Actas del Quinto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Burgos, 7-9 junio 2007, eds. M. Arenillas, C. Segura, F. Bueno, S. Huerta, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, CICCP, CEHOPU, 2007. Bóvedas tabicadas: Mitos Manuel Fortea Luna Vicente López Bernal La literatura sobre bóvedas tabicadas no es muy extensa, y la existente es poco explícita. Los clásicos la han soslayado en sus tratados, bien por no ser piezas de categoría suficiente en el elenco de la nómina arquitectónica, o bien por simple desconocimiento. Es cierto que no es un elemento distintivo, que se pueda identificar, porque habitualmente han estado revestidas, y consecuentemente invisible. También es cierto que los historiadores de la arquitectura se han centrado en lo superficial, en lo que se ve, en la última capa del último material, nunca les ha interesado lo que no se ve, como los cimientos o las tripas de un edificio. Los libros de arquitectura, cuando hablan de bóvedas y sobre todo si están revestidas, no se detienen a describir su composición interior, es mas no les importa de que estén hechas, siendo para ellos una cuestión menor. Vitruvio, el primer tratadista arquitectónico, cuyos textos han llegado hasta nosotros, se detuvo poco en las bóvedas, y por supuesto nada dijo sobre las bóvedas tabicadas. En el capítulo tercero del libro séptimo se dedica a describir la bóveda encamonada, pero no es una bóveda de ladrillo, es una falsa bóveda, el resultado de colocar unos camones de madera separados dos pies unidos entre sí por «un tejido de cañas griegas quebrantadas y aplastadas, atadas con tomiza de esparto de España»1 que posteriormente se repella y revoca por el interior. Por la misma senda anduvieron todos los que le siguieron en el Renacimiento. FRAY LORENZO 1634 Fray Lorenzo de San Nicolas es el primero que nombra en sus escritos la bóveda tabicada. Comienza a tratar las bóvedas en general en el capítulo 51, Clasificándolas por dos conceptos, su geometría y sus materiales. Por su forma las divide en las siguientes clases: La primera un cañón de bóveda, la segunda de media naranja, la tercera de capilla bayda, la cuarta de capilla esquilfada, y la quinta de capilla por arista. Respecto al material de que están hechas dice «De tres materias se hacen bóvedas, que es de yeso tabicado, y de rosca de ladrillo. De estas dos no haremos demostración, y de la tercera sí que es de cantería».2 Cuando describe la bóveda tabicada de cañón derecho, según él la más fácil de todas, precisa que se harán cerchas de tablas,» por lo menos dos de ellas, para que a trechos la vayas tabicando, y un trecho cerrado, empezarás otro, llevando trabadas las hiladas como si fuera sillería».3 La única distinción que hace Fray Lorenzo entre las tabicadas y las de rosca es que para estas últimas se requiere cimbras mas fuertes. Por las descripciones que ofrece Fray Lorenzo, no conoce la ejecución de bóvedas de cañón sin cimbra, ni siquiera las tabicadas, y mucho menos las de rosca de ladrillo (fig. 1). En Extremadura todavía se utiliza el término «de rosca» para referirse a una bóveda de ladrillo que no es tabicada, esto es de ladrillo macizo colocado en posición mas o menos vertical y tomada 316 M. Fortea, V. López Figura 1 Bóveda de cañón sin cimbra construida según diseño del autor con mortero de cal, asimilable a bóvedas construidas sin cimbras con aparejo a la bizantina (fig. 2). Y evidentemente se utiliza el término de «tabicada» para referirse a bóvedas de ladrillo (hueco o macizo), co- Figura 2 Bóveda de rosca en la Sacristia de la Iglesia de la Anunciación en Brozas locados en posición más o menos horizontal, y tomados con mortero de yeso. Fray Lorenzo da otras recomendaciones sobre la bóveda de cañón tabicada: «procurarás que todas tres bóvedas lleven la vuelta de medio punto, porque es la mas firme, y vistosa vuelta, y de menos peso». Aconseja la sección semicircular, y se sobreentiende que la bóveda está compuesta por tres hojas. Y continua diciendo que «así como vayas tabicando, la iras doblando, y macizando las embecaduras hasta el primer tercio, y esto ha de ser en todas las bóvedas, echando sus lengüetas atrechos, que levanten el otro tercio, para que así reciban todo el empuje o peso de la bóveda».4 Uno de