¡Hola, Bergenski! Quisiera escribirte unas palabras antes de mi partida. Esto no es una despedida; ya nos hemos despedido en la Tierra de Israel. Pero siento la necesidad de decirte algunas cosas, como a un buen y cercano amigo. Sé que pueden darse situaciones en las que no sabrán con certeza cuál será nuestro destino, o en las que estarán absolutamente seguros respecto de lo difícil de las situaciones; y sé que entonces te formularás a ti mismo preguntas –y quisiera contestarte por anticipado. No en nombre de los otros, sino en el mío propio. Y ello, a pesar de saber que todos sienten lo mismo que yo. Me voy con alegría, por mi libre voluntad y siendo totalmente consciente de las dificultades. Veo mi partida como un privilegio y también como un deber. El hecho de saber que ustedes nos apoyan constituirá una gran ayuda en todas partes y en cada circunstancia. También debo formularte un pedido, cuya mención tal vez esté de más, pero siento que debo hacerlo. Nos hemos acostumbrado a que las actividades realizadas por los compañeros son de público conocimiento; todos vivimos conjuntamente los éxitos y las dificultades. Pero ustedes deben saber que por satisfacer a nuestros compañeros que quieren saber sobre nuestro destino, podemos llegar a pagar un precio excesivamente caro. Cada palabra de apreciación y publicidad –tú sabes muy bien lo que ello significa. No quiero extenderme con palabras. Pero antes del viaje aún debo agradecerte por toda la ayuda que he recibido de ti, y por la actitud amistosa con la que me la has brindado. Y sobre todo lo demás conversaremos cuando yo regrese. Hasta entonces, te dejo cálidos saludos. De Hagar Esta es la carta de Hannah Szenes a Iehuda Braginski –un miembro del movimiento Kibutz Unido [HaMehujad] que se ocupó de la misión de Hannah. “Hagar” fue su nombre durante la misión. *** Querida mamá: Únicamente puedo decirte lo siguiente: un millón de gracias, y, si es posible, te pido que me perdones. Tú sola comprenderás por qué no es necesario emplear más palabras aquí … Con amor infinito, Tu hija En la prisión 1 Uno – dos – tres… ocho de largo, Dos pasos es la medida de la arista. La vida pende sobre mí como un signo de pregunta. Uno – dos – tres… quizás otra semana. Quizás a fin de mes aún me encuentre aquí. Mas tambaleando sobre mi cabeza: la nada. Y ahora, en julio, cumpliré veintitrés… He apostado a lo que más importaba. El dado rodó. Y perdí. La nota y el poema fueron hallados por la madre de Hannah Szenes entre la ropa de su hija. Tomado de: Zwi Bachrach (Ed.), "Estas son mis últimas palabras...", Cartas póstumas del Holocausto, Yad Vashem, Jerusalén, 2006 2