La valorización del capital requiere de ciertas condiciones para que

Anuncio
Capitalismo y urbanización
Pablo Anino – Instituto del Pensamiento Socialista (IPS)
Los hechos de Soldati intentaron ser explicados de las maneras más diversas. Desde las
más brutales expresiones xenófobas de Macri dónde la toma de terrenos sería producto
de una “inmigración descontrolada”, pasando por la teoría K sobre el desentendimiento
del gobierno de la ciudad de la problemática habitacional, hasta la visión de Proyecto
Sur donde estos serían los resultados inconfesables del “modelo” kirchnerista. Lo cierto
es que la urbanización y la construcción de viviendas bajo el capitalismo están
estrechamente ligadas a la lógica de la ganancia empresaria, la cual desconoce la
atención de amplias necesidades sociales, aún las más básicas.
La urbanización bajo el capitalismo cumple un rol clave porque es el soporte físico para
que se desenvuelva el ciclo del capital. Los servicios de distribución de electricidad,
gas, agua, internet, el sistema vial, escolar, de salud, etcétera, son indispensables para la
producción, circulación y realización de las mercancías. La ciudad permite reducir los
gastos de la circulación de las mercancías y el dinero, como así también contribuye al
intento permanente de los capitalistas por “aniquilar” los tiempos de circulación, tanto
dentro como fuera de la producción.
El soporte urbano es clave no sólo para el ciclo del capital, sino que actúa sobre un
componente particular como lo es el valor de la fuerza de trabajo y las condiciones en
que esta se encuentra disponible para que los capitalistas la contraten, como así también
la cantidad en que se ofrece. Los empresarios precisan encontrar a los trabajadores en
una cantidad suficiente y no menor a la requerida para el proceso de producción de
mercancías. Incluso, en una cantidad superior para que los trabajadores excedentes
puedan ejercer presión a la baja salarial de los que están contratados. Este es el
verdadero motivo por el cual el capital “promueve” el ingreso de trabajadores de
Bolivia y otros países para ser explotados en la construcción y talleres textiles. Pero no
sólo esto sino que también requiere que los trabajadores se encuentren en condiciones
de calificación (o descalificación), salubridad, etcétera, de acuerdo al proceso de
producción en que se incorporarán. Es así que el sistema urbano presenta distintos
componentes como las escuelas, los hospitales, el transporte, entre otros, que
determinan las condiciones en que los capitalistas pueden disponer de fuerza de trabajo.
Pero también estos componentes definen los niveles de salario que se pagarán.
Actualmente es una queja común de los capitalistas lo “caro” que tienen que pagar los
salarios de los trabajadores calificados en nuestro país porque hay pocos. En sentido
contrario, lo “barato” que sale el transporte (gracias a los millonarios subsidios que
reciben los empresarios) actúa reduciendo el salario que el conjunto de los capitalistas
pagarán a los trabajadores porque les cuesta menos desplazarse. En el mismo sentido, la
disponibilidad de viviendas y su valor influye sobre los salarios que capitalistas tienen
que pagar. Además, como el salario no es expresión directa de todos los bienes que el
trabajador y su familia necesitan para su reproducción, muchas veces ese salario no
expresa el valor de la fuerza de trabajo sino que representa sólo una proporción menor
del total de esos bienes, lo cual en alguna medida tiene que ser compensado por la
provisión pública.
Es más, muchas veces el valor de cambio de la fuerza de trabajo no incorpora una parte
de las necesidades objetivas de los trabajadores. Es lo que Christian Topalov en La
urbanización capitalista llama “necesidades disociadas”. Los empresarios para pagar
menos salarios impulsan a las familias a garantizar parte de su reproducción mediante el
consumo no mercantilizado, es decir, el consumo de bienes que producen las propias
familias tales como parte del alimento, la vestimenta y la vivienda. Pero también
impulsa a los trabajadores a reivindicaciones en cuanto al reconocimiento social directo
de los bienes estructuralmente excluidos del valor de intercambio de la fuerza de
trabajo, es decir el reconocimiento social directo de las “necesidades disociadas” que
para Topalov tiene dos componentes principales: uno es la transferencia monetaria a
través de asignaciones familiares, subsidios de enfermedad, etcétera; y el otro es el
suministro directo de valores de uso como escuelas, hospitales, viviendas, transporte,
etc. Su propia existencia da cuenta de las contradicciones entre la fuerza de trabajo
mercantilizada y las exigencias objetivas de la reproducción.
