Einführungskurs in das spanische Recht, in spanischer Sprache Dr. Fernando Esteban de la Rosa Universität Würzburg, SS 2010 III. LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA 1. ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Los poderes del Estado precisan de una serie de medios, personales y materiales, que les permitan desarrollar las funciones que les vienen constitucionalmente encomendadas. El instrumento fundamental a través del cual se llevan a cabo esas funciones y que integra aquellos medios materiales y personales es la Administración Pública. Ahora bien, la estructura compleja del Estado hace que el concepto de Administración Pública sea abstracto y que, en realidad, exista una pluralidad de Administraciones Públicas. España cuenta con diecisiete Comunidades Autónomas, lo que determina la existencia, junto a la Administración del Estado, de la Administración propia de cada Comunidad Autónoma. Pero, además, la Constitución reconoce la autonomía de otros entes territoriales para la gestión de sus intereses (art. 137 CE); pues bien, cada uno de esos entes provinciales, municipales, insulares, etc… cuenta también con sus respectivos aparatos administrativos, por ello se puede hablar de la administración estatal, la administración autonómica y la propia de los municipios, provincias, islas y demás entidades locales. 2. ADMINISTRACIONES NO TERRITORIALES En ocasiones, la gestión de determinados intereses generales, dadas las particularidades de éstos, se lleva a cabo por entes administrativos de base no territorial, y que se encuentran fuera de las organizaciones administrativas territoriales. Dentro de las Administraciones no territoriales se distinguen dos grupos principales: a) Entes de base corporativa o corporaciones Las Corporaciones públicas se caracterizan por tener una estructura basada en el elemento personal. Un ejemplo de ellas son los Colegios Profesionales que son asociaciones forzosas de particulares, creadas por el Estado, que igualmente les atribuye personalidad jurídica para, sin perjuicio de defender y gestionar intereses privativos de sus miembros, desempeñar funciones de interés general con carácter monopolístico, cuyo ejercicio se controla por la Jurisdicción contencioso administrativa. Sirven de ejemplo, además de los Colegios profesionales, las Cámaras de Comercio, de Industria y Navegación, de la Propiedad, Agrarias, etc. Las Corporaciones tienen un régimen jurídico mixto, público y privado. Entre sus responsabilidades puede figurar la potestad de policía o disciplinaria, la organización de asistencia de oficio a detenidos de los colegios de abogados, la emisión de los visados urbanísticos en los colegios de arquitectos, la organización de turnos de guardia e intervención en la expedición de licencias de apertura de farmacias en los colegios de farmacéuticos. 2 b) Instituciones Las administraciones instituciones tienen un origen fundacional. Son creadas por otra Administración Pública para el ejercicio de parte de sus competencias, razón por la que permanecen ligadas a aquella Administración matriz a través de una especial relación de intervención en su organización y actuación. Sus fines vienen especificados en sus normas de creación y no puede excederlos. Constituyen ejemplos de Entidades Institucionales: los organismos autónomos (Boletín Oficial del Estado, Biblioteca Nacional) y las Entidades Públicas empresariales (por ejemplo, RENFE). Existen determinadas administraciones sometidas casi exclusivamente a la acción del legislador y a escasos instrumentos de tutela y control de administraciones territoriales: un caso claro es el de las Administraciones de las Universidades como consecuencia de la autonomía que les garantiza el art. 27.10 CE. Otro ejemplo es el de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, encargada del control bursátil, o el del ente público Radio Televisión Española, cuyo consejo de administración es nombrado por las Cortes Generales. c) Otros tipos Por otra parte, existen otros entes administrativos ajenos totalmente a la organización territorial del Estado. Dentro de este grupo hay que destacar las distintas administraciones de los órganos constitucionales. Los órganos que encarnan los poderes del Estado poseen sus propias administraciones: las Cortes Generales, el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial poseen un aparato administrativo distinto e independiente del de la Administración del Estado, sometida al Gobierno. Lo mismo sucede con el Defensor del Pueblo y el Tribunal de Cuentas. E igualmente con la Administración electoral o el Ministerio Fiscal. IV. ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL ESTADO La solución que la CE ofrece al problema de la estructura territorial del Estado se encuentra en el art. 2, en el que se afirma: “la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre ellas”. Por otra parte, el artículo 137 CE también reconoce cierta capacidad de autogobierno y autoorganización a otros entes que integran el Estado. Con arreglo a esta disposición “el Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses”. La autonomía se predica, pues, de todos los distintos niveles de organización política administrativa, si bien la naturaleza y alcance de esa autonomía no son iguales, distinguiéndose dos grandes niveles: la autonomía local y la autonomía de nacionalidades y regiones. 3 1. LA AUTONOMÍA DE LOS ENTES LOCALES: MUNICIPIOS, PROVINCIAS E ISLAS A) Rasgos más significativos La CE concede autonomía no sólo a las nacionalidades y regiones, sino también a los municipios y provincias, confirmándose dicha autonomía en los artículos 140 y 141. Los titulares de la autonomía local no se limitan a las dos entidades citadas; junto a ellas, la propia Constitución reconoce también la existencia de administraciones propias para las islas (art. 140.4 CE). En general, puede decirse que entre la autonomía local y la autonomía de las Comunidades Autónomas, existen importantes diferencias: a) La autonomía de nacionalidades y regiones es mucho más amplia que aquella de la que gozan los entes locales. Ello se manifiesta, no sólo en las competencias de las que cada una de ellas disfruta, sino también en su régimen jurídico político. b) La autonomía local tiene una dimensión básicamente administrativa. Los entes locales carecen de competencias legislativas, frente a lo que sucede con las Comunidades Autónomas. c) Las Comunidades Autónomas tienen fijado su marco de autonomía por la Constitución y por los Estatutos de Autonomía básicamente. Sin embargo, la autonomía local se fija, a partir de los principios constitucionalmente determinados, por la legislación ordinaria. Esta, a su vez, tiene un doble origen. Por un lado, las grandes líneas del régimen local se encuentra establecido por el Estado con arreglo al artículo 149.1.18 CE, en la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las bases del régimen local, desarrollada por el Real Decreto Legislativo 781/1986, de 18 de abril, por el que se aprueba el Texto Refundido de las disposiciones legales vigentes en materia de régimen local y, a su vez, también por las Comunidades Autónomas, que pueden incidir en la regulación del régimen local de su territorio. B) Las bases constitucionales de la Administración local La Constitución no precisa las competencias que corresponden a los entes locales. Se trata de una materia que encuentra su regulación en la legislación ordinaria, tanto estatal como, en su caso, de las Comunidades Autónomas. La regulación de la materia tiene en cuenta, como es lógico, el ámbito territorial de cada tipo de ente. La Constitución garantiza la existencia de los entes locales, y establece normas en relación con la organización de cada uno de ellos. a) Municipios La CE indica que los Municipios gozan de personalidad jurídica propia. El art. 140 CE señala como órgano de gobierno y administración de los mismos a los Ayuntamientos. A su vez, dentro de éstos, prevé la existencia de un doble régimen jurídico: 4 - Se prevé la posibilidad del régimen de Concejo Abierto. El Concejo Abierto es una fórmula de democracia directa, consistente en que el gobierno municipal se desarrolla directamente por la Asamblea de vecinos del Municipio, bajo la dirección del Alcalde. En este caso no hay concejales pues todos