La nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Aspectos

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La nueva Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Aspectos
relativos a la propiedad industrial e intelectual
1.
Introducción
La Ley 14/2011 de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, aprobada el 1 de
junio de 2011 (“LCTI”), nace con la vocación de establecer un marco general
para el fomento y la coordinación de la investigación científica y técnica. Esta
Ley deroga la Ley 13/1986, de 14 de abril, de Fomento y Coordinación General
de la Investigación Científica y Técnica, que había servido en su momento para
establecer la organización básica del Estado en materia de ciencia y tecnología
pero que, después de 25 años de vigencia, había quedado obsoleta para
responder a los retos que se plantean en el contexto de una nueva sociedad
basada en el conocimiento.
Los objetivos básicos de esta Ley se mencionan en su Preámbulo. En primer
lugar, se pretende el establecimiento de un marco regulador integrado que
establezca instrumentos de cohesión y coordinación entre Administraciones
(básicamente entre la Administración General del Estado y las Comunidades
Autónomas) y la internacionalización de la ciencia. En segundo lugar, se
proponen mecanismos para favorecer la carrera científica y técnica del personal
investigador, fomentando la transferencia de conocimiento y su difusión
universal, en particular, institucionalizando un sistema de acceso abierto a la
información científica financiada con fondos públicos. Por último, no menos
ambicioso es el objetivo de transformar el modelo de gestión de la Administración General del Estado mediante la creación de una Agencia Estatal de
Investigación que garantice un marco estable de financiación de la actividad de
investigación. Con todo, la grandilocuencia de objetivos tan loables mencionados
en el Preámbulo de la LCTI contrasta, como veremos a continuación, con una
deficiente concreción de los mismos en su articulado.
1
En este artículo comentaremos los aspectos más relevantes de la LCTI
relacionados con los derechos de propiedad industrial e intelectual. Así, una vez
esbozada la nueva gobernanza del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e
Innovación, analizaremos aquellos derechos y deberes concretos del personal
investigador que inciden de forma más directa en el régimen jurídico de los
derechos de propiedad industrial e intelectual. También analizaremos las normas
que tratan de la movilidad del personal investigador y de los mecanismos de
transferencia de tecnología previstos en esta Ley. No obstante, hay que advertir
desde este momento que, excepto las novedades en materia de contratación del
personal investigador, la LCTI no introduce modificaciones sustanciales en la
legislación sobre propiedad industrial e intelectual. De hecho, la mayoría de los
derechos y deberes que configuran el estatuto básico del personal investigador
en la LCTI ya habían sido reconocidos previamente, bien en la legislación
especial (Ley de Patentes, Ley de Propiedad Intelectual), bien en la legislación
aplicable a la actividad investigadora en el ámbito universitario (Ley Orgánica de
Universidades, Estatutos de las Universidades y normativa de desarrollo, etc.) ,
siendo que la única virtud que puede reconocerse a la LCTI en este sentido es la
de aglutinar y coordinar normas hasta ahora dispersas.
2.
El Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación
La LCTI concibe el Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación como el
conjunto
de
agentes
públicos
y
privados
que
financiación, de ejecución, de coordinación y el
desarrollan
funciones
de
conjunto de relaciones,
estructuras, medidas y acciones que se lleven a cabo para desarrollar la política
de investigación, desarrollo e innovación.
La Gobernanza del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e Innovación
corresponde a la Administración General del Estado, concretamente al Ministerio
de Ciencia y Tecnología en coordinación con las Comunidades Autónomas. Será
responsabilidad del Ministerio la elaboración de la Estrategia de Ciencia y
Tecnología (que se deberá concretar en el Plan Estatal de Ciencia y Tecnología) ,
así como la elaboración de la Estrategia de Innovación (que se concretará en el
2
Plan Estatal de Innovación). En esta tarea, el Ministerio de Ciencia y Tecnología
contará con el apoyo del
Consejo de Política de Ciencia, Tecnología e
Innovación, del Consejo Asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación y de la
Comisión Delegada del Gobierno para la Política de Ciencia, Tecnología e
Innovación, órganos que se ocuparán de realizar labores de asesoramiento,
seguimiento y evaluación de las Estrategias y de los Planes de Ciencia
Tecnología e Innovación. El Comité Español de Ética de la Investigación asistirá
al Ministerio como órgano consultivo en temas de ética profesional en la
investigación científica y técnica.
