Sala Parés: un siglo de arte catalán

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muy varia. Así observaremos las peculiaridades de sus heptasílabos
y eneasílabos, comprobaremos la frecuencia de sus rimas asonantadas, la habilidad en el uso del encabalgamiento abrupto y una predisposición al rltornello, a la anáfora, al apostrofe, al paralelismo y a
la correlación. Todo ello como la serie imprescindible de circunstancias menores que intensifican el sentido de un poema dentro de las
líneas maestras que ya han sido trazadas. Y como en un poeta la
mejor comprobación de su teoría es su puesta en práctica, veamos
en este texto de José Hierro, que sirve de pórtico al Libro de las
alucinaciones, la mejor síntesis de todo cuanto acabamos de decir:
La poesía es como el viento,
o como el fuego, o como el mar:
da apariencia de vida
a lo inmóvil, a lo paralizado.
Y el leño que arde,
las conchas que las olas traen o llevan,
el papel que arrebata el viento,
destellan una vida momentánea
entre dos inmovilidades.
PEDRO J. DE LA PEÑA (doctor en Filología. Departamento de Literatura. Facultad de Filosofía y Letras de VALENCIA).
SALA PARES: UN SIGLO DE ARTE CATALAN
La casa Parés fue fundada en el año 1840 por Joan Parés, padre
de Joan B. Parés, que más tarde fue quien verdaderamente fundó la
galería de exposiciones. Para comprender bien la evolución de la
casa Parés desde su instauración hasta que se inauguró la primera
galería o sala pequeña, en 1877, es necesario recordar cómo era la
ciudad de Barcelona en aquella época. Por esto antes de trazar una
aproximación cronológica de algunos de los hechos más relevantes
dentro de la historia de Sala Parés, digamos que en aquel año 1840
la ciudad estaba todavía cerrada dentro de las murallas, con los portalones que daban entrada a su recinto: el Portal Nuevo, el Portal
del Angel, el Portal de Don Carlos, el Portal de San Antonio y la
Puerta del Socorro; la Rambla era una derivación de la Riera de En
Malla; por entonces la ciudad tenía dos kilómetros de extensión por
la costa y un kilómetro y medio de profundidad; fuera de la ciudad
se extendía la Barceloneta y el barrio de Gracia. La población de
Barcelona era de 100.000 habitantes y las casas no pasaban de 8.000.
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El presupuesto municipal era de 6.200 reales de vellón y la fuerza
municipal estaba integrada por un cabo y 14 números. A las dos de la
madrugada solían salir las diligencias de las cocheras y se reunían
en el Portal del Angel, y cuando tocaban las tres en la catedral, el
capitán Claus abría el portalón y salían con gran alboroto; así empezaba el día; la vida de Barcelona por aquella época estaba alejada
de toda actividad artística y cultural. En la calle de Petritxol por
entonces ya habían bastantes tiendas: una vaquería, un carpintero,
un escultor-tallista, un pintor de brocha gorda, un zapatero, una pensión secreta... y la casa Parés. Las casas eran casi todas del siglo XVIII. En el número 5 vivía el señor Parés y tenía además una
tienda de marcos, molduras, material para pintar, grabados y se dedicaba también a pintar y a empapelar habitaciones. Es casi seguro
que el señor Parés tiempo atrás tuvo otro establecimiento en la calle
de Escudellers, número 11, dedicado a marcos dorados, y en el escaparate ya solía exponer cuadros de artistas de Barcelona.
