La hipótesis narcisista sobre la constitución homosexual en varones

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La hipótesis narcisista
sobre la constitución
homosexual en varones
Eduardo de la Fuente Rocha
En este trabajo se realiza un análisis de
la propuesta freudiana acerca del fundamento narcisista, dentro de las elecciones
objetales en varones homosexuales. El
estudio se sustenta en el análisis del
escrito de Sigmund Freud (1910) “Un
recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”.
Para su estudio, este trabajo analiza las
tres afirmaciones de mayor relevancia
propuestas en el escrito antes mencionado.
La primera afirmación se refiere a la
condensación entre el pecho y el pene; la
segunda hace referencia a la hiperternura
existente en la relación madre-hijo, entre
Leonardo Da Vinci y su madre; y la
tercer afirmación se enfoca a sustentar la
existencia de una elección narcisista en
las relaciones de objeto en homosexuales
varones.
L
a homosexualidad ha sido estudiada en el campo de la psicología por
diversos autores, destacando entre ellos Sigmund Freud, quien en
Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad (1905), denominó inversión
a la homosexualidad y la subdividió en absoluta, anfígena y ocasional. Este
autor en el texto indicado incluyó la homosexualidad entre las “perversiones”
o “aberraciones sexuales” y afirmó que ésta se da como consecuencia de
una falta de desarrollo sexual y psicológico, que deja fijado al sujeto en un
comportamiento previo a la “madurez heterosexual”.
Los psicoanalistas que prosiguieron este tipo de estudios buscaron
aplicar una terapia reparativa. Entre ellos se cuenta el caso del psiquiatra
y psicoanalista Rado Sandor (1890-1972), amigo de Sandor Ferenczi y
cofundador –en 1913– de la Sociedad Psicoanalítica de Budapest. Sandor
ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2010 • UAM-XOCHIMILCO • MÉXICO • PP. 439-455
la hipótesis narcisista sobre la constitución homosexual en varones
además de haber formado a numerosos psicoanalistas, entre ellos Wilhelm
Reich, Otto Fenichel y Heinz Hartmann, realizó estudios e investigaciones
relativas a la homosexualidad a la que asoció con las fobias y con base en ello
propuso un tratamiento.
Por su parte, Carl Gustav Jung sostuvo que la homosexualidad tenía un
componente estructural y otro psicogenético. En la década de 1960 varios
psiquiatras, entre ellos el psicoanalista estadounidense Irving Bieber (19091991), señalaron que la homosexualidad era consecuencia de que durante la
fase edípica los sujetos habían vivido en relaciones familiares patológicas. El
psiquiatra y psicoanalista estadounidense Charles W. Socarides (1922-2005)
estudió la homosexualidad y sostenía la tesis de que ésta se originaba en una
época pre-edípica y que sus efectos podían invertirse.
Derivado de la exposición anterior puede observarse que han sido
varios los intentos de explicación que se han emprendido. Sin embargo, las
propuestas freudianas han permanecido como fundamento de muchas de estas
explicaciones. A partir de tales propuestas acerca de la homosexualidad se ha
afirmado, con el paso del tiempo, aquella que señala su fundamento en una
elección narcisista de objeto. Tal aportación se dio hace un siglo y, hasta hoy,
las corrientes psicoanalíticas actuales continúan retomando tal afirmación y
sustentan en ella diversos juicios y diagnósticos.
Ante esta situación cabe replantearse la pregunta: ¿la preferencia de objeto
en los homosexuales es la manifestación de una elección narcisista de objeto?
El hecho de que así fuera estaría sustentando una postura teórica en la que
la homosexualidad implica una patología severa por el hecho de no estar
fundamentada en relaciones en las que el objeto sea externo al sujeto y por
tanto en la práctica no extiría una relación real, sino un ensimismamiento
autoerótico permanente.
Para revisar entonces esta concepción se ha elegido el escrito de Sigmund
Freud titulado “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”, escrito en
1910, pero concebido desde el año anterior con base en la comprensión
analítica de uno de sus pacientes, y de quien expresaba Freud, en una carta
a Gustav Jung, que dicho paciente tenía la misma constitución de Leonardo
Da Vinci, pero no así su genio. En este trabajo, Freud reflexiona acerca de la
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emocionalidad del artista, su vida y frustraciones en relación con su historia
psicosexual; la manera como se gestó en Leonardo la homosexualidad, y
plantea por primera vez el concepto de narcisismo. Por otra parte, al intentar
esclarecer el fenómeno surge la dificultad de su complejidad. Ello conduce a
la necesidad de establecer campos de estudio más restringidos, con la finalidad
de que el número de variables que intervienen en el análisis, se reduzca y
facilite el trabajo.
