Reflexión - Universidad Santo Tomás, Seccional Tunja

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PosadasdeNavidad
PosadasdeNavidad
Historia
Las posadas son �iestas populares que en México se
celebran durante los nueve días antes de Navidad, es
decir, del 16 al 24 de diciembre. Estas �iestas recuerdan
el peregrinaje de María y José desde su salida de Nazaret
hasta Belén, donde buscan un lugar en el cual alojarse y
esperar el nacimiento del niño Jesús.
En el México prehispánico celebraban el advenimiento
de Huitzilopochtli (Dios de la Guerra) durante la época
invernal o Panquetzaliztli, que iba del 17 al 26 de diciembre, fecha que coincidía con la época en la cual los europeos celebraban la Navidad.
Estas celebraciones fueron cambiando una vez que el
pueblo fue evangelizado y la imagen de Huitzilopochtli
fue sustituida por la de José y María.
¿CÓMO SE CELEBRAN?
Amenizadas con cánticos o villancicos, las posadas reaniman el espíritu religioso
de los participantes, están llenas de emoción, alegría y amistad que siempre se
respiran durante este tiempo. Las posadas tradicionales tienen ligeras variantes
de acuerdo con el lugar en donde se celebren y han ido cambiando con el tiempo;
Sin embargo, los aspectos comunes más importantes son: pedir posada con los
villancicos tradicionales, rezar el Rosario, romper la piñata, y nunca pueden faltar
los aguinaldos, el ponche, las velas, la fruta, las luces de bengala y, en algunas
ocasiones, la cena y los regalos.
Para empezar, en varias poblaciones las posadas se celebran en las calles, que son
adornadas previamente con hilos de heno y faroles. Y en otras poblaciones se
sustituyen los tradicionales peregrinos de barro por elementos vivos, causando
mayor emotividad entre los asistentes. No existe templo, parroquia o capilla por
pequeña que sea, que durante el período del 16 de diciembre al 6 de enero, no
levante un nacimiento con verdaderas joyas escultóricas o �iguras de barro
hechas en Tonalá o Tlaquepaque, y celebren las posadas con cantos religiosos,
guijolas, panderos, triángulos, etc., para crear mayor alegría en los asistentes.
De esta manera, las �iestas continúan de casa en casa, hasta el día de Navidad.
PRIMERA POSADA: LA BUENA NUEVA
¿Cómo enseñar la esperanza?
Lucas 1; 26-33
Al sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de galilea llamada
Nazaret, a visitar a una joven desposada con un hombre llamado José, de la
descendencia de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró
donde ella estaba y le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor está
contigo.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué
signi�icaba tal saludo. El ángel le dijo: No temas, María, pues Dios te ha
concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por
nombre Jesús. Él será grande, será llamado hijo del Altísimo; el Señor Dios
le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la descendencia de Jacob
por siempre y su reino no tendrá �in.
Reflexión:
Os anunciamos la venida de Cristo, y no sólo una, sino también una
segunda que será sin duda mucho más gloriosa que la primera. La primera
se realizó en el sufrimiento, la segunda traerá consigo la corona del reino.
Porque en nuestro Señor Jesucristo casi todo presenta una doble
dimensión. Doble fue su nacimiento: uno, de Dios, antes de todos los siglos;
otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Doble su
venida: una en la oscuridad y calladamente, como lluvia
sobre el césped; la segunda, en el esplendor de su gloria,
que se realizará en el futuro.
En la primera venida fue envuelto en pañales y recostado
en un pesebre; en la segunda, aparecerá vestido de luz.
En la primera sufrió la cruz, pasando por encima de la
ignominia; en la segunda, vendrá lleno de poder y de
gloria, rodeado de todos los ángeles.
Por lo tanto, no nos detengamos sólo en la primera
venida, sino esperemos ansiosamente la segunda. Y así
como en la primera dijimos: bendito el que viene en el
nombre del Señor, en la segunda repetiremos lo mismo
cuando, junto con los ángeles, salgamos a su encuentro y
lo aclamemos adorándolo y diciendo de nuevo: bendito el
que viene en el nombre del Señor.
San Cirilo de Jerusalén
SEGUNDA POSADA: BÚSQUEDA DEL SENTIDO
¿Cómo entender y asumir la voluntad de Dios en nuestra
vida?