Se designan como agentes de financiación a la Agencia Estatal de Investigación
- cuyo objetivo será el fomento de la generación del conocimiento mediante el
impulso de la investigación científica y técnica- y el Centro de Desarrollo
Tecnológico e Innovación (CDTI)- dedicado al fomento de la innovación
mediante el impulso de la investigación, del desarrollo experimental y de la
incorporación de nuevas tecnologías-.
Por último, como tercer pilar del Sistema, se mencionan a los agentes de
ejecución, que son tanto los Organismos Públicos de Investigación, como otros
organismos de investigación públicos dependientes, creados o participados
mayoritariamente por la Administración General del Estado.
3.
El nuevo marco normativo del personal investigador
3.1. Consideraciones generales
El Título II de la LCTI se dedica a la regulación de los recursos humanos
dedicados a la investigación. Se establece en este Título un marco regulatorio
mínimo referido a los aspectos más relevantes del estatuto del personal
investigador, en particular, sus derechos y obligaciones, los posibles itinerarios
de carrera profesional, las modalidades de contratación de nuevo cuño que
vienen a completar las ya existentes en el ámbito de la docencia y la
investigación y una serie de reglas básicas sobre movilidad del personal
3
investigador que han de cumplir las entidades públicas o privadas dedicadas a la
investigación.
Si bien el Título II comienza declarando la aplicabilidad de dicho marco
regulatorio al personal investigador al servicio de Universidades públicas, de
Organismos Públicos de Investigación y de los Organismos de investigación de
otras
Administraciones
Públicas,
la
atenta
lectura
de
las
numerosas
Disposiciones Adicionales que completan la LCTI deja clara que el ámbito de
aplicación es mucho más extenso 1.
De manera que la definición de personal investigador (artículo 13 LCTI) –en
cuyo análisis nos detendremos más adelante- y las normas relativas a las
distintas modalidades de contratación (artículos 20, 21, 22 y 23 LCTI) son
aplicables
también
al
personal
investigador
al
servicio
de
Universidades
privadas, de Universidades de la Iglesia Católica, de Entidades privadas sin
ánimo de lucro dedicadas a la investigación, de Consorcios y Fundaciones
públicos y al personal que preste servicios de investigación, además de
asistenciales, en centros del Sistema Nacional de Salud o vinculados o
concertados con éste.
El
personal
investigador
puede
estar
vinculado
al
Organismo o
Entidad
correspondiente por una relación laboral o administrativa, y podrá ser funcionario
de carrera, funcionario interino o personal laboral fijo o temporal, a todos ellos
resultan aplicables las normas contenidas en el citado Título II de la LCTI. No
obstante, la diferente categorización de las relaciones que vinculan el personal
investigador con las entidades en las que éstos prestan servicios tiene relevancia en
tanto en cuanto, dependiendo de la categoría de trabajador de que se trate la LCTI
será aplicable en primer lugar, por delante de cualquier otra norma, o, por el
contrario, de forma subsidiaria, por detrás de otras Leyes específicas. Por ejemplo,
si el personal investigador es funcionario, se regirá en primer lugar por lo dispuesto
1
Precisamente esta técnica legislativa consistente en completar el articulado con un número
ingente de disposiciones adicionales que completan o amplían lo dispuesto en el cuerpo de la Ley,
nos parece sumamente criticable. Las disposiciones adicionales no deben servir para solventar
olvidos del legislador o corregir errores, sino para regular aspectos que no se puede o no conviene
regular en el articulado de la Ley. En el caso que nos ocupa, muchas de las disposiciones
adicionales de la LCTI habrían podido integrarse en el articulado facilitando, así la comprensión de
la norma.
4
en la Ley 7/2007, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público, en
segundo lugar por lo dispuesto en la LCTI y supletoriamente por la normativa de
desarrollo de función pública que le sea de aplicación. Si se trata de personal
laboral, le será de aplicación en primer lugar lo dispuesto en la LCTI, y de forma
subsidiaria, el Texto Refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, y sus
normas de desarrollo, y las normas convencionales. Asimismo, se regirá por los
preceptos de la Ley 7/2007, de 12 de abril, que le sean de aplicación.