Es por ello que este estudio se limita al campo de la homosexualidad
en varones y sólo dentro del marco del escrito freudiano “Un recuerdo
infantil de Leonardo Da Vinci” (1910). Por tanto, se retoman las propuestas
freudianas relativas a la homosexualidad, planteadas en el escrito mencionado
y se reflexiona para el caso de varones en la validez de tales postulados. Este
trabajo se divide en tres partes; cada una muestra los supuestos subyacentes
en las afirmaciones de Freud y aportado cuestionamientos que pueden servir
para la reflexión del texto.
Primera parte: el pecho y el pene
En este apartado puede observarse que la primera hipótesis que Freud plantea
en el escrito es la de la posibilidad de que el pecho y el falo puedan sufrir una
condensación en el infante, en este caso en Leonardo Da Vinci. De acuerdo
con el texto, a partir de una fantasía infantil de Leonardo Da Vinci, en la que
un buitre venía, estando todavía Leonardo en su cuna, y descendiendo sobre él le abría
la boca con la cola y lo golpeaba muchas veces con ella en los labios,1 Freud supuso
que este recuerdo era una manifestación de su vida homosexual posterior, la
cual revelaba una fellatio (Freud, 1910:77).
Para Freud, la cola del buitre se asocia al miembro viril, y la pasividad del
infante a una postura homosexual de Leonardo (1910:80). También supone
que la narración no es verdaderamente infantil, sino posterior, y que Leonardo
la trasladó a la infancia (1910:77).
1
Freud cita la traducción al alemán hecha por Herzfeld (1906) del original italiano.
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El hecho de mamar o de tener algo en la boca remite a la etapa oral en la
que el lactante vivió experiencias placenteras al ser amamantado por el pecho
materno (Freud, 2004:81). en el relato, la madre ha sido sustituida por el
buitre. La experiencia infantil del lactante se halla condensada para Freud
con las experiencias posteriores homosexuales de Leonardo, en las que el
objeto que se asocia al mamar, ya no es el pecho sino el falo.
En su intento por aclarar porqué Leonardo Da Vinci había desplazado
la figura del pecho de la madre al pene, Freud retoma algunos antecedentes
culturales egipcios en los que se señala el hecho de que en esta cultura antigua,
se rendía culto a la diosa Mut, la madre fálica con pene erecto.
Cuando a Mut se le representaba como diosa madre tenía la forma de una
mujer con corona doble, llevaba un tocado de buitre, un cetro de papiro y
un anj; y cuando se le representaba como diosa del cielo, era con la forma de
un buitre, con el nudo mágico en sus garras. Otras veces se le representaba
como vaca, como leona o como un ser andrógino con falo, alas y garras de
león. En esta cultura se creía que los buitres, símbolo de la maternidad,
solamente eran hembras (Freud, 1910:83 y 88).
Acerca de Mut, Freud dice: “en la mayoría de sus figuraciones los egipcios
dieron plasmación fálica a esta divinidad materna de cabeza de buitre; su
cuerpo caracterizado, femenino por los pechos, llevaba un miembro masculino
en estado de erección” (1910:87-88).
En este apartado, Freud hace el señalamiento de la coincidencia entre el
nombre de la diosa Mut y el sustantivo Mutter que significa madre. A partir
de esta consideración, Freud propone la hipótesis de que el bebé observa la
figura de la madre con pechos y con pene, incluso con el pene erecto. Se trata
de una madre fálica (1910:82-88).
En este aspecto la propuesta teórica de Freud se acerca al concepto de
figuras combinadas que posteriormente propondrá Melanie Klein. Sin
embargo, para Freud esta superposición de pechos y pene queda explicada
por su teoría de la universalidad del falo en la etapa infantil, en la que el niño
supone que el cuerpo de la madre es semejante al de él y por tanto tiene esta
parte del cuerpo que por supuesto tiene gran importancia para el niño. Freud
en su texto no se adentra a buscar una explicación que aclare la experiencia
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correspondiente en el caso de las niñas. Las reflexiones anteriores pueden
concretarse en el supuesto de que parte del desarrollo anímico de Leonardo,
relacionado con su homosexualidad, puede ser atendido desde la mirada en
la que el pecho y el pene conforman una condensación, a la que Leonardo en
etapas posteriores a su infancia, recurrirá para buscar, tanto el “goce vital” que
proporciona un pecho, como el que brinda un pene (Freud, 1910:81-89).