los vecinos se reúnen en Asamblea vecinal y ellos mismos eligen directamente al Alcalde. La misma Asamblea puede destituir al Alcalde si la mayoría absoluta de los vecinos presenta una moción de censura. Se trata sin embargo de un sistema de organización excepcional, limitado legalmente a los Municipios que cuenten con menos de 100 habitantes y en los que por tradición, o decisión municipal – y con la aprobación de la Comunidad Autónoma – adopten este régimen. - El Régimen común de gobierno municipal es el del Ayuntamiento compuesto por Alcalde y Concejales. El artículo 140 de la Constitución ordena que los concejales sean elegidos por los vecinos de los municipios mediante sufragio universal, igual, libre, directo y secreto. Todo municipio constituye una circunscripción única con número de concejales según la población censada, en una escala que comienza en cinco concejales en los municipios de menos de 250 habitantes y termina en los 55 de Madrid y 41 de Barcelona. Con independencia de su población, cada una de las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla eligen una Asamblea de veinticinco miembros. Todos los ciudadanos nacionales de un país de la Unión Europea que residan en España pueden participar desde las elecciones locales de 1999, tanto como candidatos (derecho de sufragio pasivo) como votantes (derecho de sufragio activo), pues así se lo garantiza el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea. Igualmente, gozan de estos derechos los ciudadanos de otros Estados que otorguen los mismos derechos a los españoles, como es el caso de Noruega. Aunque últimamente el Gobierno español ha tomado iniciativas para suscribir convenios internacionales con países iberoamericanos, a fin de garantizar a los nacionales de estos países el derecho de voto en las elecciones municipales españoles, en condiciones de reciprocidad. En todos los casos, la legislatura se fija en cuatro años, sin posibilidad de disolución por parte del Alcalde y las elecciones se celebran el cuarto domingo de mayo del año que corresponda. Las últimas tuvieron lugar en el 2007. En el terreno organizativo, el art. 20 de la Ley de Bases de Régimen Local establece la existencia de los siguientes: Alcalde, Tenientes de Alcalde y Pleno, así como una Comisión de Gobierno (Junta de Gobierno Local a partir de la reforma operada por la Ley 57/2003, de 16 de diciembre, de medidas para la modernización del gobierno local), en municipios de más de 5000 habitantes. El Pleno tiene las competencias normativas, planificadoras, presupuestarias y de aprobación de los actos de mayor trascendencia. Mientras que el Alcalde tiene funciones ejecutivas y representativas. El Alcalde nombra a la tradicionalmente denominada Comisión de Gobierno (Junta de Gobierno Local desde 2003), con el límite de que no puede ser superior a un tercio de los concejales (art. 23.1 LBRL). Pero ese mismo artículo permite que el Alcalde nombre los Concejales-Delegados que estime pertinente. En la práctica, el Alcalde suele nombrar tantos Delegados como concejales le apoyan, lo que tiene el efecto perverso de que el gobierno del Ayuntamiento no se elige atendiendo tanto a criterios de eficacia y cumplimiento de un programa político como por puras razones 5 coyunturales. En 1999 fue modificado la LBRL en la dirección de reforzar los poderes del Alcalde (atribuyéndole incluso la capacidad de presentar cuestiones de confianza) y limitar el Pleno al papel de órgano normativo y controlador. En 2003 la Ley de medidas de modernización del gobierno local ha culminado esta evolución hacia un sistema parlamentario del régimen local, permitiendo, entre otras cuestiones, que el Alcalde de las ciudades de más de 250.000 habitantes pueda elegir libremente los miembros de la “Junta de Gobierno Local”, sin verse constreñido a formarla únicamente con concejales electos. b) Provincias La CE garantiza la existencia de las Provincias, a las que concede personalidad jurídica (art. 141 CE). Dicho precepto señala que sólo las Cortes Generales, mediante Ley Orgánica, pueden modificar los límites de las provincias. Ello es porque la provincia es la unidad administrativa