Lucas 1; 34-38
María dijo al ángel: ¿cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre? El
ángel le contestó: el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con
su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará hijo de Dios. Mira tu
pariente Isabel, también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que
todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible. María dijo: Aquí está la
esclava del Señor, que me suceda como tú dices. Y el ángel la dejó.
Reflexión:
María fue �iel porque con amor buscó el sentido profundo del designio de Dios en ella y
para el mundo. ¿Cómo sucederá esto?, preguntaba ella al ángel de la anunciación. Ya en
el antiguo testamento el sentido de esta búsqueda se traduce en una expresión de rara
belleza y extraordinario contenido espiritual. "Buscar el rostro del Señor". No habrá
�idelidad si no hubiere en la raíz esta ardiente, paciente y generosa búsqueda; si no se
encontrara en el corazón del hombre una pregunta, para la cual solo Dios tiene
respuesta, mejor dicho, para la cual sólo Dios es la respuesta.
Juan Pablo II
TERCERA POSADA: LA COMPRENSIÓN HUMANA
¿Qué estamos dispuestos a hacer nosotros por amor
a los demás?
Mateo 1; 18-21
El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba prometida
a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por acción del
Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla,
decidió separarse de ella en secreto. Después de tomar esta decisión, el
ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no
temas aceptar a María como tu esposa, pues el hijo que espera viene del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de los pecados.
Reflexión:
El Verbo de Dios, incorpóreo, incorruptible e inmaterial, vino a nuestro
mundo, aunque tampoco se hallaba lejos, pues nunca parte alguna del
universo se hallaba vacía de él, sino que lo llenaba todo en todas partes, ya
que está junto al Padre. Pero Él vino en su benignidad hacia nosotros, y en
cuanto se nos hizo visible, tuvo piedad de nuestra raza y de nuestra
debilidad y, compadecido de nuestra corrupción, no soportó que la muerte
nos dominase, para que no pereciese lo que había sido creado, con lo que
hubiera resultado inútil la obra de su Padre al crear al
hombre.
Por eso tomó para sí un cuerpo como el nuestro en el
seno de la Virgen; se construyó un templo, y lo hizo su
propio instrumento, en el que había de darse a conocer y
habitar; �inalmente entregó dicho cuerpo por toda la
humanidad y lo ofreció al Padre en un amor sin límites.
San Atanasio
CUARTA POSADA: LA GRACIA
¿Cuál es la raíz de la belleza y la pureza del ser humano?
Lucas 1; 39-45
Por aquellos días, María se puso en camino y fue deprisa a la montaña, a una ciudad de
Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María,
el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes
voces: bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero, ¿cómo es
posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el
niño saltó de alegría en mi seno.
¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá.
Reflexión:
Después de la visión de la perfección, de la pureza de María brotan espontáneamente
las palabras: toda hermosa eres, iMaría! Esta contemplación de la belleza sigue la
contemplación de la pureza y por esta misma contemplación nos preguntamos: ¿por
qué? ¿Cuál es la raíz de esta belleza? Y encontramos la raíz en que María está
emparentada nada menos que con Dios; precisamente porque ha salido de sus entrañas
con integridad. Así como un espejo blanco y puro re�leja el cielo, así debería ser el
humano que está hecho a imagen de Dios. Aquí tenemos, �inalmente, un retrato de Dios,
puro, incontaminado. En él podemos comprender mejor que en cualquier otra criatura,
qué es Dios, conociendo a la Virgen.
Y así se explica la belleza. Es una belleza divina que se
re�leja en la Virgen y no solamente en su persona, sino en
todo cuanto ella cumple por designio de Dios. María será
la madre de Dios; y estará vinculada al misterio más
grande que la historia humana pueda comprender.
Pablo VI
QUINTA POSADA: DIOS ESTÁ CON NOSOTROS
¿Cómo en calidad de fiel creer en los milagros que el
Señor hace realidad?
Mateo 1; 22-25
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor
por el profeta: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán por
nombre Emmanuel (que signi�ica Dios con nosotros). Cuando José se
despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado:
recibió a su esposa y, sin tener relaciones conyugales, ella dio a luz un hijo,
al que José puso por nombre Jesús.