Debe tenerse en cuenta no obstante que, en el caso del personal investigador de
las Universidades públicas, éstos se regirán
por lo dispuesto en la Ley Orgánica
6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades y su normativa de desarrollo, en el
real decreto que apruebe el estatuto del personal docente e investigador
universitario, en los Estatutos de las Universidades, en las disposiciones que dicten
las Comunidades Autónomas en virtud de sus competencias, en la Ley 7/2007, de
12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público y en el Real Decreto
Legislativo 1/1995, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del
Estatuto de los Trabajadores.
Es decir, dependiendo del tipo de personal investigador y de la entidad para la que
éste preste sus servicios, la aplicabilidad de la LCTI varía, lo que puede alterar la
cohesión del sistema, que es precisamente uno de los objetivos de esta Ley.
3.2.
El concepto de “personal investigador”
Antes de comentar los aspectos más importantes relacionados con la propiedad
industrial e intelectual contenidos en las normas que regulan los derechos y
obligaciones
del
personal
investigador,
conviene
detenerse,
aunque
sea
brevemente, en el concepto de “personal investigador” que ofrece la LCTI en su
artículo 13.
Según el citado precepto, es personal investigador aquél que teniendo la
titulación exigida en cada caso, lleva a cabo una actividad investigadora,
entendiendo por tal “el trabajo creativo realizado de forma sistemática para
incrementar el volumen de conocimientos, incluidos los relativos al ser humano,
5
la cultura y la sociedad, el uso de esos conocimientos para crear nuevas
aplicaciones, su transferencia y su divulgación” (el subrayado es nuestro).
La utilización del término “creativo” para calificar el trabajo del investigador
desde luego no parece ni necesario –simplemente haciendo mención al término
trabajo, sin cualificarlo, hubiera sido suficiente– ni adecuado. Y ello porque el
calificativo “creativo” se utiliza normalmente en el contexto de la creación
artística y no en el de la obra científica, que es la que desarrolla el personal
investigador. Ciertamente tanto la obra artística como la científica son obras
protegibles mediante el derecho de autor, pero la definición de la actividad
investigadora no puede debe poner el acento únicamente en el carácter creativo
de la misma, sino, sobre todo, en su carácter innovador, generador de
resultados nuevos e inventivos susceptibles de protección mediante derechos de
propiedad industrial.
El término “creativo” será sólo aceptable en el marco de esta definición en la
medida en que se entienda como “trabajo susceptible de generar un resultado”.
Hubiera sido deseable una expresión menos equívoca, en la línea de la que
propone Frascati y que recoge la Carta Europea del Investigador 2 (“CEI”), donde
se define los investigadores como “profesionales que trabajan en la concepción y
creación de conocimientos, productos, procedimientos, métodos y sistemas
nuevos, y en la gestión de los proyectos correspondientes”.
3.3. Derechos y deberes del personal investigador
Uno de los ejes principales de este Título II es el conjunto de derechos y
obligaciones del personal investigador que, a diferencia de lo que ocurre con las
diferentes modalidades de contratación de personal investigador, sólo se
aplicará al personal investigador al servicio de las Universidades públicas, de los
OPIs u otros organismos de investigación pública y de los consorcios y
2
Recomendación de la Comisión de 11 de marzo de 2005 relativa a la Carta Europea del
Investigador y al Código de conducta para la contratación de investigadores, donde se cita el
Manual de Frascati Proposed Standard Practice for Surveys on Reseach and Experimental
Development, OCDE, 2002.
6
fundaciones públicas que ejecuten programas del Plan de Ciencia y Tecnología o
del Plan de Innovación.
La primera crítica que nos suscita la configuración legal del conjunto de
derechos y deberes del personal investigador en la LCTI es que se reconocen los
derechos, pero no se aclaran los cauces para su ejercicio, al tiempo que se
imponen unas obligaciones que, sin embargo, no van a acompañadas de la
correspondiente sanción en caso de incumplimiento.
