LA REPOSICION IN EXTREMIS Gente hay mucha, ideas hay pocas; todos pensamos aproximadamente lo mismo y las ideas nos las traspasamos, las pedimos prestadas, las robamos” MILAN Kundera La frase que sirve de copete grafica, perfectamente, cómo en todos los ámbitos de la cultura se aprovechan las ideas del otro o las ideas pensadas para otra cosa (que es casi lo mismo)para hacerlas rendir en espacios distintos a los originalmente asignados. Vivimos una época de informalismo procesal. Cierto. Y ello se registra en todas las áreas procedimentales, inclusive en aquéllas – como la correspondiente a los recursos- que tradicionalmente fueron- y son- de las más celosas en homenajear el rito y la observancia de la letra de la ley. Vayan como ejemplos –entre tantos otros- creaciones como la del exceso ritual manifiesto en orden a la apertura de la instancia extraordinaria (1) y la del recurso indiferente (2). Por ello es que suena como irremediablemente desconectadas de los tiempos que corren, algunas afirmaciones de signo contrario (3) Pero todo tiene su medida y su frontera. Precisamente, lo que sigue tiene –además del propósito de señalar cómo se hace funcionar atípicamente un recurso- por meta colocar topes a la tentación de echar manos demasiado sueltamente a la panoplia de recursos existentes, para emplearlos de un modo que ninguna relación guardan con sus esencias Comenzaremos, entonces, por decir que, como se sabe, solamente las providencias simples son susceptibles del recurso de reposición (4), es decir aquéllas que “sólo tienden, sin sustanciación, al desarrollo del proceso u ordenan actos de mera ejecución (5)Forma excepción, un caso en el cual una sentencia interlocutoria también queda sujeta a revisión vía recurso de revocatoria (6). Se trata del supuesto contemplado por el art.290 del CPCC de la Provincia de Buenos Aires. Sobre el particular, destaca Rivas lo siguiente: “Sin embargo, en la provincia de Buenos Aires, las sentencias interlocutorias pueden ser en algunos casos objeto de reposición: así ocurre en los recursos de inaplicabilidad de ley, nulidad extraordinario e inconstitucionalidad” (7). Levitan, va un poco más allá en el análisis respectivo para sostener que: “Si las dicta la SCBA, puede pedirse contra ellas –ya se trate de providencias simples o sentenciales interlocutorias- el recurso de revocatoria (art.290 CPBA) Obsérvese que en la SCBA se pide la revocatoria contra providencias simples; pero también contra sentencias interlocutorias. Además, en la SCBA, las sentencias interlocutorias no las decreta el presidente, sino el tribunal, por mayoría de sus miembros. Y, obviamente, la mayoría es la que resuelve la revocatoria. Respecto de la revocatoria que se pide en la SCBA, digamos que el art.290 no establece si es el presidente de dicho tribunal o este mismo, el que deba resolver la impugnación. Según nuestro criterio, tratándose de providencias simples, deben ser resueltas por el tribunal y no por el presidente, aplicando por analogía el art.268 del CPBA Si se trata de autos interlocutorios, como éstos no son dictados por su presidente, sino por el propio tribunal, con mayor razón será éste quien las resuelva. Pero debemos admitir que una resolución simple, dictada por el presidente de la SCBA bien podrá resolverla el mismo y no la Corte, porque el art.290 del CPBA nada dice al respecto, y la doctrina del art.268 se aplicaría por analogía. También podría sostenerse, en contra de ese criterio, que este último texto es una aplicación particularizada al supuesto de segunda instancia que no hay por qué llevarla a resolución del propio presidente de la SCBA, ambos criterios serían válidos (8) Como fuere, lo indisputable es que dentro de la economía del recurso de reposición en los ordenamientos procesales civiles argentinos configura una excepción la impugnabilidad de una interlocutoria a través de aquél y casi una herejía afirmar que se puede cuestionar una sentencia definitiva por igual vía. Lo primero, porque las interlocutorias deben ser necesariamente substanciadas (9). Quedando así exentas del control de la reposición; y lo segundo porque, por añadidura, no faltan quienes argumentan que en el caso de la sentencia final el tribunal que la emitiera ya ha