Reflexión:
Si relacionas a San José con la Iglesia universal de Cristo, ¿no es este el
hombre privilegiado y providencial, por medio del cual la entrada de Cristo
en el mundo se desarrolló de una manera ordenada y sin escándalos? Si es
verdad que la Iglesia entera es deudora de la Virgen Madre por cuyo medio
recibió a Cristo, después de María es San José, a quien debe agradecimiento
y una veneración singular.
José viene a ser el broche del Antiguo Testamento, broche
en el que fructi�ica la promesa hecha a los Patriarcas y a
los Profetas. Sólo él poseyó de una manera corporal lo
que para ellos había sido mera promesa.
No cabe duda de que Cristo no sólo demosstró
familiaridad y respeto con él durante su vida mortal,
como si fuera su padre, sino que la habrá completado y
perfeccionado en el Cielo.
San Bernardino de Siena
SEXTA POSADA: LA VIDA
¿Estamos vivos o muertos en vida? ¿Tú qué crees?
Lucas 1; 39-45
En aquellos días el emperador Augusto promulgó un decreto por medio del cual
ordenaba que se hiciera el censo de los habitantes del imperio. Este censo fue el
primero que se hizo durante el mandato de Quirino, gobernador de Siria. Todos iban a
inscribirse a su ciudad de origen. También José, por ser de la descendencia y familia de
David, subió desde Galilea, ciudad de Nazaret, a Judea, ciudad de David, que se llama
Belén, para inscribirse con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras se hallaban
en Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo
envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la
posada.
Reflexión:
Despierta, hombre: por ti Dios se hizo hombre. Despierta, tú que duermes, surge de
entre los muertos; y Cristo con su luz te alumbrará. Te lo repito: por ti Dios se hizo
hombre.
Estarías muerto para siempre, si Él no hubiera nacido en
el tiempo, si Él no hubiera asumido una carne semejante
a la del pecado. Estarías condenado a una miseria eterna,
si no hubieras recibido tan gran misericordia. Nunca
hubieras vuelto a la vida, si Él no se hubiera sometido
voluntariamente a tu muerte. Hubieras perecido, si Él no
te hubiera auxiliado. Estarías perdido, sin remedio, si Él
no hubiera venido a salvarte.
San Agustín
SÉPTIMA POSADA: LA LUZ DE LA NAVIDAD
¿Cómo pensar y vivir la Navidad, y descubrir el
misterio que ella tiene para ti?
Lucas 2; 8-18
Había en aquellos campos unos pastores que pasaban la noche
cuidando de sus rebaños por turnos. Un ángel del Señor se les
presentó, y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Entonces
sintieron mucho miedo, pero el ángel les dijo: No teman, pues les
anuncio una gran alegría, que lo será para ustedes y para todo el
pueblo: Les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el
Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Y de repente se
reunieron con el ángel muchos otros ángeles del cielo, que alababan a
Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los
hombres que gozan de su amor!
Cuando los ángeles regresaron al cielo, los pastores se decían unos a
otros: Vamos a Belén a ver eso que ha sucedido y que el Señor nos ha
anunciado. Fueron de prisa y encontraron a María, a José y al niño
acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que el ángel les había
dicho de este niño. Y cuantos escuchaban lo que decían los pastores, se
quedaban admirados.
Reflexión:
En la Navidad hay que pensar una y otra vez. Así lo hicieron los
pastores que fueron los primeros testigos del nacimiento de
Jesús, al ser convocados por el ángel para comprobar el hecho
acaecido. Fueron a Belén, encontraron a Jesús, con María y José,
y a la vuelta, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño.
Y cuantos los oían se maravillaban de lo que les decían los
pastores. Así podemos decir que el Evangelio comienza a ser
noticia, a difundirse discreta y secretamente, y a contribuir a la
formación de esa conciencia popular mesiánica que tomará,
luego, la predicación de Juan el Bautista, el Precursor, y después,
la del mismo Jesús.
Otra circunstancia muy clara nos exhorta a pensar nuevamente
en el hecho de la Navidad, evocado por la �iesta litúrgica para
descubrir en Jesús el sentido, el signi�icado trascendente que
esconde y mani�iesta. La Navidad tiene un contenido propio,
secreto que se descubre sólo a quien lo busca. Pensemos en la
misma Virgen María, en el éxtasis de su alma limpia, ya bien
consciente del misterio de su divina maternidad y absorta
totalmente en la meditación de cuanto sucedió en ella y a su
alrededor.