básica adoptada por el Estado para el cumplimiento de sus actividades. La Administración periférica del Estado se articula sobre la estructura provincial, correspondiendo la coordinación de esa Administración periférica en cada una de las provincias a los Subdelegados de Gobierno (antiguos Gobernadores Civiles). La organización político-administrativa de la provincia es la Diputación Provincial, cuya existencia es también necesaria. Las Diputaciones Provinciales están formadas por un Presidente y un número de Diputados Provinciales que varía según el número de residentes en cada provincia. Estos son elegidos por los Concejales de los Ayuntamientos de la Provincia y de entre ellos, mediante un complejo procedimiento regulado por los artículos 204 y ss de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General. A su vez, los Diputados provinciales eligen al Presidente de la Diputación por mayoría absoluta en primera votación. Si ningún candidato la mayoría absoluta, basta la mayoría simple en la segunda votación. En las Comunidades Autónomas uniprovinciales, la Diputación provincial no existe, ejerciendo la Comunidad Autónoma sus competencias y evitando así una duplicidad de aparatos administrativos. c) Las islas El art. 141.4 CE garantiza la organización propia de las islas que componen los archipiélagos balear y canario a través de los Consejos y Cabildos Insulares, respectivamente. Los respectivos Estatutos de Autonomía han regulado siete Cabildos Insulares en Canarias (El Hierro, Fuerteventura, Gran Canaria, La Gomera, Lanzarote, La Palma y Tenerife) y tres Consejos Insulares en Baleares (Mallorca, Menorca, IbizaFormentera). Los Consejeros de los Cabildos son elegidos directamente por los ciudadanos, mediante sufragio universal, directo y secreto. Por su parte, los Consejeros Insulares de Baleares son los mismos Diputados elegidos para el Parlamento de la Comunidad Autónoma en cada Isla del Archipiélago (artículo 28 del Estatuto de Autonomía de las Islas Baleares), y entre ellos eligen al Presidente del Consejo Insular d) Otros entes locales 6 El artículo 141.3 CE autoriza la creación de agrupaciones de municipios diferentes de la provincia. Por su parte, el artículo 152.3 permite a los Estatutos de Autonomía establecer circunscripciones territoriales propias. Al amparo de estas disposiciones, la mayoría de los Estatutos han establecido las comarcas como organización territorial propia de la Comunidad Autónoma, remitiendo su regulación concreta a las leyes autonómicas. La Ley de Bases de Régimen Local permite la creación de otras agrupaciones de municipios como son las Áreas Metropolitanas (que se crean por Ley Autonómica) y las Mancomunidades, que son agrupaciones voluntarias de municipios para la prestación de servicios. Mientras las Áreas están prácticamente inéditas, la fórmula de las Mancomunidades se está extendiendo rápidamente por todo el territorio nacional para agrupar a municipios de tamaño medio y pequeño porque muchos de los servicios que tienen que ofrecer (aprovisionamiento y depuración de aguas, basuras, etc), mejoran exponencialmente su calidad gestionándolos de forma mancomunada. También la Ley de Bases de Régimen Local permite la creación de entidades locales menores al municipio para la administración descentralizada de núcleos de población separados. A uno de enero de 2006 existían en España 3245 entidades menores, cuyo régimen jurídico concreto corresponde establecer a las Comunidades Autónomas; en su defecto, la LOREG establece que los vecinos elegirán directamente al Alcalde Pedáneo, el cual formará con cuatro o dos vocales (según el núcleo supere o no los 250 habitantes) la Junta Vecinal. Estos mismos vocales los nombra el Ayuntamiento atendiendo a los resultados electorales de cada partido en ese núcleo de población. 