javier ruiz garcia - observatorio ddhh de castilla la mancha para

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IV COMISIÓN NACIONES UNIDADAS
INTERVENCIÓN
JAVIER RUIZ GARCÍA
OBSERVATORIO DE DD.HH. DE
CASTILLA LA MANCHA PARA EL
SÁHARA OCCIDENTAL
PAÍS: ESPAÑA
INTERVENCIÓN IV COMISIÓN NNUU (OCTUBRE/10)
OBSERVATORIO DD.HH. DE CASTILLA LA MANCHA PARA EL SÁHARA
OCCIDENTAL
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Señor Presidente, Señoras y Señores Delegados.
En nombre del Observatorio de DD.HH. de Castilla La Mancha para el
Sáhara Occidental y en el mío propio, quiero comenzar mi intervención
agradeciéndoles la posibilidad que me brindan de poder dirigirme a ustedes
desde esta tribuna para hablarles de las vulneraciones de derechos humanos
que Marruecos comete, día tras día, contra el pueblo saharaui en el
Territorio no Autónomo del Sáhara Occidental.
Como observadores juristas que somos, tenemos que decir que los
saharauis son detenidos, torturados y condenados sin pruebas. Sometidos a
un procedimiento arbitrario donde no se respeta la presunción de inocencia
ni el derecho de defensa. No se respeta tampoco su derecho a la tutela
judicial efectiva. Los saharauis sufren injerencias en su vida privada, su
familia, su domicilio y sus comunicaciones. No tienen libertad de opinión
y expresión, de asociación y de manifestación. Todos estos derechos son
sistemáticamente vulnerados por el gobierno marroquí.
Debido al poco tiempo del que dispongo, quiero centrar mi intervención en
denunciar la vulneración por parte de Marruecos del artículo 13 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos. La población saharaui no
goza del derecho a circular libremente y a elegir su residencia en su propio
territorio o en cualquier otro. Tampoco puede salir libremente de su país y
regresar sin temor a ser detenidos y torturados.
Buena prueba de ello lo tenemos en la encarcelación del llamado “grupo de
los 7”, en Octubre de 2009. De estos siete saharauis detenidos y acusados
de alta traición contra el estado marroquí, todavía permanecen en prisión
tres de ellos: Alí Salem Tamek, Brahim Dahane y Hamadi Naciri. El
próximo día 8 de octubre se cumplirá un año desde su detención.
¿Cuál fue su delito?, se preguntarán ustedes, pues hacer uso del derecho a
la libre circulación que todos los seres humanos tenemos. Todos menos los
saharauis que viven en los territorios ocupados. Fueron a visitar a sus
familiares que se encuentran desde hace 35 años en condiciones
denigrantes en los campamentos de refugiados de Tidouf, y a su regreso
se encontraron con una detención a todas luces injusta y contraria a las
normas del derecho internacional.
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Tampoco puedo dejar pasar esta oportunidad sin mencionar lo sucedido en
noviembre de 2009 con la defensora saharaui de derechos humanos
Aminetu Haidar, que cuando volvía de España, mi país, tras pasar sus
habituales revisiones médicas a consecuencia del precario estado de salud
que le dejaron las torturas y los años en cárceles marroquíes, le impidieron
la entrada a su ciudad El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, donde se
encontraban sus hijos y toda su familia. Fue deportada de su patria, siendo
colaborador necesario el gobierno de mi país.
Ante el acoso, coacciones, amenazas, detenciones y agresiones con las
que la policía marroquí recibe a los
saharauis que vuelven de los
campamentos y a sus familiares y amigos que acuden a recibirles, a lo
largo del presente año han acudido en misión de acompañamiento
observadores civiles internacionales que también han sufrido en primera
persona esas agresiones y malos tratos de la policía marroquí. La última
misión de observadores ha tenido lugar la semana pasada, a la vuelta de los
defensores de derechos humanos saharauis de Argelia a El Aaiún.
Nuevamente, saharauis y observadores internacionales han sido objeto de
una brutal carga policial con resultado de heridos graves.
La comunidad internacional no puede ni debe dar la espalda a este pueblo
pacífico y noble, que sufre persecución y humillaciones continuamente por
el mero hecho de atreverse a decir que son saharauis en su propio país,
ilegalmente ocupado por Marruecos. El comportamiento de esta potencia
ocupante no puede ni debe quedar impune. La evidencia de estos hechos
obligan a todos los pueblos del mundo a izar la bandera del respeto a los
derechos humanos proclamados en la declaración universal. Si no
actuamos ya, corremos el riesgo de que esta solemne declaración no pase
de ser papel mojado para vergüenza de todos nosotros.
Señor Presidente, Señoras y Señores Delegados, gracias por su atención.
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