Nos centraremos a continuación sólo en algunos de los derechos y obligaciones
que nos han parecido más interesantes por la incidencia que puedan tener sobre
los derechos de propiedad industrial e intelectual.
(a)
El derecho a determinar libremente los métodos de resolución de
problemas.
Según lo dispuesto en el artículo 14.1 b) de la LCTI, el personal investigador
tiene derecho a “determinar libremente los métodos de resolución de problemas,
dentro del marco de las prácticas y los principios éticos reconocidos y de la
normativa aplicable sobre propiedad intelectual, y teniendo en cuenta las
posibles limitaciones derivadas de las circunstancias de la investigación y del
entorno, de las actividades de supervisión, orientación o gestión, de las
limitaciones presupuestarias o de las infraestructuras.”
Este precepto recoge básicamente lo que en el ámbito académico se denomina
“libertad de cátedra” y en el ámbito científico “libertad de investigación”, pero la
alambicada expresión de la norma impide entenderla con total claridad. La
mención a “la normativa aplicable sobre propiedad intelectual” está mal ubicada
en la norma y ello hace que pierda todo su sentido. ¿Qué quiere decir que el
personal investigador puede determinar libremente los métodos de resolución de
problemas
dentro
del
marco
de la
normativa
aplicable
sobre
propiedad
intelectual? Entendemos que el legislador ha querido referirse aquí a la
propiedad intelectual en el sentido de límite a esa libertad de investigación, pero
7
¿por qué entonces no se menciona también el límite de la propiedad industrial o
de la competencia desleal?.
Por otro lado, parece que este derecho, en la práctica, queda demasiado
constreñido por el número de limitaciones al que debe hacer frente.
(b)
El derecho al reconocimiento de la autoría
La letra c) del artículo 14 de la LCTI se refiere al derecho del personal
investigador a “ser reconocido y amparado en la autoría o coautoría de los
trabajos de carácter científico en los que participe”. El derecho moral a ser
reconocido como autor de una obra o inventor de una invención industrial está
reconocido en la legislación de propiedad industrial e intelectual. Por tanto,
creemos que esta expresión no ha de ser entendida en su literalidad pues, en sí
misma, sería superflua, sino que ha de ser interpretada a la luz de lo dispuesto
en la Carta Europea del Investigador elaborada por la Comisión. En este
documento, al referirse a la autoría, se plantea como una obligación de la
institución correspondiente a que sea valorada positivamente y sea fomentada,
sobre todo entre los investigadores más jóvenes, que están al comienzo de su
carrera
y
necesitan
reconocimiento.
Del
mismo
modo,
se
anima
a
los
investigadores a que presenten y difundan sus propios resultados de forma
independiente.
(c)
El derecho a participar económicamente en los beneficios de la
explotación de los resultados de la investigación.
Uno de los derechos más importantes que se reconocen al personal investigador
es el derecho a “participar en los beneficios que obtengan las entidades para las
que presta servicios, como consecuencia de la eventual explotación de los
resultados de la actividad de investigación, desarrollo o innovación en que haya
participado. Dicha participación no tendrá en ningún caso la consideración de
retribución o salario para el personal investigador”3.
3
Apartado i) del punto 1 del artículo 14 de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación
8
Tampoco en este caso nos encontramos ante la formulación de un derecho que
no estuviera ya reconocido legalmente a favor del personal investigador. La Ley
de Patentes reconoce este derecho en si artículo 20.4 (“El profesor tendrá
derecho, en todo caso, a participar en los beneficios que obtengan (…)”),
remitiéndose a los Estatutos de la Universidad que es donde se establecen las
modalidades de participación y la cuantía. También en el Real Decreto 63/2006,
de 27 de enero, por el que se aprueba el Estatuto del personal investigador en
formación, reconocía el derecho de este tipo de personal a “ejercer los derechos
de propiedad intelectual derivados de su propia actividad formativa en la
investigación y de acuerdo con su contribución, conforme a lo establecido en el
texto refundido de la Ley de Propiedad Intelectual (…). Los citados derechos
serán independientes, compatibles y acumulables con otros derechos que
pudieran
derivarse
de
la
investigación
realizada,
sin
perjuicio
de
los
condicionantes derivados de la obra colectiva cuando el personal investigador en
formación participe o esté vinculado a otro proyecto colectivo de investigación”
(artículo 5.1).