agotado su jurisdicción (10) no estando en condiciones, pues, de enmendar lo decidido (11) He aquí que, sin embargo, como se verá, en supuestos excepcionales se ha considerado, pretorianamente, a sentencias interlocutorias y aun a sentencias finales (que inclusive habían adquirido firmeza) como susceptibles del recurso de reposición. Claro está que ello sólo ha ocurrido mediando la posibilidad de la consumación de una grave injusticia como derivación de un yerro judicial. Por ello, por su característica de último remedio contra eventuales injusticias no susceptibles de ser subsanadas por otras vías, es que hablamos y pontificamos sobre la reposición in extremis. En verdad, el sistema jurídico nacional desde siempre ha engendrado antídotos contra las injusticias flagrantes, los que sólo deben suministrarse in extremis, vale decir cuando ninguna otra cosa que puede hacerse por los carriles corrientes. ¿ O acaso no son remedios heroicos, entre otros, la acción de nulidad de sentencia firme (12), la doctrina de las sentencias arbitrarias (13) y la apertura de la tercera instancia extraordinaria en la hipótesis de gravedad institucional (14)? Es que cuando se corre el riesgo inminente de consumar una injusticia notoria, se afina el ingenio (especialmente el pretoriano) para aventar dicho peligro. Por supuesto que el riesgo de marras puede presentarse con mucha mayor asiduidad en las instancias superiores (segunda instancia o en la etapa que va desde la misma al franqueamiento de instancias extraordinarias), porque en ellas el espectro impugnativo en general y el recursivo en particular, se va angostando, dejando poco a ningún espacio para que, por ejemplo, los recursos conocidos y aplicados de ordinario resulten idóneos para evitar el peligro del que venimos hablando. Veremos, a continuación, varias decisiones de la suprema Corte de Justicia de la Nación en las cuales ha hecho funcionar a la reposición (reposición in extremis según nuestra terminología) de modo atípico, pues ha echado mano de la misma para dejar sin efecto propias decisiones anteriores (interlocutorias y aún sentencias firmes); no faltando, como también se comprobará, varias resoluciones de tribunales de segunda instancia donde se ha procedido de igual manera. Desde un punto de vista técnico, no está mal que se haya recurrido a la reposición (aunque muchas veces disfrazada con el circunloquio déjase sin efecto) por la característica del mentado recurso de cancelar la eficacia de lo resuelto previamente por el mismo órgano jurisdiccional. El primer precedente que hemos encontrado de reposición in extremis data de 1922 y recayó en una causa criminal (15). Después y sin pretensión alguna de agotar el catálogo, podemos citar los siguientes antecedentes: 1) “Los jueces deben determinar la verdad sustancial, pues sólo así se presta a adecuado servicio a la justicia. De modo que –ponderando la manifiesta contradicción que existe entre el fundamento de un fallo de la Corte y su decisoriocorresponde corregir el evidente error material de copia, inadvertido en tiempo oportuno, en la parte dispositiva de la presente que –según surge del borrador respectivo- debía, obviamente confirmar el fallo apelado y en cuya parte dispositiva se consignó lo contrario (16). En este decisorio hasta se había consentido la resolución de la Corte en la parte a la postre dejada sin efecto; 2) “Si bien como principio, el recurso de reposición no procede contra la sentencia de la Corte, corresponde hacer excepciones a dicha jurisprudencia en el caso en que el tribunal resolvió desestimar el recurso de queja por haber sido presentado fuera del término que prevé el art.282 C.P.N., teniendo en cuenta para ello la manifestación efectuada por la propia recurrente en punto a la fecha en que se le había notificado la denegatoria del recurso extraordinario, si de los autos principales, requeridos con posterioridad, surge una fecha distinta a la manifestada de lo cual resulta que se había deducido en término” (17). 