los mitos que circulan en este micromundo es que Fary Lorenzo fue el primer responsable de asignarle a las bóvedas tabicadas la originalidad de no generar empujes. Extremo absolutamente falso. En ningún momento dice que la bóveda tabicada no ejerza empujes, más al contrario entiende que el peso y el empuje son inseparables y ha de tratarse en todas las bóvedas de igual manera independientemente del material con que estén ejecutadas. Explica Fray Lorenzo la bóveda tabicada encamonada, (que no es la bóveda encamonada de Vitruvio, pero es igualmente un elemento decorativo), sin ninguna función estructural, como los falsos techos actuales. Incluso se jacta de haber realizado una de «40 pies de largo, 18 de ancho, y 3 pies de vuelta».5 No deja de ser curioso que dé tantos detalles de una ejecución propia de este tipo de bóvedas y no de ninguno sobre otros tipos que hubiere ejecutado. Es posible que de los que no da información no le parezca de suficiente interés, o bien que esta de 40 pies de larga le parezca tan singular que merezca su mención. Sobre la disposición y orden de hacer la bóveda de media naranja, dice que «siendo tabicada no necesita de cimbra ninguna, y así en el centro del anillo, a nivel del asiento de la media naranja, fija un renglón con un muelle que ande alrededor, y el renglón así fijo ha de servir de punto, o cintrel para labrar la media naranja, teniendo al fin de punto una empalma del grueso del ladrillo para que en ella misma descanse cada ladrillo asentado, en el interin que otros asientan, y haciendo así en todas las hiladas, acabaras la media naranja con toda perfección».6 Para el caso de cúpulas de media naranja prolongada, propone la ejecución con dos centros, lo que daría una sec- Bóvedas tabicadas: Mitos ción ovoidal y nunca elíptica, para este caso propone cuatro centros, manifestando que este género de bóvedas se va introduciendo en España, como es el caso de la Encarnación de Alcalá de Henares. La bóveda de Capilla bayda es realmente una semiesfera cortada por cuatro planos verticales, por lo que la ejecución es muy similar a la de media naranja, no obstante Fray Lorenzo aconseja que aún pudiéndose tabicar sin cimbra «mas por mejor tengo, que asientes cuatro cerchones en diagonal, dando la vuelta de medio punto por el mismo diagonal, para que así obres con mas seguridad»,7 evidenciando una vez mas su desconfianza (o desconocimiento) en trabajar sin cimbras. La construcción de la bóveda de arista es igualmente mediante cimbras por las diagonales, «sentadas las cimbras y monteadas las formas, se va tabicando de la forma a la cimbra, sirviendo ella de que la esquina de la bóveda vaya cargando encima, y sustentándola hasta que las unas con las otras se vienen a juntar y cerrar, y estando así quedan seguras (fig. 3). No necesita esta bóveda de lenguetas o estribos, por causa que tienen los empujes contra sus mismas diagonales mas necesita macizar las embocaduras hasta el primer tercio, y estando así queda segura».8 Esta descripción evidencia el conocimiento preciso de su ejecución y experiencia contrastada. El Figura 3 Bóveda de tabicada de aristas realizada sin cimbras como práctica 317 mismo reconoce que de este tipo las tiene hechas por sus propias manos. JOAQUIN DE SOTOMAYOR 1776 Don Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, escribió en 1776 un libro titulado «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción», que según su autor es un extracto del que escribió en francés el Conde de Espìau. No era arquitecto ni actor directo en el proceso constructivo en ninguno estamento, pero si comienza la introducción con una declaración especial «La inclinación a la buena Arquitectura es casi tan antigua en Mi, como el uso de la razón»,y continua diciendo que nunca vio «levantar edificio de alguna consideración, que no visitase y examinase con frecuencia y con curiosidad estudiosa; haciendo observaciones y proponiendo las dudas, que se me ofrecian, a aquellos Profesores, a cuyo cargo estaban dichas Fábricas».9 Sotomayor es un espectador curioso, ajeno a la producción arquitectónica, pero de una osadía tal que se atreve a tratar en dicha publicación un tema tan peliagudo como la construcción de bóvedas, del que dice que «se han introducido tantos, y tan