UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2000 Condiciones Generales de la Contratación en los denominados Contratos de Consumo en el ordenamiento jurídico argentino. De la necesidad de su adecuada regulación legal Glibota Landriel, Verónica M. L. Departamento de Derecho - Facultad de Ciencias Económicas - UNNE. Avenida Las Heras Nº 727 - (3500) Resistencia - Chaco - Argentina. Teléfono: +54 (03722) 430283 - Fax: +54 (03722) 426678 - E-Mail: [email protected] ANTECEDENTES El tema de las Condiciones Generales de Contratación se ha transformado en un tópico de transcendental importancia para el Derecho Privado actual, en orden a su incidencia en la relación contractual, al constituirse en un indicador de una situación de desigualdad negocial al mismo tiempo que se transforma en un instrumento de técnica empresarial imprescindible para la sociedad posmoderna. “Seguramente, en los contratos de empresa, las condiciones generales y las cláusulas abusivas tuvieron su primera expresión en las pólizas de seguros, que fueron usadas por lo menos desde el siglo XVI” (Alterini, Atilio Aníbal, 1998). A partir de allí, su uso se extendió a una inimaginable cantidad de operaciones, que en la actualidad van desde complejos contratos bancarios, hasta boletos de transporte, por ejemplo. Pero, qué son las condiciones generales de contratación? Se denomina Condiciones Generales a las cláusulas predispuestas por alguna de las partes, con alcance general y para ser utilizadas en futuros contratos particulares, sea que estén incluidas en el instrumento del contrato, o en otro separado. Tal caracterización resulta de la ley alemana de condiciones generales del 1-IV1977 (art. 1.I) y del Código Civil peruano de 1984 (art. 1392) (Alterini, Atilio Aníbal, 1998). Lo que se predispone, o sea lo que se dispone anticipadamente es el contenido del contrato constituído por cláusulas predispuestas o condiciones generales. (Stiglitz, Rubén y Stiglitz, Gabriel, 1987). La Ley de Condiciones Generales de España 7/1998, en su artículo 1, primera parte, dispone: “Son condiciones generales de la contratación las cláusulas predispuestas cuya incorporación al contrato sea impuesta por una de las partes, con independencia de la autoría material de las mismas, de su apariencia externa, de su extensión y de cualesquiera otras circunstancias, habiendo sido redactadas con la finalidad de ser incorporadas a una pluralidad de contratos”. “Así resulta de los requisitos esenciales de la definición o del concepto recogido, y que son, la predisposición de cláusulas contractuales para imponer su incorporación a una pluralidad de contratos” (Bercovitz Rodríguez-Cano, Rodrigo, 2000) Los principios de UNIDROIT aluden a las cláusulas “standard” y las definen como “aquéllas preparadas con antelación por una de las partes para su uso general y repetido y que son utilizadas, de hecho, sin ser negociadas con la otra parte”. Lo más característico de esta técnica negocial consiste en la eliminación de toda negociación previa al acuerdo de voluntades que da lugar al nacimiento del contrato: en los contratos de adhesión no existe lo que se conoce con el nombre de “tratos preliminares”, no hay ofertas y contraofertas. Sólo cabe la aceptación de la oferta sin matices, o el rechazo de la misma. Esta forma de contratación halla explicación, entre otras cosas, en la naturaleza misma de la actividad que ejerce el predisponente, en cuanto requiere la uniformidad de vínculos con cada integrante de la gran masa de consumidores y usuarios y de allí que aparezca como materialmente imposible introducir modificaciones entre contrato y contrato, sacrificándose así la discusión paritaria de cada cláusula o de su conjunto en favor de una contratación más dinámica que responda más acabadamente a criterios de racionalización de la empresa. (Stiglitz, Rubén y Stiglitz, Gabriel, La Ley,1987). Alfaro Aguila Real (1991), autor de importancia indiscutida en la materia, ha desarrollado de manera exhaustiva las ventajas que acarrea la utilización de las cláusulas predispuestas en los contratos, al expresar: “En síntesis, pueden identificarse cuatro grupos de efectos racionalizadores: las condiciones generales provocan una reducción de los costes de celebración y regulación de los contratos; favorecen la división de UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2000 tareas entre los miembros de la organización empresarial; facilitan la coordinación entre éstos y hacen posible el cálculo anticipado del coste de producción de los bienes y servicios que ofrece la empresa”. Ahora bien, al igual que otros fenómenos que han venido a imponer una reestructuración de los cánones clásicos del Derecho, las condiciones