Pablo VI
OCTAVA POSADA: LOS REGALOS
¿Cómo ir, en un mundo borroso, al encuentro con Dios y
ver su luz a través de acciones simples?
Mateo 2; 1-12
Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea, en tiempo del rey Herodes. Por
entonces, unos sabios de Oriente se presentaron en Jerusalén, preguntando:
¿dónde está el Rey de los Judíos que acaba de nacer? Hemos visto su estrella en el
oriente y venimos a adorarlo. Al oír esto, el rey Herodes se alarmó y con él toda
Jerusalén. Entonces convocó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de
la ley, para preguntarles dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le respondieron:
en Belén de Judea, pues lo dejó escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá,
ciertamente no eres la menor entre las ciudades principales de Judá; porque de ti
saldrá un jefe, que será pastor de mi pueblo, Israel. Entonces Herodes, llamando
aparte a los sabios, investigó con exactitud el momento en que había aparecido la
estrella, y los envió a Belén con este encargo: vayan e infórmese bien sobre ese
niño; y, cuando lo encuentren, avísenme a mí también para ir a adorarlo.
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y la estrella que habían visto
en oriente los guió hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver la
estrella, se llenaron de una inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño
con su madre María y lo adoraron postrados en tierra. Abrieron sus cofres y le
ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra. Advertidos en sus sueños de que no
regresaran donde estaba Herodes, volvieron a su país por otro camino.
Reflexión:
Es necesario que estos esforzados buscadores del Rey de los
Judíos salgan del palacio de Herodes y se alejen de las
interminables discusiones; es necesario que abandonen la
Ciudad Santa y con�íen en la Estrella (es decir en el signo que
Dios mismo ofrece para que puedan descubrir el nuevo lugar
santo).
“Y la estrella se paró en el lugar donde se encontraba el Niño”.
En este momento ya no hay separación porque se juntan el
signo y la realidad. El signo ha sido espectacular. La realidad,
por el contrario, aparece modesta, ordinaria, casi me atrevería a
decir, desilusionante.
“Una casa cualquiera”. Una escena muy común y personas sin
importancia. Habiendo entrado en la casa, vieron al Niño con
María, su Madre. No hay más, aquí está todo. Es mucho más fácil
ver una estrella y quedarse extasiados por su aparición que
"ver" un cuadro tan familiar. Esta señal grandiosa, en este caso,
nos lleva a una realidad pequeña, insigni�icante.
“Y postrados lo adoraron”. La estrella no tiene ya ninguna
función. Ahora entra en juego la fe. Solamente la fe permite el
ver más allá de las apariencias e incita a adorar. Solamente la fe
consciente permite ver la gloria, la grandeza in�inita que puede
contenerse en la pequeñez.
A. Pronzato
NOVENA POSADA: EL VERBO SE HIZO HOMBRE
En tiempos de incertidumbre y desprecio, ser
cristiano-católico-practicante es cuestión de elección.
Tú ¿qué decides?
Juan 1; 1-12
Al principio ya existía la palabra. La palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Todo fue hecho por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto llegó a existir. En ella estaba
la vida y la vida era la luz de los hombres; la luz resplandece en la oscuridad, y la
oscuridad no pudo sofocarla.
Vino un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar
testimonio de la luz, a �in de que todos creyeran por él. No era él la luz, sino testigo de la
luz. La Palabra era la luz verdadera, que con su venida al mundo ilumina a todo hombre.
Estaba en el mundo, pero el mundo, aunque fue hecho por ella, no la reconoció. Vino a
los suyos, pero los suyos no la recibieron. A cuantos la recibieron, a todos aquellos que
creen en su nombre, les dio capacidad para ser hijos de Dios.
Reflexión:
Para nosotros la esperanza sólo tiene un valor pedagógico; es un recuerdo de la
preparación secular a la venida de Cristo. Cristo ya ha venido. La realidad del mesías ya
se ha cumplido para nosotros.
Esta es la espiritualidad de la Navidad, en la cual, la historia, la
teología, el misterio de la encarnación, nuestro destino
humano y sobrenatural, se funden y se convierten en
celebración, es decir, en liturgia: una liturgia que se alimenta
de toda la tierra, de toda la historia, y que se levanta hasta los
cielos, hasta la gloria divina.
