Descargar

Anuncio
◄T-5►
ema 5
LA ACCIÓN SOCIAL A PARTIR DE LAS CORTES DE CÁDIZ.
1.1. La irrupción de la Beneficencia.
1.2. Ley de Beneficencia de 1822.
1.3. Ley de Beneficencia de 1849.
1.4. Asistencia Social.
1.5. Bibliografía.
5.1. Irrupción de la Beneficencia.
En la primera mitad del siglo XIX se puede decir que se produjo el cambio de la Caridad, como medio principal
de acción social, a la Beneficencia. Como apuntan Alonso y Gonzalo (1997, p. 47) dicho cambio no hubiera sido
posible sin los movimientos e ideas de la Ilustración y del Liberalismo.
Debido a ello, es aconsejable que antes de entrar a describir las características principales de la institución de la
Beneficencia así como de las dos leyes en las que esta se vio concretada, se analicen, muy someramente, las
ideas principales de estos dos movimientos.
De la Ilustración se puede decir que los principios fundamentales que la guían son: (1) la razón como fuerza
emancipadora del miedo y la ignorancia (2) aceptación de la ciencia y de sus resultados; (3) lucha contra las
supersticiones y prejuicios; (4) el examen crítico de todas las creencias básicas; y (5) un interés especial por
todas las obras de reforma económica y social.
Del Liberalismo, los axiomas principales a destacar serían los cuatro siguientes: (1) rebelión de la sociedad
contra el Estado absolutista del Antiguo Régimen; (2) el individualismo como valor central, pero concebido de
modo abstracto; (3) una concepción del Estado como instrumento para hacer efectivas la libertad inherente al ser
humano; y (4) el reconocimiento de una serie de derechos individuales, que han de ser garantizados y sometidos
al principio de legalidad para evitar cualquier tipo de arbitrariedad.
-1-
◄T-5►
5.2. Ley de Beneficencia de 1822.
Hablamos ahora de una Ley que, si bien se aprobó, nunca llegó a hacerse efectiva completamente. Sin embargo, supuso un
hito de gran importancia en el cambio de concepciones que se iban a producir en el campo de la acción social a partir del s.
XIX. La razón de su falta de aplicación se debió a que la Ley se aprobó poco tiempo antes de que, en 1823, se diese por
1
finalizado el "Trienio Liberal" al que se había visto forzado Fernando VII y que había restaurado la Constitución de Cádiz de
1812. Una Constitución que, entre otros principios generales, consignaba los siguientes:
−
−
−
obligación principal de los españoles la de ser “justos y benéficos”,
establecimiento de un sistema público de atención al necesitado,
papel de primer orden que a los Ayuntamientos y Diputaciones Provinciales le correspondía en
este último sentido.
Estos, a su vez, se hacían efectivos en la mencionada ley de 2 de febrero de 1822, que, como se observa a continuación,
suponía un paso decisivo para la consideración de la Beneficencia como servicio público:
−
−
−
creaba las juntas municipales y parroquiales de Beneficencia,
reducía a un único fondo común público los distintos bienes de la Beneficencia,
establecía reglas generales sobre los establecimientos públicos de Beneficencia, que reducía a
una sola clase: los hospitales,
−
suprimía los establecimientos privados que no se ajustaban al objeto público que establecía la
ley,
−
y obligaba al ejercicio policial a todos los centros, incluso los de Beneficencia privada, a los que
sometía, además, a un sistema regularizado de administración.
5.3. Ley de Beneficencia de 1849
Si la Ley anterior se había aprobado bajo el marco constitucional establecido en 1812, la Ley de Beneficencia de 20 de junio
de 1849, así como su reglamento de ejecución de 14 de mayo de 1852, fueron promulgados siguiendo los principios
consignados en la Constitución de 1845, bajo el reinado de Isabel II. En general se puede afirmar que tanto la una como el
otro significaban la consolidación de la Beneficencia como servicio público. No en vano, en dicha ley se dice, entre otras
cosas que:
−
−
−
−
La Beneficencia tiene una finalidad pública. Sus establecimientos son públicos.
Su organización administrativa también es pública y corresponde al Gobierno.
El Gobierno se encarga de la creación y supresión de centros, así como de la aprobación de los reglamentos de
los centros de Beneficencia.
La Gestión de la Beneficencia corresponde al Ministerio de la Gobernación.
Añadido a lo anterior, se puede decir que en contraste con la Ley de 1922 es una Ley Centralizadora, a pesar de lo que en un
principio pueda parecer. Establece una Junta Central, las Juntas Provinciales y las Juntas Municipales de Beneficencia.
En los municipios grandes permite establecer Juntas subalternas de socorros domiciliarios. Las distintas juntas auxilian al
Gobierno, están coordinadas entre sí, aunque entre ellas no existe una subordinación orgánica.
Las Juntas están compuestas por personal civil, eclesiástico, facultativo y por vocales nombrados por el Gobierno (Central y
Provinciales) o por el Gobernador Civil (Municipales). De ellas dependen, respectivamente:
−
−
−
Los Establecimientos Generales: se destinan a satisfacer necesidades permanentes (las de los locos,
sordomudos, ciegos, impedidos y decrépitos)
Los Establecimientos Provinciales: atienden a las personas con enfermedades comunes, a los
imposibilitados para el trabajo y a los que carecen de familia. Entre ellos se encuentran los hospitales de
enfermos, las casas de misericordia, las casas de maternidad y expósitos, las de huérfanos y desamparados.
Los Establecimientos Municipales. Socorren enfermedades accidentales, transportan a los pobres a los
establecimientos provinciales o generales, ofrecen atención domiciliaria. A ellos pertenecen las casas de
refugio y hospitalidad y la Beneficencia domiciliaria.