Lo que parece claro es que el art. 14.1 i) de la LCTI se refiere a los beneficios
que pueda obtener la entidad para la cual trabaja el personal investigador como
consecuencia de la explotación no sólo de patentes, sino de cualquier tipo de
resultado de la actividad de investigación. Es decir, podría tratarse de un knowhow.
Pero la novedad se encuentra en la Disposición adicional decimonovena de la
LCTI, en la que se establece el correlativo derecho del investigador a participar
en los beneficios que su empleador obtenga de la explotación de sus obras
intelectuales. Y debe considerarse como una novedad porque el art. 51 de la Ley
de Propiedad Intelectual trata de la atribución de titularidad pero nada dice de
su aplicación a los funcionarios públicos ni otro tipo de empleados públicos ni
tampoco trata el tema de la participación del autor en los beneficios derivados
de la explotación de la obra.
La Disposición adicional decimonovena, dispone lo siguiente:
9
“1. En los casos en que los derechos de explotación de la obra de carácter
intelectual creada correspondan a un centro público de investigación, el personal
dedicado a la investigación tendrá derecho a una compensación económica en
atención a los resultados en la producción y explotación de la obra, que se fijará
en atención a la importancia comercial de aquella y teniendo en cuenta las
aportaciones propias del empleado.
2. Las modalidades y cuantía de la participación del personal investigador de los
centros públicos de investigación en los beneficios que se obtengan de la
explotación o cesión de los derechos regulados en el párrafo anterior, serán
establecidas por el Gobierno, las Comunidades Autónomas o las Universidades,
atendiendo a las características concretas de cada centro de investigación. Dicha
participación en los beneficios no tendrá en ningún caso la consideración de una
retribución o salario para el personal investigador”
Sorprende que, por primera vez el legislador se refiera a “centro público de
investigación”, aunque probablemente se trate de una imprecisión más de la
LTCI y no de la introducción de otra categoría de agente de investigación. Del
mismo modo, consideramos que la referencia a “empleado” al final del párrafo 1
también es errónea pues esta norma debe referirse al personal investigador en
general, tanto funcionario como contratado en régimen laboral.
La regulación del derecho a participar en beneficios se completa con lo dispuesto
en la Disposición final segunda, en la que se introduce una modificación de la
Ley de Patentes. La modificación versa precisamente sobre el apartado 9º del
artículo 20 de la Ley de Patentes4, al que se añade lo siguiente: “Esta participación
no tendrá en ningún caso naturaleza retributiva o salarial. Las Comunidades
Autónomas podrán desarrollar por vía reglamentaria regímenes específicos de
4
El apartado 9 del artículo 20 modificado por la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación quedaría como
sigue: “ Las modalidades y cuantía de la participación del personal investigador de entes del sector público de
investigación en los beneficios que se obtengan de la explotación o cesión de sus derechos sobre las
invenciones mencionadas en el apartado 8 de este artículo serán establecidas por el Gobierno, atendiendo a las
características concretas de cada ente de investigación. Esta participación no tendrá en ningún caso naturaleza
retributiva o salarial. Las Comunidades Autónomas podrán desarrollar por vía reglamentaria regímenes
específicos de participación en beneficios para el personal investigador de entes públicos de investigación de su
competencia.”
10
participación en beneficios para el personal investigador de entes públicos de
investigación de su competencia”
La competencia para establecer las modalidades y las cuantías de la participación
en beneficios corresponde a las Universidades y sus Estatutos internos en caso de
personal universitario y al Gobierno o la Comunidad Autónoma correspondiente
según a qué organismo público o centro de investigación, etc., esté adscrito el
trabajador.
Además, como última característica, se indica que la participación no tendrá
naturaleza retributiva o salarial. Una norma similar se contenía en el citado artículo
5 del Real Decreto 63/2006, donde también se indicaba que la participación en
los beneficios por la explotación de obras intelectuales e invenciones del
personal investigador en formación “no tendrán la consideración de salario”.
