JOHN LOCKE Locke nació en Inglaterra en 1632. Es el primer empirista moderno. Defendió los ideales de racionalidad, tolerancia, filantropía y libertad religiosa que serán un anticipo de la Ilustración. La convulsa sociedad inglesa del siglo XVII necesitaba una fundamentación ética y política. Especialmente después de la propuesta de Hobbes, para quien el ser humano era un sujeto impulsado por deseos egoístas (e1 hombre es un lobo para e1 hombre) y, por la tanto, la monarquía absoluta era la única forma posible de gobierno. Por e1 contrario, Locke parte de una concepción menos pesimista del ser humano, y sienta las bases del liberalismo político. atacando frontalmente e1 autoritarismo monárquico. La libertad es el derecho fundamental. Se desarrolla especialmente en el ejercicio de la capacidad de poseer. El derecho a la propiedad privada lo otorga el trabajo: quien más trabaja, mas tiene, con el límite de no dejar a los demás sin nada. En este estado idílico de paz, libertad e igualdad, surge, sin embargo, la necesidad de un pacto social. De hecho, la convivencia en sociedad no se entiende si no hay un consentimiento por parte de sus miembros. Ahora bien, este contrato, mediante el cual se legitima el Estado, no comporta la renuncia a los derechos personales ni la justificación del absolutismo. EI Estado se constituye para proteger al individuo, especialmente su derecho a la propiedad privada, así como la consecución de la paz, la seguridad y el bien común. Pero el poder no puede concentrarse en unas únicas manos, porque éste sería el camino más rápido para el abuso y la corrupción. Para ello es necesaria una división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Considera la monarquía parlamentaria como la forma más justa de gobierno. Esta concepción del Estado que nace del acuerdo entre hombres libres, lleva a Locke a la consideración de la tolerancia como una importante cuestión política. En su tiempo, los fanatismos políticos y religiosos hablan producido guerras y enfrentamientos que hacían imposible la paz social. Según Locke estos males tienen una causa: la intolerancia de las personas que oprimen por causa de sus ideas. Locke es un ferviente partidario de la tolerancia religiosa, pues piensa que, salvando ciertas verdades elementales de la fe, expuestas en las Sagradas Escrituras, hay en ellas un margen de apreciación que permite la honesta discrepancia. Locke defiende la separación entre Iglesia y Estado y se opone al uso de la religión como instrumento de poder. Las persecuciones religiosas, lejos de contribuir a la unidad doctrinal que pretenden, solo valen para fomentar la heterodoxia. La solución no puede ser violentar a nadie, sino dejar libertad de conciencia. La pertenencia a una confesión es siempre algo libre y voluntario. La filosofía de Locke tuvo un gran influjo sobre los ilustrados franceses del siglo XVIII, quienes continuaron su defensa del liberalismo político y de la tolerancia religiosa.