En 1877, y de acuerdo con el propietario de la casa número 3 de
la calle de Petritxol, contigua a la que vivían el señor Parés y su hijo
Joan B., se inauguró la primera sala de exposiciones particular en
Barcelona y en España, y en la que a partir de entonces se iniciaron
muestras individuales o colectivas que tenían generalmente carácter
semanal, o sea, en Sala Parés hicieron sus primeras exposiciones los
artistas de aquella época, entre los que recordamos: Rígalt, Martí
Aisina, Vayreda, Galofre, Lorenzale, Caba, Masriera, Armet, Simón
Gómez, Román Ribera, Llimona, Miralles, Reynés, Vallmitjana y muchos otros. De esta primera exposición inaugural el Diario de Barcelona dio la siguiente lista de expositores: Reynés, Amell i Ferrer,
Vicens, Lluis i Agustí Rigalt, Martí Alsina, Urgell, Torrescassana, Vayreda y Urgellès. Una de las obras que más llamó la atención fue el
grupo escultórico de Reynés titulado «Criterio de verdad». El señor
Parés recuerda esta inauguración, a la cual asistió el general Blanco,
capitán general de la región, que fue a la sala en coche descubierto,
precedido por un escuadrón de caballería que se sitúa en la plaza
del Pino; también una banda militar dio ambiente musical al acto,
concurrido por muchos artistas, intelectuales y personas del ámbito
social. A partir de esta inaugural continuaron las exhibiciones colectivas, siempre sin catálogo, y se iniciará una costumbre, entre los
seguidores del arte, de la visita a esta galería, visita que llegó a
considerarse por aquellas fechas como un rito de la cotidiana vida
ciudadana, muy especialmente los domingos por la mañana en que
solían iniciarse las exposiciones. Siguen realizándose muestras colectivas, pero será en abril de 1880 cuando empiezan a reducirse el
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número de expositores cada semana y aumentan, en cambio, las obras
expuestas de cada uno de ellos; por ejemplo se comenta una exposición de la que hay cuadros de Vayreda y Morera solamente, con una
escultura de Atché. También en aquel mes de abril aparece por primera vez el nombre de Meifrèn con un paisaje nevado. Desde la
inauguración de la Sala Pequeña, 1877, hasta 1884 expondrían cerca
de cien pintores, entre los que se encontraban los más representativos de la pintura catalana de aquella época y que luego serían los
más asiduos a la sala. Aparte de los ya citados más arriba, destacamos a Ramón Casas, Enric Clarasó. Llovera, Mestres, Rusiñol, Serra,
Tamburini, Tusquets.
En 1884, y visto el excelente resultado de esta primera experiencia, se inauguró una sala mucho mayor en el número 5 de la misma
calle de Petritxol, que continúa hoy con las dimensiones y estructuras esenciales que se le dieron entonces. Fue una gran visión del
futuro, posible al entusiasmo de don Mauricio Serrahima, propietario
de la finca, y don Joan B. Parés, hijo del primer fundador del establecimiento. La apertura había de ser trascendental para la vida artística barcelonesa y para la historia de la casa Parés. El día 2 de enero
ya se anuncia que el alcalde de Barcelona, señor Ríus y Taulet, había
obtenido confirmación de que la sala fuese inaugurada por los príncipes Adalberto de Baviera y su esposa, María de la Paz. En aquella
memorable exposición se exhibirían 183 óleos, 35 acuarelas y dibujos
y 22 esculturas. El valor de las obras expuestas alcanzaría la suma
de 310.385 pesetas; la obra más cara estaba valorada en 30.000 pesetas y en 100 pesetas el dibujo más bajo. Con motivo de esta exposición por primera vez se publica un catálogo con todas las obras
exhibidas y con gran número de reproducciones. De esta muestra, el
crítico de arte del Diario de Barcelona comentaría: «Es una exposición
de cuadros y esculturas de salón y gabinete y de estudios de taller,