Segunda parte: la hiperternura
En este apartado puede observarse que la segunda hipótesis que Freud plantea
en el escrito es la de la existencia de la hiperternura, misma que lleva implícito
el sometimiento del padre y del hijo a partir de ella. Para Freud, en relación
con su análisis de la vida de Leonardo, existe una fuerte liga erótica entre
una mujer –generalmente la madre– y el hijo homosexual que se forma en
la primera infancia. Esta relación se encuentra cargada de ternura.
La hiperternura de la madre en la etapa infantil no da cabida a la presencia
del padre, el cual queda relegado. Para ser capaz de expulsar al padre del lugar
que por derecho le corresponde es necesario que el carácter de la madre sea
viril; es decir, que su comportamiento sea el de una mujer de rasgos enérgicos.
En palabras de Freud: “Sadger ha destacado que la madre de sus pacientes
homosexuales era a menudo un marimacho, una mujer con enérgicos rasgo
de carácter capaz de expulsar al padre de la posición que le corresponde”
(Freud, 1910:92).
Al ser expulsada física o simbólicamente la figura del padre, el hijo
varón queda sometido a las influencias maternas o femeninas. Lo anterior
favorece la sumisión del infante varón a las exigencias maternas, propiciando
en él la pasividad. Ante la propuesta anterior se podría argumentar que la
hiperternura puede ser una manifestación de rechazo. Cabe recordar que se
trata de una mujer que no admite competencia con los hombres y que ha
rechazado al padre para no tener que negociar con él. ¿Por qué tendría que
tener una actitud diferente con el hijo?
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Si el hijo no es psicótico habrá aprendido que la madre y él no son una
misma persona sino dos y, por tanto, el sometimiento de la madre no lo verá
como parte de su naturaleza, sino como una conducta impuesta por el otro (la
madre), a la cual temporalmente habrá que someterse, pero también zafarse
de ella en cuanto pueda. Este hijo sabe que la madre lo rechaza en el fondo
y compite con él como lo hizo con el padre.
Tercera parte: identificación y narcisismo
En este apartado puede observarse que la tercera hipótesis que Freud plantea
en el escrito es la de la identificación con la madre. Asimismo en esta parte
del texto sostiene que el homosexual halla sus objetos de amor por la vía del
narcisismo. De acuerdo con este autor, el varón reprime el amor a la madre
y ocupa su lugar identificándose con ella.
El amor hacia la madre no puede proseguir el ulterior desarrollo consciente y
sucumbe a la represión. El muchacho reprime su amor por la madre poniéndose
él mismo en el lugar de ella, identificándose con la madre (Freud, 1910:93).
Aquí cabe la pregunta: ¿por qué reprime el amor a la madre si no está el
padre para prohibir el incesto?; podría surgir también la pregunta: ¿ama u
odia a la madre que lo pretende someter? En cuanto a la identificación, si
es que se da de la manera señalada, el hijo deberá zafarse del sometimiento
y pasar a modelar las conductas sometedoras de la madre, pero no con los
mismos mecanismos sino con los aprendidos para defenderse durante la
etapa de sometimiento.
Podría decirse que en realidad ha aprendido a tomar el control de la
situación como la madre lo hace. Pero el homosexual toma el control a partir
de las deficiencias de la madre, que consisten en haber denegado su propia
feminidad. El infante es experto en el manejo de la sumisión y por tanto de
la pasividad para conseguir sus objetivos.
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Al cuestionar la forma de identificación con la madre, cabe la pregunta:
¿es viril, sometedor y desplazador del padre y de los hombres como lo hace
la madre?; por el contrario, vemos que trata de atraer a los hombres con una
actitud pasiva y sometérseles para obtener sus favores. Por tanto, si bien se
identifica con la madre en relación con su deseo de controlar, no lo hace en
cuanto al modo, pues mientras la madre es activa y directa, el hijo lo hace de
manera pasiva e indirecta.
Freud a continuación afirma que el hijo escogerá objetos de amor
semejantes a él:
[...] y tomando a su persona propia como el modelo a semejanza del cual escoge
nuevos objetos de amor [...] Así se ha vuelto homosexual; en realidad, se ha
deslizado hacia atrás, hacia el autoerotismo, pues los muchachos a quienes ama
ahora ya crecidos, no son sino personas sustitutivas y nuevas versiones de su
propia persona infantil (Freud, 2004:93).
