LA FIANZA, COMO UNICO MEDIO DE OBTENER LA LIBERTAD, ES

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LA FIANZA, COMO UNICO MEDIO DE OBTENER
LA LIBERTAD, ES DISCRIMINATORIO,
Y POR TANTO DEBIERA DECLARARSE
INCONSTITUCIONAL
Antonio Cánovas
Abogado. Doctor en Derecho
SUMARIO
JUSTIFICACION DEL TRABAJO.
LA LIBERTAD DE LAS PERSONAS: DERECHO FUNDAMENTAL
Y HERMOSURA DE CONCEPTO.
111. LA PRESUNCION DE INOCENCIA, COMO PRINCIPIO
QUE AMPARA LA LIBERTAD, SIN FIANZA.
IV. LIBERTAD Y PRISION EN EL DERECHO HISTORICO.
V.
LA LIBERTAD Y LA PRISION EN EL DERECHO ACTUAL.
VI. LA DECISION JUDICIAL COMO BASE PARA DECRETAR
LA PRISION PROVISIONAL.
VII. LA FIANZA COMO MEDIO PARA LIBRARSE DE LA PRISION
PROVISIONAL.
VIII. ;DEBE SER EFICAZ EL DINERO PARA OBTENER LA LIBERTAD?
IX. CONCLUSIONES.
1.
11.
1. JUSTIFICACION DEL TRABAJO
Este artículo nace fruto de la experiencia profesional. El caso que narro es verídico. Contra dos personas detenidas a la vez por presunto delito de tráfico de
drogas, sin dictarse auto de procesamiento, al amparo de los arts. 503 a 505 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, el Juez dictó auto de prisión; para librarse de
éste, se les exigió a cada uno de los presos 500.000 pesetas en metálico; uno de
ellos, con el concurso de sus familiares, pudo reunir esa cantidad y fue puesto en
libertad; el otro, que no contó con dicha suma, permaneció en prisión otros ocho
días más.
A mi juicio, tratándose de un mismo supuesto delito, de una misma supuesta
participación, y de un mismo Juez, me pareció discriminatorio el diferente trato
penal, en donde el rico por el hecho de serlo quedó beneficiado.
"Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier
otra condición o circurzstancia pevsonal o social" (art. 14 de la Constitución). En
igual sentido el art. 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1012-48. También el art. 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
(Nueva York, 16-12-66, suscrito por España y publicado en el B.O.E. de 30-467), proclama la igualdad ante la Ley, sin discriminación alguna y concretamente
señala POR POSICION ECONOMICA.
Se podrá argumentar y relacionado con el caso comentado que el trato que se
dio a los encausados fue idéntico, porque en definitiva la prisión se decretó por
igual, pero lo que sucedió es que uno pudo cumplir con el equivalente económico
de la libertad y el otro no, o también simplemente, el que uno quiso poner el dinero, y entregándolo adquirió la libertad, y el otro que no accedió permaneció
por ello en prisión. Esto parece que podría ser cierto, pero todos sabemos que no
es así, porque nadie quiere estar privado de libertad, y lo que pretende es todo lo
contrario, es decir, hacer uso de ella con la mayor urgencia por razones morales
que vienen amparadas en el art. 17 de la Constitución, en el art. 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, en el art. 5 del Convenio para
la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de 1950
y en el art. 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, de 1966.
Libertad que igualmente aparece protegida en el art. 7.' de la LOPJ, cuando dice
que, "los derechos y libertades reconocidos en el capítulo 2." del Tít. 1 de la
Constitución, VINCULAN a todos los jueces y tribunales y están garantizados
bajo la tutela efectiva de los mismos".
11. LA LIBERTAD DE LAS PERSONAS. DERECHO FUNDAMENTAL
Y GRANDEZA DE SU CONCEPTO
La libertad, no es tan sólo un concepto hermoso, per se con belleza de expresión y contenido y de utópica realidad. Es un Derecho Fundamental que recogido
en la Constitución imperativamente debe de ampararse por jueces y tribunales, y
nada, ni nadie, puede, ni atacarle, ni mancillarle, sin caer en la ilegalidad y en la
anticonstitucionalidad.
