prelimin- ocho módulo Pedro Morales Vallejo, S. J. La dimensión emocional en el aprendizaje y sus efectos profasr la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS La dimensión emocional aprendizaje y sus efectos (1a. edición) colección: formación estratégica para docentes en sedes regionales. serie: módulos sobre los ejes del proyecto de sedes regionales Autor Pedro Morales Vallejo, S. J. Editores © 2006 URL-KFW “Proyecto de desarrollo del Gobierno de la República de Guatemala a través de la Universidad Rafael Landívar, cofinanciado por la República Federal de Alemania a través de KFW”. Dirección de Sedes Regionales Dirección de Profasr y mediación Coordinación de Producción Coordinación de Autores Coordinación de Edición Edición Diseño y Diagramación Juan Carlos Núñez Saravia, S. J. Armando Najarro Arriola Leslie Lucrecia Quiñónez Rodas Juan Fernando Ascoli Andreu Mariana Aragón Castro de Viau Mariana Aragón Castro de Viau Leslie Lucrecia Quiñónez Rodas I.S.B.N. 99922-886-2-0 Derechos Reservados, 2006 © por la Universidad Rafael Landívar y el Programa de Fortalecimiento Académico de las Sedes Regionales -PROFASR-. Este módulo no puede ser reproducido total o parcialmente, por ningún medio mecánico, sin expreso consentimiento de los editores. Esta colección de módulos es una producción cofinanciada por KFW y la Universidad Rafael Landívar y editada por la Universidad Rafael Landívar a través del Programa de Fortalecimiento Académico de las Sedes Regionales (PROFASR). autoridades de la universidad rafael landívar Guillermina Herrera Peña Jaime Arturo Carrera Cruz José Alejandro Arévalo A. Rolando Alvarado López, S. J. Hugo Rolando Escobar Menaldo ii universidad rafael Rectora Vicerrector General Vicerrector Administrativo Vicerrector Académico Secretario prelimin- Presentación El presente material es producido dentro del Proyecto URL-KFW, un proyecto de cooperación financiera cuyo soporte máximo es la actividad de la construcción de Campus Regionales en el interior del país y ocupa un lugar especial dentro del subcomponente de formación y actualización docente con un énfasis en la actualización y desarrollo del pensamiento estratégico de los profesores de las Sedes Regionales de la Universidad Rafael Landívar. Es parte fundamental de un proceso integral de adecuación curricular para el fortalecimiento del Proyecto General de Sedes Regionales. Esta colección de módulos busca la formación de la identidad del docente y la ampliación de su visión en sentido estratégico. En cuanto a la identidad, mediante la apropiación de aprendizajes y del sentido de pertenencia al interior del cuerpo docente de la URL, de la sociedad regional y de su localidad, con compromisos concretos ante cada uno de ellos. En el sentido de visión estratégica, por medio de la generación de un pensamiento novedoso, donde la manera de concebir el desarrollo del país superando las actuales asimetrías, pasa por el fortalecimiento de su localidad, inmersa en un mundo globalizado. Los temas planteados son temas básicos para el trabajo docente, pero también para la vida cotidiana regional. Estos temas representan puntos álgidos en los procesos de desarrollo y de educación pero, en la manera que los cultivemos y los podamos pulir, los convertiremos en piedras preciosas que iluminen el devenir de la región y del país. Para ello, se ha tratado de que estos materiales sinteticen puntos de vista actualizados de otros autores o instituciones especializadas en cada uno de los temas tratados. La idea fundamental es poner al alcance del cuerpo de docentes el mejor material disponible y conjugarlo creativamente en una edición no comercial. Los diversos autores han tratado de establecer nexos entre la teoría y la “praxis” y pasar de los planos mundial y global, hacia lo regional y local, y viceversa; con la finalidad de que los sujetos de formación mediante este material, converjan y generen pensamientos y destrezas fundamentadas en el reconocimiento de la importancia de estos ejes para el desarrollo social de su región y con vistas a un proceso educativo de calidad para el siglo XXI. profasr la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Para apoyar, en este sentido, también se ha producido un CD anexo a esta colección para ampliar la investigación documental y bibliográfica de sus procesos personales de aprendizaje en la temática. Abarca temas para abordar los Derechos Humanos, la Interculturalidad, el Desarrollo Local y Regional así como la Descentralización, ejes del Proyecto de Sedes Regionales. También se han incluido ejercicios al final de cada sección para reflexionar y buscar respuestas con sus colegas docentes para encontrar propuestas que generen una identidad pertinente de nuestro quehacer educativo en la Universidad Rafael Landívar. A este respecto, hacemos acopio de las palabras de Morin1 (1999) que, ante los retos del futuro, nos urge a que mediante la educación asumamos el reto de “estar-vivir-ahí-en el planeta” con lo que implica: los aprendizajes básicos (vivir, ser, hacer, compartir, comunicarse, comprender, etc.), para ser dignos habitantes del planeta o aldea global. Para hacerlo llegar a los estudiantes, sujetos de la formación, debemos primero sentirlo, aprenderlo y manejarlo con creatividad los que nos apropiamos del proceso educativo y formativo en las SR de la URL. Esperamos que este sea un aporte valioso a la reflexión, la discusión, al trabajo y, ante todo, a la apuesta y propuesta por una docencia comprometida desde su puesto para una misión en pro del desarrollo integral de su región y, por ende, del país. Armando Najarro Arriola Director, PROFASR 1 Morin, E. (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. París: UNESCO. iv universidad rafael prelimin- Introducción La temática tratada en este módulo de la colección Formación estratégica para docentes de Sedes Regionales de la Universidad Rafael Landívar, es especial por cuanto hace énfasis en la importancia de los aspectos personales -y entre ellos, la buena relación-, que se desencadenan en el proceso enseñanza-aprendizaje y los efectos que se dan en el mismo como producto de esa relación entre docente y estudiante. Esta es una temática poco trabajada en nuestro medio y no es sino con las aportaciones hechas a diversos niveles y con diversas publicaciones, que el Dr. Pedro Morales, S.J.-de la Universidad de Comillas, España-, nos alerta sobre la importancia de “descubrir” que, como profesionales de la educación, los docentes universitarios somos responsables decisivos de ayudar a que se dé el aprendizaje de nuestros estudiantes. A lo largo del módulo persiste una hipótesis, producto de la experiencia de muchos años de trabajo en investigación en la docencia: no hay mejor manera de elevar la calidad de los resultados cualitativos en el aprendizaje que mejorando la relación con nuestros estudiantes. El asunto es de especial interés dentro del marco del proceso de adecuación curricular en las SR -que es apoyado por esta serie de publicaciones- que pretende elevar la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje que se desarrolla en las distintas regiones del país donde la URL tiene presencia. Por lo anterior, hemos pedido al Dr. Morales, S.J. su colaboración para que nos permitiera publicar dos artículos suyos dirigidos a esta temática y que nos instan a revisar nuestras actuaciones y verificar la manera en que “educamos” desde nuestras cátedras para perfilar hacia un futuro inmediato los cambios o adecuaciones que podemos hacer para lograr mejores resultados -que no significan solamente mayores aprobaciones, sino mayores satisfacciones en ambas partes-. Gustosamente, el autor nos ha permitido realizar la publicación indicando que el primero de ellos apareció publicado en 1998 en FERE (Ed.) Crear lazos, un estilo de comunidad educativa, de las Jornadas de pastoral escolar. Madrid. El Programa de Fortalecimiento Académico de las Sedes Regionales -PROFASR- ha incorporado ejercicios de reflexión que permitan a los docentes un aprendizaje activo sobre los puntos principales que apoyan la hipótesis del Dr. Morales, S.J. Asimismo se ha hecho un trabajo de producción editorial -serio, pero ameno-, característico de la serie y con la idea de motivar a un proceso profasr la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS de lectura cómodo y agradable desde la forma. Con ello se ha constituido este material no comercial, de reparto gratuito, para uso de los docentes de las SR La Dirección de Sedes Regionales de la URL y PROFASR, al fomentar la formación estratégica de los docentes con este tipo de materiales espera provocar un proceso serio de reflexión sobre perspectivas, retos y propuestas o soluciones que mejoren sustancialmente la formación de profesionales en el interior del país, especialmente en aspectos de calidad pues, en esta formación, se juega el futuro del país. Armando Najarro Arriola Director, PROFASR vi universidad rafael tema uno uno tema Profesores y estudiantes en convivencia profasr la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS í ndice 1. Algunas ideas introductorias........................................................................... 3 2. La relación profesor-alumno y los resultados no pretendidos........................ 5 3. Características y actitudes de los profesores que mantienen una buena relación con los alumnos.............................................................. 10 4. Complejidad de la relación profesor-alumno en el aula: es global y de efectos recíprocos................................................................... 14 5. La evaluación informal de las primeras impresiones...................................... 20 6. El primer día de clase..................................................................................... 24 7. El efecto Pigmalión: efectos de las expectativas............................................ 26 8. La disciplina en el aula.................................................................................... 33 9. Las preguntas orales hechas en clase: un lugar de encuentro con los alumnos.......................................................... 35 10. La relación con los alumnos en el entorno de la evaluación.......................... 41 11. Las preguntas fuera de concurso: ampliando el ámbito de nuestra comunicación con los alumnos.................... 45 12. La relación de los alumnos entre sí dentro del aula....................................... 48 13. Concluyendo................................................................................................... 51 14. Referencias bibliográficas............................................................................... 53 universidad rafael universidad rafael landívar tema uno 1. Algunas ideas introductorias Antes de tratar de manera más específica sobre la relación profesoralumno quiero hacer tres observaciones iniciales que nos sirvan de marco introductorio. 1ª Donde el alumno gasta su tiempo y sus energías es en el aula o en las tareas que se generan dentro del aula. Lo que sucede dentro del aula es importante; no es algo marginal. La relación profesoralumno de la que tratamos ahora es, por lo tanto, la que se da dentro del aula; no la que puede darse en otros tiempos o lugares. 2ª El aprender no es un proceso meramente cognitivo, intelectual. Esta es una segunda idea para encuadrar el tema de la relación profesor-alumno dentro del aula. El proceso de enseñanza-aprendizaje se da en un clima emocional. Lo vemos de muchas maneras: en la ansiedad de muchos alumnos ante los exámenes, en el disgusto o a veces incluso las lágrimas ante el fracaso, en la dificultad que sienten muchos alumnos en determinadas asignaturas, en las pocas ganas con que van a algunas clases, en las críticas que oímos de otros... hay en definitiva toda una dimensión afectiva que está ahí, potenciando o interfiriendo con el aprendizaje. ¿No tiene nada que ver esta dimensión afectiva en nuestra relación con los alumnos? El cómo de nuestra relación con los alumnos puede y debe incidir positivamente tanto en su aprendizaje, y aprendizaje no sólo de la materia que impartimos, como en nuestra propia satisfacción personal y profesional, porque nuestra relación con los alumnos hay que verla como una relación profesional. Precisamente porque nuestra tarea es una tarea profesional, no podemos dejar de lado un aspecto que afecta directamente a la eficacia de lo que hacemos. 3ª El aula es un lugar natural de relación; la relación con los alumnos en clase no es algo demasiado distinto de la relación con los demás en general. Yo supongo que me dirijo a profesores fundamentalmente, pero creo que mucho de lo que se puede decir sobre lo que pasa en el aula se puede decir de lo que pasa en casa, o de lo que pasa en otras relaciones profesionales, o de lo que sucede en cualquier ámbito de la vida. Quizás lo que nos sucede es que no solemos pensar, al menos de profasr la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS manera consciente y refleja, en la clase como un lugar de relación. Es esto lo que ahora vamos a traer a la conciencia. Tratar de la relación profesor-alumno dentro del aula supondría en principio hablar de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Toda la vida en el aula es relación de un tipo u otro: el profesor explica, pregunta, responde, da información; se comunica verbal y no verbalmente de muchas maneras. Los alumnos a su vez, escuchan, preguntan, responden y también se comunican no verbalmente de muchas maneras; algo dicen cuando atienden y también están diciendo algo cuando están distraídos. Por lo tanto, desde el principio acotaremos el campo. Más que intentar elaborar un tratado sistemático sobre un tema que tiene fronteras con muchos otros, comentaré una serie de puntos que tienen que ver con, primero, la relación profesor-alumno dentro del aula entendida de manera más genérica, la tónica global de nuestra relación y, segundo, aspectos más específicos, como la comunicación de expectativas, las preguntas orales, que son un momento de relación literal e interpersonal con alumnos concretos, la comunicación que se genera en torno a la evaluación, etc. Son temas que pueden parecer muy distintos, pero todos nacen de las mismas preguntas: • • ¿Cuál es nuestra relación con los alumnos dentro de la clase? ¿Cómo podemos mejorar y enriquecer nuestra relación con los alumnos de manera que nuestra tarea profesional, como profesores y educadores, sea más eficaz? De intento hablo de tarea profesional y de eficacia. Porque somos profesionales de la enseñanza; nuestra tarea es ayudar a los alumnos en su aprendizaje, buscamos su éxito y no su fracaso, y la calidad de nuestra relación con los alumnos puede ser determinante para conseguir nuestro objetivo profesional. No es un asunto fácil, porque nuestros amigos personales los tenemos en otros lugares y ámbitos. Sin embargo, en el cómo de nuestra relación con los alumnos puede estar la clave del éxito, no ya del aprendizaje de una asignatura sino de un aprendizaje más integral que va más allá de unos contenidos... y este aprendizaje, que va más allá de los conocimientos, debe interesarnos por lo menos de la misma manera que al vendedor le interesa no sólo no espantar a sus clientes, sino que incluso compren y se lleven más de lo que habían venido a comprar. universidad rafael landívar tema uno 2. La relación profesor-alumno y los resultados no pretendidos Una manera de visualizar la importancia de nuestra relación con los alumnos, es pensar en los resultados no pretendidos. Nosotros pretendemos que nuestros alumnos aprendan unas cosas... pero puede suceder que además (o en vez de...) estén aprendiendo otras, que preferiríamos que no aprendieran, pero que sí las aprenden porque sí se las enseñamos nosotros aunque no nos demos mucha cuenta (o nos la damos a medias, pero sin dar especial importancia a este aprendizaje no pretendido). Por ejemplo, ¿enseñamos matemáticas o enseñamos a odiar las matemáticas? Lo que se enseña, sin querer enseñarlo, y lo que se aprende, sin querer aprenderlo, puede ser, y es con frecuencia, lo más importante y lo más permanente del proceso de enseñanza-aprendizaje, y esto a su vez depende, al menos en buena medida, del estilo de relación que establecemos con los alumnos. Al terminar el curso examinamos a nuestros alumnos y comprobamos los resultados, pero ¿qué pasa con lo que conseguimos de hecho (lo que consiguen los alumnos) sin que nadie lo haya pretendido? Cuando tratamos del proceso de enseñanza-aprendizaje normalmente nos fijamos en los aspectos formales: tenemos unos objetivos o unos resultados pretendidos, pensamos en métodos, ejercicios, etc., y al final comprobamos los resultados. Objetivos, métodos, evaluación centran y dan estructura a lo que sucede dentro del aula. Pero si nos fijamos sólo en lo formal y dejamos fuera del campo de nuestra atención lo informal, podemos dejar fuera la vida misma. En estos efectos no pretendidos, pero importantes, es donde entra en juego nuestra relación con los alumnos dentro del aula. Y entendida, al menos para comenzar a hablar de estos temas, de manera global. Todo es relación y comunicación; incluso nuestro modo de mirar a los alumnos les está diciendo algo. Una manera de visualizar la enseñanza y el aprendizaje pretendidos y no pretendidos la tenemos en el cuadro I2 que ciertamente ayuda a pensar. Tenemos diversas posibilidades clasificadas con dos criterios: a. Aprendizaje: aprendizaje intencionado, aprendizaje no intencionado, no se da aprendizaje; b. Enseñanza: con profesor e intencionada, con profesor y no intencionada y sin profesor. profasr la en el DIMENSIÓN EMOCIONAL APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Naturalmente estos esquemas simplifican mucho la realidad y podemos pensar en situaciones intermedias, pero estas situaciones-tipo son lo suficientemente claras y expresivas como para estimular una reflexión ordenada. En todos los casos el alumno sí aprende y el profesor sí enseña, pero unas veces sí intencionadamente y otras veces no intencionadamente; la intencionalidad o su ausencia se refiere tanto al profesor que enseña como al alumno que aprende. Obviamente el sí y el no radicalizan las posibilidades que más bien podrían concebirse como situadas a lo largo de un continuo, pero el sí y el no, referidos a la intención (o al menos al tener conciencia) de enseñar y aprender, clarifican el mensaje de este esquema. cuadro I el alumno aprende... el profesor enseña... Sí intencionadamente, porque quiere aprender No intencionadamente, aún sin querer aprender área normal... procesos habituales de enseñanzaaprendizaje; el alumno medio estudia, trabaja, aprende... Problemas de aprendizaje, de motivación... pero gracias a los ejercicios, evaluaciones... hay alumnos que terminan por aprender a pesar de sus pocas ganas... Modelos de identificación... el alumno quiere ser como... el atractivo del profesor le convierte en modelo de identificación. Muchos aprendizajes importantes para la vida (valores, actitudes, conductas) se aprenden por imitación de los modelos que presentan los medios de comunicación social... Enseñamos cosas más importantes que nuestra asignatura con lo que somos, con nuestro modo de relación con los alumnos, con comentarios incidentales... el interés y el desinterés, la autoestima, las ilusiones... son enseñadas y aprendidas... Sí intencionadamente, porque quiere enseñar zonas que ocupan nuestra atención consciente, dimensión formal... énfasis en los conocimientos de la asignatura No intencionadamente, sin pretender enseñarlo o sin darse cuenta... áreas que pueden escaparse más a nuestra atención consciente; dimensión informal... área de influjo prevalente: valores, actitudes, motivación... universidad rafael landívar tema uno Nos interesa ahora hacer una breve reflexión sobre cada recuadro. A. Enseñanza intencionada y aprendizaje intencionado. Es el área normal. El profesor explica lo que quiere explicar y el alumno aprende porque quiere aprender: atiende en clase, hace los trabajos requeridos, etc. En esta zona tenemos los procesos habituales de enseñanza-aprendizaje; el énfasis habitual está en la adquisición de los conocimientos y habilidades propios de la asignatura. Si nuestra atención habitual y nuestra preocupación por los alumnos no salen de este espacio, ya empezamos a dejar fuera aspectos muy importantes. Sin embargo es esta zona la que se suele llevar casi todo nuestro tiempo y atención conscientes. B. Enseñanza intencionada y aprendizaje no intencionado. Hay alumnos que aprenden a pesar de su falta de motivación y esfuerzo. Los ejercicios que tienen que hacer, las malas notas, el clima de la clase, etc., consiguen que todos o la mayoría vayan aprendiendo; algo al menos... Esta es la zona de muchos de nuestros pequeños y diarios problemas con los alumnos menos motivados, menos capaces, o simplemente más revoltosos. C. Enseñanza no intencionada y aprendizaje sí intencionado. Esta zona corresponde a los modelos de identificación cuando son asumidos, más o menos conscientemente, por el alumno. Todos los profesores pueden ser modelos de identificación pero, cuando se trata sobre todo de profesores de prestigio y además queridos y aceptados por sus alumnos, éstos pueden aprender de estos profesores mucho más de lo que el profesor conscientemente pretende enseñar. El tema de los modelos de identificación tiene suficiente entidad en sí mismo como para merecer un tratamiento más amplio y diferenciado en el que no vamos a entrar. Sí podemos recordar que muchas cosas importantes en la vida se aprenden casi inconscientemente por imitación de modelos (se aprende a ser hombre o a ser mujer; se aprende incluso a ser profesor...; se repiten conductas vistas en otros, internalizadas, aprobadas por la cultura ambiental). Muchos aprendizajes sociales, en el ámbito de los valores (qué es más importante y qué es menos importante), de las actitudes, etc., se producen por imitación consciente de los modelos que presentan los medios de comunicación social. Aquí es oportuno no olvidar que el profesor puede ser un buen modelo de identificación y como tal ser más o menos asumido por el alumno; al menos de manera parcial. Quizás podemos recordar nosotros mismos algún profesor que nos ha dejado una huella especial y que, en alguna dimensión de nuestra vida, sigue siendo un modelo. profasr la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Las dos características que normalmente serán necesarias para que un profesor sea modelo de identificación son estas: 1ª En primer lugar debe ser un buen profesor y ser percibido así por sus alumnos (competente, sabe de lo suyo, da bien las clases, etc.) 2ª Además debe ser bien aceptado (querido, apreciado... hay muchas maneras de querer) por sus alumnos. Esta aceptación afectiva (al menos no rechazo) va a ser siempre importante si queremos que los mensajes que consideramos valiosos lleguen a los alumnos. Muchos buenos men-sajes (y buenos consejos, etc.) se pierden simplemente porque se rechaza al mensajero. D. Enseñanza no intencionada y aprendizaje no intencionado. Esta zona puede ser conflictiva y es precisamente la que conviene traer a la conciencia. Aquí vienen las sorpresas. La pregunta hecha antes, ¿habrán aprendido los alumnos a odiar las matemáticas? ocuparía este espacio. Con lo que somos, con nuestra manera de presentarnos, con nuestro estilo de relación y actitud general hacia los alumnos, con los comentarios incidentales, con cómo manejamos situaciones de conflicto (por ejemplo en torno a la evaluación), etc., podemos estar enseñando, y los alumnos pueden estar aprendiendo, actitudes y valores que pueden ser positivos o negativos. La reflexión crítica nos lleva a sugerir algunas posibilidades de un aprendizaje negativo; por ejemplo, el alumno puede aprender: • Que el esfuerzo no compensa, porque no es reconocido, porque el coste es superior al beneficio... • Que no merece la pena estudiar en serio porque se puede aprobar haciendo trampas, o haciendo al final un esfuerzo puramente memorístico... • Que la asignatura es inútil y no merece la pena, ni aporta nada a la propia formación, ni dice nada para la vida; el aprobarla es un trámite necesario... (aunque esta reflexión no se la haga el alumno medio, quizás muchos tampoco se hagan la reflexión opuesta... pensemos en las ocasiones perdidas... por omisión). • Que los valores que parece que defiende o que representa el profesor no merecen la pena... porque él tampoco merece la pena, al menos a mí no me gusta... • Que lo que importa es llevarse bien con los demás, sobre todo con el profesor... • Que yo no valgo, que no soy capaz que, con lograr el mínimum para aprobar, tengo más que suficiente... • Que mi grupo es un perdedor y es inútil intentarlo... Cualquiera podría alargar esta lista con aprendizajes afectivos negativos que inciden, sobre todo, en el área de las actitudes y los valores, precisamente el área de lo más permanente. Los conocimientos se van a olvidar, pero van a quedar otras cosas que van, a su vez, a condicionar actitudes y conductas futuras. universidad rafael landívar tema uno ¿Qué aprendizajes negativos se pueden dar? Por ejemplo: sobre el profesor (no le interesamos), sobre la asignatura (es inútil y además aburrida), sobre el estudio en general (el esfuerzo no compensa) sobre uno mismo (no valgo...) Estas lecciones aprendidas, pero no pretendidas, pueden incidir en actitudes básicas muy negativas para la vida. Muchos de los aprendizajes importantes son subproductos de las cosas que nos pasan y, en el ámbito escolar, pasan muchas cosas o los profesores hacemos que pasen muchas cosas, casi sin darnos cuenta3. ¿Y cómo trasmitimos estos mensajes? De muchas maneras, verbales y no verbales. Enviamos mensajes con lo que decimos y hacemos y también a través de lo que no decimos o no hacemos. Es lo que vamos a ir viendo. El profesor puede enseñar más con lo que es que con lo que pretende enseñar; su modo de hacer las cosas conlleva mensajes implícitos de efectos que pueden ser positivos o negativos; se aceptan o rechazan sus actitudes y valores; se refuerza el interés o el desinterés hacia lo aprendido (se puede aprender a odiar la asignatura)... En este terreno entra la relación profesor-alumno por derecho propio. He apuntado antes posibles aspectos negativos de nuestra enseñanza implícita porque una reflexión de este tipo nos puede hacer pensar. Además son ideas fácilmente transmisibles a otros. En esa enseñanza implícita hay también, puede y debe haber, mucho de positivo, y es bueno tener en cuenta también lo positivo, traerlo a la conciencia de manera más explícita y reforzarlo. (¿Por qué no evaluamos nunca lo que sospechamos que los alumnos pueden estar aprendiendo, bueno o malo, independientemente de los conocimientos y habilidades que van adquiriendo y que sí evaluamos? Lo que no se evalúa, se devalúa...). Por otra parte, la reflexión que puede hacerse cada profesor, se puede hacer también a nivel institucional, aunque ahora no quiero poner aquí el énfasis. Las instituciones también hablan de muchas maneras. El verdadero mensaje es lo que transmitimos como importante, y lo importante se transmite a través de lo que de hecho hacemos: en lo que de hecho invertimos tiempo y dinero, en lo que exigimos, en las actividades que promovemos, etc. Y lo que transmitimos como importante, no con palabras y declaraciones sino con lo que hacemos, puede no corresponder con lo que decimos en otros lugares que es importante (idearios, declaraciones de principios). Y de la misma manera que transmitimos lo que nos importa con lo que hacemos, quitamos importancia a través del no hacer o el hacer menos.4 profasr la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS y actitudes de los profesores que 3. Características mantienen una buena relación con los alumnos Posiblemente estamos de acuerdo todos en que los efectos deseables (e indeseables...) en los alumnos, sobre todo los que van más allá del mero aprendizaje de los conocimientos, dependen (al menos en buena parte) de nuestra relación con ellos. Esta idea parece que nos lleva de la mano a preguntarnos por las características del buen profesor, así, en términos generales. Sin entrar en detalle en las características del profesor ideal, en este contexto de la relación profesor-alumno, algo sí conviene decir. Un autor5 recoge de otros muchos una serie de personajes identificados como maestros influyentes e inspiradores: Aristóteles, Platón, Séneca, Jesús de Nazareth, Ignacio de Loyola, Huxley, Hopkins, Dewey... lista muy heterogénea pero que pone de relieve lo que puede influir una sola persona. La pregunta que se hace el autor es ésta: ¿Qué características hacen que estas personas sean maestros tan influyentes? Estos nombres son sólo el prólogo para tratar de las características de los profesores convencionales que más y mejor influyen en sus alumnos. El tema del profesor ideal está muy investigado y existe una bibliografía muy abundante, y esto es natural pues es una idea muy obvia que se les ha ocurrido a muchos. Y, desde luego, es relevante para hablar de la relación profesor-alumno. Sintetizo este tema en tres puntos. 