Ante las aseveraciones anteriores podría replicarse proponiendo que no
trata de “amar al otro como lo amaron a él” sino, en todo caso, que “tratará de
someter al otro como a él lo sometió la madre”. Ello contradice la afirmación
de Freud relativa a que la pasividad es signo de homosexualidad. Si bien
existen homosexuales cuya preferencia en general es pasiva, también existen
homosexuales activos que tienden a someter a la pareja y a que ésta se comporte
pasivamente. También puede afirmarse que las conductas pasivas o activas
no necesariamente implican siempre sometimiento. Existen homosexuales o
heterosexuales que tienden a comportarse pasiva o activamente según hayan
aprendido a comportarse para obtener lo que desean. El varón que se ha
identificado con los rasgos activos de la madre o del padre tratará de encontrar
sus objetos en sujetos receptivos que respondan a sus iniciativas.
Por lo anterior, vemos que tanto los homosexuales sometedores como los
sometidos buscan en sus relaciones al objeto complementario y, por tanto,
no al objeto que les es similar. Ello lleva a negar la afirmación de que la
búsqueda de objeto es narcisista, en cuanto a que el objeto actual y el sujeto
deseado no son iguales.
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Si lo que busca el sujeto homosexual, debido a la identificación con la
madre sometedora, son parejas sometibles reflejo de su propia infancia, puede
decirse que no está buscando amor, sino asegurarse de mantener el control
de la situación para no volver a estar sometido. En ese caso vemos que no
ama su infancia, ni a la forma en que le amaron, sino que la desprecia por
haber estado sometido, pues de lo contrario continuaría queriendo estarlo.
En el caso de sujetos que gustan de estar sometidos el objeto tendrá que ser
sometedor y, por tanto, tampoco se dará una relación narcisista. Podrá decirse
que no busca una relación amorosa pero habrá que reconocer que el objeto
sexual buscado es complementario y no igual.
Por otra parte, existen afinidades que permiten que diversos sujetos
mantengan relaciones de objeto con otros sujetos en ciertos aspectos similares.
Por ejemplo, un sujeto intelectual podrá desear tener una pareja que también
lo sea; sin embargo, en el aspecto erótico sean o no del mismo sexo los objetos
de los sujetos participantes serán complementarios. De hecho, con excepción
de los casos psicóticos, todas las relaciones de objeto son complementarias.
En una misma relación, en los juegos sexuales se intercambian los roles
complementarios durante el encuentro sexual, tomando unas veces la iniciativa
uno y luego el otro. Es decir que se puede observar una actitud general activa o
pasiva en los integrantes de una relación sexual, pero nunca estas preferencias
son fijas y absolutas sino que en su desarrollo siguen un juego dinámico de
intercambios.
Freud afirma:
[...] y los ama como la madre lo amó a él de niño. Decimos que halla sus objetos
de amor por la vía del narcisismo, pues la saga griega menciona a un joven
Narciso a quien nada agradaba tanto como su propia imagen reflejada en el
espejo y fue trasformado en la bella flor de ese nombre (1910:93).
De lo antes expuesto ante la afirmación “ama a los objetos como la madre lo
amó”, cabe señalar que el homosexual no ama a los objetos como la madre lo amó,
sino que trata de controlar la relación con los objetos como aprendió a controlar
los de la madre. Es distinto el hecho de que se utilicen conductas específicas
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aprehendidas para enfrentar dificultades de pareja o alcanzar retos, a que se
afirme por ello que lo que amamos de los demás son las figuras psíquicas que
ocupamos cuando aprendimos tales formas de control. Se puede tener como
objeto sexual un elemento adulto y querer controlarlo como lo hicieron con
nosotros siendo niños. La misma realidad se encarga de mostrar que tales
conductas son inadecuadas y que para fortalecer la relación con dicho objeto
debemos cambiar tales comportamientos.
Posteriormente señala Freud que el homosexual permanece en lo inconsciente fijado a la imagen mnémica de su madre. De hecho, si se hace referencia
a una fijación infantil relativa a la figura de la madre, es probable que exista
una fijación hacia la imagen que le impidió decidir por sí mismo cada vez
que le sometió, pero ello no implica que permanezca fiel a ella en cuanto
al amor y que huya de las mujeres para garantizar fidelidad al amor de la
madre. Dado el rechazo que generó el sometimiento, es más viable que huya
de las mujeres porque la fijación de la imagen sometedora le genera rechazo.