El tradicional principio "libertas est naturalis facultas eius quod qui que facere libet, nisi si quid vi ant iure prohibetur" (Digesto, 1-5), más o menos mantenid o e n e l t r a n s c u r s o d e l o s t i e m p o s , s e h a c e a h o r a r e a l i d a d en n u e s t r a
Constitución, en las leyes que d e ella se derivan, y en los convenios internacionales.
El valor supremo de la libertad, de sentido hondamente humano y espiritual,
se degrada cuando se comercializa y se le transfornia con dimensión económica.
Pierde íntegramente su verdadero alcance y sentido para convertirse en un producto material si se le da equivalencia en dinero; cuando así transformado puede
otorgarse esa libertad a quien más tiene, con total y absoluta abstracción d e cual
sea el verdadero sentido y valor de la libertad que afecta a lo más hondo e íntimo
de la persona, máxime cuando ese equivalente en dinero, en muchas ocasiones,
se presta por un tercero, contribuyéndose así al quebrantamiento de la verdadera
conceptuación espiritual que lleva consigo la libertad, a la que transformamos en
materia.
A mi juicio lograr la libertad mediante precio es demostrativo que de ella se
privó sin verdadero motivo o fundamento racional. Podríamos decir que supone
un contrasentido dentro del contenido del art. 10-2.O del Código Penal.
Si a una persona se le priva de libertad, PORQUE A CIENCIA CIERTA se sabe que cometió un delito, aunque sea provisionalmente, es para buscar un triple
efecto: evitar que cometa otro nuevo hecho delictivo; que le sirva de escarmiento
y enmienda, y que a la vez sea ejemplo para la sociedad. Y si en la privación de
libertad se comprenden estas notas, es evidente que no se puede conmutar a cambio de dinero. Entiendo que es injusto tanto por el fundamento d e la decisión que
la adopte, como por el potencial económico que la persona ha de tener para su logro. Si las prisiones preventivas se decretaran pensando el proveyente que de
ellas no podía librarse el preso mediante dinero, a buen seguro que en conciencia
aquéllas se acordarían en mucho menor número. A su vez el delincuente conocedor de que no basta la fianza para salir de la cárcel, estaría bastante más frenado
para la realización de sus actos criminales.
Pero no sólo la libertad del individuo está protegida pasivamente, sino que activamente deben cuidar de ella los poderes públicos al tener que promover sus
condicionantes (art. 9.2 de la Constitución). Es necesario porque es complemento
de la dignidad de la persona, expresamente protegida en el art. 10.1 de la Constitución.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 19-12-66, ratificado
por España el 27-4-77 señala que la libertad es inherente a la persona humana, en
el art. 9 de esta ratificación, puede leerse, "que todo individuo tiene derecho a la
libertad y a la seguridad personales. Nadie podrá ser sometido a detención o pri-
sión arbitraria. Nadie podrá ser privado de su libertad salvo por las causas fijadas
en la Ley, y con arreglo al procedimiento establecido en ésta".
La Convención Europea para la protección de los Derechos Humanos y de Libertades Fundamentales, de 4-11-50, ratificado por España el 26-7-79, en su art.
5." señala: "Nadie puede ser privado de su libertad salvo en los casos y según
procedimiento establecido en las leyes". Al igual que se indica en el art. 2." de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos "toda persona tiene todos los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración", y en el art. 3, "todo individuo tiene derecho a la libertad y seguridad de su persona".
111. LA PRESUNCION DE INOCENCIA, ES UN PRINCIPIO
CONSTITUCIONAL QUE AMPARA LA LIBERTAD, COMO REGLA
GENERAL, Y NO APARECE CONDICIONADO
POR LA PRESTACION DE FIANZA
Libertad además que viene protegida, si se quiere, de forma indirecta, por el
tradicional principio in dubio pro reo. Si existe duda sobre la certeza del hecho
imputable a determinado sujeto, en su momento no podrá ser condenado, con mayor motivo en este otro en donde se decreta la prisión con o sin auto de procesamiento, habrá de presumirse su inocencia.
Ese tradicional principio, ha informado la literatura jurídica, los textos primitivos anteriores y los vigentes, la Jurisprudencia (S. del T.S. de 29-4-82 y 28-781 del Tribunal Constitucional entre otras), y fundamentalmente, está
expresamente recogido y reconocido en la Constitución, en su art. 24, el cual señala la S. del T.C. de 26-7-82: todos somos inocentes mientras no se demuestre
lo contrario, y si así somos, todos tenemos derecho a la libertad mientras no se
exista causa bastante para estar encarcelado; y así se reconoce también en el art.
