Síntesis Fallo

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Oportunamente en el Newsletter anterior (Nª30), se informó sobre un fallo de 1ª Instancia del
Departamento Judicial de San Isidro respecto de la problemática referida a que si el servicio de
seguridad que brindan los “conjuntos inmobiliarios” implican una “obligación de medio” o una
“obligación de resultado”, cuestión muy importante pues ello se corresponde con la eventual
responsabilidad de indemnizar a las víctimas por los daños causado por un acontecimiento
delictual, indemnización que podría llegar a encontrarse a cargo del “country” (entre otros
eventuales responsables)
Efectivamente en el fallo antes mencionado el Juez actuante entendió que se trataba de una
“obligación de resultado” formulando un criterio sobre la base de este tipo de obligaciones que
prácticamente significaba el criterio de que el servicio debía asegurar la “invulnerabilidad” de los
bienes custodiado.
Este fundamento, sobre el cual se basó su sentencia, fue rechazado y revocado por la Cámara de
Apelaciones que resolvió la apelación, desechando dicho criterio y sosteniendo efectivamente que
la naturaleza jurídica de la prestación tiene, sin dudas, un carácter de “obligación de medios”,
dando fin de algún modo a la controversia doctrinaria, y adhiriendo a su vez a un fallo de una
Cámara de 1ª Instancia de la ciudad de la Provincia de Córdoba que con anterioridad había
sostenido claramente el mismo criterio.
Se acompaña como adjunto de este News una síntesis de los párrafos de la sentencia de Cámara
que resultan ilustrativos sobre lo comentado precedentemente.
Vale también un comentario sobre el resultado particular del fallo él que en definitiva condenó
solidariamente a las empresas que prestaban el servicio de seguridad y al country, pero no sobre
del “fundamento” de la sentencia de 1ª Instancia que, como mencionamos, fue revocado, sino
sobre la base de una “obligación de medios”, que para el caso específico bajo análisis se
encontraba incumplida por la comprobación que surge del expediente de que se había producido
una “negligencia” de los prestadores que habría dado como resultado la comisión del hecho
dañoso, por lo cual se generó una responsabilidad indemnizatoria por parte del que se
encontraba obligado a prestar el servicio de acuerdo con lo pactado.
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En la ciudad de San Isidro, Provincia de Buenos Aires, a los 9 días del mes de abril de dos mil
quince se reúnen en Acuerdo los señores Jueces de la Sala Segunda de la Cámara Primera de
Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial San Isidro, doctores JORGE LUIS
ZUNINO Y MARIA FERNANDA NUEVO, para dictar sentencia en el juicio: "NOVAK, CARLOS A. Y
OTROS C/TORTUGAS COUNTRY CLUB Y OTROS S/DAÑOS Y PERJUICIOS", causa SI-67312008; y habiéndose oportunamente practicado el sorteo pertinente (arts. 168 de la Constitución
de la Provincia y 263 del Código Procesal Civil y Comercial), resulta que debe observarse el
siguiente orden: Dres. Nuevo y Zunino, resolviéndose plantear y votar la siguiente:
……………………………………………………………………………
Como
anticipara,
el
contrato
de
seguridad
privada
posee
rasgos
propios
de atipicidad en tanto no está regulado en el Código Civil ni puntualmente en otra legislación.
La ley provincial 12.297 (t.o. leyes 12.381 y 12.874) sólo reglamenta la actividad de las personas
jurídicas prestadoras. Ahora bien, los servicios de vigilancia o seguridad onerosos realizados
como actividad habitual por una empresa constituyen actos de comercio que deben inscribirse
en la figura de la locación o prestación de servicios (arts. 16, 1623, 1143 Civil; conf. CC0103 LP
229845 RSD 59-98 S del 19.3.1998, sum. Juba B201613, B201612). Por su intermedio no se
promete o garantiza un resultado, sino un quehacer o actividad; por ello su proximidad a la
locación de servicios, tendiente a ese resultado pero sin asegurarlo (CC0000 JU 41990 RSD 12448 S 3.5.2007, sum. Juba B 1600171). De él nacen obligaciones de "hacer", esto es, aquellas
que también son denominadas de "quehacer" o de "actividad" y cuya particularidad es,
precisamente, la de agotarse en el mero hacer cumplido por el obligado. Insisto, no se promete
un resultado sino el cumplimiento de una actividad, que puede tender o no a un resultado -de
hecho normalmente procura un resultado- pero sin asegurarlo, pues este último no está
comprendido en la obligación asumida y, por tanto, no es prometido por el obligado (CC0102 MP
