LA OPINIÓN DE LOS PROPIETARIOS NACIONALES Y EXTRANJEROS DEL INICIO DEL REPARTO AGRARIO A TRAVÉS DEL BOLETÍN DE LA CÁMARA CENTRAL AGRÍCOLA DE MÉXICO, 1920-1925. Martín Pérez Acevedo Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo* Algunas consideraciones preliminares. Durante la década de 1910 la Revolución impactó gradualmente al agro mexicano, al margen de la diversidad regional y el rubro productivo. Los efectos de la falta de productos del campo, poco a poco, se hicieron sentir no solo en la población civil, sino también al mundo del trabajo agrícola en todos sus niveles, y por ende en el abasto de los mercados locales, nacional e internacional, la industria, la recaudación fiscal, etc., lo que condujo a fenómenos tales como la especulación de productos básicos de consumo y el desabasto de materias primas, que eran el reflejo de la destrucción parcial y total de unidades agrícolas; el saqueo, la eventual aplicación de leyes agrarias, el pago de impuestos y contribuciones revolucionarias, la intervención de la propiedad rural y las reclamaciones pecuniarias por los daños padecidos, entre otros factores. La incursión en haciendas y ranchos por parte del ejército federal así como de las diversas facciones revolucionarias, orillaron a los hacendados a requerir a las autoridades y al cuerpo diplomático -cuando se trató de propietarios extranjeros- las garantías para salvaguardar sus intereses. De manera paralela los hacendados y otros propietarios rurales gestionaron la compra de armamento y parque, la organización de guardias de hombres armados de su confianza y la asignación de destacamentos militares con la intención de mantener sus unidades productivas al margen de las depredaciones de los grupos armados. * Agradezco a la Lic. Lucero Morelos Rodríguez su ayuda en la recopilación de información del Boletín de la Cámara Central Agrícola de México. Otro de los medios a los que se acogieron los propietarios para la protección de su patrimonio fue la representación gremial a través de la Sociedad Agrícola Mexicana para que demandara la protección de sus intereses; práctica que medianamente se llevó a cabo en los estados a través de cámaras agrícolas. Esta institución y sus similares en el país se mantuvieron operativas hasta el año de 1914 en que dejaron de funcionar de manera regular ante el recrudecimiento de la violencia entre el régimen golpista de Victoriano Huerta y la irrupción en su contra por parte del constitucionalismo y la resistencia zapatista, circunstancia que se mantuvo latente hasta el triunfo del Plan de Agua Prieta en mayo de 1920. Con antelación a las eventualidades de la sucesión presidencial entre el gobierno interino de Adolfo de la Huerta y el del general Álvaro Obregón, la Sociedad Nacional Agrícola se transformó en Cámara Central Agrícola de México. El objetivo que ésta se proponía alcanzar era la representatividad nacional de los intereses de los propietarios rurales, (iniciativa que se logró de manera parcial) y a su vez se hizo con un órgano de difusión a través de la publicación del Boletín de Cámara Central Agrícola de México. En breve la Cámara Central Agrícola y su publicación se dieron a la tarea de hacer frente a la política agraria y al reparto que implementaron las administraciones de los caudillos sonorenses. Precisamente sobre la postura de la Cámara Central expresada en las páginas del Boletín es que nos planteamos hacer el seguimiento al análisis de las opiniones expresadas por algunos de sus afiliados, en particular nos interesa resaltar entre otras cuestiones las referentes a la necesidad de conformar una confederación de propietarios para hacer frente al reparto de tierras, la situación de la agricultura, los efectos del reparto, el carácter laboral de los nuevos propietarios comunales, entre otros aspectos. Integración de la Cámara Central Agrícola de México La Cámara Central Agrícola de México se integró en la capital del país a fines de febrero de 1920 con 155 miembros, como se puede ver en el cuadro 1, entre los que había propietarios nacionales y extranjeros, profesionistas del sector agropecuario, litigantes, etc., lo que la convertía en uno de los cuerpos colegiados de carácter económico más importante y de mayor trayectoria en el país derivado de la Sociedad Agrícola Mexicana.1 La titularidad de la Junta Directiva de la Cámara establecida por dos años quedó bajo la responsabilidad de Melchor Ayala, Mariano Yáñez, Miguel Zaldivar Flores y J. M. Linares, presidente, vicepresidente, tesorero y secretario interno, respectivamente. El resto de la estructura organizativa lo componían vocales propietarios y suplentes que de manera conjunta sumaban 19 integrantes, quienes a su vez participaban en diez comisiones, lo que denotó las perspectivas depositadas sobre los nuevos requerimientos bajo los que giraba la tenencia de la tierra y su explotación.2 De esta manera, la Cámara daba continuidad a su antecesora no solo en cuanto a la representación gremial, sino en la difusión de sus ideas respecto a la problemática del campo en esos momentos.3 Sobre la integración de la Cámara Central Agrícola habría que destacar que los propietarios agrícolas no participaron en la base representativa de su órgano de gobierno, sino como vocales propietarios y suplentes, como fueron los casos entre otros de Ezio Cusi4 y Braulio Iriarte5, italiano y español respectivamente. 1 “Informe de la Junta Directiva de las Sociedad Agrícola Mexicana” y el “Informe del señor tesorero de la sociedad Agrícola Mexicana, febrero 1914-enero 1920”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, julio de 1920, número 1, tomo I, septiembre de 1920. Véase de la misma publicación el número 3, tomo I, pp.28-29. Rubén Rodríguez García, La cámara agrícola nacional jalisciense. Una sociedad de terratenientes en la revolución mexicana, México, INEHRM, 1990, p.21. El 26 de septiembre de 1879 algunos de los principales propietarios rurales del país establecieron la Sociedad Agrícola Mexicana, cuyo fundador y primer presidente fue Matías Romero. A finales de ese mismo año pusieron en marcha la publicación de un boletín. Tanto la sociedad como su órgano de difusión se mantuvieron operativos hasta febrero y noviembre de 1914 respectivamente. Si bien la labor gremial de la Sociedad se redujo a su mínima expresión, ésta continuó sus trabajos de manera interna, ya que recibía las aportaciones de sus socios, cantidades que en medio de las eventualidades de la Revolución tendieron a reducirse. Los trabajos preliminares de la conformación de la Cámara Central Agrícola de México se iniciaron en febrero de 1920 con la participación de 22 integrantes de la Sociedad Agrícola Mexicana. La Junta Directiva se nombró el 9 de marzo. Sobre el perfil de los integrantes de la Cámara Central Agrícola se consideraron a sí mismos “hombres de trabajo ajenos absolutamente a la política y llenos de buena voluntad para cooperar con el gobierno en el bien de los intereses generales de la agricultura y de su país”. 2 Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, julio de 1920, número 1, tomo I. En el editorial de este número el Lic. Carlos Chico menciona que a partir de 1914 los archivos y recursos económicos de la Sociedad Agrícola quedaron bajo el resguardo del Lic. Carlos Robles, Miguel Zaldivar y Flores, Lic. Lorenzo I. Cosío, Manuel del Moral y Godoy, José Romero Rodil, Mariano Yánez y otros que habría que señalar que se encontraban formando parte la nueva organización. Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, septiembre de 1920, número 3, tomo I. Respecto a las comisiones que integraban la Cámara Central Agrícola Nacional eran: Correspondencia y propaganda, integrada por Moya y Zorilla, Madrazo, Arochi y Couttolene; Legislación y reglamentos, Lic. Carlos Robles; Estadística y Climatología, Lic. Carlos Robles; Crédito, Miguel Zaldivar y Flores; Elementos de producción, José Romero Rodil; Instrucción agrícola, Ing. Roberto Gayol; Zootecnia y veterinaria, Manuel del Moral y Godoy; Industrias, Braulio Iriarte y José I. Fox; Comercio y vías de comunicación, Eduardo Henkel y Carlos K. Sorber; Publicaciones, Lic. Carlos Chico. 