11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe
su culpabilidad".
Por ello el art. 3.O.3 del Reglamento Penitenciario dice: "El régimen de prisión preventiva tiene por objeto retener al interno a disposición de la autoridad
judicial (para que no se evada añadimos nosotros). El principio constitucional de
la presunción de inocencia presidirá el régimen penitenciario de los preventiVOS".
¿Se puede sostener seriamente que este precepto se cumple con el sucedáneo
o la alternancia de la fianza?
No obstante la presunción de inocencia proclamada, y el derecho a la libertad
de la persona expresados, hay casos en donde correspondiendo con su propia
conducta se hace acreedora, para defensa de la sociedad, como medida correctora
y punitiva y para ejemplo social, a que se le prive de ese preciado don que responde a la bella palabra de libertad.
Mas para que el principio de presunción de inocencia del que goza todo ciudadano no se vulnere (recogido en el art. 24 de la Constitución y en el art. 11.1
de la Declaración Universal de Derechos Humanos), la prisión preventiva sólo
podrá acordarse, cuando prejuzgando al sujeto implicado en determinado hecho,
se le estime como su autor. La presunción de culpabilidad sobre la que tradicionalmente se ha venido asentando la prisión preventiva, ahora por inconstitucional
no es posible aplicarla, razón por la que sólo cabe concebirse la prisión provisional como anticipo de la pena que como corolario del juicio habrá de imponerse;
anticipo de pena que se justifica como medida cautelar frente al delincuente, bajo
el doble aspecto de represión y de garantía para impedir su evasión. Bajo esta
idea, la prisión preventiva no se debe permutar con dinero, ya que en el Código
Penal para la aplicación de las penas no se establece esa equivalencia, y la multa
como sinónimo de sanción ocupa el último puesto de las escalas graduales para
la fijación d e la pena.
IV. LIBERTAD Y PRISION EN EL DERECHO HISTORICO
Históricamente, observamos que no existen fuentes en donde apoyar esta situación penal y procesal; en donde se justifique el cambio del status prisión prcventiva como medida cautelar y ejemplo vivo para la sociedad, por una fianza.
Nunca encontraré justificación en esa equivalencia que la Ley ahora establece
entre prisión y libertad, mediando a cambio de ésta una fianza, pues dada la finalidad de aquélla y estando concienzudamente acordada, sólo de la prisión debe librarse la perrona, cuando las circunstancias que concurran impongan al Juez el
que decrete su libertad. Para mí la persona, o está en libertad o está presa. Pero
sólo las circunstancias legales, morales, de ambiente, o cualquier otra, más o menos influyentes, todas reunidas y debidamente ponderadas, deben de determinar
la libertad o la prisión.
En el correr de los tiempos se observa, cómo la prisión por ser situación excepcional frente a la libertad se ha dulcificado. Así ha sucedido con todas las penas. S e suprimió el ojo por ojo, y el diente por diente, el trabajo forzado, las
mutilaciones e incluso la pena de muerte tan extendida en épocas anteriores. Lejos de suponer estas supresiones signo de debilidad de la sociedad, parecen representar un mayor grado de generosidad y de fortaleza y como demostrativas de
que no se teme al enemigo.
Históricamente la prisión se decretaba no ya para responder en causa penal
como ahora, sino a consecuencia de deuda civil no cumplida, y era prisión por
deudas, y seguimos a TOMASY VALIENTEen su trabajo, igualmente llamado "La
prisión por deudas", para decir que se decretaba cuando el deudor era insolvente
o cuando teniendo patrimonio para pagar la deuda no cumplía con su obligación.
Así aparece regulada en el Derecho Visigodo, en el Derecho Castellano-Leonés,
en el Derecho Territorial Castellano, y en el Derecho Aragonés, si bien en éste
prácticamente había desaparecido en 1841, porque el gran número de exenciones
personales que se concedían a los deudores para que no entraran en prisión prácticamente la tenían abolida.