Freud afirma que Leonardo Da Vinci, “por obra de este vínculo erótico con
la madre, ha devenido homosexual” (1910:99).
Por lo antes dicho, podrían plantearse los siguientes cuestionamientos: ¿era
un vínculo erótico o un deseo de muerte?, ¿el hijo está unido a la madre por
un vínculo erótico o éste le sirve para encubrir su rechazo hacia las conductas
de sometimiento padecidas desde la infancia provenientes de la madre?
Freud traduce la fantasía de Leonardo como: “La madre me ha estampado
innumerables y apasionados besos sobre la boca” (1910:99). Lo anterior se
podría traducir entonces como ¿mi madre me aplicó sus controles en lugar
de alimentarme con amor?
Las proposiciones anteriores implican, además de que el homosexual no
ama a la madre sino que se siente sometido por ella, que éste se retire de ella
para lograr capacidad de crecimiento. Así, posteriormente la represión en
la que vivió la transformará en una forma productiva de vida o bien en el
sometimiento a la madre como formación externa y reactiva ante el deseo de
muerte de la misma.
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Freud afirma:
Además, por la observación directa de casos, hemos podido comprobar que esas
personas, en apariencia sólo receptivas para el encanto masculino, en verdad están
sometidas como las normales a la atracción que parte de la mujer; pero en cada
nueva oportunidad se apresuran a trasladar a un objeto masculino la excitación
recibida de la mujer y de esa manera repiten de continuo el mecanismo por el
cual han adquirido su homosexualidad (1910:94).
Aquí la pregunta que cabe es ¿qué es lo que implican las palabras de Freud
al referirse a lo que le parece atractivo y excitante a un homosexual de una
mujer y que desplaza hacia los objetos masculinos? Si fueran los aspectos
físicos y corporales, el homosexual no los hallaría en el cuerpo del varón. La
excitación es de otra índole. Se trata de la fuerza que ha pretendido tener la
madre pero que sólo la ha imitado a través de la imposición; fuerza que el
homosexual identifica con mayor facilidad en los objetos masculinos.
Para Freud, la actitud de Leonardo Da Vinci constituía una imitación
de las conductas de la madre hacia él: “tomó como discípulos a muchachos
jóvenes llamativamente hermosos. Los trataba con bondad y consideración,
velaba por ellos y los cuidaba si enfermaban, tal como haría una madre con
sus hijos, como su propia madre acaso lo atendió a él” (1910:95).
Tal afirmación conduce a la reflexión de que si la madre de un homosexual
rechaza a la pareja, ello la lleva a tener un hijo con un padre ausente. Si a
esto se le suma un alejamiento controlado del hijo varón para poder tener el
dominio sobre él, se favorecerá una formación reactiva en la madre, expresada
como hiperternura que encubra el rechazo al hijo varón. Por tanto, lo anterior
lleva a la suposición de que lo que Leonardo hacía con los jóvenes al tratarlos
con bondad y consideración, era lo que no hicieron con él.
Freud señala que el padre estuvo ausente en el desarrollo psicosexual
de Leonardo al igual que en su niñez. Lo anterior lleva a reflexionar en el
hecho de que la madre de Leonardo se desprendió de él antes de los cinco
años de edad, y ello a revisar la afirmación de que entre la madre y el hijo
hubiera o no un fuerte lazo amoroso. Este mismo hecho plantea la posibilidad
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de que Leonardo haya sentido abandono por parte de la madre, y que el
anhelo de la misma que Freud plantea no fuera tal. Freud continúa: “Quien
de niño anhela a su madre no puede evitar el querer remplazar al padre,
identificándose con él en su fantasía y luego plantearse como tarea de vida
superarlo” (1910:113).
Freud afirma que existió identificación del hijo con su padre, dado que se
dio la rivalidad entre ellos. En el siguiente párrafo señala que de ahí devienen
las actitudes de Leonardo de abandonar sus obras, mismas que funcionaban
como hijos descuidados:
Para la creación pictórica de Leonardo, la identificación con su padre tuvo una
fatal consecuencia; creaba y luego ya no se cuidaba de sus obras, como el padre
lo había descuidado a él [...] El hecho de que su padre velara luego por él en
nada pudo modificar esta compulsión; en efecto, ella derivaba de las impresiones
de la primera infancia y lo reprimido que ha permanecido inconsciente no puede
ser corregido por experiencias posteriores (1910:113).