considerables abusos, que no sé cómo pudieron incurrir tan generalmente en ellos unos Profesores de la magnitud de los que han florecido en los tres últimos siglos». Que un aficionado ponga en cuestión el conocimiento de arquitectónico de las tres centurias anteriores nos hace ponernos en guardia y escuchar con estoicismo sus palabras. Sus teorías son tan excéntricas como que a los edificios góticos como la catedral de León «en realidad deben llamarse Moriscos o Árabes no menos por la época de su construcción, que por el sistema de su Fábrica».10 Sotomayor o Espie, definen la boveda tabicada como «la bóveda llana que se hacen rebajadas y que en la mayor parte de su extensión se colocan los ladrillos de plano…, siendo su estructura la misma que los tabiques de ladrillo»,11 siendo «los materiales precisos para hacer estas Bóvedas el ladrillo y el yeso.(Pero al segundo se podrá sustituir la cal, y con gran ventaja, así por ser mas general su abundancia que la del yeso, y menor por consiguiente su precio, como porque aumentará la solidez de la Obra)».12 Esta definición encierra una gran contradicción al considerar que el uso del yeso y el de la cal pueden 318 M. Fortea, V. López ser alternativos. Debo decir que no he visto nunca una bóveda tabicada tomada toda ella con mortero de cal, al menos la primera hoja siempre es de yeso. El paréntesis es una aportación exclusiva de Sotomayor, de acuerdo con la declaración efectuada en la introducción. Podemos por tanto atribuir la definición a Espie y la contradicción del uso de la cal a Sotomayor. Según Espie el perfil apropiado es el elíptico, pudiéndose reducir «su altura hasta un octavo de su diámetro»,13 debido a su poco peso y a que «Adquieren toda su solidez, y consistencia en un corto número de minutos, no necesita mas cimbra que las precisas para dirigir al Artífice en la formación de su concavidad».14 En el punto 19 Espie habla del relleno de los senos, las lengüetas o estribos y del refuerzo de los cuatro ángulos de la bóveda, siendo Sotomayor el que introduce, en este mismo punto y entre corchetes (lo que no levanta ninguna duda de su autoría), la cuestión de la expansividad del yeso. Personalmente no he visto nunca levantarse una bóveda por la expansión del yeso, sí las he visto levantarse (mas de una vez) por imprudencias de los operarios, las mas de las veces por subirse en ellas sin completar mínimamente el relleno de los senos. Espie da cuenta de una obra, La del convento de los padres Observante de Perpiñan, según él «fabricada habrá tres o cuatro siglos por los Españoles, cuando eran dueños del Rosellon».15 En el punto 43 Sotomayor, que no Espie, expone el nefasto símil de la tapadera: «figurese una bóveda de hierro, bronce, u otro cualquier metal vaciada, y hecha de una pieza, como una campana, y digan los profesores mas preocupados si semejante bóveda tendría empuje alguno».16 Puestos a figurar, figúrense una bóveda tabicada, y como si fuera una campana intentáramos levantar tirando exclusivamente de la clave, y digan los más preocupados que pensarían sobre los empujes si dicha bóveda se rompiera y solo consiguiéramos levantar un par de ladrillos. Espie, aún siendo defensor de la ligereza de las bóvedas tabicadas, está próximo a la línea argumental de Fray Lorenzo, la idea clásica de que los empujes son proporcional al peso de la bóveda. Es Joaquin de Sotomayor el que introduce dos mitos sobre las bóvedas tabicadas, dos mitos nuevos, dos mitos falsos: El primero es la ausencia de empujes, el segundo las supuestas consecuencias nefastas de la expansividad del yeso (fig. 4). Ya se ha apuntado anteriormente que Sotomayor no es un experto, sino más bien un intruso. Nadie mejor que un buen arquitecto contemporáneo podría enjuiciar el escrito de Sotomayor. Ventura Rodríguez fue requerido para ello por el Secretario de Cámara del Consejo. Merece la pena leer con atención la literalidad de sus palabra: «El problema de que trata el señor Don Joaquin pertenece a un punto de los mas delicados de la arquitectura, cual es averiguar el equilibrio del empuje, y peso de arcos y bóvedas con sus muros, en cuya investigación se han fatigado los mas celebres matemáticos y arquitectos, viniendo a para que este asunto es otro arcano como el de la cuadratura del circulo….que muchos ingenios se han lisonjeado haberlos resueltos,….y han quedado con su buen deseo en el mismo estado que los dejó Arquímedes 208 años de la venida de Cristo».17 Es una crítica dura, ácida e irónica que no merece más comentarios. Figura 4 Agrietamientos y patología producidos por los empujes de una bóveda tabicada BENITO BAILS. 