3) Dado que las sentencias de la Corte suprema pueden excepcionalmente ser corregidas en supuestos de error de hecho evidente, corresponde revocar la sentencia que omitió valorar que la decisión apelada generaba consecuencias de insuficiente o imposible reparación ulterior que la convertían en sentencia definitiva a los fines del art.14 de la ley 48 (18)”; 4) “Procede el recurso, si se incurrió en un error material al consignar la hora en el cargo del escrito original, razón por la cual el recurso extraordinario debe considerarse interpuesto en término” (19) Asimismo, como hemos dicho, se ha admitido el recurso de reposición contra las resoluciones interlocutorias (y también definitivas) de Cámara, cuando su contenido es evidentemente injusto (20), y tal admisibilidad no es de hoy sino que remonta a varias décadas atrás mediante la invocación, entre otros argumentos, de que en caso contrario “ello importaría cercenar el derecho de defensa en juicio consagrado por la Constitución Nacional” (21). Todo lo cual no ha pasado inadvertido para la doctrina (22) que, por ejemplo, ha sentado como postulado que “las resoluciones de segunda instancia pueden, excepcionalmente ser objeto de revocatoria cuando ha existido un evidente error de hecho o se hubieran violado formas sustanciales, del juicio” (23) De algún modo y hasta cierto punto, la reposición in exremis puede ser aceptada ante supuestos verdaderamente excepcionales. Pero de ahí a considerar viable solucionar iguales situaciones extremas a través de institutos con intencionalidades y límites absolutamente reñidos con la idea de cancelar la fuerza de lo ya resuelto, media un largo e insalvable trecho. Estamos hablando – como ya lo habrá sospechado el lector-, de la aclaratoria (recurso o reclamos según se mire) a la que también se ha otorgado, en más de una oportunidad, el papel que le corresponde desempeñar a la reposición in extremis. En reiteradas ocasiones (24), inclusive la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dejado sin efecto resoluciones propias anteriores (lo que más bien parece ser materia asignada a la reposición in extremis)”con motivo de una aclaratoria por error material”. Aunque debe reconocerse que también ha seguido la buena doctrina, en otras ocasiones. Así es que ha declarado que: “Si por vía de la aclaratoria de la sentencia, la Corte, antes de subsanar un error material, introdujo una modificación sustancial en esa decisión, corresponde dejar sin efecto dicha aclaratoria” (25) En realidad, abundan –en varios niveles decisorios- las aclaratorias torcidas (26), vale decir aquéllas que además de no respetar el dogma conforme el cual no pueden alterar lo sustancial de la decisión que es mejorada o integrada en su faz expresiva, pisotean el principio subsumido en la frase “un recurso no debe asumir la función que le corresponde a otro recurso” (27). Y está claro que, como fuere, la función de marras le corresponde en la especie a la reposición in extremis. El funcionamiento de este último recurso no será todo lo ajustado a los carriles previstos legalmente para su discurrir normal, pero de todos modos sus potencialidades se acercan mucho más que las de la aclaratoria torcida, a lo que se necesita para dejar sin efecto lo resuelto con anterioridad por un tribunal de instancias superiores. La reposición in extremis se anota, creemos, entre los logros del procesalismo informal de hoy. Pero como todo remedio excepcional, siempre su administración encierra peligros (la arbitrariedad, una aplicación demasiado alegre, su injustificada invocación en supuestos que pueden ser resueltos adecuadamente por otras vías, etc) Que, entonces, su aplicación sea homeopática y sólo para salvar la vida del enfermo (el proceso en trance de consagrar una solución notoriamente injusta y a la que, por lo general, no ha sido ajena a alg{un grado de culpa del propio órgano jurisdiccional) 2.NECESIDAD DE PARTICULARMENTE PROCEDENCIA DEL INTERPRETAR RESTLRICTIVO RECURSO DE LA DE MODO CAUSAL DE APELACIÓN EXTRAORDINARIA CONTENIDA EN EL ART.32 inciso 3 DE LA LEY 10160 (apartamiento manifiesto del texto expreso de la ley) En un trabajo reciente, un diserto procesalista .