3 Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, julio de 1920, número 1, tomo I. 4 Sobre la trayectoria de Dante Cusi como hombre de negocios y hacendado en Michoacán entre el Porfiriato y el reparto de sus haciendas de Lombardía y Nueva Italia en 1938 por el gobierno de Lázaro Cárdenas, existe El principal argumento que dio sustento a esta decisión descansó en que ninguno de ellos quiso figurar de manera directa ante cualquier eventual matiz político que pudiera adquirir la problemática que aquejaba a la agricultura. Al efecto, habría que puntualizar que Cusi e Iriarte al igual que varios socios inscritos en la Cámara eran extranjeros, por lo que una participación directa en una cuestión en la que los gobiernos posrevolucionarios prestaron especial interés podría suscitar suspicacias, al grado que las autoridades lo podrían considerar intervención en política interior y, por ende, ser expulsados del país. Asimismo consideramos que en dicha determinación de una u otra manera influyó el que varios hacendados nacionales y extranjeros inscritos en la Sociedad Agrícola Mexicana, se habían visto afectados durante la contienda no solamente por las correrías e incursiones de los grupos armados en sus fincas, sino por la aplicación de medidas agrarias que los afectaron parcialmente tanto en sus bienes como en los beneficios que les generaban. Al respecto baste mencionar la aplicación de la ley de 5 de enero de 1915 emitida por el constitucionalismo, o bien del Plan de Ayala de Emiliano Zapata. una abundante producción bibliográfica sobre estas unidades agroindustriales y su entorno geográfico regional, ya que se cuenta con obra testimonial de los descendientes y de los trabajadores, así como con el trabajo de historiadores, economistas, geógrafos, antropólogos sociales, etc. Al respecto podríamos citar entre algunas de las más representativas Ezio Cusi, Memorias de un Colono, 3ª. ed., México, Jus, 1955; Susana Glantz, El ejido colectivo de Nueva Italia, México, INAH, 1974; Elinore M. Barret, La cuenca del Tepalcatepec, (SEP-setentas 177-178), México, Secretaría de Educación Pública, 1975, Yolanda Sanguinetti, La hacienda de los Cusi, México, Secretaría de la Reforma Agraria, Instituto de Capacitación Agraria de la Secretaría de la Reforma Agraria, 1981; Homero Moraila Morales, La hacienda de Lombardía, 1903-1938, tesis para optar por el grado de Licenciado en Historia, Facultad de Historia, Morelia, UMSNH, 2002; José Alfredo Pureco Ornelas, Empresarios lombardos en Michoacán. El caso de la familia Cusi, 1884-1938, tesis para obtener el título de Doctor en Historia, Zamora, El Colegio de Michoacán, julio 2007. 5 Respecto al papel del empresario vasco Braulio Iriarte consúltese Alberto Alday Garay “Presencia bastaneza en las regiones de México, siglos XIX y XX”, en Amaya Garritz (coord.), Los vascos en las regiones de México, siglos XIX y XX, México, UNAM/ Ministerio de Cultura del Gobierno Vasco/ Instituto VascoMexicano de Desarrollo, 1996, tomo I, pp. 345-364. Del mismo autor véase “La comunidad bastaneza en la ciudad de México en los siglos XIX y XX”, en Amaya Garritz (coord.), Los vascos en las regiones de México, siglos XIX y XX, México, UNAM/ Ministerio de Cultura del Gobierno Vasco/ Instituto Vasco-Mexicano de Desarrollo, 1996, tomo II, pp. 87-102. Carlos Herrero, Braulio Iriarte. De la tahona al holding internacional cervecero, (Cuadernos de Historia Empresarial), México, Centro de Estudios Históricos Internacionales/UAM-Iztapalapa, 2002, consúltese de este autor Los empresarios mexicanos de origen vasco y el desarrollo del capitalismo en México, 1880-1950, México, UAM-Iztapalapa, Plaza y Valdés Editores, 2004. Cuadro 1. Socios de la Cámara Central Agrícola de México, 1920. Melchor Ayala José de Aviega Oscar J. Braniff Francisco Cortina García Feliciano Cobian Marcelino G. Presno Antonio Otalaurruchi Pablo Martínez del Río José de la Machorra Ing. Manuel Manuel G. de Quevedo Lic. Manuel Septien Ing. Eduardo Arochi Manuel Buch Dante Cusi Prudencio Cobian José Couttolenc Compañía Agrícola de Compañía Agrícola de Chapala Tlahualilo Pablo Escandón y Barrón Francisco Laris Rubio Fernández y Castaños Eduardo Henkel Ing. Rafael de la Mora Pedro Juan Irigoyen Braulio Iriarte Oseguera e Iturbide Ing. De Santo Domingo Carlos Markassusa Ing. Adolfo F. Rosenzweig Felipe Muriendas Sucesores Fuente: Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, de septiembre de 1920, número 3, pp.28-29 Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola de México. Presidente Melchor Ayala Vicepresidente Tesorero Secretario Interino Mariano Yañéz Miguel Zaldivar J. M. Linares Vocales propietarios/Vocales suplentes José Romero Rodil, Lic. Víctor Moya y Zorrilla, José I. Fox, Braulio Iriarte, Lic. Carlos Rocha, Mauricio del Moral y Godoy, Ing. Eduardo Arocha, Ing. Salvador Madrazo, entre otros. Lic. F. Orvañanos, José Couttolence, Pedro Juan Irigoyen, Lic. Francisco G. de Cosío, Enrique González Malo, Carlos F. Fuber, Ezio Cusi, Genaro González A., entre otros. Entre las bases constitutivas sobre las que se erigió la Cámara Central Agrícola de México, además de puntualizarse que se procuraría el fomento y adelanto de la agricultura nacional, se hizo énfasis en que los esfuerzos de la Cámara se orientarían a “laborar en la protección y defensa de los intereses agrícolas del país, de los agricultores de la República en general, y especialmente de sus miembros”.6 Mientras que el lapso operativo que se estableció para dicho cometido fue de cincuenta años. Respecto a las categorías de los socios se acordó que éstos tendrían el carácter de honorarios, contribuyentes, vitalicios y corresponsales; los tres primeros con voz y voto en las asambleas de la Cámara y con derecho a ser elegidos para formar la Junta Directiva. A dicha capacidad se le sumó que hicieran del conocimiento del máximo órgano de decisión de la institución y a la asamblea general y las anomalías sobre asuntos agrícolas o jurídicos relacionados con todas aquellas cuestiones que afectaren a la agricultura.7 Entre los problemas que la Cámara se proponía atender –iniciativa que hizo extensiva a instituciones similares en los estados y a los agricultores en general- señaló la necesidad de hacer frente a varios problemas que aquejaban al sector, entre los que se destacó las tarifas ferrocarrileras, las dificultades que enfrentaba la circulación de mercancías, la emigración de la mano de obra, la regularización de los impuestos prediales. La normativa agraria en ciernes y por ende su gradual aplicación fue el punto central de sus reflexiones, como se puede apreciar en su editorial inicial: “Muchas leyes y disposiciones de actualidad son de incalculable trascendencia y harto merecen que los agricultores nos unamos solidamente para estudiarlas y para hacer valer nuestros derechos y elevar en masa nuestras peticiones, que siempre serán de mejores resultados que las gestiones individuales. 6 “Bases Constitutivas de la Cámara Central Agrícola de México”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, julio de 1920, número 1, tomo I. También dentro de los propósitos figuraron la compra por la mediación de la Cámara de diversos tipo de ganado, semillas y maquinaría en el extranjero para mejorar el estado de la agricultura y ganadería. De igual manera se planteó la organización de ferias y el otorgamiento de premios para los participantes en este tipo de eventos agropecuarios. Para la difusión de los conocimientos científicos más avanzados en la agricultura y ganadería se propuso la publicación de una revista especializada en la materia. 7 “Bases Constitutivas de la Cámara Central Agrícola de México”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, julio de 1920, número 1, tomo I. Las bases normativas de la Cámara las conformaban veintiocho cláusulas. Para garantizar el regular funcionamiento de la Cámara se contempló reunir un capital de cien mil pesos, ya que los recursos con que inició sus trabajos fue de $7.930.21, que constituyó el saldo de las cuentas de la Sociedad Agrícola Mexicana correspondientes al periodo febrero de 1914 a enero de 1920. Los socios acordaron que la disolución de la Cámara se llevaría a cabo solamente por dos mecanismos, ya por que se hubiera cumplido su plazo operativo, o bien, por el consenso de los agremiados tomado en asamblea general. Además la comunicación de ideas dará la luz y despojara a las opiniones de todo prejuicio para caminar siempre dentro de la justicia, del derecho y del respeto debido a la autoridades”.8 La labor organizativa de la Cámara se complementó con la edición a partir del mes de julio de 1920 del Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, que a la postre sería su órgano de difusión hasta 1925.9 En este medio de información mensual se dio cabida a las recomendaciones de especialistas para mejorar las técnicas de cultivo, la implementación de maquinaria agrícola en las labores del campo, noticias sobre la situación de la agricultura a nivel nacional, etc. De acuerdo con Ma. Cecilia Zuleta, se advierte que el Boletín siguió los pasos de su antecesor el Boletín de la Sociedad Agrícola Mexicana, ya que conservó su contenido reivindicativo sectorial.10 Precisamente sobre esta peculiaridad de la publicación es que nos avocaremos a analizar los puntos de vista de la Cámara Central Agrícola en materia agraria, sobre todo frente a las medidas implementadas por el gobierno y las instituciones encargadas del reparto de tierras tanto a nivel federal como estatal, la participación de la Hacienda Pública, los nuevos propietarios comunales, la aplicación de las leyes agrarias y los preceptos constitucionales. En efecto, a partir de este momento la Junta Administrativa de la Cámara Central Agrícola y su órgano de difusión se dieron a la tarea de informar a sus agremiados, suscriptores y público en general sobre las leyes, decretos, reglamentos y otras medidas que se emitieron en materia agraria durante los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.11 Sobre todo las críticas y comentarios de la Cámara Central Agrícola hicieron 8 “Editorial” en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México”, México, julio de 1920, número 1, tomo I. En el mismo número se apuntó que “ponemos estas columnas a la disposición de quienes deseen tratar algún asunto de interés agrícola, siempre que sus escritos sean ajenos a la política y a la religión”. 9 En marzo de 1920 la Cámara Central Agrícola tuvo el ofrecimiento del periódico El amigo del campo de Ismael Flores Paz para que publicara en sus páginas sus acuerdos institucionales. Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, julio de 1920, número 1, tomo I, p. 12. 10 Zuleta, Ma. Cecilia, “La prensa agrícola del porfiriato como fuente para la historia económica. (Ensayo de fuentes”, en Signos Históricos, Revista Semestral, México, Departamento de Filosofía CSH/UAM/Iztapalapa, volumen 1, número 2, diciembre 1999, p. 75. Sobre el tiraje del Boletín no se cuenta con elementos para precisar este punto, lo mismo se puede decir sobre el hecho de que contara con subvención, pues la publicación se pagaba con una parte de las cuotas de los socios de la Cámara Central Agrícola de México. El precio de la suscripción anual era de tres pesos. 11 Respecto a las leyes, decretos y reglamentos que se emitieron entre 1920 y 1925 y que fueron motivo de comentario por parte de la Cámara Central Agrícola podríamos mencionar la ley de ejidos de 28 de diciembre de 1920, reglamento agrario de 10 de abril de 1922, la circular número 51 de 11 de octubre de 1922, el acuerdo de 9 de diciembre de 1924 –Comisión Nacional Agraria-. Véase Fabila, Manuel, Cinco siglos de legislación agraria (1493-1940), México, Secretaría de la Reforma Agraria, 1981. énfasis en los efectos negativos que la normativa y su aplicación traerían consigo para los hacendados, la producción, el mantenimiento y conservación de las unidades productivas, el incremento en la deuda pública, los cambios administrativos que se operaban en la Comisión Nacional Agraria, al igual que en las Comisiones Locales.12 Percepción, perspectivas y problemática en torno a la propiedad rural Desde el primer número del Boletín quedaron expuestos los intereses de sus agremiados, sobre todo su postura ante la normativa y procedimientos que en materia agraria se estaban perfilando en el gobierno interino de Adolfo de la Huerta (mayodiciembre 1920); empresa que constituía una de las principales reivindicaciones sociales heredadas de la Revolución que hasta ese momento había tenido un desarrollo irregular. En este sentido destacaría el editorial del número correspondiente al mes de septiembre, en el que claramente se advierte el sentir de la Cámara Central Agrícola respecto al rumbo que iban tomando las medidas legislativas en torno a la tenencia de la tierra, como lo expresaron a través de los siguientes argumentos: Sin coordinación de ninguna especie, se han expedido leyes y se están proyectando otras que se dicen tienden a favorecer la agricultura pretendiendo hacer inmediata la división de la propiedad, y cuyo resultado positivo ha de ser matar la industria agrícola y hacer que la producción de artículos de primera necesidad disminuya, teniendo que importarlos, encareciéndolos y teniendo que mandar al extranjero en pago de ellos…(De esta manera) la falta de capital es una de las principales causas de que hoy no tengan las fincas de campo el giro que les corresponde.13 Respecto a la tentativa de indemnización con bonos de deuda que pondría en marcha el gobierno federal para resarcir a los propietarios afectados, y la iniciativa de la Comisión Nacional Agraria para que las cuadrillas de las haciendas formaran pueblos y 12 “Acuerdo dando a conocer en qué forma quedará integrada la Comisión Nacional Agraria a partir del 1 de febrero de 1925”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, febrero de 1925, pp. 9-10; “Decreto reformando los artículos 11 y 27 del Reglamento Agrario de 10 de abril de 1922 en lo relativo a la repartición de tierras en las regiones áridas o cerriles, y a la tramitación de los expedientes sobre dotación o restitución”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, julio de 1925, pp.5-6; “Decreto reformando y adicionado la ley de 10 de enero de 1920 que creó la deuda pública agraria”, en Boletín de la Cámara Agrícola Central de México, México, julio de 1925, pp. 12-13. 13 “Editorial”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, septiembre de 1920, número 3, tomo I, p. 1. solicitaran ejidos, la Cámara Central Agrícola se mostró desdeñosa y preocupada ante la dirección que pudieran tomar ambas cuestiones que esperaban la ratificación del Senado para su aplicación. Por lo que la Cámara en su calidad de una de las instituciones más numerosas del gremio, que contaba además en sus filas con algunos de los hacendados más importantes del país, se planteó la necesidad de crear una unión de cámaras agrícolas a nivel nacional, con la finalidad de hacer frente a las eventualidades, como al efecto se advierte en las siguientes líneas: … esta Cámara cumple empeñosamente con su misión de cuidar y defender los intereses agrícolas por cuantos medios estén a su alcance. Pero repetimos lo que ya hemos dicho otras veces, para que sea eficaz esta defensa, es indispensable la unión, y para ello exhortamos a todas la Cámaras Agrícolas del país a que se unan con nosotros, ya nombrando un representante o ya facultándonos a nosotros para que las representemos.14 En virtud a la magnitud de la problemática en ciernes que advertía la Cámara Central Agrícola en torno a la tenencia de la tierra, la Junta Administrativa decidió solicitar en el mes de septiembre de 1920 una entrevista con el primer magistrado del país con la finalidad de intercambiar opiniones, así como entregarle un documento en el que se ampliaban sus apreciaciones sobre este asunto. En el encuentro que sostuvieron ambas partes, la representación de los propietarios expuso su preocupación por los proyectos de ley que en materia agraria ya se discutían en el pleno del Congreso, lo mismo que sobre las decisiones “poco meditadas y festivamente aplicadas” que tomaría la Comisión Nacional Agraria para proseguir con el reparto. La puntualización se hizo en virtud a que en algunas entidades de la república se habían realizado repartos de tierras mayores a las necesidades de los pueblos, al grado que rebasaban los lineamientos sancionados. También se mencionó que la entrega de tierras se había realizado sin que se hubieran elaborado los respectivos censos de habitantes, e incluso sin que se midieran los terrenos. 15 14 “Editorial”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, septiembre de 1920, número 3, tomo I, p. 1. Respecto a la propuesta para conformar una unión de cámaras agrícolas la idea fue secundada, como más delante veremos, por las cámaras de Yucatán y Jalisco. Dicho planteamiento en buena medida pretendía encausarse sobre los logros alcanzados por las cámaras de comercio e industria en la defensa de sus intereses frente a las autoridades, sobre todo en materia fiscal. 15 “Memorándum presentado por la Comisión de la Cámara Central Agrícola al Señor Presidente de la República”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, septiembre de 1920, número 3, tomo I, p.21. La representación de los agricultores señaló su oposición a la tentativa de la Comisión Nacional Agraria que contemplaba que los gobiernos de los estados propusieran ante sus respectivas legislaturas la Asimismo el gremio de propietarios representado por Melchor Ayala y Mariano Yánez, presidente y vicepresidente de la Cámara Central respectivamente, le manifestaron al presidente interino Adolfo de la Huerta su preocupación por los efectos negativos que le traería a la agricultura la aplicación de medidas tan radicales, que a su vez igualmente atentaban contra el régimen de propiedad contemplado en el marco normativo agrario y constitucional, es decir, la ley de enero de 1915 y artículo 27 de la Carta Magna de 1917. Al respecto la Cámara insistió en que el reparto procedería siempre y cuando se tratara de rancherías y comunidades que carecieran total o parcialmente de tierras y aguas, o bien, en su defecto, que los nuevos centros agrícolas que se crearan deberían tener esa condición y no dotar a aquellos que con el fin de obtener beneficios se cambiaran de nombre. En cualquiera de las situaciones mencionadas, la Cámara Central Agrícola puntualizó que se imponía que antes que los nuevos propietarios comunales tomaran posesión de sus tierras, éstas se deberían de haber medido y deslindado de manera efectiva y, por supuesto, se hubiera escuchado e indemnizado al propietario. Las repercusiones se harían más evidentes y contundentes en virtud a los problemas que enfrentaban los agricultores ante las restricciones monetarias, la falta de crédito, las dificultades estructurales que enfrentaba el sistema de comunicaciones y transportes, la carencia de animales para las labores del campo y obras de riego, así como el alto costo de los implementos agrícolas para el cultivo.16 Los representantes de la Cámara Central Agrícola cerraron su intervención señalando que una “errónea solución del problema agrario no solo perjudicaría a los intereses que se trata de favorecer, sino que traería consigo graves trastornos en el orden político, en el social, en el económico y aun en nuestras relaciones internacionales”.17 Por su parte el titular del Ejecutivo no entró en ningún detalle de lo que le plantearon los representantes de la Cámara, sino que se concretó a señalar que su gobierno atendería conforme a la ley las quejas que sobre el particular se presentaran, y por ende, aprobación para que una buena parte de los terrenos de haciendas y ranchos se convirtieran en pueblos para dotarlos de ejidos. 16 “Memorándum presentado por la Comisión de la Cámara Central Agrícola al Señor Presidente de la República”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, septiembre de 1920, número 3, tomo I, p.21. 