1º Características del buen profesor Del cúmulo de investigaciones hechas surgen una serie de características deseables para ser un buen profesor que pueden reducirse a dos grandes categorías: a. Competencia docente: explica con claridad, es organizado, controla bien la clase, etc. b. Aspectos relacionales: motiva, es justo, paciente, tiene sentido del humor, se muestra disponible, no es agresivo, trata con respeto a los alumnos, etc. Sobre estas listas que emergen de diversas investigaciones podemos decir: a. Quizás que para este viaje no hacían falta estas alforjas, son como muy obvias, b. Sin embargo, no sobra verlas confirmadas en diversos estudios; c. Los aspectos relacionales aparecen siempre como importantes; un buen profesor no es solamente el que es claro en sus explicaciones, d. En principio y en términos generales, se trata de características deseables en toda persona cualquiera que sea su profesión. 10 universidad rafael landívar tema uno 2º El profesor ideal no existe. Aunque hay características y rasgos deseables, también es verdad que no hay un único modelo de ser buen profesor. Afortunadamente para nosotros, el profesor ideal no existe. Podemos ser distintos, tenemos el derecho a ser distintos, y a la vez podemos ser unos excelentes profesores. Hay muchos rasgos asociados a ser un buen profesor, pero no es imprescindible tenerlos todos. a. Podemos en primer lugar acudir a nuestros propios recuerdos. Posiblemente recordamos buenos profesores, que nos han dejado una buena huella, y muy distintos entre sí. b. Esta diversidad entre los buenos profesores la veo confirmada en algunas investigaciones, y quiero mencionar dos al menos; una hecha con 1,633 alumnos de primera y segunda enseñanza y otra con algo más de 900 profesores de universidad.6 En la investigación hecha con alumnos de primaria y secundaria, 1,633 alumnos escriben una redacción sobre cómo es para ellos el buen profesor, 1,633 redacciones ciertamente merecen cierto crédito. La primera observación que quiero hacer sobre esta investigación es que es fácilmente replicable. Ciertamente el análisis de contenidos es laborioso, pero no es especialmente difícil y puede merecer la pena porque cada situación puede ser diferente o puede tener matices importantes. Lo que se desprende de este estudio en relación con cómo es el buen profesor es lo siguiente: a. El buen profesor no es el mismo exactamente en todas las edades. Los más pequeños se fijan de manera muy especial (al menos en términos comparativos) en el aspecto físico de sus profesores, e incluso se fijan en cómo van vestidos. Según van siendo mayores (en torno a los 12 años) mencionan más habilidades propiamente didácticas, e insisten en la capacidad del buen profesor en mantener el orden en la clase. En cualquier caso, no es lo mismo ser un buen profesor en primaria que en los últimos años de secundaria. b. Los alumnos mayores matizan mucho más y, esto interesa destacarlo, expresan además y claramente que los buenos profesores son muy distintos entre sí. c. Los aspectos más relacionales emergen en todas las edades aunque son los mayores quienes, lógicamente, los expresan con más claridad: el buen profesor sabe dar seguridad, es cercano y familiar, es sensible a las necesidades de los alumnos, da ayuda extra, no discrimina, ayuda a los que van “más peor”, es humilde y reconoce sus propias equivocaciones, etc. profasr 11 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS En la otra investigación, hecha con profesores de universidad se confirma la diversidad de modelos. En este estudio se escogen en primer lugar 912 excelentes profesores a juicio de los alumnos, y son evaluados en características ya conocidas como propias de buenos profesores (motivan, crean una buena atmósfera en la clase, son organizados, etc.). Como resultado del análisis emergen hasta cinco tipos distintos de buenos profesores: sencillamente no todos tienen todo en un grado importante sin dejar por eso de ser buenos y eficaces profesores. Resumiendo lo que nos dice la experiencia y la investigación: hay características que tienen que ver unas con la capacidad meramente didáctica, y otras con la capacidad de mantener una buena relación con los alumnos que caracterizan a los buenos profesores, pero no tenemos obligación de ser perfectos en todo. 3º Lo que realmente importa son nuestras creencias y nuestras actitudes. Supuesto que no hay un modelo único de ser buen profesor y que no todos tenemos todas las características deseables, sí podemos establecer estos puntos: a. Nuestra personalidad es la que es; podemos tener o no tener sentido del humor, podemos ser por temperamento más o menos cálidos o fríos. La personalidad no podemos cambiarla tan fácilmente, pero sí podemos controlar lo que hacemos. Podemos no contar chistes en clase, pero podemos prepararlas bien; podemos mantener una cierta distancia afectiva, pero podemos ser respetuosos y atentos con todos, incluso con los que nos molestan. El qué hacemos lo controlamos mejor que el cómo somos. b. El qué hacemos, el cómo somos con nuestros alumnos, dependerá fundamentalmente de nuestras propias actitudes y creencias sobre qué es ser profesor. ¿Cuáles son estas actitudes y creencias?7 Brevemente, los buenos profesores: 1º Coinciden en ver su profesión docente como una oportunidad para ayudar y servir a los demás. 2º Coinciden en creer que los profesores tienen la responsabilidad ética y moral de hacerse conscientes del impacto que ellos, los profesores, tienen en los alumnos. Este impacto de todo profesor está allí y no se pueden cerrar los ojos a esta realidad. Si se cierran los ojos... no por eso desaparece el impacto, el influjo que, de hecho, tenemos en nuestros alumnos. 12 universidad rafael landívar tema uno Una observación necesaria: los profesores no somos todo, por supuesto: está la familia y está quizás sobre todo el grupo de referencia, los amigos, la cultura ambiental; pero los profesores sí tenemos una incidencia importante, o podemos tenerla, en la vida de nuestros alumnos. Son muchas las personas consideradas como eminentes que mencionan a maestros y profesores como personas que han influido en sus vidas de manera importante o decisiva. Es importante pensar que nuestro influjo puede trascender a los mismos alumnos y continuar en las futuras familias y futuros alumnos de nuestros alumnos.8 3º Coinciden también estos profesores en verse a sí mismos como modelos de identificación y en aceptar las responsabilidades que implica esta percepción que tienen de sí mismos. Es importante poner énfasis en la importancia del cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo concebimos nuestro rol (funciones, conductas esperadas) de profesores. Es importante para nosotros mismos y es importante como algo sobre lo que podemos hacer reflexionar a otros (por ejemplo, en actividades de formación del profesorado). Consideraciones para nosotros: • Cualquiera que sea nuestra postura personal, es indudable que trasmitimos más de lo que enseñamos formalmente... Y puede que eso sea lo más importante y lo más duradero... No hay relación humana, y la de profesor-alumno en la clase lo es, en la que no se dé una influencia mutua... influimos, para bien o para mal, lo mismo si queremos como si no queremos... • La mera docencia de conocimientos y habilidades, la relación y comunicación inevitables que se producen en torno a lo puramente académico (exámenes, normas, etc.) puede ser vehículo de mensajes más importantes. Es verdad que la docencia puede no salirse de lo puramente académico; en ese caso cabría hablar de la gran oportunidad perdida. • Las actitudes y conductas que potencian (y constituyen) una buena relación (relación en sí misma educativa, de ayuda, de transmisión de enseñanzas importantes y duraderas) nos saldrán, cualquiera que sea nuestra personalidad, si son coherentes con nuestras actitudes, con nuestro cómo vemos nuestra misión y tarea como profesores. Por aquí debería ir una reflexión eficaz para mejorar profesionalmente, porque nuestra relación con los alumnos es una relación profesional, a pesar de las connotaciones informales de la palabra relación. profasr 13 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS de la relación profesor-alumno en 4. Complejidad el aula: es global y de efectos recíprocos En este momento tiene sentido exponer de una manera más global la complejidad de la relación profesor-alumno en el aula, y además poniéndola en relación con la motivación del alumno. La tomo de un modelo que tiene en cuenta sobre todo estas dos ideas9: 1º Los alumnos tienen necesidades, aunque no siempre tengan conciencia clara de estas necesidades y nosotros, profesores, seremos eficaces en la medida en que tengamos en cuenta estas necesidades. Esta es la idea principal en la que se fundamenta este modelo. 2º Además, no se puede hablar de la relación del profesor con los alumnos sin hablar de la relación de los alumnos con el profesor; dicho de otra manera: los profesores influyen en sus alumnos y los alumnos influyen en sus profesores. Tendemos a pensar en el profesor como el sujeto principal de la relación, como el que influye en los alumnos, cuando realmente en toda interacción humana hay un influjo mutuo, y el aula no es una excepción. Veremos estos dos aspectos por separado. 4.1Globalidad de la relación profesor-alumno en el aula Este modelo (cuadro II) nos ayuda a ver de un golpe de vista toda la relación que se da en el aula, tanto en los niveles externos (fácilmente observables) como internos, como son las emociones y las actitudes, que también terminan manifestándose. Según este modelo, la eficacia de las conductas del profesor se deriva a su vez de la eficacia que tengan esas conductas para satisfacer las necesidades básicas de los alumnos (de las que, como ya he notado, pueden no tener una conciencia clara). Las conductas del profesor son en buena medida conductas verbales (qué comunica a los alumnos y cómo lo comunica) pero son también comunicaciones no verbales (gestos, sonrisas, miradas) y, por supuesto, son también conductas en un sentido más propio (lo que hace y organiza). En definitiva el cómo ve su tarea como profesor se traduce en cuál es su relación global con los alumnos dentro del aula; su propia concepción de lo que es ser profesor se expresa continuamente de múltiples maneras, de forma natural y espontánea. 14 universidad rafael landívar tema uno cuadro II conductas del profesor (crear el contexto) áreas de relación que tienen que ver con: necesidad satisfecha en los alumnos Calidad de las relaciones interpersonales pertenencia, mantener una buena relación... Dar estructura al aprendizaje de los alumnos necesidad de ser y verse competente Apoyar autonomía del alumno motivar, estimular autonomía, ausencia de coacción... crecer como persona efectos en los alumnos (conductas y emociones) motivación dedicación, aprendizaje y ajuste personal desafecto, problemas de desmotivación aprendizaje y ajuste personal No es una mala idea para tenerla en cuenta: los alumnos tienen necesidades (aunque no las expresen e incluso aunque presuman de no tenerlas), y nosotros los profesores seremos eficaces en la medida en que tengamos en cuenta estas necesidades. Estas necesidades no pueden reducirse a la necesidad de aprobar la asignatura; es algo más profundamente humano. 1º La calidad de las relaciones interpersonales se manifiesta de muchas maneras: dedicar tiempo a comunicarse con los alumnos, a expresar afecto e interés (expresar que nos importan), a alabar con sinceridad, a interaccionar con los alumnos con gusto, crear un clima de paz (hay que trabajar pero sin angustia, etc.) etc. Lo opuesto es el rechazo, la lejanía, el simple ignorar a los alumnos, el desinterés... (mostrado al menos por omisión). profasr 15 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 2º La estructura se refiere a la cantidad y calidad de información que se da a los alumnos en orden a la eficacia del aprendizaje: manifestar expectativas, responder de manera con-sistente y predictible, dar información de ayuda, ajustándose al nivel de los alumnos, etc. Lo opuesto es el caos, la ambigüedad, etc. Dar estructura es, en definitiva, dar información y orientación; también cuidar la secuencia didáctica, los ejercicios, el ritmo, etc. 3º Apoyar la autonomía del alumno tiene que ver con el margen de libertad que se concede al alumno en las actividades de aprendizaje, la ausencia de presión, de premios externos; tiene que ver con la capacidad del profesor de fomentar la motivación interna y de crear un clima de paz en el trabajo. A la autonomía podríamos añadir otros objetivos del dominio afectivo. La enseñanza de los conocimientos es un vehículo para aprender más cosas... y más importantes. Las tres dimensiones (calidad de las relaciones interpersonales, estructura, autonomía) son conceptualmente independientes; se pueden construir contextos en los que por ejemplo la estructura es muy clara pero la autonomía del alumno es muy escasa, o las cosas pueden estar muy claras pero la relación personal del profesor con los alumnos puede ser mala o de lejanía y desinterés. Como estamos distinguiendo entre relación y docencia, es importante volver a recordar que la calidad de la relación profesor-alumno no debe confundirse con la dimensión más relacional (ser buena persona y amable con los alumnos) y que solemos denominar relaciones humanas. Creo que está clara tanto la distinción entre relación y docencia (para entendernos y hablar de los dos aspectos) como su no distinción: • Sin una buena y eficaz relación didáctica con los alumnos, sencillamente no hay una buena relación profesor-alumno. No vamos a clase para hacer reír a los alumnos (cosa que viene muy bien ocasionalmente) y tampoco a ser cariñosos para que se sientan bien, sino a ayudarles en su tarea de aprender. • Si, por otra parte, a la tarea didáctica le falta el componente de relación humana (con las aclaraciones que queramos hacer pues estamos dentro del aula) va a sufrir la calidad del aprendizaje e incluso se van a dejar de enseñar y aprender cosas importantes. 4.2 Los efectos recíprocos de la relación profesor-alumno Hablamos de nuestro efecto en los alumnos, pero ¿no influyen los alumnos en nosotros? Pues sí, también nos influyen los alumnos a nosotros (y los hijos influyen en sus padres). Este influjo profesor-alumno-profesor se puede aclarar especificando tres pasos. Adelanto una idea clave: lo que importa no es lo que yo haga, sino lo que percibe el alumno, la idea e imagen que se forma de mí. 16 universidad rafael landívar tema uno 1º Las conductas del profesor influyen en la percepción que tienen los alumnos de su propia relación con los profesores. No basta lo que el profesor hace, es necesario que el alumno perciba el interés del profesor. El trato (en clase, con preguntas, etc.) del profesor con alumnos concretos (o con todos, cada uno en su momento) tiene un impacto muy poderoso en los alumnos. Quizás no pensamos los profesores lo que supone para algunos alumnos el ver que el profesor se ha fijado en ellos, que les llama por su nombre, que sabe que existen, que no pasan desapercibidos. La disponibilidad, el interés, etc., tiene que ser comunicado a los alumnos, y esta comunicación afecta a la percepción que ellos tienen del profesor y, consecuentemente, influye en su dedicación a las tareas de aprendizaje. El punto de interés aquí está en captar que lo que en última instancia importa es el cómo somos percibidos, no simplemente el cómo creemos que somos (y cabría hablar aquí de la evaluación del profesor por parte de los alumnos: puede que la imagen que reciben no coincida con la que queremos transmitir). En definitiva nos relacionamos con los demás no tal como son sino tal como los percibimos. Pensemos que los alumnos nos evalúan siempre de manera informal y espontánea; nuestra única opción es querer enterarnos, o no enterarnos, de cómo somos evaluados de hecho por los alumnos, por si esa evaluación nos dice algo a nosotros. 2º La conducta del profesor influye en la motivación y dedicación del alumno al aprendizaje. El alumno se ve influido por su percepción del profesor, cómo le ve y cómo ve su relación con él, y por lo que el profesor de hecho hace: comunica expectativas, responde adecuadamente, proporciona ayuda estratégica, etc. Una conclusión que se ve en bastantes investigaciones sobre lo que sucede en el aula, es ésta: con frecuencia los alumnos menos motivados, menos comprometidos con su aprendizaje, menos activos... lo que reciben de sus profesores son comentarios u otro tipo de comunicaciones, que lo que consiguen es desmotivarlos más. Y a la inversa: los alumnos que se muestran desde el principio activos y motivados, reciben más refuerzos del profesor, más comunicaciones... 3º La dedicación del alumno influye en las conductas del profesor. Lo que el profesor percibe tanto de la dedicación al trabajo del alumno como de los propios sentimientos de los alumnos (de agrado, gusto... o apatía y desinterés) influye a su vez en la dedicación del profesor y en el cómo trata a los alumnos. Podríamos preguntarnos quién profasr 17 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS educa a quién. El influjo es mutuo. Si la clase no responde nos sentimos menos motivados para dedicar esfuerzos extra. Si sólo dando dos voces conseguimos un poco de orden... aprende-remos a dar voces... Los profesores responden más, atienden más a los alumnos que desde el comienzo muestran mayor interés, preguntan más, se muestran activos. Por el contrario la pasividad del alumno hace que el profesor se vea o incompetente o no del agrado de los alumnos, y consecuentemente les dedica menos tiempo, aplica más presiones externas (más coerción) y pone menos ilusión en su tarea. Por otra parte esta interacción se da en toda relación humana. No debemos sentirnos muy culpables si nos suceden estas cosas, pero sí debemos intentar controlar nuestros sentimientos y no responder al desinterés de los alumnos con nuestro desinterés. Considero muy importante, tratando precisamente de la relación profesor-alumno, el que pensemos que los alumnos nos pueden estar educando a nosotros profesores, y no para bien precisamente. Las clases incómodas nos enseñan a nosotros conductas poco educativas porque son las que nos funcionan. A corto plazo y para vivir en paz (objetivo por otra parte muy comprensible) podemos aprender a gritar, a manipular los exámenes y a utilizarlos como una forma de castigo, a no escuchar, etc. Supongo que estaremos de acuerdo en que, si se da este influjo mutuo y negativo, es el profesor quien tiene la responsabilidad de romper este círculo vicioso que puede formarse. A fin de cuentas superamos a los alumnos en edad, saber y gobierno... En el cuadro III presento el esquema de este influjo mutuo. El círculo queda cerrado: las conductas del profesor, tal como son percibidas por los alumnos, influyen en la dedicación y esfuerzo de los alumnos y esta reacción de los alumnos influye a su vez en las conductas del profesor. cuadro III Conductas del profesor: da estructura, mantiene una buena relación... 18 Percepción del alumno de su relación con el profesor, del interés del profesor... universidad rafael landívar Efectos en el alumno en emociones y conductas Percepción del profesor de las conductas y reacciones de los alumnos Efectos en el profesor: refuerza las conductas que crean buenos efectos tema uno Nº 1 ejercicio de reflexión Instrucciones: reflexione y responda las siguientes preguntas con un planteamiento que demuestre el mayor dominio posible sobre el tema. ¿ 1. ¿Qué significa que el proceso enseñanza-aprendizaje se da en un clima emocional? 2. ¿Cuáles son los beneficios al mejorar y enriquecer nuestra relación con los estudiantes? 3. ¿Qué importancia tiene el ser “bien aceptado” por los estudiantes, por parte de un docente? Dé razones concretas y personales. 4. Conociendo y profundizando en la importancia de la enseñanza no intencionada y aprendizaje no intencionado, responda: ¿Qué maneras verbales y no verbales debo yo reconvertir para asegurar el desarrollo de valores y actitudes positivas hacia el estudio, la investigación o hacia mi curso en particular? 5. ¿Qué resultados arroja mi análisis personal, respecto de mis competencias docentes y aspectos relacionales? 6. ¿Qué pienso y siento de las clases con grupos que nos resultan incómodos o difíciles? profasr 19 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS evaluación informal 5. La de las primeras impresiones Las primeras impresiones pueden parecer algo todavía muy impreciso y genérico, pero es que estas primeras impresiones se pueden traducir en conductas del profesor (y quizás también de los alumnos) que pueden tener muchas repercusiones. Y tratando de las primeras impresiones, debemos pensar en la importancia del primer día de clase. Por primeras impresiones quiero decir lo que literalmente solemos entender por primeras impresiones, pero incluyo también todo lo que implique valoraciones previas, como pueden ser los prejuicios, o las opiniones valorativas que podemos recibir de otros sobre grupos o alumnos concretos que todavía no conocemos o no conocemos bien. Después de todo, estos juicios (o prejuicios) y opiniones contribuyen a la formación de esas inevitables primeras impresiones. Estamos en el ámbito de lo no formal, pero a mi juicio muy importante. A estas primeras impre-siones, juicios previos, etc., y que pueden ser muy condicionantes, las categorizo como un modo de evaluación. En realidad todas las primeras impresiones, e independientemente del marco escolar al que me refiero ahora, son de carácter evaluativo, y de esa evaluación primera puede depender la buena relación, o la no relación o la mala relación subsiguiente. Hay muchas maneras de categorizar los tipos de evaluación; los tipos clásicos son la evaluación diagnóstica, formativa y sumativa. Estas tipologías son útiles, pero a la vez condicionan nuestra percepción de la realidad y pueden dejar fuera otras perspectivas de interés. He pensado que es útil y sugerente para nuestra reflexión el categorizar también los modos y maneras de evaluar según niveles de formalidad tal como lo expreso en el cuadro IV. cuadro IV niveles de formalidad en la evaluación nula formalidad máxima formalidad 1 Primeras impresiones y además: prejuicios; juicios e información previa... 20 2 Evaluación informal preguntas y reacciones de los alumnos, preguntas orales hechas en clase, etc., en función de lo cual se toman decisiones sobre la marcha... universidad rafael landívar 3 Evaluación formativa evaluación para informar; énfasis en el feedback tanto a los alumnos como a los profesores y la misma institución 4 Evaluación formal exámenes: • de admisión • diagnósticos para la toma de decisiones importantes • convencionales, de fin de curso... tema uno Ahora me fijo solamente en el nivel más informal de evaluación, en el de las primeras impre-siones, incluyendo aquí otras formas de evaluación semejantes, al menos los prejuicios y la evaluación que nos viene dada por la información previa (prejuicios e información previa están enunciadas en el cuadro IV bajo el epígrafe más genérico de primeras impresiones). 5.1Los prejuicios ¿Qué podemos decir sobre el prejuicio en relación con el aula? a. Un prejuicio no es otra cosa que una valoración negativa de los que pertenecen a un determinado grupo y sin fundamento suficiente y objetivo. Los prejuicios nos dicen cómo son los otros (en función del sexo, procedencia, grupo, etc.). b. Es posible que hablar de primeras impresiones nos parezca oportuno, pero que hablar de prejuicios nos parezca casi ofensivo. No es normal reconocer que se tienen prejuicios, pero los podemos tener. Los prejuicios son aprendidos en la cultura ambiental (y se aprenden muy pronto), en experiencias aisladas pero extrapoladas indebidamente, etc. Tienen un componente emocional (sentimiento negativo hacia el otro) justificado en creencias sobre cómo son los otros. Las ideas y creencias se pueden cambiar con más facilidad, pero el componente emocional es más resistente al cambio. Cuando tenemos grupos de alumnos de diversas procedencias (regionales, nacionales, étnicas, etc.) no sobra llamar la atención sobre la posibilidad de que algún tipo de prejuicio esté condicionando nuestra percepción (nos fijamos más en los datos que confirman nuestros prejuicios) y condicionando también nuestras actitudes y conductas hacia algunos tipos de alumnos. c. El prejuicio es de una importancia muy actual y lo será más en el futuro pues la convivencia entre culturas distintas van siendo en algunos más la norma que la excepción, debido a fenómenos migratorios de diverso tipo.10 d. Muchos estudios muestran que las expectativas del profesorado (más adelante ampliamos este tema) tienen mucho que ver con variables como la clase social y el grupo étnico. Bajando a lo más específico, hay investigaciones que muestran que cuando en el aula hay alumnos pertenecientes a grupos minoritarios (étnicos o de otro tipo) hay a la vez grandes diferencias en (por ejemplo): El tipo de agrupamiento, La situación en el aula, El tipo de disciplina utilizado, El estilo de interacción profesor-alumno. profasr 21 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS En estos casos, y de manera sistemática, el trato diferencial, expresado de múltiples maneras, favorece al grupo mayoritario. La calidad de vida en el aula y la calidad de la relación en el aula es peor para los alumnos de fuera. Como nuestra relación con los demás (dentro y fuera del aula) se basa en buena medida en cómo les vemos y valoramos, en cómo creemos que son, hay que dar un toque de atención sobre la existencia posible de prejuicios y estereotipos; y tanto más cuando tendemos a negarlos o a creernos inmunes a esta patología de la percepción. 5.2Los juicios y valoraciones previas Los juicios y valoraciones previas que oímos de otros (como los profesores que tuvieron a los mismos alumnos el curso anterior) pueden estar referidas a: • Grupos (este curso es malísimo; el año pasado dieron mucha guerra, etc.) • Sujetos concretos (ojo con...) Estas informaciones pueden ser muy condicionantes. En la medida en que influyan en una actitud inicial nuestra, la relación con todos o algunos alumnos puede ir por unos caminos o por otros. ¿Qué podemos esperar de la clase, o del alumno, que se ve juzgado antes de tener la oportunidad de demostrar que las cosas han cambiado? La información previa puede ser útil, y además es casi inevitable. Pero seamos cautos... He indicado antes que la información previa puede ser útil. La utilidad de este tipo de información, cuando no es favorable a los alumnos, debe estar precisamente en predisponernos de manera consciente a hacer lo posible para cambiar la situación, y no para perpetuar la misma historia... Por eso es importante el primer día de clase. 