Cabe señalar que Leonardo aprendió de ambos padres el abandono. El
padre lo deja al nacer y la madre lo deja en manos de la familia del padre
antes de los cinco años.
Freud afirma que la homosexualidad acaso provenga de múltiples
procesos psicosexuales de inhibición, pero en este caso señala hacia los rasgos
controladores de Leonardo, cuando dice: “estamos autorizados a situar
la personalidad de Leonardo en las cercanías de aquel tipo neurótico que
designamos como ‘obsesivo’, al comparar su investigar con la compulsión
‘cavilosa’ de los neuróticos, y sus inhibiciones con las llamadas ‘abulias’ de
estos últimos” (1910:122). Ante las reflexiones anteriores, puede proponerse
la idea de que la liga que se dio entre Leonardo y su madre estuvo fortalecida
por rasgos anales en ambos. El deseo de control de la madre y la reacción de
abandono hacia el hijo, fueron elementos de identificación en primera instancia
con la madre, y la identificación con el deseo de no ser controlado.
En este apartado, Freud hace un señalamiento interesante que vale la pena
retomar, respecto del tiempo en que de acuerdo con su criterio se manifiesta la
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homosexualidad: “la decisión en favor de la homosexualidad sólo sobreviene
en la cercanías de la pubertad” (1910:113). Es decir, afirma que los procesos
antes descritos adquieren madurez y expresión hasta la pubertad. Este criterio
podría reflexionarse y puede ser tema de otro análisis.
Posteriormente, Freud presenta algunas otras apreciaciones relativas a la
homosexualidad que aunque ya no son relevantes para dar una respuesta a la
pregunta planteada en este trabajo, son importantes como tema de reflexión
de otras investigaciones. Por ejemplo, para él no existe una inferioridad del
sujeto por ser homosexual:
Ya no creemos que [...] unos rasgos neuróticos deban apreciarse como prueba de
una inferioridad general [...] Los síntomas neuróticos –en los homosexuales– son
formaciones sustitutivas de ciertas operaciones de represión que hemos consumado
en el curso de nuestro desarrollo desde el niño hasta el hombre de cultura [...]
todos producimos esas formaciones sustitutivas y que sólo su número, su intensidad
y su distribución justifican el concepto práctico de la condición de enfermo y la
inferencia de una inferioridad constitucional (1910:122).
Para finalizar, Freud aclara que estas explicaciones son algunas entre muchas
y sólo se refieren a un tipo de homosexualidad, ya que tampoco podemos
rechazar la cooperación de factores constitucionales desconocidos. Es decir,
que queda la investigación abierta para el estudio de otras modalidades de
homosexualidad.
Conclusiones
Es interesante observar cómo Freud y Klein, cada uno desde una mirada
distinta, se acercan a la conclusión de que en la conformación de los fenómenos
homosexuales puede presentarse una conjunción de los dos elementos que
han dado sustento a los estudios psicoanalíticos: el falo y el pecho, mismos
que representan las dos grandes influencias que recibe el desarrollo psíquico y
que de manera social vienen a quedar simbolizados por la pareja parental.
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El análisis propuesto en este trabajo se inició a partir de tal conjunción,
propuesta por Freud en 1910 en “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”,
donde se estudia uno de los recuerdos infantiles de Leonardo que podría estar
encubriendo reminiscencias infantiles arcaicas.
Leonardo hace una narración en relación con la experiencia de mamar.
El pecho como objeto en general es buscado en tanto fuente de placer en la
primera infancia. Sin embargo, al analizar el recuerdo del artista se observa
que debe haber algún elemento que provoque rechazo porque es cambiado por
la cola de un buitre que lo golpea muchas veces. Dicho elemento perturbador
puede estar haciendo referencia a una huella mnémica amenazante, por
ejemplo, a un evento que se interprete como peligro de castración, o bien,
podría referirse a un elemento que directamente resulte rechazante, como
el propio pecho, de tal modo que éste sea sustituido psíquicamente por
una cola asociada a la etapa psicosexual de los controles. De esta manera se
podría interpretar la sustitución como un desplazamiento en el que el placer
es rechazado en favor de los controles, los cuales son vividos como golpes a
los deseos orales de Leonardo, golpes de la cola del buitre sobre los labios
de Leonardo, generando rechazo y odio a la percepción que el infante tuvo
en ese periodo con la madre.
El odio a la madre puede formarse en diversas etapas de la infancia.