17 “Memorando presentado por la Comisión de la Cámara Central Agrícola al Señor Presidente de la República”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, septiembre de 1920, número 3, tomo I, p. 4. conminó a los propietarios agrícolas que se vieran afectados por las medidas legislativas para que se ampararan ante la justicia. Asimismo De la Huerta invitó a los representantes de la Cámara a que se entrevistaran con el Secretario de Agricultura, ante quien podrían exponer extensa y detalladamente todo lo que le habían manifestado.18 En las páginas del Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, no se volvió a reproducir ninguna referencia alusiva a entrevistas con el presidente de la república, lo que nos habla de la distancia que llegó a mediar con la principal autoridad del país. Desde la fundación de la Cámara Central Agrícola de México en 1920 hasta su desintegración en 1925 tampoco se tuvo mayor suerte con las gestiones que se hicieron con instituciones gubernamentales directamente relacionadas con el ámbito agrario. En este sentido, resultan sintomáticas las pocas noticias que se dieron a conocer en las páginas del Boletín a los socios y afiliados de la Cámara, sobre la entrega de memoriales, la realización de trámites diversos y encuentros sin mayores éxitos con los responsables de la Secretaría de Fomento y Agricultura y la de Hacienda y Crédito Público, base documental que según el medio publicitario de la Cámara formaba parte de su archivo institucional. Entre los ejemplos que se pueden aludir sobre la poca efectividad de las gestiones efectuadas por la Cámara Central Agrícola ante la Secretaría de Fomento y Agricultura se puede mencionar que en 1922, en el marco de los avances que observaba el reparto de tierras que rebasaba las ciento noventa y nueve mil hectáreas,19 la Junta Directiva le solicitó al Ing. Manuel Pérez Treviño, en su carácter de titular de dicha Secretaría, una entrevista para estudiar la mejor manera de hacer el fraccionamiento sin lesionar los intereses de los propietarios. Con la intención de proceder conjuntamente se acordó nombrar una comisión con representantes de ambas partes, cuyos trabajos se iniciarían en fecha por definir. Debido a que a la Cámara Central no se le notificaba día, hora, o lugar de encuentro se acudió a los representantes asignados de la dependencia gubernamental para intercambiar 18 “Conferencia con el Señor Presidente de la República”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, septiembre de 1920, número 3, tomo I, pp. 1-2. 19 “Posesiones provisionales. Resumen por año”, en Boletín de la Secretaría de Educación Pública, México, Talleres Gráficos de la Nación, tomo IV, número 3, marzo 1926, p. 33. puntos de vista, quienes categóricamente dijeron que el Ing. Pérez Treviño no tenía la menor intención de ocuparse del asunto.20 Respecto a la posición que la Cámara Central Agrícola adoptó ante la gradual publicación y aplicación de la normativa agraria entre 1920 y 1925, habría que considerar que se concretó a reproducir en sus páginas el contenido de las leyes, reglamentos, decretos, circulares y los respectivos cambios que se operaron en materia agraria, bancaria y hacendaria durante las presidencias de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, como fueron la Ley de Ejidos (28 de diciembre de 1920), el Reglamento Agrario (10 de abril de 1922), Decreto concediendo un moratorio a los deudores hipotecarios de los bancos hipotecarios (26 de mayo de 1924), Ley sobre bancos refaccionarios (29 de septiembre de 1924), Decreto facultando a los gobiernos de los estados de la república para crear su deuda agraria (7 enero de 1925), Decreto reformando y adicionando la ley de 10 de enero de 1920 que creó la deuda pública agraria (10 de junio de 1925), entre otros. En ningún momento la Cámara Central a través de sus directivos y afiliados, sobre todo quienes ejercían la abogacía, analizó y debatió sobre el contenido del marco legislativo que los afectaba directa y sistemáticamente. La respuesta institucional de la Cámara Central Agrícola, y por lo tanto de sus agremiados, se dio a través de artículos de opinión que daban cuenta de los efectos que el reparto agrario causaba en la clase propietaria. Sobre este punto vale la pena decir que no fue común que los hombres de negocios nacionales y extranjeros con intereses en la agricultura participaran de este medio de expresión, sino que su labor se circunscribió al ámbito interno de la Cámara, es decir, como comisionados de un área determinada desde donde gestionaron diversas cuestiones a favor de este sector económico y social.21 En este 20 “Informe que la Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola de México presenta a la Asamblea General Ordinaria efectuada el 10 de abril de 1922”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, número X, abril 1922, p. 273. 21 Sobre este punto podemos destacar la participación del empresario español Braulio Iriarte, quien en su carácter de comisionado de industria de la Cámara Central Agrícola, remitió en marzo de 1920 y más tarde en 1922 un memorándum a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en el que tanto Iriarte como los principales molineros de trigo, le plantearon que gravara con un impuesto de 10 centavos a la harina que procedía del exterior, sobre todo la norteamericana, lo mismo que a los trigos que se importaban para su procesamiento. De acuerdo con Iriarte de esta manera se registrarían beneficios no solo en la agricultura, sino también en el ramo industrial de este rubro. En un primer momento Iriarte y quienes suscribieron la propuesta no tuvieron respuesta a su solicitud. No sería sino hasta 1923 en que el requerimiento fue atendido y con ello sancionada la harina como su gramínea base. “Acta de la Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola de México”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo I, número 1, julio 1920, pp. sentido, la defensa de los intereses de los propietarios quedó en manos de algunos de los litigantes que formaban parte de sus agremiados, que en el mejor de los casos actuaron como asesores jurídicos. De manera eventual se llegaron a exponer algunos materiales redactados por otros profesionistas, como fue el caso de ingenieros agrónomos. En la medida que la normativa agraria comenzó a aplicarse en el primer lustro de la década de 1920, los propietarios agrícolas afiliados a la Cámara Central Agrícola de México además de procurarse los medios legales reconocidos por la legislación en la materia, procuraron a través del Boletín expresar su postura ante los inconvenientes que se desprendían del reparto de tierras y sus efectos nocivos sobre la tenencia de la tierra y la agricultura misma. Sobre este punto habría que destacar que los artículos de sus agremiados y colaboradores constituyen el sustento referencial que nos permite percatarnos de las ideas y planteamientos que les daban soporte como grupo social y económico. Entre los artículos que nos proporcionan una perspectiva precisa de cómo se apreciaban los efectos tangibles del reparto de las tierras en esos momentos, destacó el escrito de enero de 1922 del ingeniero agrónomo Rubén C. Gómez, quien categóricamente afirmó que la pequeña propiedad rural será un fracaso para México, si se encausaba por el derrotero que llevaba. En contrapartida consideraba que podría ser una práctica animada por una división acorde a las necesidades de una producción intensiva de productos de alto valor en el mercado, y que por ende fuera el resultado de un trabajo agrícola eficiente realizado por un campesino instruido en los avances tecnológicos del ramo. Debido a que el reparto de tierras distaba de ajustarse medianamente a tales lineamientos, los argumentos que Gómez esgrimió giraron entorno a que este tipo de propiedad en el mejor de los casos encaminaba las faenas del campo hacia un trabajo de carácter extensivo y al autoconsumo. Además señaló que bajo este régimen de propiedad la producción se orientó a los cereales, que en consecuencia constituyó la base alimentaria del trabajador, y por lo tanto no quedaba al margen el abasto del mercado en sus diversos niveles. Gómez advirtió que en la medida que continuara el despojo de tierras el propietario agrícola se retiraría del sector agrícola y convertiría al Estado en protector absoluto del 12-13; “Informe que la Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola de México presenta a la Asamblea General Ordinaria efectuada el 10 de abril de 1922”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, número X, abril de 1922, p. 273; Informe que la Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola de México rinde a la Asamblea General de sus miembros, efectuada el día 6 de abril de 1923”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo III, número X, abril de 1923, pp. 279-280. trabajador y las unidades expropiadas se transformarían en una institución de beneficencia.22 En este sentido señaló que si se partía del hecho de que la tierra era, según los agraristas, la fase fundamental del problema agrario, era menester plantearse qué habían hecho los nuevos propietarios con ella y qué iban a hacer. Dentro de las reflexiones del ingeniero Gómez no escaparon consideraciones sobre el trabajo en el campo, al cual se