5.3Las primeras impresiones en sentido propio Estas evaluaciones iniciales e informales pueden tener gran incidencia en la calidad de la re-lación profesor-alumno. Es un hecho que al comienzo del curso nos fijamos, o podemos fijarnos, en datos o conductas intranscendentes (incluso en el aspecto y cara de los alumnos o su forma de vestir) que de alguna manera nos dan una idea sobre cómo es la clase en general, e incluso cómo son algunos alumnos o grupos de alumnos en particular. Los que se sientan en las primeros lugares, los que se ponen al final y junto a la ventana, los que llegan tarde, etc. Son muchos los estudios experimentales que ilustran el efecto de las primeras impresiones, y me parece claro que no hay que minimizar su importancia. No es frecuente tomarlas en serio en cuanto evaluaciones importantes y con consecuencias posteriores en la relación del profesor con los alumnos. 22 universidad rafael landívar tema uno Brevemente, y pensando en el aula, estas son algunas de las características de esta primera impresión evaluativa: a. Se forma muy pronto, en las primeras semanas, o días de clase; frecuentemente es tema de conversación entre profesores, que comentan sus primeras impresiones. b. Está centrada en cómo son los alumnos: su motivación, cohesión, personalidad, interés, etc., y se refiere tanto al conjunto de la clase como a cada alumno en particular, o al menos a algunos o bastantes alumnos. c. Casi toda la información se basa en observaciones informales de las conductas, preguntas, reacciones, posturas, etc., de los alumnos. e. Esta evaluación inicial es vista por los profesores con gran confianza en su propia capacidad para captar cómo son los alumnos. Esta evaluación, que refleja las primeras impresiones, no se cambia con facilidad, tiende a permanecer estable durante el curso y, de alguna manera, se comunica a los alumnos. Esta primera impresión y primer juicio sobre la clase, así como sobre algunos alumnos en particular, puede tener consecuencias importantes: en las expectativas del profesor (y que de alguna manera comunica a la clase), en los niveles de exigencia, en el talante general de la clase, evaluaciones, etc. La otra cara de la moneda es que... los profesores son también evaluados por los alumnos desde el comienzo, y esta evaluación (que también puede ser fruto de prejuicios, información previa, etc.) también puede condicionar la actitud de los alumnos. Esta evaluación de los alumnos puede ser muy subjetiva, sin base real, sacada de quicio, etc., pero también puede ser verdad que estemos trasmitiendo una imagen distinta de la que creemos que transmitimos y de la que no somos conscientes. Es verdad que puede haber prejuicios, es verdad que la información previa puede ser incorrecta o parcialmente incorrecta... pero también es verdad que una mala impresión o un mal juicio previo puede estar bien fundado en experiencias anteriores. Todos sabemos, por experiencia, que no todos los grupos son iguales; en función de muchas variables pueden cuajar en la clase estilos muy distintos (de motivación, de conducta, de pasividad, etc.). En este caso, nuestro empeño debe estar en modificar la situación y partir de cómo son los alumnos y no de cómo quisiéramos que fueran, en vez de dejar que se consolide una situación negativa para el aprendizaje y la buena marcha de la clase. Aquí, de nuevo, las primeras clases son de una importancia capital. En ocasiones podemos jugarnos el curso en esas primeras clases. No sé la importancia que otros pueden dar a estas primeras impresiones, pero en toda relación humana son importantes, y no sobra un toque de atención dentro del contexto de la relación profesor-alumno en el aula. profasr 23 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 6. El primer día de clase En este contexto de primeras impresiones cabe hacer algunas observaciones sobre la primera clase o los primeros días de clase. En general las primeras clases, la introducción que hace el profesor, lo que manifiesta de lo que espera de los alumnos, etc., tienen su transcendencia y no debemos dejarlas a la improvisación. En la primera clase, ¿qué solemos hacer? Decimos que la asignatura es muy relevante, damos una visión global del programa, damos las normas oportunas, especificamos nuestro modo de evaluar, etc. Todo esto es importante, pero es igualmente importante tener en cuenta los aspectos motivacionales, propiciar una buena relación desde el comienzo, etc. En la primera clase los alumnos están muy atentos a lo que les queramos decir y es una oportunidad que no debemos dejar pasar a la ligera. Es más, un buen consejo puede ser el de preparar un guión bien pensado con todo lo que queremos decir el primer día de clase. ¿Qué debemos decir en el primer día de clase? ¿Qué nos importa realmente que los alumnos capten en esa primera clase? Las dos preguntas parecen una misma pregunta, pero son dos... Una cosa es lo que decimos nosotros y otra es lo que los alumnos captan y entienden. Habrá que cuidar los énfasis, la claridad. En esa primera clase obviamente hablamos de la asignatura y de su importancia, comentamos el programa y damos la información y las normas que creemos oportunas. Pero además, para establecer una buena relación motivante, podemos comunicar a los alumnos (con nuestro propio estilo, adecuándonos a la edad de los alumnos, etc.) una serie de ideas que de alguna manera conectan con comentarios hechos a propósito de las primeras impresiones: 24 • Que nos importa el éxito de todos; y que el éxito es, por supuesto, posible... (comunicación de expectativas altas); • Que un mal pasado no cuenta, que no hay nadie predestinado al fracaso; que esperamos mucho de todos; el conocido refrán año nuevo, vida nueva es muy apropiado para recordarlo al comenzar el curso; • Que el fracaso no es un indicador de éxito; que no necesitamos un determinado número de suspensos para quedar como buenos y exigentes profesores... universidad rafael landívar tema uno • Que nuestra función como profesores no es otra que contribuir a su aprendizaje; que tenemos roles distintos pero complementarios, que el objetivo último es el mismo para ellos y para nosotros: que aprendan y puedan demostrarlo... Y podemos decir más cosas (disponibilidad para consultas, etc.). Es importante verbalizar este tipo de ideas; claro está que hablar es fácil: ser coherente con lo que se dice es ya otra cuestión. Porque ¿esperamos realmente mucho de todos? (sobre las expectativas y su comunicación trataremos enseguida). Aquí podemos tropezar con nuestras propias creencias, y este es un tema que nos llevaría por otros derroteros. Hablando de introducciones para la primera clase es oportuno hacer unas observaciones porque no se puede transmitir con credibilidad lo que no se siente y podríamos examinarnos, por ejemplo: • Sobre si en el fondo no necesitamos un cierto porcentaje de fracasos para quedar bien, como profesores exigentes... • Sobre si realmente el fracaso de los alumnos, aunque sea el de unos pocos, no lo vemos como un fracaso profesional propio; sin que esto quiera decir que nosotros seamos realmente culpables. De alguna manera el fracaso de nuestros alumnos es nuestro fracaso, en el sentido de que hemos puesto una acción profesional (con lo que conlleva de tiempo, energías, etc.) con la que no se ha conseguido su objetivo propio (como el pescador que se pasa todo el día en el río y no pesca ningún pez... puede que la culpa sea de los peces, pero él no pescó, y si era ése su objetivo tendrá que plantearse el cambiar de cebo, o de lugar, o dedicarse a otra cosa). • Sobre si creemos (porque entramos en el terreno de las creencias) en las posibilidades y potencialidad de nuestros alumnos, etc. Son importantes las actitudes de nuestros alumnos, pero también lo son las nuestras. Estas introducciones pueden ser un ejercicio retórico si no equivalen una declaración de intenciones por parte nuestra. profasr 25 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS efecto Pigmalión: 7. Elefectos de las expectativas En relación con el primer día de clase, aunque se trata de algo válido para todo el curso, hay que hablar de las expectativas del profesor y su relación con el rendimiento de los alumnos. Puede parecer un tema menor, pero no lo es. Es lo que se conoce como efecto Pigmalión, el mito griego llevado al cine en la película My Fair Lady11. Que las expectativas que manifiesta el profesor están relacionadas con el rendimiento de los alumnos es algo que está bien confirmado por la abundante investigación hecha sobre las expectativas. 7.1Dinámica del efecto Pigmalión en el aula ¿Qué podemos decir sobre Pigmalión en la escuela? Algo importante que, como casi todo, nos va remitir a nuestras propias actitudes, talante y creencias. Puede parecer un tema menor, pero ciertamente no lo es porque nos introduce muy a fondo con nuestra relación con los alumnos. Lo podemos resumir en dos puntos muy simples: 1º Las expectativas del profesor influyen en el rendimiento del alumno; aquellos de los que se espera más, rinden más. Esto es algo: a. Comprobado en múltiples investigaciones, b. Aunque por supuesto no es la única variable relacionada con el rendimiento de los alumnos, c. Pero sí es algo que nos toca muy de cerca y que conviene examinar. 2º ¿Cómo influyen las expectativas en la motivación y rendimiento de los alumnos? Este es el punto importante: porque nosotros los profesores somos distintos con aquellos alumnos de los que esperamos más. No es la mera expectativa, ni la mera comunicación de expectativas, sino nuestras propias conductas las que están relacionadas con el rendimiento los alumnos de los que esperamos más. Este proceso está representado en el cuadro V12. De nuevo una visión de conjunto nos ayuda a captar la compleja realidad de algo que intuimos y experimentamos pero que nos cuesta sistematizar. 26 universidad rafael landívar tema uno cuadro V procedencia étnica, grupo de pertenencia nombre, apellidos conocimiento de parientes, amigos comunes sexo, aspecto físico status socioeconómico logros anteriores, tests iniciales... conducta del alumno Fuentes de información del profesor expectativas del profesor conductas del profesor cordialidad, calidad de la interacción información sobre el aprendizaje, feedback preguntas orales, frecuencia y tipo tipo de refuerzo, alabanzas y críticas modo de agrupamiento, asignación de tareas, etc. Fuentes de información del alumno autoevaluación del alumno imagen propia, motivación... conductas del alumno coherentes con lo que se espera de él Una visión más sucinta la tenemos en el cuadro VI. Es el alumno quien de alguna manera ofrece una información que hace que el profesor tenga expectativas altas sobre él; esta información influye en las conductas del profesor que, a su vez, influyen en el alumno. cuadro VI Datos del alumno Respuesta del alumno a las conductas del profesor Expectativas altas por parte del profesor Conductas del profesor que favorecen el aprendizaje del alumno profasr 27 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 7.2Conductas del profesor en función de las expectativas Tenemos que poner el énfasis en las conductas del profesor porque allí es donde se encuentra la clave profética; el por qué funcionan (porque funcionan...) las expectativas. Claro está que también tiene que responder el alumno, pero el profesor facilita esa respuesta. Las expectativas altas se forman por alguna razón: el profesor tiene datos (relevantes o irrelevantes) que le hacen mirar de otra manera a algunos alumnos y esperar más de ellos. Este esperar más se traduce en comportamientos, que pueden ser tan sutiles como eficaces y que, a su vez, favorecen el aprendizaje de esos alumnos. 1º El profesor tiene información, percibe datos especiales que a él le dicen algo sobre algún o algunos alumnos de los que en consecuencia va a esperar más; o al menos le gustaría que a esos alumnos no les fuera mal. Las ideas puestas en los primeros recuadros del cuadro VI son indicativas; puede haber otras informaciones y además la complejidad de la percepción-valoración interpersonal no puede encerrarse en unos cuadros. Ahí puede estar encerrado mucho de lo dicho acerca de los prejuicios y primeras impresiones. Podemos ver en esos recuadros tipos de información que a primera vista parecen irrelevantes, pero no lo son necesariamente. Por ejemplo, y por fijarme en lo que puede parecer más irrelevante, un nombre puede tener resonancias emocionales que inicialmente nos pueden hacer ver a ese alumno de otra manera (y tratarle inicialmente de otra manera... y ya tenemos en marcha un proceso que puede tener un final feliz...). Podemos aclarar antes de seguir adelante qué significa expectativas altas. En la literatura sobre el efecto Pigmalión expectativas altas significa literalmente eso: esperar mucho de alguno o algunos alumnos. Creo, sin embargo, que podemos ampliar el significado literal y entender también el deseo de que no salgan malparados algunos alumnos. Por ejemplo, el hijo o la hija de un amigo. Por eso tiene sentido incluir como fuente de información sobre el alumno el conocimiento de parientes o de amigos comunes. Cosa que más de un alumno se encarga de recordarnos (recuerdos de parte de...). También este tipo de información puede hacernos distintos con esos alumnos pero, en principio, me refiero a expectativas altas en su sentido literal. 2º Las expectativas (o deseos) del profesor, no necesariamente muy claras y verbalizadas sobre ese alumno, se traducen en conductas (ya he indicado que puede tratarse de conductas muy sutiles) que de, una manera u otra, favorecen el aprendizaje de esos alumnos especiales. 28 universidad rafael landívar tema uno Estas conductas del profesor, y en el contexto de la relación profesor-alumno, es lo que nos interesa ahora examinar. La abundante literatura experimental sobre los efectos de las expectativas sugiere que los profesores que por alguna razón (o sin razón podríamos añadir) tienen sobre algún o algunos alumnos expectativas de un mayor rendimiento, tienden a tratar a esos alumnos de una manera diferente a como tratan a los demás alumnos que no son tan especiales. Quizás algo parecido sucede también con otros profesionales que tienen a su cargo a otras personas. Este trato diferencial tiende a manifestarse de cuatro maneras: 1º Los profesores establecen un clima socioemocional más agradable con estos alumnos; son con ellos más amables, más deferentes. Este clima se crea en cierta medida a través de comunicaciones y gestos no verbales (como puede ser con la mirada, que nos brinda un canal de comunicación muy expresivo). 2º Los profesores dan una información más matizada y diferenciada (feedback verbal y no verbal) a estos alumnos sobre aciertos y errores; les ayudan más en su aprendizaje. Los alumnos de los que se tienen expectativas altas reciben menos criticismo y se aceptan más sus ideas, se les hace más caso. Por ejemplo: se reconocen y alaban sus aciertos, se resume y se utiliza lo que ha dicho el alumno, se compara con otras cosas, etc. (lo que has dicho es muy interesante porque..., has dado en el clavo..., lo que dices me sugiere que..., te has adelantado a lo que pensaba explicar, etc.). El profesor se hace eco de una manera u otra de la intervención del alumno; son menos ignorados que otros alumnos de los que no se espera mucho. 3º Los profesores parece que enseñan más, dan más información e incluso enseñan cosas más difíciles a estos alumnos especiales; contribuyen más a su éxito académico que al de los demás alumnos. 4º Los profesores dan a estos alumnos más oportunidades para responder; o les preguntan más o les dan más tiempo para responder; el profesor inicia interacción (académica o no académica) con estos alumnos con una mayor frecuencia. Estas cuatro categorías de conductas se pueden expresar de otras muchas maneras, y es obvio que no se dan todas en cada situación, pero son el tipo de conductas que pone de manifiesto la investigación sobre este tema. Puede tratarse de conductas muy sutiles, que aparentemente no son discriminatorias, pero que son fácilmente detectables y de un indudable buen efecto en el alumno a quien van dirigidas. Merece la pena insistir en esto para reflexionar sobre lo que hacemos profasr 29 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS con algunos alumnos y podríamos hacer con todos: el animar con el gesto y la mirada, el dar tiempo (pueden ser segundos extra) para que el alumno encuentre la respuesta adecuada, el reconocer un pequeño éxito parcial, el saber decir sin palabras tú para mí existes, te tengo en cuenta, se ve que sabes... Es difícil hacer un listado de este tipo de conductas, pero todos sabemos que: 1º Estas conductas son muy reales; 2º Hay alumnos con una gran carencia de este tipo de comunicaciones. Una simplificación de estas cuatro maneras de dar un trato especial a los alumnos de los que se tienen expectativas altas es la llamada teoría del afecto/esfuerzo. Según esta teoría (o conceptualización) un cambio al alza en el nivel de expectativas que tiene el profesor acerca del rendimiento académico de un alumno se traduce en: 1º Un cambio en el afecto que muestra el profesor hacia ese alumno (por ejemplo, si cree en el potencial de ese alumno, le caerá mejor); 2º Un cambio en el esfuerzo del profesor por enseñar y ayudar a ese alumno (el esfuerzo merece la pena, etc.). 7.3 Conclusiones para nosotros... ¿Qué nos puede decir a nosotros, profesores, todo lo expuesto sobre las expectativas altas y sus efectos sobre nuestra relación con los alumnos dentro del aula? 1. En primer lugar, y por razones de autenticidad y sinceridad con nosotros mismos, debemos traer a la conciencia que tenemos (o podemos tener) expectativas y deseos distintos con respecto a alumnos o grupos de alumnos concretos. Y naturalmente estas expectativas o deseos pueden ser perfectamente legítimos. Es natural, por ejemplo, esperar mucho de un alumno con un buen historial previo. Y también es natural desear el éxito del hijo de un amigo y que es alumno nuestro. 2. También debemos ser conscientes del trato diferencial que podemos tener con esos alumnos. En realidad lo que nos dice la investigación es sencillamente esto: cuando esperamos o deseamos mucho de un alumno somos distintos con él, y de muchas maneras, y este trato distinto contribuye eficazmente a la motivación y rendimiento del alumno. Esta es la profecía que se cumple a sí misma y que conocemos como efecto Pigmalión (sin que la palabra efecto suponga aquí que nuestras expectativas y las conductas asociadas a estas expectativas, sean sin más la causa del éxito). 3. Pensemos que no solamente tenemos expectativas de éxito, sino también expectativas de fracaso y que también están relacionadas con el fracaso de hecho. Al 30 universidad rafael landívar tema uno menos una buena investigación muestra que la percepción del profesor sobre el futuro rendimiento de sus alumnos es más certera cuando se trata de los peores alumnos que cuando se trata de los buenos alumnos: parece ser que profetizamos con más exactitud el fracaso que el éxito. 4. Nuestras expectativas no son (otra vez hay que repetir sin más...) ni la causa del éxito ni la causa del fracaso de nuestros alumnos. Pero debemos tomar conciencia de que las conductas asociadas a nuestras expectativas sí pueden contribuir al éxito de unos y al fracaso de otros. Y por conducta tenemos que entender: • Conductas estimulantes (como preguntar al que sabemos que va a responder bien), • Conductas negativas (como responder de mala manera a determinados alumnos); • Ausencia de conductas positivas (como simplemente ignorar a algunos alumnos). En conclusión: esas pequeñas y sutiles conductas, relacionadas: • Con nuestro mirar, • Con nuestro preguntar, • Con nuestro uso de las respuestas de los alumnos, • Con nuestro alabar, • Con nuestro no ignorar... ... es lo que tenemos que cuidar con todos los alumnos. Pero antes hay que traerlo a la conciencia. Cada edad y cada situación, y el sentido común, nos traerá sus matices. Pero en definitiva lo que es importante en cualquier relación es también importante en el aula. 5. Nuestra reflexión y autoevaluación debe ir en la línea de ver si, de hecho, nuestra actitud y comunicación con los alumnos es discriminatoria: ayudar a unos está bien, pero no ayudar a otros de la misma manera, o incluso perjudicarles, ya no está tan bien. Lo que tenemos que ir pensando es que el problema no es que seamos buenos con unos, sino que podemos ser malos con otros, y además ¿por qué no ser buenos con todos? Podemos recordar de nuevo que nuestra relación con los alumnos es una relación profesional. Claro está que la nuestra es una profesión un tanto especial, en la que nuestras propias emociones y sentimientos juegan un papel que no juegan en otras ocupaciones de tipo más mecánico o burocrático. Pero por eso precisamente se piensa y se escribe y se investiga sobre la relación profesor-alumno y no, o menos, sobre la relación secretaria-ordenador o sobre la relación carpintero-sierra mecánica. profasr 31 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 6. Una atención especial merecen los alumnos ignorados, que no destacan de manera especial, ni para bien ni para mal y que son con frecuencia alumnos tímidos que pasan más o menos desapercibidos. Sobre estos alumnos en especial quiero llamar la atención. El efecto Pigmalión, traducido en esas conductas sutiles que manifiestan nuestro interés genuino por esos alumnos, puede ciertamente contribuir a su mejor rendimiento y a que den de sí todo lo que son capaces de dar. Nunca podemos olvidar que todos son nuestros alumnos. 7. No sobra recordar aquí que nuestras expectativas y deseos pueden tener un influjo que, con claridad, podemos calificar como ilegítimo. Por ejemplo: lectura sesgada de un trabajo o corrección sesgada de un examen (no responde a la pregunta pero se ve que sabe...). Nos molesta que un buen alumno haga un mal examen (y ese es un sentimiento natural), pero, y esto ya no es aceptable, también nos puede molestar que un mal alumno haga un buen examen. Aquí, como en general en la vida, las propias actitudes actúan como filtro eficaz de la información y podemos ver, sobre todo, lo que queremos ver. 8. Podemos y debemos comunicar expectativas altas para todos en un primer día de clase, pero no es suficiente si no trabajamos para que esas expectativas se cumplan; sobre todo con los alumnos que más lo necesitan, porque todos son nuestros alumnos. La manifestación de expectativas no son simplemente unas palabras de ánimo para los alumnos, sino un compromiso para nosotros. 32 universidad rafael landívar tema uno 8. La disciplina en el aula Yo estoy insistiendo, sobre todo, en nuestras buenas conductas con los alumnos, pero ¿y cuando los alumnos nos obligan a ser malos? Es decir, ¿dónde entra aquí la disciplina en el aula? No es un tema que vaya a tratar con amplitud porque creo que requiere un tratamiento diferenciado y, más, desde la psicología de la de educación e incluso desde la propia filosofía de la educación. En muchos casos, la disciplina como problema tiene que ver sobre todo con el ambiente social y familiar; en cualquier caso es un tema que no se puede soslayar. Creo que al menos se puede hacer una breve síntesis de esta manera: 1. Las actitudes hacia la disciplina en el aula son, de hecho, muy distintas: entre profesores, entre ambientes, entre centros concretos. Otras variables importantes no ajenas a la disciplina son la edad y el número de alumnos. Tenemos, en un extremo, posturas muy rígidas que están bien expresadas en el adagio latino pueri navesque puppi reguntur (los niños y los barcos se gobiernan por la popa...). Sin ir más lejos creo haber leído que en Inglaterra se ha repuesto, o se ha despenalizado, el castigo físico; claro está que esto responde a una tradición muy específica que hemos visto reflejada en alguna película inglesa. En el otro extremo tenemos actitudes más permisivas, más de carácter roussoniano. En un clima o con una organización que concede más libertad a los alumnos, la disciplina va siendo un problema menor. Muchos problemas de disciplina están, en última instancia, en función de la cantidad y tipo de normas (y de rutinas); no se pueden transgredir las normas cuando no las hay, poniéndonos en un caso extremo. 2. En cualquier caso no ya la simple convivencia, sino una mínima eficacia en la ardua tarea da aprender requiere un orden que puede ser muy relativo a la situación pero que necesariamente impone restricciones a la espontaneidad. En una investigación mencionada antes (más de 1,600 niños escribiendo sobre el buen profesor), los alumnos según van siendo mayores, van cayendo en la cuenta de que una buena característica de los profesores es saber mantener el orden. El orden es una necesidad sentida por los mismos alumnos. 3. De la literatura sobre la disciplina13 se recogen tres ideas básicas que, de nuevo, nos remiten a nuestras propias actitudes y creencias: profasr 33 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 1º La disciplina, el mantener e imponer el orden y lo que se estima en cada situación que es una conducta apropiada, es vista como una acción educativa. Esto parece obvio pero no lo es tanto, y tiene implicaciones en nuestras propias actitudes. No es lo mismo poner el énfasis en la sanción, en el mero castigo de la falta, que en la educación. No es lo mismo imponer una norma que puede ser quebrantada porque es educativa que ponerla porque es cómoda para nosotros. Pensemos que aquí entran en juego nuestras reacciones emocionales, nuestros sentimientos negativos hacia algunos alumnos y que no es lo mismo pensar y sentir y actuar porque estamos educando que porque estamos dando su merecido a un alumno. Nuestras preguntas son estas ¿Desde dónde imponemos una sanción? ¿Por qué establecemos una norma? 2º La disciplina, y el exigirla, tiene funciones muy específicas, de las que el profesor debe tener conciencia clara y que debe saber comunicar con lo que hace, con lo que dice y con los sentimientos y talante que manifiesta. Las funciones o finalidades son de este estilo: aprender a convivir y a respetar a los demás, el autocontrol, la tolerancia de la frustración, la internalización de principios morales, la necesidad de orden, aunque sea muy relativo a la situación, para un aprendizaje eficaz, etc. 3º La capacidad para mantener la disciplina requerida no se ve como algo diferenciado de la habilidad general para enseñar y esto lo saben los alumnos cuando dicen que los buenos profesores saben mantener el orden en clase. 34 universidad rafael landívar tema uno 9. Las preguntas orales hechas en clase: un lugar de encuentro con los alumnos Bajo ahora a un tema más específico de la relación profesor-alumno en el aula. De estas preguntas podemos decir: 1º Cuando hacemos preguntas orales en clase, de manera espontánea, establecemos una relación, aunque sea temporalmente muy breve, de una calidad más interpersonal, con alumnos concretos en particular y con la clase en general. De este diálogo académico no solemos pensar en términos de relación con los alumnos. 2º Las preguntas orales parecen un tema sencillo y del que habría poco que decir, sin embargo, y al menos desde Platón, es la técnica didáctica más utilizada: es un recurso fácil. La expresión técnica didáctica puede hacernos pensar en cosas más complicadas, pero algo tan sencillo como hacer preguntas durante la clase puede convertirse en una excelente técnica no ya de evaluación, sino de enseñanza. 