Entre otras causas podemos mencionar que puede darse durante la lactancia
por el desagrado de la leche materna, o por la manera de recibirla, o por la
percepción que el lactante puede tener de ser rechazado; puede darse en el
destete, por sentimientos de abandono o de marginación; puede darse en las
etapas posteriores por sentir que la madre es dominante y sometedora; puede
darse posteriormente en la infancia por percibir a la madre como a un ser
agresivo, fálico-castrante o abandonador.
La asimilación que propone Freud a partir de la imagen metafórica de la
diosa egipcia Mut, hace referencia a una madre fálica, es decir dominante, lo
cual se asocia a la percepción del niño de que se le exigió vivenciar la etapa
anal como un periodo de sometimiento a los controles, mediante el golpe a sus
deseos orales. Lo anterior permite inferir la posibilidad de que Leonardo se
haya sentido sometido por la madre, a la que Freud asocia el falo dominante.
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Existen entonces dos posibilidades: por una parte, la de que la madre de
Leonardo haya presentado conductas dominantes como madre fálica; por
otra, que de acuerdo con la propuesta freudiana relativa a la universalidad del
falo, Leonardo haya asociado un falo a las partes del cuerpo de la madre. Sin
embargo, el hecho de que este miembro golpee a Leonardo en la boca implica
no sólo su existencia, sino también su naturaleza agresiva, por lo que puede
inferirse que la percepción de Leonardo acerca de su madre era la de una
mujer fálica, dominante y agresiva, que le negaba de manera violenta el retorno
al placer oral. De aquí puede inferirse que tal imagen generó desagrado en
Leonardo hacia la misma y, por tanto, a esos aspectos de la madre.
Las reflexiones anteriores conducen a revisar la propuesta freudiana en
la que afirma que la relación de la madre de Leonardo hacia su hijo estaba
cargada de ternura. Si tal situación hubiese privado en las relaciones entre
ambos, la imagen del buitre no hubiese golpeado repetidamente la boca de
Leonardo. En consecuencia, esta imagen se pudo haber formado, como se
vio anteriormente, por el dolor de haber sido atacado en sus pulsiones orales
durante la lactancia.
La búsqueda posterior de Leonardo, de un falo en la etapa adulta
homosexual ¿correspondería entonces a una necesidad masoquista de ser
azotado oralmente por la madre?, o la fellatio ¿correspondería a la búsqueda
de la contraparte, es decir la del pecho proveedor que le hizo falta?
Freud señala que Leonardo reprimió el amor a la madre y se identificó
con ella, volviéndose en amor a sí mismo en imitación a la manera como la
madre le amó antes. Sin embargo, en la narración puede observarse que
a Leonardo le hizo falta, en los primeros cinco años de vida, la presencia
adulta de un protector. Ya se mencionaron anteriormente los rasgos señalados
por Sadger y retomados por Freud, los cuales indican que las madres de
los pacientes homosexuales estudiados por ellos tenían a menudo rasgos de
“marimacho”, pues se trataba de mujeres con rasgos enérgicos de carácter,
capaces de expulsar al padre de la posición que le corresponde. Por ello,
Leonardo quedó sin alguien que le defendiera de la descalificación y de la
agresión de la madre, lo que puede observarse en el hecho de que la madre
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no tenía una pareja igualitaria masculina y en el hecho de que Leonardo,
representó al falo de la madre como si fuese un buitre golpeador.
Es decir que Leonardo es para la madre un elemento de sujeción, que
simboliza y garantiza para ésta, el dominio del poder materno. La madre
muestra su poder fálico en oposición al falo del propio Leonardo, haciéndole
ver que el de ella es más poderoso que el de él. Por tanto, Leonardo tenderá
a buscar en otros hombres un falo protector, al tiempo que considerará que
el suyo es insuficiente. Lo anterior lleva a plantear la posibilidad de que en
lugar de que exista entre la madre y el hijo homosexual una relación de amor,
existe una de rivalidad, por la que el hijo buscará alejarse de lo femenino al
tiempo que la madre buscará un mayor acercamiento y control sobre éste,
con el fin de continuar afirmándose. Esta continuidad de afirmación no se
dio en la madre de Leonardo debido a que lo apartó de ella cuando él tenía
casi cinco años.
Freud afirma que es por la ternura por lo que la madre alejó al padre para
quedarse con el hijo. Pero caben las preguntas: ¿un verdadero afecto por el
hijo puede implicar el dejarlo sin padre? o ¿esta es la forma en que la madre se
queda con el control? Pues el hecho de que el padre se vaya, tiene como ganancia
secundaria para la madre el incremento en el control sobre el hijo.