la confería la característica de ser un ejercicio laboral rutinario. Sobre el jornalero apuntó “es refractario a toda innovación, esto lo priva de conocer los sistemas racionales de cultivo con lo cual mejoraría su condición económica…Es una máquina imperfecta que gasta energías mal ordenadas desarrollando el trabajo bruto sin la cooperación del trabajo intelectual, por su falta de educación y criterio agrícola: es una bestia de carga impropia para el trabajo laborioso”.23 Los escritos del licenciado Manuel de la Peña publicados en el Boletín a la postre se convirtieron en los artículos que además de defender a la Cámara Central Agrícola de México fueron el portavoz de las ideas de esta institución, así como de los efectos que padecían sus agremiados por el reparto agrario. Una de las primeras intervenciones que tuvo el licenciado de la Peña se ocupó de hacer una crítica a las acusaciones que sobre los propietarios agrícolas del país se hizo ante el aumento de las importaciones de cereales de consumo y en consecuencia la reducción de la producción agrícola. Según los agraristas, comentó de la Peña, la causa de la disminución se debía a la existencia de “grandes haciendas que explotadas BAJO EL RÉGIMEN ESCLAVISTA producen poco”. Para contrarrestar tal planteamiento hizo alusión a que bajo ese supuesto régimen de trabajo la agricultura antes de 1911 había satisfecho la demanda alimentaria, e incluso generó un excedente monetario.24 Por su parte de la Peña fue categórico al afirmar de manera general que antes de la Revolución, las haciendas en la mayoría de los estados del país contaban con buenos implementos y la infraestructura apropiada para el desarrollo de 22 “La pequeña propiedad será un fracaso para México”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, número VII, enero de 1922, p. 197. Gómez reconoció la existencia de pueblos y regiones especializadas en la producción de cereales, pero consideró que si como consecuencia del reparto de tierras esto se volvía una constante devendría en una saturación del consumo que conduciría al estancamiento de la producción, y por lo tanto generaría éxodo rural y el abandono de las propiedades. 23 Ibid., pp. 197-198. 24 “México ha visto mermar su agricultura en más de doscientos millones de pesos”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México”, México, tomo II, número IX, marzo de 1922, p. 246. Respecto a las cifras y alas apreciaciones que el Lic. De la Peña realizó en este artículo se basó en la evolución agrícola de México de Genaro Raigosa. sus actividades, lo que les permitía abastecer el mercado nacional, como fue el caso de las fincas enclavadas en el Bajío, así como en el estado de Puebla. A lo que agregó otras entidades especializadas en el cultivo de la caña de azúcar, la ganadería, etc. Sin dejar de reconocer explícitamente los efectos de la Revolución en la agriculturasobre este punto recalcó que los mayores destrozos en las unidades productivas rurales habían sido causados principalmente por el ejército federal en contrapartida a las fuerzas rebeldes-, el licenciado Manuel de la Peña fue categórico al afirmar que el déficit de la balanza comercial del país era obra de la comisión agraria. En efecto, de la Peña apuntó que ante la tentativa el reparto de sus tierras y más tarde la ejecución de esta medida, el propietario no consideraba pertinente invertir en este rubro. Por lo tanto, el resultado que se había alcanzado era que “el agricultor capitalista desertaba, el cultivador autónomo no llegaba y los que han llegado no han demostrado aptitud, muchos de éstos han desertado después del primer ensayo…”.25 Entre febrero y junio de 1922, el licenciado de la Peña publicó en el Boletín varios artículos en los que abordó entre otras cuestiones la falta de capital que aquejaba a la agricultura, el trabajador agrícola y la situación de las vías de comunicación. Además planteó algunas propuestas para el mejoramiento de este sector económico. Sobre el primer aspecto destacó que la carencia de recursos para el desarrollo de la agricultura se debía a la falta de confianza de los propietarios agrícolas a raíz de impacto del movimiento armado de 1910, así como por los efectos que habían generado algunos preceptos constitucionales de la Carta Magna de 1917 y la política agraria, su normativa y aplicación. 26 El trabajador agrícola a su juicio no estaba capacitado para convertirse en un cultivador autónomo dado su poca inclinación al trabajo, la falta del hábito del ahorro y su tendencia a la embriaguez. Para solucionar esta situación el licenciado de la Peña parafraseó al presidente Obregón al apuntar que se debería de formar al cultivador autónomo, y una vez capacitado entregarle la tierra, lo que constituiría un acto patriótico y lógico. 27 De acuerdo a los planteamientos anteriores, advertimos contradicciones en los escritos del licenciado de la Peña que se desprenden de la desvinculación entre tierra, 25 Ibid. p. 248. “Al margen del problema agrario. Los remedios que pueden emplearse”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México”, México, tomo II, número VIII, febrero de 1922, p. 283. 27 “Males endémicos de la agricultura. El jornalero rural”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México”, México, tomo II, número XI, mayo de 1922, p. 304. 26 campesino y las relaciones inherentes con el propietario en el sentido más extenso de la palabra, pues si se parte del planteamiento del autor del artículo que a pesar del supuesto carácter “esclavista” que tenía la hacienda durante el Porfiriato, los niveles de producción de este rubro habían atendido los requerimientos de la población y generado beneficios; este margen de ganancias se debía a la labor de un elementos activo del trabajo que a juicio del litigante no estaba capacitado para el desempeño de sus labores cotidianas. Mientras que respecto a los problemas financieros de los hacendados –sobre todo algunos de los afiliados a la Cámara Central Agrícola-, éstos no sólo se debían a los efectos de la guerra civil de la década de 1910, sino a las deudas que habían contraído con la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación, apoyo financiero del que estuvieron al margen los mediados y pequeños productores.28 En torno a la falta de actividades en el campo mexicano, la improductividad y la despoblación que se advertía en el medio rural, el licenciado de la Peña señaló que se debía a la falta de medios de comunicación, condición que no escapaba incluso en aquellas zonas que contaban con alguno de estos recursos, pues no se advertía un desarrollo sostenido de la agricultura. Respecto al sistema ferroviario comentó que hacía falta moralizar a su personal, mejorar los ramales que surcaban el país y aumentar el número de carros para personas y el tráfico de productos. Todos estos aspectos si bien eran atendidos parcialmente por la administración del general Obregón, demandaban mayores esfuerzos, ya que como lo destacó el litigante hacia falta además una efectiva sincronización en los horarios de los recorridos, cuotas proporcionales en el pago de fletes, la remodelación y mantenimiento de las estaciones ferrocarrileras incluidos los almacenes de depósito, que además deberían guardar la limpieza necesaria para evitar la contaminación de los efectos que resguardaban.29 Por lo que respecta a las propuestas que De la Peña planteó, éste advertía que entre los problemas que aquejaban a la agricultura destacaron dos aspectos a saber, como eran la falta de trabajadores de campo y por otro los espacios en los que pudieran laborar. En 28 Sobre los inicios de la Caja de Préstamos para Obras de Irrigación y Fomento véase Abdiel OñateVillarreal “La política agraria del estado mexicano durante el porfiriato”, en Alicia Hernández Chávez y Manuel Miño Grijalva (coords.), Cincuenta años de historia en México, México, El Colegio de México, 1993, volumen I, pp. 293-314. 29 “Los males endémicos de la agricultura. Las vías de comunicación”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, número XII, junio de 1922, pp. 338-341. virtud de lo anterior una de sus iniciativas se orientó a la instrucción del nuevo propietario, o cultivador autónomo; planteamiento que en ningún momento aludió a los medios para resolverlo. Tampoco reflexionó sobre el número tentativo que componía este sector laboral, pero que a su juicio eran más que suficientes para poner en marcha una campaña de colonización selectiva en la que quedara de lado la simple agrupación por una inspirada en las aptitudes de sus integrantes. La segunda parte de la formulación del licenciado De la Peña, que venía a ser el complemento de lo anterior, apuntó hacia la utilización de las propiedades rurales que en distintas partes del país poseía la Caja de Préstamos, y en las que se deberían establecer los colonos. De esta manera el Estado podría evitar la expropiación a los propietarios, como hasta ese momento sucedía, y liquidar en consecuencia todas las eventualidades que se presentaban entre hacendados, nuevos propietarios comunales y comisiones locales y nacional, entre otros actores sociales e instituciones.30 Durante los cinco años en que permaneció operativo el Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, ninguno de los afiliados utilizó este medio para exponer de manera particular, o bien, grupal las eventualidades del reparto de sus tierras. Asimismo en las páginas de esta publicación no se presentó ninguna evidencia de los pormenores de las gestiones que los propietarios extranjeros realizaban ante sus embajadas y legaciones acreditadas en el país para evitar ser afectados. En el mejor de los casos lo anterior nos muestra que estos asuntos se llevaban en lo particular, lo que en sí venía a contradecir el espíritu colectivo que en todo momento pretendió imprimirle la Cámara a sus socios, lo mismo que a las demás instituciones gremiales que participaban de este rubro económico. Lo más parecido a un reclamo derivado del reparto agrario provino de las impresiones que recogió el presidente de la Cámara Central del ingeniero León Salinas,31 30 “Al margen del problema agrario. Los remedios que pueden emplearse”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México”, México, tomo II, número VIII, febrero de 1922, pp.281-283. La propuesta planteada por el responsable del artículo adoleció de referencias a las propiedades con las que en esos momentos contaba la Caja de Préstamos y Obras de Irrigación. 