2. LA AUTONOMÍA DE NACIONALIDADES COMUNIDADES AUTÓNOMAS Y REGIONES: LAS A) La Autonomía como derecho político limitado La Constitución española configura la autonomía bajo los siguientes caracteres: 1. En la Constitución la autonomía no aparece como imposición, sino como posibilidad. No obstante, las distintas nacionalidades y regiones españolas han ejercitado ese derecho a través de la aprobación de los respectivos Estatutos de Autonomía. El Estatuto de Autonomía tiene por objetivo, según el art. 147 CE, servir de sustento fundamental a la creación, organización y atribución de competencias para la Comunidad Autónoma. El Estatuto se sitúa en la cúspide del Ordenamiento a elaborar por cada Comunidad Autónoma, a la vez que es una Ley Orgánica elaborada por las Cortes Generales. No obstante, no se trata de una Ley Orgánica como otra cualquiera, rechazándose expresamente que normas estatales puedan modificar los Estatutos de Autonomía en las materias que éstos deben regular. 2. La Constitución tampoco dibujó el mapa autonómico de España. Se limitó a ofrecer en el artículo 143 CE una serie de criterios para determinar cuáles eran esas nacionalidades y regiones: “provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica”. 7 3. Ese contenido político, que distancia a las Comunidades Autónomas de los entes locales, significa la capacidad del titular de la autonomía de trazar y ejecutar una política propia sobre aquellas materias que caen en el ámbito del autogobierno, contando incluso con potestades legislativas. 4. La Constitución diferenció dos tipos de Comunidades Autónomas según el grado de autonomía que podían asumir en un primer momento de establecimiento del Estado de las autonomías. Algunas pudieron acceder al máximo de autonomía constitucionalmente posible desde el momento mismo de la aprobación de sus Estatutos; otras, en cambio, al seguir el procedimiento de acceso a la autonomía del art. 143 CE, sólo pudieron asumir las competencias expresamente señaladas por el art. 148 CE. En la hora actual, sin embargo, ya pueden asumir todas las competencias, y ello sólo depende de la decisión política y la reforma de los Estatutos, tal y como ha sucedido recientemente en varias Comunidades Autónomas. 5. El desarrollo efectivo del Estado de las Autonomías ha confirmado el carácter no homogéneo de la asunción de competencias: no todas las Comunidades Autónomas, ni siquiera las que han seguido un mismo camino a la autonomía, cuentan con las mismas competencias. 6. La característica fundamental del Estado de las Autonomías es quedar basado en un modelo inacabado, abierto, de continuo cambio respecto de la distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas. B) El sistema de reparto competencial Un componente esencial para la definición del Estado de las Autonomías es la delimitación del reparto competencial, de los poderes que van a corresponder a las Comunidades Autónomas y los que van a quedar en manos de las instituciones centrales del Estado. El modelo adoptado ha sido bastante complejo, y se integra por una variedad de elementos: normas constitucionales relativas al reparto competencial; normas de los Estatutos de Autonomía; leyes estatales relativas a la delegación y transferencia competencial, y a la fijación de bases; las sentencias del Tribunal Constitucional en la resolución de conflictos de competencias, y los Reales Decretos de transferencias de funciones y servicios. El sistema español de reparto de competencias queda basado en la doble lista, donde se disponen las competencias que pueden asumir las Comunidades Autónomas (art. 148 CE) y aquellas que corresponden a los poderes centrales del Estado y que, en consecuencia, no pueden ser asumidas por parte de las Comunidades Autónomas (art. 149.1 CE). Esos preceptos sirven, pues, para determinar el marco en el que ha de moverse la asunción de competencias por parte de las Comunidades Autónomas. Este sistema final de distribución de competencias debe respetar, por otra parte, ciertas barreras establecidas por la Constitución al ejercicio de competencias por las Comunidades Autónomas. Se trata de principios generales que articulan la idea de unidad del Estado: solidaridad (art. 2 y 138.1 CE), igualdad de las Comunidad Autónomas (art. 139.1 CE), igualdad de derechos y obligaciones de los ciudadanos. 