3º En las preguntas orales, y la situación que crean, no solamente hay una dimensión puramente didáctica, de la que también quiero decir algo, sino que es una oportunidad de relación que con frecuencia es manifiestamente mejorable. Es útil distinguir los dos aspectos que naturalmente van juntos y confundidos, el didáctico (en un sentido más restringido) y el relacional. 1. Dimensión didáctica de las preguntas orales. Que las preguntas orales, más las correcciones y aclaraciones subsiguientes, son útiles para aprender, lo sabemos ya por experiencia. Hay además estudios experimentales que lo confirman: las preguntas orales hechas en clase a los alumnos están relacionadas positivamente, y de muchas maneras, con el aprendizaje (aunque no cualquier manera de preguntar es igualmente útil). 2. Dimensión relacional de las preguntas orales. La situación creada por las preguntas orales da la oportunidad al profesor de manifestar interés, respeto, actitud de ayuda...; es una situación natural para: • Reforzar la autoconfianza de los alumnos mediante la alabanza oportuna, • Reconocer aciertos parciales o incompletos (y para no ensañarse ante el disparate), profasr 35 la DIMENSIÓN EMOCIONAL • • • en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Hacer comentarios orientados a mejorar el autoconcepto de los alumnos, su sentimiento de autoeficacia y para estimular su motivación, Dar orientaciones prácticas sobre el estudio, Hacer comentarios adicionales de carácter educativo. Todo esto será más verdad en la medida en que haya una reflexión previa sobre la virtualidad formativa de estas preguntas y de la situación que se crea. El preguntar en clase es una actividad espontánea e improvisada, pero las conductas apropiadas del profesor surgirán más fácilmente si expresan actitudes, o estrategias, previamente pensadas e internalizadas. Sobre las preguntas orales se pueden comentar dos puntos distintos: 1º Funciones de estas preguntas, más en relación con la dimensión didáctica, 2º Orientaciones para preguntar oralmente en clase, más en consonancia con la dimensión relacional. Es obvio que ambos componentes (didáctico y relacional) van unidos, y casi son indistinguibles en la misma situación; el diferenciarlos es útil para nuestra propia reflexión. 9.1Funciones de las preguntas orales hechas durante la clase Estas preguntas pueden cumplir diversas funciones, se pueden hacer con distintas finalidades, y es útil recordarlas para utilizarlas quizás con más frecuencia y con objetivos más concretos. Hay profesores que no preguntan nunca o casi nunca, o de manera muy improvisada, o que ni siquiera se han planteado que las preguntas orales pueden cumplir funciones muy específicas y distintas. El hacernos conscientes, de manera refleja, de lo que se puede conseguir haciendo preguntas a los alumnos puede llevarnos a un uso más reflexivo, más útil y más frecuente de estas preguntas. Las funciones de estas preguntas orales son los para qué de estas preguntas, y tener a la vista estas finalidades puede ayudarnos a hacer 1º más preguntas y 2º y más variadas y mejor pensadas. Las preguntas orales se pueden hacer al menos con estas finalidades específicas: 1º Para verificar el progreso de la clase. A veces la misma expresión de los alumnos está indicando que hace falta hacer alguna pregunta... No se trata ya simplemente de verificar, sino de dar información a los alumnos 36 universidad rafael landívar tema uno para que corrijan sus errores, que es una de las funciones del profesor que más pueden contribuir a su aprendizaje. 2º Para repasar lo ya explicado y consolidar lo ya aprendido. Una serie de preguntas, por ejemplo poco antes de un examen, hacen recordar lo quizás olvidado, se insiste en lo importante, sirven para hacer resúmenes significativos, se prepara a los alumnos para pasar a un punto nuevo en la explicación. Estas preguntas se prestan además a corregir errores generalizados en una situación de no riesgo y muestran a los alumnos la buena voluntad del profesor que no guarda determinadas preguntas para sorprender a los alumnos en el examen. 3º Para hacer un diagnóstico de los problemas de aprendizaje. No se trata ya simplemente de verificar lo que los alumnos saben o no saben sino de ir a la raíz de los problemas de aprendizaje. Con esta finalidad las preguntas orales pueden ser una buena herramienta. 4º Para centrar la atención de los alumnos y estimular su interés. Los alumnos están con frecuencia mentalmente en otro lugar, no en la clase. Interrumpir la explicación y comenzar a hacer preguntas orales trae de nuevo a los alumnos a la clase... 5º Para iniciar períodos de discusión y estimular la participación de los alumnos. Esta finalidad requiere otro tipo de preguntas orales. Preguntas sobre opiniones, preguntas sin una respuesta correcta inicial pueden estimular la participación de los alumnos. Es conveniente llevar estas preguntas pensadas de antemano. 6º Para estimular el pensamiento crítico y creativo. Si queremos que los alumnos piensen... hay que darles la oportunidad, hay que darles la ocasión de que puedan poner en práctica sus capacidades, de recibir feedback a sus respuestas... Podemos aquí recordar que nacemos con una gran capacidad de admiración, con una gran curiosidad. Lo vemos en los niños que preguntan cosas como por qué la hierba es verde. Pero el niño aprende pronto a preguntar y responder lo que el adulto espera, a no hacer el ridículo (niño, no digas tonterías), y cuando llegamos al colegio, e incluso a la universidad, nuestras preguntas y respuestas no son arriesgadas, sino conformistas. Las preguntas orales que el profesor hace en clase pueden estimular la innata capacidad crítica del alumno, pero para hacer estas preguntas tenemos que traer a la conciencia esta función tan importante de las preguntas. profasr 37 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Las preguntas orales podemos categorizarlas de otras maneras. En el cuadro VII14 tenemos una clasificación, con ejemplos de tipos de preguntas en función del objetivo que supuestamente comprueban o del tipo de proceso mental que queremos estimular en los alumnos. Estas categorías de preguntas son útiles porque pueden sugerirnos otras más apropiadas a nuestra situación. cuadro VII Tipos de preguntas - De recuerdo - De comprensión - De aplicación - De análisis - De síntesis - De extrapolación - De evaluación Ejemplos - ¿Qué veíamos ayer? - ¿Cuál es la idea principal de este artículo? - ¿Qué fórmula utilizaríamos? - ¿Cómo te influiría la moneda única europea? - ¿Cuál podría ser el título de la película...? - ¿Qué sucedería si todos habláramos esperanto? - ¿Qué opinión te merece esta idea? De estas listas de tipos y funciones se desprende que estas preguntas pueden ser y deben ser muy variadas. Las investigaciones hechas sobre estas preguntas, y que reflejan lo que suele suceder, muestran al menos: 1º Que las preguntas fácticas, de respuesta cerrada, son con mucho las más frecuentes (para recordar, repasar, mantener la atención), 2º Que hay otros tipos de preguntas que son de gran utilidad didáctica pero que son mucho menos utilizadas, 3º Que los profesores tendemos a improvisar sobre la marcha (quizás por eso superabunden las preguntas fáciles de formular). Una conclusión clara es que las preguntas orales que hacemos en clase se merecen una atención especial y que incluso se pueden pensar y preparar de antemano. Por eso es útil traer a la conciencia las diversas funciones y modos de formular estas preguntas. Las causas de la pobreza de muchas de nuestras preguntas pueden ser quizás, sobre todo, dos: 1ª Los profesores hemos aprendido a ser profesores, al menos en buena medida, simplemente viendo a otros profesores... y quizás no hemos tenido como alumnos la experiencia de un uso frecuente y variado del arte de preguntar... 2ª Quizás no hemos pensado de manera más refleja en las funciones que pueden cumplir estas preguntas y que más o menos hemos sistematizado antes. 38 universidad rafael landívar tema uno 9.2 Orientaciones para hacer preguntas orales Cuando hacemos preguntas orales en clase no sobra el que pensemos que tenemos una oportunidad de relación personal que para el alumno puede ser importante. Es la pregunta misma, es el tono, es nuestra reacción. Pensamos que hacer preguntas es fácil... y lo es, pero no sobra el recordar algunas orientaciones útiles. 1. Al hacer una pregunta debemos ser conscientes del verbo que obligamos a conjugar al alumno en su respuesta. Hay preguntas cuya respuesta es un sí o un no, o un nombre, un dato. Pero puede haber preguntas que requieren una explicación, una reformulación, identificar una relación, distinguir entre una condición necesaria pero no suficiente y una condición necesaria y suficiente... No es lo mismo preguntar con un qué que con un por qué o un para qué... Podemos pensar en categorías de preguntas: preguntas que piden explicar, o evaluar, o predecir... 2. Hay que dar tiempo al alumno para que piense en la respuesta; hay que saber esperar... unos segundos al menos, antes de hacer otra pregunta o preguntar a otro alumno. El alumno debe sentirse siempre respetado. 3. Si un alumno responde mal... es bueno darle otra oportunidad; hacerle otra pregunta que le ayude a pensar. Se puede reconocer el acierto incompleto, que la respuesta va en la dirección correcta pero no llega al final... El alumno que se siente abandonado rá-pidamente después de una respuesta incorrecta puede que aprenda a responder rápidamente, a ver si hay suerte, y mal... aquí podemos recordar todo lo dicho sobre las conductas sutiles del profesor hacia los alumnos de los que tiene expectativas altas... 4. Es útil pedir a otro alumno que reformule o aclare más la respuesta dada por otro... se mantiene mejor la atención y se facilita la comprensión de preguntas y respuestas... 5. Es conveniente preguntar a alumnos concretos y no dejar que siempre respondan voluntarios. Esta práctica tiene un efecto claro: si cualquiera puede esperar una pregunta, todos tienen que atender... además se evita que los tímidos permanezcan permanentemente tímidos... El alumno tímido y retraído que es preguntado, que experimenta que su respuesta es atendida y comentada, se ve reconocido y gana en confianza en sí mismo. 6. Las buenas preguntas se pueden pensar de antemano, se pueden anotar... no es siempre fácil improvisar buenas preguntas sobre la marcha. Si al preparar la clase al profesor se le ocurren, por ejemplo, preguntas que requieren aplicación de principios u otras que requieren pensar más, es útil llevarlas anotadas; en definitiva son parte del método de enseñanza y son complementarias a la explicación. profasr 39 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 2 Nº ejercicio de reflexión Instrucciones: reflexione y responda las siguientes preguntas con un planteamiento que demuestre el mayor dominio posible sobre el tema. ¿ 1. ¿Cuál sería una manera didáctica y éticamente correcta de aprovechar el Efecto Pigmalión en el primer día de labores dentro de sus cursos? Comente y señale la forma en que se le ocurre, aunque nunca lo haya hecho. 2. ¿Cómo pueden influir nuestras expectativas y sobre todo, las conductas asociadas a ellas, en el éxito de nuestros estudiantes? 3. ¿Cómo pueden influir negativamente nuestras expectativas y deseos en estas dos situaciones? 3.1 Un buen estudiante que le va mal en un examen. 3.2 Un mal estudiante que hace un buen examen. ¿Cuál sería la mejor actitud de acuerdo a lo estudiado sobre el Efecto Pigmalión? 4. ¿Qué funciones asigna usted a las preguntas orales en sus clases? Señale las tres principales o las que más llamen su atención por asuntos de interés personal. 40 universidad rafael landívar tema uno relación con los alumnos 10.La en el entorno de la evaluación Si nos relacionamos con los alumnos a través de todo lo que hacemos en el aula... habría que hablar de todo. Si me voy a centrar brevemente en la evaluación es porque es una encrucijada de caminos y de conflictos. Además, y por lo que respecta a la comunicación con los alumnos, cuando se trata de algo relacionado con la evaluación, tenemos asegurada su atención por la cuenta que les trae. La evaluación es obviamente un tema de suficiente entidad como para no poder tratarlo con extensión aquí, pero tocaré algunos puntos que tienen que ver más directamente con nuestra relación con los alumnos. 10.1Evaluación y manipulación: importancia de nuestras propias actitudes Comienzo con aspectos negativos y, como siempre, me remito en primer lugar al examen de nuestras propias actitudes y creencias, e incluso sentimientos acerca de la evaluación. Hablar de manipulación suena mal y quizás sea excesivo, pero sí quiero traer a la conciencia posibles actitudes, no siempre concienzadas, nunca defendidas de manera explícita, pero que pueden estar presentes en cierto grado en nuestro entorno. 1º La evaluación no es un recurso que tenemos disponible para sancionar o castigar. Evaluar es verificar, comprobar el rendimiento de los alumnos. La evaluación no está pensada para castigar, amenazar, asustar, controlar, etc., sino para verificar el progreso del alumno. Ahora bien, como primer punto, somos nosotros quienes preguntamos, corregimos y calificamos, es decir, tenemos un poder importante visto desde los alumnos y controlamos la situación, y, segundo, además tenemos nuestros propios sentimientos y nuestras propias necesidades, por ejemplo, de controlar la clase, sí cabe una cierta manipulación, incluso inconsciente, de la evaluación y un uso de la misma ajeno a sus funciones. Cabe por ejemplo guardar preguntas secretas para el examen... con la sana intención de poder suspender a algunos, etc.; quizás todos nosotros podríamos enunciar estrategias y modos de proceder discutibles, y a la vez formalmente legítimos... No es cuestión de normas, sino de actitudes... profasr 41 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 2º El fracaso no es un indicador de éxito. Nuestro objetivo es el éxito de todos y el fracaso de ninguno. No necesitamos una determinada proporción de suspensos para considerarnos profesores exigentes. Esta extraña creencia implícita, que el fracaso es un indicador de éxito, creo que se puede encontrar con más facilidad en la universidad que en otros niveles, pero no sobra recordarla aquí. 3º El alumno tiene que estudiar, pero no tiene obligación de adivinar. Cabe siempre jugar con una cierta ambigüedad sobre el cómo de la evaluación, pues es una manera eficaz de control y de hacer un poco lo que queramos. En una comprobación de lo que se pretendía conseguir no cabe la sorpresa integral. Obviamente esto tiene que ver con mucho de nuestra comunicación con los alumnos (objetivos, normas, resultados mínimos, etc.). 4º Debemos controlar nuestros sentimientos (legítimos) para que no interfieran con la evaluación. Nos puede doler el fracaso, aunque sea parcial, de un buen alumno e incluso nos puede molestar el éxito inesperado de un mal alumno (¿habrá copiado?). Puede haber lecturas sesgadas para bien o para mal de lo que presenta el alumno. Lo que ya sabemos del alumno y nuestras expectativas pueden condicionar cómo evaluamos a unos y otros. Para calificar tendremos en cuenta todo lo que consideremos conveniente, pero el alumno tiene que percibir objetividad, justicia, que no hay favoritismos ni agravios comparativos. 10.2La evaluación como nuestra gran oportunidad de relación eficaz con los alumnos 10.2.1 Lo que pretendemos con exámenes y evaluaciones y lo que conseguimos de hecho Cuando ponemos un examen, ¿qué pretendemos? Calificar, poner unas notas... pero, ¿qué sucede de hecho? • ¿No es experiencia nuestra que después de un examen hemos ido al libro de texto o a los apuntes de clase, o hemos preguntado a un compañero para verificar si nuestra respuesta era la correcta? Y si nuestra respuesta era incorrecta entonces es cuando aprendíamos cómo había que haber respondido (quizás demasiado tarde). Hay alumnos que ni siquiera saben qué es lo que no saben... hasta que se enfrentan con la pregunta, con el problema que tienen que resolver... 42 universidad rafael landívar tema uno • ¿No es verdad que cuando después de un examen mal hecho se nos ha dado una segunda oportunidad hemos aprendido de nuestros errores y no nos equivocarnos en lo mismo? ¿No cabría dar oportunidades previas...? • ¿No es verdad que los alumnos procuran enterarse de cómo pregunta un profesor para adaptar su estudio al tipo de pregunta esperado? Quizás lo más importante que se puede decir de la evaluación es que el tipo de pregunta esperado condiciona el cómo estudia el alumno (para repetir, para expresarse, para mostrar comprensión, etc.). Y su cómo estudia es lo que a la larga le va formando o deformando (memoriza, piensa...). No solamente controlamos lo que hacen los alumnos en clase, sino cómo estudian en casa. • ¿No es verdad que cuando verificamos que en un examen hemos respondido correctamente ese aprendizaje ha quedado consolidado y ahí no nos vamos a equivocar? Evaluaciones y exámenes son además un buen método de aprendizaje. Es decir, lo que sucede con evaluaciones y exámenes, aunque no lo pretendamos, es valioso para los alumnos y con frecuencia más de lo que pretendemos ¿Por qué no convertir en finalidad explícita lo que de hecho sucede? Aquí entra el gran tema de la evaluación formativa y frecuente cuyo objetivo básico es informar. Nuestro problema puede ser nuestro exceso de trabajo, más correcciones, etc., pero existen métodos de evaluación rápida, con poco coste para el profesor y sumamente eficaces.15 10.2.2La evaluación como oportunidad para establecer una comunicación eficaz con los alumnos La evaluación es eficaz para informar aprender, orientar y motivar, en la medida en que hay una información específica sobre errores. Sobre todo es fácil hablar, pero no tan fácil en la práctica por la falta de tiempo y clases numerosas como para dar a todos una información personalizada, al menos una sugerencia. Después de corregir los exámenes y evaluaciones tenemos frescas nuestras impresiones sobre la clase. Quizás no nos resulte muy laboriosos sentarnos delante del ordenador y escribir una página a la clase que se puede entregar fotocopiada: • Por qué hemos preguntado lo que hemos preguntado, • Dónde están los fallos más importantes o generalizados, • Qué es lo que todos o la mayoría tienen claro, • Qué es lo realmente importante, • Algunos consejos sobre qué y cómo estudiar... En esta situación, comentarios a evaluaciones y exámenes, tenemos la atención garantizada y es una buena oportunidad para comunicarnos por escrito con la clase, profasr 43 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS con todos los alumnos. Son prácticas (escribir una carta a la clase) que pueden parecer poco usuales... hasta que todos nos acostumbramos a que el escribir una página a la clase puede ser algo normal e incluso una buena idea. 10.2.3Evaluación y motivación Recojo brevemente algunas ideas que ponen en relación la evaluación y la motivación, y que, en definitiva, nos remiten a nuestra comunicación y relación con los alumnos. 1º A todos nos motiva el éxito y no el fracaso. Nos motiva hacer las cosas bien y que nos lo reconozcan. ¿Reconocemos éxitos parciales, creamos situaciones de éxito aunque sean un tanto artificiales para levantar la moral de quienes más lo necesitan...? 2º Nos motivan los objetivos claros y asequibles. Nadie está motivado para intentar conseguir lo que sabe que no puede alcanzar, y mucho menos para caminar o hacer un esfuerzo importante sin saber a dónde va... 3º Nos motiva comprobar que los demás esperan mucho de nosotros. Aquí me remito al tema de las expectativas, y sin olvidar que la clave del éxito está en que nosotros somos distintos, a veces de maneras muy sutiles, con aquellos que no queremos que fracasen. 4º Nos motiva saber cómo podemos corregir nuestros errores... pero a tiempo. El feedback que llega demasiado tarde, después del último examen... pues puede ser inútil y crear frustración; y esto lo mismo a propósito de exámenes como en otras situaciones de la vida. 44 universidad rafael landívar tema uno 11. Las preguntas fuera de concurso: ampliando el ámbito de nuestra comunicación con los alumnos He tratado al menos dos importantes lugares de encuentro y comunicación con los alumnos muy específicos: las preguntas orales hechas en clase y las situaciones que nos brindan las evaluaciones y los exámenes. Estos dos lugares los tenemos ya sin buscarlos; es cuestión de aprovecharlos mejor. Un lugar de encuentro para la relación lo tenemos siempre que hacemos preguntas. Los profesores hacemos muchas preguntas, pero podemos hacer más, ampliando el campo de lo que solemos evaluar. El tipo de preguntas que voy a sugerir se pueden denominar preguntas fuera de concurso16. Si son preguntas, como las preguntas piden una respuesta, me estoy refiriendo a diálogo y comunicación, y si son fuera de concurso ya estoy sugiriendo que no tienen que ver directamente con la evaluación convencional de los conocimientos. Se trata sencillamente de la evaluación del clima de la clase: ese mundo de los sentimientos donde encontramos miedos, expectativas, aburrimiento, ganas y desganas, a veces también lágrimas y, por supuesto, sentimientos y valoraciones que tienen que ver con nosotros, con los profesores. 11.1 Por qué evaluar esta dimensión afectiva 1. En primer lugar pensemos que no todo lo que es evaluable es calificable y aquí no se trata de notas sino de una evaluación grupal y anónima que puede propiciar tanto una autoevaluación de los alumnos como un diálogo profesor-clase (y quizás profesor-alumnos concretos) provechoso para todos. La evaluación de lo que podemos denominar genéricamente domino afectivo es a la vez un método de aprendizaje, o al menos da un lugar para la reflexión. Preguntas de interés, sistematizando las respuestas, exponiéndolas a los alumnos, organizando alguna discusión o trabajo en grupo, etc., constituyen una buena técnica didáctica. 2. No nos estamos apartando de lo que más literalmente responde a nuestra tarea docente, que es ayudar al alumno en su tarea de aprender los conocimientos profasr 45 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS y habilidades que correspondan a nuestras asignaturas. Todos sabemos, y por experiencia propia, que el aprendizaje no es un proceso meramente cognitivo o intelectual. El cómo nos sentimos influye poderosamente en el cómo y cuánto aprendemos. El ignorar esta dimensión emocional no conduce a nada. 3. En este ámbito de los sentimientos vamos a encontrarnos con actitudes y valores. Solemos decir rutinariamente que valores y actitudes son importantes, pero no es frecuente que los evaluemos. Como lo que no se evalúa se devalúa (pierde interés de hecho), no es mala idea el propiciar un tipo de evaluación que facilite una reflexión y un diálogo sobre lo que posiblemente todos creemos que es importante. Pensemos que actitudes y valores o, bien, forman parte de nuestros objetivos explícitos (o de los objetivos declarados de nuestra institución) o, bien, conectan naturalmente con lo que estamos explicando en clase; de hecho en clase se puede aprender algo más que conocimientos. En los valores y actitudes de los alumnos influimos tanto si lo pretendemos como si no lo pretendemos; la interacción humana no es neutra y el mirar hacia otro lado, como si esto no tuviera que ver con nosotros, no hace que desaparezca nuestro influjo en los alumnos. Podríamos recordar ahora todo lo dicho sobre la enseñanza no intencionada. 11.2 ¿Qué preguntas podemos hacer? Qué podemos preguntar... aquello cuya respuesta nos interese o nos sea útil conocer o evaluar. También podemos hacer preguntas simplemente porque, cualquiera que sea la respuesta de los alumnos, lo que nos interesa son los comentarios que nosotros podemos hacer después. Podríamos categorizar las preguntas fuera de concurso que podemos hacer en dos grandes apartados: 1º Preguntas que tienen que ver directa o indirectamente con el aprendizaje, con el estudio, con la motivación, con la valoración de la asignatura y de su dificultad, etc. Literalmente ésta sería la dimensión emocional del quehacer cotidiano en el aula y creo que a todos nos debería interesar. Por ejemplo: expectativas al comenzar el curso, dificultad sentida a lo largo del curso ante determinados temas, preguntas incluso para evaluar la evaluación (cómo la ven: razonable, difícil, adecuada...). 2º Podemos hacer preguntas que no tienen que ver directamente con el estudio, sino con las actitudes y valores relacionados con los contenidos de las asignaturas. 46 universidad rafael landívar tema uno Esto puede ser muy importante en unas asignaturas y menos en otras, aunque personalmente creo que es importante en todas. El cómo hacerlo... se puede hacer de muchas maneras, pero quizás preguntas tipo-test, con respuestas cerradas y fáciles de analizar puede ser un método cómodo y útil. Es fácil encontrar ejemplos en numerosas fuentes. 11.3Uso didáctico de la evaluación más informal Lo que más importa es el uso que hagamos de estas evaluaciones más informales. Es más podemos hacer preguntas simplemente porque nos van a dar pie para hablar con los alumnos de temas de interés, como pueden ser: • La importancia del tema o asignatura; • Cómo estudiar la asignatura; orientaciones muy específicas para resolver dificultades...; • La disponibilidad del profesor para atender dificultades; • La necesidad de no dejar enemigos a la espalda...; • La autoconfianza, motivación, necesidad de esforzarse, etc. • Cómo el que no entiende unas cosas tampoco puede entender otras... • Y, por supuesto, traer a la conciencia las cuestiones de valores... Este tipo de preguntas nos brindan una excelente oportunidad para ampliar nuestro diálogo con la clase. Es verdad que podemos hablar de todo esto sin hacer preguntas previas, pero el nivel de atención e interés no es el mismo que si estamos comentando sus respuestas. Naturalmente tenemos que estar dispuestos a encajar las críticas indirectas que nos vengan (si las cosas no están claras, una explicación plausible es que nosotros no somos claros). Pensemos en cualquier caso que el profesor no tiene ninguna opción para decidir si los alumnos le van a evaluar o no: nos evalúan siempre... nuestra única opción es enterarnos sobre cómo somos evaluados (o mejor dicho, percibidos...). profasr 47 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS relación de los alumnos 12. La entre sí dentro del aula Nuestro tema específico ha sido la relación del profesor con los alumnos dentro del aula. Pero también los alumnos se relacionan entre sí dentro del aula, y de muchas maneras (no sólo copiando o pasándose información ilegal en los exámenes), y esta relación entre los alumnos es lo suficientemente importante como para dedicarle un poco de atención. Aquí cabría hablar del clima que potenciamos y cuyos extremos podemos situarlos en la rivalidad y competitividad por una parte y en la colaboración por otra. Este es un tema que no voy a tratar, pero sí quiero hacer algún comentario sobre las situaciones de diálogo entre alumnos que podemos condicionar con finalidades previamente pensadas y claramente educativas. Los profesores tenemos muchos poderes, más quizás de los que creemos. Uno de estos poderes es el poder dar estructura a situaciones para que pasen unas cosas u otras. Si hablamos nosotros, los alumnos nos escucharán (ése al menos sería nuestro deseo). Si les ponemos una tarea o ejercicio para que trabajen en grupos durante la clase (con puesta en común, etc.), pues eso será lo que harán. Normalmente estos trabajos en grupo (en clase o para hacer en casa) tienen un carácter académico; se trata de que aprendan algo. La sugerencia que propongo es ésta: podemos estructurar situaciones para que los alumnos hablen entre sí de cosas importantes, no directamente académicas pero que encajan bien, ocasionalmente al menos, en situaciones de clase normal. No se trata de hablar por hablar, sino con objetivos bien concretos. Podemos pensar en tres objetivos que propongo como ejemplo: 1º Integrar en el grupo a los alumnos más marginales Puede tratarse, como ejemplo, de alumnos socialmente menos competentes, más tímidos, y que no es raro que a la vez tengan problemas de aprendizaje; puede tratarse de alumnos nuevos a quienes les cuesta la integración en grupos muy hechos, y puede tratarse de alumnos pertenecientes a grupos minoritarios o simplemente distintos. 