Sí, Cristo ya ha venido; pero hay una misteriosa y terrible
desgracia, no todos lo han conocido, no todos lo han acogido:
así lo a�irma el prólogo del Evangelio de San Juan: “Él era la luz
verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo
y el mundo no lo conoció” -- nótese en el evangelio según San
Lucas y San Mateo (1; 18-21)--. Vino a los suyos y los suyos no
lo recibieron. Este es el cuadro de la humanidad que, después
de veinte siglos de historia, tenemos ante nuestros ojos. ¿Cómo
es posible? ¿Qué podemos decir? No pretendemos investigar
en una realidad inmersa en un misterio que nos trasciende. El
misterio del bien y del mal.
Pablo VI
Oración para todos los días
Benignísimo Dios de in�inita caridad, que tanto amasteis a
los hombres, que les disteis en vuestro hijo la prenda de
vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de
una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y
remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy in�initas gracias por tan soberano bene�icio. En retorno de él os
ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro
hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por
las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas
que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal
desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido
tenga en ellos su cuna y more eternamente.
Amén.
(Gloria al Padre - tres veces)
Oración a la Santísima Virgen
Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un
Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma
preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este
tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual
de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que
lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de
verle, amarle y adorarle por toda la eternidad.
Amén.
(Avemaría - tres veces)
Oración a San José
¡Oh santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de
Jesús! In�initas gracias doy a Dios porque os escogió para tan
soberanos misterios y os adornó con todos los dones
proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el
amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso
deseo de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su
divina esencia le veo y le gozo en el cielo.
Amén.
(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)
Oración Al Niño Jesús
Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona
suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente:
"Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi
infancia y nada te será negado". Llenos de con�ianza en vos,
¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros
toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para
conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por
los méritos in�initos de vuestra infancia, la gracia de la cual
necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica
Amén.
Gozos
Dulce Jesús mío, mi niño adorado
¡Ven a nuestras almas!
¡Ven no tardes tanto!
¡Oh, Sapiencia suma del Dios soberano,
que a infantil alcance te rebajas sacro!
¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios!
Ven a nuestras...
¡Oh, Adonai potente que Moisés hablando,
de Israel al pueblo diste los mandatos!
¡Ah, ven prontamente para rescatarnos,
y que un niño débil muestre fuerte el brazo!
Ven a nuestras...
¡Oh, raíz sagrada de José que en lo alto
presenta al orbe tu fragante nardo!
Dulcísimo Niño que has sido llamado
Lirio de los valles, Bella �lor del campo.
Ven a nuestras...
¡Llave de David que abre al desterrado
las cerradas puertas de regio palacio!
¡Sácanos. Oh Niño con tu blanca mano,
de la cárcel triste que labró el pecado!
Ven a nuestras...
¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas tu esplendor veamos!
Niño tan precioso, dicha del cristiano,
luzca la sonrisa de tus dulces labios.
Ven a nuestras...
¡Espejo sin mancha, santo de los santos,
sin igual imagen del Dios soberano!
¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado
y en forma de niño, da al mísero amparo!
Ven a nuestras...
¡Rey de las Naciones, Emmanuel preclaro,
De Israel anhelo Pastor del rebaño!
¡Niño que apacientas con suave cayado
ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
Ven a nuestras...
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto
bienhechor rocío como riego santo!
¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado!
¡Luce, hermosa estrella! ¡Brota, �lor del campo!
Ven a nuestras...
¡Ven, que ya María previene sus brazos,
do su niño vean, en tiempo cercanos!
¡Ven, que ya José, con anhelo sacro,
se dispone a hacerse de tu amor sagrario!
Ven a nuestras...
¡Del débil auxilio, del doliente amparo,
consuelo del triste, luz del desterrado!
¡Vida de mi vida, mi dueño adorado,
mi constante amigo, mi divino hermano!
Ven a nuestras...
¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados!
¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos!
¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos,
y aún más que mis frases, te dice mi llanto!
Ven a nuestras...
¡Ven Salvador nuestro por quien suspiramos
Ven a nuestras almas,
Ven, no tardes tanto!
z
i
l
e
F
a
N
d
a
vid
Pró
spe
Añ ro
o
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