generales produjeron una transformación de los principios en materia de contratos, revelando la insuficiencia de las viejas estructuras de contratación civil y su consecuente regulación legal; muy especialmente, en lo referente al control e interpretación de las mismas. Y es que sucede, cada vez más frecuentemente, que el uso de ellas trae aparejado el abuso de la posición de predominio de quien las predispone, en perjuicio de la parte adherente, situación que el Estado debe impedir o corregir. Ya las Directrices de la Asamblea General de la ONU de 1985, establecían en el art. 19: “Los consumidores deben gozar de protección contra abusos contractuales como el uso de contratos uniformes que favorecen a una de las partes, la no inclusión de derechos fundamentales en los contratos y la imposición de condiciones excesivamente estrictas para la concesión de créditos por parte de los vendedores”. Todo ello ha motivado el desarrollo legislativo en la materia a nivel mundial, con el propósito de evitar el mayor número posible de litigios; lo que ha dado lugar a sucesivas leyes especiales destinadas a reglar esta particular forma negocial. Así, entre las más destacadas por su técnica legislativa y su riqueza de contenidos, podemos citar, las ya mencionadas leyes sobre condiciones generales de Alemania y España, ésta última con fundamentos en las Directivas de la Comunidad Económica Europea 93/13 sobre cláusulas abusivas en los contratos celebrados con los consumidores; así como el Real Decreto español 1906/1999 sobre Condiciones Generales en la Contratación Electrónica. Ambas normas, se caracterizan entre otras cosas, por contener listas de aquéllas condiciones que se consideran prohibidas; y por regular la utilización de las mismas en cualquier tipo de contratos. También el Código Civil peruano de 1984 regula los Contratos por adhesión y los sujetos a “Condiciones generales”(arts. 1390 a 1401), el Código Civil quebequés de 1992 incluye disposiciones atinentes a los contratos celebrados por adhesión, el Código Civil holandés de 1992 regula pormenorizadamente las condiciones generales de contratación (Lº 6, arts. 185 a 193). Nuestra intención en la presente investigación, es circunscribir el estudio de la utilización de las condiciones generales al campo de los llamados “contratos de consumo”; ya que es en ellos donde éstas presentan aristas que hacen más pronunciada la evidente debilidad contractual del consumidor frente al empresario/productor que las redacta y las impone, evitando con su uso el negociado y/o regateo tan propio de los acuerdos concebidos en la ideología liberal. En este punto, es dable dejar sentado que un contrato de consumo es aquél celebrado con consumidores; y para definir a éstos últimos, nada mejor que el concepto que nos brinda nuestra propia Ley de Defensa del Consumidor y el Usuario Nº 24.240 de 1993, que en su art. 1 dispone: “... Se consideran consumidores o usuarios, las personas físicas o jurídicas que contratan a título oneroso para su consumo final o beneficio propio o de su grupo familiar o social: a) la adquisición o locación de cosas muebles; b) la prestación de servicios; c) la adquisición de inmuebles nuevos destinados a vivienda, incluso los lotes de terreno adquiridos con el mismo fin, cuando la oferta sea pública y dirigida a personas indeterminadas”. MATERIALES Y METODOS Ante el hecho de encontrarnos cumpliendo recién parte del primer semestre de investigación, y en concordancia con el cronograma de actividades previsto en el correspondiente proyecto, los métodos científicos utilizados en esta etapa son esencialmente los teóricos, y dentro de ellos, el análisis crítico de la bibliografía tanto nacional como extranjera referida a la temática en estudio, y la consecuente síntesis de la información obtenida, en combinación con los métodos histórico y lógico. Los métodos de inducción y deducción han servido para la elaboración de estas conclusiones preliminares. DISCUSION DE RESULTADOS Vislumbrado el campo de acción de nuestra actividad investigadora, fácil es advertir en nuestro ordenamiento jurídico las lagunas normativas existentes en esta materia. La Ley 24.240 en su art. 38 se ocupa de los contratos redactados en formularios y, en términos generales de los que contienen cláusulas “redactadas unilateralmente por el proveedor de la cosa o servicio, sin que la otra parte tuviere posibilidades de discutir su contenido”. Con relación a ellos, si bien introduce un mandato a la administración para intervenir en la UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2000 vigilancia de los contratos de adhesión a efectos de impedir que éstos contengan cláusulas abusivas, aún constituye un escaso precedente