Pero, si no debe tener la consideración de salario ¿qué otra naturaleza tiene esta
participación? ¿Es ventajoso para el personal investigador?. Desde el punto de vista
laboral, la consideración o no de salario exigiría una reflexión más profunda
teniendo en cuenta la vis atractiva del derecho laboral. De todas formas, si no se
considera salario, estas retribuciones estarían exentas de cotización a la seguridad
social y no se tendrían en cuenta a la hora de calcular la posible indemnización en
caso de despido –si estuviéramos ante un contrato laboral-.
Bajo el prisma del tratamiento fiscal, se plantea igualmente si dicha modificación
supone que las cantidades a percibir por el personal investigador pudieran tener
una calificación fiscal diferente a la que, en principio se les viene atribuyendo como
rendimiento del trabajo. A este respecto, entendemos que calificar dichas
percepciones alternativamente como rendimiento del capital mobiliario difícilmente
encajaría con la definición prevista en la normativa fiscal y tampoco parece lógico
atribuirles el carácter de actividad económica existiendo un vínculo laboral entre las
partes. En cualquier caso, entendemos que la tributación final del personal
investigador no debería variar ostensiblemente en cuanto se trata de rendimientos
a integrar en la base imponible regular del IRPF.
11
Una cuestión que no queda clara del texto de la Ley es qué suerte ha de correr el
derecho a la participación en los beneficios que se obtengan de la explotación una
vez que se extingue, por cualquier causa, el contrato laboral o la relación
funcionarial que vincula al personal investigador con el organismo correspondiente.
Sin duda, esta es una cuestión que debería ser aclarada, al menos, en la normativa
de desarrollo de la Ley.
(d)
El deber de notificación de los resultados y de colaboración en su
protección y transferencia
La primera crítica que puede hacerse a la configuración de los deberes del personal
investigador es que se definen, con más o menos detalle, en qué consisten pero en
ningún
momento
se
hace
referencia
alguna
a
las
consecuencias
de
su
incumplimiento.
Entre los diferentes deberes hay varios que atañen a los derechos de propiedad
intelectual o industrial. Por ejemplo, en el artículo 15.1.b) de la LCTI se establece la
obligación del personal investigador de poner en conocimiento de las entidades
para las que presta servicios “todos los hallazgos, descubrimientos y resultados
susceptibles de protección jurídica, y colaborar en los procesos de protección y de
transferencia de los resultados de sus investigaciones”.
Aunque el lenguaje utilizado en el precepto no es el más preciso, lo que está claro
es que se trata de la obligación ya recogida en la Ley de Patentes y que atañe al
trabajador asalariado o funcionario de notificar al empresario o empleador la
obtención de las invenciones, extendiendo ahora el ámbito objetivo de la
notificación a cualquier tipo de resultado protegible por derechos de propiedad
intelectual.
(e)
El deber de difundir los resultados
En el apartado c) del art. 15 de la LCTI se establece el deber de “difundir los
resultados de sus investigaciones, en su caso, según lo indicado en esta ley”.5 No
5
Apartado c) del punto 1 del artículo 15 de la Ley de la Ciencia, la Tecnolog ía y la Innovación .
12
es fácil entender a qué se está refiriendo, pero podemos suponer que se está
refiriendo a lo dispuesto en el artículo 37 de la LCTI, esto es, a la difusión en acceso
abierto.
En efecto, el artículo 37 LCTI impulsa el desarrollo de repositorios por parte de los
agentes de los agentes públicos del Sistema Español de Ciencia, Tecnología e
Innovación de acceso abierto a las publicaciones de su personal de investigación.
Estos repositorios podrán ser propios o compartidos y podrán conectarse con
iniciativas similares nacionales o internacionales.
Podría entenderse que el deber de difusión al que nos referíamos anteriormente
supondría que el personal investigador debería contribuir con contenidos a estos
repositorios.
En todo caso, en el artículo 37 LCTI se establece la obligación cuando la actividad
investigadora esté financiada mayoritariamente con fondos de los Presupuestos
Generales del Estado. En tal caso, el personal investigador debe hacer pública una
versión digital de la versión final del documento aceptado por una publicación de
investigación seriada o periódica, en un plazo máximo de doce meses desde la
fecha de publicación. No parece que esta obligación sea exigible para otros
supuestos, como por ejemplo cuando la actividad esté financiada por el sector
privado.