-luego de practicar una severa crítica, aunque en buena parte justificada de varios aspectos de la ley 10160- centró su rigor en la economía del recurso de apelación extraordinaria, que califica como claramente inconstitucional. Oigamos lo que dice: “En efecto, la Constitución, hemos visto, faculta a la creación, por vía de la ley común, de tribunales colegiados de instancia única. Ergo, si la instancia es única resulta inconcebible, anómala, toda apelación, por más extraordinaria que sea. Por lo demás, las causales del art.42 son muchas y variadas. La idea es que con esos tribunales colegiados (es decir, de composición plural) la sentencia definitiva a dictarse sea inapelable. Es decir, que la parte debe contentarse, aunque a veces a regañadientes, con la consabida garantía de la colegiabilidad” (28). Para arribar a tamaña conclusión, nuestro autor formula un análisis más o menos literal del art.83 de la Constitución de Santa Fe (29) Por nuestra parte, nos resulta un tanto excesivo el susodicho enjuiciamiento. En lo que sí coincidimos es en que se columbra una voluntad constitucional renuente a la revisabilidad de lo decidido por los tribunales colegiados de instancia única antes mencionados. Así, se ha declarado lo siguiente: “...el texto del artículo 83 de la Constitución de la Prov. De Santa Fe cuya letra y espíritu habla a las claras de la voluntad constitucional respecto de que, en principio, las decisiones de los tribunales colegiados de instancia única en lo civil sea de naturaleza irrecurrible” (30). Ello compagina, adecuadamente, con lo sostenido –desde siempre- por la doctrina más recibida acerca de la interpretación restrictiva que debe hacerse, en general, de las causales de procedencia del recurso de apelación extraordinaria” (31), Pero he aquí, que en el caso que nos ocupa (estamos hablando de la causal de apartamiento manifiesto del texto expreso de la ley) tal interpretación debe ser –como reza el epígrafe- particularmente restrictiva. Y por qué esta nueva vuelta de tuerca al asunto? Es que, a todas luces, la referida nueva (según la concepción predominante) causal de precedencia, involucra un verdadero facilitamiento del acceso a la instancia revisora, que no concuerda con la recordada voluntad constitucional subyacente en el texto del art.83 de la Constitución de Santa Fe” (32). Si todo lo hasta aquí expresado fuera correcto ( y creemos que lo es) se impone proponer algún método o camino para practicar una razonable interpretación particularmente estricta del citado art.42 inc 3| de la ley 10.160. Pensamos que una vía adecuada sería la consistente en considerar configurada la susodicha causal, única y exclusivamente cuando la decisión respectiva prima facie resultara arbitraria; siendo menester aplicar mutatis mutandi en la especie los postulados de la doctrina jurisprudencial elaborada en torno a la sentencia arbitraria en orden a la concesión del recurso de inconstitucionalidad provincial y/o del extraordinario federal (33). Se nos podrá objetar que todo –o buena parte- de o hasta aquí desarrollado es una suerte de ficción doctrinaria-jurisprudencial. Quizás ello sea cierto. Pero sucede que, por un lado, modernamente se acepta la validez de tal tipo de razonamiento jurídico; y, por el otro, debemos recordar que: “El recurso a la ficción jurisprudencial es la expresión de un malestar, que desaparece gracias a la intervención del legislador o a una interpretación de la ley que tenga en cuenta la modificación de la ideología jurídica. Cada vez más estamos abandonando la idea de que el derecho se limita a la ley estricta. Nos encontramos ya en la tercera fase de evolución del pensamiento jurídico posterior al Código de Napoleón...El que recurre a la ficción jurídica manifiesta una revuelta contra la realidad jurídica. Es la revuelta del que cree que no tiene las condiciones necesarias para modificarla, pero que se niega a someterse a ella, porque le obligaría a tomar una decisión injusta, inadecuada o no razonable” (34) Entonces, por ahora y sin perjuicio de que se materialice una deseable futura reforma legislativa sobre el particular, corresponde, por lo menos, concederle debida trascendencia al espíritu del art.83 de la Constitución de Santa Fe, y así interpretar, severamente, la causal de procedencia del recurso de apelación extraordinaria identificada como apartamiento manifiesto del texto expreso de la ley. JORGE W.PEYRANO -N O T AS(1)BERTOLINO, Pedro, “El exceso ritual manifiesto” La Plata, 1979, Editorial Platense. (2)FALCON, Enrique, “El