48 universidad rafael landívar tema uno Las estrategias para facilitar esta integración y la comunicación entre los alumnos pueden ser muy variadas y disponemos de una abundante bibliografía. Las estrategias de aprendizaje cooperativo están especialmente indicadas en ambientes multiculturales, cuando se trata de mejorar las relaciones entre grupos de alumnos y disminuir (o acabar con) los prejuicios.17 En este tema puede merecer la pena disponer de una mayor información o preparación personal y, desde luego, experimentar y comprobar por nosotros mismos los resultados.18 2º Aprender a trabajar juntos No por ir a muchas reuniones aprendemos a dialogar; ni siquiera aprendemos necesariamente cómo llevar una reunión. Los alumnos tienen muchas situaciones de trabajo en equipo, de tareas compartidas, etc., pero no por eso aprenden necesariamente a trabajar en equipo, a compartir o a escuchar. Lo que realmente aprendemos en esas situaciones relativamente informales son las conductas que nos funcionan, que nos dan juego. Ya he comentado en otro lugar que los alumnos nos pueden enseñar a dar gritos o a enfadarnos, si es ésa la conducta eficaz para poner orden en la clase. ¿Qué se puede aprender trabajando en equipo? Se puede aprender a no trabajar, porque ya trabajan otros. Se podría aprender a hablar, a expresar la propia opinión... si otros nos dieran la oportunidad. Una estrategia educativa que puede poner en marcha el profesor para que cualquier situación sea educativa (aunque la tarea haya sido un fracaso) es sencillamente evaluarla. Pero no él, el profesor, sino los alumnos. Es decir, el profesor puede dar estructura a una situación en la que es posible la autoevaluación. No se trata de evaluar sin más el producto del trabajo, sino el cómo hemos trabajado. Lo que hace el profesor es crear una situación de comunicación entre los alumnos con un propósito educativo. En opinión de algunos profesores con los trabajos en grupo se aprende menos que con el estudio o trabajo individual. Aunque esto fuera verdad, no me estoy refiriendo ahora al aprendizaje de los conocimientos de los que después se da cuenta en un examen, sino a otro tipo de aprendizaje, importante en sí mismo y relacionado con la comunicación entre los alumnos: aprender a escuchar, a colaborar, a ayudar, a entender y aceptar al otro, etc. Ahora bien, éste es el tipo de aprendizaje que se dará con dificultad si no se evalúa y trae a la conciencia. Lo que digo a propósito del trabajo en equipo se puede ampliar a otras experiencias, actividades didácticas, prácticas, actividades extra-académicas, etc. Pueden facilitar aprendizajes informales tanto positivos como negativos. 3º Reflexionar sobre nuestras propias actitudes y valores De intento digo reflexionar, más que educar, transmitir, etc., aunque es claro que facilitar la reflexión es educar, y que el profesor siempre transmite algo, aunque sólo sea a través profasr 49 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS de la elección de una pregunta, un tema o un caso. Lo que sí debemos tener en cuenta es que podemos suspender a un alumno porque no sabe lo que debería saber, pero en el ámbito de las actitudes y valores tenemos que respetar su libertad y su sentir. Sí podemos crear una situación en la que es posible pensar y hablar sobre cosas importantes. Ya he mencionado antes que la evaluación de actitudes y valores puede ser a la vez una experiencia didáctica de aprendizaje muy personal. Uno aprende lo que hace propio, lo que internaliza, lo que vive como válido. Nosotros creamos la situación que permite que esta actividad interna sea posible. Los alumnos pueden quizás no aprender nada nuevo, pero sí pueden clarificar cuáles son sus valores. En este ámbito de las actitudes y valores (y en otros ámbitos también), más que enseñar (o transmitir) tenemos que pensar en dar estructura a situaciones de aprendizaje. 3 Nº ejercicio de reflexión ¿ Instrucciones: reflexione y responda las siguientes preguntas con un planteamiento que demuestre el mayor dominio posible sobre el tema. 1. ¿Por qué es importante tener claro el aspecto de lo fundamental que son nuestras actitudes en la relación evaluación-manipulación? 2. ¿Qué importancia tiene el evaluar la dimensión afectiva del aprendizaje? 3. ¿Cómo puede influir el docente para elevar la calidad de la relación de los estudiantes en el aula? 4. ¿Qué piensa usted acerca de la hipótesis de que la forma en que nos relacionemos con nuestros estudiantes y la calidad de esa relación, depende de las actividades que tengamos con ellos y de la forma cómo nos vemos a nosotros mismos? 50 universidad rafael 50 universidad rafael landívar tema uno 13.Concluyendo... Indiqué al comienzo de estas páginas que no era mi intención hacer una exposición sistemática y completa sobre la relación profesor-alumno dentro del aula. Como tema invade demasiados ámbitos y llega a muchas fronteras, aunque reconozco que es posible hacer una exposición más ordenada, sistemática y completa o desde otras perspectivas. En cualquier caso, me parece conveniente hacer una breve síntesis de lo expuesto, poniendo el énfasis en lo que juzgo más importante. 1º Como punto de partida, es importante pensar en los efectos no pretendidos pero sí conseguidos a través de nuestra enseñanza y relación con los alumnos. Ahí puede estar lo más importante de nuestra actividad como profesores: incidimos en valores, actitudes, hábitos, motivación, en cómo se ven a sí mismos. Desde esta perspectiva, que no se limita a contemplar el mero aprendizaje de las asignaturas como el único o más importante objetivo, nuestra relación con los alumnos dentro del aula cobra toda su importancia. 2º El cómo de nuestra relación con los alumnos, la calidad de nuestra relación con los alumnos y nuestro impacto global en ellos va a depender, sobre todo, de nuestras propias actitudes y de cómo nos vemos a nosotros mismos en cuanto profesores. Antes de pensar en técnicas, pensemos en cómo nos vemos a nosotros mismos. 3º Nuestra relación con los alumnos no se limita a lo que solemos asociar a la expresión relaciones humanas (ser abiertos, amables, etc.) sino que abarca todas las dimensiones del proceso de enseñanza-aprendizaje que se desarrolla en el aula; nos comunicamos también con lo que hacemos: dando estructura al aprendizaje, orientando, etc. Es más, nuestra tarea básica no es otra que ayudar a los alumnos a estudiar y aprender. Una buena relación con los alumnos si no hay eficacia en la tarea docente, no es una buena relación vista desde una perspectiva más integral. Los amigos los tenemos en otros ámbitos de nuestra vida. Pero sin una buena relación, en el sentido más convencional del término, tampoco transmitiremos, o los alumnos no aceptarán, lo más importante... 4º Nuestra actitud hacia los alumnos condiciona su actitud hacia nosotros. Nuestras expectativas hacia algunos alumnos se traducen en conductas que les orientan y estimulan; esa misma actitud deberíamos tenerla con todos. Una mala relación, de profasr 51 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS hecho (con todos, o con algunos alumnos)... nos toca a nosotros intentar que cambie de sentido. Desde nuestra posición de poder y autoridad (porque los tenemos), nos es fácil echar la culpa a los alumnos (falta de interés, de motivación, etc.), pero siempre podemos explorar recursos y estrategias para mejorar la relación y estimular a los alumnos. 5º Hay momentos y situaciones dentro del aula que se prestan más a examinar, y a potenciar, nuestra relación con los alumnos: las preguntas orales hechas en clase, momentos en los que literalmente nos estamos relacionando activamente con los alumnos; toda la comunicación y relación que se da o puede darse en torno a la evaluación y las oportunidades que podemos crear ampliando el ámbito de la evaluación y yendo más allá de lo que tenemos que calificar, como las preguntas fuera de concurso, que pueden ir por donde nos parece que deben ir con una finalidad educadora: podemos crear más situaciones de relación con los alumnos. 6º Termino con tres ideas. a. No se trata tanto de hacer cosas nuevas en tiempos nuevos, sino de seguir con lo que tenemos pero quizás de otra manera, más viendo el aula no como un lugar donde se enseña y se aprende en un sentido restringido sino como un lugar de encuentro y relación que debemos aprovechar... e intentar disfrutar. Incluso para satisfacción personal y profesional propia. b. Una segunda idea completa la primera. El no ver el aula como un lugar de relación donde todos podemos aprender a ser mejores personas, donde podemos dar lo mejor de nosotros mismos, puede ser nuestra gran ocasión perdida. El pasar un curso entero con grupos de alumnos que nos dan trabajo, que nos marean de tantas maneras... es en realidad un privilegio. c. Somos distintos y tenemos derecho a ser distintos; también nuestras situaciones y posibilidades pueden ser distintas. Por eso, puede haber estilos distintos de mantener una buena relación con los alumnos dentro del aula y diversos modos de expresarla. Pero cualquier estilo de buena relación nacerá, o crecerá, desde nuestras propias convicciones sobre qué es ser profesor y del tomar conciencia de una manera muy explícita del efecto real que tiene en los alumnos todo lo que hacemos... o dejamos de hacer. 52 universidad rafael landívar tema uno 14. Referencias bibliográficas Braun, C., (1991). Teacher Expectations and Instruction. En: Marjoribanks, K., (Ed.), The Foundations of Student Learning. Adelaida: Pergamon Press, 241-253. Cross, Patricia K. and Angelo, Thomas A., (1988). Classroom assessment techniques: A Handbook for faculty. Ann Arbor: National Center for Research to Improve Post-secondary Teaching and Learning, University of Michigan. Curwin, Richard L. y Mendler, Allen N., (1983). La disciplina en clase, guía para la organización de la escuela y el aula. Madrid: Narcea. Deiro, Judy, (1995). A Study of Student and Teacher Bonding. People and Education, 3, (1), 40-67. Follman, John, (1994). Teachers as Life Influences. People and Education, 2, 1, 7-13. Fuentes, Patricio; Ayala, Amalia; de Arce, José F. y Galán, José I., (1997). Técnicas de trabajo individual y de grupo en el aula. Madrid: Pirámide. Gotzens, Concepción, (1986). La disciplina en la escuela, Madrid: Pirámide. Kutnick, Peter and Jules, Vena, (1993). Pupils’ perceptions of a good teacher: a developmental perspective from Trinidad and Tobago. British Journal of Educational Psychology, 63, 400-413. Morales Vallejo, Pedro, (1997a). Evaluación y calidad de la enseñanza. Guatemala: Universidad Rafael Landívar. Morales Vallejo, Pedro, (1997b). Las preguntas fuera de concurso: la evaluación de variables no cognitivas. Comunidad Educativa, 1997, nº 240, 41-45 (disponible en www.upco.es/personal/peter, en otros documentos). Morales Vallejo, Pedro, (2002). La relación profesor-alumno dentro del aula, 3ª ed., Madrid: PPC. Ovejero Bernal, Anastasio, (1990). El aprendizaje cooperativo: una alternativa eficaz a la enseñanza tradicional. Barcelona: PPU. Sandín Esteban, Mª Paz (1997). Implicaciones educativas de la multiculturalidad. Ponencia presentada en el encuentro “Propuestas. Espacios de pedagogía”, Fundación Santa María, Vitoria. Skinner, Ellen A. and Belmont, Michael J. (1993) Motivation in the Classroom: Reciprocal Effects Teacher Behavior and Student Engagement Across the School Year. Journal of Educational Psychology, 85, 4, 571-581. Torre Puente, Juan Carlos, (1997). Utilización didáctica de las preguntas orales. Comunidad Educativa, Nº 244, 43-47. Yamamoto, Kaoru, (1969). Many Faces of Teaching, en Yamamoto, Kaoru, (Ed.). Teaching, Essays and Reading. Boston: Mifflin and Co. Young, Suzanne and Shaw, Dale G., (1996). Characteristics of Highly Effective Teachers: A Cluster Analysis. Ponencia presentada en el congreso anual de la American Educational Research Association, New York. profasr 53 la DIMENSIÓN EMOCIONAL APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Este documento es una adaptación del libro La relación profesor-alumno en el aula, 3ª edición, Madrid, PPC, 2002. En su origen se trata de una conferencia dada en 1998 en la asamblea de la FERE (Federación Española de Religiosos) en Madrid, Santiago, Sevilla, Zaragoza y Bilbao. 2 Este esquema es original de Yamamoto (1965). 3 El hecho de que nos podamos encontrar al final con resultados no pretendidos me recuerda un proverbio creole de Belice: gati gati no wanti, en wanti wanti no gati: lo que tengo no lo quiero y lo que quiero no lo tengo. Una buena actitud nuestra sería la de querer enterarnos de lo que realmente conseguimos y tenemos. 4 Lo comentado hasta ahora es lo que juzgo de más interés para un profesor, pero caben también otras posibilidades si ampliamos el cuadro, y que también se prestarían a una buena reflexión. Por ejemplo puede haber un aprendizaje intencionado sin profesor; todos podemos aprender lo que nos gusta o lo que necesitamos sin profesor formal, como a manejar un ordenador, y también hay un aprendizaje no intencionado y sin profesor: ahí están las cosas que nos pasan sin buscarlas, y así aprendemos a ser confiados o desconfiados, etc. Buena parte del aprender a vivir y de cómo relacionarnos con los demás se aprende sin querer aprenderlo y sin profesor formal. 5 Follman (1994). 6 La investigación hecha con 1,633 alumnos de primaria y secundaria es de Kutnick y Jules (1993) y la investigación hecha con profesores de universidad es de Young y Shaw (1996). 7 Estas ideas las tomo de otra investigación (Deiro, 1995), basada en entrevistas en profundidad hechas a buenos profesores, a algunos de sus alumnos y también a sus padres. No sobra mencionar aquí que en otra investigación, citada por la misma autora, se llega a la conclusión de que los centros escolares que proporcionan en su conjunto un apoyo más eficaz a los alumnos en su proceso de maduración, son aquellos en los que los objetivos que los profesores tienen para sus alumnos coinciden con los objetivos del centro. 8 A propósito del influjo del profesor no ya en sus alumnos, sino en los alumnos (o hijos...) de sus alumnos, me viene a la mente la poesía de Gabriel Celaya: Educar es lo mismo/ que poner un motor a una barca/.../ Pero es consolador soñar,/mientras uno trabaja,/ que ese barco, ese niño/ irá muy lejos por el agua./ Soñar que ese navío/ llevará nuestra carga de palabras/ hacia puertos distantes, hacia islas lejanas./ Soñar que cuando un día/ esté durmiendo nuestra propia barca/ en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada. 9 Este modelo es original de Skinner y Belmont (1993); aquí lo adapto y simplifico. Los autores no se limitan a presentar un modelo de la relación global profesor-alumno centrado en la motivación de los alumnos, sino que lo confirman con una buena investigación. 10 Sobre el prejuicio y sus implicaciones educativas en ámbitos multiculturales puede verse Sandín (1997). 11 La abundante literatura e investigación sobre las expectativas del profesor y sus efectos en los alumnos parte de la conocida obra de Rosenthal y Jacobson, Pigmalión en la escuela, de 1968, y que literalmente ha generado docenas de investigaciones. 12 Los modelos presentados en los cuadros V y VI sobre el origen y efectos de las expectativas en el aula son adaptaciones del que presenta Braun (1991). 13 Referencias útiles sobre el tema de la disciplina son Curwin y Mendler (1983, con numerosas sugerencias prácticas y cuestionarios de análisis) y Gotzens (1986, con un claro planteamiento conceptual). 1 54 en el universidad rafael landívar tema uno Reproducido de Torre Puente, 1997. Un método de evaluación rápida que se está popularizando es hacer una pregunta al final de la clase que los alumnos deben responder en una papeleta (respuesta muy corta) sobre lo visto en esa clase; más que de corrección habría que hablar aquí de clasificación de las papeletas según la respuesta. En inglés tiene este método un nombre muy claro: one minute papers. Sobre métodos rápidos de evaluación me extiendo más en otro lugar (Morales, 1997), y otros métodos rápidos e igualmente simples y adaptables a diversas edades, pueden verse en Angelo y Cross (1993). 16 El origen del término fuera de concurso está en la costumbre de algunos profesores de añadir este tipo de preguntas a las evaluaciones y exámenes convencionales; este tema lo amplío en otro lugar (Morales, 1998). 17 Pueden verse en Sandín (1997) numerosas referencias bibliográficas sobre la eficacia de los métodos cooperativos de aprendizaje en contextos multiculturales para disminuir o eliminar los prejuicios. Naturalmente este es un problema que ha interesado en muchos lugares. 18 Sobre los trabajos en grupo y del aprendizaje cooperativo, en general, existe una abundante bibliografía; puede verse tratado con amplitud en Ovejero (1990); se apoya en una abundante investigación y ofrece numerosas sugerencias metodológicas; en Fuentes y otros (1997) pueden encontrarse esquemas de ejercicios grupales para el aula según distintas finalidades y bibliografía comentada. 14 15 profasr 55 la 56 DIMENSIÓN EMOCIONAL universidad rafael landívar en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS tema DOS dos tema El profesor educador y la relación con los estudiantes profasr 57 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS í ndice 1. La relación educativa y el profesor educador: algunas ideas introductorias............................................................................. 59 2. El mensaje de los efectos no pretendidos de la enseñanza: ¿Educamos, deseducamos o simplemente perdemos el tiempo?................... 62 3. Buscando oportunidades.................................................................................. 73 4. Cuando la realidad nos pone difíciles las buenas relaciones........................... 87 58 58 universidad universidad rafael rafael landívar tema DOS 1. La relación educativa y el profesor educador: algunas ideas introductorias Mi punto de partida va a ser una reflexión sobre lo que de hecho sucede en el aula. Apelando sobre todo a nuestra propia experiencia y a nuestra propia observación. De ahí creo que podemos llegar a un breve perfil nuclear del profesor a quien de manera espontánea le va a brotar un estilo de relación que va a ser un estilo educador. Es el tipo de relación que mantiene el profesor con los alumnos lo que hace de él un educador. No busco un perfil muy acabado sino llegar a un núcleo de actitudes o creencias que se traducirán o expresarán después en unas conductas que podamos llamar educadoras. La palabra conducta es importante: no se puede hablar de relación sin hablar de comportamientos concretos. Creo que no es necesario convencer a nadie de que cualquier profesor, además de las funciones obvias sugeridas por los términos profesor o maestro (prepara sus clases, explica, comprueba, califica; contribuye al aprendizaje de una asignatura), puede además asumir una función de educador tal como solemos entender esta función: de una manera u otra un profesor puede ayudar a sus alumnos a crecer y a madurar tanto intelec-tualmente y en el ámbito de su asignatura como en otros ámbitos más personales, al menos indirectamente. Intuyo que de esto estamos ya convencidos, al menos si en nuestra vida hemos tenido la buena experiencia de haber tenido algún profesor del que hemos aprendido bastante más que los conocimientos de su asignatura. Aun así en este momento no sobra dar algunas razones para pensar que el profesor debe ser también educador, y me fijo en estas tres razones: 1. La relación que se da en el aula está inevitablemente asociada a la educación. En clase nos relacionamos con nuestros alumnos: damos normas, explicamos, preguntamos, reprendemos... Aunque un profesor no asuma más o menos conscientemente la función de educador, no por eso deja de estar educando o deseducando en un grado u otro a través de la relación que mantiene con sus alumnos: es preferible que lo que es inevitable funcione para bien de los alumnos (y satisfacción nuestra). Esta es una idea en la que voy a insistir de varias maneras, porque es de aquí de donde nos puede salir un perfil nuclear del profesor que es educador por su manera de relacionarse con los alumnos (y no solamente por los buenos consejos que pueda darles). profasr 59 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 2. Los objetivos de los centros académicos suponen profesores que también son educadores. Esta es otra razón importante para muchos de nosotros. En las declaraciones de principios, no ya de colegios de Educación Infantil, Primaria y Secundaria sino de muchas Universidades, se expresan con toda claridad y contundencia unos objetivos que sólo pueden calificarse como objetivos no de mera enseñanza de conocimientos y habilidades, sino de una educación que toca ya el ámbito de los valores. ¿En qué van a quedar esos obje-tivos tan solemnemente proclamados si los profesores no se sienten y no son de hecho educadores, cualquiera que sea la asignatura que imparten?2 La relación profesor-alumno es especialmente importante precisamente con estos objetivos que trascienden lo puramente académico. Aquí cabría decir dos palabras sobre la tan traída y llevada calidad de la enseñanza. Más que hablar de la calidad de la enseñanza, así en abstracto, habría que hablar de la calidad de los enseñados3 o de la calidad del aprendizaje de nuestros alumnos. Si en los alumnos que terminan sus estudios con nosotros (o en mi asignatura, conmigo...) no hay calidad, no hay calidad de la enseñanza. La calidad no se mide por el número de ordenadores, ni por los metros cuadrados edificados, ni por la modernas instalaciones, sino por los metros cúbicos de calidad humana, primero en los profesores-educadores, y a continuación y como consecuencia, en la calidad de los alumnos. Difícilmente vamos a llegar a esa calidad en los alumnos, que algo deberá incluir de lo que decimos en nuestras declaraciones de principios, si los profesores no asumen simultáneamente su función como educadores. 3. El aprender es un proceso cognitivo y emocional. Sabemos de sobra que el aprender no es un proceso meramente cognitivo o intelectual; en buena medida es también un proceso emocional y, si nos tomamos en serio esta dimensión emocional (simplemente procurando que los alumnos se sientan bien para que aprendan más y mejor), tendremos que cuidar nuestra relación con los alumnos, y ya estamos integrando docencia y educación en una única función4. 60 Hago también dos observaciones que me parecen importantes. • Cuando hablamos del profesor-educador, del profesor que mantiene una buena relación con sus alumnos, podemos pensar que su lugar más propio es la clase con niños o adolescentes. Yo incluyo también a los alumnos universitarios y de postgrado. Personalmente tengo más in mente al profesor universitario. De alguna manera incluyo toda relación incluso entre adultos, aunque formalmente no haya ni profesores ni alumnos, porque toda relación influye en los que se relacionan. Naturalmente con todos los matices y diferencias que en cada situación sea oportuno señalar. universidad rafael landívar tema DOS • No confundamos lo que solemos llamar relaciones humanas con la buena relación a la que me refiero ahora, que se da en la clase y en un contexto docente. Si los alumnos no aprenden, si el profesor no enseña bien, ahí no hay una buena relación en el aula, porque a clase se va, en primer lugar, a enseñar y a aprender, no a pasarlo bien. Es una razón más para hablar del profesor educador más que de una buena relación en el aula, porque el término buena relación puede ser equívoco. Para centrar esta exposición me voy a fijar en dos ideas, o más bien en dos tipos de ideas o grandes temas; se pueden tratar con una extensión muy desigual pero ambos, a mi juicio, son importantes: 1º La primera idea ya la he sugerido antes: en toda relación interpersonal, y en la clase se da una relación interpersonal, se da también un influjo mutuo, para bien o para mal o para no tan bien, y ese es un dato de la realidad5. Esta es una razón para evitar la discusión sobre si el profesor tiene también que ser educador: el profesor de hecho, de alguna manera y en algún grado, o está educando o está deseducando; podríamos incluso hablar del perfil del profesor deseducador. Cabría hablar también del profesor neutro. Yo hablaría entonces de la gran ocasión perdida: no ver y no vivir el aula como un lugar que, por ser lugar de encuentro y de relación, brinda al profesor, a cualquier profesor, una oportunidad de hacer algo más en provecho de sus alumnos. Según como se quiera ver, ser maestro o ser profesor es un privilegio, precisamente por esta oportunidad que la misma situación docente da de contribuir a que otros sean más. De aquí sí va a salir un perfil nuclear del profesor que también quiere ser educador. 2º Deseo bajar también a algo más concreto: a las oportunidades y situaciones que tiene el profesor en el aula para ser además un buen educador, y bajar también a conductas muy concretas, educadoras o deseducadoras, o ni una cosa ni la otra si no se dan, y en este caso estaremos en la gran ocasión perdida mencionada antes. Es decir, nuestra relación con los alumnos se expresa en situaciones concretas, y a esas situaciones hay que llegar. No se trata, por lo tanto, de quedarnos en una enumeración razonada de rasgos, en una lista de adjetivos calificativos aplicables al profesor-educador, sino más bien de traer a la conciencia lo que sucede o puede suceder en el aula como consecuencia de cómo somos nosotros y que es clave, primero, para entender qué es ser profesor-educador o qué es una relación educadora y, segundo, para caer en la cuenta de las oportunidades que tiene cualquier profesor de ser genuinamente un educador. profasr 61 la DIMENSIÓN EMOCIONAL 2. en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS El mensaje de los efectos no pretendidos de la enseñanza: ¿Educamos, deseducamos o simplemente perdemos el tiempo? Una manera de visualizar por qué no podemos prescindir de la dimensión explícitamente educadora de la tarea docente es pensar en los efectos no pretendidos de la enseñanza. Que pueden ser buenos, y también, a veces, no tan buenos. Porque ciertamente la única consecuencia de la enseñanza no es el aprendizaje logrado por los alumnos y que demuestran después en un examen; también podemos conseguir que nuestros alumnos no quieran aprender más, al menos no más de nuestra asignatura. En el cuadro adjunto tenemos de manera muy simplificada cómo se relaciona lo pretendido y lo no pretendido, por parte del profesor y por parte de los alumnos6. cuadro I el alumno aprende... el profesor enseña... Sí intencionadamente, porque quiere enseñar zonas que ocupan nuestra atención consciente, dimen-sión formal... énfasis en los conocimientos de la asignatura No intencionadamente, sin pretender enseñarlo o sin darse cuenta, o de manera menos consciente... áreas que pueden escaparse más a nuestra atención; dimensión más informal... área de influjo prevalente: valores, actitudes, motivación... 