La prisión por deudas que tradicionalmente se venía imponiendo, casi desaparece a principios del siglo XIX, y definitivamente ya no es incorporada a la Ley
de Enjuiciamiento Civil de 1855. GOMEZDE LA SERNA, citado por TOMASY VALIENTE,señala: "La comisión se abstuvo de propósito de tratar de la cuestión de
prisión por deudas porque cualquiera que fuere la opinión individual de los que
componían aquélla, estaban todos de acuerdo en que no cabía un restablecimiento dentro de los límites de la Ley al otorgar al Gobierno la autorización para la
compilación y arreglo de la Ley de Enjuiciamiento Civil". Estas son las razones
por las que no se reprodujeron los privilegios concedidos en otros tiempos a los
labradores, criaderos de ganado caballar, fabricantes y mineros.
Ante la Ley que protege a todos por igual, sigue diciendo GOMEZDE ~4 SERNA,deben desaparecer los privilegios concedidos a clases determinadas.
Aunque se está hablando de prisión por deudas civiles, el argumento más sólido que se formula y se tuvo en cuenta para no incorporar esa condena a la nueva
Ley procesal, no fue otro, de que desaparecieran los privilegios de los pudientes
que a base de dinero podían librarse de la prisión.
Pero es que antes, aunque siendo la regla general la de ingresar en prisión a
consecuencia de una deuda civil, si ésta no se abonaba, por falta de voluntad o de
dinero, en las Partidas (3.2.1), se admitía la excepción, a base de ir al Juez y jurar de estar "a derecho hasta que pleyto sea acabado por juyzio".
Y con Felipe 111, en las Cortes de 1598, se autorizó a soltar a los presos por
deudas, si no las podían pagar.
V. LA LIBERTAD Y LA PRISION EN EL DERECHO ACTUAL
Es evidente que tanto en el Derecho Histórico, como luego ya con la Ley de
Enjuiciamiento Civil, se suaviza la orden de prisión servidumbre, en el sentido
de que no ingresa en prisión por deudas, aunque no se pague si no se tienen medios económicos.
En el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Nueva York, 1612-66), ratificado por España y publicada en el BOE n." 103, de 30-4-71, en su
art. 11, se dice: "Nadie será encarcelado por el solo hecho de no poder cumplir
una obligación contractual". Por su aplicación analógica, contraprestación, y
cumplimiento es consecuencia de un mandato judicial, para satisfacer una cantidad a cambio de la libertad; ¿garantía para no evadirse? Entiendo que es pura
fórmula. El preso que lo ponen en libertad, si no huye y se coloca fuera de la acción de la justicia, será porque dentro de sus planes no está el hacerlo, o es que,
Luna persona que decida evadirse no lo hace porque perderá la fianza? Si contestamos afirmativamente, es evidente que nuestra respuesta será pueril. El preso
que no se fugue estando en libertad provisional, lo hará por cualquier motivación
física o moral, pero seguro que no es por temor a perder el importe de la fianza.
Realizado el precedente exhordio acerca de la prisión provisional y de la fianza como sucedáneo de aquélla para lograr la libertad, hemos de situar la dicha
prisión provisional, para que no sea contraria a la Constitución dentro del contenido del art. 17 de la misma y sin olvidar el 25, amén de que deben de cumplirse
los requisitos que la Lecrim en sus arts. 502 al 519, ambos inclusive, porque la
conculcación de esta normativa podría llevarnos a que la prisión preventiva que
se decretara fuese ilegal con todas las consecuencias que de ello se deriven; y en
este sentido y como reforzamiento de lo antedicho citamos los arts. 184 del C.P.,
el art. 121 de la Constitución y el art. 293 de la LOPJ.
En cualquier caso, aun siendo legal la prisión preventiva que se acuerde por
la autoridad competente, no se puede olvidar la nota de proporcionalidad en
que debe apoyarse. Y así e l T.C. en su S. d e 26-11-84, expresó: "La presunción
de inocencia es compatible con la aplicación de medidas cautelares y siempre
ha de basarse en juicio de razonabilidad acerca de la finalidad perseguida y las
circunstancias concurrentes, pues una medida desproporcionada o irracionable
no sería propia medida cautelar, sino que tendría un carácter punitivo en cuanto
al exceso".
La prisión provisional, arts. 1-l.", 17-1.". 24-2." de la Constitución, art. 9-3.O
del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, es medida de excepción ante la regla general que proclama la libertad; por ello el T.C. establece en
su S. de 2-7-82: "Que la prisión provisional debe regirse siempre por el principio
de la excepcionalidad, sin menoscabo de su configuración como niedida cautelar.
