LEGADO. Una pequeña palabra que califica una vida. O G

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PARTICIPACIÓN DE LA SEÑORA MINISTRA OLGA SANCHEZ
CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN EL HOMENAJE AL
MAESTRO CELESTINO PORTE PETIT CANDAUDAP, EL 14
DE MARZO DE 2002, EN EL INSTITUTO NACIONAL DE
CIENCIAS PENALES, EN LA CIUDAD DE MÉXICO.
LEGADO.
Una pequeña palabra que califica una
vida.
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“El futuro es el otro. Hablar de una duración
puramente personal, es imposible."
Emanuel Levinas.
Los hombres grandes heredan o dejan legados. Don Celestino
Porte Petit no solamente dejó un legado, sino que él mismo era y es
un legado. Me explico.
El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, que
recoge gran parte de las palabras que empleamos quienes hacemos
uso de este organismo vivo que es el idioma español, recoge la
palabra legado en sus diferentes acepciones, bajo dos apartados.
Por una parte, señala que un legado es “cada uno de aquellos
socios que los procónsules llevaban en su compañía a las provincias
como asesores y consejeros…”. En una segunda acepción, quizá la
más conocida, señala que legado es, por extensión, “lo que se deja o
transmite a los sucesores, sea cosa material o inmaterial.”
En ese sentido, Don Celestino Porte Petit Candaudap era un
legado, porque fue maestro, consejero y asesor, no sólo de
procónsules; sino de todos aquellos que somos deudores de sus
consejos o sus enseñanzas, de quienes le debemos no sólo la
formación, sino muchas otras cosas.
Pero el maestro Porte Petit no sólo era un legado; sino que,
como sin duda escucharemos de los ilustres integrantes de esta mesa,
dejó un legado en muchos campos: en lo docente, en lo afectivo, en el
servicio público, en el foro, etc.
Hoy me siento muy honrada de poder comentar parte de ese
legado en lo que al aspecto académico se refiere, concretamente a su
obra escrita.
La empresa, comprenderán Ustedes, excede en mucho al tiempo
del que podemos disponer quienes hoy homenajeamos al maestro,
para intentar, siquiera, hacer una breve semblanza de su vasta obra
escrita.
No podríamos, ni en doce sesiones como esta, terminar cuando
menos de enunciar las virtudes de su legado académico. Por tanto, me
limitaré a esbozar una serie de comentarios respecto a su obra en
conjunto, con el temor, igualmente, de quedarme corta en cuanto al
alcance de mi comentario y en cuanto al objetivo que perseguimos en
esta sesión, que es intentar, con nuestras palabras y nuestro recuerdo,
homenajearlo.
El maestro Porte Petit, fue, qué duda cabe de ello, un teórico
magnífico del derecho penal. Así lo demuestran sus libros Programa
de Derecho Penal. Parte General, Importancia de la dogmática jurídico
penal y Apuntamientos de la parte general de Derecho Penal.
Verdaderos tratados de teoría del delito y teoría del derecho penal que
son a la fecha referencia obligada en el foro, la academia y la
judicatura.
Pero ese afán teórico nunca fue separado de la práctica, ni
siquiera en lo académico. La gran mayoría de los libros del maestro
resultan de aplicar, en sus propias palabras, “la teoría del delito a cada
delito en particular, pues evidentemente, la teoría del delito no puede
vivir aislada, sino en función de cada tipo.”
Bajo este método, y consecuente con ese pensamiento, se
publicaron sus monografías “Dogmática sobre los delitos contra la vida
y la salud personal” y sus “ensayos dogmáticos” sobre los delitos de
violación, estupro, rapto y su espléndido trabajo sobre el robo.
Esos trabajos bastarían para resumir la obra de una vida, sin
embargo, Don Celestino Porte Petit no se conformó nunca con limitar
su legado teórico al campo de lo estrictamente doctrinario o del
análisis de los delitos en su espacio tiempo. No. El maestro de
generaciones era también un visionario.
El trabajo presentado en su recepción como miembro de la
Academia Mexicana de Ciencias Penales, que contestara Don Luis
Garrido, nos confirma ese afán idealista.
En él plasma su ideal de legislación penal. En él expresa, con
soberbia claridad, desapasionadamente y sin maldad, como lo exigían
entonces los acuerdos de esa academia, sus ideas sobre cómo deben
estructurarse los códigos penales; sobre las bases jurídicas, la
sistemática y la técnica legislativa que se deben observar en su
elaboración. Analizaba a la luz de las escuelas penales de la época
nuestra legislación, criticándola en sus puntos débiles, y proponía, en
sus conclusiones, cómo debía ser el Código Penal Mexicano del
Porvenir, señalando, ya desde entonces (1944), que debía existir un
Código Penal único para toda la República, que sería “el mejor
instrumento jurídico de una política criminal científica”.
Resumir el legado de este legado no es cosa fácil. Por eso
hemos sido congregados en este Instituto un buen número de los
deudores académicos de Don Celestino Porte Petit. Quiero agradecer,
por ello, a la Procuraduría General de la República y a su titular, el
General y Licenciado Rafael Macedo de la Concha, la invitación que
me han hecho a través del director de este Instituto Nacional de
Ciencias Penales, el maestro Gerardo Laveaga, porque me permite
compartir este espacio de reflexión y hoy de homenaje, con tan ilustres
compañeros, y porque, además, me permite expresar unas palabras
que más que un homenaje son un agradecimiento por el legado
académico que nos hiciera el maestro Porte Petit.
Concluyo señalando que nosotros –que hoy somos el futuro del
maestro Porte Petit– somos un futuro con un enorme pasado, respecto
al cual estamos y estaremos siempre en deuda.
Porque no se trata, como señala Umberto Eco, “de ser el
contemporáneo de su propio éxito, sino de lanzar esa botella al mar
esperando que alguien, indefinido e indefinible, sea capaz de
encontrar algún día la belleza que el hombre del pasado encontró en
las palabras o en las imágenes.”
No somos seres-para-la-muerte, como dijera Emanuel Levinas,
sino seres-para- aquello-que-viene-después-de-nosotros.
Ese es quizá el mayor legado académico que pudo dejarnos
nuestro homenajeado: echar esa botella al mar y esperar que quienes
entre los presentes la hemos encontrado, la aprovechemos y la
transmitamos.
Esa es, también, nuestra más grande deuda, no solo con el
maestro, de quien como dije somos futuro; sino de nuestro propio
futuro: dejar y ser un legado.
Muchas Gracias.
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