Igualmente, el artículo 37 LCTI establece que esta obligación es “sin perjuicio de los
acuerdos en virtud de los cuales se hayan podido atribuir o transferir a terceros los
derechos sobre publicaciones, y no será de aplicación cuando los derechos sobre los
resultados
de
la
actividad
de
investigación,
desarrollo
e
innovación
sean
susceptibles de protección”. En primer lugar excluye de la obligación de incluir en
los repositorios aquellas publicaciones cuyos derechos pertenezcan a terceros,
entendemos que diferentes de la entidad que tiene la relación con el personal
investigador. También se excluye de la obligación de inclusión en el repertorio el
supuesto en que los resultados sean susceptibles, por ejemplo, de protección a
través de patente, ya que en ese caso se podría quebrar el requisito de la novedad.
Aunque no lo dice, debe pensarse que se trata de supuestos en que los resultados
13
son protegibles por algún derecho de exclusiva de propiedad industrial, como
patente, modelo de utilidad, diseño industrial, y que no se refiere a la protección
del artículo que recoja los resultados de una actividad de investigación, desarrollo e
innovación, que en principio, es objeto de protección por propiedad intelectual, ya
que entonces prácticamente todos los supuestos quedarían excluidos de la
obligación de incluirse en el repositorio.
Este deber no se incluye en la lista de deberes del personal técnico al servicio de los
Organismos Públicos de Investigación de la Administración General del Estado.
(f)
El deber de adoptar medidas para evitar el plagio
Por último, queremos hacer referencia al apartado f) del artículo 15 de la LCTI que
establece la obligación del personal investigador de
“adoptar las medidas
necesarias para evitar el plagio”.
Es sin duda, desafortunada la referencia al término “plagio” característico de la
propiedad intelectual. Entendemos que, lejos de estar pensando en la reproducción
de una obra científica, la LCTI se refiere al compromiso que debe adoptar todo
investigador frente a la entidad en la que presta sus servicios y frente a la
sociedad, de llevar a cabo trabajos o actividades de investigación que no infrinjan
derechos de terceros (ya sean de propiedad intelectual o industrial). Según la
expresión utilizada en la Carta Europea del Investigador, “los investigadores deben
hacer todo lo posible para garantizar que su labor sea relevante para la sociedad y
no duplique otra realizada previamente por otros terceros. Deben evitar el plagio de
todo tipo y respetar el principio de la propiedad intelectual o de la propiedad
conjunta de datos cuando la investigación se realice en colaboración con
supervisores u otros investigadores.”
4.
Las
medidas
para
fomentar
la
transferencia
de
tecnología:
Movilidad del personal investigador, participación en sociedades
mercantiles y nuevas categorías de empresas innovadoras.
14
El artículo 17 de la LCTI desarrolla el objetivo de movilidad del personal
investigador haciendo hincapié en la necesidad de que dicha movilidad sea
fomentada, apoyada y valorada por las entidades públicas en las que prestan
sus servicios el personal investigador. Así se establece, como regla general, la
posibilidad de que las Universidades públicas, los Organismos Públicos de
Investigación, los Organismos de investigación de las Comunidades Autónomas,
autoricen la adscripción del personal investigador a otros agentes públicos de
investigación y a otros agentes privados sin ánimo de lucro. En caso de personal
funcionario se establece la posibilidad de solicitar períodos de excedencia
temporal con objeto de facilitar dicha movilidad. La regulación es relativamente
detallada, en contraste con otras normas contenidas en la LCTI, entra en el
detalle de los requisitos que ha de cumplir el personal investigador para poder
gozar de estos programas de intercambio o de contrataciones en otros
organismos. Sin embargo, hay un aspecto en el que no ha pensado el legislador:
se trata del régimen de los derechos de propiedad industrial e intelectual de los
resultados
de
la
investigación
y
las
obras
científicas
que
desarrolle
el
investigador durante el período de adscripción al otro centro u organismo de
investigación.
En la Ley de Patentes, refiriéndose al personal universitario, se
establece que en este caso, el régimen de propiedad y de explotación sobre los
resultados de la investigación ha de ser previamente acordado contractualmente.