84193 RSD-333-92 S 17/09/1992, sum. JubaB1400605).
De ahí que las obligaciones asumidas por las llamadas empresas de vigilancia o seguridad
implican una actividad fundamentalmente preventiva cuya finalidad es repeler actos de agresión:
la empresa debe prestar un servicio organizado (eficiente y seguro), conforme a pautas
adecuadas y con suficientes medidas precautorias en función del objetivo a cubrir; entonces se
puede denominar falla del servicio al incumplimiento de dichas características. Si ello se conecta
y causa daños, corresponderá la consiguiente reparación; y es que la empresa lucra por vender
un servicio de seguridad profesional, y de ese modo debe ejecutar las obligaciones a su cargo
(conf. Weingarten,“Responsabilidad de las Empresas de Seguridad”, Rubinzal CulzoniEd., págs.
45, 68).
Lo expuesto determina que no resulte aplicable un criterio objetivo de responsabilidad, dada la
naturaleza de su cometido. Ello puesto que cuando lo prometido es un servicio, se trata
primordialmente de una obligación de medios; y con relación a terceros, las empresas de
vigilancia privada deben obrar con prudencia y diligencia, pero no pueden asegurar el resultado
de su indemnidad ni dar una certeza absoluta. La eventual responsabilidad que pueda emerger
con motivo de su ejecución, por ende, es de naturaleza subjetiva (con culpa o dolo) y se
configurará en caso de fallar los deberes de prudencia, diligencia y aplicación de los
conocimientos específicos (conf. Berger, Sabrina,
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Obligación de Medios de los Servicios de Seguridad Privada en la Provincia de Buenos Aires”,
LLBA 2011 -mayo-, 362, LTGR _on line_). En este sentido, se ha apuntado que el deudor de la
obligación de seguridad se obliga a realizar solamente lo que mandan la prudencia y la
diligencia, en cuyo caso la obligación -al ser de medios- impone a la víctima la demostración del
incumplimiento de las empresas de seguridad, por imprudencia o negligencia (conf. Bustamente
Alsina, “Teoría de la Responsabilidad Civil”, Ed. Abeledo Perrot, 1997,págs. 393/394).
Ahora bien, la obligación de medios, entonces, apela a la diligencia, prudencia y buena fe.
Empero, en el caso de las empresas de seguridad privada, ello se ve particularmente
incrementado por la índole propia de la actividad, debiendo por tanto extremar todos los
recaudos a finque su deber de disuasión y prevención brinde los resultados esperados. Estas
empresas conforman una organización especializada en seguridad, en donde la planificación y el
diseño del sistema resulta fundamental y comprende la ordenación y adaptación de los recursos
necesarios y adecuados (humanos, materiales, tecnológicos, etc.) para el cumplimiento de la
obligación de prevención. La empresa, como profesional, conoce de antemano los riesgos y tiene
los recursos necesarios para prevenirlos; por eso la estrategia, como parte de la planificación,
impide alegar en general situaciones de imprevisión, yaque se trata de riesgos propios de la
actividad empresarial (conf. Berger, Sabrina, ob. cit.).En síntesis, la prestación del contrato de
servicio de vigilancia radica en las obligaciones de hacer a las que se compromete el empresario
de seguridad mediante la actividad de sus vigiladores; y en este caso, la vigilancia de un
determinado lugar (conf. Aqueronte “Las Nuevas Urbanizaciones y Aspectos del Tiempo
Compartido”, Ed. Abaco, pág. 139). Las obligaciones de hacer importan una actividad que debe
ajustarse a los términos pactados, caracterizándose por el compromiso de una energía de trabajo
que según el art. 625 del Civil se concreta en un hecho o servicio (art. 1623 C.Civil). Hay mal
cumplimiento de la obligación de hacer cuando el hecho ejecutado por el deudor difiere del
debido por él, con mengua del interés del acreedor; este cumplimiento defectuoso, por aplicación
de los principios generales, queda asimilado al incumplimiento total (conf. Llambías, “Código
Civil Anotado”, Tº II-A, pág. 383/384, Ed. Abeledo Perrot).