31 El ingeniero León Salinas nació en Cuernavaca en 1885 y sus estudios profesionales los realizó en la Universidad Nacional donde fue discípulo de Alberto J. Pani. El ejercicio de la ingeniería lo realizó en la Comarca Lagunero y en El Bajío. Entre 1908 y 1914 tuvo a su cargo la construcción de la vía férrea Huichila y Chinameca. Además en este último lugar tuvo a su cuidado el acondicionamiento de su ingenio y la ampliación de la red de riego de las haciendas del Hospital y Zacatepec. En 1914 se unió al constitucionalismo y debido a su grado de preparación ocupó la jefatura de los ferrocarriles constitucionalistas en 1917, subsecretario de la Secretaría de Industria y Comercio entre 1917 y 1920 y en dos ocasiones fue su titular. Fue también director de los Ferrocarriles Nacionales, senador por Morelos, subsecretario de Hacienda quien era conocedor del potencial agropecuario del estado de Morelos en función a los trabajos que había realizado antes del inicio de la Revolución de 1910 en algunas de las haciendas más importantes del estado, entre las que se encontraban las de la familia española Alonso Pagaza, como Hospital, Calderón y Chinameca.32 En el número de abril de 1923 comentó en su calidad de senador por el estado de Morelos que “los procedimientos llamados agrarios que se han seguido en Morelos, han sido resultados desastrosos y han originado la ruina de la riqueza agrícola que antes existía en el estado”. Al momento de que se le pidieron sus impresiones sobre el agrarismo comentó: Yo no llamaría agrarismo a lo que se ha puesto en práctica en mi estado natal, sino „agarrismo‟ pues todo se ha reducido a destruir lo existente, sin crear nada, despoblar el territorio morelense, de ciento ochenta mil habitantes que contaba, a menos de ochenta mil que hoy lo habitan, y a destruir a los ricos, para aumentar el número de pobres”. “No reniego del agrarismo, pues el agrarismo bien entendido y bien aplicado, tiende a aumentar la producción y a crear por lo tanto un aumento de la riqueza, pero lo que se ha implantado en Morelos no es tal, sino un verdadero „agarrismo‟, manejado por médicos, maestros de escuela y tinterillos, que conocen tanto de agricultura como yo de cantar misa. De acuerdo con el ingeniero Salinas León en Morelos los agraristas habían cometido el error de sustituir el cultivo de la caña de azúcar por el de maíz y frijol. Las nuevas parcelas dada su composición y el disponer de agua de riego desarrollaron una plaga de zacate de raíz profunda que no permitía el crecimiento de las gramíneas, al grado de no permitir su desarrollo y cosecha. Como resultado de lo anterior, el entrevistado señaló que los nuevos propietarios habían iniciado su migración a las ciudades ante la falta de elementos de subsistencia. No dudó en decir que “Todo es lamentable y punto menos que irreparable desastre, proviene de la falta de preparación técnica de los encargados de implantar el verdadero agrarismo en México, el que habría de crear la riqueza por medio de y Crédito Público en 1923, presidente de la Comisión Nacional de Caminos entre 1924 y 1926. Más tarde fue funcionario del Banco de México en el periodo 1930 a 1940. Fue cofundador al lado de Aarón Sáenz de Azúcar S. A. el ingeniero Salinas León también participo como consejero del Banco Azucarero, Banco del Sur, Seguros Atlas y de la Financiera Banamex, entre otras. Murió en la ciudad de México en 1973. Humberto Musacchio, Diccionario enciclopédico de México ilustrado, México, Andrés León editor, tomo IV, 1990, pp. 1813-1814. 32 Pérez Acevedo, Martín, “Empresas, agroindustria, revolución y reclamaciones en tres haciendas morelenses”, en Agustín Sánchez Andrés, Tomás Pérez Vejo y Marco Antonio Landavazo (coords.), Imágenes e imaginarios sobre España en México. Siglos XIX y XX, México, Porrúa, IIHUMSNH, CONACYT, 2007, pp. 177-223. la explotación extensiva de la tierra, en vez de regresar a los procedimientos rudimentarios y primitivos como ha estado ocurriendo”.33 La muestra más clara de los extremos a los que había llevado el reparto de tierras fue la respuesta violenta entre los propietarios rurales que armaron grupos de hombres que eran conocidos como guardias blancas, mientras que tanto los solicitantes de tierras como quienes las habían obtenido, que recibieron el nombre de agraristas, escenificaron enfrentamientos que costaron bajas de ambos lados. Sobre estos episodios tampoco el Boletín dio referencia alguna eventualidad de esta naturaleza que hubieran padecido sus agremiados. La única mención que se hizo fue la reproducción a principios de 1923 de una circular remitida por la Comisión Nacional Agraria, en la que se conminaba a los hacendados a que no cercaran sus posesiones inmediatas a los pueblos dotados con la finalidad de evitar cualquier tipo de trastorno que entorpeciera el proceso del reparto agrario. En el mejor de los casos era un exhorto que se hacía por parte del Poder Ejecutivo federal y la Comisión Nacional Agraria para que no se interfiriera el curso normal de las leyes agrarias. Sobre todo para que no se interpusiera ante la aplicación del marco normativo en cuestión ninguna acción violenta o censurable que viniera a desvirtuar una de las más altas ideas emanadas de la Revolución, como era la restitución y dotación de ejidos. Por lo que la exaltación de posturas y los enfrentamientos no serían elementos suficientes para detener dicha empresa, si al caso retardarían su realización, y con ello los derechos de los pueblos.34 La inserción de esta nota no vino acompañada por ninguna réplica, o bien, reflexión institucional por parte de la Cámara Central Agrícola de México. Propuestas y participación gremial. Dentro de las propuestas operativas de la Cámara Central Agrícola de México, la acción colectiva en la defensa de los intereses del gremio fue uno de los aspectos por los que abogó desde su conformación, iniciativa que se venía a sumar a las desplegadas por las 33 “El agarrismo en el estado de Morelos”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo III, número X, México, abril de 1923, pp. 282-283. 34 “Circular de la Comisión Nacional agraria”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo III, número X, México, abril de 1923, p. 199. cámaras de comercio e industria en los ámbitos estatal y nacional que con antelación optaron por la conformación de instituciones confederadas para la protección de sus intereses gremiales.35 Sobre este punto vale la pena decir que se perfilaba la constitución de un bloque económico de hombres de negocios (frente patronal), cuyos intereses interactuaban en estos tres rubros que buscaban su recuperación y desarrollo en medio de la reconstrucción de las vías de comunicación, la reestructuración del sistema bancario, las cargas fiscales y las reivindicaciones laborales. La propuesta organizativa de la Cámara Central Agrícola de México en torno a una confederación nacional de cuerpos de la misma naturaleza en breve comenzó a dar resultados, ya que en septiembre de 1920 se hizo eco de esta inquietud la Cámara Agrícola de Yucatán. Al efecto la organización peninsular se manifestó argumentando que “no se ocultará a su ilustrado criterio la necesidad de laborar unidas todas nuestras cámaras, en los actuales momentos en que las miras de los buenos mexicanos deben tenderse sobre la pronta reconstrucción nacional, teniendo en cuenta que el desarrollo y fomento de nuestra agricultura es la fuente principalísima de nuestra riqueza pública”. Para efecto de las medidas que se tomaran para la integración de la confederación de cámaras, los hacendados yucatecos nombraron al licenciado Víctor Moya Zorilla y Alfonso Peón Domínguez como sus delegados en la capital del país.36 35 La Confederación de Cámaras de Comercio se constituyó en el año de 1917. Respecto a la participación y relación de la Confederación de las Cámaras de Comercio (COCACO) y el gobierno de Álvaro Obregón se materializó con el apoyo que este sector económico buscó alcanzar con sus similares en los Estados Unidos a través de un viaje que la administración de Obregón les pagó a la Unión Americana. Durante la travesía por varias ciudades norteamericanas los agremiados mercantiles además de promocionar a México como un lugar de inversión se buscó hacer presión para que el gobierno de Washington reconociera la presidencia de Obregón. Asimismo la administración de Obregón otorgó una subvención a la COCACO para la edición del periódico Diario Comercial y respaldó la celebración en la ciudad de México en junio de 1921 de un Congreso Internacional de Comercio. Por su parte, los industriales agrupados en torno a la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN) que se organizó en 1918, propugnaban por mantener su unidad, sobre todo ante las cámaras especializadas y mixtas que la conformaban. María del Carmen Collado Herrera, Empresarios y políticos, entre la restauración y la revolución 1920-1924, México Secretaría de Gobernación/INEHRM, 1996, pp. 119-136. Véase también Carlos Arreola “LA CONCAMIN”, en Carlos Alba (coord.), Historia y desarrollo industrial de México, México, Confederación de Cámaras Industriales, El Colegio de Jalisco, Imprenta Madero, 1988. 