El artículo 18 de la LCTI recoge una medida de promoción de la transferencia de
tecnología que no es nueva en nuestro ordenamiento. Se trata de la autorización
al personal investigador para que preste servicios, mediante contrato laboral a
tiempo parcial y de duración determinada en sociedades mercantiles creadas o
participadas por la entidad para la que dicho investigador venía prestando sus
servicios.
Como consecuencia de que el personal investigador puede prestar servicios para
empresas mercantiles, la LCTI introduce una modificación 6 en el artículo 3
apartado 1 de la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los
medicamentos y los productos sanitarios, en el sentido de que no será
6
Disposición Final Séptima de la Ley de la Ciencia, de la Tecnología y de la Innovación .
15
incompatible con el ejercicio clínico de la medicina, la odontología, la veterinaria
y otras profesiones sanitarias con facultad para prescribir o indicar la prestación
de medicamentos, la participación del personal de los centros de investigación
dependientes de las Administraciones Públicas en las entidades creadas o
participadas por aquellos con el objeto previsto en la LCTI, como, el de fomentar
la investigación, el desarrollo y la innovación, o el de la valorización y
transferencia de resultados de la actividad de investigación, desarrollo e
innovación, o el de
la prestación de servicios de investigación y asistencia
técnica, entre otros.
Pero hay que distinguir esta medida de aquellas consistentes en la creación de
empresas
de
base
tecnológica,
spin-off,
consorcios
de
investigación,
o
generación de polos de innovación con objeto de llevar a cabo el objetivo de
transferir los resultados de la investigación a la sociedad.
En la Ley de Economía Sostenible ya se incorporaron normas que promovían la
transferencia de tecnología mediante este tipo de medidas. Concretamente en el
artículo 56 se regula la cooperación de los agentes públicos de ejecución con el
sector privado a través de la participación en empresas innovadoras de base
tecnológica. En este precepto se prevé la posibilidad de que Universidades
(públicas o privadas), Organismos Públicos de Investigación y los demás agentes
del ejecución de políticas de innovación participen en el capital de sociedades
mercantiles cuyo objeto social sea la realización de investigación, desarrollo e
innovación; o la explotación de patentes de invención y, en general, la cesión y
explotación de los derechos de propiedad industrial e intelectual; o el uso y
aprovechamiento,
industrial
o
comercial,
de
las
innovaciones,
de
los
conocimientos científicos o la prestación de servicios técnicos de investigación.
Además, en el artículo 64.3 de la Ley de Economía Sostenible se prevé la
posibilidad de que las Universidades promuevan la creación de empresas
innovadoras de base tecnológica, abiertas a la participación en su capital
societario de uno o varios de sus investigadores, con el objetivo de explotar
económicamente los resultados de la investigación y desarrollo obtenidos por
ellos mismos.
16
Pues bien, la LCTI propone otro mecanismo (entendemos que se suma a las
fórmulas ya existentes –empresas de base tecnológica, spin-off-) que consiste
en lo que la Ley denomina Joven Empresa Innovadora. La Disposición adicional
tercera de la LCTI establece que el Ministerio de Ciencia e Innovación otorgará
la condición de Joven Empresa Innovadora a aquella que cumpla los siguientes
requisitos: (i) que tenga una antigüedad inferior a seis años –entendemos que la
fecha que ha de tomarse como referencia para el cómputo es la entrada en vigor
de la LCTI, pero no se aclara este punto-; (ii) que haya realizado unos gastos en
investigación, desarrollo e innovación tecnológica que representen al menos el
15% de los gastos totales de la empresa durante los dos ejercicios anteriores –
entendemos que la fecha de referencia en este caso es la fecha de solicitud de
calificación-, o en el ejercicio anterior si la empresa tiene menos de dos años; y
(iii) que el Ministerio de Ciencia e Innovación haya constatado, mediante un plan
de negocio, que la empresa desarrollará en el futuro productos, servicios o
procesos tecnológicamente novedosos.
La norma prevé que el Gobierno apruebe el Estatuto de esta nueva categoría de
empresa tecnológica en el plazo de un año desde la entrada en vigor de la LCTI.
Inmaculada González López y Mª Luisa Osuna Páez son abogados del
grupo de Propiedad Intelectual de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira.
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