradicionales relacionados con la salud sean aplicables para que en su conjunto aporten un mayor y mejor resultado. Empezaremos para la descripción de las técnicas de movilizaciones de la columna vertebral desde las cervicales hasta la pelvis y de los miembros superiores e inferiores.