1783 Benito Bails (1731–1797). Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cuyos estatutos definitivos datan de 1757, desempeñando en ella una gran actividad, principalmente como matemático y también como profesor y sobre todo como Bóvedas tabicadas: Mitos traductor, por su buen conocimiento del francés. Su espíritu de intelectual ilustrado le condujo ante la Inquisición sufriendo un doloroso y lamentable proceso, del que nunca se conocieron ni los acusadores ni los motivos.18 La primera edición de la «Arquitectura Civil» es de 1783, y la segunda de 1796. Bails se reconoce, en el prólogo de su obra, como un escritor cuya profesión no es la de Arquitecto, pero que se ha apoyado en la autoridad de los «Profesores mas acreditados». Para Pedro Navascués «Bails hizo un uso de aquellos «profesores mas acreditados» que rebasa la mera cita ocasional para convertirse en un largo plagio….el servicio de Bails hubiera sido mas honesto si hubiera presentado los textos no como propios sino como literales traducciones de J.F. Blondel, Frézier, Palladio, Milicia y Patte, principalmente».19 Benito Bails comienza a tratar las bóvedas en la hoja 379 y, durante 187 páginas prácticamente se limita a transcribir la esterotomía de Frézier. En un libro de texto, como se supone debería ser éste, era obligada la inclusión de autores españoles tan conocidos y reconocidos como Rodrigo Gil de Ontañon, Hernan Ruiz el Joven o Andrés de Vandelvira. Su ausencia es notable y significativa. Solamente cita a Fray Lorenzo de San Nicolas para transcribir parte de sus textos en el apartado que dedica a las bóvedas tabicadas a partir de la página 567. Dentro de este apartado dedicado a estas bóvedas, y una vez concluida la cita de Fray Lorenzo (en este caso correctamente entrecomillada) nos traslada a Francia, al palacio del Mariscal de Beleisle en las cercanías de París, para mostrarnos un ejemplo de bóveda tabicada. Igualmente nos refiere las labradas en la Secretaria del Despacho de la Guerra en Versailles. Ambas, según el relato de Bails, fueron ejecutadas con cimbra. También da cuenta de la construcción de estas bóvedas en Tolosa de Francia, advirtiendo que «consta por experiencia que estas bóvedas pueden estribarse en paredes viejas igualmente que en paredes nuevas; pero cuando se hubieren de labrar sobre paredes nuevas, convendrá dejar pasar unos seis meses para que se sequen y tengan tiempo de hacer su asiento».20 Es en el epígrafe «Algunas consideraciones acerca de las bóvedas tabicadas» donde literalmente dice: «Si fuese posible trabar con mezcla las dovelas de una bóveda de modo que formasen un todo de partes tan adherentes unas con otras, que se pareciese a una tapadera o cobertera de puchero, es constante que no 319 tendría ningún empujo, y no necesitarían las paredes en que estribase mas grueso que el competente para aguantar el peso de la bóveda».21 Continua diciendo que los materiales con que se labran son el yeso y el ladrillo, y antes de ofrecer diez recomendaciones prácticas, advierte que el yeso es un material que hincha, y que es importantísimo prevenir del empujo que esta acción provoca sobre los machones, puntualizando que sobre este asunto «no han atendido lo que es menester algunos prácticos». Las diez recomendaciones de Bails para las bóvedas tabicadas son las siguientes:22 1. No labrarlas jamás en sitios descubiertos, sino después de cubierto el edificio. 2. Asegurarse de la bondad del yeso y del ladrillo, y que este tenga 21 lineas de grueso 3. Hacer una zarpa de 5 pulgadas 3 lineas alrededor de las paredes 4. Hacer siempre cimbras sólidas, y dejar que sobre ellas descansen algún tiempo las bóvedas después de labradas. 5. No hacerlas extremadamente rebajadas, y darlas de montea cuando mas la octava parte del ancho. 6. Asegurarse contra los efectos de la hinchazón del yeso,…dejar un hueco en cuadro en el sitio de la clave en las bóvedas esquilfadas,…y una holgura de 21 lineas fuera del arranque, en la zarpa. 