36 “Iniciativa de la Cámara Agrícola de Yucatán”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, octubre de 1920, número 4, p. 1. Sobre las primeras propuestas que se registraron entre los propietarios agrícolas para conformar una confederación habría que destacar la iniciativa que planteó en 1918 la Cámara Agrícola Nacional de la Comarca Lagunera a la Cámara Nacional Agrícola Jalisciense. Véase Rubén Rodríguez García, Op. Cit., pp. 43-44. Al igual que en su momento la Cámara Agrícola de Yucatán se sumó al llamado de la Cámara Central Agrícola para integrar una confederación, más tarde lo hizo la Cámara Agrícola Jaliciense. La representación tapatía planteó puntualizaciones muy precisas en torno a la política agraria desplegada por el gobierno mexicano, como al efecto lo expresaron al afirmar que “Necesitamos de garantías en el campo: de derogación de la ley sobre las llamadas tierras ociosas, del impuesto a aguas federales de riego, de la contribución local del seis por ciento al millar a capitales rústicos y de la ley sobre reparto de tierras: de facilitar la compra a plazo y el transporte de maquinaría agrícola, el depósito cercano de refacciones para ella y la gestión de la baja del petróleo y de sus derivados que requiera su uso, para la substitución de los brazos emigrantes, so pena de la importación de productos agrícolas para completar la alimentación nacional”.37 La Cámara Agrícola Jalisciense fue categórica al señalarle a la Agrícola Central que era menester fomentar el cultivo del suelo de acuerdo con los procedimientos más avanzados, con la finalidad de hacer intensiva y mayor así como a un menor costo la producción en el campo, lo que en consecuencia permitiría pagar mayores jornales a los trabajadores. Otro aspecto que puntualizaron fue el relativo a la educación rural, instrucción que velaría por que el niño campesino recibiera la enseñanza más acorde a su medio. No menos importante entre los planteamientos vertidos por el cuerpo colegiado agrario tapatío figuró la asesoría que tanto el gobierno estatal como el federal podrían recibir de las cámaras agrícolas al momento de emitir cualquier disposición, ya que para ello sus integrantes contaban con el conocimiento necesario en el ramo, es decir, que pondrían su experiencia para instruir en lo necesario al legislador.38 Por su parte, la Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola, tras el respaldo que le manifestaron sus similares de Yucatán y de Jalisco, convino en emitir una convocatoria a nivel nacional para que el 6 de diciembre de 1920 se reunieran en la ciudad de México los delegados de las cámaras agrícolas estatales, así como los agricultores que no estuvieran 37 “La Cámara Agrícola Jalisciense se ha servido enviarnos la siguiente circular”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, octubre de 1920, número 4, tomo I, p. 21. 38 “La Cámara Agrícola Jalisciense se ha servido enviarnos la siguiente circular”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, octubre de 1920, número 4, tomo I, p. 21. La Cámara Agrícola Jalisciense se constituyó el 27 de febrero de 1899 y en abril de 1910 cambió su denominación por Cámara Agrícola Nacional Jalisciense. Esta organización editó el Boletín de la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense. Si bien durante el movimiento armado de 1910 la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense se mantuvo operativa, sus agremiados no se vieron exentos de las depredaciones de las fuerzas en conflicto. Véase Rubén Rodríguez García, Op. Cit., pp. 23, 29, 33, 42-43. inscritos en ninguno de estos cuerpos representativos. El objetivo de dicho encuentro no sería otro más que el de organizar la Confederación de Cámaras Agrícolas de los Estados Unidos Mexicanos. Entre los argumentos que al efecto se puntualizaron para llevar a cabo dicha empresa se planteó lo siguiente: La agricultura quizá más que el comercio y que la industria, necesita acudir con presteza a medios eficaces de protección y de adelanto, por que durante los últimos años ha tenido que sufrir grandes trastornos y enormes pérdida de las que aun no pueden resarcirse los agricultores. El llamado problema agrario, debe preocupar a todos los terratenientes de la República, y hace indispensable el estudio de las disposiciones recientemente dictadas (que) se proyecta presentar dentro de breve plazo a la aprobación del Congreso de la Unión.39 A pesar de las propuestas vertidas por la Cámara Central Agrícola de México y de sus similares de Yucatán y Jalisco, no se llevó a cabo la reunión proyectada. Al parecer atención de los propietarios rurales se dividió ante la iniciativa que la Cámara Agrícola Nacional de la Comarca Lagunera promovió en el mes de noviembre de 1920.40 En virtud a que no se alcanzó ninguna meta, varios propietarios del estado de Jalisco fundaron el primer sindicato de terratenientes a finales de ese año.41 La primera propuesta que planteó el Sindicato de Agricultores de Jalisco fue la realización de un congreso nacional en la capital del país, evento que llevó a cabo en las instalaciones de la Cámara Central Agrícola de México, que por su parte compartió la organización del encuentro. Entre los logros destacó la conformación del Sindicato Nacional de Agricultores, ante el que la Central Agrícola nombró representante.42 39 “Dictamen de la Comisión”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, octubre de 1920, número 4, tomo I, pp.2-3. Respecto a los asuntos que se consideraban urgentes atender, sobre todo en el marco de una organización confederada de propietarios, la Cámara Central Agrícola señaló los problemas que se tenían como la falta de crédito para los agricultores, los gravámenes hipotecarios que pesaban sobre las fincas rústicas del país, la seguridad en el campo, la tributación fiscal, los salarios en el medio rural, el transporte de los productos, entre otros puntos a tratar. La propuesta de la Cámara Central agrícola fue aprobada por el pleno el 1 de octubre. 40 Rodríguez García, Rubén, Op. Cit., p. 46. La Cámara Agrícola Nacional de la Comarca Lagunera había propuesto desde el año de 1919 la conformación de una confederación de cámaras agrícolas en el país. 41 Ibid, pp. 104-105. Dentro del plan de acción del Sindicato de Agricultores de Jalisco destacaron los siguientes puntos: la defensa de los derechos de los propietarios ante las leyes y las autoridades, sobre todo cuando se atente contra ellos, procurar la moralización y el bienestar material del trabajador del campo y la modernización de agro con la implementación de obras de irrigación y maquinaria. 42 “Informe que la Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola de México presenta a la Asamblea General Ordinaria efectuada el 10 de abril de 1922”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, número X, abril de 1922, p. 272. Más tarde, en febrero de 1922, el Sindicato Nacional de Agricultores propuso a la Central Agrícola que hiciera del conocimiento de sus agremiados la suscripción de acciones en la Compañía Nacional de Publicidad S.A. con la finalidad de fundar un periódico que se ocuparía de la defensa de los intereses de los agricultores, industriales, mineros, comerciantes y banqueros. Si bien la Compañía Nacional de Publicidad aclaró que la publicación propuesta no adquiriría un tono político ni de oposición, sin embargo, “se ocupará de la política y hará solamente oposición cuando sea enteramente preciso por la conexión que exista entre la defensa de los intereses lesionados; pero será un periódico de completa independencia y de ninguna manera de carácter personalista o partidaria”.43 A través de este órgano de difusión se pretendía dar a conocer los trabajos realizados de manera colectiva en defensa de los intereses de cada uno de los rubros mencionados, así como exponer la actuación de las autoridades y las irregularidades de sus procedimientos, lo que redundaría en la formación de la opinión pública sobre este tipo de problemas económicos y políticos. Con el afán de retomar la idea de unidad, la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense le propuso a principios de junio de 1921 a la Central Agrícola que asumiera la representación de todos los intereses agrícolas del país, ya que era el organismo más antiguo, con mayor tradición y reconocimiento en el ramo, sin dejar de lado que contaba con más socios que ninguna otra cuyas haciendas se localizaban casi en todo el país.44 De nueva cuenta los resultados alcanzados fueron limitados, pues fueron muy pocas organizaciones las que se acogieron a la iniciativa. Dentro de los elementos que limitaron los intentos que los propietarios realizaron en la materia destacó la reticencia de la Cámara Central Agrícola de México por cambiar sus estatutos, así como la postura unilateral que adoptó para ser ésta la que haría las propuestas de acción sobre las demás. 