Para decretar la prisión provisional (S. del T.S. de 9-5-88), de entrar en colisión dos leyes en cuanto a sus límites máximos, debe aplicarse la Ley más favorable para no lesionar el art. 17.1 de la Constitución.
VI. LA RESOLUCION JUDICIAL COMO BASE PARA DECRETAR
LA PRISION PROVISIONAL
Por mi parte advierto que la prisión provisional que la acuerda el Juez, aunque en conciencia y a consecuencia de hechos que para él son indudables, la decreta sin mediar juicio previo, y lo que es más grave todavía si no se ha dictado
auto de procesamiento, y sí sólo de prisión, lo que en definitiva supone un anticipo o preconización de que existe culpabilidad, con vulneración expresa del ya citado art. 24 d e la Constitución, y que servirá además para influir al Juez o
Tribunal cuando dicte luego sentencia, sobre todo, si la prisión se prolonga; porque de alguna manera estará mediatizada su imparcialidad y objetividad, frente al
dictado de una sentencia absolutoria; porque en definitiva, aunque mantenga el
juzgador toda la necesaria objetividad, humanamente no podrá sustraerse a encubrir una decisión anterior y la justificará mediante una sentencia condenatoria
que además cerrará la puerta a que por el preso pudiera reclamarse al amparo del
art. 121 de la Constitución, del art. 954 y SS. de la Lecrim y del art. 293 de la
LOPJ.
Es por ello, por lo que sólo con mucha cautela, o con fundamentos muy sólidos y con pleno conocimiento de que el preso es el autor del delito por el que
viene acusado -inicialmente no olvidemos que hay que considerarle nada más
que presunto autor-, se debe de decretar esta medida cautelar y por el menor
tiempo posible.
En cualquier caso, no se olvidará (SS. del T.C. de 16-12-84 y 26-12-84), "que
el no cumplir el plazo del art. 504 de la Lecrim es conculcar el art. 17 de la
Constitución y que la puesta en libertad por haber transcurrido el período máximo de prisión provisional, prevenido en ese artículo, no puede estar condicionada por la prestación de una fianza, primero porque el precepto n o prevé tal
evento, y segundo porque el hecho de no prestarla conduciría a que el acusado
continuase en prisión o fuere reducido a ella burlándose así los citados preceptos.
VII. LA FIANZA COMO MEDIO PARA LIBRARSE DE LA PRISION
PROVISIONAL
Pero el objeto de nuestro trabajo no es propiamente el analizar, valorar, o justificar la prisión preventiva; sí el de estudiar si de ésta puede librarse la persona,
porque la Ley autoriza al Juez para que fije a cambio una fianza económica, bien
por iniciativa del Juez, o bien a petición del preso.
S e ha dicho, y con razón, que porque poco se ha escrito sobre la fianza a prestar para conseguir la libertad provisional, que el tema tiene poca importancia. A
nuestro juicio no es así, aunque efectivamente exista poco escrito sobre ello.
Dejemos el brevísimo recorrido histórico que hemos realizado y centremos el
comentario en el art. 529, de la que fue nuestra primera Lecrim; allí se decía: "El
Juez o Tribunal que conociese de la causa decretará si el procesado ha de dar o
no fianza para continuar en libertad provisional".
En los arts. 503-2." y 504 del texto procesal penal de 1882, se señalaba que la
libertad provisional sólo se podía conceder, si se prestaba fianza.
En 1980, nuevamente se vuelve a la primera fórmula, es decir, a otorgarle al
Juez, a su criterio y alternativamente, la facultad para que conceda o no la libertad, con o sin fianza.
En la Ley de 23-4-83, se vuelve a sostener un único criterio. El Juez concederá la libertad, sólo con fianza.
Recientemente, en el art. 503-2.O de la Lecrim, se establece que la libertad
provisional se concede con o sin fianza, a criterio del Juez.
VIII. ;DEBE SER EFICAZ EL DINERO PARA OBTENER LA LIBERTAD?
A la vista de estos vaivenes yo subrayo que si la privación de libertad es una
medida de excepción que debe de durar el menor tiempo posible frente a la regla
general de la libertad, ¿por qué otorgarle al Juez sobre este derecho fundamental
de la persona, natural y mundialmente reconocido ese "arbitrio decisorio sin mediar previamente una sentencia?"