recurso indiferente” en LL 1975 B pág 1139 y ss. (3)Vide en tal sentido “Recurso de reposición” por Adolfo Alvarado Velloso, en Revista de Estudios Procesales N 1 pág 22. (4) Art.238 del C.P.N. ley 22.434. (5) Art.160 del C.P.N., ley 22.434. (6) Conf. Art.161 del C.P.N. ley 22.434. (7) Las voces reposición y revocatoria se usan promiscuamente en la terminología legal procesal civil nacional. Sin embargo se le ha achacado a esta última constituir un solecismo; reputándose, entonces, más correcto y castizo el primero de los susodichos términos. (8) RIVAS, Adolfo, ”Tratado de los recursos ordinarios y el proceso en las instancias superiores” Buenos Aires, 1991, Editorial Abaco, t. I, pág.174. (9) LEVITAN, José “Recursos en el proceso civil y comercial” Buenos Aires, 1986, Editorial Astrea, pág. 18. (10)Art.161 del C.P.N. ley 22.434: “Sentencias interlocutorias, Las sentencias interlocutorias resuelven cuestiones que requieren sustanciación, planteadas durante el curso del proceso” (11) Conf. Art.166 del C.P.N. ley 22.434. (12) IBÁÑEZ FROCHAM, Manuel, “Tratado de los recursos en el proceso civil”, Buenos aires, 1963, Editorial Omeba, pág.109 y ss. (13)PEYRANO, Jorge W y Julio O.CHIAPPINI, “Acción de nulidad de sentencia firme” en “El Proceso atípico-parte Segunda” Buenos Aires, 1986, Editorial Universidad, pág.35 y ss. (14)CARRIO, Genaro “Recurso extraordinario por sentencia arbitraria”, Buenos Aires, 1967, Editorial Abeledo Perrot, passim. (15)BARRANCOS Y VEDIA, Fernando, “Recurso extraordinario y Gravedad Institucional” Buenos Aires 1969, Editorial Abeledo Perrot, passim. (16) Fallos 136, 244. (17) Fallos 296, 241 (18) Fallos 295, 752. (19) JA 1990-I-III (20) Fallos 3005, 1162. (21) GHIRARDI, Olsen y GHIRARDI, Juan Carlos, “Recurso de reposición”, Buenos Aires, 1991, Editorial Astrea, pág.46 (22) Conf. El trabajo de Santos Cifuentes, “El recurso de reposición en el proceso civil” en “Enciclopedia Jurídica Omeba” Buenos Aires, 1967, Editorial Omeba, t. XXIV pág.118. (23) RIVAS, ob.cit. pág.179 (24) FASSI, Santiago y Cesar YYAÑEZ, “Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y demás normas procesales vigentes. Comentado, anotado y concordado” Buenos Aires 1989, Editorial Astrea, tomo 2, págs 261/2. (25) Fallos 212, 324; 2126, 55 (26) Fallos 296, 285. (27) Se pueden encontrar varios casos donde se han aplicado aclaratorias torcidas en el excelente trabajo de Eduardo Oteiza que lleva por título “El pedido de aclaratoria y los recursos extraordinarios” publicado en LL Boletín del 17 de febrero de 1992. (28)COLOMBO, Carlos, “Código Procesal Civil y Comercial. Anotado y comentado” 4 edición Buenos Aires 1975, Editorial Abeledo Perrot, t.I, pág.292. (29)CHIAPPINI, Julio O. “La apelación extraordinaria, ¡es constitucional?, en Zeus Boletín del 3/12/91, pág 3. (30)Art.83 de la Constitución de la Provincia de Santa Fe: “El Poder Judicial de la Provincia es ejercido exclusivamente por una Corte Suprema de Justicia, cámaras de apelación, jueces de primera instancia y demás tribunales y jueces que establezca la ley” (31) Conf. Protocolo de Autos de la Sala Cuarta de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Rosario, resolución n 268/91 dictada en los caratulados “Uberti Norma M de c. Martínez Luis Angel y/o s Daños y Perjuicios” (32)MARTINEZ, Hernán “Perfiles jurisprudenciales del recurso de apelación extraordinaria” en Zeus, t. 24 B-102. (33)Conf. Protocolo de autos de la Sala Cuarta de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Rosario, resolución n 268/91 dictada en los caratulados “Uberti Norma M de c. Martínez Luis Angel y/o s Daños y Perjuicios” : “A todas luces, dicha novedad legislativa debe ser interpretada de modo particularmente restrictivo, amén de la exégesis restrictiva per se que corresponde hacer de las causales de procedencia del recurso de apelación extraordinaria puesto que involucra un facilitamiento del acceso a la instancia revisora que prima facie no compagina del todo bien, con el texto del art.83 de la Constitución de la Prov. De Santa Fe” (34)Ibídem (35)PERELMAN, Chaim “La lógica jurídica y la Nueva retórica” traducción de Luis Diez Picazzo Madrid, 1979, Editorial Civitas, pág.90.
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