62 Sí intencionadamente, porque quiere aprender A No intencionadamente, aún sin querer aprender área normal procesos habituales de enseñanzaaprendizaje; el alumno medio estudia trabaja, aprende... área de los problemas Problemas de aprendizaje, de motivación... pero gracias a los ejercicios, evaluaciones... hay alumnos que terminan por aprender a pesar de sus pocas ganas... área de los modelos de identificación... el alumno quiere ser como... el atractivo del profesor le convierte en modelo de identificación. Muchos aprendizajes importantes para la vida (valores, actitudes, conductas) se aprenden por imitación de los modelos que presentan los medios de comunicación social... área de las sorpresas Enseñamos cosas más importantes que nuestra asignatura con lo que somos, con nuestro modo de relación con los alumnos, con comentarios incidentales... el interés y el desinterés, la autoestima, las ilusiones... son enseñadas y aprendidas... universidad rafael landívar C B D tema DOS Lo que se quiere trasmitir con este cuadro se entiende con facilidad: hay un aprendizaje intencionado y un aprendizaje no intencionado, de la misma manera que hay una enseñanza intencionada y una enseñanza no intencionada. Dicho de manera más simple: no todo lo que se aprende se quiere aprender, ni todo lo que se enseña se quiere enseñar. Naturalmente ese sí y ese no, referidos a la intención de enseñar y aprender, son más bien los extremos de un continuo, pero poniendo solamente los extremos se facilita nuestra reflexión. Volviendo al profesor-educador: • La enseñanza intencionada (primera fila, áreas A y B) corresponde a la dimensión más formal que solemos identificar con el mero ser profesor. Allí nos movemos con plena conciencia; para eso vamos a clase: preparamos nuestras clases, explicamos, proponemos y corregimos tareas, examinamos, calificamos. El contenido prevalente es el que corresponde al programa de la asignatura. • La enseñanza no intencionada (segunda fila, áreas C y D) correspondería más a la dimensión más informal en la que con más facilidad podemos encontrar al educador. Aquí nos movemos quizás con menor conciencia y más improvisación, e incluso puede suceder que de una manera totalmente inconsciente, tanto que nos pueden sorprender los efectos producidos en los alumnos por esta enseñanza implícita. Lo que podríamos denominar contenido o área prevalente de influjo en los alumnos (es decir, qué estamos enseñando), está ya más en la línea de las actitudes, los valores y las motivaciones de los alumnos, y sin que esto suponga un divorcio de lo más puramente académico. Digamos que la dimensión académica es el soporte, la oportunidad de una relación con los alumnos potencialmente educadora. Naturalmente los contenidos (por llamarlos de alguna manera) que aquí atribuyo a la enseñanza no intencionada pueden ser perfectamente intencionados y conscientes (e incluso programados), pero frecuentemente se escapan a la intención formal o les prestamos una menor atención. En buena medida, y por parte del profesor, se trata de conductas y reacciones espontáneas que reflejan su modo de estar en la clase, su actitud hacia los alumnos, cómo concibe, al menos de manera implícita, su propio rol como profesor, etc. Lo que aquí hay que destacar es que el profesor influye en el alumno de muchas formas y maneras y con efectos que trascienden la dimensión meramente cognitiva: un profesor puede conseguir que sus alumnos aprendan matemáticas, y además puede conseguir simultáneamente que sus alumnos odien las matemáticas 7 o puede conseguir que sus alumnos aprendan que no tienen capacidad para entenderlas8. La educación y la profasr 63 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS deseducación (o impacto negativo en el área afectiva de los alumnos) está ahí, tanto si nos gusta como si no nos gusta. Una primera característica del profesor, que además es educador o que además quiere ser educador, va a ser esta: trae a la conciencia los posibles efectos no pretendidos de nuestra enseñanza, se hace consciente de los procesos y de las conductas (nuestras, de los profesores) que con frecuencia se escapan a nuestra atención y que son las que van modulando actitudes, valores, talantes de los alumnos. Ahí está el impacto educador... o deseducador. En estas áreas está lo más informal de nuestra actividad, pero que puede ser también lo más importante: en el aula, si descuidamos lo informal, es decir, nuestra relación con los alumnos, podemos estar descuidando lo que en definitiva puede ser más importante. Lo mismo puede suceder también en cualquier otro aspecto de nuestra vida, podemos dejar fuera la vida misma. En el área de los modelos de identificación pongo el énfasis en los resultados positivos, y en el área de las sorpresas pongo el énfasis en los efectos negativos, pero esto no tiene que ser así necesariamente. Los dos apartados no intencionados merecen un comentario específico, porque de ahí va a salir, tal como yo lo veo, la imagen inicial, quizás todavía un poco borrosa, del profesoreducador: hay que elevar al plano de la conciencia, de lo formal, de lo verbalizado, de lo previsto, lo que realmente sucede en el interior de nuestros alumnos como consecuencia de lo que nosotros profesores somos, decimos y hacemos. Después habrá que sacar consecuencias; consecuencias que, por otra parte, no tienen que ser las mismas ni para todos, ni para todas las situaciones. 2.1 El profesor en cuanto modelo de identificación 2.1.1 ¿Podemos ser nosotros modelos de identificación? Algo que podemos traer a la conciencia es que todos podemos ser modelos de identificación para nuestros alumnos. Modelos que pueden ser, naturalmente, parciales y limitados, pero no por eso menos inspiradores. a. Qué es ser modelo de identificación es claro: trasmitir un atractivo, un convencimiento que espontáneamente mueva al otro a sentir un yo quiero ser como él; al menos en algunas facetas o aspectos que pueden ser muy importantes. Es un 64 universidad rafael landívar tema DOS aprendizaje por imitación y contagio. Muchas personas han cambiando en su vida porque se han encontrado con alguien y se han dicho: yo también... (¿no recordamos ninguno?) y ese yo también no suele referirse a cosas triviales precisamente; puede suponer un cambio radical en cómo enfocar la vida entera. b. Muchos aprendizajes importantes de la vida, y otros muchos no tan importantes, se aprenden a través de modelos de identificación. El niño aprende a ser hombre y la niña aprende a ser mujer, inicialmente viendo cómo son papá y mamá. Muchos profesores (¿casi todos?) han aprendido a ser profesores imitando a sus propios profesores (y no siempre hemos tenido buenos modelos). Los medios de comunicación social presentan modelos de identificación continuamente, incluso en los anuncios comerciales. No es un tema trivial para cualquier profesoreducador. c. Por parte nuestra, de los profesores, puede parecer pretencioso decir ‘yo voy a ser un modelo de identificación para mis alumnos’. Por eso los modelos de identificación están puestos, con cierta modestia, en la enseñanza no intencionada. Lo que sucede es que nosotros estamos ahí, puestos bien a la vista, como en un escaparate, y queramos o no queramos somos aceptados o somos rechazados, o simplemente pasamos sin pena ni gloria. Pero la potencialidad de influir para bien con lo que somos, con lo que los alumnos puedan ver en nosotros, ahí está.9 Por parte del alumno este aprendizaje está puesto en el área de lo intencionado, aunque esto es muy relativo. Sí es verdad que el alumno puede asumir al profesor, más o menos conscientemente, como modelo (aunque no lo conceptualice así); es más, incluso se trata de vivencias que los alumnos suelen comentar entre sí (y nosotros mismos recordando a algunos antiguos profesores). d. La pregunta obvia es ¿y qué tengo que hacer yo? Mi respuesta en este momento es simplemente señalar dos condiciones necesarias para ser modelo de identificación, aunque se trate de un modelo parcial y limitado (pero a fin de cuentas modelo con un impacto educador en los alumnos): 1. La primera condición es ser percibidos como buenos profesores, en el sentido más convencional del término. Hay que transmitir ciencia, hay que transmitir que se sabe de qué se está hablando (se puede saber y no transmitir que se sabe...), y además los alumnos tienen que darse cuenta de que están aprendiendo. La situación que podríamos resumir con un aquí se pasa muy bien pero no aprendemos nada, es una mala situación. A clase se va a aprender.10 profasr 65 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 2. Además el profesor debe ser querido por sus alumnos. Naturalmente hay muchas maneras de querer; digamos al menos que el profesor debe ser cordialmente aceptado por sus alumnos. Muchos buenos mensajes, explícitos o implícitos, pueden quedarse en el camino simplemente por el rechazo que despierta el mensajero y muchos posibles y excelentes testimonios (por ejemplo, testimonios de vida personal o profesional) pueden permanecer invisibles porque lo que realmente se ve, no se acepta y tapa todo lo demás. Y ahora dos breves observaciones sobre la evaluación del profesor por parte de los alumnos porque tienen que ver con el cómo nos ven nuestros alumnos. Es un tema que puede ser incómodo y conflictivo, pero en este momento no sobra hacer dos observaciones porque son relevantes tratando de la relación con los alumnos en el aula. a. La primera observación es que los alumnos evalúan siempre a sus profesores, de manera informal y espontánea; de la misma manera que nosotros hemos evaluado, juzgado, a nuestros propios profesores, y digamos que no siempre han quedado muy bien parados. Nuestra única opción es querer enterarnos, o no enterarnos, de cómo somos evaluados de hecho. Este tipo de evaluación se da de manera espontánea e informal en toda relación humana. b. La segunda observación es ésta: no se trata de discutir sobre si los alumnos tienen o no tienen razón, o de si son jueces competentes (¿no lo éramos nosotros cuando éramos alumnos?), sino de enterarnos de cómo somos percibidos. Por si eso nos dice algo. Si de alguna manera nos rechazan (incluso sin razón a juicio nuestro) ya podemos irnos olvidando del profesor-educador. 2.1.2 ¿Existe el profesor ideal? Parece una pregunta obvia después de hablar del profesor como modelo de identificación: ¿Cómo tengo que ser yo para ser un profesor excelente, con un influjo muy positivo en mis alumnos? La respuesta es no; afortunadamente el profesor ideal no existe, para consuelo de todos nosotros. No tenemos un modelo inasequible qué imitar. Sí podríamos hacer una lista de una serie de características deseables en un buen profesor, pero que además seguramente serían también deseables en cualquier tipo de persona y en cualquier tipo de profesión. a. Todos hemos tenido muchos profesores, y posiblemente todos recordamos buenos profesores, que nos han aportado algo valioso, y que a la vez eran muy distintos entre sí. b. Lo que dice nuestra propia experiencia lo dice también la investigación educacional: no existe un tipo único de buen profesor; es verdad que hay rasgos y conductas típicas de los buenos profesores, pero no es imprescindible tenerlas todas, aunque algo en lo que tienden a coincidir este tipo de investigaciones (sobre el buen profesor, y bueno en estos estudios suele ser eficaz) es en la importancia de los aspectos relacionales (respeto, comunicación, etc.).11 66 universidad rafael landívar tema DOS c. No solamente varían las situaciones (cursos, centros, tipos de alumnos, edades distintas, etc.), sino que nosotros como personas somos distintos y además tenemos derecho a ser distintos. Nuestra tarea es descubrir y potenciar el buen profesor que todos llevamos dentro. Si no hay un profesor ideal, nos va a costar hacer un perfil del buen profesor, del que establece una buena relación educadora con sus alumnos, aunque realmente sí cabe hacer un perfil nuclear del buen profesor, y en eso estamos, aunque cada uno tendrá que personalizar ese perfil. 2.2 El área de las sorpresas: cuando los alumnos aprenden lo que no vinieron a aprender El área D del cuadro I la denomino de las sorpresas, porque con frecuencia vemos en los alumnos, en los nuestros o en los de otros profesores, resultados que nos sorprenden, aunque no nos deberíamos sorprender, porque allí se encuentran aprendizajes que posiblemente también han sido nuestros cuando éramos alumnos ¿Nunca hemos aprendido de algún profesor que su asignatura era perfectamente inútil? No debemos olvidar que los gustos y los disgustos son tan aprendidos como cualquier tema de cualquier asignatura. Y cuando se aprende algo, es porque alguien lo enseña. A modo de sugerencia, estos pueden ser algunos ejemplos de lo que puede enseñar algún profesor sin pretender enseñarlo y los alumnos pueden aprender aunque no era eso lo que esperaban aprender:12 • Que el esfuerzo no compensa, porque no es reconocido, o porque el coste es superior al beneficio... • Que no merece la pena estudiar en serio porque se puede aprobar haciendo trampas, o haciendo al final un esfuerzo puramente memorístico... • Que la asignatura es inútil y no merece la pena, ni aporta nada a la propia formación, ni dice nada para la vida; el aprobarla es un trámite necesario... (aunque esta reflexión no se la haga el alumno medio, quizás muchos tampoco se hagan la reflexión opuesta... pensemos en las ocasiones perdidas... por omisión). • Que los valores que parece que defiende o que representa el profesor no merecen la pena... porque él tampoco merece la pena, al menos a mí no me gusta... • Que lo que importa es llevarse bien con los demás, sobre todo con el profesor... • Que yo no valgo, que no soy capaz, que con lograr el mínimum para aprobar tengo más que suficiente... • Que mi grupo es un perdedor y es inútil intentarlo... Esta lista podría obviamente ser distinta o, quedándonos en lo más académico, podríamos limitarla a aprendizajes directamente relacionados con los contenidos de la asignatura: profasr 67 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS se puede aprender que la asignatura es aburrida, difícil y además inútil. Realmente con el esfuerzo que supone preparar las clases, las energías y el tiempo que consumimos, los horarios y calendarios ajustados que tenemos que soportar a veces... ¿No es una pena que quizás lo que estemos enseñando sin darnos cuenta, al menos en parte, pueda ser precisamente lo que nunca hubiéramos querido enseñar? Ahora vendrían dos preguntas: 1ª ¿Se podría aprender exactamente lo contrario? Es decir, ¿merecería la pena que nuestros alumnos aprendieran que son personas valiosas y capaces13, que el estudio en serio merece la pena, que nuestra asignatura tiene mucho que aportarles, que el objetivo no es aprobar sino aprender, etc., etc.? Obviamente sí y, de hecho, es lo que sucede en muchos casos; pero si se aprende es porque de alguna manera se está enseñando. Y esto ¿no es educar? Pensemos además que este aprendizaje afectivo va a potenciar, va a reforzar el aprendizaje convencional de cualquier asignatura. Con niños, con universitarios, con adultos. Creo que podemos decir que el profesor eficaz tiene, casi necesariamente, mucho de educador. 2ª La segunda pregunta es esta: este aprendizaje malo de la lista precedente lo he presentado en el área de las sorpresas, en la que encontramos lo que el profesor no quería enseñar pero sí lo enseña, y el alumno no quería aprender, pero sí lo aprende; es donde se cruzan las dos no intenciones. Lo que el alumno quiera o deje de querer es asunto suyo pero, por parte del profesor, ¿no merece la pena querer conscientemente y tratar de enseñar activamente todo aquello que va hacer del alumno una persona mejor? Mi respuesta (y supongo que la de muchos otros) es que sí merece la pena y puede que, incluso así, logremos que algunos alumnos aprueben nuestra asignatura a la primera... Una cosa me parece cierta: la docencia entendida y vivida así, como tarea que trasciende la mera enseñanza de un programa que hay que cubrir, es mucho más estimulante para el profesor. Es más, vistas así las cosas, no hay asignaturas inútiles, ni siquiera la estadística.14 Ciertamente si un profesor quiere potenciar un aprendizaje significativo, que de alguna manera va a permanecer aunque se olvide la asignatura: 1º Tendrá antes que pensarlo y proponérselo; al menos será más eficaz que si se deja llevar sin más de la improvisación; 2º Tendrá que pensar en algún momento qué hacer o qué corregir para que no quede todo en unas buenas intenciones. 68 universidad rafael landívar tema DOS 2.3 El perfil nuclear del profesor educador Ahora sí podemos hablar del perfil del profesor-educador, del que realmente puede mantener una relación educadora con sus alumnos, pero no se trata de una lista de rasgos, sino de actitudes y creencias que se van a manifestar en nuestro estilo de relación en la clase. Lo que nosotros hagamos (subrayo la conducta) no saldrá de un catálogo de consejos, ni de una lista de hermosos adjetivos calificativos, ni de la descripción de una personalidad atractiva, sino de nuestros propios convencimientos, de nuestra propia respuesta a la pregunta de qué es ser profesor. Cómo ser consecuente con nuestras creencias es un problema (o un desafío) posterior; primero hay que establecer un perfil o mejor un núcleo de creencias: quiénes somos en cuanto profesores, cómo nos vemos a nosotros mismos. No sé si el término creencia es el más acertado, pero me parece más radical o más expresivo que el de actitud. Un breve resumen de cómo es (o más bien de cómo piensa, qué cree) el profesor que quiere trascender la mera docencia y ser además, de manera consciente y refleja, un educador, iría en esta línea (coherente por otra parte con lo que vengo exponiendo):15 El profesor-educador: 1º Ve su profesión docente como una oportunidad para ayudar y servir a los demás. No sé si expresado así, hablando incluso de servicio, resulta demasiado evangélico, pero en cualquier caso el compromiso personal que supone la profesión docente asumida como acción educadora, implica vernos a nosotros mismos dispuestos a poner lo que somos al servicio de nuestros alumnos, y esto sin necesidad de salirnos del ámbito y de los objetivos propios de la relación académica. Bien entendido que lo académico, tanto a veces por los mismos contenidos como por los procesos emocionales y cognitivos que desencadena el aprendizaje, no se reduce a lo que está puesto en un programa. Es verdad, además, que lo que sucede en la clase va más allá de la misma clase; los efectos en el alumno no desaparecen cuando sale del aula. También podemos pensar, sin subir a grandes alturas, que nuestros alumnos son nuestros clientes (término que nos puede parecer inadecuado), a los que tenemos que prestar un servicio. Dicho en términos poco elegantes, el alumno invierte con nosotros tiempo, energías y recursos económicos y tiene derecho a esperar de nosotros calidad docente y calidad educativa, es decir, tiene derecho a esperar de nosotros un buen servicio. Para eso estamos nosotros, ésa es nuestra obligación profesional. Pensemos que nuestra tarea como profesores no es enseñar, sino ayudar a aprender. profasr 69 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Naturalmente podemos ver la profesión docente como una oportunidad legítima para otras cosas (es un puesto de trabajo), pero en última instancia son las necesidades de nuestros alumnos, las que ellos sienten y las que nosotros vemos aunque ellos no las sientan y manifiesten, las que justifican nuestra profesión. Hasta dónde llegan nuestras obligaciones y compromisos... estamos en el terreno de las creencias y de las opciones personales, pero difícilmente vamos a ser buenos educadores si no vemos nuestra situación como una gran oportunidad para ayudar a nuestros alumnos. 2º Cree en su responsabilidad ética y moral de hacerse consciente del impacto que los profesores, tienen en sus alumnos. Ya he comentado suficientemente este punto, pero insisto en tres matices. 1. No se trata de saber o conocer, o de ver un esquema muy claro, sino de tomar conciencia. Este impacto de todo profesor está allí, y no se pueden cerrar los ojos a esta realidad. Si se cierran los ojos... no por eso desaparece el impacto, el influjo que de hecho tenemos en nuestros alumnos. 2. Hablo de responsabilidad ética; otros podrán tratar de la ética de la educación con más autoridad y conocimiento que yo, pero 1º no dejar de hacer el bien que podamos hacer y 2º evitar el mal que quizás podemos inconscientemente hacer ¿No cae dentro de lo que podemos denominar responsabilidad ética? Yo al menos así lo veo, y esto puede obligar a un cierto examen de conciencia. 3. Los profesores no somos todo, por supuesto, pero tengamos en cuenta que: a. Sí tenemos una incidencia importante, o podemos tenerla, en la vida de nuestros alumnos, y casi sin darnos cuenta; son muchas horas las que pasan con nosotros, trabajan y se esfuerzan en función de nuestras orientaciones, etc. b. Es importante la formación permanente, estar abiertos a nuevas tecnologías, saber hacer diseños curriculares, etc.; pero... el caer en la cuenta de la trascendencia de lo que hacemos en clase puede ser más eficaz que recibir cursos específicos exclusivamente de actualización didáctica.16 c. Nosotros evaluamos y calificamos los objetivos pretendidos (más o menos) en el ámbito de los conocimientos y habilidades académicas; pero ¿nunca se nos ha ocurrido evaluar, buscar datos de lo que intuimos que puede estar pasando, aunque presintamos que no nos va a gustar lo que podamos encontrar? 3º Acepta la responsabilidad de verse a sí mismo como posible modelo de identificación para sus alumnos. No sé si esto puede parecer excesivo. Elevado a la categoría de presupuesto para ser educador, ciertamente implica asumir una responsabilidad importante; en cualquier caso, esta posibilidad es insoslayable. Leyendo biografías, o autobiografías, de personas 70 universidad rafael landívar tema DOS que han sido notables en alguna esfera de la actividad humana o del pensamiento, es frecuente ver que estas personas se encontraron en su vida con otras personas sin cuyo influjo su vida hubiera sido quizás diferente.17 Nosotros nos iremos yendo... ¿No quedarán algunos alumnos nuestros que quizás gracias a nosotros, en parte al menos, harán en su vida cosas importantes, o serán personas más valiosas por algo que vieron en nosotros? Aunque nadie escriba después su biografía. Ser una buena persona es ya importante y a eso, al menos, podemos contribuir. 2.4 ¿Y ahora qué? Ama et fac quod vis Un perfil que sólo se fija en algunas actitudes y convencimientos básicos puede parecer muy pobre; parece que habrá que decir algo más. Podremos decir algo más, y lo diremos, pero quizás no sea tan necesario. Y menos con un carácter muy general, aplicable a todo tipo de situaciones. Podríamos decir con San Agustín: ama et fac quod vis; ama y haz lo que quieras. Si está garantizado lo básico, el motor, lo demás nos saldrá solo. Si nos equivocamos, nos corregiremos; si necesitamos más información o más formación, la buscaremos, pero todo saldrá de cómo nos vemos a nosotros mismos en cuanto profesores. Los problemas, y las soluciones, están dentro de nosotros. Me viene a la memoria una anécdota que ilustra bien lo que quiero comunicar. No hace muchos años di un seminario, o unas charlas, a un grupo de maestros indígenas de diversas etnias mayas.18 No recuerdo exactamente qué dije a aquellos maestros, pero ciertamente ahí salieron estos temas: la educación como servicio, atención a lo que de hecho conseguimos y no queremos conseguir, nosotros como modelo de identificación para nuestros alumnos... Al terminar se me acercó un viejo maestro indígena, caminando ya con dificultad. Y me dijo simplemente esto: si alguien me hubiera dicho esto hace treinta años, yo hubiera sido una persona distinta. Esta anécdota, real, me brinda dos consideraciones: 1ª Efectivamente hay cosas que es mejor escucharlas, pensarlas, madurarlas, hacerlas propias... hace treinta años. Quizás, no sé, todo esto sobre para los docentes que provienen de estudios específicos de educación o de magisterio. Otros lo descubren por sí mismos, o lo llevan dentro desde siempre, o su propia concepción de la vida contagia todo lo que hacen; otros han tenido buenos modelos. Conocemos muchos buenos ejemplos de profesores que son también excelentes educadores y hace treinta años nadie les hizo pensar en nada de esto, que todo hay que decirlo. Pero no siempre es este el caso. El maestro indígena de mi anécdota era un maestro de los que allí deno-minan empíricos (maestros que sin preparación formal previa han sido contratados para enseñar). Es posible que en una universidad, o en un colegio, profasr 71 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS podamos encontrar muchos profesores bien capacitados en conocimientos, con la titulación apropiada, bien intencionados, pero, según como se mire, pueden ser maestros empíricos, y no por culpa suya. Nadie les dijo nada hace treinta años, y quizás les hubiera venido muy bien. 2ª La segunda consideración es esta: yo creo que no hubiera sabido decirle más cosas a ese maestro empírico. Otra cultura, otro ambiente, otros medios; digamos otra asignatura y otra situación, u otro colegio y otra universidad. No hubiera sabido establecer un perfil muy claro para él. Quizás tampoco hubiera hecho falta. Si ha caído en la cuenta de que él está para servir y ayudar a sus alumnos, si ha caído en la cuenta que puede estar ense-ñando lo que realmente no quiere enseñar, y si ha caído en la cuenta de que él puede ser un buen modelo para sus alumnos... me remito a San Agustín: ama et fac quod vis. 1 Nº ¿ ejercicio de reflexión Instrucciones: reflexione y responda las siguientes preguntas con un planteamiento que demuestre el mayor dominio posible sobre el tema. 1. Analizar la postura del autor: Si los alumnos no aprenden, si el profesor no enseña bien, ahí no hay buena relación en el aula, porque a clase se va, en primer lugar, a enseñar y aprender, no a pasarla bien. ¿Qué implicaciones educativas tiene esta hipótesis en nuestra cotidianeidad de docentes? ¿En ejemplos que hemos visto de otros colegas? 2. Otra hipótesis, no menos importante, es que el docente debe ser querido por sus alumnos o al menos, cordialmente aceptado por ellos. ¿Qué importancia tiene el que esto se puede cumplir? ¿Qué limitaciones trae al acto educativo cuando no se cumple la relación indicada? 3. El autor plantea un listado de aprendizajes negativos que se enseñan de manera inconsciente y que, lo que es peor, se aprenden de esta misma forma. Haciendo un esfuerzo de síntesis, plantee usted, de esta lista aquellos aprendizajes negativos, que a su criterio están más enraizados en el quehacer docente de su Sede Regional. Explique su respuesta. 