7. Hacer para mayor resguardo, las lenguetas en forma de arcos de botarete. 8. Llenar los huecos de las lenguetas y las embocaduras de grava trabada con granzas mezcladas con tierra. 9. Asentar en el espinazo, llantas de hierro en aspa, que hagan oficio de tirantes. 10. Dar, después de quitadas las cimbras, un jaharro en el interior de la bóveda de 8 o 9 lineas de grueso. Para los que hoy trabajamos con estas bóvedas, las ejecutamos, las enseñamos, experimentamos sobre ellas, en definitiva, tenemos la experiencia directa, estas no son las recomendaciones más idóneas. Comenzando por lo mas sustancial, las bóvedas tabicadas a las que nos referimos se construyen sin cimbra, con lo cual el punto 4 no tiene sentido. Sin cimbra es 320 M. Fortea, V. López imposible dejar una holgura en los extremos, para supuestamente evitar la hinchazón del yeso, por lo que el punto 6 no ha lugar. En muchos casos la bóveda sostiene la cobertura, y en esta circunstancia el punto primero igualmente carece de sentido. El punto 9 aconseja colocar unos tirantes de hierro, consejo incongruente para quien está convencido de la ausencia de empujes de tales bóvedas. En la página siguiente razona sobre la conveniencia de la montea (curvatura) para no confiar solo en el yeso la firmeza de la bóveda. Evidentemente estos textos no pertenecen ni a Blondel ni a Frázier, ni a ninguno de los autores referidos anteriormente. También es evidente que estos no tienen ninguna conexión con el resto de los textos que tratan de bóvedas. Y es de suponer que no son textos propios de Bails. Se desconoce la fuente de estas enseñanzas que se pretenden didácticas. Tampoco son de Fray Lorenzo, cuyo texto transcribe entrecomillado. Todo lo referente a bóvedas tabicadas mas bien parecen inspirados en Joaquin de Sotomayor, introductor en España del Conde de Espié, tanto por las fechas como por el paralelismo de ideas, como por la coincidencia literal de algunos párrafos. Sotomayor se quejaba de que algunos Profesores eran incrédulos a sus argumentos, es de suponer que en este grupo incluía a Ventura Rodríguez, mientras otros se alineaban con sus tesis, entre los que podemos contar a Benito Bails. Dentro de La Academia los criterios no eran uniformes en lo referente a las enseñanzas de arquitectura. Bails ganó la batalla de ser el responsable de los textos académicos, pero eso no le confiere la infalibilidad. Seguramente sucumbió a la vehemencia de Sotomayor, inducido por su falta de conocimiento practico y los conflictos «academicos« con arquitectos ejercientes como Ventura Rodríguez o Juan de Villanueva. SEGUIDORES DE BENITO BAILS Una idea extendida entre los que se han dedicado a escribir sobre las bóvedas tabicadas es la ausencia de enseñanzas escritas sobre esta materia, quejándose de que «profesores sabios en este arte no han sido extensos en sus escritos tocante al particular». Así se expresaba Fornes y Gurrea en su tratado de «Observaciones sobre la práctica del arte de edificar» publicado en 1841. La propia terminología de «profesor» está dando una pista de cual es la referencia, el profesor de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando D. Bento Bails. Comienza diciendo que las bóvedas tabicadas empujan poco porque el empuje de las bóvedas depende de su desarrollo, de ser más o menos rebajadas y de su grueso.23 Una teoría clásica y sensata que complementa con unas instrucciones sobre la buena ejecución referente al yeso y los ladrillos que son igualmente aplicables a cualquier fabrica realizada con estos materiales bien sea bóveda o tabique. A partir de aquí da un salto en el vacío y con una pirueta argumental se alinea con las teorías de Sotomayor, asegurando que si se siguen las instrucciones dada sobre la bóveda tabicada, dicha fábrica se reduce a «un cuerpo sólido, igual por ejemplo a una cobertura de puchero, sin más empuje que el de su peso».24 Estamos ante una transcripción literal del símil, exposición y teoría de Sotomayor. También habla Furnes y Gurrea de las «bóvedas de rosca» diciendo que no ofrecen otra particularidad mas que calcular la resistencia de sus cimbras. No obstante ofrece una solución constructiva para estas bóvedas cuando han de realizarse en un ambiente