Pero esto choca contra las propias tendencias del capitalismo a mercantilizar todos los
aspectos de la vida. Es que los reclamos populares expresan las exigencias objetivas de
la reproducción de los trabajadores y afectan los intereses inmediatos del capital en
tanto niegan el carácter mercantilizado de la fuerza de trabajo y expresan la posibilidad
de que la necesidad sea el fin de la producción. La propia urbanidad se encuentra en
tensión permanente con las ganancias capitalistas. Es que la urbanización requiere y
favorece la cooperación del trabajo. Y esto muestra en potencia como sería el trabajo
bajo otro tipo de organización social de la producción. Pero como la urbanización en el
capitalismo avanza en función de las ganancias capitalistas y a través del mercado su
inestabilidad expresa a nivel del uso del espacio la inestabilidad de las ganancias
capitalistas. Es que la ciudad constituye, como también lo define Topalov, un valor de
uso complejo. Pero al ser un valor de uso y no directamente una mercancías se opone
relativamente a la búsqueda de la ganancia privada.
Algunos geógrafos como David Harvey o Neil Smith plantean que junto con las
soluciones moleculares que el capital encuentra al sostenimiento de su acumulación a
través del aumento de la plusvalía absoluta o relativa, coexisten las soluciones “espaciotemporales”. Éstas hacen referencia a los mecanismos que operan ante la imposibilidad
de inversiones de corto plazo. Frente a la sobreacumulación de capitales se puede apelar
a la inversión en infraestructura, gasto social, o aumento de la capacidad productiva
mediante la canalización de recursos públicos. El problema es su carácter limitado en
relación a los capitales que hay que poner en movimiento, y el hecho de que en el
mediano plazo también se produce sobreacumulación en estos circuitos, llevando a
crisis presupuestarias del Estado que junto con las instituciones financieras son quienes
intermedian en este tipo de inversiones. Esto llevará a la desvalorización del soporte
productivo que implica la infraestructura urbana. Pero asimismo, las soluciones
“espacio-temporales” a la vez que permiten acelerar la circulación de capital mercancía
y de capital dinero dando como resultado un aumento de la tasa de ganancia, significan
la fijación de recursos en gran escala en el espacio. Esos recursos fijados en el espacio
también constituyen un problema para el capital porque se encuentran imposibilitados
de volver a colocarse en nuevas inversiones.
Incluso el soporte urbano da fundamento a la existencia de rentas del suelo urbano
apoyadas en el monopolio de un espacio cuyas condiciones no son reproducibles en otra
localización. Por ejemplo, las torres en Puerto Madero. Junto con el aumento de las
rentas urbanas se desarrolla la inmovilización de montos cada vez mayores de capital en
la propiedad urbana. Está dinámica que genera el capital, necesitará ser quebrada para
acabar con la inmovilización de capital a través de la desvalorización de la propiedad
urbana. Esto muchas veces se logra mediante la apropiación por parte del capital de los
espacios públicos o bajo tenencia precaria de los trabajadores y el pueblo pobre. Es el
rol que cumple muchas veces la titulación de tierras en villas miserias en función de
imponer lo que David Harvey llama la “acumulación por desposesión” mediante el
desplazamiento de poblaciones en urbanizaciones precarias por mecanismos de
mercado. Es que la titulación abre la posibilidad a la enajenación individual por parte de
los trabajadores pobres de pequeñas parcelas de tierra a bajos precios. La instalación de
nueva infraestructura urbana sobre esas parcelas aumentará fuertemente los precios en
beneficio de los especuladores inmobiliarios. Es lo que ocurre con la “puesta en valor”
de muchos espacios urbanos. Cuando no el capital logra lo mismo mediante los
desplazamientos directos y violentos como se pretende hacer en la Villa de Retiro.
Este conjunto de movimientos del capital grafican como el capitalismo a la vez que crea
la necesidad de equipamientos colectivos de consumo, de una infraestructura urbana,
incluso en ocasiones de viviendas para los trabajadores, al mismo tiempo limita
cuantitativa y cualitativamente su producción. Por último, la infraestructura urbana al
mismo tiempo que contribuye a la valorización del capital en general tiene que ser
financiada mediante el presupuesto público, pero esto enfrenta el rechazo generalizado
por parte de los capitalistas. Por eso una urbanización en función de las necesidades
sociales solo podrá lograrse mediante otro tipo de organización social, y no mediante su
usufructo por parte de los pulpos capitalistas.
23/12/2011
Descargar