sobre nuestro objeto de estudio. En su artículo 39 establece que se instará la adecuación de los contratos que requieran de la aprobación de otra autoridad (como el caso de las pólizas de seguro [arts. 25 a 28 de la ley 20.091], o los planes de ahorro previo). El decreto reglamentario hace referencia al trámite que seguirá la autoridad de aplicación ante la denuncia de existencia de este tipo de cláusulas abusivas, sin fijar pautas demasiado precisas. Aún más, los artículos en mención no permiten vislumbrar con certeza una referencia a las condiciones generales de los contratos, sino más bien regulan los contratos por adhesión; lo que a nuestro modesto entender, podría dar lugar a una confusión conceptual en el supuesto de su interpretación como sinónimos (advertida quizás en el fallo de la C2ºCC La Plata, sala II, agosto 26 de 1999 en autos “Wernicke, Carlos R. y otro c. de Cano Funes S.A. s/ resc. de contrato y reintegro de sumas de dinero”). El Código Civil vigente en nuestro país, que resulta de aplicación supletoria a la ley en mención, no hace referencia alguna a ellas; y si bien existe en trámite legislativo un Proyecto de Reforma del Código Civil unificado con el Código de Comercio de 1998, que dedica varios artículos a las condiciones generales de la contratación (arts. 905, 906 y 1033), expresamente excluye a los contratos de consumo; con lo que de aprobarse, no alcanzaría a llenar el vacío legal existente, si bien mantendría su carácter supletorio. En el marco del MERCOSUR, el Proyecto de Protocolo de Defensa del Consumidor, del Comité Técnico Nº 7 de 1997, sienta una regla general para interpretar las cláusulas abusivas y a continuación establece una lista indicativa de las mismas (arts. 44 y 45). El Código de Defensa del Consumidor de Brasil, Ley 8.078/90 enumera las cláusulas que sanciona con la declaración de nulidad por considerarlas abusivas, en los quince incisos de su art. 51, constituyéndose en un modelo para los países del Mercado Común. De igual modo, tanto el Código Civil de Paraguay de 1987 en sus arts. 713 y 691 como la propia Ley de Defensa del Consumidor y Usuario de Paraguay Nº 1.334 de octubre de 1998, en su Capítulo I, art. 4 inc. h) y en el Capítulo V de la “Protección Contractual”, arts. 24 a 28 regulan detalladamente sobre contratos de adhesión , cláusulas abusivas y su interpretación. Por su parte, la novísima ley uruguaya denominada “Normas para las relaciones de consumo” Nº 17.189 de 1999, dispone de manera idéntica en el Capítulo II dentro de los derechos básicos del consumidor, en el art. 6 pto. D) “la protección contra (...) las cláusulas abusivas en los contratos de adhesión”, regula específicamente los contratos de adhesión en los arts. 28 y 29 y en el Capítulo XI trata sobre condiciones y cláusulas abusivas, definiéndolas con criterio general en el art. 30 y estableciendo una nómina ejemplificativa en el art. 31. Es que el empresario debiera ser un hombre ético, un contratante de buena fe. “En esta línea se ha dicho que no es lo mismo la buena fe de un simple ciudadano que la de un comerciante. Este se comporta con otro conocimiento, en sus relaciones con el público consumidor, con otros comerciantes o ante el Estado en sus diversas manifestaciones” (Kemelmajer de Carlucci, Aída, 1998). Cualquier ciudadano, sea empresario o no lo sea, con actuación moral, y con probidad negocial, debería tener claridad sobre qué está permitido y qué está prohibido; debería saber, en consecuencia, qué tiene derecho a incluír en sus contratos, y qué no tiene derecho a incorporar en ellos. Por lo cual todo predisponente está, o debe estar, en situación de prever razonablemente qué cláusulas de sus contratos tipo tolera el Derecho. Nuestra propuesta, tiene como principal argumento la necesidad de fundamentar un mecanismo de control preventivo legal de las condiciones generales, a manera de los ya ensayados en países europeos. La misma resultaría del dictado de una normativa especial destinada a regular la utilización de condiciones generales, determinando, entre otras cosas: el ámbito objetivo y subjetivo en que pueden ser utilizadas, los requisitos que deben reunir para su incorporación a los contratos, las reglas de interpretación judicial de las mismas en caso de controversias, una nómina de condiciones abusivas y el régimen de sanción por su utilización, la creación de un registro publicitario de las mismas, etc. Esta modalidad de control permitiría justamente un examen ex ante de las condiciones; esto es, en una etapa previa a su inclusión a los contratos, a diferencia de los controles judiciales que sólo actúan ex post, ante un conflicto derivado de la interpretación de la letra de cada contrato en