43 “Sociedad Nacional de Agricultores. Excitativa”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, número VIII, febrero de 1922, p. 235. El capital que se pretendía reunir era de trescientos mil pesos, recursos que a juicio del Sindicato bastaría para poner en marcha una empresa editorial en toda forma, cuyos servicios quedarían en favor de los hombres de negocios que participaban en los ramos económicos señalados. Los organizadores del proyecto puntualizaron que de no reunirse dicha suma, el proyecto no se pondría en marcha. No se señaló el valor de las acciones unitarias que emitiría la Compañía Nacional de Publicidad. 44 “Una iniciativa de la Cámara Agrícola Nacional Jalisciense”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, núm. I, julio 1921, pp. 4-5. Véase también “Informe que la Junta Directiva de la Cámara Central Agrícola de México presenta a la Asamblea General Ordinaria efectuada el 10 de abril de 1922”, en Boletín de la Cámara Central Agrícola de México, México, tomo II, número X, abril 1922, pp. 271274. Dentro de los esfuerzos realizados por la Cámara Central Agrícola de México por lograr que los propietarios a nivel nacional tuvieran la representación formal ante sí como ante las autoridades, llama la atención que en las páginas del Boletín no se dio cuenta de su participación en el Congreso Internacional de Comercio de junio de 1921. De acuerdo con María del Carmen Collado, los propietarios trataron de tomar el control del evento, ya que la discusión la centraron en criticar la aplicación de la reforma agraria. La postura y planteamientos de la Cámara Central en torno a la tenencia de la tierra parcialmente apuntaron un punto a favor con la manifestación de la Confederación de Cámaras de Comercio que se manifestó en contra de la reforma agraria y la eliminación de impuestos sobre la compra de maquinaría agrícola.45 En medio del ascendente desarrollo de instituciones sindicales obreras que se observaba en 1923, las confederaciones de comerciantes e industriales se decantaron, no sin alguna diferencia en cuanto a la naturaleza de sus campos de acción, por la conformación de un frente patronal único de resistencia, cuya principal expresión fue la Alianza Nacional de la Propiedad, la Industria y el Comercio que se fundó en 1922 y que convocó a la Convención de Ligas y la Unión de Propietarios en junio de 1923.46 Respecto a la participación de la Cámara Central Agrícola de México, o bien de su representación acreditada, el Boletín no publicó ninguna nota. Debido a la naturaleza del foro consideramos que la Cámara Central Agrícola si tuvo representación oficial, o bien, en su defecto, que varios de sus socios asistieron para expresar sus opiniones. Al respecto baste mencionar que Collado señaló que a la reunión asistieron principalmente individuos cuyos intereses estaban vinculados al ámbito agrícola, y que por lo tanto eran los directamente afectados por la reforma agraria. Precisamente de este sector económico partió la propuesta para conformar una Alianza de la Propiedad.47 A la postre 45 Collado Herrera, María del Carmen, Op. Cit., pp.128-129. En los comentarios finales del evento la COCACO se deslindó de la postura de la Cámara Central Agrícola aduciendo que los problemas del campo no le concernía de manera directa. La rectificación como lo apunta Herrera Collado, le evitaba a la COCACO cualquier diferencia con el gobierno de Álvaro Obregón, y por ende, perder los apoyos que le había proporcionado. 46 Ibid., p. 137. 47 Idem. La Alianza de la Propiedad se compondría de seis ramas a saber: industria, agricultura, comercio, minería, petróleo y propiedad urbana. De esta manera se pretendía hacer frente a los efectos del artículo 27 constitucional, los impuestos excesivos, la regulación delas relaciones laborales entre patrones y trabajadores. A final de cuentas, tanto los comerciantes como los industriales se desmarcaron de la iniciativa ya que sus intereses no se veían directamente comprometidos, ni mucho menos eran sancionados por la aplicación de esta iniciativa significó el último intento de la Cámara Central Agrícola por aglutinar en un cuerpo colegiado de carácter nacional a la mayoría de quienes participaban de la agricultura. Conclusiones. La reconfiguración de la Sociedad Agrícola Mexicana en Cámara Agrícola Nacional Mexicana a principios de 1920, constituyó el principal esfuerzo orgánico que los propietarios nacionales y extranjeros realizaron para contener el reparto agrario en ciernes que se había comenzado a perfilar desde que el Primer Jefe del Ejercito Constitucionalista promulgó la ley de 5 de enero de 1915. Aún cuando la Cámara Central procuró ponerse a la vanguardia de esta cuestión, se topó con la reticencia de otros cuerpos representativos del rubro, que de ninguna manera concordaron con el carácter centralizador que en todo momento pretendió adoptar la Cámara Central. Con la publicación del Boletín entre 1920 y 1925, la Cámara Central procuró darle unidad y presencia institucional a sus afiliados que de esta manera contaban con un medio de difusión de sus ideas. A pesar de que se pretendió seguir esta línea conductiva consideramos que los esfuerzos fueron parciales, ya que en las páginas del Boletín no se recogió una sola columna de la autoría de los propietarios. Por el contrario, y sin lugar a duda con el beneplácito de aquéllos, se publicaron artículos de opinión que versaban sobre diversos aspectos relacionados con el proceso y efectos del reparto de las tierras, muchos de ellos escritos por ingenieros agrónomos y litigantes inscritos en la Cámara, o bien de colaboradores eventuales. En este sentido vale la pena reiterar que el Boletín vino a representar parcialmente a sus promotores, ya que en el mejor de los casos su labor se concentró en la vida administrativa de este cuerpo colegiado, según se desprende de las referencias que se publicaron sobre las reuniones semanales que se celebraban. Las opiniones de los colaboradores vertidas en los artículos de opinión que se publicaron en el Boletín constituyeron una crítica a los procedimientos que los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles pusieron en marcha en materia agraria. Sin ninguna ley o precepto constitucional que tendiera a limitar su ejercicio y presencia económica, como si sucedía con los terratenientes. En consecuencia la Alianza tuvo una vida efímera. embargo, las ideas planteadas por los profesionistas que escribieron a favor de los propietarios agrícolas distaron de reflejar la realidad a la que se enfrentaban aquéllos, pues en ningún momento se hizo alusión a los mecanismos y procedimientos que se implementaban ante las instituciones para tratar de contener el avance de la reforma y reparto agrario. Sobre esta misma cuestión, el Boletín no dio cuenta a sus agremiados de las eventualidades de los hacendados extranjeros, quienes presentaron sus inconformidades ante sus representaciones diplomáticas con la finalidad de no ser afectados, o bien, del pago de la indemnización de la que eran acreedores de acuerdo con el marco legislativo en la materia, lo que en sí comprendió una de cuestiones que a juicio de la Cámara Central se deberían evitar para no fomentar la deteriorada imagen que se tenía de México en el exterior tras la conclusión de la fase armada de la Revolución y sus repercusiones en el ramo de la deuda pública. A pesar de los esfuerzos que emprendieron los hacendados nacionales y extranjeros agremiados en la Cámara Central Agrícola de México, así como las de los estados para salvaguardar sus intereses, los resultados no les fueron favorables a diferencia de la suerte que corrieron muchos de ellos en otros cuerpos económicos representativos, a saber, como las cámaras de comercio e industria en las que también tomaron parte. El reparto agrario paulatinamente se ejecutó a partir del primer lustro de la década de los veinte, no sin la renuencia de los propietarios, quienes en lo individual o bien de manera familiar, hicieron frente ante el fraccionamiento de sus unidades productivas. Las opciones para librarse de los efectos de la política agraria fueron el denuncio de las irregularidades que se cometían – censos falsificados, errores en la medición de los terrenos, invasión de los predios, etc.-, las solicitudes de amparo, o bien, la intervención diplomática para eludir el reparto. De acuerdo a la información que se desprende de uno de los directorios comerciales de fines de la década de 1920, la mayoría de los integrantes de la Cámara Central Agrícola mantenían sus propiedades.48 Empero, a pesar de los esfuerzos realizados por los hacendados un buen número de ellos se vieron afectados durante la administración del general Lázaro Cárdenas, cuando la división de las propiedades rurales alcanzó sus mayores cuotas. 48 Directorio comercial de los Estados Unidos Mexicanos 1928, México, Talleres Tipográficos Bouligny & Schmidt Sucr. 1928. Bibliografía y hemerografía. 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