72 72 4. El autor propugna que parte importante del perfil del docente-educador es creer en su responsabilidad ética y moral de hacerse consciente del impacto que los profesores tienen en sus alumnos. ¿Qué retos implica asumir esta posición? universidad rafael landívar tema DOS 3. Buscando oportunidades He dicho antes, incidentalmente, que los problemas y las soluciones están dentro de nosotros, y así lo creo. Me refiero obviamente a nuestras propias actitudes y a nuestra propia voluntad de ser coherentes con lo que creemos que es importante. Quizás hablar de problemas y soluciones no sea lo más sugerente. Más que ver la vida, en este caso el ejercicio de nuestra profesión docente, como una serie de problemas o problemillas que hay que ir resolviendo, puede ser más estimulante verla como un reto o un desafío al que hay que ir respondiendo desde nuestras opciones personales.19 El reto es pensar qué puedo hacer yo en esta situación para contribuir al crecimiento de mis alumnos en el ámbito que me corresponde y hasta dónde yo crea que puedo o debo llegar. Aquí nos vamos a encontrar con verbos tan académicos y a la vez tan educadores como motivar, estimular, enseñar a pensar y discernir, enseñar a estudiar, reforzar la autoestima de los alumnos y también hacerles pensar en valores importantes. Podríamos enunciar estos verbos en forma de perfil: el profesor, que además es educador, motiva, enseña a pensar, etc.; un catálogo de palabras y además ya muy sabidas. Más bien me quiero fijar en situaciones normales o actividades normales que pueden ser un reto que pide una respuesta. Como sugerencia: • Tenemos que examinar y calificar. Esto puede ser un trámite o puede ser un reto: cómo organizo mi política de exámenes, de comunicación de resultados, etc., para... para algo más (tanto el éxito como el fracaso dan mucho juego...); • Tenemos que hacer una introducción el primer día de clase: puede ser una sesión meramente informativa o además una oportunidad para... • Hacemos unas preguntas orales en clase para ver si los alumnos se van enterando o para que no se me duerman: y además voy a ver si consigo que... • Encargamos unas lecturas o un trabajo de campo para que aprendan un método o amplíen unos contenidos, y además damos una oportunidad a nuestros alumnos para...20 El reto es convertir lo cotidiano en una oportunidad para conseguir algo más; en definitiva para educar. El profesor-educador no tiene que hacer cosas nuevas en tiempos nuevos (¿no tenemos ya suficiente?); sí puede dar un sesgo educador a todo lo que ya hace. profasr 73 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Naturalmente estas situaciones cotidianas serán un reto o una oportunidad si queremos verlas así. Pero verlas así posiblemente estimulará más nuestra imaginación y podremos sentir oportunidades que antes pasaban desapercibidas. Tendremos una espontaneidad funcionalmente más eficaz. Pero no si no se trata de algo previamente madurado en nuestro interior. Repasar todas las situaciones que se dan en el aula... no es posible; son muchas y cambiantes. Sí podemos fijarnos, al menos como sugerencia, en tres situaciones-tipo; son situaciones genéricas en las que cabe intuir muchas otras más específicas. Me voy a fijar brevemente en tres situaciones o tres tipos de oportunidades: 1. Situaciones diarias, triviales... 2. La situación que, podría ser frecuente, en la que hacemos preguntas orales en clase; 3. Las diversas situaciones que, de una manera u otra, tienen que ver con evaluaciones o exámenes. Estas situaciones (por llamarlas de alguna manera) no son adecuadamente distintas (una pregunta en clase puede ser algo trivial en un determinado momento) pero nos brindan perspectivas distintas para hablar en el fondo de lo mismo: de nuestra relación educadora con nuestros alumnos y de nuestro saber descubrir las oportunidades que tenemos para que esta relación sea eficaz. Distintas situaciones nos pueden sugerir a nosotros conductas distintas, pero todas nos van a remitir a lo mismo: a nuestras propias actitudes. 3.1 Conductas sutiles en situaciones triviales Este subtítulo requiere una aclaración Por conductas sutiles entiendo las que casi pueden pasar desapercibidas, como puede ser una mirada expresiva (que ciertamente no pasará desapercibida para quien la recibe). Por situaciones triviales entiendo aquellas a las que en principio no daríamos mayor importancia. La pregunta de un alumno en clase (situación) y el tono de nuestra respuesta (conducta) puede ser un ejemplo de lo que quiero decir. Lo que ya no es tan sutil, ni es trivial sino muy importante son las actitudes que subyacen a esas conductas y los efectos que pueden tener en los alumnos. Quiero poner el énfasis más en las conductas (nuestras, del profesor), aparentemente sin mayor transcendencia, que en la trivialidad de la situación, porque ésta sí puede ser importante vista desde el alumno.21 74 universidad rafael landívar tema DOS Lo que deseo comentar tiene que ver con el llamado efecto Pigmalión, demasiado conocido como para explicarlo ahora. Dicho muy brevemente: 1º Está suficientemente confirmado que las expectativas del profesor influyen en el éxito del alumno: aquellos alumnos de los que esperamos más, rinden más; o cuando deseamos que un alumno no fracase, tiene muchas menos probabilidades de fracasar. Esto... es así. 2º El quid de la cuestión está en que las expectativas per se no cambian o mejoran al alumno; nos hacen cambiar a nosotros, que somos distintos con ese alumno, y de ahí, más o menos, el éxito del alumno. Yendo algo más despacio, lo que a mi modo de ver tiene interés repasar ahora, desde la perspectiva del cómo se relaciona el profesor con algunos alumnos, es lo siguiente: 1. Nuestra información y percepción de los alumnos no es la misma para todos (digamos al menos que puede no serla) y esto: a. En función de la información que de ellos tenemos (hijo de un amigo) o que de alguna manera nos llega (buen expediente previo), b. En función simplemente de lo que vemos directamente (talante que muestra, grupo al que pertenece o incluso simplemente el modo de vestir y, por supuesto, niño o niña). No se trata de una percepción neutra; hay un componente afectivo y valorativo (las primeras impresiones son siempre evaluativas). Naturalmente esta percepción diferencial no abarca a todos los alumnos; pueden ser muy pocos.22 2. Esta información puede condicionar nuestras expectativas y nuestros deseos, aunque no nos lo digamos claramente. No queremos que fracase el hijo de un amigo, esperamos mucho del que tiene un buen expediente y queremos que quede bien el que pertenece a nuestro grupo. Naturalmente los deseos y las expectativas no solamente son naturales, son también legítimas. 3. La investigación (y quizás la mera observación) muestra que efectivamente expectativas y deseos se cumplen o tienden a cumplirse; 4. Pero se cumplen, y esto es lo importante, porque cambiamos nosotros los profesores, y nuestra relación es de alguna manera distinta con los alumnos de los que esperamos más (o esperamos al menos que no fracasen). Y ahora es cuando entran aquí esas conductas sutiles en situaciones triviales: atendemos de una manera especial, sutil pero eficaz, a esos alumnos, que, efectivamente, tienden a reaccionar a nuestro interés con un mayor esfuerzo, una mayor motivación y un mayor agrado. profasr 75 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS El esquema circular de la profecía que se cumple a sí misma es el que sucintamente está representado en el cuadro II. cuadro II Datos del alumno Expectativas altas por parte del profesor Respuesta del alumno a las conductas del profesor Conductas del profesor que favorecen el aprendizaje del alumno Este trato diferencial con algunos alumnos tiende a manifestarse de tres maneras: 1º Los profesores establecen un clima socioemocional más agradable y más motivador con estos alumnos; son con ellos más amables, más deferentes. Este clima se crea en cierta medida a través de comunicaciones y gestos no verbales (como puede ser con la mirada, que nos brinda un canal de comunicación muy expresivo). Los alumnos de los que se tienen expectativas altas reciben menos crítica y se aceptan más sus ideas, se les hace más caso. Por ejemplo: se reconocen y alaban sus aciertos, se resume y se utiliza lo que ha dicho el alumno, se compara con otras cosas, etc. (lo que has dicho es muy interesante porque..., has dado en el clavo..., lo que dices me sugiere que..., te has adelantado a lo que pensaba explicar, etc.). El profesor se hace eco de una manera u otra de la intervención del alumno; son menos ignorados que otros alumnos de los que no se espera nada en especial. 2º Los profesores dan una información más matizada y diferenciada (feedback verbal y no verbal) a estos alumnos sobre aciertos y errores; les ayudan más en su aprendizaje. Es más, los profesores parece que enseñan más, dan más información e incluso enseñan cosas más difíciles a estos alumnos especiales; contribuyen más a su éxito académico que al de los demás alumnos. 3º Los profesores dan a estos alumnos más oportunidades para responder; o les preguntan más o les dan más tiempo para responder; el profesor inicia interacción (académica o no académica) con estos alumnos con una mayor frecuencia. Estas tres categorías de conductas se pueden expresar o sistematizar de otras muchas maneras, y es obvio que no se dan todas en cada situación; pero son el tipo de conductas (que yo he denominado sutiles) que pone de manifiesto la investigación sobre este tema.23 76 universidad rafael landívar tema DOS ¿Qué habría que decir al profesor que desee mantener una relación eficazmente educadora con sus alumnos? 1º Nuestras expectativas no son sin más ni la causa del éxito ni la causa del fracaso de nuestros alumnos. Esto me parece obvio. 2º Pero debemos tomar conciencia de que las conductas asociadas a nuestras expectativas y deseos sí pueden contribuir al éxito de unos y al fracaso de otros. Y por conducta tenemos que entender: • Conductas estimulantes (como preguntar al que sabemos que va a responder bien), • Conductas negativas (como responder de mala manera a determinados alumnos); • Ausencia de conductas positivas (como simplemente ignorar a algunos alumnos). 3º En conclusión: esas pequeñas y sutiles conductas, relacionadas: • Con nuestro mirar, • Con nuestro preguntar, • Con nuestro uso de las respuestas de los alumnos, • Con nuestro saber alabar y reconocer, • Con nuestro no ignorar... ... es lo que tenemos que cuidar con todos los alumnos. Porque todos son nuestros alumnos y con todos tenemos la misma obligación profesional, incluso con aquellos que apenas vienen a clase y, cuando vienen, molestan. Podemos plantearnos hacer con todos lo que nos gustaría hacer con nuestros amigos, o con los hijos de nuestros amigos; no porque los alumnos sean nuestros amigos, sino porque todos son nuestros alumnos y todos son nuestra responsabilidad. Naturalmente no podemos ir por ahí sonriendo a todos y preguntando a todos, pero las oportunidades que surjan deberían ser oportunidades para todos y no sólo para los elegidos.24 El efecto Pigmalión toma su nombre de un mito griego, pero su significado no es un mito: si nos proponemos algo en serio, como el éxito de nuestros alumnos, tenemos mucha más probabilidades de conseguirlo que si nos decimos yo explico, que ésa es mi obligación, y lo demás es asunto suyo. Pero antes hay que traerlo a la conciencia. Y, por supuesto, cada edad y cada situación, y el sentido común, nos traerá sus matices. En definitiva lo que es importante en cualquier relación es también importante en el aula. Y esas conductas, u otras análogas, son también importantes en nuestras familias, en nuestras comunidades, en nuestros grupos de trabajo. profasr 77 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Y esta actitud general hacia todos los alumnos, ¿es fácil o difícil? No sé; es una tónica de relación que no se puede imponer como una norma, pero que nos debería salir casi sin darnos cuenta si nos vemos como educadores y cualquier situación la vivimos espontáneamente como una oportunidad. Ahora podríamos añadir una característica más, propia del profesor que mantiene una buena relación educadora con sus alumnos: el profesor educador no discrimina y busca activamente el éxito de todos sus alumnos. No sé si esta afirmación expresa bien lo que quiero decir; lo que sí es claro es que no es la mera expresión de una intención, sino un programa de conducta para el profesor. 3.2 Cuando entramos en relación directa con nuestros alumnos: las preguntas orales en clase 3.2.1 Por qué tratar de las preguntas orales En este contexto puede parecer un tema menor pero, a mi juicio, no lo es25. a. Cuando hacemos una pregunta a un alumno en clase (o a toda la clase) estamos iniciando una relación interpersonal aunque sea breve y transitoria. El profesoreducador con su pregunta y su talante tiene aquí una buena oportunidad (oportunidad, de una buena relación, si queremos verla...) de ejercer un cierto influjo positivo no ya en el alumno que es preguntado, sino en toda la clase, testigo de nuestras preguntas, de nuestros comentarios y de nuestros modos de tratar a los demás. b. Las preguntas orales son una técnica didáctica barata y además muy utilizada. Pensemos sin ir tan lejos (o más bien yendo tan lejos) en los diálogos de Platón ¿Es lo mismo pensar nosotros en voz alta que poner al otro como sujeto de su propia reflexión y de su propia expresión? Es más, podemos hacer preguntas en clase sobre todo por la oportunidad que nos van a dar de trasmitir algo positivo, animar a la clase, quitar miedos, aclarar lo que vemos confuso, etc. c. No sé si en clase preguntamos mucho o preguntamos poco. Una clase con más interacción de este tipo se hace más lenta. Es más cómodo quizás, o se ve como más necesario, explicar todo, pero ¿Se trata de correr y completar un programa oralmente en clase... o de más cosas, como de que los alumnos internalicen lo más importante, caigan en la cuenta a tiempo de lo que no entienden, etc.? Una queja frecuente de muchos profesores es que los alumnos no piensan, se limitan a repetir. Ni pensarán si no les damos una oportunidad. La oportunidad se la damos con nuestras preguntas... 78 universidad rafael landívar tema DOS 3.2.2 Tipos de preguntas orales La virtualidad educadora de este diálogo académico podemos captarla mejor si de manera refleja caemos en la cuenta de los diversos tipos de preguntas que podemos hacer. Ya lo sabemos pero, si lo pensamos con cierta calma, podemos ir a clase sabiendo ya el tipo de pregunta que queremos hacer y por qué o para qué queremos hacer estas preguntas. a. Hay un tipo de preguntas que no requieren mayor comentario: repasar, recordar, verificar comprensión sobre la marcha, etc. b. Hay preguntas que requieren razonar, relacionar, mostrar comprensión de procesos, etc.; es decir, preguntas que de manera clara obligan a los alumnos a poner su cabeza en funcionamiento. Y naturalmente el profesor debe estar atento para ir corrigiendo, encauzando, matizando ese pensar del alumno: reformulando la pregunta, haciendo nuevas preguntas, dando más información, etc. Tiene que estar claro el propósito de muchas de estas preguntas: no es simplemente verificar la comprensión del alumno, sino ayudarle y enseñarle a pensar. Estas preguntas pueden tener otras finalidades (que deberían ser explícitas e intencionadas), como son comunicar de manera eficaz qué es lo realmente importante (sin esperar a la sorpresa del examen y, sobre esto, volveremos más adelante). c. Podemos pensar en otro tipo de preguntas más formalmente educadoras y que no deberíamos dejar a la espontaneidad del momento, sino que deberían ser parte de nuestras estrategias docentes: todas aquellas preguntas que requieren dar juicios personales, opinar, manifestar y justificar decisiones y opciones personales, etc. No todas las asignaturas y áreas se prestan por igual a este tipo de preguntas, pero el profesor que busca la oportunidad y sabe por qué la busca, termina por encontrarla. 3.2.3La dimensión relacional de las preguntas orales No estoy hablando de didáctica, sino de relación educadora en un contexto didáctico. Es importante caer en la cuenta de esta dimensión relacional que hay cuando hacemos preguntas en clase. Al preguntar expresamos lo que pensamos, lo que consideramos importante, y lo que esperamos del otro. Comunicamos mucho cuando preguntamos, inclusos nuestras manías y preferencias. Bajando a lo muy específico de este diálogo se podrían dar orientaciones de este tipo: • Dar tiempo para pensar y responder, reformular la pregunta si es necesario; mostrar respeto y no dejar rápidamente abandonado al que no acierta a responder en seguida... • Reconocer aciertos parciales, hacer preguntas sucesivas que ayuden al alumno a pensar, no ensañarnos con el disparate... profasr 79 la DIMENSIÓN EMOCIONAL • en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Comportarnos en definitiva como nos comportaríamos si quisiéramos que ese alumno no hiciera el ridículo ante los demás y respondiera correctamente... El preguntar en clase suele ser una actividad espontánea e improvisada, pero las conductas apropiadas del profesor surgirán más fácilmente si expresan actitudes o estrategias previamente pensadas e internalizadas. Por simple sentido común podemos ver que las preguntas que hacemos en clase pueden y deben tener un componente educacional importante: en lo que preguntamos, en cómo lo preguntamos, en el estilo de relación que manifestamos. 3.3 Otras formas de entrar en diálogo con la clase Podemos ampliar el diálogo con la clase haciendo ocasionalmente preguntas por escrito. No me refiero a preguntas de conocimientos, evaluaciones convencionales, etc., sino a preguntas que, de una manera u otra, tengan que ver con su cómo se sienten en clase con nosotros. Podemos establecer una relación por correspondencia, un tanto inusual pero que... puede que no sea una mala idea. Podemos preparar cuestionarios muy breves (que pueden ser también preguntas añadidas a evaluaciones y exámenes) en los que podemos preguntar a nuestros alumnos: • Qué piensan sobre la dificultad de lo que se va viendo, o sobre el ritmo de la clase, o sobre cualquier otra cosa relevante en un momento dado; • Opiniones sobre los diversos temas que se van viendo, o sobre puntos muy particulares de un tema concreto, utilidad percibida; • Y también, y por qué no, preguntas cuyas respuestas manifiesten valores y actitudes que de alguna manera conecten con lo que se está viendo en clase. Esto se puede hacer de maneras muy simples y que no suponen mucho trabajo extra para el profesor.26 Con este tipo de preguntas y respuestas por escrito: • Podemos evaluar el clima de la clase; podemos incluso evaluar (recoger información y valorarla) actitudes y valores (¿no decimos que son importantes?), podemos comprobar efectos o aprendizajes no pretendidos... Y ya sabemos que no todo lo es evaluable es calificable y que lo que no se evalúa se devalúa... • Las respuestas de los alumnos, debidamente sistematizadas, podemos devolverlas a la clase, dando estructura a una situación que invita a la reflexión y la facilita... • En temas que pueden ser conflictivos, podemos ver (y manifestar después) qué piensan todos, y no sólo los más audaces o los pocos que se autonombran representantes de 80 universidad rafael landívar tema DOS todos... puede ser que no nos gusten las respuestas de los alumnos, pero tenemos derecho de réplica... Realmente lo que importa no son las preguntas y las respuestas, sino el uso que hagamos después de las respuestas; es más, podemos preguntar algo simplemente porque nos va a dar la oportunidad de comentar con la clase lo que de otra manera no nos sería tan fácil (otra vez la búsqueda de oportunidades...). Además tenemos la atención garantizada; no es lo mismo contar nuestra historia que comentar sus respuestas. Sobre este tipo de preguntas hago dos observaciones que de alguna manera se pueden extrapolar a las conductas sutiles que he tratado antes: 1. No estoy pensando en lo que es apropiado hacer con niños; estas cosas se pueden hacer en la Universidad y con cualquier grupo. Podemos sentir que hacer este tipo de preguntas fuera de concurso (y podríamos decir lo mismo de otras ocurrencias felices e inusuales) puede parecer raro, que son cosas que no se hacen habitualmente, etc. Bien, lo raro deja de serlo cuando se hace por segunda vez, y lo atípico deja de serlo cuando se convierte en típico. Lo que se hace deja de ser ya algo que nunca se hace. Quizás estemos a veces muy atados por roles y expectativas ajenas. Quizás nos gusta hablar del profesor-educador, pero nos sentimos más confortables si nos ceñimos al rol del profesor de toda la vida. Puede haber incluso actitudes, prácticas docentes, cosas... que pueden despertar las críticas o bromas de otros profesores más serios y convencionales (ellos se lo pierden) y nos sentimos mejor si nos atenemos a la norma. Pero quizás, si queremos ser más agresiva y eficazmente educadores, tenemos que ensayar conductas nuevas que son otras maneras de relacionarnos con nuestros alumnos. Es más fácil cambiar nuestro discurso que examinar y modificar lo que hacemos todos los días, hemos hecho toda la vida y hacen todos los demás. 2. Estamos hablando del profesor-educador. No hay educación sin comunicación, sin diálogo, sin oportunidades claras de mensajes educativos. Si tenemos cosas importantes que decir, hay que decirlas. No diría opportune et impportune como San Pablo, pero casi ...casi. Además ahí puede estar lo mejor de nosotros mismos. Nuestro reto es buscar o crear la oportunidad, porque nuestras asignaturas quizás no siempre nos la van a dar directamente. Por eso he dicho antes que podemos hacer preguntas simplemente pensando en lo que queremos decir después, cuando comentemos las respuestas de los alumnos. Podríamos añadir otra característica más a nuestro perfil del profesor-educador. Quizás busca activamente oportunidades de comunicación y relación educativa, y en aula, con sus alumnos.27 Es decir, hay relación... si se busca. Como sucede en otros ámbitos de nuestra vida. profasr 81 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 3.4 Evaluación y educación El tercer ámbito de oportunidades de relación educadora con los alumnos que he escogido es el de la evaluación ¿Razones? La evaluación (exámenes, notas, etc.) es una encrucijada de caminos y una buena fuente de conflictos... y de oportunidades. Dos razones al menos para hablar de la evaluación en este contexto. 1. Un profesor puede encogerse de hombros ante el efecto Pigmalión, o puede no preguntar nunca, nada, a nadie en clase. Pero sí se va encontrar con que tiene examinar y tiene que calificar. En el entorno de la evaluación sí se va a dar una buena oportunidad de relación, con alumnos concretos y con la clase entera. No ya con lo que podamos decir, sino a través de toda nuestra manera de organizar y orientar la evaluación. 2. Al alumno pueden no importarle gran cosa nuestros discursos educativos, pero sí le importa cómo va a ser examinado, qué resultados ha obtenido, etc. Si en alguna situación podemos contar con su atención, es precisamente en todo lo que se refiere a la evaluación. El tema de la evaluación puede ser amplio y complejo, por eso acoto el campo y me limito a algunas consideraciones que tienen que ver con la evaluación en cuanto oportunidad educadora. De aquí sí podría salir un perfil muy específico del profesor-educador en el entorno de la evaluación, que al menos puede quedar sugerido.28 3.4.1 La evaluación y el profesor pre-educador ¿Por qué hablo en primer lugar del profesor pre-educador? Cuando hablamos del profesor y añadimos educador (o hablamos de relación educadora) estamos añadiendo un plus, estamos explicitando algo más con lo que quizás no todos estarán de acuerdo, o puede haber otras posturas, u otras maneras de entender qué es eso de ser profesor. Al menos, al decir educador, ponemos un énfasis para que algo importante no pase desapercibido. Quiero decir con esto que un profesor puede decir o pensar: yo soy un profesor-profesor; voy a clase, explico lo mejor que puedo, cumplo con mis obligaciones, etc., y a los alumnos que los eduquen sus papás, que para eso están.29 Los exámenes son un obligación más y están para lo que están. Un profesor puede pensar que va a clase a enseñar, no a relacionarse con los alumnos, ni bien ni mal; las cosas salen como salen. A esta postura me refiero (no sé si muy acertadamente) con lo de pre-educador. Si un profesor no se considera educador, ¿puede permitirse el ser injusto en los exámenes, ser arbitrario en sus calificaciones, etc.? No, obviamente. El ser justo y razonable es también mostrar un ejemplo que sí puede ser educativo (es un buen ejemplo para los alumnos), pero que está dentro de lo que podemos llamar obligaciones normales de todo profesor y que no es patrimonio de los que quieren ser educadores 82 universidad rafael landívar tema DOS y ponen ahí un énfasis especial y por eso cuidan su relación con los alumnos. Dicho de manera muy simple y obviamente exagerada, el código penal está antes que los consejos evangélicos. Una cosa es lo que nos obliga a todos y, otra distinta, las opciones personales (o institucionales) que van algo más allá. Por este tipo de razones yo quiero distinguir, en este apartado sobre la evaluación, entre lo que todos deberían hacer o no hacer, y las oportunidades específicas que la evaluación brinda al profesor que quiere sacar partido de la relación y comunicación a que se prestan exámenes y evaluaciones para ayudar a sus alumnos de muchas maneras. Esta distinción es discutible, pero al menos me sirve para llamar la atención sobre algunas actitudes y creencias en torno a los exámenes y evaluaciones que quizás, más que pre-educadoras, habría que llamar deseducadoras o poco sostenibles; al menos alguien podría cuestionarlas sin ser tachado de insensato. Como ejemplo de creencias cuestionables (y con frecuencia implícitas pero que se manifiestan en conductas concretas), que ciertamente no son ajenas a la calidad de nuestra relación con los alumnos, pueden bastar estas (expresadas de una manera un tanto radical): • El alumno es el enemigo a batir. La hora de los exámenes es la hora del ajuste de cuentas (atención a las propias emociones, incluso legítimas, que pueden interferir con la objetividad y el equilibrio que se deben esperar de un profesional adulto). • El fracaso es un indicador de éxito. Aquí somos muy buenos porque suspendemos a muchos30 (¿qué fabricante de cualquier cosa mide su competencia profesional por el número de piezas defectuosas?). • El fracaso del alumno es eso... ¡el fracaso del alumno!... no el del profesor (cosa que puede ser verdad y puede no serlo tanto; en cualquier caso ha habido un esfuerzo profesional que no ha tenido el resultado deseable; no necesitamos sentirnos culpables para apreciar que las cosas no marchan bien).31 • El elemento sorpresa es fundamental en los exámenes, para que los alumnos estudien todo, para que no falten a unas clases quizás inútiles, etc. (un examen es una honesta comprobación de que los alumnos saben lo que se supone que deben saber y se ha trabajado para conseguirlo; la obligación del alumno es estudiar, no adivinar qué y cómo debe estudiar).32 Quizás no merezca la pena seguir alargando esta lista (es posible que muchos alumnos sepan muy bien cómo alargarla), pero sí parece claro que antes de hablar de educación, hay frentes previos. profasr 83 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS 3.4.2 La evaluación y el profesor educador En este apartado podríamos decir exactamente lo contrario de lo que hemos dicho antes, pero habrá que decir algo más si queremos ver la evaluación como una oportunidad para algo más. Me voy a limitar a señalar dos ideas, o dos hechos, o dos experiencias que pueden a su vez ser generadoras de ideas para hacer un uso más educativo de la evaluación, y sin salirnos de lo que podemos llamar una pura relación académica: a. La evaluación como método eficaz de informar al alumno a tiempo para evitar el fracaso, b. La evaluación como método eficaz para condicionar el cómo estudia el alumno. 