¿Tan poco valor tiene la libertad que puede ser comprada mediante compensación económica aunque su privación sea para responder de un delito, que presuntamente se ha cometido? ¿Tan poca justificación o fundamento se precisa para
decretar la prisión provisional que de ella puede librarse el reo a cambio de dinero? ¿Cómo es posible dejar al arbitrio judicial, no ya el decretar la libertad provisional mediante dinero, sino el fijar su cuantía, empleando para ello criterios por
todos sabidos tan dispares? ¿No es pueril considerar el valor cautelar de la fianza
de valor equivalente a garantizar el que el preso o procesado cumpla con su deber de comparecencia judicial y no se evada?
El auto en que se fije la fianza determinará al mismo tiempo su especie y su
cuantía (art. 529-2.'); esta cuantía, según dice AGUILERA
DE PAZ,se fijará discrecionalmente por el Juez según el mayor o menor riesgo o presunción de la incomparecencia del acusado, pudiendo el Juez aumentarla o disminuirla, ponerle
preso o en libertad, según aconsejen las circunstancias, decidiendo el criterio judicial, según establece el art. 539 de la Lecrim; de lo que se infiere que un Juez
de manga ancha, querrá asegurar menos, y la puesta en libertad la concederá con
menor fianza; si el Juez es de los que se ahogan en un vaso de agua, la cuantía
fiadora se verá especialmente aumentada. Es demasiado arbitrio el que se le concede al Juez para esta transcendental decisión, porque su criterio valorativo seg ú n s e a uno u o t r o e l p r o v e y e n t e v a r i a r á o s t e n s i b l e m e n t e . H u m a n a m e n t e
actuando, es evidente que un mismo hecho y con la concuirrencia de las mismas
circunstancias, según el Juez actuante tendrá rasero diferente, e incluso también
influirá el momento anímico del mismo Juez, y esto es injusto.
No obstante pensar siempre en el criterio objetivo y de buena fe del Juez y
que se da por supuesto que decide en el terreno d e la legalidad, SERRADOMINGUEZ,en su obra "Libertad Provisional", opinando que pueden cometer excesos,
apunta la idea de que el pasarse en las fianzas, podría tipificar el delito del art.
188-2." del C.P., y así parece deducirse si se produce una excesiva retención del
preso a consecuencia de su carencia económica al serle la fianza impuesta en pro
de su libertad inasequible, por desproporcionda o excesiva.
Por ello en la circular de la Fiscalía del T.S. de 17-11-87, ya se cursaban instrucciones, para que si la fianza se considerase excesiva, los fiscales se opusiesen a
la misma. Y ello sin tener que acudir al precepto del art. 184 del C.P., "el funcionario público que practicare ilegalmente cualquier retención incurrirá en la pena....".
IX. CONCLUSIONES
l.-La prisión provisional razonablemente impuesta, si se decreta, es porque
hay base indudable para acusar a una persona y privarle siquiera sea provisional-
mente d e su libertad, pero para adoptar esta medida excepcional hay que respetar, y muy mucho, los arts. 17 y 24 d e la Constitución.
2.-Si el acusado es merecedor d e esa privación de libertad, debe d e decretarse, para que no s e evada d e la acción d e la justicia y para que en su día se pueda
ejecutar la pena que pudiera imponérsele, y también para asegurar la investigación con la mayor profundidad y objetividad, y siempre atendiendo a los mínimos posibles por ser medida de excepción.
3.-Si efectivamente el acusado merece que se le prive d e libertad como medida de precaución durante un determinado tiempo, de ella no debe librarse mediante la prestación d e fianza, porque entonces esta medida s e hace inultil y
torpe; porque inútil y torpe resulta el pensar que la fianza que se preste cumplirá
con los fines asignados a la prisión provisional; y porque esa fianza, el prestarla
o no, depende d e la capacidad económica del sujeto interesado, pero no d e la gravedad del hecho, no debiéndose condicionar una libertad a la entrega d e un dinero.
En definitiva, que la prisión provisional debe atemperarse al máximo, pero si
se decreta, debe mantenerse con todas sus consecuencias, y sólo se librará de
aquélla el acusado cuando el Juez discrecionalmente así lo entienda, sin necesidad d e prestar fianza, porque para mí la fianza con equivalencia d e libertad m e
está indicando que el auto de prisión no se dictó con plena y absoluta jutificación.
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