PROFESOR Y SU METODO - Fundación San Valero

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PROFESOR Y SU METODO
En el proceso educativo de un alumno siempre aparecerá la figura del maestro o del
profesor. Y entre los elementos objetivos que éste necesitara para realzar su trabajo
con garantía nunca han de faltar el método y la organización; ellos son el fundamento
de la existencia de nuestra profesión, ya que de la improvisación nada bueno puede
surgir.
Ahora bien; cualquiera que sea la atención que el profesor pueda prestar en la
ejecución de su trabajo, siempre es conveniente tener presente algunas
recomendaciones que, aunque son sencillas y elementales, nunca está de más el
recordarlas, no como una panacea que todo soluciona pero sí que nos sirvan de ayuda
y estímulo en el quehacer diario de la clase.
En primer lugar, debemos tener muy claro la psicología del alumno (estamos hablando
de alumnos de 14-16 años) no es, ni puede ser, igual a la del profesor; por lo tanto, los
motivos que le impulsan el comportamiento son distintos a los nuestros. Cuando un
profesor dice: “mis alumnos no se interesan por mi materia o por mis clases”, está
haciendo una dolorosa confesión de incapacidad, pues no hay alumnos desprovistos
de motivos. Si los alumnos se disponen al trabajo debemos intentar averiguar por que
ocurre, a que es debido. No pensemos en advertencias ni sanciones sin antes haber
estudiado si los objetivos que nos habíamos puesto están claros y bien graduados, si
son capaces de crear actitudes de progreso y deseos de perfeccionamiento individual,
ya que si presentamos objetivos de adquisición difícil no harán sino desanimar y
frustrar, y en vez de motivar el trabajo creará su aborrecimiento.
En segundo lugar, hay que pensar que los profesores no existimos únicamente para la
explicación o presentación de las lecciones, sino más bien para adecuar el trabajo al
alumno y el alumno al trabajo. Para ello, tendremos que dar indicaciones oportunas
sobre el modo de estudiar y de realizar los diferentes trabajaos. Muchos alumnos
(Rafa Roldán nos lo recordaba en el anterior “Proyecto”) no estudian porque no saben
como hacerlo y nadie se lo descubre. Esto crea en ellos hábitos de dispersión del
pensamiento e intereses negativos; obligación nuestra será el corregirles.
En tercer lugar, es muy interesante dar a conocer con oportunidad, en forma
animadora, los resultados del aprendizaje, comunicando cualquier progreso por
pequeño que sea; eso inducirá a los alumnos a realizar mayores progresos puesto que
les hará comprender el sentido y alcance de su trabajo. El alumno debe saber a dónde
va, a qué punto llegó y qué le falta por hacer.
Finalmente recordar que cualquier aprendizaje debe ser comprendido no sólo en
función de sus resultados directos sino también con fines de adaptación social del
alumno. Una lección de Matemáticas, de Física o de Tecnología debe servir tanto a su
fin técnico como a los fines educativos de una sana cooperación, desarrollo del
sentimiento del deber y hábitos de exactitud y honestidad; no olvidando que el alumno,
al realizar un ejercicio, puede aprender a gustar o no gustar de la escuela, de los
compañeros y el profesor. Concebida así la situación, y graduando convenientemente
los obstáculos de la asignatura, el aprendizaje se iniciará mucho antes, claro que, para
ello, el profesor deberá conocer y dominar el manejo de la clase así como los
procedimientos de enseñanza.
En definitiva, el profesor deberá disponer de un mínimo de preparación psicológica, un
mínimo de preparación pedagógica y una adecuada preparación metodológica de su
materia.
GOSANVA
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