De tal modo, incurre en negligencia el dependiente que ocupando un puesto de control, omite
extremar el celo en las exigencias que atañen a su función y da motivo por tal causa a la
concreción de un daño(arts. 512, 1074, 1109 del C. Civil); y la omisión es antijurídica si se
corresponde con la preexistencia de la manera en que razonable, verosímilmente y de buena fe,
se establece el modo de cumplir la obligación de hacer asumida. Por lo que si de allí deriva un
daño causado al tercero destinatario de la prestación prometida, existe relación de causalidad
adecuada entre la abstención y el efecto dañoso. De allí que las empresas de vigilancia deben
responder por la negligencia en que incurran sus vigiladores, empleados o dependientes, en la
medida en que las omisiones de ellos ayan facilitado la comisión de hechos ilícitos en perjuicio
de terceros, siendo respecto de éstos, extracontractual la responsabilidad emergente (arts.
1067,1068, 1069, 1083, 1109, 1113 del Código Civil; ALTERINI–AMEAL–LÓPEZ CABANA,
“Obligaciones”, pág. 152; causa nº 107.987 rsd.16/10 del 18.2.10 Sala IIª).
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VI.B) Determinado lo anterior, en lo tocante a Tortugas Country Club el punto dirimente radica
en establecer si el country debe o no responder por el deficiente servicio desplegado por las
empresas contratadas al efecto. La sentencia apelada hizo reposar tal deber de resarcir en la
circunstancia de que Tortugas Country Club habría “tercerizado” el servicio de seguridad por lo
cual debió controlar la manera en que se prestaba y si éste resultaba eficaz. Ello así, máxime
cuando los propietarios son quienes pagan por tal prestación a través de las expensas. En este
entendimiento, sostuvo el Juez _a quo_ que no habiendo cumplido adecuadamente la
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codemandada con tal quehacer, su responsabilidad es objetiva y solidaria. A ello añadió que si el
servicio fue externalizado, el country es solidariamente responsable frente a la víctima dado el
deber de seguridad asumido en virtud de la conexidad contractual y la relación de dependencia,
sin perjuicio de las accione sde repetición pertinentes. En aval de su conclusión invocó lo
normado por los arts. 512, 902, 903, 1067, 1078, 1109, 1113 del C.C., 5, 6 y 40de la ley
24.240).
Frente a tal base y desarrollos argumentales, la apelante aduce que la premisa de la que parte el
juzgador resulta errónea. Ello por cuanto TCC no es más que una entidad o comunidad de
vecinos para actividades que nada tienen que ver con el servicio de seguridad. Sostiene además
que el fallo citado por el sentenciante no se ajusta a la hipótesis debatida en autos y que su
parte no se encuentra legalmente habilitada para adoptar por sí la tarea de vigilancia y
seguridad del _country, lo cual se halla vedado por la ley provincial 12.297. A esto último dedica
la mayor parte de su recurso, alegando que en ningún momento asumió obligación ni prestación
alguna frente al actor en materia de seguridad, resultando por tanto inaplicable la ley de defensa
del consumidor (v. fs. 2005 vta./2007). Por fin, afirma que ha quedado demostrado que el
country adoptó los recaudos posibles y razonables al contratar a tres empresas de seguridad al
efecto (v. fs. 2007 vta.) insistiendo una vez más en la inexistencia de una obligación de
seguridad, sino de medios (v. fs. 2008/2010).Asiste razón al apelante en cuanto cuestiona la
aplicación al caso dela Ley de Defensa del Consumidor. Es que si bien la ley 26.361incorporó al
art. 1 de la ley 24.240 la cuestión de la relación de consumo y la adquisición, compra o
adjudicación de derechos respecto a los clubes de campo, tiempos compartidos, cementerios
privados y figuras afines, lo cierto es que tal modificación legal no regía a la época del suceso de
autos (B.O. 7.4.2008, art. 3 Cod. Civil). Y la ley 24.240no fue invocada en la demanda ni en su
ampliación (fs. 175/185,212/215, art. 330 inc. 5º del CPCC); rigiendo entonces las normas del
derecho común.
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