La experiencia de sometimiento a la madre le hará comprender continuamente
al hijo que ella y él no son las mismas, sino diferentes personas. Una la que
domina, y él, el hijo, quien se somete. La sensación de desagrado permanente
que tal situación genera propiciará la distinción entre el sujeto, Leonardo y el
otro –la madre– y, por tanto, servirá de sustento para la posterior relación objetal
no narcisista. Leonardo no ama de su infancia la relación con la madre, ni se
ama a sí mismo en la etapa de infante, sino que la desprecia y la rechaza por
haber estado sometido, pues de lo contrario continuaría queriendo estarlo. Pintar
madonas con su niño constituye una formación reactiva y un encubrimiento a
sus deseos infantiles de rechazo y eliminación de la figura materna.
El hijo tratará con el tiempo de enfrentar la agresión de la madre y en este
aspecto habrá aprendido la importancia de someter en general a las personas y
en particular a la madre, pero lo habrá aprendido a lograr de manera diferente
a ella. Lo habrá aprendido a hacer de manera pasiva.
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la hipótesis narcisista sobre la constitución homosexual en varones
Por tanto, afirmar que se ha identificado con ella es verdadero sólo en parte.
Este tipo de identificaciones parciales con el padre o la madre se pueden observar
en todos los seres humanos, pues son los roles conductuales que nos fueron
modelados en la infancia, pero de la misma manera que en el homosexual, en
el resto de los seres humanos tan sólo son parte de sus identificaciones. En el
caso de Leonardo esta identificación con la madre no se dio en el aspecto sexual,
puesto que mientras él deseaba la cercanía de los varones, la madre se apartaba
de ellos, lo cual lo vemos por ejemplo en el alejamiento del padre de Leonardo
e incluso del propio hijo. La identificación se dio en cuanto a la necesidad de
rechazar a otro; en el caso de la madre al padre de Leonardo. En el caso de
Leonardo primero a la madre por ser una mujer fálica y después a las mujeres,
representantes para Leonardo de la misma.
Tampoco puede decirse que Leonardo sea activo, rechazador y controlador
como la madre, sino más bien, pasivo, sometido y débil ante ella. En ello no
hallamos identificación, como tampoco –como ya se mencionó– en el deseo por
los hombres, ausente en la madre que los eliminaba y presente en Leonardo que
los buscaba. En el aspecto en el que sí se da una identificación parcial es en el
deseo de control, evitando la cercanía del sujeto que pretenda dominarlo.
En cuanto a la pasividad y a la actividad de los sujetos en el intercambio
sexual, heterosexual u homosexual, nunca se da tal intercambio, entre dos
sujetos que tengan la misma polaridad de igual orientación e intensidad. Puede
darse la relación entre dos sujetos pasivos pero uno de ellos lo será en mayor
o menor grado que el otro, de tal manera que uno tome el rol más activo y
el otro más pasivo. Lo mismo sucede en todo acto sexual; unas veces uno
de los participantes toma la iniciativa, por ejemplo besa, y en otro momento
la pareja es la que le acaricia, etcétera. De tal manera que se da un proceso
dinámico alterno. Ello muestra el hecho de que las relaciones sexuales y los
estados activos y pasivos no son estáticos.
Por todo lo anterior se puede concluir que la propuesta que da sustento
analítico a la suposición de un fundamento narcisista en la elección de objeto,
extraído del texto estudiado y relacionado con algunos aspectos de la vida
de Leonardo Da Vinci, no es suficiente ni consistente para afirmar que la
homosexualidad esté sustentada en una elección de tal tipo, puesto que no
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eduardo de la fuente rocha
queda sostenida ni la hipótesis de identificación con la madre, ni la hipótesis
de que Leonardo amaba a los varones como la madre le amó a él. Antes bien,
el artista se apartó de la madre y buscó ser tierno con ellos, como no lo fue
la madre con él. Tampoco buscó en los varones el amor a sí mismo en una
representación de su infancia, puesto que por una parte más que amado fue
sometido y, por otra, la experiencia infantil fue de tal manera desagradable
que lo llevó a representarla en una imagen hostil, en la que mostró la forma en
que su deseo de amor y su oralidad fueron agresivamente lastimados. Queda
a la investigación proseguir el curso de sus indagaciones en otros autores y
estudios para que poco a poco se vayan conociendo y entendiendo más las
bases de este fenómeno psíquico.
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