en muchos de los cuales la habilidad de ejecución sorprende y cautiva a los espectadores y en los que se ve, además, una laudable
tendencia a reproducir en el lienzo o en el barro la verdad del natural, huyendo en lo posible de toda clase de convencionalismo.» De
esta muestra inaugural de la Sala Grande destacó poderosamente la
obra de Ramón Tusquets titulada «Muerte de Sisara»; también fueron
muy destacadas las obras de Baixeras, Cusachs, Ramón Casas, Antoni Caba, Galofre, Joan Llimona, Frances Masriera, Martí Alsina,
Francesc Miralies, Santiago Rusiñol, Joaquim Vayreda, Román Ribera,
LI. Casanova, Mas i Fondevila, Josep Gamot y Rafael Atché. Esta
exposición inaugural, con todos sus defectos y virtudes, es el punto
de partida de una vida artística más intensa que llega hasta nuestros
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Retrato de Joan Β. Parés, por Josep María Marqués. 1884
Recuerdos de la inauguración, en 1884
J. Β. Parés en su Galería. Hacía 1900
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1926. Homenaje a Manuel de Falla
1926. Inauguración de la exposición de Rusiñol-Casas-Clarasó. De izquierda
a derecha: de pie, B. Nicolau, J. B. Parés, J. A. Maragall; sentados, R. Casas
S. Rusiñol, Ε. Clarasó; en el suelo, L Bagaría, Ε. Ferrer
La Sala Parés en 1925. Exposición inaugural de la Nova Etapa
1954. Exposición 'dels Quatre Gats». De izqiuerda a derecha: Francesc Serra, Joaquin Ciervo, Carles Sunyer, Alexandre de Cabanes, Sebastlá Junyer,
Alfred Opisso y J. Vidal Ventosa
1894. Ramón Casas: Garrote vil. Museo de Arte Moderno. Madrid.
1894. Santiago Rusiñol: La morfinomaníaca
Joaquín Mir: La catedral de los pobres. 1898
En la exposición inaugural de la Sala Grande, La muerte de Sisara, de Ramón Tusquets, catalogada con el número 166, fue una de las obras que
más llamaron la atención. 1884
Maria Pi de la Serra. Retrato realizado por E. Fontbona. 1902.
/. Nonell: Gitana. 1902
Picasso: Toros. De la primera exposición en la Sala Parés. Museo de Cau
Ferrât, de Sitges. 1901
1927. Salvador Dali: La miel es más dulce que la sangre. Salón de Tardor
Manolo Hugué: Catalana calzándose. 1928
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Rusiñol, Casas, Clarasó. Expositores constantes de la Sala Parés. 1926
días, porque a partir de aquel momento se inician en Sala Parés exposiciones particulares o de grupos que muestran claramente la personalidad de los artistas expositores y que en realidad han formado la
historia de la pintura en Barcelona.
Si bien entre los años 1884 a 1890 la mayoría de exposiciones acusaban el criterio dominante de la época, obras históricas, costumbristas, anecdóticas o naturalistas, fue a partir de 1890 que se inició
la inclusión de obras de artistas que representaban una verdadera
revolución: Rusiñol, Casas, Nonell, Galwey, Mas y Fondevila, Gimeno,
Meifrèn, Clarasó, Ysern, ... y un poco después, Mir, Pidelaserra, Picasso, Gargalio, Mompou, Canal, entre otros. En este año exponen
por primera vez juntos Rusiñol, Casas y Clarasó. A los dos años, y
también por primera vez, realiza su primera muestra junto con otros
artistas, Isidro Nonell, es el mes de febrero de 1892 y sus otros compañeros eran Fabrés, Bertrán, Camins, Domenge, Sans Castaño y Graner. Estamos en 1894, cuando Ramón Casas expone su célebre pintura «Garrote vil», que luego enviaría al salón del Champ de Mars,
de París. Ya en 1901, Picasso expone por primera vez en sala Parés,
y también en este año realizaría su primera exposición Joaquín Mir,
de quien diría el crítico Casellas: «Mir alcanzó el punto más alto de
su poder de artista». Al año siguiente también mostrarían sus obras
por primera vez individualmente Isidro Nonell y Maria Pidelaserra.