8 En cuanto al modo de llevar a cabo el reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, el sistema español añade un nuevo modo original a los ya existentes. En el Estado federal clásico, el orden competencial gira en torno al concepto de materia. En el modelo germánico (presente en la Constitución alemana de 1919 y austriaca de 1920), el eje será la función, distinguiéndose entre la legislación y la ejecución; por su parte, el Estado autonómico emplea estas dos técnicas, pero le agrega otra que aunque no era desconocida no se había usado previamente con tanta asiduidad: la distinción en el interior de la función legislativa, diferenciando entre la legislación básica (competencia estatal) y la legislación complementaria (autonómica). Así, sobre la misma materia o sector de la realidad (por ejemplo, sanidad, banca, crédito, etc), incide tanto la acción del Estado como la de las Comunidades Autónomas. Con arreglo a estas consideraciones, cabe distinguir las siguientes líneas para la distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas: 1. Competencias exclusivas del Estado sobre toda una materia: como ejemplo, la nacionalidad, inmigración, emigración, extranjería, derecho de asilo, relaciones internacionales, Defensa y Fuerzas Armadas, Administración de Justicia, Régimen aduanero, sistema monetario, Sanidad Exterior, Pesca Marítima, Defensa del Patrimonio Cultural, etc. 2. Competencias estatales sobre la legislación y autonómicas sobre la ejecución: como ejemplos, legislación mercantil, penal y penitenciaria; legislación procesal, sin perjuicio de las necesarias especialidades que en este orden se deriven de las particularidades del derecho sustantivo de las Comunidades Autónomas; legislación laboral; legislación civil, sin perjuicio de la conservación, modificación y desarrollo por las Comunidades Autónomas de los derechos civiles, forales o especiales, allí donde existan; legislación sobre propiedad intelectual e industrial, legislación sobre pesas y medidas, sobre productos farmacéuticos, sobre expropiación forzosa y sobre recursos hidráulicos. 3. Competencias estatales sobre la legislación básica y de las autonomías sobre la legislación complementaria y la ejecución: como ejemplo, las bases de la planificación general de la actividad económica, las bases del régimen jurídico de las administraciones públicas, las bases del régimen minero, las normas básicas sobre régimen de prensa, radio y televisión y, en general, de todos los medios de comunicación social; legislación básica sobre seguridad social, sobre contratos y concesiones administrativas, sobre medio ambiente, sobre montes, aprovechamientos forestales y vías pecuarias. C) Organización institucional de las Comunidades Autónomas Los Estatutos de Autonomía han hecho uso de las habilitaciones constitucionales (art. 147, 148) para establecer sistemas institucionales muy similares entre sí, y directamente inspirados, en la mayoría de los casos, en las instituciones estatales. Pese a la restricción inicial, el modelo institucional previsto en el artículo 152 CE ha sido adoptado por la totalidad de los Estatutos de las Comunidades Autónomas. El modelo organizativo tiene los siguientes elementos: una Asamblea Legislativa; un Consejo de Gobierno encabezado por un Presidente que asume la representación de la respectiva Comunidad Autónoma; y, finalmente, un Tribunal Superior de Justicia, que culmina la 9 organización judicial en el ámbito territorial de cada Comunidad. Por otra parte, es también muy similar la forma en que cada Comunidad ha regulado cada una de sus instituciones propias. D) Relaciones entre el ordenamiento estatal y los ordenamientos autonómicos: los principios de competencia, prevalencia y suplencia El complejo reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas genera unas relaciones igualmente complejas entre el Ordenamiento estatal y los Ordenamientos autonómicos. Por ejemplo, el principio de competencia, según el cual la ley estatal no sería superior jerárquicamente a la ley autonómica, sino que ambas tendrían una existencia paralela, no consigue explicar que en muchas materias existe un reparto competencial, en el sentido de que se atribuyen al Estado y Comunidades Autónomas funciones diversas sobre un mismo sector de la realidad social. Ley de bases/ley de desarrollo, potestad