particular. Ahora bien, no estamos muy seguros de la conveniencia de una ley especial que regule su aplicación exclusivamente en los contratos de consumo, o bien que sea aplicable a cualquier otro tipo de contrato de adhesión; por ello pretendemos sentar en esta presentación sólo las directrices más elementales sobre las cuales seguramente volveremos con más detalle en el transcurso del iter investigativo. UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2000 CONCLUSIONES En virtud del escaso tiempo de desarrollo que llevamos de la investigación, es que proponemos las primeras conclusiones, algunas de ellas con carácter de “abiertas”, es decir, susceptibles de nuevos enfoques que podrán ser detallados con mayor precisión en los sucesivos informes de avance. “Los juristas suelen abordar el estudio de las condiciones generales desde dos premisas generalmente admitidas. La primera afirma que las condiciones generales constituyen un instrumento de racionalización del que no pueden prescindir las empresas para hacer frente a una actividad contractual masificada. La segunda alerta sobre la necesidad de su control para impedir que los que las utilizan mejoren su posición contractual a costa de la contraparte y del correcto funcionamiento del mercado.” (Aguila Real, 1991). Ante todo, intentamos establecer un marco conceptual de lo que se entiende por condiciones generales, propugnando a las mismas como “el conjunto de cláusulas que una de las partes redacta o predispone con antelación para que formen parte de un número indeterminado de contratos”. Asimismo, podemos afirmar que los contratos con cláusulas predispuestas comportan un amplio género que engloba formas contractuales tanto típicas como atípicas; al punto que su utilización sobrepasa aún los límites del Derecho Privado, conformándose en un instrumento de la gestión pública administrativa. En ese orden de ideas, los contratos llamados “de consumo” que constituyen el campo de acción propio de nuestra investigación, constituirían entonces una especie dentro de ese gran género, ya que en el estado actual del desarrollo empresario, podría afirmarse que la casi totalidad de los contratos que celebran los consumidores son contratos predispuestos con condiciones generales. Más aún, se ha comprobado en la actualidad, que los abusos cometidos al consumidor o usuario, en la gran mayoría de los casos se realizan a través de la imposición de este tipo de condiciones. Sin embargo, no creemos que la solución a esos problemas sea la de prohibir el uso de esta modalidad contractual, cuya importancia económica resulta indiscutible; más bien, lo que debe hacerse es intensificar los controles sobre la misma, para hacer efectiva la protección de la tan mentada igualdad jurídica de los contratantes. “Los criterios jurídicos actuales pretenden justamente predicar la protección del contratante débil a través de mecanismos tales como la declaración de invalidez de ciertas cláusulas, o la imposición para el juez del criterio del favor debilis para las situaciones de conflictos derivados de la interpretación de la letra de cada contrato en particular”.(Alterini, Atilio A. y López Cabana, Roberto, 1992). BIBLIOGRAFIA *Alfaro Aguila Real, Jesus “Las Condiciones Generales de la Contratación. Estudio de las disposiciones generales”. Editorial Civitas S.A. Madrid. España. Primera Edición, 1991. *Alterini, Atilio Aníbal “Contratos Civiles - Comerciales - De Consumo. Teoría General”. Editorial Abeledo Perrot. Buenos Aires, Argentina. 1998. *Alterini, Atilio Aníbal y López Cabana, Roberto “La Debilidad Jurídica en la Contratación Contemporánea” en “Derecho de Daños”. Editorial La Ley. Buenos Aires, Argentina. 1992. *Bercovitz Rodriguez-Cano, Rodrigo “Comentarios a la Ley de Condiciones Generales de la Contratación”. Editorial Aranzadi S.A. Navarra, España. 2000. *Código de Defensa del Consumidor de Brasil, Ley 8.078/90. *Kemelmajer de Carlucci, Aída “La Buena Fe en la Ejecución de los Contratos”. Revista de Derecho Privado y Comunitario. T. 18, Editorial Rubinzal Culzoni. Santa Fe, Argentina. 1998. *Ley de Defensa del Consumidor y Usuario de la Argentina, Nº 24.240. *Ley de Defensa del Consumidor y Usuario del Paraguay Nº 1.334. *Ley de Relaciones de Consumo del Uruguay Nº 17.189. *Ley de Condiciones Generales de la Contratación de España Nº 7/98 y su exposición de motivos. *Revista El Derecho – Sección Jurisprudencia, Argentina, agosto de 2000. *Stiglitz, Rubén y Stiglitz, Gabriel “Control de las cláusulas predispuestas”. Revista La Ley, Argentina. 1987. *Vázquez Ferreira, Roberto y Romera, Oscar E. “Protección y defensa del consumidor. Ley 24.240. Anotada y comentada ”. Editorial Depalma. Buenos Aires. Argentina. 1994.