La sala, como queda claro con estas breves notas informativas, llegó
a ser por entonces una institución barcelonesa, no sólo por la categoría de las obras expuestas durante su ya dilatada historia, si no
porque fue el cenáculo de una peña de pintores, escultores, literatos, hombres de teatro y otros intelectuales, verdadero reactivo que
despertó el interés del público hacia exposiciones que, muchas veces,
eran causa de apasionadas polémicas. Esta época, que podríamos llamar gloriosa, de la casa Parés alcanza aproximadamente hasta el año
1910, en que mueren o desaparecen muchos de los personajes de la
peña—Brull, los Urgell, los Masriera, Nonell, Llanas, Peyus Gener...—
y comienza el declive motivado principalmente porque los artistas
más jóvenes no se encuentran bien en el ambiente un tanto anacrónico de la sala y se desplazan hacia otras galerías: Dalmau, Fayans
Cátala, Laietanas, etc., en las cuales un espíritu más abierto los acogió. No obstante, la vieja sala Parés continuaba viviendo de su gran
prestigio, con exposiciones tradicionales como las del triunvirato
Rusiñol-Casas-Clarasó, las de la Sociedad Artística y Literaria, las del
Círculo Artístico, Agrupación de Acuarelistas y las de la mayoría de
artistas que conservaban un carácter académico y naturalista.
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Será a partir de 1915 cuando quedó, en cierta manera, enquilosada, siempre con los mismos artistas y con el mismo tono de exposiciones, hasta que, a partir de 1923, Joan B. Parés, ya muy entrado
en años, deseaba traspasar su establecimiento, cosa que propuso a
las galerías que existían en Barcelona, no obteniendo el resultado
apetecido.
Fue en 1925 cuando, gracias a la intervención de don Luis Serrahima que continuaba siendo propietario de los locales del señor Parés,
se obtuvo una conexión con Juan A. Maragall, que hasta entonces
había tenido un pequeño establecimiento en el paseo de Gracia dedicado a representaciones de objetos artísticos y algunos deportivos,
y se llegó a un acuerdo en el mes de julio, que permitió inaugurar
de nuevo la galería el 3 de octubre de 1925, reformada en su decoración, pero manteniendo sus líneas estructurales. Con ello se iniciaba—bajo la constante e inteligente dirección de Juan A. Maragall—
una nueva etapa de sala Parés, completamente distinta a la inmediatamente anterior; se promovieron exposiciones colectivas, conferencias, conciertos, salones de otoño de carácter renovador y se dio preferencia a los artistas jóvenes que se encontraban entonces bastante
desamparados, sobre todo después de la muerte de Santiago Segura,
fundador de Fayans Cátala y Galerías Laietanas; por otro lado, Dalmau tenía ya una edad muy avanzada. El grupo de los «evolucionistas»,
formado principalmente por Serra, Sisquella, Fenosa, Rebull, Capmany, Cortés Vidal, Mompou y Castedo tuvo entrada en la nueva sala
y se llegó muy pronto a establecer contratos de exclusiva con dichos
artistas y con otros de parecida tendencia; preocupación suya fue
también atraer artistas que se habían establecido en París por no encontrar su ambiente en Barcelona: Togores, Domingo, Manolo, Fenosa, Humbert y Pruna, entre otros. Posteriormente engrosaron el grupo los nombres de Miguel Villa, José Amat, Mallol Suazo, Prim y
Grau Sala. En resumen, se inició entonces una etapa que ha alcanzado hasta nuestros días, ya que la sala ha seguido prestando su
atención hacia artistas que, dentro de la pintura figurativa, representan una revolución o una forma de expresión que la hora actual requiere: Roca Sastre, Mundo, Todo, Gabino, Curós, Duran, Grau Santos,
Serra Lllmona, Busom, Bataller y Bosco Martí.
Finalmente, hay que decir que estas breves y resumidas notas
sólo pretenden ser una aproximación a la historia de la sala Parés,
actualmente bajo la dirección de Juan A. Maragall, que es como decir
un siglo de arte catalán.—ANTONIO BENEYTO (Codols, 16. BARCELONAS).
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