-2-
◄T-5►
En lo que respecta a la financiación de la Beneficencia, la propia Ley establece la creación de un fondo patrimonial común,
constituido por bienes públicos, dependientes de los presupuestos generales, provinciales y municipales, y por bienes
privados, asociados a los fondos de las fundaciones, a las rentas de los establecimientos y a las limosnas.
El ingreso en los establecimientos benéficos ha de ser voluntario. La Ley señala que nadie puede ser forzado a someterse
a la protección de la Beneficencia, ni que se pueda recluir a la gente en sus establecimientos por motivos disciplinarios.
Una diferencia importante entre esta Ley y la anterior de 1822, es que es muy respetuosa con los establecimientos
privados. Así, y si bien es cierto que están sujetos a inspección y control administrativo y contable, sus patronos participan en
las Juntas Generales, Provinciales y Municipales de la Beneficencia.
Finalmente, y para resumir lo dicho sobre esta Ley, se puede decir que en la misma la Beneficencia tiene un carácter de
Servicio público. No obstante, y esto es muy importante para distinguir a la Beneficencia de otros modos de acción social de
los que luego hablaremos, no se reconoce el derecho subjetivo de los pobres a recibir las prestaciones que ofrece la
administración. Aunque las prestaciones de la Beneficencia no se pueden considerar graciables, pues el reglamento que
desarrolla la ley, obliga al establecimiento benéfico a recibir al pobre siempre que no convenga prestarle socorro domiciliario.
5.4. Asistencia Social
Como se desprende del estudio realizado por Alonso y Gonzalo (1997, p. 75), la noción de Asistencia Social, en concreto, la
de Asistencia Social pública, aparece en la legislación española en el primer tercio del s. XX.
La Constitución del 31 la diferenciaba claramente del concepto de Seguro Social, del que hemos hablado en los epígrafes
anteriores. En concreto, en su artículo 46 establecía que el Estado habría de prestar asistencia a los enfermos y a los
ancianos, así como proteger a la infancia y la maternidad.
Los textos legales de la época solían, además, oponerla al concepto de Beneficencia particular debido, quizás, a un intento de
eliminar de la idea de Asistencia Social cualquier rastro de Caridad o benevolencia y, de modo más específico, para subrayar
el carácter graciable de la Beneficencia y su diferencia con la acción social pública ejercida por el Estado a través de la
Asistencia Social.
Se puede decir, entonces, que la noción de Asistencia Social nace, entre otras razones, para poner de manifiesto que el
Estado laico definido por la Constitución del 31 asume sus responsabilidades para con sus ciudadanos en lo que a la
protección social se refiere, pero distinguiéndola claramente de la por aquel entonces denigrada Beneficencia, a la que
restringirá al ámbito de la acción social privada.
Pese a todo, tanto las actuaciones de la Beneficencia como las de la Asistencia Social van a responder a las mismas
necesidades: la protección de la indigencia y la satisfacción de las situaciones de necesidad. Además, no se puede decir que
la Asistencia Social viniese a sustituir a la Beneficencia, cuyos restos, como ya se ha dicho, perduran hoy en día.
El desarrollo de la Asistencia Social se vio afectado lógicamente por el estallido de la Guerra Civil. Durante la misma se volvió
de nuevo al concepto de Beneficencia, en un intento de aliviar las importantes penurias por las que atravesaba en país tanto
en uno como en el otro bando. El Socorro Rojo en la parte republicana y el "Auxilio de Invierno" en la de los sublevados o
"nacionales" representaron los ejemplos más notables en este sentido. El Auxilio de Invierno, bajo la sombra de la Falange,
terminaría transformándose en el Auxilio Social poco después, para ser ratificada oficialmente su condición en 1940. Esta
obra, opuesta a los criterios descentralizadores tradicionales de la Beneficencia, tendrá un papel de primer orden en la
satisfacción de las necesidades de los más desaventajados durante la primera parte del régimen franquista, siendo sus
móviles principales el ejercicio de la Caridad y la exigencia de la justicia social.
Después de un largo período dominado por las premisas interventivas anteriores, la noción de Asistencia Social vuelve a
resurgir con fuerza en los años sesenta, en el momento en el que el país empieza a notar cierto desarrollo económico,
después de dos largas décadas regidas por unos irrealizables principios autárquicos. Los defensores del concepto de
Asistencia Social comienzan a oponerse a los criterios tradicionales de la Beneficencia, por entenderlos que no servían más
que para defender a la sociedad de los peligros creados por la miseria.
-3-
◄T-5►
5.5. Bibliografía Básica.
ALONSO, J. M. y GONZALO, B. (1997) La asistencia social y los servicios sociales en España. Madrid: B.O.E.
ANDER-EGG, E. (1977) Diccionario de Trabajo Social. 2ª ed. Barcelona: Terra Nova.
CASADO, D. (1998) Políticas de servicios sociales. Buenos Aires: Lumen/Hvmanitas.
CASADO, D. y GUILLÉN, E. (2001) Manual de Servicios Sociales. Madrid: CCS.
CONSEJO GENERAL DE COLEGIO OFICIALES DE DIPLOMADOS ENTRABAJO SOCIAL Y ASISTENTES
SOCIALES (Ed) (1988) De la beneficencia al bienestar social. Cuatro siglos de acción social. Madrid: Siglo XXI
CENTRO DE PUBLICACIONES DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL (Ed.) (1990) Historia
de la Acción Social Pública en España. Beneficencia y Previsión . Madrid: Centro de publicaciones del Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social.
LÓPEZ CABANAS, M. y CHACÓN, F. (1997) Intervención psicosocial y Servicios Sociales. Un enfoque
participativo. Madrid: Síntesis.
-4-
Descargar