legislativa/potestad ejecutiva. Esas relaciones se basan en una posición de preeminencia de lo poderes estatales en cuanto a la fijación de directrices o marcos globales, y en la verificación de su cumplimiento. Pero además, la Constitución prevé la prevalencia, en casos específicos del Derecho estatal sobre el autonómico: el art. 149.3 establece que las normas del Estado prevalecerán en caso de conflicto sobre las de las Comunidades Autónomas, en todo lo que no esté atribuido a la exclusiva competencia de éstas. El Derecho estatal será, en todo caso, supletorio del Derecho de las Comunidades Autónomas. V. INCORPORACIÓN DE ESPAÑA A LA COMUNIDAD EUROPEA La pretensión de España de incorporarse a la Comunidad Europea se vincula casi directamente con el proceso constituyente. En efecto, el legislador constitucional español, consciente de la necesidad de superar el marco estatal y de la necesidad de que, antes o después, España participara en ese foro internacional, previó el instrumento constitucional que permitiera llevar a cabo esa integración. El art. 93 CE, en su párrafo primero, dispone: “Mediante ley orgánica se podrá autorizar la celebración de Tratados por los que se atribuya a una organización internacional el ejercicio de competencias derivadas de la Constitución”. El precepto, en la línea de lo establecido en otras Constituciones europeas, pone de manifiesto la diferencia existente entre este tipo de organizaciones y las tradicionales; como el propio art. 93 expresa no se trata sólo de permitir la colaboración y la cooperación con otros Estados, sino que lo que se posibilita es la atribución del “ejercicio de competencias” constitucionales: España, mediante la celebración de un tratado internacional de estas características, cede parte de su soberanía a la organización supranacional, que, a partir de ese momento, ejerce actuaciones típicamente estatales de naturaleza legislativa, ejecutiva o judicial. La consecuencia jurídica más clara de esta cesión del ejercicio de competencias es que una parte de los poderes del Estado dejan de gestionarse directamente por las autoridades nacionales, sometiéndose a la acción del ente supranacional y rigiéndose por normas dictadas por éste. La importancia que tiene esta técnica de la integración supranacional ha conducido a que los tratados internacionales que la hacen posible se sometan a un 10 procedimiento especial, debiendo autorizarse por las Cortes mediante Ley Orgánica (art. 93 CE), es decir, con el voto de la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados. El artículo 93 CE fue concebido, y ha sido aplicado, hasta ahora, pensando básicamente en la integración europea. En efecto, el 2 de agosto de 1985 se aprobó la Ley Orgánica de Autorización a la adhesión de España a la Comunidad Europea (LO 10/1985), que permitió la ratificación y adhesión a los Tratados constitutivos de las Comunidades Europeas. La efectividad de la adhesión de España a la Comunidad Europea fue efectiva el 1 de enero de 1986. La funcionalidad del art. 93 de la Constitución no se agota en el hecho de la adhesión a la Comunidad Europea. La propia Comunidad Europea sigue modificándose, intensificando el hecho mismo de la integración. Prueba de ello fue la aprobación del Acta Única Europea, Tratado de reforma de los Tratados constitutivos, cuya ratificación por España exigió la aprobación de otra Ley Orgánica de las previstas por el artículo 93 CE (LO 4/1986, de 26 de noviembre). Posteriormente, la ratificación del Tratado de Maastricht, en 1992, también debió ser aprobada por Ley Orgánica. En este caso, además, fue necesaria la previa reforma de la constitución española, a fin de permitir que los nacionales de Estados miembros de la Comunidad Europea pudieran ser candidatos en las elecciones municipales. Ello dio lugar a la modificación del artículo 13.2 CE. También fue precisa la aprobación por ley orgánica de adhesión de España al Tratado de Amsterdam y al Tratado de Niza. VI. LA ORGANIZACIÓN JURISDICCIONAL ESPAÑOL 1. ÓRDENES JURISDICCIONALES La estructura del Poder Judicial en España se delinea de conformidad con tres criterios concurrentes y diferentes: el de la materia del conflicto a resolver; el territorial y el jerárquico. El criterio material supone la división de la jurisdicción en cuatro grandes órdenes jurisdiccionales distintos, civil, penal, contencioso administrativo y social, aun cuando la jurisdicción siga siendo única (art. 9 Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial). El criterio organizativo material debe sin embargo ser completado, señalando que, además de esos cuatro órdenes, existe en el Tribunal Supremo una Sala de lo Militar. De este modo, el art. 117.5 CE estima compatibles el “principio de unidad jurisdiccional” como base de la organización y funcionamiento de los tribunales, y la existencia de la jurisdicción militar. Esta compatibilidad volvió a reconocer y reflejarse en el apartado 1 del art. 3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Tras la Ley Orgánica de la Jurisdicción Militar de 1987, de 25 de julio, la jurisdicción militar se estructura piramidalmente, de abajo hacia arriba, en cinco Tribunales Militares territoriales, un tribunal militar central, con sede en Madrid, y una llamada “Sala de lo militar del Tribunal Supremo”. Además, los Juzgados Togados que se determinan en la citada Ley de planta, dependientes del Tribunal Militar Central (dos) y de los Tribunales militares territoriales. 11 El criterio jerárquico, por último, se corresponde con el geográfico, en el sentido de que un ámbito territorial más extenso y superpuesto implica un mayor nivel jerárquico. Esta jerarquía debe entenderse como posibilidad de revocar, modificar o confirmar las resoluciones de los órganos inferiores, siempre a través de un recurso legalmente procedente, sin que sea posible que los órganos superiores cursen a los inferiores instrucciones sobre la interpretación o aplicación de las normas (art. 12 LOPJ). Por otro lado, los órganos judiciales pueden ser, según el número de titulares que los atienden, unipersonales o colegiados. 2. DEMARCACIONES JURISDICCIONALES El criterio territorial se traduce en la división del territorio nacional en distintas zonas. Así, y de acuerdo con el art. 30 LOPJ, el Estado se organiza territorialmente, a efectos judiciales, en municipios, partidos judiciales, provincias y Comunidades Autónomas, a lo que habría que añadir la totalidad del territorio nacional, sobre el que ostentan jurisdicción dos órganos judiciales, el Tribunal Supremo (art. 123.1 CE y 53 LOPJ) y la Audiencia Nacional. Por regla general, las divisiones geográficas judiciales coinciden con la administrativa en todos los casos menos en uno: el partido judicial, que es una unidad territorial organizativa utilizada exclusivamente por el Poder Judicial y que está compuesto por uno o varios municipios limítrofes pertenecientes a una misma provincia (art. 32.1 LOPJ). Los partidos judiciales vienen definidos por la ley 38/1988, de demarcación y planta judicial, que es ley estatal. Si bien las Comunidades Autónomas tienen atribuida la capacidad de realizar propuestas al Gobierno antes de que éste elabore el correspondiente proyecto de ley (art. 35 LOPJ). 3. CLASES DE JUZGADOS Y TRIBUNALES La organización de los tribunales en los ámbitos territoriales es, con carácter general, la siguiente: - Municipios que no son capitales de partidos judiciales: un Juzgado de Paz. - Partidos Judiciales: uno o varios juzgados de Primera Instancia (civil) e Instrucción (penal) - Provincias: Audiencia Provincial y Juzgados de lo Penal, de los ContenciosoAdministrativo, de los Social, de Vigilancia Penitenciaria, de Menores y – desde septiembre de 2004 – de lo Mercantil, integrado en el Orden Civil. - Comunidades Autónomas: Tribunal Superior de Justicia, con Salas de los Civil y Penal, de lo Contencioso-administrativo y de lo Social. - Estado: Tribunal Supremo (con cinco Salas, de los Civil, de lo Penal, de los Contencioso-administrativo, de lo Social y de lo Militar), Audiencia Nacional (con Salas de lo Penal, de los Contencioso-administrativo y de los Social, y el Tribunal 12 Supremo), Juzgados Centrales de lo Penal, Juzgados Centrales de Instrucción, Juzgados Centrales de Vigilancia Penitenciaria y Juzgado Central de Menores.