húmedo consistente en voltear previamente «una bóveda tabicada, y sobre ella se apoyara la rosca; pues cuando se arruina aquella por la humedad ya ha adquirido la rosca toda su consistencia y solidez».25 No tiene mucho sentido dicha explicación, recomendada para «cloacas y sótanos», por ejemplo en las cloacas supondría la obstrucción de la misma tras la ruina de la bóveda tabicada, y en los sótanos supondría no poderlo utilizar hasta la ruina de la bóveda tabicada pues correría peligro cualquier persona que lo intentara. Esta solución ya la encontramos en Extremadura y no precisamente en locales de esa característica, sino en construcciones domesticas y agropecuarias a las que se le exige una mayor resistencia, como por ejemplo albergar grandes cantidades de cereal, o para almacenamiento de cualquier otra naturaleza (fig. 5). Admitiremos que este tipo de soluciones o propuestas «ingeniosas» no debieron traspasar la frontera del papel, mientras la arqueología no demuestre lo contrario. Otros autores han repetido, o se han adscrito a la teoría de la tapa de puchero ideada por Sotomayor, para explicar el funcionamiento de la bóveda tabicada, alimentada por la ausencia de otras justificaciones. D. Florencio Ger y Lobez26 es una buena muestra ello. En su tratado de Construcción civil editado en 1898 repite casi literalmente las indicaciones dadas por Benito Bails para estas bóvedas. Bóvedas tabicadas: Mitos 321 contestada por la explicación de Ventura Rodríguez. En el caso de Guastavino para discutir su teoría de «construcción cohesiva» no hay mas que echar un vistazo a sus tirantes metálicos escondidos entre la fábrica de ladrillo, o recordar la imagen de prueba de carga donde una pequeña bóveda esta sometida a una columna de carga en la que se aprecian con claridad los tirantes que sujetan las dos vigas de apoyo (fig. 6). Figura 5 Empleo de una hoja tabicada como cimbra de una arco de un pie y medio de espesor MITOS En toda la literatura sobre las bóvedas tabicadas se vienen repitiendo con insistencia, varios mitos. El primero es la ausencia de empujes de estas bóvedas. El segundo es el supuesto efecto nocivo de la expansión del yeso en su proceso de fraguado. Algunos se encuentran en los textos sin suficiente sustento, sobre todo en autores que plasman las ideas de otros, sin experiencia propia. Tanto es así que igualmente repiten obviedades excesivamente simplistas para cualquier iniciado, como por ejemplo la recomendación insistente de colocar la segunda hoja de una bóveda tabicada a matajunta con la primera para evitar la continuidad de las juntas. A ningún albañil hay que hacerle esta observación cuando está labrando un muro, es un principio tan elemental en el oficio que solo se le explica a los aprendices poco aventajados. El que insista en ello no hará más que evidenciar su condición de aprendiz poco aventajado o neófito en la materia. MITO DE LA AUSENCIA DE EMPUJES La teoría de la tapa de puchero viene arrastrándose desde Sotomayor aun cuando fue manifiestamente Figura 6 Bóveda tabicada de la fábrica de cementos Asland de los Santos de Maimona en la que se aprecian los tirantes separados un metro para absorber los empujes horizontales Distintas experiencias llevadas a la práctica por los autores en la Escuela taller de Los Santos de Maimona han permitido determinar las deformaciones y agrietamientos en bóvedas extremeñas tabicadas al permitir desplazamientos controlados de los apoyos aflojando progresivamente los tornillos de sujeción de los tirantes de atado. La teoría de Bails (tapadera de puchero, que es similar a la de Guastavino, Fornes Albarran, etc.) sería válida si toda la bóveda fuera una pieza cerámica cocida al tiempo y de una vez. La prueba de que este modelo no sirve es la siguiente, si sometemos a una tapadera de puchero a una carga excesiva se romperá en mil pedazos, sin pasar previamente por un estado 322 M. Fortea, V. López de agrietamiento, como sabemos que sucede en las bóvedas. El caracter de monolitismo que adquiere una pieza de cerámica cocida simultánea y uniformemente es consecuencia de la fabricación de un medio continuo (analizable con los conceptos de la mecánica clásica de aplicación al acero) con capacidad para resistir tracciones de forma continuada, como lo hace una tinaja llena de líquido, que de ningún modo es extrapolable a una bóveda fabricada de forma discontinua con unos morteros adheridos a las piezas cerámicas cuya capacidad de resistir tracciones es extraordinariamente limitada. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. MITO DE LA EXPANSIVIDAD DEL YESO Otro mito sin fundamento creado por Sotomayor y alimentado por Bails es el de los perjuicios derivados de la expansividad del yeso. En este caso resulta fácil determinar el tiempo de fraguado del yeso por laboratorio, y el proceso expansivo, que siempre será mucho mayor que el correspondiente a la ejecución de la propia bóveda. Toda bóveda tabicada de bien, está construida sin cimbra y por tanto su primera hoja ha de estar tomada con yeso, porque no hay ningún mortero de cemento o cal que endurezca con tal rapidez que permita dejar el ladrillo fijo a los pocos segundos de haber sido colocado por el operario. Sobre esta primera hoja podemos construir otras con otro tipo de mortero, actuando la primera como cimbra, aunque al final las sucesivas capas trabajen como una sola. El yeso no hace subir las bóvedas por su efecto expansivo en su endurecimiento porque nunca se opera con una cimbra cubriendo el 100% de la superficie de la bóveda, ni la hoja se ejecuta de modo uniforme e instantáneo sino disponiendo siempre de suficiente margen para la expansión del material aportado en las juntas, que siempre es mínima frente a la dimensión de la bóveda. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. NOTAS 1. 2. Marco Lucio Vitruvio. «Los diez libros de arquitectura». Traducción de Agustin Blanquez. Editorial Iberia. Barcelona 1980. Pág 176. Fray Laurencio de San Nicolas. «Arte y uso de Arquitectura». Madrid S.i. 1639 y 1664 Colección Juan Herrera. Albatros ediciones 1989. Pág. 90. 19. 20. Fray Laurencio de San Nicolas. Op. Cit. Pág. 91v. Fray Laurencio de San Nicolas. Op. Cit. Pág. 91v. Fray Laurencio de San Nicolas. Op. Cit. Pág. 92. Fray Laurencio de San Nicolas. Op. Cit. Pág. 93 v. Fray Laurencio de San Nicolas. Op. Cit. Pág. 96. Fray Laurencio de San Nicolas. Op. Cit. Pág. 101 v. Don Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones. «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción», Madrid 1776. Facsimil Valencia 1993. Pg 1. Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. Pg 5. Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. N1, pg 23. Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. N2, Pg 24. Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. N 7 Pg 28.. Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. N9. Pg 30. Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. N 28 Pg 48.. Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. N 43, Pg 60–61. Ventura Rodríguez. «Censura de D. Ventura Rodríguez, arquitecto mayor de Madrid, en carta al secretario de Cámara del Consejo». Joaquin de Sotomayor, Cisneros y Sarmiento, Señor de Allones, «Modo de hacer incombustibles los edificios, sin aumentar el costo de su construcción». Madrid 1776. Servicios de reproducción de libros Librerias Paris-Valencia. Valencia 1993. C. Bédat, «Don Benito Bails,Director de Matematicas de la Real Academia de San Fernando desde 1768 a 1797. Su biografía, su «Elogio» y sus dificultades en la Inquisición», Academia 1968, núm. 27, pp. 19–50. Pedro Navascués Palacio.«Benito Bails. De la Arquitectura civil. Tomo Primero. Estudio crítico» Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Murcia. Valencia 1983. pp. 73. Benito Bails. «Elementos de Matemáticas. Tomo IX. Bóvedas tabicadas: Mitos Parte I. Que trata De la Arquitectura Civil». Segunda edición Madrid 1796. Pg 576. 21. Benito Bails. «Elementos de Matemáticas. Tomo IX. Parte I. Que trata De la Arquitectura Civil». Segunda edición Madrid 1796. Pg 579. 22. Benito Bails. «Elementos de Matemáticas. Tomo IX. Parte I. Que trata De la Arquitectura Civil». Segunda edición Madrid 1796. Pg 580. 323 23. Fornes y Gurrea. «Observaciones sobre el arte de edificar» Valencia 1841 Pg 36. 24. Manuel Fornes y Gurrea. «Observaciones sobre el arte de edificar» Valencia 1841 Pg 37. 25. Fornes y Gurrea. «Observaciones sobre el arte de edificar» Valencia 1841 Pg 36. 26. Florencio Ger y Lobez «Tratado de Construcción Civil». Badajoz 1898.