1. Con los exámenes buscamos unas cosas (en definitiva poder calificar y terminar firmando unas actas) pero además suceden otras. Por ejemplo33: • ¿No es experiencia nuestra que después de un examen hemos ido al libro de texto o a los apuntes de clase, o hemos preguntado a un compañero para verificar si nuestra respuesta era la correcta? Y si nuestra respuesta era incorrecta entonces es cuando aprendíamos cómo había que haber respondido (quizás demasiado tarde). • ¿No es verdad que cuando después de un examen mal hecho se nos ha dado una segunda oportunidad hemos aprendido de nuestros errores y no nos equivocamos en lo mismo? • ¿No es verdad que los alumnos procuran enterarse de cómo pregunta un profesor para adaptar su estudio al tipo de pregunta esperado? • ¿No es verdad que cuando verificamos que en un examen hemos respondido correctamente ese aprendizaje ha quedado consolidado y ahí no nos vamos a equivocar? Es decir, con la evaluación y los exámenes: a. Informamos sobre errores y sobre muchas otras cosas, aunque quizás demasiado tarde para los alumnos que más necesitaban una información a tiempo; b. Se transmiten los verdaderos objetivos de la asignatura, que son los implícitos en nuestro modo de examinar; c. Y además se consolidan los conocimientos adquiridos. Es decir, la evaluación comunica mucho y de manera muy eficaz y podría ser también un excelente método didáctico, pero no, o menos o ya muy tarde, si nos quedamos en los exámenes finales. Este hecho nos brinda lo que puede ser una buena sugerencia: Si lo que buscamos es el éxito y no el fracaso podemos plantearnos la posibilidad de: 84 universidad rafael landívar tema DOS • • Diferenciar tiempos y formas de la evaluación según finalidades distintas (no es lo mismo verificar que informar, por ejemplo). Empezar a pensar en la evaluación no simplemente como un método de comprobación sino como un método didáctico sumamente eficaz. De nuevo los efectos no pretendidos, pero ahora se trata de buenos efectos: si lo que de hecho sucede es bueno, vamos a procurar que suceda. Si realmente queremos, con voluntad eficaz, que todos los alumnos sepan o comprendan algo especialmente importante, la solución no es complicada: preguntémoslo antes del examen. No vamos a preguntar todo, pero sí podemos hacer preguntas-clave. Aprendemos, los alumnos y también nosotros, cuando sabemos en qué y por qué nos hemos equivocado. Y naturalmente, hemos tenido la oportunidad de equivocarnos... sin esperar a un examen. Como no podemos estar examinando todos los días, ni fuera de las fechas señaladas, habrá que pensar en otras formas de evaluación más sencillas, que no supongan mucho trabajo extra, pero con una finalidad muy definida: informar a tiempo. Incluso las preguntas orales pueden servir, pero solamente si tenemos claro qué pretendemos con esas preguntas y los alumnos lo saben. También tiene que estar claro que el objetivo no es calificar. Al menos una objeción que puede proponerse a este tipo de evaluación: hacemos las cosas demasiado fáciles... damos muchas facilidades (¿y por qué no?). Pienso en dos respuestas: a. Convertir lo difícil en fácil no es un problema, es un arte. Puede haber asignaturas artificialmente difíciles por falta de información eficaz, y no hay información más eficaz que la que proviene de cualquier tipo de evaluación. Cuando el alumno se ve como sujeto de su propia respuesta, de su propia expresión, es cuando empieza a enterarse... b. No hay por qué preguntar todo, ni es posible, pero sí lo necesario para una información eficaz sobre lo más importante. Es más, a mayor información cabe un mayor nivel de exigencia. Ciertamente podemos informar a los alumnos de muchas maneras y darles todo tipo de orientaciones y consejos sobre qué y cómo deben estudiar, pero si buscamos la eficacia y el éxito de todos, incluso de los menos capaces, menos motivados, etc. (¿y por qué vamos a dejarles fuera?), la evaluación bien pensada y a tiempo puede ser la clave del éxito. Esto algo debe decirle al profesor-educador. 2. La segunda idea, o experiencia común nuestra y de nuestros alumnos, estaba presente en una de las preguntas anteriores: ¿No es verdad que los alumnos procuran enterarse de cómo pregunta un profesor para adaptar su estudio al tipo de pregunta esperado? profasr 85 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Esta pregunta merece un comentario muy claro para el profesor-educador que busca oportunidades de mejorar la calidad del estudio del alumno. Todos estamos familiarizados con la expresión curriculum oculto. Esta expresión viene originariamente de la fuerza condicionante de los exámenes esperados34 (aunque se le puede dar un significado más amplio): el curriculum oculto es el que está implícito en exámenes y evaluaciones; ése es el curriculum real que condiciona el funcionamiento intelectual de los alumnos. Los objetivos oficiales son los proclamados en nuestros papeles e introducciones, pero los objetivos reales son los implícitos en el cómo preguntamos.35 De aquí se deduce una conclusión clara: la manera más rápida y eficaz de cambiar y mejorar el cómo estudian los alumnos consiste en cambiar el modo de evaluación. Todo esto debería decirle al profesor-educador algo importante. A través del examen esperado condicionamos el cómo del esfuerzo del alumno y, de alguna manera, cómo se forma o cómo se deforma... Otra característica del profesor-educador estaría en la línea de un uso inteligente y educativo de la evaluación, que podemos verla como un canal de comunicación muy importante si tenemos en cuenta sus efectos (al margen de calificaciones) y los buscamos para minimizar los fracasos, condicionar un estudio inteligente, etc. 86 universidad rafael landívar tema DOS 4. Cuando la realidad nos pone difíciles las buenas relaciones Todo lo que he querido expresar hay que entenderlo, como es lógico, con flexibilidad (las situaciones pueden ser muy distintas y nosotros mismos somos distintos) y con una abundante dosis de sentido común. Pero aun así podemos sentir que la realidad de las cosas nos puede poner a veces difícil, o simplemente incómodo, mantener una buena relación con los alumnos. Porque una buena relación en el aula no implica una menor exigencia o una benevolencia mal entendida donde no debe haberla. Distingamos de nuevo entre buenas relaciones a secas y una buena relación educadora. Ejemplos que se pueden sugerir: • Mantener un trato amable cuando lo que pide la situación es poner un poco o un mucho de orden; o urgir algo con firmeza, o negarse a determinadas peticiones de los alumnos, etc. • Dedicar tiempo y esfuerzo para preparar una evaluación muy pensada para ayudar a los alumnos cuando existe una situación de trampas generalizadas que nos ponen a la defensiva; • Hacer algo extra por quien pensamos, y con razón, que realmente no se lo merece; puede tratarse de algún alumno y puede tratarse de la clase entera; • Ser como queremos ser y sentimos que debemos ser y a la vez tener que escuchar comentarios molestos o irónicos de los pre-educadores; • O, lo que puede ser más incómodo, ayuda personal y cercanía humana al alumno... que vamos después a suspender. En definitiva, podemos vernos en el dilema de tener que ser buenos y malos a la vez. Más cómodo puede ser mantener una cierta lejanía y vivir en paz nuestro rol de profesores, exigiendo y suspendiendo todo lo que sea necesario. Y la relación educadora en el aula podemos dejarla en una relación educada, sin más. Si llamamos a estas situaciones conflictos, ciertamente los que he sugerido, y muchos otros, no nos van a faltar. Podemos tener las cosas muy claras en nuestra cabeza, pero la vida va por libre. De todas maneras pienso que llamar a estas situaciones conflictos es un poco excesivo. Podemos dejarlo en incompatibilidades percibidas y sentidas que nos pueden crear cierto malestar. Ciertamente el que sólo se sienta profesor pre-educador va a vivir más tranquilo. Pero no hay por qué dramatizar esos supuestos conflictos. profasr 87 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Aun así, ante conflictos, obligaciones, tareas, énfasis en nuestro trato con los alumnos o actitudes dentro de nosotros percibidas como incompatibles, etc., a mí sólo se me ocurren dos respuestas. 1. La primera es no sacar las cosas de quicio. Somos profesores con un actitud educadora, y esa actitud se va manifestando de muchas maneras en nuestra relación con los alumnos, y más en la medida en que vamos descubriendo las oportunidades que tenemos. Pero con naturalidad, dejándonos llevar por nuestro buen sentido sobre lo que es oportuno hacer en cada momento. Nuestra propia experiencia nos puede ir diciendo mucho. Esta es una actitud muy general que, por otra parte, refuerza nuestra eficacia como profesores. Eso sí, no es lo mismo quedarnos con una bondad natural espontánea, que haber reflexionado alguna vez, un poco en serio, sobre lo mucho que podemos hacer por nuestros alumnos y cómo y cuándo podemos hacerlo. Y desde luego enseñar con eficacia y educar a la vez es posible y nos sobran ejemplos: leídos, vistos o vividos personalmente.36 2. Mi segunda respuesta es mirar dentro de nosotros mismos. Ver dónde están, en un momento dado, nuestras prioridades, qué es más importante que qué. Y si no hemos pensado en qué es más importante que qué, quizás sea hora de empezar a pensarlo al caer en la cuenta de las muchas oportunidades que tenemos de ayudar y servir a nuestros alumnos. Quizás somos profesores porque hemos caído aquí, como podríamos haber caído en cualquier otra ocupación. Pero siempre cabe el descubrir, o el ir descubriendo, algo más valioso y a lo que no habíamos dedicado antes mucha atención. Lo que puede dar de sí nuestra relación con los alumnos para ayudarles a ser mejores. Ver el aula como un espacio de relación que amplía y mejora nuestra tarea como profesores y nos da una mayor satisfacción profesional. Quiénes somos frente y para los alumnos. La respuesta sólo puede ser nuestra. Y luego ser coherentes con nuestros propios valores y con nuestras propias decisiones. En definitiva cómo queremos ser, en el aula y fuera del aula, sólo puede salir desde dentro de nosotros mismos. 88 universidad rafael landívar tema DOS Nº 2 ¿ ejercicio de reflexión Instrucciones: reflexione y responda las siguientes preguntas con un planteamiento que demuestre el mayor dominio posible sobre el tema. 1. Expresiones como lo que has dicho es muy interesante porque..., o bien, has dado en el clavo..., denominadas conductas sutiles en situaciones triviales por el autor, pueden influir en el ambiente de clase y en el rendimiento de los estudiantes. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué resultados pueden generar? 2. ¿Qué papel desempeñan o pueden llegar a desempeñar, las preguntas orales como formas valederas y estimulantes, en la dimensión relacional del “diálogo académico”? 3. Comente con sinceridad y apertura las cuatro creencias cuestionables que brinda el autor y que se relacionan con la calidad de nuestra relación con los alumnos. 4. ¿Puede usted sugerir o aportar alguna idea más? 5. Comente creativamente las dos ideas expresadas por el autor con relación a la evaluación desde la perspectiva del profesor educador. Estas sugerencias le ayudarán: ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué ventajas se observan? ¿Por qué otros no lo hacen? profasr 89 90 la DIMENSIÓN EMOCIONAL 1 2 3 4 5 6 7 en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Adaptado de una conferencia en el Instituto de Estudios Pedagógicos Somosaguas, Madrid; 1999. Muchas de las ideas aquí expuestas pueden verse ampliadas en Morales Vallejo, Pedro (2002). La relación profesor-alumno en el aula, 3ª edición, Madrid: PPC. El influjo de la Universidad (y de sus profesores) en los valores de los alumnos lo trato con mayor extensión en Morales, Pedro (1995). El Influjo de los profesores y las universidades en las actitudes y valores de los alumnos, Miscelánea Comillas, 53, 487-53. La palabra enseñado viene un poco forzada, pero no se trata de un juego de palabras: los términos que utilizamos condicionan nuestra percepción y nuestras actitudes; no es lo mismo hablar de la enseñanza, en abstracto, que poner en el centro de nuestra atención a los alumnos, tal como queremos que salgan de nuestras aulas (y pensemos también en nuestra propia aula y en nuestra propia asignatura). Hablando de funciones del profesor, y para completar el panorama (me refiero ahora al profesor universitario), cabe mencionar también su función como investigador, de la que en este contexto (funciones del profesor) quiero al menos dejar constancia ya que docencia e investigación son las dos funciones clásicas, aunque es claro que no es éste el tema que nos ocupa ahora. Tampoco sobra advertir que entre estas dos funciones, docencia e investigación, no hay de hecho ninguna relación. A esta conclusión se llega en un buen meta-análisis o síntesis de múltiples investigaciones (Hattie, John and Marsh, H.W. (1996). The Relationship Between Research and Teaching: A Meta-Analysis. Ponencia presentada en el congreso anual de la American Research Association, New York, publicado después en Review of Educational Research, 1996, 66 (4) (507-542). Estos autores son muy conocidos en este tipo de análisis; revisan 58 investigaciones sobre esta presunta relación entre calidad de la docencia y productividad en investigación, y para susto y sorpresa de algunos, llegan a la conclusión de que la relación media (de 498 resultados diversos) es igual a cero; la muestra total se acerca a los 8,000 profesores; en este estudio no están incluidos los estudios técnicos, pero sí las llamadas en EE.UU. research universities. Tampoco debería sorprendernos esta conclusión, porque ya sabemos que entre los buenos investigadores los hay que son buenos profesores y los hay que no son tan buenos, y entre los buenos profesores los hay que investigan y los hay que no investigan; esto y no otra cosa quiere decir esa no relación (que sí sería deseable que existiera, que ambas funciones de hecho se apoyaran mutuamente). Aunque me estoy refiriendo al influjo del profesor en el alumno, el influjo es mutuo, y también los alumnos pueden educarnos; pueden por ejemplo enseñarnos a gritar si ésa es la única manera de que haya orden en la clase. Este cuadro es una adaptación (a la vez amplío y simplifico) del que se encuentra en Yamamoto, Kaoru (1969), Many Faces of Teaching. En: Yamamoto, Kaoru, (Ed.). Teaching, Essays and Readings, Boston, Mifflin and Co. La primera vez que de alguna manera formalicé estas ideas (antes de ver el cuadro de Yamamoto) fue precisamente al ver a unos niños de un colegio de Asunción (Paraguay) rom-piendo apuntes y cuadernos de matemáticas después del examen final; la pregunta que entonces me hice fue ésta ¿Qué han aprendido estos niños? ¿Han aprendido Matemáticas? ¿O han aprendido a odiar las Matemáticas? universidad rafael landívar tema DOS La autoeficacia o el sentirse capaz es una actitud aprendida, la enseña el profesor con su modo de relacionarse con los alumnos y está relacionada con el aprendizaje y con el éxito en general y es una de las variables que más se estudian e investigan hoy día en el ámbito de la educación y en otros. Para más información puede verse la página Web del Profesor Frank Pajares (en inglés y un apartado en español) de Emory University (http://www.emory.edu/EDUCATION/mfp/effpage. html) y Prieto Navarro, Leonor (2001): “La autoeficacia en el contexto académico: exploración bibliográfica comentada”. Miscelánea Comillas, 59, 281-292. [Disponible en http://www.emory. edu/EDUCATION/mfp/prieto.PDF ], y Prieto Navarro, Leonor (2002): “El análisis de las creencias de autoeficacia: un avance hacia el desarrollo profesional del docente”. Miscelánea Comillas, 60, 591-612. [Disponible en http://www.emory.edu/EDUCATION/mfp/Prieto.doc ]. 9 No hace mucho tiempo, visitando una Universidad Iberoamericana, un profesor quiso hablar conmigo, y más o menos me dijo lo siguiente: yo estoy de acuerdo con los valores que esta Universidad proclama como propios, me parece excelente que se pretenda influir en los alumnos en estos valores porque se contribuye a una formación más completa, pero... yo soy profesor de Matemáticas en la Facultad de Ingeniería. Y los valores no están en el programa. Yo le dije vamos a verlo, déjame el programa de tu asignatura. Me dejó el programa. Incluía 14 temas, todos, naturalmente, de Matemáticas. Y le hice este comentario: aquí veo 14 temas, pero te has olvidado de uno, el tema nº 15. Me miró extrañado, y añadí: el tema que falta eres tú mismo ¿merece la pena ser como tú eres? Y forzando la gramática continué ¿Merece la pena ‘aprenderte’? Porque queramos o no, con nuestro cómo somos, estamos enseñando algo más que la mera asigna-tura que impartimos. En nuestra relación con los alumnos, en nuestras actitudes hacia ellos, en comentarios incidentales que manifiestan quiénes somos y dónde estamos en la vida, estamos ciertamente trasmitiendo algo más que los contenidos de una asignatura. El profesor o el maestro como modelo de identificación es un tema insoslayable sobre el que habrá que volver. 10 Cuando se aprende más o menos lo mismo yendo a clase que sin ir a clase, habría que cuestionar la necesidad de esas clases. 11 De las muchas investigaciones hechas sobre el buen profesor, menciono al menos dos. Una está hecha con alumnos de primera y segunda enseñanza (Kutnick, Peter and Jules, Vena (1993). Pupils’ perceptions of a good teacher: a developmental perspective from Trinidad and Tobago. British Journal of Educational Psychology, 63, 400-413). 1,633 alumnos escriben una redacción sobre el buen profesor (1,633 redacciones merecen cierto crédito); de esta investigación noto a) cada edad (lógicamente) tiene su modelo de buen profesor, b) los alumnos mayores caen ya en la cuenta de que los buenos profesores pueden ser distintos entre sí y c) los aspectos más relacionales (el profesor da seguridad, respeta, etc.) emergen en todas las edades, pero los alumnos mayores los expresan con más claridad. La otra investigación se refiere a profesores de Universidad (Suzanne Young and Dale G. Shaw (1996). Characteristics of Highly Effective Teachers: A Cluster Analysis, ponencia presentada en el congreso anual de la American Educational Research Association, New York). En esta investigación se analizan 912 buenos profesores y emergen cinco tipos distintos (no todos los profesores son perfectos y tienen todo lo deseable en un grado importante). De las siete características escogidas (mediante los análisis estadísticos apropiados por su mayor 8 profasr 91 la 12 DIMENSIÓN EMOCIONAL 15 13 14 92 16 17 18 19 20 en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS relación con la eficacia del profesor), cinco se refieren básicamente a actitudes del profesor (motivador, respetuoso, se comunica bien, preocupado por el aprendizaje de sus alumnos, crea una atmósfera confortable para aprender). Esta lista de posibles aprendizajes (que preferiblemente no deberíamos enseñar) la transcribo literalmente de Morales, P. (1998). La relación profesor-alumno en el aula. Madrid: PPC; hablar de la relación profesor-alumno y del profesor como educador, es inevitablemente hablar casi de lo mismo. De nuevo recordamos que la autoeficacia puede ser enseñada y aprendida. El autor es profesor de estadística. Asumo y adapto las conclusiones de una investigación (de carácter cualitativo), que se basa en una serie de entrevistas en profundidad hechas a profesores (y también a sus alumnos) seleccionados por su dedicación a los alumnos y por su eficacia educadora (Deiro, Judy (1995). A Study of Student and Teacher Bonding. People and Education, 3, (1), 40-67). Otro excelente estudio del mismo tipo (entrevistas a buenos profesores) y más cercano a nosotros, es el de Gros, Begoña y Romañá, Teresa (1995). Ser profesor, palabras sobre la docencia universitaria. Barcelona: Universitat de Barcelona. Los cursillos y seminarios pueden ser muy útiles hechos a tiempo, cuando pueden ayudar a encau-zar una vida profesional docente que más o menos se está comenzando. A propósito de la utili-dad de los cursillos de formación, me decía una amiga mía (maya-q’eqchi’) que una hermana suya tenía muchos hijos, quizás demasiados, porque se había casado muy joven; ella no quería casarse tan pronto, pero sus papás si querían, y no tuvo más remedio que casarse mucho antes de lo que ella hubiera querido. Y terminó su historia con un “es que entonces no había cursillos”. De todas maneras, y en el tema que nos ocupa, no se trata tanto de exponer unas ideas como de propiciar una reflexión personal para que cada uno vaya tomando y matizando sus propias opciones. Se pueden pensar otras cosas, pero algo sí habrá que pensar y decírselo uno a sí mismo. Cuando se desea transmitir algo que trasciende la mera exposición de unas ideas, recuerdo la frase de San Agust: si nemo ex me quaerat (si nadie me lo pregunta) scio (lo sé); si quaerenti explicare velim (si se lo quiero explicar al que me lo pregunta), nescio (entonces no lo sé). Estudios mencionados por Follman, John (1994). Teachers as Life Influences. People and Education, 2, 1, 7-13. Unos eran kaqchikeles y otros tz’utujiles (y otros ladinos). En San Lucas Tolimán, al pié del volcán del mismo nombre, en Guatemala, junto al lago Atitlán. El sustituir el binomio problema/solución por el de desafío/respuesta, que puede ser más sugerente, lo tomo de un teólogo indio; Divarkar, Parmananda (1984). ‘La transformación del yo y la experiencia espiritual: el enfoque ignaciano a la luz de otros modelos antropológicos’. En Alemany, C. y García Monge, J.A. (Eds.). Psicología y ejercicios ignacianos. Bilbao: Mensajero y Santander: Sal Terrae, pp. 23-34. La virtualidad de las tareas académicas puede trascender los mismos contenidos o métodos que se aprenden con ellas. Dicho brevemente, se puede aprender a sumar contando ladrillos, y también contando muertos. Y puede no ser lo mismo leer una cosa que otra, aunque con universidad rafael landívar tema DOS 21 22 23 24 25 26 27 28 29 ambas lecturas se consigan los mismos efectos puramente académicos por lo que respecta a contenidos o habilidades. En el aula, como en la vida, las pequeñas cosas pueden tener consecuencias importantes. Una mirada, un cruce de saludos, un caerse bien casi sin saber por qué, puede desembocar en una familia numerosa y bien avenida. Aquí entraría por derecho propio el tema de los prejuicios y estereotipos: podemos esperar más o menos o ser distintos con unos y otros según nuestra percepción y valoración del grupo de pertenencia (por ejemplo podemos exigir más o poner más interés con los valorados como más inteligentes, más capaces de esfuerzo, etc.). El problema con los prejuicios es que o no solemos reconocer que los tenemos o los racionalizamos o justificamos con facilidad. Este tema es muy importante en ambientes multiétnicos, pero los prejuicios, de manera más o menos solapada (pero no por eso indetectable por los demás), también pueden darse con otros tipos de grupos (por ejemplo, según sexo, procedencia social, carrera escogida, elecciones del tipo ciencias o letras, etc.). Sobre las expectativas y el efecto Pigmalión hay una amplia bibliografía. Pueden verse buenas exposiciones en Blanck, Peter David, (Ed.) (1993). Interpersonal Expectations, Theory, Research and Applications. Cambridge: University of Cambridge. Este libro está dedicado a Robert Rosenthal, verdadero padre del estudio del influjo de las expectativas de los profesores en sus alumnos; su libro Pygmalion in the Classroom (publicado en 1968; los autores son Rosenthal y Jacobson) ha estimulado una abundante investigación.. Y si no hay elegidos, podríamos elegir a todos. La bibliografía didáctica sobre las preguntas orales es muy abundante; una buena síntesis puede verse en Gal, M. D. and Artero-Boname, M.T. (1995). Questioning. In Anderson, Lorin W. International Encyclopedia of Teaching and Teaching Education, 2nd. edition. Cambridge, U.K.: Pergamon, 242-248. En la base de datos ERIC (internet) podemos localizar literalmente cientos de informes de investigación sobre estas preguntas. Amplío este tema, con diversos ejemplos, en Morales, Pedro, Las preguntas fuera de concurso: la evaluación de variables no cognitivas, Comunidad Educativa, 1997, nº 240, 41-45. El especificar en el aula es importante y no conviene sobreentenderlo, porque es allí donde fundamentalmente ejercemos nuestra función docente y donde está nuestro desafío; no se trata de enseñar en clase y educar en contactos informales fuera de clase (eso quizás además, pero no es algo de lo que esté tratando ahora). De todas maneras nadie nos impide, e incluso puede ser deseable, tener una buena relación y comunicación con los alumnos en los pasillos o en la cafetería. De hecho hay códigos de ética profesional para los que evalúan, administran tests, etc. Sin entrar en más consideraciones, sí quiero señalar que en este terreno, y al menos en ámbitos en los que las consecuencias de la evaluación pueden ser muy importantes, el saber, el ser competente, forma parte de las obligaciones profesionales. Desde luego un profesor así también puede ser un buen educador, y un buen educador en el aula, aunque él ni lo piense así, ni tenga conciencia de que realmente está educando. profasr 93 la DIMENSIÓN EMOCIONAL en el APRENDIZAJE Y SUS EFECTOS Esto no se dice así, naturalmente, pero reconozcamos que puede estar implícito en algunas tradiciones y culturas institucionales. Un profesor puede sentirse incómodo si suspende a pocos o a ningún alumno (o menos de lo que es normal), porque puede ser juzgado como profesor benévolo con más facilidad que como profesor eficaz. En cualquier caso, y se mire como se mire, el fracaso no es un indicador de éxito y nuestro objetivo como profesores debe ser el éxito de todos y el fracaso de ninguno. 31 Si un pescador se pasa el día en el río y no pesca nada... puede que la culpa sea de los peces, pero él fue a pescar y no pescó... ese pescador podría plantearse (son meras sugerencias) el cambiar de lugar, o cambiar de cebo, o dedicarse a otra cosa; la analogía y sus consecuencias no está totalmente fuera de lugar referida a los profesores cuya pesca no acaba de verse clara. 32 El misterio tiene su lugar propio en otros ámbitos; si los alumnos han aprendido en clase a montar en bicicleta, no les haremos montar a caballo el día del examen; de maneras más solapadas aquí puede estar presente, por parte del profesor, un control de la información a la que tiene derecho el alumno. 33 Me tomo la libertad de citarme literalmente en este momento de Morales, P. (2000). Evaluación y enseñanza de calidad. 3ª edic., Guatemala: Universidad Rafael Landívar. Allí trato con más amplitud todo lo referente a la evaluación formativa, o evaluación para informar. También trato sobre lo mismo más brevemente en La evaluación académica: conceptos y planteamientos básicos, Bilbao, Universidad de Deusto, cuadernos monográficos del ICE, nº 2, 1995. Aquí me limito a un rápido apunte de lo que me parece que es más coherente con esta exposición. 34 Estos efectos de la evaluación han sido descritos en numerosas obras; una muy conocida es la de Snyder, (Snyder, B. R., (1971). The Hidden Curriculum. Cambridge, MA: M.I.T. Press) cuyo título el currículum oculto ha popularizado este término: puede suceder que el currículum formal (abierto, explícito) ponga el énfasis en la originalidad, capacidad crítica, etc., pero el currículum oculto, que es el implícito en los exámenes, se centre en la memorización, etc. Muchos alumnos viven con conflicto su tendencia y deseo de estudiar en serio y las demandas de los exámenes. El mismo autor (investigando con alumnos de una buena universidad, el MIT de Boston) ya advirtió que muchos alumnos con motivación intrínseca no dejan que los exámenes interfieran con lo que ven como importante, pero la mayoría se centra en las demandas de los exámenes. 35 En definitiva el instrumento condiciona lo que se mide, y aquí el instrumento es nuestro qué y sobre todo cómo preguntamos (o tipo de ejercicios, etc.). El que anda por la vida con termómetros, mide temperaturas, aunque él se empeñe en decir otra cosa. En nuestros ámbitos educativos no es raro que palabras muy bonitas escondan realidades muy triviales. 36 Podríamos recordar el adagio (no sé si es un adagio precisamente) de los filósofos medievales: de facto ad posse valet illatio; lo que se hace, lo que se ha hecho... es que se puede hacer. 30 94 universidad rafael landívar